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LEJOS PARECE QUE ALGO BRILLA

Segundo encuentro: Estela Figueroa

Nació el 12 de agosto de 1946 en la ciudad de Santa Fe y falleció en la misma ciudad el 11 de


agosto del 2022. Publicó Máscaras sueltas (poesía, Centro de Publicaciones UNL, 1985); El libro
rojo de Tito (reportaje, Centro de Publicaciones UNL, 1988); A capella (poesía, Ediciones delanada,
1991); Un libro sobre Bioy Casares (reportaje y ensayos de autores santafesinos, Ediciones UNL,
2006); La forastera (poesía, Ediciones Recovecos, 2007).
En 2009, Ediciones UNL reeditó en un solo volumen dos de sus libros, reunidos bajo el nombre de
ambos: Máscaras sueltas / A capella.
En 1987, Máscaras sueltas tuvo su traducción y edición italianas: Maschere Mobile (Ferri Editora,
Florencia, 1987).
Realizó trabajos para cine y teatro. Coordinó talleres literarios en el Pabellón de menores de la
cárcel de Las Flores, donde editó la revista Sin alas.
Dirige la revista La ventana desde su aparición en 2001, que publica la Dirección de Cultura de la
Universidad Nacional del Litoral. En este ámbito universitario también coordina el Taller Literario,
tarea que se vio plasmada en la edición de tres libros y fichas de poesía, versiones teatrales de
aguafuertes de Roberto Arlt y la escritura y puesta en el aire de dos radionovelas.
Colabora en el Diario El Litoral y sus poemas han aparecido en diversas publicaciones del país y el
extranjero.

Taller de poesía Lejos parece que algo brilla


Lola Halfon y Camila Vallendor Pagina 1
No es para hablar de mí que escribo
de la glicina: cayó
su lluvia ligera
azul–
violácea–
celeste.

No es para hablar de la glicina


que la comparo con una lluvia
y adjetivo esa lluvia.

Es para detener este momento nocturno:


la casa en calma
y los pensamientos que ennoblecidos velan
por un ordenamiento
que lo abarque todo.

Del libro Máscaras sueltas (1985)

Taller de poesía Lejos parece que algo brilla


Lola Halfon y Camila Vallendor Pagina 2
Tormenta de verano

Por la noche la lluvia inundó la calle


el patio
desprendió las ropas colgadas en la soga
mojó la tela de la hamaca.

Durante el día
un viento frío
secó el barro
secó las ropas
secó la tela de la hamaca.
En vano.
Nadie iría a sentarse allí
junto a los altos yuyos
enhiestos.

Mucho más tarde


sólo los niños
se le atrevían al crepúsculo.

Ahora
otra vez noche.
Hace tres días que te has ido.
Todavía están tus libros sobre la mesa
y ya
una casi imperceptible capa de tierra
los cubre.

Del libro Máscaras sueltas (1985)

Taller de poesía Lejos parece que algo brilla


Lola Halfon y Camila Vallendor Pagina 3
Detalles

Antes
cuando tu cara estaba cerca de la mía
mi mirada la recorría como se recorre un jardín
se detenía en cada detalle
–ampliándolo reteniéndolo–
una flor entreabierta
una cerrada
una hoja seca caída
una gota.
Era de esa manera como entrabas en mi vida:
entraba tu ojo más próximo
su color ágata
apenas bordeado por pestañas.
Entraba el perfil de tu nariz
tu mejilla imberbe una
cicatriz una oreja
casi tapada por el pelo castaño
el cuello claro.

De esos detalles estaba


hecho mi amor.
Y mi amor me rodeaba
como un collar rodea una garganta.

Ahora
cuando al atardecer oyendo
cantar a las chicharras toco
mi cuello ya no está el collar.
Recuerdo aquel jardín:
es un jardín que ya no tiene patria.

Del libro Máscaras sueltas (1985)

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Lola Halfon y Camila Vallendor Pagina 4
El cuadro

Mientras mi hija duerme


dejo entrar al vampiro.
Es mi otro hijo.
Lo amamanto.
Cuando él entra
mis pocas fuerzas decaen.
Me seduce.
Es en verdad mi amante.

Una niebla
que no es la del otoño
rodea los objetos
hasta hace un instante cotidianos:
los alimentos de la cena
en la bandeja
junto a los cigarrillos
la taza vacía de té.

Todo parece a punto de quebrarse.


Me acurruco.
El vampiro que acuno
se ríe con risa loca.
Es en verdad mamá.

Me ahoga.
Es como un millón de plantas infectas
que de golpe crecieran
quitándome el aire.
No.
Como un parásito alojado en mí.
Lo acuno.
Con cada beso que me da
mata un poema.

Ah, si una mano real tocara mi cuerpo


tendido insomne entre dos sillas
–cansado pero tenso–
como quien está vigilando un enfermo…

Pero nada llega en la noche.


Mi mano izquierda penosamente toca la derecha
que deja de escribir
configurando el cuadro.

Del libro Máscaras sueltas (1985)

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Lola Halfon y Camila Vallendor Pagina 5
¿Cómo quedarán mis manos
cuando muera?
¿En qué gesto inmóvil
como si un cuidadoso pintor
las hubiera acomodado?
¿Tratando de agarrar la taza de té frío
o la flor que un amigo piadoso traería
para endulzar la convalecencia?
O simplemente una a cada lado de mi cuerpo
hermanas como han sido
siempre
de mi vida
–poco propicias a la caricia
poco propicias al golpe
siempre distantes de mis emociones…–

Compatriotas,
júzguenlas con benevolencia.

Déjenlas como queden


no las fuercen al gesto del perdón.

Piensen que fueron las manos de una niña


que ya murió,
de una muchacha tímida
que murió también.
Y si quedaran crispadas:
piensen que su vida
–como la de ninguno de ustedes–
fue fácil.

Del libro Máscaras sueltas (1985)

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Lola Halfon y Camila Vallendor Pagina 6
La cinta

I
Ahora lo sé.
Lo que nos ataba
era una cinta de seda.

¿Quién escribe
en una cinta
una historia amorosa?
Ahora es como el rosario
que cae al suelo con estruendo
desde las manos del muerto.

Ahora lo veo.
Esa frágil cinta
era nuestro orden.
Pero cuando la rompiste fue
como haber estado sujetos con cadenas.
¡Cuántas marcas
en mis manos
que hasta hace un año
tejían alegremente!

II
Es octubre.
Tus pasos
ya no resuenan en el patio
donde –¿no es extraño?–
las plantas que hace un año
plantamos juntos
florecen.

Es octubre
y en la modesta
escenografía de mi casa
los roles que me diste
se mezclaron:
He aquí que Yocasta
teje apacible
–la cabeza gacha–
y la pobre Penélope
–borracha–
trata –iracunda–
de seducir a sus hijos.

Del libro A capella (1991)

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Lola Halfon y Camila Vallendor Pagina 7
Realidad II

Puede ocurrir que la realidad


se presente de improviso.
Por ejemplo mientras camino
con mi hija menor de la mano
por los alrededores del barrio.
Puede ocurrir
que empiece a resbalar.

Sospecho que los niños


saben más de estos estados
que sus padres.
Ya no la llevo yo.
Ella me lleva.
¡Su pequeña mano
sostiene el mundo!

Del libro A capella (1991)

Mi cuerpo

Hay momentos en que mi cuerpo me parece


como una casa abandonada.

Y no sé si soy yo
o es mi fantasma
que ha entrado en él
por error.

Del libro A capella (1991)

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Lola Halfon y Camila Vallendor Pagina 8
Pequeño reloj pulsera negro

Fue cuando el médico dijo:


“está muriéndose”
que me compré un pequeño reloj
para medir el tiempo
de su agonía.

Todavía lo uso.
Ahora para medir
mi tiempo sin padre.

Transeúnte que me detienes en la calle


y apresuradamente me preguntas la hora
¡No puedes saber para qué cosas
sirve este reloj!

Del libro A capella (1991)

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Lola Halfon y Camila Vallendor Pagina 9
I
La enamorada del muro
no sabe cómo es el muro.
pero seguro siente su humedad
cuando ha llovido.
Su aridez
en tiempo seco.
La enamorada del muro
depende del muro.
A él se aferra.
Si el muro se cae
ella se desparrama
como una cabellera sin cabeza.

A veces es tímida
y cubre sólo la base
como una mujer arrodillada
que abraza las piernas de un hombre.
Y a veces –qué deseo
y qué orgullo caben en ella–
cubre no sólo el muro
sino toda la casa.

II
Todo amor nace
a partir de una pequeña confusión.
Nadie puede decir con certeza
si es el muro el que sostiene a su enamorada
o es la enamorada
la que sostiene el muro.
Y todo amor crece
a partir de pequeñas carencias:
La enamorada del muro no florece.
Tampoco el muro.

III
Visto desde afuera
la impresión general es de una gran belleza.
¿Pero quién puede alejarse para mirar
cuando está enamorado?
El muro no ve el hermoso conjunto.
Ve pequeños tentáculos
que se clavan en él.
La enamorada ve el muro descarnado.
“El es el hueso que me da forma.
Yo soy la carne que le da vida”.

IV
Vampiro en el jardín

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Lola Halfon y Camila Vallendor Pagina 10
Ningún jardinero
la recomendaría.
La enamorada del muro
tan pródiga con el muro
tiene un rol muy cruel en el jardín.

Está en su naturaleza apropiarse


de toda la humedad del terreno.
De modo que mientras ella se expande
y se demora tiernamente en el abrazo
las otras plantas mueren.
¿Qué puede importarle?

Una mujer enamorada es capaz


de atravesar sin ver una ciudad bombardeada.
Los ojos fijos en los labios de su amor.

No hay culpa
en la pasión.

“No permitiré que nada


ni nadie
te haga daño
amor mío”.

En sí misma

Sólo una loca pudo


enamorarse de un muro.

Un muro no habla.
No escribe cartas.
No florece.

Cubierto totalmente por las hojas


deja de ser visible.
hasta se puede dudar de su existencia.

“No es eso
hija
lo que te enamora.
No es muro.
Es tu esplendor”.

La enamorada del muro del libro A capella (1991)

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Lola Halfon y Camila Vallendor Pagina 11
I
La cucaracha

La aplasté en el patio.

Al ver que se movía


creí que seguía viva.
Eran las hormigas
arrastrándolas.

Aceptar que lo que unos


pisan con desprecio
puede ser un manjar
para otros.

II
Aprender de la dignidad del gato.
Mata la laucha
pero no se la come.

III
Porque ya no hablamos
me creo liberada de nuestra unión.
Es ingenuo.

Ambos tenemos el tesón


y la paciencia de la araña.
Puede permanecer un año escondida.
Y es un misterio saber qué la alimenta.

IV
Cuando pienso en la felicidad que me diste
me pregunto si no me comporté como el perro.
Mira agradecido
al que le tiró un hueso.

V
Molesto
Zumbo.
Pico.
Soy como el mosquito
cuando me enamoro.

Será por eso


que me cierran las ventanas.

Bichos en mi casa del libro A capella (1991)

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Lola Halfon y Camila Vallendor Pagina 12
Principios de febrero

No.
El hermoso verano
no ha terminado aún.
Nos queda un mes para estarse en los patios
y descalzarnos
mientras charlamos
de esto y aquello
sin ton ni son.
Todavía habrá hombres de brazos tostados
en las calles
de la ciudad envuelta por la noche
brotada toda
como un lazo de amor.

No.
No me sostengas que no voy a caerme.
Sólo se caen las estrellas fugaces
y yo –te dije–
quiero permanecer.

Un hombre es bueno para una noche.


Cuando amanece es un reflejo dorado
sobre la cama donde se toma café.
Y es agradable el olor que deja.
Dura todo un día.
Pero no toda la vida.

Luego hay que descansar.


El libro de Kavafis y el de Pavese
sobre la mesa de luz.
Hay que aminorar la marcha.
Sentarse un rato a solas
en el sillón del patio.
Mujeres: tendríamos
que aprender de los gatos.
¡Cómo agradecen el tazón
que rebosa de leche!

Falta para el otoño.


Que nos encuentre intactas.
Sin habernos negado
a estas pasiones
que cada tanto
asaltan.

Del libro La forastera (2007)

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Lola Halfon y Camila Vallendor Pagina 13
A Manuel Inchauspe,
en el hospicio

Las nuestras, mi amigo,


son obras pequeñas.
Escritas en la intimidad
y como con vergüenza.
Nada de tonos altos.
Nos parecemos a la ciudad
donde vivimos.

Perdiste tus últimos poemas


y yo casi no escribo.

De allí
esos largos silencios
en nuestras conversaciones.

Del libro La forastera (2007)

El nunca

Nunca tuve un amado


que hiciera un largo viaje por los campos para verme.
Nunca le saqué las botas a un hombre cansado.
Nunca tuve un amado.
Nunca viví en el campo.
Pero hice de mi casa un lugar
donde brindo tierna hospitalidad a las plantas y los animales.
Nunca supe qué me quieren decir los ojos de un hombre
cuando me dice que me quiere.
Pero conozco muy bien la mirada de mi perro.

Del libro La forastera (2007)

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Lola Halfon y Camila Vallendor Pagina 14
Buscando el poema

Atropellada como un perro.


Selectiva como un gato.
Lo busco.

Fiel como tallada en piedra.


Blanda como la espuma.
Inocente como un fantasma
que vaga por la ciudad.
Lo busco.

Lejos parece que algo brilla:


¿será el poema?
Sobre una cinta de fuego
camino a su encuentro.
Atropellada.
Selectiva
Blanda.
Inocente.
Despiadada.

Del libro La forastera (2007)

Los huesos de mi padre

Hace más de veinte años que murió


y no renovamos el derecho de sus huesos
a permanecer en el nicho.

De mi parte fue intencional.


A mi padre no le gustaba estar encerrado.

Ojalá un sepulturero los haya vendido


y haya comido algo especial con su mujer y sus hijos
o se haya tomado unos vinos
en rueda de amigos.

Y con esos huesos un joven estudie medicina


–esos huesos largos y bien formados–
sin pensar en la muerte.
Del libro La forastera (2007)

Taller de poesía Lejos parece que algo brilla


Lola Halfon y Camila Vallendor Pagina 15
Florencia, mi hija, cuando sale

Mi hija no sabe
qué silencio cae sobre la casa
cuando ella sale.

Mientras ella está


hay música.
Mientras ella está
puede haber un débil murmullo de televisor
en su dormitorio.
O bien la eterna cháchara de los adolescentes
hablando del amor y el desamor
entre mates que pasan de mano en mano
como bienes preciados: cartas aún cerradas
dinero
noticias de amigos.

Cuando mi hija sale


no sabe a qué silencio me condena.
Un silencio adolescente
–porque yo no he crecido en todos los sentidos–
donde me adormezco como si me hubiera muerto
entre viejas preguntas
proyectos no realizados
y el sentido del fracaso que siempre me acompaña.

Del libro La forastera (2007)

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Lola Halfon y Camila Vallendor Pagina 16
Pronto va a hacer
tres años de tu muerte
y todavía no la acepto.

Quise colgar tu retrato en la pared


y no pude.

Volví a guardarlo.

El clavo quedó allí


sosteniendo tu ausencia.

Del libro Profesión: sus labores (2016)

La vida es sueño
(la muerte de Kiwi)

Hasta parece sencillo.


De pronto no se es más joven.
Se empieza a asistir a los velorios
de aquellos a los que se amó.

Del libro Profesión: sus labores (2016)

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Lola Halfon y Camila Vallendor Pagina 17
Vegetal

Como la erika
que antes de secarse
produce un hijo.

Pero también como la orquídea


orgullosa y sola.

Como el sauce
inclinado
hacia el río quieto.

Pero también como la grevilea


que enfrenta
los vientos más feroces.

Frágil como los pensamientos


a los que una ligera
lluvia aplasta.

Abierta como el paraíso


que juega
con las gotas.

Manos desconocidas
revolvieron el césped
donde escribí palabras.

¿Buscaban tesoros ocultos?

Soy hosca
como el cactus.
Del libro Profesión: sus labores (2016)

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Lola Halfon y Camila Vallendor Pagina 18
Distintas maneras de mirar un cofre de madera tallada

A este cofre de madera que estoy mirando


lo talló mi abuelo Joaquín en la cárcel.
Contiene cartas que mi padre escribiera a mi madre
en sus largas ausencias.

Según mi hija mayor


son cartas apasionadas.
Según mi hija menor
sólo contienen indicaciones
acerca del uso del dinero
y mi educación.

Yo
no pienso leerlas.
Sólo admiro
la belleza del cofre.

Del libro Profesión: sus labores (2016)

Tracé un paréntesis en mi vida


En ese paréntesis puse mis emociones.

Como un chico que en una tarde de domingo


pasea con un globo
yo paseo con mi paréntesis.
Si el hilo es fuerte lo conservaré.
Si es débil
no
claro que no.

Mis emociones
me inundarán
como un río.

Del libro Profesión: sus labores (2016)

Taller de poesía Lejos parece que algo brilla


Lola Halfon y Camila Vallendor Pagina 19
“Árbol eres, musgo eres, eres violetas arrasadas”
E. Pound

En el hueco que hay entre mis pechos


puse un puñado de tierra.

En la tierra hundí
la raíz de una enredadera.
La enredadera empezó a crecer.

Yo
desnuda en el patio de mi casa
me apoyé en un árbol.

En poco tiempo estuve cubierta


por hojas frescas y verdes.

En poco tiempo la enredadera


pasó a envolver el árbol.

Yo pasé a ser árbol.


Cuando llueve tomo agua
cuando hay viento tomo aire.

Como nadie me ve
nadie más me hará daño.

Del libro Profesión: sus labores (2016)

Taller de poesía Lejos parece que algo brilla


Lola Halfon y Camila Vallendor Pagina 20
Del mediodía

Primero se las pela.


Después
sobre la tabla de madera
se las corta en rodajas.

“La poesía es como la cebolla” *


por eso a medida que se la abre se llora.

Si la comemos al mediodía
su olor impregna nuestro aliento hasta la noche.
Y esa tarde
–habitados–
no podemos besar a nadie.

*Frase que me dijo un emisario de Juanele Ortíz, Alfredo Veiravé, de paso por mi casa.

Del libro Profesión: sus labores (2016)

Taller de poesía Lejos parece que algo brilla


Lola Halfon y Camila Vallendor Pagina 21
Amor de madre presa en dictadura

Después de los castigos corporales


el miedo
y no saber
cuánto tiempo
permanecería en esa cárcel
su amor de madre
disminuyó.

Su pequeña hija
crecía sin ella
prescindía de ella.

Había guardado
un ovillo de lana roja
que desteñía.

Los días de visita


lo sumergía
en un jarro de agua
y esperaba.

A ese agua roja


se la pasaba por la cara
y la dejaba secar.

No quería que la niña


la viera tan pálida.

De su amor de madre había quedado eso:


el deseo
de no hacerla sufrir.

Del libro Profesión: sus labores (2016)

Taller de poesía Lejos parece que algo brilla


Lola Halfon y Camila Vallendor Pagina 22
Consignas de escritura

1) Escribí un poema copiando la estructura de El nunca: Nunca… / Nunca… / Nunca… / Pero…

2) Como en Bichos en mi casa y Vegetal, comparate en tu poema con un animal o una planta y
desarrollá la comparación.

3) Empezá tu poema con los versos: Ahora lo sé. / Lo que nos ataba / era…

Las consignas son posibles disparadores de escritura: están para romperse. Ojalá te inviten a
escribir mucho. En cada encuentro trabajaremos un solo poema por persona, que no supere
las dos carillas. Elegí cuál querés que revisemos juntes y subilo a la carpeta que te enviaremos
el día anterior.

Taller de poesía Lejos parece que algo brilla


Lola Halfon y Camila Vallendor Pagina 23

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