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Español Hablado en Canarias
Español Hablado en Canarias
atlántico o meridional. Por tanto, nuestra variedad forma grupo común con el andaluz,
especialmente con el occidental, y con el español de América.
Las razones históricas que han determinado esto son conocidas: el castellano se implanta en
Canarias a lo largo del siglo XV y primeros años del siglo XVI, una vez se consuman la conquista
y colonización de dicho territorio por parte de la Corona de Castilla. De modo que ha sido la
virtual identidad de los procesos de anexión lo que explica las muchas analogías que presenta
el español de las Islas con el de Ultramar. Esas analogías, de forma más concreta, se deben a
los siguientes hechos:
2º) La misma procedencia geográfica de los colonos de uno y otro lado del Atlántico
Los aspectos lingüísticos en los que se dejan sentir más claramente esas analogías son el
fónico y el gramatical. El léxico, por su propia naturaleza, es el que representa un mayor
distanciamiento, aunque tampoco son raras las similitudes. En todo caso, y antes de señalar,
sacrificando inevitablemente algunas cosas, las peculiaridades isleñas de cada una de las
vertientes del idioma, conviene aclarar que el español canario presenta una notable diversidad
o polimorfismo, como corresponde a una región físicamente fragmentada y como corresponde
también a unos condicionantes naturales y culturales no siempre homogéneos en el transcurso
de su joven historia. Ésa es la razón por la que los especialistas, aun reconociendo una base de
coincidencia incuestionable entre los distintos espacios insulares, prefieren la etiqueta
de hablas canarias. No sería extraño, por tanto, que algunas de las particularidades que
comentaremos a continuación suscitaran la extrañeza del lector, al no resultarle del todo
familiares.
Rasgos fónicos:
Por lo que se refiere al aspecto fónico, las peculiaridades canarias se centran en los siguientes
fenómenos.
En cuanto al sistema vocálico, no hay mayores observaciones que hacer. La simplicidad de las
vocales castellanas le otorga al cuadro constituido por los conocidos cinco elementos una
estabilidad a la que no es ajeno el español insular. Las únicas indicaciones posibles, como
sucede para el resto de las modalidades de nuestro común solar idiomático, tendrían que ver
con alguna fluctuación de las vocales inacentuadas y con las diptongaciones de ciertos
agrupamientos vocálicos en hiato, y para ello habríamos de remitirnos privativamente a los
hablantes del nivel popular.
Lo que de verdad interesa comentar en este apartado se circunscribe a las consonantes.
Veámoslo:
1.º) Seseo generalizado. En efecto, este rasgo se da con carácter genérico en Canarias, tanto
geográfica como socioculturalmente. Además, la ausencia del fonema zeta -que en eso
consiste el seseo- ha determinado una pronunciación particular de la /s-/, la cual tiene carácter
predorsodental (frente a la apicoalveolar del español estándar de la Península). Esta
pronunciación de la /s-/ no es la única existente en Canarias, pero sí la mayoritaria.
2.º) Aspiración de la /-s/ en posición implosiva (final de sílaba). Este rasgo, que se inscribe en
la relajación consonántica que caracteriza la modalidad insular, es prácticamente general, con
excepción de lo que sucede en la isla de El Hierro, donde aún se conserva como tal la /-s/,
sobre todo en posición final de palabra y en las generaciones de media y avanzada edad. En la
isla de Gran Canaria, cuando el fonema /-s/ va seguido de alguna consonante de la serie /b, d,
y, g/, se produce una pérdida de dicho elemento implosivo y una fuerte tensión y
ensordecimiento de dichas consonantes sonoras [laggayinah] ‘las gallinas’, [loddadoh] ‘los
dados’, etc. Es éste un rasgo muy especial y llamativo, que no goza de buena consideración
popular en las restantes islas, a pesar de poseer un carácter sociolectalmente genérico (acaso
propiciado por la escasa conciencia que se tiene del mismo) en dicho territorio insular.
Los rasgos hasta aquí considerados se registran en todo el espectro sociocultural de hablantes.
Hay, sin embargo, algunas otras particularidades que se reducen a grupos sociológicos más
específicos. Así, por ejemplo, la confusión -r/-l implosivas se da sólo en usuarios del nivel
popular, a veces a favor de /-r/ [barkón] y a veces a favor de /-l/ [saldina]. La preferencia por
uno u otro elemento del par se suele encontrar bien determinada geográficamente. Otro tanto
sucede con la pronunciación aspirada de la /-r/ ante /-n/ y /-l/ [cahne], [buhla], [ponehlo], más
común, como también ocurre con el rasgo anterior, en la provincia oriental (Gran Canaria,
Fuerteventura, Lanzarote) que en la occidental (excepción hecha de la isla de La Gomera). La
caída de la /-d-/ intervocálica es también una característica fónica de las zonas rurales
canarias, con excepción del norte de Tenerife. Los hablantes urbanos, en cambio, suelen
mantener dicho elementoconsonántico.
Rasgos gramaticales:
Aunque no son pocas las particularidades gramaticales de nuestras hablas que afectan a otras
categorías, la mayor parte de las mismas se limita al pronombre y al verbo. Vayamos con ellas.
Sistema pronominal:
3.º) Uso peculiar de los pronombres posesivos. Otro de los rasgos típicos de nuestro
castellano insular, que lo emparienta una vez más con América, tiene que ver con el uso de los
pronombres posesivos. Una de las particularidades más llamativas en este sentido estriba en el
especial empleo de su/suyo, elementos que en Canarias han venido teniendo el valor unívoco
de ‘de usted’ ("su hija me dijo que lo llamara" = ‘la hija de usted me dijo que lo llamara’). Como
es sabido, en el español peninsular estas formas de tercera persona poseen una referencia
multívoca (‘de él’, ‘de ella’, ‘de ello’, ‘de ellos’, ‘de ellas’, ‘de usted’, ‘de ustedes’). Por eso las
gramáticas hablan aquí de ambigüedad y señalan las construcciones, en cierta forma
pleonásticas, que suelen emplearse para conjurarla ("su mujer de usted", etc.). Sobra decir que
para las restantes referencias de esta persona se utilizan en el Archipiélago las formas
analíticas - e inequívocas - correspondientes: de él, de ella, etc. Estas últimas se usan sobre
todo en los contextos más predicativos ("Desde aquí hasta el barranco es de ellos", "Pedro no
ha vuelto a pisar la casa de ella", etc.). En frases no predicativas o escasamente predicativas se
emplea sencillamente el artículo ("iba con la hermana cuando lo atracaron", "lo vi ayer
con el coche", etc.). Como es conocido, estos últimos usos son los que han llevado a hablar a
algunos teóricos, por razones más pragmáticas que lingüísticas, de "artículo con valor
posesivo".
Analizados algunos fenómenos que afectan al sistema pronominal, veamos ahora algún rasgo
isleño del sistema verbal.
Sistema verbal:
Esta singularidad gramatical, amén de ser compartida por bastantes modalidades americanas,
es un arcaísmo y procede del español preclásico.
Rasgos léxicos:
De los aspectos del lenguaje, suele ser el léxico el más definitorio de una región o zona
dialectal. Su propia esencia sociocultural hace que sea ésta la vertiente más vinculada a la
experiencia, al mundo, por lo que el vocabulario - una sección importante de él - suele ser tan
distinto como diferentes sean los aspectos naturales y culturales del espacio geográfico de que
se trate. Piénsese que, en nuestro caso, una buena parte de las peculiaridades léxicas
dialectales (bufadero, caldera, malpaís, etc.) no son más que adaptaciones o desarrollos
(siguiendo los consabidos caminos de la metáfora, la metonimia, la derivación o la
composición) del léxico general de la lengua histórica común.
Dicho esto, son también dignos de mención aquellos capítulos del vocabulario canario que se
explican por razones sociohistóricas. Se trata en la mayoría de las ocasiones de préstamos de
otras lenguas armónicamente integrados en la estructura semántica de nuestra variedad
lingüística. En este sentido, y dejando sentado que el léxico que manejamos en Canarias
coincide en esencia con el empleado en cualquier otra latitud hispanoparlante, las parcelas
que desde una óptica contrastiva suelen señalarse son las siguientes:
2.ª) Americanismos. Los contactos históricos con América han supuesto, como en otras
parcelas de la cultura, una influencia en las dos direcciones. Justamente por eso es a veces
difícil saber si determinado hecho lingüístico compartido, por ejemplo, por la América caribeña
y Canarias partió de una orilla o de la otra del Atlántico. Con todo, son discretamente
numerosos, en especial en determinadas islas (La Palma es tal vez el caso más claro), los
americanismos léxicos de nuestro archipiélago (papa, guagua, guataca, guanajo, gandola,
bemba, machango, sambumbiar, etc.).
Como sucede a menudo, estas palabras se suelen corresponder con entidades inexistentes en
el ámbito vital de los conquistadores, sin que haya por tanto posibilidad de correlación
lingüística. Su supervivencia se debe, por ello mismo, más a esta circunstancia que a la
magnanimidad improbable de quienes resultaron victoriosos.
4.ª) Arcaísmos. El hecho de constituir Canarias un área marginal a la que, por consiguiente, las
irradiaciones innovadoras procedentes de las zonas centrales llegan con retraso, ha significado
que se haya mantenido en las Islas una serie de voces y acepciones ya desaparecidas o muy
languidecientes en la Península. Recordemos que esta misma característica se ha atribuido
tópicamente al español de ultramar, invocando parecidas razones. Sin entrar en los errores de
planteamiento que tal hecho comporta (como ha hecho ver el profesor Lope Blanch para
América), podemos admitir que, en efecto, muchos vocablos genuinamente castellanos
conservan entre nosotros un vigor indiscutible, que contrasta con su agónica presencia
peninsular. Es el caso de voces como bravo ‘furioso’,curioso ‘cuidadoso,
higiénico’, demorarse ‘tardar,
retrasarse’, liviano ‘ligero’, empalambrarse ‘inflamarse’, luego ‘pronto’, pescudar‘sonsacar
arteramente´, etc.
Básicamente, son éstos los apartados más notables que configuran nuestro "léxico diferencial
o contrastivo". Es verdad que podríamos añadir algunas otras secciones, como las formadas
por los andalucismos (sardinel, empoyatarse, embelesarse, barcina, etc.) o por
losoccidentalismos (peje, carozo, etc.), pero las circunstancias nos obligan a ser sintéticos.
No deseamos tampoco rematar estas líneas sin subrayar la absoluta legitimidad del acervo
lingüístico canario (hecho con el que debemos ser consecuentes en nuestras actuaciones
didácticas, que deben tener siempre como modelo a los hablantes cultos). Esa legitimidad de
los usos idiomáticos isleños se deriva tanto de su funcionalidad incuestionable, la razón
fundamental, como de su esencial coincidencia, como hemos apuntado reiteradamente, con la
norma mayoritaria del español: el español americano. Por si ello no fuera suficiente, aún
podría añadirse una última reflexión: más allá de su condición instrumental básica, los valores
lingüísticos, por modestos que sean, forman parte de la identidad de los pueblos y constituyen
un importante factor de integración social. Esto, lejos de ser una actitud doctrinaria,
representa la simple constatación de una verdad científica. Por consiguiente, es más que
deseable que los canarios nos mostremos leales con nuestras peculiaridades lingüísticas y que
las defendamos de la única manera eficaz que se conoce: usándolas.