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El chupacabras de Pirque pavos, cnt ¥ Ricky. un fandtico >y de las bro uonir al ase inc ¢| Chupacabras? www pepepetay Alrages A ; a E! chupacabras © Dees edcivo ok aglr cnem eins. de Pirque Dr. Anibal viata 1439, Providoncia Santiago te Chile | PePe Pelayo / Betan *+ Grupo Suntiana de Eacons 5. i Toran 28048 Sai. Epa lustracones de Alex Pelayo + Afgllar Ale, Taurus, Allaguare de C.¥. Aa, Univer. 76 Col del Valle Mexico DF C6310 + Alle, Ales, Taueus, altgiara Sade Eaiconer As andro, Ales 120, €1001 AAP, Boenes As Arena + Santana As San Felipe 731, ee Mut 1 Lia, Pr + Eaicone Santana SA. | Conus 1889, 1200 Momesieo, Ups + Senataea S.A ‘FRc Jane, 1218 esi Fits pane Aswan, Peay: nde Ediciones i | Avda, Arce 2333, ene Rosendo Gate 1 Bois Salis, La Pa, Bai, ISBN: 956-239-280-5, Inscepein: 138.966 Jmpreso.en ChileMrinted in Chile Praneta edict: nevierbre de 2003 ‘Cuan sctabre de 2008 Dive de lncaessibm Manus! Ears ALFA ARA z Kaiser y Sissi +. El hombre corria desesperadamente por un oscuro tinel. De repente, se detuvo y miré hacia atrés. Sélo vio los brillantes ojos de aquel monstruoso animal que se acercaba con rapidez, Intenté continuar con Ia huida, pero la extrafia atraccién que Ie provocaba aquella maligna mirada hizo que sus piernas no le respondieran. Un escaloftio le recorrié el cuerpo. El animal habia saltado sobre él y estaba 2 punto de ensartarlo con sus garras y clavarle sus largos y afilados colmillas. Quiso gitar, pero no salié ningtin sonido de su gar- ganta. Sintié unos pequefios, pero agudos, dolores en el pecho. Estaba aterrado. Habia llegado su final. Edmundo Sovino abrié los ojos y mientras controlaba su agitada respiracién, fue tomando conciencia de su pesadilla 8 me sued », pens. Entonces, estiré cl brazo y encendis la l4mpara de la mesita de noche. Ast pudo descubrir a Misubicha, su gata siamesa, que subida en Ja cama y con aspec- vo asusrado, le arafiaba el pecho con sus ufias. —:Qué le pasé a mi gatita? ;Tuvo una pesadilla como su duefio? —le susurté Edmundo, acaricidndola con ternura. El hombre miré el reloj despertador y observé que eran las cinco y cuarenta y cinco de la mafiana. Puso al anima! en el suelo y fue hacia la cocina a tomar un vaso de agua, para olvidarse del mal suefio, Lo hizo en puntillas de pie, para no despertar a su mu- jet y a sus hijos. De pronto, al pasar por el comedor, piss una patineta que los nifios no habian recogido la noche anterior. Perdié el equilibrio y salrando hacia atrés, en un pie, ccatS de recuperarlo, Hizo un intento de agarrarse a la mesa grande, pero sélo pudo asir el mantel tejido que arrastré con él, Eso hizo que cayera ef centro de mesa de bronce con varios duraznos, peras y manzanas ek es Ae eee lorcillos en el pecho continuaban. «Algo rato 9 comenzé a cotter y a tropezar con todos los muebles de la casa, rompiendo varios adornos. Al mismo tiempo, Edmundo termind por caer séntado contra el aparador de madera tallada. EI mueble se tambaled con fuerza, y se derribaron un frasco de harina de trigo y otro de mermelada de frambuesa, que estaban colacados encima, Los recipientes se abrieron y sus contenidos fueron a parar a la cabeza calva de Edmundo que, medio aturdido, no podia entender por qué pasaba todo eso. Por supuesto, la bulla de! incidente desperté a toda la familia, Nena, su esposa y sus hijos, Cristébal y Daniel, corrieron alar- mados hasta el comedor y encendieron la uz, Pero, al percatarse de la siruacién y ver el aspecto de Edmundo, con su mascara blanca y Toja proveniente de su calva, comenzaron 3 refr a carcajadas. Las risas duraron un buen rato, porque, mientras limpiaban y ordenaban todo, hacian comentarios, recordaban y volvia a producirse la hilaridad. Pe ee eee ee PEG: GSP Sa ee. eae See See ra més desgracia, Misubicha, que continuaba asustada al lado de su duefio, fie cubierta por el blanco mantel al caer. Entonces, con histéricos maullidos, la improvisada fantasma 10 - Qué raro! —confirmé Nena—. Por menus alboroto del que armaste, sus ladcidos ya hubieran despertado a todos los vecinas en tres kilémetros a la redonda. —;Se los habran robado? —pregun- taron los nifios. —Si, es muy extraiio —concluyé Edmundo—. Voy a averiguar. Se puso un abrigo porque, aunque era verano, las madrugadas solfan ser muy frias. Después buses la linterna y salio. La gata, al abcirse la puerta, se desli- 26 temblorosa hacia el dormitorio, Ella era la Unica que sabia lo ocurrido. Los demas, estaban lejos de sospecharlo. Los Sovino vivian en Pirque, una hermosa comuna rural a una hora del centro de Santiago. Es una zona casi triangular, limitada por cerros de mediana altura, a los pies de la cordiliera y el rio Maipo. Antes de que la capital crecera hasta esa zona, era sdlo ee a eee mas, Edmundo se dio cuenta de algo insélito: jEsperen! {Se dieron cuenta que Kaiser y Sissi no han ledrado en ningin momento? ne arterias mas largas de Santiago, dejé atrés Puente Alto, y Ilegé al llamado centro de Pir- que. Vio el Colegio Colonial, que considers excelente para sus hijes, la iglesia, el correo, el kiosko «Donde Malvina» y las tiendas de los artesanos. Cada vex fue enamorandose mis de lo pintoresco del lugar. Doblé hacia su izquierda, mds adelante, gird a la derecha, por Santa Rita. Comenzé, entonces, a obser- var las parcelas. A mano derecha, viré por el camino La Esperanza, donde encontré dos que estaban 4 la venta. Se decidié por la mas gran- de, de, unos cuarenta mil metros cuadrados, que tenia muchos arboles como almendros, sauces llorones y nogales. Brecisamente, entre el nogal mis viejo y una enorme piedra, él y sus hijos les habian construide sus casitas a Kaiser y Sissi, sus pastores alemanes. Edmundo llegé hasta alli, miré dentro de las casitas y, poco a poco, fue recortiendo gan ta fee Ao te Nevmerns wade le wena. De TERE TEN ees eh ea OOM EER eR RE TN Sere duefios fueron dividiendo sus tierras en parcelas y las pusieron a la venta, Cuando Edmundo quiso alejarse del ruido y el esmog de la ciudad, recortiss casi todo Pirque bus- cando una parcela bonita y amplia, Entré por la avenida Vicufia Mackenna, una de las presenta’ a las mismas heridas, pero en el lomo. —;Quign pudo hacer semejante bar- baridad? —balbuced con tristeza—. Pobrecitos! Enseguida pensé en sus hijos y en cémo se pondrian. Por eso decidié enterrar a los perros répidamente, para evirarles el dolor de verlos asi. Pero se contuyo. ;No era mejor dejar la escena del crimen intacta y llamar a los carabineros? «Quizas encuentren mafiana mismo al animal o a la persona que hizo esto y eviten que lo haga de nuevo», se dijo. Dicho y hecho. Regresé corriendo a la casa y llamé a Emergencias, al 133. Lo gue nunca se imagind fue que aquello soto era el principio. repente, a un-costado de la piedra grande los enconttd. Dio un respingo y el corazdn se le aprets. Ambos pettos yacian muertos. Con mucha angustia, se avercd y pudo comprobar que Kaiser tenfa la parte posterior toda des- garrada, incluso le faleaba una pata, y Sissi ". Dectas de la cortina de la ventana de su pieza, en el segundo piso, estaba el nifio, acechando la legada de Dante. Ricky se habia puesto de acuerdo con su abuelo para hacerle una broma a su primo, que atin no sabia de su presencia. La abuela estaba acostumbrada a esas jugartetas. Para ella, Ricardo (nunca ha podido decirle Ricky) heredé el sentido del humor y su gusto por las bromas de su esposo. Y como eran sanas y nadie salia daftado, las 4 Incluse, podria decir que era bajo para sus once afio., pero su técnica, velocidad con el balén y punteria eran envidiadas por todos, Para dl, la NBA era lo mximo y su idolo era Jason Kidd, Por eso, se habia cortado al rape su pelo negro y nunca se quicaba la camiseta blanca de ribetes azules, con el ntimero 5 del estrella base armador de los Nets. Sus dos grandes suefios eran convertirse en detective, o algo asi, y llegar a jugar en el equipo nacio- nal de Chile o en el de Cuba. Porque, al ser hijo de un chilego y una cubana, su corazén estaba dividido entre ambos paises. Fuera de sus estudios y el deporte, Ricardo Fuenzalida Sorolongo, mds conocido por Ricky, ocupaba el resto de su tiempo en preparar bromas, por lo mucho que le gusta- Reewetbeerdicn La fama de bromista de Ricky iba mas allé del colegio y el barrio, Era un nifio muy despierto y creativo. Quizas podfa me- jorar su rendimiento en clase; pero, tampoco era un mal alumno, ni mucho menos. Sus dos pasiones eran los libros (los de aventuras, los fantasticos y los policiacos) y el baloncesro. Lamentablemence, no tenia una gran estatura. 6 defensa personal y artes marciales. Ese afio habia comenzado a trabajar en una empresa de seguridad como guardia de un importan- te banco en Santiago pero, el empleo le duré poco, debido a su inocente y noble personalidad, Un dia, a punto de cerrar el banca, se aparecié una viejita en silla de ruc~ das, rogando que la dejaran pasar a cobrar un cheque. Dante se conmovis y le permitié la enerada, Una vex adentro, fa viejita se paré y sacando una pistola, griré: un asalto!». Era un conocido delincuente. Y como Dante nunea se percaté del abultado bigote de la vigjita, Jo echaron al otro dia. Por suerte, enseguida encontré trabajo como cartero en la Municipalidad de Pirque. Y ahora se la pasaba Hevandole Ia correspon- dencia.en bicicleta @ todos los‘vecinos de su Sélo hacia un par de horas que lo habian dejado alli, El insistié en pasar sus vacaciones en Pirque, incluso rechazando el viaje de descanso a las Torres del Paine, que organizaron sus padres. Le encantaba el lugar y la compafifa de su familia, por parce del padre: la dulce abuela, et picaro abuelo y el buenazo de su primo. Dante era un joven de veinticinco afios, alto, muy fuerte y con preparacién en misma zona, Para Ricky, su primo era la victima ideal de sus bromas y ahora, una vez mds, lo iba a demostrar. Dante no hizo més que saludar con un beso a sus abuelos al entrar, cuando sond el telétono. Ricky, escondido en su dormito rio, le Hamaba desde el apararo celular que ke habian dejado sus padres 6 Dante. — Als? —cone Quicn esta al aparato? —pregunté Ricky cambiando la voz. —Yo. Dante Fuenzalida. —En este momento no esté en casa. —~Quiién no esté en casa? —dijo el joven sin encender. —Dante Fuenzalida —respondié Ricky, haciendo un esfuerzo para no soltar la risa, —Pero Dante Puenzalida soy yo! —Disculpe, sefioe, pero Dante Fuen- zalida acaba de salir, ;Quiere que le llame cuando regrese? —jEscuche, tonto! —grité Dante, ya enojado—, jYo no he llamado a ningun 18 carcajnd. de Ricky y los abuelos, Dante comenzs a perseguir a su primo por toda la parcela, Al fin pudo alcanzarlo cerca del quincho y la piscina. Pero en vee de hacerle dafio y vengarse, sélo lo abrazé, haciéndolo rodar por el pasto. Ya recuperado el alienco y pasadas las risas, se pusieron a conversar. Sémo te va en el trabajo, primo? —quiso saber Ricky Abi, mis o menos. Mira, lo mejor €s que me mantengo en forma con el ejerci- cio de la bicicleta y voy haciendo amistades mars’ econidienae i¥ usted me ha llamado a mil —Mire —continud Ricky, a duras penas—. Si quiere me deja su ntimero de te- léfono y yo le digo que lo lame de vuelta. EL estara aqui en un rato mas, Sédlo fue al bafio. Me dijo unos minutos, pero usted sabe como es dl, dice eso, pero después se pone a leer... Olga! Qué sé yo de... —;Como me dijo que se llamaba us- ted? —pregunté en voz alta Ricky, bajando hasta el living y llegando al lado de su primo. Al darse cuenta del engafio y al ver las 9 dijo que no tenfan tiempo para ¢s0, porque era muy poca la dotacién de personal para cubrir los municipios de Puente Alto y Pirque. Ellos estan muy ocupados con casos més importantes de delincuencia mayor, gentiendes? —Si, pero no es justo que la cosa se quede as, ;no es cierto? —comenté Ricky, pardndose y dando. paseitos. —Bueno, a veces las cosas son asi. —Oye, zy si nos ponemos a inves gar nosotros? —:Qué? —se sorprendié Dante—. einen race? Pes. i —zPero no es muy aburrido? —-Bueno, a veces —respondié Dante, moviendo la cabeza—. Orros dias no. Mira, hoy mismo me entretuve mucho con el cuenco de los Sovino. :Qué pas6? —Que aparecicron muertos sus dos pasrores alemanes de forma muy extrafia. Llamaron a los carabineros, éstos Hegaron, revisaron todo no encontraron nada. —Pero’ van a seguir investigando, 0? —dijo el niito muy interesado. —Mira. la verdad es que yo hablé después con el carabinero que los visité y me 20 —tueno, en fa vida hay cosas que uho no S24 —No seas tonto, primo. Esas son supersticiones del campo. Mira, ahora més que nunca debemos hacerlo. Y nadie lo tiene que saber —afirmé el chiquillo—. Ademés, piensa, si tenemos éxito y acrapamos al asesino, ti vas a agarrar fama, todos te van a admi- tan... ZEh? Qué me dices? Ti crees..22 Claro! ;Ya esta decidido! Mafiana mismo me va eantien an la bi —;Qué pasa, grandulén? Tienes = miedo? Yo no le tengo miedo a nada! —salté el joven—, Pero... es0 puede ser muy peligroso. —;Por qué? —insistié Ricky. —Es que... Oye, primo, ahi hay algo aro! No es tan sencillo el cuento como parcce. Hoy mismo pasé por casa de Melisa, la mujer que dicen que es bruja, porque lo adivina to- do, y me conté que ella estaba segura de que el que maté a los perros era el Chupacabras, —{Qué? jEl Chupacabras? —exclamé Ricky, en tono burlon—. z¥ tit crees en eso? Barrabas . Dante sintié un golpe sobre su pecho ¥ pensd que estaba perdido. Quiso zafarse del abrazo que lo atenazaba, pero no pudo, Hizo Soh Een inspeccionarlo todo. —Bueno. Oye, ;tti no eres Dante Fuenzalida? Creo que te llaman por teléfono. Y, dicienda eso, Ricky corrié hacia la casa perseguido por su primo. ¥ llegaron a buens hors porgue unos exqusees pots granados, el plato favorito del muchacho, ya estaban servidos. 2 hizo el mismo efecto que la alarma del des- pertador. —Jestis, Maria y José! ;Qué susto me diste! —sQuign crefas que era? —No... nadie... —se curbé porque no quiso que Ricky supiera lo que habia ima- ginado, a sabiendas de que, si se lo decfa, iba a ser el blanco de sus bromas todo el dia. Al ee ee eat. Ur 4. i ie CREAR ee eater FG) Glan ae ae ae ganté en la garganta. Desde que se acostara la nache anterior no hizo més que pensar en lo sucedido a los perros de la familia Sovino y lo gue le dijera Melisa sobre el Chupacabras. Y, sin saber por qué ni tener ninguna razén convincente, ruvo la certidumbre de que po- dria ser aracado por la bestia que nadie habia visto y de cuya existencia no habia prucbas dEra eso lo que estaba pasando? Un nuevo in- tento por gritar y esta vez Sus cuerdas vocales le respondieron, pero con poca claridad: uxilio, el Chupacabras! — Qué cosa, Dante? Soy yo, Ricky! Dante abrié los ojos y sc encontrd a su primo sentado a horcajadas sobre su pe- cho, al mismo tiempo que su risa crisralina da ala mafiana con sus cagros. Observando las anchas espaldas de su primo y la porencia de sus piernas al accionar los pedales, a Ricky se le antojé que, ‘de proponérsclo, pudiera habet sido un pivor estrella de la NBA, a la altura de Shaquille O'Neal o cualquiera de los grandes que en la historia del baloncesto mundial han ocupado esa posicién, Pero, a Dante sélo le interesaban Er eh Vee Se ee ee gunté: —;Qué haces levantado tan temprano? —jNo quedamos en que hoy tem- prano tbamos a inspeccionar el lugar, donde aparecieron muertos los perros de la familia Sovino? —Si, en eso quedamos. iY qué esperas entonces! —excla- mé Ricky y dio un salto afuera de la cama para que su primo pudicra levantarse. ‘Un rato més tarde rodaban en la bici- cleta por el camino La Esperanza, en direccién a la casa de los Sovino. Dante pedaleaba vigorosamente, en tanto Ricky, sencado en la parrilla trasera, disfrutaba del paisaje rural 2 esa hora tan temprana. El sol se filtraba entre el follaje de los almendros, los sauces llorones y los plétanos orienrales, en cuyas camas los pajarillos se encargaban de darle la bienveni- 24 Pero no pudo terminar la frase, por- que ya estaban en la parcela de los Sovino y el primo sc lo avisé: —Es aqui. Se bajaron de la biciclera frente a la casa y Dante la recosté contra una de las columnas de la entrada. Luego tocé el timbre Coren Ret eee ae ne Ademés, para jugar al baloncesto. no basta con tener un buen fisico, Hace falra rambién agilidad de pensamiento y ese era un atribuco que al ingenuo de Dante le faltaba, Por eso a Ricky no le extrafaba que el grandulén y buenazo de su primo creyera en cualquier cosa que le contaran, como esa historia que el dia anterior le hiciera esa tal Melisa, Aun asi le pregunc De verdad, crees en eso del Chu- pacabras, primo? —Uno nunca sabe. —Acaso alguien ha visto alguno por aqui? —No, nadie ha visto ninguno, Pero €50 tampoco quiere decir que no exista. —Dante, no te parece que estés muy erecidito para que re dejes...2 5 el nifio, retirando su brazo con rapides—. Ese debe set el nuevo timbre que salié al mercado. Yo lo he visto en Santiago. Tu tocas tina vez y esta media hora sonandb... En ese momento abrié la puerta Edmundo Sovino, con cara de pocos amigos. —;Cudl es el apuro? —preguntd, algo de la puerta y se oyo una pequefa melodia de campanitas, Dante, durante la espera, se -puso a contemplar el paisaje de espaldas a la puerta, lo que aproveché Ricky para tocar el timbre por s@unda vez. * —Wolviste a tocar? —salté Dante, girando hacia su primo. . —Claro que no! —2Y entonges quién fue? —Ah, no sé —respondid el nifio encogiéndose de hombros. Y, sefialando al cielo, pregunté—. ;Eso es un céndor? —,Dénde? —quiso saber el joven, mirando hacia arriba y poniéadose una mano en la frente para evitar el sol. —All, por aquel cerro... Y mientras Dante buscaba con la vista, Ricky deslizé su brazo por detrés de él y volvié a tocar el timbre. —Tocaste otra ver! —iNo fui yo, Dante! —se defendié 26 —No, don Edmundo —dijo Dante todavia ruborizado— es que mi primo Ricky y Yo quisimos venir a ver el lugar donde apa- recieron muertos Kaiser y Sissi. ra qué? enojado. —iAy, perdone usted, don Edmundo! Dante comprendié la broma de su primo ¢ intenté dar un paso adelante para discul- parse. Pero lo que hizo fue tropezar, perder el equilibrio e irse de cabeza contra el abdomen de Edmundo, quien también perdié el balan- ce. Ambos cayeron abrazados en el interior de la casa. Ricky lloraba en silencio de risa. —Qué vergiienza, don Edmundo, no sé qué decirle! —el pobre cartero estaba cada vez mas confundido. —Mientras lo piensas, hazme el favor de quitarte de encima mio —respondié el hombre con resignacion. Cuando al fin ambos consiguieron ponerse de pie, el duefio de casa se sacudié y alisé sus ropas antes de preguncar: —,Qué te trae por aqui con tanto escindalo? ;Vienes a traerme alguna carta con urgencia? a La fiera + —Bueno, a lo mejor encontramos alguna pista... —;Pista? ;Para qué? —Para tratar de descubrir quién lo hizo. —No hace falta, ya se sabe quién ma- 16 a mis perros. —iAh, sf? —intervino Ricky, que hasta ese momento se habla mantenido conto observador, disimulando su tisa—. ;Quién fue? —Barrabs. —sBarrabés? —el muchacho arrugé el entrecejo— :Quién es Barrabés? Otra his- coria absurda, como la del Chupacabras? —No —sonrié por primera ver Sovi- no— Barrabés es el len de un circo local que se escapé hace dos dias, pero que no lo divulgaron para no asustar a a poblacién. Bueno, hasta que maté a mis perros y ahora estén ciando la alerta por la radio, Ia televi- sién y los diarios, con el fin de que la gente tenga cuidado. 28 que las muertes de los perros de la familia Sovino habian sido ocasionadas por la fiera escapada, Ricky insistié en que Edmundo le Desde muy cemprano esa mafiana, los medios de difusién habjan estado alertan- do a los habitantes de Pirque y Puente Alto sobre la fuga de un leén del citco local Seguin esas informaciones, el circo estaba pasando por una aguda crisis econd- mica y no cenia con qué alimentar a la fiera desde hacia ues dias. Asi que, seguramente, ese fue el motivo que tuvo Barrabés para decidirse a buscar su sustento por medios propios e irse a pedir trabajo a otro ciroo més solvente, a un zoolégico, donde wuviera st comida ascgurada, como comentaban joco- samente los bromistas del pueblo. La fuga se produjo cuando su doma- dor le Hevé un cubo con agua, fo tinico que podia brindarle, y ni se preocupé de pasarle el cerrojo a la jaula al ver a Bartabés tan débil y manso como un corderito. A pesar de que todo parecia indicar 2» Tis estas loco, primito! Cémo puedes afirmar eso con tanta seguridad? —Porque ni en el sitio donde el se- mostrara el sitio exacto donde habia encon- trado los cuerpos de Kaiser y Sissi, Y, fue tanta su insistencia, que el calvo propietario no tuvo més remedio que complacerlo. Aun- que sélo fuera por quitarse de encima la presién del muchacho (shombre a hombre y en todo el terreno», como se dice en balon- cesto). Un rato més tarde, cuando regresa- ban en la bicicleta, Dante se volvié hacia su primo y le pregunté: — Ya estés convencido de que fue ese leén escapado el que maté a los perros de los Sovino? -—jNo! —tespondié Ricky, muy seguro de si. —jQue no! —Dante se sorprendié tanto por Ia inesperada respuesta, que dio un frenazo y ambos cayeron al suelo. Oye, que me vas a matar! —pro- testé el muchacho incorpordndose. —jPié eres el que me va a matar a mi, Ricky! ;En qué estés ahora? —Que no fue ese leén escapado el que maté a los pastores alemanes, Dante. We ee ee ni en los alrededores hay rasctos de que haya estado ese edn. —,Rastros? {De qué hablas, Ricky? —De huellas, Dante, de huellas. Alle la tierra esta suelea, se ven las buellas de las patas de los perros y las de las botas del sefior Edmundo, pero ninguna de patas de ledn. A no ser que —zEn qué esté pensando ahora el cachorro de detective? ;A no ser qué, Ricky? —Decia que a no ser que el leén Barrabés usara zapatos deportivos. —;Huellas de leén con zapatillas? {Oye, ahora si estas loco de remate! —Dante fo considers un caso petdido—. {Dale, méntate en la biciclera para dejarte cerca de la casa, que yo tengo que irme a repartir cartas! 3 Recorrieron el camino de regreso sin hablar una palabra. Cada uno metido en sus propios pensamientos. De repente, al pasar por una encrada, Dante {a sefiald: —Esta es la parcela de Caszely. —El famoso ex futbolista, que sale ahora comentando en la cele? —se sorpren- did Ricky. —E! mismo. No sabia que vivia aqui. —Compré esa parcela hace unos meses. Ya nos hicimos amigos. Me da la ma- no y todo —comenté Dante con orgullo. —2¥ no has visto en su casa a otros deportistas, como jugadores de baloncesto famosos y eso? —No, y espérate... Voy a detenerme aqui, en la orilla, para que pase esa camione- ta, El camino es muy estrecho. Efecrivamente, una camioneta doble cabina habia romado por La Esperanza desde Santa Rita y venfa a bastante velocidad. Sin embargo, al pasar por delante de nuestros amigos frend bruscamente —jHola, doctor! —saludé Dante al reconocerlo. —Hola. ;Algtin problema con la bici? —No. Paré porque es muy estrecho el camino y ando con un nifio derrés —ex- plicé el joven. quign es 2? —quiso saber el @ doctor. —Es mi primo Ricky —y dirigién- dose al muchacho le dijo —Mira, primo, él es el doctor Contreras, el tinico veterinario de toda esta zona. No se me habia ocurrido, pero nos podria ayudar en lo nuestro. —3En qué los podria ayudar? —pre- gunté el hombre. —Lo que pasa, doctor, es que Ricky y yo estamos investigando la muerte de los perros de los Sovino. —Ah, si! —se asombré el hombre, y cerré el ojo derecho tes veces seguidas. A continuacién, estiré la boca hacia abajo en forma de so» y abrié los ojos desmesurada mente, mirando hacia arriba. Despues, repitié la cerrada del ojo-derecho una vex, y el gesto con la boca y los ojos de nuevo. Pero todo de una manera muy répida—. Asi que tenemos aun par de detectives aficionados en Pirque. Ricky tuvo que hacer un esfuerzo por no reir. Andrés Contreras tenia cuarenta y cinco aiios. Era un hombre alto, mds bien delgado ¥ de pelo rubio, y que sélo crecfa abundante- mente encima dela frente. Sus dos patillas, de color mas amarillo que su pelo, se las dejaba largas hasta la mandibula, Sin duda, tenfa un aspecto muy gracioso. Y si aeso se le afiadian los tics y gestos, era muy Facil que el picaro de Ricky se riera de ¢l en son de burla. —Bueno, como la Policia no ha po- dido hacer nada, nos encargamos nosotros. casi se disculpé Dante —2Y qué han descubierto hasta aho- 1a? dijo el doctor, mirando indistintamente a cada uno de los primos. —No mucho —hablé Ricky recupe- randose—. Todavia es muy pronto... —Miren —Ie interrumpié e! doctor— vamos. hacer una cosa: suban’conmiigo y me van contando. Me esperan en casa de los Cassely por algo que quizés tenga que ver con sus investigaciones. ;Qué les parece? —jMuy bien! —aprobé Ricky ense- guida. Fy —No. Yo no pyedo —dijo Dante—. ‘Tengo que hacer mi trabajo. ;Pero ve wi, primo! Con el doctor no hay problema. Des- pués vas caminando para la casa, que esté muy cerca. Y, diciendo eso, Dante abrazé a su primo para despeditse, pero, solo fue para sususraile algo al ofdo, sin que el doctor escuchara. ‘ —Trata de aguantar la risa porque el pobre hombre tiene muchos tics y yo te conozco. Ricky,subié a la camioneta, pensan- do en [6 que le dijera su primo. «Esto va a ser espectacular, pensd. <3+No_ te. agogjodes mucho, es ahi mismo’ —le acdnsejé el doctor—. Oye, zy qué han averiguado? {Cuéntame! =—Muy poco.”Empezamos hoy y sélo hemos visitado la casa de los Sovino. —;Pero no te parece que fue ese leén escapado? : Y cerminando de preguntar aquello, el hombre se agarré los mechones de pelo de encima de la frente; los sacudié tres veces ¥ alargé la boca hacia abajo en forma de «o», hacer para no explotar en carcajadas. Pero, se contuvo, a duras penas —No. Ni siquiera habia huellas de él —-dijo, alejando su vista del hombre. —Oye ¥ cambiando de tema... Ti practicas baloncesto? —Si, claro, Me encanta, —Fse cs el deporte més dinémico y bello que existe —hablé con entusiasmo Contreras—. Yo lo... (Mira! jAhi esté Ra- mén, el empleado de Casvely! El fue quien me llamé. Vamos a bajarnos aqui mismo. Después de los saludos y presentacio- nes, el hombre moreno, bajito, rechoncho y con sombrero de huaso, llamado Ramén, les indie6 el lugar adonde queria llevar al doctor. Era una pequefia hondonada al orto lado del terreno de mini fitbol, que Caszely habla construido frente a la casa, donde él y sus amtigos jugaban los fines de semana. —Disculpe que lo haya llamado, doctor —dijo el empleado, convidandolos a atravesar el terreno de fiitbol de pasto recién cortado—. Pero en cualquier momento llega mi patrén y querfa explicarle lo sucedido como Dios manda. abriendo los ojos y mifando hacia arriba, come la vez anterior, Ricky ya no sabia qué 36 —Que Ancamin, el pavo real de mi patrén, aparecié muerto. Lo mataron, dirfa yo. Porque dudo que se haya suicidado. Los ojos de Ricky brillaron y disimu- ladamente frots sus manos de alegria. ;Estaba en el lugar de los hechos primero que todo el mundo! —Parece que el ledn ese sigue ha- ciendo estragos, no? —-comenté Contreras, con una sontisa. —jNo! imposible! —aseguré Ra- mén—, Acabo de escuchar por la radio que habla aparecido cerca del villorrio Sanca Rita. Primero entrevistaron al domador y dijo que Barrabés era inofensivo, por viejo y porque ya se le habjan caido los dientes. Que le mandé hacer una protesis pero, al esca- par, abriendo le reja con su boca, la dejé alli colgads. = aparecié dijo usced? —quiso asegurarse Ricky, —Claro —le respondid el emplea- do—. Encontraron a unos nifios dindole leche con un biberén alld por Santa Rita... _—H ee i ee ES gunté Contreras. jMire, doctor! Ahi esta Ancaman. Un enorme pavo real yacia en los hi- medos pastos de la pequefia hondura, Todos se agacharon para observarlo mejor. El pobre 38 animal estaba desangrado, producto de una herida en el cuello. —Por lo que se ve, esti muerto desde anoche. {No hay por aqui jabalies salvajes o grandes ratas, que pudieron hacer esto? —le pregunté Contreras al empleado. No, doctor. Por aqui no hay nada de eso —contesté el hombre. 2 usted no sintié nada anoche, que nos pudiera dar una pista? —le interrogd el nifto, —Este... miren, voy a pedirles un favor: no le comenten esto a mi patrén... El problema es que anoche vinieron unos primos mfos a acompafiarme, porque era mi cumpleaiios y ellos sabfan que yo no me podia ir de aqui, porque estoy cuidndole la casa a mi patron. Entonces trajeron unas botellicas y nos conversamos unos vinos has- ta tarde. Y yo cai muerto cuando se fueron. —Entonces, no escuché nada... applied sts ceoul have ec tatate. 39 regadas, se ve que Ancaman luché, Pero mas extrafio es que esté casi sin sangre y sea tan pequefia la mancha que hay debajo de él. Se fijaron? —-No sé —le contesté el doctor, parindose—. Esta tierra absorbe mucho. Y, diciendo eso, comenzé a cerrar su oja derecho, después el izquierdo y, acto seguido, proyecté hacia delante los labios aptetados. Realizé esos movimientos varias veces seguidas, en réfagas, y se calmé. Ricky tuvo que girar su cabeza hacia el orro lado para que no Io viera, aguantando la risa. —10 se la chupé la cerra o se la chupé el Chupacabras! —exclamé Ramén, asintiendo continuamente con su cabeza. —jQué absurdo, sefior mio! —hablé con enfado Contreras—. ;Otra vez el cuento ese del Chupacabras! —iEso es lo que dice Melisa! —se defendié el empleado. marchado sus primos? —Cerea, de las dos de la mafana, di- ria yo —tespondié Ramén—, ;Si mi pacrdn se encera, me echa! —Todo esto es muy raro —comenté Ricky, pasedndose—., Por las plumas que hay 40 muerte’de animales por aqul —comenté Ra- mén—, Eso nunca sucede, Yo no dudo que... —Bueno, Ramén, ya vimos todo —lo interrumpié Contreras—. Cuando lke- gue Caszely, que me lame. ¥ no se preocupe, + que no le diré nada de su fiesteciea, El doctor le hizo un gesto a Ricky y * Jos tres desandaron el camino hasta la camio- neta. Se despidieron det afligido empleado y | tomaron por La Esperanza hacia Santa Rita,” En un par de minutos estuvieron en la entrada - de la casa de los abuelos y Ricky se bajé muy agradecido. —No hay por qué —le dijo el doctor. Y, cuando hayas descubierto algo nuev8, hézmelo saber, Yo vivo en la parcela que esti a be salida de La Esperanza, 2 mano derecha en el primer portén, Cufdate! —Chaol WY. gracias de nuev —iCémo le van a hacer caso a esa loca! —casi grité el doctor. —Dice ella que lo ha visto —insistié el empleado. —Yo estoy con usted, doctor —afir- mé Ricky—. Ese cuento no me fo creo. —~Pues mien, esta os la segunda z Melisa x, E! interior de la casa de Melisa era sobrecogedor. No.sélo por el simple hecho de lo que se comentaba sobre ella y de los ex- urafios y oscuros poderes que se le atribufan, sino también por el ambiente miscerioso y el aire denso, cargado de raros olores, que se respiraba alli. Aunque no habia oscurecido todavia, la casa estaba en penumbras, debido a gruesos cortinajes de color marrén oscuro que no dejaban pasar la luz por las ventanas, lo cual despidié Ricky, caminando hacia la casa. Pero se demoré en llegar. A veces se detenia hablando en vor alta. Una idea le daba vyueltas en la cabeza, La herida en el cuello de ‘Ancamén fue hecha con un arma muy afila- da y con una precisién’ sélo producida por una mano muy segura. —No creo que el Chupacabras sea tan delicado —broimes para él contribuia a la lobreguez cel lugar. ‘gual- mente, llamaban la atencién los animales escogidos como mascotas por la bruja: una tortuge que dormitaba en un rincén, un murciglago colgado del cecho de una jaula para canarios y un raro lagarco, de ojos salto- nes, que cuzaba moscas sobre una repisa. Ricky observé todo aquello con mas curiosidad que temor, pues era un muchacho 8 muy valiente. ¥ comprendié por qué su primo se negaba, en principio, a llevarlo a esa casa y fue necesario que le insistiera mucho hasta convencerlo, «No es por miedo —Ie habia dicho Dante—, sino por respeto a lo gue no conozco», Ahora, el muchacho entendia perfectamente lo que le habia querido decir su primo con esas palabras, —;Te gustan los animales? —pregun- t6 Melisa, con vor de flauta rajada, observando el interés de Ricky por sus mascoras. —Si, sobre todo cuando no es comiin que las personas tengan estas especies en sus casas —respondié el muchacho, con since- ridad, También tengo a Imhotep, mi gato negro que debe andar echado en cual- —Si, él vive en Santiago y vino de vacaciones a Pirque. Melisa escruté derenidamente con'su penetrante mirada al chiquillo y comenzé a darle una vuelta en derredor con premedita- da lentitud. Cuando estaba a sus espaldas pregunté: —Cémo te llamas? —Ricky —se apresuré Dante a contestar. —jLe pregunté al nifio! la bruja. Ricardo Fuenzalida —dijo enton- ces el muchacho—, pero todos me dicen Ricky. —se molestd quier sitio, pero mis favoritos son esos que ves ahi, porque no molestan en lo absoluro y se encargan de eliminar a cuanto insecto indeseable entra en esta casa sin ser invitado —subrayé estas tiltimas palabras de un modo significativo. —Perdone que la molestemos, Melisa —se apresuré Dante a disculparse, al creer interpretar el tono de la mujer como una indirecta, Es que mi primo insistié en verla. —Ah, este muchachito es tu primo! 45 tiene una opinién sobre la posible causa de esas muertes. —Asi es... —dijo susurrando, Pero alzando la voz, continué— jY ahora estoy convencida de que es el Chupacabras quien esté matando a los animales! —,De verdad cree usted en esa absurda historia del Chupacabras? —iNo es una historia absurda, mu- chacho! ;El Chupacabras es tan real como nosotros! —zAcaso usted ha visto alguno, Melisa? —inquirié en rono de busla, ;Pues claro que los he visto! No i es ve meade: —4Y para qué querias verme, Ricky? —Es por los animales que han apare- cido muertos. —jle refieres a Kaiser y Sissi, los perros de los Sovino? —Si, y ahora a Ancaman, el pavo real de Caszely. —;También mataron a un pavo real? —parecié sorprenderse. Ricky volvié a asentir, hizo una pausa para tratar de adivinar qué estaba pasando por la mente de Melisa y se decidié a comentarle: —Dante me ha dicho que usted 46 —Burlace, muchacho! No me creas, si as{ te parece. Pero te recamiendo que te ol- Vides de los animales muertos en Pirque. —Por qué —Porque Pirque es una zona elegida por los misterios profundos ¢ insondables de la lucha divina entre el bien y el mal. —No entienda por qué Pirque es tan especial como dice usted —insistié Ricky. —Mira, nifio —explicé Melisa, desplazandose hacia el-lugar més oscuro de la habitacién—, sdlo les voy a conrar un par de . ‘ee a A I a Sa MR ea incrédulo! —Entonces, me podré decir qué aspecto tiene. —Una forma més parecida al Diablo Es una bestia hortible, algo asi como un canguro con alas de murciélago y garras de tes dedos, con ufias filosas como navajas. Tiene unos largos colmillos y sus ojos son grandes y rojos, como inyectados con la sangre que les chupa a sus vietimas para alimencarse. —Si, debe verse feo un Chupacabras de esos —admitié Ricky, sonriendo a cosas asf? —quiso saber Dante, sobrecogido por las historias. — Claro! Sle concesté enérgicamen- te la bruja—. Quizds ustedes no lo sepan; pero, en estos momentos, el mismisimo demonio esta rondando Pirque de nuevo y en forma de Chupacabras. —jJestis, Maria y José! —se le salié al asustado Dance, Es por eso que les aconsejo aban- donar todo y no averiguar nada més. iY dejar que sigan matando ani- anise aa vadwees cana? coxaicd Rieko. oe See eee producide aqui se llama «Casillero del Diablo»? —No —respondieron al unfsono los primos. —Pues les contaré que hace mucho mis de cien afios, el Marqués de Concha y Toro le vendié su alma al Diablo por preservar una bodegi de vinos, No querrin saber uste- des lo que sucedié alli. Pero eso no es rode. Afios después, el sefior Ramén Subercaseaux también hizo un pacto con Lucifer. Y dicen que cierto-dfa, al cruzar el rio Maipo, un carruaje negro con caballos alados descendié a buscata don Ramén. —2¥ en la época actual han pasado 48 mis a la sefiora Melisa! —lo deruvo Dante cuando su primo iba a intentar otra téplica y casi lo saca a rastras de la lagubre casa, Cuando estuvieron en la calle, el ni- fo le dijo a su primo, con evidente disgusto: Yo te das cuenta de que es una farsante? —No sé qué decitte, primo —dudé el buenaze. Titi sigues creyendo en esa conta ge Fe cw Sea po —De eso puedo encargarme yo. Usted? Como? —dud6 el chiqui- llo. —iRicky por Dios! —le advictis Dante— jno seas irresperuoso! —Déjalo —dijo Melisa y extendié su brazo derecho en gesto teatral—, ya se convencera de que yo soy fa tinica persona en todo Pirque que puede resolver este problema. —No me parece que... fue a obje- tar Ricky, pero la bruja no Jo dejé seguir. —iEs suficiente! He tenido mucho gusto en conocerte, pero ahora tengo cosas que hacer. Si ustedes fueran tan amables... — Vamos, Ricky, no molestemos 9 Y cuando eso sucede, la tinica marca que deja es un orificio en la garganta, donde esté la arteria yugular. —Ah, primo, te has dejado impre- nar por esa charlaranal Dante no quiso seguir discuriendo. Su primo Ricky llegé a ta conclusién de que no podria limpiar de ideas absurdas la cabeza de su primo en un dia, Por lo tanto, le espe- raba una ardua tarea, ademés de averiguar y a cs li aR meee eae SSE wee SEN Rone le TOR ree myer Te maté a los pertos y al pavo real? + "= ;Qué orca cosa pudo haber pasa- do, Rick , —Mira, Dante, yo puedo creer que Raisser y Sissi fueran muertos por un Chu- pacabras de es0s, porque précticamente los mmutilaron, Pero es que a Ancamén le corta- ron limpiamente el cuello con un objeco muy fino y filoso. ;Es que tm Chupacabras estudié citugfa y pose un bisturl? No, no estudis citugia ni tiene bisturi, pero ya te dijo Melisa que tiene ufias muy filosas, asf que pudo haber degollado a Ancamén con sus garras. Ademas, Melisa me ha dicho también que los Chupacabras pue~ den matar de muchas maneras, pero la més usual es chupandoles la sangre a sus victimas. 30 coleando y graznando de lo més alegre! —iDejeme verlal —dijo Ricky, pre- sintiendo una nueva victima del miscerioso asesino de animales—. ;Dénde esta? —iAll4 atrés, vengan! —indicé la sefiora Filomena. E] muchacho corrié hacia donde le indicaban y desaparecié en el extenso y recar- vcctie, fhcoe: ‘Pvc kos See samen, vedionseoun — _ Sa Se ae animales en Pique. No obstante, cuando iban de regreso a su hogar, de la parcela siruada frenre a la de Caszely salié una sefiora al camino, llorando desconsoladamente y gritando: —jAy, qué le han hecho a mi pobre Macumba! —2Qué le sucede, sefiora Filomena! —fuue Dante a su encuentro, —iMi Macumba, Dante, mi Ma- cumba! —:Quién es Macumba? —)Mi linda gansa, que no veia desde ayer y ahora la encontré muertecica entre mis hortensias y jacinros! —:Que le pass? —jNo lo sé, Dante, ayer estaba vivita, i Macario . ge ff Ur! Ee junto a Dante, que seguia consolando a la vecina, Su rostto estaba serio y mostraba preocupacién, lo que no pasé inadvertide para el primo, quien le pregunté: — ja viste? Ricky asincié con la cabeza. Qué le pas6? —Parece que le chuparon toda la sangre, —;Cémo eran las heridas? —No tenia heridas —dijo Ricky sombrfo, Y agregé— jNada més que un ori- ficio en el cuello! 32 —Mire, abuela, me iba a poner los zapates y estaban llenos de leche condensada. iY si fuera eso nada mds! Mire, no sé cémo Jo hace, pero el despertador suena cada una hora toda la madrugada y jno puedo dormir! Para colmo, ayer encontré una rana en mi waheanedas core ls eancren. wide. a, = ses «CCU era lo tinico que veia en esos momentos. Pero escuchaba los chillidos, cada vez menos intensos, del pobre corderito, viccima de aquel monstruo. De repente, se volvié hacia ély pudo vetlo de frente. Aterrorizado obser- V6 sus gatras, sus membranas como alas de murcidlago, pero lo que més le impresioné fueron sus afilados colmillos y sus ojos rojos como la sangr —jAbuela! —grité Dante saliendo de su pieza y llegando al living, completamente vestido, pero sin eapatos —~,Qué pasa, Dante? —respondié la anciana—. No interrumpas, que Ricardito me estd leyendo. —yPrecisemente! Es por su nifiito que no aguanto mds! —se quejé el joven. Pero qué te hice? —tercié Ricky, con inocencia en su vou. 3 internet sobre el Chupacabras —respondig Ricky desde la parilla de la bicicleta, — Ah! ;Te interesaste ahora por la reoria de Melisa! —Si, Dante, pero no de la manera que crees, Puedo demostrarte quie la descrip- Gén aue hizo Melisa del Clhunacabras es lo "i La abuela movié la cabeza en sefial de desaprobaci6n. Ricky, aguantando la risa, pu- so la expresién més candida de su repertorio, Entonces, sefialdndolo con el dedo, su primo le grité: Se acabé la investigacién entre los dos! ;De ahora en adelante, no te llevo mas a ninguna parte! Y, diciendo eso, le dio la espalda y se marché a su pieza, cereéadola de un portaro. Era la primera vez que Ricky vela tan enfadado a stt primo, Sintié gue se le habia ido la mano. Sabia que tenia que disculparse y asi lo hizo. Lecosté como quince o veinte minu- ros cambiarle ef humor al noble de Dante y conseguir su perdén. Ast, poco después, ya estaban peda- leando felices hacia el centro de Pirque, donde el joven debia ir hasta el correo. Qué le estabas leyendo a la abuela? —Una cosa que bajé anoche de 4 Mira, Ricky, como yo lo veo, hay mids de una persona que lo ha visto y todos coinciden, Por Jo tanto, existe el monstruo ese, zn? eae misma que sale en internet y que escribid un tipo que se llama Macario. AY? Si coincide es més veridica la cosa, :n0 es cierso? —No, Dante, porque Ia descripcisn era de un tipo en Puerto Rico, llamado Macario como te dije, que también dice que lo vio. Dante se quedd pensando, porque no entendia bien el punto de su primo. Ricky lo secundé, adencréndose en sus propias deducciones. ‘A.esa hora, el trayecto hasta el centro no era facil, Por Ramén Subercaseaux, un constante trinsito de autos, camiones y buses trasladaba a sus lugares de trabajo 2 cientos de personas, en fa misma direccion que nuestros amigos. Como si no se hubiera cortado la conversacién, Dante continud con el hile de su pensamiento. Eo} —~Piensa, Dante! No rendeia que justificar nada si.. —.Si qué, Ricky? —jSi ella misma fuera la asesinal —Tecic Maria vw Incd ' pe: 3 dria ser que Melisa Jo leyé también y ahora dice que lo vio? —Y por qué lo hace, Ricky? ;Qué ganaria ella con eso? —Bueno, ;qué te parece esta reorka? Pon atencién ella inventa lo del Chupacabras —algo que nadie ha visto y que no se sabe si cn verdad existe—, entonces lo culpa de las muertes de los animales y, después, se jacta de que ella con su magia negra lo espanté o Jo disolvi6, qué sé yo... Eh? ;Qué te parece? —:Pero para qué querria hacer todo eso, Ricky? —Para ganar mas fama y prestigio como bruja, Y quizds hasta para ganar iavo- res o dinero de las personas que se dejen engafiar por sus historias y le paguen para que cla elimmine la maldicién con sus presun- os poderes. —jAh, ya enriendo!, pero. :¥ cuando aparezca el asesino de los animales, cémo justificaria al Chupacabras inventado por lla? ee gee ee Mariela 58 onerana mirada nraveniente de lnc orandze A esa hora, en el centro habia bas- tante movimiento de personas haciendo trdmires, comprando o simplemente pasean- do. Dante y Ricky se dirigieron al correo. Después de asegurar con un candado la bici- cleta a un drbol de la plaza, el joven le ordené al muchacho: —Espérame por aqui, Ricky. No sé cudnto tiempo voy a estar alld adentro. —.¥ dénde te espero? —Bueno... jAh, mira! Te voy a presentar 2 una amiga mia... Caminaron hasta un banco de la pla- za, donde estaba sentada una hermosa nifia de pelo muy rubio con trencitas bahianas, vestida de jeans, zapatillas y una blusa rosada muy corta. Lucia un precioso reloj de oro de veinticuatro kilates, que brillaba incensamen- te con Ja luz del sol. Sin embargo, Ricky ni lo noté. Su atencién estaba concentrada en la or intial” haiiahiades:s ojos verdes de ta chiquilla —Hola, Marielita —dijo Dante al llegar— ;Qué haces sola aqui? —Estoy esperando a mi papa, que est en una reunién en le municipalidad —res- pondié con una suave voz la nifa, ira, Mariela, él es mi primo. Ricky; ella es Mariela —Hola —la saludé serio el nifio. —Hola —-le concesté sonriendo fa —— a nifia. —Mariela, te dejo aqui a mi primo. Lo puedes entretener un rato? —Si, no te preocupes, Dante —le dijo la chiquilla con formalidad. ¥ se dirigié en otro tono al muchacho—. ,Quiéres sentarte, Rick Dante se alejé con una sontisa pleara. Los nifios se demoraron algo en conversar, por culpa de dos camiones cargados de frutas que pasaron frente a ellos con sus cuidos caracterfsticos. —;Estds viviendo en casa de Dante? —Si, por unos dias —aclaré Ricky iv ni :Vives por aqui? —Mi parcela es fa que esté ala entra- da de La Esperanza. Frente 2 Ja del doctor 4 60 Contreras y antes de la de cus abuelos. —;Cudntas parcelas hay. por La Esperanza? —pregunté el nifio—.Todos los dfas conozco a alguien nuevo que vive por allt. —Mira, yendo de Santa Rita hacia adentro y a mano derecha esté mi parcela, la de ru familia, la de Caszely, la de los Sovino, la de los Sawiki y por ahi, hasra el final, slo los conozco de vista, pero no sé sus nombres. 2 por la izquierda? —Por la izquierda esta la parcela de Contreras, después la de Vladimir y Laly, la de la sefiora Filomena, la de los Carrillo, la de la bruja Melisa y més all4 no sé. «zQué manera de haber sospechosos en este casol», pensé Ricky. «Porque, eviden- temente, tiene que ser alguien de alli. Nadie va a venir de tan lejos a marar unos animales. Ya me fijé que el camino vecinal mas cercano estd a dos o tres kilémetrosy. Pero, volviendo a su conversacién, pregunté: —2Y por qué conoces tanto ese camino? —Es que me pongo a correr por ahf algunas tardes para hacer un poco de cjerci- ee ome ee eg ol —afirmé Mariela con coqueteria—. Tii eres deportisca, zn es cierto? —Si —respondié enseguida Ricky, hinchéndose un poco—. Yo practico balon- cesto. Era la primera vez en su vida que Ricky sentfa esa turbacién y ese cosquilleo en el estémago. No queria mirar de frente a Mariela para que no se diera cuenta, porque sentfa un calorcillo constante en sus mejillas. Nunca le habia dado ranta importancia a lucirse ante una nifia, Para él, ellas siempre habian sido aburridas, poco interesadas en los juegos y en las preocupaciones de los varones. Pero esta vex ota distinto. Por esa nifa sintié algo especial desde que la vio. «¥ parece que le agrado, porque se fijé en mi fisico de deportistan, pens —Pero no debes ser muy bueno, por- que los jugadores de baloncesto son fuertes y musculosos —comenté. Mariela, echando un jarro de agua fria sobre el orgullo del muchacho. —Disculpa, yo soy buenisimo para mi edad. Ademés, tantos mtisculos te hacen ser tosco y torpe... —No estoy de acuerdo contigo —le seawmarnanié ta néfia_. hiiee. cmee cletnnes ssi tte cataabicl aiiaaiaaintaaianiansitiaiiteats seit a trértelo, te puedo presentar a ese hombre que esté tomdndose una bebida en el kiosko «Donde Malvina». —iEl que usa la camisa apretada para que se le vean los biceps? —Ese mismo. Te puedo contar que con esos brazos y esas manoras le falta un aio para hacerse neurocirujano. ¥ te aseguro que cuando se reciba va a ser el mejor de todo Santiago. jFijare si serd rorpe y rosco! — {lil es de por aqui? —se apuré en pregunrar el nific, Su mente enseguida se puso en alerta roja. —Claro, Te acabo de mencionar a los Cartillo. El es Pedro, el hijo de dota Pamela. zMe puedes hablar un poco de él? —Y por qué te inreresa ranto, si no lo conoces? Ie dijo Mariela, cruzando su pie derecho y girando més su cuerpo hacia el nifo. Ese movimiento hacia él le volvié a provocar el cosquilleo en el estémago. De pronto, se cuestioné si estaba bien sentado, 0 bien vestido, o limpio. (Qué nuevas sensacio- nes vivial Pero tenia que dominarse, por eso hablé con mucha formalidad. 6 —Esté bien, Bueno... zqué te puedo contar? Pedro es un hombre muy bueno. Cuida mucho a su mamé, que est enferma... — De qué est enferma? —La pated un caballo y la dejé inv- lida. Eso lo afecté mucho a él. Y para més desgracia su pareja, que lo ayudaba mucho, un dia, sin previo aviso, rompié con él-y se hizo novia de un bidlogo marino que era muy amigo de ambos. Bueno, fue tanto el estrés que sufrié que tuvo que congelar la universided, faltindole un afo para terminar. —Ah... —se quedé meditando Ricky. —Bueno, me tengo que ir. Por ahi viene mi pap4 —dijo Mariela, levantandose. —Claro —la imiré el muchacho—, Pero... 2No nos podemos ver otra vez? —Si, cuando tii quieras! —le propu- so la nifia con zalameria—, Ta primo tiene mi teléfono. Para despedirse, ella le dio un beso en la mejilla que él casi no pudo responder por el nerviosismo. El color rosado intenso de sus cachetes se expandié por toda la cara Ilegan- Ae a ee a a ee ea —Por favor, sdlo cuénrame. Otro dia te prometo que te lo diré todo. ;De acuerdo? i. con la cabeza, mientras le regalaba una tibia sonrisa, a Carrillo +. Ei muchacho se quedé mucho rato envuelto en extrafios, pero dulces pensa- mientos. Al parecer, se le notaba mucho, porque al Ilegar Dante, el primer comentario que le hizo tenia un marcado tono de burla —;Qué le pasé a Romeo Fuenzalida? gLe Hevaron a su Julieta? —INo fastidies, primo! Estaba ensi- mismado en la investigacién No te creo nada, {Te enamoraste de Matielicat -=jQué Marielita ni qué nadal... Sélo le estuve sacando informacién. —;Tit sabes que ella es la hija del tipo mas rico de toda esta zona? 66 —;Pero uti ests loco, Dante? —casi gtité el nifio, algo molesto, —Era una broma, Ricky, Qué pasa? ZFl bromisca no entiende de bromas? ;Tanto te afecté esa chiquilla? —iYal ;Cortala! —Bueno, est bien, esta bien. -V qué informacién le sacaste? —2Té conoces bien al sujeto de la camisa apretada, que ahora estd haciendo la fila en el Registro Civil? —Si, por supuesto. Es Pedro Carri- Ilo, vecino nuestro. —Bueno, espérame aqui y observa bien, Voy a hacer una broma~experimento. —Espérate, Ricky! ;No te vayas a meter en Ios! —iNo, pI tete... El nifio se escondié detr’s de un drbol y esperd su oportunidad, que se presen- ) o! Sélo mirame y diviér- oe —Claro. Su papi es duefio de varios hoteles y centzos turisticos. Oye, site casas con su hija tienes el futuro asegurado. ;Puedes ser el duefio de un equipo de la NBA, si quieres! o —le grits el nifio, yendo hacia el con los brazos abiertos. —Disculpa, muchacho, pero no te conozco. Parece que me estés confundiendo con otra persona, —;Cémo voy a confundire, Juan Pablo? ;Soy yo, Ricky! ;Ya no me recuerdas? —Por favor, no molestes mds, Te dije que no sé quign eres, asi que largo, largo de aqui —le dijo el hombre, con evidente enojo. —Essed bien, esta bien. No se ponga ast EI solemne sefior continué su cami- 1no hacia el juzgado, mientras Ricky cruzé la calle y por la acera de enfrente corrié en la misma direccién del hombre, pero algo escondido entre los kioskos de los artesanos. Cincuenta metros més alld, el nifio volvié a cruzar la calle y se encontrs de nuevo, ecastialmente», con el mismo senior. —Juan Pablo! ;Qué bueno verte ee a ae Se, ee ee TO, UN par de MINUTOS Cespucs. UN Nombre vestido con traje azul matino y corbata roa, con el tipico aspecto de ejecutivo, se bajé de su auto frente a la plaza, a unos pasos de Ricky, quien salié a su encuentro con mucha efusividad, Juan Pablo! ;Qué rico verte aqui! 8 No, no! Espere, por favor. Yo s6lo hice lo que me mandaron —suplicé Ricky. 2 quién ce mandé? —quiso saber el hombre. — {Usted ve a aquel joven con la camisa apretada, que est a punto de entrar en el Registro Civil? —Si, lo veo. —Bueno, él me envié —afirmé Ricky con voz de nifo chico. —Pues ya va a ver cémo termina su broma... El sefior se estiré la chaqueta de un tirén y se dirigio con paso largo hacia Pedro, que ajeno a lo que sucedia, anotaba en un papelico ciertos datos. Ricky se unié al asustado Dante y ambos se escondieron detrés de un auto estar nado. fe igualito a ti, ;pero con un carécter més pesado...! Ie grité de nuevo con los brazos abiertos hacia él. —jPor Dios! |Hasta cudndo vas a molestarme, chiquillo! Ahora mismo voy a llamar a un carabinero! 0 reaccién del forzudo de Pedro. Se veia cémo, con humildad, trataba de explicar su inocen- cia y hasta le vieron pedir disculpas por algo que no habia hecho, ni comprendia. —;Por qué le hiciste eso al pobre Pedro, Ricky? —Por set un sospechaso importante, primo. —sSospechoso de asesinato ese infeli --Mira, Dante, Mariela me conté sobre él, jE] ascsino perfecto! Un casi ciryja- no que bien pudo realizar con mano experta la herida de Ancaman. :E] mévil? El odio a los animales, producto de la pateadura de caballo a su madre y el compromiso de su pareja con un bidlogo marino. Quizds su fuerte estrés lo desequilibrd y le haya dado por vengarse de todos los animales. —Tienes toda la razén. Pensindolo —jt8 HO Ae come Conte fe oe —protesté el joven—. ;Delante de! correo, hacerme esto! {Tui verds cl escéndalo que se va a armat ahora! ;Me van a echar del trabajo! ranquilo! Vamos a ver qué pasa —traté de calmarlo Ricky De lejos vieron cémo lege el hombre a donde estaba Pedro. Su rostro encendido, sus manoteos. Pero lo més insdlito fue la 70 que hice demostré que Pedro no tiene la personalidad indicada para ser el asesino. —jEso no demuestra nada! —salté el joven—. Yo he visto peliculas donde el crimi« nal es el més noble, el més timido, zn0 es cierco? —Si, pero en este caso puede que no” —aseguré el muchacho. —,Por qué dices eso, Ricky? —Porque lo vi escribiendo con la mano izquierda, —jPero y eso qué tiene que ver? —quedé muy confundido Dante. —Mita, piensa de esta manera: para’ matar a Ancamén, hubo que agarrarlo por el pescuezo, gno es cierto? Porque de lo concra- rio era muy dificil hacerle ese tajo con todo oy Eee eee que haga, Ricky? -Lo neutralizo, lo dertibo, Jo agarro, lo amarro y se lo entrego a los carabineros? —Célmate, Dante. Quizds no sea el asesino. —jjCémo%! jNo acabamos de dedu- cir que dl.! —Mira, primo, la broma-experimento a habria desplazado aquelia herida hacia ese lado, Porque ef instinto de conservacién te hace lanzar el corte, alejindose del brazo de uno, Entendiste? Si, re entiendo, pero. —dudé Dante —sPero qué, primo? ;Vamos, suelta sin miedo la duda esa que tienes! —lo animé Ricky —2¥ si Pedro Carrillo es ambidiestro? —jCaramba, no habia pensado en eso? —confess sorprendido. Por lo visto a Dante se le estaba agu- dizando el entendimiento y ahora lo habia puesto a pensar a él. Pero, opté por no preci- pitar las cosas y elaborar més detenidamente luna estearegia, para averiguar ese detalle que Jo que se delendio ¢i pobre animal, yo vi et reguero de plumas. Bien, si lo agarras con la mano izquierda, corras con la detecha y vice- versa, {Me sigues la idea, Dante? —Si, dale, continita. —Bueno, el asesino tuvo que haber | sido un diestro, porque al final, casi pegado al pecho, el pavo real tenfa el tajo algo incli- nado hacia la derecha. Si hubiera sido zurdo, le hubiera agarrado el pescuezo con In mano derecha, y s6lo un movimiento antinatural --jNo empieces! Eg por unas pregun- tas que debo hacetle sabre todo esto. Sl, sis se dijo. Y volvid a quedarse dormido. Es sabido que mientras uno més duerme, més suefio le da. . “Tiempo después, Dante abris los ojos ja luna. «De verdad a duras penas. Al gicar su cabeza observ de nuevo Jas estrellas y la luna en el cielo oscuro. Pero esta veo romé la decision de levancase de vodas maneras, producto del hambre feroz Gque sensi Se dirigié al eftigerador. Legé en pijama, despeinado y restte gandose los ojos. 108 —Aproveché tu suefio para visitan, en tu bicicleca, a los vecinos perjudicados por el ascsino. . | Eso no se hace, primo. Yo tenia que haber ido contigo. —No hacia falta. Para qué despertar- te si estabas tan cansado. “Bueno, ya eso lo hablamos. .Y para qué fuiste? —quiso saber Dance, mien- tras acariciaba el lomo de su caballo. - —Querfa saber si escucharon algun es mando ocurrieron: mas, habia sido victima de una broma de Ricky. El muchacho sellé la ventana de su primo para que ne entrara a luz del déa y por dentro dibujé la noche que siempre contem- plé Dante. Por supuesto, el joven se molest mucho. Por la gracia aquella no pudo co- dearse con Caszely en el partido de firbo! Pero el enojo de Dante durd muy poco. Después del almuetzo, ya ni recordaba la historia MGs tarde, él y su primo decidieron dar una vuelta a caballo por la parcela. Y, mientras croraban a paso lento, Ricky confess las activi dades que habia realizado durante esa mafiana, 105 mismo! —grité Dante, pinchando a su caba Ilo y comenzando el galope. iNo! jEspérare, Dante! |Es mentirz mia! —vociferé el nifto para que su primo le escuchara— jEstaba matando un pollo par: el almuerzo! El joven paré en seco su carrera y regreso al trore, con cara de pocos amigos. —Disculpa —suplicé Ricky—. Era una broma, No te pongas asi. Dante continus el paseo sin hablar por un rate. A punto de terminar el recorricie ee los hechos. ; SY qué averiguaste? / “Hedo. No te lo puedes imaginar. Ya sé quién es el asesino! Tea De verdad! (¥ eémo no me to habfas dicho! —saltd Dante, que casi se cae del caballo. Pues ef asesino es empleado de Caszely! —;Como! [Lo que ayes. Lo pillé con las max nos en la masa. fEstaba matando un pollo! “No lo puedo creer! zn serio? lamasce a los éarabineros? No. ; Tyinconces voy para alld ahora jRamén, ¢ 106 Pues te diré que eso no sirve de na- da, porque todo el mundo por agul poses como minimo, una camioneta, Revuerd gue en el campo, es el tipo de vehiculo més idéneo.Imaginat, hasta nuestro caning no esta pavimentat 7 7 FT decay tte Ricky fue evident EI tenia. puestas muchas iusiones en, a pista, Ahora, volvia a estar como antes de su y llegar de nuevo a las caballerizas, rompié el silencio que ran bien habia resperado Ricky, aprovechando para pensar y deducir cosas. —iEn verdad, qué averiguaste esta majiana? —Algo muy importante, primo —contesté Ricky seriamente, acomodandose en su montura—. Mira, canto Edmundo Sovino como Ramén, Vladimir y Laly, escu- charon esa noche ef sonido de un motor potente, como de camién o camionera —iEso nada mis? iY quires mAs? Ese es un dato muy imporcante. Dime, squién tiene ese tipo de vehiculos por aqui? Asi podemos ir reduciendo los sospechosos. 107 ese tipo, use ese tipo de calzado, para no ha- cet ruido, gno? —Es verdad. Pero te digo una cosa: esas huellas tienen una ¢aracteristica especial y no me acabo de dar cuenca qué es —iPero cambia la cara, Ricky! Mira, se me ocurre una idea: si la montafia no me cae encima, yo me subo a la montafia. —No, Dante. El reftin dice: «si la erumveniiin sare skeen tint cies. ca be sees paseo mananero. Pero no te pongas asi, Bastante hemos avanzado en la investigacién. —jBastante! —exclamé el nifio— {Si sélo tenemos la pista de las huellas de tapatllas deportivas, que encontramos don- de los Sovino y en el gallinero de Vladimir y Lay! Eh! Pero cso ilrimo no me lo habjas contado! ~—Disculpa, primo. Se me olvidé decirtelo. son las mismas huellas? _-${—respondié el muchacho. — Bueno, eso tampoco nos dice mu- cho —comenté Dante, deteniéndose porque ya habian llegado—. Es como la pista de las tamionetas. Paede ser cualquiera. Es légico que una persona, al comerer un erimen de 108 aqui, porque ya todas saben que estamos in- vestigando! ;No te das cuental (Es verdad! ;£l no es tonto como para meterse en las mismas patas de los caballos! —;Pues tenemos aventuras esta i noche! ;Yeeeaaah! rs me a sme ~ i mismo. Qué te parece si esta nadrugada nos vamos a vigilar por ahi, a ver si sorprendemos al asesino? __ —iExcelente idea, primo! —se entu- Gent Rickey. —: odemes ira la parcela de nN que no haya perdido algin ani y lo alien pe algun animal Claro! {Clato! La de los Saw cumple ‘awiki, por sade “ibaa Bina ellos estén en la los que no le han queri r ido vend tiertas a Villatroel. a 4 —Oye, espérare. Ahora que lo pienso, no debemos movernos de la casa —se quedé gels Dante—. A nosotros tampoco nos n matado animales, y Villarroel también nos quiso comprar ta parcela. —iPeto el asesino no vendré por al Ubregorda 5, © Gt QURG PRS Ae ia dolo galopar por todo el predio, con gritos de alegrta. no —:Qué pasa, Dance? 2 ea viene alguien. Sen un eee : lo Icjos —respondié el joven, rai facie aes yescudrinando Ja noche con algo de niebla, que cafa sobre el camino—. Si. y yt aa tLe Inces. ‘Escond4monos! al el Segiin lo acordado, a medianoche, cuando los abuelos ya dormian. Dante y Ricky salieron sigilosamente de la casa, cui- dando de no hacer ruido cuando sacaran la biciclera. Than convenientemente abrigadas para pasar toca la madrugeda, si fuera preci- 50, CoM spas oscuras paca poder ocultarse, las caras tismadas con corcho quemado y armados con sendas linternas. Por si les daba hambre, Dante se encargé de preparar unos panes con jamén, queso y mayonesa para llevar, y un termo replewo de leche con cho- colate, todo lo cual acomods en la mochila, que se colocé en sus anchas espaldas, E] auletico cartero y ex guardia de guridad tenia que pedalear bastante y durante un buen rato, ya que la parcela de los Sawiki cra la mas alejada de la suya, pero sabia que no le iba a ser dificil. Confiaba en sus furerzas, De repente, el joven se deruvo. Mt ellos, a fin de llevar adelante el trazado plan de vigilancia. Transcurtié un buen rato sin que se produjera ningtin movimiento anormal, S lo oscuridad y silencio, que era roto de vez.en cuando por el canto de un gallo, el eraznido SOE ee Dante cortié con la mochita hacia un espacio ene un pita oriental y unos ato, wis que cobrian una cerca y Ricky Hevg Irasta all a biciclera. Se agazaparon esperaron. Insares despa, una ationet i te a ellos. Ee eps manejand? —pregunts Ricky, al pasar un tempo a seguir en cami” Pree A contest Dante, en la bici—. Pas muy rapido , —+Y reconociste la camioneta? —Tampoco. Quinds por ah yas6 ol asesno. Quits ahora cnéllegando al lugar, donde tiene planes crit iy “ cine hse, Ricky! {Y apurémonos! Cuando ilegaron, buscaron unos arbusos, lo mis cere posible del cova done de eaban los animals de a fain Sa pas poder ocultar Ia biciclet y_ubicarse subiéndose ge un pavo, él balido de un carnero o el mu- gido de una vaca. —iEsa es Ubregorda! —dijo Dante, la primera vez que escucharon mugir. —Ubregorda? —inguirié Ricky. —Si, ast se llama la vaca de los Sawiki, porque da mucha leche —explicd su primo. Ya estaban por creer que habian per- dido el tiempo y pasado una mala noche por nada, cuando de repente un rayo de luz se fil- tré entre la espesura de los matorrales. ~—jBs0 qué es? —Ricky alerté a su primo. —;Parece la luz de una linterna! —mu- sité Dante, Hicieron silencio y se agazaparon lo mas que pudieron, para no ser vistos. Enton- ces, distinguieron con claridad el haz de iuz de una linterna y una sombra, que se aproximaba directamente al lugar donde se ocultaban, para pasar unos segundos después casi junto a ellos. 113 —jLo teconociste? le pregunté Ricky a su ptimo en un susurto. —No, est muy oscuro ~tespondid Baneen.clanknotena: —(Mita, va directo hacia el corral! —se alarmé el muchacho, —~jEse tiene que ser el asesino de animales, Ricky! —expresé Dante muy excitado = ;Vamos entonees a atraparlo! —gri- t6 su primo y se puso de pie muy decidlido, Ambos salieron de su escondite y fueron hacia el corral, donde ya habia encon- trado la sombra. —Te pillamos, asesino de animales! —gritd Dante-y se abalanzé sobre él. El desconocido visitante noctuirno .,comenzé a defenderse. Y, demostrando poseer una fuerza respetable, se solté de los brazos de Dance. Este, algo sorprendido, perdié un seguado en la lucha, que aprove- ché el hombre para salir corriendo. Dante lo persiguié unos metros a campo rraviesa, Y dando un salco hacia delante, cuabporteto de fiirbol, atrapé al fugitivo por las piernas. Ambos cayeron sobre el pasto, pero Dante fue més rapido en incorporarse, Eso le dio la ventaja necesaria para lanzatle dos pacadas a Los Sawiki ca erna derecha, que dieron en pleno nla pi Lick remmplle Wak" gepeeanane a een | Eee see a hombre se tambaleé un poco. Entonces, Dante comenz6 4 girar a su alrededor, dando saltillos y mostrando posiciones clisicas de Kung-Fu. El hombre esperé su momento y quando pensé que lo cenla medido, lanzé un puferazo en direccién al rostro de Dante, von tal flerza y velocidad que Ricky se asust6. Pero su primo, con un movimiento feline, lo esquiv6 y aprovech6 el desequilibrio de! sujeco para—con su pufo cerrado y el brazo en des: plazamiento torcido— dar un golpe seco en tin punto del rorso de su oponente, que le hi- zo gritar de dolor. Acro seguido, Dante realizé tin salto casi en posicién horizontal para asit entre sus piernas ¢| cuello del aturdido hombre, como parte de una llave de inmovilizacion. Cuando nuestro héroe ya lo tvo controlado en el suelo, le gritd a su primo: —jRicky, aliimbrale la cara para ver quign es! “Todavia impresionado por la destreza de Dante, el muchacho obedecid. Se aceroé an su linterna y enfocé el haz de luz hacia el rostro del casi seguro asesino de animales. Pedro Carrillo! —exclamaron los dos primos a coro. ee us snes. inners: —;Abra, don Roberto! jSeri la! —gricaba Ricky. fons eee Casi a rastras ¢ inmovili - ilizado, Dante _ llevado a Pedro hasta la puetta de los Savi que ahora Ricky trataba de despertar. spués, se encendid una | y se abrié la puerca. smalzen cs —:Qué es esto? {Qué ha sucedido? —pregunté alarmado el alto y laco Roberto, mientras su pequefia esposa, Estela, asomaba su cabeza por detris, colgaba de su brazo. —jAgarramos al asesino de animales! —les informé Dante sofocado—. Hay que Hamar a los carabineros! mes a estaba aqui, 2 qui, en nuestros terre- nos? —pregunté la asustada mujer, si noe — preg ada mujer, sin soltar —Si, sefora Estela —1 is Rie to -respondié Ri- diges Las pillamos cuando iba marar a su ur Después de pedirle perdén a Pedra —“ pee ee ciado! —ordené don Roberto, acercindose a Dante y a su prisionero, casi arrastrando a su mujer, que no le soltaba el brazo. Ricky alumbré con su linterna el ros- tro de Carrillo, para que los Sawiki lo vieran. Incluso, Dante aflojé un poco su presidn, para echarse a un lado y producir una mejor visibilidad a los duefios de casa, —Pedrito! —griraron al unisone los — Pero eso es imposible! —exclamé don Robetto—. ;El no puede ser! —Pues é| mismo es —aseguré Dan- te—. Lo vimos caminar sigilosamente hacia Ubregorda. — Pero si esa vaca es de él! —aclard Ia sefiora Estela. —;Cémo? —ahora fueron los primos los que saltaron @ coro. —Si, muchaches —tercié don Ro- berto—. Cuando Pedro se estres6, nos la dio para que la cuidasemos mientras él se recupe- raba. Y sabemos que él viene muchas noches a weonversaty con #su vaquita», como dice —continué Estela—. Es su forma de verapia y dice que le hace bien... por la golpiza y de disculparse con los Sawi- ki por desperrarlos, Dante y2Ricky salieron con su bicicleta al camino dé La Esperanza cabizbajos, avergonzados y eri silencio. Medio kilémetro fue suficiente para que Dante iniciara el didlogo? : ano sé qué pensar, Baro es mucho mis dificil de lo que imaginé. Cémo lo habias imaginada, primo? —Sin pasar tantos apuros, tastas ver- guienzas. Mira, Dante, estas equivocaciones pasan en este tipo de trabajo. Pero, después se olvidan. r __ —Se olvidan si descubrimos al asesi- no, si no. AY lo vamos a descubrir! —aficms Ricky con decisién—. Ahora sdlo tenemos que concentrarnos en loque tenemos. ZV qué tenemos? —La pista de las huellas de las zapa- tillas, Pues mira, yo creo que debemos ir pensando en la posibilidad del Chupa- cabras Qué! —salté el nifio—, ,Otra vex con es0, Dante? 8 Si, no puedes cerrarte a la posibili- dad... ;Espérate! jEscuché algo, Ricky — Qué cosa? —se alarmé el nifo. —jOtra ver el ruido del motor! jVa- mos! jA esconderse de nuevo...) Volvieron a buscar un espacio bien oscuro entre los matortales de la cerca, que | limita las parcelas del camino, Pero, en esta ocasion los acompaiié la suerte, Pudieron reconocer al chofer de aquella extrafia camio- neta, que a esas horas de la madrugada recorrfa La Esperanza. —jLo viste? —pregunt, para asegu- rarse, Ricky. ; —Jesis, Maria y José! —contesté perplejo Dante—. jEra Fernando Villarroel! = Graciela + Como cada domingo, la familia Fuenzalida acostumbraba «dormir la mafia- na», lo cual significaba levantarse un poquitin més tarde que los demas dias de la semana. Légicamente, este hébito favorecié a Ricky y a Dante, luego de la madrugada tan agitada que habian tenido. Aceso de las diez de la mafiana, toda la familia se reunié en torno ala mesa paral desayuno y la abuela noté que el joven y el muchacho no hacfan mds que bostezar: —iEh!

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