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Devocional
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EFESIOS 4: 25
Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su
prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. 26 Airaos, pero no pequéis; no
se ponga el sol sobre vuestro enojo, 27 ni deis lugar al diablo. 28 El que hurtaba, no hurte
más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué
compartir con el que padece necesidad. 29 Ninguna palabra corrompida salga de
vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a
los oyentes. 30 Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para
el día de la redención. 31 Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y
maledicencia, y toda malicia.
1 Samuel 16:14 RVC Como el espíritu del Señor ya se había apartado de Saúl, un espíritu
maligno de parte del Señor lo atormentaba constantemente.
Jueces 16:20 RVC Entonces le gritó: «¡Sansón, los filisteos te van a atacar!» Y cuando
Sansón despertó, creyó que podría escapar como en otras ocasiones, pero no sabía que el
Señor ya se había apartado de él.
¿De qué manera estaba viviendo sansón su vida para no percibir la diferencia entre tener
el espíritu de Dios y no tenerlo.?
Sansón podía haber tenido una vida recta y exitosa como líder del pueblo de Dios. Antes
de nacer, Dios lo había escogido para una misión especial. Sin embargo, Sansón prefirió
dejar que sus impulsos y emociones reinaran. Quitó a Dios del trono de su corazón y
escogió servir a sus pasiones lo cual tuvo consecuencias devastadoras en su vida y en la de
otras personas.
Suceden cuando un creyente peca contra Dios y sigue sus propios deseos mundanos.
Cuando los creyentes no permiten que el Espíritu sea visto en sus acciones, cuando
hacemos lo que sabemos que está mal, entonces reprimimos o “apagamos” al Espíritu. No
permitimos que el Espíritu se revele a Sí mismo de la manera que Él lo desea.