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Análisis de “Qué es la Política”

de Hannah Arendt

Introducción
Hannah Arendt nace en Hannover, Alemania en
1906, y muere en los Estados Unidos en 1975.
Arendt fue una pensadora judío-alemana que
sufrió la persecución viva del régimen Nazi en la
Alemania convulsionada de aquellos años. Tuvo
un paso tormentoso por los campos de
concentración y exterminio del nazismo pero
lograría escapar con vida de esa experiencia,
emigrando posteriormente hacia Estados Unidos.
Este antecedente dejaría importantes secuelas en
la escritora, que daría lugar a su obra célebre,
“Los orígenes del Totalitarismo”1.
Arendt es considerada una de las pensadoras más influyentes del siglo XX, pero pese a
ese lugar de privilegio no se puede encasillar su filosofía dentro de una corriente o
escuela específica de pensamiento.2

El planteamiento del problema


Hannah Arendt se pregunta ¿cuál es el sentido de la política?3 Y si es lícito plantear si
ésta aún tiene sentido. Estos interrogantes los formula sobre la base de dos eventos
históricos que marcaron a la escritora. Primero, la experiencia de los totalitarismos4;
segundo, el desarrollo de modernas posibilidades de aniquilamiento -total-.
La experiencia totalitaria supone la politización de la vida entera del hombre, lo que
trae como consecuencia eliminar su libertad. De esto se desprende, la cuestión de si
política y libertad son conciliables en absoluto, si la libertad no comienza allí donde
acaba la política.
El segundo evento que señala Arendt, son las modernas posibilidades de
aniquilamiento, las cuales al ser monopolio de los Estados, nunca se hubieran
desplegado sin ellos. Esta violencia total en el ámbito de lo político, ya no compromete

1
ARENDT, Hannah, “Los orígenes del Totalitarismo”, publicado por primera vez al inglés en 1951,
dedicado a su esposo Heinrich Blücher.
2
Algunos analistas insisten en que Arendt puede ser contenida dentro de las corrientes del
comunitarismo, del idealismo político o el republicanismo. Otros insisten en que Arendt es parte de la
corriente neo-iluminista (Delruelle, Berenstein y Benhabib); neo-aristotélica (considerada por
Habermas); antimodernista (Kateb, Lasch, O’ Sullivan y Wolin -que dicho sea de paso, introduce una
crítica injusta a la escritora-); y posmoderna (Bernauer, Clarke, Linden, etc.). Pero si algo concreto puede
extraerse del sistema de análisis arendteano, es la herencia de las enseñanzas de su profesor y amante
Martin Heidegger.
3
ARENDT, Hannah “¿Qué es la Política?, Editorial Paidós, Buenos Aires, 2007.
4
Recordemos que Arendt había escapado del totalitarismo alemán, régimen que dejaría marcas en su
pensamiento.

Nabih Yussef - Teoría Política Contemporánea -1-


solo la libertad, sino la vida misma, la existencia de la humanidad y toda vida orgánica
en la tierra.
Estos dos acontecimientos son analizados y profundamente cuestionados. La pensadora
se pregunta si bajo estas condiciones modernas, política y conservación de la vida, son
compatibles.
Como alerta Luis Oro Tapia5, Arendt hace un uso doble de lo que entiende por político.
Al pensar sobre la base de estos dos sucesos trágicos, si política y conservación de la
vida son compatibles, Arendt está contemplando dos conceptos distintos de la política.
Aquí refiere a la política en un sentido moderno, cual juzga contraria a la vida misma y
la relaciona con la violencia -con lo cual no es precisamente político en sentido
arendteano-. Lo que la autora quiere rescatar no es ese concepto de política atado a la
violencia propia de la concepción contemporánea. Arendt recupera el origen primigenio
del concepto de lo político, que descansa en entender a la política como consenso, a
como los griegos la utilizaban.
Resulta importante la aclaración para poder entender el concepto arendteano de política,
que dista del uso contemporáneo del término y que vinculamos como se describió
arriba, más relacionado a la violencia, al gobierno, a la autoridad o la coerción.

El Milagro como improbabilidad infinita


La autora propone liberarnos del sentido religioso de la concepción del milagro, como
algo ultraterrenal o sobrehumano. Por el contrario, subraya el fenómeno que significa la
existencia misma de la humanidad, la Tierra y la vida orgánica, que se basa en una
especie de milagro real. Ya que desde el punto de vista probabilístico y estadístico, la
existencia misma de la Tierra es una “improbabilidad infinita”.
Con estos ejemplos, la escritora explica lo inexplicable, describe que cuando nadie se lo
espera, ocurre algo inesperado e imprevisible, algo así como un milagro en el nexo de
las consecuencias calculables. Esto, trasladado a los asuntos humanos, toma como actor
principal de su propio destino al hombre, en tanto ser dotado para hacer milagros. La
libertad como milagro yace en ese poder-comenzar de nuevo, la libertad es comienzo,
es espontaneidad, dirá Arendt.6
La falta de sentido en la que ha caído la política producto de estos dos eventos
anteriormente señalados, abre el interrogante sobre si la política tiene todavía algún
sentido. Para Arendt aún lo tiene, la esperanza radica en el milagro en manos de los
hombres.

La Política
En la búsqueda de un sentido para la política, el texto se remonta al régimen de
convivencia humana que los griegos conocían. Este se daba en la polis ateniense.

5
ORO TAPIA, Luis, “La idea de la política en Hannah Arendt”, Revista Enfoques, Año VI, Nº 9,
Universidad Católica de Valparaíso, Valparaíso, 2008.
6
La libertad aquí es entendida no solamente como libre albedrío agustiniano (elegir entre el “bien” y el
“mal”), es decir, querer esto o lo otro. Arendt propone la libertad como un rasgo característico de la
espontaneidad de poder-comenzar, de cambiar.

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Espacio donde lo político no constituía un medio para posibilitar la libertad humana,
sino ser libre y vivir en una polis eran lo mismo.7
Existía en la polis ateniense una
liberación prepolítica, donde el
ciudadano griego, hombre y mayor de
edad, dominaba en su ámbito
doméstico a través de la coacción y la
8
fuerza. Esta dominación se ejercía para con los “inferiores”, para aquellos considerados
desiguales sujetos a la voluntad del hombre griego. La libertad prepolítica hacía libre al
ciudadano de las necesidades de la vida, es decir, de trabajar para comer. Esta libertad
se convertía en libertad política cuando el hombre, librado de las necesidades de la
vida, entraba al mundo de la política, un mundo entre iguales, que sólo regularían sus
asuntos mediante el habla9 y la persuasión con el fin de llegar a consensos.10
Lo político en sentido griego era libertad negativa, en tanto no ser dominado y no
dominar, y libertad positiva como un espacio de “muchos” e iguales que administran
sus asuntos mediante la palabra. Libertad para los griegos, era política e igualdad.11
Lo decisivo de esta libertad política es que se encuentra inexorablemente circunscripta a
un espacio concreto, una polis. Aquél que decidiese abandonarla, o era desterrado y
perdía su patria, o perdía su libertad.12

Como describe Estrada Mesa en su trabajo13, Arendt desenmaraña la política de los


atributos encubiertos por otras tradiciones de pensamiento, y la ofrece al lector en su
sentido original, en su sentido griego.

7
El ciudadano ateniense, era aquél hombre adulto libre de las penurias de la vida diaria. Aquél que podía
librarse al ocio (en tanto filosofía) y a la política (hablar y votar entre sus iguales del ágora). Es por ello
que política y libertad eran un unísono. El hombre libre ateniense estaba libre de la necesidad de ganarse
el pan ya que en su ámbito doméstico ejercía la dominación. Una dominación entre desiguales: Esposo-
conyugue, Padre-hijo, Amo-esclavo, movilizadas por diferentes criterios de conveniencia (esclavo) o
amor. No sucedía esto en la polis, donde la relación aquí se presentaba entre iguales, entre ciudadanos
políticos (“zoon politikon”).
8
Véase ARISTÓTELES, “La Política” Libro I, 1253-13, sobre la dominación del hombre en la vida
privada.
9
Para los griegos, era el lenguaje lo que diferenciaba al hombre de las bestias.
10
Con esta lógica, se puede afirmar que lo político empezaba donde terminaba el mundo de las
necesidades y de la dominación violenta. Lo político aparecía en el espacio entre iguales, donde se
utilizaba la persuasión y la palabra.
11
Hannah Arendt explica que resulta difícil comprender en clave contemporánea a libertad e igualdad
como lo mismo, porque suele unirse el concepto de igualdad con justicia y no con libertad. Pero para
Grecia del V a.C., la libertad no correspondía a una democracia igualitaria en sentido moderno, sino a una
“democracia restringida”, esto es, una aristocracia u oligarquía, una esfera restringida de igualdad, donde
los notables o los pocos mejores se movían entre sus iguales. Una igualdad, dice Arendt, que nada tiene
que ver con la justicia.
12
Aquél que se iba de la polis podía dedicarse al comercio y agraciarse con los placeres y beneficios que
se desprendían de esta práctica, podía ser más feliz, pero nunca más libre.
13
ESTRADA MESA, Diego Alejandro, “La Política como Libertad y Poder. Una aproximación a Hannah
Arendt”, Revista Escritos, Vol. 20, Nº 44, Medellín, 2012.

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La política entonces, ya no aparece de manera institucionalizada a la manera de Weber,
donde la política está en ese monopolio de la violencia de un ente concreto. Mucho
menos aparece en su sentido racional o contractual, en tanto convenio entre los
hombres para regular las relaciones humanas y el marco en que éstas se den. Tampoco
aparece la política al estilo que Aristóteles la presentaba, como congénita al hombre,
como ese zoon politikon que concibe que el hombre tenga en su interior lo político-
social, como algo esencial -natural, si se quiere-.
La política es producida por el hombre, no es substancia sino producto de su acción.
Debe entenderse a la política en el sentido que Arendt la esclarece de los griegos, como
algo exterior al hombre, que es producto de su habla y que nace “en el entre”.14
La política entonces, en tanto acción producida entre los hombres, es colectiva. La
acción nunca puede ser privada como la política tampoco lo es. Esto es así, porque la
acción política se muestra -en la polis- para buscar consensos entre los hombres a partir
del uso del habla.

La Libertad y la Libertad Política


Si política es libertad, en sentido griego, la tiranía constituía la peor forma de Estado,
la más antipolítica, por cuanto se eliminaba la igualdad restringida de los hombres
libres en beneficio de uno solo.
Arendt hace un paréntesis aquí y marca una diferencia sustancial entre la tiranía de la
antigüedad y el régimen totalitario contemporáneo. La novedad, decía la pensadora, es
que las ideologías del totalitarismo no han negado la libertad -como sucedía en la
tiranía-, las ideologías del totalitarismo reclaman sacrificar la libertad del hombre al
desarrollo histórico, es decir, entender al hombre libre como un obstáculo del devenir
histórico y actuar a espaldas de él.15

Para Arendt, es la valentía la primera de las virtudes políticas, pues solo se podrá
acceder al mundo de lo político, de lo público, si nos alejamos de nuestra existencia
privada y de la pertenencia familiar al que nuestras vidas están unidas. La valentía
emerge cuando se arroja el hombre al debate entre sus iguales por medio de la palabra y
la persuasión. Es la valentía la que hace políticamente libres a los hombres.
La libertad -per sé- del hombre es su espontaneidad, un poder-comenzar de nuevo que
dinamiza al hombre y lo hace un ser capaz de crear milagros.16 Cuando el hombre

14
Decir que la política es producida por el hombre, equivale a decir que éste puede tener iniciativa
política innovando sobre distintos aspectos de manera individual. No obstante, adquiere sentido político
únicamente cuando aquella iniciativa interactúa entre los otros. Vale decir entonces, que hay acción
política cuando esa iniciativa particular encuentra lugar entre los hombres y culmina de manera conjunta.
15
Al decir esto, Arendt describe cómo el hombre queda atrapado por la corriente de la historia, y no
pertenece más a ella como actor sino como un medio. De allí que todo sirva para la consecución del
desarrollo histórico, la coacción, el terror, la muerte.
16
Es precisamente esa espontaneidad la que quita el Totalitarismo al hombre, que ya no lo deja ser libre
sino que lo ata al desarrollo histórico.

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expresa sus opiniones y escucha la de los demás, aparece el componente de la libertad
política, propia de la acción de los hombres17.
La libertad de la espontaneidad es todavía prepolítica. Se la puede observar en un
artista, cuyo comportamiento nada tiene que ver con lo político. Pero esa libertad se
hace libertad política cuando hay acción, esto es, cuando el hombre actúa -e interactúa-
con sus pares a través de la palabra. Por ello, donde no hay libertad no hay política.
La libertad política que piensa Arendt, es la capacidad del hombre de relacionarse con
sus iguales y buscar consensos. El gobierno, la coerción, la violencia son fenómenos
marginales de lo político -en sentido moderno-, y nada tienen que ver con el fin de la
política que es lograr consensos entre iguales sobre aquellas diferencias.

Política de la Polis, Política de Platón


La escritora describe en su texto cómo Platón interpuso su concepción de política al de
la polis. Esta construcción del concepto de política en Platón, provenía de la filosofía,
pero nada tenía que ver con lo que política era para los atenienses.
Platón incluso, intentó ejercer influencia sobre uno de los gobernantes griegos de su
época para que aplicase el sentido platónico de lo político, acto que casi le cuesta su
vida y libertad. De estos intentos por asediar la política de la polis proviene la aparición
de la academia de Atenas.
La academia creada por Platón, origen de lo que hoy constituye la universidad,
rivalizaba con la polis en tanto se auto-limitaba frente al territorio propiamente político
y creaba un nuevo espacio de libertad.18
De la misma manera que en la polis, los ciudadanos libres debían quedar exentos de las
necesidades de la vida, los que asistieran a la academia debían quedar librados de las
actividades de la vida19 -como ganarse el pan- y de las actividades de la polis para
arrojarse al espacio académico. En palabras de Arendt “(…) Del mismo modo que la
liberación de la ‘labor’ y de la preocupación por la vida eran presupuesto necesario

17
Para Arendt, el concepto de acción está ligado siempre a un colectivo. A diferencia de lo que la
escritora entiende por labor, que transforma la tierra; y el trabajo, que cambia la materia; la acción es
siempre colectiva y no se encuentra apegada a las necesidades de la vida. Tanto labor como trabajo son
conductas privadas del hombre para garantizar su supervivencia. La acción no se encuentra sometida al
imperio de la necesidad, sino a la espontaneidad, en otras palabras, a la libertad de opinar y persuadir a
otros -libertad política-.
18
Es imperioso recordar toda vez que sea posible, que lo político en sentido griego, tenía delimitado un
espacio concreto que se daba en la polis. Fuera de ella, no existía política sino dominación. Delimitar un
nuevo escenario donde los ciudadanos pudieran expresarse -mediante la palabra-, rivalizaba con el
sentido propio para el cual el ágora tenía su fin.
Continuando con esta lógica, se hace lícito pensar que para Arendt, al igual que para los atenienses, la
política internacional, no era política propiamente dicha. Más adelante son los romanos quienes
complejizan esta temática, añadiendo derechos a las gentes no ciudadanas. Lo que se conoció como
derecho de gentes. Pero para los griegos, fuera de la polis o eras bárbaro o esclavo. No se puede separar
polis de libertad y política.
19
La palabra negocio tiene etimológicamente dos partes. La primera, negación; la segunda, ocio. Negar el
ocio, en sentido griego, era negar la posibilidad de filosofar, porque no se tenía la libertad de escindirse
del mundo de la vida para entrar al mundo de la política. El negocio era ocuparse de los asuntos de la
supervivencia, algo que los ciudadanos en sentido griego, tenían cubierto.

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para la libertad de lo político, la liberación de la política lo era para la libertad de lo
académico.”20
Para la escritora, Platón podría haber creído que algún día la academia conquistaría
finalmente a la polis. Una academia que como espacio institucional de libertad
restringida, se contraponía con el espacio del ágora donde la opinión -siempre engañosa
para Platón-, se contraponía con el conocimiento, que Platón lo vinculaba con la
retórica o la dialéctica, cursos que dictaba en la academia.
Para Arendt, la política en la polis era expresión de la doxa21 y no así de la episteme.22
La doxa constituye una opinión, quizá una “verdad relativa” en términos
contemporáneos, pero jamás una verdad, que tiene carácter de autoridad y por ende
violenta todo a su paso.
Platón, dentro de esta lógica, al teorizar sobre la política23 y decirse dueño de la verdad,
en tanto que filósofo el único que accedía al mundo de las ideas y de la episteme, Platón
eliminaba el debate -político-. Él poseía la verdad y punto.24

Oro Tapia describe que la verdad inutiliza la discusión de la polis, porque sólo puede
existir una verdad. Entonces allí la política no tiene nada por hacer. La verdad es
autoritaria y despótica.
Arendt de manera categórica acusa a Platón de minar la política en sentido griego, para
sustraerla en la indiferencia académica de unos pocos, contra “los muchos” del ágora.
En otras palabras, acusa a Platón de eliminar la política en tanto libertad y sujetarla a la
única verdad impartida en las aulas de la academia.25

Política de la Polis, Política Cristiana


Para Arendt, la influencia de Platón se puede observar en el pensamiento cristiano. Al
igual que Platón exigió al hombre librarse del mundo de la vida y el mundo de la polis
creando la academia; el cristianismo se auto-limitará religiosamente, creando la Iglesia.
El cristianismo creaba como ámbito de reunión y nuevo espacio de libertad a la Iglesia,
sin embargo, ese espacio público se reveló como no político. Pues todo espacio de
reunión, en tanto mundo aparente26, daría lugar a la doxa y ésta pondría en tela de juicio

20
ARENDT, Hannah, 2007, Op. Cit., Pág. 81.
21
Del griego, “opinión”.
22
Del griego, “conocimiento”.
23
PLATÓN, “La República”, Trad. Rodolfo Mondolfo, Editorial Eudeba, Buenos Aires, 2005.
24
Sobre este punto, se hace clarificador el texto de NIETZSCHE, Friedrich, “Crepúsculo de los Ídolos o
Cómo se filosofa a martillazos”, Ed. Longseller, Buenos Aires, 2005. En él, Nietzsche acusa a Platón de
eliminar cualquier debate con la creación del mundo de las ideas y propone “eliminar” el “mundo
verdadero”. De esta manera afirma “El mundo verdadero (es) inalcanzable, indemostrable, imprometible,
pero, en tanto pensado, ya es un consuelo, una obligación, un imperativo.” y más adelante sentencia
“(…) hemos eliminado el mundo verdadero: ¿Qué mundo queda aún?¿acaso el aparente?... ¡No!, con el
mundo verdadero hemos eliminado también el aparente (pág. 81).
25
Para Arendt, a diferencia de las escuelas de los sofistas, que intentaban educar para la política; la
academia buscaba imponer la “verdad”.
26
El mundo aparente hace referencia al mundo de la doxa, el mundo que puede mutar y que es flexible a
la interpretación y construcción del hombre. Yuxtapuesto al mundo de las apariencias se encuentra el
mundo inteligible o mundo de las ideas. Un mundo donde no hay lugar a la duda, donde existe la episteme

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cualquier mensaje cristiano. Las implicancias de pensar los mandamientos eclesiásticos
resultaría intolerable, y al igual que el saber académico, apareció la “palabra” cristiana.
Un saber inflexible a la interpretación de los hombres y confinado a ser uno sólo, y sólo
la “verdad”.
En este sentido, la política cristiana siempre tuvo dos misiones, remarca Arendt. Por un
lado, asegurarse mediante la intervención en la política secular que el lugar de reunión
de los creyentes -lugar no político- fuese guarecido del exterior; y por otro, evitar que el
lugar de reunión -la iglesia- se convirtiera en un mundo aparente, un mundo político.
¡Dios es uno sólo y no cambia!

La Modernidad
Con la modernidad el ámbito de lo religioso se sumerge enteramente al espacio privado,
mientras el mundo de la vida y sus necesidades -que en la antigüedad formaba parte del
mundo privado por excelencia-, irrumpió en lo público.27 Esto conlleva que libertad y
política permanezcan separadas de lo decisivo, y que ser-libre quede ubicado en el
mundo de la vida y la propiedad, donde de lo que se trata ya no es de la palabra o los
acuerdos “entre” los hombres, sino de las actividades de la conservación de la vida -
labor- y la productividad -trabajo-.
De esta manera, la constitución de una “felicidad” se arroja a las fuerzas productivas, al
desarrollo de la labor de la vida. Ya no en lo político en sentido primigenio.
Esta concepción moderna de la política, para la que el Estado es una función de la
sociedad o un mal necesario, se impuso práctica y teóricamente sobre la concepción
antigua referida a la soberanía del pueblo.
Para Arendt, pese a las revoluciones americana o francesa, incluso la húngara, donde
ser-libre constituyó la participación en el Gobierno, estos procesos no se pudieron
traducir en ninguna forma de Gobierno. Por el contrario, la modernidad impuso la
tutela de la violencia como atributo del Estado y a la acción política como un poder
para vigilar o controlar el uso que haga el Estado de esa violencia -constitucional-.
Esto significa que la Edad Moderna entiende de la relación entre política y libertad, a
una política como medio, y una libertad como fin. Pero si bien la relación entre libertad
y política no cambió del sentido antiguo, sí lo hizo el contenido y dimensión de la
libertad.

La conclusión de Arendt es determinante. Para la Edad Moderna, la política no tiene


más como fin supremo la vida, sin la violencia. Lo político no se encuentra más “en el
entre” los hombres, sino en un Estado que se organiza como poseedor de la violencia.
La pregunta por el sentido de la política en la antigüedad se hubiese resuelto fácilmente
como medio para posibilitar la vida y la libertad. Hoy en la modernidad, el sentido de la
política no queda claro, porque existe un medio público de violencia que difícilmente
tenga como fin proteger la vida o la libertad. Más bien, amenaza la libertad y la vida. El

o conocimiento. La academia tenía como fin lograr que el saber académico alcanzara esas verdades
inmutables; como así la iglesia, que el mensaje cristiano tocara la verdad del hijo de Dios.
27
La escritora no explica aquí porque se produce este proceso.

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crecimiento y perfeccionamiento de las modernas posibilidades de aniquilamiento en
monopolio del Estado, ofrece a una política contraria a la vida -incluso orgánica-.
El espacio público-político de la modernidad no se ha constituido “en el entre”
hombres, en la política como palabra y consenso. Por el contrario, la modernidad ha
hecho de la política un lugar de violencia. El poder de los hombres en tanto acción
política se ha tergiversado en violencia, dominio, gobierno, o cualquier otra palabra
símil. De allí que también poder obtenga una reconceptualización de su sentido
primigenio, hacia violencia ¡nada más alejado! Cómo bien describe Arendt “(…) allí
donde violencia, que es propiamente un fenómeno individual o concierne a pocos, se
une con el poder, que sólo es posible entre muchos, se da un incremento inmenso del
potencial de violencia, potencial que, si bien impulsado por el poder de un espacio
organizado, crece y se despliega siempre a costa de dicho poder.”28

La expulsión de la violencia del ámbito privado -“mundo del oikos”29- al mundo de lo


público fue completamente consciente. Para Arendt, esencialmente “(…) para poder
vivir cotidianamente sin violencia se fortaleció la violencia del poder público, del
Estado, de la que se creyó seguir siendo dueño porque se la había definido
explícitamente como mero medio para el fin de la vida social, del libre desarrollo de las
fuerzas productivas.”30 Se creyó “reducir” la violencia al circunscribirla al Estado,
creando un sistema de partidos para controlar el Gobierno constitucional.

La violencia aparece como centro de atención de la política, y constituye medio para el


supremo fin del mantenimiento y organización de la vida. No así la palabra como se
desarrollara en la polis. La paradoja resulta clara. El ámbito de lo político amenaza
aquello único que parecía justificarlo: la vida misma. ¿Tiene entonces la política algún
sentido? Cuando amenaza a la vida, cuando produce violencia y no consensos, cuando
se reproduce desde el Estado y no desde los hombres.

El Prejuicio
Finalmente, Arendt analiza el papel que el prejuicio representa en el espacio público-
político. Lo entiende como aquello que compartimos todos sin darnos cuenta. Porque ya
no juzgamos, sino establecemos juicios pretéritos.
Sin los prejuicios el hombre como tal no podría vivir, porque una vida sin prejuicios,
exigiría una atención sobrehumana, significaría una constante disposición a dejarse
afectar en cada
momento por toda la
realidad como si cada
día fuera el primero.
Si bien existen prejuicios y tonterías, precisamente el prejuicio deja de tener utilidad
cuando ya no cumplen su función de comprobar parte de la realidad. Pero cuando el
prejuicio se torna peligroso es cuando la gente empieza a convertirlo en teorías
28
ARENDT, Hannah, 2007, Op. Cit., Pág. 94.
29
Del griego, “hogar”, en tanto familia y esclavos -bienes-.
30
ARENDT, Hannah, 2007, Op. Cit., Pág. 96.

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perversas que no necesiten corroborarlos en la realidad. Fundamento de toda ideología o
cosmovisión, este prejuicio peligroso hace mella en la modernidad entendiendo a lo
político como violencia, y a la dominación como fin último de la acción política.
De allí que para Arendt, la idea de un ideal socialista de un final sin Estado, lo que para
Marx significa sin política, “(…) no es de ninguna manera utópico; es solo
escalofriante.”31

Conclusión
Arendt concluye que el Estado se organizó fácticamente como “poseedor de la
violencia”. Preguntarse por el sentido de la política, es preguntarse si estos medios
públicos de violencia tienen un fin o no. Pues, estos medios de violencia que otrora
protegían la vida y libertad, hoy parecen amenazar no solamente esa misma libertad
sino también la vida de los hombres y toda vida orgánica en la Tierra.

La Edad Moderna ha desvirtuado el sentido de lo político y lo ha convertido en


violencia. El espacio de la búsqueda de consensos -el espacio de lo político, en tanto
polis- ha mutado en un espacio de violencia. Por ello en las condiciones modernas,
poder y violencia son lo mismo. Cuando en su sentido original, poder era la creación de
consensos colectivos; y violencia, un acto individual y reducido al ámbito privado.

La escritora llama la atención sobre el crecimiento y el desarrollo desmesurado de las


modernas posibilidades de aniquilamiento. Se muestra preocupada. Pero es optimista,
ya que el milagro yace en poder de los hombres.

Bibliografía
ARENDT, Hannah “¿Qué es la Política?, Editorial Paidós, Buenos Aires, 2007.
ARENDT, Hannah “Los Orígenes del Totalitarismo”, Editorial Alianza, Madrid,
1982.
ARISTÓTELES, “La Política”, Editorial Alianza, Madrid, 1998.
ORO TAPIA, Luis, “La idea de la política en Hannah Arendt”, Revista
Enfoques, Año VI, Nº 9, Universidad Católica de Valparaíso, Valparaíso, 2008.
ESTRADA MESA, Diego Alejandro, “La Política como Libertad y Poder. Una
aproximación a Hannah Arendt”, Revista Escritos, Vol. 20, Nº 44, Medellín,
2012.

Nabih Yussef

31
ARENDT, Hannah, 2007, Op. Cit., Pág. 98.

Nabih Yussef - Teoría Política Contemporánea -9-

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