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GENESIS° 1. Doctrina seereta de los pitagdrices. —9. Genesis de Ia cantidad. — 3. Génesis de la nmidad. La perfoccién, ol bion y !a belleza, —4. Genesis del infinite. ~ 6. Géuesis de la Naturaloza. Lua evelucion ds las formas. Ei primer étomo centro de figara del universo. Prodacciéa jnce- sante de itomos emanados del primero. La nebulosa central; su fraccionamiento on nebulosay parciales que so alejan cada vez mas dol centre del anivarso. Lia tétraia (detraedro regular). La santa década (combinactin de dies tetracdras repilures 6 dodecaedro). La gran tetracthys fconbinucitén de cual dadecusdros;. Todos tas ntimers son decddicos (fodas tas formas de la uatnvaleca son ayregados veyuluses de dodveedvas ragudares}, 6. No hay enerpos simples; todos son compuostes, todos son ecmbinaciones mateméticamente posibles del primer étomo consis mismze. Procedimionto do formaciéa de les Jlamados cuerpos simples, y descripeién de gus formar geométricas rogulares. ~ 7. Alquimia, Posibilidad racional de conocer 4 prior! todas ins formas posibles, y de divigic, dentre de ciertos mites, su evolucién. A evolucién, el conjunto de las transformaciones de la Naturaleza, es, L ante todo y sobre todo, y principalmente, un fendineno geométrico. El que no vea que la evolucién principia en la goometria, que el cambio do una especie en otra es un cambio de forma, y por lo tanto, un fondmeno geométrico, est ciego. Tan luego coino nos persuadimus de que todas las cosas son cantida- des, y las cantidades formas geuinétricas de determinada clase de geome- tria, y de que cada cosa aparcee creada por la combinacién de dos formas (1) Las tras obras publicadas por D. Artnro Soria y Mate, acerca del origer polisirico do las especies, Ilamaron extracrdiuariamente uvestra atouci6n , porque coinciden cor, las onsefianzas del Oenitisnio. y mas ax cuando nos euteramos de que su aater ni procedfa de} campo teoséfico, nt tenta la menor idea del gran moviiento intelectual de quo somos on Espaiia representantes. Consideramos dichas obras como el principio de wna tendencia de las hipétasis cientificas modernas ile fecundisimos resultados, y que on definitiva significard la coufirmacién elocuente de les doctrinas teosdiicas; per lo cal, no didamos un momento em recomendarlas 4 los estadisntes de ocultisrne, pues tal os au importaaeia, que el segundo libro ya se ha publicada en francés, ¥ fos dos dltimos so estan tradnciendo al inglés por personas versaias en ¢] ocaltismo, y que hau sabido apreciar los trabajos dol Sr, Soria Nos complace ol ver que hombres como el Sr. Soria, completamente identificados antes con el positivisino F el materialisiao de evtos viempes, salgan de su error, se desliguen del fanatinmo Yentllico Imperante, mucha mas fuerte en realisad ue el fanatismo roligioso, y principien 4 vor que en ol idealismne esta la verdad. Bllos conctuiréa por ver y contesar que ontre tedes los sistemas filoséileos ideulistas debe prevalecer el idealismo teoséiico. Toila la cieucia moderua se extrella anto ostas preguntas: {Qué es el Atomo? {Qué es a] éier? Bn qué consiste la fuerza? Sin embargo, en ostas y otras tales inedgnitas, se fundan las cieucias pxkacias. Los cientifices menos faniticos conlisen que uada saben. Otros como el Sr. Soria tratan de despejar esas incdgnitas, y al hacerlo, so persuaden de que ol tomo macizo es una ilusién, de que la materia no exisic, de que uo hay was quo ideas, 1897 | GENESIS 191 gocmnétricas antericres mas sencillas, nos colocamos cn ce] mismo camino en qucse pusicron los grandes lilésofos-geometras anteriores 4 Pitagoras; yasi, deshaciende punly por punto el proceso evolucionista, llegamos como ellos 4 descomponer torlos lox cuerpoy en décadas (dodecaedros) y en oubos, y las décadas y los cubos en tclvaedros regulares, y éstos en planos, en Hincas y en dlomos, y éstos on puntos matematicos inextensos; de suerie que tenemos que rendirnos 4 la evidencia matematica de que de la nada del punto malemiticn sule odo, sale el intinite de todas las canti- dades posibles. La creaeiin del universo ex-nihilo, es un hecho matenatico indudable, ed un fendinend geométrico que debe ser aceptado por todos, lo misino por los quc crean que la evolucién comienza por decreto soberano de una yoluntad omnipolente, como por los que crean que ta virtualidad de Ja combinaciin existe por sf misma en la nada del punto atematico; lo mismo por los que crean que Divs existe antes del mundo y fuera de 6, como por Jos que ereen que el hombre asciende indefinidamente hacia la divinidad desde la nada, porque no afecta a la esencia del problema me- tafisica. E] aspect darwiniano de la evolucién, es el primero que se ofrecis, sin duda, & los geémetras prehistorieos, antes de comprender que la evo- lucién es pura geometria, y que todas las formas de Ja Naturaleza son derivadas de lag combinaciones regulares matemalicamente posibles con el tetracdro regular. Tay que retroccder veinticuatro siglos, hay que abandonar Ja falsa En el terreno puramente cientifico ortodoxo, 9] Sr. Soria iin establecido que si la geometria del tridngato, hoy tan on boga, es importante, la geometzfa del tetraedro lo es mucho mds, tanto, que Ia considera, con razéu, como la hase fundamental de Ii géometris do la Nataraleza; y ha descabierto maltitnd de formas gcométricas, interesantisimas para Ia ciencia matematiea, qae han sido acogidas con dosdén 6 iudiferoncia inoxplicable. Un el tarreno de la indsecidn « conjetaral que para la ciencia ortodoxa no tiewe valor alguno, os donde procisameute hallamos aosotros Lo mas estimable de las trabajas del Sr. Soria. Mas pres- cindiondo de sus atrevidas hipétesis concorduates vou las afirmaciones ocultistas, es indudable que ol fanatismo cientifico impersnte no puede rechazar seriamente algunas como les da la nebulosa central dai Universo, formada por una produecisn incesante de Atomes, de la cual sn desprenden nebiclosas parciales cada vox més complejas y mas alejadaz del puuto central del Universo; la de que todas las formas de la Naturaleza sen agregados regulares do formas poliédricas regulares; 6h procediraiento de formacién de los euerpos simples, y ofras varias hipétosis ne menos diguas de sstiadio. Nosotros estimames quo la teorla poliédries del Sr. Soria sofala ¢] comienzo da una honda revoluciéu, y mioutras In prensa cientifica la rechaza. aunque sin atreverss 4 combatirla, y no juzga dignos de Jn publicidad los escritos de D. Arturo Soria, nosotros tenemos la satisfeccion de daries cabida on las columnas de nuestra revista, porque le demostracién ce muchas vordades diel ocultismo por ino que tio es teosofsta, tiene para nosoiros un valor inapreciable. La Repacorén, 192 YSOOIA {Justo pista que la ciencia signe, y continuar los sccretos trabajos pitagéricos sobre la geometria del tetraedro, mil veees mas importante que la geome- tria del triangulo, que es la moda, cientilica de estos tiempos. Mi deseubrimiento de que las combinaciones del tetraedro engendran & los otros cuatro puliedros regularos pitagérioos, es ta demostracién visl- ble y palpable de que todas las formas son unas y trinas al mismo tiempo, y de que oxiste la evoluciénen geometria. De la evolucién geométrica se deduce la evolucién quimica, y de ésta Ia cvolueién de las nebulosas, de Jos minerales, de los vegetalex, dco los animales y do los hombres. ‘Todo es gcometria: desde log fendmenos quimicos hasta los psiquicos é histéricos, lodos son fensmenus geoinétricos, expresidn de una geome- tria cada vex ms complicada, una serie indefinida de unidades pitagéri- cas que, combinindose eonsigo mismas y con las demas anteriores, en- gondran nuevas unidades mis porfectas, sin término ni fin, hasta llegar a una humanidad cada vez mas perfecta. De donde’se infiere que la esperanza de los antiguos en la aparicién de un hombre perfectisimo, de un hombre-Dios, tenia una hase racional solidisima, wa fundamento matematice, cl mismo que ticnen en nuestros tiompos el instinto del progreso, Ia esperanza vaga de una honda revolu- cidn social, la teadencia & entrogar en manos de un dictador politico, reli- gioso 6 vientilion, todos los tesoros de nuestras ilusiones. Yo rechazo la dictadura cientifica de Darwin; acepto la mas alta de Pitégoras, cifra y compendio de la sabiduria histérica y prehistérica, ¥ a ella me someto. La doctrina pitagérica, ¢ ingjor dicho, la parte que de ella ha llegado hasta nosotros, deja en el dnimo una profunda impresién de grandeza envuelta entec nicblas. Ex un jeroglifico 4 primera vista indescifrable, se adivina, se presiente que alli debajo late algo grande, pero no pode- mos ni precigar sus contornos, ni aquilatar la belleza de sus propor- ciones. Conceptos que nos parccen desde Tiego disparatados 6 sin funda- mento, nos inspiran, sin embargo, wn inexplicable. respeto. 1.0 impar eb perfecto, lo par imperfect; la uuidad es par & impar al mismo tiempo; cn 1807 | GENESIS 198 Ja unidad se confunden los cuntrarios, etc., ete. No nos alrevemos 4 reir- nus de estas -y otras muchas parecidas afirmaciones, si bien no Yalla quien we hava reido de ellas y calificddolas de fatilezas, porque tina vaga, intni- cién nos inclina 4 presumir que la ensonanza pitagorica cs obscura por ineampleta, y que si conociésemos toda la verdad, si vidsemos eserita la onsehanza oral de Pitagoras, si nos iniciasen en lus secrelos del pitagu- risme, entonces apareceria clara y esplendorosa & nuestva vista. Yo creo haher descifrado buena parte del jeroglifico; yo tengo la pre- tension de haber visto descorvido el velo que encabria los impenctrables misterios pitagdvicos, cn su parte esencial al menos. La solucién que yo doy, podra no set cierta, pero lo que nadie podra. negar, es que con ella todas las dudas ge disipan, las contradiccicmes sé justifican, y lo que parecia dudoso y obscuro, aparece repentinamente iluminado con Ios divinos resplandores de la. verdad. Nos hallamos en presencia del criterie (iloséfico mas vigarose y mas profundo. En 6 la ciencia filosofica y la ciengia mateindtica, se confunden en ima sola ciencia, y por esto sus ensenanzas filosdficas biencn Jos caracteres de intalibilidad de las alirmaciones matemiticas. No he descubierto el misterio pitagérico ailrede, oun propé ito delibe- rado, en virtud de esfuerzos dirigidos con tal fin; el hecha no tiene, por lo tanto, mérito alguno, porque ha sido mera coineidencia, Al descubrir varios s6lides geométicos, desconocides para los modernos geonetras, ysingularmente uno que yo Hamé dobic pentatetracdro, que es la combi- nacién regular de diez tetraedros regulares iguules, al adlimirar las singu- lares circunstancias que concurren en tan exbvaria figura, recordé la vene- racién de los pitagéricos por su ddcada, ¢ imaging, sin cl menor esfuerz0 intelectual, que mi doble pentatetraedro puilicra ser la santa década ce los pitagoricos, y con tan sencilla clave se vé clara toda Ta doctrina pita- goriea, y divisamos con asombro lola su aloance extraordinario. Asi es, on verdad, sin género alyuno de dada, porque la protija consi- deracion de esta hipdtesis eselarcce, cada vez mas, las leorias pitagoricas, y nos eevela el profundo sentido de su concepto de Ja unidad, el por qué la unidad es conciliaeion de los contearios, el por qué ly impar es perfecto y lo par imperfecto. Una voz entendida rectamente Ja [ilosolia pilagérica, se advierle su inmensa superioridad sobre todos Jos demas sistemas. Quien Hega 4 per- 14 YOMIA [Jeno suadirse de lo que es Ia unidad, posee un criterio infalible para juzgar todas las cosas, tiene en su mano el inmenso poder de la verdad, vé con claridad en qué consisten el bien, Ja perfeccion y Ja helleza; penolra mas adentro que log demas en cl conovimiento de la génesis de jas cosas. La coincidencia de muchas de mis investigacioncs con las doctrinas pitagéricas conocidas 6 cxobdricas, me hace creer en virlud de ity legi- tima induccién, que coinciden también con las docirinas secretas, reserva- das 6 esotéricas. ‘Al cabo de veinticuatro siglog, reaparecen Jas ideas y los propdsitos de Pitagoras con nuevo vigor. Su suelo tealdgico y politico ha sido realizado en bucna parte por Ja iglosia catélica. La instauracion de las castas sabiamente establecidas por el brahmanismo india, leva trazas de consolidarse en el Occidente, alir- mando el predominio de la virtud y dei saber sobre & las multitudes democraticas, y la importancia de Ios organisinos colectivos, imper/ecciones de con relaciin 4 las células aisladas del cuerpo de la Humanidad, porque no es posible negar que existen las caslas con caracteres bien delinidos: la sacerdotal-cientilica, la gucrrera-politica y Ia casta agricuitora, industrial y cotnerciante, con sus correspondientes parias. Su suciio cientifico no ha tenido 1a misma fortuna, La geometvia que para él era, con razén, la base mis firme para cl conocimiento exaclo de la Naturaleza, ha sido menospreciada y olvidada, de donde resulta que todas las ciencias, incluso ias matematicas, hasta cierty punto, son hoy ciencias inexaclas tanteos, la aproximacién sobre puco mas 6 inenos. En el terreno teolgico-politico no pudo sonar con mas alto intérprete A un criterio de infulibilidad hemos sustituido los y continuador que Santo Tomas de Aquino, ni con diseipulos mas aprove- chados que los miembros de Ja iglesia catélica. Pero en ol terreno cicntifieo, su desventura ha sido inmensa, porque en rigor todos los grandes filésofvs son discipulos suyos, y pocos han reconocido rectamente su indiscutible jefatura. Discipulos suyos son Platén, San Agustin, Raimundo Lulio, Leibnits y Hegel, sobre todo las dos tltimos, que son los legitimos herederos del inmenso caudal cientifico de Pitégoras, los verdaderos dis Pitagoras. Las ménadas de Leibnitz no son otra, cosa que los unos pitagoric ipulos de Quizd no se atreviera Leibnitz 4 proclamarse francamente discipulo de 1897 | GENESIS 195. Pitigoras, porque su fino olfato politico le hiciese creer que la lena verde de Ja hoguera de Jovdang Bruno no se habia apagado todavia; Raimundo Lulio fué un clarividente de Ja importancia colosal cle la ley combinatoria, pero ho vid que exla ensenanza venia de Pitigoras. Plaion procuré conocer toda Ja doclrina pitagdrica, pero no pudo, sin duda, averiguar la parte seereta transmitida de palabra, Platén nos parece un discipulo divulgador de parte de Ia dovetrina del divino Pitagoras, mas alin que maestro con personalidad independiente. San Agustin representa ja tradicion del pitagorismo cientitico dentro de Ja Iglesia, asi como los gnosticos la representan fuera de la Iglesia, porque los gnésticos son los verdaderos protestuntes de la iglesia catd- lica, puesta que no protestan de la conducta humana de Is casta sacerdu- tal, sino de la pureza en la interpretacién de Ia doctrina pitagérica. Santo Tomas representa, dentro de la Iglesia, la mas alta afirmacién pitagdrica, la del priines unc, definicién de Dios, la mds clara posible, 4 nuestro juicio, para ser entendida por Ja razén, Tlegel, el gigantesco Heyel, representa fuera de la [glesia la més im- portante alirmacion pitago: va; porque al deci : «la nada es el ser», coin- cide con la esencia fundamental de Ja doctrina secreta de Pitagoras, la cual demuestra cientiliea y experinentalmente, racionalmente, que de la nada, del cero de cada clase de cantidad, pucdo salir, y sale en efecto, por virtud dela combinacién, algo, mejor dicho, sale todo lo posible, cl infinito cle la cantidad. . Y como el actual pretendido divorcio entre !a ciencia y la religién, consiste precisamente en que si la fé asegura que Dios hizo el mundo de la nada, la razdn, al crear que de la nada no puede salir algo, quita todo valor a las intuiciones de la fé, es evidentc que si puedc haber concordan- cia perfecta entre las verdades religiosas y las cientifices, no puede ser es- tablecida sino por la tendencia lilosdfico-cientilica de Pitagoras, la que demucstra que de la nada puede salir algo, que al combinar cualquier cosa consigo misma, aparecen cosas nucvas que antes no existian, La filosofia de Santo Tomas, Ia de Hegel y la do Pitdgoras, son tres aspectos distintos de 1ma misma verdad, manifestaciones hipostiticas de una verdad trina y una al mismo tiempo. Cada una de cllas es sintesis de las otras dos, tomadas como tesis y como antitesis, La niebla de los sofisinas kantianos, difundida por Ja atmosfera inte- lectual de nuestro siglo, nox tiene sumidos en la tristeza y en la desespe- 196 LOMIS [Jotio racién de Ja duda. Laboremes por dar 4 nucstro espiritu las sanas alegrias que engendra Je, poxesion de fa verdad. Esperernos que Juzea al fin, y por los sizlos de los siglos, cl sol esplendoroso de las indestructibles verdades pitagoricas, porque ya no hay razdn alguna para «que scan secrelas y reservadas para un corto ntunero de clegidos. Yo, que veo la gran escuela pitagorica solitiurin, abandonada por la ciencia, oficial, sin que los grandes prestigios cientificos de nuestro tiempo se dignen honrarla y honvarse con su granceza, acudy como el mas hu- milde de cuantos disefpulos puedan avercarse & clla a proclamar sus ver- dades y 4 divulgar sus onsehanzas. ‘Aun cuando no creo en Ia metompsicosis ni en olros simbolos de pro- tundas verdades, ni me abstengo de comer carne, ni visto blanca trinica, me considero discipulo de Pitagoras, y como tal, pretendo demostrar que log métodos experimentales de Ta ciencia moderna, son empiricas, no tionon base racional, y que la verdadera experimentacion es la geomé_ trica, porque siendo Todos los objetos de la Naturaleza combinaciones vegulares de poliedros regulares, esto es, wos pitagoricos, pndemos cono- todas lag formas y torlos los fenémendos posibles, si efectuamos cor a prion la serie graduada de las combinaciines posibles con los poliedros regula- reg, pasando de las mis sencillas 4 las més complejas, de fas cansas 4 los efectos, desde le nada hasta el infinite. Al exponer, pues, mi teoria, creo ser fiel intérprele y voceru dela doctrina secreta de los pitagdéricos. . La evolucion darwiniana de que fanto se envancec la ciencia moderna, ¢s un aspecto parcial, contuso é insignificante de la verdadera evolucion, que os Ja que se deriva de las grandes onsefianzas de la Glosofia pitagd- el inundo, en virbud de una experimenta- rica. Aquélla pretende conoc vién empirica divorciada, é algjada cuandy menos, de Ta ciencia matema” tica; ésta procede por Ja Unica expcrimentacion yacional, por la que se identifica, por completo con fas eternas verdades matematicas que rigen el mundo y camina por consiguiente con absoluta seguridad, juzgando todas lag cosass con el crilerio de Ja infalibilidad matematica. Fate criterio ha estado oculto hasta hoy, porque convertido on ruinas el soberbio palacio cientifico lovantado por Pitagoras, no se ven mas que algunas piedras esparcidas sin orden ni concierto. Yo he tenido Ia fortuna de advertir como unas piedras se enlazan con otras, ¥ do reconstruir una buena parte de la construccion pitagorica, y al udnirar sus colosales 1897 | GENESIS . 197 proporciones y su inmortal belleza, incomparablemente superior 4 ia de Jas ostatuas de Fidias y Praxiteles, Mena el alma de la inmensa alegria del hallazgo, deseo contribuir 4la felicidad y a) progreso del género humana, divulgando Jas maravillas de las ensefianzas pitagdricas. Antuno SORIA y MATS (Se continuara.) ——Sae-— LA FILOSOFIA SANKHYA POR BERTRAM KEIGHTLEY (CONTINUACION) sTo nos conduce & lo que, en todos los grandes sistomas indios forma E su objeto dominante, la intima razdn de su existencia. Porque ningu- no de ellos pretende dar simplemente una satisfuctoria, sdlida y racional explicacién del Universo, lo cual constituye exchisivamente el fin y la ten- dencia de todas nuestros mocernos sistemas accidentales. Dichos sistemas indios tienen, desde luego, un fin mucho mas clevado y mds practico, que es ensefiar al hombre cual es su meta suprema, y cuales son los me- dios para aleanzarla; asi es que, en todos ellos, el problema de Ja liberacién 4 de poner término al

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