Está en la página 1de 2

La polilla pilla

responsabilidad, aprendizaje, autocontrol
En el armario del viejo apartamento vivía una comunidad de polillas.
Ellas dedicaban su tiempo a descansar, jugar, comer sus telas favoritas
y trabajar almacenando su alimento.
Pero todas las polillas desconfiaban de Cora, la polilla pilla. La polilla pilla
era una buena polilla, pero siempre buscaba obtener ventajas y
beneficios sin importarle los demás.

Un día las polillas estaban quitando hebras de tela de un gran saco que
se encontraba abandonado en el armario.

—Oh no, ahí viene Cora, ella siempre se aprovecha de nosotros —


comentó una de las polillas.

—Así es, siempre trabaja poco y se lleva las mejores hebras de tela.

—No es justo.

—Buen día chicas, hora de trabajar —dijo Cora simpáticamente.

Las otras polillas miraron con cara de desconfianza a Cora, ellas sabían
que estaba fingiendo como lo hacía cada día.

Y así fue, Cora durante algunos minutos trabajo a la par de las otras
polillas, pero luego comenzó a enlentecer sus acciones y a fingir que
estaba haciendo algo muy complicado, cuando lo único que estaba
haciendo era hacer tiempo para que las otras polillas trabajaran más que
ella hasta que se acabará la jornada.

Luego del día laboral, llegó el momento de repartir la producción y Cora


se apuró y fue la primera en agarrar su parte. Cora se agarró las más
grandes y deliciosas hebras de tela y se fue rápidamente.

—Es injusto, siempre Cora hace lo mismo —comentó una de las polillas.

—Nunca cambiará, es una bribona.

Las polillas estaban muy enojadas, pero sabían que la situación era
siempre igual, así que estaban resignadas. Sin pensar más en el asunto,
cada una volvió a su refugio y se olvidó del tema hasta el día siguiente.

Cada día era igual, se repetía la misma situación sin excepción. Cora
muy bien sabía la fama que tenía. Pero un día sucedió que Cora
comenzó a sentirse mal sabiendo que todas las otras polillas la veían
como una oportunista y una ventajera. Entonces decidió cambiar sus
acciones para cambiar así con su mala fama.
Al día siguiente, Cora fue a trabajar con las otras polillas como cada día.
Pero ese día era diferente, Cora había decidido dar lo mejor de sí misma,
entonces trabajó y trabajó sin parar hasta el final de la jornada y sin
perder tiempo. Al terminar el día no corrió hacia la zona de reparto de
comida, si no que propuso hacer una fila ordenada para que cada uno se
lleve su parte.

—Te sientes bien Cora? —preguntó una de las polillas.

—Me siento fenomenal, mejor que nunca —respondió Cora.

—-Mejor así —respondió la otra polilla con un poco de desconfianza.

Cora se colocó al final de la fila y cuando llegó a su turno tomó un trozo


de tela igual que habían tomado las demás polillas.

Al día
siguiente hizo lo mismo, y al siguiente también y al siguiente también.
En un principio las otras polillas desconfiaban y pensaban que su
compañera estaba tramando algún plan para aprovecharse de ellas
como siempre. Pero como veían el tiempo pasaba y Cora seguía con ese
comportamiento, empezaron a olvidarse que Cora era la polilla pilla y
oportunista y comenzaron a verla como una gran compañera.

Cora se sintió muy feliz de que las otras polillas ya no pensarán mal de
ella, y las otras polillas se sintieron muy cómodas y felices con la nueva
actitud de Cora.

El tiempo pasó y ya ni se acordaban como Cora era antes, todos la


valoraban y la apreciaban mucho. Y Cora se sentía muy a gusto de
trabajar y compartir con sus otras amigas. La polilla pilla, que ya no era
la polilla pilla, aprendió que por más defectos que podamos tener,
siempre tenemos la oportunidad de corregirlos y ser mejores que antes.

También podría gustarte