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se centra fundamentalmente en narrar la tormentosa relación que mantuvo durante veinticinco

años Frida Kahlo con Diego Rivera. A la directora, en una decisión que considero acertada, le
interesa más describir los condicionantes emocionales que dieron lugar a la Frida Kahlo artista,
que centrarse en describir con minuciosidad su evolución como pintora o sus éxitos en todas las
exposiciones que realizó a lo largo del mundo. La Frida pintora es consecuencia directa de la Frida
persona; la artista no se puede concebir sin entender al personaje, sin comprender a la mujer que
vivió con una intensidad inusitada en todas las parcelas de su vida. Tal vez por ello nunca
visualizamos el proceso creativo que da pie a sus cuadros

El suyo fue un matrimonio apasionado y tortuoso, una relación cargada de amor y dolor entre dos
seres con una personalidad tan arrolladora como compleja; una de esas parejas incapaces de caer
en la bendita rutina a la que llegan las personas que, cuando el amor y la pasión ya han
desaparecido, si es que existió alguna vez, son capaces de articular su vida en función de los
estándares sociales y culturales de los que todos huímos pero que, en el fondo, la mayoría
buscamos como forma de protección y supervivencia vital.

estuvo articulado por un extraño equilibrio entre una extraña dependencia emocional, en la que
entraban en juego los sentimientos amorosos más complejos y puros, y la necesidad de respetar la
independencia y la libertad individual como forma de realización personal. Diego ama a Frida, pero
es incapaz de serle fiel; Frida entiende y acepta la forma que tiene su marido de vivir la vida, pero
es incapaz de superar el dolor que le causa las infidelidades de su marido. Antes de la boda, Diego
le dice a Frida una frase que resulta muy reveladora: “No te prometo fidelidad, te prometo
lealtad”. De esta forma, Diego hace toda una declaración de intenciones respecto a lo que se
puede esperar de él.

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