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Lo cotidiano

A lo largo de nuestra existencia, repetimos acciones, espacios, interacciones, etc. Que


conforman nuestro día a día, expresiones que denotan lo cotidiano. Etimológicamente, la
palabra cotidiano viene del latín quotidianus, que se traduce en diariamente o todos los días.
Desde la rutina, con cada acción realizada en el transcurso del día que se traduce en un patrón
de actividades, hasta el habitar un espacio con su materialidad y ambiente.

El cotidiano, a pesar de ser una variable subjetiva que depende de cada individuo, se puede
desglosar en términos generales pues el habitar el mundo genera ‘’constantes cotidianas’’ que
varían en situaciones específicas. Todo individuo se levanta, alimenta, interacciona, habita, etc.
Como también todo individuo es parte de un sistema económico universal, donde el trabajar y
generar rutina en base a ello son los cimientos de un cotidiano común. Son constantes que
están ligadas a las necesidades esenciales humanas y que desprenden el desarrollo de lo
cotidiano.

Dentro de la cuestión cotidiana, suele entenderse y referirse principalmente a la rutina, las


actividades diarias. Ésta podría sobrellevarse como un entendimiento macro, a grandes rasgos
y general. Sin embargo, la percepción de ello se podría reducir al detalle. Desde lo más
percibido a lo menos percibido. Por ejemplo, el habitar. Diariamente habitamos espacios. El
hogar, el trabajo, la universidad, la plaza, el gimnasio, etc. Nos situamos en lugares donde
generamos un vínculo con las personas que lo conforman, con la materialidad y las acciones
que realizamos en dicho espacio. Nos hacemos parte de ese espacio mientras nos ubicamos
con reiteración. En este sentido, la cotidianidad la podemos percibir con las interacciones o el
simple hecho de acudir a ese espacio. Sin embargo, hay cotidianidades olvidadas y en su
mayoría desapercibidas e infravaloradas, como lo son los objetos, motivo de estudio de este
ensayo y fundamento en la producción de obra.

Todo lo que nos rodea se compone de objetos, orgánicos, inorgánicos, olvidados,


coleccionados, etc. Es parte de nuestro día a día y en su mayoría desapercibidos, una parte del
cotidiano que no se analiza desde la belleza y lo estético, sino de su funcionalidad. Es por esto,
que como artista reivindico esta mirada banal frente al objeto y le otorgo esta percepción más
sensible. Como postula Llopis ‘’El objeto cotidiano abre un espacio para hablar de arte,
además, como objeto ordinario con el que convivimos cada día, lo aproxima a la vida, a lo real
y, si se manipula o se conjugan unos con otros, se descargará en ellos nuestra personalidad,
nuestra subjetividad.’’ (2022) Recuperar la relación entre las personas y las cosas.

Cada objeto puede contar una historia que define al individuo que pudiera dominarlo, sin
embargo, no es un tema intrínseco en la naturaleza humana más que para un coleccionista.
Porque el objeto es eso, un objeto. Una decoración en un espacio, una herramienta de trabajo,
una lata en el basurero. Situación muy de la mano de la sobreproducción. La industrialización
ha marcado un antes y un después en la forma de concebir a un objeto. En el pasado, los
artesanos eran sujetos imprescindibles para la manufactura de los objetos, funcionales
específicamente. Como no existía una maquinaria que industrializara el proceso, el objeto era
construido desde la individualidad, otorgándole una sensibilidad en su creación, haciendo
parte al artesano y formando la originalidad. Hoy en día, la producción en serie ha frivolizado
el proceso de la construcción de un objeto y por siguiente, perdiendo su aura. Muy ligados al
consumo por lo que su tránsito en nuestras vidas tiende a ser efímero. Así como expresa
Walter Benjamin, en su ensayo La obra de arte en la era de su reproducibilidad técnica, sobre
la originalidad y el aura.
‘’Los métodos de reproducción cambian el modo de recepción del trabajo artístico, así como el
momento creativo.’’ (Llopis, 2022)

Dentro de esta percepción estética es que a los objetos se les otorgan diferentes niveles de
importancia según su procedencia, entendemos que los objetos producidos en masa son
efímeros y la atención que le ponemos es pasajera y ligada a una funcionalidad. También, el
objeto creado por el artesano, hoy en día es apreciado estéticamente más no considerado arte
y también ligado a una función, por lo tanto su valoración decae. Por último, el objeto de las
bellas artes, el objeto artístico creado para interpelar, mostrar, pero sin funciones específicas
más que exponer. Entonces, factor común en cada tipo de objeto es la funcionalidad y en
como se relaciona con la valorización. Mientras más ordinario el objeto y ligado a una
funcionalidad, menos valor estético se le otorga. Bien sabe de esto Soetsu Yanagi, filósofo y
critico de arte Japonés que se dedicó a estudiar el objeto común utilizado por personas
comúnes. Mingei o artesanía popular, es el término que otorga y emplea para referirse a
dichos objetos realizados por artesanos anónimos. Yanagi, funda el movimiento mingei que
buscar reinvidincar el trabajo artesano y la belleza de los objetos cotidianos y populares, frente
a una época de una expansiva industrialización en Japón (Yanagi, 2020). Sin embargo, para que
un objeto sea considerado mingei debiera cumplir distintos requisitos, principalmente el uso
diario, la ordinariez del objeto y la creación artesana. Este movimiento se enfocaba
principalmente en la cerámica y alfarería.

Desde esta perspectiva es que construyo mi obra. La belleza del objeto cotidiano se encuentra
perdida en tiempos de producción y es tiempo de reivindicarla. Reconocer lo que nos rodea y
la relación que tenemos con ello. Construir el apego y la sensación de intimidad, entre las
personas y las cosas. Objetos que son parte de nuestro día a día y que pueden contar una
historia, una lucha. Que pueden ser representados con materialidades y oficios, que también
se encuentran en el olvido popular y apropiados por una cultura elitista. Tomando de
referente el movimiento Mingei y los postulados de Soetsu Yanagi, conformo esta extracción
objetual del cotidiano para representar el mío y contar una historia, demostrando a su vez la
belleza implícita de éstos objetos del cotidiano popular, de un individuo común. Mediante la
cerámica, técnica artística con los mismos orígenes.

Para este proyecto utilizaré pasta cerámica de alta temperatura debido al tamaño de la pieza,
ya que ésta permite una mejor estructuración. El objeto a tratar es una máquina de
tragamonedas, coloquialmente conocida como ‘’Chumbeque’’ en Valparaíso, Chile.
Desconozco el uso de este nombre en estos lugares. Estas máquinas son una parte de mi
cotidiano porque conforman esa parte de habitar el barrio. Un símbolo de entretención para
todas las edades pero sobre todo para las abuelas, quienes van a comprar al almacén más
cercano y aprovechan de probar suerte. Es un objeto que ha marcado en la vida de personas
cercanas quienes generan un vínculo con la máquina, ellos probablemente no lo perciban
porque es un día más pero desde la mirada artística es posible extraer dicha poética.

Lo construiré en su totalidad externa pero con un interior distinto. Dentro de estas máquinas
hay un mecanismo de bolas en las que se basa el juego pero quisiera incorporar otra escena
cotidiana permitiendo incorporar un grado surreal del cotidiano dentro de un objeto cotidiano,
uniendo dos aristas del diario vivir para crear una completamente distinta.
Bibliografía

Juan Luis Llopis Salvador. (2022) Repensar el objeto cotidiano. La utilización del objeto
cotidiano para el hecho artístico.
https://riunet.upv.es/bitstream/handle/10251/186436/Llopis%20-%20Repensar%20el
%20objeto%20La%20utilizacion%20del%20objeto%20cotidiano%20para%20el%20hecho
%20artistico.pdf?sequence=1&isAllowed=y

Yanagi, S. (2020). La belleza del objeto cotidiano.

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