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Dos hermanos se perdieron explorando un crucero de lujo mientras sus padres dormían la siesta. Encontraron una sala prohibida en el piso más bajo del barco que estaba abandonada y llena de telarañas. Cuando intentaron salir, la puerta se atascó. Comenzaron a escuchar música tenebrosa y los instrumentos musicales se estaban tocando solos, hasta que los dos hermanos se desmayaron del miedo. Sus padres los encontraron y rescataron gracias a los sonidos que provenían de la sala.
Dos hermanos se perdieron explorando un crucero de lujo mientras sus padres dormían la siesta. Encontraron una sala prohibida en el piso más bajo del barco que estaba abandonada y llena de telarañas. Cuando intentaron salir, la puerta se atascó. Comenzaron a escuchar música tenebrosa y los instrumentos musicales se estaban tocando solos, hasta que los dos hermanos se desmayaron del miedo. Sus padres los encontraron y rescataron gracias a los sonidos que provenían de la sala.
Dos hermanos se perdieron explorando un crucero de lujo mientras sus padres dormían la siesta. Encontraron una sala prohibida en el piso más bajo del barco que estaba abandonada y llena de telarañas. Cuando intentaron salir, la puerta se atascó. Comenzaron a escuchar música tenebrosa y los instrumentos musicales se estaban tocando solos, hasta que los dos hermanos se desmayaron del miedo. Sus padres los encontraron y rescataron gracias a los sonidos que provenían de la sala.
Hace unos años, mis padres decidieron pasar dos semanas en un
crucero para descansar en familia. El plan no era el que más nos
gustaba a mi hermana menor y a mí, pero no nos quedaba más remedio que aceptarlo. Nuestros padres, para convencernos, nos decían que iban a ser unas vacaciones inolvidables, y para nuestra sorpresa, no se equivocaron.
El día que nos embarcamos fue una fiesta. La recepción, la gente
contenta de zarpar, el lujo del crucero al que nos habían llevado, todo era mucho más lindo y asombroso de lo que nos habíamos imaginado. Sin embargo, al tercer día de viaje, las actividades comenzaron a repetirse, y mi hermana y yo empezamos a aburrirnos. Entonces, decidimos salir a explorar las distintas partes del barco.
Una tarde, cuando nuestros padres dormían la siesta, comenzamos
desde la cubierta a recorrer cada uno de los pisos de los que se componía el crucero. Así fue como en la última planta de la embarcación, la que estaba debajo de toda esa torre de lujos, llegamos a una puerta que decía “Prohibido el ingreso”. Nada podía darnos más curiosidad que eso, y entonces decidimos entrar igual. Cuando ingresamos, encontramos una habitación sombría, donde ya no había luz natural, dado que estábamos por debajo del nivel del mar. El lugar tenía mesas, sillas, un escenario lleno de instrumentos y todo dispuesto como para organizar un gran festejo. Sin embargo, todo estaba lleno de polvo y telas de araña, lo que hacía pensar que el salón había permanecido cerrado durante mucho tiempo. El sitio era tan lúgubre que nos dio mucho miedo y preferimos salir. Sin embargo, cuando quisimos hacerlo, la puerta estaba atorada.
En ese instante, comenzamos a escuchar una música tenebrosa,
como de película de terror, y cuando nos dimos vuelta los instrumentos estaban tocando solos, en el aire, como si hubiera habido personas de una orquesta, con la diferencia de que las únicas personas allí presentes éramos mi pequeña hermana, que ya había comenzado a llorar, y yo… En ese instante, los dos nos desvanecimos del horror y ya no vimos ni escuchamos más nada.
Al rato, me desperté con los ruidos de una sierra que provenían
desde la puerta del salón. Mis padres se habían despertado y como no nos encontraban por ningún lado habían dado aviso a las autoridades del crucero. En la búsqueda, habían escuchado sonidos extraños en la parte baja del barco y cuando llegaron al salón en el que estábamos atrapados hallaron la puerta trabada por fuera. Así, lograron ingresar y pudimos salir de allí sanos y salvos. Nunca volvimos a hablar de ese episodio con mi hermana, ni pude encontrar una explicación para lo que vimos y oímos, pero estoy seguro de que ella nunca lo olvidó, igual que yo, que al día de hoy, por las noches, todavía escucho esa música de ultratumba.