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Resumen DPC A @psico - Acolores @juanizorrilla
Resumen DPC A @psico - Acolores @juanizorrilla
acolores
@juanizorrilla_ clases particulares
Aclaración importante
Toda esta diversidad de enfoques tiene que ver con diferentes perspectivas
epistemológicas, diferentes marcos teóricos, que nos llevan a construir conocimiento de
maneras diferentes.
La palabra construir conocimiento es muy importante, porque muestra que los
objetos de una disciplina, es decir las cosas que estudiamos, no preexisten, no están ahí
afuera esperando a que los descubramos como si fuera un tesoro escondido en las
profundidades de una isla remota, construimos los objetos, los saberes, en el mismo proceso
de abordarlos.
Entonces, la ciencia, a diferencia de lo que sostenían los positivistas, ya no sería una
disciplina que tiene como meta dar con regularidades en la naturaleza, dar con cosas que
preexisten, sino que, por el contrario, debe entenderse como una actividad constructiva que
se define en función de los problemas que decidimos estudiar y de los puntos de vista que
adoptamos para estudiarlos. Esta nueva definición de ciencia, opuesta a la de positivismo,
es importante, y susceptible de aparecer en una pregunta de parcial.
Los cambios conceptuales que mencionamos hicieron que la ciencia se volviera
“aproximacionista” con respecto al acceso a la verdad, lo que quiere decir que a ella sólo
podemos acercarnos, nunca acceder del todo, pues siempre estamos conociendo desde un
soporte teórico particular, construyendo.
Colombo continua diciendo que nuestra disciplina se erige un debate
epistemológico, por un lado, una psicología que, siguiendo las exigencias del modelo
dominante de las ciencias naturales, busca constituirse en ciencia, una psicología
presuntamente científica, y, por el otro lado, una psicología que, comprendiendo la
complejidad de su objeto de estudio que es el ser humano, no puede limitarse a definirlo a
partir de las demandas de observabilidad y verificación, de precisión rigurosa que suele
exigir la ciencia.
A partir de acá, Colombo se va a proponer hacer un recorrido a través de la
psicología.
Según cuentan los grandes volúmenes de historia, la psicología apareció como
ciencia experimental independiente a fines del siglo XIX, con la inauguración de
laboratorio experimental de Wundt en 1879 en la ciudad de Leipzig, Alemania.
Colombo se propone, en el presente texto, dar con una comprensión menos ingenua
de la fundación de la psicología. Va a mostrar que no todo empezó con Wundt. Para eso se
remite a la psicología y los enfoques que de alguna manera dieron lugar a la psicología tal
como la conocemos hoy día.
Para Platón, lo sensible tiene que ver con un mundo cambiante, contradictorio, en
definitiva, un mundo de apariencias, donde las cosas no son reales. De esa manear, la
verdad, las ideas, en tanto son inmutables, no cambian, no puede provenir de lo sensible, no
pueden provenir de la experiencia, porque ella es engañosa. Por ejemplo, la forma de
círculo existe, pero no en el mundo físico. Existe como un objeto fijo en el ámbito de las
idas, que sólo puede ser conocido mediante la razón. Así, un objeto que existe en el mundo
físico sólo puede ser llamado círculo porque se parece, participa, de la ida de círculo. Pero
el círculo perfecto no lo encontraremos acá, en el mundo sensible, sino en el mundo de las
ideas. Este filósofo afirma un dualismo definitivo entre cuerpo y alma, y tengan en cuenta
que cuando hablamos de “dualismo” nos referimos a dos elementos que entran en conflicto
y son contrarios. En Platón, vale decir, el alma es inmortal, y el cuerpo perecedero.
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Todas estas cuestiones del alma, que estamos trabajando, y seguiremos trabajando
en este texto, son importante porque, en su momento, la psicología nace de la mano de la
filosofía bajo el estudio del alma, de la psyque.
Según Aristóteles, el individuo es la sustancia compuesta de materia (el cuerpo) y
de sustancia (el alma). El cuerpo sería la materia, y la forma el alma.
¿Y qué es el alma en Aristóteles? La entelequia primera de todo cuerpo que tiene
vida en potencia. Para entender esto, es necesario distinguir entre potencia y acto.
La potencia es la posibilidad de ser algo, y el acto el por fin ser eso. Por ejemplo,
una semilla es un árbol en potencia, no es un árbol, pero tiene la posibilidad de serlo;
mientras que el árbol, con sus raíces, tronco, ramas, y hojas, es el acto, la semilla en tanto
por fin se convirtió en un árbol.
Entonces, decir que el alma es la entelequia primera de todo cuerpo que tiene vida
en potencia, es decir que al alma da vida, que el cuerpo no tiene vida, que solo puede
tenerla en potencia, pero no la tiene, es el alma el que por fin lo transforma en acto al
proporcionarle vida.
El alma es la entelequia primera de todo cuerpo que tiene vida en potencia, de todo
cuerpo que no tiene vida, pero que puede tenerla, y finalmente la tiene gracias al alma
La conclusión de todo lo que venimos diciendo es la imposibilidad de una existencia
separada de cuerpo y alma. El cuerpo necesita del alma para tener vida, sin ella es
simplemente un cadáver, mientras que el alma necesita del cuerpo para poder llevar
adelante sus funciones. Y, cuando el cuerpo ya no esté, ella tampoco lo hará, de ahí que, a
diferencia de lo que ocurría en platón, en Aristóteles el alma no sea inmortal.
Para terminar con Aristóteles, decimos que, en este filósofo, son cuatro causas las
que organizan el conocimiento: la causa material, la materia de la que está compuesta una
cosa; la causa eficiente, la fuente de movimiento, generación y cambio; la causa forma, la
especie; y la causa final, el objetivo o pleno desarrollo de un individuo. Así, por ejemplo,
un joven león está constituido de órganos; tiene unos padres; es parte de una especie; y
deberá convertirse en un ejemplar maduro de su especie; una estatua está hecha de mármol;
tiene un escultor; una forma que la convierte en Hermes o Afrodita; y un fin, ser una obra
de arte.
En el razonamiento, lo básico es el silogismo, proposiciones, afirmaciones que se
unen que, en su conjunto, proporcionaban una nueva conclusión. En el silogismo más
famoso, “todos los humanos son mortales” y “todos los griegos son humanos”, se llega a la
conclusión válida y precisa de que “todos los griegos son mortales”.
Tras la caída del Imperio Romano, las obras de Aristóteles se perdieron en
Occidente. Durante el siglo IX, los árabes, entre ellos Averroes, lo introdujeron en el Islam.
Los que lo recuperaron. En el XII, el Occidente latino renovó su interés por la obra de
Aristóteles. Santo Tomás de Aquino encontró en ella una base filosófica para orientar el
cristianismo. Lo mismo hizo, siglos antes, San Agustín de Histona con Platón, fundando los
comienzos del pensamiento medieval.
Trabajemos, ahora, a San Agustín, y a Santo Tomás, en ese orden.
San Agustín recibió mucha influencia del maniqueísmo, que era una doctrina que se
basaba en una división dualista del universo, en la lucha entre el bien, ámbito de la luz
gobernado por Dios, y el mal, la oscuridad de Satán. La especie humana sería producto de
esta lucha. El alma es espiritual, fragmento de la luz divina, mientras que el cuerpo,
material, es perverso. Se logra encontrar el camino de la redención a través del
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conocimiento de Dios, una sabiduría impartida por mensajeros divinos. El hombre ha sido
creado por Dios a su imagen y semejanza, Él ha puesto en el hombre un intelecto análogo al
suyo. El hombre medieval agustiniano busca la verdad a través de la fe, fe que ayuda a
encontrar Dios por medio de la Iglesia. Sólo así se salvará el alma.
En los siglos venideros, desde mediados del XI hasta mediados del XV, se va a
consolidar, por medio de la escolástica, el pensamiento filosófico y teológico hegemónico
de la Iglesia Católica. Los filósofos musulmanes, judíos y cristianos descubrieron la obra de
Aristóteles y, por ende, se enfrentaron al esfuerzo intelectual de usar la filosofía para
abordar el contenido sobrenatural de la revelación. En otras palabras, usaron la filosofía
para estudiar la biblia.
El objetivo esencial fue, básicamente, conciliar la razón, o sea el pensamiento
racional despojado de sus formas sobrenaturales, con la fe religiosa. La idea era dotar a la
fe de una base racional.
Ahora bien, como los escolásticos creían que la fe era el único modo de dar con la
enseñanza directa de Dios, ésta, la fe, tenía para ellos un mayor grado de verdad que la
filosofía, que la razón.
Fue Santo Tomás uno de los que se ocupó de poner a la fe por encima de la razón,
todo con el propósito de evitar que la razón subyugara a la fe, de evitar que los seres
humanos dejaran de leer la biblia para dedicarse a los manuales de filosofía.
Santo Tomás, que veía en la claridad y autoridad de Aristóteles una amenaza para la
doctrina católica apostólica romana, buscó respecto a él una reconciliación. Insistía en que
las verdades de la fe y las propias de la razón, son complementarias y compatibles.
La fe guía al hombre hacia su fin último, que es Dios, y por eso supera a la razón,
pero no la anula.
Saliendo de la Edad Media, pasemos a la modernidad.
La modernidad se basa en la duda, específicamente con Descartes, que de hecho es
el fundador de la filosofía moderna, y un representante del racionalismo, corriente
filosófica que sostiene que la base del conocimiento es la razón.
En Descartes, el único conocimiento segur, exento de toda duda, y a partir del cual
comenzó sus investigaciones, fue el cogito, ergo sum, el famoso pienso luego existo.
Para dicho filósofo, dos sustancias constituyen toda la realidad. La sustancia
pensante, es decir, el yo, la consciencia, y la sustancia extensa o física. Planteaba, de este
modo, un profundo dualismo en las posibilidades del conocimiento humano: por un lado, el
alma o res cogitans, a la que accedemos por medio de la introspección filosófica, y, por otro
lado, el cuerpo o res extensa, que se aborda con el método analítico y constituye un saber
indirecto y engañoso.
En oposición al pensamiento cartesiano, vemos aparecer el empirismo inglés,
representado por Francis Bacon, John Locke y Davis Hume, y que afirma, en oposición al
racionalismo, que la base del conocimiento son los sentidos y la experiencia.
Bacon entendía que el conocimiento humano no provenía de ninguna autoridad que
pudiera reglamentarlo, sino que se derivaba de la experiencia. Así, utilizaba la lógica
inductiva, extrayendo conclusiones generales a partir de datos particulares. Este método
tuvo una gran influencia en el desarrollo de las ciencias experimentales, y ya lo trabajamos
en epistemología.
De modo diferente a Descartes, Locke trasladó la discusión sobre la dicotomía
mente-cuerpo al dominio de la experiencia puramente psicológica, contrastando el sentido
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Como vimos en el texto anterior, las ideas psicológicas existieron mucho antes del siglo
veinte. Lo que cambió, en realidad, hacia el siglo veinte, es el contexto social en el que esas
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ideas siguieron desarrollándose. Es, justamente, ese contexto, el que nos encargaremos de
estudiar en el presente escrito.
Antes del siglo veinte, la psicología estaba en manos de filósofos, hombres de
medicina, economistas. Es decir, no existía la figura del psicólogo como tal, sino que la
psicología pasaba, si se quiere, de mano en mano.
Pero, en el veinte, aparece todo un cuerpo de profesionales y académicos que
reclaman con mucho éxito, el monopolio de la psicología.
A partir de entonces, para hablar de psicología “seriamente”, se debía respetar todo
el marco normativo de estos nuevos especialistas.
Este marco nos remite a la aplicación de ciertas técnicas como son la
experimentación y la cuantificación. Quien no siguiera esas reglas, quien no prosiguiera
como un verdadero científico, no sería tenido en cuenta, o, en todo caso, sus hallazgos no
serían legítimos, no serían válidos. Entonces, había que experimentar y había que
cuantificar, no se podía actuar, en psicología, de otro modo.
La psicología moderna, entendiendo por psicología moderna aquella psicología que
busca apartarse de las cuestiones metafísicas para pretender ser científica, tendría su origen
en los intereses de este grupo de profesionales. Recuerden que el texto se titula “los
orígenes sociales de la psicología moderna”, de modo que es importante que puedan hablar
acerca de origen. Y, en principio, lo encontramos acá, en los intereses de estos hombres
abogados sobre todo a las ciencias naturales, es decir las ciencias exactas.
Pero el texto no se detiene aquí. Busca profundizar acerca del origen de la
psicología. Ya que si bien lo que venimos elucidando es correcto, aún no está completo.
¿Por qué es importante continuar? Porque estas cuestiones experimentales, en
definitiva, estas nociones positivistas, llevan a la conclusión tradicional de que la psicología
de nuestra era comenzó en Alemania, con Wundt, para trasladarse, posteriormente, a los
Estados Unidos. De esa manera, según esta forma de ver las cosas, Wundt sería algo así
como el inventor de un nuevo rol, específicamente, el de psicólogo experimental. La
invención de la psicología moderna dependería de un solo individuo, de él.
Pero Danziger, y esto es importante, va a decir que Wundt no resulta una figura
apropiada para elegir como disparador de la identidad del psicólogo moderno. La
psicología experimental era sólo una parte de su trabajo, y, de hecho, se oponía a la
separación entre psicología y filosofía.
Sobre la postura de Danziger vamos a explayarnos.
En una crítica a los sociólogos positivistas, que son, de hecho, los que defienden el
origen en Wilhelm Wundt, Danziger dice que ellos, por su tendencia ahistórica, o sea por
no tener en cuenta los factores históricos, culturales y sociales que muchas veces inciden en
una disciplina, no pueden ver que la historia de una disciplina, o sea, lo que se dice acerca
de sus orígenes, es, muchas veces, una reconstrucción distorsionada, es decir falseada, a
partir de determinados intereses extra disciplinarios, que son ajenos a la misma disciplina.
Entonces afirma que si pensamos tan habitualmente en Wundt como el origen de la
psicología moderna, es porque detrás de eso se esconden ciertos intereses que,
permaneciendo ocultos, se encargaron de que así fuera, todo a partir de distorsionar lo que
realmente pasó en el medio. Esta es la postura de Danziger que ustedes tienen que entender
de cara a un parcial.
A diferencia de la sociología positivista, que deja de lado lo que tiene que ver con el
contexto, la sociología del conocimiento, que es la sociología del autor que trabajamos,
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estudiará las implicancias políticas, económicas, culturales y sociales que determinaron las
cosas. Estas diferencias entre ambas sociologías también tienen que considerarlas pensando
en un examen.
Si comparamos las distintas situaciones a las que debían enfrentarse aquellos que
querían ser psicólogos, por un lado, en Alemania y por otro lado en Estados Unidos,
encontraremos diferencias.
En Alemania, la aparición de nuestra disciplina fue reclamada por los académicos, o
sea por los estudiosos. En esa época, en Alemania, solamente existían cátedras de filosofía
en las facultades. La psicología, como asignatura, no era independiente, sino que era parte
del programa de filosofía. Los alemanes quisieron que se creara una cátedra dedicada
específicamente a la psicología. No fue nada fácil, pues tuvieron que enfrentarse a las
cátedras de filosofía ya establecidas.
Ahora bien, en Estados Unidos, en Norteamérica, los psicólogos tuvieron que
enfrentarse a algo totalmente diferente. Allí, los que decidían quién podía ser profesor en
una facultad, o en qué proyectos se invertían fondos y en cuáles no, eran los hombres de
negocio. Estos hombres, ubicados en posiciones de genuino poder, estaban muy interesados
en controlar al resto de los seres humanos. Por eso se interesaron por técnicas de control
social. Para ellos, la psicología sólo sería aceptable si podía garantizar el desarrollo de la
capacidad tecnocrática necesaria para el dominio de la industria y el mercado.
Los psicólogos norteamericanos, a esto, respondieron con una promesa, sostuvieron
que la psicología experimental proporcionaría las leyes fundamentales para el gobierno de
toda la actividad humana independientemente del contexto social. Así surgió el
conductismo, que en otras unidades trabajaremos en profundidad con Watson y Skinner.
Los americanos ignoraron los niveles históricos y culturales, ya que no toleraban la
existencia de un mundo social que obedeciera a sus propias leyes y que amenazara la
pretensión de poder controlarlo todo. En su lugar, se propusieron desarrollar leyes
abstractas de la conducta individual, casi metafísicas por su atemporalidad. De esa forma, la
acción humana se redujo a la conducta. Cuando, finalmente, la psicología social apareció,
lo hizo como extensión de la psicología individual a situaciones en las cuales operaban
estímulos sociales, susceptibles de ser controlados.
Uno de los aspectos más llamativos es que, a la hora de estudiar a Wundt, estos
psicólogos estadounidenses dejaron de lado su psicología de los pueblos. Aclaro, de paso,
que la psicología de los pueblos fue la psicología de un Wundt más viejo, que comenzaba a
alejarse de lo experimental para preocuparse por las interacciones sociales. La dejaron de
lado justamente por eso, porque empezaba a distanciarse de lo experimental.
En América, la veneración por lo experimental, en la búsqueda por el dominio de la
conducta, no encontró límites, y pasó a reclamar un lugar para la psicología en las ciencias.
Son, entonces, estos múltiples intereses políticos y económicos de los hombres de
poder, y el afán de los psicólogos americanos por compartir un poco de ese poder, los que
distorsionan la historia y hablan de Wundt como el origen, todo en miras de legitimar lo
experimental, de validarlo, cuando, en realidad, a Wundt no le interesaba controlar la
conducta.
Los orígenes de la psicología moderna en tanto experimental, individual, y
conductual, se encuentran en esos intereses de poder, más que en Wundt. Sobre eso arroja
luz este texto, esto no pueden dejar de decir en un examen.
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diez volúmenes de sus Elementos de psicología de los pueblos, que aparecieron durante los
últimos veinte años de su vida. Se apartó aún más del positivismo. En su opinión, la mente
colectiva, social, la mente de los pueblos, trascendía las mentes individuales que la
componían. La mente de los pueblos se manifestaba en las lenguas, el arte, los mitos, las
costumbres sociales, el derecho y la moral, obras culturales todas ellas que un individuo no
podía hacer nunca en aislamiento. Esta opinión tenía una importante implicación, ya que
dividía la ciencia psicológica en dos partes: al experimental y la social. Según Wundt, las
funciones mentales más sencillas, como la sensación, la percepción, la memoria, y los
sentimientos simples, se pueden estudiar mediante experimentos de laboratorio en la mente
de los individuos. Pero los procesos mentales más elevados implícitos en el pensamiento
humano están tan intensamente condicionados por los hábitos lingüísticos, las ideas
mentales y las convicciones ideológicas, que los experimentos científicos resultan
imposibles. El pensamiento humano puede explorarse únicamente por medio de los
métodos no experimentales de la antropología, la sociología y la psicología social. El
pensamiento no puede entenderse a través del análisis de la lógica, ya que con harta
frecuencia es ilógico y resulta demasiado complicado para estudiarlo mediante la simple
introspección aplicada a los hechos mentales que lo acompañan. Únicamente estudiamos
sus productos, tal como se han acumulado a lo largo de la historia.
No existe una definición de psicología que sea unánimemente aceptada. Algunos dicen que
representa el estudio del alma, la consciencia, la conducta, los procesos mentales, y
podríamos seguir enumerando.
Esta dispersión no es producto de un caprichoso individualismo, sino de un debate
epistemológico acerca de las bases mínimas sobre las que debe apoyarse un campo de
conocimiento, a saber, el objeto de estudio y el método para abordarlo, tal como veremos
más adelante.
Dicho debate, que nace en la búsqueda de una identidad por parte de la psicología,
ha tomado, a manudo, la forma de una dispuesta en la que la psicología es reclamada desde
el ámbito de las ciencias naturales y desde el ámbito de las ciencias sociales. De esta
manera, el objeto de estudio, más que ser algo empírico, es una abstracción epistemológica
que adquiere diferentes matices según la perspectiva en la que se posicione el investigador.
¿Es posible, entonces, hablar de la psicología?, ¿o deberíamos decir las
psicologías?, de ser así, ¿cuántas de ellas? Para comenzar a responder a estas preguntas, se
debe considerar que resulta imposible plantear una discusión acerca del objeto y el método
de la psicología sin tener en cuenta la evolución histórica de esta problemática.
Hasta el siglo diecinueve, la psicología era una rama de la antropología, disciplina
que daba cuenta del ser como totalidad. Por lo tanto, su historia se confundía con la de la
filosofía, y sus postulados se correspondían con la concepción del hombre que predomina
en cada momento.
Dichas concepciones pueden ser esquemáticamente divididas en tres fases: la
concepción clásica, la cristiana, y la moderna.
La primera, que abarca desde los filósofos griegos hasta la Edad Media, estuvo
centrada en determinar los principios de ordenamiento del cosmos, y entendió al hombre
como la parte del cosmos dotada de razón. Apareció una preocupación por establecer las
diferentes relaciones entre el alma y la materia. Platón fue el primero que introdujo esta
distinción. En su intento por jerarquizar la razón por sobre lo sensorial, consideró al mundo
de las ideas como más verdadero que el mundo conocido por los sentidos. En cambio,
Aristóteles no estableció esa división jerárquica, por el contrario, afirmó que materia y
forma no pueden existir por separado. El cuerpo existe en razón del alma, pero el alma
existe solamente en y a través del cuerpo. El alma es una forma del cuerpo viviente, y no
una sustancia separada de la materia. La concepción aristotélica se constituye en
antecedente remoto de la psicología considerada como ciencia natural.
Así como la concepción clásica fue cosmocéntrica, la medieval era teocéntrica. La
fuente de conocimiento se sitúa fuera de hombre, ubicándose en un Dios creador. La razón
ya no es suficiente, debe acudirse a la fe como instrumento del conocimiento. El estudio del
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conductas que se refuerzan de ese modo se extinguen rápidamente cuando dejan de ser
reforzadas. Rápidamente dejaremos de girar la perilla si la radio no funca. En cambio, el
reforzamiento intermitente resulta apropiado para mantener comportamientos ya
establecidos, porque determina una mayor resistencia a la extinción. El vendedor ambulante
seguirá vendiendo sus artículos aun cuando no venda ninguno. En un programa de
modificación de conducta puede emplearse ambos procedimientos en forma sucesiva. Si
deseamos incrementar las interacciones sociales de un niño con sus pares, al principio le
reforzaremos sobre una base continua, elogiándolo cada vez que se acerca y juega con otros
chicos. Más adelante espaciamos el reforzamiento, elogiando sólo algunas de esas
interacciones. En este caso, intervienen otros factores. El niño puede encontrar gratificante,
reforzante, el jugar con otro amiguito, independientemente de nuestros elogios. De hecho,
cuando se refuerza una conducta se espera que una vez establecida genere reforzadores por
sí misma en su medio natural, de modo que se mantenga sin necesidad de reforzamiento
externo.
Aunque la extinción no es el único procedimiento para reducir la emisión de
conductas. Suele complementarse con el reforzamiento de una conducta incompatible con
la que se desea extinguir. La maestra puede emplear con éxito ese procedimiento si además
de ignorar al chico cada vez que interrumpe la clase, lo elogia y lo felicita cuando se porta
bien.
Cuando un padre da una palmada a su hijo por introducir los dedos en el
tomacorrientes, está usando un procedimiento que se conoce habitualmente como castigo.
El castigo se refiere al proceso por el cual se reduce la probabilidad de una conducta
presentando un elemento aversivo, o retirando un reforzador positivo luego de emitida la
misma. De acuerdo a esta definición, la palmada castiga la conducta sólo si reduce la
probabilidad de que el chico vuelva a introducir los dedos en el tomacorriente. O sea que un
procedimiento no se define como castigo porque involucre un suceso desagradable como la
palmada, sino por el efecto que tiene sobre la conducta. El castigo tampoco está relacionado
con hacer justicia. La medida de encarcelar a los delincuentes sólo podría considerarse
castigo si redujera la probabilidad de que estos volvieran a delinquir. Las reprimendas de
una esposa a su marido por leer el diario durante la cena, pueden considerarse castigo si
consiguen que deje de leerlo. Otra medida sería retirar los platos de la mesa antes de que su
marido los toque. En el primer caso estaríamos frente a la presentación de un suceso
aversivo, las reprimendas, mientras que el segundo implica el retiro de un reforzador
positivo, como es la comida. Siempre que las circunstancias lo permitan es preferible
utilizar la extinción y el reforzamiento de una conducta incompatible en lugar del castigo.
Muchas veces la intervención terapéutica consiste en enseñar a las personas que mantienen
relaciones estables a usar el reforzamiento en lugar del castigo para promover cambios en
los otros.
El reforzamiento es un proceso natural y su existencia es independiente de la
voluntad de los científicos que lo estudian para modificar la conducta. Mucho antes de que
los primeros investigadores describieran el proceso de reforzamiento y le asignaran ese
nombre, los animales se dirigían al arroyo para saciar su sed y los hombres encendían el
fuego para calentarse. Otro concepto básico radica en la universalidad del fenómeno.
Siempre que emitimos una conducta la misma está siendo reforzada de alguna manera. Para
comprender este punto, conviene recordar que los reforzadores no consisten únicamente en
objetos materiales como el ascensor, la comida, o el dinero, sino que pueden tratarse
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tendencia que concedía un lugar privilegiado a los aspectos sintácticos en el estudio del
lenguaje infantil. Esta orientación llevó a revitalizar la posición piagetiana. Aunque él no ha
estudiado la adquisición del lenguaje, sino que se ha ocupado del papel del mismo en el
desarrollo cognitivo, su manera de concebir el lenguaje permite abordar experimentalmente
sus orígenes en relación con la actividad global del niño. Se argumenta que el niño no
puede descubrir las estructuras sintácticas sin la ayuda del significado, siendo muy
abundantes los estudios dedicados a explorar el desarrollo del componente semántico.
Finalmente, los modelos interaccionistas. Se hace referencia al marco teórico cuyo
enfoque principal son los aspectos funcionales, pragmáticos, comunicativos, en contextos
determinados. Desde el punto de vista del desarrollo lingüístico, se considera la adquisición
del lenguaje en estrecha dependencia del contexto social y de las situaciones de interacción,
entendida como un proceso en el que intervienen como mínimo dos participantes, y en el
que ambos participantes quedan mutuamente afectados.
Ahora bien, para saber si ese ejemplo tiene sentido, es necesario preguntarse si la
terapia de la conducta es realmente una aplicación del modelo conductista.
Si tras el examen resultara que el supuesto es falso, es decir, que la terapia de la
conducta no es conductista, el problema de la asincronía quedaría ipso facto disuelto. Sólo
subsistiría el problema de explicar por qué ciertos científicos manifestaron su adhesión a
principios teóricos que en los hechos no aplicaron.
Las consideraciones anteriores anticipan ya el propósito fundamental de este
trabajo, consistente en el examen de la relación entre el modelo conductista y la terapia de
la conducta. En la primera parte del video vamos a hacer una somera descripción de lo que
entendemos por "modelo conductista", en la segunda vamos a hacer lo mismo con respecto
a la terapia de la conducta, y, finalmente, en una tercera parte, examinaremos en detalle esa
relación entre ambos.
Debemos explicar, en primer lugar, en qué sentido utilizamos aquí el término
"modelo". Para nosotros un modelo en uso por parte de un científico es el conjunto de
supuestos o postulados más generales que sostiene tanto en relación con la realidad que
investiga como con los métodos para abordarla.
El conductismo ha tomado históricamente diversas formas, desde el primitivo
conductismo de Watson, hasta el neoconductismo de Hull, el conductismo radical de
Skinner, y formas conductistas posteriores. No obstante, existe entre todas estas formas
fuertes semejanzas de la familia que nos gustaría considerar como los postulados de la
construcción que denominaremos modelo conductista.
En primer lugar, tenemos el postulado antimentalista. En él, se excluye del lenguaje
básico de la psicología a los predicados referidos a fenómenos o entidades mentales. Esto
ya lo abordamos en otros videos.
Por otro lado, tenemos el postulado antigestalista. Existe un conjunto de conductas
independientes entre si, llamémoslas conductas elementales, que son respuestas específicas
a estímulos específicos. Las conductas que no son elementales, las conductas complejas,
son conductas compuestas a partir de una cantidad de conductas elementales. El
extensionalismo es una concepción epistemológica de la cual se desprende un método de
análisis que, partiendo de que toda entidad compleja es un compuesto a partir de unidades
más simples, intenta el hallazgo de tales unidades y sus formas de composición. El
conductismo se ha caracterizado por un empleo sistemático de este método en el campo de
la psicología. Ha procurado, por una parte, establecer los segmentos estímulo-respuesta
básicos, y de allí su dedicación al estudio de conductas elementales, especialmente en
animales de especies inferiores sometidos a estímulos específicos y controlables en
situación de laboratorio. Y ha intentado, por la otra, determinar las leyes de composición de
tales conductas para lo cual incorporó primeramente el esquema del condicionamiento
pavloviano y luego, ante su manifiesta insuficiencia para dar cuenta de conductas
complejas, lo suplementó con mecanismos intermedios más refinados, como las reacciones
fraccionales anticipatorias de Hull. Pero, a pesar de las variaciones, la idea regulativa es
siempre la misma, llegar a comprender lo complejo a partir de lo simple. Este modo de
conceptualización es opuesto a los enfoques gestálticos que no aceptan el carácter
compuesto de los fenómenos psicológicos complejos e invierten la dirección del análisis al
sostener que sólo puede explicarse una conducta a partir de un conocimiento de la totalidad
de la que forma parte y de las características que esta totalidad posee en cuanto tal.
Nos parece razonable admitir la independencia recíproca de ambos postulados.
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Otra cosa que dice el autor es que a la hora de explicar la causa de una conducta y
explicarla, no basta con el modelo E-R, pues él es responsable de un intolerable grado de
parcialidad en las explicaciones. No puede explicar, por ejemplo, por qué un estímulo
produce una respuesta y no otra, o por qué una fobia empeora con el paso de los años.
Hay que ir más allá.
Pareciera, entonces, que la única alternativa que resta a la psicología es la adopción
de un modelo mentalista y gestáltico. De hecho, ésta ha sido la tendencia predominante en
el desarrollo de la psicología en años recientes, con el renacimiento vigoroso de interés por
la Gestaltteorie y por los llamados procesos cognitivos.
Sobre una plataforma hay un perro, sujeto por un arnés. Se le pone carne en polvo
en la boca y el animal saliva. Esta salivación es un reflejo hereditario. Esta salivación es un
reflejo hereditario. Después se hace sonar una campana inmediatamente antes de poner la
carne en polvo en la boca de perro. Este procedimiento se repite varias veces. Entonces, se
hace sonar la campana sin darle al perro carne. Sin embargo, el perro vuelve a salivar. Se
dice, entonces, que el perro ha sido condicionado para que salive al sonar la campana.
Esencialmente, este condicionamiento se opera como consecuencia de una estrecha
asociación entre dos señales, una que puede ser innata, y deber a esto su afectividad, como
haber sido aprendida antes, y otra que es nueva. La primera señal se llama estímulo
incondicionado (EI), y la nueva estímulo condicionado (EC).
mecanismo que permite conectar señales ambientales nuevas (EC) con respuestas
apropiadas. Este mecanismo de condicionamiento otorga a los organismos superiores
mayor flexibilidad en sus relaciones con el medio. Para responder al mundo exterior, todo
organismo necesita detectar y contestar las señales de acción que emite ese mundo exterior.
Este sistema de estímulos o señales ambientales, como la carne en polvo o la campana, fue
denominado por Pavlov primer sistema de señale (por su parte, los pensamientos y el habla
constituyen un segundo sistema de señales que no es menos capaz de generar respuestas; de
esa manera, no sólo un estímulo ambiental como la pizza genera salivación, sino que
también puede hacerlo la charla que tenemos acerca de cuánto nos gustaría comer una).
En cuentas resumidas, el condicionamiento clásico es un tipo de aprendizaje que se
opera cuando una señal nueva (EC) es apareada con una señal incondicionada (EI) que
tiene la propiedad de provocar un reflejo incondicionado (RI). Después del apareamiento,
también el estímulo condicionado (EC) adquiere la propiedad de provocar un reflejo
condicionado (RC) más o menos similar al primero.
Los reflejos son reacciones predeterminadas a estímulos. En general, se supone que
los reflejos incondicionados han sido preconectados en el cerebro, durante la maduración
de este órgano, en formas determinadas por los genes. El cerebro habría sido programado
de manera innata para que reconozca las señales apropiadas que provocan la expresión de
los reflejos preconectados.
Todos los reflejos son susceptibles de clasificarse por orden de complejidad. El más
simple sería el que sólo necesita una neurona sensible y una motriz, como el reflejo
rotuliano o tendinoso que los médicos provocan con un pequeño martillo de goma durante
el examen. A partir de ese nivel, los reflejos pueden clasificarse como los propios de la
médula espinal, del cerebro inferior, y de la capa exterior del cerebro. Los reflejos de la
corteza cerebral pueden ser simples, como el del perro al salivar al contacto con el polvo de
carne, o complejos, como el deseo de imitar las acciones de otros en una multitud. Los
reflejos complejos reciben el nombre de instintos. Los organismos superiores presentan
muchos reflejos complejos. Dos ejemplos de ellos son la pauta de lucha que se presenta en
respuesta a una restricción física, y los movimientos que ayudan al recién nacido a
encontrar el pezón de la mamá.
Pavlov supuso que durante el condicionamiento, la corteza cerebral se modifica de
tal modo que aquella porción de ella, llamada analizador cortical, que ha advertido el EC se
convierte en parte física de la conexión EI-RI.
Ahora bien, a veces un animal necesita reconocer señales que le dicen que, con el
fin de sobrevivir, suspenda determinada pauta de respuesta. En consecuencia, el ruso
investigó lo que llamó reflejos inhibidores, es decir aquellos que intervienen para detener
una actividad refleja.
Este autor consideró que el proceso de inhibición es tan importante como el proceso
de la excitación. Distinguió entre dos tipos básicos de inhibición, la inhibición externa y la
inhibición interna.
Como lo indica su nombre, en la inhibición externa la causa que da lugar a la
inhibición viene de afuera. Un ejemplo que sirve para ilustrar esto es el llamado reflejo de
orientación. A todos nos pasó que al oír un sonido nuevo, detenemos todo movimiento y
volvemos la cabeza con el fin de localizar la fuente del sonido. Esto ocurre porque se activa
nuestra atención. Pavlov sugirió que nuestro cerebro posee analizadores corticales
independientes para todos los principales sentidos y que esos analizadores deciden a qué
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estímulos debemos atender. Cuando los analizadores deciden prestar atención, nos
“congelamos”, los músculos se tensan, nuestras ondas cerebrales se aceleran y segregamos
mayor cantidad de adrenalina. Todo esto es desencadenado por estímulos de volumen muy
alto, o cualquier estímulo nuevo o que pueda conducir a premios o consecuencias.
Al contrario, lo que suscita la inhibición interna es un proceso que tiene lugar
adentro de nuestro propio organismo. Un caso de inhibición interna que elijo destacar es la
extinción. Ella remite a la pérdida de la capacidad de un estímulo para generar una
respuesta determinada. Por ejemplo, cuando empezamos a trabajar en una heladería, la
exposición a los helados puede hacer que ellos dejen de hacernos salivar. Esto también
tiene que ver con un proceso de habituación, donde la atención disminuye a medida que los
estímulos se hacen conocidos y poco importantes.
Algo interesante es que se puede hacer que la inhibición que genera un estímulo
ahora empiece a suscitarla otro. Demos un ejemplo. Si nos gusta mucho la pizza, ella nos
excitará a comer. A la inversa, una bolsa de residuos con un olor asqueroso nos quitará el
apetito. Diríamos entonces que la bolsa tiene un efecto inhibidor. Pero si asociamos el
estímulo de la pizza al estímulo de la bolsa, si antes de comer una pizza nos ponen frente a
nuestras narices una bolsa putrefacta, podría ocurrir que ahora la pizza empiece a generar
acto y se convierta en un estímulo inhibidor para el apetito. Esto es un
contracondicionamiento, en otras palabras lo que dijimos antes, un proceso en virtud del
cual la inhibición que genera un estímulo es desplazada a otro que antes excitaba. Otro caso
de contracondicionamiento es el que ocurre en La naranja mecánica, de Stanley Kubrick.
El protagonista es un pibe que disfruta de la brutalidad, de lastimar a la gente. En un
momento dado las autoridades lo atrapan y lo someten a un experimento. En él, le aplican
una droga que le genera náuseas y suprime entonces su deseo de delinquir. Ahora bien,
antes de que consumir las pastillas, lo obligaban a que viera películas violentas en las que
sucedían hechos atroces. Estas escenas terribles se terminaron asociando con el malestar
que generaba la droga, por su continuidad en el tiempo, de modo que también pasaron a
despertar nauseas e inhibir los reflejos agresivos y sexuales. A partir de entonces, cuando
veía una muchacha desnuda ya no quería golpearla o violarla, sino que huía de ella.
Hay en el texto una breve alusión a los conceptos de discriminación y
generalización. La primera consiste en distinguir lo estímulos condicionados de otras
señales. Por su parte, la generalización es la tendencia a responder a señales similares a un
estímulo condicionado casi como su fueran el estímulo condicionado mismo. Por ejemplo,
el perro puede salivar ante un timbre del mismo modo que antes lo hacía con la campana.
Lo que nosotros describimos hasta acá es el proceso general de condicionamiento
clásico. En el texto también se mencionan el condicionamiento primario, el
condicionamiento de defensa, el condicionamiento secundario, el retrógrado, el de huella, y
el temporal. A mí entender no aporta mucho y puede omitirse, por eso no lo incluyo en el
video. Lo importante, en realidad, es que ustedes puedan explicar cómo funciona el
condicionamiento clásico.
Capítulo 2, enfoques norteamericanos del condicionamiento por contigüidad.
Desde que en 1913 introdujo el término “conductistas” en la psicología, Watson
dominó el campo de las teorías norteamericanas del aprendizaje.
Él criticaba especialmente al funcionalismo. Esta disciplina, de la mano de
Titchener, sostenía que los psicólogos debían estudiar sus propios pensamientos a partir de
la introspección. Esto no era válido para Watson ya que los datos que así se obtenían eran
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Entonces, podemos ver cómo se produce una conexión entre un estímulo, la rata
blanca, y una respuesta, el miedo, que genera el hábito de tenerles terror a los animales
blancos. Todo a partir de que el estímulo original, el ruido del metal, se asociara con el
estímulo nuevo, la rata.
Es muy importante esto que decimos, ya que refleja que en Watson todo aprendizaje
es resultado de un condicionamiento de ciertos hábitos.
La formación del nuevo hábito depende de que se establezca un vínculo entre el
estímulo y la respuesta. Y este vínculo se apoya en dos leyes fundamentales, por un lado, la
ley de la frecuencia, y por el otro la ley de la proximidad temporal. La primera establece
que la fuerza del vínculo depende del número de veces que se repita la asociación entre el
estímulo y la respuesta (en el caso de Albert vimos cómo se generó una asociación entre la
rata y el miedo a partir de repetir numerosas veces el experimento de golpear el metal al
momento de presentar la rata). La otra ley sostiene que la respuesta dada inmediatamente
después del estímulo es la que tiene mayor probabilidad de asociarse con él (en el caso
Albert la respuesta es el llanto, el miedo).
Albert fue el primer ser humano en contraer una neurosis fóbica experimental.
UNIDAD 3
La filosofía es una de las disciplinas que forman parte de la ciencia cognitiva. Mientras que
la psicología es una ciencia empírica, la filosofía de la mente no se basa en datos concretos
ni en teorías construidas a partir de la observación y la experimentación. Sin embargo, esta
disciplina ofrece reflexiones sobre la naturaleza de la mente y la actividad mental.
Abordaremos el funcionalismo moderno, corriente filosófica que representa, hasta el
momento, el intento más serio de fundamentar los principios básicos de la ciencia
cognitiva.
El funcionalismo es la filosofía de la ciencia que sustenta los modelos psicológicos
propuestos por buena parte de la psicología actual sobre el funcionamiento de los procesos
cognitivos y la conducta inteligente.
La idea básica del funcionalismo moderno es que los estados mentales se definen
por sus roles causales abstractos dentro del marco del sistema de procesamiento de la
información. El dolor de cabeza, desde la posición funcionalista, es un estado que está
caracterizado por sus relaciones causales con la conducta de quejarse y apoyar la cabeza
sobre el respaldo del sillón con los ojos cerrados, por sus relaciones causales con los
estímulos externos, como el hecho de haber estado soportando ruidos ensordecedores, por
sus relaciones causales con otros estados internos tales como el deseo de que el dolor de
cabeza cese y creencias sobre cuál podría ser el procedimiento más efectivo para hacer
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Ese fenómeno, llamado movimiento aparente, fue tomado por los psicólogos de la
escuela de Wundt como una "ilusión", como un juicio erróneo del observador y nunca fue
considerado como un hecho perceptivo. Wertheimer, a pesar de su condición de discípulo
de Wundt, se pregunta por este error y tanto él como otros investigadores, repitiendo el
experimento, prueban que el movimiento aparente es un hecho perceptivo tan real como el
llamado movimiento real.
De esta manera se comprende que no es la asociación de hechos locales
independientes lo que permite explicar esta experiencia perceptiva, sino, y en todo caso, se
trata de la interacción dinámica de estímulos locales, bajo ciertas condiciones temporales y
espaciales.
Otro grupo de hechos fueron las llamadas ilusiones geométricas (pongo una fotito
abajo). Se trata de distorsiones de formas visuales debidas a otras formas que aparecen en
sus entornos. Los dibujos que se presentan a continuación están formados objetivamente
por círculos trazados con toda exactitud. Pero como los círculos están rodeados por otros
diseños, el resultado es que las imágenes perceptivas de los círculos geométricos ya no son
círculos.
ampliamente criticado por Piaget, quien, por el contrario, optó por un enfoque genético
estructural en sus estudios); la experiencia anterior no cumple papel relevante en la
constitución del campo dinámico actual, por eso es una inclinación antiempirista, aunque
sin adoptar por ello un enfoque innatista.
Metodológicamente combinan observación y experimentación. La observación es
denominada fenomenológica, esto significa que la realización de las descripciones de la
experiencia directa se realiza de la manera más natural y plena como sea posible,
contraponiéndose así a la fragmentación de la experiencia y al experimentalismo de las
posturas positivistas.
En los momentos iniciales, la psicología de la Gestalt emerge como reacción al
elementalismo asociacionista de la escuela construida por Wundt. En un segundo momento
las críticas se dirigen al conductismo, esto está en relación con circunstancias históricas
vinculadas con el advenimiento del nazismo, que fuerza a los teóricos de la Gestalt a
emigrar a EE.UU donde reinaba el imperio conductista.
Han hecho sentir su influencia en círculos cada vez más amplios. Se realizaron
aplicaciones a los estudios de la personalidad, la motivación, la psicología social, con
producciones como las de Lewin, Asch, y Allport, entre otros.
El estructuralismo genético de Jean Piaget.
Piaget, en su Centro Internacional de Epistemología Genética, por métodos
experimentales, va a estudiar la formación de las estructuras básicas del conocimiento
humano a lo largo del desarrollo infantil.
Este psicólogo destruyó la concepción de ilogicidad del pensamiento infantil. Pudo
demostrar que el pensamiento lógico tiene un largo proceso de construcción que antecede
incluso a las etapas de manifestación de la conducta lingüística.
La psicología genética se inicia a partir de una serie de preguntas. ¿Qué
conocemos?, ¿cómo conocemos?, ¿cómo se pasa de un estado de menor conocimiento a un
estado de mayor conocimiento? Asumiendo que el conocimiento no se deriva de la
percepción (como creían los empiristas), intentará dar cuenta del recorrido por el que estos
conocimientos se han construido.
En Piaget, la originalidad reside en que para responder a estas interrogantes decide
preguntarles a los niños.
Así, va a establecer un paralelo entre la construcción del conocimiento científico y
lo que puede ser la ontogenia, cómo se va dando la construcción del conocimiento en el
niño. Es importante señalar que este paralelo no implica una copia, él no estaría de acuerdo
en afirmar que la ontogenia reproduce a la filogenia, considerada como la historia del
conocimiento científico sobre cómo se aborda el mundo. Lo que se trata es de descubrir los
mecanismos subyacentes que dan cuenta de ese paralelismo.
De esta manera, crea la psicología genética, para tratar de estudiar la construcción
del conocimiento en el niño y utilizarla como campo de experimentación de sus hipótesis
epistemológicas.
Piaget se va a diferenciar en la forma de conceptualizar el conocimiento con
respecto a la filosofía, ya que para Piaget el conocimiento no es un estado sino un proceso
activo, en el cual tanto el sujeto que conoce como el objeto a conocer cambian en el
proceso de interacción, en el proceso de conocimiento. Es una posición que toma
enfrentándose al empirismo. Para esta perspectiva filosófica, el conocimiento es un estado
pasivo en el cual el sujeto incorpora conocimiento a partir de la experiencia sensible. El
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actividades. Los ritmos son las primeras formas de regulación biológicas, como por
ejemplo las necesidades orgánicas o instintivas como el hambre, la sed, la sexualidad, ellas
responden a la alternancia de dos procesos antagónicos que quedan fijados por su
organización interna, y por este motivo tienen un tipo de regularidad rígida, para el caso del
hambre tenemos la alternancia, hambre, saciedad. Las actividades más complejas que
introducen modificaciones y ajustes en función de la experiencia y determinan la aparición
de comportamientos orientados, como por ejemplo las coordinaciones motrices o
perceptivas, permiten hacer correcciones en función de las contingencias de la experiencia,
realizando regulaciones que intentan mantener el equilibrio. Finalmente, las operaciones
constituyen un sistema de transformaciones coordinadas que han llegado a ser reversibles y
son propias del pensamiento lógico.
Toda génesis parte de una estructura y desemboca en otra estructura. No hay
comienzos absolutos pues siempre se parte de algo y los términos A y B son siempre
estructuras aunque de distinto nivel de complejidad (B es más estable que A, sin dejar por
ello de ser su prolongación). Toda estructura tiene una génesis.
La tarea que propone Piaget es descubrir las leyes que regulan el funcionamiento de
las estructuras en cada momento del desarrollo, o, lo que se lo mismo, describir los
sucesivos estados de equilibrio por los que atraviesan las estructuras cognoscitivas.
Las estructuras de cada período tienen una forma característica de equilibrio, pero lo
que subraya Piaget es que las formas de equilibrio tienden a ser cada vez más estables que
las anteriores. Esto significa un desarrollo de los intercambios entre el individuo y el medio,
que va desde una mayor rigidez hasta un movimiento cada vez más estable.
En efecto, si pensamos en las formas de comportamiento de los bebés, advertiremos
que el repertorio de conductas es muy limitado y está determinado básicamente por sus
necesidades internas. Sin embargo, sobre ese manojo de reflejos y primeros hábitos, pronto
aparecerán complejizaciones que a partir de lo conocido le permitirán realizar aplicaciones
a situaciones nuevas. Por ejemplo, un esquema de succión rápidamente se generaliza a la
succión del pulgar. El equilibrio es, por tanto, móvil y estable. Y es tanto más móvil cuanto
más estable sea. Estas primeras formas de equilibrio contrastan con las formas adultas, si
pensamos, por ejemplo, en una persona que ha completado el desarrollo de sus estructuras
intelectuales, veremos que dispone de una multiplicidad de operaciones mentales para
resolver las situaciones que el medio le plantea, incluso puede responder aunque no tengan
correlato en la experiencia sensible sino que se correspondan con planteos hipotéticos.
Tal dirección desde un equilibrio rígido e inestable hacia formas de equilibrio
móviles y estables es lo que caracteriza el desarrollo humano en sus distintos niveles.
Así definido, podemos apreciar las características inherentes al concepto de
equilibrio: estabilidad, que no significa inmovilidad; compensación por medio de las
acciones del sujeto para equilibrar las perturbaciones provenientes del medio; actividad, por
oposición a pasividad, dado que cuanto mayor es el equilibrio, mayor debe ser la actividad
que despliegue el propio sujeto epistémico.
Toda actividad inteligente tiene un desarrollo que hunde sus raíces en las estructuras
biológicas más elementales y se continúa en las formas últimas y más acabadas de la
inteligencia humana. Ese es su punto de partida, concebir la inteligencia en su doble
naturaleza, biológica y lógica. La inteligencia no es más que un término genérico que
designa las formas superiores de organización o de equilibrio de las estructuras
cognoscitivas hacia las cuales tienden las formas precedentes.
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perceptual, sigue existiendo. Luego, ese objeto, ya existente desde el punto de vista
cognoscitivo, podrá adquirir la conservación de su sustancia, de su peso, y de su volumen.
Las estructuras de cada estadio son integrativas. Esto significa que las estructuras
construidas se convierten en parte integrante de las estructuras siguientes, y no se sustituyen
unas a otras, sino que se integran a modo de subestructuras conservando sus propiedades o
bien enriqueciéndose.
Los sucesivos estadios que describe Piaget se pueden agrupar en tres grandes
períodos: el período de la inteligencia sensorio-motriz, el período de la inteligencia
representativa, y el período de la inteligencia operatoria (concreta y formal).
A cada uno de estos períodos los define un eje alrededor del cual se estructuran las
adquisiciones propias de ese momento evolutivo. Dichos ejes son la acción, la
representación, y la operación, respectivamente.
Las acciones constituyen la forma más elemental de funcionamiento psicológico y
constituyen el origen de las formas posteriores que adoptan las estructuras intelectuales.
Podría decirse que la acción está en la base de todo conocimiento posible, es a partir de ella
que se comienza a conocer el mundo y a sí mismo. El ser humano, al nacer, cuenta con los
recursos proporcionados por su estructura biológica como los reflejos y los primeros
hábitos. Del inicial ejercicio de estos reflejos en diálogo con el ambiente irán surgiendo por
diferenciaciones adquiridas, las organizaciones de las acciones sensoriomotrices. Por
ejemplo, las coordinaciones entre los medios y los fines adquiridos, la coordinación de un
esquema simple a otro más complejo como agarrar y sacar, la coordinación de los
desplazamientos en el plano práctico como los rodeos y regresos, la permanencia de los
objetos del campo perceptivo, etc.
Alrededor de los dos años, con la aparición de la función semiótica, que permite la
evocación de las situaciones no percibidas en el plano actual, surgen las primeras
abstracciones. Aparece el juego simbólico, el lenguaje, la imagen mental, en que la acción,
de ser puramente perceptiva y motriz, pasa a reconstruirse en el plano de las
representaciones. Hasta ese momento, las posibilidades del niño de conocer el mundo
estaban limitadas a la actividad en el plano perceptivo y motriz, ahora, a través de la
actividad del pensamiento, comienza a conquistar en el plano de la representación las
adquisiciones del período precedente. El niño es capaz de hacer las primeras inferencias
como la representación del espacio, clasificaciones figurativas, ciertas relaciones causales,
pero aún es incapaz de estructurar y equilibrar totalmente las relaciones que establece. Por
ejemplo, confunde las relaciones temporales con las espaciales, de tal manera que es
susceptible de pensar que por acabar de cumplir seis años ahora debe escribir su nombre
más grande en la hoja.
Aquellas acciones interiorizadas, alrededor de los siete u ocho años, comienzan a
coordinarse unas con otras para constituir sistemas de conjunto. Piaget dice que es a partir
de este momento que aparecen las operaciones propiamente dichas, caracterizadas por su
reversibilidad. Estos cambios cualitativos permiten al niño operar en el plano del
pensamiento por sistema de acciones virtuales que garantizan la conservación de sus
propiedades, pero el niño necesita todavía de la presencia concreta de los objetos para
poder razonar. Por este motivo llama a este período de operaciones concretas. Por ejemplo,
si se le presenta a un niño un problema de seriación de pesos sobre objetos concretos, podrá
realizar esta tarea luego de establecer comparaciones sucesivas con los mismos. Pero si, en
cambio, se le plantea el problema en términos verbales de modo: "Juan es menos pesado
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que Pedro, Juan es más pesado que Andrés, ¿cuál es el más pesado de los tres?, no podrá
resolverlo. Estas limitaciones desaparecen en el período siguiente, el de las operaciones
formales, que comienza alrededor de los once años. El niño es capaz de desprenderse de los
datos concretos y empieza a razonar no sólo sobre lo real sino también sobre lo posible.
Con esto queremos indicar que comienza a razonar de manera hipotética, con lo que es una
lógica aplicable a cualquier contenido.
El mecanismo de desarrollo tiene que ver con factores biológicos, de equilibrio de
acciones, de coordinación interindividual, y de transmisión educativa y cultural.
El crecimiento orgánico y la maduración son factores explicativos de un gran
número de conductas elementales como la coordinación de la visión y la prensión, pero no
son suficientes para dar cuenta de la complejidad de la organización del pensamiento. Las
conductas más complejas requieren un mínimo de interacción con el medio y de cierta
experiencia, por lo que exigen de organizaciones abiertas al enriquecimiento a través del
desarrollo, y no pueden explicarse sólo por la riqueza de la organización en su punto de
partida.
Si sólo se explicara el desarrollo de las estructuras intelectuales por medio de la
maduración del organismo, los estadios no sólo serían secuenciales, sino que también
estarían cronológicamente fijados. Para Piaget, el desarrollo es función de una serie de
actividades de ejercicio, de experiencia, y de acción del individuo sobre el medio, que van
deviniendo cada vez más coordinadas y que se generalizan.
Por su parte, los factores de la coordinación interindividual corresponden a las
interacciones y transmisiones sociales espontáneas que, aunque son insuficientes en sí
mismos para explicar el desarrollo, intervienen en el proceso de socialización de los niños.
En todas las sociedades, las personas discuten, se informan, se oponen, colaboran, y en ese
constante intercambio afectan de distinta manera su socialización, favoreciendo o
lentificando su desarrollo.
Finalmente, los factores de transmisión educativa y cultural, que pueden ejercer
presiones sobre las particularidades de los contenidos de las conceptualizaciones de los
individuos.
Estos cuatro factores son solidarios del desarrollo de la afectividad y la motivación.
Para Piaget la afectividad es la dimensión energética de todo comportamiento, pues no
existe conducta humana, por intelectual que sea, que no implique factores afectivos.
Inversamente, no existe ningún comportamiento afectivo sin la intervención de procesos
cognitivos. En el terreno específico de las estructuras intelectuales, el factor que considera
estructurante de ese desarrollo es la equilibración, que constituye, de este modo, el proceso
formador de las estructuras.
Introducción: lo que obró Menón. En el Menón, Sócrates indaga aun joven eslavo acerca de
sus conocimientos de geometría.
Pero lo que se debatía en este diálogo platónico era mucho más que una indagación
acerca de conocimientos de un joven esclavo. Aquí, tal vez por primera vez en la historia
intelectual humana, se hizo una prolongada reflexión sobre la naturaleza del conocimiento,
¿de dónde proviene, en qué consiste, cómo está representado en la mente humana?
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Podría decirse que la ciencia cognitiva tiene un larguísimo pasado pero una historia
relativamente breve, ya que sus raíces se remontan a la época clásica, aunque sólo ha
emergido como empeño reconocido en las últimas décadas.
Los cimientos de la ciencia cognitiva. En septiembre de 1948, un grupo de
eminentes científicos, representantes de diversas disciplinas, se reunieron en el predio del
instituto de tecnología de California para celebrar un simposio sobre los mecanismos
cerebrales en la conducta, auspiciado por la Fundación Hixon. Se quería debatir acerca de
la forma en que el sistema nervioso controla la conducta. Por ejemplo, uno de los oradores,
el matemático Neumann, trazó una notable analogía entre la computadora electrónica,
descubrimiento tan reciente que todavía olía a ciencia ficción, y el cerebro.
La mayor parte de los investigadores previos habían escogido la introspección como
método científico predilecto, vale decir, la autoreflexión de un observador bien adiestrado
acerca de la naturaleza y decurso de sus propias pautas de pensamiento. El
introspeccionismo fue derribado por un grupo de jóvenes científicos, los conductistas. Ellos
enunciaron dos proposiciones conexas. Ante todo, los investigadores interesados en una
ciencia del comportamiento debían limitarse estrictamente a métodos públicos de
observación, que cualquier hombre de ciencia fuera capaz de aplicar y de cuantificar.
Nadade rumiaciones subjetivas ni de introspección privada: si una disciplina pretendía ser
científica, sus elementos debían ser tan observables como la cámara de niebla del físico o la
redoma del químico. En segundo lugar, los interesados en una ciencia del comportamiento
debían centrarse exclusivamente en la conducta, esquivando con el mayor de sus empeños
temas tales como la mente, el pensar o la imaginación, y conceptos como los de plan,
deseo, o propósito. Para los conductistas, toda actividad psíquica podía ser adecuadamente
estudiada sin recurrir a dichas misteriosas entidades mentalistas. Un elemento decisivo del
canon conductista era la creencia en la supremacía y el poder determinante del medio.
Consideraban que los individuos no actuaban de la manera en que lo hacían a raíz de sus
propias ideas y propósitos, o porque su aparato cognitivo poseyera ciertas tendencias
estructurantes autónomas, sino que operaban como reflectores pasivos de diversas fuerzas y
factores presentes en su medio. Se postuló un elaborado conjunto de explicaciones que
detallaban los principios del condicionamiento y del refuerzo, para describir cómo se
producía el aprendizaje y se formaban las conductas particulares. Teniendo en cuenta los
problemas que había originado el introspeccionismo, como la irrefutabilidad de sus
propuestas, el conductismo supuso un golpe de aire fresco. No obstante, en retrospectiva,
cabe sostener que se pagó un precio demasiado alto por la adhesión estricta al conductismo.
En tanto duró su imperio, sólo fue posible aproximarse con dificultades, furtivamente, a las
cuestiones vinculadas a la naturaleza del lenguaje, la planificación humana, la resolución de
problemas, la imaginación. Lashley, en el simposio de Hixon, mostró que la adhesión a los
cánones conductistas estaba volviendo imposible el estudio científico de la mente humana.
Lashley advirtió que para alcanzar nuevas intelecciones acerca del cerebro o de las
computadoras, era imprescindible enfrentar frontalmente al conductismo. Afirmó que con
el marco teórico explicativo dominante no era posible dar cuenta de ninguna conducta
ordenada en forma secuencial, como tocar un instrumento. Estos fenómenos desafían toda
explicación en términos de cadenas lineales del tipo A produce B, las acciones se
desenvuelven con tanta rapidez, que ningún eslabón de la cadena puede basarse en el
precedente. Según Lashley, estas secuencias de conductas deben estar planeadas y
organizadas de antemano. La organización más verosímil es del tipo jerárquico, hay planes
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globales más amplios, dentro de los cuales se orquestan secuencias de acciones cada vez
más densas o tupidas. Así, en el caso del lenguaje, los nódulos superiores de la jerarquía
abarcan la intención global que instó a la preferencia, en tanto que la elección de la sintaxis
y la producción efectiva de los sonidos ocupan nódulos inferiores de la jerarquía. La
conducta no deriva de incitaciones ambientales, sino que procesos que tienen lugar en el
cerebro la preceden de hecho y dictaminan de qué manera un organismo lleva a cabo un
comportamiento complejo. La organización no es impuesta desde afuera, sino que emana
del interior del organismo. Al par que desafiaba el análisis conductista corriente de su
época, Lashley puso en tela de juicio dos dogmas fundamentales del estudio
neuroconductual, la creencia de que el sistema nervioso se halla la mayor parte del tiempo
en un estado de inactividad, y la de que reflejos aislados resultan activados solamente
cuando aparecen formas específicas de estimulación. Para él, el sistema nervioso consiste
en unidades organizadas en forma jerárquica y permanentemente activas, cuyo control
proviene del centro, más que de cualquier estimulación periférica.
No es exagerado afirmar, en el marco de este simposio, que comenzaban a
tambalearse algunos arraigados modos de explicación, y que un nuevo programa de acción
se desplegaba ante la comunidad de las ciencias biológicas y de la conducta.
Los estudiosos que asistieron al simposio de Hixon se hallaban en una coyuntura
crítica de la historia de la ciencia. A mediados del siglo XX se hallaban en camino de ser
develados dos de los mayores misterios de la época antigua, la naturaleza de la materia
física y de la materia viva, pero aún faltaba algo, el enigma de la mente humana.
Ahora bien, algunos factores impidieron el lanzamiento apropiado de una ciencia de
la cognición. Entre el credo de conductistas y freudianos, era difícil entrar de una manera
científicamente respetable en el territorio de los procesos del pensamiento humano. Por
último, la situación política mundial ejerció efecto inhabilitante sobre la ciencia. A Estados
Unidos se le pidió que dejara sus programas teóricos para contribuir al esfuerzo bélico.
En muchos aspectos la guerra fue una calamidad, pero no es menos cierto que
estimuló las actividades científicas y tecnológicas, como las que venimos elucidando.
En la década de 1930, los trabajos de lógica matemática que a la larga resultaron
más significativos para la ciencia cognitiva fueron los de Alan Turing. Él propuso la idea de
una máquina simple capaz de realizar cualquier cálculo concebible. Sugirió que mediante
un código binario compuesto sólo por ceros y unos sería posible inventar y ejecutar un
número cualquiera de programas, y que podían fabricarse aparatos sobre la base de este
principio. Muy pronto los científicos interesados en el pensamiento humano advirtieron las
implicaciones de estas ideas, al darse cuenta de que si eran capaces de describir con
precisión los procesos de pensamiento o de conducta de un organismo, podrían diseñar una
máquina computadora que operara en forma idéntica a él. Por primera vez se vislumbró la
posibilidad de que la computadora preparase y ejecutase sus propios programas.
Una segunda línea de pensamiento teórica, significativa para todos los que estaban
participando en la fundación de la ciencia cognitiva, fue expuesta por McCulloch, otro
orador del simposio de Hixon, y Pitts, un joven especialista en lógica. Ellos demostraron
que las operaciones de una célula nerviosa y sus conexiones con otras, la llamara red
neuronal, podían ser representadas mediante un modelo lógico. Los nervios eran
equiparables a enunciados lógicos, y su propiedad de ser activados o no activados, a todo o
nada, eran comparables a las operaciones de cálculo proposicional, donde un enunciado es
o bien verdadero o falso. Según este modelo, la neurona era activada, y a su vez activaba a
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otra neurona, del mismo modo que un elemento o proposición de una secuencia lógica
puede implicar alguna otra proposición. Así, ya se tratase de enunciados lógicos o de
neuronas, la entidad A más la entidad B puede implicar la C. Todo lo que puede describirse
de manera exhaustiva e inequívoca es materializable mediante una red neuronal adecuada.
Turing había demostrado la posibilidad, en principio, de la existencia de
computadoras de gran poder, en tanto que McCulloch y Pitts probaron que había al menos
una máquina formidable, el cerebro humano, cuyas operaciones podían concebirse por
semejanza con los principios de la lógica, y por ende era una poderosa computadora.
Norbert Wiener, que entonces llevaba a cabo solitarios estudios en el ITM, trabajó
con servomecanismos, y reflexionó sobre la naturaleza de la retroalimentación y de los
sistemas de autocorrección y de autorregulación, ya fueran mecánicos o humanos. El
sistema nervioso central no se nos aparece ya como un órgano autónomo, que recibe datos
de entrada desde los sentidos y los descarga en los músculos. Por el contrario, algunas de
sus actividades más características sólo son explicables como procesos circulares, que
emanan del sistema nervioso hacia los músculos y reingresan a aquél a través de los
órganos de los sentidos. Esto parece marcar una nueva etapa en el estudio de aquella parte
de la neurofisiología que se ocupa, no sólo de los procesos elementales de los nervios y de
las sinapsis, sino del funcionamiento del sistema nervioso como totalidad integrada.
Denomina cibernética a todo campo de la teoría del control y la comunicación, ya se trate
de la máquina o del animal. Sostenía que entre el funcionamiento del organismo vivo y de
las nuevas máquinas había paralelismos decisivos.
Otro progenitor de la ciencia cognitiva fue Shannon, un ingeniero electricista del
ITM al que habitualmente se le acredita la creación de la teoría de la información. Se puede
concebir ala teoría de la información en forma totalmente independiente del contenido o la
materia específica de que trate, como una decisión singular entre dos alternativas
igualmente admisibles. La unidad básica de información, el bit, es la cantidad de
información requerida para seleccionar un mensaje entre dos alternativas equiparables. Así,
para elegir un mensaje entre ocho alternativas se requieren tres bits de información, el
primer bit limita le elección de ocho a cuatro alternativas, el segundo la limita de cuatro a
dos, y el tercero permite escoger una de esas dos opciones. La información es información,
no es materia ni energía. Gracias a las ideas de Wiener, se pudo concebir la información
aparte de todo mecanismo concreto de transmisión, fue posible centrarse en la eficacia de
cualquier comunicación de mensajes a través de cualquier mecanismo, y considerar los
procesos cognitivos con independencia de toda materialización particular de los mismos.
Sólo en los últimos tiempos los cognitivos han empezado a preguntarse si en verdad es
lícito tratar en forma equivalente toda información, dejando de lado su contenido.
Una contribución similar para la incipiente ciencia cognitiva provino de un medio
científico remoto e imprevisto, los perfiles de incapacidad cognitiva que derivaban de
lesiones cerebrales. Paradójicamente, esta esfera de la ciencia avanzó en gran medida
debido a las grotescas deformaciones producidas por la guerra. Del mismo modo que
durante la Primera Guerra, en la Segunda se aprendió mucho acerca de la afasia -
deficiencias del lenguaje- agnosia -pérdida de la capacidad de reconocimiento perceptivo-,
y otras formas de patología mental provocadas por daños cerebrales. Cuando los
neuropsicólogos comenzaron a comunicar sus hallazgos, fue dable apreciar que, más allá de
todas las fronteras culturales y lingüísticas, había entre ellos notables convergencias. Por
ejemplo, la afasia presentaba formas similares pese a las vastas diferencias entre los
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comportamiento, los modelos que pretendían dar cuenta de los seres humanos no debían ser
menos.
Según Simon, tanto la computadora como la mente humana debían concebirse como
sistemas simbólicos, entidades materiales capaces de procesar, transformar, elaborar, y
manipular símbolos de diversas especies.
Vamos, ahora, a profundizar las características de las ciencias cognitivas, que antes
nos limitamos a mencionar.
La ciencia cognitiva se basa en la creencia de que es legítimo, más aún, necesario,
postular un nivel separado de análisis al que podría denominarse el nivel de la
representación. Funda su disciplina en la premisa de que, a los fines de la ciencia, la
actividad cognitiva humana debe ser descripta en función de símbolos, esquemas,
imágenes, ideas, y otras formas de representación mental. Los conductistas, como ya
vimos, han criticado este modelo de la mente. Algunos cognitivos opinan que sólo hay una
forma de representación menta, otros creen que hay al menos dos formas, una de ellas más
semejantes a figuras o imágenes, la otra más próxima a las proposiciones. Todos los
científicos cognitivistas aceptan como una verdad evidente que los procesos mentales están
en definitiva representados en el sistema nervioso central, pero hay entre ellos profundos
desacuerdos en cuanto a la importancia de la ciencia del cerebro para los actuales procesos
de cognición. Hasta hace poco, la posición mayoritaria sostenía que lo mejor es que la
ciencia cognitiva prosiga sus empeños sin preocuparse por poseer un conocimiento
minucioso del sistema nervioso, a medida que el nivel cognitivo se afiance y se hagan
mayores descubrimientos en las ciencias del cerebro, es posible que se reduzca esta
distancia autoimpuesta.
No para todos los científicos cognitivistas la computadora ocupa un lugar centran en
su tarea cotidiana, pero casi todos han sido muy influidos por ella. En primer lugar, la
computadora actúa como una prueba de existencia. Si es posible sostener que una máquina
construida por el hombre razona, tiene metas, revisa y corrige su conducta, transforma
información, por cierto los seres humanos merecen ser caracterizados de la misma manera.
Además de servir como modelo del pensamiento, la computadora es también una
herramienta valiosa en la tarea de los científicos cognitivistas, la mayoría la utiliza para
analizar sus datos, y un número creciente procura simular con ella procesos cognitivos. En
verdad, la ciencia de la inteligencia artificial, elaborada en torno de la simulación por las
computadoras, es considerada por muchos la disciplina central de la cognitiva. Algunos
críticos de estas ideas, como los antropólogos, piensan que la clave del pensamiento
humano radica en fuerzas históricas y culturales que se hallan fuera de la cabeza del
hombre, y que son difíciles de conceptualizar en términos de la computadora.
Aunque la corriente principal de científicos cognitivistas no tiene forzosamente
animadversión alguna contra la esfera de los afectos, o contra el contexto que circunda
cualquier acción o pensamiento, o contra los análisis históricos y culturales, en la práctica
tratan de deslindar estos elementos en el mayor grado posible. Tal vez ésta sea una cuestión
puramente práctica: la ciencia cognitiva sería impracticable si se quisiera tomar en cuenta
todos estos elementos fenomenológicos individualizadores.
Otra característica es la de los estudios interdisciplinarios, en la ciencia cognitiva
llegan a interactuar tanto la psicología como la inteligencia artificial, la lingüística, y la
filosofía.
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elementos, por ejemplo un conjunto de números o letras, y luego tratar al conjunto como si
fuera una unidad. Ese número 7 no era accidental, sino que designaba genuinas limitaciones
de las capacidades humanas para el procesamiento de información, de ahí que Miller
interese a la cognitiva.
A la par que Miller y sus colegas aplicaban a la psicología conceptos tomados de la
ciencia de la comunicación, un movimiento similar se abría paso en Gran Bretaña,
surgiendo de los trabajos de la psicología aplicada efectuada durante la Segunda Guerra
Mundial, cuando los psicólogos se sumaron a otros hombres de ciencia en el empeño por
descifrar los códigos del enemigo, comprender la visión nocturna, planear procedimientos
de alerta contra las incursiones enemigas, contribuir a localizar los aviones y satisfacer otra
varias necesidades bélicas. Cherry se centró en la capacidad de los individuos para atender
y obtener información de caneles "ruidosos". Instruyó a sus sujetos para que reprodujeran
un mensaje transmitido a uno de sus oídos mediante el método del seguimiento, vale decir,
repitiendo cada palabra lo más pronto posible después de su presentación inicial. Cherry
comprobó que los sujetos eran incapaces de informar acerca de gran parte de lo que llegaba
hasta ellos por el oído opuesto, al cual no le prestaban atención, podían distinguir
características groseras de la señal, como si se trataba de lenguaje hablado o de música,
pero no cambios de contenido o de idioma. Lo importante de la labor de Cherry, y de otro,
Broadbent, es que dio origen al modelo que, como el empirismo inglés, partía de la
información tomada por los sentidos, pero se centraba en un nuevo importante rasgo, el
hecho de que los individuos tenían una capacidad limitada para la recepción y también para
el almacenamiento de la información. Los estudiosos británicos procuraron determinar con
precisión qué sucede con esta información desde el momento en que el sujeto la aprehende
por primera vez. Su "diagrama de flujo" representaba a la información procedente de los
sentidos, que era reunida en un almacén de corto plazo y luego filtrada selectivamente,
antes de ingresar en un sistema perceptual de capacidad limitada. Si bien un órgano
sensorial puede captar en paralelo gran cantidad de información y retenerla
momentáneamente, la tarea del filtro selector es bloquear los mensajes descartables, y así
permitir la entrada sólo a aquellos que merecen ser sometidos a un análisis ulterior. Según
el temprano modelo de Broadbent, sólo la información que deviene consciente, o sea, la
que pasa a través del canal de capacidad limitada, puede incorporarse a la memoria de largo
plazo y pasar a formar parte del conocimiento activo. Se presume que la información
presente en un canal al que no se atiende, o en una señal a la que no se atiende, desaparece
en pocos segundos y no es procesada más allá de ese primer análisis pre-atencional. A
partir de estos estudios, ahora era posible examinar las dimensiones temporales de los
diversos procesos psicológicos.
Bruner, en "Un estudio del pensar", propuso como tema la clasificación, la
categorización, la formación o adquisición de conceptos. ¿De qué manera una persona,
frente a una serie de elementos, llega a agruparlos de manera cierta en categorías?
Las líneas de investigación iniciadas por Miller, Cherry y Broadbent, y por Bruner,
vigorizaron a la psicología de fines de la década de 1950 y siguiente. Frente al rigor
artificial impuesto por el conductismo en los temas vinculados a la cognición, estos jóvenes
psicólogos querían introducir nociones que desde hacía bastante tiempo atrás habían sido
rechazadas. La aceptación de las limitaciones inherentes a la cantidad de información que el
sujeto podía percibir, los intentos por trazar los pasos del procesamiento de dicha
información, y la postulación de las estrategias globales empleadas para resolver un
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problema, todo ello era índice de una mayor disposición a abordar en forma directa los
temas relacionados con el interior de la mente, en lugar de desplazarlos reemplazándolos
por una larga serie de estímulos y respuestas verificables.
Estos cambios no puede atribuirse a un solo factor, pero es evidente que contribuyó
a conferir legitimidad a estos enfoques el advenimiento de la computación, así como el
lenguaje de la teoría de la información.
El presente capítulo hace una distinción entre el análisis molecular, basado en
unidades pequeñas, y el análisis molar, basado en unidades mayores. Parece posible
clasificar según esta dimensión la mayoría de los programas de investigación en psicología.
Algunos de ellos, como los referidos a la psicofísica tradicional y al procesamiento
contemporáneo de la información, muestran inclinación por las unidades pequeñas
partiendo de la premisa de que una cabal comprensión de estas unidades y procesos
elementales es el camino más seguro para llegar a explicar, en definitiva, las entidades más
complejas. Un credo opuesto es el de los que propugnan el enfoque molar, y prefieren
abordar problemas en gran escala a lo largo de amplios períodos, invocando conceptos
analíticos tales como los esquemas, encuadres o estrategias.
Como muchas de las interrogantes de la psicología surgen de la filosofía, de donde
ella ha nacido, conviene que iniciemos una reseña del derrotero seguido por la psicología
cognitiva.
El texto de Gardner me pareció medio pesado, así que lo resumí hasta acá. Creo
haber rescatado algunas de las cosas más importantes. Me pasó más o menos lo mismo
con Murphy, texto de la Unidad 1. Los demás textos están resumidos al 100%, más allá de
eso, no dejen de leer la bibliografía, ya que ningún resumen es definitivo o perfecto.
Siempre procuré recalcarles esto.
Para explicar esa totalidad, interviene la hipótesis de los campos de fuerza. Según
esta hipótesis, las aferencias no alcanzarían aisladamente el cerebro, sino que llegarían, por
intermedio del campo eléctrico del sistema nervioso, a “formas” de organización casi
inmediatas.
Vale decir que dado que estas organizaciones, estas totalidades, se consideraban
inmediatas, los primeros gestaltistas no tenían en cuenta la historia del sujeto, lo que trajo
muchas críticas, que retomaremos en un rato.
Hasta acá dijimos que tenemos formas de organización que hacen las veces de una
totalidad, no de elementos. Ahora tenemos que encontrar las leyes de esta organización.
Como en un campo los elementos están constantemente subordinados al todo, la
primera ley de las totalidades perceptivas es que el valor cuantitativo del todo no es igual al
de la suma de las partes. Dicho de otra manera, esta primera ley es la de la composición no
agregada del todo. En el terreno de las percepciones, esta composición no agregada es fácil
de verificar, así, por ejemplo, un espacio dividido parece más grande que uno no dividido.
La segunda ley fundamental es la tendencia de las totalidades perceptivas a tomar la
mejor forma posible, es la ley de la imposición de las buenas formas. Esta ley, que ya la
hemos estudiado en otros lugares, en la hipótesis del campo sería efecto de los principios
físicos de equilibrio.
Existen otras leyes importantes, y también ya las hemos estudiado.
Años más tarde, otros gestaltistas dirían que la experiencia modifica las
percepciones. También lo hace el desarrollo, si tenemos en cuenta, por ejemplo, que los
movimientos oculares que exploran las figuras están cada vez mejor coordinados con la
edad. Así, a diferencia de lo que pensaba Kohler, la estructuración no obedece sólo a leyes
físicas (leyes de campo), sino también funcionales.
En cuanto a los efectos del campo, sus interacciones casi inmediatas parecen
deberse a los mecanismos probabilísticos de “encuentros” entre las partes del órgano
registrador y las figuras percibidas.
En una palabra, en el terreno de la percepción, el sujeto no es el simple teatro sobre
cuya escena se representan piezas independientes de él y arregladas previamente por las
leyes de un equilibrio físico automático, es, en realidad, el actor y, con frecuencia, el autor
de estas estructuraciones, las que ajusta en la medida de su desarrollo por un equilibrio
activo hecho de compensaciones opuestas a las perturbaciones exteriores, de decir, de una
continua autorregulación.
Antes de terminar con este capítulo, es importante destacar que la percepción no
funciona igual que la inteligencia. Por ejemplo, las estructuras lógico matemáticas no son
Gestalt, pues su composición es rigurosamente agregada, aditiva, dos más dos es
exactamente cuatro. Además, el sujeto inteligente es activo y construye él mismo sus
estructuras por procedimientos de abstracciones reflexionantes que no tienen mucho que
ver con la figuración perceptiva.
Estructuras y génesis de la inteligencia. Se trata de explicar como el sujeto en
desarrollo va a conquistar las estructuras lógico-matemáticas.
Las estructuras humanas, en tanto se construyen, no parten de la nada, y si toda
estructura es el resultado de una génesis, se debe admitir resueltamente, a la vista de los
hechos, que una génesis constituye siempre el paso de una estructura más simple a una más
compleja.
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acá, paso por paso, a la construcción de estructuras auténticas, puesto que ya son “lógicas”,
y sin embargo nuevas en relación con las que preceden: las transformaciones constitutivas
de la estructura resultan así de transformaciones formatrices y sólo difieren de aquéllas por
su organización equilibrada.
La construcción se regula ella misma por las exigencias siempre en aumento de su
equilibrio.
Primer estudio, el desarrollo mental del niño. Para Piaget, el desarrollo es mental, en un
sentido, un progresivo equilibrarse, un paso perpetuo de un estado menos equilibrado a uno
superior que lo está más. Desde el punto de vista de la inteligencia, resulta fácil oponer la
inestabilidad y la incoherencia relativas de las idas infantiles a la sistematización de la
razón adulta. En el ámbito de la vida afectiva, se ha observad a menudo que el equilibrio de
s sentimientos aumenta con la edad.
La forma final de equilibrio alcanzada por el crecimiento orgánico es más estática
que aquella hacia la cual tiende el desarrollo mental, y primordialmente más inestable, de
tal modo que, una vez finalizada la evolución ascendente, se inicia automáticamente una
evolución regresiva que conduce a la vejez. Ciertas funciones psíquicas, que dependen
estrechamente de los estados de los órganos, siguen una curva análoga, por ejemplo la
agudeza visual alcanza un tope hacia el final de la infancia para disminuir seguidamente. Al
contrario, las funciones superiores de la inteligencia y la afectividad tienden hacia un
equilibrio móvil, tanto más estable cuanto más móvil es, de tal forma que, para los espíritus
sanos, el final del crecimiento no indica el inicio de la decadencia, sino que autoriza un
progreso espiritual que no tiene nada de contradictorio con el equilibrio interno.
Por lo tanto, vamos a intentar describir la evolución del niño y el adolescente en
términos de equilibrio. Desde este punto de vista, el desarrollo mental es una construcción
continua, comparable a la edificación de un gran edificio que, con cada adjunción, sería
más sólido, o más bien, al montaje de un sutil mecanismo cuyas fases graduales de
ajustamiento tendrían por resultado una ligereza y una movilidad mayor de las piezas, de tal
modo que el equilibrio sería más estable.
Ahora bien, es conveniente oponer desde un principio cierto funcionamiento
constante que asegura el paso de cualquier nivel al siguiente, de las estructuras variables,
esos sucesivos estados de equilibrio que mencionábamos.
De esta manera, las estructuras variables serán, por tanto, las formas de
organización de la actividad mental, ya sea desde su aspecto motor y afectivo, o individual
y social. Para una mejor comprensión distinguiremos seis etapas o períodos de desarrollo,
que señalan la aparición de las estructuras construidas sucesivamente. En primer lugar, la
etapa de los reflejos o ajustes hereditarios, así como las primeras tendencias instintivas
nutricionales y las primeras emociones; luego, en segundo lugar, la etapa de las primeras
costumbres motrices y de las primeras percepciones organizadas, así como los primeros
sentimientos muy bien diferenciados; en tercer lugar, la etapa de la inteligencia
sensoriomotriz o práctica, por cierto anterior al lenguaje (vale decir que estas primeras
etapas constituyen el período del lactante, hasta la edad de un año y medio a dos años,
anterior, como dijimos, al desarrollo del lenguaje y al pensamiento propiamente dicho); en
cuarto lugar, la etapa de la inteligencia intuitiva, de los sentimientos interindividuales
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espontáneos y de las relaciones sociales de sumisión al adulto, que va de los dos años a los
siete; en quinto lugar la etapa de las operaciones intelectuales concretas, el inicio de la
lógica y de los sentimientos morales y sociales de cooperación que se extiende desde los
siete a los once o doce; y, finalmente, en sexto lugar, la etapa de las operaciones
intelectuales abstractas, de la formación de la personalidad y de la inserción afectiva e
intelectual en la sociedad de los adultos, la adolescencia.
Cada una de estas etapas se caracteriza, por tanto, por la aparición de estructuras
originales, cuya construcción la distingue de las etapas anteriores. Cada etapa constituye,
por tanto, mediante las estructuras que la definen, una forma particular de equilibrio, y la
evolución mental se efectúa en el sentido de una equilibración cada vez mejor.
Toda acción responde a una necesidad. Y una necesidad siempre es la manifestación
de un desequilibrio. Inversamente, la acción finaliza cuando existe una satisfacción de las
necesidades.
Así, la acción humana consiste en este mecanismo continuo y perpetuo de reajuste y
reequilibramiento.
Antes de examinar detalladamente el desarrollo, debemos limitarnos a poner de
relieve la forma general de las necesidades y los intereses comunes a todas las edades.
Puede decirse que toda necesidad tiende a incorporar las cosas y las personas a la actividad
propia del sujeto, y por tanto a “asimilar” el mundo exterior a las estructuras ya construidas.
La percepción y los movimientos elementales dan en primer lugar acceso a los objetos
próximos, y luego la memoria y la inteligencia práctica permite simultáneamente
reconstituir su estado anterior y anticipar de esa forma sus próximas transformaciones, la
inteligencia lógica da término a esta evolución convirtiendo al sujeto en dueño de los
acontecimientos más lejanos, tanto en el espacio como en el tiempo, así, pues, en cada uno
de estos niveles el espacio cumple la misma función, que es la de asimilar el objeto, pero
varía la estructura de asimilación. Ahora bien, al asimilar de esta forma los objetos tanto la
acción como el pensamiento se ven obligados a acomodarse a ellos, o sea, “acomodarse”
con cada variación exterior.
Se puede denominar “adaptación” al equilibrio de estas asimilaciones y
acomodaciones.
Esa es la forma general del equilibrio psíquico y el desarrollo mental aparece
entonces, en su progresiva organización, como una adaptación siempre más preciso a la
realidad. Y son estas etapas de adaptación lo que vamos a estudiar a continuación.
Génesis y estructura en psicología de la inteligencia.
Una estructura es un sistema que presenta leyes o propiedades de totalidad, en tanto
sistema. Estas leyes de totalidad son por consiguiente diferentes de las leyes o propiedades
de los elementos mismos del sistema.
El término sigue siendo vago mientras no se precise cuáles son las leyes de
totalidad.
La Gestalt pensaba a la estructura como irreversible, mientras que Piaget entiende
que la estructura lógico-matemática es rigurosamente reversible.
Por su parte, la génesis de la estructura tiene que ver con cierta transformación que
parte de un estado A y desemboca en un estado B, siendo B más estable que A.
Cuando se habla de génesis, en el terreno psicológico es necesario rechazar
cualquier definición a partir de comienzos absolutos. En psicología no conocemos
comienzos absolutos, y la génesis se hace siempre a partir de un estado inicial que
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ordenados en el tiempo, como el disparo que causa la muerte de la víctima. Desde luego,
muchas relaciones causales son de esa índole, pero no todas. Piensen en la explicación
causal de que la mesa ejerza presión sobre el piso. Eso se explica por la fuerza de la
gravedad, pero la gravedad no es un acontecimiento. Esos ejemplos de causación sin
acontecimientos nos proporcionan modelos adecuados para la comprensión de la relación
entre mi presente estado de consciencia y los procesos neurobiológicos subyacentes que la
causan. Procesos de bajo nivel en el cerebro causan mi presente estado de consciencia, pero
ese estado no es una entidad separada de mi encéfalo, al contrario, no es sino un rasgo de
mi cerebro en el momento presente. Este análisis, de acuerdo con el cual los procesos
cerebrales causan consciencia, pero la consciencia es ella misma un rasgo del cerebro, nos
proporciona una solución para el problema tradicional mente-cuerpo, una solución que
evita el dualismo como el materialismo, o al menos, la manera tradicional de concebirlos.
No obstante, no tenemos una idea clara de cómo los procesos cerebrales podrían
causar los estados internos del sentir consciente. ¿Cómo habrían de ser causados estos
fenómenos privados, subjetivos y cualitativos (cada uno siente el dolor a su manera) por
procesos físicos corrientes como disparos neuronales electroquímicos en las sinapsis de las
neuronas? Todos los fenómenos conscientes son experiencias cualitativas, subjetivas, no
debemos pensar lo contrario, sería un tercer error.
Una cuarta dificultad consiste en la conminación a tomar demasiado literalmente la
metáfora computacional de la mente. Mucha gente sigue pensando que el cerebro es un
computador digital y que la mente consciente es un programa de computador. Entendida de
este modo, la mente sería al cerebro lo que el software al hardware. Ese es el punto de vista
IA fuerte, distinto al débil, conforme al cual el computador es una herramienta útil a la hora
de hacer simulaciones de la mente.
La IA fuerte se puede refutar rápidamente. Un computador es por definición un
mecanismo que manipula símbolos formales. Éstos se describen normalmente como ceros y
unos. El inventor de la concepción moderna de la computación, Alan Turing, formuló esto
mismo diciendo que una máquina computadora se puede entender como un mecanismo que
contiene un cabezal que inspecciona a una cinta. En la cinta van impresos ceros y unos. La
máquina puede ejecutar sólo cuatro operaciones. Puede mover la cinta un cuadro a la
izquierda, puede moverla un cuadro a la derecha, puede borrar un cero y escribir en su lugar
un uno, o viceversa. Ejecuta esas operaciones de acuerdo con un conjunto de reglas de la
forma "en la condición" C ejecuta la "acción A". A esas reglas se las llama el programa.
Los computadores modernos trabajan codificando información en el código binario de
ceros y unos, traduciendo la información codificada a impulsos eléctricos y luego
procesando la información de acuerdo con las reglas del programa. Uno de los logros
intelectuales más asombrosos del siglo XX es que hayamos sido capaces de hacer tanto con
un mecanismo tan limitado. Más lo importante es que el mecanismo en cuestión queda
completamente definido en términos de manipulación de símbolos. Así definida, la
computación es un conjunto de operaciones puramente sintácticas, en el sentido de que los
únicos rasgos de los símbolos que cuentan a la hora de realizar el programa son los rasgos
formales o sintácticos. Pero, por nuestra propia experiencia, sabemos que hay algo más en
la mente que pura manipulación de símbolos formales, las mentes tienen contenido. Por
ejemplo, cuando estamos pensando en castellano, las palabras castellanas que pasan por
nuestras mentes no son puros símbolos formales sin interpretación, al contrario, sabemos lo
que significan. Para nosotros, las palabras tienen significado o semántica. La mente no
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podría ser un mero programa de computación porque los símbolos formales de los
programas computacionales no bastan por sí mismos para garantizar la presencia del
contenido semántico que se da en nuestras mentes.
Imaginen que ustedes llevan a cabo los pasos señalados por un programa para
responder preguntas en una lengua que no comprenden. Yo no entiendo chino, dice Searle,
así que me imagino encerrado en una habitación con un montón de cajas de símbolos en esa
lengua (la base de datos), yo recibo pequeños manojos de símbolos (preguntas en chino), y
miro el libro de reglas (el programa) a ver qué es lo que se supone que he de hacer. Ejecuto
ciertas operaciones en símbolos de acuerdo con esas reglas y devuelvo pequeños manojos
de símbolos, las respuestas, a los que están fuera de la habitación. Yo sería el computador
que está realizando un programa de respuesta de preguntas en chino, pero, con todo y con
eso, no entiendo una palabra de chino. Y de eso se trata: si yo no entiendo ese idioma por el
hecho de ejecutar un programa de computador para entenderlo, entonces tampoco lo
entiende ningún otro computador digital que opere exclusivamente sobre esas bases, pues
ningún computador digital tiene nada que yo no tenga.
El argumento de la habitación china tiene una sencilla estructura en tres pasos: en
primer lugar, los programas son enteramente sintácticos; en segundo lugar, las mentes
tienen una semántica; y en tercer lugar, la sintaxis no es lo mismo que, o no es suficiente
para, la semántica. Por consecuencia, los programas no son mentes. El primer punto se
limita a formular el rasgo esencial de las definiciones de Turing, los programas puestos por
escrito consisten exclusivamente en reglas que afectan a entidades sintácticas, esto es, a
reglas para la manipulación de símbolos. El segundo punto dice sólo lo que sabemos sobre
el pensamiento humano: cuando pensamos con palabras o con otros símbolos, tenemos que
saber lo que significan esas palabras y esos símbolos. Por eso puedo pensar en inglés, pero
no en chino. Mi mente está recorrida por algo más que símbolos formales sin
interpretación, tiene contenidos mentales o contenidos semánticos. El tercer paso enuncia el
principio general que el experimento de la habitación arroja la mera manipulación de
símbolos formales no constituye en sí mismo y de si mismo los contenidos semánticos, ni
es suficiente por sí mismo para garantizar la presencia de contenidos semánticos.
El cerebro es una máquina, una máquina biológica, y puede pensar. Por lo tanto, al
menos algunas máquinas son capaces de pensar, y por todo lo que sabemos podrían llegar a
construirse cerebros artificiales capaces también de pensar, pero aún no se ha hecho. Por lo
demás, los cerebros humanos a veces computan. Suman dos más dos y obtienen como
resultado cuatro. Los cerebros entonces son computadores porque computan. Por lo tanto,
algunos computadores pueden pensar, el cerebro en cuestión.
Las ciencias naturales se ocupan normalmente de aquellos rasgos de la naturaleza
que son intrínsecos o independientes del observador, en el sentido de que su existencia no
depende de lo que cualquiera puede pensar. Ejemplos de tales rasgos son la masa, la
fotosíntesis, la carga eléctrica y la mitosis. Por su parte, las ciencias sociales se ocupan de
rasgos que con frecuencia son dependientes del observador o relativos al mismo, en el
sentido de que la existencia de esos rasgos depende de cómo los traten, los usen o los
conciban los humanos. Ejemplos de tales rasgos son el dinero, la propiedad, y el
matrimonio. Un trozo de papel sólo es dinero en relación a la gente que piensa que es
dinero. El hecho de que este objeto consista en fibras de celulosa es independiente del
observador, el hecho de que sea un billete de veinte dólares no. Ahora bien, ¿qué ocurre
con la computación?, ¿es independiente del observador, o es relativa al observador? Hay
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algunos casos en los que seres humanos conscientes computan realmente de un modo
consciente, en el anticuado sentido de la palabra, según el cual, por ejemplo, computan la
suma de dos más dos y da cuatro. Esos casos son independientes del observador pues no
necesitan de ningún observador externo que trate con ellos o piense que están computando
para que estén efectivamente computando. ¿Qué ocurre, empero, con los computadores
comerciales? En ellos, la interpretación computacional es relativa a los observadores,
usuarios, programas. Nosotros hemos diseñado, programado, impreso, y manufacturado
esos sistemas, por eso podemos tratar y usar esas cosas como símbolos, la sintaxis no es
intrínseca a la física del sistema, sino que está en el ojo del observador. El cerebro es, desde
luego, una maquina, una máquina orgánica, y sus procesos, como los disparadores
neuronales, son procesos maquinales orgánicos. Pero la computación no es un proceso
maquinal como los disparos neuronales o la combustión interna, la computación es, antes
bien, un proceso matemático abstracto que existe sólo en relación con observadores e
intérpretes conscientes. La sintaxis del computador no es intrínseca su física.
Los computadores desempeñan en el estudio del cerebro el mismo papel que en
cualquier otra disciplina. Son artefactos inmensamente útiles para la simulación de procesos
cerebrales. Pero la simulación de los estados mentales no es un estado mental, es, lisa y
llanamente, una simulación.
¿Por qué el afán por asimilar el computador a la mente? El computador parece
suministrar un modo de explicarnos a nosotros mismos conforme a la imagen científica del
mundo. Y lo que tal vez sea más importante, la teoría computacional de la mente expresa
una cierta voluntad tecnológica de poder. Si podemos crear mentes con sólo diseñar
programas de computación, habremos consumado el dominio tecnológico final del hombre
sobre la naturaleza.
Una de las limitaciones del modelo computacional de la mente es que es
profundamente antibiológica. Los cerebros no importan. Los cerebros, para pensadores
como von Neumann, no son más que el hardware en el que se ejecutan nuestros programas.
Un abanico indefinido de otros hardware podrían hacer lo mismo.
Para Searle, en lo que atiende a la consciencia, los cerebros cuentan crucialmente.
Los cerebros causan la consciencia.
La teoría computacional de la mente niega todo esto. Está comprometida con la
hipótesis de que la relación del cerebro con la consciencia no es para nada una relación
causal, sino que la consciencia consiste simplemente en programas en el cerebro. De
acuerdo con la IA fuerte, la mente y la consciencia no son procesos concretos, físicos,
biológicos, sino algo formal y abstracto. Así, Dennett decía que la mente es independiente
de cualquier corporeización particular.
El problema de la consciencia es el problema de explicar con precisión cómo los
procesos neurobiológicos en el cerebro causan nuestros estados subjetivos de advertir y de
sentir, cómo exactamente esos estados son realizados en las estructuras cerebrales, y cómo
exactamente funciona la consciencia en la economía global del cerebro. La razón de que la
consciencia parezca un misterio es que no tenemos una idea clara del modo en que algo en
el cerebro puede causar estados conscientes. El sentido del misterio quedará removido
cuando lleguemos a tener una respuesta a la cuestión causal.
Los conductistas han rechazado la existencia de la consciencia por temor a caer en
el dualismo.
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Puesto que desconocemos cómo lo hacen los cerebros reales, estamos en una pésima
situación para fabricar cerebros artificiales que causen consciencia.
Según Searle, el tejido cerebral no es necesario para la consciencia, pero sí
suficiente, en el sentido de que es capaz de causar consciencia sin que, necesariamente, sea
lo único que posea esa capacidad.
No basta con crear un robot que emule nuestros comportamientos. La esencia de la
consciencia es que consiste en procesos internos cualitativos, subjetivos. La duplicación de
esos procesos no queda garantizada por la duplicación de los efectos de comportamiento
externo observable de esos procesos. El comportamiento, por sí mismo, es irrelevante. Él es
importante para el estudio de la consciencia sólo en la medida en que tomamos el
comportamiento como una expresión, como un efecto de los procesos conscientes internos.
Deep Blue, por muy bien que juegue al ajedrez, no sabe nada de ajedrez, ni de
jugadas, ni de nada por el estilo. Es una máquina creada para manipular símbolos carentes
de significado. Los símbolos carecen de significado porque todo carece de significado para
ella. Nosotros somos quienes podemos interpretar los símbolos que introducimos como
posiciones de ajedrez, y los símbolos que la máquina produce, como jugades de ajedrez,
porque hemos diseñado a la máquina para que lo haga de esa manera.
Koffka escribió que las leyes de la percepción propuestas por Wertheimer describen
cómo los organismos organizan los estímulos y recuerdos de que disponen en una situación
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de aprendizaje y, en consecuencia, dichas leyes deben ser consideradas también como leyes
de aprendizaje.
A continuación, se exponen las leyes o principios fundamentales de Wertheimer
acerca de la organización interna activa.
Existe un principio fundamental que gobierna todos los demás. Es el de pregnancia
o forma buena, el cual sostiene que todo aquello que sea percibido adoptará la mejor forma
posible. El tipo de forma buena adoptado en un caso particular es regido por cuatro
principios adicionales, que enumeramos a continuación.
Ley de cerramiento, las áreas cerrados son percibidas más fácilmente como
unidades. Las cosas que no están del todo cerradas, o terminadas, con frecuencia son vistas
o recordadas como cerradas, esto puede verse en la imagen de abajo.
través de los filtros que las influencias guestálticas imponen a nuestros engramas, o
recuerdos a lo largo del tiempo.
Para que algo sea recordado fácil y espontáneamente, se lo debe integrar a una
unidad cognitiva, o sea, se lo debe comprender. Wertheimer ha resumido una serie de
estudios según los cuales para la resolución de problemas, el aprendizaje de tipo
comprensión era más rápido y más generalizable que la memorización.
Por su parte, Lewin trasladó el acento tradicionalmente puesto por la Gestalt sobre
la percepción, el aprendizaje y el pensamiento, a metas, los factores motivacionales, y los
sistemas de tensión.
Lewin destaca los aspectos fenomenológicos o personales de cada ambiente humano
tal como se los infiere de la observación de la conducta personal. Esto es lo que se
denomina espacio vital. El espacio vital incluye las metas de una persona, que en los
diagramas se representan con signos de sumar, para indicar valencia positiva, y las cosas
que una persona desea evitar, que se representan con signos de restar, para significar
valencia negativa. Aquellos aspectos de la vida persona, tales como miedos o restricciones
ambientales, que impiden el acceso a metas, son representado mediante líneas o barreras. El
espesor de la línea indica la fuerza de los factores que bloquean el acceso a metas. Él
representó gráficamente esas metas, situaciones que se desea evitar, valencias, y barreras,
mediante diagramas trazados según los principios de la topología, o geometría de los
límites entre regiones. Para comprender la percepción que las personas tienen de su espacio
vital son decisivas las fuerzas que actúan sobre ellas y barreras que separan a las personas.
Las regiones topológicas indican los caminos que una persona dispone. Para responder a las
preguntas de cuáles caminos serán seguidos, Lewin agregó vectores a su sistema. Los
vectores son fuerzas que actúan en direccione específicas y con intensidades específicas. En
los diagramas son representados por flechas. Las direcciones de las flechas indican las
direcciones de las tendencias de una persona a acercarse y a evitar, y la longitud de las
flechas es proporcional a la intensidad de las fuerzas que obran sobre la persona. La figura
de abajo ofrece la representación del espacio vital de una persona tal como lo concibe
Lewin.
notas como verse con amigos, pero la barrera que supone el trabajo necesario para concluir
el curso separa al joven de la meta representada por las buenas calificaciones. Sobre la
barrera actúa fuerzas, vectores, tanto positivos como negativos. Puesto que la única fuerza
que opera sobre el sector correspondiente a las relaciones amistosas es positiva, lo más
probable es que el estudiante encuentre tiempo para cultivarlas. Ambas metas son de
valencia positiva.
Lewin delineó cuatro tipos básicos de aprendizaje. El primero supone cambios en la
estructura básica del espacio vital, como cuando se corrigen concepciones erróneas o se
efectúan discriminaciones realistas entre metas razonables y metas de obtención
improbable. Otro tipo de aprendizaje supone cambios motivacionales, que en el sistema de
Lewin estarían representados por cambios de valencia o cambios de la dirección y la fuerza
de los vectores. El tercer tipo de aprendizaje implica cambios en que la persona se ve a sí
misma en relación con regiones del espacio vital, como cuando se aceptan nuevas
ideologías o pautas e identificación grupal. Finalmente, aprender nuevas destrezas motrices
amplía la capacidad para superar ciertos tipos de barrera en el espacio vital.
A todo esto, el énfasis que Lewin pone sobre los espacios vitales de las personas
particulares, no sobre el desarrollo de leyes del aprendizaje aplicables en general, impide
que su sistema resulte de gran utilidad para predecir el aprendizaje futuro. Su teoría es más
útil para descripción post hoc que para la predicción. Aún así, en una situación clínica en
que se dispone de tiempo suficiente para determinar el espacio vital de un cliente particular,
ése puede ser útil para predecir conflictos de acercamiento/evitación y otras circunstancias
análogas.
Una discípula de Lewin, Zeigarnik, comprobó que las tareas inconclusas tienen
propiedades motivacionales y tienden a mejorar el aprendizaje.
Los psicólogos de la Gestalt entendieron que la influencia que los sustratos
biológicos ejercen sobre el aprendizaje es mucho mayor que la admitida por los psicólogos
conductistas.
El contenido de lo que se aprende es molar. Las percepciones, cogniciones y
expectativas son por igual unidades en gran escala, antes que vínculos que relacionan
estímulos y respuestas particulares. Por añadidura, los teóricos de la Gestalt insistieron en
que el total de lo aprendido es más que la suma de los vínculos E-R.
Durante mucho tiempo, la escuela guestaltica ha defendido la alternativa cognitiva
frente al conductismo.
Los enfoques conductistas actuales, así como el movimiento humanista, deben
mucho a la investigación guestaltista, que demostró las insuficiencias de los simples
modelos mecanicistas E-E, E-R. En cuanto a este punto, la teoría guestaltista ha logrado la
aceptación de sus principios fundamentales por la psicología, pero en el curso de ese
proceso sus perfiles se desdibujaron en cuanto pudieran ser los de un movimiento
característico. Esta decadencia tuvo relación con el fallecimiento de Wertheimer, Koffka,
Kohler, y Lewin, no con la refutación experimental de la teoría.