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Se ha demostrado que el nivel de descontento entre los músicos de orquesta suele ser
tan alto como el de los guardias del sistema de cárceles. Sin embargo, la experiencia
que ofrece Orpheus, una orquesta que abandonó los esquemas tradicionales para
adoptar el auto-gobierno y las decisiones en grupo, es un ejemplo concreto de la fuerza
que puede generar el liderazgo compartido.
En una ruidosa secundaria de Manhattan, la Baruch High School, ubicada a pasos de Union Square, un
grupo de músicos ensaya repetidamente para el concierto que ofrecerán dentro de un par de semanas en el
prestigioso Carnegie Hall. Pero no se trata de una orquesta de jóvenes talentos que todavía están en la
escuela, sino que de músicos profesionales, la mayoría de ellos bordeando los 40 años, miembros de
"Orpheus", una orquesta de cámara que ha sido nominada al Grammy y es considerada una de las mejores
de su tipo en el mundo.
Orpheus, una orquesta “sin conductor” ni director, utiliza tanto la secundaria Baruch como la Zicklin School of
Business (perteneciente al sistema de la City of New York University) como sus “hogares” y lugares de
ensayos desde hace años. Fue invitada a instalarse precisamente allí para que los estudiantes pudieran
observar de primera mano cómo utilizan el consenso y la colaboración para superar las diferencias que van
surgiendo con creatividad.
De esa forma podrían obtener lecciones vivas de resolución de conflictos. Para los universitarios es un
modelo para entender que los gerentes/líderes no pueden tener todas las respuestas y que el liderazgo es
más efectivo si todos los niveles de la organización tienen injerencia.
Su sistema de auto-gobierno y liderazgo compartido ha hecho de Orpheus mucho más que un grupo de
dotados músicos. Se ha convertido en una metáfora del cambio estructural. Tanto así, que prestigiosas
compañías como Kraft y Novartis los han contratado para mostrar su proceso creativo entre sus ejecutivos y
han realizado presentaciones ante líderes de negocios en Berlín, Tokio y Paris.
Liderazgo
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Liderazgo
El liderazgo flotante de Orpheus
Los Orígenes
Orpheus nació a principios de los años´70 cuando un grupo de músicos recién egresados de prestigiosas
escuelas artísticas se integraban al sistema de músicos freelance que compone -hasta hoy- buena parte del
panorama musical de la Gran Manzana. Se negaban -incluso los más talentosos- a ingresar a grandes
orquestas donde debían pasar los próximos 30 ó 40 años siguiendo las indicaciones de un director.
“Para muchos de nosotros, ser parte de una orquesta tradicional era la muerte de nuestra creatividad”, señala
Ronnie Bauch, un violinista de 50 años que participa en Orpheus desde sus inicios en 1974.
La mayoría de los músicos estudia la disciplina precisamente por una necesidad de “auto expresión”. Y si lo
hacen en prestigiosas escuelas pueden sentirse orgullosos y con un ego inflado, además de muy motivados
por la alta competencia. Pero todo eso se contrapone con sentarse en una orquesta con un director
diciéndoles qué hacer y cuándo.
Según algunos estudios, el clima laboral en las orquestas, aún en las más destacadas, es aplastante. Sus
integrantes suelen ser brillantes, han aprendido a leer música antes que palabras, han estudiado por años y
su papel -por ejemplo, el de un violinista- se reduce a menudo a sentarse en la última fila para seguir a
alguien que los dirige. Su éxito se mide en si levanta el arco en el exacto nanosegundo en que lo hacen sus
demás colegas. Estudios serios han demostrado que el nivel de descontento entre los músicos de orquesta
suele ser tan alto como el de los guardias del sistema federal de cárceles.
Para Julius Feifer, creador de Orpheus, la inspiración para crear esta orquesta de cámara diferente y
participativa vino de una experiencia similar -aunque de menor escala-, que tuvo en Julliard, la destacada
escuela de artes escénicas neoyorquina. Quiso reproducir la camaradería y el sentido de pertenencia y
participación que se produjo entonces. Invitó a un grupo a un ensayo, eligiendo con cuidado a músicos que
sabía que aceptarían -y entregarían- críticas con altura de miras. Nombró al grupo Orpheus en honor al dios
griego que creaba una música tan potente, que hasta las piedras se levantaban para seguirlo.
“No teníamos un método especial, pero sí un gran entusiasmo”, recuerda Feifer.
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El liderazgo flotante de Orpheus
Al principio, toda la orquesta votaba por quién sería maestro de concierto para cada pieza. Ahora un comité
ejecutivo lo designa de acuerdo a la experticia particular de cada uno. Tanto los maestros de conciertos como
los core groups cambian no sólo de concierto en concierto sino por cada pieza ejecutada. Estos frecuentes
cambios en el liderazgo requieren alguna planificación: después de cada pieza ejecutada, los músicos
saludan y se retiran del escenario. Al retornar para la próxima pieza ocupan diferentes lugares, de acuerdo a
su participación en ella.
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El liderazgo flotante de Orpheus
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