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JInmiento on las fanciones de Ia nutricién y excretorias, que sirven a la conservacién de si, y probablomonte también en Jas de la excitacién muscular y la actividad sensorial ‘Si con ayucla del psicoandlisis estudiamos la sexualided en ol individvo maduro y abordamos la vida del nino a la luz de las intelecciones asf obtenidas, In saxualidad ya no nos aparece como una funcién al exclusive servicio de la reproduceién, equiparable a la digestién o la respiracién, te, sino como algo mucho maz auténemo, que, antes bien, ‘se contrapone a todas lae otras actividades del individuo y se introduce con violencia en la unidad de le economia individual eélo mediante un complicado desarrollo, rico en restrieeiones, Fl easo, bion eoncebible en la teoria, de que Jos intereses de ostas aspiraciones sacuales no coincidan con los de la autoconservacién indivicual parece hallarse realizado en el grupo patologico de las neurosis, pues la formula dltima que el paicoandlisis he decantado sobre la naturaleza de las neurosis raza: Bl eonilicto primordial del ual surgen las neurosis es el que oe entabla entre las pul- Siones que.conservan al yo y lag pulsiones sexvales. Las neurosis corresponden a un avasallamiento més 0 menos parcial del yo por la sexualidad, desptés que el yo frncas6 ten intento de sofocarla ‘Hemos considerado necesario mantener alejados los pun- ‘tos de vista biolégicos en el curso del trabajo psicoanalitico, {y no exnplearlos ni siquiara eon fines houristivos a fin de no ‘equivocarnes ea la apreciacién imparcial de los sumarios de hechas psicnanaliticos que tenfamos ante nosotros. Empero, uego de consumar el trabajo psicoanaltico, nos vimos pre~ cisados a hallar su enlace can la biologia, y podemos decla- rrarnos contentos si ahora eae enlace ys parece haberse eer tiffeado en este © aquel punto esencia.. La oposicién entro pulsiones yoieas y pulsién sexual, a la que debimos recon- Gucir la génesis de las neurosis, se contintia, en el émbito Dioldgico, come oposicién entro unas pulsiones que sirven fla conservacién del individuo y otras que procuran la per- vivencia de Ia especie, En la biologie nos sale al paso la Pepresentacién mnés abarcadora del plasma germinal inmor- tal, dal cual los individuos effmeros dependen como anos Grganos que se desarrollaran en orden sucesivo; y s6lo a partir de esa representacidn podemos comprender recta mento el papel de las fuerzas pulsionales sexuales en la Fisiologia y psicologia del individuo. "A pesiar de todo nuestro empefio por evitar que términos ¥y puntos de vista bioldgieos pasen a presidir el trabajo psi- Zoanalitica, nos resulta imposible dejar de usarlos ya para 184 1a deseripein de los fenémenos que estudiamos. No pode- ‘mos evitar Ia «pulsién» como concepto fronterizo entre una ‘concepeidn psicolégiea y una bialogica, y hablamos de cua- fidades y aspiraciones animicas «masculinase y «femeninas+ cuando en sentido estricto las diferencias entre los sexos no ‘pueden reclamar para si una cazacteristica psfquica particu: far. Lo que en nuestra vida corriente Harnamos «masculino» ‘ sfemeninor se reduce para el abordaje psicoldgica a los ‘earacteres de Ia actividad y de la pasividad, es decir, a unas, >propiedades que no se enuncian sobre las pulsiones mismes, Sino sobre sus metas, En la relacién de comunidad que de ordinario muestran en el interior de la vida antmica tales plsiones «ctivase y «pasivas se expeja In bisexualidad de Jos individuos, que se euenta entre las premisas elinieas det psicoanalisis. ‘Me consideraré aatisfacho si estas ascasas puntuslizacio- nes han puesto de relieve Ia vastisima mediacion que el psicoandlisis establece entre la biclogia y la psicologia D. Bl interés para la psicologia evolutiva No cualquier andlisis de fondmenos psicolégicos mere- cord el nombre de «psicoandlisis». Este ultimo implica algo muds que desagregar unos fendmenos compuestos en sus elementos simples; consiste en reconducir una formacion piquiea a otras que la precedieron en ol tiempe y desde las Cudles se ha desarrollado, El procedimiento psicoanalitico ‘médieo no podia eliminar sintoma patoldgico aljuno sin rasirear su génesis y su desarrollo: as el psicoandlisis, desde ‘Su mismo comienzo, ae vio lovado a perseguir proceses de desarrollo, Primero descubris la génosis de eiertos sintomas ‘neuréticos, y en su ulterior progreso se vio precisado a abor- Gar otras formaciones psfquicaa y a realizar con respecto a ellas el trabajo de una psicologia ganstica (genetischen Psychologie) fl psicoandlisis tuvo que derivar le vida anfmica del adulto de Ia del nino, tomar en serio el aforismo «El nifio tes el padte del hombres, Ha rastresdo la continuidad entre Ta psique infantil y Ia del adulto, poro también noto tas trasmnudaciones y los reordenamientos que sobrevienen en ese eamino, La mayaria de nosotros tenemos una laguna eri la memoria de nucstros primeros afi infantiles, de los que conservamos s6lo unos jirones de recuerdo. Es firmar que el psieoandlisis ha Nenado esa laguna, ha eli- 185 ‘minado esa amnesia de Ia aifiez de los sores humanos. (Cf. infra, «Bl interés pedagSeicor [pdg. 1911.) ‘A medida que se profundizaba on la vida antiica infan- 1H] so obtenian algunos notabilisimos hallazgos. Ast se co- rroboré lo que a menudo se habia vislumbrado antes: la extraordinaria significatividad que para toda la posterior orientacian de un hombre poseen as impresiones de su nitiez, en particular las de su primera infancia. Pero asi se tropezaba con una paradoja psicolégica que s6lo para la cconcepcién psicoanalitica no es tal, a saber: que justamente ‘esas impresiones, las mas significativas entre todas, no se ‘congervaran en 1a memoria de los aos postoriores. El psico- ‘anilisis ha podido comprobar con In méxima nitidez para la vvida sexual este cardcter paradigmaticn ¢ imborrable de las vivencias mds tompranas. «On revient foujours @ ses pre- ‘miers amouras,® be ahi una positiva verdad, Los numero- ‘08 enigmas de la vida amorosa de los adultos sélo se solu- elonan cuando #e ponen de relieve los fuctores infantiles en fel amor. Para la tooria de estos efectos importa el hecho de que las primeras vivencias infantiles no le sobrovionen al individuo sélo como unas contingencias, sino que también corraspondan a los primeros quehacores de la disposicién constitucional congénita, (Otro desoubrimiento, mucho més sorprendente, nos dice que de las formaciones anfmicas infantiles nada sucumbe fen el adulta a pesar de todo el desarrollo posterior. Todos Ios deeeas, mociones pulsionalas, modos de reaccionar y ac- titudes del nio eon pesquisables todavia presentes en el hombre maduro, y bajo constelaciones apropiadas pueden salir a la luz nuavamente, No estén destruidos, sino situa dos bajo wags eapas que se les han superpuosto, como se ve precisada a decirlo la peicologia peicoanalitica con su ‘motto de figuracién espacial. Asf, se convierte en un carécter el pasado animico na ser devorado por sus retolios, como Io 08 el histérico; porsiste junto a lo que devino desde él, sea de una manera sélo virtual o en una simultancidad real. Prueba de esia aseveraciéa es que el suede de los hombres normales revive noche tras noche el earfcter infantil de ceatoa y reconduce au entora vida anfmica a un estadio infan- til, Bate mismo regreso al infantiliemo pefquico (regresin) se pone do ralieve en las neurosis y psicosis, cuyas peculia~ ridades pueden ser descritas en buena parte come arcafsinos psiquicoa. En la intonsidad que Tos restos infantiles hayan. conservado en la vide animica vemos la medida de la pre= * (cUno vuelve siempre a suk primeros amores,) 186 disposicion a enfermar, de suerte que ella pasa a sor para ‘nosotros la‘expresién de una inhihicién en el dosarrollo. Aho- +a bien, lo que en el material psiquico de un ser humano permanecié infantil, reprimido (desalajado) como inviable, constituye el nucleo de su inconciente, y creemos poder persoguir, on la biografla de-nuestros enfermos, Smo eso inconciente, sofrenado por las fuerzas represoras, esta al ace cho para pasar al quehacer préctico y aprovecha las opor- tunidades cuando las formaciones psiquicas més tardias y slevadas no consiguen scbreponerse a las diicultades de En estos dltimos anos los autores psicoanaliticos! han roparado on que la tosis «la ontogénesis e2 una ropeticién de la filogénesis» tiene que ser también aplicable a la vida anfmica, lo cual dio nacimienta a una nueva ampliaeion del interés psicoanalitico, E. El interés para Ia historia de la cultura ‘La comparacion de la infancia del individuo humano con la historia tomprana de los puablos ya se ha ravelado fecunda ‘en muchos sontidos, y elo a posar de que este trabajo ape- ‘nas se encuentra en sus inicios. En él, el modo de pensar psicoanalivico se comporta como un nuevo instrumento de investigacién. Fl aplicar sus prensisas a la psicologfa de [os pueblos permite tanto plantear problomas nuevos como vor bajo una luz diferente los ya elaborados y contribuir a solu- cionalos, En primer lugar, parece de todo punto posible trasferir a productos de Ia fantasia do los puebles, como lo son ol mito y los cuentos tradicionales, la concepcidn psicoanalitica obtenida a rafz del suefo.t Hace tiempo que ha sido pro- puesta la tarea do intexpretar esas formaciones; se les 808 echa un «sentido secreto», y sa espera que presenten va- Tiantes y trasmudaciones que oculten ese sentido. ¥ el psico- andlisis, de sus trabajos con el sue y In neurosis, trae ol saber sobre los eaminos téenicos para colegir tales desfigu- racionos, ¥ también, en una serie de casos, os eapaz de des- ccubrir los motivos ocultos que causaron esas mudanzas del mito respecto de su sentido originario. No le parece que el primer envidn para la formacién de mitos padiera haberlo 8 Abraham, Spica y J 4G Arabians, Rook) Sung 187

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