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LA FRONTERA SUR Y SUS FRONTERAS: UNA VISION HISTORICA JAN DE Vos Resumen: La historia de la frontera sur implica que consideremos las di- _ferentes acepciones del érmino de frontera, la de frente de colonizacién asi como la de linea de division entre dos entidades 0 simbolo de separacion. Fueron multiples las fronieras que histéricamente han caracteriza- do la zona llamada hoy frontera sur de México. El autor nos acompana en un recorrido histérico que nos ayuda a entender mejor nuestro presen- te y a documentar no solamente los procesos de frontera frente y de fronte- ra limite, sino también la existencia de fronteras entre los grupos sociales presentes en la historia de esta zona. Mi interés en la historia de la llamada frontera sur empezé hace diez anos al preguntarme sobre las implicaciones histéricas de aquel concepto introducido en los medios politicos y académi- cos en la década de los ochenta. Antes de esa fecha todos habla- bamos del Sureste y utilizibamos este nombre para indicar el conjunto geopolitico que reunia a los cinco estados mas meridio- nales de la Reptiblica Mexicana: Yucatan, Campeche, Quintana Roo, Tabasco y Chiapas. Pero de pronto descubrimos la situacién, fronteriza de esa regién y la importancia de la misma para las ciencias sociales. Dos eventos dan testimonio de esa nueva pre- ocupacion: el proyecto de investigacién sobre La formacién histé- rica de la frontera sur realizado en el cirsas-Sureste durante los afios 1983-1985 bajo la direccidn del antropdlogo Andrés Fabre- gas, y el foro celebrado en Mérida en octubre de 1986 con el lema: El redescubrimiento de la frontera sur. Los resultados de ambas actividades fueron publicados, en 1985 y 1989 respectivamente, y dan testimonio del atrevimiento entusiasta con el cual dimos los primeros pasos en aquel terreno atin poco conocido. [49] 50 ELEMENTOS CONCEPTUALES, HISTORICOS Y METODOLOGICOS Mi propio interés en el tema esta reflejado en los titulos de dos libros: Las fronteras de la frontera sur (1993) y Vivir en frontera (1994). En ellos traté de aplicar algunos conceptos que previa mente habia enunciado en algunos encuentros académicos, en- tre ellos el Simposio de Historiografia Mexicanista, celebrado en Oaxtepec, Morelos, en octubre de 1988. Alli reflexioné, bajo el titulo: “La historia de la frontera sur: cémo escribirla”, sobre las posibilidades y los retos que esa tarea implicaba a mi modo de ver. Ahora, diez afios mas tarde, sigue valida la preocupacién de entonces y por esta raz6n considero conveniente volver a plan- tear el problema en este Seminario Permanente sobre la Fron- tera Sur. Un primer punto que hay que destacar es el significado plurivoco de la palabra frontera, hecho que tiene que ver con la pobreza de nuestro idioma en este caso. En efecto, los hablantes del inglés disponen de dos vocablos para captar el fendmeno fronterizo: border y frontier. El primero indica una barrera estre- cha, permanente, estatica, definida; es la frontera-limite, la raya que divide, por ejemplo, los territorios de dos municipios, pro- vincias, paises. La segunda palabra, en cambio, refiere a una ba- rrera ancha, movil, dindmica, indefinida; es la frontera-frenie, el sector en donde un sistema en expansién se “enfrenta” a un es- pacio que previamente ha declarado como vacio, y gracias a esa declaracién considera como apto y util para ser invadido, inte- grado y aprovechado por y para él mismo. La geografia historica esta lena de estas fronteras de expan- sion. En el plano mundial, basta mencionar dos de ellas: la con- quista rusa del espacio siberiano a partir de 1480, y la conquista ibérica del espacio americano a partir de 1492. En el plano na- cional, también dos experiencias Ilaman la atencion: la conquista del Far West estadunidense por los pioneros de la costa oriental de los Estados Unidos durante los siglos xIx y xx, y la conquista, por empresarios y colonos mexicanos y extranjeros, del norte arido y del sur htimedo de la Republica, también en los siglos xix y xx. Y en el plano regional destacan, como fronteras de expan- LA FRONTERA SUR Y SUS FRONTERAS 51 sion mas reciente, en el estado de Chiapas, la colonizacién de la ado de Tabasco, la ganaderizaci6n de las tierras cultivables —“la vaca que camina”. El uso del concepto de frontera-frente fue iniciado en 1893 por Frederick Jackson Turner en su famoso ensayo: The significance of the frontier in American history. Le sirvié como clave para inter- pretar la historia del oeste norteamericano: un sistema de expan- si6n —en este caso los trece estados unidos del oriente de selva lacandona —“la milpa que camina”—, y en el es Norteamérica— se enfrent6 a un espacio —en este caso las gran- des llanuras del medio oeste, el masivo de las montatias Roca- llosas, y las costas californianas—, el cual previamente habia sido declarado como yacio, a pesar de su poblacién indigena, y por consecuencia era considerado como apto para ser apropiado por los colonos blancos. Ahora ya es bastante comtn emplear ese recurso conceptual para explicar procesos similares en otros lugares, tiempos y niveles. Ejemplos, en las ciencias sociales, son los estudios sobre “la frontera agricola”, “la frontera ganadera”, “la frontera urbana”, etcétera. Sin embargo, tales usos siguen siendo excepcionales en com- paraci6n con la popularidad de la cual goza la fronteralimite. Esta puede indicar, o bien la linea tal como esta trazada sobre el terreno, o bien la franja de tierra que se extiende por ambos la- dos de la raya y recibe de ella su condicionamiento, o bien una region mas amplia que llega hasta donde penetra la influencia del pais vecino en el nivel econémico, 0 cultural, o bien el area que desde la 6ptica de los centros de poder ocupan los extremos del territorio nacional en los cuales la soberania propia termina frente a la del pais vecino. En los cuatro casos se trata de una frontera fijada segtin criterios geopoliticos, siendo la primera la base a partir de la cual las demas se construyen. Estas cuatro interpretaciones se hacen obviamente también con respecto a nuestra frontera sur y ya existen textos en donde ellas figuran como clave: estudios relativos a los tratados de limi- tes que fijaron la linea internacional entre México, Guatemala y 52 MENTOS CONCEPTUALES, HISTORICOS Y METODOLOGICOS Belice; diagnésticos oficiales de la situaci6n socioecondmica en los municipios fronterizos con el fin de remediar su aislamien- to; ensayos histéricos y antropolégicos acerca del sustrato comin que en el nivel cultural une a las poblaciones mayas de México, Guatemala y Belice; investigaciones sobre fenémenos socioeco- némicos y ecolégicos que extienden —y a la vez limitan— su area de interés a la totalidad de los estados fronterizos mexica- nos. Son muestra de las muchas posibilidades que se abren al estudiar a la frontera sur como frontera-limite desde los cuatro angulos indicados arriba. Un ejemplo de la tercera interpretacién, que se me antoja presentar aqui es la historia de lo que podria Ilamarse “la voca- cién centroamericana” de Chiapas. Se trata de un largo proceso que se inicié con la legada, en 1528, de conquistadores espanio- les e indigenas provenientes de Guatemala, y con la incorpora- cién, en 1531, de la provincia colonial de Chiapa a la goberna- cién de Pedro de Alvarado. E] sistema de audiencias, implantado en Centroamérica a partir de 1544, consolido esta situacién, ya que no sélo Chiapas sino también la zona costera de Soconusco vinieron a depender de la sede en Guatemala. La adhesion a México, primero de Chiapa (en 1824) y después de Soconusco (en 1842) no significé para esas dos regiones la negacién de su herencia colonial. La sociedad chiapaneca decimon6nica, en lo politico cada vez mas separada, siguié hermanada con Guatema- la en su modo de hablar, su estilo de vida, sus practicas religio- sas, sus gustos artisticos, sus sistemas de produccién agricola y ganadera, sus divisiones raciales, sus antagonismos sociales, etc. Y esta hermandad se ha mantenido viva hasta el dia de hoy, a pesar de los rambos muy distintos que México y Guatemala to- maron a partir de la Revolucién de 1910. He aqui un terreno atin poco explorado que espera despertar el interés de historia- dores, antrop6logos, socidlogos y demas cientificos sociales. Quiero destacar brevemente dos fenédmenos que ilustran esa estrecha relacién que los chiapanecos conservaron con Centro- américa después y a pesar de su integracién a México: la coloni- -hanciero y organizativo de lz LA FRONTERA SUR Y SUS FRONTERAS or oo zacién de Soconusco, a finales del siglo xix, por cafetaleros ale- manes provenientes de Guatemala, y la migracién de jornaleros guatemaltecos que les siguieron para trabajar en sus fincas a par- tir de la misma fecha. La fijacion, en 1882, de la frontera internacional entre Méxi- co y Guatemala casi coincidié con la promulgacién, en 1883, de la Ley de Colonizacién por el gobierno mexicano. En ese mismo afio el Ministerio de Fomento empezé a celebrar contratos con compaiiias deslindadoras, encargandoles medir y vender a posi- bles colonos, de preferencia europeos, las inmensas extensiones de tierra virgen que atin existian en el pais. En el Soconusco esta tarea fue confiada a la Compafiia Mexicana de Terrenos y Colo- nizaci6n, presidida por el inglés Louis Huller. Por medio de tres convenios sucesivos, esta compaiiia se adjudicé una superficie de mas de un mill6n y medio de hectareas, entre ellas la casi totali- dad de tierras aptas para el cultivo de café. Los compradores fue- ron, en buena parte, finqueros alemanes que dos décadas antes habian iniciado la cafeticultura en la vecina Gosta Cuca guate- malteca y tenfan interés de extender aquella hacia las laderas de la Sierra Madre chiapaneca. La llegada de los cafetaleros germano-guatemaltecos fue una invasion silenciosa pero efectiva. En menos de diez aiios se establecieron en territorio mexicano todos los finqueros cuyos apellidos atin hoy en dia dominan el negocio del café en cuanto a capital y tenencia de la tierra se refiere: ttmann, Giesemann, Edelmann, Pohlenz y Kahle, entre otros. En la primera década del siglo xx el ntimero de fincas alemanas crecié considerable- cute en detrimento de las propiedades de mexicanos, norte- americanos, ingleses, franceses y suizos. En 1909 ya tres cuartas Partes de las plantaciones soconusquenses estaban en manos de duefios © gerentes alemanes. Estos finqueros, reducidos en numero pero pudientes econémicamente, recibieron apoyo fi- ; grandes compajifas mercantiles y ancarias de Hamburgo. Fueron estas empresas hansedticas las Verdaderas promotoras y beneficiarias del auge que en aquella 4 54 ELEMENTOS CONCEPTUALES, HISTORICOS Y METODOLOGICOS €poca tom6 la cafeticultura intensiva en el Soconusco. Dotaron a la region fronteriza de infraestuctura moderna importada y abrieron la produccién al mercado internacional. También fija- ron las condiciones para el desarrollo de los procesos laborales en el Estado, pues es un hecho muy significativo que los mayo- res ingresos del erario estatal chiapaneco no provinieron del im- puesto sobre la comercializacién del café sino del enganche de los braceros indigenas originarios de los Altos de Chiapas. No cabe duda de que los finqueros alemanes de Soconusco dominaron durante casi medio siglo ese vergonzoso trafico de mano de obra. También lograron ejercer una influencia indirec- ta sobre la legislacién que en esa misma época fue expedida por el gobierno chiapaneco para justificar el enganche. Los finque- ros recibieron asi de las autoridades de Tuxtla un espacio extra- legal en donde pudieron actuar a su antojo. El precio de ese privilegio fue la entrega anual de fuertes sumas a la secretaria es- tatal de Hacienda. Los finqueros perdieron ese monopolio en 1936, ano en que el gobierno mismo asumi6 el control a través del Departamento de Accién Social, Cultura y Protecci6n Indi- gena, y del Sindicato de Trabajadores Indigenas. Comparando todo ese proceso con el sistema de “mandamiento” que en los mismos anos estaba operando en la vecina Guatemala, salta a la vista el parentesco entre ambos. Y esta semejanza obviamente tie- ne que ver con el origen de sus instigadores, los empresarios germano-guatemaltecos, quienes importaron no sélo a sus pro- pias personas sino también a las de sus trabajadores, junto con las practicas de explotacién. En efecto, muchos campesinos indigenas del occidente gua- temalteco cruzaron la recién trazada frontera para buscar traba- jo en las fincas soconusquenses. Una buena raz6n para hacerlo era la evasion del severo cédigo laboral instituido en 1876 por el gobierno liberal de su pais. En Guatemala cualquier persona que no era propietaria de cierta extensidn de tierta estipulada, esta- ba obligada por ley a firmar un contrato laboral. Y en esta cate- goria caia la mayoria de los campesinos guatemaltecos. Ademas, LA FRONTERA SUR Y SUS FRONTERAS, 55 Ss el salario en el departamento del Occidente era muy inferior al que se recibia en el vecino Soconusco: de uno a dos reales con- tra cuatro reales, si el trabajador estaba libre de deudas o seis si era deudor, Fueron, pues, las malas condiciones de vida las que empujaron a miles de indios guatemaltecos a la emigracién. La mayoria de estos migrantes eran temporales, ya que se ocupaban durante los meses de cosecha y limpia en las planta- ciones. Sin embargo, hubo un contingente que se establecié de manera permanente en la franja fronteriza del departamento chiapaneco de Mariscal, regién que por el tratado de I{mites pas6 a formar parte de la Reptiblica Mexicana. Los pueblos que la componjan habfan sido guatemaltecos y a pesar de su natura- lizacién como mexicanos siguieron siéndolo para los migrantes. Estos llegaron a compartir con sus antiguos paisanos las dificiles condiciones de vida, causadas por la pobreza de la tierra y el despotismo de las autoridades locales. También fueron partici- pes de la esperanza despertada a partir de 1914 por las tropas constitucionalistas en el campo chiapaneco. Fueron precisamen- te los campesinos mariscalenses los primeros trabajadores en. tomar conciencia de su capacidad de organizarse sindical y poli- ticamente, y asi entrar en negociaciones con los finqueros del Soconusco. Y atin esta por investigar la participacion que tuvie- ron estos guatemaltecos —tanto inmigrados como naturaliza- dos— en la formaci6n del Partido Socialista Chiapaneco, que se fund6 el 15 de enero de 1920, Lugar de ese suceso trascenden- tal fue Motozintla, la cabecera del departamento de Mariscal y antes de 1882 pueblo guatemalteco perteneciente al departa- mento de Huehuetenango. Llama poderosamente la atencion que, en el acta de constitucién, los fundadores del partido hayan incluido como futuro punto de programa de accién “la desapa- ricién de las fronteras, estas odiosas lineas trazadas por el egois- mo de nuestros antepasados”, segtin las palabras de uno de ellos. Para tener una idea de la magnitud del flujo migratorio de campesinos guatemaltecos hacia Chiapas en aquella época, bas- ta la informacion proporcionada por Erasto Urbina, de 1936 56 ELEMENTOS CONCEPTUALES, HISTORICOS Y METODOLOGICOS a 1944 dirigente del Sindicato de Trabajadores Indigenas de Chiapas. Se calculaba que entonces habia en las fincas cafetale- ras del Soconusco de cinco a seis mil peones acasillados, casi to- dos guatemaltecos, y de treinta a cuarenta mil trabajadores tem- porales, de los cuales diez mil provenian de los Altos de Chiapas y los demas de Guatemala. Los primeros fueron integrados a la clase campesina de la regidn a través del reparto agrario en los anos cuarenta, los segundos, o mas bien sus hijos y nietos, vuel- ven cada ano a las mismas fincas en donde sus padres y abuelos buscaron una alternativa al trabajo forzoso en su pais de origen. A partir de 1960 los jornaleros guatemaltecos llegaron en ntime- ros crecientes a ofrecer su fuerza de trabajo, hasta convertirse en el componente principal de la mano de obra. En 1978 su ntime- ro se calculaba en 32 000. Cuatro afios mas tarde, en 1982, ya eran 75 000, cifra que s6lo se explica por la presion del genoci- dio iniciado en Guatemala un afio antes y por la consecutiva dis- po plazando asi a los chiapanecos. Sirvan estos dos episodios como ilustraciones de la opera- bilidad del concepto frontera-limite en su variante de expans on de los exiliados a trabajar por los salarios minimos, des- n sociocultural y econdémica de un pais por otro en una regién fronteriza. Sirvan también para convencernos que la tendencia de reducir esta region fronteriza al area de influencia de un solo pais —los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche y Quintana Roo, en el caso de México— pone serias limitaciones a las inter pretaciones historicas. Quiero decir que cualquier estudio rela- tivo a nuestra frontera sur deberia incluir la problematica “del otro lado”. Es un ideal que pocas veces se cumple, a juzgar por infinidad de investigaciones hechas en México, Guatemala y Belice, cuya mirada no va mas alla de la frontera politica del pro- pio pais. Un caso ilustrativo son los trabajos relativos a la selva tropical compartida por los tres estados, puesto que generalmen- te incluyen sdélo la parte correspondiente al pais en el cual se efecttia la investigacion. Esta vision parcial se vuelve particular mente patética cuando se trata de estudios bioldgicos 0 ecold- LA FRONTERA SUR Y SUS FRONTERAS. oe gicos, como por ejemplo los multiples diagnésticos hechos sobre la selva lacandona. Este tipo de aberraciones siempre corren el peligro de pro- ducirse al interpretar la frontera exclusivamente como limite. En. cambio, el concepto de frontera frente evita caer en ellas y, ade- mas, abre un abanico de posibilidades que no podemos dejar de explorar, sobre todo desde el punto de vista del historiador. Con. esa perspectiva, la frontera sur se presenta como una region que recibe su extensi6n geografica y perfil hist6rico del conjunto de pueblos indigenas —mayas en su gran mayoria— que existieron en la €poca prehispanica y cuyos descendientes ahora se encuen- tran asentados en buena parte de Belice, Guatemala y los cinco estados que componen el sureste de México. Su historia como frontera-frente empezaria entonces en el momento en que pro- yectos imperiales de expansi6n y dominaci6n trataron de conver- tir el drea maya, de una zona relativamente aut6noma y céntri- ca, en una regi6n dependiente y periférica. Existe la tentaci6n de identificar ese inicio con los intentos de penetracién por parte del imperio azteca, a finales del siglo xv. Tal procedimiento se explica dada la abundancia de docu- mentos que registran las campaiias militares y las expediciones comerciales dirigidas por la corte de Tenochtitlan hacia el istmo centroamericano. Sin embargo, la regién cayé bajo la influencia de varios imperios anteriores al azteca. Desafortunadamente, las fuentes que aluden a esas previas conquistas son muy escasas y en su mayoria posteriores a los hechos que relatan. Abundan los vestigios materiales de culturas pre-aztecas, como la olmeca, la teotihuacana y la tolteca, a lo largo y ancho del drea, pero por si solos no constituyen suficiente evidencia para poder ver claro en los complejos procesos hist6ricos que se esconden detras de los monumentos de piedra y los pedazos de ceramica. Sin embargo, no podemos negar que aquéllos existieron y que constituyeron “frentes” que avanzaron sobre el area maya, aunque a veces pu- dieran haberse reducido a influencias meramhente econémicas 0 culturales. Asimismo podemos afirmar que a pesar de ellas el 58 ELEMENTOS CONCEPTUALES, HISTORICOS Y METODOLOGICOS, area siguio siendo una regién auténoma, generadora de decisio- nes propias en todos los niveles, excepto tal vez en lo politico, dependiendo del momento y del lugar. Esta relativa autonomia se vio seriamente amenazada por los intentos de conquista azteca y fue rota definitivamente por la lle- gada de los espafioles alrededor de los afios 1520. El régimen colonial espafiol, implantado por unos pocos militares y conso- lidado después por mayores contingentes de colonos, funciona- rios y clérigos, produjo una sacudida tan profunda que sus con- secuencias perduran hasta el dia de hoy. Por primera vez en su ya larga historia, el area maya se volvié “frontera”, en el senti- do amplio y dindmico de la palabra. El cambio no se produjo, sin embargo, de golpe; necesit6 varias décadas para madurar. Cuando alrededor de 1600 el periodo de gestaci6n lego a su fin —salvo algunos casos de resistencia prolongada—, la poblacién autéctona habia disminuido en un 75 por ciento, arrasada por las guerras, hambrunas y, sobre todo, epidemias. Los supervivien- tes fueron después integrados en los dominios de la corona es- paiiola, la cual elaboré para ese fin sistemas de aprovechamien- to, cada uno a cargo de agentes gubernamentales especificos. Mientras avanzaba la época colonial, el territorio sufrio una divisién en dos grandes zonas: la que estaba bajo el control del gobierno espanol y la que escapaba a dicho control. La prime- ra, después de conocer una notable restriccién, finalmente He- g6 a extenderse sobre la mayor parte de la geografia. La segun- da se encontraba reducida a una pequefia zona costera ocupada por stibditos ingleses y, en su centro, una extensi6n selvatica atin considerable, habitada por los indios lacandones e itzaes, entre otros menos conocidos. En cuanto a la poblacién que vivia bajo el dominio espaiiol, ella también estuvo atravesada por una ba- rrera no menos visible que la territorial: la frontera étnica que separaba a la mayoria indigena de la minorfa criolla y ladina. Encima y a través de estas dos grandes lineas divisorias, la terri- torial y la social, corrian, en un entrelazado complicado, las multi- ones administrativas impuestas por la corona espanola: LA FRONTERA SUR Y SUS FRONTERAS 59 audiencias, alcaldias mayores, corregimientos, gobernaciones, obispados, pueblos de indios, villas de espafoles, parroquias, parcialidades, barrios, etc. Todas ellas constituyeron fronteras- limite, ya que mostraron una notable tendencia a perdurar tales como fueron ideadas desde su creacién. En cambio, las lineas que dividian al territorio y la sociedad eran obviamente fronte- ras-frente, puesto que avanzaban o retrocedian segtin las circuns- tancias. Al terminar la época colonial, el area maya Ievaba por lo menos dos siglos y medio de ser “frontera”. Su conformacion fue un proceso de larga duracion en el cual confluyeron cuatro ele- mentos que podemos encontrar en cualquier proyecto de expan- si6n en otras partes del mundo y en otras épocas de la historia. Dos de ellos se refieren a los espacios invadidos: por una parte hubo abundancia de tierras, y por otro lado escas , de pobla- ci6n, tanto en ntimeros absolutos como en la cantidad que los espaiioles estaban dispuestos a considerar como humanamente valiosa y por eso digna de ser tomada en cuenta. Las otras dos caracteristicas tenian que ver con las sociedades que se habian formado en dichos espacios: por un lado, en los centros pione- ros —Meérida, Ciudad Real, Guatemala— y sus zonas de influen- cia, una marcada polarizaci6n de las relaciones socioeconémicas traidas de la lejana metrépoli; por otro lado, en la punta de los frentes de expansi6n, es decir, en la cercania de los despoblados, una tendencia hacia el relajamiento de dichas relaciones en modelos socioeconémicos mas igualitarios. Fueron dos los escenarios en los cuales los espanoles efectua- ron aquel avance: fundando villas en medio de la poblacién autéc- tona y estableciendo fincas para la conquista de los despoblados. Desde las villas, pronto convertidas en ciudades ladinas, ejercie- ron un control cada vez mas férreo sobre los pueblos de indios, a través de multiples mecanismos: el asentamiento pueblerino, la doctrina cristiana, la encomienda, el tributo, la cofradia, el repartimiento de mercancias y materias primas, el trabajo forzo- so. En contraste con ese uniyerso polarizado por la division cam- 60 ELEMENTOS CONCEPTUALES, HISTORICOS Y METODOLOGICOS po-ciudad, reforzada por la oposicién racial entre “reptiblica de indios” y “reptiblica de espafioles”, las fincas se desarrollaron con base en una poblacién mestiza y mulata, formada por duenos y capataces criollos, esclavos negros y peones indigenas huidos o extraidos de sus comunidades. Nacié en ellas un nuevo modelo socioeconémico y cultural, muy distinto y relativamente inde- pendiente de los modelos de la ciudad ladina y del pueblo de indios. Parte de su idiosincrasia muy peculiar provino precisa- mente de su cercania a los despoblados, terruno de naciones indigenas insumisas, zona de refugio para indios rebeldes y, en algunas partes, cabeza de puente para la penetracién por parte de piratas y comerciantes ingleses. ” « Resumamos los elementos que detectamos como construc- tivos para el area maya durante la época colonial y que conside- ramos caracteristicos de una situacién de frontera: la condicién periférica con respecto a los dos centros de poder que eran las ciudades de México y Guatemala, su abandono por los mismos, su escasa poblacion, sus grandes extensiones de tierra desocupada, la brutal opresién de la poblacidn indigena por las cabeceras ladinas, la existencia de alternativas socioecondmicas més libres, en forma atenuada en las fincas, en forma extrema en las selvas. _Esta situacion no cambié a partir de la Independencia, al ¢ contrario, se agudiz6. Durante la mayor parte del siglo xix Ia fal- ta de interés por parte de las dos capitales siguid igual. La pobla- cién continué viviendo concentrada en una pequena parte del territorio. El sector indigena sufrié entonces la peor agresién de su historia, ya que la mayorfa de sus pueblos fueron invadidos por colonos ladinos y la mayor parte de sus tierras comunales acaparadas por residentes influyentes de los centros urbanos la- dinos. En las nuevas fincas asi creadas los campesinos indigenas, ahora convertidos en mozos, baldios 0 acasillados, fueron de tal manera explotados que en Chiapas y Yucatan se levantaron en armas. En Yucatan, la rebelién duré mas de cincuenta anos y provocé que el despoblado de la costa caribefia se transformara en zona de refugio para los sublevados. LA FRONTERA SUR Y SUS FRONTERAS 61 Fue hacia el final del siglo xix que se produjeron cambios profundos en dos de los modelos fronterizos, la finca y el despo- blado. La finca tradicional se abrié al mercado internacional y empez6 a incorporar en gran escala las tierras baldias en su de- rredor. Una buena parte de la selva virgen se transform6 asi en. potreros y plantaciones de productos de exportaci6n, como por ejemplo el hule, el platano, el café, el henequén y la catia de azi- car. Al mismo tiempo, empresarios extranjeros y nacionales se apoderaron de 'inmensas extensiones de bosque tropical con el fin de saquear sus reservas de madera preciosa y chicle. Sin em- bargo, no fueron sélo la plantacién y la empresa maderera las que se lanzaron a la conquista del despoblado; las siguieron pronto rancheros y colonos mas modestos, desde el siglo xIx en las orillas de la “montana”, a partir de 1950 en las concesiones abandonadas por las companias madereras y chicleras. Llegando al final de este recorrido relampago, podemos concluir que la historia de nuestra area es la historia de su situa- cion fronteriza y de las diversas alternativas socioeconémicas que esta situacién gener6. En este proceso de diversificacién, las di- visiones administrativas, primero en provincias coloniales, des- pués en estados federales e independientes, tuvieron una rele- vancia relativa. La historia de la frontera sur no se explica a través de la fragmentaci6n territorial. De alli que su historiografia no puede consistir en la suma 0 la sintesis de las historias de Belice, Guatemala y los cinco estados del sureste mexicano. Son las di- versas sociedades fronterizas las que dibujaron, con el correr de los siglos, el perfil de nuestra regién. Habria que empezar a es- tudiarla con base en sus distintos modelos socioecondmicos: la ciudad criolla, la comunidad. indigena, la finca, la rancheria, la plantacién, el municipio ladino, el ejido posrevolucionario, el polo de desarrollo, la frontera forestal, la frontera petrolera, la frontera balnearia, etcétera. Habra que estudiar, en cada uno de estos modelos, los cam- bios que sufrieron a lo largo de los tiltimos cinco siglos, sin olvi- dar la variedad que se produjo en estos procesos de cambio de- 62 ELEMENTOS CONCEPTUALES, HISTORICOS Y METODOLOGICOS bido a las diferentes condiciones climatoldgicas, geograficas, economicas y politicas. También habra que tomar en cuenta los distintos niveles de expresién logrados por cada modelo en cada las etapa de su proceso, desde el comportamiento exterior hasta lz creencias intimas que rigen las acciones de los individuos y los grupos. Finalmente, nunca habra que perder de vista el caracter relacional de los diversos modelos. No fueron mundos cerrados y ai perfil a través del contacto continuo e intimo con los demas. Por ejemplo, no se puede escribir la historia del pueblo de indios en la época colonial sin incluir en ella la fuerte influencia que tu- ados el uno del otro. Al contrario, cada modelo form6é su vieron sobre él la ciudad criolla como centro de control admi- nistrativo y la finca como centro acaparador de tierras y mano de obra. De igual manera, la historia del despoblado esta directa- mente relacionada con la comunidad indigena, como zona de refugio primero, como zona de colonizacién después. Si tenemos paciencia ¢ imaginacién, lograremos asi descu- brir poco a poco lo que en cada modelo constituye la suerte co- mun y lo que fue arreglo propio segtin las circunstancias. Por ejemplo, la trayectoria de la comunidad indigena en Chiapas, en Yucatan y en Guatemala sera parecida en sus elementos basicos, pero distinta en varios aspectos secundarios. Y dentro de estas variantes, cada pueblo habra encontrado su propia manera de estructurarse como sociedad y expresarse culturalmente. Y aun en el terreno de las expresiones, casi siempre habra un mundo de diferencia entre lo que el campesino maya diga y lo que pien- se, porque no deja de pertenecer a una comunidad invadida que logr6 sobrevivir gracias a la retirada tactica hacia zonas de refu- gio, a veces territoriales pero siempre culturales. En una nueva manera de historiar el campesino maya ocu- para el lugar principal, ya que constituye el inico actor que per duré desde la época prehispanica hasta el dia de hoy. Los demas protagonistas aparecieron mucho mis tarde en la escena y varios de ellos ya no existen o fueron remplazados por otros. Vale su- brayar que la sociedad campesina sufrié profundos cambios alo LA FRONTERA SUR Y SUS FRONTERAS. 63 largo de los siglos y nunca fue realmente la “comunidad cerra- da y corporativa” que Eric Wolf se imagin6 que era hace cuaren- ta afios. Desde su nacimiento estuvo dividida en una multitud de comunidades no pocas veces antag6nicas y, dentro de cada co- munidad, por clanes basados en la posesion de la tierra y lazos de parentesco. También se caracteriz6 por una estructura caci- quil que daba lugar a una dominaci6n del llamado “comtin” por una élite de nobles o “principales”. La aristocracia nativa desem- pené un papel decisivo en el juego de fuerzas que durante la €poca colonial las autoridades establecieron con las comunida- des. A veces tomaron partido por los opresores con tal de preser- var o conseguir privilegios, a veces encabezaron movimientos de rebelién en contra del poder establecido. Los gobiernos ladinos del siglo xx continuaron sacando provecho de esos antagonis- mos intra e interétnicos para seguir controlando asi a la pobla- ci6n indigena. Las dos tiltimas fronteras mencionadas constituyen una de las causas por las cuales las rebeliones de 1712 en Chiapas y de 1848 en Yucatan fracasaron a pesar de una etapa inicial prome- tedora, efimera en el primer caso, de larga duracion en el segun- do. Otra causa fue, sin duda, la omnipotencia del sistema opre- sivo ejercido por las clases dominantes y caracterizado por una centenaria secuencia de tres tipos de violencia: una violencia estructural, es decir, basada en formas y relaciones de despojo econdémico, social y cultural; una violencia institucional, es decir, la justificacin politica y administrativa de las estructuras violen- tas; y una violencia represiva, es decir, la organizacion y puesta en marcha de la fuerza militar y paramilitar para mantener el “orden” establecido por las dos anteriores. Contra esta triple violencia se levantaron, en época mas re- ciente, los mayas de Guatemala y Chiapas, optando por la con- traviolencia, no la espontanea de los tumultos y motines, sino la racionalmente calculada y organizada de la insurgencia armada. ‘Tenian su ominoso precedente en la llamada guerra de castas de Yucatan que habia ensefiado a qué punto la contraviolencia, en 64 MENTOS GONCEPTUALES, HISTORICOS ¥ METODOLOGICOS vez de redimir 0 suavizar el sistema de opresion, puede llegar a exasperar e€ incluso incrementarlo. La tragedia sufrida por la poblacién indigena de Guatemala en la década de los ochenta —mias de cincuenta mil muertos y un mill6n de desplazados— esta atin fresca en la memoria de sus victimas. El movimiento zapatista parece haber aprendido de las experiencias anteriores pero tampoco ha logrado, hasta la fecha, eliminar las fronteras de explotacién y desprecio que marcaron el pasado para los ma- yas chiapanecos y los llevé a esconderse detras de un pasamon- tanas hasta que “recobremos nuestro rostro perdido y nuestra historia negada”, segtin expresa uno de los lideres encapuchados. La frustraci6n de los mayas dificilmente se compara con el resentimiento que a su modo padecen sus opresores ladinos por el abandono o la indebida intromision que han sufrido y siguen sufriendo por parte del gobierno central. Sin embargo, éste era suficientemente fuerte como para Ilevarlos a intentar crear, en tres momentos y en tres regiones diferentes, estados indepen- dientes, en abierta rebeldia contra el poder establecido. Los crio- llos chiapanecos lo hicieron en 1823-1824, los altefos de Guate- mala en 1839-1840, y los yucatecos en 1840-1848. Este fenémeno es asimismo una prueba mas de la existencia de una situacion fronteriza, en donde la periferia experimenta olvido, desprecio o subordinacién por parte del centro. Ultimamente, ese resen- timiento ha vuelto a manifestarse entre la Ilamada “familia chia- paneca” por sentirse excluida de las negociaciones de paz entre la federacién y los rebeldes armados del EzLN. Regién marcada por multiples fronteras, algunas de las cua- les fueron heridas tan profundas que atin hoy en dia siguen abiertas, la frontera sur es también el espacio en donde la natu- raleza y la cultura llegaron a su mas bella expresidn. Pocos luga- res en el mundo poseen tanto encanto en medio de tanto dolor. E] mundo maya ofrece, por un lado, hermosura de paisajes, monumentos, palabras; pero igual de presente esta la fealdad del racismo, de la pobreza, de la falta de dignidad humana. Y esta paradoja extrema también es parte de su historia como frontera. —z LA FRONTERA SUR Y SUS FRONTERAS 65 BIBLIOGRAF{A SELECCIONADA Y RECOMENDADA, Sobre la frontera sur como frontera-limite De Vos, Jan (1998). Las fronteras de la frontera sur: Reserta de los proyectos de expansion que figuraron la frontera entre México y Centroamérica, vyat- css, Villahermosa. Villamar, Marta, y Cristina Trevifio (1979). La frontera sur: los limites entre México y Guatemala, Secretaria de Relaciones Exteriores, México. Zorrilla, Luis (1984). Relaciones de México con la repiblica de Centroamérica y con Guatemala, Editorial Porriia, México. Sobre el érea maya como frontera Bovin, Philippe (coord.) (1997). Las fronteras del Istmo. Fronteras y socie- dades entre el sur de México y América Central, ciesas-CEMCA, México. Sobre el sureste mexicano como frontera Fabregas Puig, Andrés (coord.) (1985). La formacién historica de la fron- tera sur, México, c1esas, México. Gerhard, Peter (1991). 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