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NOTAS DE DERECHO PENAL DOMINICAN Lic. Leoneio Ramos DERECHO PENAL NOTAS PARA UN DERECHO PENAL DOMINICANO CAPITULO I NOMBRE QUE DEBE DARSE. ESTA CIENCIA. $i se revisan algunas obras sobre la materia se verd que, mientras unos autores la Jaman Derecho Criminal, otros le dan ol nombre de Derecho Penal. Ast, por ejemplo, Garraud y Vidal et Magnol la denominen Derecho Crimi- nal, mientras Von Liszt, Ortolén y Chauveaux et Hélie y los autores espatioles ¢ italianos, le dan el nombre de Derecho Penal Acerca del uso de ambas denominaciones, Quintiliano Saléafa, en sus Adiciones a la traduecién de Ia 8lva, edicién del Derecho Penal de Von Lizt apunta que Jorge Bager y otros, usaron el nombre de Derecho Penal (Pein- licher Recht) para designar la ciencia de los delitos y de las penas, asi como que también fue usado en la primera publicacién periédica alemana sobre ciencias penales, intitulada Biblioteca de Ciencia Penal y de Legislacién de 1797; que Giessen en 1785, y otros creyeron, ‘que casos penales” tenia la misma significacién que las causas criminales de los romanos, y crearon la palabra Criminal Recht (Derecho Criminal), traduccién de Jus Criminale, Gesignando asi el contenido del hasta entonces Peinlicher Recht. Derecho (Criminal se le Hamé a la materia desde entonces; pero esa innovacién tuvo un contradictor enérgico en Titman, quien le daba la denominacién de Derecho Penal. Dicho autor dijo: “En nuestro tiempo no usamos la palabra de doble sentido Criminal Recit; decimos Peinlicher Recht, si bien esta palabra sea igualmente imprecise”. Con todo, la denominacién de Derecho Criminal siguié uséndose en Alemania por mas de medio siglo. Esta denominacién, segin Saldafa, es anticuada, y prevalece hoy y debe 5 prevalecer, la de Derecho Penal, que es més castiza y aiin més antigua, pues fue sada por primera vez por Engelhard en 1756. En verdad, si examinamos los dos nombres que se le han dado a nuestra ssignatura, veremos que ninguno parece apropiado, porque, si le Ilamamos Derecho Criminal, pareceria que no se ocupa sino del estudio del crimen © ain del erimen y de la pena, quedando fuera lo referente a los delitos, alas contravenciones y a otras instituciones como las medidas de seguridad; pero ti le Hamamos Derecho Penal, parecerfa que su materia propid ¢s el estudio de la pena, y, de tal modo se ha notado la impropiedad de las denominacio- nes, que Cuba, por ejemplo, no lama al suyo Gédigo Penal, sino, aunque im- propiamente, “Cédigo de Defensa Social”. El Derecho Penal ha sido definido, desde el punto de vista subjetivo, c mo el “derecho de castigar, de imponer penas que corresponde al Estado”, y si es asf, parece, como creemos, que dentro del concepto consagrado en nuestro Cédigo, y siguiendo el uso, debemos lamarle “Derecho Penal”, y as{ lo haremos en estas lecciones. DERECHO PENAL.— SU DEFINICION.— Garraud define el Derecho Penal, como “el conjunto de leyes que reglamentan en cada pats, el ejerci- cio del derecho de represion por el Estado”. Esta definicién es incompleta, porque no contiene nada relativo a los prin- ipios, a las medidas de seguridad, y a otras instituciones por medio de las cuales la Politica Criminal trata de prevenir el delito. Bs por esto que Cuello Colén lo define, desde el punto de vista objetivo, como “el conjunto de normas establecidas por el estado que determinan los delitos, las penas y las medidas de seguridad con que aquéllos son sanciona- dos”. Bata definicion estd sujeta, para su validez, a que se estime que las medidas de seguridad son parte integrante del Derecho Penal, lo cual no es aceptado por aquellos que ereen que no son penas, y que deben constituir un Cédigo Eparte, muy especialmente, cuando son impuestas fuera de la comisién de toda infraccién, como ocurre con los menores 0 los dementes, 0 en aquellos casos en que, en el Cdigo de Defensa Social Cubano, se imponen a los auto- tes de delitos absolutamente imposibles, al considerarseles como peligrosos. ‘Von Liszt lo define diciendo: “Derecho Penal es el conjunto de reglas ju- ridicas establecidas por el Estado, que asocian al crimen ta pena como legi- tima consecuencia El mismo Cuello Colon, considerando el derecho penal como una ciencia, 6 a a ee aaa ; Nosotos ereemos que se podria dar del Derecho Penal una defniién fa ee ge ane anmrt cho Penal en su sentido real y propio, al que tiene por mimiento mento profesional les impones Ya cremoe con eke eeceon ieee, cias que existen entre ambas disciplinas, al estudiar lelito i- se apartan de los del Derecho Penal en su sentido mis estricto, Nos referimos. nen el punto de vista de que debe ser asi, “partiendo de la diversidad exis tente entre los delitos y las ‘contravencioney”. : : dad exis DISPOSICIONES QUE COMPRENDE. El Derecho Penal esté int=grado 7 esencialmente, ademas de ciertos principios, por disposiciones o reglas que le son propias, a saber: ; ; eo. 2} Las que determinan las acionesy omisiones que son considradas mo dafiosas para la paz piblica, para la armonfa de la relaciones sociales, y por ende, para la vida de la sociedad misma, | a 'b) Las que organizan las penas 0 castigos, como dice el positivismo, las ) Las que determinan las condiciones de la responsabilidad, teniendo en cuenta los diversos grados o naturaleza de la misma, y las causas que pueden ravarla, atenuarla o hacerla desaparecer.* a wen legslacion penal nuestra esta contenida en el Cédigo Penal, puesto en vigor el dfa 20 de agosto del afio 1884, modificado y completo por un gran iimero de leyes especiales. ee eee JUDAS Gots oe oo ee ees eee ee aan ‘Para hacer esa demostracién, vamos a adoptar la clasificacion ‘més acep- eee ee gr psy ore a eae era elon ee ee ee aia Se See eect seer fies meme one manages cién de sufrir esa cjecucién. . ee a eae Pe ee a are cael oicte nie tneel ye eens onion dicada en la ley; y, para el Estado, la obligacién de no pasar esos limites a oe ae a a ee ‘Nd She toca Ge attenents Claro esté, que estas relaciones no se han establecido entre personas pri- vadas, sino entre una de éstas y el Estado, o sea, entre el individuo y una persona del Derecho Piblico. EI Derecho Piiblico se divide a su vez en Derecho Piblico Internacional y Derecho Piiblico Intemo. El Derecho Piblico Intemacional estudia las relaciones que establecen los Estados entre sf, y es claro, que no forma parte de éste el Derecho Penal. El Derecho Piblico Intemo se ocupa del estudio de ciertas relaciones que se establecen entre las personas privadas y el Estado. A esta rama del Derecho pertenecen: el Derecho Constitucional, el Derecho Administrativo y el Derecho Penal, como ya lo vimos. RELACIONES DEL DERECHO PENAL CON OTRAS CIENCIAS.— El Derecho Penal tiene relaciones muy {ntimas con otras ciencias, y es necesa- rio que, antes de seguir adelante, establezcamos cudles son ests ciencias y sas relaciones. CON LA MORAL. — La Morales I cencia de las costumbre, de la con: ducta humana en lt divers circunstanias dela vida. Los deberes gue ella establece se refieren a lat obligaciones que tenemos para con novotce ae mmos, para con nuestros semejantesy para con Dios, Su dominio ee mis ex tengo que e del Derecho en general , en particular, que e del Derecho Pe ral, el cual no sanciona o reglamenta sino deberes que nacen de ls reacts. nes de la vidaven comin ~algunos deberes corespendientes 41a Moral So Gil y muff ala Moral Individual oa a Relig, ¥ decimos que sane porque la le penal no castigno sanciona, y'no debe conminat con penis 6 fanciones sina lov actos pejudicials o dafosos para el orden roval cused turbon gravemente la seguridad pilien y cuando la sancisn ll 6 repare dora sea ineficas para evar au comision, ‘Ahora bien: como las cortumbres los sentinientos del hombre, y por tanto la moral soci estin sjetosa cambios yvatiacionesen el capac 9 en el tempo, al varia tos, pueden acarteat un eambio en ol Derecho Po ral, como ha ocurtido por ejemplo, en fo que al adultery a muchas otras infrccione we relee, CON EL DERECHO CIVIL. Ya vimos, al hablar del Derecho Privado, que a el no pertenece el Derecho Penal, pero si el Civil, Este reglamenta a. gunas de las relaciones de los hombres que viven en sociedad; fija sus dere- 9 cchos respectivos y asegura el respeto de éstos por medio de sanciones para quienes realicen un atentado contra ellos. Estas sanciones no son penales, sino reparadoras, como por ejemplo: 2) El restablecimiento del estado de cosas anterior al acto antjuridico, por la destruccién de la situacion creada por &1; bb) La nulidad del acto contrario al derecho; y . ¢) La reparacién de los dafos ¢ indemnizacién de los perjuicios causados por el eto antijuridico. En [os primeros tiempos, las penas eran aplicadas como sancién para mu. char cbligacones nacias de relaciones cies, pues el Derecho Gilly el jerecho Penal se confundian. ; Pefoy vemos, rin embargo, que, conforme a una evolucién bitin muy . i ingirse a causa dela civi- acusada, el dominio del Derecho Penal tiende a restringitse a c Tizaci6n, mientras se hace mas extensa Ia esfera de aplicacién del derecho restitutivo, Empero, en otros dominios, y a causa de las grandes transforma- jones econémieas qu haslrido el mundo, la esfera del Derecho Penal se ba xtendido en algunos agpectos, como puede verse en Io relativo ale legit Soe strsn al einaoy a le wistenca socials y bx Ley 1081, ahora 2402, te ten eld de abandoned jor menos de 18 ios [Las relaciones entre ambas ciencias son, empero, muy intimas, respecto a ciertas acciones que cacn a la vez en el campo de la ley penal y de la ley vil, como los delitos agresivos y los delitos contra la propiedad o el patti ono, los cuales, a la vez que turban el orden piblico, causan un dao lun petjuicio a las personas privadas. El delito puede dar lngar entonces a una scan llamada publica, perteneciente a la sociedad, y a otra llamada civil, rteneciente a a victima perjudicada. ; Pe Nuestro legslador, como el francés, reconoce la existencia de esas dos ac- ciones, pero las ha separado, tal como puede verse en el articulo 8 del Cédigo de Procedimiento Criminal. Hoy, sin embargo, bajo la influencia de las doc- tsinas positivistas, tal separacién ha sido denunciada como un error penoso y, como medio de conseguir una mejor proteccién de los intereses de la vic- tima de la infracciOn, se establece en muchos Cédigos modernos como un deber para la Sociedad asegurar, por todos los medios, la reparacién del dao causado,y proclamar que la sancién civil ental caso, ten un carter e interés absolutamente sociales con el mismo titulo que la sancién pen (Ver los articulos 110 a 117 del Cédigo de Defensa Social de Guba). 10 CON EL DERECHO CONSTITUCIONAL. Es indudsble que el cambio @ la evolucién de los principios politicos de un pafs, tee una gran influen- cia en los fundamentos y caracteristicas del Derecho Penal, independiente: ‘mente de los conceptos morales. El Derecho Penal considerd como delic- ‘uotos, muchos hechos como la herefa, el atefsmo, el sarilegio y el etimen de lesa majestad. Esas incriminaciones han desaparecido, no debido por cer- to, aun progreso de la moral social, sino a un mayor respeto alos derechos individuales, consagrados en la mayor parte de las Constituciones posterio. es ala Revolucién Francesa, por ejemplo, sobre la libertad de pensamiento, de conciencia, de palabra, etc. La legislacion constitucional ejeree también una influencia muy marcada sobre Ia fijacién de los derechos del prevenido o del acusado, durante el pro- ‘eso y después de falo, y sobre todo, en las disposiciones que garantizan el libre y cabal ejercicio del derecho de la defensa (Articulo 8, acipite 2 letra jide la Constitucién) CON EL DERECHO ADMINISTRATIVO.— El Derecho Administrative tiene por objeto el estudio de las condiciones destinadas a asegurar la sat faccién de las necesidades sociales, y reglamentar el ejercicio de las miltiples funciones de la autoridad, De aqui que se hayan creado instituciones de gran importancia y utilidad ‘en Ia lucha contra la delincuencia; para el estudio de sus causas y destruccin de los factores que le dan origen, sobre todo hoy, cuando en nuestro pais, hha alcanzado tal auge Ia asistencia social, al grado de que se hiciese necesario. organizarla debidamente, E] Derecho Penal suministra al Administrativo sus sanciones, como ocu: re en los delitos electorales, de aduanas, y en general, en los delitos fiscales y financieros. Acerca de estos iltimos cabe observar que se esté haciendo cada vez mas cortiente aplicar las penas del derecho penal comtin a los fraudes fiscales, lo cual es debido a que como el legislador se ve forzado a aumentar los im. Puestos a causa.de las muchas y nuevas funciones que el Estado estd obliga. do a desemperiar; y como para su percepcién hay que confiar a menudo en la buena fe de las declaraciones del contribuyente, la elevacién de los impues- tos incita al fraude y a la simulacién, y como las penas propias del Derecho Administrative han parecido insuficientes para contener a los infractores, u se ha recurrido a las del derecho penal comiin, tales como la privacién de libertad, por ejemplo. CON EL DERECHO INTERNACIONAL.— La-aplicaci6n del Derecho Penal da origen a miltiples cuestiones de derecho internacional, las cuales son tanto mis frecuentes, cuanto mayores las relaciones entre los Estados; ¥ los delineuentes encuentran en las facilidades de trasladarse de un pals @ Siro, un medio de evadir las persecuciones y Ia ejecucién de fa pena. Ello ha dado origen a las teorias de la tentorialalidad, de Ia personalidad y de la Ubicuidad de la ley penal, y a la institucién mundialmente aceptada de la Extradicion. [Los Estados han comprendido la necesidad de entenderse y prestarse mu tua ayuda en la lucha contra la delineuencia, y asf Io han hecho por medio de tratados y convenciones intemacionales, como més adelante tendremos ocx- sién de vert. CON LA ECONOMIA POLITICA.— Es un hecho comprobado, que exis te una relacién muy intima, entre el delito y la produccién, Ia distribucién y el consumo de la riqueza. Por otra parte el legisador hoy, al aplicar los principios de la politica criminal, asf como al organizar el tra- bajo en las prisiones, debe tener muy en cuenta los principios fundamenta- les de Ia Economia Politica, CON LA ESTADISTICA.— La Estadistica, valiéndose de la observaci6n, hace conocer las relaciones de causalidad entre los fenéimencs fisicos, pato- ogicos, sociales y el delito, asf como apreciar los resultados que se obtienen ‘con Ia aplicacién de los medios represivos. Por ego es un auxiliar de primer orden en el estudio de la criminalidad y del derecho penal. Es necesario pues que el penalista como el legislador, estén atentos a sus indices. CON LA ANTROPOLOGIA.— La Antropologia tiene por objeto el estu- dio del hombre, de sus caracteres fisicos y de lo que le es caracteristico, lo ‘cual es de sumo interés para el penalista. CON LA PSICOLOGIA Y LA PSIQUIATRIA.— La Psicologia modema, por medio del método experimental, ha obtenido notables progresos en ‘cuanto al estudio de los pensamientos, de los sentimientos y del modo de 12 aed eae intel y mo dt hme no den como del que lo es y del anormal. La Psiquiatrfa hace conocer las anomalias ¥ la patologfa intelectual y mental de un gran mimero de dlincucnten, ee te puns denon aponable, pos om goes ee ee mee enrol CON LA SOCIOLOGIA. La Sociologia tne por bjt el eto con te sya del mod psn dle seman dls eves fener Elf ocpa del estudio de : : ‘ cn lye qe presen la vida de as soit des por medio de un examen acs de hs Gvenas eas que concen siomacn, dura ese I det tun fenbmeno fort ; " peo ene sts lat hay scales, ¥ e induc que tan par lpr come pare ee poy eae ‘inistracin que ejecuta las penas, esta ciencia como las anterior: conocimiento indispensable, como anteriores dum CON LA MEDICINA LEGAL, Bs innogable que esta ciencia, ademis de roporcionar medios de proc efcces en la Invesgein del det, orta conocimientos necesarios, en muchos catos, para resolver problemas ‘laconados con la ulpablidad ya respon dad. - _Del mismo modo, la Biologia, la Quimica, la Toxicologfa entre cis aliens, nen eon nesta mater, ininasFeaciones CON LA HISTORIA Hn rox init sendin pict ac coats oe oe a cece cs medion emplndos pars extngur delneence 9 op sake sheila Se Senco Es ee een venir del Derecho Penal con certeza. : CON LA LEGISLACION COMPARADA.— Es fuera de discusién que ciones actuales o pasadas, como expresién de Ia lucha contra el delito, pro- porns concnientn de es cis no pce preci eh casa Si comparanoe nus eyes pene comtats er ees ee 13 ienen orige é: ido entero tie tienen origen francés, con las muchas y modemas que el munc ne, recibiremos la triste impresién de su notable atraso y vetustez, y de la ur- gente necesidad de su pronta reforma. CON LA CRIMINOLOGIA.— La cual, por medio de los resultados obte- nidos por sus muchos y entusiastas investigadores, abre cada dia nuevos y nis amplios horizontes histricos y politicos al estudio del derecho penal. Es tan importante esta ciencia para el penalista, que sin ella serfa imposible cestablecer los verdaderos fundamentos del derecho penal crear ¢ individua- Tar las sanciones, y establecer un sistema cerrado para luchar contra la de- Tineuencia, el cusl, andando el tiempo, ha de concretarse en normas positi- vas einstitucionales de politica criminal. 4 CAPITULO IL EL HOMBRE ES_UN SER NACIDO EN Y PARA LA SOCIEDAD.— Si el hombre se viese reducido a sus propios recursos individuales para realizar los fines de su vida, estarfa sin duda en Ia imposibilidad de subvenit por si mis- mo, a la satisfaccién de sus necesidades fisicas, materiales, intelectuales y morales, Por esto se afirma que la sociedad es su estado natural y necesario, contrariamente a lo proclamado en los tiempos en que Rousseau puso en bo- ga su célebre teoria, hoy abandonada, del contrato social, segin la cual, el hombre, del estado primitive o de naturaleza, durante el cual vagaba solita- rio por la haz de la tierra, pas6 a asociarse con otros, ya porque los mas fuertes habjan sometido a'los més débiles, ora porque un contrato social hubiese intervenido entre-ellos. Pero es cierto también que la vida en comiin no es posible, sino cuando cada uno de los componentes de la sociedad esté dispuesto a hacer sacrifi- cios y concesiones en provecho de los demas, 0 que le sea impuesto por algu- nna fuerza LA LEY.— La Ley es el instrumento del cual se ha valido el hombre para establecer esas limitaciones, no s6lo de Ios derechos del individuo, sino tam- bién de los del Estado, a fin de que reine el orden, quede asegurado el libre ejercicio de los derechos de cada uno, y pueda levarse a cabo, pacilficamente, la satisfaccién de las necesidades de todos. Un buen ejemplo de esto nos lo ofrece nuestra Constitucién, cuands dis one en su articulo 8: “A nadie, se le puede obligar a hacer Io que la Ley no ‘manda, ni impedirsele lo que la Ley no prohibe”. BIENES JURIDICOS.— Los derechos, una vez protegidos por la ley, se convierien en bienes juridicos. La violacin de los mis importantes y esen- 1s site ales constituye una perturbacin seria de las relaciones sociales, el eco dela cual no se detiene en la persona lesionada, sino que llega alos demés asocia- dios, quienes temen por su persona, por sus bienes © mejor dicho, por sus derechos que creen amenazados, por Io cual se hace necesaria la sancién pe- nal, OBJETO DEL DERECHO PENAL.~ El Derecho Penal tiene por objeto, desde este punto de vista, mantener Ia tranquilidad en los espititus, y asegu- rar, lo més enérgicamente posible, el respeto de los derechos esenciales, procurando asi el cumplimiento de las leyes fundamentales, y amenazando con penas a aquellos que las desconozcan, o mas propiamente, que turben 1 orden juridico, al violar los derechos por ellas protegidos.. ANTIGUEDAD DEL DERECHO PENAL.— Es por este caricter del De- recho Penal que, sea cual fuere el tiempo, sea cualquiera el lugar en donde se even a efecto investigaciones, se verd que desde los més remotos, han exis- tido ciertas acciones prohibidas u ordenadas, y que penas variables han sido establecidas para quienes hagan lo prohibido o no hagan lo ordenado; penas que pueden afectar la sensibilidad fisica, la libertad, Ta fortuna, el honor, la consideracién, o cualquier otro derecho. Es que el derecho penal es tan viejo como el hombre, y su existencia “un hecho histérico primitive”, deducido de juicios de valor de cardcter empirico—cultural. ES LIBRE O DETERMINADA LA VOLUNTAD HUMANA?.— Las leyes penales nuestras, asf como todas las que aiin conservan en el fondo de sus disposiciones los postulados de la Escuela Clisica, han establecido sus érde- ries o prohibiciones bajo la conviecién de que el hombre, al actuar, lo hace bremente, esto es, que goza de libre albedrio, y que el obedecer'0 no las isposiciones de la ley, es la obra de una voluntad libre, porque dispone de tun sentido moral y de una conciencia, que le guian al realizar las actividades de su vida y escoger entre el bien y el mal. ‘Como una conelusién logica de este razonamiento se ha legado a la de que si el hombre es libre para cometer 0 no el delito; si es libre para adaptarse 0 no al orden establecido por la ley, en esta libertad reposa su responsabilidad. Hoy, empero, sin tratar de resolver este asunto que est grandemente i uido por los principios filoséficos, se puede decir que entre los positivis- tas, y sobre todo, los criminélogos més eminentes, se tiene como asunto in- 16 discutible, que ta voluntad humana no es libre, sino determinada por causas biolégicas, fisicas y sociales. Es més, se ha sostenido, que “si la voluntad es libre, y no causada, no tiene utilidad alguna indagar las causas del humano actuar, Y que, quien persista en ser indeterminista, no puede ser admitido, en Ia confraternidad de los crimindlogos, porque ello seria una contradi tio in adjectio”. ‘Algunos penalistas admiten, sin embargo, y esta parcce ser la tendencia ac- tual, que Ja voluntad humana es relativamente determinada, causada; que existe en ello una mezcla de fatalidad y de libertad, y que todo ser humano en esa situacién, conserva cierta dosis de espontaneidad que le permite actuar de acuerdo con la ley y que, en esa libertad, aunque limitada, reposa su res- ponsabilidad. Ya veremos més adelante, que si faltase esa indeterminacién de la volun- tad como fundamento de la responsabilidad, no nos encontrariamos frente 2 un finis mundi del Derecho Penal, porque perdido el fundamento de la moralidad, se acabase la responsabilidad, y no fuera posible la pena. De ningiin modo, pues, sencillamente, la responsabilidad, en vez de ser moral, lo seria fisica, legal 0 social, en razén de la peligrosidad, de la temibilidad, 0 del peligro que cl delincuente representa para la sociedad. Aplazamos la de este importante asunto, para hacerlo en el curso de Criminolo- EL PODER SOCIAL.— Ya hemos dicho que el hombre, ser eminente- mente sociable, con el fin de realizar los fines de su vida, ha hecho uso de la ley y como medio para establecer los limites de los derechos respectivos del individuo y del Estado. Pero, por el hecho mismo de vivir en sociedad, le- gard un momento en que encuentre de parte de otro o de otros oposicin al ejercicio de su derecho, lo que dari origen a colisiones. Para resolver éstas en un Estado bien orginizado, no es la fuerza el medio més apropiado, porque, en la lucha, triunfaria siempre el mis fuerte. Por esto es que, con el fin de asegurar el triunfo del derecho, ha sido organizado cl Poder Social, ‘cuya misién esencial es la de proteger el derecho de cada uno lucha se entable, la tome para si, descarte por la fuerza toda resistencia cul- pable, y asegure el imperio del orden juridico”. De lo dicho se deduce, que el Poder Social puede ser definido en este sen- ido, como “a fuerza colectiva y organizada puesta al servicio del Derecho. “cuando una 7 EIMITES DE LA INTERVENCION DEL PODER SOGIAL.— Al llegar a ste punto en nuestro estudio, es necesario que nos detengamos tin momento, para determinar si ese derecho de intervencién del Estado en la creacion de delitos y en la imposicién de penas tiene un limite, cul es el objeto que se persigue al establecerto y de qué medios se vale para proteger los bienes ju- ridicos que debe amparar. Ya hemos dicho que nuestra Constitucién expresa en su artfculo 8, acé- pite 5, que a nadie se Te puede obligar 2 hacer lo que la ley no manda, ni im- pedirsele lo que la ley no prohibe. De aqui se deduce que cada uno, para ‘conocer sus derechos y sus deberes, no tiene otro guia que Ia ley; pero pa- receria que el Estado, capacitado para hacerla, no tiene limite alguno para ello, lo que no es exacto, Nuestra Constitucién y las leyes establecen cules son los derechos del individuo, cuales las atribuciones de los funcionarios en- cargados del ejercicio de las funciones de poder, y la primera deciara la nu- Tidad de todo acto contrario a sus preceptos (Articulo 46). Por tanto, los hombres que detentan el Poder, asi como el Estado, y los asociados en gene- ral, estin sometidos al derecho y ligados por el derecho. Es necesario ahora, para delimitar los poderes del Estado, que insistamos cn las diferencias que existen entre la Moral y el Derecho, con el fin de de- cidir si € puede, a capricho, erigir en infraecion penal cualquier hecho. La Moral, 1o hemos dicho, es el conjunto de reglas que rigen el cjercicio de fa actividad humana, y determina en principio, lo que esté permitido, or- denado 0 prohibido. Estas reglas comprenden las del derecho penal. Las eaferas de accién de ambos no son iguales hoy, y no han podido serlo, sino cn tiempos y sociedades en los cuales los principios directores de la penali dad estaban inspirados en la razén de Estado, establecidos para defender la autoridad politica o religiosa, La Moral, también lo hemos dicho, establece tres clases de deberes: los del individuo para consigo mismo, de los cuales trata la Moral Individual; los deberes para con Dios, de que trata la Moral Religiosa, y los deberes para con sus semejantes, de los que trata Ia Moral Social. El Derecho es una ciencia social, y como todas las de esta clase, no se ocu- pa sino del estudio de las relaciones sociales bajo los diversos y complejos aspectos con que se presentan. Siendo asi, las disposiciones del derecho pe- nal deben encontrarse en su mayoria, dentro de las relativas alas de la Moral Social. Las reglas de la moral social que sanciona el derecho, y su conjunto, toman el nombre de Derecho Positivo, por oposicién a otras disposiciones 18 no sancionadas que constituyen el Derecho Natural o la Moral Social propia- mente dicha. Es por esto que, como dijimos, ha pasado el tiempo en que, por una exageracin de la misin del Estado, la legslacion positiva confun- ‘ia el Derecho con la Moral Retigiosa y con la Moral Individual, para cortar injusticias como las de Sécrates bebiendo Ia cicuta,y la de Cristo expirando flagelado, sangrante y leno de ignominia, clavado en una cruz. El Derecho Positivo contiene sus sanciones y fuerza a In obediencia, con trariamente a lo que ocurte con la moral, la cual, al no dirigire sino a la con ciencia de los individuos, no exige de ellos sino un asentimiento voluntaro, Es debido a esto que se dice que el “derecho no es Ia organizacin pact. fica de las rlaciones sociales, sino el restablecimiento, por la fuerza de esas relaciones cuando son turbadas; y que “el constreRimiento, es decir, Ia fuer 2 inseparable del derecho" Si se quiere encontrar una imagen grifica de esta manera de ser especial del Derecho Positivo, ijemos Ia atencién en la figura de Themis lo diosa de Ia Justicia segiin la Mitologia. Ella tiene, en una mano, la balanea para pesar los actos, y en la otra una espada, para defender el derecho ¢ imponer el respeto del mismo. Acerca del simbolismo de esta imagen ha dicho Thering “La espada sin la balanza seria Ia fuerza brutal la balanza sin la espada,se- ‘a la impotencia del derecho: la una no puede ir sin Ia otra. No hay orden juridico perfecto, sino alli en donde Ia energia con la cual Injustice de la espada, es igual a lahabilidad con que mancja ls bala. 2°. FI Estadd monopoliza el poder de compulsion, usa del constreimiento, 0 sea, de las sanciones como medio de restablecer las relaciones sociales per. turbatdas; pero dobemos determinar ahora cudles pueden ser esas sanciones Reconocidas legalmente Ia existencia de un derecho y su violacién, compe te al poder social restablecer el orden por medio de In compulsion, y lo hace, por tres medios: la cjecucin directa a eecucién indirectay Ia pena. Se dice que se usa del primer medio, cuando impone efectivamente fa observancia de las preicripciones 0 prohibiciones legales; que usa del se fundo, cuando destruye 0 tiene por no sucedido, lo hecho en conttavencién de la ley; y del tercero, cuando impone una pena por haberse violado dere- hos protegidos por la ley penal. Cuindo debe imponerse una w otra de eras sanciones? Para responder a esta pregunta, permitasenos dejar hablar, con su innegable autoridad, a Garraud, quien dice: “Esto es preguntar qué limites separan al derecho ci- vil del derecho penal; cules Ia razin de Ia distincin hecha por ls legisla- 19 Pere ore ee ee re Een a coe ae eae Cee nr tar cement ene ome ma Foe reir i i lel perjuicio a que esta obligado, Wegard a ser pasible, por este hecho, de un Se i rman atk herd fee re met es wera ae eee oe acenleittn sp ado a Pt ee sd buy en re ee ce a eee eeeeeeneec eer venitn ‘de nuestra propiedad, sino a la conservacién de 1a propiedad de se a et tate pan a a tae dete be et Fi tc de rae ate reprinted a cmd tno Sete Pr ae ge cere poderes declarando delito penal el acto.que ha sido la causa de €. Es deci, ines dara dei pnt nt Sona ee cae ot te oe Sate eee 20 En consecuencia, concluye dicho autor: “esta observacién elimina del do- minio de la represi6n tres categorias de actos: 1ro., aquellos que son del do- mminio de la conciencia, 2do., aquellos que el Estado puede prevenir por me. dios menos coercitivos que la pena; y 2r0., aquellos para los cuales la justi- cia civil da una proteccién suficiente” DOMINIO PROPIO DEL DERECHO PENAL.— SANCION PENAL.— SANCION CIVIL.— Ya hemos dicho que el derecho penal lo han definido como el “conjunto de reglasjurfdicas establecidas por el Estado, que asocian al delito la pena como legitima consecuencia”. Tomada esta definicién al pie de la letra, pareceria que cada vez que la ley sanciona el incumplimiento de las obligaciones legales, estuviésemos frente a una pena, ya que el derecho Penal es, segiin se ha dicho, esencialmente sancionador. Pero no ¢s asf: si por ejemplo, una persona menor de edad realiza un acto de la vida civil sin los requisites o garantias establecidos por la ley; si se constituye una socie- dad sin cumplir las reglas que de modo imperativo exige la ley;si una persona no ¢jecuta una obligacién contractual contraida, o si causa a otro un dao Por su culpa, en todos estos casos, vimos que las leyes civiles o comerciales sancionan la destruccién del estado antijuridico, reparar el dai © con la condenacién a s esto €5, que para esos casos existe una sancién civil o comer- cial, y asi ocurre con algunas leyes administrativas, Son estas sanciones de ccardcter penal? De ningiin modo, pues no tienen las caracteristicas que dis- tinguen a estas iltimas. Cudles ton esas caracteristicas? 1.— El concepto de culpabilidad.— Cuando ante los jueces se plantea un litigio en relacién con el no cumplimiento o la nulidad de un contrato, por ejemplo, el proceso tiene, en principio, un caricter puramente objetivo, y en 4, salvo casos raros, para nada entra el examen de la persona del contratan- te en falta; pero cuando por el contrario se acusa a un individuo de haber cometido un homicidio, es necesario relacionar el acto, no sélo con la dis posicién legal que lo incrimina y sanciona, sino también con la persona del sujeto activo del mismo, ¥y averiguar las circunstancias en medio de las cuales actué, y también, su estado fisico y mental; examinatle psicolégica, biologi. a y socioldgicamente, para de ello deducir su responsabilidad, sea esta mo. ral, fisica legal 0 social. — Naturaleza de la sancién.— Las sanciones del derecho civil, del co- ‘mercial y algunas del administrativo se ejecutan, en principio, sobre los bie nes de la persona obligada, mientras que las penas propiamente dichas, con 21 sisten en la violacin de ciertos derechos pertenccientes al delincuente, me diante una ejecucién directa sobre su persona, sus bienes o su honor, ya pri ‘indole de la vida, de la libertad, de la integridad fisica 0 mora, privindole de algunos derechos o restringiéndole el ejercicio de otros. Estos dos conceptos fundamentales, el de culpabilidad y el de pena, son los que distinguen las sanciones del derecho penal, de las de otras dsciplinas juridicas. MOTIVOS QUE JUSTIFICAN LA PENA.— En casi todos los tiempos, las, penas aplicadas a ios delincuentes en nombre de la sotiedad encontraron y ain encuentran su justificacién, en la mayor parte de la Iegislacion, en los distintos sentimientos que provoca la infraccién entre los hombres y en la necesidad de darles satisfacciOn suficiente, para levar al dnimo piblico la tranquilidad, Esos sentimientos son: a) El miedo de ver repetido el delito por el delincuente o por otros; ) El horror y la repulsion que causa el delincuente, ) El deseo de venganza que despierta el delito, por la indignacién que cau- sa, la cual se manifiesta, a veces, por una reaccién violenta de parte de Ix victima, de sus parientes y aiin de las turbas, como ocurre en los casos de linchamiento, Pero estos sentimientos que casi siempre han hecho nacer la infraccién, son dafiosos, por excesivos. Y sila pena se Ilegara a imponer bajo su sola inspiracién, seria exagerada e injusta, y por consiguiente, dafiosa tam- an Estos sentimientos son atenuados y combatidos por otros hoy vivos en Is, conciencia de todos los pueblos civilizados, a los cuales debe dar también satisfaccién la pena, a saber: ‘) La humanidad, Ia piedad, y el intento de reeducacién o de reforma, los ‘cuales han dulcificado las penas ¢ introducido principios de enmienda y de ‘moralizacin en las mismas, e inspirado el desarrollo de instituciones como Ia liberacién condicional, el patronato y el perdén; y i ) La justicia y Ia defensa social, que corrigen los deseos de venganza, de- terminan una proporcién o apropiacién razonable entre la pena, la gravedad | lad o peligrosidad del sujeto activo del delito. 22 CAPITULO IHL BREVE RESENA DE LA EVOLUCION HISTORICA DEL DERECHO PENAL.— Vamos a hacer ahora una scinta resfa del Derecho Penal a travée de la historia, para ast poder apreia mejor su evolucién yeu ha sd ln Aluencia. de esos dstntossentimientos que desperta el delto en la organ sin de as pens y de ee modo, nos sed posible conocer In principe fundamentals sobre fos ete debe teponal penldad en uns buen leg El Derecho Penal ha pasado por varias fseso tapas que pueden ser de signadas con ls siguientes denominaciones:L- Perfodo de la venganea pr vada; I~ Perfodo teolegico polio de la venganza divin ypoblcny de ln intimdacin; I~ Periodo humanterio, y IV-~Periodo contemporinco, penitenciario y politico. . No se puede decir eon propiedad que esos distntos periodo estén exacta ¥ claramente delimitadosy definidot en la historia del Derecho Penal, put cada época en la historia de las dstintassocedades, nos muestra cierta mes: ch de prince eens, a gue pesado vive nel presente ye prlom ga ene futuro; pero logue aes cierto ee que en cada epoca predominan y te caracterizan ciertas ideas mas que otras. a , I= PERIODO DE LA VENGANZA PRIVADA.— En todos los niéicleos sociales, tanto en la antigdedad como en nuestros dias, cuando el Estado no esta debidamente organizado, y no cuenta con autoridad piiblica fuerte y sa biamente constituida, las victimas de los delitos o sus parientes reaccionan violentamente contra la ofensa recibida, sea inmediatamente, sea mds tarde, ¢ inigen al ofensor,o alos miembros de su familia, de su tibu, de su clan © de su regién, un mal generalmente mayor que el que ha sido causado por eldelincuente. " ee 23 Bien se echa de ver que esta reaccién individual 0 de grupos, denomina- da “venganza privada”, tiene el doble inconveniente de ser, como instintiva, ‘excesiva, y que atrae a su vez nuevas violencias que dan nacimiento, como ha ‘ocurrido en nuestro pais en el pasado, a fuchas interminables y sangrientas entre familia. La venganza privada era realizada, en los primeros tiempos, segtin sostie- nen macstros eminentes, de familia a familia, de tribu a tribu, de clan a clan, por lo que se afirma que la responsabilidad penal, antes que’ individual, fue social, i Ihering afirma que la venganza no conoce otra medida, que el grado pura- mente accidental, arbitrario y pasajero de sobreexcitacién del individuo | lesionado y que, en lugar de destruir Ia injusticia, no hace sino doblarla, | agregando a la existente, una nueva. Es fécil comprender que por esto tenia que ceder muy pronto ante Ia ley y el orden. Esta etapa, segiin creen algunos maestros, no pertenece al Derecho Penal, cen el sentido que hoy damos al término; pero nosotros aceptamos la tesis contraria por creerla mas acertada. EL TALION.— La ley y el orden aparecieron en efecto, y fue en época muy Iejana, al final de la primera edad de la piedra, o sea la del Paleoliti- co, © come dice don Bemaldo de Quiroz, al alborear la aurora de la segunda ‘edad de la piedra, de la piedra pulimentada, o seguramente antes; un orden fundado en principios que, aunque torcos y simplisimos, se concret6 en la ley del Talién, Ia cual, al no permitit hacer al delincuente mayor mal que el que habia causado, constituye un gran paso de avance en las instituciones represivas. sta ley, de la cual no se han podido determinar el tiempo ni el lugar de 1 nacimiento, se expresaba asi: “Alma por alma, ojo por ojo, diente por | diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, Haga por aga, cardenal por cardenal”, esto es, “tal pena cual delito”, que es lo que significa la palabra “TALION”” | Se afirma que se la encontré ya escrita en el Cédigo Hammurabi, 1927 2000 afios antes de Cristo y con mayor desarrollo y perfeccién en algunas le- fislaciones antiguas, tales como la hebrea, la griega y la romana. Su aplicacin creé empero graves conflictos, porque no siempre era posi- ble hacer sufrir al reo tal pena cual delito; sobre todo, en algunos delitos de lascivia 0 contra la honestidad, asf como contra la propiedad, y en algunas | ry circunstancias especiales, como la de que el victimario sacara un ojo aun tuerto 0 cortara un brazo a.un manco. LA COMPOSICION.— Otra limitacién surgié contra la venganza privada para evitar los inconvenientes del Talién, que se llamé Ia COMPOSICION, ‘mediante la cual el delincuente estaba obligado por la ley a pagar a la victi- ‘ma y ésta a aceptar, mediante su renuncia a vengarse, una suma de dinero ‘como el precio de la sangre, Esta transformacién de la pena en una repara- cién pecuniaria y privada, fue la fuente de los delitos privados que existfan en muchas legislaciones, como la romana, y més tarde en los pueblos germa- La venganza privada no cede, sin embargo, ante estos obsticulos, y no desaparece sino poco a poco, bajo la influencia de las ideas de la Iglesia, sracias al derecho de asilo, ala tregua de Dios, y debido a un mayor y cre- ciente poder piblico, el cual, al devenir més fuerte, brinda mejores garantias 4 individuo; asegura por medio de penas publicas la defensa de la sociedad, y si asi puede decirse, se encargé de satisfacer los deseos de venganza de lor ofendides. IL,~ PERIODO TEOLOGICO-POLITICO DE LA VENGANZA DIVINA Y PUBLICA Y DE LA INTIMIDACION.~ Llegé al fin el momento en que hha quedado constituida la autoridad piblica y tomado p:~a sf el encargo de sancionar las ofensas al derecho; pero ya éstas no lo son solamente contra la victima de la infraccién, sino que, como esa autoridad se presentaba con calidad de delegada o representante de Ia divinidad, se las estimaba dirigidas contra ella, y es por eso que los actos menos graves, aiin las simples palabras, eran considerados como turbadores del orden piiblico y religioso, y como tales, castigados con penas rigurosas; con suplicios destinados a apaciguar a la divinidad o a la autoridad ofendida, y a colmar, no sélo de dolor y sufri- mientos al reo, sino de terror alos que, en el futuro, pensasen o quisiesen delinquir. Asi, eran castigados con la muerte por medio del fuego, Ia blas- femia, el ateismo, o negacidn de la existencia de herejfa, 0 sea el error pertinaz contra lo que cree la iglesia el sacrilegio, o lesién, o profana- cin sobre persona, lugar o cosa sagrada; la brujeria y la posesién demonia ca, Por esto se puede decir que la penalidad europea, desde la antigiiedad has- ta fines del siglo XVIII, reposaba sobre la idea de la venganza social y de la intimidacién. 2 Es por esto que los jurisconsultos romanos ensefiaban, qué la pena tenfa smo fin, a defensa social por el temor; es por eso también, que la legisla ny Ia jurisprudencia francesas estaban impregnadas de sentimientos que se expresaban asi: “Ia venganza esta prohibida a los hombres, y sélo el Rey puede ejercerla por medio de sus oficiales”, y que “as penas han sido esta- Dlecidas para causar temor, terror y ejemplo a todos, especialmente a los malvados”. De este modo se explica que en esos tiempos, se instruyeran procesos a log animales, de los cuales veremos algunos muy curiosos; que se enjuiciara alos cadivetes, y que Ia vindicta alcanzara ain a las cosas mobiliarias 0 i mobiliarias pertenecientes a los culpables de erimenes de lesa majestad; co- mo fuese tan grande el desco de levar la intimidacién a su mas alto grado, que hiciese inventar y multiplicar los suplicios; condenar a pena de muerte, no sélo por hechos de sangre, sino alin por robos domésticos 0 robos simples ftidos por reincidentes, y someter a los reos a los-miés repugnantes su- plicios por medio de penas burlescas como la picota, la berlina, la publicidad de Ia cjecucién, etc. Y, en cuanto a los infelices que no eran condenados a muerte, sino a otras penas, se les arrojaba a las mds inmundas prisiones, sin ‘que se cuidate nadie de las reglas mas clementales de la igienc; sin que nadie se preocupase por Hevar hasta esos antros, socorros morales 0 religiosos, trabajo y ocupacién; sin que nadie, en fin, se preocupase por la enmienda de ‘esos pobres seres entregados como bestias, a la mas infame y brutal arbitra riedad y explotacién de sus carceleros. : Para dar una idea no més de lo duras y groscras de esas pena, he aqué lalista de algunas de ellas en Roma y en Francia: En la antigua Roma: pena de muerte por decapitacién, por la horca, por salto de Ia Roca Tarpeya, en la cruz; por combate con las fieras, y por la inmersién en el agua en un s2co con un gallo, un mono y una vibora para los parricidas. Pena de trabajos en las minas, de desticrro, deportacién y re- legacién. En la antigua legislacion francesa. En Ta antigua legislacién francesa eran aplicables en esa época, como aflictivas ¢ infamantes: la muerte por des- cuartizamiento, por el fuego, en Ia rueda y en la horca; en total, en 115 ca- 0s. Galeras a perpetuidad, destierro perpetuo, galeras temporal, azotes piblicos, multa honorable, destierro temporal, la marca, colgar al ro por el sobaco, colocar en un enrejado para ser arrastrado, el caddver de los grandes 26 criminales; mutilaci6n del puto a los parricidas, amputacién de a lengua, la picota, reclusion perpetua, y prisién perpetua. PENAS AFLICTIVAS NO INFAMANTES.— Decapitacién a los nobles, tortura con o sin reserva de pruebas, reclusiOn perpetua y azotes no piiblicos. PENAS INFAMANTES PRINCIPALES.— Admonicién, interdiccién 0 suspensién de un oficio piblico, abstencién de presentarse en ciertos lugares, reparacién de honor y privacién de privilegios. ACCESORIAS.— Muerte civil, degradacién de nobleza, condenacién de la memoria del difunto, reprobacién o vituperio, y el més ampliamente infor- mado. Después de un examen de esas penas se ha Hegado ala conclusién de que sus caracteres mas salientes en estos tiempos, los cuales se extienden hasta las reformas evadas a cabo por Ia Revolucién Francesa, eran los siguientes: incertidumbre en las leyes; incertidumbre de las penas y poder arbitrario del jues; excesiva severidad y visible crueldad; desproporcién con la gravedad del hecho sancionado; un rigor fuera de toda medida para los crimenes con- tra la religidn, contra el Estado y contra el soberano; barbarie de la penali- dad y de su ejecucién; desigualdad de las penas segiin la condicién social del reo; penas aberrantes que atacaban a personas que r> eran los autores del hecho; y, en fin, no se tenia en cuenta sino la materialidad del hecho, ya que sélo se trataba de intimidar y de ejemplarizar; y, en cuanto al proce dimiento, era secreto y no contradictorio. Estos principios directores de la penalidad, inspirados en la razén de Es- tado y en la necesidad de la defensa de la autoridad real o religiosa, fueron explicados y defendidos en Italia por Julio Claro y Farinacio; en Francia, por Ayrault, Muyart de Vouglans y por Jousse, y, en Alemania, por Soch- werzenbert y por Carpzovio. Il,-PERIODO HUMANITARIO.— Contra principios tan absurdos, ex- presin de un desmedido empefio de intimidar y de hacer sufrir a todo tran- ce, se produjo una reaccidn: Cristo predieé la cardad, la fraternidad, y acer- ca de la redencién del ser humano; y es por esto que la iegislacién penal ca- nonica, inspirada en tales ideas, puso al servicio del derecho penal la piedad, la humanidad y Ja moderacién como medio, no de emplear sus penas para 27 tinico fin, si ir ta enmienda y rehabilitacion casas, como, nico fi, sino de conser In eamienda y rhabitacin Sel tombe cdo ent dete, Lo temas peitenlios inagurados por In Ilesia en Ia Edad Media egaron a tener wn aelanto y una perfecién te, que, sin opiiones no carentes de ran, muchas legilsonet mo- Gemmas no han alcanzado todavia las metas logradas por ellos en las tuciones represivas. jas a obtener el mejora- Snicas eran humanas y encaminad: Las penas canénicas Te a am can a na ae diac cme screams ee dlepnty eo decid con crater component yn eo Ss elt rene nan ie ‘a realizar, desde aquellos tiempos, coe ee He a at ct ome ean tno cme se oc dea ye oe 6 stua, el internamiento tempo- enas canénicas eran: la detenci6n perpetua, el intern o tempo sel Le ao mae ee a el, om pom ee ee te Ses eee eign cngr ie se ee a jah lorem Fy en icin a eli pte ie i rs ga gaa ws coe pet fe et eh ch ta Para eg ata wr tomace te si men yw tei ee a pe inp ye mi ct te: sca oy See ter abusos, tal régimen dio lugar a ello, y menudearon ed ideas iii ad hacerlos cesar, criticas que el célebre y hasta cierto punto 0 is mone sachet sls ee tu mos ia ie Mn ig” (20) + 13h? Bes ee econ dpa scm 28 prodlamé, Y Feparar el buen orden y a imprimir el terror a los malvados. Perd, en la justicia eclesidstica, se trata, sobre todo, de obtener la salud de las almas, Que en la justicia secular, son la severidad y el rigor quienes presiden o: nariamente; pero es el espiritu de caridad, la compasion y la misericordia, lo que debe predominar en la justicia eclesidstica”, Es por esto que a este venerable monje se adjudica el titulo bien merecido, “de ser uno de los recursores de la escuela penitenciaria moderna” Estas ideas saludables, obra de la Iglesia, ejercieron influencia en el dnimo de algunos gobiemos y particulares, y es asi como vemos, por ejemplo, que los burgueses de Amsterdam fundaron en 1595 una prisién para hombres, y, en 1596, otra para mujeres, con el fin marcado en ambas, de consegui le reclasificacin de los condenados por medio del trabajo y del desarrollo de Jos sentimientos religiosos. Asimismo, en el siglo XVI, en Holanda y en Ale~ ‘mania, fueron fundados establecimientos penitenciarios con fines similares, En Italia, el Papa Clemente XI, en 1708, fundé la prisién de San Miguel para jévenes delincuentes, y escribié en e! frontispicio de la sala principal, ‘sta frase que ha legado a convertirse en Ja divisa de todos euantos lucha contra el delito: “Parum est coercere improbus poena, nisi probus eficias disciplina”, 0 sea: de nada vale castigar a los delincuentes con la pena, se les enmienda con la disciplina, Clemente XII ered en 1735 una prisién para mujeres; Ia Emperatriz M Hla Teresa de Austria hizo edificar en Milén, en 1795, una prisin con 140 celdas, de las cuales 25 eran para mujeres, 20 para los muchachos, y el resto ara hombres, Pero la mejor de todas las de ese tiempo, la que desperté los ‘mayores entusiasmo, fue Ia fundada en 1775 por el vizconde Vilain XIV, gran Baillé de Gantes, con el sistema celular. Es amrastrado también por el influjo de estas nuevas directivas que un inglés, sherif del Condado de Belford, John Howard, emprendid entre los ‘ios 1775 y 1790 una serie de viajes por Europa, con el fin de estudiar las prisiones existentes, las que encontrd, salvo raras excepciones, en deplora- bles condiciones. Estos viajes no los termin6, sino cuando, después de haber cscrito su oélebre obra “Estado de las Prisiones e Historia de los Lazarctos”, fallecié en Kerson, Crimea, en 1790, atacado de una fiebre carcelaria, Gomo bases de las urgentes reformas de las cdrceles indicd las siguientes: lo. necesidad de higiene y de un régimen alimenticio fortificante; 2do. disciplinas diferentes para los prevenidos y para los condenados; 370, educa: cién moral y religiosa; 4to, obligacién de trabajar, y educacién profesional, 29 ¥y Bto, sistema celular dulcificado por la educacién moral, rligiosa y profe- sional. ‘Bate hombre verdaderamente admirable, tuvo gran influencia en la refor- sma penitenciaria que se reliz6 en el curso del siglo XVIII en Estados Unidos, tn Inglaterra, en Italia, en los Pafses Bajos, en Prusia, y ain en lo poco que Gn Francia se hizo al tespecto. Los mas notables de sus disefpulos fueron Bentham y Mirabeau. 5 Lot filgsofos y enciclopedistas del siglo XVIII, Diderot, D’Alambert, Hel vetius, Holbach, Voltaire, Montesquieu y Rousseau, “protestaron en nombre de la humanidad y del principio de utilidad, contra los horrores de In docti- tna de la expiacién y de la intimidacién”; pero quién puede aspirar con justo titulo al de campedn de las nuevas ideas; el verdadero autor de una gran revo- lucién en el Derecho Penal, es César Bonesana, Marqués de Becaria, quien en su pequeio gran libro, “De los delitos y de las penas”, publicado en 1764, fla edad de 25 afos, proclamé, en medio a la mds viva oposicién, pero en hombre de la justicia y de Ia humanidad, que “el derecho de castigar no es tro, que el de defensa que cada individuo cede al poder social al entrar en jue “ese derecho tiene por limites Ia justicia la tilidad social, que las penas no pueden pasar, sin ser injustas, los Ifmites dela estricta ne- Bi fin de la pena, decfa, “no es atormentar y fligir a un ser sensible, ni hacer desaparecer un delito cometido, sino impe- dir que el culpable reincida, y evitar que otros sigan su ejemplo’ ‘Como consecuencia de tales ideas, combatio, en principio, la pena de muerte, las torturas, el juramento del acusado, la atrocidad de las penas, {a prodigalidad de los suplicos, y proclamé ademés, la necesidad de Is cer- tidumbre de las penas, su personalidad, su dulcificacién y su proporcién con cldelito, y la legalidad, tanto del delito como de la pena. Muchas de las reformas propuestas por él fueron realizadas por la Revo- tucién francesa, la cual, por medio de la “Asamblea Constituyente, aplican- ‘penal los principios contenidos en la declaracién de los proclamé la igualdad de do ala legislacién derechos del hombre del 26 de agosto de 1789” todos ante Ia ley penal; que las penas eran personales; abolié los procesos que se hacfan a los cadiveres y la confiscacién general; estableci la legali- Gad de los delitos y de las penas; que no podian ser erigidos en delitos sino hechos perjudiciales a la sociedad; mantuvo el rigor de la penalidad en las taciones, la marca, la multa sonde- penas necesarias; suprimi6 los suplicios y las mutilacione Fonorable, la pena que consistfa en arrastrar a los cadaveres o a Jos c 80 ‘ado Jo azote y tas pnts perpetus, Por ota parte, los casos de aplice jn de In pena de muerte, entonces an fecuentes, fueon redid de 15 2s 82 y,ctando se impona, conf en la simple privaién de avid, sin los suplicios que en ciertos casos la precedian. Todo esto quedo conse, fro end Cie Rend Francs de 1791. a. as penas que en esa época podian ser aplicadas, quedaron reduc sat I mute een porno mr de 24 af econ enw ea le fuerza, la prision con aislamiento, la degradacin civic, la agolla, lace, posicin pilin, laprisin, la malta, la confiscacén espedal, Como una reaccién contra el Antiguo Régimen la Asambles Constitayen- ts, para temminar con el pode abitrario de fos juces, decrets la fas de las peas, de tal modo, ie desde ete momento, el jue qed convertde en rior automtico deels,sin qu le face peti napa as circunstancias de hecho, relativa unas al hecho mismo, y otras al agente; y, finalmente, suprimis, debido alos abusos aque habie do inaled de conceder gracias oe condenadon, tT Mb do ee En esta época habia ya en Francia é . ya en Francia alguna preocupacién por realizar re formas en Io relativo al régimen pentenciario; y, aunque tales ides no tae, ron éxito efectivo, puede eitaree como interesante, d empeho de Mirabece ¢n tal sentido, cuando, en 1790, en nombre de una comiston designads pare suprimir las Srdenes de prision lamadas “Ietires de cachet” eatudie la cpa, nizacin de las prisiones y sefalé au estado deplorable; most los incomee, nientes de la promiscuidad y de la ociosidad; sents los prineipice que « tu Juco debian ponerse en pista en las nuevas prisoner que designs cone nombre, muy significative por cierto, de “casas de mejaramiento™ con tee to oblate edt, mca cee cm gatonato para ls liberiados. Esto er fo que ha dade ga aque te ia que abilén y'Mirabeau son los verdaderos precurto % shin y Miaenu son los verdaderonprecitotes del clara pie Batre tanto Jeremfas Bentham echabaas ats en ngater de uns nie 8 concepcién penal y pesitenciaria, y recomendaba una prison que See meme nn ea din colcae ene cent, pda roperiiarconinuamente oda tcl vez, las cuales estaban dispuestas crculanmente alredelor de te Punto, como los radios de un efrlo, A la pena de prsign as ongunizade ata anor cdo ent aa ones cn correccisn y la reforma, y recomendaba como medio para conseguir soy fi 31 : nes: 170. la organizacién del trabajo con educacién profesional; 2do. la ins- trucciém moral y religiosa; 3ro. la separacién en pequefios grupos; 4to, el patronato de los libertados; Sto. asegurar la reparacién del dafio causado @ la Mictima por medio del trabajo del condenado; y Gto: Ia reaccién contra las causas mismas del delito por medios preventivos. Bajo la influencia de las ideas utiitarias de Bentham, no muy bien com- prendidas, quien dijo que “lo que justifica la pena, es su utiidad mayor, 0 Incjor dicho, su necesidad”; que “los delincuentes son enemigos piblicos”, fue redactado, discutido y votado el Cédigo Penal francés de 1810, en una época y en tna sociedad asaz perturbada, y en donde se hacia necesario res- tublecer el principio de autoridad venido a menos. Es por esto y porque se cxtimé que las penas de 1791 eran muy poco duras, que esta ley penal sur- £16 particularmente severa, y restablecié muchas de las penas abolidas en 1791, tales como la confiscacién general, la marca, la mutilacién del puio del parricida, las penas perpetuas, y aument6 los casos de aplicacién de la pena de muerte Esta legislacion, sin embargo, y con ello se dio un paso hacia adelante, suprimié la fijeza de las penas, y dej6 al juez, en lo que asu aplicacion con- ieme, cierto poder de apreciacién entre los limites de un méximum y de tin minimum por ella establecidos, y amplié su poder en el sentido de la in- ddvidualizacin de la pena, mediante la adopein de circunstancias atenuan- tes para los delitos correccionales, cuando el perjuicio que causaran no fuese mayor de veinticinco francos. Empero, este Cédigo, segin expresan Vidal et ‘Magnol, “es una pura construccién juridica, en la cual predominan las reglas abstracts, las fieciones y las férmulas jurfdicas; observa al criminal como un tipo abstracto, imaginado por la razén, fuera de la realidad de la vida, y no camo un set real, viviente, obrando y obedeciendo a pasiones y a méviles sarlables; concibe el delito, no como la obra del criminal que manifiesta las pasiones, el cardcter y el temperamento del hombre, sino como una entidad Juridica abstracta, que tiene una naturaleza propia e invariable, La respon- Sabilidad penal es, por consiguiente, exclusivamente objetiva, y no calcula- da, segin el estado de alma del delincuente; a pena debe, en consecuencia, Ser'la misma e igual para todos los autores del mismo delito, tomando por punto de partida el tipo ficicio y convencional del hombre razonable, y procediendo por via de generalizacién, la ley supone a todos los delincuentet Vaclados en el mismo molde, idénticos frente al mismo crimen, y susceptibles de ser retenidos por la misma pena”. 32. sesEs to ae como obseran los mismos autores, una legilacin conta tes Hincamlentos y fundada en css concepos, tenfa que choca de manera osa con la realidad, y fue al jurado a quien correspondié dare las pri fs baal, pus duchy seberan desu veeicto no ota ain proce bids de indviduaizar la pen, y dispuesto a no plicarla cuando ia encon taba ijt no acs en descargar To es, rene as nas Haas camente por el leisador. Es por esto por lo que cl gobierno de Restauracion, en la ley del 25 de junio de 1824, extendisy en su nce le gislacibn, la facultad de aplicar las circunstancias atenuantes a ciertos y deter, sic a fr antes a certosy deter Es en este momento de la historia del D m de la historia Jerecho Penal francés, cuando: de Broglie, Guizot, Cousin, Jotroy y Ross propusiron una doctina ot la ecléctica frances, I cual, combinando Ia de la justica absoluta 0 dele cxpicin expcada por Kamt, yl eoria de In dd soil ened por entham, dieron origen a una legislacién més humanitaria y mis us nancia con la realidad de la vida, a un sistema 7 temperase Joe dos anteriores. Esta nueva concepeié : epcion se expuso as: “Ialey puede y debe catigarcirtos Actos, undo y porgue ello necearo ara el mantenimiento dela sau ad socal, ya. que I amenasa del cargoes sutciente para eta acon sin de esos actos; pero no pte dee eastigaros in cuando sc haga ia en estos limites: “pas plus q'il n’e ‘i juste” en ts plus ql n'est necessaire et pas plus ql nest juste” Eatas nuevas ideas, poplarisadas en una obra de Rosi, (Derecho Penal) publicada en 1829, fueron las que dieron como resultado que se hiciese svn general el Cig Penal tac 98d de 182 en pero do de In Restauracién, por lo cual te liam a éste ant reformed, gc gue con Mu modiineshesado Te wen segiin lo veremos més adelante. — [La penalidad, debido a esta nueva corsiente de ideas, fue dulificada ws allen ao crimenesy alos dels, y dan syprimias muchas nas, como la mutilacibn del puo de los parrcidas, la mareay la argo For ors pare, In nti dens creuranc tenant fue feel ta y leva a méximan de efecto, ya feat de aplcarssb jurado, quien Megé asia ser dueBo de tna especie de facultad legisativa que combinase y temperase 33 ‘como es Ia de modificar en'hecho la ley penal, cuando la encontrase dema- | indo sigurosa on discordancia con el estado social. En esta época fue establecida In distineiSn de los delitos politicos de los de deco comin, surgeon ds evs de pes uma part ada et Intaceién, yen 1848, se supsimié In pena de-mucre en materia politica i it Z i 6 10 durante el Im- 'Bl arunto_penitenciario no experiment6 progreso alguno duran perio, y perastié bajo el dominio de la reglamentacin de los aticulos 603 1 605 del Cédigo de Tnstraccin Criminal, con sus consecuencias de promis aided, holgazaneri, falta de higiene, y fuente del contagio moral mis peli- gr0s0. CAPITULO IV PERIODO CONTEMPORANEO, PENITENCIARIO Y CIENTIFICO. LA ESCUELA CLASICA.— Las concepciones acerca del delito y del delin- ‘cuente de que acabamos de hablar nacieron en Italia, y puede decirse que Beccarfa fue su autor. A los que Ie siguieron inmediatamente o se le antici- paron, a todos, se les lamé clésicos del Derecho Penal y a su escuela, a Es- cuela Clésica, la cual fundaba la responsabilidad penal en el libre albedrio, esto es, en la libertad de decisi6n de la voluntad humana. Hasta este instante se crey6 que las causas del crimen eran exclusivamente las malas pasiones como 1a avaricia, la pereza, Ia venganza, los celos, la lt- Juria, la ambicién, ete, Surgen ahora nuevas tendencias, dos nuevas escuelas, bajo la denominacién comtin de “positivas”. Sus fundadores son también en gran parte italianos, porque Italia es, puede decirse, la madre legitima del Derecho Penal. Ellos son: César Lombroso, profesor de medicina legal de la Universidad de Turin; Entico Ferri, profesor de Derecho Penal; y Rafael Ga- rofolo, magistrado, a quienes se ha dado el nombre de los “tres evangelistas del Derecho Penal”, aunque debian ser cuatro, ya que Beccaria, por lo dicho, es merecedor de tal titulo también, ya que a él se debe que el Derecho Penal Ilegase a ser tenido como una ciencia. Los nuevos puntos de vista de estos tres hombres de ciencia han sido ex: puestos en tres obras fundamentales que son: EL HOMBRE DELINCUENTE de LOMBROSO (1876); SOCIOLOGIA CRIMINAL de FERRI (1881), publicada primeramente con el nombre de ‘Los nuevos horizontes del De- echo Penal”; y LA CRIMINALOGIA DE GAROFOLO (1885). Las ideas contenidas en estas obras recibieron una gran publicidad. La opi- nign piblica las ha hecho objeto de las mds enconadas discusiones, no sélo en libros y discursos, sino en vatios ¢ importantes Congresos Intemacionales de Derecho Penal y de Antropologia Criminal, como el de Roma, en noviem- 35 bre de 1885; el de Paris en agosto de 1889; cl de Bruselas, en agosto de 1892; el de Génova en agosto de 1896; el de Amsterdam, en 1901, el de Co- Tonia en octubre de 1911 y varios otros. Los adeptos de estas nuevas tendencias son much0s, pero sus opositores no han sido menos numerosos. Tales concepciones tuvieron su maxima conerecin primera, en el Proyec: to de Cédigo Penal Italiano del ato 1921 redactado por Ferri, el cual ha si- do objeto de estudio y comentario de la mayor parte de los estudiosos del Derecho Penal del mundo entero, Veamos brevemente estas nuevas ideas. ESCUELAS ANTROPOLOGICA Y SOCIOLOGICA.— Estas escuelas, al ‘exponer y fundamentar sus doctrinas, parten de principios que pueden ser ‘enunciados asi, segiin expresan Vidal et Magnol: Toda accién humana es el efecto de causas intemas o extemas que obran sobre nosotros, y contra las cuales cada individuo reacciona de una manera diferente, segin su carécter particular. Tal accién no es por tanto, el produc- to de una voluntad libre. El libre albedrio no es sino una epariencia, porque todo hecho de la ac tividad humana, y en particular, todo delito, es el producto de una doble serie de factores, a saber: ro. los factores internos o endégenos, orginicos © biolégicos inherentes al cardcter individual, a la constitucién fisico— ‘quimica del autor del hecho; y 2do. los factores externos o exdgenos, natu- rales o sociales, inherentes al medio fisico y social en el cual vive el individuo, ‘Los papeles respectivos de esos diversos factores son muy poco diferentes: los factores extemos constituyen las causas ocasionales de los delitos; os fac: tores internos; las causas determinantes de ellos, y resultantes de predispo- siciones individuales, segiin los bidlogos. Los socidlogos crren que los facto- res sociales son los fundamentales, Pero el concurso de estos diversos factores es necesario para la produccién del delito. Es esta necesidad de su cooperacién, Io que puede explicar solamente, de una parte, emo todos los individuos colocados y viviendo en el mismo me- dio, en las mismas condiciones sociales, no se comportan de la mismas condi ciones sociales, no se-comportan de la misma manera, en las mismas circuns tancias, y, en presencia de las mismas tentaciones, los unos cometen un cri- men, o mejor dicho, delinquen, mientras otros resisten a la tentacién, y otros se suicidan. Por otra parte, cSmo es que individuos que tienen el mismo cardcter y 36 Ja misma organizacién, no observan, sin embargo, la misma conducta en si tuaciones semejantes; pues, los unos devienen criminales, otros siguen siendo hhonestos y virtuosos, y otros, sin cometer el delito, se mantienen al borde del Cédigo Penal, por las iregularidades e indelicadezas que son su obra ha- bitual? Para los primeros, el factor individual es diferente; para los segundos, los factores sociales, el medio y tas condiciones de Ia vida social no son los El delito, como toda otra accién humana, es un fenémeno de origen com- Plejo, tanto bioldgico como fisico—social, segtin los grados y las modalida- des, los que varian con tas diversas circunstancias personales, reales, de tiem- po y de lugar. Estos diversos factores tienen un valor y una influencia Pectiva y variable seyin los individuos y las circunstancia: tanto es el ear ter individual, antisocial, el que determina el delito, sin causa ocasional importante 0 aparente; tanto al contrario, son las causas externas u ocasio- rales las que influyen ¢ impulsan hacia el erimen a naturalezas débiles que oscilan sin cesar entre el bien y el mal, , fst comprobacén determina una primera dvisin de los eiminals en: 4) criminales por causas enddgenas o criminales por causas bioldgicas. En esta die de delineate preponderant ve cn ra, Los criminales natos, que sufren una perversién y una aleracién con- sénita del sentido moral, y son efnicos, frios, premeditan el crimen sin pesar nt remordimientos; que viven del delito y no lo ditinguen dela industria nesta. Segin una explicacién que de ellos se ha dado y que tuvo fortuna al prin- cipio de esta escuela, la aparicidn de estos indicios de criminalidad serfa un hecho de atavismo: Ia resurreccién accidental de tipos habituales a nues- 100s lejanos ancestros y que, asf como el anatomista encuentra en el cuerpo hhumano, trazas de érganos initiles o perjudiciales, del mismo modo los antropélogos vuelven a encontrar en el cuerpo social, el instinto primitive perpetuado en algunos representantes del salvajismo pasado, los cuales son hoy tistes despojos de un pasado desaparecido, que traen, en medio del jozden y Ia Iegaidad modems, las pasions y las violencas de ls edades ejanas. 2da. Los eriminales por arrebato o por pasién, quienes sufren un simple debittamiento dl sero mor y son impale, pnts yon es nee cién y la reaccién, que tienen pasiones violentas, que cometen delitos ins. 37 : i 3 : t , bajo el impulso de una especie de huracin tanténeamente y sin reflex psicoldgico. : 'b)Criminales por causas exégenas 0 sociales. En estos delincuentes, se decia, Ia influencia del medio es la determinante de sus acciones. A éstos se les dividid también en dos clases que son: 1) los criminales de ocasién. Es- tos son relativamente honestos; estén dotados de sentido moral; pero son débiles en la resistencia y se dejan arrastrar por las tentaciones y las ocasio- nes; y 2) los delincuentes por habito odguirido, los cuales son empujados al delito por los malos ejemplos, Ja mala educacién, por haber estado en un am- biente corruptor, como la prisién; porque no han podido rehabilitarse des- pués de una primera condenacién; que hubieran sido honestos si hubiesen {Estado colocados en otfo ambiente, y que, en fin, son precoces y reinciden- tes por causas adquiridas, contrariamente a los criminales natos, quiienes, segiin se dijo, los son por causas congénitas. : "A estos cuatro grupos de criminales se agregé otro, el de los eriminales enajenados. De ahi la clasficacién en cinco grupos propuesta por Ferri, a saber: criminales natos 0 instintivos, criminales enajenados, criminales de hibito, eriminales de ocasién, y eriminales por pasién. CARACTERES DISTINTIVOS QUE FUERON ATRIBUIDOS A CADA CLASE DE DELINCUENTE!: Criminales natos.— Esta clase de eriminales, cuya tipificacién pertenece én propiedad a Lombroso, se caracterizaba, se- iin él, por una serie de signos particulares, estigmas degenerativos de diver- sa naturaleza, que forman el tipo criminal. . ro. Los estigmas anatémicos 0 morfologicos pueden sintetizarse en el retrato que de tales delincuentes nos hizo el autor citado, que son: mirada fri, vidriosa, cruel y dura; talla baja, eraneo pequefio, braquicéfalo y asimé: trico; frente estrecha, arcada superciliar prominente, ojos hundidos y obli- ‘ues; faz larga y ancha, pémulos salientes, huesos zigomaticos prominentes, nariz aguilena, labios delgados, mandibulas voluminosas, orejas en forma de fsa, asimetria craneana y facial, eabellos abundantes, barba rara, rostro pé- lido. ‘2do. Los estigmas biolégicos y funcionales consistian principalmente, en Ss seas dela senbihded cy dori o de diversas funcones de los érganos del cuerpo, camo son: 1) lt sensibildad tatil y dolorifica ex mis obtusa entre los ctiminales nator que entre los individuos normales, lo que prueba Ia frecuencia del 38 tatuaje, y es desplazada, mas obtusa en la derecha o igual en los dos lados, mientras que en Ios individuos normales es mis obtusa en la izquier 3)ET funcionamiento de os Srganos de los sentidos es iregular, La vas Pncpments, es afectada de diversas anomalias tales como el daltonismo. ¢) Sucede lo mismo con las funciones del movimiento, cuya iregularidad esti caracterizada, sobre todo, por la frecuencia del mancinsm, inept tud y torpeza; la ambidextrfa, manifestindose en los brazos, las manos ¥ la ‘marcha, que corresponde a las mismas irregularidades de la sensbilidad; mal funcionamiento de los reflejos vaso—motores, manifestindose sobre todo, por la ausencia de enrojecimiento del rostro, consecuencia no solamente de idad moral, sino también de una irregularidad orginica. » anomalfas constitucionales, que se manifiestan por la afemina- cién_y la masculinidad, consistentes en que un individuo de un sexo presen- ta en su estructura general, en su conducta y en sus gestos, ciertos caracte- res del sexo opuesto, y en elinfantilismo y la senilidad prematura, los cuales consisten: el infantilismo, en una especie de retardo en el desarrollo mental, que conserva a individuos de una edad madura y avanzada, los atributos del nifio o del pillete, y la senilidad prematura, en una usura precoz de todos los érganos. S10. Las estigmas psicoldgicas, particularmente estudiados por Ferri, fueron resumidos en tres anomalfas principales que son: la insensibilidad moral, a imprevision y la vanidad. Faltos de sentido moral y de sentimientos altruistas, son profundamente egoistas y animados por las pasiones mas bajas: venganza, avaricia, pasion Por el juego, por el alcohol, el tabaco y el libertinaje. Los predispuestos a ello no tienen repugnancia alguna por el crimen; no experimentan remordimientos después de su ejecucién; no distinguen el homicidio y el robo de una industria cualquiera, y la prisién no es para ellos, sino el riesgo de su profesién, o una vivienda asegurada y a veces deseada, Sin embargo, Ia insensibilidad moral y la repugnancia por el crimen, no son jempre absolutas, sino limitadas y especializadas a cierto género de crime- res. Asi, algunos no titubean para matar por venganza 0 por odio; pero se abstienen de robar. Otros al contrario, roban, pero se detienen ante el pen- samiento de atentar contra la vida de otro, fenémeno este que Ferri lamé “daltonismo moral”. Pero, lo que mejor «wacteriza alos criminales natos ~segiin los que crefan en su existencia~ es —_precocidad e incorregibilidad; precocidad que hace 39 que, sin pasar por Ia vagbunderfa u otros pequefios delitos para progresar cen seguida y llegar alos erimenes més graves, debuten a menudo, en su infan- cia o su juventud, por un crimen odioso, un asesinato. La incorregibilidad, resultante de Ia ausencia de sentido moral, Ia cual centrafiaré nuevos crimenes en una préxima ocasién, sin que se pueda conse {guir su reforma o enmienda. 2do. Criminales enajenados.— Al lado de los criminales natos se colocaba a los delincuentes enajenados, esto es, a aquellos que, bajo Ia impulsién de tuna enfermedad mental, cometen crimenes o delitos. La escuela positivis- ta italiana confundia a algunos de ellos con los criminales natos: los locos morales, quienes, segiin se cree, obedecen como aquellos, a una fuerza, a una impulsién irresistible, por estar atacados por esta forma de locura por largo. tiempo desconocida, que se designa con los nombres de “imbecilidad moral”, “Jocura razonante”, etc, la cual consiste en la ausencia 0 la atrofia del sen- tido moral, 0, mejor dicho, del sentido social, de una manera congénita 0 adquirida, compatible con una aparente integridad del razonamiento. Los enajenados propiamente dichos, cuya enfermedad es esencialmente variable en sus formas, eran tenidos como “la figura exagerada del criminal nato”, y los distingufan de ellos solamente, por los signos exteriores y pato- ligicos de su enfermedad. 'En fin, entre el demente y el hombre sano de espiritu, la escuela italiana colocé a un grupo de individuos que no son ni completamente enfermos, ni completamente sanos, y que pertenecen, bajo el nombre de matoides 0 semi locos, @ la zona intermedia admitida por Maudsley en Inglaterra, que contie- rhe caracteres y grados numerosos en Ia anormalidad psiquica y que rompe cl equilibrio mental, sin legar hasta Ia locura, pero que quita la facultad de la prevision y el imperio sobre si mismo, e impide proporcionar y reglar sus Criminales de habito.— Son aquellos que, después de haber cometido su primer delito, ordinariamente en Ia juventud, y contra la propiedad, no consecuencia de tendencias innatas, sino més bien por debilidad moral, debido 2 la influencia de las circunstancias y de un medio corrompido, per- sisten més tarde en el erimen, contraen el hibito crénico de 4l, y hacen de ello una verdadera profesién. La prisiOn en comtin les ha corrompido moral y fisicamente; la prision celular les ha embrutecido; el alcoholismo les ha des- moralizado, y Ta sociedad, rechazindolos, antes y después de Ia prision, y abandonindolos ala miseria, ala ociosidad y a las tentaciones, no los ha ayu- 40 dado en la lucha que tienen que sostener para reentrar en la vida honesta. Ellos presentan, como los criminales natos, los caracteres de la precocidad ¥ de la reincidencia, y por eso se les consideré como verdaderos inadaptables sociales a unos y otros. Criminales pasionales.— Estos son individuos de un temperamento san- guineo o nervioso, de una sensibilidsd exagerada, algunas veces desequili- brados o epileptoides, que han tenido una vida regular e irreprochable. Co- meten lo més a menudo un atentado contra las personas en la juventud, bajo la impulsién de una violenta pasién: eélera, amor, amor contrariado, celos, honor ofendido, etc., que ejetce sobre ellos, puede decizee, una fuerza irre. sistible, Estin profundamente emocionados antes, durante y después del acto cximinal, el que cometen, salvo raras excepciones, de una manera sibita, sin premeditacin, sin reflexin, sin ocultarse y sin preparar el modo de eje- ccucién, Se arrepienten inmediatamente después del hecho y experimentan uun remordimiento tal, que a menudo se suicidan o intentan hacerlo en el momento 0 poco después de la ejecucién del crimen, Estos delincuentes, que no se corrompen en el presidio, presentan fist camentejlos caracteres opuestos a los de los delincuentes natos, pues tienen generalmente una fisonomia bella, atrayente, “anticriminal”, segin decta Lombroso. Criminales de ocasién.— Bl criminal de ocasién no tiene, por naturaleza, luna tendencia al delito; es mas bien empujado por las circunstancias ex. teriores y las tentaciones resultantes de las condiciones del medio en el cual vive: miseri, chances de impunidad, incitacin, etc. Tiene en su condueta, Ja influencia'del elemento psicolégico que le separa del hombre honesto, y ‘una debilidad de resistencia a las tentaciones, pero este elemento no tiene sino un papel secundatio, y por esto es que el criminal de ocasin dfiere del criminal nato y del que lo es por habito adquirido, Lombroso dividié este género de delincuentes en: a) criminaloides, tos que son autores de delitog ordinarios o positivos, y b) en pseudo criminales, a Tos que cometen delitos politicos. SISTEMA PENAL Y PREVENTIVO DEL POSITIVISMO.~ La escuela Positvista, tomando como punto de partida la bancarrota del sistema penal existente, y el fracaso de Ia represin, tal como se practicaba, declard que cra preciso cambiar enteramente ese sistema penal y su aplicacién por me- diosrepresivosnuevos. éCémo? Modificando la aplicacién de las pends segin 41 a categoria de los eriminales, y completando la tucha contra la criminali- dad, mediante instituciones preventioas que taviesen por fnaidad evitar las focasiones y las tentaciones a las cuales sucumbian algunos de esos delin- euentes. ; ‘Ademds —se afirmaba— puesto que las acciones humanas, y los delitos en partials, no son el resultado de una voluntad libre, no hay que hablar de culpabilidad ni de falta moral que castigar o hacer expiarjno hay que hablar seem canton tin desasonen que no son sino mein deseguridal yy de defensa social. Esas sanciones debian ser: 1. Para los criminales enajenados, el internami ‘manicomios o asilos especiales de enajenados criminales. '2.— Para los criminales natos, Ia muerte, la deportacién perpetua, o el intemamiento por tiempo ilimitado, no en una prisién celular, que Feri Tamé “una de las aberraciones del siglo XIX”, sino en una colonia agrico- Ja, con trabajo al are libre, . Para los criminales de habito, la misma penalidad, Gon la sola diferencia, de que la pena eliminatoria podia ser aplicada al criminal nato en su primer ‘erimen, ordinariamente grave, mientras que no lo serfa a los de habito, sino después de cierto nlimero de reincidencias. ; Para los criminales de ocasién, se debia evitar sobre todo, convertirlos en criminales de hdbito, por medio del sistema penitenciario al cual se les some~ tia, [Los medios que se debian emplear con este fin eran: a) para los entregarlos 2 familiares honestos, 0 internarlos, por duracién indetermina- da en colonias agricolas, teniendo el cuidado de evitar las grandes aglomera- ciones, con aislamiento y trabajo al aire libre; b) para los adultos, supres de las cortas penas de piisién, y en caso de delito poco grave, s6lo la obliga- cin de reparar el dafo causado a la victima, Cuando el delito revistiese ‘caracteres més graves, si esta obligacin resultaba insuficiente, se les debia condenar al exilio local temporal; y, para los erfmenes graves, intemamiento, por tiempo ilimitado en una colonia agricola, bajo una disciplina menos se- vera que a la que son sometidos los criminales de habito, con la posibilidad de obtener mas tarde, segtin su conducta, la libertad condicional. Para los delincuentes pasionales, ninguna pena crefan que fuese necesaria. Los remordimientos experimentados por el criminal bastan, salvo la oblige cién de reparar a la victima el daito causado, y si fuere necesario, un exilio to por sentencia, en 42 Jocal temporal, lejos del lngar del crimen, y del domicilio de lavictima y de su familia, En cuanto a los medios preventivos, alos “sustiutivos” de la pena como Jos llamé Ferri, son numerosos, y no se puede dar un extracto o compendio de ellos; pero basta citar como ejemplos, las diversas instituciones destinadas 4 combatir el desarrollo del alcoholismo, la mendicidad y la vagancia; apro- ‘eger ala infancia abandonada y explotada; a luchar contra la excitacién de Jos menores al libertinaje, a la prostitucin y ala trata de blancas. Se podria agregar Ia idea nueva y osada que ha sido propuesta en libros, congresos y proyectos de ley y aiin consagrada en varias legislaciones de prohibit el ma- teimonio a los degenerados y a los individuos afectados por enfermedades hhereditarias trasmisibles, y ain su esterilizacién o asexualizacién para impe- dir su reproduccién fuera del matrimonio, RESUMEN DE LOS PUNTOS DE VISTA DE LA ESCUELA ITALIA- NA.~ Por todo lo dicho, se advierte que la escuela Postivista italiana: Iro., sustituyé al estudio del delito en sf, apreciado en su gravedad intrinseca u abjetiva, el estudio directo del delincuente, apreciado en su cardctet, su tem- Peramento, sus ideas, sus tendéncias, el conjunto de los cuales permite fjar su grado de peligrosidad, el dafio que representa para la seguridad publica, su “temibilidad”, segin la expresién' un poco inapropiada de Garéfalo, de Ja cual depende Ia clase a que pertenezca el delincuente, y sive para deter. minar la naturaleza de los medios que deben emplearse contra él. 2do., Estimé que la voluntad humana no es libre, sino determinada; que ta responsabilidad en consecuencia, no es moral, sino juridica, socal o legal, ¥ que, todo individuo temible es responsable, aunque no sea imputable 5ro,, Pero, otro elemento subjetivo juega también un papel importante, segin esta escuela, en la apreciacién del grado de responsabilidad social del delincuente: la calidad més 0 menos antisocial de los motivos que lo hayan impuliado a cometer el delito, pues la criminalidad del acto varia, con el srado de antisocialidad de los motivos, y la pena debfa variar en telacién «on ello, ya que el mismo acto, un homicidio, por ejemplo, sin este-eri- terio, cambia de naturaleza con los motivos que lo hayan inspirado: odio, ambicién, (motives antisociales); defensa del honor ofendido, reaccién de ‘una muchacha seducida y abandonada por su seductor, (motivos menos ane sociales) legitima defensa, estado de necesidad (motivos legitimos y socia. les). 43 CRITICAS HECHAS A LA’ ESCUELA POSITIVISTA ITALIANA.— Es indudable, por cuanto se acaba de ver, que las escuelas antropalégica y so- Golégica han determinado en la ciencia penal, un feliz y fecundo movi- miento, introduciendo en ella el método experimental y de obseroacién, aplicindolo al estudio de los criminales. Han demostrado la folsedad de la concepeidn del tipo abstracto y uniforme de delincuente sobre el cual repo- san todavia, en gran parte, las legislaciones penales entre ellas Ja nuestra, y sobre todo, su aplicacién prictica. Han dado més precisién a los estudio acerca del mundo de los malhechores y de los criminales, y probado la ne- ccesidad de adaptar la pena al caricter esencialmente variable de cada cul- ppable a los motives diversos que determinan los delitos; en suma, hacen variar la pena segiin los delincuentes y las circunstancias, y no exclusioamen- te, segiin los delitos. Han precisado y fevorecido el desarrollo de la idea que parece imponerse hoy, de la individualizacién de la pena; y, en fin, han dado tun impulso nuevo a la organizacién de las instituciones preventivas de la eri- ‘minalidad, de las cuales, su concepeidn particular del temperamento crim nal, ha probado la utilidad y ain la superioridad sobre lor medios represivo Todo esto es innegable; pero cabe decir, y aqui comienza Ia eritica, Io. que ta clasificacién de los delincuentes desde el punto de vista antropols fico se presta a serias objeciones, y su ofirmacién del tipo criminal, ha sido ‘objeto de enérgicas protestas. No hay acuerdo entre los observadores acerca de la existencia de los diver- sos estigmas del criminal nato, de su importancia, de su significacién antro- poligica, y de sus relaciones con la criminalidad. Es més, hoy se niega rotun- ‘damente su existencia. La experiencia ha mostrado que esos estigmasseencuentran en muchos sujetos que jamés han cometido infracciones, y no tienen, ademés, un caréc- ter lo suficientemente significative y preciso, para permitir que se afimme Ia inclinacién innata al erimen de quienes los poseen, y, de ese modo, el tipo ‘criminal desaparece ante la incertidumbre de las comprobaciones y cl desa- ‘cuerdo de los observadores. La prueba de la existencia en algunos asesinos feroces y precoces, de al ‘gunas anomalias, como la frente fugitiva, 1a prominencia de las arcadas de las cejas, Ja anchura de las sienes, el desarrollo de la mandfbula inferior, no permiten establecer una regla general, y afirmar Ia existencia en ellos del tipo ccongénito de asesinos. Esos son a menudo signos de degeneracién. Es cierto 44 que muchos criminales son fisicamente degenerados, pero ello, como hemos icho, no es siempre un signo indubitable. 2do. Por parte, los estigmas psicoldgicos, la ausencia del sentido moral, pueden ser adquiridos, y resultar de la educacién, del medio, o de otras ci ‘cunstancias mesologicas, ast como de causas orginicas que son consideradas actualmente, como que desempefian un papel importante en la criminalidad. La misma incertidumbre ¢ igual desacuerdo existen acerca del origen y de la causa de esa predisposicién de los individuos afeetados del pretendido ti- po criminal: se ha visto en ellos, tanto a locos morales, anestesiados morales; tanto epilépticos, como histéricos, neurasténicos o degenerados. 310, La impunidad prometida a los eriminales por pasién, no obstante la gravedad del atentado de que son autores, un homicidio por ejemplo —se dice es insuficiente y daftosa para la seguridad piiblica; es la consecuencia de un canicter demasiado exclusivamente individual asegurado a la pena. Se ve que el criminal actual no preocupa, sino su porvenir y la posibilidad de su reincidencia, y se descarta la pena cuando se cree poder afirmar que esta reincidencia no tendré lugar, y que el culpable esté suficientemente corre gido por sus temordimientos, sin que ello haya sido objeto por otra parte, de comprobaciones ciertas. Esta manera de considerar el papel de la pena, —s¢ agrega~ es demasiado estrecha, pues se sacrifica su caricter preventivo general, para no ocuparse sino de su caricter preventivo especial o individual. Se olvida también que la pena, aunque ésta no ¢s su finalidad primordial, es una advertencia, una lec- cién dada por la ley, no solamente al culpable, sino a todos; el signo de la desaprobacién legal, el cual debe dirigirse indirectamente a todos. Ademés, cl arrebato de Ia pasién no podria justificar el crimen. Los eximinales para quienes la escuela positivista misma pide la represin més severa, obedecen a pasiones mas o menos violentas: odio, venganza, ambicién, etc. ‘Lo que ocurre indudablemente al delincuente pasional en muchos casos, es que su victima ha cometido respecto de él una falta moral o social, més 0 menos grave, de la cual Ia ley o las costumbres no aseguran una reparacién suficiente, y que el crimen no es entonces, sino la reaccién més o menos in- mediata contra esta falta, como en el caso de la muchacha seducida, hecha madre y abandonada por el padre de su hijo; del marido o de la esposa ultra- Jado que se venga del otro cényuge y del cémplice de éste, fuera del caso y de las condiciones del Art. 324 del Cédigo Penal. ‘Sin embargo, —dicen~ la impunidad legal propuesta ain en ese caso por la 45 escuela italiana, contrarfa al principio superior y necesario del orden social, de que nadie tiene el derecho de hacersejusticia por si mismo. 4to. Por otra parte, ~continiian los impugnadores— la escuela positvista italiana, queriendo reaccionar contra las exageraciones de Ia escuela clésica, que daba demasiada importancia al delito y ninguna al delincuente, ha caido en el exceso contrario. Ella no ve sino al delincuente, y no considera al deli- to, sino como manifestacién o signo exterior del temperamento, de la no- ‘cuidad, de la temibilidad de su autor. Sto. Por otra parte, —siguen diciendo— comparando al Derecho Penal con la medicina, la represién y la prevencién de los delitos con la terapéu- tica y la profilaxis, que los médicos de hoy cuidan a los enfermos y no @ las ‘enfermedades, y que los penélogos deben tratar a los delincuentes y no cas: tigar tos delitos; que las enfermedades existen independientemente de toda intervencién humana, mientras que los erimenes y los delitos son creacién de la ley y no existen como tales, sino cuando son prohibidos y penados por la ley que es una obra puramente humana; que fuera de la lista de aeciones prohibidas por la ley, puede haber actos inmorales, pero que sus autores no pueden ser calificados como criminales ni Hegar a ser justiciables de las j risdicciones represivas y puesto que no puede haber delincuentes sin delito, criminal sin crimen, es preciso, ante todo, fijar los elementos esenciales del crimen, comparar entre sf los diversos delitos y determinar su gravedad res- peetiva La diferencia entre los criminales dependeré, no exclusivamente, sino en parte, de la diferencia de gravedad, de los erimenes. Esto es lo que han ad- mitido los fundadores mismos de las escuelas positivstas. Es asi como Gasé- falo, en su Criminalogta, asigna el primer lugar a la detenminacién del delito, y Feri declara que el crimen servird para caracterizar al criminal nato y dis- tinguirlo del criminal de ocasién, como asimismo, en el proyecto del Cédigo Penal italiano de 1921, se establecen sanciones que se han de pronunciar basdndose, sobre todo, en el criminal y en el crimen, admite que esas sancio- nies no pueden intervenir sino después de la ejecucién de crimenes o deli tos, y que la ley debe establecerlos “segin su gravedad juridico~social, objetivamente considerada”. 6to. Allé no se trata de criminales natos, y si toda idea de falta moral que hha de expiarse es eliminada, de tal modo que las medidas que se han d ‘mar contra los ctiminales ya no llevan el nombre de penas sino el de sanci nes, éstas, en su organizacién de las medidas contra los enajenados, los de- 46 sgenerados, puestos aparte los menores, se parecen extrafamente por su ré- gimen y su cardcter riguroso, a las verdaderas penas de los viejos cédigos clé- Ast, el proyecto enviaba a los enajenados al asilo; sometia a los menores a medidas educativas, pero dictaba contra los autores de crimenes, la “segre- gacién simple y rigurosa” temporal o perpetua, bajo un regimen que no di- fiere del dela prsion o de la reclusi6n, con obligacién de trabajo, aislamiento noctumo, ete. Sin duda, este proyecto determinaba ciertas circunstancias de més ‘gran dafio” o de “menos daiio”, que permitian 2 los jueces pronunciar una san- cién diferente, més 0 menos rigurosa, y estas circunstancias se refieren ala persona del eriminal. Pero aiin en es0 —se afirma— no hay nada auténticamente revolucionatio, so es lo que hacen todos los dias los magistrados en Francia, y en otros pai ses, movigndose para pronunciar la pena, entre el méximum y el minimum, aplicando cireunstancias atenuantes, ordenando a veces Ia suspension de la ejecucién del fallo, o pronunciando una medida de eliminacién como la rele- gacién Tmo. En fin, el dicho proyéeto no Hegaba hasta asegurar la impunidad le- gal y completa a los delincuentes por pasién. No ve en el haber obrado por pasién un hecho excusable, o por la emocién debida a un dolor intenso, 0 por temor o en un acceso intenso de célera injustamente provocado por otro, sino una circunstancia que indica un daio menos grave en el criminal, que permite atenuar la sancién en la cual ha incurrido, pero no la suprime, salvo Ia aplicacién, en los casos excepcionalmente favorables, del perdén judicial En conclusién, ~siguen diciendo—, al tratar de darle forma conereta en un texto legislativo a las doctrinas antropologicas y socioldgicas, sus partida- rios se han visto forzados a rechazar lo que en elias habia de mds extremoso, asi como las soluciones que hab ian merecido las més justas critica. Con todo, —se afirma—, el proyecto de Ferri tiene, sin embargo, el gran mérto de la reglamentacién particular de las diversas instituciones penales y penitenciarias que admite, como estin admitidas ya por la mayor parte de las legislaciones modemas, de llevar lejos el andlisis, y de dar soluciones de de- talle, interesantes, cuyo fin ¢s mejorar la legslacién positiva de los diversos paises, y es indudable que la mayor parte de la legislacién penal del mundo, se orienta hoy por derroteros netamente positivstas, descontando mucho de Jo que, indudablemente, habfa de inaceptable en esta escuela. 47 mS CAPITULO V LA UNION INTERNACIONAL DE DERECHO PENAL..— En vista de las dlivergencias existentes-entre las distintas tendencias o escuelas de Derecho Penal, una tentativa de conciliacién de las doctrinas sustentadas por la es- cucla clisca, a antropolégica y la socioldgica, ha sido realizada por tres pro- fesores de derecho penal mundialmente conocidos que son: M. Von Hamel, holandés, profesor de la Universidad de Amsterdam; Adolfo Prins, belga, profesor de la Universidad de Bruselas, y el iltimo, Von Liszt, alemén, pro- Tesor de la Universidad Marbourg, y luego de las de Hale y de Berlin. Con cate fin fandaron en 1899, la Unién Internacional de Derecho Penal, la cual hha reunido congresos intemacionales periddicos, y publicado una revista de sus trabajos escrita en francés y alemén, hasta que se disolvié al iniciarse la primera guerra mundial en 1914, Después de agrupar en su seno a criminalistas de paises y tendencias dis. Lintos, termind al fin por formular una doctrina cientifica que ha sido resumida asi: 1) Sin aceptar todas las ideas de la escuela italiana, ha recono- cido la necesidad de adoptar el método experimental, y de tener en cuenta los estudiog antropoligicos y socioldgicos para la investigacién de las eausas diversas de la eriminalidad, y los medios, igualmente diversos, de combatir- Jas; 2) la pena no es el tinico medio de licha, y debe ser completada con Ia organizacién de instituciones preventivas, que tengan por fin hacer més raras las ocasjones y las tentaciones de delinguir; 8) la pena no debe tener un fin exelusivo, sino tender, segin los casos, a la intimidacién, a la expiacién, 2 la reparacién y a la enmienda; 4) la pena, en su aplicaciOn, debe ser indi Vidualizada, es decir, adaptada a las exigencias resultantes de las condicio- res personales y sociales del dlincuente. Desde el punto de vista de esta indi- Vidualizacin de la pena, es preciso tener en cuenta las diversas causas que concuren a la produccién del delito. Toda infraccién, come toda accién 49 humana en genera, es el restltado necesario de dos grupos de factores: de tun lado, la individualidad, en parte adquirida del culpable; de la otra, las circunstancias exteriores que compaiian el cumplimiento del dlito, 0 causas sociales de la infraccién; 5) no es posible luchar contra el delito, sino por una accién positiva sobre esta doble clase de Factores, y segiin que la accién pre- ponderante sea de una clase o de la otra, el cardcter del delincuente cambia, ¥ se deben modificar los medios de lucha. De ahi Ia division de los criminales ten dos categorias principales: a) el delincuente de ocasién, quien sucumbe fen el momento del acto, debido a poderosas influencias exteriores (miseria, econémica no atendida, ganancia apetitosa y facil, ofensa hiriente, excita cién pasajera ocasionada por la bebida, etc.), cuva individualidad cede com: pletamente al peio de las circunstancias exteriores, y que no es menos hom bre que los otros; y b) el delincuente de habito y el de naturaleza, en los cua les la infraccin es la expresin fiel, la imagen reflejada de la individualidad aque es, en sf misma, el resultado de sus disposiciones innatas y de su género a via, Pero, ls eteunstancias scien, medio econdicoy soca jegon tun papel importante, no solamente sobre la inclinacién al crimen adquirida por el género de vide, sino también sobre ls dsporciones qu {0 misra {fisiologice, econémica y moral, obrando sobre los padres del criminal, influ- ‘yen sobre la personalidad innata de éste, la cual se desarrolla siempre mis, bajo la influencia de las circunstancias exteriores. La conclusién deducida de estas constataciones es que las aplicaciones de la antropologia deben tar subordinadas a las de la sociologia en materia penal y que no se ha podi- do encontrar todavia el tipo tinico de criminal nato; 6) al lado de estas dos categorias de delincuentes, es preciso admitirla més dificil de delimitar bien, ppero de Ia cual no podria discutirse la existencia, la de los anormales: aleohé- Ticos, impulsivos, degenerados, neurasténicos, epilépticos, débiles de espi- ritu, etc., todos seres defeetuosos cuya anormalidad, sin legar a la locura, impide sin embargo, que la pena tenga accién eficaz alguna para producir la enmienda moral, y que necesitan un tratamiento especial que tenga por fin ‘ponerlos en la imposibilidad de perjudiear. La Unién Internacional de Dere- ‘cho Penal ha propuesto que se admita, ademés, que ciertos individuos, por sus antecedentes judiciales, por sus malos hibitos de vida, por sus taras siologicas y mentales, deben ser declarados en estado dafoso, y que conven- drfa tomar a este respecto, fuera de toda pena propiamente dicha, una me- dida de seguridad de duracién indeterminada, destinada a hacerles sur un tratamiento apropiado. Esta nocién del estado dafioso del delincuente mues- 50 tra la tendencia de la Unién a adherirse a la tesis de la defensa social, y a acentuar el lado subjetivo del Derecho Penal, y se acerca, sensibiemente, a las concepciones de la escuela positvista italiana, que se preocupa en tratar a los criminales segtin su “temibilidad”, Este estado daiioso o peligroso, segiin ellos, no podria ser negado. Exis- te ain en los individuos que no han cometido infraccién alguna. Pero como ¢s dificil de reconocer con certidumbre, seria comprometer gravemente la libertad y Ia seguridad individuales, el permitir al juez que, con motivo de un delito cualquiera, 0 ain sin delito, xe preguntase si el inculpado se encuentra en estado dafioso y, en caso afirmativo, tomase contra él una medida de se- sgutidad, Por tanto, es la ley misma quien debe fijar las condiciones y los sintomas, por medio de los cuales puedan los jueces reconocer la existencia de dicho estado. Esta cuestién ha sido examinada en diversos Congrésos Intemacionales, y la discusion ha recafdo casi tinicamente, sobre la conciliacién de las garantias de Ia libertad individual y de la nocién del estado daioso del delincuente, Algunas legislaciones se han inspirado en estas nuevas tendencias: Art. 65 del Cédigo Penal Norucgo; Ley del 11 de julio de 1908, Art. 4, de Egiptos Proyecto de Cédigo Penal Italiano; proyecios de los Cédigos Penales Suizo y Aleman. La legislacién francesa las aplica en la ley 27 de mayo de 1885;nosotros, en la ley que crea los Tribunales Tutelares para Menores (Ley No. 603 del ‘fo 1941); también hacen aplicacién de ello, el Cédigo de Defensa Social Cubano y Ia Ley de Vagos y Maleantes espaiola. La Unién Intemacional de Derecho Penal, como hemos dicho, se desor- ganizd a consecuencia de la primera guerra mundial del ato 1914, pero es in- dudable que su labor, aunque criticable en ciertos aspectos, fue eminente- mente provechosa. LA ASOCIACION INTERNACIONAL DE DERECHO PENAL.— Ter- ‘minada esa guerra, vuelven los penalistas a Ia lucha, y es ahora, bajo el im- Pulso entusiasta de Quintiliano Saldatia, profesor de Ia Universidad de Ma- rid, que se forma un nuevo agrupamiento de hombres de ciencia en el aio 1924, con la dominacién de Asociacién Internacional de Derecho Penal, ‘cuyo asiento se estab’ cid en Paris, en la Sorbona, en la Facultad de Dere- cho. Esta nueva institucin, que comprende grupos nacionales adherentes, no se ha enfeudado en escuela alguna: admite a todos los criminalistas, sea 51 cual fuere la tendencia cientifica a que pertenezcan, ha reunido Congresos Internacionales, el primero de los cuales se lev6 a efecto en Bruselas en el aio 1926, y decidié publicar y publica una revista trimestral, la Revista In- temacional de Derecho Penal. BREVE HISTORIA DE NUESTRO DERECHO PENAL.— Tenemos que remontamos un poco en el curso de Ia historia, para hacer més completa ‘esta exposicibn, esto ¢s, tenemos que comenzar por aquellos tiempos en que ain las naves expafiolas no habian tocado con sus quillas a nuestra isla de Haiti, como entonceszse la lamaba, y es preciso que revolvamos un poco las cenizas del pasado y retrocedarros a la €poca de los indios. ‘A pesar de que José Gabriel Garcfa nos dice, en su Compendio de Histo- ria de Santo Domingo, que “la administracién de justia estaba a cargo de los nitainos, quienes formaban un tribunal cuyas decisiones eran irrevocables después que pasaban por el juicio de los ancianos”, son muy pocos los da- tos que tenemos de esa época, y ninguno revela cuales efan las normas que tales jueces segu‘an para la incriminacién y sancién de los hechos prohibi dos u ordenados por los gobemantes, ni cudles eran esos hechos. Fray Bartolomé de las Casas nos dice, en su Historia de Indias, que los caciques, para gobemar @ Ios indios, “no pasaban mas trabajo que un padre de familia tiene en su casa solo, mujer € “no en muchas partes del mundo se hallaré esta maravilla”. Y agrega luego, que en esta isla “no se sabfa Io que fuese hurto, ni adulterio, ni fuerza que hombre hiciese a mujer alguna, ni otra vileza, ni que dijese a otro injuria de palabra y menos de obra”; que, “cuando ‘alguna vez, por gran maravilla, recibia algtin enojo de otro, la venganza que él tomaba era decile, si era zarco de los ojos, buticaco, aque quiere decir: anda, para zarco de ojos: y si tenia los ojos negros, xetica- 0, y sile faltaba un diente, mahite, anda, que te falta un diente, y asi otras, injurias de otra manera”; y, para darnos una idea de lo pacifico que eran los Indios, refiere: “y es verdad, como amiba en un capitulo dije, que habfa veinte afios que yo estaba en esta isla, y nunca vi refi en ella, ni en otra par- te, indio con indio, sino una vez en la ciudad de Santo Domingo, que vide rehir dos, y estibansé dando el uno al otro con los hombros y con los codos, estando quedas las manos, que no mataran una mosca si donde se daban con los hombros la tuvieran”. En lo de hurtar —agrega— “doy testimonio de lo que muchas veces por los ojos vide, y esto es, que no teniendo puertas en Jas casas, ni areas ni Ilaves ni cerraduras, como entonces no las teniamos, 52 se andaban los talegones llenos de oro, y atin no de granos para que estuvie- sen contados, sino menudo, como i fuera molido, especial de las minas, en unos como dornajilios hechos de ciertas hojas de palma, donde pon/amos nuestras trompillas, que también por aquellos tiempos eran pocas y me- tiendo las manos cada hora los indios que tenfamos en casa muchas veces al dia, y trayendo cada hora de una parte a ota los talegones, con 500, 600 y, 1000 eastellanos que tenfamos, nunca se hall6 que un grano 0 una pinta hiciese menos un indio, ni tal sospecha en nosotros caia”; y mis adelante sigue diciendo: “‘eran tan honestos cuando al conversar con sus mujeres, que nunca hombre de los espaiioles vido ni oyé dicir que se sintiese algtin acto dellos tocante’a la tal conversacién, burlando ni de veras”. “‘Cuanto al vicio nefando, es verdad lo que aqui afirmo, que nunca senti, ni entendé, ni of, ni sospeché, que hombre de los nuestros sintiese ni enten- diese, ni sospechase, ni oyera decir, que indio alguno de toda la isla, tal pe- cado cometiese, y ha mas de treinta aiios que caf en hacer particular ingui sicién de ello, y confesando a una sefiora india, viuda y vieja, Bien antigua, que habia sido casada con un espafol de los antiguos que yo conoci, pre- sintele si en los tiempos pasados, antes que viniésemos los espafioles a esta Isla, habia algo de aquel vicio, respondime que no, porque si alin hom bre hubiera mancillado dello, las mujeres a bocados los comiéramos o los ma- téremos, u otras semejantes palabras que me dijo”. En la misma obra se lee mas adelante: “Gobemaban los caciques de esta isla, manu regia, conviene a saber, sin leyes, por su buen albedrio, tantos pueblos y tantas gentes que eran sin niimero™. (Tomo II, cap. exe VIII, ag. 557, Edic. de 5 tomos, tomo 5, pag. 488). En el mismo sentido se expresa Casimiro N. de Moya en su obra “Bos- quejo Histérico”, pig” 25, cuando dice: “los eaciques gobemaban a sus sib- ditos como padres ¢ hijos. No creemos que tuviesen necesidad de jueces porque no se sabia lo que fuese hurto, ete, (transcribe casi el parrafo ya ci. tado de Las Casas). Moya afirma también, y en esto creo que hay acuerdo de opiniones, que en el momento del descubrimiento, la poblacién indigena “atravesaba el segundo periodo neolitico”; y siendo asi, no se explica cémo es que, si los inmigrantes que segin Bemaldo de Quiroz, atravesaron el Estrecho de Bering trafan el hacha pulimentada en una mano y en la conciencia la ley del talién, dejaran aqui el hacha y no la ley. También es un poco extrafia, frente al concepto de Las Casas, la afirma- 58

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