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@psico.

acolores
@juanizorrilla_ clases particulares

Aclaración importante

El siguiente resumen pretende ser sólo un complemento de cara al próximo parcial.


Quiero decir que es muy importante que hagan la propia lectura de la bibliografía
obligatoria, y asistan a las clases oficiales con cada cátedra.
Además, recuerden que este es mi abordaje subjetivo de los textos. Hice el
resumen a partir de mi lectura personal, que no es la mejor, ni mucho menos. El
material siempre es susceptible de ser mejorado. No obstante eso, está hecho con mucha
seriedad, dedicación y esfuerzo. Cualquier inquietud la podemos charlar.
Suerte en el examen.
Juani Zorrilla
UNIDAD 1

“La psicología y su pluralidad”, Colombo

La autora nos advierte que acercarnos a la comprensión de la ciencia psicológica resulta


una tarea compleja.
Vamos a abordar, entonces, una serie de dificultades.
Por ejemplo, dice George Canghilhem que preguntarse “¿qué es la psicología”?
cuestiona, de alguna manera, la existencia misma del psicólogo, porque el psicólogo, al no
poder contestar con precisión qué es la psicología, tampoco puede muy bien decir qué hace
él. En otras palabras, si no se bien cómo describir a la psicología, cómo hago para
describirme a mí en tanto psicólogo.
Lo cierto es que al pensar en qué es la psicología, se nos plantea, desde el comienzo,
la falta de unidad de nuestra disciplina, en el sentido de que hay muchos enfoques teóricos,
algunos psicólogos estudian el inconsciente, otras la conducta, la mente, la percepción, y
también hay muchos métodos, abordamos la psiquis, la mente, el alma, o lo que sea que los
psicólogos abordemos, por medio de las palabras, de técnicas proyectivas como pueden ser
los dibujos, o con sensores computarizados que pretenden medir las funciones cerebrales.
No hay una unidad entre psicólogos, no hay una puesta en común, y esto es algo que van a
ver repetirse a lo largo de toda la carrera y en muchas materias diferentes.
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Toda esta diversidad de enfoques tiene que ver con diferentes perspectivas
epistemológicas, diferentes marcos teóricos, que nos llevan a construir conocimiento de
maneras diferentes.
La palabra construir conocimiento es muy importante, porque muestra que los
objetos de una disciplina, es decir las cosas que estudiamos, no preexisten, no están ahí
afuera esperando a que los descubramos como si fuera un tesoro escondido en las
profundidades de una isla remota, construimos los objetos, los saberes, en el mismo proceso
de abordarlos.
Entonces, la ciencia, a diferencia de lo que sostenían los positivistas, ya no sería una
disciplina que tiene como meta dar con regularidades en la naturaleza, dar con cosas que
preexisten, sino que, por el contrario, debe entenderse como una actividad constructiva que
se define en función de los problemas que decidimos estudiar y de los puntos de vista que
adoptamos para estudiarlos. Esta nueva definición de ciencia, opuesta a la de positivismo,
es importante, y susceptible de aparecer en una pregunta de parcial.
Los cambios conceptuales que mencionamos hicieron que la ciencia se volviera
“aproximacionista” con respecto al acceso a la verdad, lo que quiere decir que a ella sólo
podemos acercarnos, nunca acceder del todo, pues siempre estamos conociendo desde un
soporte teórico particular, construyendo.
Colombo continua diciendo que nuestra disciplina se erige un debate
epistemológico, por un lado, una psicología que, siguiendo las exigencias del modelo
dominante de las ciencias naturales, busca constituirse en ciencia, una psicología
presuntamente científica, y, por el otro lado, una psicología que, comprendiendo la
complejidad de su objeto de estudio que es el ser humano, no puede limitarse a definirlo a
partir de las demandas de observabilidad y verificación, de precisión rigurosa que suele
exigir la ciencia.
A partir de acá, Colombo se va a proponer hacer un recorrido a través de la
psicología.
Según cuentan los grandes volúmenes de historia, la psicología apareció como
ciencia experimental independiente a fines del siglo XIX, con la inauguración de
laboratorio experimental de Wundt en 1879 en la ciudad de Leipzig, Alemania.
Colombo se propone, en el presente texto, dar con una comprensión menos ingenua
de la fundación de la psicología. Va a mostrar que no todo empezó con Wundt. Para eso se
remite a la psicología y los enfoques que de alguna manera dieron lugar a la psicología tal
como la conocemos hoy día.
Para Platón, lo sensible tiene que ver con un mundo cambiante, contradictorio, en
definitiva, un mundo de apariencias, donde las cosas no son reales. De esa manear, la
verdad, las ideas, en tanto son inmutables, no cambian, no puede provenir de lo sensible, no
pueden provenir de la experiencia, porque ella es engañosa. Por ejemplo, la forma de
círculo existe, pero no en el mundo físico. Existe como un objeto fijo en el ámbito de las
idas, que sólo puede ser conocido mediante la razón. Así, un objeto que existe en el mundo
físico sólo puede ser llamado círculo porque se parece, participa, de la ida de círculo. Pero
el círculo perfecto no lo encontraremos acá, en el mundo sensible, sino en el mundo de las
ideas. Este filósofo afirma un dualismo definitivo entre cuerpo y alma, y tengan en cuenta
que cuando hablamos de “dualismo” nos referimos a dos elementos que entran en conflicto
y son contrarios. En Platón, vale decir, el alma es inmortal, y el cuerpo perecedero.
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Todas estas cuestiones del alma, que estamos trabajando, y seguiremos trabajando
en este texto, son importante porque, en su momento, la psicología nace de la mano de la
filosofía bajo el estudio del alma, de la psyque.
Según Aristóteles, el individuo es la sustancia compuesta de materia (el cuerpo) y
de sustancia (el alma). El cuerpo sería la materia, y la forma el alma.
¿Y qué es el alma en Aristóteles? La entelequia primera de todo cuerpo que tiene
vida en potencia. Para entender esto, es necesario distinguir entre potencia y acto.
La potencia es la posibilidad de ser algo, y el acto el por fin ser eso. Por ejemplo,
una semilla es un árbol en potencia, no es un árbol, pero tiene la posibilidad de serlo;
mientras que el árbol, con sus raíces, tronco, ramas, y hojas, es el acto, la semilla en tanto
por fin se convirtió en un árbol.
Entonces, decir que el alma es la entelequia primera de todo cuerpo que tiene vida
en potencia, es decir que al alma da vida, que el cuerpo no tiene vida, que solo puede
tenerla en potencia, pero no la tiene, es el alma el que por fin lo transforma en acto al
proporcionarle vida.
El alma es la entelequia primera de todo cuerpo que tiene vida en potencia, de todo
cuerpo que no tiene vida, pero que puede tenerla, y finalmente la tiene gracias al alma
La conclusión de todo lo que venimos diciendo es la imposibilidad de una existencia
separada de cuerpo y alma. El cuerpo necesita del alma para tener vida, sin ella es
simplemente un cadáver, mientras que el alma necesita del cuerpo para poder llevar
adelante sus funciones. Y, cuando el cuerpo ya no esté, ella tampoco lo hará, de ahí que, a
diferencia de lo que ocurría en platón, en Aristóteles el alma no sea inmortal.
Para terminar con Aristóteles, decimos que, en este filósofo, son cuatro causas las
que organizan el conocimiento: la causa material, la materia de la que está compuesta una
cosa; la causa eficiente, la fuente de movimiento, generación y cambio; la causa forma, la
especie; y la causa final, el objetivo o pleno desarrollo de un individuo. Así, por ejemplo,
un joven león está constituido de órganos; tiene unos padres; es parte de una especie; y
deberá convertirse en un ejemplar maduro de su especie; una estatua está hecha de mármol;
tiene un escultor; una forma que la convierte en Hermes o Afrodita; y un fin, ser una obra
de arte.
En el razonamiento, lo básico es el silogismo, proposiciones, afirmaciones que se
unen que, en su conjunto, proporcionaban una nueva conclusión. En el silogismo más
famoso, “todos los humanos son mortales” y “todos los griegos son humanos”, se llega a la
conclusión válida y precisa de que “todos los griegos son mortales”.
Tras la caída del Imperio Romano, las obras de Aristóteles se perdieron en
Occidente. Durante el siglo IX, los árabes, entre ellos Averroes, lo introdujeron en el Islam.
Los que lo recuperaron. En el XII, el Occidente latino renovó su interés por la obra de
Aristóteles. Santo Tomás de Aquino encontró en ella una base filosófica para orientar el
cristianismo. Lo mismo hizo, siglos antes, San Agustín de Histona con Platón, fundando los
comienzos del pensamiento medieval.
Trabajemos, ahora, a San Agustín, y a Santo Tomás, en ese orden.
San Agustín recibió mucha influencia del maniqueísmo, que era una doctrina que se
basaba en una división dualista del universo, en la lucha entre el bien, ámbito de la luz
gobernado por Dios, y el mal, la oscuridad de Satán. La especie humana sería producto de
esta lucha. El alma es espiritual, fragmento de la luz divina, mientras que el cuerpo,
material, es perverso. Se logra encontrar el camino de la redención a través del
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conocimiento de Dios, una sabiduría impartida por mensajeros divinos. El hombre ha sido
creado por Dios a su imagen y semejanza, Él ha puesto en el hombre un intelecto análogo al
suyo. El hombre medieval agustiniano busca la verdad a través de la fe, fe que ayuda a
encontrar Dios por medio de la Iglesia. Sólo así se salvará el alma.
En los siglos venideros, desde mediados del XI hasta mediados del XV, se va a
consolidar, por medio de la escolástica, el pensamiento filosófico y teológico hegemónico
de la Iglesia Católica. Los filósofos musulmanes, judíos y cristianos descubrieron la obra de
Aristóteles y, por ende, se enfrentaron al esfuerzo intelectual de usar la filosofía para
abordar el contenido sobrenatural de la revelación. En otras palabras, usaron la filosofía
para estudiar la biblia.
El objetivo esencial fue, básicamente, conciliar la razón, o sea el pensamiento
racional despojado de sus formas sobrenaturales, con la fe religiosa. La idea era dotar a la
fe de una base racional.
Ahora bien, como los escolásticos creían que la fe era el único modo de dar con la
enseñanza directa de Dios, ésta, la fe, tenía para ellos un mayor grado de verdad que la
filosofía, que la razón.
Fue Santo Tomás uno de los que se ocupó de poner a la fe por encima de la razón,
todo con el propósito de evitar que la razón subyugara a la fe, de evitar que los seres
humanos dejaran de leer la biblia para dedicarse a los manuales de filosofía.
Santo Tomás, que veía en la claridad y autoridad de Aristóteles una amenaza para la
doctrina católica apostólica romana, buscó respecto a él una reconciliación. Insistía en que
las verdades de la fe y las propias de la razón, son complementarias y compatibles.
La fe guía al hombre hacia su fin último, que es Dios, y por eso supera a la razón,
pero no la anula.
Saliendo de la Edad Media, pasemos a la modernidad.
La modernidad se basa en la duda, específicamente con Descartes, que de hecho es
el fundador de la filosofía moderna, y un representante del racionalismo, corriente
filosófica que sostiene que la base del conocimiento es la razón.
En Descartes, el único conocimiento segur, exento de toda duda, y a partir del cual
comenzó sus investigaciones, fue el cogito, ergo sum, el famoso pienso luego existo.
Para dicho filósofo, dos sustancias constituyen toda la realidad. La sustancia
pensante, es decir, el yo, la consciencia, y la sustancia extensa o física. Planteaba, de este
modo, un profundo dualismo en las posibilidades del conocimiento humano: por un lado, el
alma o res cogitans, a la que accedemos por medio de la introspección filosófica, y, por otro
lado, el cuerpo o res extensa, que se aborda con el método analítico y constituye un saber
indirecto y engañoso.
En oposición al pensamiento cartesiano, vemos aparecer el empirismo inglés,
representado por Francis Bacon, John Locke y Davis Hume, y que afirma, en oposición al
racionalismo, que la base del conocimiento son los sentidos y la experiencia.
Bacon entendía que el conocimiento humano no provenía de ninguna autoridad que
pudiera reglamentarlo, sino que se derivaba de la experiencia. Así, utilizaba la lógica
inductiva, extrayendo conclusiones generales a partir de datos particulares. Este método
tuvo una gran influencia en el desarrollo de las ciencias experimentales, y ya lo trabajamos
en epistemología.
De modo diferente a Descartes, Locke trasladó la discusión sobre la dicotomía
mente-cuerpo al dominio de la experiencia puramente psicológica, contrastando el sentido
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interior, es decir la experiencia reflexiva de la mente, con el sentido exterior, la experiencia


mental de las cosas. Afirmaba que el ser humano, al nacer, no tiene ideas innatas, dadas de
antemano, como pensaba Descartes, sino que es como una hoja en blanco, una tabula rasa
sobre la cual la experiencia imprime el conocimiento.
Hume, que como Bacon y Locke era un empirista, diferencia entre impresiones e
ideas, y dice que las ideas siempre son un reflejo muy débil de las impresiones. Por
ejemplo, la idea, el recuerdo que tengo del dolor que me produjo un pinchazo, no es nada
en comparación a la impresión en extremo dolorosa que en su momento el pinchazo me
produjo.
Kant intentó lograr un compromiso entre el empirismo y el racionalismo.
Por un lado, restringía el origen del conocimiento al terreno de la experiencia, así,
los conocimientos serían a posteriori, en la medida en que vienen después de la experiencia.
En este sentido coincide con los empiristas.
Pero, por otro lado, pensaba que la mente tenía ciertas estructuras independientes a
la experiencia que determinaban y transformaban las propiedades de lo que conocemos,
adaptándose, de esa manera, lo que conocemos, a nuestra mente. Sostiene, entonces, la
existencia de elementos a priori, o sea, anteriores a la experiencia, y ahí coincide con los
racionalistas. ¿Y cuáles son, entonces, esos elementos a priori? Las formas de espacio y
tiempo, que funcionan como ese molde a partir del cual se presenta lo sensible, y las
categorías, que abordan la materia y la conocen.
Entonces, Kant cree en la existencia de cosas a priori, y en ese sentido está del lado
de los racionalistas como Descartes, pero, retroactivamente, está seguro de que el
conocimiento proviene de la experiencia, motivo por el cual también comparte cosas con
los empiristas. Así concilia esas dos corrientes filosóficas en principio opuestas.
Por otra parte, Kant también se da el lujo de negar a la psicología como ciencia
empírica, ya que considera que no puede hacerse un estudio científico del yo, es que el yo
no permitiría, según él, ser capturado por las formas de la mente.
Fechner respondió a estas objeciones kantianas desarrollando procedimientos
psicofísicos que permitía n medir la fuerza de una sensación. Wundt combinó estas
nociones, las unió a los métodos de la fisiología sensorial y experimenta, y, en 1879, creó el
laboratorio de psicología experimental de Leipzig.
Así finaliza el texto, buscando evitar cierto reduccionismo que limitan la
emergencia de la psicología al laboratorio de Wundt.
La psicología, en tanto nace de la mano de la filosofía con el estudio del alma, es
muy anterior a Wilhem Wundt, siendo Wundt, si se quiere, el resultado del tiempo que lo
precedió.
Ustedes, de cara a un examen parcial, tienen que poder dar cuenta de todo este
recorrido que hemos hecho a través de la filosofía, y que muestra lo remoto y lejano que es
el origen de la disciplina que estudiamos. Recuerden que también es importante el carácter
construccionista de la ciencia, y las cuestiones que trabajamos, al comienzo del texto, sobre
la no unidad teórica y metodológica de la psicología.

“Los orígenes sociales de la psicología moderna”, Danziger

Como vimos en el texto anterior, las ideas psicológicas existieron mucho antes del siglo
veinte. Lo que cambió, en realidad, hacia el siglo veinte, es el contexto social en el que esas
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ideas siguieron desarrollándose. Es, justamente, ese contexto, el que nos encargaremos de
estudiar en el presente escrito.
Antes del siglo veinte, la psicología estaba en manos de filósofos, hombres de
medicina, economistas. Es decir, no existía la figura del psicólogo como tal, sino que la
psicología pasaba, si se quiere, de mano en mano.
Pero, en el veinte, aparece todo un cuerpo de profesionales y académicos que
reclaman con mucho éxito, el monopolio de la psicología.
A partir de entonces, para hablar de psicología “seriamente”, se debía respetar todo
el marco normativo de estos nuevos especialistas.
Este marco nos remite a la aplicación de ciertas técnicas como son la
experimentación y la cuantificación. Quien no siguiera esas reglas, quien no prosiguiera
como un verdadero científico, no sería tenido en cuenta, o, en todo caso, sus hallazgos no
serían legítimos, no serían válidos. Entonces, había que experimentar y había que
cuantificar, no se podía actuar, en psicología, de otro modo.
La psicología moderna, entendiendo por psicología moderna aquella psicología que
busca apartarse de las cuestiones metafísicas para pretender ser científica, tendría su origen
en los intereses de este grupo de profesionales. Recuerden que el texto se titula “los
orígenes sociales de la psicología moderna”, de modo que es importante que puedan hablar
acerca de origen. Y, en principio, lo encontramos acá, en los intereses de estos hombres
abogados sobre todo a las ciencias naturales, es decir las ciencias exactas.
Pero el texto no se detiene aquí. Busca profundizar acerca del origen de la
psicología. Ya que si bien lo que venimos elucidando es correcto, aún no está completo.
¿Por qué es importante continuar? Porque estas cuestiones experimentales, en
definitiva, estas nociones positivistas, llevan a la conclusión tradicional de que la psicología
de nuestra era comenzó en Alemania, con Wundt, para trasladarse, posteriormente, a los
Estados Unidos. De esa manera, según esta forma de ver las cosas, Wundt sería algo así
como el inventor de un nuevo rol, específicamente, el de psicólogo experimental. La
invención de la psicología moderna dependería de un solo individuo, de él.
Pero Danziger, y esto es importante, va a decir que Wundt no resulta una figura
apropiada para elegir como disparador de la identidad del psicólogo moderno. La
psicología experimental era sólo una parte de su trabajo, y, de hecho, se oponía a la
separación entre psicología y filosofía.
Sobre la postura de Danziger vamos a explayarnos.
En una crítica a los sociólogos positivistas, que son, de hecho, los que defienden el
origen en Wilhelm Wundt, Danziger dice que ellos, por su tendencia ahistórica, o sea por
no tener en cuenta los factores históricos, culturales y sociales que muchas veces inciden en
una disciplina, no pueden ver que la historia de una disciplina, o sea, lo que se dice acerca
de sus orígenes, es, muchas veces, una reconstrucción distorsionada, es decir falseada, a
partir de determinados intereses extra disciplinarios, que son ajenos a la misma disciplina.
Entonces afirma que si pensamos tan habitualmente en Wundt como el origen de la
psicología moderna, es porque detrás de eso se esconden ciertos intereses que,
permaneciendo ocultos, se encargaron de que así fuera, todo a partir de distorsionar lo que
realmente pasó en el medio. Esta es la postura de Danziger que ustedes tienen que entender
de cara a un parcial.
A diferencia de la sociología positivista, que deja de lado lo que tiene que ver con el
contexto, la sociología del conocimiento, que es la sociología del autor que trabajamos,
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estudiará las implicancias políticas, económicas, culturales y sociales que determinaron las
cosas. Estas diferencias entre ambas sociologías también tienen que considerarlas pensando
en un examen.
Si comparamos las distintas situaciones a las que debían enfrentarse aquellos que
querían ser psicólogos, por un lado, en Alemania y por otro lado en Estados Unidos,
encontraremos diferencias.
En Alemania, la aparición de nuestra disciplina fue reclamada por los académicos, o
sea por los estudiosos. En esa época, en Alemania, solamente existían cátedras de filosofía
en las facultades. La psicología, como asignatura, no era independiente, sino que era parte
del programa de filosofía. Los alemanes quisieron que se creara una cátedra dedicada
específicamente a la psicología. No fue nada fácil, pues tuvieron que enfrentarse a las
cátedras de filosofía ya establecidas.
Ahora bien, en Estados Unidos, en Norteamérica, los psicólogos tuvieron que
enfrentarse a algo totalmente diferente. Allí, los que decidían quién podía ser profesor en
una facultad, o en qué proyectos se invertían fondos y en cuáles no, eran los hombres de
negocio. Estos hombres, ubicados en posiciones de genuino poder, estaban muy interesados
en controlar al resto de los seres humanos. Por eso se interesaron por técnicas de control
social. Para ellos, la psicología sólo sería aceptable si podía garantizar el desarrollo de la
capacidad tecnocrática necesaria para el dominio de la industria y el mercado.
Los psicólogos norteamericanos, a esto, respondieron con una promesa, sostuvieron
que la psicología experimental proporcionaría las leyes fundamentales para el gobierno de
toda la actividad humana independientemente del contexto social. Así surgió el
conductismo, que en otras unidades trabajaremos en profundidad con Watson y Skinner.
Los americanos ignoraron los niveles históricos y culturales, ya que no toleraban la
existencia de un mundo social que obedeciera a sus propias leyes y que amenazara la
pretensión de poder controlarlo todo. En su lugar, se propusieron desarrollar leyes
abstractas de la conducta individual, casi metafísicas por su atemporalidad. De esa forma, la
acción humana se redujo a la conducta. Cuando, finalmente, la psicología social apareció,
lo hizo como extensión de la psicología individual a situaciones en las cuales operaban
estímulos sociales, susceptibles de ser controlados.
Uno de los aspectos más llamativos es que, a la hora de estudiar a Wundt, estos
psicólogos estadounidenses dejaron de lado su psicología de los pueblos. Aclaro, de paso,
que la psicología de los pueblos fue la psicología de un Wundt más viejo, que comenzaba a
alejarse de lo experimental para preocuparse por las interacciones sociales. La dejaron de
lado justamente por eso, porque empezaba a distanciarse de lo experimental.
En América, la veneración por lo experimental, en la búsqueda por el dominio de la
conducta, no encontró límites, y pasó a reclamar un lugar para la psicología en las ciencias.
Son, entonces, estos múltiples intereses políticos y económicos de los hombres de
poder, y el afán de los psicólogos americanos por compartir un poco de ese poder, los que
distorsionan la historia y hablan de Wundt como el origen, todo en miras de legitimar lo
experimental, de validarlo, cuando, en realidad, a Wundt no le interesaba controlar la
conducta.
Los orígenes de la psicología moderna en tanto experimental, individual, y
conductual, se encuentran en esos intereses de poder, más que en Wundt. Sobre eso arroja
luz este texto, esto no pueden dejar de decir en un examen.
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“Introducción a la psicología”, Miller

En la introducción de Aportaciones a la teoría de la percepción sensible, Wundt expone


tres grandes proyectos, a saber: crear una psicología experimental, crear una metafísica
científica, y crear una psicología social.
Podemos decir, respecto del proyecto de una psicología experimental, que el primer
objetivo de Wundt era constituir la psicología como ciencia. En Psicología fisiológica
establecía a la psicología como ciencia de laboratorio, con sus problemas y métodos
experimentales propios. Para Wundt, científico significaba experimental. Sólo en el
ambiente de laboratorio podían analizarse con precisión los esquivos elementos de la
experiencia consciente. En 1879, estableció su propio laboratorio, el primer laboratorio de
psicología experimental, en Leipzig.
Según lo entiendo yo, un antecedente directo de Wundt es el positivismo, corriente
filosófica creada por Auguste Comte. La intención de Comte era la de realizar un examen
sistemático de todo el conocimiento. El positivismo rechaza cualquier especulación sobre
poderes trascendentes, esencias ocultas o causas últimas, tachándola de metafísica. La
filosofía positivista acepta como reales únicamente aquellas cosas que puedan conocerse.
Todo cuanto sea mera conjetura, insostenible mediante la argumentación o la observación,
debe ser rechazado.
Los positivistas se sintieron poderosamente atraídos por los empiristas, los cuales
pensaban que la única fuente de conocimiento verdadero del universo es la experiencia
sensible. También encontraron fuerte apoyo en los materialistas, quienes pensaban que las
cosas existentes en el universo pueden ser entendidas en términos de propiedades de la
materia y la energía. Así, en las discusiones psicológicas tienden a enfocar la atención sobre
la anatomía y fisiología del cerebro, sobre su estructura y función. Por otro lado, los
positivistas tenían lazos muy estrechos con los evolucionistas, por eso es que forma parte
de la teoría de Comte que la civilización evolucionaba pasando por tres estadios, el
teológico, el metafísico y el positivista.
De esas tres tradiciones o antecedentes, a saber, el empirismo, el materialismo y el
evolucionismo, de las cuales bebe el positivismo, el empirismo fue probablemente la más
importante durante el inicial desarrollo de la psicología científica.
Vamos a resumir brevemente sus principales implicaciones para la psicología.
En primer lugar, el empirismo acentúa enormemente los procesos de la sensación,
pues los sentidos son las puertas de la mente a través de las cuales debe pasar todo
conocimiento del mundo.
En segundo lugar, el empirismo suele conducir a un análisis de reducción a
elementos, a un análisis de reducción de la experiencia consciente a las ideas simples que
constituyen los sillares básicos de la mente. Las ideas simples, como el azul, lo sonoro, lo
salado, son elementos sensorios en los que en última instancia pueden descomponerse ideas
más complejas.
En tercer lugar, la reducción analítica empírica a elementos crea la necesidad de una
concepción análoga de síntesis empírica de compuestos, una teoría de la asociación según
la cual los elementos simples pueden combinarse para formar elementos más complejos.
En cuarto lugar, el empirismo hace hincapié en la importancia de los procesos
conscientes en el conocimiento, la importancia de las percepciones y las imágenes, y
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desdeña la posibilidad de que los procesos mentales puedan no resultar siempre


inmediatamente patentes al individuo.
En quinto lugar, se trata de una teoría de la mente individual, en la que no se
consideran las implicaciones sociales. Todas las mentes han sido creadas libres e iguales.
La mente individual es algo privado y personal, independiente por completo de todas las
restantes mentes y libre de establecer con otros acuerdos o contrates que sirvan a sus
propósitos.
El empirismo se asoció con el materialismo. Según Hartley, una idea es una
vibración en los nervios, y por resonancia una vibración produce otra. Así explicaba cómo
una idea puede conducir a otra, y de esta manera proponía una base material para la teoría
empirista de la mente.
Wundt tenía influencias de la filosofía empirista inglesa, y de la fisiología
materialista alemana.
No obstante eso, su psicología no era una simple unión de esas dos corrientes. No se
proponía reducir la mente a un proceso físico del cerebro, ni tampoco abandonar la
metafísica.
Así pues, aun cuando el positivismo había creado una atmósfera intelectual dentro
de la cual resultaba razonable enfocarlo todo con espíritu científico, el fundador de la nueva
ciencia psicológica se alzó en rebelión contra el espíritu positivista de su tiempo, lo vemos
en el hecho de que se haya interesado por una metafísica científica o una psicología social,
punto que lo diferencia, a mí entender, del conductismo clásico.
Sobre el contexto, la psicología se convirtió en ciencia experimental durante las
últimas décadas del siglo XIX, en una época en que el pensamiento europeo estaba
dominado por el positivismo.
Respecto del objeto, para Wundt la psicología implicaba el análisis reductivo de la
consciencia en sus elementos, la determinación de la manera en que estos elementos se
hallan conectados, y las leyes de su conexión. Igual que los químicos habían analizado la
materia reduciéndola a los átomos, y los anatomistas habían analizado los sistemas vitales
reduciéndolos a células, los psicólogos debían analizar la mente reduciéndola a las
sensaciones y sentimientos elementales que la constituyen. Esta concepción la tomó de los
empiristas británicos. La historia ha tratado con dureza su esfuerzo de reducir las
emociones a contenidos conscientes de la mente. No es posible que las emociones sean sólo
sentimientos.
En cuanto al método, se refiere a la introspección. La única forma en que podemos
estudiar un sistema viviente desde el interior es mediante la autoobservación o
introspección, pensaba Wundt. Los experimentos de Wundt a diferencia de los
experimentos habituales de la ciencia no garantizan el acuerdo de todos los que los
presencian.
A pesar de su experimentalismo excéntrico, Wundt era después de todo un profesor
de filosofía. En efecto, cuando la psicología científica se encontraba ya floreciente, Wundt
comenzó a exteriorizar sus convicciones filosóficas. El hecho de que pudiera enfrentarse
con el positivismo prevaleciente e hiciera hincapié en los problemas metafísicos de la
filosofía y la psicología muestras hasta qué punto había dejado atrás sus días de estudiante.
Esto tiene que ver con su segundo proyecto, el de una metafísica científica.
El último de los tres proyectos que Wundt se había fijado para su vida era la
creación de una psicología social. Lo llevó a cabo con su laboriosidad característica en los
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diez volúmenes de sus Elementos de psicología de los pueblos, que aparecieron durante los
últimos veinte años de su vida. Se apartó aún más del positivismo. En su opinión, la mente
colectiva, social, la mente de los pueblos, trascendía las mentes individuales que la
componían. La mente de los pueblos se manifestaba en las lenguas, el arte, los mitos, las
costumbres sociales, el derecho y la moral, obras culturales todas ellas que un individuo no
podía hacer nunca en aislamiento. Esta opinión tenía una importante implicación, ya que
dividía la ciencia psicológica en dos partes: al experimental y la social. Según Wundt, las
funciones mentales más sencillas, como la sensación, la percepción, la memoria, y los
sentimientos simples, se pueden estudiar mediante experimentos de laboratorio en la mente
de los individuos. Pero los procesos mentales más elevados implícitos en el pensamiento
humano están tan intensamente condicionados por los hábitos lingüísticos, las ideas
mentales y las convicciones ideológicas, que los experimentos científicos resultan
imposibles. El pensamiento humano puede explorarse únicamente por medio de los
métodos no experimentales de la antropología, la sociología y la psicología social. El
pensamiento no puede entenderse a través del análisis de la lógica, ya que con harta
frecuencia es ilógico y resulta demasiado complicado para estudiarlo mediante la simple
introspección aplicada a los hechos mentales que lo acompañan. Únicamente estudiamos
sus productos, tal como se han acumulado a lo largo de la historia.

“Introducción histórica a la psicología contemporánea”, Murphy

Aunque evolucionismo y darwinismo suelen considerarse sinónimos, el evolucionismo


había sido desde mucho antes una de las grandes corrientes intelectuales de la civilización
occidental.
La importancia de Darwin no reside en que haya sido el primero en pensar en
función de la evolución y de la lucha por la existencia, sino en la acumulación metódica de
pruebas. Así, se dedicó al estudio intensivo de unas pocas formas de vida, y se preguntó por
qué se hallaban adaptadas de modo tan perfecto al medio en que vivían. Además, Darwin
había observado que en cada generación algunos individuos son eliminados, pese a hallarse
constituido de modo muy semejante a sus hermanos y hermanos. Funda, a partir de ahí, la
teoría de la supervivencia de más apto, de la selección natural, que implica adaptación al
medio. Los que sobreviven, eventualmente, cambian, evolucionan.
La influencia del darwinismo sobre la psicología fue evidente. Los psicólogos
estaban seguros de que su disciplina habría de hacerse sistemáticamente más biológica.
Aparecieron muchos libros que trataban la naturaleza de los instintos y del estudio
filogenético de la inteligencia.
Galton fue el primero que intentó aplicar el darwinismo al análisis de los individuos
y razas humanas. Pensaba, por ejemplo, que el genio podía heredarse. El campo de las
imágenes demostró ser uno de los más ricos para el abordaje de las diferencias individuales.
Pudo demostrar, a partir de él, las semejanzas hereditarias entre hermanos y hermanos, en
contraste con personas tomadas al azar. También estudió, de forma experimental, la
asociación, y cómo ella muchas veces remitía a la vida temprana. Este fue uno de los
primeros intentos de mostrar la significación de la infancia, particularmente la niñez, para
la personalidad adulta, y la cantidad de materiales infantiles que permanecen en el
individuo.
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El evolucionismo también afectó profundamente las ciencias humanas. Spencer


consideraba que las instituciones evolucionaban. Tylor creía que la religión era producto
directo del animismo. Comte mismo hablaba de una evolución teológica, metafísica y
positiva de la inteligencia. Marx pensaba que los cambios sociales obedecen originalmente
a la acción de leyes económicas, al desarrollo de nuevas artes industriales y a la lucha de
clases.

“Psicología, conceptos preliminares”, Scaglia

No existe una definición de psicología que sea unánimemente aceptada. Algunos dicen que
representa el estudio del alma, la consciencia, la conducta, los procesos mentales, y
podríamos seguir enumerando.
Esta dispersión no es producto de un caprichoso individualismo, sino de un debate
epistemológico acerca de las bases mínimas sobre las que debe apoyarse un campo de
conocimiento, a saber, el objeto de estudio y el método para abordarlo, tal como veremos
más adelante.
Dicho debate, que nace en la búsqueda de una identidad por parte de la psicología,
ha tomado, a manudo, la forma de una dispuesta en la que la psicología es reclamada desde
el ámbito de las ciencias naturales y desde el ámbito de las ciencias sociales. De esta
manera, el objeto de estudio, más que ser algo empírico, es una abstracción epistemológica
que adquiere diferentes matices según la perspectiva en la que se posicione el investigador.
¿Es posible, entonces, hablar de la psicología?, ¿o deberíamos decir las
psicologías?, de ser así, ¿cuántas de ellas? Para comenzar a responder a estas preguntas, se
debe considerar que resulta imposible plantear una discusión acerca del objeto y el método
de la psicología sin tener en cuenta la evolución histórica de esta problemática.
Hasta el siglo diecinueve, la psicología era una rama de la antropología, disciplina
que daba cuenta del ser como totalidad. Por lo tanto, su historia se confundía con la de la
filosofía, y sus postulados se correspondían con la concepción del hombre que predomina
en cada momento.
Dichas concepciones pueden ser esquemáticamente divididas en tres fases: la
concepción clásica, la cristiana, y la moderna.
La primera, que abarca desde los filósofos griegos hasta la Edad Media, estuvo
centrada en determinar los principios de ordenamiento del cosmos, y entendió al hombre
como la parte del cosmos dotada de razón. Apareció una preocupación por establecer las
diferentes relaciones entre el alma y la materia. Platón fue el primero que introdujo esta
distinción. En su intento por jerarquizar la razón por sobre lo sensorial, consideró al mundo
de las ideas como más verdadero que el mundo conocido por los sentidos. En cambio,
Aristóteles no estableció esa división jerárquica, por el contrario, afirmó que materia y
forma no pueden existir por separado. El cuerpo existe en razón del alma, pero el alma
existe solamente en y a través del cuerpo. El alma es una forma del cuerpo viviente, y no
una sustancia separada de la materia. La concepción aristotélica se constituye en
antecedente remoto de la psicología considerada como ciencia natural.
Así como la concepción clásica fue cosmocéntrica, la medieval era teocéntrica. La
fuente de conocimiento se sitúa fuera de hombre, ubicándose en un Dios creador. La razón
ya no es suficiente, debe acudirse a la fe como instrumento del conocimiento. El estudio del
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alma forma parte de preocupaciones derivadas de la teología, y la utilización de la


introspección se basa en la convicción de que en el fondo del alma se halla Dios.
Hasta aquí, la filosofía era la ciencia suprema, y todas las otras dependían de ella.
Pero esta cosmovisión se derrumba con la llegada de una nueva ciencia basada en el
Iluminismo moderno, que introduce una diferenciación tajante entre el conocimiento
científico y el filosófico, a partir de la aparición del método experimental. Así, se
independizan la física, la matemática, la astronomía, la biología, la sociología y la
psicología, en ese orden. La concepción moderna es profundamente antropocéntrica, pues
el hombre sustituye a Dios como fuente del conocimiento.
Descartes introduce una clara división entre la sustancia pensante y la sustancia
extensa. El modo de acceso al conocimiento de cada una de estas sustancias es
completamente diferente. Mientras que al espíritu se puede acceder de forma directa, el
abordaje de la materia se hace por medio de los sentidos.
Eso tendrá como consecuencia, años más tarde, la aparición de un dualismo entre lo
fisiológico y lo psicológico, entre un saber organicista y mecánico del ser corporal, y otro
espiritualista e introspectivo del alma humana.
La psicología, aún rama de la filosofía, pasó, a partir de Descartes, a ser considerada
una explicación racional de los hechos de consciencia.
Kant había afirmado la imposibilidad de que la psicología se convirtiera en una
ciencia, dado que los fenómenos psicológicos carecen de una dimensión espacial y, por
tanto, no son susceptibles de medición ni de tratamiento matemático.
Más tarde, también Comte le niega un lugar en su clasificación de las ciencias. El
positivismo sólo admite los hechos, e investiga la relación entre ellos, procurando formular
leyes que pudieran dar cuenta de verdades claras, unívocas e inmutables. Rechazaba a la
metafísica, es decir, todo lo que no se correspondiera con el dato, con lo susceptible de
observarse y experimentarse. Por otro lado, proclamaba la unidad de las ciencias. El
hombre, entonces, alejándose poco a poco del estadio teológico, y más tarde del metafísico,
encontrará el camino hacia el positivista.
Darwin, a partir de la teoría de la evolución, del origen común de las especies,
contribuyó a afianzar la idea del hombre como ser natural. Ya no es el ser privilegiado de la
Creación, y pasa a convertirse en un objeto de la naturaleza. Este es un pensador de la
biología. Aclaramos esto porque es frecuenta la extrapolación que se hizo de su
pensamiento, y que dio lugar al llamado darwinismo social. Profundizaremos sobre Darwin
en el texto que sigue, pero el mismo no es de vital importancia.
La psicología comienza a separarse de la filosofía, a constituirse como un saber
autónomo, con la aparición del método experimental y el desarrollo de las ciencias
positivas.
Con la creación del primer laboratorio de psicología experimental, en el año 1879,
se pude decir que Wundt reafirma una larga tradición presente en Alemania que intentaba
determinar un correlato directo entre los fenómenos psíquicos y los orgánicos, una
medición en psicología. Todo lo que ocurre en la consciencia tiene su basamento en
procesos fisiológicos específicos. Inaugura, así, y en paralelo con Herbart, Weber y
Fechner, los orígenes de la denominada psicología científica o psicofisiología. El objeto es,
acá, la experiencia interna, es decir elementos de la consciencia como la sensación, la
excitación, la imagen, el pensamiento. Es una psicología elementalista y analítica. Intentaba
descomponer la vida psíquica en sus elementos simples para estudiarlos y luego
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descomponerlos a través de formas de asociación. El método es la introspección


experimental, diferenciado del clásico en tanto era guiado por el experimentador.
Por su parte, Cassirer y Lévi-Strauss, afirmaron la capacidad de simbolizar del ser
humano, y su consecuente inseparabilidad del orden de la cultura. Posiblemente sea éste un
primer elemento que permita desentrañar el tema del objeto de la psicología, a partir del
momento en que el ser humano es concebido, no desde el orden de la naturaleza, como
mera continuación de la cadena evolutiva, sino como un producto de la cultura e
indisolublemente ligado a ella. Concebido así, las características que adquiere lo alejan de
las concepciones biologistas y positivistas.
Es posible afirmar que la frontera entre la psicología metafísica y la experimental es,
en suma, metodológica. Por un lado, los métodos reflexivos, intuitivos, o especulativos, y,
por el otro, los objetivos. En este momento de ruptura entre la psicología como rama de la
filosofía y la psicología como ciencia experimental se sientan las bases de una discusión
epistemológica que va a atravesar la historia de la psicología hasta el presente: por un lado,
quienes postulan la necesidad de que la psicología, si pretende ser una ciencia, debe adoptar
los criterios de la ciencia experimental positiva, y, del otro, quienes sostienen que, al ser el
objeto de estudio de la psicología uno histórico y no estático, el estatuto de cientificidad lo
debe buscar en otro lado.
Los diferentes ámbitos en los que se produce el quehacer científico son el contexto
de descubrimiento, el contexto de justificación, y el de aplicación. El primero tiene que ver
con la manera como un investigador llega a enunciar sus hipótesis o afirmaciones.
Intervienen en él los factores más variados, tales como características psíquicas, sociales,
económicas, ideológicas. El segundo es aquel que está en relación con la validación del
conocimiento, como por ejemplo si la teoría es justificable o no, si con ella se aumenta el
conocimiento, si el proceso de contrastación confirma las hipótesis formuladas. El tercero
incluye todo lo relacionado con las aplicaciones de un conocimiento determinado y de las
consecuencias positivas o negativas para con la sociedad.
Apoyadas en el contexto de justificación, las ciencias naturales afirman que el
método mismo garantiza la objetividad de la actividad científica. No hay lugar para la
subjetividad. En las ciencias del hombre, en cambio, el sujeto irrumpe constantemente, no
sólo desde lo individual, sino también desde lo social, lo cultural, y lo histórico.
Es innegable la pertinencia de método experimental para la investigación de algunas
áreas del conocimiento. Sin embargo, las ciencias del hombre produjeron logros que ponen
en tela de juicio tanto al procedimiento metodológico como a los postulados de base que se
intenta imponer de forma monopólica a todas las áreas de la ciencia.
Son esas las cuestiones que introducen a las problemáticas propias de la psicología.
Se puede responder a la pregunta qué es la psicología de forma diversa. Esta diversidad de
respuestas se origina en los diferentes objetos y métodos.
Tener diferentes respuestas a esta interrogante es ya una cuestión epistemológica.
Etimológicamente, epistemología significa conocimiento sobre la ciencia. Episteme es
ciencia, y logos conocimiento, discurso racional. Un estudio sobre cómo una disciplina crea
y desarrolla sus conocimientos es un estudio epistemológico.
Un período o época de la ciencia no puede ser descrita como hecho, sino como un
conjunto de ideas inscriptos en un sistema de pensamiento, y que se manifiestan a través de
técnicas específicas y complejas, tanto en el plano de la materialidad de las experiencias
como en la constitución de conceptos.
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Algunas corrientes epistemológicas en ciencia son las de Popper, Kuhn, y


Bachelard.
El primero nos trae el método hipotético deductivo, de tinte logístico. Este puede ser
definido como una conjunción de hipótesis con nexos deductivos entre ellas. Se basa en el
contexto de justificación, ya que hace la diferencia entre las buenas y las malas hipótesis a
través de la contrastación con la realidad. Sin embargo, es conveniente señalar que la
noción de verdad está relativizada en Popper, ya que si bien podemos tener certeza acerca
de la falsedad de una hipótesis, no podemos tenerla acerca de la verdad. Además, es
necesario recordar que para Popper es condición, para que una teoría pueda ser considerada
científica, que se falible, es decir, que pueda ser refutada.
Una aproximación epistemológica con una perspectiva muy diferente es la teoría
paradigmática de Tomás Kuhn, más sociológica. Kuhn no se pregunta tanto acerca de qué
es y qué no es ciencia, sino que profundiza en el tema del progreso científico. Respecto de
éste, se aparta del positivismo, ya que su concepción no es continuista ni acumulativista,
sino rupturista. Este autor ubica un período precientífico en el cual los investigadores no
tienen todavía un lenguaje común, y lo compara con una torre de Babel. Luego, los
lenguajes comienzan a unificarse en la medida en que alguien produce algún logro y la
comunidad científica comienza a adherir a ese logro y se nuclean alrededor de él, en la
denominada ciencia normal. Ahora bien, en los períodos de crisis, el paradigma comienza a
cuestionarse, pues no responde. De esta manera recomienza el ciclo. Hablamos de ciencia
revolucionaria cuando se instaura un nuevo paradigma, o, en otras palabras, una nueva
ciencia normal. Un paradigma instalado es una cosmovisión, una forma de concebir el
mundo. Un paradigma sucede a otro porque el segundo responde a preguntas que el anterior
no podía, pero esto no significa para Kuhn que uno “supere” al otro, o que se mejor, ya que
los paradigmas son “inconmensurables” y, en consecuencia, imposibles de comparar. La
revolución científica que marca el pasaje de un paradigma a otro concluirá en una
reformulación tan radical de los problemas y a una renovación tan profunda de los métodos
que hace que los conceptos de uno sean intraducibles para el otro.
Bachelard define al progreso de conocimiento como rectificaciones incesantes,
continuas. Todo conocimiento científico es la rectificación de un conocimiento primario
que después resulta ser sólo un error primario. Así, el saber resulta esencialmente
aproximado. Define al obstáculo epistemológico como la relación imaginaria que mantiene
el investigador con su objeto de estudio. Es decir que los obstáculos fundamentales para
acceder al conocimiento no están fuera del sujeto, sino dentro de él, específicamente en los
saberes previos, la opinión, los prejuicios. De esa manera, dice, se conoce en contra de
otros conocimientos. Esta concepción se opone a la adición o prolongación de una
determinada línea teórica continua. Se quiere descentrar al sujeto que investiga, respecto de
los objetos a investigar, ponerse en otro lugar, produciendo así una ruptura o corte
epistemológico que resitúa el proceso de conocimiento. Para este autor, el objeto de la
ciencia es siempre un objeto construido.
Si se quisiera intentar una síntesis de la evolución cronológica de la psicología, se
puede recurrir a los manuales de historia de la psicología. Se vería allí que, globalmente, se
distinguen tres etapas. Por un lado, la psicología precientífica o filosófica, por otro lado, la
psicología fundacional del siglo XIX, y, finalmente, los sistemas psicológicos
contemporáneos, que, a partir de principios del siglo XX, intentan una diferenciación de los
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conceptos teóricos y metodológicos que caracterizaron a la psicología decimonónica, o sea


la psicología del siglo diecinueve.
Los sistemas psicológicos contemporáneos apuntan contra los tres pilares de la
psicología experimental, o sea, contra la consciencia, la introspección y el elementalismo
asociacionista. Recuerden que, en su momento, la psicología experimental apuntó contra la
psicología del alma, contra la psicología precientífica.
Hagamos breve mención de los sistemas psicológicos contemporáneos.
El psicoanálisis surge como respuesta a la psicología y a la psiquiatría clásica, que
circunscribían sus estudios al campo de la consciencia. La ruptura se produce a partir de la
tematización de la vida psíquica inconsciente.
El conductismo rechaza a la consciencia como objeto de estudio, por no ser un
observable, y a la introspección como método. Propone como objeto de estudio a la
conducta, porque ésta es observable, y como método, la observación.
La teoría de la Gestalt ataca el elementalismo asociacionista, consistente en reducir
los fenómenos complejos a sus elementos constituyentes, introduciendo la moción de
totalidad, y la premisa de que el todo es más que la suma de las partes. Por otro lado,
modifica el concepto de individuo en la medida en que lo saca de la pasividad que le
atribuye la psicología clásica, para otorgarle un papel activo en cada uno de sus procesos.
En relación al rol activo del sujeto en los diferentes procesos cognitivos deben
mencionarse, entre otras, las teorías denominadas constructivistas: la epistemología
genética y la teoría sociohistórica. Estas teorías rompen con la controversia entre innatistas
y ambientalistas, que desde diferentes posiciones ubican al sujeto en un rol pasivo en los
procesos cognitivos.
UNIDAD 2

“Terapia del comportamiento”, Chertok

Capítulo 3. Condicionamiento operante. Un modelo de aprendizaje es un conjunto


articulado de principios o leyes que explican bajo qué condiciones se adquieren, se
mantienen o desaparecen determinadas conductas.
El condicionamiento operante se refiere a los comportamientos emitidos con una
finalidad o propósito. Cuando abrimos la ventana para que entre aire o bebemos agua para
aliviar la sed, nuestra conducta está dirigida a promover un cambio en el ambiente que nos
rodea o en el propio organismo. Se dice, pues, que estas conductas operan sobre el entorno,
y por eso se las conoce como conductas operantes.
Los cambios que estas conductas promueven en su entorno se llaman consecuencias.
El principio básico del condicionamiento operante establece que la emisión de una
conducta depende siempre de sus resultados. En otras palabras, la conducta está controlada
por sus consecuencias inmediatas. La lectura de este propio capítulo es un comportamiento
que genera consecuencias, como puede ser, por ejemplo, el aburrimiento o el interés. De
esas consecuencias específicas depende la continuación de la conducta. Ahora bien, como
la conducta que ya se ha emitido no puede alterarse, las consecuencias alteran en realidad la
probabilidad futura de que ocurra el comportamiento. La emisión actual de una conducta
depende de las consecuencias que ha generado en el pasado.
El condicionamiento operante, también conocido como aprendizaje instrumental,
fue desarrollado por Skinner a partir de 1938. Como antecedentes pueden citarse los
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trabajos de Thorndike y su ley del efecto.


Decimos que una conducta es reforzada cuando las consecuencias que genera
aumentan su probabilidad de ocurrencia futura. El proceso de reforzar una conducta se
conoce, entonces, como reforzamiento, y puede consistir en presentar o suprimir algo.
Según esa diferencia, hablaremos de dos modalidades de reforzamiento, el positivo y el
negativo. El reforzador será, por su parte, el evento específico que se presenta o se suprime
como resultado de la conducta, y que la incrementa.
Cuando el sujeto obtiene algo luego de emitir la respuesta, hablamos de
reforzamiento positivo. Lo que obtiene como resultado de la conducta se conoce como
reforzador positivo. El ascensor que llega después de oprimir un botón es un reforzador
positivo. También puede serlo el salario para la conducta de trabajar. El reforzamiento
positivo se conoce como reforzamiento por presentación de un reforzador, porque el
incremento en la probabilidad de la conducta se obtiene presentando un evento como
consecuencia de la misma. Vale aclarar que el reforzador positivo no es un premio. El
premio se define como algo valioso o agradable que se otorga a quien alcanza una meta o
realiza con éxito una tarea. Aunque los reforzadores positivos generalmente se consideran
agradables, no siempre es así. De hecho, un reforzador positivo no se define por el valor
que se le asigna sino por el efecto que tiene sobre la conducta. Cualquier suceso que
aparece después de emitida una conducta y aumenta la frecuencia de la misma es un
reforzador positivo. De esta manera, si los retos maternos tienen como resultado que el
chico continúe colgándose de las cortinas o pintando las paredes, están funcionando como
reforzadores positivos, incluso cuando nadie calificaría a los retos como premios.
Inversamente, si un suceso no incrementa la probabilidad de que se emita una conducta, no
puede considerarse un reforzador, aunque sea algo valorado. La autorización para jugar a la
Play puede servir o no para reforzar la conducta de hacer la tarea. El único medio de
comprobarlo es ver el efecto que produce sobre el comportamiento del chico.
Esquematicemos, a fin de hacerlo un poco más aprehensible. Conducta (oprimir botón,
trabajar) -presenta- reforzador positivo (ascensor, salario).
Una segunda modalidad de reforzamiento consiste en quitar algo como
consecuencia de la conducta emitida. Ejemplo de esto sería un padre encendiendo la luz del
dormitorio de su hijo para terminar con el llanto del chico o una persona aplicándose
repelente para evitar que los insectos le piquen. El proceso se llama reforzamiento negativo
o reforzamiento por retirada de un suceso aversivo, y los eventos que se suprimen, el llanto,
la picadura, son reforzadores negativos para las conductas correspondientes. De nuevo,
esquematicemos. Conducta (encender luz repelente) -suprime- reforzador negativo (llanto,
picadura). Podemos agregar que en el primer ejemplo, tenemos un condicionamiento de
huida o escape, porque el suceso no deseado ya está presente, mientras que en el segundo es
de evitación, ya que todavía no se ha dado.
Una visión más amplia del proceso de reforzamiento se obtiene a partir de los
aportes de un autor llamado Premack. Él observó que cuando un individuo tiene libre
acceso a una serie de actividades, el tiempo que dedica a cada una de ellas es variable. Esto
define la condición del organismo y la preferencia o valor que el sujeto asigna a cada
actividad, lo cual puede expresarse diciendo que las actividades difieren en su probabilidad.
Premack sostiene un principio que afirma que las respuestas de mayor probabilidad pueden
utilizarse para reforzar conductas de probabilidad menor. Si para una persona hacer
gimnasia es una conducta de menor probabilidad que escuchar la radio, puede hacer
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contingente la segunda conducta respecto de la primera con objeto de incrementar sus


ejercicios. Esto significa que va a escuchar la radio sólo si hace ejercicios físicos. Las
conductas de mayor probabilidad son reforzantes por sí mismas, y tienden a emitirse sin
necesidad de estar mantenidas por otros reforzadores. Repárese en que hablamos de
conductas de mayor o menor probabilidad, y no de mayor o menor frecuencia. Ir al dentista
puede ser un comportamiento de alta frecuencia, pero difícilmente sirva para reforzar otro
comportamiento. De manera que la condición de reforzador no depende de una cualidad
intrínseca del evento reforzante, sino de su relación de probabilidad con otros eventos.
Existen dos tipos de reforzadores. Aquellos cuya cualidad reforzante es natural y no
debe ser aprendida porque satisfacen nuestras necesidades biológicas. Son los reforzadores
primarios o incondicionados, incluyen el alimento, el agua, la actividad sexual, el calor. Por
otro lado, los eventos cuya cualidad reforzante es el resultado de un aprendizaje, como el
dinero, se conocen como reforzadores secundarios o condicionados. Entre estos últimos
cabe destacar también los elogios, y muestras de aprobación, reforzamiento social, que
tienen un elevado poder reforzante y pueden emplearse incluso con fines terapéuticos.
El término motivación no explica en realidad el comportamiento. Cuando
afirmamos que el joven está muy motivado para hacer deportes, sólo estamos indicando que
dicha conducta es muy probable. A su vez, la conducta es muy probable porque está bajo el
control de un reforzador muy potente. De modo que la alta motivación describe,
simplemente, una situación en que la conducta está siendo intensamente reforzada por
algún evento. La potencia de un reforzador no siempre es la misma para un individuo. Si el
sujeto se ha visto privado de alimentos, dicho evento se transforma de inmediato en un
potente reforzador. Tal situación se conoce como privación, y es uno de los factores que
aumenta la motivación. El fenómeno inverso es la saciedad, un evento pierde su capacidad
reforzante si es suministrado en exceso. Podemos reforzar a nuestros hijos cada vez que
toman sus propias decisiones y resuelven por sí mismos sus dificultades, con objeto de
incrementar su independencia y autonomía. Pero si proporcionamos el elogio con
demasiada frecuencia y siempre con las mismas palabras, corremos el riesgo de perder
efectividad. Privación y saciedad no son características intrínsecas de los reforzadores, se
refieren en realidad al estado en que se encuentra el organismo. Así, la cualidad reforzante
de un evento es variable, y depende de la situación en que se encuentra el organismo.
Cuando una conducta deja de ser reforzada, disminuye su frecuencia hasta
desaparecer, es decir se extingue. En el ejemplo del ascensor citado anteriormente, la
conducta de oprimir el botón se extinguirá si deja de producir la consecuencia esperada, la
llegada del ascensor. Una maestra puede ignorar a un alumno que siempre interrumpe la
clase, y al que estuvo reforzando inadvertidamente con sus retos. La conducta del chico se
va a extinguir si estaba siendo mantenida por la atención de la maestra. Aquellas conductas
que se mantienen por reforzamiento negativo también se extinguen cuando dejan de
suprimir el suceso aversivo. Si los mosquitos nos pican aunque nos pongamos repelente,
dejaremos de usarlo. La resistencia a la extinción varía de acuerdo al programa de
reforzamiento utilizado. Si cada respuesta del sujeto va seguida de un refuerzo, hablamos
de reforzamiento continuo. Cada vez que giramos la perilla, la radio se enciende. En otros
casos sólo algunos intentos del sujeto son reforzados, es un reforzamiento intermitente. Los
vendedores ambulantes ofrecen su mercancía a mucha gente, pero no todos tienen éxito. La
primera de esta clase de reforzamientos es útil para útil para incrementar la emisión de
aquellos comportamientos que ocurren con muy baja frecuencia. Sin embargo, las
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conductas que se refuerzan de ese modo se extinguen rápidamente cuando dejan de ser
reforzadas. Rápidamente dejaremos de girar la perilla si la radio no funca. En cambio, el
reforzamiento intermitente resulta apropiado para mantener comportamientos ya
establecidos, porque determina una mayor resistencia a la extinción. El vendedor ambulante
seguirá vendiendo sus artículos aun cuando no venda ninguno. En un programa de
modificación de conducta puede emplearse ambos procedimientos en forma sucesiva. Si
deseamos incrementar las interacciones sociales de un niño con sus pares, al principio le
reforzaremos sobre una base continua, elogiándolo cada vez que se acerca y juega con otros
chicos. Más adelante espaciamos el reforzamiento, elogiando sólo algunas de esas
interacciones. En este caso, intervienen otros factores. El niño puede encontrar gratificante,
reforzante, el jugar con otro amiguito, independientemente de nuestros elogios. De hecho,
cuando se refuerza una conducta se espera que una vez establecida genere reforzadores por
sí misma en su medio natural, de modo que se mantenga sin necesidad de reforzamiento
externo.
Aunque la extinción no es el único procedimiento para reducir la emisión de
conductas. Suele complementarse con el reforzamiento de una conducta incompatible con
la que se desea extinguir. La maestra puede emplear con éxito ese procedimiento si además
de ignorar al chico cada vez que interrumpe la clase, lo elogia y lo felicita cuando se porta
bien.
Cuando un padre da una palmada a su hijo por introducir los dedos en el
tomacorrientes, está usando un procedimiento que se conoce habitualmente como castigo.
El castigo se refiere al proceso por el cual se reduce la probabilidad de una conducta
presentando un elemento aversivo, o retirando un reforzador positivo luego de emitida la
misma. De acuerdo a esta definición, la palmada castiga la conducta sólo si reduce la
probabilidad de que el chico vuelva a introducir los dedos en el tomacorriente. O sea que un
procedimiento no se define como castigo porque involucre un suceso desagradable como la
palmada, sino por el efecto que tiene sobre la conducta. El castigo tampoco está relacionado
con hacer justicia. La medida de encarcelar a los delincuentes sólo podría considerarse
castigo si redujera la probabilidad de que estos volvieran a delinquir. Las reprimendas de
una esposa a su marido por leer el diario durante la cena, pueden considerarse castigo si
consiguen que deje de leerlo. Otra medida sería retirar los platos de la mesa antes de que su
marido los toque. En el primer caso estaríamos frente a la presentación de un suceso
aversivo, las reprimendas, mientras que el segundo implica el retiro de un reforzador
positivo, como es la comida. Siempre que las circunstancias lo permitan es preferible
utilizar la extinción y el reforzamiento de una conducta incompatible en lugar del castigo.
Muchas veces la intervención terapéutica consiste en enseñar a las personas que mantienen
relaciones estables a usar el reforzamiento en lugar del castigo para promover cambios en
los otros.
El reforzamiento es un proceso natural y su existencia es independiente de la
voluntad de los científicos que lo estudian para modificar la conducta. Mucho antes de que
los primeros investigadores describieran el proceso de reforzamiento y le asignaran ese
nombre, los animales se dirigían al arroyo para saciar su sed y los hombres encendían el
fuego para calentarse. Otro concepto básico radica en la universalidad del fenómeno.
Siempre que emitimos una conducta la misma está siendo reforzada de alguna manera. Para
comprender este punto, conviene recordar que los reforzadores no consisten únicamente en
objetos materiales como el ascensor, la comida, o el dinero, sino que pueden tratarse
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también de alabanzas o elogios que nos proporcionan otras personas. Asimismo, la


desaprobación y las críticas son consecuencias aversivas que dirigen nuestro
comportamiento en muchas ocasiones. Aún más, no es imprescindible que los reforzadores
sean administrados por otras personas. Constantemente juzgamos nuestras propias conducta
y la aprobamos o censuramos de acuerdo a pautas aprendidas previamente. Cuando
devolvemos un billete que el cajero nos ha entregado por error, lo hacemos para evitar la
autocensura y la culpa que experimentamos al juzgarnos como deshonestos. La culpa en
este caso es un evento que funciona como reforzador negativo, pues suscita la conducta que
la evita. Por último, los humanos tenemos la facultad de anticipar los resultados de nuestros
actos. Este proceso nos permite actuar con la finalidad de alcanzar resultados futuros.
Tengamos en cuenta que un reforzador para ser eficaz debe presentarse inmediatamente
después de emitida la conducta. Cuando los resultados no son inmediatos, como ocurre al
estudiar para un examen, pueden ser evocados por el sujeto en el momento de actuar. El
estudiante probablemente se dice a sí mismo, "si no estudio voy a perder el examen". Como
esta idea le genera temor, estudia para evitar o suprimir el malestar emocional. De esa
manera, estamos otra vez ante un reforzador negativo, el miedo actual a desaprobar, miedo
que para suprimirse tiene que exhortar la conducta del estudio. Ahora bien, el sujeto
también puede sentirse inclinado a estudiar porque anticipa las ventajas o beneficios que
obtendrá al superar la prueba. "Si estudio voy al examen y me sentiré conforme con mi
rendimiento, podré seguir con la carrera, y mamá se alegrará". En este caso, esta
gratificación funciona como reforzador positivo, pues para que se presente hay que poner el
culo en la silla. Otros factores pueden incluir en la misma dirección o en forma antagónica.
El esfuerzo que demanda estudiar una materia difícil puede ser suficiente para castigar la
conducta a pesar de los reforzadores mencionados. Como saben muy bien los estudiantes,
el reforzamiento de conductas incompatibles con la de estudiar juega también un papel
importante, como puede ser salir de joda de forma excesiva.
Gran parte de nuestras conductas están controlada por reglas verbales. Sin embargo,
no todas las reglas verbales son eficaces. "Si no uso preservativos durante mis relaciones
sexuales, tengo la posibilidad de contraer sida". Cuando los resultados anticipados son poco
probables, la regla verbal se torna menos eficaz para controlar el comportamiento. En tal
situación, otras consecuencias inmediatas y más probables pueden competir con la conducta
deseada, como la pérdida de sensibilidad que supone el uso del profiláctico, la interrupción
del juego sexual que precede a la penetración, etcétera. Las reglas que describen resultados
pequeños y acumulativos tampoco controlan fácilmente el comportamiento. O sea, las
ventajas del ejercicio físico regular son por todos conocidas. Sin embargo, los beneficios de
una sesión aislada de gimnasia son pobres, y no alcanzan para compensar el esfuerzo que
demanda la sesión en sí. En otras palabras, el reforzamiento obtenido cada vez que se
practica ejercicio es pequeño, mientras que el costo de la respuesta en términos de esfuerzo
supone un castigo inmediato y de magnitud considerable. Ni hablar del placer de comer
mal, que puede ser un reforzador de conducta incompatible. Por supuesto que las personas
varían en su capacidad de evocar resultados futuros. Algunas viven en el presente, mientras
que otras se preocupan más por las consecuencias de sus hábitos. Hay quien percibe a las
posibles tragedias como muy probables, mientras que otros minimizan generalmente los
riesgos. Estos hábitos de pensamiento, que constituyen la personalidad individual, son el
resultado de predisposiciones genéticas y de las múltiples experiencias de aprendizaje que
atraviesa el sujeto a lo largo de su vida.
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Cuando una conducta es reforzada en algunas situaciones pero no en otras, el


individuo aprende a discriminar entre ambas y emite la conducta sólo en aquellas
situaciones en que tiene probabilidad de ser reforzada. En la sala de espera del dentista, por
ejemplo, una persona que se encuentra sin hacer nada y nos saluda cuando llegamos nos
indica que nuestra conducta de conversar probablemente será reforzada con su respuesta e
interés, mientras que una persona que se encuentra enfrascada en su lectura y no levanta la
cabeza nos indica que no quiere hablar y que el reforzamiento probablemente no tendrá
lugar. Los sucesos que preceden a las conductas se llaman estímulos. Aquel estímulo que
señala que nuestra conducta será reforzada se llama estímulo discriminativo, y el que nos
indica que el reforzamiento no tendrá lugar se conoce como estímulo delta. La luz verde del
semáforo es un estímulo discriminativo para la conducta de cruzar la calle, mientras que el
rojo es un delta para la misma conducta.
La generalización del estímulo tiene lugar cuando un comportamiento que fue
reforzado en una situación se emite en una circunstancia distinta. Este proceso es inverso a
la discriminación. Un chico que siempre ha sido reforzado por obedecer ciegamente a sus
padres puede conducirse de manear sumisa y obediente frente a otras personas. Cuanto
mayor es la semejanza entre la nueva situación y la original, más probable es que se
generalice el comportamiento aprendido. Clínicamente, esto puede utilizarse para disponer
la situación de tratamiento de modo que se parezca lo más posible a la situación real, para
que als nuevas aptitudes aprendidas en el consultorio puedan generalizarse a la vida
cotidiana.
Si se desea instaurar conductas que no están en el repertorio del individuo, no es
práctico esperar hasta que aparezcan para luego reforzarlas, porque tal vez no aparezcan
nunca. En estos casos se debe recurrir al moldeamiento o reforzamiento por
aproximaciones sucesivas, que consiste en reforzar al principio las conductas que tienen
algún parecido con la deseada, e ir aumentando paulatinamente las exigencias para el
reforzamiento. A medida que se desarrolla el proceso, la conducta debe parecerse cada vez
más a la buscada para ser reforzada. Si queremos enseñar a un niño a comer solo, al
principio reforzaremos cualquier comportamiento que se parezca vagamente a comer solo,
por ejemplo introducir la cuchara en el plato. Luego esperaremos a que transporte el
alimento hasta su boca, aunque lo vuelque. Más tarde lo reforzaremos sólo si lleva la
comida a su boca sin volcarla. Simultáneamente, podríamos utilizar otros procedimientos,
como realizar nosotros la conducta para que la imite. En este caso, ya estaríamos utilizando
el moldeamiento, o sea la imitación de un modelo.

"Modelos sobre la adquisición del lenguaje", Fernández Lozano

La complejidad subyacente al proceso de adquisición del lenguaje reclama para su estudio


la colaboración de distintas disciplinas, diversas áreas bien diferenciadas por sus objetos y
métodos, sin que hasta el momento haya sido posible la creación de un marco conceptual
específicamente psicolingüístico.
Nuestra exposición pretende ilustrar acerca de los diversos enfoques que han
intentado dar respuesta al tema de la ontogenia del lenguaje. Vamos a centrarnos,
específicamente, en el proceso a través del cual el niño adquiere el dominio suficiente de la
lengua que se habla en su entorno familiar y social para poder interactuar con él.
Muchas veces se ignora el carácter bipolar de la lengua, que, según Bronckart, es a
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la vez mecanismo de representación y de comunicación, a la vez estructura formal y


sistema de expresión, que remite al contenido propiamente dicho y al contexto.
La mayoría de psicólogos que han abordado el problema de la adquisición del
lenguaje desde un paradigma científico de orientación empirista han partido de supuestos
asociacionistas, utilizando principios del condicionamiento clásico y operante. Entre los
autores que han utilizado como principio explicativo hallazgos de Pavlov, se encuentran los
pensadores del condicionamiento clásico, tales como el famoso Watson, Osgood, Luria, y
Staats. El primero definió al pensamiento como los hábitos verbales en tanto se ejercen
detrás de esas puertas cerradas que son los labios. Para él, los vocablos pueden provocar
reacciones al igual que los objetos que sustituyen, son importantes en la medida en que dan
lugar al desencadenamiento de otras conductas, tanto verbales como no verbales. La
posición mantenida por Osgood, seguidor del norteamericano, es que la conducta verbal se
modifica por el significado que le demos a las cosas. Los significados internos son nexos
mediadores entre el estímulo y la respuesta. Luria trabajó la relación entre el lenguaje y la
organización cognitiva. Stats apeló tanto al condicionamiento clásico como al operante.
Respecto a este último, lo tenemos a Skinner. Él sostuvo que la tarea del psicólogo consiste
en analizar funcionalmente el lenguaje. No se interesa por las reglas que rigen el sistema de
la lengua, que es la tarea de la lingüística, sino por la persona individual que habla. Trata de
explicar cómo se instaura, se mantiene, se modifica, y se manifiesta un determinado
repertorio verbal en un sujeto dado. Reduce el comportamiento verbal a un comportamiento
como cualquier otro, y se propone analizarlo en base a lo que denomina contingencias del
refuerzo, en las que entran en juego la respuesta del sujeto, el estímulo, y el refuerzo. Para
terminar con el paradigma empirista, remitámonos a la imitación. Ella ha sido el
mecanismo a que más se ha recurrido para explicar la acción del entorno sobre la
adquisición del lenguaje. Brown fue uno de los primeros en revelar la importancia de los
modelos propuestos por el ambiente al ocuparse de las expansiones en la interacción verbal
madre e hijo, aunque les concedió un papel accesorio en la estructura del lenguaje infantil.
Posteriormente, la importancia de los modelos del aprendizaje social, de los factores
sociales, ha sido subrayada por Bandura.
También las hay orientaciones innatistas, opuestas a las empiristas. Fueron los
trabajos de Noam Chomsky, iniciador de la denominada gramática generativa, los que
desencadenaron esta actitud. Está interesado en la elaboración de una teoría formal del
lenguaje. Su concepto de creatividad, entendido como la capacidad de comprender y
producir un número infinito de enunciados a partir del conocimiento de un número finito de
reglas, presupone la especificidad de la conducta lingüística. La rapidez con que el niño
adquiere esa capacidad compleja que es el lenguaje llevó a Chomsky a la conclusión de que
el mecanismo en juego de dicha adquisición no puede ser, como lo describen los
psicólogos, el aprendizaje, sino que se trata de una verdadera emergencia de estructuras
preprogramadas, inscritas en el potencial genético de la especie humana. Peraita considera
la pervivencia actual del innatismo bajo la forma de buscar regularidades de los fenómenos
gramaticales a lo largo de todas las lenguas del mundo. Se postula que, como mínimo,
tienen que existir unos tipos de determinaciones que hagan que el niño conozca las
categorías gramaticales básicas, ya que, de lo contrario, dado lo confuso y heterogéneo de
los inputs lingüísticos que recibe, no podría organizar ni sistematizar las estructuras
lingüísticas, ni inferir regla alguna.
El interés por los aspectos cognoscitivos del lenguaje surge como reacción contra la
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tendencia que concedía un lugar privilegiado a los aspectos sintácticos en el estudio del
lenguaje infantil. Esta orientación llevó a revitalizar la posición piagetiana. Aunque él no ha
estudiado la adquisición del lenguaje, sino que se ha ocupado del papel del mismo en el
desarrollo cognitivo, su manera de concebir el lenguaje permite abordar experimentalmente
sus orígenes en relación con la actividad global del niño. Se argumenta que el niño no
puede descubrir las estructuras sintácticas sin la ayuda del significado, siendo muy
abundantes los estudios dedicados a explorar el desarrollo del componente semántico.
Finalmente, los modelos interaccionistas. Se hace referencia al marco teórico cuyo
enfoque principal son los aspectos funcionales, pragmáticos, comunicativos, en contextos
determinados. Desde el punto de vista del desarrollo lingüístico, se considera la adquisición
del lenguaje en estrecha dependencia del contexto social y de las situaciones de interacción,
entendida como un proceso en el que intervienen como mínimo dos participantes, y en el
que ambos participantes quedan mutuamente afectados.

"Práctica educativa y rol docente", Follari

Capítulo 3. Crítica de Skinner, para contextuar la noción de aprendizaje. La sociedad


industrial hace de la producción, y la productividad, su motor e ideología. Así, busca
controlar a los sujetos, para que ellos se ciñan dócilmente a las disciplinas y automatismos
que el mundo tecnologizado exige.
Dicho control se ejerce a través de una serie de aparatos de ordenamiento de las
prácticas de los sujetos sociales a las necesidades de la producción, desde la fábrica, como
el hospital, la cárcel, o incluso la escuela. Allí se sujeta a los individuos hacia la
producción, y a la vez se discrimina a quienes no entran en ese ritmo, rotulándolos como
desviados y lanzándolos hacia afuera de los mecanismos sancionados como socialmente
legítimos.
La ciencia, corazón del aparato de dominación capitalista, cumple un rol central
dentro de estos mecanismos, en la medida en que ellos exigen la aplicación de tecnologías
específicas por una parte, y por otros se ven legitimados por el prestigio asignado a la
ciencia como oculta metafísica de nuestra época.
Pero la ciencia no es un valor per se, lo es tan solo en función de las prácticas
sociales que la fundan y a la instituyen. Dentro de la historia misma surgen los parámetros,
necesariamente históricos y provisionales, de lo que llamamos verdad. Así, la verdad, y la
ciencia en tanto se presenta como verdad absoluta, no es otra cosa que una relación de
fuerzas.
Así pues, la ciencia asume y reafirma relaciones humanas, ordenándolas según las
necesidades de la racionalidad productiva, de medios afines, y por tanto establece el
necesario disciplinamiento de las prácticas, y la eliminación de sus posibilidades de
disrupción o irregularidad respecto de ese orden.
Desde este espacio general, puede entenderse la función escolar como función de
normativización y poder. La noción de aprendizaje le está ligada constitutivamente. A la
escuela se va a aprender, aprender justamente los comportamientos necesarios para la
reproducción del aparato capitalista.
Es por eso que la noción de aprendizaje es inmanente a las necesidades del gran
capital, y así no es casual que surja en el interior de una teoría que es forma consciencia de
la sociedad tecnocrática, la teoría estadounidense de la modificación de la conducta, cuyo
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paradigma es la obra de Skinner.


Las teorías del aprendizaje nacen como necesidad de aplicación de procedimientos
más racionalizados al campo educacional y militar. No tienen en su génesis una intención
cognoscitiva, sino inmediatamente pragmática. Su objetivo es predecir y controlar.
Marcuse ha señalado cómo las necesidades tecnocráticas han reducido
prácticamente la diferencia entre ciencia y tecnología.
¿A qué viene este artículo dedicado a la educación?, ¿por qué se insiste en Skinner?
Se lo hace porque su influencia es decisiva, sus aplicaciones fueron exportadas desde
Estados Unidos a nuestra Latinoamérica. La programación de la enseñanza por objetivos, o
las evaluaciones de respuesta múltiple, por mencionar algunas, las heredamos de él. En la
primera se reduce todo efecto de aprendizaje a un plan totalmente establecido, y en la
segunda se busca mecanizar el razonamiento, sin dar lugar a que el estudiante pueda
expresarse discursivamente y anulando toda posibilidad crítica, pues no se piensa en
desarrollar respuestas sino en buscar entre las que se nos presentan.
Una vez que hayamos hecho que se siga el tipo especial de consecuencia que lleva
el nombre de refuerzo, aplicado inmediatamente después de la conducta que se busca
reforzar, nuestras técnicas nos permitirán configurar casi a voluntad el comportamiento de
un organismo, dice Skinner. Eso es lo que se desea controlar, la voluntad, por medio de
reforzamientos positivos y evitando el castigo.
Skinner aboga por el control tecnológicamente mediado, en manos de especialistas.
Es exactamente lo que denunciaba Huxley en su fantasía futurista, Un mundo feliz, donde la
existencia era planificada y controlada por ingenieros conductuales que determinaban lo
que creían bueno.
Por su puesto todo eso no surge de la nada, es la trasposición del mundo
tecnocrático estadounidense y su ideología a una concepción supuestamente científica.

"Conductismo y terapia de la conducta”, Nudler

Hacia finales de la década del 50 el conductismo comienza a ser seriamente cuestionado en


su propio lugar de origen, es decir, Estados Unidos.
La edad de oro del conductismo había concluido definitivamente. El mismo
Skinner, sin quererlo, había terminado por aceptar las críticas al modificar y ablandar
algunas de sus teorías.
Ahora bien, en la misma época en que esta crisis de confianza en el modelo
conductista se expande a través de los círculos de la psicología académica norteamericana,
comienza a desarrollarse con fuerza una escuela de psicoterapia que se presenta a sí misma
como una aplicación de los métodos conductistas más ortodoxos.
Nos referimos a la llamada terapia de la conducta, disciplina fundamentada en las
teorías del aprendizaje.
La simultaneidad de los dos procesos que acabamos de describir, la declinación del
modelo conductista y el desarrollo de la terapia de la conducta, podría considerarse como
un ejemplo notable de asincronía entre ciencia pura y ciencia aplicada. Lo notable del caso
residiría en el florecimiento de una aplicación precisamente cuando los supuestos básicos
de la teoría empleada son fuertemente atacados por importantes sectores de la comunidad
científica.
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Ahora bien, para saber si ese ejemplo tiene sentido, es necesario preguntarse si la
terapia de la conducta es realmente una aplicación del modelo conductista.
Si tras el examen resultara que el supuesto es falso, es decir, que la terapia de la
conducta no es conductista, el problema de la asincronía quedaría ipso facto disuelto. Sólo
subsistiría el problema de explicar por qué ciertos científicos manifestaron su adhesión a
principios teóricos que en los hechos no aplicaron.
Las consideraciones anteriores anticipan ya el propósito fundamental de este
trabajo, consistente en el examen de la relación entre el modelo conductista y la terapia de
la conducta. En la primera parte del video vamos a hacer una somera descripción de lo que
entendemos por "modelo conductista", en la segunda vamos a hacer lo mismo con respecto
a la terapia de la conducta, y, finalmente, en una tercera parte, examinaremos en detalle esa
relación entre ambos.
Debemos explicar, en primer lugar, en qué sentido utilizamos aquí el término
"modelo". Para nosotros un modelo en uso por parte de un científico es el conjunto de
supuestos o postulados más generales que sostiene tanto en relación con la realidad que
investiga como con los métodos para abordarla.
El conductismo ha tomado históricamente diversas formas, desde el primitivo
conductismo de Watson, hasta el neoconductismo de Hull, el conductismo radical de
Skinner, y formas conductistas posteriores. No obstante, existe entre todas estas formas
fuertes semejanzas de la familia que nos gustaría considerar como los postulados de la
construcción que denominaremos modelo conductista.
En primer lugar, tenemos el postulado antimentalista. En él, se excluye del lenguaje
básico de la psicología a los predicados referidos a fenómenos o entidades mentales. Esto
ya lo abordamos en otros videos.
Por otro lado, tenemos el postulado antigestalista. Existe un conjunto de conductas
independientes entre si, llamémoslas conductas elementales, que son respuestas específicas
a estímulos específicos. Las conductas que no son elementales, las conductas complejas,
son conductas compuestas a partir de una cantidad de conductas elementales. El
extensionalismo es una concepción epistemológica de la cual se desprende un método de
análisis que, partiendo de que toda entidad compleja es un compuesto a partir de unidades
más simples, intenta el hallazgo de tales unidades y sus formas de composición. El
conductismo se ha caracterizado por un empleo sistemático de este método en el campo de
la psicología. Ha procurado, por una parte, establecer los segmentos estímulo-respuesta
básicos, y de allí su dedicación al estudio de conductas elementales, especialmente en
animales de especies inferiores sometidos a estímulos específicos y controlables en
situación de laboratorio. Y ha intentado, por la otra, determinar las leyes de composición de
tales conductas para lo cual incorporó primeramente el esquema del condicionamiento
pavloviano y luego, ante su manifiesta insuficiencia para dar cuenta de conductas
complejas, lo suplementó con mecanismos intermedios más refinados, como las reacciones
fraccionales anticipatorias de Hull. Pero, a pesar de las variaciones, la idea regulativa es
siempre la misma, llegar a comprender lo complejo a partir de lo simple. Este modo de
conceptualización es opuesto a los enfoques gestálticos que no aceptan el carácter
compuesto de los fenómenos psicológicos complejos e invierten la dirección del análisis al
sostener que sólo puede explicarse una conducta a partir de un conocimiento de la totalidad
de la que forma parte y de las características que esta totalidad posee en cuanto tal.
Nos parece razonable admitir la independencia recíproca de ambos postulados.
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Ahora, haremos una descripción sucinta de la llamada terapia de la conducta.


Cuando hablamos de este término nos referimos a la escuela fundada por Jeseph Wolpe. Ya
desde los primeros tiempos del conductismo hubo intentos de aplicar métodos conductistas
al tratamiento de trastornos neuróticos. El mismo Watson había usado el esquema del
condicionamiento pavloviano en un célebre experimento que consistió en producir y luego
hacer desaparecer un temor fóbico en un niño de once meses. Pero fue Wolpe quien, sobre
la base de estos y otros antecedentes, avanzó más allá de los límites del trabajo de
laboratorio y formuló los principios teóricos y desarrolló técnicas específicas que
constituyen la terapia de la conducta.
El nombre de "terapia de la conducta" puede de algún modo sugerir
equivocadamente que se trata de un procedimiento único de tratamiento psicológico. En
realidad, bajo esta denominación común se reúnen varios procedimientos distintos, como la
desensibilización sistemática basada en la relajación, el condicionamiento aversivo, el
entrenamiento asertivo, etcétera. La unidad de denominación no se debe entonces al empleo
de una técnica específica, sino al hecho de que todas estas técnicas derivan, según Wolpe,
de un mismo principio que designa con el nombre de "principio de la inhibición recíproca".
Su idea es la siguiente. Considera a la neurosis como un hábito, en la aceptación
neoconductista de conexión estímulo-respuesta adquirida y reforzada a través del
aprendizaje. Como todo hábito, se caracteriza por su repetividad, rigidez y ausencia de
control consciente. Los hábitos neuróticos se distinguen además por su inadaptación al
medio social. El constituyente principal de estos hábitos es la ansiedad, a la que Wolpe
consideró como una respuesta. Por lo tanto, si la neurosis es esencialmente una respuesta
ante determinados estímulos, se desprende que curar a un sujeto consistiría en eliminar esta
respuesta frente al estímulo, romper la conexión. Para ello la terapia de la conducta se
propone sustituirla por una respuesta antagónica, y esto es lo que Wolpe denomina
inhibición recíproca de la respuesta de ansiedad neurótica. El procedimiento principal que
utiliza es la desensibilización sistemática basada en la relajación. Esquemáticamente, el
camino que sigue consiste en procurar primero que el sujeto se represente vívidamente el
estímulo ansiógeno. Logrado esto, induce en el sujeto un estado de profunda relajación, a
veces mediante el hipnotismo pero preferentemente mediante técnicas enseñadas por
Jacobson. La idea es que la relajación obre como la antagonista de la ansiedad y así la
inhibe hasta el punto de lograr su desaparición. Un punto fundamental que debe señalarse
se que la desensibilización procede de forma progresiva. Para ello, el terapeuta elabora
como primer, antes de iniciar el tratamiento y sobre la base de entrevistas con el sujeto, una
escala jerárquica de estímulos ordenados de acuerdo con su poder ansiógeno. Una vez
obtenida esta escala inicia el tratamiento, y sólo pasa al grado siguiente de jerarquía una vez
que se ha asegurado, a través de la relajación, una efectiva desaparición de la ansiedad
hasta el punto de la escala considerado. La práctica sistemática de este procedimiento
provoca, según Wolpe, la formación de una inhibición condicionada, la cual termina por
hacer desaparecer totalmente la respuesta original de ansiedad. Tenemos otras técnicas,
como el tratamiento asertivo. Él se aplica con sujetos cuya principal fuente de ansiedad está
provocada por las relaciones interpersonales y que se caracterizan por una falta de respuesta
manifiesta en situaciones que la requieren. En estos casos el terapeuta, para lograr que el
sujeto se represente estas situaciones, llega a jugar con éste una especie de psicodrama y,
una vez logrado esto, procura posibilitar, a través de la relajación, que aquél emita las
respuestas que normalmente la ansiedad le impide producir.
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Ahora, pasemos a precisar la relación entre el modelo y la terapia.


Una terapia es una realización parcial de un modelo si las prescripciones específicas
en que se basa satisfacen al menos una de las prescripciones metodológicas del modelo en
cuestión. Es una realización total si satisface, no vacuamente, todas las prescripciones.
¿Es la terapia de la conducta una realización del modelo conductista? En caso
afirmativo, ¿es una realización total o parcial?
Como señalamos al comienzo del texto, tanto sostenedores como críticos de la
terapia de la conducta han compartido generalmente el supuesto de que la terapia de la
conducta es, utilizando la terminología que acabamos de introducir, una realización del
modelo conductista.
Weitzman ha efectuado una crítica de este supuesto. El terapeuta de la conducta,
señala él, a diferencia del experimentador con animales, no somete a sus pacientes
directamente a la acción de determinado estímulo ansiógeno, sino que procura que éste
imagine una escena dada que le provoca ansiedad, que tenga una vivida visualización de la
misma. La soledad, el sentirse atado, son complejas construcciones mentales que poco
tienen que ver con los estímulos típicos de los teóricos del aprendizaje, como las descargas
eléctricas, los timbrazos, o los destellos de una lámpara. En efecto, cuando el terapeuta
presenta el estímulo lo que en realidad sucede en el paciente está determinado por procesos
internos. En síntesis, para Weitzman, si bien los terapeutas de la conducta utilizan un
lenguaje conductistas, sus procedimientos reales no lo serían. Wiest va también por ese
lado, pero dice que la imaginación no tiene que ver con un estímulo, sino con una
respuesta. Habría que admitir, pues, que la terapia de la conducta, al depender
esencialmente de procesos mentales, de hecho se aleja de modelo que dice seguir.
Traducida la crítica de Weitzman a la terminología que utilizamos en este texto, la
terapia de la conducta no es una realización total del modelo conductista porque viola el
primer postulado de dicho modelo.
Sin embargo, aún podría ser una realización parcial. Esto se manifiesta, sobre todo,
a través de la conceptualización que efectúa el terapeuta de la conducta de los trastornos de
sus pacientes a los que básicamente considera como respuestas aprendidas a través de un
proceso de condicionamiento. En efecto, la etapa de estudio de casos consiste
esencialmente en una búsqueda de conexiones específicas entre el estímulo ansiógeno y la
respuesta de ansiedad. Esto se corresponde con el segundo postulado de la descripción de
modelo conductista.
Dicho esto, al analizar la relación entre el modelo conductista y las terapias de la
conducta no puede decirse que sea una realización total como sostenían algunos, tampoco
que es algo completamente opuesto como pensaba Weitzman. En realidad, la terapia de la
conducta para el autor de este texto constituye una realización parcial del modelo
conductista.
Por fin podemos explicar esa paradoja histórica consistente en el florecimiento de
una aplicación en el momento mismo en que el modelo en que se basa se halla en
declinación. En realidad, esto es sólo una apariencia. El aspecto paradójico de la cuestión
desaparece pues la terapia de la conducta no es una simple aplicación, una realización total,
del modelo conductista.
Para que el concepto de estímulo-respuesta tenga algún valor científico debe incluir
una noción acerca de cómo un estímulo particular provoca una respuesta particular y no
otra.
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Otra cosa que dice el autor es que a la hora de explicar la causa de una conducta y
explicarla, no basta con el modelo E-R, pues él es responsable de un intolerable grado de
parcialidad en las explicaciones. No puede explicar, por ejemplo, por qué un estímulo
produce una respuesta y no otra, o por qué una fobia empeora con el paso de los años.
Hay que ir más allá.
Pareciera, entonces, que la única alternativa que resta a la psicología es la adopción
de un modelo mentalista y gestáltico. De hecho, ésta ha sido la tendencia predominante en
el desarrollo de la psicología en años recientes, con el renacimiento vigoroso de interés por
la Gestaltteorie y por los llamados procesos cognitivos.

“Teorías del aprendizaje”, Swenson

Capítulo 1, principios fundamentales y antecedentes del condicionamiento pavloviano. El


tipo de aprendizaje llamado condicionamiento pavloviano o clásico fue examinado por
Pavlov.
Ente la psicología rusa y la psicología que se elaboró en Estados Unidos hay
similitudes. Ambas ponen de relieve los factores ambientales de la conducta antes que los
genéticos o innatos, y probablemente ambas lo hayan hecho así en virtud de similares
creencias sociopolíticas acerca de la perfectibilidad del hombre. Se exigía una teoría
optimista sobre el aprendizaje que respaldada la posibilidad de remodelar al ser humano
según formas mejores y más exitosas. En su expresión más extrema, esta actitud condujo a
afirmaciones como la del norteamericano Watson, quien se declaró capaz de tomar en sus
manos a cualquier infante bien constituido y hacer de él lo que se le pidiera. En Estados
Unidos, esta tendencia ambientalista aseguró el desarrollo de una poderosa escuela de
psicología conductista, que progresó de Thorndike y Watson a Hull y Skinner.
En el curso de sus trabajos, Pavlov comprobó que un perro alimentado con comida
simulada segregaba ácido gástrico cuando se introducía esa comida en su boca, a pesar de
que un tubo insertado a través de una abertura en la garganta impedía que el alimento
llegara al estómago. Este hombre notó que, más aún, el animal segregaba saliva ante la
vista del alimento como ante la acción del alimento mismo.
Para Pavlov, que pretendía mediciones precisas de las funciones fisiológicas, el
objeto de la psicología era la consciencia. Esto porque se consideraba que la consciencia y
todos los restantes fenómenos mentales dependían del funcionamiento de las neuronas
cerebrales. Puesto que toda la actividad mental es producto del cerebro, el pensamiento de
los seres humanos es visto en los mismos términos en que lo es la conducta de los animales
inferiores. O sea, se considera que la actividad mental humana representa una reacción a
estímulos ambientales en el mismo sentido que el reflejo rotuliano es una reacción ante el
estiramiento de un tendón, o que el ladrido del perro puede ser un reflejo desencadenado
por la intrusión de un extraño. Así, Pavlov vio toda la conducta como reflexiva y supuso
que las mismas leyes básicas gobernaban tanto la conducta humana como la animal.
El enfoque pavloviano de abordar acciones complejas, como la de pensar, y tratar de
explicarlas mediante las mismas leyes que rigen acciones menos complejas, como los
reflejos, se denomina enfoque reduccionista.
El primer tipo de aprendizaje sometido a intensa investigación científica fue el que
hoy se llama clásico, respondiente, o pavloviano.
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Sobre una plataforma hay un perro, sujeto por un arnés. Se le pone carne en polvo
en la boca y el animal saliva. Esta salivación es un reflejo hereditario. Esta salivación es un
reflejo hereditario. Después se hace sonar una campana inmediatamente antes de poner la
carne en polvo en la boca de perro. Este procedimiento se repite varias veces. Entonces, se
hace sonar la campana sin darle al perro carne. Sin embargo, el perro vuelve a salivar. Se
dice, entonces, que el perro ha sido condicionado para que salive al sonar la campana.
Esencialmente, este condicionamiento se opera como consecuencia de una estrecha
asociación entre dos señales, una que puede ser innata, y deber a esto su afectividad, como
haber sido aprendida antes, y otra que es nueva. La primera señal se llama estímulo
incondicionado (EI), y la nueva estímulo condicionado (EC).

Pavlov supuso que la repetición de asociaciones entre el EI y el EC resultaba la


formación de nuevas conexiones en el cerebro. Con el tiempo, la conexión entre ambos
estímulos resulta tan fuerte que el EC provoca reflejo casi como si fuera el Al reflejo que da
lugar el EI lo llamamos reflejo incondicionado (RI), y al que se producto de esta asociación
entre ambas señales reflejo condicionado (RC).
Este investigador consideró que la función del proceso de condicionamiento tiene
estrecho nexo con la adaptación biológica. Los animales necesitan responder a los cambios
ambientales. La naturaleza ha resuelto ese problema mediante la elaboración de un
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mecanismo que permite conectar señales ambientales nuevas (EC) con respuestas
apropiadas. Este mecanismo de condicionamiento otorga a los organismos superiores
mayor flexibilidad en sus relaciones con el medio. Para responder al mundo exterior, todo
organismo necesita detectar y contestar las señales de acción que emite ese mundo exterior.
Este sistema de estímulos o señales ambientales, como la carne en polvo o la campana, fue
denominado por Pavlov primer sistema de señale (por su parte, los pensamientos y el habla
constituyen un segundo sistema de señales que no es menos capaz de generar respuestas; de
esa manera, no sólo un estímulo ambiental como la pizza genera salivación, sino que
también puede hacerlo la charla que tenemos acerca de cuánto nos gustaría comer una).
En cuentas resumidas, el condicionamiento clásico es un tipo de aprendizaje que se
opera cuando una señal nueva (EC) es apareada con una señal incondicionada (EI) que
tiene la propiedad de provocar un reflejo incondicionado (RI). Después del apareamiento,
también el estímulo condicionado (EC) adquiere la propiedad de provocar un reflejo
condicionado (RC) más o menos similar al primero.
Los reflejos son reacciones predeterminadas a estímulos. En general, se supone que
los reflejos incondicionados han sido preconectados en el cerebro, durante la maduración
de este órgano, en formas determinadas por los genes. El cerebro habría sido programado
de manera innata para que reconozca las señales apropiadas que provocan la expresión de
los reflejos preconectados.
Todos los reflejos son susceptibles de clasificarse por orden de complejidad. El más
simple sería el que sólo necesita una neurona sensible y una motriz, como el reflejo
rotuliano o tendinoso que los médicos provocan con un pequeño martillo de goma durante
el examen. A partir de ese nivel, los reflejos pueden clasificarse como los propios de la
médula espinal, del cerebro inferior, y de la capa exterior del cerebro. Los reflejos de la
corteza cerebral pueden ser simples, como el del perro al salivar al contacto con el polvo de
carne, o complejos, como el deseo de imitar las acciones de otros en una multitud. Los
reflejos complejos reciben el nombre de instintos. Los organismos superiores presentan
muchos reflejos complejos. Dos ejemplos de ellos son la pauta de lucha que se presenta en
respuesta a una restricción física, y los movimientos que ayudan al recién nacido a
encontrar el pezón de la mamá.
Pavlov supuso que durante el condicionamiento, la corteza cerebral se modifica de
tal modo que aquella porción de ella, llamada analizador cortical, que ha advertido el EC se
convierte en parte física de la conexión EI-RI.
Ahora bien, a veces un animal necesita reconocer señales que le dicen que, con el
fin de sobrevivir, suspenda determinada pauta de respuesta. En consecuencia, el ruso
investigó lo que llamó reflejos inhibidores, es decir aquellos que intervienen para detener
una actividad refleja.
Este autor consideró que el proceso de inhibición es tan importante como el proceso
de la excitación. Distinguió entre dos tipos básicos de inhibición, la inhibición externa y la
inhibición interna.
Como lo indica su nombre, en la inhibición externa la causa que da lugar a la
inhibición viene de afuera. Un ejemplo que sirve para ilustrar esto es el llamado reflejo de
orientación. A todos nos pasó que al oír un sonido nuevo, detenemos todo movimiento y
volvemos la cabeza con el fin de localizar la fuente del sonido. Esto ocurre porque se activa
nuestra atención. Pavlov sugirió que nuestro cerebro posee analizadores corticales
independientes para todos los principales sentidos y que esos analizadores deciden a qué
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estímulos debemos atender. Cuando los analizadores deciden prestar atención, nos
“congelamos”, los músculos se tensan, nuestras ondas cerebrales se aceleran y segregamos
mayor cantidad de adrenalina. Todo esto es desencadenado por estímulos de volumen muy
alto, o cualquier estímulo nuevo o que pueda conducir a premios o consecuencias.
Al contrario, lo que suscita la inhibición interna es un proceso que tiene lugar
adentro de nuestro propio organismo. Un caso de inhibición interna que elijo destacar es la
extinción. Ella remite a la pérdida de la capacidad de un estímulo para generar una
respuesta determinada. Por ejemplo, cuando empezamos a trabajar en una heladería, la
exposición a los helados puede hacer que ellos dejen de hacernos salivar. Esto también
tiene que ver con un proceso de habituación, donde la atención disminuye a medida que los
estímulos se hacen conocidos y poco importantes.
Algo interesante es que se puede hacer que la inhibición que genera un estímulo
ahora empiece a suscitarla otro. Demos un ejemplo. Si nos gusta mucho la pizza, ella nos
excitará a comer. A la inversa, una bolsa de residuos con un olor asqueroso nos quitará el
apetito. Diríamos entonces que la bolsa tiene un efecto inhibidor. Pero si asociamos el
estímulo de la pizza al estímulo de la bolsa, si antes de comer una pizza nos ponen frente a
nuestras narices una bolsa putrefacta, podría ocurrir que ahora la pizza empiece a generar
acto y se convierta en un estímulo inhibidor para el apetito. Esto es un
contracondicionamiento, en otras palabras lo que dijimos antes, un proceso en virtud del
cual la inhibición que genera un estímulo es desplazada a otro que antes excitaba. Otro caso
de contracondicionamiento es el que ocurre en La naranja mecánica, de Stanley Kubrick.
El protagonista es un pibe que disfruta de la brutalidad, de lastimar a la gente. En un
momento dado las autoridades lo atrapan y lo someten a un experimento. En él, le aplican
una droga que le genera náuseas y suprime entonces su deseo de delinquir. Ahora bien,
antes de que consumir las pastillas, lo obligaban a que viera películas violentas en las que
sucedían hechos atroces. Estas escenas terribles se terminaron asociando con el malestar
que generaba la droga, por su continuidad en el tiempo, de modo que también pasaron a
despertar nauseas e inhibir los reflejos agresivos y sexuales. A partir de entonces, cuando
veía una muchacha desnuda ya no quería golpearla o violarla, sino que huía de ella.
Hay en el texto una breve alusión a los conceptos de discriminación y
generalización. La primera consiste en distinguir lo estímulos condicionados de otras
señales. Por su parte, la generalización es la tendencia a responder a señales similares a un
estímulo condicionado casi como su fueran el estímulo condicionado mismo. Por ejemplo,
el perro puede salivar ante un timbre del mismo modo que antes lo hacía con la campana.
Lo que nosotros describimos hasta acá es el proceso general de condicionamiento
clásico. En el texto también se mencionan el condicionamiento primario, el
condicionamiento de defensa, el condicionamiento secundario, el retrógrado, el de huella, y
el temporal. A mí entender no aporta mucho y puede omitirse, por eso no lo incluyo en el
video. Lo importante, en realidad, es que ustedes puedan explicar cómo funciona el
condicionamiento clásico.
Capítulo 2, enfoques norteamericanos del condicionamiento por contigüidad.
Desde que en 1913 introdujo el término “conductistas” en la psicología, Watson
dominó el campo de las teorías norteamericanas del aprendizaje.
Él criticaba especialmente al funcionalismo. Esta disciplina, de la mano de
Titchener, sostenía que los psicólogos debían estudiar sus propios pensamientos a partir de
la introspección. Esto no era válido para Watson ya que los datos que así se obtenían eran
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privados, en el sentido de que no había posibilidades de que un segundo observador


verifique la exactitud del informe presentado por el psicólogo.
Las investigaciones de Watson siempre se centraron en animales y niños.
Watson sostuvo que era necesario abandonar el estudio de la mente, ya que ella no
se podía medir de forma objetiva. La conducta, en cambio, se presta para ser cuantificada y
medida objetivamente, y por eso él la toma como objeto de estudio. De hecho, negó la
existencia de la mente. .
Tanto en el caso de los animales como en el de hombre, la unidad básica del
aprendizaje es, para Watson, el hábito, y el hábito se adquiere como consecuencia del
fortalecimiento de un nexo neural entre un estímulo y una respuesta.
A fin de entender esto, traigamos el caso del pequeño Albert. Él fue el protagonista
de un experimento de Watson.

El experimento consistió en acercarle al niño una rata blanca. Esto provocaba en


Albert al principio el reflejo de orientación y de tender la mano. Ahora bien, cuando el
chico intentaba acercarse a la rata, desde atrás Watson hacía sonar una barra de acero
golpeándola con un martillo. El ruido estruendoso hacía llorar a Albert. Después de muchas
repeticiones, la sola vista de la rata provocaba el llanto, sin que fuera necesario producir
ruido alguno. Esta respuesta se generalizó a los conejos blancos, así como a los perros o a
las pieles de ese color.
El estímulo incondicionado es el fuerte ruido del metal, porque él produce de forma
natural, de forma innata, la respuesta también incondicionada, natural, que es el sobresalto
o el miedo.
Pero después se da un condicionamiento, Albert aprende a tenerle miedo no sólo al
ruido, sino también a otro estímulo, las ratas y los animales blancos.
La rata es un estímulo condicionado, y el miedo y el llanto que despierta verla una
respuesta condicionada, o sea producto de un aprendizaje, ya que recuerden que al principio
Albert no le tenía miedo al animal, sino que quería acercarse a él.
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Entonces, podemos ver cómo se produce una conexión entre un estímulo, la rata
blanca, y una respuesta, el miedo, que genera el hábito de tenerles terror a los animales
blancos. Todo a partir de que el estímulo original, el ruido del metal, se asociara con el
estímulo nuevo, la rata.

Es muy importante esto que decimos, ya que refleja que en Watson todo aprendizaje
es resultado de un condicionamiento de ciertos hábitos.
La formación del nuevo hábito depende de que se establezca un vínculo entre el
estímulo y la respuesta. Y este vínculo se apoya en dos leyes fundamentales, por un lado, la
ley de la frecuencia, y por el otro la ley de la proximidad temporal. La primera establece
que la fuerza del vínculo depende del número de veces que se repita la asociación entre el
estímulo y la respuesta (en el caso de Albert vimos cómo se generó una asociación entre la
rata y el miedo a partir de repetir numerosas veces el experimento de golpear el metal al
momento de presentar la rata). La otra ley sostiene que la respuesta dada inmediatamente
después del estímulo es la que tiene mayor probabilidad de asociarse con él (en el caso
Albert la respuesta es el llanto, el miedo).
Albert fue el primer ser humano en contraer una neurosis fóbica experimental.

UNIDAD 3

"Psicología general", Ballesteros

La filosofía es una de las disciplinas que forman parte de la ciencia cognitiva. Mientras que
la psicología es una ciencia empírica, la filosofía de la mente no se basa en datos concretos
ni en teorías construidas a partir de la observación y la experimentación. Sin embargo, esta
disciplina ofrece reflexiones sobre la naturaleza de la mente y la actividad mental.
Abordaremos el funcionalismo moderno, corriente filosófica que representa, hasta el
momento, el intento más serio de fundamentar los principios básicos de la ciencia
cognitiva.
El funcionalismo es la filosofía de la ciencia que sustenta los modelos psicológicos
propuestos por buena parte de la psicología actual sobre el funcionamiento de los procesos
cognitivos y la conducta inteligente.
La idea básica del funcionalismo moderno es que los estados mentales se definen
por sus roles causales abstractos dentro del marco del sistema de procesamiento de la
información. El dolor de cabeza, desde la posición funcionalista, es un estado que está
caracterizado por sus relaciones causales con la conducta de quejarse y apoyar la cabeza
sobre el respaldo del sillón con los ojos cerrados, por sus relaciones causales con los
estímulos externos, como el hecho de haber estado soportando ruidos ensordecedores, por
sus relaciones causales con otros estados internos tales como el deseo de que el dolor de
cabeza cese y creencias sobre cuál podría ser el procedimiento más efectivo para hacer
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desaparecer el dolor. La idea básica es que la organización cognitiva se asemeja a la


organización de un ordenador cuando ejecuta un programa. Los procesos computacionales
son procesos lógicos que operan en función de símbolos y no en función de la constitución
física de la máquina en cuestión porque el mismo programa puede correr en distintas
máquinas.
Para el funcionalismo, seres de otro planeta, con una constitución física diferente a
la nuestra, podrían tener objetivos y razona de la misma manera que nosotros. El hecho de
que el sistema de esos seres pudiera ser totalmente diferente al nuestro, no tiene ninguna
importancia. Lo que realmente importa es la organización funcional. La tesis funcionalista
es contraria al programa que intenta reducir lo mental a lo físico. Los estados mentales
pueden realizarse en muchas instancias físicas diferentes. Si esto es cierto, el estudio de las
neuronas no va a aclarar cuál es la organización funcional que posibilita la conducta
inteligente.
Los diferentes tipos de funcionalismo coinciden en aceptar que los estados mentales
deben identificarse a través de sus interacciones, aunque no se ponen de acuerdo sobre la
forma en que deben estudiarse esas interacciones. Bechtel ha distinguido cuatro tipos de
funcionalismos, el funcionalismo de la psicología del sentido común, el funcionalismo de la
máquina de Turing, el funcionalismo computacional, y el funcionalismo homunular.
En la psicología del sentido común, el funcionalismo está más relacionado con la
forma de plantear los problemas el hombre de la calle que con el conocimiento científico.
Por su parte, el funcionalismo de la máquina de Turing surgió como un intento de
fundamentar los presupuestos de la máquina de Turing. Según esta versión, siempre que los
procesos llevados a cabo por la mente sean computables, existe una máquina de Turing que
es equivalente desde un punto de vista funcional a la mente humana. Esto significa que es
posible especificar las actividades realizadas por la mente con una máquina de Turing, y
que pueden identificarse los estados mentales con los estados de una máquina.
El funcionalismo computacional o funcionalismo de la IA, este tipo de
funcionalismo se ha convertido en la actualidad en el más importante para la psicología
cognitiva y la ciencia de la mente.
Finalmente, el homuncular. Ha sido muy criticado porque supone que las funciones
cognitivas son ejecutadas por un "hombrecillo" (homúnculo) que existiría dentro de la
cabeza. Esta postura no tiene poder explicativo ya que es necesario explicar primero cómo
este homúnculo realiza las funciones cognitivas.
Dentro de la corriente funcionalista actual, la postura más influyente en la filosofía
de la mente y en psicología cognitiva es la llamada teoría computacional de la mente. Los
tres supuestos más importantes son: pensar es lo mismo que procesar información; procesar
información es lo mismo que computar, entendido como manipulación de símbolos
mediante reglas; la semántica de estos símbolos conecta el pensamiento con el mundo
exterior, existe un lenguaje del pensamiento en el que muchos de los términos empleados
hacen referencia a cosas que existen en el mundo.
Los modelos computacionales entienden a la mente como un sistema
representacional y la psicología como la ciencia que estudia los procesos computacionales a
través de los cuales se construyen, manipulan, interpretan, y transforman las
representaciones mentales, haciendo uso en conjunto de reglas puramente formales.
El funcionalismo computacional ha sido criticado.
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La crítica más importante a los presupuestos del funcionalismo se refiere a la


necesidad de atribuir propiedades semánticas a las representaciones y estructuras mentales.
Las teorías computacionales sostienen que los procesos mentales se pueden explicar en
función de las computaciones formales que se utilizan normalmente en la ciencia del
computador y la lógica simbólica. Los psicólogos computacionales postulan que los
procesos mentales son equivalentes a los procesos de manipulación de símbolos utilizados
en los programas escritos para ordenadores digitales seriales, como los de von Neumann.
De aquí que para muchos teóricos los procesos mentales estén relacionados con las
propiedades sintácticas, pero no con las propiedades semánticas de estas estructuras.
Muchos críticos no aceptan la idea de que la mente simplemente sea un sistema
manipulador de símbolos que actúa en virtud de las propiedades sintácticas contenidas en
dichos símbolos.
Algunos utilizan estas ideas de modo puramente metafórico, aunque otros como
Newell y Simon identifican procesos psicológicos con computación en sentido formal, y
hacen uso del concepto de equivalencia fuerte según el cual el programa de ordenador y un
proceso cognitivo son equivalentes siempre que ambos puedan ser representados por el
mismo programa en una máquina virtual previamente especificada. Las representaciones,
según estos autores, se producen en una sustancia material que es un cerebro y éste tiene la
misma organización funcional que el ordenador de von Neumann.
Searle es el filósofo que ha criticado más duramente las teorías psicológicas
computacionales. Según este autor, aunque esta perspectiva puede tener significado cuando
se habla de programas y ordenadores, es inadecuada cuando intenta explicar cómo los
humanos emplean símbolos porque los fenómenos intencionales no pueden explicarse
como simples computaciones. Esta crítica no va dirigida contra la IA débil, que considera al
ordenador como un instrumento que ayuda al psicólogo a comprobar hipótesis sobre el
funcionamiento de la mente humana, sino que va dirigida expresamente contra la IA fuerte,
que mantiene que un ordenador convenientemente programado es como una mente humana
que entiende, sufre, se alegra, tiene consciencia y experimenta toda una serie de estados
cognitivos.
Con el único propósito de combatir la versión fuerte de la IA, este filósofo inventó
una curiosa situación conocida como el cuarto chino. El cuarto chino es una ingeniosa
situación propuesta por Searle. El sujeto es el propio Searle, encerrado en un cuarto en el
que hay hojas de papel con signos que no entiende porque pertenecen al chino. Existe una
ventana a través de la cual le pueden pasar otras hojas de papel con los signos raros y a
través de la cual él puede pasar también información. Se le pasa a través de la ventana un
conjunto de signos junto a una especie de diccionario con reglas que le enseñan a emparejar
los signos, sin sentido para él, que únicamente reconoce por su forma con las palabras del
inglés. Después de mucho tiempo tratando de relacionar los símbolos sin sentido con las
palabras, aplicando las reglas disponibles, es capaz de manejarlos.
Tal situación es un ejemplo de un programa de ordenador que realiza solamente
manipulación de reglas basadas en la sintaxis, pero no en la semántica. Lo importante en la
argumentación de Searle es que si alguna vez saliera de la habitación continuaría sin
entender chino, lo mismo que antes de entrar en ella. A pesar de que un hablante del chino
que esté afuera no sea capaz de diferenciar entre las respuestas de Searle y las de un
hablante chino, Searle no comprende el chino. Esta prueba no apoya la suposición de que el
ordenador tenga mente y actúe como el ser humano. La conclusión de Searle es que no hay
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ningún sistema capaz de comprender por el hecho de presentarlo en un programa de


ordenador, porque en ese caso, Searle en el cuarto chino debería entender chin, cosa que no
sucede. De este experimento se deduce, según él, que la psicología no puede basarse
exclusivamente en conceptos computacionales.
Para Searle, además, los ordenadores no pueden pensar porque la sintaxis no es
suficiente para la semántica, no pueden pensar porque los programas de ordenador están
definidos totalmente por su estructura formal, no pueden pensar porque las mentes tienen
contenidos mentales o contenidos semánticos.
No hay programa alguno que sea capaz de dar mente a un ordenador. La capacidad
para tener experiencias subjetivas conscientes es una condición necesaria para tener estados
mentales con contenido intencional. La intencionalidad es, según Searle, un fenómeno
biológico.
El funcionalismo no puede explicar el carácter afectivo o cualitativo de los estados
mentales. Una máquina puede jugar al ajedrez, pero es incapaz de sentir ansiedad o temor a
perder la partida o la alegría que supone estar cerca de ganarla.
El problema de la consciencia y las relaciones mente/cuerpo o mente/cerebro
representan el reto más antiguo, importante, y persistente de todos los que la ciencia actual
tiene planteados. ¿Puede explicar la ciencia la relación existente entre lo mental y lo físico?
Los dos enfoques principales a través de la historia, sobre la relación existente entre
la mente y el cuerpo han sido el dualismo y el materialismo.
Tradicionalmente, cuando se ha tratado el tema de la consciencia y de las relaciones
mente cuerpo, se ha hecho pensando que existen dos dominios, el mundo físico y el mundo
de la experiencia mental. El dualismo cartesiano distingue la mente del cuerpo como dos
sustancias diferentes. Para Descartes, el yo real no era el cuerpo materialismo la sustancia
no espacial. Según Descartes, era posible determinar, mediante la introspección, que él era
una sustancia pensante, pero no podía explicarse cómo un sistema totalmente físico era
capaz de utilizar el lenguaje y las matemáticas, como lo hacía el ser humano. Pese a ser
diferentes, el mundo físico y el mental podían influirse. Creyó resolver el problema de la
interacción de las dos entidades suponiendo que el alma interaccionaba con el cuerpo en un
lugar situado en el centro del cerebro, llamado glándula pineal.
Desde el materialismo, el principal argumento en contra del dualismo ha sido la
mayor simplicidad de su postura, al mantener la existencia de un solo tipo de sustancia, la
material, con propiedades físicas, en lugar de tener que postular dos tipos de materias con
dos propiedades diferentes. El principal argumento proviene de la teoría de la evolución al
afirmar que el hombre es el resultado de un proceso físico. Los enfoques materialistas
rechazan la existencia de un dominio mental separado del dominio físico. Rechazan la
existencia de lo mental. El conductismo en sus diversas versiones, supuso una de las
alternativas al dualismo. El programa de investigación del conductismo estaba encaminado
a descubrir las leyes que gobiernan la conducta de los organismos basándose en la
estimulación que recae sobre ellos y en su historia de condicionamientos. La consciencia
quedaba fuera de su campo de estudio. El materialismo eliminativo es una postura
claramente reduccionista a favor de los estados cerebrales, ha señalado la posibilidad de
eliminar los estados mentales y quedarse con los estados físicos o neurales. Los Chuchland
son partidarios de que se elimine la psicología en favor de la neurociencia.
Los funcionalistas argumentan que los estados mentales no pueden ser estados del
cerebro, ya que asumen que tales estados mentales, como los pensamientos, pueden
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concretarse en representaciones que pueden funcionar en instrumentos y máquinas muy


diferentes al cerebro humano. Por tanto, el estudio de los estados mentales puede realizarse
de manera independiente de su constitución física. No tienen en cuenta el carácter especial
de la naturaleza consciente, sobre todo los sentimientos. Se le ha criticado que trate de
simular los procesos mentales en un computador por considerarlo demasiado mecánico y
deshumanizante.
La publicación de los estudios sobre atención realizados por Broadbent se considera
como el momento del nacimiento del estudio de la consciencia dentro del ámbito de la
psicología experimental. Para él, atención y consciencia son términos equivalentes porque
decir que no puede prestarse atención a más de una cosa en cada ocasión equivale a señalar
que sólo somos conscientes de una cosa en cada momento. Según Broadbent, sólo la
información que pasa a través del canal de capacidad limitada es información consciente.
Esta información consciente es la que forma la memoria a largo plazo y constituye nuestro
conocimiento del mundo. El tratamiento dado por la psicología actual al tema de la
consciencia ha sido considerarla como un mecanismo seleccionador de información
sensorial codificada, encargado de preparar las elecciones entre respuestas apropiadas.
A pesar del camino recorrido, el tema de la consciencia y de las relaciones mente-
cuerpo sigue siendo una asignatura pendiente para la psicología. La razón se debe a que,
por estar situado entre la filosofía, la psicología, y las neurociencias, es difícil de solucionar
aplicando el método científico.

"La actividad mental", Colombo

La teoría de la Gestalt, un enfoque estructural para el estudio de lo mental. El enfoque


asociacionista-elementalista, con su pretensión de abordar el estudio analítico de la
consciencia mediante la introspección, estaba condenado a desaparecer, según algunos de
sus críticos.
La psicología del siglo XIX se había comprometido con el análisis de los contenidos
de la experiencia consciente siguiendo el ejemplo de la física, la química, y la fisiología.
Estas ciencias se habían consolidado adoptando métodos analíticos que les llevaron a la
división de sus objetos de estudio en moléculas, átomos, tejidos, y células de órganos.
Este clima epistemológico positivista del siglo XIX enmarcó la constitución de la
psicología como ciencia independiente. En el laboratorio experimental se identifican los
elementos constitutivos del objeto de estudio, los contenidos de la experiencia consciente.
Estos elementos fueron las sensaciones, es decir los datos simples, originales, e
irreductibles a todo nuevo esfuerzo de análisis. El proyecto de la primera psicología
científica fue componer un catálogo completo de las sensaciones conscientes, describir,
medir sus propiedades y determinar la correspondencia invariable de cada una de ellas con
un centro nervioso bien localizado y con la excitación de un aparato receptor específico.
Sólo después de la descripción de los elementos era posible dar cuenta del orden y
agrupamiento, o sea, explicar la organización de la experiencia consciente como totalidad.
Para resolver el problema de la composición los primeros psicólogos experimentales
adoptan el asociacionismo.
En Estados Unidos, conservando las bases positivistas y la mirada asociacionista-
elementalista, se renuncia al estudio de lo mental. Nos estamos refiriendo al surgimiento
del movimiento conductista iniciado por Watson. Ya lo hemos estudiado.
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Mientras tanto, en Alemania, un grupo de psicólogos optan por continuar con el


estudio de los procesos mentales, rechazando el enfoque asociacionista, elementalista, y
mecanicista elegido por el conductismo. Adoptan un enfoque fenomenológico, opuesto al
positivismo, afirmando que los datos fenomenológicos de la experiencia ordinaria son el
punto de partida que permite la construcción de la estructura conceptual, dentro de la cual
se encajarán los datos de la observación. En sí mismos, los datos no tienen interés o
especial significación, y aunque la observación es necesaria, lo es en la medida en que sirve
para probar una hipótesis.
Podríamos, a pesar de las divergencias, establecer alguna analogía entre las dos
respuestas ya que ambas dirigen su mirada a lo inmediatamente observable. Pero, cuando
los gestaltistas se remiten a las sencillas observaciones de fenómenos, lo hacen para salir de
los sofisticados laboratorios de introspección experimental y contrastar las hipótesis, al
tiempo que los conductistas, por el contrario, llevan la experiencia observable al máximo
control del laboratorio con el objetivo de manipularla y operar sobre ella.
Al realizar sus experimentos, los gestaltistas se comprometen con una visión
"molar" de su objeto de estudio, e ignoran la regla fundamental de los primeros psicólogos
experimentales, el abordaje de los hechos locales más simples y la eliminación de todos los
ingredientes y perturbaciones secundarias que pudieran enturbiar la naturaleza simple de
esos elementos.

Tenemos un experimento de Max Wertheimer, sobre un interesante fenómeno


llamado "estroboscópico" o "movimiento aparente". Para realizar este experimento se
instalaron dos focos de luz detrás de una pantalla transparente y entre ellos, en posición
equidistante pero más cerca de la pantalla, se colocó una varilla vertical. Cuando se
enciende cada foco de manera intermitente, la sombra de la varilla se proyecta en la
pantalla a la derecha o la izquierda, según cuál es la luz que la ilumine. Físicamente, sucede
que, cuando se enciende una lamparita y luego se la apaga y se enciende la otra y se apaga,
la sombra de la varilla aparece y desaparece en un lugar y luego aparece y desaparece en
otro lugar. En síntesis, no hay movimiento físico, sólo se prenden y apagan los focos de luz,
de manera intermitente. Sin embargo, el sujeto sometido a este experimento "ve" una
sombra que se mueve de un lado a otro.
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Ese fenómeno, llamado movimiento aparente, fue tomado por los psicólogos de la
escuela de Wundt como una "ilusión", como un juicio erróneo del observador y nunca fue
considerado como un hecho perceptivo. Wertheimer, a pesar de su condición de discípulo
de Wundt, se pregunta por este error y tanto él como otros investigadores, repitiendo el
experimento, prueban que el movimiento aparente es un hecho perceptivo tan real como el
llamado movimiento real.
De esta manera se comprende que no es la asociación de hechos locales
independientes lo que permite explicar esta experiencia perceptiva, sino, y en todo caso, se
trata de la interacción dinámica de estímulos locales, bajo ciertas condiciones temporales y
espaciales.
Otro grupo de hechos fueron las llamadas ilusiones geométricas (pongo una fotito
abajo). Se trata de distorsiones de formas visuales debidas a otras formas que aparecen en
sus entornos. Los dibujos que se presentan a continuación están formados objetivamente
por círculos trazados con toda exactitud. Pero como los círculos están rodeados por otros
diseños, el resultado es que las imágenes perceptivas de los círculos geométricos ya no son
círculos.

Esas sorprendentes percepciones también fueron consideradas errores de juicio o de


interpretación por parte del observador, ya que se concebía que la percepción de la
disposición en el espacio tenía que estar determinada por la disposición geométrica de los
correspondientes datos físicos producidos por los trazos en la figura. La experiencia
consciente se consolidaba como producto de la sumatoria de sensaciones en
correspondencia con estímulos externos y específicos, que habían ingresado a través de vías
sensoriales específicas. Si el informe verbal de las personas se contradecía con estas
afirmaciones, simplemente estaba errado, distorsionado por ideas previas, recuerdos; el
sujeto de experimentación no estaba suficientemente entrenado para realizar una correcta
introspección de su experiencia perceptual consciente inmediata.
Los psicólogos de la forma hacen caso omiso de esta interpretación y al intentar
comprender lo que sucede con el fenómeno de la percepción, sus observaciones se refieren
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desde un principio a conjuntos, totalidades, dentro de las cuales operan interacciones


dinámicas y no copias fieles del estímulo físico.
Antes de que apareciera la Gestalt, Chistoph von Ehrenfels, interesado por la
música, sostuvo que una melodía posee una "cualidad de forma" o "gestalqualitaten", que
trasciende la suma de los elementos particulares que la componen y que permite que una
melodía conserve su identidad aun cuando sea ejecutada en calves diferentes, con distintos
instrumentos e intensidades de sonido.
Max Wertheimer es considerado como el principal fundador de la escuela de la
Gestalt, pero su tarea la realiza estrechamente asociado con sus colegas, Wolfgang Kohler y
Kurt Koffka.
Para ellos, el todo es más que la suma de las partes.
Esa afirmación, relativamente simple, puso en duda los fundamentos mismos de la
psicología asociacionista.
La experiencia psicológica lleva consigo una cualidad de totalidad, que es mayor
que sus partes constitutivas cuando son aisladas. Lo que posee la totalidad jamás puede ser
representado por una sucesión o agregación de elementos que componen esa totalidad. Se
impone la inclusión, la coexistencia, y no la agregación sucesiva de elementos. La totalidad
se capta de una sola vez, porque todo se da junto y de manera inmediata. Nunca la cualidad
total puede ser efecto de una generalización a partir de casos. El todo es el punto de partida
de la experiencia psicológica y jamás el de llegada.
Mientras que la psicología elementalista supuso que las propiedades de las partes al
ser asociadas determinan las características de la totalidad, la Gestalt sostuvo que es la
organización estructural global la que determina el lugar y significado de cualquier parte
componente. En ese sentido, una misma sensación, o elemento local, puede cobrar distinto
significado según la totalidad a la que pertenezca. Por ejemplo, un sabor, un aroma, un
gusto, son estructurados a partir de la conducta en la que están incluidas y no a la inversa.
Si bien psicofisiológicamente una sensación puede ser definida en sí misma, por su
cualidad, su intensidad, su duración, etc., y puede mantener sus propiedades a pesar de
incluirse en diferentes tipos de conductas, este esfuerzo analítico sólo las desvitalizaría al
eliminar el contexto en el que tiene expresión la conducta. En la vida cotidiana desaparece
la identidad molecular de la sensación, tornándose significativas al incluirse en la totalidad
de la experiencia conductual.
Desde la perspectiva de la Gestalt, toda producción de conducta, todo proceso
psicológico implicado es una totalidad organizada y con significado, molar, no molecular,
ya que lleva consigo una cualidad estructural que no puede reducirse a las partes que la
componen. Este propósito de estudiar la experiencia consciente como totalidad organizada
y significativa, se constituye en objeto de sus estudios sistemáticos.
El término alemán Gestalt es apropiado para denominar a esta escuela ya que
significa forma, figura o configuración, implicando, entonces, oposición a cualquier tipo de
análisis reduccionista de la experiencia psicológica, que si se llegara a aplicar, sólo
conduciría a la misma destrucción de la experiencia.
Derrocan el punto de vista asociacionista imperante en las psicologías de su tiempo,
tanto en la escuela de Wundt y sus continuadores, como en la escuela conductista.
Sintéticamente, podemos decir que la Gestalt representa un punto de vista molar en
psicología, en oposición al punto de vista molecular adoptado por las psicologías
elementalista asociacionistas.
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Fue en el área de la percepción donde el programa de la Gestalt produjo las


contribuciones más originales y valiosas, en particular en lo que se refiere a los principios
de organización del campo perceptivo visual.
Al preguntarse cómo se organiza la percepción, responden que la experiencia
perceptiva es una totalidad en la cual la relación entre las partes que la componen tiene
significado a partir de las leyes de composición de la estructura total de esa experiencia.
Partiendo de este principio de organización o estructura, deducen que el valor de
cada elemento que compone el campo perceptual depende de la totalidad en la cual se halla
incluido y que el mismo puede variar cuando forma parte de otro contexto perceptivo que
ha logrado un nuevo equilibrio.
Los gestaltistas no son ni empiristas ni innatistas. Sostienen que cualquier
experiencia psicológica, como, justamente, la perceptiva, es producto de autodistribuciones
dinámicas de fuerzas que se despliegan en el campo experiencial actual y nunca están
exclusivamente determinadas por las experiencias pasadas. Si la explicación de base
empiristas, que se limita a la historia de aprendizajes, repeticiones, y refuerzos, en el campo
perceptivo sólo se distinguirían entidades conocidas y en realidad las cosas no suceden así,
los conocimientos que tenemos de los objetos no son los responsables de su existencia
como totalidades significativas. De esa manera se pueden comprender las "ilusiones2 que
no habían podido ser explicadas por Wundt y sus discípulos. No es la experiencia pasada
con los hechos físicos lo que determina que se perciba movimiento aparente o las llamadas
distorsiones de figuras geométricas, ellas son producto del equilibrio logrado entre
interacciones de fuerzas presentes en el campo actual temporal y espacial de la experiencia.
Al observar lo real se acepta la experiencia de manera directa, aquello que se
presenta de manera manifiesta, en esto consiste la actitud fenomenológica que impregna el
método de estudio adoptado por la Gestalt. El conocimiento objetivo de, por ejemplo, una
experiencia perceptiva, no se logra mediante la medición de las variables que
supuestamente entran en juego, o conociendo acerca de la fisiología de los órganos, la
objetividad es captada, en realidad, en la experiencia directa. Por tanto, no es necesario
establecer condiciones experimentales que permitan la medición de variables para poder
afirmar objetivamente lo que una persona percibe, cómo resuelve un problema, etcétera.
Una hipótesis determinante para la comprensión de los fenómenos estudiados por la
Gestalt es la del isomorfismo, término de origen griego (iso, aproximadamente igual, y
morfismo, forma) que intenta dar cuenta de una identidad estructural entre el plano de la
experiencia consciente directa y los procesos fisiológicos subyacentes a la misma. De esta
manera se afirma que si conocemos las leyes que organizan la experiencia fenoménica
necesariamente conocemos a su vez las leyes que rigen el funcionamiento del cerebro. La
Gestalt propone una concepción del sistema nervioso entendido como un todo dinámico,
flexible, y no suma de zonas cerebrales. Hablamos de un espacio continuo, en lo que todo
lo que afecta a una parte de él, afectaría a la totalidad en cierta medida. Mediante el
isomorfismo se establece que no existe una relación punto por punto entre el estímulo
externo y la imagen mental de ese estímulo, resultando por tanto que la forma perceptiva es
una representación del mundo físico y no su copia fotográfica, es un equilibrio logrado,
siempre instantáneo y cualquier cambio en el campo estimular produce un cambio tanto en
la forma psicológicamente percibida, como en los campos corticales, siempre implicados.
Los psicólogos de la Gestalt enuncian además del isomorfismo, otros principios o
leyes que lo complementan, con el fin de favorecer una comprensión más acabada acerca
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de la dinámica perceptual que se produce en el campo actual de la experiencia consciente.


La ley de la pregnancia o de la buena forma expresa que la percepción siempre adopta la
mejor forma posible, coordinando la totalidad de los factores que coexisten en el campo
perceptivo en un momento determinado; la ley de cierre o inclusión se refiere a nuestra
tendencia a percibir formas completas, aun partiendo de datos perceptuales incompletos.
Por ejemplo, seguimos el ritmo de una canción aunque se corte por momentos el sonido,
frente a un dibujo incompleto reconstruimos o imaginamos rápidamente lo faltante, cuando
leemos buscando errores de tipeo, no distinguimos con facilidad las alteraciones en las
letras de las palabras o las letras faltantes, en todas estas situaciones tendemos a completar
y cerrar la acción en pos de sostener el significado en su conjunto, sin distinguir algunos
vacíos y errores; a partir de la ley de proximidad, aquello que está próximo en tiempo y
espacio en nuestro campo perceptual tiende a agruparse significativamente, por ejemplo,
ruidos dispersos que se reiteran en el tiempo terminan conformando significativamente un
ritmo, o sea, como consecuencia de la proximidad temporal tendemos a agruparlos y a
otorgarlos un significado musical, estrellas próximas en el cielo han sido identificadas
como constelaciones o sea totalidades particularmente significativas que por la proximidad
espacial se particularizan y distinguen de otras; ley de figura de fondo, según la cual la
organización de la percepción se da siempre en función de un recorte que define una figura
sobre un fondo, el ejemplo más difundido es el de las figuras reversibles, que permiten ver
una copa o dos perfiles enfrentados según sea el recorte de figura y fondo; ley de la
semejanza, según la cual lo similar en tamaño, color, peso, o forma, tiende a ser percibido
como conjunto o totalidad.
La psicología gestaltista considera a la realidad como psicofísica. Según lo ya
expresado, los gestaltistas consideraron que el mundo de la experiencia no es el mismo que
el mundo físico, y para recalcar tal distinción por un lado se refieren al campo psicofísico,
para representar la visión que el perceptor tiene de la realidad, y por otro lado la situación
física, para referir al mundo físico.
El campo psicofísico es siempre la experiencia actual y donde se producen los
cambios en la experiencia perceptiva, los cambios en su totalidad u organización.
El concepto de campo está vinculado a otros términos como distribución de fuerzas,
condiciones de equilibrio, interacción entre partes, vectores, valencias, etc., todos son
instrumentos conceptuales provenientes de complejas formalizaciones de la física que
fueron utilizados con el propósito de poder explicar que el resultado fenoménico de la
experiencia no depende de un modelo mecánico sino de un modelo dinámico.
Construir una teoría de campo significó detectar las reglas precisas que regulaban
las interacciones entre las partes que constituyen la totalidad de una experiencia.
Podríamos expresar, a modo de síntesis, algunas características que resultan
centrales a fin de identificar un proyecto como el desarrollado por los psicólogos de la
Gestalt: adoptan un enfoque estructuralista, estudiando la experiencia consciente como
totalidad organizada y significativa, contraponiéndose de esta manera a cualquier enfoque
elementalista y asociacionista; comprenden cualquier forma de expresión conductual, entre
ellas la experiencia consciente en el acto de percibir, como una producción dinámica, en
oposición a una concepción mecanicista y estática del fenómeno; el campo dinámico es
siempre actual, se pueden describir las condiciones de producción y estructuración del
mismo, la totalidad que en él se expresa, pero no se interesan por la medición y
cuantificación de los fenómenos (el sentido de actualidad que le otorgan al campo fue
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ampliamente criticado por Piaget, quien, por el contrario, optó por un enfoque genético
estructural en sus estudios); la experiencia anterior no cumple papel relevante en la
constitución del campo dinámico actual, por eso es una inclinación antiempirista, aunque
sin adoptar por ello un enfoque innatista.
Metodológicamente combinan observación y experimentación. La observación es
denominada fenomenológica, esto significa que la realización de las descripciones de la
experiencia directa se realiza de la manera más natural y plena como sea posible,
contraponiéndose así a la fragmentación de la experiencia y al experimentalismo de las
posturas positivistas.
En los momentos iniciales, la psicología de la Gestalt emerge como reacción al
elementalismo asociacionista de la escuela construida por Wundt. En un segundo momento
las críticas se dirigen al conductismo, esto está en relación con circunstancias históricas
vinculadas con el advenimiento del nazismo, que fuerza a los teóricos de la Gestalt a
emigrar a EE.UU donde reinaba el imperio conductista.
Han hecho sentir su influencia en círculos cada vez más amplios. Se realizaron
aplicaciones a los estudios de la personalidad, la motivación, la psicología social, con
producciones como las de Lewin, Asch, y Allport, entre otros.
El estructuralismo genético de Jean Piaget.
Piaget, en su Centro Internacional de Epistemología Genética, por métodos
experimentales, va a estudiar la formación de las estructuras básicas del conocimiento
humano a lo largo del desarrollo infantil.
Este psicólogo destruyó la concepción de ilogicidad del pensamiento infantil. Pudo
demostrar que el pensamiento lógico tiene un largo proceso de construcción que antecede
incluso a las etapas de manifestación de la conducta lingüística.
La psicología genética se inicia a partir de una serie de preguntas. ¿Qué
conocemos?, ¿cómo conocemos?, ¿cómo se pasa de un estado de menor conocimiento a un
estado de mayor conocimiento? Asumiendo que el conocimiento no se deriva de la
percepción (como creían los empiristas), intentará dar cuenta del recorrido por el que estos
conocimientos se han construido.
En Piaget, la originalidad reside en que para responder a estas interrogantes decide
preguntarles a los niños.
Así, va a establecer un paralelo entre la construcción del conocimiento científico y
lo que puede ser la ontogenia, cómo se va dando la construcción del conocimiento en el
niño. Es importante señalar que este paralelo no implica una copia, él no estaría de acuerdo
en afirmar que la ontogenia reproduce a la filogenia, considerada como la historia del
conocimiento científico sobre cómo se aborda el mundo. Lo que se trata es de descubrir los
mecanismos subyacentes que dan cuenta de ese paralelismo.
De esta manera, crea la psicología genética, para tratar de estudiar la construcción
del conocimiento en el niño y utilizarla como campo de experimentación de sus hipótesis
epistemológicas.
Piaget se va a diferenciar en la forma de conceptualizar el conocimiento con
respecto a la filosofía, ya que para Piaget el conocimiento no es un estado sino un proceso
activo, en el cual tanto el sujeto que conoce como el objeto a conocer cambian en el
proceso de interacción, en el proceso de conocimiento. Es una posición que toma
enfrentándose al empirismo. Para esta perspectiva filosófica, el conocimiento es un estado
pasivo en el cual el sujeto incorpora conocimiento a partir de la experiencia sensible. El
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pensamiento es espejo de la cosa. Para Piaget, no incorporamos conocimiento a partir de la


percepción, sino que construimos conocimiento a partir de la interacción permanente entre
el sujeto que conoce y el objeto a conocer. El conocimiento científico avanza por
reorganizaciones de argumentos y reformulaciones de teorías y no por acumulaciones, y en
este sentido es un proceso dialéctico.
A fin de poder resolver problemas epistemológicos va a estudiar el desarrollo de la
inteligencia infantil, la psicogénesis. Sin interesarse en el niño particular, la psicología
genética va a interesarse en el niño de mecanismo general, pues ella quiere explicar el
proceso general del desarrollo cognoscitivo por su modo de formación, por su desarrollo en
el niño. Quiere decir que la finalidad no es centrarse en el niño y dar cuenta de sus
particularidades, no es hacer una psicología del niño, sino que el objetivo es poder dar
cuenta de cómo se construyen las categorías cognoscitivas y cómo se determina el
mecanismo de formación de esas categorías. En este sentido va a explicar las funciones
mentales por su modo de formación.
O sea, el va a estudiar el desarrollo de esas estructuras.
Va a conceptualizar el desarrollo del comportamiento humano, específicamente la
construcción de las estructuras cognoscitivas, a partir de la lógica.
La psicología de Piaget se ocupa del sujeto epistémico, que no se corresponde con el
sujeto de la psicología del niño. En vez de ocuparse de las diferencias individuales se va a
ocupar de lo que hay en común en todos los sujetos que están en el mismo nivel de
desarrollo. Las variabilidades individuales no interesan cuando el objetivo es teorizar el
desarrollo de ese sujeto epistémico.
Frente a la dispersión de funciones y facultades que estudiaba la psicología
elementalista, las imágenes mentales, la percepción, la memoria, etc, Piaget propone una
concepción unificada en un solo campo. Su objeto de estudio son la construcción de las
estructuras cognoscitivas, que veremos luego que son los instrumentos de asimilación que
permiten al sujeto incorporar lo real a sus esquemas de acciones. La teoría del desarrollo de
las estructuras cognoscitivas permite explicar y por lo tanto hacer inteligibles una
diversidad de conductas inteligentes que se venían estudiando de manera separada.
No se va a limitar simplemente a describir evolutivamente el comportamiento, sino
que quiere explicar la lógica de su construcción.
Se va a llevar adelante un "análisis estructural", es decir, una unificación de lo
diverso, sintetizar, más allá de los aspectos fenoménicos, las relaciones que subyacen a lo
observable. Lo que se busca es reconstruir el proceso de formación del comportamiento a
través de indagar cómo los niños pasan de un nivel de desarrollo a otro más complejo. Este
análisis estructural se realiza sobre los datos que arroja el análisis clínico, que consiste en
un interrogatorio que se realiza el niño con el fin de conocer su sistema intelectual.
Finalmente, el análisis psicogenético que consiste en la reconstrucción del método de
formación de esos sistemas cognoscitivos. De este modo, Piaget integra el método
estructural, la perspectiva psicogenética, y el análisis clínico.
A partir de este enfoque metodológico, Piaget va a tratar de explicar cómo las
estructuras mentales de un niño recién nacido se van transformando hasta llegar a las
formas del pensamiento adolescente.
Estructura, génesis y teoría de la equilibración constituyen el trípode en el que se
basa el enfoque estructuralista genético.
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La noción de estructura comienza a ser utilizada en psicología a partir de los


trabajos de la teoría de la Gestalt, que la define como un sistema regido por leyes de
totalidad, distintas a las leyes o propiedades de los elementos del sistema. Piaget acepta el
concepto pero señala algunas limitaciones del enfoque dado que las leyes que enuncian los
gestaltistas y cognoscitivos son leyes invariables y se conciben como independientes del
desarrollo evolutivo. En este sentido retoma la noción de totalidad y la noción de equilibrio,
pero a diferencia de los equilibrios estáticos de las formas perceptivas de la Gestalt,
conceptualiza un equilibrio móvil, como veremos más adelante.
Continuando con la estructura, una de sus características es la totalidad, es decir el
hecho de que sea un sistema irreductible a las propiedades de los elementos que lo
constituyen. La segunda característica de una estructura es que las propiedades de la
misma, sus leyes, son estructurante, en el sentido de producir nuevos elementos a partir de
otros elementos. Por ejemplo, la operación de suma de números enteros. De este modo el
sistema está armado en virtud de las transformaciones. La tercera característica es que toda
estructura debe tener una autorregulación. Quiere decir que la totalidad que posee un
sistema de transformaciones que genera nuevos elementos debe poseer un cierto cierre, de
modo que las transformaciones no conduzcan fuera de los límites de la propia estructura.
Por ejemplo, la sumatoria de números enteros da números enteros. Las estructuras
biológicas tienen mecanismos de autorregulación como la homeostasis. Ahora bien, este
cierre no significa de ningún modo que la estructura considerada no pueda entrar a título de
subestructura dentro de una más amplia. Esta modificación de las fronteras generales no
produce abolición de las primeras, no existe anexión, sino confederación y las leyes de la
subestructura no son alteradas sino conservadas, de tal modo que el cambio que interviene
es un enriquecimiento.
Según los niveles de desarrollo, un niño se comportará de manera diferente cuando
le pidamos que ordene del más grande al más pequeño diez palitos. Un niño chiquito va a
decir que son todos iguales, otro, más grande, descubrirá un método, tomar el palito más
grande y ponerlo sobre la mesa, luego tomar el más grande restante, y así. Piaget entendió
que el estadio final de este desarrollo de la seriación era un buen ejemplo de lo que él
entendía por estructura psicológica. La estructura, como puede apreciarse, no corresponde a
la configuración física de los objetos sobre la mesa, no es observable. Tampoco
corresponde a la serie de comportamientos realizados por el niño. La estructura se
corresponde con la organización de la actividad intelectual que preside y dirige la
formación de la seriación efectiva. La estructura, definida en estos términos, debe ser
inferida por el investigador, examinando cuidadosamente los comportamientos y las
justificaciones.
En síntesis, una estructura comprende las características de totalidad,
transformaciones, y autoajuste.
Las estructuras no surgen de la nada, ni se configuran al azar, sino que son el
resultado de una génesis, y para Piaget resulta posible rastrear los pasos de esta génesis,
desde las estructuras más simples hasta las más complejas.
La vida es creadora de "formas", cada vez más complejas, desde las estructuras
biológicas hasta las estructuras acabadas del pensamiento formal. En ese devenir, las
actividades de intercambio, en el inicio material, entre el organismo y el medio, van a
generar formas específicas de regulación de esos intercambios que determinarán las
modalidades de equilibrio alcanzadas para compensar las perturbaciones originadas en estas
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actividades. Los ritmos son las primeras formas de regulación biológicas, como por
ejemplo las necesidades orgánicas o instintivas como el hambre, la sed, la sexualidad, ellas
responden a la alternancia de dos procesos antagónicos que quedan fijados por su
organización interna, y por este motivo tienen un tipo de regularidad rígida, para el caso del
hambre tenemos la alternancia, hambre, saciedad. Las actividades más complejas que
introducen modificaciones y ajustes en función de la experiencia y determinan la aparición
de comportamientos orientados, como por ejemplo las coordinaciones motrices o
perceptivas, permiten hacer correcciones en función de las contingencias de la experiencia,
realizando regulaciones que intentan mantener el equilibrio. Finalmente, las operaciones
constituyen un sistema de transformaciones coordinadas que han llegado a ser reversibles y
son propias del pensamiento lógico.
Toda génesis parte de una estructura y desemboca en otra estructura. No hay
comienzos absolutos pues siempre se parte de algo y los términos A y B son siempre
estructuras aunque de distinto nivel de complejidad (B es más estable que A, sin dejar por
ello de ser su prolongación). Toda estructura tiene una génesis.
La tarea que propone Piaget es descubrir las leyes que regulan el funcionamiento de
las estructuras en cada momento del desarrollo, o, lo que se lo mismo, describir los
sucesivos estados de equilibrio por los que atraviesan las estructuras cognoscitivas.
Las estructuras de cada período tienen una forma característica de equilibrio, pero lo
que subraya Piaget es que las formas de equilibrio tienden a ser cada vez más estables que
las anteriores. Esto significa un desarrollo de los intercambios entre el individuo y el medio,
que va desde una mayor rigidez hasta un movimiento cada vez más estable.
En efecto, si pensamos en las formas de comportamiento de los bebés, advertiremos
que el repertorio de conductas es muy limitado y está determinado básicamente por sus
necesidades internas. Sin embargo, sobre ese manojo de reflejos y primeros hábitos, pronto
aparecerán complejizaciones que a partir de lo conocido le permitirán realizar aplicaciones
a situaciones nuevas. Por ejemplo, un esquema de succión rápidamente se generaliza a la
succión del pulgar. El equilibrio es, por tanto, móvil y estable. Y es tanto más móvil cuanto
más estable sea. Estas primeras formas de equilibrio contrastan con las formas adultas, si
pensamos, por ejemplo, en una persona que ha completado el desarrollo de sus estructuras
intelectuales, veremos que dispone de una multiplicidad de operaciones mentales para
resolver las situaciones que el medio le plantea, incluso puede responder aunque no tengan
correlato en la experiencia sensible sino que se correspondan con planteos hipotéticos.
Tal dirección desde un equilibrio rígido e inestable hacia formas de equilibrio
móviles y estables es lo que caracteriza el desarrollo humano en sus distintos niveles.
Así definido, podemos apreciar las características inherentes al concepto de
equilibrio: estabilidad, que no significa inmovilidad; compensación por medio de las
acciones del sujeto para equilibrar las perturbaciones provenientes del medio; actividad, por
oposición a pasividad, dado que cuanto mayor es el equilibrio, mayor debe ser la actividad
que despliegue el propio sujeto epistémico.
Toda actividad inteligente tiene un desarrollo que hunde sus raíces en las estructuras
biológicas más elementales y se continúa en las formas últimas y más acabadas de la
inteligencia humana. Ese es su punto de partida, concebir la inteligencia en su doble
naturaleza, biológica y lógica. La inteligencia no es más que un término genérico que
designa las formas superiores de organización o de equilibrio de las estructuras
cognoscitivas hacia las cuales tienden las formas precedentes.
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El sujeto realiza intercambios continuos con el medio. La inteligencia se constituye


como el instrumento fundamental para regular los intercambios entre el sujeto y el mundo,
cumpliendo una función adaptativa.
Entendiendo la inteligencia como un proceso de adaptación, precisemos más qué es
lo que quiere decir con este término. La adaptación, se caracteriza como un equilibrio entre
las acciones del organismo sobre el medio y las acciones inversas. Por lo tanto, este proceso
implica dos momentos: asimilación, la cual se corresponde a las acciones del sujeto sobre el
objeto que, al operar sobre él, lo modifica, imprimiéndole cierta forma propia, y lo
incorpora a sus esquemas de conducta; y la acomodación, que corresponde a la
transformación de los esquemas preexistentes del sujeto para adecuarse a las exigencias del
medio que resulta una modificación de la propia acción.
Para entender lo anterior, imaginemos a un bebé de cuatro o cinco meses que está
con sus juguetes. Los agarra, los chupa, los mira, y a través de ese actuar sobre los objetos
es que los asimila a sus esquemas de conducta. Los objetos serán para agarrar o bien para
chupar. Y así, el bebé aplicará estos esquemas de acción a otros objetos en una continua
elaboración del mundo exterior. Pero en este actuar sobre ellos, descubrirá que algunos son
más grandes, otros muy pequeños, y entonces, deberá adecuar sus movimientos y su
percepción para dirigir su acción sobre los mismos. Se acomodarán sus esquemas a las
exigencias del medio. Progresivamente, veremos que ese bebé realizará otras actividades
con los objetos, se desplazará hacia ellos, los tirará lejos, los sacudirá, por lo que el mismo
objeto se transforma en algo que puede alejarse, tirarse, moverse. De este modo, la
actividad asimiladora va organizando relaciones. Lo que antes funcionaba como la mano
que agarra, la boca que chupa, el ojo que mira, paulatinamente se transforma en una serie
de relaciones más complejas que permiten mover, arrojar, desplazar con objetivos cada vez
ms complejos.
Cuando hablamos de objeto, nos referimos no al real, sino al objeto de
conocimiento. Por ejemplo, puede haber un piano en una habitación, y para un bebé es un
objeto para ser visto, pero para un niño mayor es un instrumento musical para ser usado y
producir melodías.
En síntesis, estos dos procesos, la asimilación de la experiencia a los esquemas
mentales del sujeto y la acomodación de los esquemas mentales a las nuevas experiencias,
constituyen la base de los estados de equilibrio adaptativos que se van dando sucesivamente
a lo largo de la evolución mental.
A partir de observar a niños y adolescentes, afirmará que existe un orden secuencial
según el cual la construcción de las estructuras intelectuales va atravesando períodos
sucesivos, a los que va a denominar estadios del desarrollo intelectual.
Para que podamos hablar de estadios, es necesario que el orden de sucesión sea
constante. No importa tanto la cronología, ya que si bien Piaget hace estimaciones
promedio acerca de las edades entre las que se sitúa aproximadamente cada estadio, esto es
muy variable y depende de factores de orden biológico, cultural, etc. Pero lo que no varía es
el orden de sucesión en que se van produciendo las adquisiciones. Por poner un ejemplo, un
niño primero construye las estabilidades perceptivas que le permiten conservar el objeto
dentro del campo actual, es decir, que a pesar de que el objeto varíe de posición, esté de
frente y luego de perfil, pueda entender que sigue siendo el mismo objeto. Posteriormente,
va a construir la permanencia del objeto de manera que aunque desaparezca de su campo
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perceptual, sigue existiendo. Luego, ese objeto, ya existente desde el punto de vista
cognoscitivo, podrá adquirir la conservación de su sustancia, de su peso, y de su volumen.
Las estructuras de cada estadio son integrativas. Esto significa que las estructuras
construidas se convierten en parte integrante de las estructuras siguientes, y no se sustituyen
unas a otras, sino que se integran a modo de subestructuras conservando sus propiedades o
bien enriqueciéndose.
Los sucesivos estadios que describe Piaget se pueden agrupar en tres grandes
períodos: el período de la inteligencia sensorio-motriz, el período de la inteligencia
representativa, y el período de la inteligencia operatoria (concreta y formal).
A cada uno de estos períodos los define un eje alrededor del cual se estructuran las
adquisiciones propias de ese momento evolutivo. Dichos ejes son la acción, la
representación, y la operación, respectivamente.
Las acciones constituyen la forma más elemental de funcionamiento psicológico y
constituyen el origen de las formas posteriores que adoptan las estructuras intelectuales.
Podría decirse que la acción está en la base de todo conocimiento posible, es a partir de ella
que se comienza a conocer el mundo y a sí mismo. El ser humano, al nacer, cuenta con los
recursos proporcionados por su estructura biológica como los reflejos y los primeros
hábitos. Del inicial ejercicio de estos reflejos en diálogo con el ambiente irán surgiendo por
diferenciaciones adquiridas, las organizaciones de las acciones sensoriomotrices. Por
ejemplo, las coordinaciones entre los medios y los fines adquiridos, la coordinación de un
esquema simple a otro más complejo como agarrar y sacar, la coordinación de los
desplazamientos en el plano práctico como los rodeos y regresos, la permanencia de los
objetos del campo perceptivo, etc.
Alrededor de los dos años, con la aparición de la función semiótica, que permite la
evocación de las situaciones no percibidas en el plano actual, surgen las primeras
abstracciones. Aparece el juego simbólico, el lenguaje, la imagen mental, en que la acción,
de ser puramente perceptiva y motriz, pasa a reconstruirse en el plano de las
representaciones. Hasta ese momento, las posibilidades del niño de conocer el mundo
estaban limitadas a la actividad en el plano perceptivo y motriz, ahora, a través de la
actividad del pensamiento, comienza a conquistar en el plano de la representación las
adquisiciones del período precedente. El niño es capaz de hacer las primeras inferencias
como la representación del espacio, clasificaciones figurativas, ciertas relaciones causales,
pero aún es incapaz de estructurar y equilibrar totalmente las relaciones que establece. Por
ejemplo, confunde las relaciones temporales con las espaciales, de tal manera que es
susceptible de pensar que por acabar de cumplir seis años ahora debe escribir su nombre
más grande en la hoja.
Aquellas acciones interiorizadas, alrededor de los siete u ocho años, comienzan a
coordinarse unas con otras para constituir sistemas de conjunto. Piaget dice que es a partir
de este momento que aparecen las operaciones propiamente dichas, caracterizadas por su
reversibilidad. Estos cambios cualitativos permiten al niño operar en el plano del
pensamiento por sistema de acciones virtuales que garantizan la conservación de sus
propiedades, pero el niño necesita todavía de la presencia concreta de los objetos para
poder razonar. Por este motivo llama a este período de operaciones concretas. Por ejemplo,
si se le presenta a un niño un problema de seriación de pesos sobre objetos concretos, podrá
realizar esta tarea luego de establecer comparaciones sucesivas con los mismos. Pero si, en
cambio, se le plantea el problema en términos verbales de modo: "Juan es menos pesado
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que Pedro, Juan es más pesado que Andrés, ¿cuál es el más pesado de los tres?, no podrá
resolverlo. Estas limitaciones desaparecen en el período siguiente, el de las operaciones
formales, que comienza alrededor de los once años. El niño es capaz de desprenderse de los
datos concretos y empieza a razonar no sólo sobre lo real sino también sobre lo posible.
Con esto queremos indicar que comienza a razonar de manera hipotética, con lo que es una
lógica aplicable a cualquier contenido.
El mecanismo de desarrollo tiene que ver con factores biológicos, de equilibrio de
acciones, de coordinación interindividual, y de transmisión educativa y cultural.
El crecimiento orgánico y la maduración son factores explicativos de un gran
número de conductas elementales como la coordinación de la visión y la prensión, pero no
son suficientes para dar cuenta de la complejidad de la organización del pensamiento. Las
conductas más complejas requieren un mínimo de interacción con el medio y de cierta
experiencia, por lo que exigen de organizaciones abiertas al enriquecimiento a través del
desarrollo, y no pueden explicarse sólo por la riqueza de la organización en su punto de
partida.
Si sólo se explicara el desarrollo de las estructuras intelectuales por medio de la
maduración del organismo, los estadios no sólo serían secuenciales, sino que también
estarían cronológicamente fijados. Para Piaget, el desarrollo es función de una serie de
actividades de ejercicio, de experiencia, y de acción del individuo sobre el medio, que van
deviniendo cada vez más coordinadas y que se generalizan.
Por su parte, los factores de la coordinación interindividual corresponden a las
interacciones y transmisiones sociales espontáneas que, aunque son insuficientes en sí
mismos para explicar el desarrollo, intervienen en el proceso de socialización de los niños.
En todas las sociedades, las personas discuten, se informan, se oponen, colaboran, y en ese
constante intercambio afectan de distinta manera su socialización, favoreciendo o
lentificando su desarrollo.
Finalmente, los factores de transmisión educativa y cultural, que pueden ejercer
presiones sobre las particularidades de los contenidos de las conceptualizaciones de los
individuos.
Estos cuatro factores son solidarios del desarrollo de la afectividad y la motivación.
Para Piaget la afectividad es la dimensión energética de todo comportamiento, pues no
existe conducta humana, por intelectual que sea, que no implique factores afectivos.
Inversamente, no existe ningún comportamiento afectivo sin la intervención de procesos
cognitivos. En el terreno específico de las estructuras intelectuales, el factor que considera
estructurante de ese desarrollo es la equilibración, que constituye, de este modo, el proceso
formador de las estructuras.

"La nueva ciencia de la mente", Gardner

Introducción: lo que obró Menón. En el Menón, Sócrates indaga aun joven eslavo acerca de
sus conocimientos de geometría.
Pero lo que se debatía en este diálogo platónico era mucho más que una indagación
acerca de conocimientos de un joven esclavo. Aquí, tal vez por primera vez en la historia
intelectual humana, se hizo una prolongada reflexión sobre la naturaleza del conocimiento,
¿de dónde proviene, en qué consiste, cómo está representado en la mente humana?
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Por aquellas épocas, se afirmaba que la comprensión de las cuestiones geométricas,


y de todos los asuntos propios de un saber genuino, ya estaba instaurada en el alma humana
desde el nacimiento, y que la enseñanza consistía simplemente en traer a la consciencia el
saber innato.
Hacia la Edad Media, los debates por el conocimiento pasaron a ser incumbencia de
los teólogos, cuestión que cambió recién con el renacimiento.
Más tarde, durante el renacimiento y la ilustración, los filósofos continuaron estas
discusiones, empezando a basarse regularmente en los hallazgos de las incipientes ciencias
empíricas.
Hacia finales del siglo XIX, habían proliferado las nuevas ciencias y las
especialidades filosóficas, varias de las cuales tenían por fin declarado indagar la naturaleza
de la mente humana.
Hoy, armados de herramientas y conceptos inimaginables siquiera un siglo atrás, un
nuevo cuadro de pensadores, los denominados "científicos cognitivos", están investigando
muchas de estas cuestiones que obsesionaron por primera vez a los griegos hace 2500 años.
Y, al igual que éstos, se preguntan qué significa saber algo, tener una creencia exacta, o,
por el contrario, ignorar, equivocarse. Procuran comprender, no sólo lo que se conoce, los
objetos, sino a la persona que conoce, su aparato perceptual, mecanismos de aprendizaje,
memoria, racionalidad. ¿De dónde viene el saber, cómo se lo almacena, como puede
perderse? Les interesan las diferencias entre individuos, lo que puede conocer el niño, el
habitante de una sociedad ágrafa, o un individuo que ha sufrido una lesión cerebral, o un
hombre de edad madura. En sus empeños, ocupan un lugar central las computadoras, esa
creación de mediados del siglo XX que promete cambiar nuestra concepción del mundo en
que vivimos y nuestra imagen de la mente humana.
Desde que la expresión "ciencia cognitiva" comenzó a andar de boca en boca a
principios del siglo 1970, decenas de científicos, como Bruner, Collins, Mandler, Miller,
Norman, Rumehart, han procurado definir su naturaleza y alcances.
El autor define a la ciencia cognitiva como un empeño contemporáneo de base
empírica por responder a interrogantes epistemológicos de antigua data, en particular los
vinculados a la naturaleza del conocimiento, sus elementos componentes, sus fuentes,
evolución, y difusión. Tenemos cinco características principales. Ante todo, está la creencia
de que, al referirnos a las actividades cognitivas de los seres humanos, es menester concebir
representaciones mentales y postular un nivel de análisis totalmente separado del nivel
biológico, por un lado, y del sociológico cultural, por el otro. En segundo lugar, está la
creencia de que para la comprensión de la mente humana, es esencial la computadora
electrónica. El tercer rasgo de la ciencia es su deliberada decisión de restar énfasis a ciertos
factores que, si bien pueden ser importantes para el funcionamiento cognitivo, complicarían
innecesariamente los estudios científicos en estos momentos, estos factores abarcan la
influencia de los afectos o emociones, la contribución de los elementos históricos y
culturales, y el papel del contexto o los antecedentes en los cuales se desenvuelven
determinadas acciones o pensamientos. El cuarto rasgo es que los científicos cognitivistas
tienen el convencimiento de la gran utilidad de los estudios interdisciplinarios. Una quinta
característica es la afirmación de que un ingrediente clave de la ciencia cognitiva es el
temario y el conjunto de inquietudes que los epistemólogos de la tradición filosófica
occidental han debatido durante largo tiempo.
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Podría decirse que la ciencia cognitiva tiene un larguísimo pasado pero una historia
relativamente breve, ya que sus raíces se remontan a la época clásica, aunque sólo ha
emergido como empeño reconocido en las últimas décadas.
Los cimientos de la ciencia cognitiva. En septiembre de 1948, un grupo de
eminentes científicos, representantes de diversas disciplinas, se reunieron en el predio del
instituto de tecnología de California para celebrar un simposio sobre los mecanismos
cerebrales en la conducta, auspiciado por la Fundación Hixon. Se quería debatir acerca de
la forma en que el sistema nervioso controla la conducta. Por ejemplo, uno de los oradores,
el matemático Neumann, trazó una notable analogía entre la computadora electrónica,
descubrimiento tan reciente que todavía olía a ciencia ficción, y el cerebro.
La mayor parte de los investigadores previos habían escogido la introspección como
método científico predilecto, vale decir, la autoreflexión de un observador bien adiestrado
acerca de la naturaleza y decurso de sus propias pautas de pensamiento. El
introspeccionismo fue derribado por un grupo de jóvenes científicos, los conductistas. Ellos
enunciaron dos proposiciones conexas. Ante todo, los investigadores interesados en una
ciencia del comportamiento debían limitarse estrictamente a métodos públicos de
observación, que cualquier hombre de ciencia fuera capaz de aplicar y de cuantificar.
Nadade rumiaciones subjetivas ni de introspección privada: si una disciplina pretendía ser
científica, sus elementos debían ser tan observables como la cámara de niebla del físico o la
redoma del químico. En segundo lugar, los interesados en una ciencia del comportamiento
debían centrarse exclusivamente en la conducta, esquivando con el mayor de sus empeños
temas tales como la mente, el pensar o la imaginación, y conceptos como los de plan,
deseo, o propósito. Para los conductistas, toda actividad psíquica podía ser adecuadamente
estudiada sin recurrir a dichas misteriosas entidades mentalistas. Un elemento decisivo del
canon conductista era la creencia en la supremacía y el poder determinante del medio.
Consideraban que los individuos no actuaban de la manera en que lo hacían a raíz de sus
propias ideas y propósitos, o porque su aparato cognitivo poseyera ciertas tendencias
estructurantes autónomas, sino que operaban como reflectores pasivos de diversas fuerzas y
factores presentes en su medio. Se postuló un elaborado conjunto de explicaciones que
detallaban los principios del condicionamiento y del refuerzo, para describir cómo se
producía el aprendizaje y se formaban las conductas particulares. Teniendo en cuenta los
problemas que había originado el introspeccionismo, como la irrefutabilidad de sus
propuestas, el conductismo supuso un golpe de aire fresco. No obstante, en retrospectiva,
cabe sostener que se pagó un precio demasiado alto por la adhesión estricta al conductismo.
En tanto duró su imperio, sólo fue posible aproximarse con dificultades, furtivamente, a las
cuestiones vinculadas a la naturaleza del lenguaje, la planificación humana, la resolución de
problemas, la imaginación. Lashley, en el simposio de Hixon, mostró que la adhesión a los
cánones conductistas estaba volviendo imposible el estudio científico de la mente humana.
Lashley advirtió que para alcanzar nuevas intelecciones acerca del cerebro o de las
computadoras, era imprescindible enfrentar frontalmente al conductismo. Afirmó que con
el marco teórico explicativo dominante no era posible dar cuenta de ninguna conducta
ordenada en forma secuencial, como tocar un instrumento. Estos fenómenos desafían toda
explicación en términos de cadenas lineales del tipo A produce B, las acciones se
desenvuelven con tanta rapidez, que ningún eslabón de la cadena puede basarse en el
precedente. Según Lashley, estas secuencias de conductas deben estar planeadas y
organizadas de antemano. La organización más verosímil es del tipo jerárquico, hay planes
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globales más amplios, dentro de los cuales se orquestan secuencias de acciones cada vez
más densas o tupidas. Así, en el caso del lenguaje, los nódulos superiores de la jerarquía
abarcan la intención global que instó a la preferencia, en tanto que la elección de la sintaxis
y la producción efectiva de los sonidos ocupan nódulos inferiores de la jerarquía. La
conducta no deriva de incitaciones ambientales, sino que procesos que tienen lugar en el
cerebro la preceden de hecho y dictaminan de qué manera un organismo lleva a cabo un
comportamiento complejo. La organización no es impuesta desde afuera, sino que emana
del interior del organismo. Al par que desafiaba el análisis conductista corriente de su
época, Lashley puso en tela de juicio dos dogmas fundamentales del estudio
neuroconductual, la creencia de que el sistema nervioso se halla la mayor parte del tiempo
en un estado de inactividad, y la de que reflejos aislados resultan activados solamente
cuando aparecen formas específicas de estimulación. Para él, el sistema nervioso consiste
en unidades organizadas en forma jerárquica y permanentemente activas, cuyo control
proviene del centro, más que de cualquier estimulación periférica.
No es exagerado afirmar, en el marco de este simposio, que comenzaban a
tambalearse algunos arraigados modos de explicación, y que un nuevo programa de acción
se desplegaba ante la comunidad de las ciencias biológicas y de la conducta.
Los estudiosos que asistieron al simposio de Hixon se hallaban en una coyuntura
crítica de la historia de la ciencia. A mediados del siglo XX se hallaban en camino de ser
develados dos de los mayores misterios de la época antigua, la naturaleza de la materia
física y de la materia viva, pero aún faltaba algo, el enigma de la mente humana.
Ahora bien, algunos factores impidieron el lanzamiento apropiado de una ciencia de
la cognición. Entre el credo de conductistas y freudianos, era difícil entrar de una manera
científicamente respetable en el territorio de los procesos del pensamiento humano. Por
último, la situación política mundial ejerció efecto inhabilitante sobre la ciencia. A Estados
Unidos se le pidió que dejara sus programas teóricos para contribuir al esfuerzo bélico.
En muchos aspectos la guerra fue una calamidad, pero no es menos cierto que
estimuló las actividades científicas y tecnológicas, como las que venimos elucidando.
En la década de 1930, los trabajos de lógica matemática que a la larga resultaron
más significativos para la ciencia cognitiva fueron los de Alan Turing. Él propuso la idea de
una máquina simple capaz de realizar cualquier cálculo concebible. Sugirió que mediante
un código binario compuesto sólo por ceros y unos sería posible inventar y ejecutar un
número cualquiera de programas, y que podían fabricarse aparatos sobre la base de este
principio. Muy pronto los científicos interesados en el pensamiento humano advirtieron las
implicaciones de estas ideas, al darse cuenta de que si eran capaces de describir con
precisión los procesos de pensamiento o de conducta de un organismo, podrían diseñar una
máquina computadora que operara en forma idéntica a él. Por primera vez se vislumbró la
posibilidad de que la computadora preparase y ejecutase sus propios programas.
Una segunda línea de pensamiento teórica, significativa para todos los que estaban
participando en la fundación de la ciencia cognitiva, fue expuesta por McCulloch, otro
orador del simposio de Hixon, y Pitts, un joven especialista en lógica. Ellos demostraron
que las operaciones de una célula nerviosa y sus conexiones con otras, la llamara red
neuronal, podían ser representadas mediante un modelo lógico. Los nervios eran
equiparables a enunciados lógicos, y su propiedad de ser activados o no activados, a todo o
nada, eran comparables a las operaciones de cálculo proposicional, donde un enunciado es
o bien verdadero o falso. Según este modelo, la neurona era activada, y a su vez activaba a
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otra neurona, del mismo modo que un elemento o proposición de una secuencia lógica
puede implicar alguna otra proposición. Así, ya se tratase de enunciados lógicos o de
neuronas, la entidad A más la entidad B puede implicar la C. Todo lo que puede describirse
de manera exhaustiva e inequívoca es materializable mediante una red neuronal adecuada.
Turing había demostrado la posibilidad, en principio, de la existencia de
computadoras de gran poder, en tanto que McCulloch y Pitts probaron que había al menos
una máquina formidable, el cerebro humano, cuyas operaciones podían concebirse por
semejanza con los principios de la lógica, y por ende era una poderosa computadora.
Norbert Wiener, que entonces llevaba a cabo solitarios estudios en el ITM, trabajó
con servomecanismos, y reflexionó sobre la naturaleza de la retroalimentación y de los
sistemas de autocorrección y de autorregulación, ya fueran mecánicos o humanos. El
sistema nervioso central no se nos aparece ya como un órgano autónomo, que recibe datos
de entrada desde los sentidos y los descarga en los músculos. Por el contrario, algunas de
sus actividades más características sólo son explicables como procesos circulares, que
emanan del sistema nervioso hacia los músculos y reingresan a aquél a través de los
órganos de los sentidos. Esto parece marcar una nueva etapa en el estudio de aquella parte
de la neurofisiología que se ocupa, no sólo de los procesos elementales de los nervios y de
las sinapsis, sino del funcionamiento del sistema nervioso como totalidad integrada.
Denomina cibernética a todo campo de la teoría del control y la comunicación, ya se trate
de la máquina o del animal. Sostenía que entre el funcionamiento del organismo vivo y de
las nuevas máquinas había paralelismos decisivos.
Otro progenitor de la ciencia cognitiva fue Shannon, un ingeniero electricista del
ITM al que habitualmente se le acredita la creación de la teoría de la información. Se puede
concebir ala teoría de la información en forma totalmente independiente del contenido o la
materia específica de que trate, como una decisión singular entre dos alternativas
igualmente admisibles. La unidad básica de información, el bit, es la cantidad de
información requerida para seleccionar un mensaje entre dos alternativas equiparables. Así,
para elegir un mensaje entre ocho alternativas se requieren tres bits de información, el
primer bit limita le elección de ocho a cuatro alternativas, el segundo la limita de cuatro a
dos, y el tercero permite escoger una de esas dos opciones. La información es información,
no es materia ni energía. Gracias a las ideas de Wiener, se pudo concebir la información
aparte de todo mecanismo concreto de transmisión, fue posible centrarse en la eficacia de
cualquier comunicación de mensajes a través de cualquier mecanismo, y considerar los
procesos cognitivos con independencia de toda materialización particular de los mismos.
Sólo en los últimos tiempos los cognitivos han empezado a preguntarse si en verdad es
lícito tratar en forma equivalente toda información, dejando de lado su contenido.
Una contribución similar para la incipiente ciencia cognitiva provino de un medio
científico remoto e imprevisto, los perfiles de incapacidad cognitiva que derivaban de
lesiones cerebrales. Paradójicamente, esta esfera de la ciencia avanzó en gran medida
debido a las grotescas deformaciones producidas por la guerra. Del mismo modo que
durante la Primera Guerra, en la Segunda se aprendió mucho acerca de la afasia -
deficiencias del lenguaje- agnosia -pérdida de la capacidad de reconocimiento perceptivo-,
y otras formas de patología mental provocadas por daños cerebrales. Cuando los
neuropsicólogos comenzaron a comunicar sus hallazgos, fue dable apreciar que, más allá de
todas las fronteras culturales y lingüísticas, había entre ellos notables convergencias. Por
ejemplo, la afasia presentaba formas similares pese a las vastas diferencias entre los
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idiomas. Aparentemente, en la organización de las capacidades cognitivas del sistema


nervioso había mucha más regularidad de lo que permitían suponer las descripciones
puramente ambientalistas de los procesos psíquicos.
Así, pues, ya para la década de 1940 estaba asentado el principal cimiento
intelectual sobre el cual habría de erigirse más tarde la ciencia cognitiva.
El simposio de Hixon fue, por lo tanto, uno de los numerosos congresos que los
científicos de orientación cognitiva celebraron durante las décadas de 1940 y 1950. Tuvo
por cierto especial importancia en nuestra historia a raíz de dos hechos: su vinculación del
cerebro a la computadora, y su implacable desafío al conductismo prevaleciente.
A raíz de esta vinculación entre cerebro y máquina, otros estudiosos mostraban que
era notorio que programas distintos, incorporados a la misma computadora o computadoras
diferentes, eran capaces de llevar a cabo operaciones de resolución de problemas
estructuralmente idénticas entre sí. Así pues, esas operaciones lógicas, el software o soporte
lógico, podían describirse en forma independiente del particular hardware, o soporte
material, en que fueran instrumentadas en una circunstancia dada. Era clara la analogía con
el sistema humano y los procesos de pensamiento del ser humano. El cerebro del hombre,
los estados corporales, correspondía al soporte material de la computadora. Sus pautas de
pensamiento o de resolución de problemas, estados mentales, podían describirse en forma
totalmente separada de la constitución particular del sistema nervioso.
Así se fue gestando la revolución cognitiva.
Las primeras décadas de la ciencia cognitiva. Según Miller, una fecha de
nacimiento admitida para la ciencia cognitiva fue la del 11 de septiembre de 1956, en el
simposio sobre teoría de la información realizado en el Instituto de Tecnología de
Massachusetts. Ese simposio sobresale en el recuerdo a raíz de la presentación de dos
ponencias. La primera, de Newell y Simon, describía "la máquina de la teoría lógica", y era
la primera demostración completa de su teorema llevado a cabo jamás en una computadora.
La segunda, del joven Chomsky, esbozaba "tres modelos de lenguaje". Él mostró allí que
un modelo de producción lingüística derivado del enfoque de la teoría de la información de
Shannon no podría aplicarse con éxito a ningún lenguaje natural, y luego presentó su propio
enfoque transformacional de la gramática, donde sostenía que el lenguaje poseía todas las
precisiones formales de la matemática. No menos importante fue el trabajo germinal
presentado por el propio Miller, donde sostenía que la capacidad de la memoria inmediata
de los seres humanos se limita aproximadamente a siete ítems.
Las semillas plantadas en la década de 1950 germinaron con rapidez en la siguiente.
Dos figuras destacadas en esta divulgación pública de la cognición fueron Jerome Bruner y
George Miller, quienes en 1960 fundaron en Harvard el Centro para Estudios Cognitivos.
George Miller propuso el fin del conductismo corriente, con su desacreditado arco
reflejo, y en su lugar reclamó un enfoque cibernético de la conducta en términos de
acciones, interacciones, o bucles, loops, de retroalimentación. Para remplazar el arco
reflejo, dio lugar a una unidad de actividad denominada en inglés TOTE, Evaluación-
operación-evaluación-salida. Una importante propiedad de la unidad TOTE era que podía
insertársela dentro de una estructura jerárquica perteneciente a otra unidad TOTE más
amplia. Como medio para conceptualizar estas unidades TOTE, los autores seleccionaron la
computadora con sus programas. Si una computadora era capaz de tener un objetivo, un
medio para alcanzar ese objetivo, un medio para verificar que el objetivo había sido
alcanzado, y luego la opción de avanzar hacia un nuevo objetivo o de interrumpir el
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comportamiento, los modelos que pretendían dar cuenta de los seres humanos no debían ser
menos.
Según Simon, tanto la computadora como la mente humana debían concebirse como
sistemas simbólicos, entidades materiales capaces de procesar, transformar, elaborar, y
manipular símbolos de diversas especies.
Vamos, ahora, a profundizar las características de las ciencias cognitivas, que antes
nos limitamos a mencionar.
La ciencia cognitiva se basa en la creencia de que es legítimo, más aún, necesario,
postular un nivel separado de análisis al que podría denominarse el nivel de la
representación. Funda su disciplina en la premisa de que, a los fines de la ciencia, la
actividad cognitiva humana debe ser descripta en función de símbolos, esquemas,
imágenes, ideas, y otras formas de representación mental. Los conductistas, como ya
vimos, han criticado este modelo de la mente. Algunos cognitivos opinan que sólo hay una
forma de representación menta, otros creen que hay al menos dos formas, una de ellas más
semejantes a figuras o imágenes, la otra más próxima a las proposiciones. Todos los
científicos cognitivistas aceptan como una verdad evidente que los procesos mentales están
en definitiva representados en el sistema nervioso central, pero hay entre ellos profundos
desacuerdos en cuanto a la importancia de la ciencia del cerebro para los actuales procesos
de cognición. Hasta hace poco, la posición mayoritaria sostenía que lo mejor es que la
ciencia cognitiva prosiga sus empeños sin preocuparse por poseer un conocimiento
minucioso del sistema nervioso, a medida que el nivel cognitivo se afiance y se hagan
mayores descubrimientos en las ciencias del cerebro, es posible que se reduzca esta
distancia autoimpuesta.
No para todos los científicos cognitivistas la computadora ocupa un lugar centran en
su tarea cotidiana, pero casi todos han sido muy influidos por ella. En primer lugar, la
computadora actúa como una prueba de existencia. Si es posible sostener que una máquina
construida por el hombre razona, tiene metas, revisa y corrige su conducta, transforma
información, por cierto los seres humanos merecen ser caracterizados de la misma manera.
Además de servir como modelo del pensamiento, la computadora es también una
herramienta valiosa en la tarea de los científicos cognitivistas, la mayoría la utiliza para
analizar sus datos, y un número creciente procura simular con ella procesos cognitivos. En
verdad, la ciencia de la inteligencia artificial, elaborada en torno de la simulación por las
computadoras, es considerada por muchos la disciplina central de la cognitiva. Algunos
críticos de estas ideas, como los antropólogos, piensan que la clave del pensamiento
humano radica en fuerzas históricas y culturales que se hallan fuera de la cabeza del
hombre, y que son difíciles de conceptualizar en términos de la computadora.
Aunque la corriente principal de científicos cognitivistas no tiene forzosamente
animadversión alguna contra la esfera de los afectos, o contra el contexto que circunda
cualquier acción o pensamiento, o contra los análisis históricos y culturales, en la práctica
tratan de deslindar estos elementos en el mayor grado posible. Tal vez ésta sea una cuestión
puramente práctica: la ciencia cognitiva sería impracticable si se quisiera tomar en cuenta
todos estos elementos fenomenológicos individualizadores.
Otra característica es la de los estudios interdisciplinarios, en la ciencia cognitiva
llegan a interactuar tanto la psicología como la inteligencia artificial, la lingüística, y la
filosofía.
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Finalmente, las raíces en la tradición filosófica clásica. Los problemas filosóficos


clásicos constituyen un elemento clave de la ciencia cognitiva contemporánea. Aunque
ellos no lo suelen aceptar, los cognitivos están abordando las mismas cuestiones que los
filósofos indagaron muchas décadas o aún siglos atrás.
El furor inicial que produjo la ciencia cognitiva se basó en un pálpito sagaz: el de
que el pensamiento humano resultará a la postre semejante, en aspectos significativos, a las
operaciones de la computadora.
Esto nos conduce a lo que se ha denominado la paradoja computacional.
Irónicamente, la aplicación rigurosa de los métodos y modelos extraídos del ámbito
computacional ha llevado a los científicos a comprender en qué aspectos los seres humanos
no se asemejan a estas computadoras prototípicas. Esto no significa que no haya procesos
cognitivos semejantes a los de la computadora, en verdad, algunos de ellos se parecen
mucho, pero la concepción sistemática, lógica, y racional de la cognición humana no
describe en forma apropiada gran parte del pensamiento y la conducta de los hombres. La
ciencia cognitiva puede seguir adelante, pero surge el interrogante de si debemos buscar
modelos más verídicos del pensamiento humano.
Parece claro, a partir de estas indagaciones, que la corriente principal de la ciencia
cognitiva abarca cómodamente la psicología cognitiva, la inteligencia artificial, y grandes
sectores de la filosofía y la lingüística, pero parece igualmente claro que otras disciplinas le
imponen límites que no puede sobrepasar.
Gran parte de la neurociencia opera en un nivel en que no tienen cabida las
cuestiones vinculadas con la representación y con el uso de la computadora como modelo.
En el extremo opuesto, gran parte de la antropología se ha desprendido de los métodos
provenientes de la ciencia cognitiva, y existe una difundida convicción de que su
problemática central puede manejarse mejor con una perspectiva histórica o cultural, o
incluso literaria.
Y este es el desafío que se le presenta a la cognitiva, es fundamental que establezca
su autonomía y que demuestre en qué terrenos son válidos los enfoques computacional y
representacional. A entender del autor, ya lo ha logrado con éxito, aunque el alcance de su
empresa tal vez no sea tan vasto como se pretendió.
Si los científicos cognitivistas quieren dar cuenta cabalmente de los rasgos más
cardinales de la cognición, tendrán que construir los puentes que conecten a su disciplina
con las vecinas, específicamente, la neurociencia y la antropología. A menos que los
aspectos cognitivos del lenguaje, la percepción, o la resolución de problemas puedan
articularse con los aspectos neurocientíficos y antropológicos, estaremos ante una disciplina
incompleta y dispersa.
Psicología, unión íntima de los métodos con la sustancia.
Tres líneas cardinales de investigación desde la década de 1950.
Miller mostró que la capacidad de los individuos para establecer distinciones
absolutas entre los estímulos, para distinguir los fonemas entre sí o calcular cifras con
precisión, y para recordar una serie de ítems aislados, parecía experimentar un cambio
radical al acercarse a los siete elementos. Por debajo de este número, eran capaces de
realizar tareas con facilidad, por encima de él, muy probablemente fallaran. Los seres
humanos, dijo, cuentan con la manera de eludir esta restricción. Durante el procesamiento o
codificación de las entidades en sus diversas dimensiones, es posible aumentar el número
de elementos discernibles entre sí. Se puede fragmentar o agrupar una cierta cantidad de
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elementos, por ejemplo un conjunto de números o letras, y luego tratar al conjunto como si
fuera una unidad. Ese número 7 no era accidental, sino que designaba genuinas limitaciones
de las capacidades humanas para el procesamiento de información, de ahí que Miller
interese a la cognitiva.
A la par que Miller y sus colegas aplicaban a la psicología conceptos tomados de la
ciencia de la comunicación, un movimiento similar se abría paso en Gran Bretaña,
surgiendo de los trabajos de la psicología aplicada efectuada durante la Segunda Guerra
Mundial, cuando los psicólogos se sumaron a otros hombres de ciencia en el empeño por
descifrar los códigos del enemigo, comprender la visión nocturna, planear procedimientos
de alerta contra las incursiones enemigas, contribuir a localizar los aviones y satisfacer otra
varias necesidades bélicas. Cherry se centró en la capacidad de los individuos para atender
y obtener información de caneles "ruidosos". Instruyó a sus sujetos para que reprodujeran
un mensaje transmitido a uno de sus oídos mediante el método del seguimiento, vale decir,
repitiendo cada palabra lo más pronto posible después de su presentación inicial. Cherry
comprobó que los sujetos eran incapaces de informar acerca de gran parte de lo que llegaba
hasta ellos por el oído opuesto, al cual no le prestaban atención, podían distinguir
características groseras de la señal, como si se trataba de lenguaje hablado o de música,
pero no cambios de contenido o de idioma. Lo importante de la labor de Cherry, y de otro,
Broadbent, es que dio origen al modelo que, como el empirismo inglés, partía de la
información tomada por los sentidos, pero se centraba en un nuevo importante rasgo, el
hecho de que los individuos tenían una capacidad limitada para la recepción y también para
el almacenamiento de la información. Los estudiosos británicos procuraron determinar con
precisión qué sucede con esta información desde el momento en que el sujeto la aprehende
por primera vez. Su "diagrama de flujo" representaba a la información procedente de los
sentidos, que era reunida en un almacén de corto plazo y luego filtrada selectivamente,
antes de ingresar en un sistema perceptual de capacidad limitada. Si bien un órgano
sensorial puede captar en paralelo gran cantidad de información y retenerla
momentáneamente, la tarea del filtro selector es bloquear los mensajes descartables, y así
permitir la entrada sólo a aquellos que merecen ser sometidos a un análisis ulterior. Según
el temprano modelo de Broadbent, sólo la información que deviene consciente, o sea, la
que pasa a través del canal de capacidad limitada, puede incorporarse a la memoria de largo
plazo y pasar a formar parte del conocimiento activo. Se presume que la información
presente en un canal al que no se atiende, o en una señal a la que no se atiende, desaparece
en pocos segundos y no es procesada más allá de ese primer análisis pre-atencional. A
partir de estos estudios, ahora era posible examinar las dimensiones temporales de los
diversos procesos psicológicos.
Bruner, en "Un estudio del pensar", propuso como tema la clasificación, la
categorización, la formación o adquisición de conceptos. ¿De qué manera una persona,
frente a una serie de elementos, llega a agruparlos de manera cierta en categorías?
Las líneas de investigación iniciadas por Miller, Cherry y Broadbent, y por Bruner,
vigorizaron a la psicología de fines de la década de 1950 y siguiente. Frente al rigor
artificial impuesto por el conductismo en los temas vinculados a la cognición, estos jóvenes
psicólogos querían introducir nociones que desde hacía bastante tiempo atrás habían sido
rechazadas. La aceptación de las limitaciones inherentes a la cantidad de información que el
sujeto podía percibir, los intentos por trazar los pasos del procesamiento de dicha
información, y la postulación de las estrategias globales empleadas para resolver un
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problema, todo ello era índice de una mayor disposición a abordar en forma directa los
temas relacionados con el interior de la mente, en lugar de desplazarlos reemplazándolos
por una larga serie de estímulos y respuestas verificables.
Estos cambios no puede atribuirse a un solo factor, pero es evidente que contribuyó
a conferir legitimidad a estos enfoques el advenimiento de la computación, así como el
lenguaje de la teoría de la información.
El presente capítulo hace una distinción entre el análisis molecular, basado en
unidades pequeñas, y el análisis molar, basado en unidades mayores. Parece posible
clasificar según esta dimensión la mayoría de los programas de investigación en psicología.
Algunos de ellos, como los referidos a la psicofísica tradicional y al procesamiento
contemporáneo de la información, muestran inclinación por las unidades pequeñas
partiendo de la premisa de que una cabal comprensión de estas unidades y procesos
elementales es el camino más seguro para llegar a explicar, en definitiva, las entidades más
complejas. Un credo opuesto es el de los que propugnan el enfoque molar, y prefieren
abordar problemas en gran escala a lo largo de amplios períodos, invocando conceptos
analíticos tales como los esquemas, encuadres o estrategias.
Como muchas de las interrogantes de la psicología surgen de la filosofía, de donde
ella ha nacido, conviene que iniciemos una reseña del derrotero seguido por la psicología
cognitiva.
El texto de Gardner me pareció medio pesado, así que lo resumí hasta acá. Creo
haber rescatado algunas de las cosas más importantes. Me pasó más o menos lo mismo
con Murphy, texto de la Unidad 1. Los demás textos están resumidos al 100%, más allá de
eso, no dejen de leer la bibliografía, ya que ningún resumen es definitivo o perfecto.
Siempre procuré recalcarles esto.

“El estructuralismo”, Piaget

Estructuralismo en psicología y la teoría de la Gestalt. La noción de estructura en


psicología aparece a principios del siglo XX cuando la psicología del pensamiento se opuso
al asociacionismo, que pretendía explicar todo por asociaciones mecánicas entre elementos
previos, como sensaciones e imágenes.
Ahora bien, la forma más espectacular del estructuralismo psicológico fue
proporcionada sin duda alguna por la teoría de la Gestalt, nacida en 1912 de los trabajos
convergentes de Kohler y de Wertheimer, y por su continuación en psicología social por
Lewin.
Esta psicología tuvo en cuenta la noción de interacción, entre el sujeto y el objeto, y,
además, comenzó con un enfoque naturalista, pues algunos de sus fundadores eran físicos.
La idea central del estructuralismo gestaltista es la de totalidad, en oposición, otra
vez, a los elementos.
En 1890, Ehrenfels había mostrado la existencia de percepciones que tratan de las
cualidades del conjunto o de forma de los objetos complejos, tales como melodías. Ante
esto, si se traspone la melodía de un tono a otro, todos los sonidos particulares pueden ser
cambiados pero se reconoce la misma melodía.
Los gestaltistas recogen los estudios de Ehrenfels, y afirman que lo que está dado
desde un principio es una totalidad.
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Para explicar esa totalidad, interviene la hipótesis de los campos de fuerza. Según
esta hipótesis, las aferencias no alcanzarían aisladamente el cerebro, sino que llegarían, por
intermedio del campo eléctrico del sistema nervioso, a “formas” de organización casi
inmediatas.
Vale decir que dado que estas organizaciones, estas totalidades, se consideraban
inmediatas, los primeros gestaltistas no tenían en cuenta la historia del sujeto, lo que trajo
muchas críticas, que retomaremos en un rato.
Hasta acá dijimos que tenemos formas de organización que hacen las veces de una
totalidad, no de elementos. Ahora tenemos que encontrar las leyes de esta organización.
Como en un campo los elementos están constantemente subordinados al todo, la
primera ley de las totalidades perceptivas es que el valor cuantitativo del todo no es igual al
de la suma de las partes. Dicho de otra manera, esta primera ley es la de la composición no
agregada del todo. En el terreno de las percepciones, esta composición no agregada es fácil
de verificar, así, por ejemplo, un espacio dividido parece más grande que uno no dividido.
La segunda ley fundamental es la tendencia de las totalidades perceptivas a tomar la
mejor forma posible, es la ley de la imposición de las buenas formas. Esta ley, que ya la
hemos estudiado en otros lugares, en la hipótesis del campo sería efecto de los principios
físicos de equilibrio.
Existen otras leyes importantes, y también ya las hemos estudiado.
Años más tarde, otros gestaltistas dirían que la experiencia modifica las
percepciones. También lo hace el desarrollo, si tenemos en cuenta, por ejemplo, que los
movimientos oculares que exploran las figuras están cada vez mejor coordinados con la
edad. Así, a diferencia de lo que pensaba Kohler, la estructuración no obedece sólo a leyes
físicas (leyes de campo), sino también funcionales.
En cuanto a los efectos del campo, sus interacciones casi inmediatas parecen
deberse a los mecanismos probabilísticos de “encuentros” entre las partes del órgano
registrador y las figuras percibidas.
En una palabra, en el terreno de la percepción, el sujeto no es el simple teatro sobre
cuya escena se representan piezas independientes de él y arregladas previamente por las
leyes de un equilibrio físico automático, es, en realidad, el actor y, con frecuencia, el autor
de estas estructuraciones, las que ajusta en la medida de su desarrollo por un equilibrio
activo hecho de compensaciones opuestas a las perturbaciones exteriores, de decir, de una
continua autorregulación.
Antes de terminar con este capítulo, es importante destacar que la percepción no
funciona igual que la inteligencia. Por ejemplo, las estructuras lógico matemáticas no son
Gestalt, pues su composición es rigurosamente agregada, aditiva, dos más dos es
exactamente cuatro. Además, el sujeto inteligente es activo y construye él mismo sus
estructuras por procedimientos de abstracciones reflexionantes que no tienen mucho que
ver con la figuración perceptiva.
Estructuras y génesis de la inteligencia. Se trata de explicar como el sujeto en
desarrollo va a conquistar las estructuras lógico-matemáticas.
Las estructuras humanas, en tanto se construyen, no parten de la nada, y si toda
estructura es el resultado de una génesis, se debe admitir resueltamente, a la vista de los
hechos, que una génesis constituye siempre el paso de una estructura más simple a una más
compleja.
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Hay datos de partida que asignar a la construcción de las estructuras lógicas.


Designamos estos datos iniciales bajo el término global de “coordinación general de
acciones”, entendiendo por ello las relaciones comunes de las coordinaciones
sensomotrices. En todos estos comportamientos, cuyas raíces son innatas (movimientos
espontáneos del organismo) y sus diferencias adquiridas (inteligencia sensoriomotriz), se
encuentran ciertos factores funcionales y ciertos elementos estructurales comunes.
Los factores comunes son la asimilación, o proceso según el cual una conducta se
reproduce activamente y se integran nuevos objetos (por ejemplo, chuparse el pulgar
integrándolo al esquema de la mamada), y el acomodo de los esquemas de asimilación a la
diversidad de los objetos.
A través del juego de asimilaciones simples y recíprocas, estas formas elementales
de coordinación permiten, desde el nivel sensomotor anterior al lenguaje, la constitución de
ciertas estructuras equilibradas, cuyas regulaciones aseguren ya un cierto grado de
reversibilidad. Las dos más notable son, en primer lugar, el grupo práctico de los
desplazamientos, con la invariante que le está integrada, es decir, la permanencia de los
objetos que salen del campo perceptivo y que pueden ser encontrados al reconstituir sus
desplazamientos, y esa forma de causalidad objetiva y especializada que interviene en las
conductas instrumentales, como acercarse los objetos utilizando su soporte.).
Sin embargo, desde que la función semiótica, es decir, el lenguaje, el juego
simbólico, las imágenes, permite la evocación de las situaciones no percibidas, o sea, la
representación o pensamiento, asistimos a las primeras abstracciones reflexionantes, que
consisten en extraer de los esquemas sensomotores ciertos nexos que son entonces
“reflejados” sobre ese nuevo plano que es el pensamiento y elaborados bajo formas de
conducta distintas y de estructuras conceptuales. Por ejemplo, las relaciones de orden que,
en el plano sensomotor, permanecían insertadas en cualquier esquema articulado, son
extraídas de los contextos en los que permanecían implícitos para dar lugar a una conducta
específica, la de arreglar u ordenar, asimismo los encajonamientos son extraídos de los
contextos en los que permanecían implícitos para dar lugar a conductas de clasificación.
Hay en estas conductas un comienzo incontestable de lógica, pero con dos limitaciones
esenciales, no hay aún ahí reversibilidad ni por lo tanto operaciones (si se definen éstas por
su posibilidad de inversión), y, en consecuencia, no hay conservaciones cuantitativas (un
todo dividido no conserva la misma suma). Se trata, entonces, de una semilógica, pero que
no obstante señala a su activo dos nociones muy importantes. Por un lado, la de función o
aplicación ordenada, por ejemplo, si se tira progresivamente de un hilo formado por dos
segmentos a un ángulo recto A y B, el niño comprende bien que el segmento B aumenta en
función de la disminución de A, pero sin admitir que la longitud total de A + B se mantiene
constantemente, porque él juzga las longitudes sólo de manera ordinal (orden de los puntos
de llegada: más largo = más lejano), y no por cuantificación de los intervalos. En segundo
lugar, existe la relación de identidad, es el mismo hilo, aunque haya cambiado de talla. Por
limitadas que sean, estas funciones e identidades constituyen ya estructuras bajo la forma
de categorías muy elementales.
Una tercera etapa es la del nacimiento de las operaciones, entre los siete y los diez
años, pero bajo una forma “concreta” que trata de los objetos mismos.
Al analizar las estructuras, se admite fácilmente que proceden todas de las
precedentes, por el doble juego de las abstracciones reflexionantes que proporcionan todos
los elementos, y de un equilibrio, fuente de la reversibilidad operativa. Se asiste entonces,
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acá, paso por paso, a la construcción de estructuras auténticas, puesto que ya son “lógicas”,
y sin embargo nuevas en relación con las que preceden: las transformaciones constitutivas
de la estructura resultan así de transformaciones formatrices y sólo difieren de aquéllas por
su organización equilibrada.
La construcción se regula ella misma por las exigencias siempre en aumento de su
equilibrio.

“Seis estudios de psicología”, Piaget

Primer estudio, el desarrollo mental del niño. Para Piaget, el desarrollo es mental, en un
sentido, un progresivo equilibrarse, un paso perpetuo de un estado menos equilibrado a uno
superior que lo está más. Desde el punto de vista de la inteligencia, resulta fácil oponer la
inestabilidad y la incoherencia relativas de las idas infantiles a la sistematización de la
razón adulta. En el ámbito de la vida afectiva, se ha observad a menudo que el equilibrio de
s sentimientos aumenta con la edad.
La forma final de equilibrio alcanzada por el crecimiento orgánico es más estática
que aquella hacia la cual tiende el desarrollo mental, y primordialmente más inestable, de
tal modo que, una vez finalizada la evolución ascendente, se inicia automáticamente una
evolución regresiva que conduce a la vejez. Ciertas funciones psíquicas, que dependen
estrechamente de los estados de los órganos, siguen una curva análoga, por ejemplo la
agudeza visual alcanza un tope hacia el final de la infancia para disminuir seguidamente. Al
contrario, las funciones superiores de la inteligencia y la afectividad tienden hacia un
equilibrio móvil, tanto más estable cuanto más móvil es, de tal forma que, para los espíritus
sanos, el final del crecimiento no indica el inicio de la decadencia, sino que autoriza un
progreso espiritual que no tiene nada de contradictorio con el equilibrio interno.
Por lo tanto, vamos a intentar describir la evolución del niño y el adolescente en
términos de equilibrio. Desde este punto de vista, el desarrollo mental es una construcción
continua, comparable a la edificación de un gran edificio que, con cada adjunción, sería
más sólido, o más bien, al montaje de un sutil mecanismo cuyas fases graduales de
ajustamiento tendrían por resultado una ligereza y una movilidad mayor de las piezas, de tal
modo que el equilibrio sería más estable.
Ahora bien, es conveniente oponer desde un principio cierto funcionamiento
constante que asegura el paso de cualquier nivel al siguiente, de las estructuras variables,
esos sucesivos estados de equilibrio que mencionábamos.
De esta manera, las estructuras variables serán, por tanto, las formas de
organización de la actividad mental, ya sea desde su aspecto motor y afectivo, o individual
y social. Para una mejor comprensión distinguiremos seis etapas o períodos de desarrollo,
que señalan la aparición de las estructuras construidas sucesivamente. En primer lugar, la
etapa de los reflejos o ajustes hereditarios, así como las primeras tendencias instintivas
nutricionales y las primeras emociones; luego, en segundo lugar, la etapa de las primeras
costumbres motrices y de las primeras percepciones organizadas, así como los primeros
sentimientos muy bien diferenciados; en tercer lugar, la etapa de la inteligencia
sensoriomotriz o práctica, por cierto anterior al lenguaje (vale decir que estas primeras
etapas constituyen el período del lactante, hasta la edad de un año y medio a dos años,
anterior, como dijimos, al desarrollo del lenguaje y al pensamiento propiamente dicho); en
cuarto lugar, la etapa de la inteligencia intuitiva, de los sentimientos interindividuales
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espontáneos y de las relaciones sociales de sumisión al adulto, que va de los dos años a los
siete; en quinto lugar la etapa de las operaciones intelectuales concretas, el inicio de la
lógica y de los sentimientos morales y sociales de cooperación que se extiende desde los
siete a los once o doce; y, finalmente, en sexto lugar, la etapa de las operaciones
intelectuales abstractas, de la formación de la personalidad y de la inserción afectiva e
intelectual en la sociedad de los adultos, la adolescencia.
Cada una de estas etapas se caracteriza, por tanto, por la aparición de estructuras
originales, cuya construcción la distingue de las etapas anteriores. Cada etapa constituye,
por tanto, mediante las estructuras que la definen, una forma particular de equilibrio, y la
evolución mental se efectúa en el sentido de una equilibración cada vez mejor.
Toda acción responde a una necesidad. Y una necesidad siempre es la manifestación
de un desequilibrio. Inversamente, la acción finaliza cuando existe una satisfacción de las
necesidades.
Así, la acción humana consiste en este mecanismo continuo y perpetuo de reajuste y
reequilibramiento.
Antes de examinar detalladamente el desarrollo, debemos limitarnos a poner de
relieve la forma general de las necesidades y los intereses comunes a todas las edades.
Puede decirse que toda necesidad tiende a incorporar las cosas y las personas a la actividad
propia del sujeto, y por tanto a “asimilar” el mundo exterior a las estructuras ya construidas.
La percepción y los movimientos elementales dan en primer lugar acceso a los objetos
próximos, y luego la memoria y la inteligencia práctica permite simultáneamente
reconstituir su estado anterior y anticipar de esa forma sus próximas transformaciones, la
inteligencia lógica da término a esta evolución convirtiendo al sujeto en dueño de los
acontecimientos más lejanos, tanto en el espacio como en el tiempo, así, pues, en cada uno
de estos niveles el espacio cumple la misma función, que es la de asimilar el objeto, pero
varía la estructura de asimilación. Ahora bien, al asimilar de esta forma los objetos tanto la
acción como el pensamiento se ven obligados a acomodarse a ellos, o sea, “acomodarse”
con cada variación exterior.
Se puede denominar “adaptación” al equilibrio de estas asimilaciones y
acomodaciones.
Esa es la forma general del equilibrio psíquico y el desarrollo mental aparece
entonces, en su progresiva organización, como una adaptación siempre más preciso a la
realidad. Y son estas etapas de adaptación lo que vamos a estudiar a continuación.
Génesis y estructura en psicología de la inteligencia.
Una estructura es un sistema que presenta leyes o propiedades de totalidad, en tanto
sistema. Estas leyes de totalidad son por consiguiente diferentes de las leyes o propiedades
de los elementos mismos del sistema.
El término sigue siendo vago mientras no se precise cuáles son las leyes de
totalidad.
La Gestalt pensaba a la estructura como irreversible, mientras que Piaget entiende
que la estructura lógico-matemática es rigurosamente reversible.
Por su parte, la génesis de la estructura tiene que ver con cierta transformación que
parte de un estado A y desemboca en un estado B, siendo B más estable que A.
Cuando se habla de génesis, en el terreno psicológico es necesario rechazar
cualquier definición a partir de comienzos absolutos. En psicología no conocemos
comienzos absolutos, y la génesis se hace siempre a partir de un estado inicial que
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eventualmente comporta ya en sí mismo una estructura. Se trata, por consiguiente, de un


simple desarrollo.
Diremos que la génesis es un sistema relativamente determinado de
transformaciones que comportan una historia y, como dijimos, conducen por tanto de
manera continuada de un estado A, a uno B, siendo B más estable que el estado inicial sin
dejar por ello de constituir su prolongación.
Toda génesis parte de una estructura y desemboca en una estructura. Y,
recíprocamente, toda estructura tiene una génesis.
El equilibrio. Para definir al equilibrio, Piaget toma tres caracteres.
Primero, el equilibrio se caracteriza por su estabilidad. Pero observemos en seguida
que estabilidad no significa inmovilidad. La noción de movilidad no es contradictoria con
la noción de estabilidad, el equilibrio puede ser móvil y estable. En el campo de la
inteligencia tenemos una gran necesidad de esa noción de equilibrio móvil. Un sistema
operatorio será, por ejemplo, un sistema de acciones, una serie de operaciones
esencialmente móviles, pero que pueden ser estables en el sentido de que la estructura que
las determina no se modificará ya más una vez constituida.
Todo sistema puede sufrir perturbaciones exteriores que tienden a modificarlo.
Diremos que existe equilibrio cuando estas perturbaciones exteriores están compensadas
por acciones del sujeto, orientadas en el sentido de la compensación.
En tercer lugar, el equilibrio, así definido, no es algo pasivo, por el contrario, es una
cosa esencialmente activa. Es precisa una actividad tanto mayor cuanto mayor sea el
equilibrio. Es muy difícil conservar un equilibrio desde el punto de vista mental. El
equilibrio moral de una personalidad supone una fuerza de carácter para resistir a las
perturbaciones, para conservar los valores al os que se está apegado, etc. Equilibrio es
sinónimo de actividad. El caso de la inteligencia es el mismo. Una estructura está
equilibrada en la medida en que el individuo sea lo suficientemente activo como para
operar a todas las perturbaciones compensaciones exteriores. Estas últimas acabarán, por
otra parte, siendo anticipadas por el pensamiento. Gracias al juego de las operaciones,
puede siempre a la vez anticiparse las perturbaciones posibles y compensarlas mediante las
operaciones inversa o las operaciones recíprocas.
El carácter fundamental de las operaciones lógico matemáticas es el de ser
reversibles. Una transformación lógica, en efecto, puede siempre ser invertida por una
transformación en sentido contrario, o bien reciprocada por una transformación recíproca.
Pero esta reversibilidad, se ve inmediatamente, está muy cerca de lo que llamábamos hace
un momento compensación en el terreno del equilibrio.
Entonces es cuando aparece la noción de equilibrio en el sentido en que la he
definido, como un sistema de compensaciones progresivas, cuando estas compensaciones
son alcanzadas, es decir, cuando el equilibrio es obtenido, la estructura está constituida en
su misma reversibilidad.
Se presentan a un niño dos bolas de arcilla de las mismas dimensiones, y luego se
alarga una de ellas en forma de salchicha. Entonces, se pregunta al niño si ambas presentan
todavía la misma cantidad de arcilla. Sabemos por numerosas experiencias que, al
principio, el niño no admite esta conservación de la materia: se imagina que hay más en la
salchicha porque se más larga, o que hay menos porque es más delgada. Habrá que esperar,
por término medio, hasta los 7 u 8 años, para que admita que la cantidad de materia no ha
cambiado, un poco más largo para llegar a la conservación del peso, y hasta los 11 o 12
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para la conservación del volumen. Ahora bien, la conservación de la materia es una


estructura, o, por lo menos, un índice de estructura, que descansa, evidentemente, en todo
un agrupamiento operatorio más complejo, pero cuya reversibilidad se traduce por esa
conservación, expresión misma de las compensaciones que intervienen en las operaciones.
¿De dónde viene la estructura? Podemos hablar de la maduración, la influencia de
medio físico, y la transmisión social.

"El misterio de la consciencia", Searle

La consciencia como problema biológico. ¿Cómo procesos neurobiológicos en el cerebro


consiguen exactamente causar la consciencia? La enorme variedad de estímulos que nos
afectan, como cuando degustamos un vino o miramos el cielo, disparan secuencias de
procesos neurobiológicos que desembocan en estados de sentir y de advertir unificados,
bien ordenados, coherentes, internos, y subjetivos. ¿Qué ocurre entre el asalto de los
estímulos a nuestros receptores y la experiencia de consciencia?
Hasta donde sabemos, los procesos pertinentes transcurren en el micro nivel de las
sinapsis, de las neuronas, toda nuestra vida consciente está causada por esos procesos de
bajo nivel, pero no tenemos sino una idea nebulosa acerca de cómo funciona todo esto.
"Consciencia" alude a aquellos estados del sentir y del advertir que, típicamente,
dan comienzo cuando despertamos de un sueño sin sueños y continúan hasta que nos
dormimos de nuevo o caemos en un estado camatoso, o nos morimos, o de uno u otro
modo, quedamos inconscientes.
Los sueños son una forma de consciencia, aunque de un tipo muy distinto del de los
estados de plena vigilia.
Así definida, la consciencia se enciende y se apaga.
Dentro de los estados de consciencia, hay estados que van de la modorra hasta la
plena alerta.
Los humanos y los animales superiores son conscientes, pero no sabemos hasta
dónde se extiende la consciencia, escala filogenética abajo. ¿Son las moscas conscientes?
No hay que confundir el fenómeno de la consciencia con el de la autoconsciencia.
La mayoría de los estados conscientes, sentir un dolor, pongamos por caso, no entrañan
necesariamente autoconsciencia.
Descartes, en su dualismo, separó el mundo material, la res extensa, del mundo
espiritual o mental, la res cogitans.
Pero ese dualismo se ha convertido en un estorbo en el siglo XX, en un primer error,
porque parece situar a la consciencia y otros fenómenos mentales fuera del mundo físico, y,
así, fuera del imperio de la ciencia natural. En opinión del autor, hay que abandonar el
dualismo y comenzar suponiendo que la consciencia es un fenómeno biológico corriente,
comparable con el crecimiento, la digestión, o la secreción de bilis.
El caso es que mucha gente que trabaja en el ámbito de la ciencia sigue siendo
dualista, y no cree que podamos abrazar un enfoque causal de la consciencia que la haga
parte de la realidad biológica corriente.
Ahora bien, no hay que pensar a los procesos cerebrales como causas, y a los
estados conscientes como efectos, así sin más. Las cosas no se reducen a eso. Este es un
segundo error que deriva de una concepción equivocada de la causación, que supone que
las relaciones causales se deben dar entre acontecimientos discretos, secuencialmente
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ordenados en el tiempo, como el disparo que causa la muerte de la víctima. Desde luego,
muchas relaciones causales son de esa índole, pero no todas. Piensen en la explicación
causal de que la mesa ejerza presión sobre el piso. Eso se explica por la fuerza de la
gravedad, pero la gravedad no es un acontecimiento. Esos ejemplos de causación sin
acontecimientos nos proporcionan modelos adecuados para la comprensión de la relación
entre mi presente estado de consciencia y los procesos neurobiológicos subyacentes que la
causan. Procesos de bajo nivel en el cerebro causan mi presente estado de consciencia, pero
ese estado no es una entidad separada de mi encéfalo, al contrario, no es sino un rasgo de
mi cerebro en el momento presente. Este análisis, de acuerdo con el cual los procesos
cerebrales causan consciencia, pero la consciencia es ella misma un rasgo del cerebro, nos
proporciona una solución para el problema tradicional mente-cuerpo, una solución que
evita el dualismo como el materialismo, o al menos, la manera tradicional de concebirlos.
No obstante, no tenemos una idea clara de cómo los procesos cerebrales podrían
causar los estados internos del sentir consciente. ¿Cómo habrían de ser causados estos
fenómenos privados, subjetivos y cualitativos (cada uno siente el dolor a su manera) por
procesos físicos corrientes como disparos neuronales electroquímicos en las sinapsis de las
neuronas? Todos los fenómenos conscientes son experiencias cualitativas, subjetivas, no
debemos pensar lo contrario, sería un tercer error.
Una cuarta dificultad consiste en la conminación a tomar demasiado literalmente la
metáfora computacional de la mente. Mucha gente sigue pensando que el cerebro es un
computador digital y que la mente consciente es un programa de computador. Entendida de
este modo, la mente sería al cerebro lo que el software al hardware. Ese es el punto de vista
IA fuerte, distinto al débil, conforme al cual el computador es una herramienta útil a la hora
de hacer simulaciones de la mente.
La IA fuerte se puede refutar rápidamente. Un computador es por definición un
mecanismo que manipula símbolos formales. Éstos se describen normalmente como ceros y
unos. El inventor de la concepción moderna de la computación, Alan Turing, formuló esto
mismo diciendo que una máquina computadora se puede entender como un mecanismo que
contiene un cabezal que inspecciona a una cinta. En la cinta van impresos ceros y unos. La
máquina puede ejecutar sólo cuatro operaciones. Puede mover la cinta un cuadro a la
izquierda, puede moverla un cuadro a la derecha, puede borrar un cero y escribir en su lugar
un uno, o viceversa. Ejecuta esas operaciones de acuerdo con un conjunto de reglas de la
forma "en la condición" C ejecuta la "acción A". A esas reglas se las llama el programa.
Los computadores modernos trabajan codificando información en el código binario de
ceros y unos, traduciendo la información codificada a impulsos eléctricos y luego
procesando la información de acuerdo con las reglas del programa. Uno de los logros
intelectuales más asombrosos del siglo XX es que hayamos sido capaces de hacer tanto con
un mecanismo tan limitado. Más lo importante es que el mecanismo en cuestión queda
completamente definido en términos de manipulación de símbolos. Así definida, la
computación es un conjunto de operaciones puramente sintácticas, en el sentido de que los
únicos rasgos de los símbolos que cuentan a la hora de realizar el programa son los rasgos
formales o sintácticos. Pero, por nuestra propia experiencia, sabemos que hay algo más en
la mente que pura manipulación de símbolos formales, las mentes tienen contenido. Por
ejemplo, cuando estamos pensando en castellano, las palabras castellanas que pasan por
nuestras mentes no son puros símbolos formales sin interpretación, al contrario, sabemos lo
que significan. Para nosotros, las palabras tienen significado o semántica. La mente no
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podría ser un mero programa de computación porque los símbolos formales de los
programas computacionales no bastan por sí mismos para garantizar la presencia del
contenido semántico que se da en nuestras mentes.
Imaginen que ustedes llevan a cabo los pasos señalados por un programa para
responder preguntas en una lengua que no comprenden. Yo no entiendo chino, dice Searle,
así que me imagino encerrado en una habitación con un montón de cajas de símbolos en esa
lengua (la base de datos), yo recibo pequeños manojos de símbolos (preguntas en chino), y
miro el libro de reglas (el programa) a ver qué es lo que se supone que he de hacer. Ejecuto
ciertas operaciones en símbolos de acuerdo con esas reglas y devuelvo pequeños manojos
de símbolos, las respuestas, a los que están fuera de la habitación. Yo sería el computador
que está realizando un programa de respuesta de preguntas en chino, pero, con todo y con
eso, no entiendo una palabra de chino. Y de eso se trata: si yo no entiendo ese idioma por el
hecho de ejecutar un programa de computador para entenderlo, entonces tampoco lo
entiende ningún otro computador digital que opere exclusivamente sobre esas bases, pues
ningún computador digital tiene nada que yo no tenga.
El argumento de la habitación china tiene una sencilla estructura en tres pasos: en
primer lugar, los programas son enteramente sintácticos; en segundo lugar, las mentes
tienen una semántica; y en tercer lugar, la sintaxis no es lo mismo que, o no es suficiente
para, la semántica. Por consecuencia, los programas no son mentes. El primer punto se
limita a formular el rasgo esencial de las definiciones de Turing, los programas puestos por
escrito consisten exclusivamente en reglas que afectan a entidades sintácticas, esto es, a
reglas para la manipulación de símbolos. El segundo punto dice sólo lo que sabemos sobre
el pensamiento humano: cuando pensamos con palabras o con otros símbolos, tenemos que
saber lo que significan esas palabras y esos símbolos. Por eso puedo pensar en inglés, pero
no en chino. Mi mente está recorrida por algo más que símbolos formales sin
interpretación, tiene contenidos mentales o contenidos semánticos. El tercer paso enuncia el
principio general que el experimento de la habitación arroja la mera manipulación de
símbolos formales no constituye en sí mismo y de si mismo los contenidos semánticos, ni
es suficiente por sí mismo para garantizar la presencia de contenidos semánticos.
El cerebro es una máquina, una máquina biológica, y puede pensar. Por lo tanto, al
menos algunas máquinas son capaces de pensar, y por todo lo que sabemos podrían llegar a
construirse cerebros artificiales capaces también de pensar, pero aún no se ha hecho. Por lo
demás, los cerebros humanos a veces computan. Suman dos más dos y obtienen como
resultado cuatro. Los cerebros entonces son computadores porque computan. Por lo tanto,
algunos computadores pueden pensar, el cerebro en cuestión.
Las ciencias naturales se ocupan normalmente de aquellos rasgos de la naturaleza
que son intrínsecos o independientes del observador, en el sentido de que su existencia no
depende de lo que cualquiera puede pensar. Ejemplos de tales rasgos son la masa, la
fotosíntesis, la carga eléctrica y la mitosis. Por su parte, las ciencias sociales se ocupan de
rasgos que con frecuencia son dependientes del observador o relativos al mismo, en el
sentido de que la existencia de esos rasgos depende de cómo los traten, los usen o los
conciban los humanos. Ejemplos de tales rasgos son el dinero, la propiedad, y el
matrimonio. Un trozo de papel sólo es dinero en relación a la gente que piensa que es
dinero. El hecho de que este objeto consista en fibras de celulosa es independiente del
observador, el hecho de que sea un billete de veinte dólares no. Ahora bien, ¿qué ocurre
con la computación?, ¿es independiente del observador, o es relativa al observador? Hay
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algunos casos en los que seres humanos conscientes computan realmente de un modo
consciente, en el anticuado sentido de la palabra, según el cual, por ejemplo, computan la
suma de dos más dos y da cuatro. Esos casos son independientes del observador pues no
necesitan de ningún observador externo que trate con ellos o piense que están computando
para que estén efectivamente computando. ¿Qué ocurre, empero, con los computadores
comerciales? En ellos, la interpretación computacional es relativa a los observadores,
usuarios, programas. Nosotros hemos diseñado, programado, impreso, y manufacturado
esos sistemas, por eso podemos tratar y usar esas cosas como símbolos, la sintaxis no es
intrínseca a la física del sistema, sino que está en el ojo del observador. El cerebro es, desde
luego, una maquina, una máquina orgánica, y sus procesos, como los disparadores
neuronales, son procesos maquinales orgánicos. Pero la computación no es un proceso
maquinal como los disparos neuronales o la combustión interna, la computación es, antes
bien, un proceso matemático abstracto que existe sólo en relación con observadores e
intérpretes conscientes. La sintaxis del computador no es intrínseca su física.
Los computadores desempeñan en el estudio del cerebro el mismo papel que en
cualquier otra disciplina. Son artefactos inmensamente útiles para la simulación de procesos
cerebrales. Pero la simulación de los estados mentales no es un estado mental, es, lisa y
llanamente, una simulación.
¿Por qué el afán por asimilar el computador a la mente? El computador parece
suministrar un modo de explicarnos a nosotros mismos conforme a la imagen científica del
mundo. Y lo que tal vez sea más importante, la teoría computacional de la mente expresa
una cierta voluntad tecnológica de poder. Si podemos crear mentes con sólo diseñar
programas de computación, habremos consumado el dominio tecnológico final del hombre
sobre la naturaleza.
Una de las limitaciones del modelo computacional de la mente es que es
profundamente antibiológica. Los cerebros no importan. Los cerebros, para pensadores
como von Neumann, no son más que el hardware en el que se ejecutan nuestros programas.
Un abanico indefinido de otros hardware podrían hacer lo mismo.
Para Searle, en lo que atiende a la consciencia, los cerebros cuentan crucialmente.
Los cerebros causan la consciencia.
La teoría computacional de la mente niega todo esto. Está comprometida con la
hipótesis de que la relación del cerebro con la consciencia no es para nada una relación
causal, sino que la consciencia consiste simplemente en programas en el cerebro. De
acuerdo con la IA fuerte, la mente y la consciencia no son procesos concretos, físicos,
biológicos, sino algo formal y abstracto. Así, Dennett decía que la mente es independiente
de cualquier corporeización particular.
El problema de la consciencia es el problema de explicar con precisión cómo los
procesos neurobiológicos en el cerebro causan nuestros estados subjetivos de advertir y de
sentir, cómo exactamente esos estados son realizados en las estructuras cerebrales, y cómo
exactamente funciona la consciencia en la economía global del cerebro. La razón de que la
consciencia parezca un misterio es que no tenemos una idea clara del modo en que algo en
el cerebro puede causar estados conscientes. El sentido del misterio quedará removido
cuando lleguemos a tener una respuesta a la cuestión causal.
Los conductistas han rechazado la existencia de la consciencia por temor a caer en
el dualismo.
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Aceptar el dualismo es negar la visión científica del mundo. Es concluir que


vivimos realmente en dos mundos muy diferentes, un mundo mental y un mundo físico.
No obstante, se puede aceptar la existencia y la irreductibilidad de la consciencia
como fenómeno biológico sin aceptar la ontología del dualismo tradicional, sin aceptar,
esto es, la idea de que vivimos en dos clases metafísicas u ontológicamente diferente de
reinos, o de que hay dos clases diferentes de propiedades en el mundo.
La consciencia es una parte real del mundo, y no puede eliminarse o reducirse a otra
cosa, como a estados neuroquímicos, estados funcionales de cualquier sistema, o programas
de computador, por eso Searle tampoco es un materialista, doctrina que negaba que hubiera
rasgos mentales aparte y metafísicamente distintos del resto del mundo material. Para él, la
consciencia es un rasgo real e intrínseco de ciertos sistemas biológicos, independientes de
los observadores. Ahora bien, los cerebros biológicos tienen una notable capacidad para
producir experiencias, y esas experiencias existen sólo cuando son sentidas por algún
agente humano o animal, por eso la consciencia es una entidad de primera persona. En un
sentido, se puede reducir la consciencia a procesos cerebrales. Todos nuestros estados
conscientes son explicados causalmente por los procesos cerebrales, de manera que es
posible proceder a una reducción causal de la consciencia a procesos cerebrales. Pero el
tipo de reducción que pretenden los materialistas, una reducción eliminativa, una reducción
que muestre que el fenómeno en cuestión, la consciencia, no existe realmente, es una
ilusión, no puede llevarse a cabo. La consciencia no es reductible al modo como se pueden
reducir otras propiedades biológicas porque tiene una ontología de primera persona. Lo que
esto quiere decir es que la consciencia sólo existe cuando se experimenta como tal.
Debemos conceder la irreductibilidad de la consciencia sin pretender que se trata de algo
que anda metafísicamente aparte de nuestro mundo físico real. Podemos, en una palabra,
aceptar la irreductibilidad de la consciencia sin aceptar el dualismo.
En primer lugar, se debería buscar los correlatos neurales de la consciencia. Lo
normal es que el paso siguiente trate de averiguar si la correlación es o no una relación
causal. Si algo sabemos sobre el mundo, es que los procesos cerebrales causan nuestros
estados de consciencia, el tema es cómo lo hacen.
Una línea de ataque prometedora consiste en aproximarse a la consciencia a partir
de lo inconsciente. Hay abundantes casos clínicos de procesos cerebrales que son
psicológicamente reales pero carentes de manifestación consciente. Acaso el más conocido
sea el de la mirada ciega. En este tipo de casos, el paciente tiene los ojos intactos, pero una
lesión en el córtex visual, situado en la parte posterior de su cerebro, le ciega una parte de
su campo visual. El paciente es ciego en el cuadrante inferior izquierdo. ¿En qué consiste,
neurobiológicamente, la diferencia entre la mirada ciega y la mirada consciente?, ¿cómo
interviene la consciencia en la visión? Si supiéramos cómo se mete la consciencia en la
visión, también podríamos ser capaces de localizar los mecanismos específicos mediante
los que el cerebro causa la consciencia, tanto para la visión como para otras formas de
consciencia. Según Searle, hay una unidad de la consciencia, en el sentido de que para cada
uno de nosotros, la enorme variedad de formas de nuestra vida consciente será unificada en
un único campo consciente. Ese campo incluye sensaciones corporales como los dolores en
la rodilla o el sabor de la miel, la percepción visual, y también el pensar en problemas
matemáticos.
El misterio de la consciencia será paulatinamente removido a medida que vayamos
resolviendo el problema biológico de la consciencia.
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Puesto que desconocemos cómo lo hacen los cerebros reales, estamos en una pésima
situación para fabricar cerebros artificiales que causen consciencia.
Según Searle, el tejido cerebral no es necesario para la consciencia, pero sí
suficiente, en el sentido de que es capaz de causar consciencia sin que, necesariamente, sea
lo único que posea esa capacidad.
No basta con crear un robot que emule nuestros comportamientos. La esencia de la
consciencia es que consiste en procesos internos cualitativos, subjetivos. La duplicación de
esos procesos no queda garantizada por la duplicación de los efectos de comportamiento
externo observable de esos procesos. El comportamiento, por sí mismo, es irrelevante. Él es
importante para el estudio de la consciencia sólo en la medida en que tomamos el
comportamiento como una expresión, como un efecto de los procesos conscientes internos.
Deep Blue, por muy bien que juegue al ajedrez, no sabe nada de ajedrez, ni de
jugadas, ni de nada por el estilo. Es una máquina creada para manipular símbolos carentes
de significado. Los símbolos carecen de significado porque todo carece de significado para
ella. Nosotros somos quienes podemos interpretar los símbolos que introducimos como
posiciones de ajedrez, y los símbolos que la máquina produce, como jugades de ajedrez,
porque hemos diseñado a la máquina para que lo haga de esa manera.

"Teorías del aprendizaje", Swenson

En el mismo momento en que Watson iniciaba en Estados Unidos la reacción contra el


estructuralismo introspectivo de Titchener, Max Wertheimer, Kohler, Kofka, y Lewin,
coordinaban una reacción similar contra el introspeccionismo de Wundt. Vale decir que la
teoría guestáltica ofrecida por Lewin difiere de la postulada por los otros tres lo suficiente
como para merecer que se la considere por separado después de examinar la corriente
gestaltista en general.
Wertheimer, en 1910, se interesó por el fenómeno fi. Este fenómeno consiste en la
ilusión de una sola luz en movimiento que aparece cuando dos o más luces son encendidas
y apagadas en rápida sucesión. Esta ilusión de movimiento aparente es, por supuesto, la
base de la apariencia de movimiento que producen muchos letreros publicitarios luminosos,
así como el cine. La importancia del fenómeno fi reside en que demuestra que la totalidad
de nuestra experiencia visual no siempre puede predecirse a partir del conocimiento de los
estímulos particulares. Los psicólogos guestalistas infirieron que tal hecho se origina en que
los organismos organizan sus entradas sensoriales. En consecuencia, para entender la
percepción necesitamos estudiar no sólo los estímulos ambientales, sino también los
principios de organización en el organismo. La comprensión de la percepción sólo se puede
adquirir mediante el estudio de conjuntos perceptuales, no con ayuda del análisis de
estímulos particulares.
La Gestalt, en tanto combatiendo la psicología estructuralista de Wundt, no
rechazaba la consciencia, como lo hacía Watson, más bien se dirigía contra la búsqueda de
los átomos de consciencia.
Su preocupación por los conjuntos indivisos se refleja en el nombre de "psicología
de la guestáltica", palabra alemana que significa totalidad, esquema, forma, o
configuración. El grito de batalla era que el todo es más que la suma de las partes.
No muchos años después, Kohler consagró su tiempo a la productiva tarea de llevar
a cabo una serie de estudios con chimpancés. Hizo lo mismo con los pollos. Estos últimos
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animales difieren, ante el aprendizaje de problemas, de los chimpancés. Por ejemplo,


sometidos al problema del rodeo, el pollo podía ver un premio a través de una ventana, pero
se le exigía salir de la habitación y pasar por una sala y dar una vuelta alrededor del edificio
para obtener la recompensa. Los pollos tropezaban con grandes dificultades para resolver el
problema del rodeo, mientras que los chimpancés solían hacerlo muy fácilmente. Kohler
también advirtió que sus monos resolvían el problema, o bien no lo resolvían en medida
alguna. Sus primeros esfuerzos no conducían al aprendizaje parcial de una solución. En
cambio cuando daban con ella, se advertía habitualmente un cambio súbito de su conducta.
A partir de esta observación, este psicólogo introdujo un principio fundamental de la
Gestalt. En los organismos superiores, el modo más importante de aprendizaje es el de la
comprensión inmediata o intuición, o aprendizaje súbito o discontinuo, insight, no el
aprendizaje gradual por ensayo y error, continuo, con tal de que el organismo tenga acceso
perceptual a los elementos necesarios para resolver el problema. Él observó en chimpancés
un aprendizaje súbito o por comprensión, el cual parecía demostrar que sus sujetos
reorganizaban perceptualmente los elementos de un problema, en vez de aprender a ciegas
respuestas correctas. También advirtió la conducta de rodeo, en virtud de la cual los monos
se alejaban momentáneamente de una meta, como tomar una banana, si necesitaban hacerlo
para resolver un problema, como apretar de una perilla. Ese comportamiento demostraba
que sus respuestas no estaban conectadas mecánicamente con estímulos meta.
El núcleo del argumento de los guestalistas contra el análisis conductual de los
conexionistas reside en que la conducta no puede ser entendida como simplemente la suma
de las partes que la componen o el producto de los estímulos presentes en un momento
dado. Más bien, aquellos aspectos de una situación que tienen relaciones entre sí son
interpretados y percibidos como guestalten o formas o totalidades. Para estos teóricos, el
aprendizaje es una función de la manera en que el organismo estructura la situación del
problema en vez de los meros estímulos presentes. Esto se puede advertir en la imagen que
aparece abajo. En ella, es posible ver tanto el vaso como los perfiles de las caras. A partir
del cambio del propio modo de organización interna, se puede pasar de ver en cierto
momento una figura, aquella parte del dibujo que tiene significado, a ver otra distinta.
Aquella parte del dibujo que sirve sólo para perfilar la figura es el fondo, en términos
guestálticos. El aprendizaje se convierte en una cuestión de "ver" los esquemas de
estímulos correctos, o de ver la información como figura, en vez de perderla en el fondo.

Koffka escribió que las leyes de la percepción propuestas por Wertheimer describen
cómo los organismos organizan los estímulos y recuerdos de que disponen en una situación
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de aprendizaje y, en consecuencia, dichas leyes deben ser consideradas también como leyes
de aprendizaje.
A continuación, se exponen las leyes o principios fundamentales de Wertheimer
acerca de la organización interna activa.
Existe un principio fundamental que gobierna todos los demás. Es el de pregnancia
o forma buena, el cual sostiene que todo aquello que sea percibido adoptará la mejor forma
posible. El tipo de forma buena adoptado en un caso particular es regido por cuatro
principios adicionales, que enumeramos a continuación.
Ley de cerramiento, las áreas cerrados son percibidas más fácilmente como
unidades. Las cosas que no están del todo cerradas, o terminadas, con frecuencia son vistas
o recordadas como cerradas, esto puede verse en la imagen de abajo.

Ley de proximidad, las unidades que se encuentran cercanas unas a otras en el


espacio o en el tiempo son percibidas como conjuntos. Los monos de Koheler, así,
necesitaban de la proximidad entre las perillas y las bananas antes de usar aquéllas para
alcanzar éstas. Al hablar, pensamos en nuestras palabras como si cada una fuese una unidad
aislada, pero un trazado sonográfico visual permite establecer que los sonidos físicos se
presentan en forma continua. El principio de proximidad puede explicar también por qué la
contigüidad estrecha entre un EC y un EI es lo más ventajoso para la mayoría de los tipos
de condicionamiento pavloviano. Por efecto del proceso de ser presentados al mismo
tiempo, el EC y el EI adquieren un poder equivalente para provocar su reflejo, el RI o el
RC.
Ley de continuidad o dirección común, cuando algunos elementos o puntos parecen
continuar o completar una serie o secuencia dotada de significado, el sujeto los experimenta
como si estuvieran agrupados entre sí. La vigencia de este principio se advierte en
situaciones en las que puede aplicarse una regla de extrapolación, como en las tareas de
completar una letra, un dibujo, o un número. Kaswan enfrentó a sujetos con pares de
figuras geométricas en que el segundo miembro del par presentaba buena continuidad o
falta de continuidad. A continuación, se enfrentó a esos sujetos con el primer miembro del
par y se les pidió que dibujara el segundo. Tal como cabía esperar, el aprendizaje y el
recuerdo del par de buena continuidad era superior.
Ley de similitud, los estímulos que presentan similitudes entre sí tienden a ser vistos
y recordados como grupos cuando este efecto no es superado por el de la proximidad.
Ejemplo de ellos podrían ser el hecho de advertir y recordar algo que una persona dice en
medio de una reunión ruidosa.
Todas estas leyes responden a procesos internos activos.
Así como la percepción constituye un proceso activo, y el mundo es experimentado
por cada persona en función de su propio tipo de actividad, también la memoria es un
proceso activo. En vez de recordar el mundo tal cual se nos presentó, lo recordamos a
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través de los filtros que las influencias guestálticas imponen a nuestros engramas, o
recuerdos a lo largo del tiempo.
Para que algo sea recordado fácil y espontáneamente, se lo debe integrar a una
unidad cognitiva, o sea, se lo debe comprender. Wertheimer ha resumido una serie de
estudios según los cuales para la resolución de problemas, el aprendizaje de tipo
comprensión era más rápido y más generalizable que la memorización.
Por su parte, Lewin trasladó el acento tradicionalmente puesto por la Gestalt sobre
la percepción, el aprendizaje y el pensamiento, a metas, los factores motivacionales, y los
sistemas de tensión.
Lewin destaca los aspectos fenomenológicos o personales de cada ambiente humano
tal como se los infiere de la observación de la conducta personal. Esto es lo que se
denomina espacio vital. El espacio vital incluye las metas de una persona, que en los
diagramas se representan con signos de sumar, para indicar valencia positiva, y las cosas
que una persona desea evitar, que se representan con signos de restar, para significar
valencia negativa. Aquellos aspectos de la vida persona, tales como miedos o restricciones
ambientales, que impiden el acceso a metas, son representado mediante líneas o barreras. El
espesor de la línea indica la fuerza de los factores que bloquean el acceso a metas. Él
representó gráficamente esas metas, situaciones que se desea evitar, valencias, y barreras,
mediante diagramas trazados según los principios de la topología, o geometría de los
límites entre regiones. Para comprender la percepción que las personas tienen de su espacio
vital son decisivas las fuerzas que actúan sobre ellas y barreras que separan a las personas.
Las regiones topológicas indican los caminos que una persona dispone. Para responder a las
preguntas de cuáles caminos serán seguidos, Lewin agregó vectores a su sistema. Los
vectores son fuerzas que actúan en direccione específicas y con intensidades específicas. En
los diagramas son representados por flechas. Las direcciones de las flechas indican las
direcciones de las tendencias de una persona a acercarse y a evitar, y la longitud de las
flechas es proporcional a la intensidad de las fuerzas que obran sobre la persona. La figura
de abajo ofrece la representación del espacio vital de una persona tal como lo concibe
Lewin.

La imagen de arriba es un diagrama topológico del espacio vital de un estudiante.


En la actualidad ese estudiante se encuentra en conflicto. Le gustaría tanto obtener buenas
@psico.acolores
@juanizorrilla_ clases particulares

notas como verse con amigos, pero la barrera que supone el trabajo necesario para concluir
el curso separa al joven de la meta representada por las buenas calificaciones. Sobre la
barrera actúa fuerzas, vectores, tanto positivos como negativos. Puesto que la única fuerza
que opera sobre el sector correspondiente a las relaciones amistosas es positiva, lo más
probable es que el estudiante encuentre tiempo para cultivarlas. Ambas metas son de
valencia positiva.
Lewin delineó cuatro tipos básicos de aprendizaje. El primero supone cambios en la
estructura básica del espacio vital, como cuando se corrigen concepciones erróneas o se
efectúan discriminaciones realistas entre metas razonables y metas de obtención
improbable. Otro tipo de aprendizaje supone cambios motivacionales, que en el sistema de
Lewin estarían representados por cambios de valencia o cambios de la dirección y la fuerza
de los vectores. El tercer tipo de aprendizaje implica cambios en que la persona se ve a sí
misma en relación con regiones del espacio vital, como cuando se aceptan nuevas
ideologías o pautas e identificación grupal. Finalmente, aprender nuevas destrezas motrices
amplía la capacidad para superar ciertos tipos de barrera en el espacio vital.
A todo esto, el énfasis que Lewin pone sobre los espacios vitales de las personas
particulares, no sobre el desarrollo de leyes del aprendizaje aplicables en general, impide
que su sistema resulte de gran utilidad para predecir el aprendizaje futuro. Su teoría es más
útil para descripción post hoc que para la predicción. Aún así, en una situación clínica en
que se dispone de tiempo suficiente para determinar el espacio vital de un cliente particular,
ése puede ser útil para predecir conflictos de acercamiento/evitación y otras circunstancias
análogas.
Una discípula de Lewin, Zeigarnik, comprobó que las tareas inconclusas tienen
propiedades motivacionales y tienden a mejorar el aprendizaje.
Los psicólogos de la Gestalt entendieron que la influencia que los sustratos
biológicos ejercen sobre el aprendizaje es mucho mayor que la admitida por los psicólogos
conductistas.
El contenido de lo que se aprende es molar. Las percepciones, cogniciones y
expectativas son por igual unidades en gran escala, antes que vínculos que relacionan
estímulos y respuestas particulares. Por añadidura, los teóricos de la Gestalt insistieron en
que el total de lo aprendido es más que la suma de los vínculos E-R.
Durante mucho tiempo, la escuela guestaltica ha defendido la alternativa cognitiva
frente al conductismo.
Los enfoques conductistas actuales, así como el movimiento humanista, deben
mucho a la investigación guestaltista, que demostró las insuficiencias de los simples
modelos mecanicistas E-E, E-R. En cuanto a este punto, la teoría guestaltista ha logrado la
aceptación de sus principios fundamentales por la psicología, pero en el curso de ese
proceso sus perfiles se desdibujaron en cuanto pudieran ser los de un movimiento
característico. Esta decadencia tuvo relación con el fallecimiento de Wertheimer, Koffka,
Kohler, y Lewin, no con la refutación experimental de la teoría.

Hasta acá el resumen. Mucha suerte en el parcial.

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