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alsa Ribera Carbs, Hector Menudoza Vargas y Pere Sunyer Marin (eoonls.) sa nena del tertoria en wna idea de Estado. Mevivo y Bests oe Late NAN tte ce Geogr f Innit ds let ine De fese Mana La Mora, Mexico, pp. 15-21 El territorio y el proceso de construccién del Estado moderno: México y Brasil (1821-1946) Enlalia Ribera Carbs Héctor Mendoza Vargas Pere Sunyer Martin Los trabajos que conforman la presente obra forman parte de un proyecto ini- ciado en 1999, en el que nos propusimos analizar la conformacién del Estado moderno a través de un eje central de discusién: el territorio. El territorio es sin duda un factor primordial en el proceso de configuracién de los Estados naciona- les, y como parte de él estiin los centros urbanos, privilegiados, aunque no tinicos, en su calidad de generadores de las ideas y los conceptos teéricos que responden a cada circunstancia historica y que, a su vez, estructuran el poder politico que rige y administra la vida colectiva de las sociedades. Es asi, como el territorio es, en buena medida, una creacién a imagen y semejanza del cuerpo ideolégico que justifica las actuaciones de los grupos de poder. Hoy en dia, cuando la integracién econémica a través de vastos mercados internacionales desdibuja aparentemen- te las fronteras de los Estados y aumenta, no sélo la circulacién de mercancias, sino el trasiego de personas, de cultura y de informacién, en lo que ha dado en Iamarse globalizacin 0 mundializacién: zdénde queda el territorio?; es posible establecer relaciones de dominio y control, de organizacién politica y social, de vinculos culturales y afectivos sin el territorio? Ante estos planteamientos se pensé en trabajar desde tres Ambitos diferentes aunque interrelacionados y complementarios. Primero, el del conocimiento y la integracién del territorio nacional, que deviene no tinicamente en suministrador de recursos, sino en un espacio en construccién sobre el que tienen éxito o fracaso la prictica de ideas politicas y econémicas; un factor moldeable por Ia actividad humana, que por un lado ofrece opciones e impone limites al desarrollo de la Fs ciedad que lo ocupa, y por otro a través de su modelado se erige en wn clemento le memoria historiea, El simil organicista profusamente empleado por los politicos de los paises en el siglo XIX orienté las formas de gestionar la organizactt Ot torial. El territorio era el cuerpo que debia suministrar alimento a las poblaciones 16+ Bulala Ribera Carbo, Hestor Memtoza Vargas y Pere Sunyer Martin riquezas a los centros neurilgicos. Jud de la poblacién eran wlicadores de la riquera lidad a futuro, Desde el siglo XIX los nucvos paises independie otencia. MES tuVieron ee abordar la tarea dle reconocimiento e integracidn de extensas y divers su espacio geogrifico, Se organiz ci 8 partes ron expediciones para el estudio de las pone idades propias, se delimitaron fronteras, se crearon comisiones cienth s, 56 contabilizaron ¢ inventariaron la poblacién, la produccién, los recursos naturales, se hicieron esfuerzos para Ja construccién de mapas nacionales, y se Publicaron atlas, diccionarios y literatura geografica que sirvieron, también, para crear ung magen del territorio identificada con una conciencia nacional, Segundo, el de las ciudades y las ideas Desde la antigiiedad, la ciudad si ha sido la pieza clave de la colonizacidn y estructuracién del territorio, Las ciuda- des articulan al territorio a modo de puntos de control desde los que se ejerce ef poder politico, administrativo, econémico y social, yen los que convergen I de comunicacién; son, y han sido, reflejo especul deben abrir paso a centros urbanos boyantes y Sa} su pervivencia y éxito depende de la riqueza en recursos del territorio que las respalda y de las funciones de poder politico que les son asignadas. El nuevo orden Politico, administrative € ideologico desde el siglo XIX exigia una ciudad racional, ordenada, higiénica, con innovaciones tecnologicas y de servicios, y al mismo tiempo creaba espacios segregados para aislar cualquier expresion de “patologia social”. La nueva ima- gen de modernidad de la ciudad debia influir y extenderse fuera de ‘sus propios limites, y la gestion municipal debfa adecuarse al Progreso material de la reforma urbana y a la intervencién de nuevos gestores sobre el espacio de la ciudad, Tercero, el de la ideologia y la integracién politica. La construccién del Esta- do moderno esta respaldada por un cuerpo de ideas plasmado en proyectos de ca- Ficter politico, administrativo, educativo y territorial, y, desde luego, en el orden juridico y econsmico. Pero ademas, esté apoyada en una imagen de pais reflejada en todos los ambitos de la cultura nacional en construccién, En este marco fueron celebrados dos en 1999 entre México y Espana, y el ambos procuramos darle al estudio di iempre as vias far del territorio: territorios ticos viceve coloquios internacionales, el primero segundo en 2005 entre México y Brasil. En le dicha conformacién de los Estados modet- fos un enfoque bilateral que resultara interesante y original al usar el trrterio como eje central de andlisis. Se convocé a gedgrafos, historiadores, economista, antropdlogos y a otros cientificos sociales procedentes de diferentes especialida es. De esta manera, las propuestas vertidas lo fueron de manera interdisil- naria y se enriquecieron unas a otras para convertirse, una vez pasados los colo” gd J ervitario yel proceso de construcsicn del Estade mader Moxice y Bra suios, en trabajos publicados con Ia coherencia de una obra colectiva.! Cabe deci también, que los paises escogidos lo fueron, en buena medida, porque, adem de las afinidades y los contrastes historicos que hacian posible su comparacién (¥ ellector hallara seguramente otras razones para comparar los textos que se han reunido en este volumen), hay comunidades académicas en cada pais con estu- dios avanzados en los temas propuestos; en cada uno, los investizadores de las miiltiples disciplinas convocadas han revisado archivos, han hecho publicaciones, han impartido cursos que coinciden en los tres ambitos antes sefialados ¥ que son de mutuo interés, Enel caso que nos ocupa ahora, casi ciento cincuenta afios de historia fueron vistos a la luz de enfoques, metodologias e instrumentos de anilisis diversos, pero con resultados y conclusiones sorprendentemente afines. Resulta innecesario de- cir que en ningtin momento se abrigé la pretension de agotar los temas tratados. Siempre estuvimos conscientes de que éstos son extremadamente complejos y es por ello por lo que buscamos, y el lector juzgara si alcanzamos nuestro objetivo, asi sea en parte, dejar planteados los grandes temas que nos reunieron en los coloquios y que nos vuelven a reunir en esta publicacién: zcémo se organizan los Estados nacionales a la caida del Antiguo Régimen? qué papel desempefia el territorio en dicha organizacién? :cémo incide en ella? zcual es la importancia del factor urbano? zqué pensaron tanto los actores sociales dominantes como los subordinados acerca de todo ello? y finalmente, zde qué manera las ideas refle- jaron, impulsaron, frenaron y explicaron el proceso en su conjunto y en toda su complejidad? EI marco cronolégico propuesto no fue escogido al azar; responde a dos mo- mentos clave en la configuracién de los modernos Estados nacionales que nos ocupan. La primera fecha es la del momento en que se concreté la ruptura de am- bos con sus respectivas metrépolis. Inequivoca en el caso mexicano, cuya guerra de independencia culmina en 1821 con una perspectiva de distanciamiento total respecto de Espafia, y algo mds sombria y tortuosa la de Brasil, cuyo proceso tiene ‘mis que ver con una cuestién dindstica, una especie de “divorcio amigable” como sugiere Oliveira Lima. Las independencias de México y Brasil abrieron sin duda l camino a organizaciones politicas distintas. Mientras que la monarquia preva- leci6 en el pais sudamericano hasta finales del siglo XIX, en México dicha forma de gobierno duré muy poco. El régimen monarquico y esclavista en Brasil asegu- " Mendoza, Héctor, Ribera, Eulalia y Sunyer, Pere (2002), La integraciém del territorio en ‘ina idea de Estado, México y Espana 1821-1940, Instituto Mora/Instituto de Geografia, UNAM/ Agencia Espafiola de Cooperacién Internacional, México. 18 + Eulalia Ribera Carbs, Héctor Mendoza Vargas y Pere Sunyer Martin sen lineas generales, a pervivencia de las relaciones econémicas y sociales en Jos grupos que conformaban la sociedad brasilefia junto con las formas de cont ccatraledel rerritorio; mientras que en México, la pugna entre poderes region encabezados por militares, entre estamentos, entre la iglesia y el poder civil es sae vine de acuerdo en el marco de una repiiblica que se debatis largamente en, propuestas federalistas y centralistas. La segunda fecha, 1946, es significativa y trascendental tanto para Méxicy como para Brasil. En México legaba a su fin el periodo de gobierno de Mani ‘Avila Camacho, ultimo general revolucionario en detentar el poder ejecutivo federal, y en Brasil terminaba un aiio antes el experimento del Estado Novo de Gerulio Vargas, ambos episodios determinantes de las caracteristicas de ambos paises en la segunda mitad del siglo XX. Entre las dos fechas, el camino hacia la conformacién de los Estados modernos disté mucho de ser una trayectoria lineal y sin retrocesos. Al contrario, tal y como se hace evidente en los textos que aqui se compendian, las mas audaces reformas en lo social, lo politico yl econémico, estuvieron seguidas a menudo de medidas que pretendian acotarks, coartarlas. En lo territorial, México vio violentamente menguadas sus dimensiones durante los primeros decenios de vida independiente, y su lucha decimonénica prolongada hasta buena parte del siglo XX fue para hacer prevaler el poder del Estado en ciernes por todos los rincones de su vasta y disimbola geografia, regida por corporaciones, instituciones y usas y costumbres tejidos en intricados sistemas sociales. Brasil, por su parte, tiene una historia de expansién de fronteras y con- quista interna de territorios; el concepto de sertio hace referencia a esos lugares por colonizar, y sera recurrente en los trabajos de estas paginas. E] siglo XIX nace marcado por la Revolucién Francesa, una gran convulsién cuya propuesta central fue la construccién de un mundo nuevo; un mundo libe- rado de los lastres de mil afios de historia, en cuyos cimientos habrian de esta’ para darle sostén y sentido, las innovadoras ideas de los pensadores de la Ilustra- cién. Los principios del despotismo ilustrado y del naciente liberalismo inglés comprendian una serie de medidas de cardcter educativo, legislativo y técnice encaminadas a la racionalizacién del funcionamiento del Estado. Coherencial aplicar los mismos principios en la resolucién de los mismos problemas; efcien” cia al buscar y aplicar las soluciones mejores a los problemas nacionales. Ell habia de redundar en un mejor desempeiio de 1a administracién publica, en U? aumento de la productividad de los administrados, y consecuentemente €” ¥? aumento del flujo de riqueza entre una estructura de base altamente product? y tna sociedad consumidora. El camino para alcanzar esa renovacion tah $8 embargo, deberia pasar, en Francia y en el resto de Europa, necesariament® por Ia violencia. | Eltervitorio y el proceso de construccién del Estado moderno: Mésica y Brasil (1821-1946) «19 Las nuevas ideas debian disefar y forjar la organizacién del territorio, dar forma a las ciudades, a su trama, a los espacios libres y a sus edificios; las nuevas ideas debian esculpir una sociedad renovada mediante el sistema educativo -obli- gatoriamente en manos del Estado- guardandolo en la memoria historica de los textos constitucionales y en toda una trama legislativa, que comprenderia usos consuetudinarios, acuerdos entre individuos y entre grupos de poder, y que trata- ria de integrar a las fuerzas reacias a la idea moderna de Estado. Los individuos como tales, per se, con igualdad juridica desde el nacimiento, pero también los individuos como entes econémicos, como productores y consumidores. Brasil, México y las demas naciones americanas que emergen a la vida inde- pendiente a principios del siglo XIX, fueron vistas como “regiones puras”, como territorios fértiles para la aplicacién de las teorias nacidas de las reflexiones de los fil6sofos europeos del siglo XVIII. Los ilustrados americanos consideraron factible la aplicacién de las nuevas propuestas sintetizadoras de una modernidad marcada por los afanes y aspiraciones de la burguesia, en paises ajenos a las convulsiones gue sacudian al viejo continente. Paises sin burgueses, que deberfan considerar que nacian a Ta historia en el momento de su independencia politica y que, sin los estorbosos resabios de formas caducas de vida social, y sin los vicios de sus antiguas metrépolis, enfan ante sila posibilidad de alcanzar un presente, y sobre todo un futuro, segiin principios de racionalidad que, empleados ya en las cien- cias fisico-naturales y matemiticas, deberian aplicarse también a la organizacién politica, administrativa, territorial y social, Dos fueron las aspiraciones generales de los tedricos del XIX. Una inspira- ci6n ilustrada: la felicidadi la otra, resultante de la nueva moral generada por la revolucién industrial: el progreso. La promesa del crecimiento econémico, y la conciencia de progreso respecto de estadios hist6ricos y sociales anteriores, eran Ia clave para facilitar la consecucién de los objetivos de la modernidad. Descubrir las leyes que, de la misma manera que regian el mundo de la fisica ylanaturaleza, determinaban las claves de un progreso continuo e imperecedero que permitiria conocer la naturalexa y causas de la rigueza de las naciones. La joven disciplina estadistica y Ia vieja pero renovada geografia y su amplia aceptacién entre los gobernantes respondian a estos afanes. Esa falsa esperanza de construir mundos nuevos en “regiones puras” condujo ‘los mayores fracasos a la hora de aterrizar los proyectos bordados en el aire En realidad, tanto Espafia y Portugal como sus respectivas ex-colonias debian nece- sariamente partir de las realidades concretas del Antiguo Régimen que los habia ido definiendo, para alcanzar la anhelada modernidad que considetaba que los seres humanos y sus acciones estaban sometidos a leyes generales susceptibles de ser estudiadas y comprendidas. Un Antiguo Régimen, por otra parte, tan fuer- ‘emente estructurado, que seria capaz de resistir de manera sorprendente a los | | ; | 20 + Eulalia Ribera Carbo, Héctor Mendoza Vargas y Pere Sunyer Martin intentos consecutivos de debilitarlo, desarticularlo, hecho que h: americana tan dificil como siempre inacabada, Las premisas de libertad econdmica, igualdad juridica politico, fueron en las nuevas naciones, tanto como en sus “m otra vez mediatizadas, manipuladas y tergiversadas. EI Estado que en la teoria debe regular las relaciones entre los para conductlos ala felicidad y el progreso en el disfrute de las libertades yg rantias que tanto la naturaleza como las leyes les otorgan, en la prictica mantes, Vigentes formulas despéticas y atrabiliarias en el ejercicio del poder; estabecs mecanismos de control de las personas y de sus actividades productivas que dif cultaron su ejercicio, y que generaron abismos de desigualdad social La comunidad de iguales no existié nunca en las nuevas naciones, ni en ninguna otra, pero en las primeras, la propuesta de un conjunto integrado pur individuos conscientes de su pertenencia a una entidad por inventar, posible vivir sin conflictos en un ambiente de justicia y libertad, gene: desencantos, porque su historia anterior habia sido atin mas tortuosa. Decia Lucas Alaman refiriéndose al caso mexicano, que el caos en que se debatia el pais después de romper sus lazos con Espaiia obedecia a una sola causa: la de haber intentado establecer aqui los principios juridicos de la Constitucién de los Estados Unidos porque, finalmente, ellos si nacieron modernos a la vida independiente, como habian nacido a la historia sin resabios de ningin antiguo régimen. En cambio nosotros, como Brasil, debimos ir abriendo caminos a la modernidad: conociéndonos como espacio geogriifico y sociedad, liberando la tierra, el comercio, el trabajo, los transportes, garantizando el derecho a la pro- piedad, a la educaci6n, a la libertad de pensamiento, al acceso a la representacién popular. Todo ello destruyendo prejuicios, cuerpos colegiados, gremios, comi- nidades agrarias, solidaridades estamentales, eclesisticas, y en tiltima instancia, ciudadanizando a los componentes de todas las corporaciones extinguidas por decreto. En el caso brasilefio, la pervivencia de la esclavitud acentué mayormente el caracter de “antiguo régimen” de la sociedad hasta 1888. Ello hizo que en su caso, a diferencia del mexicano, los grandes temas de la Ilustracién tuvieran una aplicacién atin mas reducida, Debimos, a la postre, construir un aparato de Estado en cuyas raices a tuviera el contrato de inspiracién roussoniana, donde se estipula que cada cu renuncia voluntariamente a su irrestricto derecho natural a la libertad, para eo una superestructura encargada de vigilar que nadie violente los derechos de 1 ms y de castigar a quien lo hiciere, porque, como se ha dicho, la libertad de Gas uno termina donde empieza la libertad del otro. Un Estado dividido en los de poderes de la teoria politica del barn De Montesquieu que eviten los abuss una autoridad tinica; un Estado capaz de formular leyes benéficas para tod} aria la trans n Y parlamentaisms dre patrias’ nay individu, en que ena 16 mayores 4 El territorio y el proceso de construcci6n del *wtado moderno: Mexico y Brasil (1821-1946) « 24 que rijan incluso sobre los legisladores; unas leyes cuyo espi sombra benéfica sobre los integrantes del cuerpo social. Ese era el signo de los tiempos y ese era el rumbo que tomaba la histori ‘Todo el mundo occidental ha vivido desde el siglo XVIII marcado por esa aspira~ ‘in, y Brasil y México no han sido la excepcisn. tu planee como una

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