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En este capítulo abordaremos la unidad y. 1a div-ersidad de la vida hmana y de su cultura,


así eomo ]os diversos tipos de sociedad en los que viven los seres humanos. El conceptü de
€HHtuffa es uno de los más utilizados en sociología. Cuando pensamos en el término «cultu-
ra» en la conversación diaria con.ieme, solemos considerar que equivale a «1os aspectos
mentales más elevados.,), como el arte, la literaturaq la "1sica y la pinttira. Tal como lo em-
piean ]os soció1ogos, incluye tales actividades¢ pei.o tambiéii otras. La cultura tiene, que vei.
con las foi.mas de vida de los miembros de una sociedad o de sus grupos, Incl+"e el modo
de vestir, ias costumbi.es matrin"iiales y ia vida í:amÍ1iar, las pautas laborales, ias ceremo-
nias religiosas y ia foi." de emplear el tiempo libre.
«Cuítura» se distingue conceptualmente de «sociedad», pero existe ma eslrc€ha rela-
ción entre ambos coi"eptos. Una s®¢iedad es un sistema,.de interrelaciones que víncuía a
los ridividuos, En est-e sentido, Gran Bretaña, Fí.aficia y- los Estados Unidos, por ejemplo,
sc)n sociedades compuestas poi- miilones de personas_ üti-as, como las de ios antiguos €aza-
dores y i.ecoiectoi.es, pueden i.educirse a treitita o cLtai-enta ritegj.amtes, A todas las socieda-
des ias une el hecho de qtie sus miembros se oi.ganizan a partír de re!acic)nes sociales es-
tructLiradas que se basan en una única cLjltura, Ninguna cumira podría existir sin sociedad.
T'ampoco puede habei. una so€iedad sin cÜ1tur¿n. Sin e11a no seríamos en absoluto «huma-
nos)>. en el sentido en que riormalmente eníendemss este término. No tendrí8mos una len-
gua en la que expresamos ní coficiencia de nosoti.os mismos, y nuestra habiiidad para pen-
saÍ- y i.azonar se vería considerablemente iimitada.
Las vai-iaciones cLiiturales que dífei.encíam a ios seres humanos están í-eíacio!iadas con
los tipos de sociedad; en este capítulo compararemos y conti-astaremos las diversas formas
de sociedad que se han dado en la historia. El objetivo de ello es establecer m estrecho
vínculo entre dos aspectos de la existencia humana: 1os difei-entes valores y productos cu1-
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mralcs que han desan.ollado los sefes himanos y los tipos opuestos de socieciad en los que Es posible
ha teni(!o higar el desal.rollo cultura1. Con demasiada ñ.ecuencia ia cultura se debate al mLmidad: pu(
m;¡rgcn dc la sociedad, como si ambos elementos no tu¥iei.an mucha relación. Sin embargoq mjentras que
í:§tán estri.¿.hamente ímbrícados, A lo largo de £ste capítulo centraremos nuestra atención müdidad mat,
en i.órno ha í*-€ctado ei cambio social al desím.o11o cultui.ai humano. F,n los ±partados fina- qtiiía. En nue:
¡L-s ¿.xamin;iremos alaunos fiacrores que c.ontribuy€n al i-ambio soc.ial e investigai-emas !os bicncs e i¡ifioi
címbios esp¢cialmente prc)ftmtios qu€ him t¿micio lugar elt la época c.(mtemporánea. ffentados.

Ei concepto de cuttura Íl cambío de

A los sociólogos, cuando hablan de culturíi. 1L`s imc!-csaii máS !os aspectos api-eiididos tie I_i)s valores y
las socicclades 1"nana.s qu€. 1os hiícciados. Estos Liementos i.Liiturales los comparten los damos por set
miiinbros dc la socieclad y permiten qLie haya coop€ríiL.ión y L.t)mmicación, Forman el con- monio y cl he
texto c{)mún c.n el qic los indiv-iduos de Lm.qocíedad v.ivffi su vicla. La cultura de uiia so- res quc eran
ciedad se compone tanto de íispectos imangibles +J.reenL-ias. ideas y víik)res que dan con- ¥ida íntima h
tenido a la culturí+- c(mio iangibles: objctos, símbolos o tecnologíits que representan ese ei capí'tulo 7,
contenído. miefito se íút€
En enero c
ios priiicípale
Vaiores y iiormas mLmto de ia d
cias del prim(
F,n ti)das las culturas son fundamentaies las idetis qiie definen lo que se considera impoi.- cadas siguien
tante, vaíioso o iieseable. Estas ideíts abstríictas, o valores, iian sigriiÍ'icado y orientación a r)aís pueda af
los seres humaíios cuaticio íntei.actúan con el mmdo socia1. Por ejemp]o, la moiiogamia -1a ptmeses tiene,
±.idelidad a mia única pareja sexu.il- es uii vaior destacado de la mayoría de ías sociedades a la conclusiÍ
("cídentales. Las normas son regias de comportamiento que reflejan o encarnan los valo- igualdad, y p(
res de un¿i culttira, Valores y normas funcioiian conjiimamente dLiitro de su entoi.no. Por (iad y unifom
ejemplo, en las culturas que tíenen el ap"tdizaje en alta estima las normas culturales ani- qt!e reflejan e
marán a 1()s cstudiantes a ciedicar gran energía a esta actividad y apoyarán a los padr£.s azul marino i
cuando tengcm que hacer sacrificios para la educación de sus hijos. En una cultura' que con- quedarse hast
ceda una gi.an importancia a la hospitaíidad. ias normas cuituraíes pueden guiar las expec- crita que afec
tatjvas sobre la práctica de hacer regalos o sobre el compc"iamiento social tanto del invita- res evitan que
do com() dcl anfitríón. que serán ese¡
Los valorcs y las normas varían i-onside!.ablemente de unas cultura_¢ a oti.ais. Algunas va- Las norm€
1oran mucho el individualismo. mientras que otras haccn más hinL.,apié en las necesidades para decir si ,
c.{)mpartidas. Sirva un sencillo ejempio para dejar ciai.o este punto. En Gran Bretaña, a ]a japoneses. SÍ¡
mayon'a cte lüs escolares les cscandalizaría dai-se cuema de que im compañero está «copían- sobresale»-
do» en +m cy3miii. En este país, tai práctica va contra valores íündameníales como la supe- formidad y m
ríicjóii pei.s(,mal, la igualdad de oportunidades, el esí-uerzo y el respeto por «las reglas». Sin Muchos d€
L.mbargo, puede que a los estudiantes rusos les desconcertara la indit,cmación de sus cümpa- les. Como vei
ñeros británicos. Ávudar a los demás a aprobar un exímen pt)ne de niai]ifiesto el valor que tos, gestos y (
Íos rusi).s ctmc€den a la igualdad y a la resolucíón c¢Íee!iva dc. íi)s problemas frente a la au- ello puede ap
toriciad. PiLmsc- en." propia reaccíón ant.e estc hi-cho. t,Qué información ie da sobre los va- públi¿.os- en
k}i.es de su socic.dad? rio existe !a g.
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Í-., - _7J'_..^^r: 53

en los que Es posibie que haya valores contradicto?.ios, incluso dentro de una misma sociedad o co-
debate al munídad: puede que ciertos gi.upos () individuos valoreíi creencias religíosas tradicionaies
embargo' mientras que otros estén a í'avor deí pÍ-ogreso y de la ciencía. Donde unos prefieren la co-
a atención modidad material y el éxito, otros pueden ser partidarios de la sencillez y de una vida tran-
.ados fina- qüla. En nuestra cambiante época. que se liena con el movimiento global de perscmas. ideas,
u.emos los bienes e información, no i.esulta sorprendente encontrar ejemplos de valores culturales en-
;a. ffentados_

El cambi'o de los valores y c!e las normas culturales

mc1Ídos de Los valores y normas cultura]es suelen cambi¿.ri. con el tiempo. Muchas normas que ahorí!
parten los damos por sentadas en nuestra vida privada _omo las relaciones sexuales antes del matri-
ian ei con- monio y el hecho de que haya parejas que vivanjuntas sin casarse- van en contra de valo-
de una so- res que eran muy habituales hasta hace pocas décadas. Los valores que orientan nuestra
3 dan com vida íntima han ido evolucionando de foma gradual y. naturai durante muchos años (véase
sentan ese el capítulo 7, «Familias»). Pero ¿qué ocurre cuando las normas culturales y de comporta-
miento se a]teran a propósito?
En enero de 2OOO, una comisión del gobierno japonés publicó un informe que perfilaba
los principales objetivos de Japón para el siglo xxl. Frente a la recesión económica, el au-
mento de la delincuencia y el alto índíce de desempleo, la comisión se constituyó a instan-
cias del primer ministro con la tarea de indicar una nueva ti.ayectoria para el país en las dé-
era impor- cadas siguientes. Sus principales conclusíones sorprendieron a i"cha gente. Para que el
entación a país pueda afrontar adecuadamente los males sociales de la actualidad, los ciuciadanos ja-
zamia -la poneses tienen que estar menos apegados a sus valores funclamentales. I_a comisión llegaba
;ociedades a la conclusión de que la cLhtura japonesa concede demasiado valor a !a conformidad y la
:1 1()s vaío- iguaidad y pedía que se tomai.an medidas para reducir el «excesiv.o grado de homogen€i-
:torno. Por dad y uniformidad» de la sociedad. Apuntaba algimas facetas básicas de ia vida japonesa
LiraleS arii- que reflejan esta conformidad: casi todos los escolares del país líevan un mismo Lmiforme
los padi.es azul marinQ que enmascara ¡os rasgos índividuales. mientras que los empleados suelen
a que COn- quedarse hasta tarde €n la oficina aunqu€ no tengan necesidad. a causa di. una reglíí no cs-
las expec- crita que afecta al hecho de irse pronto. Scgún ias "nchisione¢ de la comisi('m. c,stos valo-
deí invita- res evitan que los japoneses asLman ideag relacioncqdcis con el aumcnto del poder indiv-idual
que serán esenciales en los años venideros.
lgunas \,,-a- Las normas y los valores culturales se hallan muy enraizados y. es dema§iado pronto
Licesidades para decir si un gobierno tendrá éxito en su pr€tcnsión de alterar los t,,-ak)r€s tradicicmales
etaña. a la japoneses. Sin embargo, un dicho tradic¡oml japonés +thay que amartillai. ei clavo que
á «copian- sobresa¡e»- sugiere que puede costaí. cierto tiempo y esfuerzo debilitar los valoi.es cle con-
1O la supe- fomjdad v modestia de la cultura japonesa.
3glas». Sin Muchos de nuestros comportamientos y hábitos cotidianos se basan en normas cultura-
us compa- les. Como veremos en el capítulo 4 («Interacción social y. vida cotidiana»), los movimien-
l valor qu€ tos, gestos y expresiones están muy influidos por £actores culturales. Un claro ejemplo de
ite a la au- ello puede apreciarse en la forma de someír de las personas -..-sobre todo en los ámbitos
bre los va- Públicos- en diferentes culturas. Entre los inuit (esquimales) de Groenlandia, por ejemplo,
no existe la gran tradición de «sonreír en público» que se da en muchos lugares de Europa
?)

54 . . l - .
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-,iíá,*#,ñ,otgxm,,n,;.,Íú±it>:,^ü!.ri{noii

Occidental y Norteamérica. Esto no signifi- sentido las


ca que los inuit sean distantes u hoscos, cubrirá en
sino que, simpiemente, sonreír a los desco- colonia] isn
nocidos o iiitel.cambiai. cumplidos con e11os nes se disp,
no es ,.ma pi.áctica habitual. Sin embai.go, al aparición d
extenderse ia indust?-ia del sector servíc.ios pone de va
r_m el país en íos ú1timOS añOS, lOS LinPi-eSa- c ontemp or:
t.ios lian realizado esfuerzos por «inculcar)) ejemplo. pt
la sonrisa como valor cultura1. Se cree qiie y chínos.
soni.eír v mostrar una acti"d educada aí±te La idea
ei i-lient-e son prácticas €senciales para que Lma socied:
Un ejemplo de choqiie culiural entre Oriente y Oc-
un negocio sea competitivo. F,s más posible sociedad p(
cjderite: un pcrrito quc en Europ¡i recibiria las {qten-
que un cliente vuelva a un establecimiento 1os naturist
ciones cle un ímimal de eompañía puede ser veridí-
sí se le recibe sonriendo y se le dice «que guidores d
do como manjai. familiaf eri Chiíia.
tenga un buen día». Ahora, en muchos su- ma detenn
permercados de Groenlandia, a los depen- La cultu
díentes se ies enseñaü téLiiicas para ciar servicio con amabilidad mediante vídeos, ¡y los sociales, ai
empleados de algunas cooperativas han llegaclo a ser enviados al extranjero para asistir a Las subculi
cursoS de formación! La apeiiura de restaurames de €omida !.ápida como McDonald.s ha las normas
íntroducído pot. prímera vez un tipo de sLi.vicio de cuño occidenta1. A los empleados de minante. L(
csta c.,adLma se les ha enseñ¿rtcio a dar ía bienvenida a los clíentes, a presentarse y a sonreír de vida, soI
con proíiisión. Aí princípio, estos i.equisitos proclujeron cierta incomodidad en los trabaja- culturas coi
dores, para qiienes este estilo result.aba falso y artificial. Sin embai.go, con el tiempo, la sus opinion
idea de sonreír en públjco --al menos en e1 1ugar de trabajo- ha llegado a aceptarse un
pocomás.
El etnocem

La di.versi®dad cuitural Cada cultur


11os que prc
No sólo varían las crÍ:encías culturales de una i-ultura a otra. Los tipos de comportamiento le resulte fa
y de prácticas de los seres humanos también presentan una asombrosa varieda'd. Las Í'oi.- pectos de la
mas de coínportamiento aceptadas varían enormemente en cada cultura y, a menudo, con- no formen l
trastan de forma notable con lo que los occidentales consideran «normal». Por ejemplo, en ten el misH
Occidente hoy- en día se considera que los niños o niñas de doce o trece años son demasia- bastante díf
do jóvenes para casarse. Sin embargo, en aígLmas cu]turas, es noi.mal ac,ordar matrimonios gente se siej
enti.e criaturas de esa edad. En Occidente €omemos ostras y no gatitos o cachorros de pe- perdido los
rro, pero éstos son auténticos manjares en algunas partes del mundo. Los judíos no comen rodea y aún
cerdo, mientras que ios hindúes sí lo hacen, aunque i.echazan la carne de vaca. Pai-a los oc- Las cultt
cidentaies, besarse es una manifestacíón noi-mal del compoi.tamiento sexual, pero en oü-as entender las
muchas cultui.as se desconoce esta práctica o se consiclera repugnante. Todos estos rasgos presupuesto
diversos del címportamiento son aspectos de !as amplias ctifei.en¿.ias cultiii.ales que distin- pios signifi(
guen a unas sociedades de oti.as. ció1ogos se ,
Las sociedades pequeñas. como ias de cazadores v rei-olectorcs, suelen ser culturalmen- en juzgar ot

i
te uníformes. Algunas modei.nas. eomo Japón, han manteniclo bastante su carácter J%c)?!o- rnanas son t.
c.¿í/í!!;.¢íí y se caractei.izan por altos níveles de /?oI#og¿"¿,¡'c?¢d c!í/f!óf.í?/. Sin embargo, en este resulte dific.

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_ <-\,í t€si,-o.q¿:,,é .?rí-- 3- -Q_-:_J
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m,' +, ,,, + +J,+ , ,/ r^_¢fZ.,+++¢,l¡...

) no signifi- sentido las socieiiades se están haciendo más diversas, más J?Í#Ífí'c,!ÍÍrÍ#.Í7/cá.. Como se des-
; u hoscos, cubrirá en el capítulo 9 («Raza. etnicidad y emigración»). proci-sos como la esciavítud. eí
i los desco- colonialismo, la gueri.a, la emigración y la globalización actual han hecho que las poblacio-
)s con elíos nes se dispersen y se establezcan en nuevas áreas saltándose las fronteras. Así se prociuce la
embargo, aI aparición de sociedades que son conglomerados culturales. en las que la pobiación se com-
)r servicios pone de varios grupos de diversa procedencia cultural, étnica y lingüística. En las ciudades
)s empresa- contemporáneas conviven muchas comunidades subculturales: en el centi.o de Lonctres, por
«inculcar» ejemplo, pueden encontrarse antillanos, pakistaníes, indios, bangladesíes. itaiianos, griegos
;e cree qt". ychinos.
!ucada ante La idea de subcultura no só1o designa a los grupos étnicos o lingüísticos que hav en
:s para que una sociedad. También afecta a sectores de la población qu€ se dístinguen del resto d€. la
nás posíble sociedad por sus pautas culturales. La idea de subcultura es muy ampiia y puede inchiii. a
)lecimiento los naturistas, góticos, piratas informáticos, #!Í)p¡.es, rastafáris, aficionados al Á¡Í7-?¡op o se-
) dice ttque guidores de un equipo de fútbo1. Algunas personas pueden identificarse claramente con
nuchos su- una deterrinada subcultura, mientras que otras se mueven sin problemas entre varias.
los depem La cultura desempeña un importante papel en la perpetuación de los valores y normas
leos, ¡y los sociales, aunque también presenta grandes oportunidades para la creatividad y el cambio.
•i.a asistir a Las subculturas y las co#frclc#Jr!"as -grupos que en gran medida rechazan los valores y
)onald's ha las normas sociales preponderantes- pueden propugnai- ideas altemativas a la cultura do-
pleados de minante. Los movimientos sociales, o gi.upos de personas que comparten una misma forma
y a sonreír de vida, son poderosas fterzas de cambio dentro de las sociedades. De este modo, las sub-
•os trabaja-
culturas conceden a las personas la libertad de expresarse y de actuai- en conscmancia con
tiempo, la sus opiniones, esperanzas y creencias.
;eptarse un

El etnocentn'smo

Cada cultura tiene sus propias pautas de comportamiento, que resultan extrañas para aque-
llos que proceden de otro ámbito cultural. Si usted ha viajado al extranjero, probablemente
iiiamiento le resulte íámiliar la sensación de encontrarse en "a cuitura nueva, Puede que cieíios as-
. Las for- pectos de la vida cotidiana que usted da por hechos inconscientemente en su propia cultura
udo. con- no formen parte de la vida diaria en otras partes del mundo. Incluso en países que compar-
3mPjO. en ten e] mismo idioma, los hábitos, costumbres y comportamientos cotídianos piieden ser
demasia- bastante diferentes. ¡ La expresión s;¡oc¿r ciííf!í7.cIJ resulta muy apropiada! Ccm frecueneia. la
trimonios gente se siente desorientada cuando se adentra en una nuev-a culmra. Esto se debe a que han
os de pe- perclido los puntos de fefiei.encia familiares que les ayudan a comprender el mundo que l€s
10 COlnen rodea y aún no han aprendido cómo manejai-se en esa m"v-a cultura.
\.a los oc- Las culturas pueden sei. extremadamente difiiciles c¡e captar desde fuera. No podemos
en ott.as eiitender las prácticas v creencias al margen de las culturas de las que forman parte. Es un
)S 1'aSgOS presupuesto clave de l.a sociología el que una cultura ha de estudiarse a partir de sus pi.o-
ie distin- pios significados y valoi-es. Esta idea también se denomina relatívismo culttiral. Los so-
ció1ogos se esfiJerzan, en la medida de lo posibie, poi. evitar el etn®centrismo, que consiste
ira lm en- en juzgar otras cuituras mediante la comparación con la propia. I)ado quc ias culturas hu-
L,I nlOnO_ manas son tan variadas, no resulta sorprendente que a los que provienen de una de e11as les
en este resulte diftil aceptar las ideas o el comportamienlo de los habitantes de otras.
56 oEi:B ÍmH¡!E H

Es frecuente que los que saben de música popular di.stingan al escuchar una canción las in-
fiuencias esti[ísti[as que han ayudadü a cünformarla. Después de todo, cada estito musícal
repres€nta una maTíera Ca racten.stíca de cc!mbinar ei ritmo, la melodía, la armonía y la letra.
V aunqu@ no hace faita ser un genía para percibír las dífersncias que hay entre el grtÁ#ge, ei
rock duro, el tecno o ei #?<p-#op, las músicos mezelan con frecuenci`a varios estilos al hacer
cancíGnes, Identificar los componentes de tales combinaciones puede resultar dificii, pero
para los sociólogas cutturales el esfuerzo suele merecer la pena¢ lo habítual es que de cada
rupo süci'al surja un estilo musical diferente, y estudiar cómo se combinan y funden los es-
tilos es una bueria forma de müstrar gráficamente los contactos culturales qi!e existen entre
toSgrupos.
Algmos so€íólogos de la cultura han centrado su atención en ta músíca feggcíe porque
ejemptifica el proceso de creación de nuevas formas n"sicaies a partir de los contactos entre
divgrsos grupos socíales. Las raíces del r€gg#e pueden situarse en áftica Occidentala En el si-
gio xvli muchas perso"svde esa regíón fuem esclavizadas por los colonizadores británicos y
fletadas hasta tas Antíllas para que trabajaran en las plantaciones de azúcar. Aunqu€ 1os bri-
tán¡€os intentaron evítar que los esclavos tocaran músi.ca tradicional africana, por miedo a
que les s?'rviera como elemento aglutinante para la revuelta, los esciavas se las arregkmn
para mantener viva su tradicíén percu5íva, a vece5 integrándola con los estilos musicaies eu-
ropeQs impuestos por sus dueñGs. En damaica, los tambores de "oide los grupos de escla-
vos, los ¢ÍJrrw, fuerün abiertamente tolera!os por lo5 terratenientes esclavistas porque ayu-
daban a mantener el rítmo del trabajo. La esclavítud fue fi'nalmente abolida en Jamaica en
1834, pem la tradici'ón de los tambores de los óurr# se mantuvo, incluso cuando muchos de
sus hombres abandonaron las zonas rurales para emigrar a los barrios bajos de Kingston.
rue e/n estos arrabales donde cümenzó a surgir la nueva religión que habría de ser crucíal
para gl desarro[lS dg[ rgggfig. En 193O, en áfrica, un hombre llamado Haíie Selass¡e fue coro-
nado gmperador de Etj`cii¡ía¿ Mientras que los que se opon¡an en toda el mmdo al coloniatis-
mo eumpe¢ se aiegraron de, su acceso al trüno, en las Aííti'llas algunas personas cümenzaron
a pensar que Sstassíe- era un dios €nviado a la tierra para canducir hacía la libertad a los
oprimidos de áfrica. uno de ¡os nombres de Selassi'e era el de «prim.pe Ras Tafari» y los an-
tiliarios que lo adoraban se hici'eron llamar «rastafaris». Pronto surgió entre los #urru el cul-
to rastafari, y su músi€a paSó a combínar el ti.po de percusión de ese grupü con,temas bíbl+
cc)s atusivos a la Qprestón y [a tiberación. [n b décala de 1950, los müsicos antíila"
comenzaron a mezclar los ritmos y letras rastafaris con elementos detjcízz y el r#yf#m cJÍ)d
*,,-é,i*,-: s-Ñ:.'m:9ííi±Íñs¢éiíÍ#;tiiRBií&Ítñ3 s€»Sifi%afS

Aplicar el relativismo cultural -es decir. prescindir cie creencias culturales propias y En los
arraigadas para examinar una situación según los criterios de otra cultura- es ma práctica guerra civ
• taiibán,ur
cargada de incertidumbres y desafiios. No só1o puede resu¡tar dificil eonsiderar las cosas
clesde +m punto de vista completamente diferente, sino que a veces pueden plantearse in- Bajo el gc
qui¿iantes cuestiones. ¿Acaso signifii-a el relativismo cultm-al que !oíJf¡s las costumbres y metidos a
comportamientos son igualmente legitimos? ¿Hay ciertas reglas que todos ¡os seres l"ma- coyasus
nos debamos i.espetar? Pensemos en el caso siguiente. zaalosp
^~`~^ / -.,r,,,,J,.

€v,¢*ii:.++ ^. ,. ,<Á-=-
t.,`-ffíár,',.i¥ , `,,',^ , ,,XÁ'r€.rs l
57
t.a b,., ,+. iz.¢..*

:ión las íri-


ilo musical

y ia letra.
grurige, el
3s al hacer
íficil, pero
J€ de €ada
]en [os es-
isten entre

?#g POrqu€
ictos entre
l Enelsi'-
ritár¡icos y
ue los bri-
i miedo a
arregia rü n el sk¢ y, posteríor-
iCdles eu- mente, a finales de los sesenta, el fieggfte, que se basa en un ritmo relatiyamerite tento cSr¡
de escla- un bajo marcado y en histor¡as que hablan de las privaci'ones en las zonas urbamS y de[ po-
rque ayL!- der de ia concíencia social co[ectiva. Muchos arti.stas del Í€ggae, como Bob Marlgy, han lQ-
¡maíca en grado éxito comercial,ry hacia los años setenta este típa de músíca se escuchaba por ±Sdü e[
luchos de I"ndo. En las décadas de 1980 y 1990, el rgggfie se fundíé con el #J'p-#op (o rtrp) para pro-
..tGn.
ducir "gvos sonidos, como los que pueden escucharse en el trabajo de grupos como Wu-
er crLici'al Tang Clan y ios Fugees (Hebdige, 1997).
fue coro- La historia dei reggge es, por tanto, la del contacto entre diferentes grupos sociales y ia
)lor)ialis- de los signíficados -políticos, espi'rituales y perscmales- que tales grupos expresaban me-
rienza ron díante su müsícao La globalizacíón ha hecho más i¡itensos estos contactos. Áhora, por ejem-
•.ad a los
plo, m jwen músico escandinavo puede crecer escuchando müsica producída por hombres y
Í lOS an- i"jeres de los sótanos del barr]'o londinense de ,Notting Hül y, a la vez, estar muy influido
# eicul- por tas ínterpretaciones de mariachis que se retransmiten en directe v].aJsatélite desde Méxi-
as bíbLí- co D. E. 5i el númera de contactos entre loí grupos e5 un determinante crucíai para ei ritmo
itiuanos de la evoluci'ón mi!sicaí, se puede pronostícar qLie, con el desamuü del proceso de gtobaii-
:hm í]nd zaci'ón, hahrá una auténti'ca profusión de riuevos estílas en los años venideros.
:`.Wírí¡wstÍSXZ>Ífíj¡:¡iS#:lüíi±^ :=4'z,:- "' +¡ ' r ,, ,«''ilXY,

opías y En los años siguientes a la rctii-ada soviética dc Afgaíiistán, las luchas intcstiiias y l,?
)rácti ca guerra civil se adueñaron de esta zona. Gran parte del país pasó a estar controlado por los
s cosas talibán, un grupo que pi.etendía construir una sociedad pura basada en pi.incipios íslámicos,
u.se in- Bajo el gobiemo talibán, todos los aspectos de la vida de las mujeres afgana.s se víeron so-
1breS y metidos a estrictas normas, que afectaban a su forma de vestir, a sus movímiemos en públi-
huma- co y a sus asuntos personales. Para salir de casa, las mujeres tenían que cubrii.se de la cabe-
za a los pies y ocultar su rostro tras una especie de malla® Perdieron el derecho a trabajar
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¿ifectí.m al c
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La soc.ia
niñ() aitera
cTxpcri memz
ac!ividades
r,ersofias im
puesto. de e
Í?erac.iünes f
i:i víni.ulo enti.e la madre y el niño subyai-e en muchos de ios procesos de socialización prilnaria, dando dura toda la
lugar más tarde a agentL.s de socialización secundaria más fomales, como las escuelas. iio por las i?
sus potenci¿
Los socit
Íúera de casa y a la educación. Para muchos académicos musulmanes la versión de la sj¡c!- des fases, q-
rÍ'(I de los talíbán es muy severa. A pesar de las críticas de la commidad internacional y de ios que tien
enérgicas campañas de defensa de las mujeres afganas, los talibán sostem'an que sus po1íti- rre en la eta
cas hacia la mujer eran esenciales para la construcción de una sociedad casta en la que ellas Es el mome
fueran totalmente respetadas v en la que se venerara su dignidad. i. omp ortami
¿Pueden ser aceptabies las polític.as de los talibán a principios del siglo xxi? No hay so- pi.imipal ag
luciones senci1]as para este dilema ni para otros "chos en los que las noi.m'as y valoi.es una etapa p(
culturales no coinciden. Por una parte, es importante resistii.se a aplicar las propias reglas cu1- í'ase, hay ot
turales a personas que viven en conti.xtos muy diferentes. Pero también resulta problemáti- familia. Las
co aceptar explicaciones cuíturales para situaciones que van en contra de valoi.es y normas fi nal mente ,
iiidividuos_
que se dan por sentados. El soció1ogo debe evitar ias rcacciones instintivas y examinai. 1as
cuestiones complejas con cuidado, utilizando tantas perspectivas como sea posible. í+ aprender l

La socialización Los roles st

Como ya hemos señalado anteriormente, ia cultura tiene que ver con ios aspectos sociales M€diante eí
apreiididos, más que con los heredados. Al proceso mediante ei cua1 !os niños u otros nue- vas socialm(
vos míembros de ia sociedad aprenden la forma de vida de ésta se ie denomjna socíaliza- social de «r
ción, que es el principal canal de trarismisión cultm.al a io largo del tíempo y de ias genera- cimplir cad
ciones. perspect iva s

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