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Apunte #7. La Apertura de La Sucesión
Apunte #7. La Apertura de La Sucesión
DERECHO CIVIL VI
DERECHO SUCESORIO. LA APERTURA DE LA SUCESIÓN
2023
APUNTE N° 7
DERECHO CIVIL VI. DERECHO SUCESORIO
LA APERTURA DE LA SUCESIÓN
El Código establece las reglas sobre apertura de la sucesión en el Título VII del Libro III, arts.
1222 y siguientes, donde se tratan las siguientes materias: reglas generales; reglas particulares
relativas a las herencias; el beneficio de inventario y la acción de petición de herencia.
I. GUARDA Y APOSICIÓN DE SELLOS
La guarda y aposición de sellos es una medida conservativa destinada a evitar la desaparición
de los bienes muebles e instrumentos de la sucesión. De acuerdo al art. 1222, desde el
momento de abrirse la sucesión, todo el que tenga interés en ella o se presuma que pueda
tenerlo, podrá pedir que los muebles y papeles de la sucesión se guarden bajo llave y sello,
hasta que se proceda al inventario solemne de los bienes y efectos hereditarios.
Cabe precisar que una cosa es la guarda y otra la aposición de sellos. Una consiste en dejar bajo
llave los bienes muebles y papeles del causante para su debida custodia. La segunda, en sellar
las dependencias en que se encuentran ubicados dichos bienes y papeles. Nada impide, por
ende, que se solicite sólo una de ellas.
Puede pedirla toda persona natural o jurídica que tenga o presuma tener interés en una
sucesión. Entre ellos, los herederos; el albacea (el art. 872 del Código de Procedimiento Civil –
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CPC-, establece que si el albacea o cualquier interesado pide que se guarden bajo llave y sello
los papeles de la sucesión, el tribunal así lo decretará); los acreedores, a fin de que sus derechos
no sean burlados por los herederos.
Puede pedirse desde el momento mismo en que fallece el causante, es decir, desde la apertura
de la sucesión. La medida conservativa de guarda y aposición de sellos, subsistirá hasta que se
haga inventario solemne, pues desde entonces queda ya prueba preconstituida de la existencia
de los bienes, sin perjuicio de poder volver a reclamarla en caso de que aparezcan nuevas
dependencias del causante, de que no se tuvo noticia al momento de practicarse dicho
inventario.
El art. 1222 nos dice que se guardan bajo sello y llave los muebles y papeles de la sucesión; esta medida
conservativa no se extiende entonces a los inmuebles. Respecto de los bienes muebles, el principio enunciado
tiene dos excepciones:
1. Según el inciso segundo del art. 1222 e inciso final del art. 873 del CPC, no se guardarán bajo llave y sello
los muebles domésticos de uso cotidiano, pero se formará lista de ellos (o sea, se inventarían por el
funcionario a cargo de la diligencia); la razón de la excepción estriba en no perjudicar a las personas que
vivían con el causante.
2. En conformidad al art. 874 del CPC, el tribunal puede, si lo estima conveniente, eximir también el dinero
y las alhajas de la formalidad de la guarda y aposición de sellos. En tal caso, mandará depositar estas
especies en un Banco o en las arcas del Estado, o las hará entregar al administrador o tenedor legítimo
de los bienes de la sucesión.
Apunte entregado por el profesor Dr. Rodrigo Barría Diaz, Facultad de Derecho, Universidad Alberto
Hurtado.
Puede ocurrir que los bienes del causante se encuentren esparcidos dentro del territorio jurisdiccional de varios
jueces de letras. En este caso, la guarda comprende los bienes que se hallaren en las dependencias del causante,
pudiendo el juez ante el cual se abrió la sucesión, a instancias de cualquier interesado, dirigir exhortos a los jueces
de otros territorios jurisdiccionales para proceder a la guarda, mientras se practica inventario. De tal modo, la
guarda comprende las dependencias de la persona fallecida y toda otra dependencia en que puedan existir bienes
del causante. En todo caso, el único juez competente para decretar esta medida conservativa es el juez del lugar en
que se abre la sucesión. Los demás jueces tienen una competencia delegada.
El procedimiento de guarda y aposición de sellos está establecido tanto en el Código Civil como en el Código de
Procedimiento Civil. Puede sintetizarse como sigue:
1. La guarda o aposición de sellos debe ser decretada por el juez competente, entendiéndose por tal el del
lugar en que se abre la sucesión (sin perjuicio de la competencia delegada a que aludíamos
precedentemente).
2. Decretada esta medida conservativa, ella debe realizarse por el juez, o comisionando para este efecto a su
secretario o a un notario público del territorio jurisdiccional en que se desempeñe el juez. En los dos
últimos casos, el secretario o el notario deberá “asociarse” con dos testigos mayores de edad, que sepan
leer y escribir y sean conocidos del funcionario (art. 872 Código de Procedimiento Civil). El juez, el
secretario o el notario procederán a cerrar materialmente las dependencias del fallecido, sellándolas de
manera que no sea posible quebrantar los sellos sin que ello sea advertido. Para practicar estas diligencias
no será necesaria la presencia de los interesados (art. 875 del Código de Procedimiento Civil).
3. Practicada la guarda y puestas bajo llave las dependencias del causante, el juez designará una persona de
“notoria probidad y solvencia” que se encargue de la custodia de las llaves, o éstas se depositarán en el
oficio del secretario (art. 872, inciso segundo del Código de Procedimiento Civil).
4. La ley ha previsto el hecho de que se deduzca oposición a la diligencia, estableciendo que ésta no
suspenderá o impedirá la realización de la guarda y aposición de sellos (art. 873 del Código de
Procedimiento Civil). Los recursos que se deduzcan contra la resolución que ordena la diligencia, se
concederán en el solo efecto devolutivo (art. 873, inciso tercero del Código de Procedimiento Civil). 2
5. La ley faculta expresamente al funcionario que realiza la diligencia, para que pesquise entre los papeles
del difunto, su testamento. Cabe advertir que ésta es la única indagación o registro que puede hacer el
funcionario (art. 873, inciso segundo del Código de Procedimiento Civil).
6. La ley ha previsto especialmente la forma en que debe procederse a la ruptura de los sellos y apertura de
la guarda. Ello deberá hacerse judicialmente, con citación de las personas que pueden tomar parte en la
facción de inventario. Los codueños de los bienes que deben inventariarse se citarán personalmente, si
residen en el mismo territorio jurisdiccional del tribunal que decretó la medida; los demás, serán citados
por avisos publicados durante 3 días en un diario de la comuna o de la capital de provincia o de la capital
de región, cuando allí no los haya (arts. 876 y 860, del Código de Procedimiento Civil).
7. Las costas de la diligencia gravarán los bienes de toda la sucesión, a menos que la diligencia
determinadamente recaiga sobre una parte de ellos, en cuyo caso gravarán esa sola parte (art. 1224).
8. En caso de violación de sellos y quebrantamiento de guarda, quien quebranta la resolución judicial que
ordena mantener la guarda, comete el delito tipificado en el art. 240, inciso segundo, del Código Penal
(reclusión menor en su grado medio a máximo). A su vez, el que rompa los sellos puestos por la
autoridad, incurrirá en el delito tipificado en el art. 270 (reclusión menor en su grado mínimo y multa) y
si lo hace con violencia en las personas, en el delito tipificado en el art. 271 (reclusión menor en su grado
máximo y multa). Los delitos mencionados, no excluyen la responsabilidad penal y civil que pueda
originar la sustracción de especies en custodia.
La guarda y aposición de sellos durará hasta que se practique el inventario solemne de los bienes y efectos
hereditarios. Para poder realizar este inventario será necesario proceder a la ruptura de los sellos, lo que deberá
hacerse de acuerdo al mencionado art. 876.
II. ACEPTACION Y REPUDIACION DE LAS ASIGNACIONES POR CAUSA
DE MUERTE
Producida la delación, el asignatario puede aceptar o repudiar su asignación. La aceptación es
un acto por el cual el asignatario expresa su voluntad de tomar la calidad de heredero o
legatario. Por el contrario, la repudiación es el acto en virtud del cual rechaza la asignación,
negándose por ende a asumir la calidad de heredero o legatario y las responsabilidades
inherentes. Pero a diferencia del legatario, que solo acepta o repudia, el heredero puede optar
por una situación especial: aceptar, pero con beneficio de inventario.
Se indica en el artículo 1225, inciso primero, que todo asignatario puede aceptar o repudiar
libremente. Pero existen casos de excepción, en que la ley presume aceptación o repudiación:
1. Se entiende que el heredero acepta, cuando sustrae efectos pertenecientes a la sucesión
(artículo 1231, inciso primero);
2. Se entiende que el heredero repudia, cuando se constituye en mora de declarar si acepta
o repudia (artículo 1233).
3. Los incapaces tampoco pueden aceptar o repudiar por sí mismos (ni aun cuando
acepten con beneficio de inventario), requiriendo el consentimiento de sus
representantes legales (artículo 1225, incisos tercero y cuarto).
4. De acuerdo al artículo 1225, referido a las asignaciones deferidas a la mujer casada en
sociedad conyugal, el marido aceptará o repudiará, pero con el consentimiento de la
mujer, otorgado en la forma prevista en los dos últimos incisos del artículo 1749.
3
Oportunidad para aceptar o repudiar una asignación
La oportunidad para uno u otro acto es diversa. Si se trata de la aceptación, ésta sólo puede
efectuarse después que se ha deferido la herencia (artículo 1226, inciso primero). Por ende, si la
asignación estuviere sujeta a una condición suspensiva, habrá que esperar el cumplimiento de la
condición. Lo anterior tiene sentido, pues mientras la condición esté pendiente, el asignatario
condicional no adquiere ningún derecho, salvo el impetrar medidas conservativas, como todo
acreedor condicional.
Tratándose de la repudiación, puede efectuarse después de la muerte del causante, aun cuando
esté pendiente una condición (artículo 1226, inciso segundo). Repudiada una herencia, los
efectos de la repudiación se retrotraen al momento en el que fue diferida, por lo que se
entiende que el heredero no la ha poseído jamás.
Sintetizando las dos reglas anteriores, puede afirmarse que es posible aceptar una vez deferida
la asignación, mientras que cabe repudiar con la sola apertura de la sucesión.
Plazo para aceptar o repudiar
En principio, no hay plazo para una u otra cosa. En este sentido, el asignatario podrá hacerlo
mientras conserve su derecho a la asignación, derecho que puede perder si otro gana por
prescripción la cosa asignada (art. 2517).
Sin embargo, la ley se pone en el caso que la indefinición del asignatario origine perjuicios a terceros. Por ello, el
tercero interesado (un acreedor o un legatario o donatario mortis causa, por ejemplo), podrá demandar al
asignatario para que declare si acepta o repudia (artículo 1232, inciso primero). En esta hipótesis, operan las
siguientes reglas:
1. El asignatario demandado deberá optar en el plazo de 40 días, contado desde la notificación de la
demanda (la ley dice “dentro de los 40 días subsiguientes al de la demanda”, pero ha de entenderse que
se trata de la notificación de la misma); la doctrina llama a este período “plazo para deliberar”.
2. El juez está facultado para prorrogar el plazo, hasta por un año, por ausencia del asignatario, o estar
situados los bienes en lugar distante (de manera de dar un plazo al asignatario para apreciar la cuantía de
los mismos) o por cualquier otro “grave motivo” (cuestión que queda entregada a la prudencia del juez);
3. Durante el transcurso del plazo, el asignatario podrá inspeccionar el o los bienes que componen la
asignación; inspeccionar las cuentas y papeles de la sucesión; implorar las providencias conservativas que
le conciernan;
4. Pendiente el plazo, el asignatario no estará obligado al pago de ninguna deuda hereditaria o testamentaria
(pero podrá ser obligado al pago el albacea o curador de la herencia yacente, en sus casos).
5. Si el asignatario demandado estuviere ausente y no compareciere por sí o a través de un representante, se
le nombrará curador de bienes, quien lo representará y aceptará con beneficio de inventario;
6. Si transcurrido el plazo de 40 días o la prórroga el asignatario no acepta, se entenderá que repudia
(artículo 1233). Se trata de un caso de manifestación presunta de voluntad.
Hay quienes piensan que la herencia yacente sería una persona jurídica, que surgiría de la resolución que declara
yacente la herencia y que estaría judicial y extrajudicialmente representada por el curador designado para su
administración. Las razones que aducen quienes así lo creen, son las siguientes: en primer lugar, el tenor del art.
2509, inciso segundo: “Se suspende la prescripción ordinaria en favor de las personas siguientes: 3º La herencia
yacente”. La ley reconocería entonces la calidad de persona jurídica de la herencia yacente. Se agrega a lo anterior
que la suspensión es un beneficio que debe necesariamente aprovechar a un sujeto de derecho, resultando
inconcebible que éste aproveche a un bien determinado o a un conjunto de bienes; en segundo lugar, el tenor del
art. 2500, inciso segundo, en virtud del cual, la ley atribuiría la mera tenencia a la herencia yacente, la que
detentaría la cosa en nombre del heredero. Ello no podría ocurrir si no se reconoce la personalidad jurídica a la
herencia yacente, puesto que resulta absurdo que un conjunto de bienes pueda ser “mero tenedor” y detentar una
cosa a nombre de otro (art. 714).
La mayoría de la doctrina estima sin embargo que la herencia yacente no es persona jurídica. Enfrentada la ley a la
protección de esta herencia, atendido el hecho de la incertidumbre sobre su titularidad, se vio forzada a suspender
la prescripción ordinaria en su favor, ya que no existe un titular “actual” que pueda interrumpirla por los medios
legales. De aquí la confusión en que incurre el art. 2509 al envolver bajo el concepto de persona a la herencia
7 yacente. Igual cosa puede decirse en relación al defectuoso tenor del art. 2500, que afirma el error de que la
posesión se transmite, en circunstancias de que se trata de un hecho.
a. Notificación a los interesados con residencia en el territorio nacional: son notificados por medio de un
aviso en que se insertará la resolución judicial respectiva, y que se publicará en un diario de la comuna, o
de la capital de provincia, o de la capital de región (art. 1240, inciso primero, en relación con el art. 885
del Código de Procedimiento Civil).
b. Notificación a los herederos extranjeros: se les notifica mediante oficio dirigido al cónsul respectivo, a
fin de que en el término de 5 días, proponga, si lo tiene a bien, la persona o personas a quienes puede
nombrarse curadores (art. 886 del Código de Procedimiento Civil);
c. Al Ministerio de Bienes Nacionales: se le notifica mediante un oficio. Dicha repartición deberá realizar
todas las diligencias e investigaciones necesarias para establecer si conviene o no a los intereses del Fisco
solicitar la posesión efectiva de la herencia. Recordemos que el Fisco puede ser el último llamado en la
herencia intestada (art. 995).
El curador de la herencia yacente es siempre dativo, es decir, lo designa el juez competente que conoce de ella (art.
481 en relación a los arts. 370 a 373, que se refieren a la tutela o curaduría dativa). De tal modo, corresponde al
juez designar al curador de la herencia yacente, y no a los interesados que puedan haber solicitado la declaración.
La curaduría de la herencia yacente no podrá ser legítima ni testamentaria, en consecuencia.
Las facultades del curador de la herencia yacente son esencialmente administrativas y tienen por objeto la
custodia, conservación y protección de los bienes del difunto que componen la herencia. Como advierte
Somarriva, la curaduría de la herencia yacente es una curaduría de bienes y no una curaduría general; no se
extiende a las personas. Por eso, nuestros tribunales han declarado que el curador de la herencia yacente no
representa a la sucesión, y que, en consecuencia, no existe cosa juzgada entre un juicio seguido por los herederos y
el intentado contra el curador de la herencia yacente. Se aplican al efecto los artículos 487 a 490.
Las atribuciones del curador de la herencia pueden sintetizarse en los siguientes términos:
a. Puede adoptar todas las medidas ordinarias de administración en relación a la custodia y conservación de
los bienes;
b. Puede pagar las deudas hereditarias y cobrar los créditos que formen parte del patrimonio del difunto.
c. Puede enajenar los bienes muebles corruptibles y los bienes muebles que se encuentren comprendidos
en el giro ordinario del difunto, o que sea indispensable vender para el pago de las deudas;
d. Puede enajenar los demás bienes y realizar todos los demás actos convenientes a los intereses que
representa, siempre que justificando su necesidad y utilidad, sea autorizado expresamente por el juez al
efecto; y
e. Puede ejercer todas las acciones judiciales que corresponden al difunto respecto de los bienes que
componen la herencia y las defensas que procedan para asegurar y conservar dichos bienes.
Los curadores de la herencia yacente están sujetos a todas las trabas y prohibiciones que se establecen para los
tutores y curadores. En consecuencia, se les aplican los arts. 394 y 412.
2. El Beneficio de Inventario
Está tratado en el párrafo 3° del Título VII del Libro III, arts. 1247 y sgtes.
Los herederos suceden al causante en todos sus derechos y obligaciones transmisibles (art.
1097). De ello puede derivarse que la aceptación de una herencia signifique adquirir más
obligaciones que bienes. Para evitar esta situación la ley ha previsto el beneficio de inventario,
que tiene por objeto limitar la responsabilidad de los herederos al monto de los bienes que ha
recibido.
El artículo 1247 lo define en los siguientes términos: El beneficio de inventario consiste en
no hacer a los herederos que aceptan responsables de las obligaciones hereditarias y
testamentarias, sino hasta concurrencia del valor total de los bienes que han heredado.
Requisitos
El único requisito que establece la ley para que proceda este beneficio es que se haga inventario
solemne antes de aceptar la herencia (art. 1245). El heredero que acepta la herencia sin
practicar inventario solemne ha incorporado a su patrimonio la asignación pura y simplemente,
quedando, por tanto, impedido de invocar este beneficio.
Características
a. Solo favorece a los herederos (art. 1247). Los legatarios carecen de este beneficio,
aunque en realidad no lo necesitan, porque su responsabilidad subsidiaria solo alcanza
hasta el valor de su respectivo legado.
b. Es un beneficio de orden público (art. 1249). En consecuencia, el testador no podrá
prohibir a un heredero aceptar con beneficio de inventario.
c. No requiere de declaración judicial, porque solo basta que se haya confeccionado
inventario solemne.
d. No produce separación de patrimonios: esto significa que la responsabilidad del
heredero beneficiario se puede hacer efectiva en todo su patrimonio, hasta el valor de
lo que ha recibido, y no solo en los bienes que deriven del causante.
Personas obligadas a aceptar con beneficio de inventario
Excepcionalmente, ciertos herederos están obligados a aceptar con beneficio de inventario:
a. El Fisco, en las herencias que se le defieran (artículo 1250, inciso primero).
Recordemos que el Fisco es el último de los herederos llamados en la sucesión
abintestato (artículo 995).
b. Las corporaciones y establecimientos públicos (artículo 1250, inciso primero). Vale
decir, todas las demás personas jurídicas de Derecho Público (además del Fisco). 10
c. Los incapaces (artículo 1250, inciso segundo). Sus representantes legales deberán
aceptar con beneficio de inventario.
d. Los herederos fiduciarios (artículo 1251). Se explica la excepción, porque de esta forma
quedan determinados los bienes que, en su oportunidad, de cumplirse la condición,
habrá que restituir al fideicomisario.
e. Los coherederos, cuando uno o algunos de los restantes integrantes de la sucesión,
quieran aceptar la asignación con beneficio de inventario (artículo 1248).
El artículo 1250, en su inciso tercero, advierte que cuando las personas jurídicas de Derecho
Público y los incapaces, debidamente representados, no aceptan la herencia con beneficio de
inventario, los mencionados asignatarios no serán obligados por las deudas y cargas de la
sucesión sino hasta concurrencia de lo que existiere de la herencia al tiempo de la demanda o
se probare haberse empleado efectivamente en beneficio de ellos. Como señala Somarriva,
sucede en este caso algo bastante curioso, porque si los representantes de los citados
asignatarios no aceptan con beneficio de inventario, la ley se los otorga de pleno derecho, o
sea, es exactamente igual que si se hubiera aceptado invocando el aludido beneficio. Aún más,
podría agregarse que en la hipótesis que estamos analizando, los asignatarios quedan en mejor
situación que aquellos herederos que hubieren aceptado desde un comienzo con beneficio de
inventario, porque éstos limitan su responsabilidad a los bienes que recibieron en herencia,
mientras que aquellos la limitan a lo que existiere de la herencia al tiempo de la demanda y de
lo que se probare haber sido empleado en beneficio de los asignatarios en cuestión.
Personas que no pueden aceptar con beneficio de inventario
Son tales:
a. Aquel que hace actos de heredero, sin previo inventario solemne (artículo 1252 del
Código Civil). En efecto, quien realiza actos de heredero puro y simple, no puede
después pretender aceptar la herencia con beneficio de inventario. Para determinar
cuándo existe acto de heredero, debemos tener presente lo dispuesto en los artículos
1241 a 1244 del Código Civil.
b. Aquel que maliciosamente, omite mencionar ciertos bienes en el inventario o incluye
deudas inexistentes (artículo 1256 del Código Civil). Estamos ante un heredero que
actúa con dolo, omitiendo bienes del inventario o incrementando las deudas
ficticiamente. La ley lo sanciona, no obstante haber inventario solemne, privándolo del
beneficio de inventario y obligándolo entonces a responder ilimitadamente. Cabe
agregar que en el caso del artículo 1231, el asignatario, además de quedar imposibilitado
de repudiar, no tendrá parte alguna en los objetos sustraídos.
Efectos del beneficio de inventario
a. Limita la responsabilidad de los herederos beneficiarios, quienes responden sólo hasta
concurrencia del valor total de los bienes que han heredado (artículos 1245, 1247 y
1257). No se trata de que la responsabilidad quede limitada a “los bienes” heredados,
sino “al valor” que éstos tengan al momento de adquirirse.
b. Según la doctrina y jurisprudencia mayoritarias, no produce separación de patrimonios.
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Responsabilidad del heredero beneficiario por los bienes hereditarios
Dispone el artículo 1260, inciso primero, que el heredero beneficiario será responsable hasta
por culpa leve de la conservación de las especies o cuerpos ciertos que se deban (por ejemplo,
un legado de especie o cuerpo cierto, o los bienes que el causante tenía a título de mero
tenedor y que corresponde restituir a sus poseedores). El inciso segundo establece que es de
cargo del heredero beneficiario el peligro (por la pérdida) de los otros bienes de la sucesión, y
sólo será responsable de los valores en que hubieren sido tasados. Con ello, la ley quiere
enfatizar que el riesgo por la pérdida de la cosa, aún por caso fortuito o fuerza mayor, será del
heredero, lo que es consonante con el principio de que las cosas perecen para su dueño. La
pérdida o menoscabo del bien hereditario no aminora la responsabilidad del heredero
beneficiario, respondiendo por el valor en que fueron tasados.
Conforme al artículo 1258, el heredero beneficiario que por su culpa no cobre un crédito
hereditario, responderá ante los acreedores hereditarios como si efectivamente lo hubiera
cobrado y percibido. Excepcionalmente, podrá liberarse de la responsabilidad, cuando
justifique lo que, sin culpa suya, dejó de cobrar, poniendo a disposición de los interesados las
acciones y títulos insolutos.
Extinción de la responsabilidad del heredero beneficiario
La responsabilidad del heredero beneficiario se extingue en las siguientes situaciones:
a. Por el abandono de los bienes por parte del heredero beneficiario (artículo 1261).
Dentro de esta figura se pueden distinguir tres posibles actos: la entrega a los
acreedores, de los bienes que se deban en especie; la entrega del saldo que reste de los
otros bienes; y la aprobación, por los acreedores o por el juez, de la cuenta por la
administración realizada por el heredero.
b. Extinción de responsabilidad por agotamiento o consumo de los bienes hereditarios en
el pago de las deudas. Establece el artículo 1262 que consumidos los bienes de la
sucesión o la parte de los bienes hereditarios que hubiere correspondido al heredero
beneficiario, en el pago de las deudas y cargas, operará, a petición del heredero
beneficiario, el siguiente procedimiento:
1. Los bienes hereditarios pueden haber producido frutos. Respecto de los frutos y mejoras, se aplican las
reglas de las prestaciones mutuas (art. 1266). Estas disposiciones de las prestaciones mutuas, a pesar de
su ubicación (a continuación de la reivindicación), resultan ser de aplicación general.
2. Abono de las mejoras. El verdadero heredero estará obligado a abonar ciertas mejoras al poseedor
vencido. Respecto de las mejoras necesarias, no se hace distinción alguna entre el poseedor vencido de
buena o mala fe. Ambos tienen derecho a que se les abonen las expensas necesarias invertidas en la
conservación de la cosa, pues si no el verdadero heredero se estaría enriqueciendo injustamente a costa
ajena, ya que él también hubiera debido efectuar dichas mejoras. En cuanto a la forma en que deben ser
abonadas las mejoras necesarias, el art. 908 distingue entre las obras materiales e inmateriales de
conservación.
Respecto de las mejoras útiles, sí que el Código Civil distingue entre el poseedor de buena o mala fe
(art.909 y art. 912).
Finalmente, en conformidad al art. 911, el verdadero heredero no está obligado nunca a abonar las
mejoras voluptuarias, ya sea que el falso heredero hubiere estado de buena o mala fe.
3. Indemnización de los deterioros: al respecto, no rigen las disposiciones de las prestaciones mutuas, pues
existe en la petición de herencia una norma especial contenida en el art. 1267. Este precepto distingue
entre el que buena fe hubiere ocupado la herencia y el que lo hubiere hecho de mala fe. El que de buena
fe ocupó la herencia no será responsable de los deterioros de las cosas hereditarias, sino en cuanto le
hayan hecho más rico. Es una norma muy semejante a la que da el art. 906 en las prestaciones mutuas,
pues en conformidad a este precepto, el poseedor de buena fe no responde de los deterioros, sino en
cuanto se hubiere aprovechado de ellos.
La norma especial del art. 1267 lo es respecto del que ha ocupado la herencia de mala fe, quien es
responsable de todo el valor del deterioro. Como la ley no hace distingos, quiere decir que el falso
heredero responde de los deterioros tanto si se deben a dolo o culpa suyos, como si ocurren por caso
fortuito o fuerza mayor. Y la conclusión se impone porque el art. 906, en las prestaciones mutuas,
expresamente dispone que el poseedor de mala fe sólo responde de los deterioros debidos a hecho o
culpa suyos. Si el art. 1267 no hizo distingos al respecto, quiere decir que el falso heredero que ocupó la
herencia de mala fe, responde de todos los deterioros, sean dolosos, culpables o fortuitos. La ley no hace
el distingo efectuado claramente en las prestaciones mutuas, y si la ley no distingue, tampoco puede el
intérprete hacerlo.
Puede suceder que el heredero falso o aparente haya enajenado algunos bienes comprendidos
en la herencia. En esta situación, debe aplicarse el art. 1268: el heredero podrá interponer la
acción reivindicatoria. De tal forma, en principio, la enajenación hecha por el falso heredero es
válida, como una aplicación de que en nuestro derecho la venta de cosa ajena es válida, pero
inoponible al verdadero dueño. Y como éste es el heredero peticionario, el legislador le
confiere la facultad de reivindicar en contra de los terceros a quienes el falso heredero enajenó
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bienes de la herencia. Resulta entonces que el verdadero heredero tiene una doble acción: la
acción que le es propia -la de petición de herencia-, dirigida contra el falso heredero, y la acción
reivindicatoria, para obtener la restitución de los bienes que han salido de manos del falso
heredero, por enajenaciones efectuadas por éste a terceros. Cada una de estas acciones, se rige
por las reglas que le son propias.
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