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APUNTE N° 7

DERECHO CIVIL VI
DERECHO SUCESORIO. LA APERTURA DE LA SUCESIÓN

2023
APUNTE N° 7
DERECHO CIVIL VI. DERECHO SUCESORIO
LA APERTURA DE LA SUCESIÓN

El Código establece las reglas sobre apertura de la sucesión en el Título VII del Libro III, arts.
1222 y siguientes, donde se tratan las siguientes materias: reglas generales; reglas particulares
relativas a las herencias; el beneficio de inventario y la acción de petición de herencia.
I. GUARDA Y APOSICIÓN DE SELLOS
La guarda y aposición de sellos es una medida conservativa destinada a evitar la desaparición
de los bienes muebles e instrumentos de la sucesión. De acuerdo al art. 1222, desde el
momento de abrirse la sucesión, todo el que tenga interés en ella o se presuma que pueda
tenerlo, podrá pedir que los muebles y papeles de la sucesión se guarden bajo llave y sello,
hasta que se proceda al inventario solemne de los bienes y efectos hereditarios.
Cabe precisar que una cosa es la guarda y otra la aposición de sellos. Una consiste en dejar bajo
llave los bienes muebles y papeles del causante para su debida custodia. La segunda, en sellar
las dependencias en que se encuentran ubicados dichos bienes y papeles. Nada impide, por
ende, que se solicite sólo una de ellas.
Puede pedirla toda persona natural o jurídica que tenga o presuma tener interés en una
sucesión. Entre ellos, los herederos; el albacea (el art. 872 del Código de Procedimiento Civil –
1
CPC-, establece que si el albacea o cualquier interesado pide que se guarden bajo llave y sello
los papeles de la sucesión, el tribunal así lo decretará); los acreedores, a fin de que sus derechos
no sean burlados por los herederos.
Puede pedirse desde el momento mismo en que fallece el causante, es decir, desde la apertura
de la sucesión. La medida conservativa de guarda y aposición de sellos, subsistirá hasta que se
haga inventario solemne, pues desde entonces queda ya prueba preconstituida de la existencia
de los bienes, sin perjuicio de poder volver a reclamarla en caso de que aparezcan nuevas
dependencias del causante, de que no se tuvo noticia al momento de practicarse dicho
inventario.
El art. 1222 nos dice que se guardan bajo sello y llave los muebles y papeles de la sucesión; esta medida
conservativa no se extiende entonces a los inmuebles. Respecto de los bienes muebles, el principio enunciado
tiene dos excepciones:

1. Según el inciso segundo del art. 1222 e inciso final del art. 873 del CPC, no se guardarán bajo llave y sello
los muebles domésticos de uso cotidiano, pero se formará lista de ellos (o sea, se inventarían por el
funcionario a cargo de la diligencia); la razón de la excepción estriba en no perjudicar a las personas que
vivían con el causante.
2. En conformidad al art. 874 del CPC, el tribunal puede, si lo estima conveniente, eximir también el dinero
y las alhajas de la formalidad de la guarda y aposición de sellos. En tal caso, mandará depositar estas
especies en un Banco o en las arcas del Estado, o las hará entregar al administrador o tenedor legítimo
de los bienes de la sucesión.


Apunte entregado por el profesor Dr. Rodrigo Barría Diaz, Facultad de Derecho, Universidad Alberto
Hurtado.
Puede ocurrir que los bienes del causante se encuentren esparcidos dentro del territorio jurisdiccional de varios
jueces de letras. En este caso, la guarda comprende los bienes que se hallaren en las dependencias del causante,
pudiendo el juez ante el cual se abrió la sucesión, a instancias de cualquier interesado, dirigir exhortos a los jueces
de otros territorios jurisdiccionales para proceder a la guarda, mientras se practica inventario. De tal modo, la
guarda comprende las dependencias de la persona fallecida y toda otra dependencia en que puedan existir bienes
del causante. En todo caso, el único juez competente para decretar esta medida conservativa es el juez del lugar en
que se abre la sucesión. Los demás jueces tienen una competencia delegada.
El procedimiento de guarda y aposición de sellos está establecido tanto en el Código Civil como en el Código de
Procedimiento Civil. Puede sintetizarse como sigue:
1. La guarda o aposición de sellos debe ser decretada por el juez competente, entendiéndose por tal el del
lugar en que se abre la sucesión (sin perjuicio de la competencia delegada a que aludíamos
precedentemente).
2. Decretada esta medida conservativa, ella debe realizarse por el juez, o comisionando para este efecto a su
secretario o a un notario público del territorio jurisdiccional en que se desempeñe el juez. En los dos
últimos casos, el secretario o el notario deberá “asociarse” con dos testigos mayores de edad, que sepan
leer y escribir y sean conocidos del funcionario (art. 872 Código de Procedimiento Civil). El juez, el
secretario o el notario procederán a cerrar materialmente las dependencias del fallecido, sellándolas de
manera que no sea posible quebrantar los sellos sin que ello sea advertido. Para practicar estas diligencias
no será necesaria la presencia de los interesados (art. 875 del Código de Procedimiento Civil).
3. Practicada la guarda y puestas bajo llave las dependencias del causante, el juez designará una persona de
“notoria probidad y solvencia” que se encargue de la custodia de las llaves, o éstas se depositarán en el
oficio del secretario (art. 872, inciso segundo del Código de Procedimiento Civil).
4. La ley ha previsto el hecho de que se deduzca oposición a la diligencia, estableciendo que ésta no
suspenderá o impedirá la realización de la guarda y aposición de sellos (art. 873 del Código de
Procedimiento Civil). Los recursos que se deduzcan contra la resolución que ordena la diligencia, se
concederán en el solo efecto devolutivo (art. 873, inciso tercero del Código de Procedimiento Civil). 2
5. La ley faculta expresamente al funcionario que realiza la diligencia, para que pesquise entre los papeles
del difunto, su testamento. Cabe advertir que ésta es la única indagación o registro que puede hacer el
funcionario (art. 873, inciso segundo del Código de Procedimiento Civil).
6. La ley ha previsto especialmente la forma en que debe procederse a la ruptura de los sellos y apertura de
la guarda. Ello deberá hacerse judicialmente, con citación de las personas que pueden tomar parte en la
facción de inventario. Los codueños de los bienes que deben inventariarse se citarán personalmente, si
residen en el mismo territorio jurisdiccional del tribunal que decretó la medida; los demás, serán citados
por avisos publicados durante 3 días en un diario de la comuna o de la capital de provincia o de la capital
de región, cuando allí no los haya (arts. 876 y 860, del Código de Procedimiento Civil).
7. Las costas de la diligencia gravarán los bienes de toda la sucesión, a menos que la diligencia
determinadamente recaiga sobre una parte de ellos, en cuyo caso gravarán esa sola parte (art. 1224).
8. En caso de violación de sellos y quebrantamiento de guarda, quien quebranta la resolución judicial que
ordena mantener la guarda, comete el delito tipificado en el art. 240, inciso segundo, del Código Penal
(reclusión menor en su grado medio a máximo). A su vez, el que rompa los sellos puestos por la
autoridad, incurrirá en el delito tipificado en el art. 270 (reclusión menor en su grado mínimo y multa) y
si lo hace con violencia en las personas, en el delito tipificado en el art. 271 (reclusión menor en su grado
máximo y multa). Los delitos mencionados, no excluyen la responsabilidad penal y civil que pueda
originar la sustracción de especies en custodia.

La guarda y aposición de sellos durará hasta que se practique el inventario solemne de los bienes y efectos
hereditarios. Para poder realizar este inventario será necesario proceder a la ruptura de los sellos, lo que deberá
hacerse de acuerdo al mencionado art. 876.
II. ACEPTACION Y REPUDIACION DE LAS ASIGNACIONES POR CAUSA
DE MUERTE
Producida la delación, el asignatario puede aceptar o repudiar su asignación. La aceptación es
un acto por el cual el asignatario expresa su voluntad de tomar la calidad de heredero o
legatario. Por el contrario, la repudiación es el acto en virtud del cual rechaza la asignación,
negándose por ende a asumir la calidad de heredero o legatario y las responsabilidades
inherentes. Pero a diferencia del legatario, que solo acepta o repudia, el heredero puede optar
por una situación especial: aceptar, pero con beneficio de inventario.
Se indica en el artículo 1225, inciso primero, que todo asignatario puede aceptar o repudiar
libremente. Pero existen casos de excepción, en que la ley presume aceptación o repudiación:
1. Se entiende que el heredero acepta, cuando sustrae efectos pertenecientes a la sucesión
(artículo 1231, inciso primero);
2. Se entiende que el heredero repudia, cuando se constituye en mora de declarar si acepta
o repudia (artículo 1233).
3. Los incapaces tampoco pueden aceptar o repudiar por sí mismos (ni aun cuando
acepten con beneficio de inventario), requiriendo el consentimiento de sus
representantes legales (artículo 1225, incisos tercero y cuarto).
4. De acuerdo al artículo 1225, referido a las asignaciones deferidas a la mujer casada en
sociedad conyugal, el marido aceptará o repudiará, pero con el consentimiento de la
mujer, otorgado en la forma prevista en los dos últimos incisos del artículo 1749.
3
Oportunidad para aceptar o repudiar una asignación
La oportunidad para uno u otro acto es diversa. Si se trata de la aceptación, ésta sólo puede
efectuarse después que se ha deferido la herencia (artículo 1226, inciso primero). Por ende, si la
asignación estuviere sujeta a una condición suspensiva, habrá que esperar el cumplimiento de la
condición. Lo anterior tiene sentido, pues mientras la condición esté pendiente, el asignatario
condicional no adquiere ningún derecho, salvo el impetrar medidas conservativas, como todo
acreedor condicional.
Tratándose de la repudiación, puede efectuarse después de la muerte del causante, aun cuando
esté pendiente una condición (artículo 1226, inciso segundo). Repudiada una herencia, los
efectos de la repudiación se retrotraen al momento en el que fue diferida, por lo que se
entiende que el heredero no la ha poseído jamás.
Sintetizando las dos reglas anteriores, puede afirmarse que es posible aceptar una vez deferida
la asignación, mientras que cabe repudiar con la sola apertura de la sucesión.
Plazo para aceptar o repudiar
En principio, no hay plazo para una u otra cosa. En este sentido, el asignatario podrá hacerlo
mientras conserve su derecho a la asignación, derecho que puede perder si otro gana por
prescripción la cosa asignada (art. 2517).
Sin embargo, la ley se pone en el caso que la indefinición del asignatario origine perjuicios a terceros. Por ello, el
tercero interesado (un acreedor o un legatario o donatario mortis causa, por ejemplo), podrá demandar al
asignatario para que declare si acepta o repudia (artículo 1232, inciso primero). En esta hipótesis, operan las
siguientes reglas:
1. El asignatario demandado deberá optar en el plazo de 40 días, contado desde la notificación de la
demanda (la ley dice “dentro de los 40 días subsiguientes al de la demanda”, pero ha de entenderse que
se trata de la notificación de la misma); la doctrina llama a este período “plazo para deliberar”.
2. El juez está facultado para prorrogar el plazo, hasta por un año, por ausencia del asignatario, o estar
situados los bienes en lugar distante (de manera de dar un plazo al asignatario para apreciar la cuantía de
los mismos) o por cualquier otro “grave motivo” (cuestión que queda entregada a la prudencia del juez);
3. Durante el transcurso del plazo, el asignatario podrá inspeccionar el o los bienes que componen la
asignación; inspeccionar las cuentas y papeles de la sucesión; implorar las providencias conservativas que
le conciernan;
4. Pendiente el plazo, el asignatario no estará obligado al pago de ninguna deuda hereditaria o testamentaria
(pero podrá ser obligado al pago el albacea o curador de la herencia yacente, en sus casos).
5. Si el asignatario demandado estuviere ausente y no compareciere por sí o a través de un representante, se
le nombrará curador de bienes, quien lo representará y aceptará con beneficio de inventario;
6. Si transcurrido el plazo de 40 días o la prórroga el asignatario no acepta, se entenderá que repudia
(artículo 1233). Se trata de un caso de manifestación presunta de voluntad.

Características de la aceptación y repudiación


1. Constituyen actos jurídicos unilaterales. La declaración de voluntad del asignatario,
configura la aceptación o repudiación.
2. Deben ser puras y simples. Se trata de actos que no admiten modalidades, según
advierte el artículo 1227. No se puede aceptar a contar de cierto plazo o en el evento
que se cumpla cierta condición. Lo mismo vale para la repudiación.
3. Son indivisibles. No puede aceptarse una parte o cuota de una asignación y repudiar el 4
resto (artículo 1228, inciso primero); con todo, si opera el derecho de transmisión
(artículo 957) y son varios los herederos del transmitido, cada uno de dichos herederos
podrá aceptar o repudiar su cuota (artículo 1228, inciso segundo).
Puede ocurrir que se defieran varias asignaciones, caso en el cual podrá el asignatario
aceptar unas y repudiar otras (artículo 1229). Excepcionalmente, la ley no admite
repudiar la asignación gravada y aceptar la otra, a menos que: se defieran
separadamente por derecho de acrecimiento o de transmisión o de sustitución vulgar o
fideicomisaria; o se haya concedido al asignatario la facultad de repudiar separadamente
(se entiende que por el causante, en su testamento).
4. Son irrevocables. Por regla general, el asignatario no puede retractarse de su aceptación
o repudiación. El art. 1234 dispone que aceptada la asignación con los requisitos
legales, no podrá rescindirse, salvo si medió dolo o fuerza para obtener la aceptación; o
si medió lesión grave a virtud de disposiciones testamentarias de que no se tenía noticia
al tiempo de aceptar. Se entiende por lesión grave la que disminuye el valor total de la
asignación en más de la mitad. Como puede observarse, la ley sólo admite la
posibilidad de pedir que se declare la nulidad del acto de aceptación, por las causales
señaladas, descartando entonces la simple revocación del acto de aceptación de parte
del interesado. Lo anterior se aplica incluso para la aceptación de los incapaces. Reglas
similares se aplican para la repudiación, por mandato del art. 1237.
5. Operan con efecto retroactivo. Establece el artículo 1239 que los efectos de la
aceptación o repudiación de una herencia, se retrotraen al momento en que ésta haya
sido deferida. Si el heredero acepta, se entiende que lo hizo al momento mismo en que
falleció el causante o se cumplió la condición a que estaba sujeta la asignación. Lo
anterior tiene sentido, pues el heredero es el continuador legal de la persona del
causante y recoge su activo y pasivo transmisibles, sin interrupción. Recordemos que al
mismo principio responde el artículo 722, al consagrar la posesión legal de la herencia.
Por el contrario, si el heredero repudia, se entiende que nunca tuvo la calidad de
heredero. La misma regla se aplica para los legados de especie o cuerpo cierto. Si el
legatario acepta, se le reputa dueño desde el momento de la delación del legado
(recordemos que se hace dueño por sucesión por causa de muerte) y si repudia, se
considera que nunca tuvo derechos sobre la cosa. Distinta es la situación del legado de
género, pues como sabemos, en este caso el legatario sólo adquiere, al fallecimiento del
causante, un crédito o derecho personal contra la sucesión.
Formas de aceptar o repudiar la asignación
Tanto las herencias como los legados pueden aceptarse expresa o tácitamente. La aceptación
de la herencia será expresa, cuando se toma el título de heredero (art. 1241). El artículo 1242
agrega que se entiende que alguien toma el título de heredero: cuando lo hace en escritura
pública o privada, obligándose como un heredero; o cuando lo hace en un acto de tramitación
judicial, como, por ejemplo, la petición de la posesión efectiva.
La aceptación de la herencia será tácita, cuando el heredero ejecuta un acto que supone
necesariamente su intención de aceptar, y que no hubiera tenido derecho a ejecutar sino en su
5 calidad de heredero (art. 1241). Será un acto de heredero, por ejemplo, la enajenación de
cualquier efecto hereditario (art. 1244). En cambio, los actos puramente conservativos, los de
inspección y administración provisoria urgente, no suponen por sí solos la intención del
heredero de aceptar su asignación (art. 1243).
Respecto de los legados, estos se aceptarán expresamente cuando el legatario manifiesta su
voluntad de hacer suyo el legado. Aceptará tácitamente, cuando el legatario ejecuta actos que
suponen aceptación del legado. Así, vender, donar o transferir a cualquier título la cosa legada,
se entiende aceptación tácita del legado (art. 1230).
Mientras la aceptación puede ser expresa o tácita, la repudiación ha de ser, por regla general,
expresa (art. 1235). Excepcionalmente, en un caso la ley presume la repudiación: cuando el
heredero se constituye en mora de declarar si acepta o repudia, se entiende que opta por la
última alternativa (art. 1233).
Puede ocurrir que el asignatario repudie una asignación en perjuicio de sus acreedores, quienes
de aceptarla, podrían embargar los bienes que la componen y pagarse con su producido. Para
evitar dicho perjuicio a los acreedores, éstos pueden aceptar por el deudor, previa autorización
judicial (art. 1238). En este caso, la repudiación no se “rescinde” (la expresión utilizada por la
ley es incorrecta, pues debió decir “revoca”, ya que no se trata de una hipótesis de nulidad
relativa) sino a favor de los acreedores y hasta concurrencia de sus créditos. En el sobrante,
subsiste la repudiación. Nos encontramos ante uno de los casos en que la ley autoriza a los
acreedores para ejercitar la acción oblicua o subrogatoria.
Sustracción de efectos hereditarios
Establece la ley (art. 1231) las consecuencias ante la sustracción por el heredero o legatario de
los efectos hereditarios:
1. El heredero que sustrae efectos hereditarios pierde la facultad de repudiar la herencia, y
no obstante que repudie, permanecerá heredero; no tendrá parte alguna en los efectos
sustraídos; quedará sujeto a eventual responsabilidad penal.
2. Tratándose del legatario que sustrae objetos pertenecientes a una sucesión, este pierde
los derechos que como legatario pudiera tener sobre dichos objetos; y no teniendo el
dominio sobre ellos será obligado a restituir el duplo. Por ende, si era dueño (porque se
trataba de un legado de especie o cuerpo cierto y el legatario sustrajo precisamente la
cosa que se le había legado), no restituirá el duplo, aunque igual perderá su legado.
Además, quedará sujeto a eventual responsabilidad penal.
Efectos de la aceptación pura y simple de la herencia
El heredero que acepta la herencia pura y simplemente, asume cabalmente la posición jurídica
que tenía el causante, es el continuador de su personalidad y le sucede en todos sus derechos y
obligaciones transmisibles (artículo 1097). Por ende, el heredero será responsable, a prorrata de
su cuota en la herencia, sin limitación alguna, del pago de todas las deudas hereditarias. Si
dichas obligaciones exceden el conjunto de los bienes transmitido por el causante, el heredero
deberá afrontar el pago con sus propios bienes (artículo 1245). Con todo, el heredero puede
limitar su responsabilidad, si acepta la herencia con beneficio de inventario, como se verá más
6
adelante.

III. REGLAS PARTICULARES RELATIVAS A LAS HERENCIAS


El Código contiene algunas reglas especiales relativas a la aceptación de las herencias, que se
refieren a la herencia yacente y al beneficio de inventario.
1. La Herencia Yacente
Se trata de una medida esencialmente transitoria, de carácter administrativo y establecida en
función de los intereses comprometidos cuando no existe quien se haga cargo de los bienes
dejados por el causante en calidad de heredero. Somarriva, basándose en el art. 1240, la define
como aquella herencia que no ha sido aceptada en el plazo de 15 días por algún
heredero, siempre que no exista albacea con tenencia de bienes designado en el
testamento, o si lo hay, no ha aceptado el albacea el cargo.
Del mencionado precepto, se desprende que la declaración de herencia yacente debe cumplir
con tres requisitos:
a. Que la sucesión esté abierta.
b. Que dentro de los quince días siguientes a la apertura de la herencia no haya sido
aceptada por ningún heredero universal o de cuota.
c. Que no hubiere albacea con tenencia de bienes o el designado por el testador no
hubiere aceptado el encargo.
Esta institución tiene por objeto el cuidado y administración de los bienes hereditarios. Para
ello, declarada la herencia yacente, el tribunal debe proceder a nombrar a un curador de la
herencia para que cumpla esas funciones, que durará en el cargo hasta que alguno de los
herederos acepte.
La herencia yacente no es persona jurídica

Hay quienes piensan que la herencia yacente sería una persona jurídica, que surgiría de la resolución que declara
yacente la herencia y que estaría judicial y extrajudicialmente representada por el curador designado para su
administración. Las razones que aducen quienes así lo creen, son las siguientes: en primer lugar, el tenor del art.
2509, inciso segundo: “Se suspende la prescripción ordinaria en favor de las personas siguientes: 3º La herencia
yacente”. La ley reconocería entonces la calidad de persona jurídica de la herencia yacente. Se agrega a lo anterior
que la suspensión es un beneficio que debe necesariamente aprovechar a un sujeto de derecho, resultando
inconcebible que éste aproveche a un bien determinado o a un conjunto de bienes; en segundo lugar, el tenor del
art. 2500, inciso segundo, en virtud del cual, la ley atribuiría la mera tenencia a la herencia yacente, la que
detentaría la cosa en nombre del heredero. Ello no podría ocurrir si no se reconoce la personalidad jurídica a la
herencia yacente, puesto que resulta absurdo que un conjunto de bienes pueda ser “mero tenedor” y detentar una
cosa a nombre de otro (art. 714).
La mayoría de la doctrina estima sin embargo que la herencia yacente no es persona jurídica. Enfrentada la ley a la
protección de esta herencia, atendido el hecho de la incertidumbre sobre su titularidad, se vio forzada a suspender
la prescripción ordinaria en su favor, ya que no existe un titular “actual” que pueda interrumpirla por los medios
legales. De aquí la confusión en que incurre el art. 2509 al envolver bajo el concepto de persona a la herencia
7 yacente. Igual cosa puede decirse en relación al defectuoso tenor del art. 2500, que afirma el error de que la
posesión se transmite, en circunstancias de que se trata de un hecho.

Declaración de herencia yacente


La herencia yacente puede declararse a petición de parte o de oficio por el tribunal (art. 1240,
inciso primero). La declaración la hace el juez del último domicilio del causante.
La resolución judicial que la declara, debe notificarse. La ley distingue para tal efecto:

a. Notificación a los interesados con residencia en el territorio nacional: son notificados por medio de un
aviso en que se insertará la resolución judicial respectiva, y que se publicará en un diario de la comuna, o
de la capital de provincia, o de la capital de región (art. 1240, inciso primero, en relación con el art. 885
del Código de Procedimiento Civil).
b. Notificación a los herederos extranjeros: se les notifica mediante oficio dirigido al cónsul respectivo, a
fin de que en el término de 5 días, proponga, si lo tiene a bien, la persona o personas a quienes puede
nombrarse curadores (art. 886 del Código de Procedimiento Civil);
c. Al Ministerio de Bienes Nacionales: se le notifica mediante un oficio. Dicha repartición deberá realizar
todas las diligencias e investigaciones necesarias para establecer si conviene o no a los intereses del Fisco
solicitar la posesión efectiva de la herencia. Recordemos que el Fisco puede ser el último llamado en la
herencia intestada (art. 995).
El curador de la herencia yacente es siempre dativo, es decir, lo designa el juez competente que conoce de ella (art.
481 en relación a los arts. 370 a 373, que se refieren a la tutela o curaduría dativa). De tal modo, corresponde al
juez designar al curador de la herencia yacente, y no a los interesados que puedan haber solicitado la declaración.
La curaduría de la herencia yacente no podrá ser legítima ni testamentaria, en consecuencia.

Las facultades del curador de la herencia yacente son esencialmente administrativas y tienen por objeto la
custodia, conservación y protección de los bienes del difunto que componen la herencia. Como advierte
Somarriva, la curaduría de la herencia yacente es una curaduría de bienes y no una curaduría general; no se
extiende a las personas. Por eso, nuestros tribunales han declarado que el curador de la herencia yacente no
representa a la sucesión, y que, en consecuencia, no existe cosa juzgada entre un juicio seguido por los herederos y
el intentado contra el curador de la herencia yacente. Se aplican al efecto los artículos 487 a 490.

Las atribuciones del curador de la herencia pueden sintetizarse en los siguientes términos:
a. Puede adoptar todas las medidas ordinarias de administración en relación a la custodia y conservación de
los bienes;
b. Puede pagar las deudas hereditarias y cobrar los créditos que formen parte del patrimonio del difunto.
c. Puede enajenar los bienes muebles corruptibles y los bienes muebles que se encuentren comprendidos
en el giro ordinario del difunto, o que sea indispensable vender para el pago de las deudas;
d. Puede enajenar los demás bienes y realizar todos los demás actos convenientes a los intereses que
representa, siempre que justificando su necesidad y utilidad, sea autorizado expresamente por el juez al
efecto; y
e. Puede ejercer todas las acciones judiciales que corresponden al difunto respecto de los bienes que
componen la herencia y las defensas que procedan para asegurar y conservar dichos bienes.

Los curadores de la herencia yacente están sujetos a todas las trabas y prohibiciones que se establecen para los
tutores y curadores. En consecuencia, se les aplican los arts. 394 y 412.

Efectos especiales de la declaración de herencia yacente


Al menos pueden señalarse tres efectos especiales en relación a la herencia yacente:
a. La prescripción ordinaria se suspende en lo concerniente a los bienes comprendidos en
la herencia yacente. El plazo de prescripción queda suspendido entre la declaración de
herencia yacente y la aceptación de la herencia por cualquiera de los herederos. Queda 8
de esta forma resguardado el interés de los herederos ausentes, aun de la negligencia del
curador designado, cuando no interrumpe las prescripciones que puedan afectar los
bienes de la herencia.

b. La herencia yacente conduce a la herencia vacante. Esta es aquella herencia que no


tiene herederos y que es deferida en último término al Fisco (art. 995). La herencia
yacente es un estado transitorio que dará lugar a la herencia vacante, sea parcial o
totalmente, como consecuencia de que el Fisco concurra a aceptarla. Puede suceder
que la herencia vacante tenga la calidad de tal sin necesidad de pasar por el estado de
herencia yacente, o a la inversa, que la herencia yacente sea aceptada por los herederos
y no llegue jamás a ser herencia vacante.

c. El Decreto Ley N° 1939, de 1977, que establece normas sobre adquisición,


administración y disposición de bienes del Estado, regula los derechos hereditarios del
Fisco, en el párrafo IV, citado, artículos 42 a 54. El primero de estos artículos dispone
que los derechos sucesorios del Fisco se regularán por las normas de la legislación
común (por ende, del Código Civil) y por las especiales del aludido párrafo IV. Para
estos efectos, cualquier persona puede poner en conocimiento de la Dirección de
Tierras y Bienes Nacionales la existencia de derechos hereditarios que le correspondan
al Fisco (a ésta Dirección corresponde tomar posesión, en representación del Fisco, de
todos los bienes que deban ingresar al patrimonio del Estado de acuerdo con el artículo
995 del Código Civil, según preceptúa el artículo 5 del Decreto Ley N° 1939). La ley
otorga a quien denuncia una herencia vacante un galardón o recompensa, que puede
llegar hasta el 30% del valor líquido de los bienes que ingresen al patrimonio fiscal.
Este galardón sólo se paga cuando los derechos de quienes disputan la herencia con el
Fisco se encuentran prescritos, salvo que el beneficiario rinda caución suficiente de
restitución de lo que se le pague en el evento de que aparezca un heredero con mejor
derecho (artículo 54 del Decreto Ley N° 1939). La denuncia de la herencia vacante
debe hacerse ante la Dirección de Tierras y Bienes Nacionales del Ministerio de Bienes
Nacionales, concretamente en la oficina de partes del citado Ministerio.
Extinción del estado que genera la herencia yacente
La herencia yacente puede terminar, de conformidad al art. 491, por las siguientes causales:
a. La herencia es aceptada por uno o más herederos del causante (art. 1240, inciso
segundo).

b. Venta de los bienes de la sucesión. Si transcurridos cuatro años desde el fallecimiento


de la persona cuya herencia está en curaduría, ningún heredero se presenta a aceptarla,
el juez, a petición del curador y con conocimiento de causa, puede ordenar la venta de
todos los bienes hereditarios (art. 484). El producido se pondrá a interés con las
debidas seguridades o si no las hubiere, se depositará “en las arcas del Estado”, frase
que debemos entender hoy día referida al Banco Estado. El legislador estima que
transcurridos cuatro años sin que aparezca ningún heredero a aceptar la herencia,
9 resulta oportuno enajenar los bienes y poner fin al estado jurídico de la herencia. La
venta debe hacerse en pública subasta, respecto de los bienes raíces y los muebles
preciosos o de valor de afección (art. 394).

c. Por la extinción o inversión completa de los bienes.

2. El Beneficio de Inventario
Está tratado en el párrafo 3° del Título VII del Libro III, arts. 1247 y sgtes.
Los herederos suceden al causante en todos sus derechos y obligaciones transmisibles (art.
1097). De ello puede derivarse que la aceptación de una herencia signifique adquirir más
obligaciones que bienes. Para evitar esta situación la ley ha previsto el beneficio de inventario,
que tiene por objeto limitar la responsabilidad de los herederos al monto de los bienes que ha
recibido.
El artículo 1247 lo define en los siguientes términos: El beneficio de inventario consiste en
no hacer a los herederos que aceptan responsables de las obligaciones hereditarias y
testamentarias, sino hasta concurrencia del valor total de los bienes que han heredado.
Requisitos
El único requisito que establece la ley para que proceda este beneficio es que se haga inventario
solemne antes de aceptar la herencia (art. 1245). El heredero que acepta la herencia sin
practicar inventario solemne ha incorporado a su patrimonio la asignación pura y simplemente,
quedando, por tanto, impedido de invocar este beneficio.
Características
a. Solo favorece a los herederos (art. 1247). Los legatarios carecen de este beneficio,
aunque en realidad no lo necesitan, porque su responsabilidad subsidiaria solo alcanza
hasta el valor de su respectivo legado.
b. Es un beneficio de orden público (art. 1249). En consecuencia, el testador no podrá
prohibir a un heredero aceptar con beneficio de inventario.
c. No requiere de declaración judicial, porque solo basta que se haya confeccionado
inventario solemne.
d. No produce separación de patrimonios: esto significa que la responsabilidad del
heredero beneficiario se puede hacer efectiva en todo su patrimonio, hasta el valor de
lo que ha recibido, y no solo en los bienes que deriven del causante.
Personas obligadas a aceptar con beneficio de inventario
Excepcionalmente, ciertos herederos están obligados a aceptar con beneficio de inventario:
a. El Fisco, en las herencias que se le defieran (artículo 1250, inciso primero).
Recordemos que el Fisco es el último de los herederos llamados en la sucesión
abintestato (artículo 995).
b. Las corporaciones y establecimientos públicos (artículo 1250, inciso primero). Vale
decir, todas las demás personas jurídicas de Derecho Público (además del Fisco). 10
c. Los incapaces (artículo 1250, inciso segundo). Sus representantes legales deberán
aceptar con beneficio de inventario.
d. Los herederos fiduciarios (artículo 1251). Se explica la excepción, porque de esta forma
quedan determinados los bienes que, en su oportunidad, de cumplirse la condición,
habrá que restituir al fideicomisario.
e. Los coherederos, cuando uno o algunos de los restantes integrantes de la sucesión,
quieran aceptar la asignación con beneficio de inventario (artículo 1248).
El artículo 1250, en su inciso tercero, advierte que cuando las personas jurídicas de Derecho
Público y los incapaces, debidamente representados, no aceptan la herencia con beneficio de
inventario, los mencionados asignatarios no serán obligados por las deudas y cargas de la
sucesión sino hasta concurrencia de lo que existiere de la herencia al tiempo de la demanda o
se probare haberse empleado efectivamente en beneficio de ellos. Como señala Somarriva,
sucede en este caso algo bastante curioso, porque si los representantes de los citados
asignatarios no aceptan con beneficio de inventario, la ley se los otorga de pleno derecho, o
sea, es exactamente igual que si se hubiera aceptado invocando el aludido beneficio. Aún más,
podría agregarse que en la hipótesis que estamos analizando, los asignatarios quedan en mejor
situación que aquellos herederos que hubieren aceptado desde un comienzo con beneficio de
inventario, porque éstos limitan su responsabilidad a los bienes que recibieron en herencia,
mientras que aquellos la limitan a lo que existiere de la herencia al tiempo de la demanda y de
lo que se probare haber sido empleado en beneficio de los asignatarios en cuestión.
Personas que no pueden aceptar con beneficio de inventario
Son tales:
a. Aquel que hace actos de heredero, sin previo inventario solemne (artículo 1252 del
Código Civil). En efecto, quien realiza actos de heredero puro y simple, no puede
después pretender aceptar la herencia con beneficio de inventario. Para determinar
cuándo existe acto de heredero, debemos tener presente lo dispuesto en los artículos
1241 a 1244 del Código Civil.
b. Aquel que maliciosamente, omite mencionar ciertos bienes en el inventario o incluye
deudas inexistentes (artículo 1256 del Código Civil). Estamos ante un heredero que
actúa con dolo, omitiendo bienes del inventario o incrementando las deudas
ficticiamente. La ley lo sanciona, no obstante haber inventario solemne, privándolo del
beneficio de inventario y obligándolo entonces a responder ilimitadamente. Cabe
agregar que en el caso del artículo 1231, el asignatario, además de quedar imposibilitado
de repudiar, no tendrá parte alguna en los objetos sustraídos.
Efectos del beneficio de inventario
a. Limita la responsabilidad de los herederos beneficiarios, quienes responden sólo hasta
concurrencia del valor total de los bienes que han heredado (artículos 1245, 1247 y
1257). No se trata de que la responsabilidad quede limitada a “los bienes” heredados,
sino “al valor” que éstos tengan al momento de adquirirse.
b. Según la doctrina y jurisprudencia mayoritarias, no produce separación de patrimonios.
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Responsabilidad del heredero beneficiario por los bienes hereditarios
Dispone el artículo 1260, inciso primero, que el heredero beneficiario será responsable hasta
por culpa leve de la conservación de las especies o cuerpos ciertos que se deban (por ejemplo,
un legado de especie o cuerpo cierto, o los bienes que el causante tenía a título de mero
tenedor y que corresponde restituir a sus poseedores). El inciso segundo establece que es de
cargo del heredero beneficiario el peligro (por la pérdida) de los otros bienes de la sucesión, y
sólo será responsable de los valores en que hubieren sido tasados. Con ello, la ley quiere
enfatizar que el riesgo por la pérdida de la cosa, aún por caso fortuito o fuerza mayor, será del
heredero, lo que es consonante con el principio de que las cosas perecen para su dueño. La
pérdida o menoscabo del bien hereditario no aminora la responsabilidad del heredero
beneficiario, respondiendo por el valor en que fueron tasados.
Conforme al artículo 1258, el heredero beneficiario que por su culpa no cobre un crédito
hereditario, responderá ante los acreedores hereditarios como si efectivamente lo hubiera
cobrado y percibido. Excepcionalmente, podrá liberarse de la responsabilidad, cuando
justifique lo que, sin culpa suya, dejó de cobrar, poniendo a disposición de los interesados las
acciones y títulos insolutos.
Extinción de la responsabilidad del heredero beneficiario
La responsabilidad del heredero beneficiario se extingue en las siguientes situaciones:
a. Por el abandono de los bienes por parte del heredero beneficiario (artículo 1261).
Dentro de esta figura se pueden distinguir tres posibles actos: la entrega a los
acreedores, de los bienes que se deban en especie; la entrega del saldo que reste de los
otros bienes; y la aprobación, por los acreedores o por el juez, de la cuenta por la
administración realizada por el heredero.
b. Extinción de responsabilidad por agotamiento o consumo de los bienes hereditarios en
el pago de las deudas. Establece el artículo 1262 que consumidos los bienes de la
sucesión o la parte de los bienes hereditarios que hubiere correspondido al heredero
beneficiario, en el pago de las deudas y cargas, operará, a petición del heredero
beneficiario, el siguiente procedimiento:

i. El juez citará a los acreedores hereditarios y testamentarios cuyos


créditos permanezcan impagos;
ii. La citación se efectuará mediante tres avisos, publicados en un diario de
la comuna o de la capital de la provincia o de la capital de la región, si
en aquélla no lo hubiere;
iii. La citación tendrá por objeto que los acreedores reciban la cuenta
exacta y en lo posible documentada de todas las inversiones hechas por
el heredero (o sea, de todos los pagos efectuados).
iv. Aprobada la cuenta por los acreedores o por el juez en caso de
discordia, el heredero beneficiario será declarado libre de toda
responsabilidad ulterior.
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Consumidos los bienes hereditarios en el pago de las deudas hereditarias, el heredero
beneficiario puede también oponer a los acreedores la excepción de beneficio de inventario, en
conformidad al artículo 1263. En tal sentido, el beneficio de inventario constituye una
verdadera excepción perentoria, que puede oponer el heredero demandado a los acreedores
hereditarios, cuando éstos le cobren deudas de la herencia excediendo la limitación de
responsabilidad que la ley establece a favor del primero.
Una cuestión debatida en la doctrina, es aquella consistente en determinar si estamos o no ante un caso de
obligación natural, cuando el heredero beneficiario paga obligaciones del causante excediendo el valor de los
bienes recibidos de éste por sucesión por causa de muerte. Se trata de la renuncia por el heredero beneficiario a su
derecho a impetrar el beneficio que lo ampara y limitar así su responsabilidad ante los acreedores del causante. La
renuncia podrá ser expresa o tácita, operando la última cuando el heredero beneficiario no hace valer su beneficio
ante la demanda de un acreedor del difunto. Con todo, cabe advertir que el heredero debe tener capacidad para
renunciar, es decir, capacidad de ejercicio. En el caso planteado, pagando el heredero beneficiario deudas que
exceden el valor de los bienes hereditarios, no podrá repetir contra los acreedores del causante. Si bien en la
práctica estaríamos ante el efecto propio de las obligaciones naturales, atendido lo dispuesto en el artículo 1470
del Código Civil, se ha estimado que se trataría del pago de una obligación civil, renunciando sencillamente el
heredero beneficiario a la limitación de responsabilidad consagrada en la ley en su favor, y por ende, a cuyo
respecto puede operar el artículo 12 del Código Civil, pues se trata de una renuncia que mira al solo interés del
renunciante. En efecto, señala Alessandri, que si demandado el heredero beneficiario, éste no opuso el beneficio
de inventario y fue condenado al pago de la deuda, no puede sostenerse que estaría pagando una obligación
natural, pues si así fuera, podría repetir lo pagado, habida cuenta que para retener el acreedor lo dado o pagado en
virtud de una obligación natural es menester que el pago sea voluntario, y en el ejemplo anterior, faltaría este
requisito, ya que el deudor ha sido obligado por medio de una sentencia judicial. La misma opinión sostienen
René Abeliuk y Daniel Peñailillo. En todo caso, en la situación analizada el heredero beneficiario se subrogará en
los derechos del acreedor y podrá obtener el reembolso de lo pagado, demandado a los restantes herederos,
atendido lo dispuesto en el artículo 1610 N° 4 del Código Civil.

IV. LA ACCIÓN DE PETICIÓN DE HERENCIA


Trata de esta acción el párrafo IV del Título VII, arts. 1264 y siguientes.
De lo dispuesto en el art. 1264, puede decirse que esta acción es aquella que compete al
heredero para obtener la restitución de la universalidad de la herencia, contra el que la está
poseyendo, invocando también la calidad de heredero.
La acción corresponde a todos los asignatarios a título universal o herederos, cualquiera que
sea su calidad (testamentarios, intestados, forzosos). Se trata de un recurso instituido por la ley
en favor de quienes están privados de su herencia, teniendo derecho a ella. En el fondo, se
trata de una verdadera acción reivindicatoria, pero referida a una universalidad jurídica: la
herencia.
Los principales presupuestos de esta acción son los siguientes:
1. Se trata de una acción que se concede a quien tiene derecho sobre una herencia,
cualquiera que sea el título de ella.
2. La acción de petición de herencia supone que la herencia está ocupada por otra
persona en calidad de heredero. Hay un tercero que posee la herencia alegando su
calidad de falso heredero. La acción enfrenta entonces un heredero verdadero con un
falso heredero.
13 3. La acción tiene como objeto preponderante que, reconociéndose el derecho a la
herencia, se restituya al verdadero heredero la totalidad de las cosas que componen la
universalidad jurídica.
Naturaleza de la acción de petición de herencia
Se trata de una acción de restitución, es decir, se trata de una acción muy parecida a la acción
reivindicatoria, que tiene por objeto una universalidad jurídica, la herencia. Recordemos que la
acción reivindicatoria sólo puede deducirse respecto de las cosas singulares y de cuotas
determinadas de una cosa singular (arts. 890 y 892); la misma ley dispone que los derechos
reales pueden reivindicarse, “excepto el derecho de herencia” (art. 891). De aquí se entiende el
establecimiento de una acción especial concedida al verdadero heredero para que pueda
reivindicar su derecho de herencia.
Características de la acción de petición de herencia
1. Es una acción real.
Estamos ante un típico caso de acción real, pues éstas, conforme al art. 577, son las que nacen
de los derechos reales, y la acción de petición de herencia emana de un derecho real, cual es
precisamente el derecho real de herencia. La acción de petición de herencia se entablará
respecto de la persona que está poseyendo la herencia, quienquiera que ella sea.
2. Es una acción divisible.
Es perfectamente divisible en el sentido que le corresponderá a cada heredero por separado. Si
existe un solo heredero, él exigirá toda la masa hereditaria. Pero si existen varios herederos,
cada uno de ellos, por su cuota en la herencia, podrá deducir la acción.
3. Es una acción universal en cuanto a su objeto.
Esto porque persigue una universalidad jurídica y, por consiguiente, debe entenderse de
carácter mueble, puesto que la herencia no depende en cuanto a su naturaleza de los bienes que
la componen y, por tanto, se le deben aplicar las reglas generales (Somarriva).
4. Es una acción patrimonial, con todas las consecuencias jurídicas que de ello derivan.
La acción es típicamente patrimonial, puesto que persigue un beneficio pecuniario: la masa
hereditaria. Esta aseveración trae consigo las consecuencias conocidas: la acción es renunciable;
es transmisible; es transferible; es prescriptible: como todas las acciones patrimoniales, la de
petición de herencia es perfectamente prescriptible. Reglamenta la materia el art. 1269, en
relación al art. 704. Se desprende de tales disposiciones que la acción de petición de herencia
tiene dos plazos de prescripción: el de cinco y el de diez años. La acción de petición de
herencia prescribe en el plazo de cinco años, respecto del heredero a quien se ha concedido la
posesión efectiva de la herencia: tal es lo que dice el art. 704, al cual se remite el art. 1269. En
este caso, es indiscutible que la acción de petición de herencia se extingue porque el falso
heredero ha adquirido la herencia por prescripción adquisitiva ordinaria de cinco años, pues le
servirá de justo título el decreto judicial o la resolución administrativa de posesión efectiva.
Consecuencia de que sea prescripción ordinaria, es el hecho que se suspenda en favor de las
14
personas enumeradas en el art. 2509.
Ahora bien, sabemos que la prescripción ordinaria exige, además de justo título, buena fe. Es
evidente entonces, señala Somarriva, que en este caso también debe existir buena fe de parte
del falso heredero. Así lo ha declarado la Corte Suprema. Como la buena fe se presume, quien
entabla la acción de petición de herencia deberá acreditar que el heredero a quien se concedió
la posesión efectiva, estaba de mala fe (lo que podría suceder por haber tenido conocimiento
del testamento del causante en que se revoca su asignación; o si estaba en conocimiento de la
existencia de herederos con derecho preferente al suyo, etc.).
En el caso de que al falso heredero no se le haya concedido la posesión efectiva de la herencia,
la acción de petición de herencia prescribe en el plazo de diez años.
Titulares de la acción de petición de herencia
En conformidad al art. 1264, compete la acción al que probare su derecho en la herencia.
Dentro de esta expresión, quedan comprendidos: los herederos; los donatarios de una
donación revocable a título universal; y el cesionario de un derecho de herencia. La acción de
petición de herencia no corresponde a los legatarios, porque éstos gozan de otras acciones para
hacer valer sus derechos. El legatario de especie o cuerpo cierto adquiere la cosa legada por el
solo fallecimiento del causante, y le corresponde la acción propia de los propietarios que
carecen de la posesión, esto es, la acción reivindicatoria, sin perjuicio de que, si lo desean,
puedan entablar la acción personal. Tratándose de un legatario de género, como no adquiere la
cosa asignada por el solo fallecimiento del causante, sólo tiene una acción personal que dirigir
en contra de los herederos en general, o en especial contra aquel que fue gravado con el legado.
La acción de petición de herencia se entabla en contra del que está ocupando una herencia,
invocando la calidad de heredero, es decir, diciéndose heredero de ella. En otras palabras, la
demanda se dirige en contra del falso heredero.
Objeto de la acción de petición de herencia
El objeto es reclamar la universalidad de los bienes pertenecientes al causante (art. 1264). Este
artículo dice que el heredero tiene acción para que se le “adjudique” la herencia. La expresión
“adjudique” no está utilizada en su verdadero sentido jurídico. Está utilizada esta expresión
como equivalente a reconocimiento, o declaración de que se tiene derecho a la herencia que se
reclama. La acción tiene por objeto dos cosas de distinta naturaleza: el reconocimiento de la
calidad de heredero y el derecho a la herencia ocupada por otro; y la restitución material de las
cosas hereditarias que componen la asignación reclamada. No es necesario que se recurra en
este caso a la acción reivindicatoria, pues ella sólo será procedente en contra de terceros en la
medida que ellos retengan bienes no en calidad de herederos, sino que a otro título (por
ejemplo, porque adquirieron la cosa de manos del falso heredero).
La acción es bastante amplia en sus objetivos; además, en conformidad al art. 1265, ella se
extiende “no sólo a las cosas que al tiempo de la muerte pertenecían al difunto, sino a los
aumentos que posteriormente haya tenido la herencia”.
15 Efectos de la acción de petición de herencia
El fallo que acoge la acción de petición de herencia origina diversas prestaciones entre el
supuesto heredero y el verdadero que obtuvo en el pleito, siendo la más importante la
restitución al verdadero heredero el as hereditario. La ley no señaló en este caso, como sí lo
hizo en la acción reivindicatoria, el plazo en el cual el poseedor vencido deberá restituir la
herencia. En efecto, en la acción reivindicatoria el juez debe señalar al poseedor vencido el
plazo que tiene para restituir (art. 904). Nada ha dicho la ley en este caso.
Mientras el falso heredero tuvo en su poder la masa hereditaria pueden haber ocurrido, respecto de las cosas que
lo componen, diversas transformaciones:

1. Los bienes hereditarios pueden haber producido frutos. Respecto de los frutos y mejoras, se aplican las
reglas de las prestaciones mutuas (art. 1266). Estas disposiciones de las prestaciones mutuas, a pesar de
su ubicación (a continuación de la reivindicación), resultan ser de aplicación general.
2. Abono de las mejoras. El verdadero heredero estará obligado a abonar ciertas mejoras al poseedor
vencido. Respecto de las mejoras necesarias, no se hace distinción alguna entre el poseedor vencido de
buena o mala fe. Ambos tienen derecho a que se les abonen las expensas necesarias invertidas en la
conservación de la cosa, pues si no el verdadero heredero se estaría enriqueciendo injustamente a costa
ajena, ya que él también hubiera debido efectuar dichas mejoras. En cuanto a la forma en que deben ser
abonadas las mejoras necesarias, el art. 908 distingue entre las obras materiales e inmateriales de
conservación.
Respecto de las mejoras útiles, sí que el Código Civil distingue entre el poseedor de buena o mala fe
(art.909 y art. 912).
Finalmente, en conformidad al art. 911, el verdadero heredero no está obligado nunca a abonar las
mejoras voluptuarias, ya sea que el falso heredero hubiere estado de buena o mala fe.
3. Indemnización de los deterioros: al respecto, no rigen las disposiciones de las prestaciones mutuas, pues
existe en la petición de herencia una norma especial contenida en el art. 1267. Este precepto distingue
entre el que buena fe hubiere ocupado la herencia y el que lo hubiere hecho de mala fe. El que de buena
fe ocupó la herencia no será responsable de los deterioros de las cosas hereditarias, sino en cuanto le
hayan hecho más rico. Es una norma muy semejante a la que da el art. 906 en las prestaciones mutuas,
pues en conformidad a este precepto, el poseedor de buena fe no responde de los deterioros, sino en
cuanto se hubiere aprovechado de ellos.
La norma especial del art. 1267 lo es respecto del que ha ocupado la herencia de mala fe, quien es
responsable de todo el valor del deterioro. Como la ley no hace distingos, quiere decir que el falso
heredero responde de los deterioros tanto si se deben a dolo o culpa suyos, como si ocurren por caso
fortuito o fuerza mayor. Y la conclusión se impone porque el art. 906, en las prestaciones mutuas,
expresamente dispone que el poseedor de mala fe sólo responde de los deterioros debidos a hecho o
culpa suyos. Si el art. 1267 no hizo distingos al respecto, quiere decir que el falso heredero que ocupó la
herencia de mala fe, responde de todos los deterioros, sean dolosos, culpables o fortuitos. La ley no hace
el distingo efectuado claramente en las prestaciones mutuas, y si la ley no distingue, tampoco puede el
intérprete hacerlo.

Situación de las enajenaciones realizadas por el falso heredero

Puede suceder que el heredero falso o aparente haya enajenado algunos bienes comprendidos
en la herencia. En esta situación, debe aplicarse el art. 1268: el heredero podrá interponer la
acción reivindicatoria. De tal forma, en principio, la enajenación hecha por el falso heredero es
válida, como una aplicación de que en nuestro derecho la venta de cosa ajena es válida, pero
inoponible al verdadero dueño. Y como éste es el heredero peticionario, el legislador le
confiere la facultad de reivindicar en contra de los terceros a quienes el falso heredero enajenó
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bienes de la herencia. Resulta entonces que el verdadero heredero tiene una doble acción: la
acción que le es propia -la de petición de herencia-, dirigida contra el falso heredero, y la acción
reivindicatoria, para obtener la restitución de los bienes que han salido de manos del falso
heredero, por enajenaciones efectuadas por éste a terceros. Cada una de estas acciones, se rige
por las reglas que le son propias.

Paralelo entre la acción de petición de herencia y la acción de reforma de testamento


Ambas acciones tienen profundas diferencias. Así:
1. La acción de reforma del testamento procede cuando el testador desconoce, en su
testamento, ciertas asignaciones forzosas. La de petición de herencia procede cuando
dicha herencia es poseída por un falso heredero. En consecuencia, la acción de reforma
del testamento sólo tiene lugar en la sucesión testada y no en la intestada, porque en
ésta, como es obvio, el causante no puede haber desconocido las asignaciones forzosas.
Para hacer valer la acción de petición de herencia, es indiferente que exista o no
testamento.
2. La acción de reforma del testamento es una acción personal. Sólo puede intentarse en
contra de los asignatarios instituidos por el testador en perjuicio de las asignaciones
forzosas, principalmente de las legítimas. La acción de petición de herencia es real,
pues puede dirigirse en contra de todo aquel que está poseyendo la herencia sin ser el
verdadero heredero.
3. La acción de reforma de testamento es una acción de inoponibilidad, toda vez que ella
tiene por objeto impedir que las disposiciones del causante en su testamento sean
eficaces respecto de los asignatarios forzosos protegidos. La acción de petición de
herencia es una acción de restitución, ya que por su intermedio se persigue recuperar
para el verdadero heredero todas las especies que componen la herencia.
4. La acción de reforma corresponde sólo a los legitimarios. La de petición de herencia, a
todo heredero (testamentarios, abintestato, forzosos).
5. El objeto de ambas acciones también es diferente. La acción de reforma del testamento
tiende a que se modifique éste en la parte que perjudica las asignaciones forzosas. La de
petición de herencia persigue la restitución de las cosas hereditarias, cuando ellas no
son poseídas por los herederos, previo establecimiento, por los medios legales, de la
calidad de tal.
6. Los plazos de prescripción de ambas acciones son también diferentes. La acción de
reforma de testamento, prescribe en cuatro años, contados desde que los asignatarios
tuvieron conocimiento del testamento y de su calidad de asignatarios (legitimarios), o
desde que cesa su incapacidad. La acción de petición de herencia se extingue cuando el
falso heredero adquiere la herencia por prescripción adquisitiva de cinco o diez años,
según corresponda.
7. Para Somarriva, el plazo de prescripción de la acción de reforma de testamento, no
obstante ser de aquellos especiales de corto tiempo, se suspende en favor de persona
incapaz, atendido lo dispuesto en el art. 1216. El plazo de prescripción de la acción de
petición de herencia se suspende en favor de las personas enumeradas en el art. 2509,
17 cuando se trata de la prescripción ordinaria (en este caso, establecido en el art. 1269);
no se suspende en el caso de la prescripción extraordinaria (establecido en esta materia
en el art. 2512).
8. El supuesto fundamental en la acción de reforma de testamento, es la comprobación
de que el demandante es legitimario. El supuesto fundamental de la acción de petición
de herencia es la calidad de heredero, unido a la circunstancia de no estar en posesión
de los bienes que componen la asignación.
9. El demandado vencido en la acción de reforma de testamento, perderá todo o parte de
su asignación, hasta que se complete la asignación forzosa que corresponde al actor. El
demandado vencido en la acción de petición de herencia, debe restituir todas las cosas
hereditarias que posee, incluyendo los frutos, e indemnizar por los deterioros y
enajenaciones que haya hecho.
10. La acción de reforma de testamento es siempre mueble. La acción de petición de
herencia no es mueble ni inmueble, porque su objeto es una universalidad jurídica, sin
perjuicio que se le apliquen las reglas de los bienes muebles. Así piensa la mayoría de la
doctrina, no obstante que algunos autores opinan que puede ser mueble o inmueble,
según la naturaleza de las cosas que componen la asignación.
A pesar de las diferencias señaladas, las acciones de reforma de testamento y de petición de
herencia no son incompatibles entre sí. En caso de entablarse la acción de reforma de
testamento ella es acogida y la herencia ha quedado ocupada por quien no es heredero, dada la
modificación del testamento, el legitimario la reclamará por medio de la acción de petición de
herencia. Esta última será una consecuencia de la acción de reforma de testamento. De ahí que
la jurisprudencia haya declarado que en un mismo juicio pueden entablarse conjuntamente
ambas acciones.

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