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Osear Dominguez Estocolmo, Macondo europeo Cuando hace varios lustros Garcia Marquez recibia el Nobel de Lite- ratura en Estocolmo, muchos descubriamos Europa arriando first class de Avianca. Pisamos primer mundo en Paris, oh, la-la. En Estocolmo, segunda escala del periplo, sacamos pecho por cuenta del Nobel. Todavia recuerdo a Gabito mirando a los tendidos, mientras escuchaba una cerrada ovacion, luego de recibir el premio de riguroso liquiliqui, el traje de luces del Caribe. En ese Macondo europeo que es Estocolmo todo funciona a las mil maravillas. Me pregunto como puede ser feliz la gente en un pais donde nada se deja al azar. Y donde todo funciona a la perfeccién. Claro que el frio primermundista de Estocolmo nos produjo panico. Menos mal que habia hecho cursillo para esquimal con el clima de pueblo natal [Montebello] y con los pluscuamperfectos inviernos bogotanos. Sin ese bachillerato climatolégico no habria sobrevivido. En la capital sueca descubri que la nieve es frio en copitos de algo- don. Ver caer la nieve es lo mas parecido a la felicidad. ELasunto se complica a medida que vamos sintiendo que nos quedamos sin orejas. O sin nariz. Hay que mirar bizco para asegurarse de que la nariz esta en su sitio. El clima escandinavo en diciembre es terrible. Con el agravante de que los dias duran poco. No sé qué les incomod6 de los tercermun- distas de Macondo, pero los nérdicos nos recibieron con dias cortos. 0 con noches muy largas, no sé. Casi siempre era de noche. Por esos dias teniamos cara de retrato habla- do. Es decir, no nos pareciamos a nadie. Menos a nosotros mismos. Pretextos informales “Mas que del frio, los suecos se quejan de la oscuridad”, cuenta Glo- ria Persson [antes Ospina Vasquez], una paisa bella para siempre, nacida en Carolina del Principe, la tierra de los padres del cantante Juanes, y quien hace una treinta de abriles vive en Suecia donde ensefia espanol a hijos de padres hispanoparlantes. Por culpa del clima, me fue agarrando angustia existencial meteoro- légica. Con ese hielo y la escasez de luz, sentia como si el mismo dia hubiera quedado viudo, huérfano, pobre, feo, ateo y uribista a la vez. No ver el sol todos los dias es demasiado para un habitante de este lado de la vida. En fin, el clima de Estocolmo en diciembre no se lo deseo al peor amigo, ni al mejor enemigo. En compensacion al mal clima, Estocolmo nos permitié descubrir el metro. Haga de cuenta un ascensor acostado, como dijo un paisa pragmatico. Al principio, le ponia la mano, Luego descubri que es de la naturaleza humana del metro parar en las estaciones. Con la venia del rey Gustavo Adolfo, debo confesar que las mujeres suecas me produjeron cierta decepcidon. Los del contingente de Macondo fuimos con nuestro sexapil latino encima. Esperabamos que las suecas se nos tirarian en plancha. Yo estaba preparado hasta para una violacién. Me preguntaba como iba a rendir para tantas. Sabia que no podia hacer quedar mal a mi pais. Al final, regresamos a casita con nuestra libido alborotada, pero intacta. Virgenes de suecas. Las paisanas de Olafo, bellas, repetidas eimposibles, se nos hicieran las suecas. Regresamos a Macondo sin el pecado y sin el género, sexualmente hablando. Algo que nunca nos creyeron en casita. El primer mundo habia quedado descubierto.

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