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Sobrevivir al desarrollo Serge Latouche SERGE LATOUCHE SOBREVIVIR AL DESARROLLO DE LA DESCOLONIZACION DEL IMAGINARIO ECONOMICO A LA CONSTRUCCION DE UNA SOCIEDAD ALTERNATIVA . Distribuido por: Editorial Juventud, 8.4. de c.y. Tel. (55) 5203-9749 México, D.F. www. editorialjuventud.com.mx Icaria $ Mads Madera papel de este libro es 100% reciclado, es decit, procede de la {NDICE fecuperacién y el recilaje del papel ya utilizado. La fabricacién y utilizaci6n de papel reciclado supone el ahorro de energia, agua y madera, y una menor emisién de sustancias contaminantes a los riosy la atmésfera. De manera especial, la utilizacin de papel reciclado evita la tala de Arboles para produci papel. Comité asesor: Mariano Aguirre, Luis Angel Ferndndez Hermana, F Ignacio Ramonet y José Maria Tortosa. | prdlogo 5 I. Vida, muerte y resurreccién de un concepto 9 Il. Eldesarrollo como mito y como realidad 19 ‘Tl. El desarrollo «en particular 25 Eldesarrollo social 26 Eldesarrollohumano 32 Eldesarrollo local 34 Titulo original: Surviore au développement, Serge Latouche a © Libvaire Artheme Fayard, a __~ Eldesarrollo sostenible 38 El desarrollo alternativo 49 ‘Traduccién del francés: Patricia Astorga 1 Disefio de la cubierta: Josep Bagi IV. Laimpostura desarrollista 53 Eletnocentrismo del concepto 53 © Sere Lansocte i Las contradicciones reales: la impostura practica 56 © Deestaedicién Icaria editorial, s.a. . V. Salirdel desarrollo 65 Arc de Sant Cristdfol, 11-23 / 08003 Barcelona Midncrecimiente convivencial 66 www.icariaeditorial.com Eldocalismo» 78 ISBN: 978-84-7426-426-5 Depésito legal: B-12.800-2007 oie ee Conclusién. Descolonizar el imaginario 85 Impreso en Romany3/Valls, s.. Verdaguer, 1, Capellades (Barcelona) Notas 89 Todos los libros de la coleccién Mas Madera estén impresos en papel reciclado. Printed in Spain. Impreso en Espatia. Prohibida la reproduccién total o parcial. Bibliografia 101 PROLOGO Este escrito tiene su origen en un encargo de la Unesco en vistas a un Policy Paper a iniciativa de Ali Kazancigil, por entonces secretario ejecutivo del programa MOST. Se trataba de realizar una sintesis de las crfticas al desarrollo y de ofrecer pistas para la construccién de un posdesarrollo. Puede sorprender que la propuesta de una sociedad de decrecimiento, que en estos momentos provoca debates apasionados en el seno de los movimientos antiglobalizacién, no esté mds desarrollada. Harfa falta un trabajo espectfico que llegar4 en su momento. Los argumentos y las propuestas aqui presentadas son en gran _ medida el fruto de un trabajo colectivo y de discusién, en parti- cular en el seno de La ligne d’horizon, la asociacién de amigos de Francois Partant, que comportan numerosas referencias a toda una escuela de pensamiento, que ser4 mencionada en el texto. De tesultas de todo ello, ciertas formulaciones no han sido siempre Testituidas a sus autores originales, y se han tomado prestadas de lo que se ha convertido en una especie de fondo comtin. No puedo citar a todos los. amigos de los que soy deudor, pero tengo que _ Mencionar especialmente a mi «clon» de Ginebra, Gilbert Rist, con el que desde hace mds de treinta afios comparto lo esencial de estos andlisis y quien, mds que cualquier otro, ha contribuido a enriquecer el mencionado fondo. Un agradecimiento particular va también dirigido a Silvia Pérez Vitoria, de la Ligne d’Horizon, que ha relefdo el manuscrito. El mérito que el lector le pueda encontrar a esta obra es atri- buible a todos, mientras que soy yo el tinico responsable de sus eventuales imperfecciones. : JNTRODUCCION ‘ | El cardcter de un verdadero cargo cult es preferir la expectativa del resultado a la produccién de ese resultado [...], porque ésta anuncia logros maravillosos que no alcanzan nunca la escala esperada. Las po- Ifticas de desarrollo, la ideologfa desarrollista, ;no son ellas también, en parte, cargo cult, esperas mesidnicas de los bienes deseados pero jamds producidos in situ? BERNARD Hours! Desde el 28 de febrero hasta el 3 de marzo de 2002 tuvo lugar en el Palacio de la Unesco en Paris, a iniciativa de la asociacién La ligne horizon, un coloquio internacional sobre el posdesarrollo titulado «Deshacer el desarrollo/ rehacer el mundo».? El coloquio reunié a ~ més de 700 participantes cuyo entusiasmo no fue desmentido a lo largo de esas jornadas de estudio, lo que demuestra el interés por un tema que podfa parecer iconoclasta no hace mucho tiempo. En efecto, la corriente de pensamiento que se refiere al posdesa- rrollo ha conservado hasta ahora un cardcter casi confidencial. Sin Etabargo, ha producido en el curso de una historia ya prolongada, una literatura nada despreciable, y se encuentra representada en muchos sitios de investigacién y de accién en todo el mundo.’ Nacida en los afios 1960, con la primera década del desarrollo, a Partir de una reflexién critica sobre el fracaso de las politicas de _ desarrollo, esta corriente agrupa a investigadores y actores sociales tanto del Norte como del Sur, que aportan andlisis y experiencias Fenovadoras en el plano econémico, social y cultural. Con los @fios se han ido estableciendo relaciones a menudo informales entre los que la componen, y las experiengias y relaciones se han ido alimentado mutuamente. Esta corriente centra su andlisis en el cuestionamiento radical de la nocién de desarrollo que, a pesar de las evoluciones formales que ha conocido, sigue siendo el punto de ruptura decisivo en el seno del movimiento de critica del capitalismo y de la globalizacién. En pocas palabras, existen aquellos para los que el desarrollo es el origen de todos los males, y aquellos para los que constituye la solucién milagrosa de todos los problemas. Tenemos, por un lado, aquellos que militan por un problematico «otro» desarrollo (o una no menos problematica «otra» globalizacién), y, por el otro, aquellos que, como nosotros, quieren salir del desarrollo y del economicismo. Al poner al desnu- do los presupuestos del desarrollo, esta corriente.crftica ha tenido que proceder a una verdadera «deconstruccién» del pensamiento econémico. De esta manera, se ponen en cuestién las nociones de crecimiento, de pobreza, de necesidades fundamentales, de ayuda, de nivel de vida, etc.* ‘Tras la derrota del socialismo real y la vergonzosa cafda de la so- cialdemocracia en el social-liberalismo, estos andlisis son susceptibles de contribuir a una renovacién del pensamiento de una verdadera sociedad alternativa a la sociedad de mercado y de participar en su construccién. Poner radicalmente en cuestién el concepto de desarrollo es hacer subversién cognitiva, y éste es el prdlogo y la condicién de cualquier cambio politico, social y cultural.° El momento parece favorable para sacar estos anilisis de la semiclandestinidad en la cual han estado hasta ahora. 1. VIDA, MUERTE Y RESURRECCION DE UN CONCEPTO Hace poco mds de ciento cuarenta afios nacié una gran esperanza para la humanidad, sobre todo para los humillados, los oprimidos, los excluidos. Esta esperanza se llamaba «socialismo». Hace poco mds de setenta afios, unos hombres, en general generosos y valientes, emprendieron con éxito la tarea de dar cuerpo a ese ideal y de construir el socialismo. Para hacerlo, se sacrificaron, aunque también sacrificaron a otros, a muchos otros... generaciones y generaciones fueron asf sacrificadas para construir un futuro radiante. Y después, tras todo ese tiempo, comenzaron a comprender que el socialismo era el socialismo realmente existente. ~ No era més que eso. Y descubrieron también que el socialismo tealmente existente significaba el gulag, mds la nomenklatura, ademés de Chernobil... Hace poco més de cincuenta afios nacié otra esperanza, una Ssperanza tan grande para los «parias de la tierra», los pueblos del - Tetcer Mundo, como el socialismo lo habia sido para los proletarios de los paises occidentales. Una esperanza que era seguramente mds Sospechosa en sus origenes y en sus fundamentos, ya que fueron los:blancos que levaron consigo los granos que sembraron antes de abandonar los paises duramente colonizados. Esta esperanza era el desarrollo.$ Sin embargo, los responsables, dirigentes, élites de los pafses nuevamente independientes presentaron a su pueblo el desarrollo como la solucién a sus problemas. Los nuevos estados independientes intentaron la aventura del desarrollo. Tal vez con torpeza, pero no se puede decir que no lo intentaran, y a menudo con una violencia y una energia desesperada. El proyecto desarrollista era incluso la tnica legiti- midad confesada de las élites en el poder. Se podrfa, ciertamente, especular hasta el infinito sobre si las condiciones objetivas de éxito de la aventura modernizadora se cumplian 0 no. Sin profundizar en ese tema, cada uno reconocerd que éstas no eran demasiado favorables ni a un desarrollo planificado, ni a un desarrollo li- beral. Los responsables de los jdvenes estados estaban ligados a contradicciones indisolubles. No podian rechazar el desarrollo ni construirlo. No podian, en consecuencia, ni rechazar introducir, ni lograr adaptar todo lo que forma parte de la modernizacién occidental: la educacién, la medicina, la justicia, la administracién, la técnica. Los frenos, los obstdculos y los bloqueos de cualquier naturaleza, tan queridos por los expertos economistas, hacfan poco crefble el éxito de un proyecto que implicara acceder a la competitividad internacional en la época en que se preparaba la hiperglobalizacién actual, es decir la guerra econémica generalizada. Teéricamente reproducible, el desarrollo no es universalizable. Las més conocidas y las més faciles de entender, sino las m4s decisivas, son las razones ecolégicas: la caducidad del planeta harfa que la generalizacién del modo de vida norteamericano fuera imposible y explosivo.” Hemos podido datar con precisién el nacimiento del con- cepto de desarrollo, en el sentido econdmico, en el curso de la 10 esta en marcha de polfticas y proyectos durante las décadas we se reivindican en su nombre. Wolfgang Sachs cuenta de manera cautivante los comienzos de esta empresa que tuvo un éxito considerable: El 20 de enero de 1949, mientras el viento y la nieve asolaban Pensylvannia’ Avenue —que va de la Casa Blanca al Capito- lio—, el presidente Truman, en su discurso inaugural ante el “Congreso, calificé a la mayor parte del mundo como regiones subdesarrolladas. Asf nacié bruscamente ese concepto bisagra —que desde entonces jamds ha sido puesto en duda— que engloba una infinita diversidad de modos de vida del hemisferio sur en una sola y tinica categorfa: subdesarrollada. Y también, y por vez primera, en las escenas politicas importantes, surgia una nueva concepcién del mundo segtin la cual todos los pueblos de la Tierra deben seguir la misma via y aspirar a un tinico ob- jetivo: el desarrollo. A los ojos del presidente, el camino estaba trazado: «Una mas gran produccién es la clave de la prosperidad y de la paz». Después de todo, :no era Estados Unidos quien mids se habfa acercado a esa utopia? Bajo esta perspectiva, las naciones son consideradas como corredores: aquellas que se qitedan atrés y las que lideran la carrera. Y los «Estados Unidos se distinguen entre las naciones por el desarrollo de técnicas industriales y cientificas». Convirtiendo sus propios intereses ~ en generosidad, Truman no duds en anunciar un programa de ayuda técnica que iba a suprimir «el sufrimiento de esas poblaciones» gracias a «la actividad industrial» y al «aumento del nivel de vida». Cuarenta afios después, con la distancia, el discurso de Truman se percibe como el pistoletazo de salida de ésta carrera del Sur para atrapar al Norte. Sin embargo, desde entonces, no sélo la distancia ha crecido atin mds y ciertos corredores se tambalean en la pista, sino que todos empiezan a sospechar que tal vez corren en la direccién contraria.® Asi pues, un gran desencanto ha sucedido a cuatro décadas de desarrollo. Como empresa paternalista y transitiva («los paises ricos desarrollan a los paises menos avanzados»), el desarrollo se encuentra en un mal momento. Lo atestigua el hecho que la ayuda al desarrollo, decretada en un 1% del PIB de los paises de la OCDE durante la primera década del desarrollo de la ONU en 1960, y reajustada a la baja a un 0,70% en 1992 en Rio y en 1995 en Co- penhague, ;no alcanza el 0,25%!, como también el hecho de que la mayoria de los institutos de estudios 0 los centros de investigacién sobre el desarrollo han cerrado sus puertas 0 estén moribundos. Un presidente del organismo federal canadiense, responsable de la investigacién sobre el desarrollo internacional, resum{a asf el desencanto creciente sobre dicho concepto: «la visién del desarro- Ilo que ha inspirado los esfuerzos internacionales durante cuatro décadas se encuentra al borde de la extincién. No se trata de un declive temporal de la voluntad politica, ni es consecuencia de una desaceleracién econémica temporal en el Norte industrial. Es sobre todo la propia idea de desarrollo que desaparece del paisaje como consecuencia directa de los cambios y discontinuidades de nuestro tiempo. Dicha idea forma parte del ingenio occidental (es decir moderno), que se encuentra también en decadencia, segun la cual el progreso cientifico y técnico mejoraria necesaria e inevita- blemente el bienestar de las personas y de la Tierra».? La crisis de la teorfa econdmica del desarrollo anunciada en los afios ochenta se ha agravado atin més. jEstamos en plena liquidacién! En una economia globalizada no hay lugar para una teorfa especifica en relacidn con el Sur, A un mundo tinico le corresponde el imperio de un pensamiento tinico. Tanto es asi que podemos decir con Gilbert Rist que «el desarrollo» es parecido a una estrella muerta cuya luz todavia percibimos, aunque lleve muerta mucho tiempo, y para siempre».'° En los afios noventa, el desarrollo como proyecto ya no se con- sideraba viable en los foros internacionales serios: FMI, BM, OMC, etc. En los foros de Davos, el tema ni siquiera fue evocado. «Se olvidaron de invitar ala orquesta para interpretarnos un réquiem», dijo sarcasticamente el antiguo presidente del centro de desarrollo de Ja OCDE a su sucesor, con ocasién de la publicacién el 23 de octubre de 2002 de un informe titulado «Retour sur le développement» para enmarcar el 40° aniversario de la existencia de ese organismo, abandonado hacfa ya tiempo por Estados Unidos, Reino Unido y Japon." Durante estos tiltimos afios, el desarrollo no ha sido reivindicado en el Sur més que por algunas de sus victimas y sus buenos samaritanos, las ONG, que viven de ello. ;Y atin! La nueva generacién de ONG sin fronteras ha dirigido el charity business mas sobre el lado humanitario y la intervencién de urgencia que sobre el desarrollo. Los parados cualificados de Africa, que habian hecho dela cooperacién con las ONG su fuente de recursos, se encuentran con un margen cada vez mds estrecho, Esta «recolocacién» corresponde al desplazamiento engendra- _ do por la «globalizacién» y todo lo que estd en juego tras ese otro eslogan mitificador. Una de las apuestas del paso del desarrollo a la globalizacién no es otro, en efecto, que la desaparicién de lo que daba una cierta consistencia al mito desarrollista, a saber, el Pickle down effect, es decir, el efecto de las «tecaidas». El reparto del crecimiento econémico en el Norte e, incluso, el reparto de las migajas en el Sur aseguraban una cierta cohesién nacional. Los tres Factores (desregularizacin, apertura, desintermediacién) de los Mercados financicros que puso en Grbita la globalizacién a partir de 1986 hicieron volar por los aires el marco estatal de las regula- 13 ciones, lo que dio paso al juego de las desigualdades del desarrollo sin limites. La polarizacién de la riqueza entre las regiones y entre los individuos alcanza limites inusitados. Seguin el informe del PNUD de 1998, si la riqueza del planeta se ha multiplicado por seis desde 1950, el ingreso medio de los habitantes de 100 paises, entre 174 censados, se encuentra en plena regresidn, y lo mismo pasa con la esperanza de vida. jLas tres per- sonas més ricas del mundo tienen una fortuna superior al PIB total de los 48 paises ms pobres! El patrimonio de los 15 individuos mds afortunados sobrepasa el PIB de toda el Aftica subsahariana. La fortuna de las 32 personas mas ricas del mundo sobrepasa el PIB total del sur de Asia. jLos bienes de las 84 personas mds ricas sobrepasan el PIB de China con sus 1.200 millones de habitantes! Y finalmente, las 225 fortunas mds grandes representan un total de 1.000 millardos de délares, es decir, el equivalente a los ingre- sos anuales del 47% de las personas més pobres de la poblacién mundial, es decir, ;2.500 millones de personas!" Segtin el informe de 2001, jla quinta parte més rica de la poblacién mundial posee el 86% del PIB mundial, contra el 1% para la més pobre! El ingreso total del conjunto de-pafses menos avanzados (PMA), es decir, 609 millones de habitants, es sdlo de 169 millardos de délares, 0, lo que es lo mismo, aproximadamente el 15% de la fortuna de 200 multimillonarios (1.135 millardos de délares), jo sdlo el equivalente de la fortuna de los tres primeros multimillonarios!! : En estas condiciones, en el Sur ya no se puede ni siquiera hablar de desarrollo como tal, sino tan sélo de ajustes estructurales, es decir, de planes de austeridad impuestos por el FMI para restablecer la solvencia de los paises endeudados por proyectos de desarrollo ilusorios. En el.aspecto social, se apela ampliamente a lo que Ber- nard Hours llama tan acertadamente un «servicio de urgencias mundial» cuyas ONG humanitarias, los servicios de urgencias, son Ja herramienta capital." Sin embargo, después de una década de coma profundo, asis- timos, tras las crfticas a la globalizacién en Seattle, a una verdadera resurreccién del desarrollo, hasta el punto de que en diciembre de 2001, la OMC le dedicé la Cumbre de Doha (Qatar) y, en la pri- mavera de 2002, la ONU, la conferencia de Monterrey (México). Cuando parecia que la globalizacién les habia provocado un coma mortal, podemos observar, desde hace poco, lo que podrfamos [amar una «resiliencia» del desarrollo y del desarrollismo, tanto en el Sur como en el Norte, tanto en el pensamiento dominante como en él «altermundialista. En el Sur, el escenario oficial es la agenda de Doha para el desarrollo; en el escenario alternativo, la denuncia por parte de Martin Khor de ese mismo Doha como agenda antidesarrollo y la accién de la red Gobenet, animada por el filipino Nicanor Perlas, a favor del desarrollo sostenible. Enel Norte, las declaraciones de Ignacy Sachs se hacen eco, me parece, de las proposiciones presentadas en el Foro Social Europeo por Jean-Marie Harribey, como si fueran «las de Attac», y que coinciden con las defendidas por René Passet. «Por mi Parte, pienso mds que nunca que el desarrollo es una idea base». «Tal vez haya Ilegado el momento, afiade por otro lado, de proponer una revolucién semén- tica y de volver al término «desarrollo» sin ninguna cualificacién, a condicidn, evidentemente, de redefinirlo en tanto que concepto pluridimensional».\* M4s que desarrollo sostenible, Jean-Marie Harribey prefiere también «recalificar» el término desarrollo sin mAs. jEs, evidentemente, la persistencia en creer en la naturalidad/ universalidad de la economfa lo que explica y autoriza este resur- Simiento y permite, contra cualquier evidencia, pretender que el desarrollo sostenible es, finalmente, lo mismo con otro nombre, que la sociedad de decrecimiento que nosotros defendemos!!” Le iSi el desarrollo sobrevive asf a su muerte, lo debe sobre todo a sus criticos! Al inaugurar la era del desarrollo «en particulas» (hu- mana, social, etc.), los humanistas han canalizado las aspiraciones de las victimas del desarrollo puro y duro del Norte y del Sur, instrumentalizdndolas. El desarrollo sostenible es ciertamente el mejor logro en este arte del rejuvenecimiento de las viejas lunas, Ilustra perfectamente el procedimiento denunciado por Viviane Forrester en L’Horreur Economique: «La imaginacién de las instan- cias en el poder no tiene Ifmites a la hora-de distraer al personal con sus chapuzas estipidas, sin efectos, cuando no nefastas, sobre nada»."* Lo «sostenible» seria, entonces, lo que permite al desarrollo prolongar indefinidamente su agonfa. Los adversarios de la globalizacién liberal han tenido cier- tamente un papel nada despreciable en esta «resurreccién». Por su persistente fe desarrollista, han desvelado a sus adversarios la ret6rica que les permitir4 enredar un poco mds las cosas. Existe, en efecto, una casi unanimidad en la izquierda (e incluso en el centro) en denunciar los perjuicios de una globalizacién liberal, incluso ultraliberal. Esta critica consensuada se articula en seis puntos: 1. Ladenuncia de las desigualdades crecientes tanto entre el Norte y el Sur como en el interior de cada pais. 2. La trampa de la deuda para los patses del Sur con sus conse- cuencias sobre la explotacién desconsiderada de las riquezas naturales y la reinvencién del vasallaje y la esclavitud (en par- ticular, de los nifios). 3. La destruccién de los ecosistemas y la amenaza que la conta- minacién global representa para el planeta. 4. El fin del welfare, la destruccién de los servicios publicos y el desmantelamiento de los sistemas de proteccién social. 5. La omnimercantilizacién, con los traficos de érganos, el desa- rrollo de las «industrias culturales» uniformizadoras, la carrera por patentar a los seres vivos; E 6. El debilitamiento de los estados-nacién y el aumento del po- der de las firmas multinacionales como «los nuevos amos del mundo». En el fondo, muchos antiglobalizadores, y en particular todos aquellos que defienden «otra globalizacién», piensan que el remedio atodos los males no es otro que la vuelta al desarrollo, es decir a un «edesarrollo». Se tendrfa que volver al desarrollo de los afios sesenta corrigiendo, si es necesario, sus efectos negativos. De este modo, el desarrollo «duradero» 0 «sostenible» aparece como la panacea, tanto para el Sur como para el Norte. Es lo que sobresale mds 0 _ menos de las conclusiones de los foros de Porto Alegre. A fin de cuentas, si la retérica pura y dura del desarrollo mez- clado con la prictica de la «expertocracia» voluntarista ya no tiene tanto publico, el complejo de las creencias escatolégicas en una prosperidad material posible para todos, que se podria definir como sdesarrollismo», sigue intacto. Los antiglobalizacién asi lo creen; los principes que nos gobiernan y las instituciones internacionales hacen como si lo creyeran. Desmitificando dicho desarrollismo, se desmitifican, asimismo, en profundidad, la occidentalizacién y la globalizacién. Contribuimos asf a luchar seriamente contra el imperio y la influencia del pensamiento tinico y contra la mercan- tilizacién del mundo. "I. EL DESARROLLO COMO MITO Y COMO _ REALIDAD » Esta aspiracién ingenua de un retorno al desarrollo es sinénimo a la vez de una pérdida de memoria y de una ausencia de andlisis __ sobre el significado histérico de ese término. La globalizacién actual nos ensefia lo que ha significado el de- sarrollo y lo que nunca hemos querido ver. Es, ala vez, él estadio supremo del desarrollo realmente existente y la negacién de su » concepto mitico. Recordemos la cfnica formula de Henry Kissin- ger: «la globalizacién no es mds que el nuevo nombre de la politica hegemsnica americana». As{ pues, ;cudl era su antiguo nombre? Era simplemente el desarrollo econdémico lanzado por Harry Truman en 1949 para permitir que los Estados Unidos se apoderaran de los mercados de los ex imperios coloniales europeos, y evitar asi que los nuevos estados independientes cayeran en manos soviéti- cas. zY antes de la empresa desarrollista? El nombre més antiguo _ dela occidentalizacién era simplemente la colonizacién y el viejo imperialismo. Siempre tenemos que enfrentarnos a eslogans e ideo- logias que se proponen legitimar la hegemonfa de Occidente. Si el - desarrollo, en efecto, no ha significado mds que la continuacién de la colonizacién por otros medios, la nueva globalizacién, a su vez, no es mds que la continuacién del desarrollo por otros medios."? Es conveniente, en consecuencia, distinguir el desarrollo como mito y-el desarrollo como realidad histérica. La visién mitica de dicho término se encuentra abundantemente representada en la literatura sobre el tema. Se define como la realizacidn de los deseos y aspiraciones de todos y cada uno fuera de un contexto histérico, econémico, social y cultural. Bajo el nombre de verdadero desarrollo, el informe de la co- misién Sur de 1990 ilustra bastante bien este concepto mitico. | Este, en efecto, es definido como «un proceso que permite a los seres humanos desarrollar su personalidad, tener confianza onl ellos mismos y llevar una existencia digna y plena».” Es evidente que dicho desarrollo no se ha producido jamds en ningun sitio. Lo mismo pasa con la encfclica papal, Populorum progressio, con las formulaciones humanistas tomadas de los expertos pontificales (el padre Lebret o Frangois Perroux). Pablo VI declara, en efecto: «El desarrollo no se reduce al simple crecimiento econémico. Para ser auténtico, tiene que ser integral, es decir, promover a cualquier hombre y a todo el hombre».?! Ese desarrollo del que hablan es como el mirlo blanco, jnadie lo ha visto jams! Podemos afirmar atin mds, a la manera del etndélogo Jean Malaurie: «desarrollar es avanzar en el sentido de la Historia y del talento de un pueblo» o, a la manera africana, proclamar que desde ahora «un buen de- sarrollo es, ante todo, valorar lo que hacfan nuestros padres, tener rafces»;”? en ambos casos, es definir una palabra por su contrario. El desarrollo ha sido, es y ser4, ante todo, desarraigo. En todas partes ha significado un aumento de la heteronom(a en detrimento de la autonomia de las sociedades. Asf es el mito del desarrollo. Ya de vuelta a la tierra, falta decir que el concepto de desarrollo se encuentra atrapado en un dilema: o bien la palabra desarrollo, 20 fuera de su contexto histérico, designa el todo y su contrario, todas Jas experiencias histéricas de dindmica cultural de la historia de la _ umanidad, desde la China de los Han hasta el Imperio Inca y, en ese caso, no designa nada en particular, no tiene ningun significado _ geil para promover una politica, y es mejor librarse de ella; o bien tiene un contenido propio, relacionado necesariamente con la experiencia occidental del despegue de la economfa tal como tuvo lugar, digamos, tras la revolucién industrial en Inglaterra en los afios 1750-1800. Es esa experiencia la que Truman propone como _ modelo en enero de 1949, y que serd teorizada por Rostow. En ese caso, cualquiera que sea el adjetivo que se le dé, el contenido implicito 0 explicito del desarrollo es el crecimiento econémico, la acumulacién de capital con todos los efectos positivos y negativos que conocemos: competencia sin piedad, crecimiento sin limites marcado por las desigualdades, pillaje sin reparar en la naturaleza. Ahora bien, ese nticleo duro que todos los desarrollos tienen en comtin con esa experiencia est4 relacionado con «valores» como el ~ progreso, el universalismo, el dominio de la naturaleza, la raciona- lidad cuantificante. Esos valores sobre los que reposa el desarrollo, y particularmente, el progreso, no se corresponden en absoluto con aspiraciones universales profundas. Estdn relacionadas con la historia de Occidente, tienen poco eco en otras sociedades, Las sociedades animistas, por ejemplo, no comparten la creencia en el dominio del hombre sobre la’ naturaleza, como tampoco los budistas o los hinduistas. La Constitucién india prevé y prescribe el respeto por los animales; y, a consecuencia de eso, los tribunales han condenado la fabricacién de conservas como contraria al dharma. Hoy, son Precisamente esos valores occiclenrsles los que hay que poner en Cuestidn para encontrar una solucién a los problemas del mundo contempordneo (y de la globalizacién «liberal»), y evitar asf la catdstrofe hacia la que nos lleva la economfa mundial. 21 Podemos definir el desarrollo realmente existente como una empresa que pretende transformar.en mercancia la relacién de los hombres entre ellos y con la naturaleza. Se trata de explotar, © de ponerle un valor, de sacar ganancias de los recursos naturales y humanos.* Una empresa agresiva con la naturaleza y con los pueblos, que es, de igual modo que la colonizacién que la precede y la globalizacién que la sigue, una obra a la vez econémica y mi- litar de dominacién y conquista. El «desarrollismo» manifiesta la Iégica econémica en todo su rigor. Lo queramos 0 no, no podemos hacer que el desarrollo sea diferente de lo que ha sido. El desarrollo ha sido y es la occidentalizaci6n del mundo.” Las palabras estén enraizadas a una historia; estén relacionadas con representaciones que se escapan, muy a menudo, a la conciencia de los locutores, pero que influyen en nuestras emociones. Hay palabras suaves, palabras que sirven para calmar el corazén y otras que hieren, Hay palabras que emocionan a un pueblo y cambian el mundo. Y hay, por otro lado, palabras que son veneno, palabras que se infiltran en la sangre como una droga, pervierten el deseo y oscurecen el _ juicio. «Desarrollo» es una de esas palabras téxicas. EI problema con el concépto de desarrollo es que se trata de una palabra «plistica» ‘en el sentido del lingiiista Uwe Porsken, discfpulo de Ivan Illich, que hablaba de «palabras amebas». «Lo que caracteriza una palabra plastica» es haber pertenecido en un prin- cipio a la lengua corriente, donde posee un sentido claro y preciso (el desarrollo de una ecuacién), de haber sido después utilizada por la lengua erudita (el desarrollo de las especies segtin Darwin) y de ser hoy en dfa retomada por la lengua de los tecnécratas en un sentido tan extendido que ya no significa nada més que lo que quiere decir el usuario individual que la emplea.”° Desarrollo es un concepto trampa. Logra admirablemente el trabajo de ilusién ideoldgica que se asigna a los «perros guardianes» 22 (Nan) 0 a los «blanqueadores del imperio» (Brecht) de crear un ‘consenso entre partes antagdnicas gracias a un oscurecimiento del juicioy a una anestesia del sentido critico de sus victimas, cuando las “expresiones de acumulacién del capital, de explotacién de la fuerza "del trabajo, de imperialismo occidental o de dominio planetario, que son la verdad del desarrollo'y de la globalizacién, tendrfan que - provocat, justificadamente, una reaccién de rechazo por parte de aquellos que estén en el lado malo de la lucha de clases y de la guerra ~ econémica mundial. La obra maestra en este arte de la mitificacién es indudablemente el «desarrollo sostenible». Precisamente, por "esta raz6n, el desarrollo es un concepto perverso. 23 ‘I. EL DESARROLLO «EN PARTICULA» Podemos decir que, desde sus origenes implicitos como proceso his- t6rico hacia 1750 con el take off (despegue) de la industrializaci6n _ britdnica, o desde sus origenes explicitos como politica deliberada en 1949 lanzada por Harry Truman, el desarrollo ha sido repensado 0 «vestido con traje nuevo». Por el socialismo utépico, y después cientifico, en el primer caso, y por la estrategia de eufemizacién -con adjetivos, en el segundo.” En ese segundo caso (al que nos limitaremos), entramos en la era de los desarrollos «en particulas» para intentar conjurar mAgicamente los efectos negativos de la empresa desarrollista.”* Hemos vist6 los desarrollos «autocentrados», «endégenos», «parti- cipativos», comunitarios», «integrados», «auténticos», «auténomos y populares», wequitativos»... por no hablar del desarrollo local, del microdesarrollo, del endodesarrollo, ¢ incluso del jetnodesarrollo! Al afiadirle un adjetivo al concepto de desarrollo no se pone en Cuestién realmente la acumulacién capitalista. Como mucho, se intenta incorporar un concepto social al crecimiento econémico, como antes se le habfa podido afiadir una dimensién cultural, y hoy un componente ecolégico. 25 Ese trabajo de redefinicién del desarrollo lleva siempre, en efecto, a la cultura, la naturaleza y la justicia social. En todo ello, se trata de curar,un mal que alcanzaria al desarrollo de manera accidental y no congénita, Incluso se creé para la ocasién un monstruo antago- nista: el mal-desarrollo, Ese monstruo no es més que una quimera aberrante. El mal no puede alcanzar al desarrollo por la simple razén de que el desarrollo imaginario o mitoldgico es por definicién la encarnacién misma del bien. El «buen» desarrollo es un pleonasmo, ya que desarrollo significa «buen» crecimiento, el crecimiento es, igualmente, un bien, y ninguna fuerza del mal puede contra él, Sin pasar revista a la larga lista de innovaciones conceptuales que intentan hacer entrar una parte del suefio en la dura realidad del crecimiento econémico, vale la pena detenerse en los mds recientes y persistentes hallazgos: el desarrollo social, el desarrollo /umano, el desarrollo local y el desarrollo sostenible. Para desmiti- ficar los «vestidos nuevos» del desarrollo, hay que ir incluso mds lejos y acorralar al desarrollismo, incluso en los proyectos llamados «alternativos»: hasta tal punto resulta dificil liberarse del imaginario economicista. El desarrollo social Siguiendo el documento preparatorio del foro alternativo «Las otras voces del planeta», que tuvo lugar en Madrid en octubre de 1994: «El enorme descrédito del concepto (de desarrollo) obliga a inventar cada vez mds r4pidamente nuevas versiones de desarrollo acompafiadas de los correspondientes calificativos positivos... en primer lugar, el desarrollo «sostenible» (en segundo lugar, el desa- trollo humano, etc.), Los organizadores de ese foro «alternativo» anunciaban adems el lanzamiento de ja préxima moda para la conferencia mundial sobre el desarrollo de Copenhague en 1995: 26 el desarrollo «socialmente sostenible».»° Antes de que el desarrollo __ social se basara efectivamente en el desarrollo sostenible, lo que se Ilevd a cabo en agosto de 2002 en la Cumbre de Johannesburgo, » tuvo lugar en Copenhague, del 6 al 12 de marzo de 1995, una ~ conferencia mundial sobre el desarrollo social. Est claro que es el desarrollo realmente existente el que domina el planeta desde hace tres siglos, el que engendra los problemas sociales actuales,exclusién, sobrepoblacién, pobreza, etc. «Llama- mos desarrollo al acceso de una franja infima de la poblacién al coche individual y a la casa climatizada. Llamamos desarrollo al aumento de la fractura social entre esta infima minorfa que accede auna riqueza insolente y la masa de la poblacién confinada en la miseria».” Al unir el adjetivo «social» al concepto desarrollo, es _evidente que lo que se intenta no es poner realmente en cuestién -el desarrollo, sino, como mucho, afiadirle un aspecto social al cre- cimiento econémico. La agenda del PNUD para la Cumbre social es totalmente reveladora de esas buenas intenciones. Reclama un world ; __ social charter ¢ incluso habla de un nuevo paradigma de desarrollo, pero sin tocar al sacrosanto libreintercambio mundial... Mientras que la mecénica sigue su trabajo masivo de unifor- . mizacidn, de occidentalizacién, de desculturacién y de exclusién, _ destruyendo cualquier proteccién para las frdgiles sociedades del » Sury transformando su frugalidad en miseria con planes de ajustes estructurales, nos hacemos la ilusién de remediar los males que engendramos procediendo a unos anilisis cada vez més refinados sobre los indices de pobreza, y redistribuyendo las migajas del crecimiento recobrado. Seguin la bella expresién de G. Myrdal, retomadaa propésito por Ignacy Sachs, se trata de «di iplomacia a través de la terminologfa».3! Asistimos a un inquietante agotamiento de la imaginacidn de los amos de esta «diplomacia verbal». Si el desarrollo sostenible es un 27 feliz. hallazgo conceptual, el desarrollo social es una «vieja luna», Desde 1965, Raymond Aron y Bernard Hoselitz publicaban una obra colectiva titulada Le développement social, en la que todos los problemas actuales eran abordados.>? Ahora bien, al tratarse del desarrollo social, nos encontramos frente a la siguiente paradoja: en el plano imaginario, se trata de un pleonasmo conceptual, ya que el desarrollo no puede.ng ser social, mientras que en el plano real se trata de unoximoron: el desarrollo que realmente existe no puede no engendiar-Ia injusticia social. Si nos atenemos a su definicién, el desarrollo es un buen creci- miento. El doblete crecimiento/desarrollo, efectivamente, tiene su origen en la biologia, especialmente en Darwin. Al comentar esto, Georges Canguilhem anota: «Al distinguir precisamente crecimiento y desarrollo, Darwin opone el adulto al embrién con analogfas como dimensién y estructura. Cualquier ser vivo puede continuar creciendo cuando cesa de desarrollarse. Comparable a un adulto en peso y en volumen, se quedaré fijo en un estadio cualquiera de su infancia especifica, bajo el perfil del desarrollo». Llevado al dominio social, el desarrollo es el crecimiento no homotético del organismo econdmico. Hemos podido definir con bastante exactitud el desarrollo econémico como el trickle down effect del crecimiento industrial.* Ese término que a veces traducimos como «efecto de percolaciény significa simplemente que, més allé de cierto limite, el crecimiento de la produccién tiene «recafdas» sociales. No puede ser provechosa para todos. Y, durante un cierto perfodo, en los pafses del Norte, si ponemos de lado los desgastes colaterales del medio ambiente, el mito ha tenido una cierta forma de realidad que ha aumentado atin més su poder de seduccién. En los pafses desarrollados, incluso en los mis liberales, los pobres, aquellos de la Inglaterra victoriana descritos por Dickens y denunciados por Marx, no se han multiplicado. La riqueza se 28 ha repartido mds o menos entre todos. Con el keynesofordismo de las sociedades consumistas, hemos ido un poco més alld. Ese ~ modo de regulacién social y politica tiene como objetivo distribuir Jos altos salarios y los ingresos sociales en funcién de las ganancias regulares de productividad, para mantener una alta coyuntura. Ese sistema de produccién y de consumo de masas funcioné bien durante los Treinta Gloriosos afios (1945-1975); y es en cierta medida la apoteosis del desarrollo. Pero me parece que desde los afios ochenta esto ya no funciona. : El informe de Eduard Parker en el Foro de la Haute Route con la colaboracién de la OCDE en 1991 y publicado después con el titulo «Objetivo diez por ciento» ilustra de manera chocante esta creencia mf{tica en el efecto de las recafdas.** Este informe destroza todas las criticas al crecimiento y propone nada menos que un objetivo de crecimiento anual del 10% para el Tercer Mundo. ;Por qué un ritmo asf? Porque hace falta de un 2 a un 3% para no estancarse y compensar el crecimienta demogréfico. Es necesario un 4% para mejorar el nivel de vida y otro 3% para reducir el subempleo. Todos los documentos de la Cumbre de Copenhague demues- tran que se contaba con el trickle down effect (efecto de las recafdas) del desarrollo realmente existente para que éste fuese social. Los numerosos pasajes del voluminoso y repetitivo documento titulado «Proyecto de declaracién y de programa de accién que se publi- card al término de la Cumbre mundial para el desarrollo social», _ que abordan las légicas econémicas susceptibles de engendrar la erradicacién de la miseria y de la pobreza son explicitos; no Se pone para nada en duda el modelo de desarrollo basado en el libreintercambio. En ese catdlogo de buenas intenciones, se ofrece la confianza mds absoluta a la mano invisible y a la armonia natural de los intereses, 29 Proyecto de declaracién y de programa de accién que se publicaré al término de la Cumbre mundial para el desarrollo social de la Cumbre de Copenhague de 1995 Punto 5 de la introduccién: «Compartimos igualmente la con- viccién de que el desarrollo social y el desarrollo econémico bien entendidos son interdependientes y se refuerzan mutuamente. Un desarrollo social equitativo constituye el fundamento necesario de una prosperidad econémica duradera. Inversamente, un desarro- Ilo econémico general y sostenible es la condicién previa para el desarrollo y la justicia social.» Puntos Cy E del compromiso n° 1 «Apoyaremos los mercados dindmicos, abiertos y competitivos, y aseguraremos a todos, en especial a los mas pobres y desfavorecidos, el acceso mds amplio y equitativo a dichos mercados.» «Formularemos y coordinaremos polfticas macroeconémicas que tiendan a favorecer un desarrollo-sostenible ya reducir el Proteccionismo en la economfa mundial, a aumentar la estabili- dad financiera y a mejorar el acceso de los paises en desarrollo a los mercados, a las inversiones productivas y a las tecnologfas que tengan en cuenta las necesidades de los paises en transicién.» Puntos Jy K del compromiso n°8 «De ejecutar el calendario previsto, los acuerdos concluidos tras las negociaciones comerciales multilaterales de Uruguay [...] teniendo en cuenta el hecho de que el crecimiento de los ingresos, del empleo y de los intercambios comerciales, cuando se apoyan en unaamplia base, se refuerzan mutuamente.» «De evaluar hasta qué punto la liberalizacién de los intercambios comerciales permite a los paises en desarrollo responder mejor a las necesidades esenciales de su poblacién, otorgando una atencién 30 particular a las nuevas iniciativas que tienen como objetivo abrir el acceso de esos pafses a los mercados internacionales.» Punto I, 9, C del programa de accién: «Poner en marcha segtin lo previsto los acuerdos concluidos tras las negociaciones de Uruguay... y tomar otras medidas para eliminar los obstaculos desventajosos para los paises en desarrollo.» Punto I, 10, C: «Elaborar politicas que permitan a los paises en desarrollo sacar provecho del incremento de las posibilidades de intercambios comerciales a escala internacional, en el marco de la _ puesta en prdctica de los acuerdos de Uruguay; y acudir en ayuda de los pafses que no tienen la posibilidad de beneficiarse de la libe- ralizacién de la economfa, especialmente los pafses de Africa;» Punto I, II, C: «Adoptar una politica de apertura que tenga como objetivo reducir las barreras que se oponen a la entrada de nuevos proveedores, promover la transparencia gracias a una mejor informacién y ampliar el abanico de opciones Propuestas a los consumidores.» Buscamos en vano, en esta sintesis, que es ademds heterogénea, Ja sombra de una critica a los mecanismos del mercado mundial y del libreintercambio. Tampoco encontramos ninguna alusién a las empresas multinacionales que son, sin embargo, uno de los actores estratégicos del crecimiento mundial, social 0 no. Siete afios ‘después, podremos ver las mismas frmulas, palabra por palabra, en la Cumbre de Johanesburgo. El desarrollo social constituye una bella ilustracién del proceso de eufemizacién pot adjetivo, denunciado anteriormente. El desarrollo tealmente existente no puede no engendrar la injusticia social. Lo que sobre todo invalida la ideologfa del crecimiento es el hecho que el trickle down effect es una impostura. Si funcioné telativamente, y en apariencia, en los pafses industrializados, en 31 particular durante los Treinta Gloriosos afios, desde ese entonces, con la globalizacién de la economia y la coyuntura incierta que conocen las economi{as occidentales a partir de 1974, en particular en materia de empleo, las cosas no marchan demasiado bien. En todo caso, globalmente dicho mecanismo no ha funcionado jamés. «En 1960, podemos leer en un informe del PNUD, el 20% de la poblacién més rica del planeta disponia de ingresos treinta veces superiores al 20% de habitantes més pobres. En 1990, jlos ingresos del 20% més rico son sesenta veces mds elevados!** En 1997, jla diferencia pasa a ser de setenta y cuatro veces!” No podemos concluir, como Robert Chambers, en un estudio para el PNUD en la perspectiva de Copenhague, muy pertinente a fin de cuentas, en el que se conforma con preconizar algunos cambios menores del sistema.** Ningtin tratamiento social de la pobreza resolverd el problema. Ahora bien, el tratamiento econé- mico, el tinico eficaz, pasa por un cambio del sistema que engendra esta pobreza. * El desarrollo humano El desarrollo humano seria, de alguna manera, el complemento estadistico del desarrollo social. Al ser considerado el PNB per c4pita como un concepto dema- siado estrecho para medir el desarrollo, el PNUD puso en marcha un indice que tuviera en cuenta dimensiones sociales menos economicistas (educacién, salud, nutricién), pero igualmente universales y transculcurales: el {ndice de Desarrollo Humano. Nos alegramos de ello. Sin embargo, siempre se trata de variaciones mas o menos sutiles sobre el tema del nivel de vida, es decir, del ntimero de délares per cApita. Asf pues, nunca dejamos el imaginario econémico occidental, A falta de una critica de las presunciones 32 economistas y occidentales, la nueva universalidad se encuentra - jgualmente salpicada por el viejo etnocentrismo comtin.>? Esto es _ yerdad tanto para el IDH (Indice de Desarrollo Humano) como para sus variantes, el PQLI (Physical Quality of Life Index). Los {ndices nutricionales, mds objetivos, son seguramente més neutros y més interesantes como indicadores de un problema, pero no tienen el mismo alcance sintético y no escapan totalmente a las criticas enunciadas anteriormente.' Para sus promotores, el IDH serfa un indice universal de la verdadera riqueza y de la verdadera pobreza. Para construirlo, se esfuerzan en combinar evidencias de sentido comtin del tipo «no habré desarrollo auténtico con crecimiento de la pobreza», con otras evidencias construidas en, y a través, del andlisis econémico, es decir, a través de un conjunto de prejuicios occidentalistas. Ast, os criterios de la pobreza se basan en la satisfaccién de las nece- sidades consideradas esenciales tal como se definen por instancias internacionales. Sin embargo, «calificar de necesidades los elementos de un modo de vida ‘ideal’ occidental —sefiala Gilles Séraphin—, permite imponerlo simbélicamente en el imaginario de las demés sociedades».* La propia definicién de desarrollo humano no escapa “nial imperialismo cultural ni al etnocentrismo. La creencia que el crecimiento del PNB es una cosa buena y condicién para cualquier otra mejora es un tema central. En consecuentia, las personas serias, como los expertos del Fondo Monetario Internacional o del Banco Mundial, ¢ incluso las otras Personas como los economistas de las ONG para el desarrollo, por. ¢jemplo, una vez lo han despojado de la retdrica humanitaria, con- sideran el nivel y el crecimiento del PNB como la piedra de toque en la evaluacién de las sociedades humanas. La razén es que, en la légica de la modernidad, la economizacién del mundo permite que funcionen los criterios econémicos occidentales. En un mundo 33 globalizado, no hay més valores que los del mercado, es decir, la evaluacién cuantitativa por medio de los precios. Finalmente, todos los gobiernos del planeta, si no sus pobla- ciones, interiorizan el criterio del PNB como base de una autoeva- luacién y participan en los juegos olimpicos del crecimiento con la esperanza de figurar en un buen lugar en el palmarés. En el Ambito de la modernidad, en el cual todos estamos mds 0 menos entrampados, cada cual se empefia en «conservar su rango». La ‘mentira estadistica es el triunfo de la apariencia y la forma osten- tatoria de una competencia agonistica exacerbada. Resultados de las carreras: «La diferencia de ingresos entre los millones de seres humanos mis ricos y los millones de seres mds pobres [...] pasa de 1a 30 en 1960 a 1 a 150 en 1990». _ El desarrollo local Indudablemente, la globalizacién retoma el concepto de lo local, como también lo hace el posdesarrollo. El «localismo» constituye un elemento fundamental de cualquier solucién alternativa al de- sarrollo y a la globalizacién. El problema entonces no es tanto la palabra «local» como el hecho de que se afiade a «desarrollo». Silo «local» es ambiguo en razén de su extensidn geografica de geometria variable —de la localidad a la regin tranisnacional, del micro al macro, pasando por el meso—, se refiere de manera inequivoca al territorio, incluso al terrufio, o todavia mds, a los patrimonios instalados (materiales, culturales, relacionales), es decir, a los lfmi- tes, a las fronteras y al arraigo. No pasa lo mismo con el desarrollo, . concepto que lo engloba todo, altamente mitificador, concepto que hay que abolir. Si lo local» emerge hoy en dfa, no emerge (0 no deberfa emerger) como «desarrollo», sino m4s bien como marco de un «posdesarrollo», de un «més alld del desarrollo». 34 Asi pues, unido a desarrollo, la palabra «local» es tinicamente, como social y sostenible, lo que permite al desarrollo sobrevivir a su propia muerte. En consecuencia, el concepto de «desarrollo ~ focal» no escapa a la colonizacién de su imaginario por lo econé- _ mico. El desarrollo ha destruido el concepto local, al concentrar cada vez mds los poderes industriales y financieros. En Francia, el desarrollo local, como eslogan de los tecnécratas, nacié en las regio- ines rurales (a propésito), en particular en las zonas de agricultura de montaifia, victimas del productivismo. Ya en los afios setenta, se decia que las costosas carreteras construidas con presupuestos departamentales destinados a la agricultura para el bienestar de los campesinos, bajo el pretexto de desenclavar las zonas rurales, jservian al tiltimo agricultor para mudarse a la ciudad y al primer parisino para instalar su casa de campo en la granja abandonada! El discurso del desarrollo local era la pantalla para la gran transfor- macién del territorio, y su puesta en marcha pretendfa suavizar esta _ destruccién poniendo un balsamo sobre las heridas y reutilizando Jos escombros de la mejor manera posible... En muchos palses | ha "pasado mds 0 menos lo mismo. Utilizar la creatividad popular y local y los diversos recursos del __ territorio para «redesarrollar» significa en cierto modo, ir contra la historia. Lo que pasé con los bancos es revelador. En el siglo pasado, habfa una gran variedad de pequefios bancos locales y regionales, fuertemente arraigados en la economfa local. El desarrollo de los bancos nacionales les hizo desaparecer para reemplazarlos por -agencias que absorben el ahorro local y financian la gran industria nacional. Hoy en dia son los bancos multinacionales los que hacen desaparecer, a su vez, los bancos nacionales, en provecho de les firmas multinacionales. Si el dinero es el nervio de la economfa, la desaparicién de los bancos locales significa sin duda el fin de a economia local. Tal como escriben los teéricos de Time dollars 35 de Itaca, la economfa asegura su crecimiento «alimentandose de la carne y los miisculos que mantienen atada a la sociedad».** R mercado ha marginalizado progresivamente importantes dreas, tantg del Sur como del Norte. En esas zonas deprimidas, que sobreviven, gracias a los subsidios, las subvenciones, las asistencias, casi todo el dinero asf ganado o procedente del exterior es acaparado por log supermercados y absorbido fuera de la regién, De esta manera, nog hallamos con el caso limite de las reservas indias norteamericanas en las que «no hacen falta m4s de 48 horas para que el 75% de los délares, concedidos por el gobierno federal, desaparezca en las ciudades lim{trofes».“* El desarrollo local aparece as{ como una expresién antinémica por toda una serie de razones simultdneas. En primer lugar, el de- sarrollo es la consecuencia de un proceso econémico que no es ni local ni regional, ni tampoco nacional (incluso si el Estado-nacién ha sido el actor privilegiado), sino fundamentalmente mundial (y sobre todo en la época actual). Es verdad que, aunque se en- cuentra cada vez mds «desterritorializado», el proceso mundial se realiza en un 4mbito espacial. El desarrollo mundial es una suma de transformaciones, es decir, de iniciativas localmente situadas, pero la Idgica del proceso es, sobre todo, global y por esa razén «a-espacial». En cuanto al proceso propiamente dicho, las politi- cas tienen cada vez menos influencia, y en su Ambito territorial, su dominio es muy limitado. Asf pues, no se puede confundir «desarrollo local» y crecimiento localizado ni, tratandose del Sur, desarrollo local y dinamismo informal. Cualquier cambio local, aunque éste sea especialmente benéfico, no implica desarrollo, no es més que la reaccién de supervivencia de un organismo agredido por el desarrollo. - De hecho, el cambio local puede analizarse segtin dos procesos concurrentes 0 complementarios. Por un lado, encontramos las 36 ~ delasociedad frente a las consecuencias del desarrollo y, sobre todo, secaidas» locales de un fenédmeno que pasa fundamentalmente en otras latitudes. Y por otro, es posible identificar reacciones creativas frente a la globalizacién. Esos dos procesos, a menudo combinados enuna especie de alianza contra natura, forman justamente lo que con frecuencia se designa impropiamente como «desarrollo local». El «localismo heterodirigido —escribe Giusti— es un término contradictorio. El crecimiento de los sistemas locales que réspon- den a légicas globales no puede ser llamado desarrollo local».” De hecho, si el localismo heterodirigido es un término contradictorio que seguramente no pretende revitalizar el tejido’ local, ni trata de «un proyecto local» (en el sentido de Alberto Magnaghi),** es justamente ese término el que se llama «desarrollo local», expresién que representa, de nuevo, un bello oximoron. En resumen, podemos decir que estamos frente a unos territorios sin poder que estén a merced de un poder sin territorios. «Facilitando una gestién a distancia —escribe Jean-Pierre Garnier— a la vez descentralizada y unificada por unidades dispersas en el espacio, las . nuevas técnicas de la comunicacién permiten a las grandes firmas Superponer un espacio de organizacién sin suelo, cuya estructura y funcionamiento obedecen a estrategias empresariales cada vez mds auténomas respecto de las actividades y las politicas autocentradas en territorios determinados».” Una de las numerosas paradojas del desarrollo local es que los _actores, los agentes del desarrollo local, hicieron suyo inicialmente s el eslogan de los alternativos y los ecologistas: «pensar globalmente _ Paraactuar localmente». La-verdad del pretendido «glocalismo» es ‘poner los territorios a competir. Estos son invitados a ofrecer con-" - diciones siempre més favorables a las empresas multinacionales en _ términos de ventajas fiscales, flexibilidad laboral y de regulacién (o ‘nds bien desregulacién) medioambiental. Es el'juego de la rebaja 37 fiscal, social y medioambiental y del incremento econdmico (en materia de subvencién), jun verdadero estimulo a la prostitucién! Las iniciativas locales y la creatividad local se descarrfan, se recuperan, se marginan, siguiendo la légica de la economfa del desarrollo. Los patrimonios que subsisten son puestos bajo control, por ejemplo, por un «turismo depredador».® El colmo se ha alcanzado sin duda en las zonas francas urbanas (ZFU) creadas en Francia en 1996, y que corresponden a las 84 periferias problemiticas de las grandes ciudades. Se trata de nuevos parafsos fiscales en los que las empresas de menos de cincuenta asalariados son totalmente exoneradas de las cargas sociales, de los impuestos sobre beneficios, de las tasas profesionales y de las tasas sobre las propiedades.°! Las estrategias de las sagradas uniones locales para hacer triunfar a las regiones o localidades y para «vender la imagen» del pafs sdlo engendran una economia a dos velocidades (las «zonas campeonas» y las otras), y jdan sobre todo de comer a los expertos en desarrollo local, sin reducir sensiblemente la fractura social! El desarrollo sostenible There cannot be much doubt, sustainable development is one of the most toxic recipes. NICHOLAS GEORGESCU-ROEGEN * Se llama un oxfmoron 0 antinomia a una figura retérica que con- siste en yuxtaponer dos palabras contradictorias, como «la oscura claridad...>* Este procedimiento, inventado por los poetas para expresar lo inexpresable, es cada vez m4s usado por los tecnécratas para hacer creer lo imposible. As{, una guerra limpia, una globa- lizacién con faz humana, una economia solidaria o sana, etc. El desarrollo sostenible es una de esas antinomias. 38 EI desarrollo duradero, sostenible o sustentable (sustainable) fue «presentado en ptiblico» en la conferencia de Rio en junio de _ 1992.* Se trata de nuevo de una chapuza conceptual que inten- ta cambiar las palabras porque no se pueden cambiar las cosas, pero, esta vez, nos enfrentamos a una monstruosidad verbal por el hecho de encontrarnos frente a una antinomia mistificadora de la expresién. Al mismo tiempo, esto nos demuestra que el tema del desarrollo, debido a su éxito universal, no sélo concierne a los paises del Sur, sino también a los del Norte. Los documentos de la conferencia de Johannesburgo evidencian que, desde ahora, el desarrollo sostenible como mito retine todas las __esperanzas de los desarrollos en particulas. Segtin las ONG, se trata _ de un desarrollo «econémicamente eficaz, ecolégicamente sosteni- _ ble, socialmente equitativo, democrdticamente fundado, geopolf- _ ticamente aceptable, culturalmente diversificado», en resumen: el _ mirlo blanco. Para los organizadores oficiales de la conferencia, la prioridad asignada al bienestar social y al tema de la pobreza sirve practicamente para liquidar todos los compromisos de Rio. Las _ 2.500 recomendaciones de la Agenda 21 son dejadas a los buenos Oficios de las ONG y al sponsoring (eventualmente subvencionado) de las firmas multinacionales, y la solucién a los problemas de Ja _contaminacién (cambio climatico y otros) se confian a las fuerzas del mercado. Ya en 1989, John Pezzey, del Banco Mundial, resefiaba 37 acepciones diferentes del concepto sustainable development. Sélo el informe Brundiland (World Commission 1987) contiene seis. Frangois Hatem, que en esa misma época catalogaba sesenta; Propone clasificar las teorfas principales actualmente disponibles Sobre el desarrollo sostenible en dos categorias, «ecocéntricas» y “antropocéntricas», segtin se propongan como objetivo esencial Proteccidn de la vida en general (y en consecuencia de todos 39 los seres vivos, 0 al menos de los que no estén condenados) o el bienestar de! ser humano.” Hay pues, desde el principio, una evidence divergencia sobre el significado de sostenible/duradero. Para los unos, el desarrollo soste- nible/duradero es un desarrollo respetuoso con el medio ambiente. El acento se pone entonces sobre la conservacién de los ecosistemas. El desarrollo significa en ese caso, como en su concepcién mitica, bienestar y calidad de vida satisfactorias, y no se intetrroga mucho sobre la compatibilidad de ambos objetivos, desarrollo y medio ambiente. Esta actitud estd bien representada entre los militantes de las ONG y los intelectuales humanistas (René Passet, Ignacio Ramo- net, Bernard Cassen, Dominique Plihon, Daniel Cohn-Bendit...). Para tener en cuenta los grandes equilibrios ecolégicos se tiene que poner en cuestin ciertos aspectos de nuestro modelo econémico de crecimiento, es decir, de nuestro modo de vida. Esto puede im- plicar la necesidad de inventar otro paradigma de desarrollo (jotro mds!, zcudl? Lo ignoramos).* Para los otros, lo importante es que el desarrollo pueda durar indefinidamente.*” Esta posicidn es la de os industriales, la de la mayor parte de los politicos y la de la casi totalidad de los economistas. El presidente de la Caisse de dépots et consignations, que es también el presidente del Conseil Internatio- nal pour le développement durable (Consejo internacional para el desarrollo sostenible), definia dicho concepto por France-Inter en febrero de 2002 como «el desarrollo de los intercambios de cual- quier naturaleza a escala mundial». Esto se parece extrafiamente al libre intercambio y jno difiere mucho del liberalismo puro y duro! A Maurice Strong, que declaraba el 4 de abril de 1992: «Nuestro modelo de desarrollo, que conduce a la destruccidn de los recursos naturales, no es viable. Tenemos que cambiarlo», hacen eco las palabras de Georges Bush (padre): «Nuestro nivel de vida no es negociable».® «(Es como minimo irénico que sean los que siguen 40 el modelo de destruccién consumista los que hablen de desarrollo - sostenible!», declara el responsable de Ekta Parishad, una ONG india. «Han sido ellos los que han desencadenado las fuerzas del mercado, responsables de la destruccién de nuestro modelo sostenible.»“ Esta ambigiiedad se encuentra permanentemente presente incluso en el informe Brundtland. En efecto, leemos en la pagina 10 de dicho documento: «Para que el desarrollo sostenible pueda tener lugar en el mundo entero, los podetosos deben adoptar un _ modo de vida que respete los I{mites ecoldgicos del planeta». Sin embargo, nueve paginas mds alld, se afirma: «A consecuencia de la tasa de crecimiento demogréfico, la produccién manufacturera tendrd que aumentar de cinco a diez veces sélo para que el consu- mo de articulos manufacturados en los pafses en desarrollo pueda atrapar al de los pafses desarrollados». Como lo indica, con sentido del humor, Marie-Dominique Perrot: «El informe en su conjunto demuestra que el objetivo no pretende tanto limitar la opulencia econémica y el despilfarro de los poderosos (tanto en el Norte como en el Sur), como proponer una especie de peligroso salto fantasmal que permita garantizar la mantequilla (el crecimiento), més el dinero de la mantequilla (el medio ambiente), mas el excedente - de la mantequilla (la satisfaccidn de las necesidades fundamentales) ¢, incluso, el dinero del excedente (las aspiraciones de todos en el presente y en el futuro).» Sdlo podemos suscribir su desengafiada conclusién: «Asf pues, el desarrollo sostenible no serfa mas que la eternidad asegurada a una extensién universal del desarrollo.» El desarrollo sostenible es como el infierno, est4 plagado de _ buenas intenciones. No faltan los ejemplos de compatibilidad entre desarrollo y medio ambiente que lo hacen crefble. Es evidente que - tener en cuenta el medio ambiente no va necesariamente en contra de los intereses individuales y colectivos de los agentes econdmi- cos. Un director de la Shell, Jean Marie Van Engelshoven, puede 41 declarar: «El mundo industrial tendré que saber responder a las expectativas actuales si quiere, de manera responsable, continuar creando riqueza en el futuro». Jean-Marie Desmarets, presidente y director general de Total decia lo mismo.antes del naufragio del Erika y de latexplosi6n de la fabrica de abonos quimicos AZF de Toulouse. Una verdadera escuela de economistas se ha otorgado como misién teorizar sobre esta compatibilidad, que es la de la «moder- nizacidn ecoldgica» o bien la de «economicizacién» de la ecologia (economizing ecology). Las nuevas tecnologias permitirian armoni- zar los intereses bien entendidos de los diversos actores, gracias a una intervencién necesaria pero limitada del Estado, la reflexive governance (certificacién medioambiental de los productos y pro- cedimientos de fabricacién, etiquetas, etc.).% La concordancia de los intereses bien entendidos puede, en efecto, realizarse en la teor{a yen la practica, Existen industriales convencidos de la compatibi- lidad de los intereses de la naturaleza y la economia. El Business Council for Sustainable Development, formado por cincuenta jefes de grandes empresas, agrupados en torno a Stephan Schmidheiny, consejero de Maurice Strong, publicé un manifiesto presentado en Rio de Janeiro justo antes de la inauguracién de la conferencia de 1992: Cambiar de direccién, reconciliar el desarrollo de la empresa y la proteccién del medio ambiente. «Como dirigentes de empresa, proclama el manifiesto, nos adherimos al concepto de desarrollo sostenible, que permitird dar respuesta a las necesidades de Ja humanidad sin comprometer las oportunidades de las futuras generaciones.» Podemos afirmar que, si tras la conferencia de Estocolmo (1972), las cosas no han evolucionado mucho en el buen sentido, y que la situacién planetaria se ha agravado considerablemente al hilo de las diferentes conferencias (recordemos: Nairobi o Estocolmo, 42 10; Rio 0 Estocolmo, por 20; Johannesburgo 0 Estocolmo, por ); o de nuevo Rio, por 10...), los industriales, al contrario, han ndido a enfrentarse a ello. El World Business for Sustainable lopment se fusioné con la Camara de Comercio internacional jo el estandarte del Business Action for Sustainable Development 1D), formando as{ un lobby de 163 empresas multinacionales, y presentes en Johannesburgo.” Tal es, efectivamente, el compromiso del desarrollo sosteni- . Un industrial americano lo expresa de la manera siguiente: ‘«Queremos que sobrevivan a la vez la capa de ozono y la industria icana.» Vale la pena examinar mds de cerca y volver a los conceptos para si todavia podemos aceptar el desaffo. La definicién de desarro- Ilo sostenible cal como figura en el informe Brundtland sélo tiene en cuenta la durabilidad o la sostenibilidad. Se trata, pues, de un «proceso de cambio mediante el cual la explotacién de recursos, la orientacién de las inversiones, los cambios técnicos e institucionales ‘se encuentran en armonfa y refuerzan el potencial actual y futuro ‘de los seres humanos». No obstante, no nos engafiemos. Para los poderosos, no es el medio ambiente lo que se trata de preservar, sino, ante todo, el desarrollo. Es allf donde se encuentra la trampa. El problema con el desarrollo sostenible no es tanto la palabra «sos- _tenible», que es mas bien una bella expresién, como el concepto de desarrollo, que es claramente una «palabra nociva». Efectivamente, _el concepto sostenible, si lo comamos en serio, significa que la ac- tividad humana no debe crear un nivel de contaminacin superior ala capacidad de regeneracidn de la biosfera. Esto no es mas que la aplicacidn del principio de responsabilidad enunciado por el filé- sofo Hans Jonas: «Actiia de tal forma que los efectos de tu accién "sean compatibles con la permanencia de una vida auténticamente humana sobre la tierra.» Sin embargo, el significado histérico y 43

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