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Tamar Pitch CoLEccION CRIMINOLOGIAS - VII - LA SOCIEDAD DE LA PREVENCION Directores Mary BELorr - MAximo Sozzo Facultad de Derecho Facultad de Ciencias yy Ciencias Sociales, UBA _Juidices y Sociales, UNL al castellano fue realzada Latraduecion del toxt del tal por VANINA FERRECCI I. De fos criminales a las victimas Si prevenir es mejor que curar, prevenir es también mejor que reprimir (y/o punit). Dos eslégan de los aftos sesenta y parte de los setenta que no han cambiado tanto en la forma como en la sustancia. La condicién de inseguridad, segtin Castel (2003), tiene un estatuto existencial que toma dimensiones diversas segtin la época histérica. En la edad premoderna, la proteccién frente a la insegu- ridad viene dada por Ja pertenencia a comunidades campesinas, 0, en la ciudad, a corporaciones o guildas, donde el respeto a las nor- mas del grupo se vincula con la seguridad. En la modernidad libe- ral la inseguridad es la condici6n de la mayor parte de la poblacion, alli donde la libertad de las antiguas constricciones produce diso- lucién de los vinculos sociales tradicionales y no es todavia com- Pensada por otras pertenencias y protecciones. Al pauperismo difuso generador de inseguridad del siglo xx, se responde con la expansién del Estado, ya no minimo y gendar- me, sino verdadero y propio reductor de los riesgos mediante la vinculacién del status mismo de trabajador a las garantias y de- rechos. El Estado protector, el Estado del welfare, se basa en el crecimiento de la productividad, de los consumos y de los sala- ios. Su cultura es la del progreso y la confianza en el porvenir. El progreso esta Justamente en la neces(dad de programar el futuro: "Esta capacidad de adueharse del futuro me parece esencial en una perspectiva de Iucha contra la inseguridad social” (Castel, 2003, p. 36). ‘Ademés, el Estado social se basa en la inscripeién de los in- dividuos en colectivos protectores: “El individuo esta protegido en funcién de aquellas pertenencias que no son més la participacion directa en ‘comunidades naturales’ (familia, vecindad, ete.) sino 118 TAMAR PITCH en colectivos construidos por reglamentaciones y que tienen gene- ralmente un status juridico” (Castel, 2003, p. 38). La crisis del Estado social, que es contemporaneamente la crisis del Estado-nacion, significa conjuntamente desreglamenta- cién y declinacién de las formas de organizacién colectiva. La des- ocupacién masiva, la precarizacién de las relaciones laborales in- utilizan las protecciones relacionadas con el trabajo, que se sustituyen con la promocién de un modelo biografico: cada uno/una debe hacerse cargo por si solo/a de los riesgos de su re- corrido profesional que se ha vuelto flexible y discontinuo. El por- venir deviene fuente de amenaza y de temor, el resentimiento apa- rece como la respuesta social al malestar social, induciendo un comportamiento defensivo que rechaza, junto con las novedades, también el pluralismo y las diferencias y va en biisqueda de chi- vos expiatorios. Los eslogan de los afios sesenta y setenta, entonces, tienen hoy una sustancia muy distinta a la de entonces. Prevenir es to- davia mejor que curar, pero la prevencién no es mas una tarca so- lal, colectiva, institucional, sino en gran medida, como se ha vis- to, individual y privada. En cuanto a la prevencidn en el campo de la desviacion y de la criminalidad, hoy ésta es entendida sobre todo como una serie de politicas tendientes a dificultar la comi- sidn de delitos, antes que a mejorar las condiciones sociales que, hasta no hace mucho tiempo, eran consideradas como el origen de la desviacién y la criminalidad mismas y a convencer a los ciu- dadanos de tomar medidas adecuadas para no deventrr victimas 0, si lo son, reducir el dano (a través del mercado privado de las ase- guradoras). ‘Sin embargo, si la prevencion hoy, como veremos, despiaza la Optica de la justicia penal a otros tipos de politicas publicas. es- pecialmente locales, esto no significa que las politicas penales mismas pasen a un segundo plano. Es més, en los ultimo diez afios la poblacién carcelaria de todos los paises europeos, inclu- sive Italia, se ha acrecentado, para no hablar de lo que ha suce- ido en los Estados Unidos donde se calcula que al menos cuatro millones de personas, en su mayoria negras € hispanicas, estén bajo el control de las autoridades penitenciarias (Re. 2006) La cuestion de la “seguridad”, en suma, sirve para justificar tanto politicas de prevencién fundamentalmente situacional, como se verd, como politicas de represion, a su vez justificadas LA SOCIBDAD DE LA PREVENCION 119 por el imperativo de la prevencién, distinto sin embargo de la idea clasica de la pena como mera disuasién. Unas y otras ligadas por retéricas que ponen entre paréntesis causas sociales y motivacio- nes individuales que no impliquen un caleulo racional de costos y beneficios. ‘Ya Cohen en 1985 habla de la legada de saberes criminolé- gicos y politicas criminales “administrativas”, con lo que pretende sefialar el nuevo desinterés por la investigacién o la intervencion sobre las (supuestas) causas de la criminalidad. Investigacion ¢ Intervenci6n se orientan, en cambio, al menos en linea de tenden- cla, hacia la individualizacién de modalidades preventivas respec- to de la criminalidad (comin) que hacen amplio uso de modelos, probabilisticos para determinar las caracteristicas salientes de poblaciones “en riesgo” de cometer delitos e ilegalidades. Estas poblaciones serdn vigiladas més atentamente y si un individuo que posee algunas de estas caracteristicas (tipicamente, es un jo- ven negro o hispanico, desocupado, proveniente de las inner ct tes, con una familia problematica sobre sus espaldas) cs arresta- do recibiré una pena proporcional no tanto al delito cometico sino al grado de peligrosidad social calculado sobre la base de esas, mismas caracteristicas. 5 Existe entonces un evidente y sustancial desplazamiento hacia un “derecho penal de autor’, 0, atin mas, del “enemigo”, es. decir hacia politicas penales y de control social explicitamente orientadas a controlar y reprimir poblaciones antes que compor- tamientos. El retorno de la nocién de peligrosidad social al centro del discurso puiblico configura politicas tendientes a la definicién de amplias poblaciones, individualizadas sobre la base de carac- terfsticas comunes, en si mismas portadoras de rlesgos y peligros para los “buenos ciudadanos". Resulta entonces que la preven- clon pasara a significar contencién-y vigilancia de estas mismas poblaciones, antes que la puesta en marcha de politicas tendien- tes a disminuir las “causas” de esta posible peligrosidad. Un ejem- plo reciente es la definicién de “escoria” utilizada por el ministro del Interior francés Sarkozy para referirse a los jévenes de las ban- lieues: la cuestién no reside en el malestar, en la degradacion ur- bana, en la desocupacion y demas, est en cambio en el hecho de que estos jovenes “son” gentuza. El cambio respecto de la criminologia tradicional y de las politicas criminales en ella inspiradas, esta en el desplazamiento 120 ‘TAMAR PITCH de Ia atencién del “criminal” a la “victima”. La cuestion de fondo es la de disminuir el riesgo de victimizacion antes que la de inter- venir sobre las “causas” de la criminalidad. La mayor parte de los saberes criminologicos actuales pone en el centro a la “victima", las investigaciones sobre victimizacién y sobre "temor all delito” son no sélo las mas difundidas, sino las que resultan solicitadas por 0, de algan modo, orientan las tendencias de fondo de las po- liticas criminales. La consigna de los goblernos nacionales y loca- les deviene “la seguridad de los ciudadanos”; una seguridad que tiene aqui el significado de ponerse al reparo, lo mas posible, del riesgo de ser victimas de delitos ¢ incivilidades comunes. Hoy la seguridad en el discurso pablico significa esto antes que seguri- dad social y hacia alli se tiende a través de las diversas medidas de prevencién, En lo que sigue describiré mas detalladamente este cambio y sus consecuencias, especialmente lo referido a la preeminencia de la llamada prevenci6n situactonal asi como tam- bién de la prevenci6n individual y privada. 'No me detengo aqui en torno de cémo la eriminalidad, la des- viacion y la percepcién y construceién social de éstas han a su vez ‘cambiado. Indudablemente, como sefiala Marconi (2004), la trans- formacién social que se desarrolla bajo el nombre de posfordismo 0 fin de la sociedad industrial, ha producido la declinacién de for- mas de disciplina y control social inherentes a la fabrica fordista y a lo que ésta implicaba en términos de organizacién del tiempo y el espacio. Marconi arroja luz tanto en la funcién de control social de la fébrica en cuanto tal, como en la rigida organizacion de tiempos y espacios que su centraliddad imponia a toda la sociedad, una ri- gidez que marcaba rutinas y producia seguridad, no sélo respecto del curso de la vida (conf. sobre esto, Sennett, 2001), sino tambien respecto de la posibilidad de incurrir en el riesgo de ser victimiza- do por la criminalidad. La transformacion del trabajo, su fragmen- tacién y precarizacion implican la reduccién del control social in- herente a la disciplina del trabajo mismo, y eliminan la separacion entre tiempos y espacios de vida distintos aumentando, por un lado, las oportunidades de cometer ilegalidades y por el otro, de re- sultar en contacto con comportamientos desviados o ilegales (conf. también Garland, 2001), LA SOCIEDAD DE LA PREVENCION 121 Sin embargo, como siempre, las dinamicas de la criminalidad y la desviacién no pueden ser descritas sin ponerlas en relacién con el cambio de las normas y las politicas penales. El ejemplo mas evi- dente es el cambio de las normas acerca de las sustancias lama- das estupefacientes: una expansin de estas normas, o simpl mente una ampliacion de la definicién de ilegalidad a la posesion © al uso de clertas sustancias cambia muy radicalmente el esce- nario de la criminalidad y la desviacion. Ademas, con la legada de las politicas denominadas de “tolerancia cero”, de las que nego hablaré, un gran ntimero y variedad de comportamientos no ile- gales, sino simplemente vividos como “ineivilidades", amplian cl campo de la vigilancia, de la definicion y de la percepelén de peli- grosidad y entonces también de la desviacién y de la eriminalidad propiamente dicha. Ademas en Europa, y:en Italia en particular, las politicas respecto de la inmigracién crean un delito, sea de inmigracion clandestina, sea de desobediencia a la orden de expulsion del te- rritorio nacional; lo que ha significado el ingreso a la carcel de una gran cantidad de personas que no han cometido ningun tipo de delito. En Italia, la poblacién carcelaria est4 fundamentalmente compuesta por inmigrantes y toxicodependientes. 2. De las politicas sociales a las politicas de seguridad Entiendo por control social tanto los procesos de induccién a la conformidad como los procesos de represién de la desviacién. Ambos procesos se entredzuzan. En cuanto a los primeros, éstos comprenden a los procesos de socializacién primaria y secunda- ria y a los procesos que en una sociedad compleja producen con- cepciones de lo que est bien y de lo que esta mal, de lo que se puede y no se puede hacer. Entre éstos, como dice Robert (2006), también el “especta- culo del control del desorden’, el cual “constituye la mejor peda- gogia de un orden”: la gestién del desorden sirve antes que nada para trazar los limites del orden. La metafora espacial no es ca- sual: entre los procesos de control social se deben también con- siderar los modos de organizacién y gobierno del territorio, en primer lugar, como ya lo mostraba la Escuela de Chicago, del te- rritorio urbano. 122 ‘TAMAR PITCH Como sefiala oportunamente Bauman: Desde sus inicios las ciudades han sido lugares en los cuales los extrarios viven muy cerca entre si, aunque sin de- Jar de ser extrarios. La compafiia de los extrafios es siempre inquietante (si bien no siempre temida), ya que esta insito en la naturaleza de los extranos (en cuanto distinta, de aquella de amigos y enemigos) que sus intenciones, sus mo- dos de pensar y sus reacciones en situaciones colectivas no son conocidas, 0 no lo son en una medida suficiente como para poder prever como se comportaran. Un lugar donde se retinan extrafios es un lugar de endémica e irreductible im- previsibilidad. Dicho de otro modo, los extrafios encarnan el riesgo (2006, p. 80). La ideologia del welfare promovia una concepeién uniforme y connotada moralmente de la vida social a través de la autoridad y la direceién del Estado. La idea de fondo era que lo social podia ser gobernado, reformado, encaminado por la gestin directa del Estado en el mercado, en la economia, a través de una redistribu- cién de recursos tendiente a disminuir los efectos de las desigual- dades sociales. En el plano del control social entendido como respuesta ala desviacion, es decir en el plano de las politicas criminales, la idea prevaleciente en el Bstado de welfare es que la criminalidad (0, mas en general, la desviacién) es el resultado de carencias socia- les o personales, es decir, resultado de determinaciones que esca- pan, al menos en parte, a la responsabilidad individual y que co- rresponde remediar a la colectividad, por medio del Estado y de sus instituciones. En el centro de la ideologia punitiva del welfa- re encontramos entonces las dos ideas, entrecruzadas, de una bo- nificacién de las condiciones sociales que se supone conducen a la desviacién (politicas sociales, asistenciales, sanitarias, psiqulatri- cas, entendidas como redistribucion de recursos para satisfacer de- rechos sociales asi como inverstén en la prevencion del desorden) y la correccién/rchabilitacion del criminal/desviado, por medio de la intervencién de saberes expertos (de nuevo, sociales, psiquidtricos, pstcolégicos, eriminoldgicos) y la concepcién del encarcelamiento como un “bien” para el detenido, en cuanto terreno de rehabilita- cién y correccién (Pitch, 1989). oe LA SOCIEDAD DE LA PREVENCION 123 En las sociedades de welfare, entonces, los paradigmas do- minantes de las politicas de control social dirigidas a la cuestién criminal son dos, que se entrecruzan. Por un lado, la idea de que desviacion y delincuencia tienen causas sociales y culturales (Merton) legitima politicas de intervencién precisamente de tipo social y cultural; por el otro, la idea de que desviados y delincuen- tes tienen introyectado de forma inadecuada ¢ imperfecta las nor- mas, se traduce en politicas de intervencién sobre los individuos desviados y delincuentes con el fin de cambiarles las motivacio- nes interiores (Parsons). Lo que unifica ambos paradigmas es la atribucién de la responsabilidad por desviacion y delincuencia al conjunto de las relaciones sociales del que, desviados y delin- cuentes, extraen motivaciones para la accién. Quien delinque, en ‘suma, acttia “normalmente” respecto del contexto de oportuni- dad, valores y normas en que se encuentra inserto y sin embargo su responsabilidad personal es en cierto modo limitada (Pitch, 1989) precisamente por que sus postbilidades de eleccién estan vinculadas a este contexto. Los focos entonces son dos: la inter- vencién social, econémica. sobre el contexto, por un lado, y Ia in- tervencién dedicada a cuidar y tomar a cargo al individuo, por el otro. incluso lo penal es releido segtin esta retorica: la carcel debe reeducar, antes que punir 0 neutralizar. Toda una serie de medi- das acompafian o sustituyen a la pena carcelaria, desde las dis- tintas formas de “puesta a prueba” a los permisos, la libertad an- ticipada, etcetera, ‘Sin embargo, la cércel sigue siendo central, no sélo como el lugar en que se descargan los fracasos, aquello que es el residuo de las actividades de culdado del individuo, sino también como motor mas o menos reconocido de los procesos de control social secundario, lo que les da sentido en witima instancia. ‘Ademés, las agencias que toman a su cargo a los individuos trabajan con la modalidad de la puerta giratoria, imponiendo cada una su propia definiclon del problema y descargando en otro lugar aquello que no entra en esta definicion, produciendo abun- dantes desechos, que serdn reconstruidos como intratables, irre- ductibles, es decir, peligrosos. La atencion y el énfasis recaen, de todos modos, en los “eri- minales": como productos de una sociedad injusta, como indica- dores de aquello que (todavia) no anda bien, como resultado de procesos de socializacion imperfectos. 124 ‘TAMAR PITCH LA SOCIEDAD DE LA PREVENCION 128 Desde fines de los afios sesenta, desde los Estados Unidos, este tipo de retérica comienza a ponerse en cuesti6n, tanto por la derecha como por la izquierda. No obstante el creciente bienestar y la guerra contra la pobreza durante la Presidencia Johnson, las tasas de criminalidad crecen de nuevo (conf. sin embargo, la lec- tura en contrario de Chambliss, 1999), Pero la receta del welfare encuentra descontentos y criticos también de izquierda, Se habla del cardcter totalizante y paternalista que implica el hacerse car- go de los individuos, se habla también de patologizacton de los conflictos y postergacién de los derechos civiles de los detenidos. Es dentro de la crisis del welfare y de sus culturas, que re- sulta necesario analizar el cambio de los procesos de control y la nueva retorica que los acompafia. La crisis de las politicas del wel- fare trae consigo la declinacién de las hipétesis de reforma y boni- ficacién del territorio asi como aquellas de rehabilitacion y resocia- lzacién. “Nada funciona” se vuelve la consigna repetida tanto por la derecha como por la izquierda: Ia criminalidad crece y crece sobre todo la tasa de reincidencia, que las politicas variadamente inspira- das en las llamadas teorias del etiquetamtento habian creido poder combatir reduciendo los efectos estigmatizantes del encarcelamien- toy manteniendo, cuando y en la medida que fuera posible, al des- viado en su contexto social. En primer lugar, dicen los criminélogos conservadores, de- Jjemos a un lado la idea de que se delinque por condiciones socia- les y ambientales adversas. El que delingue es considerado como un Sujeto que elige racionalmente, ponderando costos y beneficios de su accién. Convendra entonces actuar sobre los costos. incre- mentandolos de forma tal que la eleccién criminal resulte mas di- ficil. Subir los costos significa apostar a la represién penal: au- mentando las penas, volviéndolas ciertas (con la introduccion, en los Estados Unidos, del mandatory sentencing). El paradigma positivista que, estando de uno u otro modo, sobre la base de todas las tcorias y andlisis de la cuestién crimi nal desde el ochocientos, resulta puesto en crisis: las causas de fa desviacion y criminalidad, por mas que sean (0 hayan sido) in- dividualizadas en la biopsicologia individual y/o en el contexto so- cial, resultan puestas entre paréntesis. Técnicas y estrategias de control social comienzan a ser teorizadas (y practicadas) indepen- dientemente de las investigaciones sobre las causas presuntas de los fenémenos a controlar y reprimir. Las instancias de reforma social y moral que bien 0 mal inspiraban la busqueda de las cau- sas de los “problemas sociales”, pierden fuerza y sentido en el contexto de los cada vez mas amplios recortes del gasto social y de la complementaria emergencia de una ideologia liberal que te- matiza el primado de la iniciativa privada, de la responsabilidad personal, del merecimiento individual y la necesidad de una reti- rada del Estado y de la intervencién pablica, acusados de produ- cir dependencia ¢ irresponsabilidad individual. El desplazamiento de la atenci6n de los criminales a las vie- timas, la centralidad de la nocién de riesgo, el énfasis sobre la res- ponsabilidad individual y por tanto privada (del criminal y de la vietima}, son las caracteristicas de las criminologias hoy domi- nantes, en el sentido, al menos, de orientar la retorica y en parte también las dindmicas de las politicas de control social contem- pordneas. Emergen entonces teorias y politicas que desplazan el foco desde el individuo a las poblaciones; desde los criminales a las vietimas; desde la preocupacién acerca de las causas a la pre- ocupacién acerca de las consecuencias: de desviacién, control y orden a conocimiento, riesgo y seguridad; desde preocupaciones en clerta forma morales a preocupaciones securitarias; desde la prevencién social a la prevencion situacional (Crawford, 1999). La seguridad, en suma, entendida como protegerse de los riesgos de la criminalidad comin, se ha vuelto el objetivo princi- pal de criminologias y politicas criminales. De esta forma, proble- mas de calidad de vida, crisis del vinculo social, crecimiento de las desigualdades, dificultades de relacion entre portadores y portado- ras de culturas diversas resultan redefinidos como cuestiones para afrontar en la 6ptica de la seguridad: estamos en presencia, se dice, de una criminalizacion de la pobreza (Wacquant, 2000), La cuestion de la seguridad, ademas, resulta declinada como cuestion urbana, es decir localizada en el plano urbano. Por un lado, en esto no hay nada de nuevo, ya que la gran ciudad, como decia, ha sido objeto de andllisis, preocupaciones y experimentos politicos ya desde la primera industrializacion. Soci6logos, politi- cos, novelistas, moralistas, todos en distinto modo se han ejerci- tado en el sefialamiento de los peligros [pero también de los recur- sos) de la metrépolis, peligros que estan en la anonimia, en el resquebrajamiento de vinculos sociales tradicionales, en el indivi- dualismo. 126 ‘TAMAR PITCH Pero, por otro lado, los énfasis y las preocupaciones han cambiado con la transformacién de las ciudades. Hoy mas de la mitad de la poblacion mundial vive en un ambiente urbano o ur- banizado, muchas cludades superan los cinco millones de habi- tantes. Los procesos de desindustrializacion han golpeado més algunas ciudades que otras, produciendo no slo desocupacién, sino cambiando la misma fisonomia urbana. Precisamente a ¢s- tos procesos y a los vinculados con un mercado de trabajo cada vez mas flexible, atipico y precario, que produce segmentacién, nuevas desigualdades y nuevas pobrezas, se les imputa la crisis det azo social, de aquellos vinculos y normas que regulaban la. vida cotidiana de la ciudad y la interaccion entre sus babitantes, promovida también, en gran medida por los grandes sindicatos, los partidos politicos de masa y la vida asociativa por ellos pro- ducida. Las transformaciones de! capitalismo implican ademas no- madismo de un trabajo a otro y por tanto, de un lugar a otro, transformandonos a todos en migrantes internos, escasamente afincados en cada lugar. Disminuye en consecuencia el grado de conflanza y solidaridad, el vinculo social se hace todavia mas pre- carlo. Las relaciones entre los habitantes de las cludades estén mareadas por el desinterés reciproco: el fldneur del novecientos se transforma en un cludadano indiferente, privado de curiosidad. Persistencia y estandarizacién de los consumos producen estan- darizactén del ambiente asi como lugares piblicos sin historia y sin pasado (los grandes centros comerciales, p. ej., devienen cada vez mas, espacios de paseo, encuentro y uso del tiempo libre). La incertidumbre piblica impulsa hacia el retiro y el resguardo en la vida familiar, lo que, a su vez, conduce a un desinterés civico (Gennett, 2001). Pero también las empresas, las grandes multina- cionales que alguna vez estuvieron activas en la vida de las clu- dades, hoy resultan ausentes: ejercen poder, pero no asumen res- ponsabilidades civicas (Sennett, 2000). ‘Ademés, las ciudades se extienden espacial y funcionalmen- te en el espacio lindante, las nuevas tecnologias de la comunica- cién posibilitan, por un lado, una ulterior dispersién y suburba- nizacién, y por el otro, complementariamente, una revitalizacion de los centros urbanos como lugares del tiempo libre y como sedes y vidricras de empresas dispersas, en realidad, por todo el mundo. LA SOCIEDAD DE LA PREVENCION 127 Cambia la relaci6n entre los centros y las perfferias y cam- bia también la poblacién de unos y otras (Martinotti, 1993; Sas- sen, 1994; Améndola, 1997). La ciudad resulta pobiada no s6lo por quien reside en ella, sino también por quien va a trabajar y retorna a su casa en otro lugar, y por quien la utiliza para su tiempo libre, hace uso de sus recursos de entretenimiento y diver- sién, pero no la habita. Lo que puede comportar conflictos entre residentes, turistas y demas city users. ‘También la denominada multietnicidad y multiculturalidad son antes bien un mito de las elites cosmopolitas que una reall- dad masiva. Culturas y etnias conviven en la metrépolis, pero ra- ramente se mezclan, produciendo una esfera piblica basada en la identidad antes que en Ia alteridad. La curiosidad reciproca cede el puesto a una adaptacion a través de la indiferencia, cuando no a través del temor y el comportamiento defensivo: “En un mundo de diésporas que se multiplican, una cosa que no esta sucedien- do es la desaparicién de los confines. Por el contrario, parece que los confines se erigen en cada esquina de cualquier barrio degra- dado de nuestro mundo” (Friedman, 2000, p. 141). Los inmigrantes se hacinan, segtin su proveniencia, en zo- nas diversas de la ciudad, cominmente aquellas donde se en- ‘cuentran alojamientos a menor costo, pensiones y pequefios al- Dergues, lo que contribuyc @ una ulterior desvalorizacién de los inmuebles de aquella zona y crea a menudo fricciones y proble- mas con los residentes de antigua data. Problemas similares se crean en Jas zonas que los inmigrantes de diversas culturas eli- gen como lugares privilegiados de encuentro (cercanos a alguin lu- gar de culto, p. ej., 0 en las cercanfas de la estactén) ocupando es- pacios que los antiguos residentes consideran y sienten como propios, Con relacion a estos cambios, ciudades y regiones acumu- lan hoy poderes y responsabilidades nuevas, delegadas por el Es- tado nacional. La emergencia de muchas grandes ciudades como motores de desarrollo econdmico y lugares de concentracion de la riqueza y del control financiero, contribuye ademés a explicar por qué actualmente se focalizan sobre ellas las politicas y las preo- cupaciones, incluso tedricas, del control social, tematizadas como derecho a la seguridad de los ciudadanos y como éstas se desplic- gan sobre otros frentes, especialmente el de la prevencién, confia- da a los poderes locales. 128 ‘TAMAR PITCH La prevencién se dirige a las victimas potenciales, pone las victimas en el centro del analisis y de las politicas. Si la categoria de la opresién es central en el welfare, la de victimizacion es cen- tral en el poswelfare. La prevalecencia actual de discursos y poli- ticas en nombre de la vietimizacién confunde y reinstaura los mites entre aquello que debe ser considerado privado y lo que debe ser considerado pubblico, entre intervenciones publicas e in- tervenciones privadas. Las criminologias hoy en el mercado com- parten la centralidad asignada a la nocién de riesgo y el desplaza- miento del foco hacia la victimizacién. En efecto, la victimizacién gira en torno de la nocion de ries- goy al problema de como prevenirlo y reducirlo. Los saberes de la cuestion criminal, algunos mas algunos menos, se interrogan so- bre cuales medidas son las mas idéneas para disminuir el riesgo de devenir victimas de la criminalidad. Son de este tipo las medi- das dirigidas a impedir que los criminales potenciales actien (vi- gilancia, tolerancia cero, neutralizacion), como las dirigidas a res- ponsabilizar a las victimas potenciales (no hacer esto, no ir alli, cerrar bien la casa). No sélo las campahas de prensa, sino también la produc- clon de folletos y optisculos de las oficinas de seguridad urbana ya difundidas por toda Italia, contribuyen a que las potenciales victimas estén atentas, lanzando una serie de advertencias: cerrar bien puertas y ventanas de la casa, proveerse de sistemas de alar- ma, no circular en lugares aislados y en horas nocturnas, no lle- var consigo en modo visible collares, anillos y demas. Estas pre- cauciones vuelven explicito y de todas formas imperativo lo que muchos y sobre todo muchas ciudadanas ya hacen, de todos mo- dos, al limitar de hecho notablemente su libertad de movimiento, Con este fin, conviene analizar un poco mas profundamen- te, la perdurable diferencia entre varones y mujeres respecto de la comodidad con que se les concede moverse en los contextos urba- nos. La investigacion a la que hacia referencia (Pitch, Ventimiglia, 2001) ha arrojado luz sobre lo que, por otra parte, es bastante evi- dente: las mujeres son exhortadas a tomar (e incluso esponténca, rutinariamente y de manera inconsclente toman) toda una serie de precauciones que los varones, al menos los adolescentes y J6- venes adultes, no suefian ni siquiera adoptar. Muchos lugares de la ciudad y muchas horas de la noche resultan vedados a las mu- Jeres: aquellas que. por necesidad u otro motivo, contravienen es- LA SOCIEDAD DE LA PREVENCION 129 tas prohibiciones implicitas, si son victimas de delitos o incivilida- des resultan comunmente ellas mismas imputadas de impruden- cia culpable. La tarea de la prevencién de los delitos y de las inci- vilidades mas comunes, ademas, es todavia en gran parte una tarea femenina: son las madres las que tratan de proveer a la se- guridad de sus hijos, y sobre todo, de sus hijas. En general, de- cia, corresponde a ellas educarlos de forma tal que los primeros no generen problemas y las segundas no troplecen con ellos. Muchas mujeres se encuentran asi viviendo en un mundo construido como hostil y amenazador; son exhortadas a evitar no sélo lugares, sino también personas, relaciones; a sospechar y desconflar de los extrafios y en particular de los extranjeros. En una palabra. a no correr riesgos, a evitarlos. Esto configura una fuerte limitacién no sélo de su libertad de movimiento, sino también, en general, de eleccién respecto del trabajo, al tiempo libre, a viajar y demas, en comparacién con la mayor parte de los varones. La investigacion, sin embargo, ha puesto de relieve que son precisamente las mujeres que “corren rlesgos” aquellas que se sien- ten més seguras. Y las mujeres que voluntariamente “corren ries- gos" son las que poseen un bagaje adecuado, es decir importante, tanto de recursos econémicos y sociales como, sobre todo cultura- les, El sentimiento de tener bajo control la situacion personal es aqui crucial, como ya sefialara muchos afios atras, respecto de otra investigacién, Sally Engle Merry (1981). Y este sentimiento, a su ‘vez, tiene mucho que ver con la posesién de aquellos recursos (ade- més de la famniliaridad con lugares y personas, la cual se produce a través de la frecuentaci6n y no del evitamiento) Esto contempla, en primer lugar, a las mujeres, pero también a todos aquellos que no poseen recursos suficientes para correr riesgos. Sin embargo, el caso es que muchos de ellos ni siquiera pueden poner en marcha las precauciones requeridas, porque és- tas implican dinero (de hecho, en muchos casos es necesario adqui- rirlas en el mercado), tiempo y una cierta comodidad. Madriz (1997) muestra, por ejemplo, que son las mujeres mas pobres las que de- ben trabajar y transitar en lugares constderados inseguros, incluso de noche y cémo, si resultan victimas de delitos o incivilidades, re- sultan culpabilizadas en lugar de ayudadas. Asi la prevencién contribuye a mantener y reforzar desigual- dades, tanto porque la prevencién cuesta y quien no se la puede 180 ‘TAMAR PITCH permitir resulta implicitamente acusado, que es ella misma una modalidad de discriminacion, ejerciténdose respecto de figuras débiles y vulnerables: prostitutas, inmigrantes pobres, mendigos, adictos, comtinmente no inclufdos en la “ctudadania” para la cual se predica el derecho a Ja seguridad, sino por el contrario, conver- tidos en figuras del “temor", como surge de las investigaciones. 3. La “nueva prevencién” las politicas de seguridad Se puede decir que las fuentes de peligro se han despla- zado al corazén mismo de las ciudades, Amigos, enemigos y sobre todo extrafios incomprensibles y misterlosos que osci- Jan peligrosamente entre los dos extremos, se mezclan y se asocian en las calles de la ciudad, La guerra contra la inse- ‘uridad, los peligros y los riesgos se combate ya dentro de la ciudad y es aquf que se delimitan campos de batalla y se de- Iinean frentes. Trincheras y bunkers abundantemente aco- razados, tendientes a separar a los extrafios, a tenerlos lejos ya impedir su acceso estan deviniendo rapidamente uno de los aspectos mas visibles de las ciudades contemporéneas, no obstante las muchas formas que ellos pueden asumir y los grandes esfuerzos que sus proyectistas cumplen para fundirlos en el paisaje urbano, “normalizando” de esta for- ma el estado de emergencia en que viven los habitantes de las ciudades, maniacos de la seguridad (Bauman, 2006, pp. 75-6) La cuestién de la prevencién de la criminalidad de la calle y/o de la victimizacton por incivilidades se ha vuelto uno de los ts ‘sues principales en todas partes de Europa. Existe un Forum eu ropeo para la seguridad que retine varias ciudades y al cual ad- hiere el homélogo Forum italiano, Programas para la seguridad se han eserito y actuado en muchas cludades ttalianas. Respecto de esto podriamos hablar de seguridad de las ciudades y de seguri- dad en la ciudad. La primera se refiere a la creacion de un am- biente apetecible para las inversiones privadas, atrayente para los capitales externos; la segunda se refiere a la comodidad o incomo- didad de quien vive y usa el espacio urbano. Dedicaré a estas politicas y a las retoricas que las sostienen, acompahan y justifican un espacio particular, porque éstas me LA SOCIEDAD DE LA PREVENCION isi parecen esenciales para la comprensién de como se desenvuelve hoy el control social y lo que resulta percibido y definido como “desviacion”. Ademés, estas politicas y sus respectivas retoricas tienen efectos, a menudo no previstos ni queridos, que van en la direcet6n de una legitimacién generalizada de la progresiva com- presién de los espacios de libertad en nombre de la seguridad, producida por las politicas utilizadas en la lucha contra el te:ro- rismo y alin mas contra la inmigracién, que demasiado a menu do resulta vineulada al terrorismo ademas que a la criminalidad comin. El ejemplo mas frecuentemente evocado como politica de prevencién en nombre de la seguridad es el del alcalde Giuliani en Nueva York, Con el eslogan “tolerancia cero", Giuliani movilizé la Policia urbana por las calles, con la tarea de limpiarlas de los sin casa, mendigos, prostitutas, € incluso de los musicos callejeros, intervino cerrando los famosos locales de luces rojas de Time ‘Square y le dio a la misma policia un amplio mandato para arres- tar y detener a quien resulte sospechoso de estar por cometer un delito o, mas sencillamente, una incivilidad. Sobre la base de esta politica encontramos la famosa “teoria” de las “ventanas rotas" (Wilson, Kelling, 1982), segtin la cual en una zona o en un barrio donde no se combate la comisién de pequefias infracciones a la ley, o donde se toleran incivilidades, como por ejemplo los actos vandiallicos de edificios abandonados, la actividad de los grafiteros y otras cosas similares, los problemas tienden a multiplicarse y volverse cada vez mas graves: En otros términos, la degradacién urbana induciria en la comunidad un sentido de abandono, de falta de atencién por parte de la autoridad, destinado a facilitar comportamientos desviados. La degradacién eleva el umbral de indiferencia de Ja comunidad urbana hacia varias formas de desviacion, con la consecuencia dramética de producir la consolidacién de culturas criminales (De Giorgi, 2000, p. 106). En realidad, esta teoria no reclama sélo la necesidad de la presencia visible “de la autoridad” en un determinado territorio. Retoma en parte contradictoriamente viejas y conceldas tesis, se- iin las cuales el orden se basa en primer lugar en un control so- cial de tipo comunttario, sobre la formacién y conservacién de vin- culos sociales fuertes y significativos. 132 ‘TAMAR PITCH LA SOCIEDAD DE A PREVENCION 133, Es decir, como sefiala Crawford (1999) a propésito de las po- liticas de seguridad inglesas, la “comunidad” se presenta como problema y como solucion. Y, en efecto, en absoluto casualmente, estas politicas tendran mucho mayor éxito alli donde son menos necesarias (los barrios acomodados) que donde los problemas se acumulan, donde los actos vandalicos de edificios y la degrada- cion urbana, se presentan mas bien como efectos de causas com- plejas y lejanas de los lugares donde éstos se evidencian, que como motores de desviacién y criminalidad. De esta teoria, la politica de Giuliant parece tomar sobre todo el reclamo de retrotraer la policia a sus antiguas tareas de control y defensa, de aseguramiento del orden a cualquier costo, desplazindola asi de las funciones de investigacion y arresto de autores de delitos graves. Nueva York, limpia de los “desechos” humanos, registra una espectacular reduceién de la criminalidad, incluso violenta, nuevamente atrae habitantes, capitales y empre- sas y se propone como modelo cuyo simbolo es este alcalde En realidad, como muchas investigaciones ponen de mani- fiesto, esa reduccion de la criminalidad se registra en el mismo periodo también en las ciudades que no han puesto en accion po- liticas de tolerancia cero y resulta probablemente mas vinculada a la declinacién en el trafico de crack. En cambio, el amplio man- dato concedido a la policia, produjo abusos tan graves como pre- visibles, sobre personas pertenecientes a las minorias étnicas. Existe ademas otra consecuencia, mas general, que marca muchas politicas de prevencién urbana incluso en Europa. Como oportunamente sefiala Rose (2000), el énfasis en las incivilidades como signo y sintoma de potenciales desviaciones y delincuencia desplaza la atencién de policias y agencias de orden publico ha- cla éstas, antes que hacia verdaderas ilegalidades. Y son sobre todo las incivilidades cometidas en las zonas mas degradadas las que resultan puestas en la mira, lo que conduce a wna criminali- zacion de los mismos habitantes, no casualmente pertenecientes a minorias étnicas ya discriminadas. Entonces, la asociacién en- tre incivilidad y desviacién conduce de hecho a la intensificacién de una politica de control y represién de personas y poblaciones identificadas a través de un status, una pertenencia, antes que @ una represion de comportamientos ilegales o ineivilizados. Como se ver, en Europa y en Italia en particular, éste es un elemento fundamental en el funcionamiento actual del control so- cial. Sobre todo por medio de politicas con relaci6n a la inmigra- cién que inventan nuevos “delitos” ¢ ilegalidades, de las cuales pueden ser autores solo los mismos inmigrantes. Las politicas de tolerancia cero tuvieron mucha publicidad y esta consigna sera utilizada en mas de una campaiia politica europea, incluso en Italia. ‘Sin embargo, la denominada politica de “nueva prevencién” no nace, al menos con este nombre, en los Estados Unidos, sino en Francia. Una reconstruccion de la historia de las politicas de seguridad locales europeas, ha sido inventada por Améndola (2008), y retomada por Robert (2006), que define asi la prevencién: “Todos los medios no represivos para disminuir la delincuencia’. Desde este punto de vista, se pueden considerar “preventivas” las politicas sociales, escolares, culturales, que persiguen indirecta- mente esta finalidad, modalidad, como se ha dicho, preferida en las épocas del welfare. En Gran Bretafia, en los inicios de los afios ochenta, emer- ge la corriente de los lamados “nuevos realistas de izquierda”, cri- minélogos desilustonados por los resultados de la estacion pasa- da, bajo la bandera del imperativo de la descriminalizacion, el desencarcelamiento y la despenalizacién y, en cierto sentido, apo- yados por los nuevos movimnientos, como el feminismo, el cual arro- Jaba luz sobre las graves ofensas y delitos sufridos por las mujeres. Esta corriente de pensamiento considera que desde el punto de vis- ta de una politica coherentemente reformadora se deberia conside- rar seriamente el temor a la criminalidad y a la violencia declara- da por los/las ciudadanas y que el centro de esta politica deberia estar el restablecimiento de la legalidad y la seguridad en las dre- as mas pobres, esto es aquellas donde la criminalidad de la calle incide més gravemente sobre la vida cotidiana de personas ya desaventajadas econémica y culturalmente. Estos temas han sido retomados por muchos criminélogos de izquierda en varios paises ‘europeos, incluida Italia. #3s decir, el eslogan ley y orden, arma de la derecha conservadora, deberia haber sido recogido y dirigido por los “progresistas” hacia la produccién de politicas no mera- mente represivas y securitarias. En este sentido, se hicieron algu- nos intentos en varias ciudades gobernadas por los laboristas (mientras el gobierno central era claramente conservador). Robert (2006} destaca, sin embargo, que en los aiios ochen- ta el modelo prevaleciente de politica de seguridad en Inglaterra, 134 TAMAR PITCH cra la denominada “prevencién situacional’, Robert describe la pre- venci6n situacional “a la inglesa” como apoyada “sobre dos princi- pios esenciales: responsabilizar a las poblaciones con el fin de que asuman ellas mismas tareas de prevencién; reducir las ocasiones para la delincuencia interviniendo en el ambiente” (2006, p. 2) En definitiva, sefiala Robert, estas politicas se han traducl- do en un fuerte desarrollo de la vigilancia, antes con los Neighbor- hood Watch (vigilancia del vecindario) y en afios mas recientes con la videovigilancia. En Francia, en cambio, después de las revueltas de 1981 en la baniieue de Lyon, se instalé una comisién de alcaldes dirigida por Gilbert Bonnemaison, cuyo proyecto planteaba una preven- cién llamada “social”, entendida como una politica dirigida a las zonas en que los problemas sociales eran mayores para “multipli- car en ellas las intervenciones” (Robert, 2006, p. 4), a través de una compleja organizacién que implicaba diversos actores: comi- tés comunales, servicios locales del Estado, asoctaciones y un co- mité nacional con los representantes de las grandes administra- clones, Nace asi la llamada politica de las cludades, un complejo de iniciativas dirigidas a intervenir sobre la degradacién urbana, la desercién escolar, la desocupacién juvenil y demas, mediante contratos entre los entes locales y las prefecturas, politica que de algiin modo resiste a los cambios de color del gobierno nacional, durante los afios noventa, aunque con cambios significativos. ‘Antes de volver a la evolucton de los dos modelos europe- 08 segiin Robert, es necesaria una ulterior precision en mérito a los dos modos en que Ja prevencidn resulta comtinmente inter pretada. EI primero trata de conjugar un clerto tipo de seguridad so- cial junto con aquella referida, mas directamente, al riesgo de cri- minalidad. El segurido, en cambio, declina la seguridad principal- mente como prevencién del riesgo de resultar victimas de la criminalidad. Para describir esta tiltima, utilize las palabras de uno de sus sostenedores (Felson, 2003): la prevencién situacional no quicre camblar las personas ni cambiar la situacton general, Es ba- rata, no cambia la cultura ni la “estructura general”, Implica pen- sar “practicamente”, antes que “politicamente”. Adopta estrategias dirigidas a disminuir los beneficios del delito y, por el contrario, alzar sus costos y sus riesgos. Como se ve, es tn tipo de preven- cin que programaticamente ignora cl pasado y se dirige al futu- LA SOCIEDAD DE LA PREVENCION 135 ro. No mira las motivaciones sino los comportamientos futuros. La Vigilancia y la esterilizacion del territorio son las estrategias mas cominmente adoptadas. La cuestin, segtin Felson, se plan- tea en estos términos: basta impedir los delitos en ciertas zonas, porque esto no produce necesariamente un desplazamiento de la criminalidad predatoria a otros lugares, ya que son precisamente ciertas zonas particulares las que atraen la criminalidad. Enton- ces, si se previene la comisiGn de delitos en esta zona, es proba- ble que no se cometan tampoco en otro lugar (sobre las distintas definiciones de prevenci6n, conf. Selmint, 2004). Implicita en este tipo de estrategia hay una criminologia que considera la comistén de los delitos como un evento rutinario y normal de la vida cotidiana, Si un delito sera 0 no cometido, si se devendra victima o no de cierto delito, depende de la situacion y de la oportunidad, dice este tipo de criminologia (para una des- cripcién, conf. Selmini, 2004). Se trata entonces de predisponer las cosas para no resultar victimas y/o dificultar 0 volver poco provechosa la comisién de delitos en ciertas zonas (Selmini, 2000). Como he dicho en varias ocasiones, reenviar a los ctuda- danos parte de responsabilidad por la no victimizacion, corres- ponde a esta manera de concebir la cuestién criminal. La prevencién social-comunitaria, en cambio, se remite a las mas tradicionales teorias etiolégicas de la criminalidad, sean sociales 0 individuales. Adopta entonces medidas de intervencion en las situaciones sociales y culturales consideradas de mayor riesgo de producir fenémenos de ilegalidad e incivilidad, desde el intento de bonificacion de la degradacién urbana y habitacional, de mejoramiento de las situaciones de mayor malestar social, de resoluct6n de los conflictos en el plano local, hasta las medidas dirigidas a ciertos grupos particulares, como el de los javenes. Mas propiamente “comunttaria” se denomina aquella prevencién que utiliza metodologias de produccion y reproduccién del control social primario a través de la movilizacion de los habitantes y sus asociactones. La prevencién social-comunitaria se distingue de las poli cas sociales “generales” precisamente porque est dirigida a po- blaciones particulares y/o a particulares areas urbanas 0, como Ja mayor parte de las intervenciones socioasistenciales, contem- pla al individuo particular. Ademés, se dirige a las potenciales vic- timas antes que a los potenciales criminales. tie ‘TAMAR PITCH Los dos modelos de prevencién, el primero referible a la ex- periencia inglesa, el segundo a la experiencia francesa, han vent- do, con los afios, dice todavia Robert (2006), acercéndose cada vez mas, terminando por presentarse como un mix de intervenciones tanto “sociales” como “situacionales’, donde sin embargo el as- pecto situacional es ya lo prevaleciente y dominante. En Italla, la experiencia emiliana de “Citta sicure’, al inicio de los afios noventa, fue promovida por un grupo de criminélogos, fanctonarios regionales, la participacién activa de un miembro de la Policia del Estado, con una éptica cercana a la de los llamados realistas de izquierda ingleses, en la perspectiva, luego desvane- cida, de una reforma en el sentido federalista y complementaria- mente a un cambio profundo en la organizacién de la policia. Res- pecto de los realistas de izquierda ingleses, si se comparten las preocupaciones en torno de que el arma retérica de la seguridad sea utilizada por la derecha, son mas cautos en reconducir el te- mor y la inseguridad de las cludades s6lo a la incidencia de la eri- minalidad comin y de las incivilidades. La cuestion, antes bien, parece consistir, en aquellos afios, en la produceién de proyectos y politicas que permitan gobernar los viejos y nuevos conflictos urbanos sin recurrir a los medios puramente represivos. Quedan sin embargo, en el seno del comité cientifico que se instala con la contribucién de la Region, importantes diferencias de interpreta- clon acerca de qué y cémo se debe entender la prevencién, a que reenvia la inseguridad y de cuales son las tareas, por un lado, de los investigadores y por el otro de los administradores (conf. tam- bién Selmini, 2003). Mientras tanto, sin embargo, la consigna de la seguridad ‘como “nuevo” derecho del ciudadano es hecha propia por un nti- mero creciente de administraciones municipales y regionales, in- dependientemente del color politico. Se puede hipotetizar que esto dependié tanto de la nueva visibilidad de los alealdes, que ya he comentado, los cuales devienen recolectores de reclamos que an- tes tenian otros interlocutores, como junto y complementaria- mente de la fuerza politica y propagandistica del reclamo de segu- ridad. ‘Con los afios, entonces, de diversas maneras y con instru- mentos variados, la cuestion de la seguridad (entendida como proteccién respecto de los riesgos de victimizacion de criminall- LA SOCIEDAD DE LA PREVENCION 137 dad incivilidad) se convierte en objeto de estructuras guberna- mentales especificas y de proyectos y acciones por toda Italia. Rosella Selmini (2000) ha relevado y analizado las acciones, de prevencién de los municipios italianos hasta el afio 1999 y ha encontrado que, en lo que se refiere @ la prevencién situacional, Jos municipios han utilizado sobre todo la policia municipal y emitido una serie de ordenanzas ¢ intimaciones: ordenanzas anti- prostitucién, contra el comercio abusivo, para el desalojo de loca- les o areas ocupadas tlegalmente, controles sobre inquilinos, etc. Existe luego un importante y creciente despliegue de sistemas de vigilancia con telecémaras de circuito cerrado, sobre todo en los lugares publicos como los parques y las plazas, pero también en las escuelas, centros histéricos, estacionamientos. Ademas se uti- liza también el disefo urbano, con el fin de controlar los movi- mientos de las personas: cerramientos. bloques de cemento, bar- nices antigrafitis, remocion de bancos. Las medidas de prevencién situacional, segin esta investi- gacién, son las més utilizadas, independientemente del partido que gobierne la ciudad, En cuanto a la prevencién socialcomunttaria, es distinta de las medidas tradicionales de asistencia y servicio social. En pri- mer lugar, como decia, esta dirigida hacia areas o grupos particu- lares. En segundo lugar, tiene como objeto mas bien las victimas de delitos o quienes pueden potencialmente serlo, que sus auto- res. Son parte integrante de ella, por ejemplo, las medidas de re- duccién del dao respecto de los toxicodependientes, servicios de asistencia y acompafamiento de personas pertenecientes a gru- os considerados en riesgo (ancianos, nifios, mujeres), medidas de asistencia psicolégica para quien haya sufrido un delito, asi como “campajias publicitarias para la autoproteccién”. En mu- chos de los programas de los municipios censados en ¢l afio 2000 aparecen modalidades de contribucion a los negocios comerciales para que se abastezcan de sistemas de vigilancia (llamados “me- dios de defensa pasiva’). Estas campafias, promovidas por los en- tes locales, van en la direccién de una creciente privatizacion de a seguridad, El mercado de la seguridad del que hemos hablado prececentemente, crece ademas porque los mismos entes locales ‘son buenos clientes de este mercado, a través de la compra de va- ios sistemas de videovigllancia. El aumento exponencial de las 138 ‘TAMAR PITCH LA SOCIEDAD DE LA PREVENCION 139 policias privadas y los guardias es otro fenémeno que va en la misma direcct6n. Las fichas de las actividades de los municiptos, provincias y regiones inscriptas en el Forum italiano para la seguridad urba- na, publicadas en 2000, indican la voluntad de intervenir de ma- nera compleja en una situacién que muchas de estas mismas fi- chas consideran de baja tasa de criminalidad comin e incivilidad, Ja distincion entre seguridad “objetiva” y percepcién de inseguri- dad resulta planteada, pero las medidas propuestas parecen no tener esto en cuenta. En una investigacién sobre ciudades y comunas de la region de Le Marche (Giovannetti, Malucelli, 2001) la mayor parte de los alcaldes se muestra consciente del hecho de que la inseguridad de los ciudadanos y ciudadanas tiene que ver, antes que con la cri- minalidad e incivilidad, con cambios sociales y culturales de lar- ga data, con relacién al ingreso de inmigrantes en sus zonas y con Ja desconfianza y los conflictos que esta legada de personas nue- vas y distintas comporta. Sin embargo, la adopeién de sistemas y medidas de prevencién de la victimizacion por la criminalidad pa- rece ser la respuesta principal, aunque no la tinica, como si la presién, en primer Iugar politico-electoral, fuera demasiado fuer- te como para resistirla, Se puede también hipotetizar que ¢s rela- tivamente mAs fécil encontrar recursos bajo la etiqueta de "medi- das de seguridad” que para otros objetivos, que resultan luego insertos en estos programas. Muchos de los cuales, en efecto, pro- ponen por ejemplo intervenciones de mediacién cultural y social respecto de los y las inmigrantes. No se puede decir nada acerca de los resultados de estas medidas, no tanto desde el punto de vista de la disminucién efec- tiva de los delitos de calle ¢ incivilidades, sino respecto de un au- mento en la percepeién de seguridad por parte de los ciudadanos y ciudadanas, porque no hay todavia investigaciones de este tipo. Lo que se puede decir, es que en estos tiltimos afios las acciones de prevencién por parte de los municipios se han ido multiplican- do y en todas partes se nota un predominio de las medidas de tipo situacional, que son luego las preponderantes y dominantes en el discurso politico, También la prevencién denominada social se esta transformando, volviéndose “mas puntual y emergencial”. En una reciente poneneia Selmini (2006), después de un ul- terior examen de los nuevos proyectos en acto, confirma la ten- dencia hacia la prevencién situacional ya destacada en el andlisis precedente y la definitiva derrota de las hipétesis que habian ani- mado no sélo “Citta Sicure’, sino también muchas de los proyec- tos locales de los aftos noventa. Se nota en definitiva, un efecto de desplazamiento del dis- curso securitario marcado por la vigilancia y la esterilizacion del termitorio, respecto de la intervencién social y “comunitaria”. Esta deriva, sin embargo, estaba ya ampliamente inscripta en aquellas experiencias (Pitch, 2001a, 2001b) ya que, por un lado, clertas situaciones de malestar no podian ser afrontadas y gestionadas localmente y, por el otro, el énfasis sobre la seguri- dad producia el efecto perverso de multiplicar la demanda misma de seguridad, dirigiéndola hacia chivos expiatorios como los inmi grantes. El contexto politico y cultural de estos afios, ademas, como lo he descrito ampliamente, que en Italia fue exasperado por el precedente gobierno de centroderecha en el que la Lega era una parte significativa, no era favorable a experiencias de prevencion, por asi decirlo, solidarias, no excluyentes. Reflexiones mas meditadas por haber sido confrontadas por experimentaciones de larga data vienen de Gran Bretania, donde Tim Hope (2003) nota un aumento del énfasis sobre el rol de los ‘eiudadanos particulares en la evitacidn de los riesgos de la crimi- nalidad y, en consecuencia, una distribucion fuertemente des- igual de la seguridad, accesible s6lo a los que tienen los medios para adquirirla, tanto a través de las aseguradoras privadas, como con la decisién de vivir en zonas “seguras” o bien volverlas, tales por medio de la vigilancia privada e incluso el cerramiento de la zona misma (las gated communities) El anélisis detallado de Crawford (2001) sobre los desarrollos de las politicas de seguridad inglesas de los dltimos afos, sefiala una continuidad entre aquellas introducidas por los gobiernos con- servadores y las introducidas por gobiernos laboristas, ambas ba- sadas en la delegacién de tareas antes estatales a alianzas entre go- biernos locales, organizaciones de ciudadanos y empresas privadas. El enorme aumento del mercado privado de la seguridad de tipo si- tuactonal es uno de sus resultados: "La Asociacion de la Seguridad Privada Briténica se jacta de que la videovigilancia se ha vuelto ya 140 "TAMAR PITCH LA SOCIEDAD DE LA PREVENCION 141 algo aceptable y permanente en la sociedad, con un mercado ere- ciente de mas de 253 millones de libras esterlinas, y que, en cual- quier dia en Gran Bretaria somos escrutados por ocho diversas vi- deocémaras” (2001, p. 437).1 Pero Crawford destaca también como las politicas de prevencién situacional, basadas sobre la autorres- ponsabilizacién individual y fundadas en criminologias que len la criminalidad como evento normal y rutinario de la vida cotidiana, conviven con politicas represivas, actuadas por el Estado en prime- ra persona, segin las cuales, en cambio, la criminalidad es un evento extraordinario, distinto de otros fenémenos, “desastroso” y respecto del cual es necesario proceder con rigidez y firmeza. Existen interpretaciones contrastantes también en lo que se refiere a las ciudades francesas. También aqui, las politicas de se- guridad han sufrido cambios y oscilaciones, se decia, en relacién con el tipo de gobierno, socialista antes, conservador luego, pero el Estado, mucho més centralista que en Gran Bretafla, nunca ha delegado plenamente sus poderes. La prevencién social ha sido desde hace tiempo un objetivo prioritario frente a la prevencién si- tuacional de tipo angloamericano, concentrandose en lo que se ha denominado politica de las ciudades, y sin embargo, sobre todo en los tltimos afios, las derivaciones securitarias son evidentes y fuertes (Body-Gendrot, Duprez, 2001). Algunos sostienen que 1as politicas de seguridad locales fran- cesas han tenido el efecto de mejorar en todos sus aspectos el hé- Ditat ciudadano en general, tanto desde el punto de vista social 1 Em el semanarlo "Viernes" del diario La Repubblica del 20/6/2008 hay un clenco de cludades itallanas y al lado la indicacién del nimero de telecamaras de circuito cerrado por nimero de habitantes. Las ctudades censadas son 50. EE] nomero mas alto de telecamaras, proporcionalmente, lo tiene, quién sabe or qué, Reggio Emilia: casi 652 habitantes por telecdmara (Roma, en cambio, sla Glima con 20.498 personas por telecdmaral. Dice el articulo de Di Bella, en la p. 31: “..] las telecémaras no espian sélo en las plazas, monumentos, ‘ediflcios histéricos, calles y parques, sino que amplian progresivamente su ra io de accion’, siendo situadas en los hospltales y hasta en las capillas ardien- tes. “La nueva frontera es la videovigllancia embarcada: ee trata de sistemas de telecdmaras a bordo de los medios de transporte, como trenes, autobuses metros", explies Incola Girardin, responsable de Security de Siemens (ibid) En suma, el mercado de la vigllancia “se ha vuelto un monstrue de 1.650 mi- slones de euros". c6mo cultural. Otros son mucho mas escépticos, y destacan como. los problemas de las dreas pobres puestas en la mira tienen un orl- gen no local, sino nacional o trasnacional que estas politicas no pueden tocar: desocupacién difundida, precariedad del poco traba- Jo que hay, escuelas devastadas, no pueden ser objeto de politicas locales, las que por el contrario corren el riesgo de estigmatizar ul- teriormente las areas urbanas en las que intervienen, asi como ca- nalizar recursos hacia una sola zona por eso mismo indieada como “peligrosa”. ‘Como sefala Castel: “La puesta en escena de la situacién de las baniliewes como lugares de fijacién de la inseguridad, es de al- gin modo el retorno a las clases peligrosas, es decir la cristaliza- clan sobre grupos particulares, situados en los margenes, de todo Jo que una sociedad tiene de amenazador” (2003, p. 53). En suma existe el riesgo muy concreto de que, antes que dedicar recursos al mejoramiento general de la situacién social y a la efectiva revitalizacién del territorio, incluso con la contribu- cién de los habitantes, la retérica securitaria se transforme en medidas de tipo exclusiva o prevalecientemente de prevencién si- tuacional, que terminan por producir nuevas desigualdades y nuevas discriminaciones precisamente con relacién a lo que hoy se declara como prioritario, es decir el derecho a la seguridad de los cludadanos. Después de las revueltas de noviembre de 2005 en las peri- ferias de muchas ciudades francesas (aunque no exelusivamente), este riesgo parece haberse vuelto real. En el debate periodistico que le ha seguido, ha aparecido finalmente el tema, puesto hasta ahora entre paréntesis, de las desigualdades y discriminactones. La eopresencia ‘de politicas de prevencién situacionales y politicas francamente represivas no est limitada, como se decia, a Gran Bretafia, sino que parece tipica de buena parte de Euro- pa, para no hablar de los Estados Unidos. Donde alguno (p. ej. Crawford, 2001) ve contradicciones entre estas dos politicas, me parece en cambio que éstas se complementan en funcién de que ambas ponen el acento en la seguridad (véase mas adelante lo re~ ferente al dualismo entre “managerialismo” y moralismo). Las buenas practicas sin embargo puestas en marcha en di- versas ciudades europeas, incluida Italia (conf. la investigacién 142 ‘TAMAR PITCH PRIN 2003). poca relacion parecen tener con la seguridad, sino mas bien, como lo he dicho, con la necesidad de denominar de esta forma politicas que asi obtienen alguna probabilidad de con- seguir financiamientos. Como sefiala Prina (2006), que sin embar- g0 contesta que estas experiencias en general han fallado o han producido el efecto perverso de multiplicacién de los reclamos de seguridad, en Turin, ciudad donde muchas buenas practicas se han puesto en marcha, han sido las Olimpiadas invernales de 2006 las que han transformado verciaderamente el clima ciudada- no. Este evento ha revitalizado la ciudad, ha arrastrado fuera de sus casas a los y las ciudadanas, las ha puesto en contacto con otros y otras, ha producido confianza generalizada y eficazmente hha puesto en jaque, al menos temporariamente, el temor y la des- confianza hacia quien “no es como nosotros". 2 BI proyecto de Investigacion FRIN 2003 se componia de 4 unidades, con asfento respectivamente en las universidades de Bolonia, Padua, Turin y Pera ia, las que han analizado diversos objetos con metodologias diversas al inte- ror de Ia cuestién comin de las politicas italiana de seguridad local

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