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Alison Hernandez Jimenes

6to B

Caperucita roja
Allen es una niña de diez años que vive en Brooklyn, Nueva York. Quien amaba ir
en bici por el puente de Puente de Brooklyn, para llevar a su abuela una tarta de
fresa. La abuela de esta moderna Caperucita ha sido cantante de Morat y se ha
casado varias veces. El lobo es un pastelero multimillonario que vive cerca de
Central Park en un rascacielos con forma de pastel, sin embargo, su sueño frustrado
siempre había sido formar parte de la banda de Morat.

Érase una vez una niñita que lucía una hermosa capa roja, todos decían que era
caperucita roja .

Un día, la mamá de Caperucita Roja la llamó y le dijo:

—Tu abuela no se siente muy bien, he metido unas canciones de Morat en este disco y
creo que eso la pondra feliz, pero quiero que se lo lleves tu

—Claro que sí —respondió Caperucita roja, tomando su bolsa MK y colocando dentro el


disco que le había dado su madre

Antes de salir, su mamá le dijo:

— Escúchame muy bien, vete por la quinta avenida y no te detengas a hablar con
ningún extraño.

—Yo sé mamá —respondió Caperucita y salió inmediatamente hacia la casa de la


abuelita.

Para llegar a casa de la abuelita, Caperucita debía atravesar el puente de Brooklyn . En


el camino, se encontró con el lobo.

—Hola niñita, ¿hacia dónde te diriges en este maravilloso día? —preguntó el lobo.

Caperucita recordó que su mamá le había advertido no hablar con extraños, pero el lobo
lucía muy elegante en su coche del año, además era muy amigable y educado.

—Voy a la casa de abuelita, lobo —respondió la niña—. Ella se encuentra triste y voy a
llevarle este disco con música de Morat para animarla un poco.

—¡Qué buena niña eres! —exclamó el lobo. —¿Qué tan lejos tienes que ir?, Si quieres
deja tu bici aquí y te llevo en mi auto- dijo
Alison Hernandez Jimenes
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—¡Oh! Debo cruzar el puente, ahí vive abuelita, pero creo que si llego en mi bici—dijo
Caperucita con una sonrisa.

—Mmm, okey. No te insisto más. Te deseo un muy feliz día mi niña —respondió el lobo

El lobo, salió a toda velocidad en su auto del año, logrando así cruzar todo el puente
antes que Caperucita Roja. Pues, su sueño frustrado, siempre había sido formar parte
de la banda Morat, él conocía muy bien a la abuela de Caperucita Roja, pues era muy
popular.

Así que al llegar a la casa de la abuela, su plan era encerrar a la abuelita y a Caperucita
Roja en la cajuela del auto y así poderse quedar el disco que tenía las canciones para
poder aprendercelas y audicionar para formar parte de la banda. Pero como Caperucita
Roja venía en su bici, era muy lenta para llegar, por lo que tuvo que entrar primero por la
abuela y después se las tenía que ingeniar para atrapar a Caperucita Roja.

El lobo tocó la puerta de la abuela. Al verlo, la abuelita corrió despavorida dejando atrás
su abrigo de lana, favorito. El lobo tomó el abrigo de la viejecita y luego se puso sus
lentes y su sombrero. Rápidamente, se trepó en el sillón de la abuelita, cubriéndose
hasta la nariz con la manta. Pronto escuchó que tocaban la puerta:

—Abue, soy yo, abre, soy Caperucita Roja

Con vos disimulada, tratando de sonar como la abuelita, el lobo dijo:

—Pasa mi niña, estoy en el sillon

Caperucita Roja pensó que su abuelita se encontraba muy deprimida porque se veía
muy ojerosa y parecía que había llorado mucho.

—¡Abue, abue, qué ojos más grandes tienes!

—Son para verte mejor —respondió el lobo

—¡Abue, abue, qué orejas más grandes tienes!

—Son para oír mejor las canciones que compuse junto a Morat —susurró el lobo.

—¡Abue, abue, qué manos más grandes tienes!

—¡Son para encerrarte mejor!


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Con estas palabras, el malvado lobo tiró su manta y saltó del sillón. Asustada,
Caperucita salió corriendo hacia la puerta. Justo en ese momento, un policía se acercó a
la puerta, la cual se encontraba entreabierta. Vi que algo de la cajuela del auto salía, era
un pedazo del pantalón de la abuela.

Al ver al policía, el lobo saltó por la ventana y huyó espantado para nunca ser visto.

La abuelita y Caperucita Roja agradecieron al policía por salvarlas del malvado lobo y
todos escucharon el disco con la música de Morat. Ese día Caperucita Roja aprendió
una importante lección: “Nunca debes hablar con extraños, por más dinero que se vea
que tienen”.

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