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Sotelo, gracias K.

Cross & Botton


SUCKED

AR TABOO

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Sucked

BY AR TABOO

No puede sacárselo de la boca.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 1
BEAR

Mi pequeña por fin vuelve a casa, y después de siete años


separados, no puedo esperar a tenerla en mis brazos. Ha pasado tanto
tiempo porque su mamá y yo tuvimos un divorcio de mierda y ella la
arrastró al otro lado del país, lejos de mí. Tengo un buen trabajo aquí,
y con lo mucho que le enviaba de manutención, no podía dejarlo.
Puede que no tenga mucho, pero le di todo a mi Kimmy.
Así que me quedé y llamé todo lo que pude. Intenté visitarla
varias veces, pero la madre de Kimmy siempre ponía la excusa de que
estaba en un campamento u ocupada con los estudios. Finalmente,
cuando cumplió dieciséis años, le envié un teléfono y nos hemos
estado mandando mensajes los últimos dos años.
Hicimos un plan para que cuando cumpliera dieciocho viniera a
vivir conmigo porque su mamá ya no podía impedirlo. Esta mañana
ha cogido un avión y llevo horas esperando en el aeropuerto para
poder traer a mi pequeña a casa.
A su mamá le dio un ataque, pero creo que fue más porque la
manutención se detuvo que porque se preocupara por Kimmy. La
mayor parte del tiempo creo que se aferraba tanto a ella porque sabía
que me haría daño. Pero después de su cumpleaños, no hay nada que
pueda hacer, y tengo toda una lista de cosas divertidas que podemos
hacer para recuperar el tiempo perdido.
Hay un anuncio en lo alto y me emociono cuando escucho que
su avión ha aterrizado. Me levanto y me dirijo a las escaleras
mecánicas con mis flores en la mano mientras espero a mi pequeña.

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Hoy hay mucho tráfico en el aeropuerto local, pero solo unas
pocas personas a la vez bajan por la escalera mecánica hasta la salida.
Observo cómo cada persona sube y baja lentamente. Hay un
matrimonio seguido de una pareja mayor. Luego un par de hombres
de negocios y una madre con niños. Espero un poco más y luego veo
a una mujer pisar que tiene mis ojos muy abiertos.
Lleva una falda corta que deja ver unos muslos suaves y una
camiseta de tirantes ajustada. Hace un calor del infierno, así que no
puedo culparla, pero está tan ceñida a las tetas que veo que no lleva
sujetador. Me fijo en el contorno de sus pezones y, joder, me estoy
poniendo duro.
Miro a mi alrededor y veo que todos los ojos están puestos en la
mujer mientras baja lentamente por las escaleras mecánicas. Esta
mujer debe estar deseando una polla por la forma en que va vestida.
Lleva el pelo largo recogido sobre la cabeza y gafas de sol mientras la
luz entra a raudales. Entonces veo cómo saca una paleta del bolsillo
trasero y se la lleva a la boca. Sus labios carnosos la envuelven, y
gruño en el fondo de la garganta al pensar en esa boca chupándome
hasta dejarme seco.
—Joder, ahora eso es una boca. — oigo decir a un hombre que
pasa a mi lado y me río con él.
Todos los hombres de aquí están pensando en meterle algo,
incluido yo. Maldita sea, tengo que concentrarme. Kimmy llegará en
cualquier momento.
Mientras vuelvo a mirar por la escalera mecánica, oigo un
chillido de emoción y miro a mi alrededor. Tardo un segundo en darme
cuenta de que el sonido procede de la mujer. Ha bajado de la escalera
mecánica y viene hacia mí con una gran sonrisa.
— ¡Papi! — vuelve a chillar, y tengo el tiempo justo de abrir los
brazos cuando la mujer se lanza hacia mí.
— ¿Kimmy?— pregunto incrédulo. No recuerdo la última vez que
vi una foto suya, y nunca iba vestida así.
Se echa hacia atrás en mis brazos y se quita las gafas de sol. Sus
preciosos ojos dorados me miran fijamente y los reconocería en
cualquier parte.

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—Pequeña. — le digo y la aprieto contra mí, hundiendo la cara
en su cuello.
—Te he echado mucho de menos, papi.
Sus piernas me rodean la cintura y recuerdo que lleva falda.
Tengo que poner mis manos en su trasero para mantenerla cubierta,
y puedo sentir sus suaves mejillas tratando de salir.
—Tranquila, Kimmy. — le digo mientras la pongo en pie. —La
gente te verá las bragas.
—Papi, no seas tonto, no llevo. — Se ríe mientras pone los pies
en el suelo.
¿No lleva? Santa mierda. Entonces siento sus labios en mi cuello
mientras me besa y sus manos van a mi cintura. Soy mucho más alto
que ella, es su lugar natural, pero si los baja, se acercará
peligrosamente a la erección que estoy tratando de ocultar.
¿Cómo diablos esta es mi pequeña? ¿Cuándo se ha convertido
en una mujer?
Tomo su rostro entre sus manos, miro su boca llena y tengo la
intensa necesidad de besarla. Los padres besan a sus hijas en la boca,
¿verdad? Me inclino, le doy un rápido beso y después me lamo los
labios. Puedo saborear el dulce caramelo que estaba chupando y,
como si pudiera leerme la mente, vuelve a meterse la paleta en la boca.
—Vamos por tus maletas. — La acerco a mi lado, sobre todo para
ocultarla de los hombres que la miran fijamente.
—Estoy tan feliz de estar aquí. — Apoya su mano en mi estómago
mientras caminamos y yo mantengo mi brazo alrededor de su cintura.
—Yo también, pequeña. — Intento no pensar en el lento ir y venir
de su mano sobre mi estómago mientras cogemos sus maletas y nos
dirigimos a la camioneta.
Le abro la puerta del pasajero, pero mi camioneta es tan alta que
tengo que ayudarla a subir. Tiene que agacharse para ponerse el
cinturón y no puedo evitar mirarle el culo. Tiene la falda levantada y
casi puedo verle entre las piernas. Me obligo a apartar la mirada, le
abrocho el cinturón y me dirijo al otro lado de la camioneta. Antes de

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entrar, me ajusto la polla y la aprieto para intentar que baje. No lo
consigo.
— ¿Estás cansada?— le pregunto de camino a casa, y bosteza.
—Tengo mucho sueño. — Se ha terminado la paleta y veo cómo
se mete el pulgar en la boca.
—No me digas que sigues haciendo eso. — me burlo mientras le
quito el pulgar de la boca y le tomo la mano.
—No puedo evitarlo. Siento la boca vacía si no tengo algo en ella.
— Hace un puchero y coge otra paleta del bolso.
Pienso en que la vi en las escaleras mecánicas y en cómo
fantaseé con darle algo de chupar y tengo que mirar por la ventana.
No sabía que era mi pequeña cuando tuve esos pensamientos, y tengo
que obligarme a parar. Sí, tiene dieciocho años, pero está mal, y sé
que no puedo actuar según este impulso.
— ¿Crees que puedo echarme una siesta cuando lleguemos a
casa? — me pregunta, sacándome de mis pensamientos.
—Podemos hacer lo que quieras. — le ofrezco y aprieto la mano
que aún sostengo. Kimmy tira de ella hacia su regazo y noto sus
muslos desnudos cuando mi mano se apoya entre ellos.
—Bien porque todo lo que quiero hacer es acurrucarnos juntos
mientras vemos una película y nos quedamos dormidos en tus brazos.
De repente, los pensamientos que llenan mi mente son los que
un padre nunca debería tener.

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Capítulo 2
BEAR

—No he traído pijama. — Kimmy hace un puchero mientras


entra en mi dormitorio.
— ¿Por qué no? —le pregunto, al ver que sigue con la misma
ropa del aeropuerto a pesar de que la hemos desempacado toda en su
habitación. No tenía mucha, así que le prometí que mañana iríamos
de compras.
—Los que me compró mamá me quedaban grandes y me
picaban. — Se encoge de hombros y se acerca a mi cómoda. — ¿Puedo
ponerme una de tus camisetas?
—Por supuesto, pequeña. —Me acerco a ella por detrás, coge una
y se gira para mirarme.
— ¿Está bien esta?— Me enseña una camiseta blanca
desgastada y asiento. Es una vieja camiseta de trabajo, pero está
limpia aunque sea transparente.
Justo cuando voy a enseñarle dónde está el baño, se saca la
camisa de tirantes y empieza a quitársela. Me doy la vuelta y le doy la
espalda mientras empiezo a regañarla.
—Kimmy no puedes quitarte la ropa así por la casa. Ahora vives
conmigo.
— ¿Y? — dice, y puedo oír la ropa golpeando el suelo. —Eres mi
papi. ¿Qué más da?

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Pienso en sus pechos desnudos y tengo que cerrar los ojos con
fuerza. —Es que no está bien, ¿de acuerdo?
—De acuerdo. — Prácticamente la oigo poner los ojos en blanco.
— ¿Podemos ver una película ahora?
— ¿Estás vestida?— le pregunto mientras me agacho y me
aseguro de que mi erección está oculta, aunque llevo unos pantalones
cortos de baloncesto que no esconden mucho. Me cambié cuando
volvimos, así que solo llevo pantalones cortos y una camiseta.
—Sí. — Suspira dramáticamente y me giro para verla con mi
camiseta de gran tamaño. La cubre mejor que su ropa, que está
amontonada a sus pies. Debe de habérselo quitado todo.
— ¿Necesitas otra paleta? — le pregunto cuando vuelvo a
atraparla metiéndose el pulgar en la boca.
—No. —Se lo quita rápidamente y bosteza.
Cuando llegamos al salón, solo hay un pequeño sofá y nada más
para sentarse. Como vivo solo y siempre le envío el dinero que me
sobra a la mamá de Kimmy, no tengo mucho para mí. Tendré que
cambiar eso pronto ya que vivirá conmigo a tiempo completo.
— ¿Podemos acostarnos?— Me mira con sus grandes ojos
dorados y toma mi mano entre las suyas. —Quiero acurrucarme.
—De acuerdo. — digo y tomo el mando a distancia.
—Túmbate tú primero, que eres muy grande, y yo me acomodaré
donde pueda. — bromea, y yo intento no gruñir mientras me estiro en
el sofá.
Es un sofá de tamaño normal, pero soy grande y apenas quepo
solo. Ya veo que no va a haber lugar para ella y voy a decírselo. Pero
cuando abro la boca para decir algo, me detengo cuando se sube
encima de mí. Me quedo quieto mientras su pequeño cuerpo se mueve
sobre mí y se acomoda. Es tan pequeña que, aunque su cabeza
descansa sobre mi pecho, tiene que abrir las piernas para que sus
rodillas queden a ambos lados de mi cintura. Noto su peso sobre mi
polla y me pregunto si notará lo duro que estoy. Aprieto los dientes y
cierro los ojos con fuerza mientras hago acopio de todo mi control.

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—Oh, eso se ve bien, papi. — Se sienta y su trasero frota sobre
mi polla mientras señala la pantalla. —Ponte esa.
No tengo ni idea de lo que es, pero presiono y pongo la película.
Kimmy vuelve a tumbarse sobre mi pecho, pero aún noto que se
balancea un poco sobre mi polla.
—Estate quieta, pequeña. — le digo mientras le rodeo la espalda
con el brazo y le pongo una mano en el culo. —Cierra los ojos e intenta
dormir un poco.
—Me siento tan bien que no quiero perderme nada. — Se ríe y
empiezo a jugar con su pelo.
—Relájate. — le digo a ella y a mí mismo. Al cabo de un momento,
oigo un sonido y mis dedos se detienen. — ¿Te estás chupando el dedo
otra vez?
— ¿No?— responde como una pregunta y niego.
—Sabes que no debes hacer eso. — la regaño y levanta la vista
hacia mí.
—No me quedan paletas. — Saca el labio inferior y me mira con
ojos de cachorrito.
— ¿Quieres que te traiga unas? — le pregunto y ella niega.
—Quizá más tarde. Tengo demasiado calor. — Siento que su
cuerpo se desliza un poco hacia abajo mientras se acurruca contra mí
y empieza a ver la película otra vez.
Soy tan consciente de su cuerpo sobre el mío que me confundo
cuando siento que baja más y más. De vez en cuando, baja unos
centímetros más. Decido que debe de querer ponerse cómoda, porque
al cabo de un rato oigo el suave sonido de su sueño. Tiene la cabeza
apoyada en la parte baja de mi vientre y sigo jugando con su pelo
cuando miro hacia abajo y veo que tiene el pulgar entre los labios.
Cuando me agacho y se lo quito, emite un gemido.
Baja un poco más y gira la cabeza lo suficiente para que sus
labios rocen la piel expuesta donde se me ha subido la camiseta.
Aprieta los labios y siento el calor y la necesidad como nunca antes y
pienso que quizá tenga la solución a su fijación oral.

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— Papi. — murmura en sueños, y le aparté el pelo de la cara.
—Shh, papi te tiene, pequeña. — Empujo suavemente la parte
delantera de mis calzoncillos de baloncesto hacia abajo lo suficiente
para que asome la punta de mi polla. — Papi está aquí. — Empujo su
cabeza un poco hacia un lado para que sus labios rocen la punta. —
Eso es, buena chica. — le susurro mientras empieza a chupar la
palpitante cabeza de mi polla.
Esto está mal, está jodidamente mal, pero joder, qué bien se
siente. Veo cómo sus labios hinchados me envuelven y empiezan a
chupar exactamente igual que hizo con la paleta. Tiene los ojos
cerrados y está inmóvil, aparte de su boca que usa mi polla como
chupete.
Con todo el cuidado que puedo, me bajo un poco más los
calzoncillos y me meto en su boca unos dos centímetros. Es todo lo
que me atrevo a hacer para que no se despierte, pero para mí es
suficiente. Le acaricio suavemente la mejilla y el cabello mientras hace
los sonidos más dulces y la observo succionar suavemente.
—Qué buena chica. — la elogio y me deslizo ligeramente dentro
y fuera de ella. Se me corta la respiración y me tiemblan las manos al
follar la boca de mi hija con tanto cuidado.
Puede que esté dormida, pero sé que le gusta. Tiene que gustarle,
con lo ansiosa que está por encontrar algo que la llene. Si no es mi
polla, encontrará algo, así que en realidad la estoy ayudando.
Cierro los ojos con fuerza cuando siento que se me hinchan las
pelotas y sé que debería sacarla. No debería correrme en la boca de mi
pequeña, pero sigue chupando como si quisiera. Joder, esto está muy
mal, pero mírala cómo sigue. Podría sacarla y correrme en mis
calzoncillos, pero podría despertarse. No tengo más remedio que
acabar donde está.
Sujetándole la nuca para que no pueda apartarse, siento cómo
el semen sale a chorros de mi polla y se vacía en su boca. Es una gran
corrida, y cuando la suelto, empieza a agitarse.
—Traga, pequeña. — le susurro, y lo hace dormida.
Tengo el tiempo justo de correrme en su boca antes de sacarle la
polla y arrastrarla por mi cuerpo.

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— ¿Papi? — pregunta mientras parpadea mirando la televisión y
luego me mira a mí.
—Te estoy poniendo más cómoda. — le digo mientras la aprieto
contra mí. —Adelante, vuelve a dormirte.
—De acuerdo. —Canturrea de placer mientras se acurruca de
nuevo y abre las piernas.
Entonces me doy cuenta de que aún tengo la polla afuera y de
que no lleva bragas. Noto el calor de su coño rozándome la polla y casi
gimo de necesidad.

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Capítulo 3
BEAR

—Me hace cosquillas. —Menea las caderas y siento cómo su coño


desnudo roza la punta una vez más.
—Estate quieta, pequeña. Eso no es algo que puedas tener.
—Pero también se siente bien.
Está mojada. Joder, está mojada. ¿Cómo puede mi pequeña
desearme tanto como yo a ella?
—Sé que se siente bien, pero no puedes tenerlo. — Me meto entre
los dos y me subo los pantalones cortos de baloncesto hasta cubrirme
la polla para que no pueda seguir provocándome.
Una vez fuera de su alcance, me mira y saca el labio. —Pero
dijiste que era tu buena chica.
—Lo eres. —Suspiro y me paso la mano por la cara. —Vamos a
llevarte a la cama. Ha sido un día largo y es tarde.
—No tengo sueño.
Está enojada conmigo y lo odio. Me encanta mimar a mi
pequeña, y estaba deseando hacerlo a tiempo completo ahora que vive
conmigo.
—Vamos, te arroparé. — Me pongo de pie y mira la parte
delantera de mis pantalones cortos. Trato de ignorar mi polla cuando
sobresale en su dirección y le tiendo la mano para que la tome.

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Al final viene conmigo y la conduzco al dormitorio que he
preparado para ella. El edredón es esponjoso y suave, y cuando se
sube veo que la camiseta que lleva se sube y deja al descubierto su
bonito culo redondo. Entonces veo los labios de su coño asomando
entre sus muslos, y me obligo a apartar la mirada.
— ¿Me vas a dar un beso de buenas noches? — pregunta
inocentemente mientras apago la luz y me acerco a su cama.
—Por supuesto. —Tomo asiento, me agacho y, para mi sorpresa,
me rodea el cuello con los brazos y tira de mí. —Kimmy. — le advierto,
pero me ignora y aprieta los labios contra los míos.
El beso es suave y dulce, y aunque no quiero apartarme, lo
intento. Entonces vuelve a sorprenderme lamiéndome los labios. Mi
control es tan escaso que hago lo mismo con ella, y entonces mi lengua
se desliza por la suya y gime en mi boca.
— ¿Qué tal un poco de cosquillas para que te vayas a dormir? —
Le ofrezco porque estoy tratando de controlar mis impulsos.
—Sí, por favor. — Sonríe mientras le bajo las sábanas.
Luego le subo la camisa por el vientre para poder ver su coño
desnudo. Es tan bonito y suave, y ella abre las piernas con
impaciencia. Mis dedos tiemblan un poco cuando toco suavemente
entre sus piernas y empiezo a frotar en círculos alrededor de su
clítoris. Está tan caliente y húmeda, y al tocarla veo que se le cierran
los ojos.
Sus caderas se levantan con el movimiento, y me arriesgo a bajar
un poco el dedo hasta su abertura. Está tan mojada que mi dedo se
desliza adentro y lo saco rápidamente. Utilizo la crema de su corte
para lubricar su clítoris y froto más círculos. Lo hago durante un buen
rato, metiendo y frotando, metiendo y frotando, hasta que gime
pidiendo que la libere.
—Algo está pasando. — Aprieta los ojos con fuerza mientras le
froto el clítoris lo suficiente para que se corra.
Quiero saber qué se siente, así que le meto un dedo y ella se
agarra a él. Sé que si fuera mi polla, me sacaría todo el semen. Me
correría tan dentro de su coño virgen que no habría forma de que no
la hiciera polvo.

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—Papi. — susurra mientras me agacho y le doy un último beso.
—Te amo, pequeña. — le digo antes de lamerme los dedos y salir
de la habitación.
Es lo más difícil que he tenido que hacer nunca, porque quiero
meterme en la cama con ella y follarme su dulce agujerito goteante de
su liberación. Mi pequeña está resbaladiza para mí, y nada me
gustaría más que llenarle el coño. Pero eso no es algo que deba hacer
y tengo que dejar de pensar en lo bien que me sentiría deslizándome
dentro de ella mientras me llama papi. O en lo bien que me sentiría si
la penetrara hasta correrme. Tendría que tener mucho cuidado de no
dejarla embarazada, pero aún es joven y fértil, y probablemente no
haría falta más que una vez.
Voy a mi habitación y me quito la camiseta antes de meterme en
la cama. Decido dejarme los pantalones cortos solo para no tener la
tentación de jugar con mi polla. Ya me he corrido antes en su boca y
luego le he metido un dedo. No necesito empezar a fantasear con hacer
más que eso. Debería aceptar mi regalo y estar agradecido, no intentar
pensar en una forma de tomar más.
Joder, su boca fue tan buena que solo puedo imaginar que el
resto de su cuerpo sería mejor. La forma en que se sentía en mis dedos
y ver su orgasmo casi me hizo correrme encima. Ver a mi preciosa
chica recibiendo todo ese placer me hace sentir poderoso. De repente,
siento una necesidad posesiva de ser yo quien la penetre para que
nadie más tenga la oportunidad.
Es una oscura fantasía en la que no necesito pensar, así que me
obligo a despejarme y cerrar los ojos. En algún momento me duermo,
pero no por mucho tiempo.

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Capítulo 4
BEAR

— ¿Papi?
Gimo al abrir los ojos, pero después de parpadear un par de
veces, veo que afuera sigue todo negro.
— ¿Papi?— vuelve a decir Kimmy, y la veo en el borde de la cama.
— ¿Puedo dormir contigo? Tengo miedo.
No espera a que le responda, se arrastra por la cama y se mete
debajo de las sábanas conmigo.
— ¿Qué te pasa, pequeña? ¿Has tenido una pesadilla? —Se
acurruca a mi lado, la rodeo con los brazos y le beso la cabeza.
—Me duele. — dice en voz baja mientras me pasa el muslo por
la cintura.
— ¿Qué te duele? —Ahora que mis ojos se han adaptado a la
oscuridad, puedo verla mejor.
—Ahí abajo. —Mueve las caderas y siento que se frota contra mis
pantalones cortos.
— ¿Abajo dónde? —Levanto la manta y vuelve a hacerlo. Se frota
contra mí como si quisiera que le prestara atención.
—Entre las piernas. Mami dijo que no podía poner mis manos
ahí porque me convertía en una niña sucia, pero ahora, después de
que me hiciste cosquillas, no puedo hacer que desaparezca el
hormigueo.

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—Oh, no. — digo mientras le pongo la mano en el culo y la
empujo más hacia mí. —Lo siento, pequeña. ¿Te sientes mejor
frotándolo?
—Un poco. —Se sube un poco más y siento su coño desnudo en
mi estómago. —Quiero que vuelvas a hacerme cosquillas.
—Te dije que eso no era para ti. — Gruño mientras la agarro por
las caderas y la ayudo a frotarme el estómago.
—Me duele mucho, papi. Por favor.
Agachándome entre nosotros, empujo la parte delantera de mis
pantalones cortos hacia abajo para que mi polla quede desnuda y dura
entre nosotros. Luego agarro el borde de su camisa y tiro de ella para
poder ver su cuerpo desnudo encima del mío.
— ¿Me prometes que guardarás el secreto? —Le digo, y asiente
enérgicamente. — ¿Incluso para mami?
—Te lo prometo. — Me sonríe mientras paso las manos por sus
pechos desnudos y le toco los pezones.
— ¿Estas cosquillas se sienten bien?— le digo mientras juego
con sus pezones apretados y luego le lamo uno.
Sus turgentes tetas tienen el tamaño perfecto para que las
chupe. Gime cuando muevo la boca de una a otra y se excita cada vez
más.
—Me duele. — Se desliza hacia abajo para que la punta de mi
polla roce su húmedo coño.
—Ten cuidado. Es demasiado grande para que la tomes tan
rápido. — le advierto mientras aprieta la punta.
Joder, ya ni siquiera intento detenerla. El semen se escapa de
mí mientras frota su clítoris sobre la punta.
—No cabe. —Resopla frustrada mientras intenta encajar la
punta en su agujero virgen.
—Déjame a mí. — le digo, y la pongo boca arriba. —Primero tengo
que besarlo.

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— ¿Besarlo? — dice mientras me deslizo por su cuerpo y le
separo las rodillas.
—A veces los papis tienen que lamer a sus pequeñas para que
encaje
—Ah, de acuerdo.
Tiene el coño desnudo y puedo ver lo mojado e hinchado que está
de lo cachonda que está. Su clítoris está duro y asoma entre sus
labios, así que me inclino y se lo lamo con la lengua. Primero trazo
círculos a su alrededor y luego lo chupo.
— ¡Papi! — grita sorprendida, pero no me detengo.
— ¿Quieres que siga besándolo? — pregunto, y empuja mi
cabeza contra su coño. Me reiría de lo golosa que es, pero no quiero
que se avergüence.
—Algo está pasando. — Kimmy jadea y, cuando le meto un dedo,
se corre. No sabe qué hacer, pero sigo lamiéndola para que se corra.
Al final, queda flácida y le lamo la crema.
Cuando termina, subo por su cuerpo y coloco mi polla en su
abertura. —Esto te va a pellizcar un poco, pero como soy tu papi, me
quedo con tu cereza. — He decidido que, como es mi chica, es toda
mía, y eso significa que le voy a reventar el coño.
—De acuerdo. — dice y abre más los muslos.
—Eres mi chica especial, y te prometo que cuando acabe el dolor,
te haré todas las cosquillas que quieras.
Pongo el peso de mi cuerpo sobre el suyo para sujetarla y que no
pueda apartarse de mí. Entonces alineo mi polla con su coño y empujo
hasta el fondo.
—Jodeeeeer. — gruño, y Kimmy grita. Como predije, intenta
zafarse, pero la mantengo quieta mientras disfruto de la sensación de
su coño en mi polla. —Solo espera, respira, pequeña. Shhh.
Intento calmarla, pero nada de lo que digo puede hacer que el
dolor cese.
—Es demasiado grande, papi. ¡Me duele! — Siento que me da
una palmada en el brazo, así que me agacho y la beso.

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—Si me amas, dejarás que te haga esto. — le digo, y se relaja un
poco. —Me has estado tomando el pelo todo el día, así que déjame
hacerlo.
—De acuerdo. —respira hondo y yo meto una mano entre los
dos.
—Concéntrate en esto y terminaré en un minuto. — Froto su
clítoris suavemente, y tan pronto como hago contacto, se aprieta a mi
alrededor. —Así me gusta.
Pronto empiezo a meterla y sacarla, y veo cómo se ablanda y
levanta las caderas para que la penetre más.
—Mírate. — digo mientras observo dónde nos unimos. —Lo estás
aguantando todo como una chica grande.
Empieza a gemir mientras le froto el clítoris y la follo un poco
más fuerte. Puede que sea joven, pero está hecha para ser follada.
—Podemos hacer esto todo el tiempo ahora que vives conmigo.
— le susurro al oído. —No se lo diremos a nadie, pero dentro de esta
casa, podemos tener estas cosquillas secretas.
— ¿Me dejarás usarte como paleta otra vez? — Parpadea y
sonrío.
— ¿Fingías dormir mientras me chupabas? — le pregunto, y
asiente. —Sí, pequeña, puedes dormir con ella en la boca como si fuera
un chupete, si eso te ayuda.
—Sí, papi. —levanta las rodillas para que profundice más, y lo
hago.
Me follo más fuerte su agujerito apretado hasta que me corro
adentro. Debería haberla sacado, pero se siente demasiado bien. Le
daré la píldora en algún momento, pero por ahora, voy a correrme
dentro de ella tantas veces como pueda.
Se corre conmigo, y siento que succiona mi semilla más
profundamente. Mi golosa chica no tiene suficiente, y sé que va a ser
difícil mantenerla bajo control.
— ¿Puedo chuparla ahora? — me pregunta cuando la saco de
encima.

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—Sí, lámemela bien, pequeña. — La agarro del pelo y se la sujeto
mientras rodea mi polla con la boca y me lame como si fuera un regalo.
—Me la estás poniendo dura otra vez.
— ¿Eso significa más cosquillas?— Le excita la idea y asiento.
La agarro por las caderas mientras se sienta a horcajadas sobre
mi regazo y la bajo sobre mi polla. Así está más apretada, pero me
frota el clítoris y se ríe.
—Así. — digo mientras mi polla palpita y mis bolas se tensan.
Estoy listo para correrme dentro de ella otra vez, y no me contengo.
Mientras me frota el clítoris, me corro en su coño y casi me desmayo
del alivio. —Joder, cada vez es mejor.
—Me gusta cómo me calientas la barriga. — Se aprieta alrededor
de mi polla y siento cómo se corre conmigo.
—Vamos a dormir. — le digo mientras tiro de ella para que apoye
la cabeza en mi pecho. Sigo con la polla enterrada hasta el fondo, pero
le meto un dedo en la boca. —De momento puedes chupar esto.
Lo lame y me mira con sus preciosos ojos dorados. —Te amo,
papi.
— Yo también te amo, pequeña.

Fin…

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