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Texto 2
Texto 2
El hambre, no esa sensación corpórea que nos incita a comer cuando finaliza la digestión
anterior, sino ese estado del ser, desnutrición de cuerpo, pero también de alma, ese estado
casi peregne en el que entra el pobre desgraciado que no halla algo digno de echarse a la boca
durante largos períodos temporales, ese estado, devora a millones de seres humanos en este
machacado planeta.
Desde grandes eventos que “so pretexto” de la miseria encierran ganas de pasar un buen rato
(y sé de lo que hablo), hasta macro colectas en las que cada uno vierte la calderilla que le
sobra del café, qué fácil que es ser “comprometido”. Pero el problema sigue ahí, millones de
personas no tienen nada que echarse a la boca, a pesar de todas esas campañas altruistas
que sólo adormecen conciencias. ¿Cuál puede ser la solución? A saber, primero deberíamos
analizar la raíz del problema, y no dedicarnos a poner parches insuficientes y por tanto
estériles. Mientras haya gente que se preocupe tan sólo de acceder a unas cotas de confort
que se van deshumanizando cada vez más y más conforme evolucionan ciencia y técnica,
mientras haya gente que deba luchar con uñas y dientes por un mengrugo de pan, un poco de
cobijó y una mísera camisa, mientras suceda todo eso, el problema subsistirá, porque ese es el
problema, esa es la raíz. Atajarlo se me antoja utópico, irrealizable, porque la redistribución de
la riqueza, la solución más drástica y por tanto efectiva, es en práctica imposible conforme está
montado el sistema actual. nuestra sociedad, esa bestia vampírica, destruirá a todo aquel que
ose atacar sus principios tan dogmáticos como cualquier principio. Porque nuestra sociedad
desea que miremos hacia otro lado cuando el hedor a miseria llena nuestras pituitarias
acostumbradas a olores de abundancia.
Necesidad y confort, he ahí las dos caras de una misma moneda, la injusticia. En este mundo
hay seres humanos con la pansa llena que buscan lo accesorio mirando hacia otro lado ante la
miseria humana, y otros que sólo anhelan tener su propia barriga llena y un mínimo de atención
cabal. Es un problema de necesidades, de búsqueda de lo necesario y de disfrute de lo
innecesaria. Pero también es un problema de conciencia y de conciencia. Esta es la injusticia
mas grande y amarga que nos ha sido dado vivir en nuestros tiempos.