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Cémo nacié el Mundial — de Fatbol de 1962 ‘ ; ARTICULO \ En Marin, Edgardo (compilador) Historia del deporte chileno. Entre Ia ilusién y la pasi6n. Libros del Bicentenario. Santiago: 2070 Una encuesta realizada a comienzos de los’90 para determinar los cien momen- tos mésimportantes del deporte chileno, volcada después en el desarrollo de un centenar de capitulos en un jugoso libro, consigné que el Mundial de Futbol de 1962 constituia el episodio mas atra- yente e inolvidable para la mayoria de {os chilenos. A treinta afios del acontecimiento, permanecian en la memoria colectiva los goles de Eladio Rojas, el punete de Leonel Sanchez, la vuelta olimpica de la escuadra roja después del triunfo heroico ‘sobre Yugoslavia en la disputa del ter- cer lugar. Y no estaban ausentes en el recuerdo las obras de progreso realiza- das para darle categoria al torneo ni los esfuerzos de las autoridades deportivas y gubernamentales para responder ala honrosa y luchada designacién Fue en 1952, a propdsito de los Jue- 05 Olimpicos de Helsinki, cuando a un grupo de dirigentes chilenos se le meti6 en la cabeza la idea de solicitar la sede de la Copa de! Mundo. El «chamorro de la idea» —como lo describia Carlos Dittborn— fue Ernesto Alvear, por en- tonces presidente de Magallanes, padre de Soledad, que posteriormente desta- carfa como parlamentaria, ministra, jefa de partido y precandidata presidencial. Enun congreso realizado por la FIFA durante la justa maxima del deporte, se aprobé que los campeonatos mundiales, de fiétbol se realizarian alternadamente en todos los continentes. Y el razona- miento de Alvear fue simple: «Si Finlan- dia, pais pequefio, es capaz de organizar los Juegos Olimpicos, por qué Chile no puede organizar un Mundial de Futbol?» ‘Ademés, el por entonces presidente de la FIFA, Jules Rimet, «le soplé» al diplomatic chileno Manuel Bianchi, integrante del Comité Ejecutivo, que era el momento propicio para postular «porque Argentina el otro con posibii- dades—no se interesa por estas cosas». Laidea de Alvear fue recogida con en- tusiasmo por Dittborn, Juan Pinto Duran (delegado de la Universidad de Chile) y Juan Gofti, presidente de la Asociacion Central de Futbol. Y pasaron a converti- se en los mosqueteros del Mundial, con la entusiasta colaboracién de Bianchi: Primero, inscribirse Enabrilde 1954, conla firma de Guillermo Ferrer, presidente interino de la Federa- ci6n de Futbol, Chile inscribié oficialmen- te su postulacién. Y un mes més tarde, en un congreso realizado por la FIFA en «Chile, entonces, puso en marcha su maquinaria diplomatica. Aproveché cada viaje oficial o particular de los dirigentes, cada certamen, cada congreso, para sondear y convencer». Berna durante el transcurso de la Copa del Mundo, ese organismo acusé recibo de la inscripcién chilena y destacé que era el tnico postulante. Confirmaron la peticién los delegados chilenos Fructuoso_ Esteban y Guillermo Rodriguez. En una entrevista concedida al pe- riodista Antonino Vera y publicada en la revista Estadio en junio de 1956, Carlos Dittborn dio los detalles de esa reunién: «Ya empezdbamos a celebrar interior- mente cuando el delegado argentino, de apellido Rottli,pidié la palabra:‘Argentina ‘también tendria sumo placer en recibir a los finalistas en Buenos Aires’, dijo... jAlos argentinos se les ocurrié postular durante el congreso de Berna, no antes, ‘cuando vieron la inscripcién nuestra...» Chile, entonces, puso en marcha su maquinaria diplomatica. Aprovech6 cada viaje oficial o particular de los dirigentes, cada certamen, cada congreso, para son- dear y convencer. Especial importancia cobré el papel de Manuel Bianchi, que en palabras de Dittborn— «en Europa es ‘your excelency': su solo nombre es un ‘sésamo, dbrete’, y un ambiente tan serio, como es el del futbol internacional en susaltas esferas, una personalidad de estas caracter(sticas es una garantia». La cllegada» de Bianchi con las au toridades de Mosc fue clave para incli- nar hacia Chile los votos de los paises que conformaban el bloque socialista. Trascendente fue también el papel de Ignacio Intigues, que presidié una gira de Green Cross por paises que estaban detras de la llamada Cortina de Hierro y que duré desde febrero hasta abril de 1956. Este dirigente se gané el aprecio de billgaros, yugosiavos y checoslovacos, y estos comprometieron su apoyo a la postulacién chilena. El trabajo de secretaria también contribuy6 al cumplimiento del objeti- vo: todos los paises afiliados a la FIFA recibieron una comunicacién que daba cuenta del proyecto chileno. Estaba redactada en los cuatro idiomas oficia~ les de la FIFA: inglés, francés, aleman y espafiol. Muchos comprometieron su voto de inmediato, algunos pidieron tiempo para reflexionar y otros confe- saron que ya estaban comprometidos con Argentina, Con los del medio hubo: permanente contacto epistolar recor- dandoles la peticién chilena. La ultima batalla Faltaba solamente la ultima batalla. ¥ esta se iba a librar en Lisboa el 10 de junio de 1956. La obra gruesa ya estaba. Faltaba afinar detalles, como convencer a unos pocos indecisos y evitar que la decision se postergara hasta el Mundial de Suecia, dos afios més tarde, como se habia sugerido. Carlos Dittborn planted ante el Comité Ejecutivo de la FIFA que lapostergacién era injusta porque, hasta ‘Seleccin chilena de futbol, ganadora del 3°lugar en el mundial de 962 Bt entonces, todos los paises sede habian tenido un sexenio para organizar la jus- ta. Cuatro afios era muy poco tiempo para que Chile organizara una Copa del Mundo. Era seguro que esos dos afios de diferencia le servirfan a Argentina para hacer un trabajo similar al que Chile ya habia realizado para ganar votos y ad- judicarse la designacién, Fue tanta la vehemencia que pusie- ron los dirigentes chilenos, que no solo consiguieron la aprobacién de votar inmediatamente sobre el tema, sino que lograron que esa votacién se hiciera de viva voz: los que habfan comprometido su voto —era obvio—no se atreverlana cambiarlo, como mas de alguno lo habria hecho en una urna secreta. Cuando salieron de la reunién con el Comité Ejecutivo, el delegado egipcio se acercé a Dittborn, le palmoteé la espalda y le dijo convencido: «You have won de first battle (usted ha ganado la primera batalla)», recordaba el dirigente. Los célculos de los delegados chilenos eran optimistas: pensaban en 28 0 29 votos, suficientes para ganar. Pero surgié una situacién que les hizo temer lo peor Carlos Dittborn, que también era presi- dente dela Confederacién Sudamericana de Futbol, asistié a una reunién con su similar de la UEFA (Unién Europea de Fiitbol Asociado) para tratar un temario de 15 puntos. Cuando llegaron al 13° que era el Mundial del 6a, el secretario dijo: «De esto no hay nada que hablar». Dittborn conté después que lo interpret6 como «No hay caso, muchachos» y que el alma solo le volvié al cuerpo cuando le dijeron que esa expresién significaba Que la Unin Europea ya habia decidido votar por Chile. El apoyo de la Unién Soviética y sus satélites quedé amarrado con un inter- cambio: ellos votaban por Chile como sede y los chilenos avalaban la solicitud de que el ruso también fuera conside- rado idioma oficial. ‘Aquella mafiana del 10 de junio en Lisboa, Argentina inicié la ronda de argumentaciones finales. Segun Ditt- born, «(el presidente dela AFA) ofrecié 7 estadios con capacidad para cien mil espectadores, hoteles para la poblacién flotante que fuera, tren subterrdneo para movilizar a millones de personas, hizo recuerdos olimpicos, apologia de su futbol, etcétera... Una hora y diez minutos duré su brillante discurson. Le correspondié el turno a Chile. Dittborn ocupé el estrado. Hablé en inglés y fue traducido al francés. Asilo recordé al llegar a Santiago: ‘«Ocupé quince minutos. No ofrect nada material: mostré en breves palabras lo que somos y cémo somos, e invoqué el espiritu del articulo 2 de la FIFA, que impone una funcién de fomento del fiétbol en los paises pocos desarrollados a través de la Copa Jules Rimet.. «No eran més de cuatro los puntos de mi argumentacién: continuidad en la asistencia a los torneos organizados por laentidady asus congresos; estabilidad politica e institucional del pats; amplia tolerancia para credos, razas y otras ideas; clima deportivo de la nacién y esos estatutos». Iniciada la votacién, el triunfo de la posicién chilena se vislumbr6 desde tem- prano, Cuando el secretario alzé la voz para conocer el resultado de la votacion, Dittborn miré el reloj para consignar la hora exacta del acontecimiento, pero vio la esfera empafiada: ya sabla que Chile habia ganado, y estaba llorando. Tanto a él como a Juan Pinto Duran y Manuel Bianchi solo les funcionaban los ofdos. ¥ escucharon: «Pour le Chil treinta et dux.. pour "Argentine, dix. pour abstention, quatorze». yy De Sudamérica, solo cuatro pafses le habian dado el voto a Chile: Bolivia, Ecuador, Per y Venezuela; del resto de América, otros cuatro: Costa Ri Curazao, Estados Unidos y Panama; d Europa, 19: Bélgica, Bulgaria, Checo- slovaquia, Dinamarca, Escocia, Espaf Rumania, Suecia y Uni6n Soviética; Asia, el resto: China nacionalista, Ho Kong y Vietnam. ‘Aesahora, en este pals, ugaban Colo y Palestino en el Estadio Naciot Los jugadores se sorprendieron cual sin mediar ninguna accién destac estallé una ovacién. Eran més de mil personas las que celebraban al obtencién de la sede, anunciada los parlantes. . Alld en Lisboa, a los representat chilenos los ovacionaron de pi restantes delegados y muchos fue a abrazarlos. Hasta los dirigentes garos, que estaban al lado, reci felicitaciones. mundo le diera el torneo maximo d futbol a Chile. 3 Y, cuando se dio la instancia, pudo articular cuatro palabras qué salfan del fondo del alma: «Que Dios los bendigan.

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