1. LOS VÍNCULOS FAMILIARES familias donde se ha desarticulado el funcionamiento simbólico.
Veamos una viñeta clínica*.
1. INTRODUCCIÓN
La familia es una producción humana, por lo tanto
humanización que tiene a su cargo transmitirla. También el
lenguaje es un producto humano y a través de él el ser
biológico adquiere esa peculiar cualidad por la cual se puede
decir que el humano es algo más que el funcionamiento
armónico de sus órganos y la familia algo más que una
reunión de personas que conviven durante un tiempo
prolongado en un lugar determinado.
La definición de familia, basada en los vínculos de
parentesco tal como se la conoce hoy, tenía antiguamente
matices distintos, Flandrin (1976) señala que los diccionarios
ingleses en el siglo XVI enunciaban en primer lugar la
corresidencia: aquellos qué viven en la misma casa. Por su
parte, los diccionarios franceses de la misma época hacían
pasar el significado del terminó "familia" por aquellos que
tienen la misma sangre. Sólo hacia el siglo XIX se reúnen las
ideas de corresidencia y consanguinidad para definir lo que
luego se llamó en psicología social, la familia nuclear y el
parentesco como el conjunto de vínculos estables con
precisas denominaciones como se conoce actualmente.
Lo simbólico, a manera de un valor agregado, es de
naturaleza compleja y su pérdida reduce la cualidad humana
hasta convertir a las personas en un conjunto más cercano a
lo estrictamente biológico, una serie, una manada, y por su
parte el cuerpo en un órgano o en un conjunto de ellos, para lo
cual una metáfora actual propicia es la de robot. Su
observación es más precisa en aquellas
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Es una sesión familiar. Están presentes ambos padres y sus dos
hijos pequeños. El padre comentó que en la sesión anterior la madre no
pudo concurrir porque "la várice estuvo a punto de reventar". Más allá
de lo que esta formulación quisiera transmitir, los síntomas referidos
al cuerpo biológico ocupaban un lugar destacado en el discurso de esta
familia. En una sesión previa uno de los niños había roto un eje que unía
dos ruedas para armar un auto. Consternados, rápidamente dijeron
que traerían otro de la casa para sustituirlo.
¿Intolerancia a la rotura y a la percepción de alguna actividad
caracterizada corno destructiva? ¿Cómo se repara un daño?
¿Sustituyendo la pieza por otra de manera tal de eliminar la
rotura? ¿Se la puede pegar con alguno de los adhesivos
conocidos? Quizá sí, pero en ese caso quedaría alguna marca.
Eje podría ser un significante privilegiado y usado para
nombrar un elemento alrededor del cual gira la familia.
Uno de los niños estornudó en ese momento. La madre sacó un
algodón de la cartera. "Siempre lo llevo conmigo como una previsión,
por si le salé sangré. Hizo un hisopo y se lo introdujo al hijo en la nariz.
A continuación los niños comenzaron Un juego con dos coches con
proyectiles, A uno de ellos lo denominaron Tormo y al otro Fitito**. El
padre contó que él día anterior habían visto un choque. La madre
interrumpió diciendo precipitadamente que no se había lastimado
nadie. Los niños desde un rato antes empezaron a sentir y mostrar
ansiedad mediante idas y venidas sin control y en aumento. El más
pequeño lanzó un escupitajo en dirección a la terapeuta.
Podemos decir que para esta familia el vínculo constituido
por varios yoes era concebido como partes de un cuerpo materno,
aquí representado por la madre y que ésta expresaba con más
claridad. Sería su portavoz. La "várice estuvo a punto de reven-
tar" fue ubicada y reencontrada en la nariz del niño y el hisopo
fue el instrumento-proyectil para taponar—identificación
proyectiva de— la hemorragia de la "várice" que pasó de la
* Agradezco a la Lic. Soma Kleiman
** Tormo era la marca de un auto grande» de mucha potencia y capaz de
desarrollar alta velocidad. Fitito era el diminutivo de Fiat para denominar al
más pequeño de esa marca.
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pierna- mente de la mamá a la mente-nariz del hijo. Su registro
y el de los otros familiares fue el de un proyectil, que saliendo
del interior de la mamá aprovechó un orificio natural del niño
para introducir algo ajeno a él, con un significado cuyo lugar, y en
caso de ser imaginado como un cohete, su rampa de
lanzamiento, era la mente materna. Ese mismo niño luego
emitió otro proyectil-escupitajo mostrando cómo se sintió
tratado. La ansiedad que sobrevino puede entenderse como una
manera de reaccionar a la invasión mental y vincular, y la falta
de un límite entre un yo y los otros. La concepción de la
familia como un conjunto de personas y la de éstas como
conjunto de órganos a tratar por separado es lo que caracteriza
a las familias con ese tipo de funcionamiento donde el
contacto y el vínculo entre sus miembros es registrado como
choque transformándose en fuente de profunda ansiedad y
peligrosidad para los yoes.
La falta de límite entre un yo (nota 1) y otro ajeno puede estar
sustentada en la vivencia de fusión porque nunca se han separado
o de invasión por intolerancia a la separación. Si hay fusión no
puede haber invasión, pues no existen límites a atravesar, lo
definitorio de invadir* (Real Academia Española, 1956).
Cuando en la sesión familiar transcripta, el niño estornudó y
la madre puso el hisopo para prevenir una supuesta hemorragia,
decimos que la intolerancia al vínculo era de tal naturaleza que
la mente de la madre fue invadida por el pánico a la rotura y al
derrame de sangre en su esquema corporal y en el vínculo
familiar (¿del vínculo de sangre?) representada por su relación
con el niño. Se superpuso a él para "curar-lo", a través de intruir,
de toda posibilidad de vínculo, esto es, aceptar cierta separación
de un cuerpo diferente. El padre que habló del choque fue
rápidamente anulado por la interpretación de la madre.
De la misma manera que con las partes del cuerpo, también los
términos del lenguaje pueden perder su unidad. Para citar un
ejemplo, lo que hoy se llamaría la función paterna, en la Edad
Media se designaba con dos términos: genitor y pater.
Denominaban distintas personas y servían para designar como
algo diferente a aquel que había gestado al niño de quien le
daba el nombre y posiblemente se hacía cargo de él. Con los
cambios sociales, los dos términos que denominaban personas
sostenedoras de dos funciones diferentes fueron confluyendo en
una, y se
* Invadir: (Del latín invadere) Acometer, entrar por fuerza en un*
19
generó un nombre que reunía ambas '.progenitor. Hay familias
con funcionamiento regresivo donde pareciera darse el proceso
inverso: en lugar del progenitor-padre se halla un pater diferente
de un genitor. Semejante evolución pudiera sugerirse también
respecto del papel materno. En muchas familias hallamos
también la separación entre una genitor y una mater. Esta
peculiaridad etimológica de la palabra progenitor contiene la
marca con la cual la cultura distingue dos tipos básicos de
vínculo, de lo cual me ocuparé en el punto siguiente.
2. VÍNCULOS DE SANGRE Y VÍNCULOS DE ALIANZA
Toda familia contiene el conflicto nunca resuelto entre dos
tipos de vínculos: los de sangre y los de alianza. Estos parecen
acompañar al ser humano en su devenir, a partir de su acceso a
la cultura, mediante el establecimiento de alguna ley o regla, de
la cual el paradigma es el tabú del incesto, sosteniendo la
condición de la estructura familiar.
Los vínculos de sangre circunscriben el parentesco sobre el
hecho de base biológica, como el que liga a la madre y al padre
con los hijos tenidos entre sí. Los vínculos de alianza denominan
aquellos entre los cuales el parentesco se basa en compromisos
recíprocos entre las personas, de los cuales el mejor ejemplo es
la relación matrimonial.
Entre los antiguos judíos (Haag, H., van der Born, A. y de
Ausejo, S., 1978) la noción de alianza (brit, en hebreo) significa:
... las relaciones recíprocas entre dos partes, con todos los derechos
y deberes que de tal reciprocidad se siguen.
Éntrelos pueblos organizados por tribus, toda la vida tribal se
funda o en el parentesco de sangre o en el brit; la solidaridad, la paz,
derechos, deberes, autoridad están asegurados por el parentesco de
sangre entre parientes que son "un hueso y una carne" o surgen por
brit entre aquellos que no están ligados por parentesco.
De entre las alianzas, la establecida en la relación conyugal
a su vez origina el parentesco, aunque también podría
considerarse que éste, apoyado en los vínculos de sangre, le
antecede. La relación de pareja matrimonial participa de las
cualidades propias de toda alianza y además tiene un
intercambio especial dado por la relación sexual, uno de los
elementos definitorios que, asociados a la cotidianidad,
tendencia monogámica y pro-
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yecto vital compartido (Berenstein, I. y Puget, J., 1982),
componen sus parámetros definitorios. El pasaje de parentesco
de sangre a vínculos de alianza implica el pasaje de la fantasía
de ser un hueso y una carne, como dice la Biblia o una sola
sangre a una relación entre dos partes donde crecen la
reciprocidad y también el conflicto, en función de la creencia
inconsciente de que se da más de lo que se recibe. La mezcla de
sangre forma parte de los ritos por los cuales dos amantes
representan el intercambio siempre conflictivo como una unión,
.fusión o comunión simbólica, como primer paso posible hacia
lo que luego será la constitución de un vínculo donde
previamente no lo había.
El parentesco reúne un conjunto de denominaciones con
grados permitidos y prohibidos. Desde este punto de vista es
posible considerarlos corrió una pura clasificación de lugares y
posiciones. Sangre es una marca como lo es el nombre propio,
aunque se le otorgue sentido de real o verdadero. Su importancia
es de orden identíficatorio. Para el yo parecería necesario tener
un punto de certeza alrededor del cual erigir su identidad y son
las convicciones familiares y sociales las que marcan el vínculo
como de sangre o de alianza, pasando el primero a simbolizar lo
más firme e indisoluble. Bianchi y col. (1984) señala la dificultad
de poder aceptar que el niño se constituye como hijo a través de
la matriz identificatoria familiar y no sólo a través de la biología-
sangré. Los autores inician su trabajo con un breve cuento
humorístico que reproduzco a continuación*:
TIERNO RETOÑO DE UN TRONCO AÑOSO
Ephraim Kishon
El doctor había dicho que sólo podrían ver a la madre y al bebé los
familiares más cercanos; por lo tanto allá fuimos yo, el más contento de
todos los padres, mi querida suegra y, no iba a dejarlos de lado en
semejante ocasión, mis propios y amados padres.
Mi suegra llevaba en una cesta dos gruesas mantillas para el bebé
puesto que se encontraba en la certeza total de que en el hospital se
infiltraban temibles corrientes de aire. No dejaba de repetir que ella ya
había criado cinco hijos y por lo tanto, se encontraba eh inmejorables
condiciones de decidir qué era lo mejor para el bebé. Mi madre, por su
parte, no dejaba de lloriquear y refregarse los ojos con un pañuelo. Al
preguntarle yo el motivo de su llanto me lanzó una mirada asesina y con
* Agradezco a los autores que me hayan permitido reproducir el texto del
cuento.
21
un tono de infinita conmiseración me explicó que nadie mejor que ella
para recordar a todos los familiares que ya habían partido para no
volver y no podían disfrutar de ese nacimiento. Dichas estas palabras,
rompió en sollozos estremece dores hundiendo la cabeza entre las
manos.
Nos acompañaban también el Sr. y la Sra. Freyler, nuestros vecinos.
Aunque vecinos es una palabra que no alcanza para designar el fuerte
lazo que unía a mi adorada esposa y a mí con este encantador
matrimonio. Por eso me había parecido absolutamente natural que nos
acompañaran en este evento. No podía faltar la tía Berta, casi
octogenaria, quien apenas enterada del advenimiento de mi primer
vástago me había llamado por teléfono reconviniéndome por no haber
sido llamada para oficiar de comadrona. No me resultó fácil
explicarle que los tiempos habían cambiado y felizmente pareció
quedar más o menos conforme cuando la invité a visitar al niño.
Aparte de este grupo, sólo se encontraban mi cuñada, la amiga
íntima de mi esposa y, por supuesto, mi jefe. Cuando llegamos al piso
en que se encontraba la habitación, una enfermera se nos acercó en
forma amenazante. Yo le arrojé apresuradamente un enorme ramo de
flores que traía y el resto aprovechó para introducirse en la habitación
de mi amada esposa. Ella no se encontraba pero.., ¡allí estaba mi hijo!
En realidad yo vi una cuna y una sábana celeste pero mi querida
suegra gritó: —¡Allí está mi nieto! ¡Me está sonriendo! Es increíble, se
ve que lleva mi sangre. Todos se abalanzaron sobre la pequeña cuna; yo
intenté echar una mirada a mi primer hijo, pero fue en vano.
El Sr. y la Sra. Freyler dijeron en forma convincente que el niño era
igual a mí. No puedo negar que una ola de orgullo paterno me cubrió por
entero. En ese momento mi cuñada les contestó que eso era una
estupidez porque el niño tenía los ojos intensamente azules igual que
su madre.
Yo pugnaba por tener mi propia idea del asunto pero era imposible;
estiré la cabeza lo máximo que pude, clavando el codo en una costilla de
la tía Berta y alcancé a ver un pedacito de piel arrugada que no pude
determinar a qué zona del cuerpo pertenecía.
Las lagrimas mojaron mis mejillas: —¡Ese niño lleva mi marca!
La tía Berta, que se acariciaba el costado, exigió silencio. Luego con
voz grave sentenció: —Tiene el paladar del difunto tío Efraín, será
escribano como él.
En ese momento se abrió la puerta de la habitación y una enfermera
agitada exclamó: —¡Por fin! Van a disculpar pero este niño pertenece
a la habitación de enfrente. Enseguida les traigo el de ustedes.
Realmente creo que cuando la sangre habla nunca se equivoca.
Los autores señalan detalladamente el papel de la trama
identificatoria familiar destinada al nuevo ser y representada
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por las gruesas mantillas tendientes a envolver al bebé, repre-
sentantes de la investidura familiar y social (los vecinos). El
efecto humorístico, por lo tanto emergencia de lo inconsciente,
resulta déla contrariedad de la certeza absoluta, de una cualidad
altamente proyectiva y de necesariedad de seguir afirmando la
vigencia del vínculo de sangre, dador de un origen absoluto.
El prototipo del vínculo de sangre es la relación madre-hijo y
por extensión se llama vínculo de consaguinidad al de los
hermanos entre sí.*
El prototipo de vínculo de alianza es la relación de tipo ma-
trimonial basada en la circulación de algún tipo de ley enunciada
desde el lugar del hombre-marido-futuro padre y aceptada en su
interioridad por la mujer-esposa-futura madre que ha de
renunciar a la ley del propio padre después de haberla
transferido sobre aquél, quien ha de enunciarla
distintamente.
Estos dos tipos de vínculos familiares parecen ser la
exteriorización de un rigor y poder clasificatorio entre un hecho
natural, biológico, individual y un hecho cultural y genérico. En
realidad, ambos se alejan de la naturaleza por la instauración de
una regla que orienta y hace circular a las personas para
ubicarlas en matrices de parentesco pero lo natural retorna
como presunción de certeza.
La estructura familiar es un elemento intermedio entre lo
sociocultural y lo altamente individual, y trata de armonizar
ambas instancias y mediar a su vez en el conflicto latente que
tiene lugar entre los vínculos de alianza y los de consanguinidad
y que remite al conflicto básico entre aniquilamiento y subsisten-
cia.
Como ya lo había comprendido Taylor hace un siglo, la explicación
última se encuentra quizás en el hecho de que el hombre ha sabido muy
pronto que le era necesario elegir entre "either marring out or being
killed-out": el mejor si no el único medio para que las familias biológicas
no sean empujadas al exterminio recíproco es unirse entre ellas por
lazos de afinidad. Las familias biológicas que desearan vivir separadas,
yuxtapuestas las unas a las otras, formando cada una un grupo cerrado
perpetuándose por sí mismo, inevitablemente serían presa de la igno-
rancia, el miedo y el odio. Al oponerse alas tendencias separatistas de
la consanguinidad, la prohibición del incesto acierta en tejer lazos de
afinidad que dan a las sociedades su armazón, con cuya carencia
ninguna se sostendría. (Lévi-Strauss, 1983).
* Aquellos que descienden del mismo tronco o raíz.
23
Las producciones culturales basadas en una consanguinidad
podemos llamar ampliada, como las sustentadas en las
ideologías que propugnan la pureza de la raza, o su versión
política en los regímenes fuertemente totalitarios, están asociadas
a tendencias aniquilantes y contrarias a la subsistencia de lo
humano: Los vínculos de sangre son la exteriorización de la
tendencia a menor complejidad y los de alianza a mayor
complejidad, y reproducen el conflicto entre endogamia y
exogamia. La endogamia y su expresión en los tipos de relación
consanguínea constituyen un egoísmo y narcisismo social, en
tanto la exogamia sería el equivalente a las tendencias
altruistas y de respeto hacia el lugar de los otros.
El vínculo de alianza tiende a fundar otra familia, cualquiera
sea su definición y extensión. Es la manera de concretarse el
principio general de intercambio y asegurar la transmisión de
significado, el cual puede trasladarse con las familias, y a través:
de ellas, así como con las palabras, y a través de ellas, entre los
hablantes y con los bienes y productos, y a través de ellos, entre
las comunidades o las personas mismas. Ello parece asegurarle
al yo un sustituto de aquello que carece y se compromete a dar, a
devolver de alguna manera aquello que otro necesita.
3. HISTORIA DE JACOB Y RAQUEL
Para el análisis de las tensiones y conflictos inherentes a
la estructura familiar dónde se reúnen vínculos de sangre y
de alianza tomaré el relato del "Génesis" acerca de estos
aspectos en la vida de Jacob (Biblia de Jerusalén, 1975;
Comentarios del Pentateuco, Rashi [1040-1105], 1976). Pero
lo haré desde la generación previa, la de Isaac.
El traslado de sentido entre las generaciones es inconsciente
y los conflictos de una de ellas o se resuelven o toman otra forma
y se repiten en las siguientes. Todo relato bíblico es como un pre-
cipitado cuyos elementos pertenecen al pasado y, sin embargo,
presentes y transformados se reencuentran formulados una y
otra vez en la vida de las personas, las familias o los grupos
sociales actuales. Desde ese punto de vista tienen una
estructura acrónica, quizá por eso se lo considera El Libro de
los libros. Correspondiente a formas universales del
pensamiento abiertas a la significación a posterior!, cuenta
ciertos acontecimientos históricos con sus deformaciones,
borramientos y rellenos pero
24
informa de relaciones permanentes o invariantes. Como las hay
entre la historia de Edipo, la tragedia de Sófocles, el complejo de
Edipo de Freud y el sector correspondiente de la sexualidad
infantil.
Para acceder a la Estructura Familiar Inconsciente es
menester atravesar las formaciones de superficie. Tiene sus
propias leyes y puede concebirse a la manera de un operador
que distribuye las personas alejándolas si de la
consanguinidad se trata o acercándolas si se refiere a la
alianza, acorde a un principio general de intercambio.
También distribuye significados en forma de lugares en el
parentesco. Desde la conciencia pareciera, y los relatos así lo
cuentan, que unas personas envían a otras en determinada
dirección y luego, en la generación siguiente otros, ahora
sucesores, van en dirección inversa. Los principios que lo
atraviesan son transpersonales, lo he llamado transubjetivos y
de ello trataré más adelante.
Veamos cómo lo cuenta el Génesis:
Esta es la historia de Isaac, hijo de Abraham: Abraham engendró a
Isaac. Tenía Isaac cuarenta años cuando tomó por mujer a Rebeca, hija
de Batuel; el arameo de Paddán Aram, y hermana de Laban el arameo.
Génesis 25,19-20
Abraham, anciano ya, decidió buscar esposa para Isaac y
envió al siervo y mayordomo más viejo para encontrarla fuera de
la tierra de los cananeos, donde vivía. Envió por la mujer a su
propia tierra. En Aram, el siervo encontró a Rebeca a quien dio
un aro de oro de medio siclo de peso y luego dos brazaletes de diez
siclos de oro. La muchacha corrió a su casa (alborozada
probablemente por ser elegida y por los regalos de un hombre
rico) y se lo comunicó a Laban, su hermano. Este corrió en
dirección al enviado. Consintieron en la operación de
intercambio.
Graves y Patai (1969) comentan que Abraham se negaba a
permitir que Isaac se casara con una esposa cananea por una ley
matrilocal, por la cual debería abandonar su lugar y residir con
los parientes de la esposa. En cambio eligió a una hija de su
sobrino Batuel, perteneciente a una orden de tipo patrilocal.
Aun con el mayor de los acuerdos, toda operación de
intercambio está asociada a sentimientos ambivalentes; cada uno
cree dar más de lo que recibe. A veces no lo sabe hasta pasado un
tiempo, entonces lo actualmente sabido funciona como deuda
que va a la búsqueda de su cumplimiento. Momento imposible
porque al ser
25
pagada hay un plus y quien lo hace pasa a sentirse acreedor y la
deuda renace pero en dirección inversa. El acreedor de antes
ahora es deudor. Laban y su madre propusieron:
El hermano y la madre de Rebeca dijeron que se quede la chica
con nosotros unos días, por ejemplo diez. Luego se irá.
Génesis, 24, 55.
Cuando la consultaron a Rebeca decidió partir
inmediatamente. Parece ser que Rebeca podía opinar, pues
su padre Batuel había muerto. Según una versión, Laban,
codicioso por los regalos dados por el enviado de Abraham,
deseaba despojarlo de ellos. Le sirvió una comida envenenada y
el arcángel Gabriel la intercambió con la comida de Batuel y
éste murió instantáneamente. Como se verá luego, Laban
también engañó a Jacob, el hijo de Isaac.
Todo dador de la mujer desea retenerla lo más que puede.
Dejarla ir es perderla y no se resarce aunque reciba algo en
compensación. Y nadie se resigna fácilmente a perder algo
propio. El extenso capítulo psicoanalítico del narcisismo se basa
en esta premisa, y es un largo y nunca terminado camino el
recorrido para aceptar esa pérdida de algo que fue una vez del yo,
aun cuando fuera dado bajo la forma de una cesión e intercam-
biado.
Sara, la madre de Isaac murió. Abraham la sepultó, cumplió
con el duelo y luego se ocupó de buscar o, mejor dicho, orientar
la búsqueda de mujer para su hijo, como queda dicho más arriba.
E Isaac introdujo a Rebeca en la tienda, tomó a Rebeca, que pasó a
ser su mujer, y él la amó. Así se consoló Isaac por la pérdida de su
madre.
Génesis, 24,67.
El Génesis cuenta bellamente el reemplazo de la madre por
la esposa. En realidad, la presencia de aquélla mantiene vigente
la tentación a pesar del tabú del incesto y requiere su muerte
simbólica y a veces real como un paso necesario para acceder a
una esposa, representante alejado de la madre. La intolerancia
a los sentimientos de culpa ocasiona una serie de trastornos en
la vida afectiva y genital del hijo. Diría que a su vez el hijo de la
madre sólo con su muerte simbólica deviene marido de la esposa.
Si no ocurre, el lugar del marido ha de quedar vacante por la
permanencia del hijo corno se da en tanto una madre persista.
26
Rashi comenta:
Así actúa el mundo: mientras vive la madre de un hombre, él se
encuentra bendecido junto a ella, cuando muere (busca y) encuentra
consuelo junto a su mujer.
Es el destino de la masculinidad y el camino de la
identificación con el padre como hombre. No parece ser
homólogo para la mujer, que conserva su vínculo con los objetos
parentales durante un largo tiempo, quizá para siempre.
Pasaron diez años para que Rebeca quedara embarazada.
Podría ser que por contradecir la bendición de su hermano.
Laban le dijo;
¡Hermana nuestra eres: que crezcas en millares de millares y se
adueñe tu descendencia de las puertas de sus enemigos! Génesis,
24, 60
La persistencia del hermano en la mente de la hermana
probablemente no le permitió concretar la pareja con el marido.
Concibió mellizos y nacieron Esaú primero y luego Jacob.
Este nombre suele derivar de aqeb, equivalente a talón, porque
Jacob sujetaba el talón de su hermano dentro del vientre mater-
no. También se lo deriva de aqab, engañar. Ambos significados
tienen que ver con modalidades de Jacob. Isaac tenía sesenta
años y su mujer debía ser muy joven, trece años calcula Rashi.
De esa manera la habría tomado cuando Rebeca era una niña y
debió esperar hasta la menarca. En América del Norte los
mohaves tienen como costumbre desposar un hombre adulto
con una niñita de pocos años a la que cuida con dedicación
paternal hasta que está en condiciones de incorporarse
activamente a la relación matrimonial. Se consideran muy
sólidos estos matrimonios (Lévi-Strauss, 1983).
Isaac repetía una historia familiar porque Abraham también
había tenido una mujer, Sara, muchos años menor.
Hoy en día se consideraría a Jacob el hijo mayor, por nacer,
como mellizo, en segundo término. Rashi considera que Jacob
retenía a Esaú con justicia porque fue concebido con la primera
gota de esperma, en tanto Esaú lo fue con la segunda. Usa como
modelo el canuto de boca angosta donde se colocan dos piedritas,
la que se colocó primero saldrá última. Crecieron con un fuerte
sentimiento de rivalidad, fomentado porque cada uno era prefe-
rido de uno de los padres.
27
La Biblia relata el clásico episodio de la venta de la
primogenitura de Esaú por el plato de guiso de lentejas.
Acontecimiento complejo y sin duda condensado de tradiciones
y costumbres previas y posteriores. Se cuenta que Esaú volvió
del campo extenuado y hambriento. Era un cazador nómade.
Le pidió a Jacob comer del guiso de lentejas (rojas, en otra
versión). Este le propuso intercambiarlas por su derecho de
primogénito. Jacob, a diferencia de su hermano, era sedentario,
agricultor y estaba más próximo a su madre. Por una parte
sería una manera de recuperar un derecho, el de hijo mayor. La
primogenitura implicaba el servicio a Dios, en una época previa al
servicio sacerdotal. Hasta varios siglos después sólo el
primogénito podía ofrecer sacrificios en el altar de Dios.
Es necesario dar buenas razones para explicar la falta de
amor fraternal de Jacob. Esaú, llamado también Edom (rojo),
era velludo y un excelente cazador. Dicen Graves y Patai (1969)
que competía con el rey Nimrod, rivales ambos en cuanto a esta
capacidad. En una oportunidad Esaú tendió una emboscada al
rey, quien vivía aún á los doscientos quince años, y lo habría
asesinado. Fue perseguido por los compañeros del rey muerto y
se dice que por esa circunstancia Jacob no lo quería.
La competencia, los celos y la rivalidad subyacen en este
relato. Su expresión es viva y descarnada en los relatos bíblicos.
Requiere ser transformada a veces por los comentadores, verda-
deros representantes de la represión, quienes deforman la
bondad del derrotado y la maldad del mentiroso y triunfante.
Jacob también mintió (uno de los términos de los que deriva
su nombre: aqab es engañar). Graves y Patai (1969) comentan
que una frase condenando al robo de Jacob fue suprimida por
algún redactor y ese vacío llenado con el elogio de la lucha de
Jacob en Betel, donde después erigió un altar a Dios.
Jacob trataba de ocupar un lugar. Aunque era el hijo prefe-
rido de Rebeca deseaba serlo de su padre, como Esaú lo era de
Isaac porque era un cazador experto (Gen., 25, 27, 28) y además
porque tenía por su padre un amor ejemplar, todos los días le
llevaba carne de venado y entraba a su tienda ataviado con sus
ropas de fiesta. Cuando Dios prohibió a los hijos de Israel que
atacaran a sus primos edonitas, dijo Josué de Esaú: "debo
reconocer cómo honró a su padre".
Ciertamente Esaú tiene mala prensa en el relato bíblico, no
28
obstante haber sido despojado por Jacob tanto de la
primogenitura como de la bendición paterna, episodio que
veremos a continuación. Isaac, envejecido y con sus ojos
debilitados, se disponía a recibir a su hijo mayor Esaú. Para ello,
previamente le pidió que fuera de caza y con las piezas cobradas
le preparara el guiso suculento que era de su predilección.
Rebeca estaba escuchando y decidió, con engaños, poner a
Jacob en lugar de Esaú. Le hizo traer dos cabritos, los preparó
de la manera que gustaba a Isaac, vistió a Jacob con ropas del
hermano y lo cubrió con pieles de cabritos para semejar el vello
de Esaú. Isaac desconfió de la voz de la persona a quien no
lograba ver pero desechó la duda y dio la bendición a su hijo
menor disfrazado de mayor. Terrible situación de despojo
porque la bendición es única, por lo cual una vez reconocido el
engaño no tuvo ya otra para Esaú.
Isaac en el relato tiene los ojos debilitados, casi es ciego. Pero
no a la manera del ciego Tiresias, dotado de sabiduría, sino con
una dificultad de reconocimiento no sólo de quién es quién entre
sus hijos, sino de la propia relación con Rebeca, quien desconocía
en Isaac el papel de marido-padre. En realidad era la
exteriorización de no poder terminar de hacer suya a Rebeca ni
ésta de permitirlo afectivamente, en quien por otra parte
dijimos que ocupaba un lugar importante la voz de su
hermano Laban.
Asustada por la amenaza de Esaú de matar a Jacob, una vez
reconocido el engaño, Rebeca aconsejó a éste quedarse en la casa
del tío Laban, el hermano de Rebeca. El motivo consciente era
preservar a su hijo predilecto de la ira del hermano mayor. Esaú
no necesitaba más para incrementar su odio a Jacob. En la
fantasía siempre ocurre que los padres dan más a un hermano
que a otro, y halla asidero en determinadas actitudes de
preferencia de un padre hacia uno de los hijos. En estos
niveles circulan los deseos inconscientes que hallan su lugar en
la trama interfantasmática familiar. También circulan las
personas. Rebeca había llegado desde Paddam, el lugar del
hermano, y Jacob iría de regreso a ese lugar del tío.
Acerca del acceso a la primogenitura y a la bendición paterna,
Frazer (1975) menciona una antigua ley de herencia hallada
en diversos pueblos y referida al derecho del más joven, por la
que se otorga lo heredado al hijo menor. Menciona entre otros
al horough (burgo) inglés vigente al lado del borough francés
en parte de Inglaterra, en Nottingham, en la época de Eduardo
III. Por el borough inglés, todas las pertenencias del padre
pasaban
29
por herencia al hijo más joven (ultimogenitura), mientras que en
el francés pasaban al hijo mayor. Después de mencionar muchos
ejemplos de ultimogenitura en el sur y nordeste de Asia y en
África, plantea la hipótesis de que los hijos de la familia, a
medida que crecen, van abandonando el techo paterno y
abriendo nuevos campos para el cultivo hasta quedar en la casa
de los padres el hijo menor, quien se hace cargo de ellos en su
vejez, a la vez que recibe sus bienes. La presencia de esta
antigua costumbre habría sido incluida en la Biblia con el sesgo
citado. No sería sino que Jacob revalidó ese derecho de
sucesión.
Por lo tanto, de acuerdo con esa teoría, Jacob no perjudicó a su
hermano mayor Esaú, no hizo más que reclamar en propio favor el
derecho de sucesión que las leyes antiguas habían conferido
universalmente a los hijos más jóvenes, aunque en su época ya se había
introducido entre las costumbres una nueva manera de transferir la
herencia, manera que favorecía al hijo primogénito en detrimento del
más joven.
Vinculado a este episodio y respecto al engaño de Jacob a su
padre casi ciego para recibir su bendición sustituyendo a Esaú,
Frazer dice:
Volviendo ahora al punto de partida supongo que la historia del
engaño de que hizo objeto Jacob a su padre Isaac contiene el recuerdo
de una antigua ceremonia legal con la que pretendía nacer de nuevo del
vientre de una cabra, y cuya práctica era considerada conveniente o
necesaria siempre que se quería dar preferencia a los derechos del hijo
más joven a expensas de los de su hermano primogénito aún vivo;
exactamente igual que en la actualidad un hombre pretende haber
vuelto a nacer del vientre de una vaca siempre que desea elevarse a una
casta más alta, o ser readmitido en aquella a la que pertenecía antes de
que lo hubieran expulsado como consecuencia de su mala suerte o de su
conducta condenable. Pero entre los hebreos, lo mismo que entre los
akíkuyu, la llamativa ceremonia pudo haberse ido transformando
lentamente en la sencilla costumbre de matar una cabra y aplicar trozos
de pellejo sobre el cuerpo de la persona que se pretendía hacer nacer por
segunda vez del vientre del animal. En esta forma degenerada, si mis
conjeturas resultan ciertas, el narrador bíblico ha interpretado erró-
neamente el antiguo rito y nos ha dado una noticia falsa de él.
Las explicaciones de Frazer ocuparon un lugar prominente
en la etnología religiosa. Recuérdese que ofrecieron una base a
Freud para la elaboración de Tótem y tabú en 1913. Aunque
aquéllas pasaron de moda rápidamente y hoy día arrastran una
30
marca de realismo e ingenuidad, son interesantes por el aporte
de ciertos datos de costumbres primitivas religiosas. Su
imaginativa descripción de las secuencias del Génesis
contiene cierta desvalorización implícita de la narración
bíblica, tomada como relato en sí mismo. Su fragilidad
proviene de no considerar las emociones primitivas que el
Antiguo Testamento expresa vivamente y con un alto grado de
conocimiento del alma humana. Quizá por ello la Biblia tiene
esa característica acrónica, arcaica si se quiere, y actual al
mismo tiempo.
La bendición de Isaac a Jacob también incluía una cesión de
las mejores tierras:
¡Pues que Dios te dé el rocío del cielo
y la grosura de la Tierra,
mucho de trigo y mosto!
Sírvante pueblos,
adórente naciones,
sé señor de tus hermanos
y adórente los hijos de tu madre.
Génesis, 27,28,29.
Cuando Esaú pidió su bendición, Isaac le dijo:
He aquí que lejos de la grosura de la Tierra
será tu morada,
y lejos del rocío que baja del cielo.
De tu espada vivirás
y a tu hermano servirás.
Génesis, 39,40.
La bendición es única, por lo que reconocido el engaño Isaac
no tuvo otra para Esaú. En el relato de la bendición robada y con
sus ojos impotentes describe en un nivel fundante el
desconocimiento de su propio papel como marido de una
esposa y luego como conocedor de cuál es el hijo que lo prefería.
Pero es posible agregar otro factor para entender el mal
prestigio de Esaú para los autores bíblicos. Es la diferencia
entre los hermanos acerca del origen de las mujeres elegidas
como esposas. Esaú se casó con mujeres no israelitas, primero
con Judit, hija de Beerí, el hitita, y luego con Basmar, hija de
Elon, el hitita.
las cuales fueron amargura de espíritu para Isaac y Rebeca.
Génesis, 26,35,
31
Luego de ser despojado de la bendición paterna, Esaú se casó
con Majlat, hija de Ismael, a su vez hijo de Abraham y de su
esclava egipcia Hagar, expulsados ambos por Abraham. Este
también, pero antes, había expulsado al hijo mayor y protegido
al menor, Isaac. Esaú carga sobre sí las consecuencias de la
transgresión de un mandato. Isaac había dicho de no tomar
mujeres cananeas. Así se lo había dicho y hecho Abraham con él
mismo. Esto es, transmitía un mandato paterno. Así lo Hizo
Jacob, pero Esaú no lo cumplió, a pesar de ser el hijo preferido
de aquél y con quien se sentía más identificado. En tanto Rebeca, la
mujer de Isaac, estaba inconscientemente más adherida a su
propio hermano, y es en esa dirección, la del tío, que verá Jacob
orientados sus pasos. Es de observación frecuente que los padres
deleguen inconscientemente en los hijos el cumplimiento de una
transgresión que ellos no pudieron realizar y a la cual
conscientemente se oponen desde la identificación con el propio
padre represor.
Rebeca dijo a Isaac que envió a Jacob a buscar mujer de entre
las hijas de Laban, para que no la elija entre las hijas de Het. Ni
éstas ni las hijas de Laban eran cananeas. Por lo tanto, se
cumplía la exogamia que podemos llamar ampliada, también
una prescripción matrimonial. Debía haber alguna ley para este
tipo de entrecruzamiento matrimonial como el que orienta a
Jacob. Abraham se negaba a permitir que Isaac tomara una
esposa cananea, por la cual el marido debía vivir con la familia
de la esposa. Isaac lo transmitió a Jacob, pero Esaú al contrave-
nir este mandato pasó a un sistema patriarcal, el de Ismael.
Ninguna sociedad, comunidad o familia acepta que no se cum-
plan sus prescripciones. Y Esaú no las cumplió. Pagó cara su
transgresión.
Pero volvamos a Jacob. Lo tenemos en el camino a Padán-
Aram. Encontró a Raquel, hija de Laban y gustó de ella. Cuando
el tío reconoció al sobrino le dijo:
... En suma, que tú eres hueso mío y carne mía.
Génesis, 29,14.
O sea afirmaba, a la manera bíblica, el vínculo de sangre.
Laban permitió a Jacob quedarse con él y trabajar en su servicio,
y le interrogó acerca de su retribución:
Laban dijo a Jacob: "¿Acaso porque seas pariente mío has de
servirme de balde? Indícame cuál es tu salario."
Génesis, 29,15.
32
Jacob entonces pidió a Raquel, la menor de las dos hijas de
Laban, Para obtenerla se comprometió a trabajar siete años por
requerimiento y como condición del tío. En algunas
comunidades árabes, los jóvenes aldeanos pobres sirven al
futuro suegro en pago por el precio de la novia. Esta costumbre
se observa como una modalidad de la Estructura Familiar
Inconsciente, donde el futuro marido presta algún servicio
necesario a la familia materna.
Al término del contrato y al momento de saldar su deuda*
de acuerdo con lo pactado, Laban cambió el "producto" y puso a
Lea, su hija mayor, en el lugar de Raquel. La mentira de Laban
podía ser justificada por .una tradición local fuerte: casar a
las hijas mayores antes que alas menores. Esta antigua
tradición persiste actualmente en muchos lugares, por ejemplo
en Japón. Vallejo Nágera (1979) dice que no se casan las
hermanas menores mientras no lo haya hecho la mayor, por lo
cual puede representar un obstáculo que la primera hija no
sea tentadora.
Pero con Laban colaboraron tanto Lea ofreciéndose como el
producto del intercambio falso, como Raquel quien transmitió a
su hermana las señas secretas que Jacob le había dado para
poder reconocerla, pues la novia venía con un velo. Es que la
deuda contraída por Isaac al llevarse a Rebeca no fue
suficientemente compensada por Jacob. Esta situación se halla
narrada en el encuentro de Laban con Jacob. El tío abrazó al
sobrino y lo palpó para ver si traía oro en su cinto pero no lo
halló, lo besó en la boca para ver si tenía perlas pero no las
encontró.
La relación del sobrino, luego marido, con el tío materno,
luego suegro, fue de creciente desconfianza. Jacob descubrió a la
mañana siguiente de la boda que era Lea la mujer con la que se
había acostado y cohabitado. En parte por tener velada la novia
hasta la noche de bodas. Pero Rashi comenta que Jacob le había
dado a Raquel ciertos signos para ser reconocidos por él y para no
ser engañado. Tenía sus buenas razones para temer. El mismo
había engañado a su hermano y a su padre. Identificado con éstos
y proyectando su propio aspecto dispuesto a obtener mayores
ventajas, bien podía temer ser él objeto de lo que había hecho a
los otros. Cuando Raquel a su vez vio que su hermana ocuparía
su lugar, para que no fuera avergonzada le comunicó los signos
de Jacob, con lo cual colaboró con el padre en la concreción del
engaño, por lo menos hasta la mañana siguiente.
Los vínculos de sangre sostienen la fantasía de ser un cuerpo
33
común, por eso dice el Génesis un solo hueso y una sola carne.
El vínculo de alianza conlleva una dosis de incertidumbre,
de discriminación que, aunque dadora de mayor complejidad
vincular, nunca restaura la perdida falta de unicidad.
Jacob, ahora engañado, ocupó el lugar que Esaú ocupara
en el episodio de la bendición del padre, y a su vez, Lea
ocupó el lugar de Raquel en el lecho nupcial de aquél. Los que
otorgan la indicación de lugar en las estructuras familiares
donde predomina el vínculo de sangre son la hermana y el
hermano.
Jacob protestó ante su tío y éste le dio a Raquel por
segunda vez pero a condición de ser servido siete años más.
Así lo hizo Jacob. Esta vez Raquel fue dada primero y los
servicios vinieron después. Fue el elemento que ligó al marido
con su padre. Las tensiones entre Jacob y su tío-suegro Laban
no terminaron allí. Continuaron cuando aquél decidió regresar
a Canaan y hubo de repartir el ganado. Pero no me ocuparé
de eso aquí.
Siempre que uno da y otro recibe, y luego éste le devuelve algo
equivalente a lo que recibió, subsiste una sombra de duda y de
sospecha por creer que se da más de lo que se ha recibido y que
se recibió menos de lo que se devuelve. Ocurre lo propio con el
lenguaje, se atribuye más significado que el dado, de ahí la
constitución del malentendido. Es el sino del lenguaje y de los
signos intercambiados, trátese de aquellos del lenguaje, de
mujeres intercambiadas en el parentesco o de bienes y productos
en un trueque económico. Desde el punto de vista psicoanalítico,
la deuda tiene su correlato en la noción del símbolo agregado
como significado al bien dado. Su antecedente metapsicológico lo
constituye la separación entre pulsiones de autoconservación y
pulsiones sexuales. Estas obtienen su especificidad
psicoanalítica de la variabilidad del objeto por el cual puede
sustituir y realizar el de la pulsión, Corrimiento del objeto y
desplazamiento del significado están relacionados con el
sentido de la deuda y con su inagotabilidad.
Veamos el conocido dicho judío: Una madre puede cuidar diez
hijos, pero diez hijos no pueden cuidar una madre. Su contenido
culpógeno sugiere la creencia de que es posible saldar la deuda
contraída. Su malentendido básico consiste en que la deuda con
el progenitor se salda no con él sino siendó progenitor de los hijos a
quienes se desea y se cuida como uno fue deseado y cuidado. La
ley de la vida dice que los padres no son hijos, y si éstos son
amparados para la vida aquéllos serán acompañados para mejor
morir.
34
 La deuda y su elaboración se constituye como identificación
con quien da y a quien se da, aceptación de ser uno deudor y que
lo sean con uno. Liquidar la deuda simbólica es un imposible, y su
no aceptación se observa tanto en algunas formas de melancolía
corno de suicidio por la intolerancia al sentimiento de ser
deudor irreparable. También está en la base de algunas
manifestaciones de violencia extrema para hacer desaparecer al
acreedor y al sentimiento persecutorio a él ligado.
Volviendo a Jacob, lo vemos en una serie de episodios
duplicados al infinito. Rebeca engaña a su marido Isaac
valiéndose de Jacob, poniéndolo en lugar de Esaú, preferido
del padre. Laban engañó a su yerno Jacob poniéndole en el
lecho a Lea valiéndose de Raquel. Identificación de Jacob con
Isaac, quien ocupando el mismo lugar, permite entender a su
vez el del mentiroso Laban. Este, después de haberle dado una
hermana a Isaac, obtiene un sobrino que devuelve la cesión de
su madre con siete más siete años de servicio. Esaú, como Lea,
es el hermano mayor y Jacob, como Raquel, es el hermano
menor, preferidos aquéllos por el padre y éstos por la madre.
De últimas, la preferencia es por el vínculo entre hermanos,
vínculo consanguíneo en constante y no resuelto conflicto con
el vínculo de alianza matrimonial.
4. LOS CUATRO VÍNCULOS DE LA ESTRUCTURA DE PARENTESCO
Los vínculos de sangre y de alianza se representan a través
de relaciones definidas y diferentes entre los miembros de la
familia, como manera de llenar las denominaciones vinculares
provenientes de lo social. De ellos jerarquizamos cuatro:
El vínculo de alianza matrimonial o de pareja incluye la
relación entre los yoes ocupando cada uno a su manera el
lugar y Tas denominaciones de esposo y esposa y luego padre y
madre, estas últimas desde el punto de vista del hijo a quien
la pareja ampara y libidiniza o, como podría también decirse,
narcisiza. Este último término (Siquier, M. I. y Berenstein,
I., 1988) se refiere a la acción correspondiente a la
investidura libidinal llevada a cabo por los yoes parentales
significativos sobre el bebé en disposición de ser significado.
Es el conjunto de actos y acciones verbales y paraverbales
(corporales) cargados de emocionalidad que transmiten la
noción de que el bebé es y corresponde a un objeto deseado.
Bleichmar (1981) se refiere a narcisización como "al proceso
intersubjetivo que comprende por
35
parte del otro significado una valorización positiva del sujeto,
con la concomitante expresión de placer, y por parte del sujeto
una identificación con esa valorización y ese placer". Como
señala este autor, no es unidireccional sino como múltiples
reflexiones en espejos paralelos, es un encuentro de deseos. El
hijo es considerado una prolongación de la propia pareja y ese
sentimiento de pertenencia se integra en el yo como algo propio
y la representación del modelo de pareja se constituye como una
identificación que lo llevará al deseo de realizar y de constituir
en su momento una pareja. Está asociada pero es diferente de las
identificaciones con el padre en el varón o con la madre en la
mujer.
El vínculo de filiación es el nombre de la relación de los
padres con el o los hijos. Les otorga un doble nombre, el de
pertenencia al conjunto familiar, esto es el apellido, y un
nombre-creación significante de la Estructura Familiar
Inconsciente. Los padres son transmisores de significados y la
filiación nombra y conforma a su vez el psiquismo del nuevo
ser. La pareja transmite los valores, ideología, pertenencia de
clase y sus correspondientes conflictos resueltos y no resueltos,
y un modelo de la estructura de parentesco, donde aquélla
ocupa su lugar correspondiente y los hijos ocupan los suyos.
El vínculo de consanguinidad es el de la relación de los
hermanos entre sí como hijos de los mismos padres o por lo
menos de uno de ellos, que le da pertenencia al tronco común de
ese parentesco. Hasta aquí denominamos los tres tipos de
vínculo de la familia conyugal o familia restringida. Lévi-
Strauss (1983) dice:
... la familia, fundada sobre la unión más o menos durable pero
socialmente aprobada, de dos individuos de sexos diferentes que
fundan un matrimonio, procrean y crían sus hijos aparece como un
fenómeno prácticamente universal, presente en todos los tipos de
sociedades.
Estos tres vínculos coinciden en lo descriptivo con lo
observable, pasan por la conciencia desde el punto de vista
individual, así como por lo pautado desde un punto de vista
sociocultural. Desde el punto de vista de la constitución, resulta
evidente que una alianza o pareja requiere algún tipo de
combinación entre otras dos familias, una de donde proviene
la mujer y otra de donde proviene el hombre. Pero el hecho de la
diferencia de sexos
36
tiene las más extremas consecuencias. Por una parte las
diferencias psíquicas (Freud, 1925), según la entrada, la
incursión en el complejo de Edipo y su destino en el varoncito y Pág 38 (GRAFICO Fig. 1)
en Ja nena, la valorización distintiva del pene y la castración, o
del interior materno y la fantasía de vaciamiento así como las
vicisitudes identificatorias con el padre y con la madre. Pero
la diferencia biológica arroja para el parentesco, además, otras
consecuencias examinadas minuciosamente por Nocetti (1983).
El hecho de que las mujeres gestan, alumbran y amamantan
niños es resultado de un hecho también biológico: los varones
fecundan a las mujeres. Pero este último es regulado desde la
cultura. Aunque cualquier hombre puede inseminar a cualquier
mujer, es evidente la presencia de una serie de reglas que
prescriben y prohíben quién con quién. En consecuencia, los
parientes definidos como consanguíneos no se casan entre sí, y
esto es ya totalmente un hecho cultural. Más allá de los
valores sociales adscriptos a la mujer, lo cierto es que tiene
una marca de privilegió semántico en casi todas las culturas. A
veces es consciente y otras está sumergida bajo formaciones
de compromiso y transacciones. Esta marca de la mujer se
irradia sobre la familia dadora de la misma cuya relación (y
conflictos) con la familia conyugal donde es esposa-madre es
interminable, aunque se establezcan distintos tipos de límite o
de resoluciones mentales y vinculares. En situaciones de crisis
familiar es casi la regla que su presencia se haga consciente y
los miembros de la familia materna tengan o resurjan en los
lugares, antes latentes, de la estructura familiar, Al vínculo con
la familia materna lo llamamos, siguiendo la denominación de
la antropología vínculo avuncular. Avúnculo es "tío materno",
hermano de la madre, cuyo papel puede trasladarse por
desplazamiento a un representante calificado ubicado en ese
lugar de la familia materna. Volveremos sobre estos cuatro
vínculos más adelante, en el capítulo 5.
Como se nota de inmediato, no circula en la cultura una
denominación de parentesco correspondiente a este cuarto vín-
culo. Es decir, está reprimido y fuera de la conciencia social,
aunque recuperable a través de la reconstrucción de la estructura
inconsciente. Al conjunto de los cuatro vínculos he denominado
Estructura Familiar Inconsciente (figura 1). De los alcances de
este último término me ocuparé en el parágrafo siguiente.
37

En la figura 1* se representa la Estructura Familiar Inconsciente
como el conjunto delimitado de las dos circunferencias íntersectadas.
Una de ellas contiene al representante de la familia dadora de la mujer
y a ésta. Dibujada en línea segmentada para representar lo inconsciente
en su intersección con la otra que, en línea llena, delimita la familia
actual y consciente. Como se ve, el hombre también tiene una familia
de origen y está por fuera de la Estructura Familiar Inconsciente,
Distingo entre familia de origen y familia dadora.
El medio social, además de contenidos como reglas, valores e
ideales, contiene la matriz de parentesco con un componente
inconsciente (en línea segmentada) para el mismo medio social.
Representante de lo transubjetivo, ha de ser ocupada por los vínculos de
parentesco, lo intersubjetivo (representado en trazos de línea llena
dentro de la matriz de la Estructura Familiar Inconsciente) y por los
yoes (lo subjetivo) representados a la manera del aparato psíquico
(Freud, 1933) abierto hacia abajo (lo pulsional) y modificado por mí al
abrirlo también hacia un costado (lo vincular y, a través de éste, hacia lo
social).
La Estructura Familiar Inconsciente muestra una apertura (parte
superior derecha) por donde entra y se filtra lo social, y otra en la parte
inferior de la granea por donde el hijo es reenviado a la cultura, a la
búsqueda de otra matriz de parentesco.
La flecha (línea segmentada) marca la direccionalidad de la mujer:
del dador (representante de la familia materna) en dirección a su lugar
en el vinculó de alianza a ligarse con el marido, futuro padre, en
conjunción con las otras flechas (línea llena) que entran en lo social.
Representa la ley o el lugar del código, pasa por el lugar del Padre quien
define un contexto, clausura la endogarnia y regula e indica la
exogamia. Si quisiera representar la endogamia debería invertir la
direccionalidad de la flecha que orienta a la mujer, obturar las
aberturas de la parte superior derecha y de la parte inferior, y
reorientar la flecha de línea llena (ley) llevándola desde la familia
materna y reenviando al hijo hacia ella.
En la matriz, en el sector del vínculo de alianza donde continúa
hacia el lugar del Hijo, hay un segmento de recta. Es el lugar virtual,
en la pareja, del proyecto-hijo. Abajo, una línea horizontal con flecha en
cada extremo, indica el pasaje (reversible) de N (naturaleza) a G
(cultura). N cerca del extremo de la familia materna y C hacia el
extremo de la familia regulada por el lugar del padre en conjunción con
lo proveniente del lugar de la madre.
* Agradezco al arquitecto Jorge Sarquis por su inestimable colaboración en
la confección y resolución, del gráfico, y a la arquitecta Viviana Schmideberg por
su realización.
39
5. STATUS DE LA ESTRUCTURA FAMILIAR
INCONSCIENTE
Con este nombre se denomina la matriz simbólica que da
significado a las relaciones familiares. El significado es
estructurado y abarca, en un conjunto articulado, tanto el de los
vínculos de la estructura de parentesco como el de los lugares,
cada uno de los cuales tiene sus denominaciones específicas. En
ella cada sujeto a su vez es significado y nombrado.
La Estructura Familiar Inconsciente tiene sus propias
formaciones, producciones significantes a manera de
transacciones con los requerimientos de cada yo y con las
exigencias de la realidad. Una vez recortados del sentido con
que fueron producidos, los yoes aparecen como términos no
conectados en una larga frase desconocida por los que la
enuncian y la portan. Puede extenderse y ampliarse el papel
de los lugares de los respectivos yoes desde decir que las so-
portan (las denominaciones al yo) hasta que éste se convierte en
porta-voz (el yo respecto de la Estructura Familiar
Inconsciente). Las producciones inconscientes aquí son: los
nombres propios, las creencias familiares, los mitos familiares,
el espacio y el tiempo familiar. Pareciendo producciones
reales, pues qué más real que el propio nombre propio, son la
exteriorización de un funcionamiento altamente inconsciente
de la interfantasmática familiar.
Si el apellido, en nuestro uso social, está fuertemente
determinado por la filiación paterna, el nombre es casi una
pura creación significante, por lo tanto condensación y
desplazamiento del deseo materno, en conjunción con el deseo y
la regla o del padre (del niño) o del abuelo o algún representante
materno. Se puede preguntar quién es el autor de un nombre, de
una creencia o de un mito familiar. ¿Quién es el autor de un
relato familiar? ¿Quién habla al hablar libremente en una
sesión familiar? Pregunta en un todo semejante a la
formulada y que intenta responder Kaes (1986). ¿Le
seguiremos llamando asociación libre? ¿Es un conjunto de
discursos singulares? ¿Es una formación interdiscursiva? El
sentido circula, atraviesa el discurso individual sin que los
distintos yoes sean conscientes de él, en un relato que los
contiene.
Clásicamente lo inconsciente está adscripto a una instancia
del aparato psíquico. En el modelo del capítulo VII de La
interpretación de los sueños (Freud, 1900 [1899]) está represen-
tado como huellas mnémicas en un espacio (interno) definido
40
entre el polo motor y el polo perceptivo, y más cercano a éste.
Luego en El yo y el ello (Freud, 1923), el ello inconsciente el yo
hundiendo sus raíces en el elloy el superyó también inconsciente
están dentro del límite, prolongación del yo, representando la
superficie del cuerpo.
En el diagrama de la Conferencias!3, en las Nuevas conferen-
cias de introducción al psicoanálisis (Freud, 1933 [1932]) el
esquema ligeramente modificado muestra el ello abierto hacia
abajo, probablemente hacia el territorio de lo somático.
La subjetividad, como registro dé un mundo dotado de
interioridad delimitado de otro al cual se le atribuyen
propiedades de exterioridad, nos pone ante el problema de la
espacialidad mental La mente clasifica los espacios en series
de interiores opuestos a exteriores. Estas categorías son
aplicadas tanto al espacio mental como al vincular, así como
al familiar y al sociocultural, de todos los cuales se puede decir
que delimitan un adentro y un afuera. Ha de ser una manera
binaria tanto del yo como de los otros codificar, ordenar y ubicar
los distintos registros.
El psicoanálisis describió el espacio del yo como teniendo una
extensión variable, acorde con la cualidad afectiva de su relación
con los otros, y susceptible de organizar una distancia donde el
límite de la representación del cuerpo se estrecha o se amplía, es
variable o rígido. Se admite la proximidad de un amigo a una
distancia menor que la de un extraño, la distancia de la
sexualidad es menor que la del intercambio de palabras. Los
esquizofrénicos tienen una distancia crítica rígida, por la cual si
alguien entra dentro de ese espacio imaginario que puede
extenderse por toda la habitación, pueden sentirse tan
agredidos como si les clavasen un cuchillo. Entonces pueden
atacar salvajemente al intruso o huir. La identificación da cuenta
de la superposición o relación de apropiación en los espacios
entre el yo y el otro. Tiene varias modalidades y describe de
otra manera la vivencia de unicidad como coincidencia y la
vivencia de separatividad como disidencia.
La identificación permite también plantear la cuestión de la
intersubjetividad y alguna de sus concepciones acerca del
movimiento, en la fantasía, de entrar el yo en el otro, o de
penetración del otro en el yo. Melanie Klein describió el complejo
mecanismo de la identificación proyectiva (Hinshelwood, 1989)
siendo uno de sus rasgos definitorios la modalidad de ingreso
en el objeto
41
(López, 1986). Es una de las maneras de describir desde el yo uno
de los mecanismos de la intersubjetividad por intrusión dentro
del otro. También la de éste en aquél.
La intersubjetividad comprende el territorio de lo vincular. El
mundo de lo subjetivo está caracterizado por las relaciones de
objeto y comprende lo intraterritorial del yo. Las
representaciones de objeto (parcial o total) están asociadas a
representación de cuerpo y del afecto correspondiente a la serie
amor-odio. El mundo de lo intersubjetivo se caracteriza por la
presencia de vínculos en lo extraterritorial del yo, donde la
corporeidad es del yo y el otro, revestido de afectos. Diré que
otro es aquel pasible de ser significado por el yo pero reteniendo
un núcleo imposible de significar, en última instancia de ser
incorporado al yo, comprendido por el yo o identificado en el
yo.
Intersubjetividad no es equivalente a interrelación. El primer
concepto se refiere a instancias que se van construyendo en la
estructura del vínculo, de naturaleza inconsciente. El segundo
implica no sólo la presencia de elementos preexistentes con
cierta cualidad de cerrados en sí mismos, desde donde uno
intercambia con el otro, sino predominantemente su cualidad de
consciente. Lo intersubjetivo se construye con las representacio-
nes inconscientes de los sectores compartibles de cada yo y con
un lugar donde se representa la ajenidad, esto es, lo no
compartible del otro. Las interrelaciones son la manifestación
de superficie de lo intersubjetivo inconsciente.
Sugiero incluir otro término usado por los autores boy día,
transubjetividad, para denominar los significantes y
significados socioculturales inconscientes que atraviesan las
subjetividades y los vínculos, llevando a aceptar algunas
significaciones o a rechazarlas sin saber que lo hacen.
El prototipo de lo transubjetivo serían los procesos ideológicos
que filtrados, autoproducidos y transmitidos a su vez por la
Estructura Familiar Inconsciente son aquellos con los que cada
yo autoproduce sus propias convicciones e ideales que lo incluyen
como posible transmisor de ideología. El yo está ubicado en una
cadena de sentidos, con eslabones entrecruzados unos con otros
sucesivamente. El primero puede no tener contacto con los más
alejados y, sin embargo, a éste le llega el efecto de sentido. Cada
eslabón tiene cruces con otras cadenas de sentido y define un
sector compartido y otro no compartido.
Lo transpersonal se encuentra en lo psíquico como represen-
42

taciones de personajes adscriptas al destino, frente a las cuales
el yo es impotente, como algo que estando fuera de uno sin
embargo lo determina. También se representa como siniestro
cuando está investido de repetición/Como destino o como
siniestro trasciende y atraviesa o envuelve al yo y a los objetos
parentales sometidos al poder de ese significado.
Interpretar psicoanalíticamente el sentido de un vínculo
familiar a partir de los contenidos de un sujeto o del discurso del
yo, es parte de una verdad. Es eso, pero algo más. Un algo
entendido y recuperado a partir del vínculo y principalmente en
lo que tiene de estructurado y también de no sabido, no conocido,
no consciente. Lo individual ciertamente puede ser considerado
como un todo, pero a su vez es una parte de otro todo: lo vincular
familiar que a su turno pasa a ser parte cuando se considera lo
sociocultural como un todo.
Si nos preguntamos dónde ocurren los actos vinculares,
podemos decir que en la mente y en la relación. Se podría agregar
que primero suceden en un territorio y luego en otro, dependiente
de la opción elegida. Aunque parcialmente cierto como resultante
de lo observado, como conceptualización todavía es imperfecta.
La clínica nos instruye que no ocurren de la misma manera en el
mundo interno y en el mundo vincular. Quizá haya que
profundizar más aun la distinción entre la realidad psíquica y la
realidad vincular. La primera como presencia de los otros en el
relato del yo que enuncia, y la segunda como la presencia de los
otros dentro y fuera del relato del yo, así como éste está dentro
y fuera del relato de los otros. Es un punto de angustia la
demarcación, en el vínculo, de los límites de cada yo. Si un acto
psíquico es percibido como ocurriendo entre dos o más yoes al
mismo tiempo y en el mismo espacio del conjunto podemos decir
que esta continuidad ocurre en la representación inconsciente
del vínculo. Este término define la función producto de la
disposición natural a ligar sea dos (o más) representaciones en
el área subjetiva, intersubjetiva o transubjetiva.
El hecho de tratarse del mismo término no debe distraernos
de que es distinto ligar (relacionar) dos representaciones en el
área de la mente y ligar (vincular) dos yoes en una estructura
estable (se amplían estos conceptos en los capítulos 5 y 6).
Tenerlo pensado y tenerlo en el mundo son dos relaciones
diferentes.
Las relaciones familiares representan en el nivel de superficie
43
los vínculos de parentesco, cuyo sentido y fundamento es
inconsciente. Se constituyeron para el yo incipiente en un
momento originario cuando no había distinción entre
inconsciente y consciente, ni distinción entre él y los yoes
parentales. Estos, desde la represión, conformaron un espacio
en la trama familiar inconsciente (encadenamiento de sentidos),
donde el yo habría de advenir.
La indistinción inicial es luego recreada como un vínculo, por
ejemplo boca-pecho, distingo dado también desde la cultura que
determinará a través de los deseos y prohibiciones parentales
sobre zonas biológicas predeterminadas qué es boca y qué es
pecho.
La represión originaria opera sobre zonas de fusión y
unicidad a partir de la ruptura de la cual puede comenzar a
constituirse el psiquismo sobre la base de placer-displacer
como acompañando la vivencia de satisfacción y la vivencia
de dolor. El vínculo en su expresión original trata de recuperar
la sensación oceánica propia de la vivencia de unicidad, pero
al fracasar instala la posibilidad de percibir un yo como distinto
de otro con psiquismos diferentes, o cada yo conteniendo las
propias representaciones psíquicas, es el inicio del
funcionamiento basado en el principio de realidad.
Una vez escindido el enlace, siempre figurarán como
separados y él ya estará á la búsqueda de esa unión inicial cotí
él otro, ya nunca más posible, unión cuyo sustituto se llamará
encuentro. Los distintos tipos de enamoramiento remiten a una
ilusoria repetición de ese momento. La separación en esa
unicidad es una precondición respecto de la represión
constitutiva del aparato psíquico basada en la fijación de las
representaciones ideativas y afectivas. Aquél se constituye con
un límite semejante al del yo, dado por la representación mental
de la piel (o de alguna piel) que separa el yo del yo del otro (tú) y
del yo del otro del otro (él). El pronombre personal delimita un
ilusorio límite real para la subjetividad, cuyo valor es el de
una fantasía (Moguillansky, 1986).
Con la promesa de restaurar esa ilusoria unión inicial operan
las distintas formas de penetración inconsciente de la mente por
lo social, sea a través, del objeto parental o por un accionar sobre
el propio yo. Es una manera de operar el nivel de lo
transubjetivo. Su base es hacer del yo su porta-voz y lejos de
conocer esta determinación, el yo se ilusiona como su autor. La
circulación de
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este nivel de determinación está asegurada por las reglas
inconscientes que son sus instrumentos. Son estipulaciones,
de carácter universal para la cultura, y regulan lo permitido y
lo prohibido como la regla del tabú del incesto. Es distinto de
los acuerdos y pactos vigentes para cada vínculo, como se verá
luego en el capítulo 8. Las reglas inconscientes estructuran la
significación, se acompañan de un supuesto de observancia, y a
su ves determinan la elección de algunos significados sobre otros
posibles regulando el sistema de opciones. Se convierten en el
universo significativo para esa familia, en consonancia o
disonancia con los ideales socioculturales. Es el lugar del código y
del máximo sentido de determinación inconsciente. De él
depende cómo se recorta y articula lo Ínter subjetivo y el
significado posible de los lugares y cómo se espera que cada
uno ha de semantizarlo (lo subjetivo). El yo en su recorrido
histórico se acercará o alejará de esta indicación. Corresponde
a los ideales y a los mandatos sociales transformados en
familiares: cuál es él lugar y cómo se es madre o padre o hijo,
cómo se tiene un vínculo de parentesco: de pareja, parental, filial;
si el mandato privilegia a la familia materna o el papel del
padre, etc.
De estos mandatos, una parte es investida narcisísticamente
desde el yo y da lugar a la estructura mental del ideal del yo. Las
reglas tienen el carácter de mandatos provenientes de la
cultura, en relación con la dual los padres pueden apropiarse
y transmitir sin saber que transmiten, o mediante un corte
no hacerlo sin saber que no lo hacen.
Lo inconsciente intersubjetivo se asegura median te acuerdos
inconscientes y pactos (capítulo 8). Constituyen el código de
procedimientos de la urdimbre de la Estructura Familiar
Inconsciente, denominación del espacio virtual, respecto de la
realidad de las relaciones familiares en cuya habla, cuerpos
erógenos vinculares y constelaciones afectivas aquélla está
transcripta.
Tiene una serie de posiciones denominadas por un
determinado nombre, sólo factible en su relación con los otros
nombres: Esposo respecto de Esposa, Padre respecto de Madre
y ambos respecto de Hijo. Constituyen una cadena
equivalente a una gramática. Esen el nivel de las familias
donde se hace la transcripción de lo socio-cultural inconsciente y
modelo de lo transubjetivo (la matriz del parentesco) y
requerimiento de una demanda identificatoria que convierta al
yo en transmisor de esa
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cultura dada, así como lo es la pareja parental (Berenstein, I. y
Puget, J.,1984).
Aunque es posible concebir el lugar preexistente y al cual
adviene el hijo (Castoriadis-Aulagnier, R, 1975), debiera
formularse la Estructura Familiar Inconsciente como el espacio
al cual advienen los voes tanto para su constitución como para
retomar y continuar el proceso identifícatorío. Si bien el hijo
recibe el nombre de los padres, la pareja es nominada como
padres desde el hijo. Es éste quien los ubica como tales. Cada
posición preexis-te a aquellos que la ocupan y a quienes hace
hablar y hay una verdadera búsqueda inconsciente de los
objetos propicios para establecer los acuerdos y pactos
inconscientes de los vínculos componentes de la Estructura
Familiar Inconsciente. Entonces un sentido del término
inconsciente es tópico: conjunto de posiciones ligadas en una
estructura vincular.
Lo sociocultural define tres términos del parentesco y sus
vínculos como señalé antes: el lugar del Padre, el de la Madre y
el del Hijo; el vínculo de alianza (pareja) matrimonial, de filiación
(de los padres con el hijo) y de los hijos entre sí (los hermanos).
No hay una denominación en nuestra cultura para el cuarto
término que completa esta estructura: el representante de la
familia materna (vínculo avuncular). Efecto de represión
constitutiva del parentesco familiar que anticipa la represión
originaría y constitutiva del aparato psíquico. Su presencia,
la del cuarto término, en el conjunto familiar como un lugar
habitado y significativo aproxima las relaciones familiares al
orden de la psicosis. A mayor predominancia (expresado
como atracción erótica) del vínculo avuncular, menor fuerza
significativa (rechazo erótico y odio) en el vínculo
matrimonial. Asimismo la relación con el padre tendrá signos
opuestos a la relación con el representante materno. Entonces
otro sentido del término inconsciente en la estructura familiar
es dinámico, la posibilidad de permutar sus signos afectivos y
por lo tanto cambiar el sentido de los representantes
vinculares, sus denominaciones y los afectos circulantes
(Berenstein, L, 1986). Las posiciones del parentesco están
entretejidas por una trama de deseos expresada en una
urdimbre de fantasías o interfantasmatización (nota 2). Su
lexicalización se constituye como un discurso familiar. Obtiene
su significado y a la vez informa de la clausura de la endogamia
y el acceso a la exogamia configurando el lazo familiar. Este
define el contexto y la función pragmática que recorta un
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 sentido específico para cada familia (Sierra Ovejero, M., 1986).
Siendo cada vínculo una relación intersubjetiva, la del
conjunto familiar también lo es y a la vez es una relación
transubjetiva donde la trama de los deseos y prohibiciones,
amores y odios juegan en relación con el discurso cultural que
atraviesa todos los espacios. Cada Estructura Familiar
Inconsciente auto-genera sus propios significados familiares a
partir de lo semantizado desde cada yo y desde lo cultural. En la
trama inconsciente, los modelos identifícatenos inducen un
recorte, y el aparato psíquico autogenera el deseo infantil,
ahora deseo altamente singular de la subjetividad. Se configura
como sujeto deseante.
La Estructura Familiar Inconsciente es una matriz
simbólica, los lugares y sus vínculos dan lugar a las relaciones
familiares. Estas son la realización de cada yo en conjunción
con el mandato de la cultura. En una suerte de transacción
cada yo ocupa esos lugares a su manera, de acuerdo con la
disposición de lo subjetivo de sí y de los demás.

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