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InrRoDUCCION LA CLASIFICACION GENERAL 74, LAENUMERACION LEGAL. Segtin el articulo 1502 del Cédigo Civil, “para que tuna persona se obligye a otra por un acto o declaracién de voluntad, es necesario: 19) que sea legalmente capaz; 2°) que consienta en dicho acto o declaracién y su consentimiento no adolezca de vicio; 3%) que recaiga sobre un objeto licito; 4°) que tenga una causa Ifcita” 78. CRITICA ALA ENUMERACION LEGAL. Varios reparos se le pueden hacer ai citado texto legal que pretende enumerar todos los requisitos para la exis! yy para la validez. de los actos juridicos, a saber: ‘ a) Noes cierto, segtin este lo da a entender, que la capacidad y el simiento sana se requieran tinicamente en la persona que se obliga p\ © declaracién de voluntad, pues tales condiciones son generales y deben cum- plirse respecto de toda persona que intervenga en un acto jurfdico, cualquiera que sea la posicidn que ocupe en este, aunque no sea la de deudora! b) La enumeracin es incompleta, porque omite las solemnidades legales ylaausencia de lesidn enorme que, respecto de ciertos actos, constituyen requi- ‘sitos para la existencia 0 para la validez-de dichos actos, respectivamente, — c) Igualmente omite este articulo los elementos esenciales (essentialia ne- de cada acto juridico especifico, sin los cuales este puede llegar a no pro- efecto alguno, segtin lo declara el articulo 1501 y 4d) El articulo criticado incurre en el mismo defecto técnico que se apunta al articulo 1108 del Cédigo Civil francés y que consiste en Ia enumeracién in- discriminada de los requisitos para la existencia de los actos jurfdicos y de los requisitos para la validez deelios, dando asf lugar a confusiones entre unos y otros, que han sido fuente de problemas en el campo de la doctrina, & a 76, Los REQUISITOS PARA LA EXISTENCIA DE LOS ACTOS 1URIDICOS. Ciertas con- diciones generales son indispensables para la formaci6n de los actos juridicos; jas, estos no pueden nacer, no existen, son nada frente al derecho. Tales 2 Bate defecto no es impusable al sefior Beto, quien en todos sus proyectos hizo exten sivos estos requisitas a todos los agentes. (Obras compleias, ts. 1,1 y ml, Sentiago, 1932) 2 No ineluimos en esta lista de omisiones legales le realidad de la causa, porgise Son sideramos que el error en ella,o sea, la falsa causa, es une de las especies del eiror de hecino ue vicia el consentimiento. (Véase nim. 337, infra). e ELA EXISTENCIA YLAVALIOEZ DELOS ACTOS JURIDICOS condiciones son: la voluntad manifestada, el consentimiento, el objeto y la forma solemne. Sin la volunzad manifestada, 0 sin el consentimiento no hay, por de- finici6n, acto juridico. Lo propio ocurre cuando falta el objeto, porque, también por definicién, la voluntad que constituye la sustancia del acto debe encaminar- se a un objeto jurfdico que puede consistir en la creacién, 0 en la modificacié o en la extincién de una o més relaciones de derecho. En casos excepcionales, la ley prescribe la observancia de ciertas solemnidades para el perfeccionamiento de los actos juridicos, lo que equivale a exigir que la voluntad se exprese en forma predeterminada para que se tenga poremitida. La falta de dichas solemnidades obstaculiza la formaci6n o perfeccionamiento de tales actos juridicos y condu- ce a que estos se reputen inexistentes? ‘Otro tanto ocurre cuando determinado acto revine las condiciones esenciales de todo acto juridico, inclusive la forma solemne cuando la ley la requiere, pero dicho acto carece de alguno de los elementos que también son esenciales segiin su especie, como lo son la cosa vendida y el precio en la compraventa, y sin los cuales este contrato no puede existir como tal (arts. 1501, 1865 y 1870). 77. Los REQUISITOS PARA LA VALIDEZ DE LOS ACTOS JURIDICOS. Pero, por otra parte, también hay condiciones que ya no se refieren a la existencia misma de os actos juridicos, sino que tocan con su validez. Como ya quedé dicho, un acto existe cuando en él se dan la voluntad 0 el consentimiento, el objeto y la forma solemne prescrita por la ley. Sin embargo, puede suceder que dicho acto, exis- tiendo juridicamente, sea invalido por adolecer de un vicio que afecte su lidad y que lo condene a muerte. Asf, puede ocurrir que el agente o uno de los agentes esté legalmente incapacitado para actuar por si mismo en el comercio que su voluntad se encuentre viciada por error, fuerza o dolo; 0 que que el ta; 0 que habiéndose ob- servado las solemnidades legales, se haya omitido alguno de os requisitos ati- nentes a ellas. En todos estos casos, el acto deviene absoluta 0 relativamente nulo. Existe y produce efectos juridicos mientras su nulidad no sea judicialmente declarada, pudiendo ocurrir que el acto sobreviva a sus vicios y defectos, sino es atacado dentro de los términos de prescripcién de las correspondientes accio- nes de nulidad, 78, RESUMEN DE LOS REQUISITOS, De acuerdo con lo anteriormente expues- , resulta que los requisitos para la existencia de Ios actos juridicos son Ja vo- tad 0 el consentimiento, el objeto genérico y especifico, yla forma solemne; mientras que los requisitos para la validez de aquellos son la capacidad de los agentes, la ausencia de vicios de la voluntad (error, fuerza y dolo), la ausencia Cie. Juss Bownscase, Précis de droit i SoLas, Explicaciones de derecho civi yC.de Co, art 824. LACLASIFICACION GENERAL OO a; de lesin enorme, ta licitud del objeto, la realidad y la licitud de la causa, y la plenitud de las formalidades prescritas por la ley. 79. REFERENCIA A LAS SANCIONES DE LOS REQUISITOS. Conviene advertir, des- de ahora, que los mencionados tos para la existencia y para la validez de Jos actos ju inexistencia, id 0 el consentimiento, o el objeto genérico o especifico, o la forma solemne, acto es inexistente*; la incapacidad absoluta, Iailicitud del objeto o de la causa y la omisi6n de ciertos requisitos o formalidades integrantes de la forma solem- ne producen la nulidad absoluta del acto: en fin, laincapacidad relativa, los vicios. de la voluntad, que incluyen la falsedad de la causa, y la lesi6n enorme, en cier- tos casos, estén sancionados con la nulidad relativa del acto. 80. PLaN. En el desarrollo de esta parte de la obra no observaremos el or- den que impone la distincién entre los requisitos para la existencia y para la va- lidez de los actos jurfdicos, sino que para facilitar lai i temas que aquf se conjugan, trataremos de prescindiendo de la jerarqufa que les corresponde en raz6n de sus sanciones le gales. Asi, por ejemplo, antepondremos el estudio de la capacidad legal de los agentes, requisito para la validez de los actos, al examen de la voluntad o el con- sentimiento en estos, requisito para su existencia, porque consideramos que metodol6gicamente la valoraci6n de un acto debe comenzar por la determina- cin de Ia aptitud que la ley les atribuye o les niega a dichos agentes para par- ticipar en la funcién reguladora de las relaciones sociales, o sea, para actuar en el marco asignado a la autonomfa de la voluntad privada. * Si un acto carece de las condiciones legales para que: 10 aleanzaa ingreva. en el ‘campo de los actos juridicos; es un acto, no injurfdico como el acto nulo, sino un acto ajuridic, ‘Jo menos en cuanto carece de importancia en el campo. Iado de la autonomia de la voluntad privada 0 en el de determinada especie de acto, Srocion I LA CAPACIDAD LEGAL Cartruto I GENERALIDADES 81. La poste acePCION DELA Vor “caPactban”. Segiin ya quedé dicho, en el léxico juridico la expresién capacidad es anfibol6gico, pues unas veces denota la ap- titud que se les atribuye a las personas o sujetos para ser titulares de derechos y obligaciones, al paso que, otras veces, se emplea para significar el poder que se reconoce a la mayoria de dichos titulares para realizar actos jurfdicos, sin el ministerio o la autorizacién de otras personas En el primero de los sentidos indicados, la capacidad es un atributo de la personalidad juridica, porque la aptitud para convertirse en titular de derechos y obligaciones es precisamente la que permite que un ente pueda entrar a formar parte de la categoria de las personas 0 sujetos de derecho. Ast, los individuos de la especie humana son personas en el mundo juridico, en cuanto se les reco- noce la referida aptitud, y dejan de serlo cuando se les priva de ella en virtud de institueiones positivas, como laesclavitud, Ja muerte civil, ete. Igualmente, cier- tos entes ideales, como las corporaciones, las sociedades, las fundaciones, ete., adquieren personalidad juridica cuando se les reconoce aptitud para adquirir derechos y para contraer obligaciones. En un segundo sentido, la capacidad ya no es un atributo de todas las per- sonas 0 sujetos de derecho, sino un requisito para la validez de los actos juridi- cos realizados por ellos, porque si bien es cierto que la capacidad de goce, o sea, Ja aptitud para ser titular de derechos y obligaciones, es una propiedad esencial de todas las personas, las legislaciones positivas no admiten la validez.de los actos juridicos celebrados por quienes no tienen el grado de discernimiento y de ex- periencia suficiente para comprender el sentido y las consecuencias de tales actos, Deahf que el articulo 1502 de nuestro Cédigo Civil disponga que “para que una persona se obligue a otra por un acto o declaracién de voluntad, es necesario que tv nse mims. 20 y ss. supra. GENERALIORDES e7 sea legalmente capaz”, agregando que “Ia capacidad legal consiste en poderse obligar por sf misma y sin el ministerio 0 Ia autorizacién de otra”, Varias observaciones sugiere el texto legal citado, que sirven para precisar cl significado y alcance del requisito de que se trata; a saber: a) la expresi6n persona, empleada por la ley, indica que esta parte del supuesto de que quien interviene en un acto jurfdico tiene capacidad de goce, porque repetimos, cuan- do se habla en derecho de una persona se esta significando implicitamente que se trata de un sujeto dotado de la aptitud para adquirir derechos y contraer obli- gaciones; b) la definicidn transcrita corresponde al concepto de la capacidad legal, considerada como requisito de los actos juridicos; y c) el articulo incurre en notoria impropiedad al dar a entender que esta capacidad legal es requisito que solamente se exige respecto de la persona que se obliga, cuando, en reali- dad, se trata de una condicién que debe tener cualquiera que intervenga en un acto juridico, aunque solamente ocupe la posiciGn de acreedor. Con otras pa- labras, la capacidad legal no es tnicamente requisito para obligarse, sino que lo es, en general, para que cualquier persona pueda intervenir por sf misma en la celebracién de actos juridicos, sin el ministerio o la autorizaci6n de otra persona. 82, CONCEPTO DE LA INCAPACIDAD LEGAL. Acabamos de decir que la ley, inspirada principalmente en motivos atinentes a la proteccién de la autonomia de la voluntad privada, niega a ciertas personas 0 sujetos de derecho la facultad de realizar actos jurfdicos por sf mismos. Tal es el concepto de la incapacidad legal que, por tanto, consiste fundamentalmente en la restricciGn de la posibi- lidad de intervenir en el comercio juridico, Pero hay que tener en cuenta, ade- mis, que esta restricciGn es de cardcter excepcional, porgue la regla general en materia civil es la de que toda persona es habil para ejercer stis derechos y para realizar cualesquier actos juridicos lcitos. “Toda persona es legalmente capaz. —teza el art. 1503 del C. C.—, excepto aquellas que Ia ley declara incapaces”. 2 Véase nota 7 del cap. mde la parte primera Carfruto I CLASIFICACION DE LA INCAPACIDAD LEGAL, 83. Precisi6n. La prohibicidn que encierra la incapacidad legal puede referirse a toda clase o a la gran mayoria de los actos juridicos, o solamente a alguno de estos en especial, de donde surge la clasificacién de dicha incapacidad en gene- ral y particular, respectivamente, I. La incapacidad general 84. Ex coxcerro. La incapacidad general se refiere a toda clase de actos juridicos 0, a lo menos, a la gran mayorfa de ellos. Hoy dia no existen en nues- tro derecho incapacidades generales fundadas en motivos distintos de la protec~ cién de la autonomia de la voluntad privada. Asf, la incapacidad accesoria de tuna condena penal, 0 de votos religiosos, o de otras causas semejantes, no ha sido acogida por nuestra legislaci6n; la incapacidad de la mujer casada, que obede- cfaa la organizacion de la familia bajo la potestad del marido, qued6 abolida por laley 28 de 1932, y la incapacidad de las personas juridicas, que tampoco se funda en la proteccidn de la autonomfa de la voluntad privada, fue igualmente supri- mida por el decreto-ley 2820 de 1974. Por tanto, solo estén afectados de inca- pacidad general los seres humanos que, por carecer del discernimiento o de la experiencia necesarios, estén naturalmente inhabilitados para celebrar actos juri- dicos. El articulo 1504 del Cédigo Civil enumera dichas personas, que son las siguientes: los dementes, los menores (no habilitados de edad), los sordomudos que no pueden darse a entender, los disipadores en interdicci6n judicial (las mujeres casadas y las personas juridicas) 85. SUBCLASIFICACION DE LA INCAPACIDAD GENERAL. Las personas anterior- mente mencionadas pueden estar afectadas de incapacidad general absoluta 0 relativa. 86. a) LaiscaPACIDAD GENERAL ABSOLUTA. Los dementes, los menores impti- beres y los sordomudos que no pueden darse a entender tienen prohibida la ejecucién de todo acto juridico; para la celebraci6n de estos necesitan siempre Ta intervencién directa de un representante legal, genéricamente denominado guardador (padres de familia, tutor o curador), sin perjuicio del cumplimiento {de otros requisitos o formalidades exigidos por la ley para ciertos actos especia- /ACION DE LAINCAPACIDAD LEGAL a9" les, como la licencia judicial y la subasta puiblica para la venta de bienes inmue- bles, De suerte que la incapacidad de estas personas es absoluta y esté sanciona- da con nulidad igualmente absoluta: “sus actos no producen ni aun obligaciones naturales, y no admiten cauci6n”, preceptiia el articulo 1504. Esta nulidad pue- de ser declarada de oficio porel juez 0 a solicitud del ministerio pablico ode cual- quier interesado; conforme a la ley 50 de 1936, puede ser saneada mediante la ratificacién del acto, y la correspondiente acciGn de nulidad solo prescribe al cabo de diez afios, contados desde la cesacién de la incapacidad (ley 791 de 2002), 87. b) La INCAPACIDAD GENERAL RELATIVA. La incapacidad de los menores adultos y de los disipadores en interdicci6n judicial es relativa, porque “sus actos, pueden tener valor en ciertas circunstancias y bajo ciertos respectos determinados porlas leyes”, como dice el mismo articulo 1504. Para la proteccién de esta clase de incapaces ya no se exige la intervencién directa de sus representantes legales en los actos juridicos que les interesan; basta con la mera autorizaciGn de estos para que tales actos sean vélidos, sin perjuicio de la observancia de esas otras formalidades 0 requisitos adicionales exigidos por la ley, como la autorizacién judicial y la ptiblica subasta para la venta de bienes inmuebles. Esta incapaci- dad relativa de los menores adultos y de los disipadores en interdicci6n judicial estd sancionada con una nvlidad igualmente relariva, que solamente puede ser alegada por el representante legal del incapaz.o por este tiltimo cuando tenga la libre administracién de sus bienes, es decir, cuando haya dejado de ser incapaz. Ademés, dicha nulidad relativa puede ser saneada por la ratificacién del acto viciado y por la prescripcién cuatrienal de la respectiva acci6n rescisoria, alo que se agrega que las obligaciones producidas por dicho acto a cargo del rela- tivamente incapaz entran en Ia categoria de las obligaciones naturales. Il. Los fundamentos concretos de la incapacidad general 88. La INCAPACIDAD DELOS DEMENTES. La expresién demencia, empleada por la ley para los efectos de la incapacidad, no solo se tefiere a los estados per- jentes de locura, imbecilidad, cretinismo y similares, sino, en general, atodas las afecciones psicopatol6gicas, aunque sean transitorias, que coloquen a la per~ sona que las padece en imposibilidad de emitir una manifestacién normal y seria de voluntad', En nuestro concepto, el régimen legal de la incapacidad por demencia nose puede hacer extensivo a aquellos otros casos en que los agentes obran en un estado transitorio de falta de nado por causas distintas de las afecciones psicopatol6gicas propiamente riaguez.o el empleo de estupefacientes. Nuestro Cédigo Civil presume la capacidad, salvo en los casos expresamente previstos por la ley (art. 1503), siguiente tienen cardcter excepcional y son de interpretaciGn restrictiva, Alun er como la italiana, que autoriza la interdicei6n judicial del beodo habitual y del drogémano, al ‘gual que la del disipador, los actos cumplidos por aquellos antes de la adopei6n de tal medida estén amparados por la presunci6n de validez consiguiente a la de la capacidad general de las personas (C. C. ita, art. 415, § 2°). Sin embargo, las situaciones de que se trata no escapan * 80 ELA BAISTENGIA ¥ LA WALIDEZ DE LOS ACTOS UURIOICOS Tratindose de la demencia permanente, se presenta un delicado problema juridico respecto de la determinacién de la validez 0 invalidez de los actos cum- plidos por quien la sufre, porque es sabido que el estado general de demencia no se opone a que el paciente pueda tener intervalos licidos, durante los cuales es tan habil para prestar un consentimiento serio y ponderado como cualquier otra persona. Existe, pues, incertidumbre respecto de la validez.o invalidez de los actos juridicos celebrados por un demente, comoquiera que es muy dificil de- terminar retrospectivamente con exactitud el grado de discernimiento y de ra- z6n que este haya tenido en tal momento. Para poner fin a dicha incertidumbre, la ley establece la interdiccién judicial de los dementes permanentes, en virtud de la cual se les declara inhdbiies para actuar en el comercio juridico. De esta suerte, mientras una persona no haya sido colocada en interdiccién judicial, la validez.o invalidez de sus actos depende, respectivamente, de su capacidad 0 incapacidad de hecho. Se presume que tales actos son validos, porque la capa- cidad es la regla general en nuestro derecho, segiin ya qued6 explicado, lo que ‘nose opone a que se demuestre judicialmente que han sido celebrados en un mo- mento en que el agente se encontraba en estado de enajenacin mental y que, por tanto, son invélidos. Pero, una vez decretada la interdicci6n judicial, el demen- te queda afectado de una incapacidad de derecho, que implica la presuncién iuris et de iure de que todos los actos juridicos celebrados por el son invélidos*. 89. La INCAPACIDAD DE LOS SORDOMUDOS. Inspirdndose en el derecho ro- mano, nuestro Cédigo Civil asimila los sordomudos que no se pueden dar a entender por escrito a los dems incapaces absolutos, vale decir, alos demen- tes y alos imptiberes, cuya expresada condici6n legal se funda en su falta de dis- cernimiento 0 de adecuado uso de razén®. Ya hemos comentado que nuestra Corte Constitucional, mediante sentencia C-983 de noviembre 13 de 2002, de- claré inexequible la expresisn “por escrito”, contenida en el inciso 1° del articu- Jo 1504 del Cédigo Civil. Asf, al Hegar a la pubertad, el sordomudo que no se encuentre bajo patria potestad queda sometido a curadurfa que se prolonga més, allé del advenimiento de la mayor edad hasta que sea judicialmente habilitado, a solicitud suya mediante la demostracién de que puede entender y ser entendi- totalmente a la valoracién legal dentro de nuestro sistema, En efecto, si el estado no psico- patolégico de enajenacién mental del agente, como el trance hipnético, la embriaguer avanza- 5, etc. ha sido aprovechado 0 provocado por otra perso- te la celebracidn de un acto juridico, Ia invalidez. de este encajarfa perfectamente dentro del funcionamiento de las insttuciones del dole o de la violencia, como vicios del consentimiento, segtin el caso. ?C.C. art. 553. Cif, PLaNoL y River, Traité élémentaire de droit civil, Patis, 1939, . 1, nds. 2010 y ss. y 2089 y ss; tn, nim. 1090; Luss CLaxo Soran, Explicaciones de derecho civil chileno y comparado, iago de Chile, 1937, nim. 706. 3C.C., art. 1504: Institut, libro, 1,23, De curat., par. 4: sed et mente captis, et surdis ‘ermuis, et qui perpetue morbo laborant (quia rebus suis superesse non possunt) curatores dandi CCLASIFICACION DE LA INCAPECIO LEGAL a1 do por escrito, y de que tiene la suficiente inteligencia para la administracién de sus bienes* El precitado régimen legal indudablemente subordina el complejo problema psico-fisico que implica la sordomudez a otro criterio distinto, cual es el de la claridad requerida para la manifestacién de la voluntad en los actos juridicos. Parte del supuesto —hoy dfa desvirtuado por los avances cientificos logrados enla rehabilitacion y educaci6n de los sordomudos— de que no pudiendo estos hablar ni darse a entender, cualquier manifestacién de voluntad que hagan es tan ambigua, que no puede ser tenida en cuenta para los efectos de la seguridad ne- cesaria en los actos juridicos®, Pero este criterio inactual y simplista no consul- ta, como ya queds insinuado, las verdaderas dimensiones del problema, que es- triba principalmente en la determinaci6n del grado de desarrollo psico-fisico que puedan alcanzar los sordomudos. El sordomudo congénito, a causa de su grave deficiencia fisica, necesa- riamente esté expuestoa sufrir un retraso mental que, sino es subsanado mediante educacién adecuada, le hace inepto para formarse una idea clara del comercio y del mecanismo de las transacciones juridicas. En las mismas condiciones se ‘encuentra la persona que ha adquirido el mencionado defecto en temprana edad, como generalmente sucede. No asf quien queda afectado de sordomudez des- puss de haber alcanzado suficiente desarrollo intelectual hasta el punto de que su incapacitacién legal ya no se justifique. Porconsiguiente, apreciando el problema desde el punto de vista de la pro- tecci6n de la autonomia de la voluntad privada —en el cual acertadamente se ha colocado siempre Ia tradici6n latina al respecto—, el tratamiento legal del sor- domudo debe atender preferentemente a laaptitud o ineptitud que naturalmente tenga este para realizar a conciencia actos susceptibles de repercutir en su patri- monio y en la vida juridica, Las soluciones concretas que pueden adaptarse desde el mencionado pun- to de vista de la protecci6n de los agentes juridicos se han orientado en las le- gislaciones latinas contempordneas por dos caminos distintos. O se parte—como Iohacen los cédigos civiles francés ¢ italiano—de la presuncién general de que toda persona que ha alcanzado cierta edad adquiere ipso facto el nivel adecuado para intervenir habilmente en el comercio jurfdico, presuncién que cobija a los sordomudos*, sin perjuicio de que, por excepcién, se pueda obtener la interdic- cidn judicial de alguno de estos mediante la demostracién de que, debido a su defecto fisico, padece de un retraso mental que le hace inepto para realizar, a con- ciencia, actos juridicos. O, por el contrario, se adopta la via inversa —que es la de nuestro Cédigo y la que se acerca mas al criterio romano—. El sordomudo, #C.C, ants, 557 a 560. 5 Lurs Cano Sotaa, ob. cit, t. x, asim, 706. El Cédigo Civil italiano establece el mismo régimen para los ciegos (ar. 415). 92 DE LAEXIGTENCIA Y LAVALDEZ DE LOS ACTOS JURIDICOS por causa de su defecto, no queda cobijado por la presuncién general de la ca- pacidad de los mayores de edad, sino que se le asimila a los mentecatos y se le somete, como a estos, al régimen legal de la incapacidad absoluta. Asf, liegado ala pubertad se supone —lo que es bien frecuente en nuestro medio—, que atin no ha aleanzado a recibir educacién adecuada para superar su deficiencia psico- fisica, porlo cual, su situacién no se modifica, a diferencia delo que ocurre respec- to de los menores adultos normales, quienes entran en la categoria de los inca- paces relativos, Ademés, ni siquiera el advenimiento de la mayor edad modifica el referido régimen del sordomudo, quien continua sometido a curadurfa, igual alade los dementes interdictos, hasta que obtenga la habilitaci6n o capacitaci6n judicial, mediante la prueba de que ha adquirido la inteligencia necesaria para administrar sus bienes y, ademAs, de que puede entender y darse a entender. 90. LA INCAPACIDAD DE LOS MENORES DE EDAD. Entre estos también hay que distinguir a los menores impiiberes y alos menores adultos, porque el régimen juridico de unos y otros varia segtin esta clasificacién, Los imptiberes son el vardn queno ha cumplido catorce afios y la mujer que no ha cumplido doce (art. 34). Los psic6logos afirman que los nifios adquieren el uso de la raz6n ala edad de siete afios, pero es indudable que, aun quien ha pasado de esta edad sin al- -anzar la pubertad, tiene una inteligencia tan poco desarrollada y sus voliciones son tan imperfectas, que la ley debe prohibirle toda intervenci6n en el comercio jurfdico, solucién esta que nuestro Cédigo Civil consulta al declarar absoluta- mente incapaces a los impiiberes, es decir, al someterlos al régimen propio de Jos dementes, a quienes se asemejan por las deficiencias del entendimiento’. El advenimiento de la pubertad en una persona no determina, ni debe de- terminar el reconocimiento de su plena capacidad. Un var6n que ha cumplido catorce afios y una mujer que ha cumplido doce pueden comprender el sentido de sus actos; pueden tener una idea del valor de los bienes y los servicios: pero carecen de la experiencia necesaria para defender su patrimonio en el comercio juridico, Por esta raz6n, la ley protege a los menores adultos, prolongando su incapacidad hasta los veintitin afios (hoy 18 afios)*, en los cuales comienza la ma- yor edad y se supone que aquellos adquieren la experiencia requerida (art. 34). Pero la incapacidad del menor adulto ya no es absoluta, como la del impiiber, sinoque es relativa. Ast, aquel puede realizar por si solo ciertos actos, tales como contraer matrimonio, otorgar testamento y administrar su peculio profesional ‘Ademés, para la celebracién de los actos juridicos respecto de los cuales el menor adulto es incapaz, no es necesaria la intervenci6n directa de su representante legal, sino que basta la autorizaci6n de este tiltimo para que los actos cumplidos direc- tamente por aquel sean vélidos. 7 Luts CLawo Sour, ob. cit, loc. cit * Ley 27 de 1977. CLASIFICACION DE LAINCAPACIDAD LEGAL 93. 91, REFERENCIA A LA -ACION DE EDAD DE LOS MENORES. Por otra parte, como la incapacidad de los menores adultos se funda en su falta de experiencia enlos negocios y en el peligro que puede correr su patrimonio portal causa, dicha incapacidad se podia hacer cesar cuando se comprobaba que este peligro real- mente no existfa por haber adquirido ya el menor la aptitud necesaria para sor- tearlo, De ahi que el Cédigo Civil consagrara la institucién de la habilitacion de edad, privilegio concedido al menor que hubiera alcanzado la edad de diez y ocho afios y que estuviera emancipado, para que pudiera ejecutar todos los actos 10s y Contraer todas las obligaciones de que eran capaces los mayores de ibligaciones de que una ley expresa lo jabilitacién de edad del menor adulto ponia fin a su incapacidad general, sin perjuicio de la incapacidad particular de que todavia adolecia respecto de ciertos actos expresamente sefialados por la ley, como la enajenacién o hipoteca de sus bienes raices y la aprobacién de las cuen- tas de su tutor o curador"”. Dicha institucién de la habilitaci6n de edad qued6 derogada por la ley 27 de 1977, que redujo.a los diez y ocho afios los veintiuno que el Cédigo habia sefia- lado como término de la menor edad. Estimamos nosotros que esta reforma, inspirada en motivos politicos, tales el de lograr una mayor participaci6n de las juventudes en los comicios electorales (acto leg. ntim. 1 de 1975), ademas de haber resultado frustrénea en este terreno politico, constituye un error en lo que concierne ala legislacién civil. En efecto, si se tiene en cuenta el alto grado de analfabetismo que atin hoy se registra en los paises en desarrollo, como el nues- tro, y la falta de acceso de la mayorfa de la poblaci6n a la educaci6n primaria y secundaria, inclusive ya se podrfa juzgar como temeraria la reduccién del tér- mino de la menor edad a los veintitin afios, cuando otras legislaciones de pafses cuyo desarrollo nosotros no hemos alcanzado atin, como Ia francesa, la habfan fijado en veinticinco afios. 92, LA INCAPACIDAD DE LOS DISIPADORES. A diferencia del demente, el disi- pador es un individuo que goza de la plenitud de sus facultades mentales y que, por consiguiente, est4 exento de una afecci6n patolégica que le impida adminis- trar sus bienes. Sin embargo, es frecuente el caso de ciertas personas de volun- tad débil, que se dejan arrastrar por las pasiones como el juego wotras semejantes, que les hacen perder el sentido de la economia y las levan a gastos despro- porcionadosa su fortuna. Para evitar que estas personas dilapiden todo su haber, se arruinen con sus familias y se conviertan con ellas en carga para la sociedad, la ley autoriza su interdiccién judicial, en virtud de la cual se les prohibe admi- nistrar por s{ mismas sus bienes, El decreto de interdiccién judicial coloca, en- tonces, al disipador en un estado de incapacidad general relativa, andlogo al de Jos menores adultos. °C.C., ants. 339 ys. * Luts CLano Sotag, ob. cit, t. x1, ntim. 706 of ELA EXIGTENCIA VLA VALIOEZ DE LOS ACTOS JURIDICOS 93. La INCAPACIDAD DE LAS PERSONAS JURIDICAS. Ya qued6 visto que estas, por su propia naturaleza, carecen de aptitud psicoffsica para producir un acto voluntario y, por consiguiente, un acto jurfdico, por lo cual necesariamente tie- nen que obrar por intermedio de sus representantes. Nuestro Cédigo Civil, a imitacién de sus modelos, principalmente del C6- digo de Napole6n, estructuré la institucién de la representaci6n a manera de una colcha de retazos, involucrdndola en el contrato de mandato y en la administra- cién de los guardadores, y da a los actos de las personas juridicas y a estas mismas ‘un tratamiento inadecuado, confuso y contradictorio, En primerlugar, el artfculo 1504 las catalogaba entre los incapaces relatives, al lado de los menores no ha- bilitados de edad y de los interdictos por disipacién. Ademés, el articulo 1745 somete la nulidad de sus actos (obviamente los de sus 6rganos y representantes) alas reglas de los de las personas bajo guarda, y los artfculos 2097 y siguientes, asimilan los gestores sociales a los mandatarids, de donde resulta que los actos realizados por estos pueden, por varios aspectos, estar sometidos a un régimen legal diferente del propio de los actos de los guardadores. Una concepcién més clara que la de nuestro legislador, conducisfa simple- ‘mente a someter los actos de las personas jurfdicas alas reglas y principios gene- rales de la representacién. 94, UNA CLASIFICACION DOCTRINARIA INACEPTABLE. Un sector de la doctrina, principalmente de la alemana y de la italiana, ha pretendido establecer distin- ién entre la incapacidad natural y la incapacidad legal, consideradas ambas como instituciones juridicas separadas y hasta ubicadas en campos diferentes dentro-de la problemética del-acto juridico. Tal distincién es una de las varias consecuencias equivocadas que derivan de la consabida confusién, que hemos criticado, entre el acto humano y el acto juridico. Segtin ella, la supuesta cate- goria de la incapacidad natural comprenderfa todos aquellos casos en que el derecho, en presencia de actos concretos y fundandose en los datos que sumi- nistran las ciencias psicofisicas, llegaria ala conclusiGn de que el agente o agentes respectivos carecen 0 carecian del grado de discernimiento necesario para que dichos actos fueran normales y, por ende, vélidos, al paso que la incapacidad Tegal quedarfa reducida al campo en que el derecho, obrando con sus propios eri~ terios y hasta aparténdose de aquellos datos reales, por asf decirlo, establece la inhabilitacién mas o menos permanente de los sujetos de derecho para interve~ nir en el comercio juridico, como cuando sefiala edades fijas para la admisién progresiva de los seres humanos a este comercio, o cuando los excluye a conse~ cuencia de declaraciones de interdiccién judicial o de condenas penales. Ade- més, como ya quedé insinuado, la comentada concepcién llega hasta ubicar en terrenos distintos estas dos especies de incapacidad: la incapacidad natural seria unrequisito subjetivo y la incapacidad legal serfa otro requisito distinto abjetivo- subjetivo. De donde se colige que la apreciaci6n juridica de un acto supondria necesariamente una doble investigacién: a) la de la aptitud natural del agente en JONDE LA NCAPRCIOAD LEGAL 95 el momento de la actuaci6n, y b) la de su legitimacién para actuar, segiin estu- viera sujeto o no a una de esas inhabilidades mas 0 menos permanentes decre- tadas por la ley" La solucién del problema que encara la precitada concepeién doctrinal, en forma tan esforzada como artificiosa, resulta bastante simple ante la légica ju- ridica, como trataremos de demostrarlo aqui. El derecho ha estructurado sus nociones de sujeto de derecho, acto juridico y capacidad legal utilizando como modelos, respectivamente, al hombre, al acto humano y a la aptitud psico-fisica de aquel. Pero esas versiones juridicas solamente captan aquellos aspectos de sus modelos que interesan a los fines del derecho y, ademés, contienen elemen- tos y caracteristicas especificos, sobre agregados en funcién de dichos fines. En consecuencia, la institucién juridica denominada capacidad legal es una ¢ indi- visible, y su organizacién como tal, en parte obedece a los criterios que se em- plean para apreciar la habilidad natural del hombre y, en parte, abandona esos criterios para cumplir mejor sus fines juridicos. Dicho en otros términos, ante el derecho solo existen personas legalmente capaces 0 incapaces, y no hombres hébiles o inhabiles para realizar actos humanos més 0 menos normales" ULL. La incapacidad particular 95. Concerto, A vuelta de enumerar las incapacidades generales de que yahemos tratado, el articulo 1504 del Cédigo Civil agrega lo siguiente en su inci- 50 final: “Ademés de estas incapacidades, hay otras particulares que consisteny en a probibicién que la ley ha impuesto a ciertas personas para ejecutar ciertos' actos”. No se refiere, pues, este texto legal —hay que tenerlo en cuenta— a aquellos actos juridicos que, por tener un objeto contrario al orden piblico, estén prohibidos a todo el mundo. La incapacidad particular solo tiene cabida respec- tode los actos juridicos licitos en sf mismos, que pueden ser vélidamente ejecu- tados por cualesquiera personas dotadas de capacidad general, pero que excep- cionalmente quedan prohibidos respecto de ciertas y determinadas personas. O mejor atin: reconociendo la capacidad general de una persona, la ley la declara particularmente incapacitada para realizar determinado acto jurfdico intrinseca~ mente Iicito. Asf, segtin ya lo hemos expuesto, el menor adulto habilitado de edad cera generalmente capaz de ejercer sus derechos y de obligarse, pero la ley le pro- hibja hipotecar o enajenar sus bienes rafces y aprobar las cuentas de su tutor curador sin licencia judicial, lo cual equivalfa a establecer respecto de aquel las mencionadas incapacidades particulares!*. Otro ejemplo de incapacidad par- ie. GIuseerE StoLm, Teoria del negocio juridico, Madrid, Edit. Revista de Derecho Privado, 1959, pag, 21, parrs. Gy 7; CaMoTa FERRARA, El negocio juridico, Madrid Edic. Aguila, 1956, niims. 112, 522 y ss. : 1, Teorfa general del negocio jurtdico, *ed., Madrid, Editorial Revista de 968, nims, 169 y ss. CC, arts. 329 y ss 96 (ELA BXISTENCIA Y LAVALIDEZ DE LOS ACTOS JuIDICOS ticular es allos tutores y curadores, a quienes se les prohibe comprar los bienes raices del pupilo o tomarlos en arrendamiento, prohibicién que se hace extensiva al cOnyuge, a los ascendientes 0 descendientes al padre adoptante y al hijo adoptivo del tutor o curador'. En este caso también se trata de una incapacidad particular, porque los contratos de compraventa y arrendamiento de bienes inmuebles son intrinsecamente Kfeitos y pueden ser celebrados por cualquier persona capaz, lo que no obsta para que la ley los prohiba respecto de las personas anteriormente enumeradas, en consideraci6n a las cir- cunstancias especiales en que ellas se encuentran, 96, EL REGIMEN LEGAL DE LA INCAPACIDAD PARTICULAR. La solucién mas ge- lizada en la doctrina a este respecto, es la de que los actos ejecutados en legales que establecen una incapacidad particular, estén sancionados con la mulidad relativa, que puede ser alegada tinicamente por personas favorecidas con su establecimiento y que puede ser saneada mediante icaciOn del acto o la prescripci6n cuatrienal de la respectiva accién res- Esta soluci6n doctrinal encuentra su fundamento legal en el art{culo 1741 de nuestro Cédigo Civil, conforme al cual solo hay nulidad absoluta en los ca- sos de objeto o causa ilicita, en los de omisién de los {tos 0 formatidades exigidos por la ley para el valor de los actos o contratos en consideraci6n a su naturaleza y no a la calidad o estado de las personas que los ejecutan 0 acuer- dan, y en los actos de las personas absolutamente incapaces. Para cualquiera otra especie de vicio, la sancién e ‘que da derecho a pedir la res- cisién de tales actos, y esto por aplicacién del inciso final del citado articulo 1741 del Cédigo Ch En nvestro sentir, la precitada solucién tinica no es de recibo, porque ella se funda en Ia consideracién de que la prohibicién legal inherente a la ineapa~ el propésito de proteger a los agentes, como sucedia \do de edad, respecto del cual se exigfa la autori- ces y para la apro- relativa, en los términos de la segunda hipétesis contemplada en el inciso 1°del articulo 1741 del Cédigo Civil. Pero de otro lado, también se dan prohibiciones legales a ciertas personas para celebrar actos permitidos a todo el mundo, las que no miran ya ala sola pro- tecci6n de los a arecen con la observancia de formalidades adi- cionales, como la licencia judicial, sino que obedecen a la defensa de los terceros “Thsdem, art. 501, ° Cf, Luts Cano Sota, ob. cit, txt, nim, 708. ‘CLASIFICACION DE LA INCAPACIDAD LEGAL o7 ©. otras razones ataflederas a la moral y demés principios del orden piiblico, Tales lade celebrar compraventa entre conyuges no divorciados, y entreel padre y el hijo de familia’*. En estos casos hay incapacidad particular respecto de las personas afectadas por la prohibicién, pero los motivos de orden puiblico en que esta se apoya, imponen la solucién de la nulidad absoluta del acto de que se trata, de conformidad con la regla del articulo 1523 de Cédigo Civil, que preceptiia que hay asf mismo, objeto ilicito en todo contrato prohibido por las leyes y del sulo 1741, que sanciona expresamente este Vi __ Ensuma: para resolver el dilema que se presenta respecto de la sanci6n de 1a incapacidad particular, ha de atenderse a si el acto prohibido se hace viable mediante la observancia de una formalidad adicional, caso en el cual la omi de esta genera nulidad relativa, 0 si, por el contrario, el acto les esté absoluta- ‘mente prohibido a la persona o personas de que se trata, caso en el cual la nuli- dad de dicho acto seré igualmente absoluta, cexpresi6n “entre cOnyuges no divorciados y, ue dispone que "Son mulos absolutamente entre cnyuges, inmuebles”s y el art. 906, num, I, del C. de Co., en la expresiOn “Los cényuges no diverciados, porque estas disposiciones violan el art. 83 de la Constitucién, que de manera expresa elev Ia buena fe a norma fundamental. Y agrega la Corte que la inexequibilidad declarada no jue en casos de simulacién 0 de fraude a terceros, estos 0 el otro contratante queden de defensa de sus intereses legitimos, comoquiera que podrén ejercer ola act la accién pauliana o, en general, cualquiera de los derechos auxiliares que la toriza para los acreedores, sin que en nada le afecten, porque desaparezca la sancién de jad que en tales normas hoy se establece. SecciOn II LA VOLUNTAD Y SU DECLARACION Capiruto I GENERALIDADES 97, PrecisiOn. Sil acto jurfdico es, por definicion, tad encaminada directa y reflexivamente a la produccion de efectos jurfdicos, es claro que en él no pueden faltar ni la voluntad real del agente 0 agentes (ele- mento interno) ni la manifestacién 0 declaracién de la voluntad (elemento ex- terno). 98. La VOLUNTAD REAL. En general, la voluntad que interviene en la for- ‘maci6n de un acto jurfdico, se puede definir como la autodeterminaci6n de uno ‘omds agentes a la celebracién de dicho acto. Pero esta definicién no debe ser interpretada como si se refiriera exclu- sivamente —y en virtud de una disecci6n 0 abstracciGn artificiosa—a una sola etapa cualquiera del proceso psicofisico que supone todo acto volitivo, y en el cual, repetimos, sus varios factores y etapas sucesivas se integran en un todo, se compenetran y se influyen recfprocamente. Este proceso, que también se cum- ple en todo acto juridico, explica por qué el derecho, al emprender su valoraciGn, analiza cada uno de tales factores y etapas para determinar si el acto realmente existe o no y, en caso afirmativo, si se ha desarrollado normalmente o si, por el contrario, en cualquier momento de su iter se ha presentado alguna falla de que puedan derivarse consecuencias juridicas. Asf, pondera la aptitud psicofisica del agente o agentes y condena los actos de los incapaces; examina las ideas que han participado en la etapa intelectiva para determinar siestas han sido 0 no fruto de la ignorancia o del error de los agentes, o si constituyen méviles determinan- tes que le impriman al acto una finalidad ilfcita; investiga si el libre arbitrio de Jos agentes ha sido interferido 0 no por factores extrafios que permitan concluir ‘que el acto no ha sido realmente querido (fuerza absoluta) 0, a lo menos, que se hha consumado con una voluntad coaccionada (voluntas coacta), ete.! En todo caso, la voluntad real del agente o agentes constituye la sustancia misma del acto juridico y es en Colombia un requisito legal de este, que no puede ‘ Veanse nis. 24 y ss., supra. GENERALIOADES 20 ser sustituido por ningtin otro elemento distinto, ni siquiera por la declaracién material de dicha voluntad, como habremos de puntualizarlo més adelante. 99, LA DECLARACION DELA VOLUNTAD. Obvio es que la voluntad del agente agentes no constituye, por sf sola, fenémeno susceptible de resonancia juridi- ca, sino que ademds es indispensable que dicha voluntad se manifieste, que tras- cienda del fuero interno enel cual se gesta y desarrolla, proyectandose en la vida de las relaciones sociales que son el objeto propio del derecho (propositum in ‘mente retentum non operatur). Solamente cuando esto titimo sucede, se puede iniciar el procesamiento juridico del acto, que parte de la verificaci6n de la exis- tencia de ese fenémeno externo, la declaracién 0 manifestacién, y de sus con- diciones objetivas de legalidad, y que luego sf penetra en la esfera de la actua- cién siquica de los agentes para investigar el contenido de aquella, es decir, la voluntad real que pretende traducir Por otra parte, al enunciar los elementos integrantes del acto jurfdico, tu- ‘vimos oportunidad de esbozar dos ideas cardinales respecto de la forma que puede 0, en ocasiones, debe revestir la manifestacidn o declaracién. En primer lugar, dijimos que, en el derecho moderno, rige ¢l principio general de la consensualidad de los actos jurfdicos, que consiste en el reconocimiento por parte del legisla- dor de la libertad de los particulares en cuanto a la escogencia de dicha forma. Ast, ya dijimos que los agentes, segtin su mejor conveniencia, pueden usar de la . expresiGn oral o de la escrita, o pueden emplear signos 0 realizar hechos que, de acuerdo con la ley 0 con los usos comunes, traduzcan clara e inequivocamente su voluntad de actuar, y que, hasta en algunas legislaciones contempordneas, se admite que el solo silencio puede llegar a constituir forma adecuada de consen tiren ciertos actos juridicos. Pero, en segundo lugar, también declaramos que el derecho no ha podido prescindir totalmente del formalismo, comoquiera que, con fundamento en la necesidad de proteger la autonomia de la voluntad priva- da y de garantizar la seguridad del comercio, ha tenido que exigir que ciertos actos, en verdad no pocos, deban revestirse de formalidades mas o menos com- plejas, cuya inobservancia puede repercutir sobre la existencia y eficacia de di- chos actos?. Estas uiltimas consideraciones nos permiten formular desde ahora, un prin- cipio cuya importancia destacaremos en varias ocasiones: Ia forma de la decla- raciOn o manifestacién de la voluntad debe ser legitima, y lo es cuando esté auto- rizada por el postulado de la consensualidad de los actos jurfdicos, 0 cuando, tratindose de actos formales, se cifie a las prescripciones legales respectivas. 2 Véase mim. 265, infra Captrozo I LAS RELACIONES ENTRE LA VOLUNTAD Y SU DECLARACION 100. PLANTEAMIENTO Y UBICACION DEL TEMA. Ante todo, queremos advertir que enel presente capitulo no pretendemos dilucidar el tema tltimamente tratadoen el anterior, cual es el de la valoracién de las formas solemnes de la declaracién ‘0 manifestacién de la voluntad de los agentes jurfdicos y de las consecuencias ‘que de dicha valoracién derivan, pues repetimos que este es un problema par- ticular de los actos formales, en los cuales la forma opera como un requisite adi- ional y especifico que no tiene cabida en la generalidad de los actos juridicos. ‘Aquf se trata de exponer otro tema diferente y que tiene proyeccién mas amplia, cual es el de determinar las relaciones entre Ia voluntad de los agentes (elemento intemo) y su declaracién (elemento externo), cualquiera que sea la forma que esta revista y partiendo del supuesto de que dicha forma es leg: 0 sea, que ha sido emitida de conformidad con las autorizaciones 0 on la: gencias legales. Con otras palabras: en presencia de una declaraci6n legétima susceptible de corresponder a un acto normal, se pregunta si dicha declaracién 8 apta para producir efectos juridicos, por si sola ¢ independientemente de la voluntad que pretende traducir, o si, por el contrario, ambos elementos deben existir necesariamente y deben acoplarse entre si ‘A primera vista, el precitado interrogante parece superfluo. Mas no loes, porque en la préctica diaria se presentan casos en los cuales el andlisis jurfdico demuestra que existen declaraciones aparentes que carecen de su natural con- tenido, o sea, de la voluntad real de los agentes a que se atribuyen. Tal sucede, porejemplo, cuando la declaracién es obra de persona que ha suplantado al pre- sunto agente o que falsamente se da como representante suyo; 0 cuando la auto- ria de la declaraci6n es imputable al agente, pero la voluntad debe ser descarta~ da, v. gr., poremanar de quien ha obrado bajo el imperio de una fuerza absolute, ‘como el hipnotismo, que ha convertido al sujeto en simple instrumento de una voluntadajena, etc. Y, ademas de estos casos en que la declaraciénes “un cuerpo sin alma”, también se dan, todavia con mayor frecuencia, otros en los cuales exis- ten la voluntad de los agentes y la declaracién de esta, pero entre una y otra se presentan discrepancias mds o menos graves, porque la segunda no interpretala verdadera intenci6n de aquellos agentes. Tal sucede, por ejemplo, cuando al- guien quiere celebrar determinado negocio, como una compraventa, pero for- LAS RELACIONES ENTRE LA VOLUNTAD ¥ SU DECLARACION “ots mula declaraciones que corresponden a otro acto distinto, como la donacién; 0 ‘cuando una persona desea adquirir una cosa, pero su declaracién se refiere a otra cosa diferente; 0 cuando en presencia de un objeto tinico, el comprador le atri- buye calidades determinantes que no tiene, como ser el reloj de oro o haber per- tenecido a un personaje famoso; o cuando alguien desea encargar la confeccién de un retrato a un pintor de renombre, pero confunde a este con su ayudante; 0 cuando, por broma, jactancia u ostentacién, o por realizar simple representacién, se formula la declaracién con la reserva mental de que esta no sea eficaz, o cuando los interesados simulan un negocio y, a la vez, producen entre sf otra declara- ci6n que lo hace ineficaz 0 que varfa su naturaleza, o sus condiciones, etc. En suma: los anteriores ejemplos y otros similares demuestran que, en lo tocante a las relaciones entre la voluntad y su declaracién, en los actos juridicos pueden surgir —y efectivamente surgen— numerosos problemas més 0 menos graves y que requieren soluciones varias, segiin los casos. TOL. Las TEORIAS ACERCA DE LAS RELACIONES ENTRELA VOLUNTAD ¥ SU DECLA- RACION. Con el propésito de resolver estos problemas que venimos de enunciar, Ja doctrina jurfdica ha elaborado varias teorfas fundadas en diversos criterios, Dos de estas, que son las principales, se colocan en posiciones diametralmente ‘opuestas: la que afirma la prevalencia de la voluntad real sobre la declaracién y, alainversa, la que sostiene la primacta de esta sobre aquella. Alado de estas dos variantes principales se han formulado otras tesis, como la de la responsa- bilidad de los agentes y la de la confianza 0 buena fe de los destinatarios de la declaracién, las cuales, en vez.de aportar una soluci6n distinta de las antedichas, més bien se enderezan a prestarle refuerzo a Ja teorfa de la prevalencia de la declaracién. 102. a) La TEORIA DE LA PREVALENCIA DE LA VoLUNTAD. Es la que cuenta en su favor con la firme e inveterada tradici6n latina que, con toda raz6n, ve en ella uno de los triunfos mas importantes del pensamiento espiritualista en el campo del derecho occidental, pues esta teoria ha sido el resultado de la tenaz lucha emprendida por los jurisconsultos romanos y continuada por sus discfpulos contra el formalismo simbolista de los sistemas primitivos y contra las consecuencias derivadas de él. Efectivamente, la idea de la prevalencia de la voluntad real de los agentes juridicos, indujo a los jurisconsultos romanos a minar el arcaico principio que hacfa depender Ia eficacia de los actos de las frmulas rituales empleadas en st. celebracién (forma dat esse rei); fue la idea que determin6 la aparicién de los contratos consensuales y de los pactos pretorianos y legitimos, en los cuales la voluntad privada se liberé totalmente de la servidumbre impuesta por las solem- nidades (solus consensus obli idea que introdujo en la valoracin de los negocios privados la necesidad de investigar las condiciones psico-fisicas > 102 DE LA EXISTENCIA VLA VALDEZ DE LOS ACTOS JURIDICOS de los agentes y de los procesos volitivos desarrollados por ellos, dando lugar a la incapacidad legal fundada en las deficiencias naturales de los agentes, alos vicios de Ia voluntad, etc. Estas y otras instituciones perennes, y los innume- rables textos de los monumentos juridicos que a ellas se refieren, demuestran hhasta la saciedad Ia importancia preponderante que en ese grandioso sistema, cuna del derecho privado occidental, se le atribuy6 al contenido animico de los actos juridicos (animus, voluntas, consensus, intentio) Los precisados desarrollos realizados por los jurisconsultos romanos, quie~ nes estuvieron dotados ante todo de admirable sentido comin, ban conservado su vigencia através de los siglos y tienen firme asidero en el actual pensamiento espiritualista. En efecto, la afirmacién del predominio de la voluntad real sobre su expresién material deriva directamente del propio postulado de la autonomfa de la voluntad privada y del cardicter que aeste se le atribuye de institucién natural ena vida social, comoguiera que la tinicaraz6n de ser de los actos juridicos estri- paen la impotencia de todo legislador para regular fntegramente las relaciones {que dicha vida presenta, y ena invitaciGn que, por tanto, este tiene que formular- les a los particulares para que ellos voluntariamente colaboren en esa funcién reguladora?, Poresto, elemento verdaderamente relevante en la actuaci6n juri- dica privada es la voluntad real que la preside, y no la apariencia material que re~ sulta de su exteriorizacién mas 0 menos perfecta, De lo dicho se concluye que el viejo y conocido aforismo, segiin el cual la voluntades la sustancia de los actos juridicos, nunca podrd perder su vigencia, pese a las indebidas interpretaciones que se le han dado y que se ban prestado a crfticas aparentemente justas’. Los corolarios de esta teorfa fluyen naturalmente, No puede haber acto ju- ridico en que falte la voluntad real de los agentes a quienes se atribuye. La de- claracién o acto aparente que no obedezca a este principio, debe ser condenado de cualquier manera a la ineficacia, Tal es el tratamiento aplicable, por tanto, quam uit, neque id dicit quod vor si non vult, neque id quod vult quia fd non loquitur (Pavto, fr. 3, Digesto, De reb. dub.. 34); Prior atgue potentior est quan vox mens dicentis (Tuuexox®, ft. 7, pa. 2, "De supler.leg., 33, 10); Nullum esse contractum, nullam obligationem quae non ha- ‘Se conventionem (PeD10, fr. 1, par. 3, Digesto, De pact. 2, 4) 2 Véanse niims. 12 ss., supra. > Ast, para el racionalismo, este principio implica la afirmaci6n etrGnea de que la volun- tad individual, supuesta causa de la propia sociedad y de todas sus instituciones, constituye, con ‘mayor raz6n, laf jprema y tiniea de todos los efectos que los actos juridicos privados estan Hamados a produc, en forma tal que entre estos y aquella debe existirvinculacién cau sal concretae indisoluble. Declarado est ya que nosotros rechazamos estas tesis extremas del facionalismo: negamos que un simple hecho psico-fisico pueda pretender eficacia distinta de Ta que reconocen las normas jurfdicas, como tampoco aceptamos que Ia voluntad de los agen- tes sea causa nica o fuerza creadora de dichos efectos, porque los actos juridicos, de ordinario, producen consecuencias legales ajenas a la intencidn concreta de los agentes y que hasta esca pan a la previsién de ellos. (Véase nim. 30, supra). LAS RELACIONES ENTRE LA VOLUNTADY SU DECLARACION alos actos falsos por suplantacién de los agentes, 0 por simulacién de su repre- sentacién legal o convencional; a los actos de los impuiberes y de los dementes;, alos determinados por una fuerza absoluta (vis absoluta), que aniquile la volun- tad de la victima o la sustituya por otra ajena, etc. A la propia conclusion debe Tegarse en los casos en que la declaracién se aparta fundamentalmente de la real voluntad de quien la formula, debido alla interposici6n de factores anormales que desvien esta voluntad, como el error acerca de la naturaleza del negocio, ode la identidad del objeto o de calidades de este que se hayan tenido principalmente en mira, o de la identidad y calidades de las personas que hayan sido también la causa principal de la celebracién del acto; 0 como la fuerza compulsivo (vis compulsiva) que, sin destruir la voluntad, coloque a la victims en la necesidad de formular una declaracién contraria a su verdadero querer (voluntas coacta’. Finalmente, siempre que quede establecida la discordancia entre el tenor literal co verbal de la declaracia y la real intencién de los agentes, esta ttima debe ser preferida por el intérprete al tratar de aplicar el acto y de deducir los efectos de este (prior atque potentior quam vox est mens dicentis). 103. b) La TEORIA DE LA PREVALENCIA DE LA DECLARACION. Formulada ini- cialmente por pandectistas alemanes de fines del siglo xrx, contra la doctrina ge- neral de esta escuela, y apoyada sucesivamente en argumentos de variado ori- gen, esta teoria desemboca en el extremo diametralmente contrario al de la anteriormente expuesta: en la afirmacién categ6rica del predominio de la decla- racién sobre la voluntad real de los agentes. ‘Asf, algunos llegan aesta conclusiGn a través de sus particulares ideas acerca de la naturaleza del acto juridico. Por ejemplo, Bern considera que laesencia de je en ser estos ““manifestaciones de voluntad”, sino en constituir reglas 0 preceptos de conducta que, una vez aparecidos en la vida al, cobran entidad propia, independizsndose de la voluntad que les dio ori- ‘gen, y'se imponen por sf mismos en dicha vida y en su ordenacién jurfdica. De acuerdo con esta concepcién, que implica una confusién entre la causa eficiente dela declaraci6n, cual esa voluntad de los agentes, y el principal efecto del acto juridico, que consiste en el poder normativo que se le atribuye por la ley, dicha voluntad de los agentes se extinguiria en el momento de su manifestacién, de la propia manera que “una ola se extingue al ser absorbida por la ola siguiente” Desde tal momento, el acto quedarfa reducido a una entidad objetiva que se pro- yectarfa hacia el futuro en sus repercusiones sociales y juridicas, desvinculdndo- se de ese mundo pretérito y subjetivo en que tuvo lugar su gestacion’, + Eauio Bern, Teorfa general del negocio j ‘Madrid, Editorial Revista de Deve cho Privado, 1968, cap. 1, nim. 3, pag. 57: “En realidad, la voluntad como hecho psiquico in temo se ha determinado ya antes; se agota, como hemos dicho, con la declaracién oel compor: tamiento, yen ellos queda absorbida, Por el contrario, el precepto de autonome privada surge 404 (OE LAENISTENCIA VLA VALIDEZ DELOS ACTOS JURIOICOS ‘También se ha recurrido a la equidad en busca de refuerzo de esta teorta. Asi, se dice que los destinatarios de un acto juridico naturalmente confian en la responsabilidad de los agentes y se atienen a lo que estos declaran de manera notoria y ostensible y que, por tanto, es injusto burlar esa confianza, esa buena fe, dejando a aquellos expuestos a sufrir las consecuencias de la ineficacia del acto, fundadaen explraciones ulteriores de valor muy relativo y practicadas en un campo inaccesi de la voluntad una en n : gan toda su simpatfa a la tesis del predominio de la declaracin, a la que atribu- yen el rango de incuestionable aplicacién concreta del principio que subordina el interés particular al interés general. Asf, confundiendo evidentemente dicho interés general con la conveniencia particular de los destinatarios de la declara~ cin, afirman que tal declaracién debe prevalecer sobre la voluntad de los agen- tes, porque la seguridad del comercio y la confianza piiblica reposan en la bilidad de losactos aparentes, ostensibles, y no en el pensamiento oculto e inasible de los individuos. Ahora bien, aplicada la teorfa que se comenta con todo el rigor dogmético que le atribuyen sus partidarios, lo que afortunadamente noha ocurrido en el dere- cho occidental moderno®, daria ella lugar al establecimiento de un sistema abs- iracto y artificioso, cuyo funcionamiento mecénico aparejaria consecuencias y itivas, o més, que las propias del arcaico formalismo simbo- sf, ante el surgimiento de una declaracién desvinculado de sus antece- dentes anfmicos, pero imputable objetivamente a uno o més agentes, quienes por primera vez con Ia decl {encia como entidad drs tro viviendo su propia vida, independientemente de | {6n y con el comportamiento, y, desde entonces, aleanza exis -xterior y desprendida de la persona del autor. Opera para el fo- juntad que lo ha engendrado y, aca~ respecto a un precepto formulado frente ‘ber «qué cosa pensase y entendiese aquel que impresiGn que en eslos otros es eapaz de ‘otros, se debe, en cambio, atender, sobre todo, “Ni siguiera en Alemania, patria de los mas decididos apéstoles de logrado avance apreciable en su pues el Cédigo jento de algunos de sus redactores, consagré expresamente la teoria de fe otf05, los arts. 128] y 1282 1934, pag. 194). Satentzs con- LAS RELACIONES ENTRELA VOLUNTAD YSU BECLARACION “ fos “* desempefiarfan en este suceso papel anélogo al de los reactivos quimicos, tal de- claracién estarfa dotada de vida propia e inmanente y comenzaria a producir, porque si, los efectos juridicos predeterminados por la ley. Sobra decir que con tales presupuestos quedaria descartada de antemano cualquier investigacién subjetiva respecto del acto de que se trata: serfa inocuo inquirir silos agentes han querido ono producir algtin efecto juridico, como también estarian fuera de lugar cualesquiera consideraciones relativas a su falta de discernimiento, a posibles vicios de su voluntad, a itud de los m6viles determinantes, iteral o verbal de la declaraci6n adquiriria el valor ab- ismo les atribuy6 a las fOrmulas sacramentales, o sea, que dicho tenor determinarfa autométicamemte la eficacia de! acto; 0, como también lo han pretendido quienes confunden el papel de la autonomfa de la voluntad privadacon Ja funcién judicial, dicho tenor serviria de recipiente material de cualesquiera efectos que los jueces discrecional o arbitrariamente quisieran atribuirle al acio “de acuerdo con las condiciones socio-econdmicas del momento” y empleando para tal fin método andlogo al de la interpretacién de las leyes que, al ser expedidas, también se consideran como desvinculadas de la voluntad del legislador’. Delo anteriormente expuesto, puede ingerirse que la mencionada teorfa, al pronunciarse por la prevalencia de la declaracin sobre la voluntad real de los, agentes, pugna abiertamente con las soluciones tradicionales formuladas desde €poca temprana en la evolucién del derecho occidental. De abi el rechazo que tal teorfa ha suftido al pretender interpolarse en laciones occidentales que se inspiran en esa tradicién. Asf, por ejemplo, pese a lareiterada profesion de fe que, en favor de ella, determin6 el socialismo fascista durante la revisién del Codigo Civil italiano de 1865, lo cierto es que el de 1942, fruto de tal revision, ratifies sin deformaciones sensibles la teor(a cldsica de la prevalencia de lavo- (que se Hama Ta volunted. lamente puede estar nocidn del acto juridico ests ligada iremediablemente a lade la Voluntad.,. Seria, sobrepasar! formalismo romano el rehusar en nuestra €poca a la voluntad el derecho y él poder de asignar aun acto juridico su contenido y querer arraigarlo arbitrariamente en las exptesio- 1im. 3, Ante esta discrepancia retir que Srourt funda sus textos del Cédigo que consa- jcas latinas en punto de Ia incapacidad legal por falta de discernimien- jos del consenti ete. que, en su sentir—como en el nuestro—, se oponen 108: ELA EXISTENGIAY LAVALIDEZ DELOS ACTOS JURIDICOS 104, c) La TEORIA DE LA RESPONSABILIDAD. Esta teorfa fue formulada por IuerINc, en una época en que el dogma de la prevalencia de la voluntad real sobre Ja declaraci6n reinaba, de manera absoluta ¢ indiscutido, en la doctrina de los civilistas. De ahi que el propésito de su autor no fuera, como lo han pretendido algunos de sus intérpretes, el de modificar las consecuencias principales de dicho dogma, es decir, las relativas a la ineficacia de los actos juridicos carentes de dicha voluntad real y de aquellos otros en que se presentara grave discrepancia entre esta y su manifestacién, sino que apenas se limit6 a enfocar otro aspecto secundario del problema, cual es el de la proteccién de la buena fe de los desti- natarios de la declaracién, ofreciendo como solucién del problema la indemni- zaci6n de los perjuicios sufridos por aquellos @ consecuencia de la declaracién de ineficacia de tales actos. Asi, partiendo del supuesto, entonces indiscutido, de que el acto juridico cen que falte la voluntad real de los agentes, 0 en que la declaracién sea contraria adicha voluntad, esté condenado alla ineficacia, principio que protege alos agen- tes, Ineeinc consideré adicionalmente la necesidad de deducir la responsabili- dad civil en que estos hubieran podido incurrir, por dolo o culpa, frente alos de- mis interesados en el mantenimiento de dicho acto. Segtin el desarrollo de esta teoria, toda persona que interviene en la cele- bracién de un acto juridico, por este solo hecho, les garantiza a los dems inte~ resados la eficacia y validez de dicho acto, Por tanto, si estas no se dan, porque tal persona ha actuado en el proceso de la formacién del acto (in contrahendo) de manera dolosa 0 culposa, debe indemnizar los perjuicios que ocasione con su conducta ilfcita, y esto por aplicacién del maximo postulado que gobierna la responsabilidad civil, conforme al cual “nadie debe sufrir perjuicio por culpa ajena” (nemo ex alteria culpa praegravari debet). Pero, como ya quedé dicho, en algtin momento posterior a su formulacién, lateorfa de la responsabilidad o culpa in contrahendo de luerixG, fue adulterada y comenz6 a ser utilizada como un refuerzo de la tesis de Ia prevalencia de la declaracién sobre la voluntad. A partir de entonces, algunos sostienen que los destinatarios de una declaraci6n, susceptible de configurar un acto juridico, naturalmente confian en la “autoresponsabilidad” de los agentes y que, por tan- ala tesis de la prevalencia de la simple declaracién. Berm llega @ la conclusién contraria, apo ‘yandose tambien en los mismos textos, pero con argumentacién que no resist andlisis. Sostie~ ie 61 que el mencionado Cédigo consagra la teorfa del predomi ‘declaracién, porque al tratar la falta de la voluntad, los vicios de esta, etc.,no estable ign consiguiente la nulidad de pleno derecho, sino a. 0. instancia de interesado, lo que demos- ‘warla, en el sentir del autor que el acto produ por virtud de la sola declaracin, ‘mientras no sobrevenga la anulaci6n del act. io, carente de solidez, a nuestro ver, To contrario: si un ordenamiento positive autoriza la anulacién de un acto, porque se zea "a posteriori” que a este le falta una voluntad real, porque el agente carece de dis- ‘cernimiento, 0 porque dicha voluntad esté viciada, tal ordenanniento esté predicando a las cla- ras que la sola declaraciéa o acto aparente no basta a fundar Ia eficacia de semejante acto. LAS RELACIONES ENTRE LA VOLUNTAD Y SU DECLARAGION 107 to, para no burlar esa confianza, tal declaracién y sus efectos deben ser mante- niidos, para sancionar asf el dolo o culpa en que dichos agentes hayan incurrido. Como se ve, esta nueva versiGn de la responsabilidad in contrahendo, ya no se limita a proteger alos destinatarios del acto que deviene ineficaz por falta de vo- luntad real, otorgéndoles el derecho a ser indernnizados, sino que, pot el con- trario, pretende prestarles dicha proteccién negando esa ineficacia del acto, lo que ya no se compadece con el pensamiento del autor de Ia te 105.) La TE0RIA DELA BUENA FE. Es una combinaci6n ecléctica de las teorfas principales que contraponen la voluntad y 1a declaracién. Como ya sabemos, la Ultima de estas, con fundamento en razonamientos de diversa indole, sostiene dogmaticamente el predominio de la declaracién sobre la voluntad real. La va~ riante que exponemos aqui considera que el principal argumento en pro de la teorfa de la prevalencia de la declaracién se funda en la confianza y en la buena fe de los destinatarios de la declaracién, quienes naturalmente deben atenerse a esta por ser lo notorio y ostensible, y porque generalmente ellos no conocen la real intenci6n de los agentes; pero si faltan estos presupuestos de confianza y buena fe, tal teorfa de la declaraci6n debe ser descartada. De este planteamien- tose concluye que los partidarios de la tesis adoptan una actitud intermedia: para 3s, la declaracién que no corresponds a la voluntad real de los agentes, en prin- cipio debe ser mantenida, porque la buena fe de los destinatarios de ella debe pre~ sumirse, Y, por el contrario, si se demuestra que estos sf conocfan la falta de Ja voluntad o su desacuerdo con la declaracién, esta iltima debe ser descartada, © sea, condenada a la ineficacia. 106. Et SISTEMA LEGAL COLOMBIANO. Acotde con Ia tradici6n romana, es- paiiola y francesa, nuestro Cédigo Civil consagra la teorfa de la prevalencia de Ja voluntad. La demostraci6n de dicho aserto no requiere el recuento porme- norizado de las numerosas disposiciones de dicha obra que destacan el papel primordial que, en contratos, convenciones y, en general, en los actos jurfdicos de toda especie, desempefian los factores animicos que en ellos intervienen, tales como la aptitud natural o discemimiento, la voluntad 0 consentimiento, la inten- cién, los méviles determinantes, etc. Para ello basta el solo andlisis del articulo 1502 que, al formular la enumeraci6n de los requisitos para la existencia y la vyalidez de los actos jurfdicos en general, resume todo el sistema desarrollado por aquellas disposiciones y que, repetimos, es el de la prevalencia de la voluntad real de los agentes. Reza textualmente el mencionado articulo: “Para que una * Como autor de esta nueva versién y adulteracién de la mencionatla teoria, se sindica a uien en su Filosofia del derecho expuso lo siguiente: ial consentimiento in temo, sin voluntad ni malicia, el contrato es lo; si falta con voluntad y malicia y externamen- te se demuestra asf, el contrato debe mantenerse” (cita de Sroun, ob. cit, pég. 132, niim. 3) Bern habla también de la autoresponsabilidad de Tos agentes, en este mismo sentido. (Véase nota 5) 108 ‘DE LA EXISTENCIA ¥ LA VALIDEZ O& LOS ACTOS JURIDICOS persona se obligue a otra por un acto o declaracién de voluntad, es necesario: 18) que sea legalmente capaz; 28) que consienta en dicho acto o declaraci6n y su consentimiento no adolezca de vicio; 3*) que recaiga sobre un objeto licito; 4°) que tenga una causa licita”. Pues bien, a poco que se fije la atenci6n en el texto legal transcrito, hay que i inexorablemente que este, a la vez que condena expresamente la teorfa Ja misma forma, la de la pri- maciadela Voluntad. En primer ugar, porque el texto comienza diciendo: “Para que una persona se obligue a otra por un acto 0 declaracién de voluntad, es ne- CeSATIO! Vy 22 sey 3® ey 42.12”. Es, pues, evidente que el solo acto (aparente) 0 declaracién no es suficiente para que se produzcan los efectos propios de los actos juridicos. Ademds, es necesario que a dicha declaracién se unan los otros os queel texto enumera. Contrarioaesta evidencia serfa, pues, el inten- sladar a nuestra doctrina Ia idea extrafta de que Ia sola declaracién, una wwlada, cobra vida propia e independiente de la voluntad que la determina, En segundo lugar, como entre los requisitos legales enumerados la mayorfa toca directamente con los aspectos psicolégicos de la actuacién juridica, la exi gencia de ellos implica indiscutiblemente la consagracién expresa de la te de la prevalencia de la voluntad, ya que, como lo sabemos, esta estriba cabal ‘mente en la importancia que se les atribuye atales aspectos. En efecto, el numeral segundo del comentado texto requiere expresamente la existencia del consent jento y que este sea sano para que la declaracién pueda ser eficaz. Por con- siguiente, siel agente a quien dicha declaracién se atribuye no ha consentido en ella, no hay acto que le sea imputable. Quiere esto decir que lo que le da vida verdadera a la declaracién o apariencia externa de un acto, es su contenido anf- mico, 0 sea, la voluntad real de los agentes. Ademiés, la exigencia de que esta Juntad 0 consentimiento sea sano, implica la necesidad de valorar el iter psi- col6gico o intemo de la actuaci6n para determinar si este se ha desarrollado nor- 1 el contrario, registra interferencias de factores extrafios, como elerror, el dolo o Ia fuerza, valoracién que permite decidir si tal actuacién al- canz6 ono el grado suficiente de libertad y de conciencia requerido por la ley. En el mismo orden de ideas, el numeral primero del articulo comentado requiere la capacidad legal de los agentes, y, como ya lo sabemos, este requi- sito, en la mayorfa de los casos, se endereza a excluir del comercio juridico a las personas que, pordeficiencias psico-fisicas, no se reputan aptas para realizar un acto volitivo normal. De suerte que la exigencia mencionada tambtén impone, ordinariamente y de acuerdo con la teorfa de la prevalencia de la voluntad, la necesidad de traspasar la apariencia de los actos juridic: racién y de ponderar factores psicolégicos. Ademés, el numeral cuarto ticulo exige la causa licita (que también debe ser real)". Y, como “se entiende "CC, art 1524. LAS RELACIONES ENTRE LA VOLUNTAO Y SU DECLARACION por causa el motivo que induce al acto 0 contrato™', esta otra exigencia también implica la ponderaci6n de elementos eminentemente subjetivos, como lo son esos miviles determinantes de la voluntad. Redondea el sistema esbozado el articulo 1618 de la obra que se cita, pues gue, al sentar la regla de que “conocida claramente 1a intencién de los contra- debe estarse a ella mas que @ lo literal de las palabras”, ratifica con én- esis de que nuestra legislaci6n indiscutiblemente consagra la prevalen- cia de la voluntad real de los agentes sobre la expresién material de ella. 107. La PROTECCION DE LA BUENA FE. La adopci6n por nuestro Cédigo de la teorfa de la prevalencia de la voluntad real y de todas sus consecuencias, en Io tocante a la ineficacia de los actos juridicos cuya apariencia o manifestacién externa no corresponda aesa voluntad, no significa que dicha obra hubiera dejado en injusto desamparo alos destinatarios de aguella manifestacién. Por el contra- rio, aun anticipandose a las soluciones propuestas por la doctrina y adoptadas por legislaciones posteriores, expresamente estableci6 medidas que, conjugan- do la buena fe y la responsabilidad de los interesados, dejan a salvo los derechos de tales destinatarios: a) Los agentes, protegidos con la inefici tido por ellos, no estén exentos de responsal produce a causa de haber observado una conducta dolosa 0 culposa en el proce- so de la formacién de dicho acto (in contrahendo). El méximo postulado de todo el derecho y piedra angular de la convivencia social es el de no perjudicar a nadie (neminem laedere), que se traduce en el establecimiento de una obligaci6n ge- neral a cargo de todo el mundo de observar siempre una conducta honesta, di- ligente y cuidadosa. ¥ Ia violacién de esta obligacin general da lugar ala res- dad del infractor, quien queda sujeto a la indemnizaciGn de los perjuicios 1s a otros. Tal es lo que reza el articulo 2341 del Cédigo Civil, a cuyo tenor: “El que ha cometido un delito o culpa, que ha inferido dafio a otro, es obli- gado a la indemnizacién, sin perjuicio de la pena principal que la ley imponga por la culpa 0 el delito cometido”. Latesis de la responsabilidad 0 contrahendo, formulada por IHE- RING, es aplicacién concreta de esta institucién que, repetimos, tiene alcance general. Quien interviene en la celebracién de un acto jurfdico debe obrar (in contrahendo) con ta honestidad, la diligencia y el cuidado necesarios para que los otros interesados no sufran perjuicios. Por tanto, si estos se producen por- que el acto deviene invalido o ineficaz a consecuencia del dolo o de la culpa de uno de los participes, este incurre en la obligacién de indemnizar tales perjui- cios. “ia del acto realmente no consen- " Thidem, art cit, DE LAEXIGTENCIA Y LA VALIDEZ DE LOS ACTOS JURIDICOS. De lo anteriormente dicho, se concluye que la aplicacion de la respon- sabilidad 0 culpa in contrahendo, no requerirfa su declaraciGn legal concreta. Sin embargo, el articulo 1512 de nuestro Cédigo la contempla expresamente. Reza dicho articulo: “El error acerca de la persona con quien se tiene intencién de contratar, no vicia el consentimiento, salvo que Ia consideracién de esta ~~ persona sea la causa principal del contrato. Pero, en este caso, la persona con quien erradamente se ha contratado, tendr derecho a ser indemnizada de los perjuicios en que de buena fe haya incurrido por la nulidad del contrato”””. b) Incurriendo en incoherencia, determinada por la deficiencia doctrinaria de la época, el Cédigo establece una solucién diferente para caso andlogo al de error acerca de la persona, cual es el del error en los méviles determinantes, 0 sea, de la falsa causa de los actos juridicos. En este caso, la resci cidn del acto viciado solamente procede cuando esos méviles determinantes afectados por el error, han sido conocidos por los otros participes en la celebra- cin del acto. Esta solucién, que es la general en el sistema jurisprudencial francés y Ia acogida con el mismo alcance por nuestra Corte Suprema de Justicia’, también std expresamente consagrada por el Cédigo Civil en el caso conereto del error acerca de las calidades accidentales del objeto". Cuenta ella, ademds, con s6- lidos fundamentos racionales y juridicos. En efecto, los méviles o motivos que entran en juego en los actos voluntarios son eminentemente subjetivos y, de ordi- nario, muy variados: unos serén serios y otros frfvolos; unos lcitos y acordes con la moral, otros legal o éticamente condenables, etc. Por tanto, para que tales, méviles puedan ser objeto de valoraci6n juridica, ante todo tienen que incorpo- rarse realmente al acto respectivo, repercutiendo en su celebracién. Con otras palabras: entre los miiltiples méviles que pueden intervenir en la etapa intelec- tiva-racional del iter psicol6gico del acto, existen algunos que no alcanzan a influir en el des: ‘de tal proceso: son indiferentes al paso que otros sf pesan decisivamente en la intencién resultante: la dererminan y, por esto, son los que le interesan al derecho. ‘Como es obvio, para poder realizar esta selecciGn entre los méviles es in- dispensable que ellos trasciendan del fuero interno; que sc exterioricen, bien sea porque el agente los declare al product su manifestacién de voluntad, o bien sea porque, antes de tal manifestacién, de cualquier manera se hagan conocidos. Es, pues, razonable y conforme a la metodologia juridica, que se desinteresa de Jos fenémenos que no alcanzan resonancia en la vida social, como los hechos legal, redactado por el sefior Beto y que, se repite, es una aplicacién par- io general cousagrado en el art. 2341, contiene, por tanto, una clara form JaciGn de la teoria dela culpa in contrahendo, por primera vez propuesta por Idexic en a misma LAS RELACIONES ENTRE.LA VOLUNTAD Y SU DECLARAGION 4 psicol6gicos ocultos, la exigencia de que los méviles determinantes dela voluntad sean, alo menos, conocidos de los destinatarios de la manifestaci6n de esta. De. tal suerte, el comentado requisito viene a proteger, de contera, la buena fe de los participes en la celebracién de los actos jurfdicos, cuando ellos ignoran, POF ser ocultos, los méviles o motivos que animan la intencién de los otros agentes!s, respecto del orfa de Ia prevalencia de la declaracién (ob. demuestra precisamente lo contrari En efecto, ya sabemos que la teoria. sar que esta, una ve2 formulada, cobra vida propia y se independiza de !a Voluntad jea de los agentes, en forma tal que no puede ser invalidada a consecuencia de inves. 1s ulteriores relativas @ esa voluntad. Por consiguiente sila ley italiana requiere que jos yeleumplimientode este in del acto cuando, en vietud de una investigaci6n @ posterioy, son falsos o err6néos, es més que evidente que la referida ley ‘consagra la teorfa de la prevalencia de Ia voluntad real. er 1b

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