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Los usos politicos de la identidad Criollos, indigenas y Estado | ALEJANDRO ISLA | Tir Serta SRL EN Isla, Alejandro ‘Los usos politicos de la Identidad: crolos, indigenas y Estado. ~ Ved, - Buenos Ares: Libros de la Araucaria, 2009. 295 pr; 23x16 em. - Viclencia'y cara) ISBN 978-987-1300-25.9 1, Antropologia Cultural. 2, Pueblos Originaros. 1. Trulo cop 306 Coleccion Violencia y Cultura ‘Arte de tapa: Natacha Dinsmann Diagramacién interior: Ana Souza (© 2009, Libros de la Araucaria S.A, © 2003, Alejandro isi ‘Queda hecho el depésito que marca fey 11.723 Iimpreso en Argentina / Printed in Argentina Se probe ln reproduced total o parcial de est bro, a aes de mais pcos, ques, elecré- nice, Fotogrslices y de fotocopat, sn In autorzacian excita dels edtores, So mraclén ex penada por bs leyes 11.723 y 25.446 Ltrs dela Auraria S.A CChocabico 1421 = CLIGOAAE - Buenos Aes - Ager Te/lax, 458 11 43058058 Infotxosaraucaria com su Hbrosraucare. com Indice Prélogo, por Miguel Murmis u Introduecién, 8 PARTE I. Los RINCONES DE LA POLITICA Capitulol. Posturas y hechos. 23 1 Los arrebatos de la tierra 23 Il, Las ilusiones de la tradicién ‘ 28 I El Estado como préctica y como cosa 34 IV. Hegeronias y sentido comin . 40 V._ Precisiones 45 VL. La familia, el hogar y la unidad doméstica 48 VIL Sobre la “estrategia” 50 VIll La comunidad: una fccién promulgada . 53 IX. Para finalizar .. 56 Capitulo 2. Politica de la memoria. Contextos hist6ricos 59 Historia y etnografia. De mitos e identidades. 59 Il. Etapas histéricas de las poblaciones calchaquies 62 2} De la invasién europea al otorgamiento de la Cédula Real (1716). Las grandes rebeliones de los siglos XVI y XVIL 64 3) La reestructuracién amaichefa y vllista a partir de la Cédula Subsistencia y mercado. “ 70 ) Apogeo de la plantacign y el ingenio azucarero: la extension del trabajo asalariado. Coaccién y mercado 75 d) Crisis terminal de un modelo de desarrollo (1960 a 1989). La ampliacién del Estado 80 Ml, Espacio y teritorio | 83 Capitulo 3, Comunidad y Estado. Disputes en torno a la representaci6n piblica U I, m. Mv. v. wl wl Comna rural y comunidad. Los espacios institucionales La comuna “Comuneros” y “lugarefios” Espacio y teritorio Il. Continuidades y ruptures Facciones y clientelas. Luchas internas por los recursos: Ia necesidad de la representacién juridica externa Las facciones en Amicha : Laberintos de la representacién sociojuridica: carnpesinos y empleados estatales en busca de la “comunidad indigena"” VILA. De comunidad campesina a cooperative... VIL2. Las disputas por la construccién de la comunidad como “persona juridica”. Acuerdos precarios y rupturas definitvas VIL3. Elafio 1988 ... Ill. Los Btigios por Ie legitimidad de la “comunidad indigena” Capitulo 4. Los dilemas de la identidad I 4. ‘Anotaciones sobre las identidades. EI porvenir y sus disposiciones Capitulo 5. Tierra y comunidad. Los espacios de la identidad y la memoria I 0 El papel de la memoria y las précticas polfticas en la reivindicacién de la tierra y el terrtorio a La tenencia de la tierra en las dltimas decades. Sobre las complejidades de la juridicidad PaRTE Il, La ESTRUCTURA SOCIAL Capitulo 6. Métodos y técnicas. Interpretacién y andlisis I fl I. N Los puestos de observacién Lo partiutar en fo qobal: lcaldad y sociedad nacional. Pobladores \. pequefios produectores .. . Preparacién y formulacién del Censo de 1989 El modelo de ciferenciacion/diversficacion sobre el capital demeéstico, ‘Anexo: Dimensiones y variables para el anélisis del capital doméstizo Capitulo 7. La familia vallista. Distinciones en el consumo de vivienda y educacién 1 M La familia en los Valles Valores familiares 87 87 89 93 95. 96 102 104 105 109 i 118 127 127 141 147 147 159 162 169 169 173 WI 180 185 189 189 191 I. Tipos de hogares n.. IV. La morada valista. Vivienda y equipamiento V. Capital educative Capitulo 8, Trabajo y reproduccién social 1. Las formas del trabajo en los valle. 1, Mirai ytayctors labore Ii, Trabajo, condicion de actividad y ocupacion TILT Bl mercado de trabajo urbano-ural de carter exasional ye Estado 1.2, La condicion de actividad: ocupacion/desocupactén IIL3, Cielos y condicion de actividad... IIL4, Ponderacién de la condicion de actividad en Amaicha 2 fines de los 80 ILS, Otras caracteristicas de la ocupacion Categorla ocupacional y ramas de actividad Descripcisn de las prineipales ramas de actividad V.1. El empleo pitlico V.2_ La produccion doméstica: agricutura, ganadera y artesanias V3, Otres actividades : a1ainbar yar -sonuu sou eff [6 ,opezeyse lugyso apuop enBiquie ‘ounjuafue 128 ap sezoueu! $e] ap BNO ap eIsuatoUO seWO} 22ey sou oye} ua ojuatwsI2epesBe oxjsonu a0910Ur eYs] “sBUale A seidoud sauoIony osaooid 0632] un ap spas eo spared ejdaze owe} ua auaun -suoo ap osa00id operanasjua ‘QuAIAUI 28 apio ]2 :UaBLIoqe Pepriuep! eun ap eueduiore as anb souyuafie ap evrewiid pepquept eun uewigjoa1 sauainb @ 2]u24j sowan SOU Ose9 2}52 UD ‘oLOYLHe; oNSeNU ap ayed EHO Nn euN UENqeY soudINb ered uafivoge pepnuap! ef ap ojarus2ou0D—1 J9 seUre|>a1 ajuaLLOD so anb SexUaHW “e}UaLABues eyN| ee onal} zan euN ap seuI and pepnuapy ‘InbeYDIeD epnuap! ns uensasuoa f soyaypreuie 128 ap uelep ou sounuabie soruslid 080 O19 "TBa1 eInpZ0 wun ap sanes} e SOUDaIAp sns ap ojUALLI|OUOD: [2 UOL -ainBisuca anb sexian sexsanu ap sajueniqey sosauutid so} opis uey Ose} Ua ‘soujua6ie so:auutid sof uos sojja anb souaypreure So| axjua oyDIP PY ag (© o1aunuioo ap ¥| owo2 sexjo ua zed siad anb pepnuapi souljuaBie sored so] 090704d ® Alejandro Isla Peculiar movimiento que tiene continuidad y que se expresa a través de enfrentamientos diversos entre facciones del mismo grupo comunitaro yde allancas y negociaciones con distintas partes del aparato esata, Como ore, Isle hace presente la construceién historica de esas préctcas y trabaja luego en detalle la estructura social actual de Amaicha. Precisamente eats Soble panto de vista es uno de los aspectos més interesantes de su trabajo, gn el que pone de manifesto la conexién entre génesis historia y estructura actual Antes de pasar revista a la presentacién que hace Isla de la estructura actual, vale la pena subrayar la riqueza del material sobre la hase det cual construye la imagen de la estructura amaichera, Mencion especiel merece su proceso de recolecctn de datos y su trabajo analfico, Precisamente en cuanto a la recoleccién de datos y los métodos analitcos utilzados, la primera sorpresa en un trabajo de campo es encom lrarse con un censo. En efecto, Isla consiguid un cubrimiento total de la poblacién. La riqueza de su cuerpo de datos lo llevé a buscar formas de and~ lisisrelativamente complejas, como la regresién miltiple y el analiss diser minante. El uso de herramientas como éstas es hecho con una visién critica gue permite decidir en qué condiciones pueden funcionar, para ponderar variables, por ejemplo, y en cusles no puede operar, como en el caso del capital doméstico. Al mismo tiempo, el empleo de estas herramientes eaan- titativas no lleva a Isla a dejar de lado la descripcién densa. Atiende ademas a la comparabilidad con la Encuesta de Hogares, y al mismo tiempo sefala los limites de esa comparabilidad ligados a le estacionalidad, el autoecnoumo vy el turismo. Estas herramientas le permiten al autor captar la naturaleza de la comu: nidad, formalmente considerada también una comuna rural, pero en la cual el elemento rural ha perdido importancia. Pese a la reducida relevancta de la tierra como condicion de produccién, sefiala Isla que se mantiene el cult de la Pachamama y ademas que la tierra es base de conflicto, pero muy at nadamente expresa que es tierra como terruo la que esté en el vento de las relindicaciones. Al mismo tiempo se puede captar la pobreza de la pro- duccion st se tiene en cuenta que los comuneros mas pobres son rentistas, 13 Prologo reza, si bien tal unién yunos puede sorprender Ia unin entre renta y pobreza, si a encontramos en sonasHevalehes. Las pecuardados de la comunidad ¥ sus extates nos vinuln con dos temas de mportanca en i scilogla frame refeo a ema def nue raed yal dela phacidad, EL analits de estos temas permite ver que Ta erature de a soced amaichefia puede examinarse sigulendo dos dimensiones fundamentales: la diversfcactén y la diferenciacion, Isla nos advierte desde un comienzo que no puede aplicarse a esta “comuna rural” un anélisis de estratificacion banado en parcels ornads sein tamafo, La dverscacion debe sr tomade en cuenta pues f combinacin de acthdades et une nota deca Pero no ae tata de wien tla esa dersién, que puede sar boron, i6n. ¥ recoriendo sino de que en la comunidad existe una clara diferenciac toda la estrctue nos encontremos con la vloraién dela educacin y de tabilidad + Cn er Wentieada a diferenciacién, isla nos advierte que no se trata de una estructura que corta a sus miembros en términos clasistas. La identidad amaicheta, nos dice, es muy distinta de las rigidas estructuras de clase exis- tentes en otras zonas del Noroeste. ; Alllegar a este punto, el autor deja abierto un desafio pues nos adverte que tampoco corresponde acentuar la unidad cultural, El funcionamiento de facciones y miembros de la comunidad alcanza sin embargo para euitar la exclusién: “Las facciones integran subordinadamente’ et Leer esta obra de Alejandro Isla nos hace pensar en la riqueza de las précticas de una comunidad y en ta riqueza de los instrumentos analiticos con que podemos acercarnos a ells. Miguel Murmis Buenos Aires, 2002 ul BP ofuNfwoo un aigos “epuNBes gl 1 aigos ‘e1auiid 2 souoysono sop sediaque ednacaid aut OBsequa uls ‘se%0 ‘eBu2} © “seiauapey seyanbe aniasuod Ugisian eaanu Iso ayuaureINbas ‘epllgs wlouasaac eun afinyysuod UoIDU-OPRISy, [2 apuop soueaan & sajeuns sauo}2as soysen ap saunuioo saxeBny sexisnIt Lap -uayaud anb soje1s0s souorpejou sejuasaidax ap uofousyul e| uoD o1ed ‘suo! -waw sese ap seunfje oxjjas nby “ouoyeqoud opyuas uo> sorjo} & so4s2y ‘sopijade ueqeuoisuewi as anb jo ue ooipun{ oyebare ap afsadse eun ua w1q -umnons ‘sojuawou 1od ‘ugiqure] “s210119 Sola eluay off Jd A sso} eun op ‘eouloiad e] ap une eID<}Ope jeIoIUT OPYSe Ng “uoHDIpE eral e| ap SeIIUAPIAa 4 sovep ap oBeup; |2 Jod seiquinuad ua uorepanb anb soysadse ap Jed un aeoreutas A sapepantes 12984 ogap sov/jIjod sosn $07 ap ugssian e3S9 UI “sounfje e oj9s seiquiou ap eiausniut | sajaus00 oasap OU OWE) o[ sod & eyeDaid $9 eHOWAU! IY “BURABIY P| Aagy "eouerg uo soueuttuas seyuoi9}ip ue opedBsod ap souwunye A seBajo> ap aed ap opuaigisel try anb seouaiafins se] A sayiode soy ‘soueyuawo> uglonpoqUuy 16 Alejandro Isla significados inciertos de una cultura; mucho més sila herramienta de apro- ximacion principal ha sido la etnografia, Sin embargo, en diferentes manuales de metodologia se reitera que estos estudios no superan “lo monogréfico”, pues pretenden describir minuciosa mente una realidad que es ierepetible e irreproducible en otros rincones, Esto fos hace wulnerables a la critica y ala indiferencia, y subraya su anacro- nismo. Pese a esas aseveraciones superficiales, la antropologia emergid y creci6 sobre los estudios de caso, mostrando las especificidades que cade uno encierra, aunque al mismo tiempo invitando a la generalizacin, sin pre- tender ~en la mayoria de las teorias que inspiraron esos estuios. emular leyes universates Este, entonces, para desgracia de esos metodélogos, es un estudio de aso. Recorre la saga de una comunidad singular, ya que es la nica en la Argentina que conserva una Cédula Real entregada en 1716, por la cual el rey de Espafia, Felipe V, le otorga una vasta extensién de tenitorio @ un {rupo de indigenas calchaquies, encabezados por su cacique de la ciudad de Quilmes, Diego Utbaitia, Otra paricularidad de esa historia e= que ese documento no quedé sélo en los archivos para solaz de ls historladotes, sino ue es parte de la memoria del pueblo de esa regién, cuya rememoracion sit- ¥i6 como defensa de ese teritorio en distintas épocas, Transmitida oralmente de generacién en generacién, la Cédula fue reinventada.en los inicios del siglo XX como uno de los mites originarios del pueblo calchagut. Mito que veneran y comparten las diferentes facciones de la comunidad actual La obra no puede dejar de rescatar y subrayar estas particulardades de ‘Amaicha, pero también concluye que ella es parte de la provincia de Tucumén y obviamente de la Argentina, y demuestra que muchos de sus rasgos aparer temente distintivos son usuales en otras regiones cercanas y-cistantes, agraring @ industiales. En segundo lugar, entonces, esa alejada porcién del pais sufre at igual que el resto, una marcada fragmentacién social que se expresa en todos tos niveles de la cultura poltica El estudio describe cémo en el plano de la politica diversas facciones dis- putan recursos existentes © potenciales en la zona, en conflcto perma. nente. Es una muestra de los clivajes en la organizacidn social en las solide, ridades y en Jas representaciones de los sectores populares. O sea, buena parte de esos recursos son simbélicos, lo que implica posiciones de jerar. ‘ula que articulan el espacio local con espacios y posiciones de la sociedad nacional. Muchos estucios sobre estas cuestiones han sido clrcunscriptos al fenémeno del clientelismo, que aqui acoto y diferencio del faccionalismo. AAmbas formas organizativas merecen ser repensades en el clima de frage mentacin y anonva que caracteriza a la Argentina contemporénea, Introduccién| wv Muchas de estas précticas y formas organizatives se forjan en disputas por recursos que e! Estado posee en el espacio local o que se pretende que se ins talen all, empezando por puestos de trabajo en sus insttuciones. Esta es una de las razones que explican por qué estas pugnas construyen Estado, lo amplian, y se dan en todo el pais enmarcadas en procesos de hegemonta En esas practicas las familias se diferencian entre sf, diversificando sus estrategias para sobrevivir a las sucesivas crisis. Son dos procesos que se han podido distinguir mediante la combinacion de etnografia con otras herra- rmientas metodolégicas cuantitativas, con la intenci6n de alcanzar diferentes pisos u horizontes de generalizacién y, al mismo tiempo, profundidad en la comprensi6n. Esta conjuncion de métodos y técnicas es posible gracias a una teoria que relaciona el espacio local comunal con el Estado y la sociedad nacional, pponiendo la mira sobre précticas ¢ instituciones. Pero Amaicha es también parte de América Latina en cuanto muestra el surgimiento de identidades indigenas en un contexto nacional y cultural en el que lo criollo se inscribié en la historia de las periferias, como parte del mestizaje. Este mestizaje no cubrié solamente las cuestiones de piel que son importantes) sino que aleanz6 al conjunto de la cultura, por los procesos de sincretismo. Pero también funciona como un paraguas donde defender o proteger las identidades subalternas de la impronta de modernidad europei- zante que las elites instauraron tanto en la Argentina como en otfos paises del continente. Mucho se esté escribiendo sobre la resurreccién de fos pueblos origina rios en América desde hace algo mas de treinta afios, especialmente cuando ellos comenzaron a protagonizar, en las postrimerias del siglo XX, luchas politicas de envergadura, El katarismo en Bolivia, que inicialmente represen taba 2 aymaras urbanos y luego asumié la conduccién de la Central Obrera Boliviana (COB); el movimiento misquito en Nicaragua; el Movimiento Zapatista en Yucatén, México; las federaciones campesinas quechuas en la sien peruana y ecuatoriana; los organismos terrtoriales shuars en la selva de Ecuador, entre los més renombrados. La suerte de cada uno y sus carac- teristicas particulares mucho depende de la historia colonial, de sus impron- tas en esas regiones, asi como de los procesos posteriores de descoloniza cién. Procesos que los movimientos republicanos independentistas poster gaton 0 congelaron hasta muy avanzads e! siglo recientemente terminado, De all la importancia del estudio de los procesos que se englobaron bajo el tratamiento de colonialismo interno. Entre la vasta literatura, de variada calidad, que se ha escrito sobre el tema en América Latina me han interesado tres obras muy reflexivas sobre yuo anb ejouajsuoa & elBojoapy ‘tapod & exny so] & sapod ap soussiuesau 5 JUSIp sns uorez2}>e1e9 anb aueUILOp e: mnbpe any anb sepeaiquroje seusioy se] sejue ods, wos an -seusus seayqndox se] ouso> sonfque & soquajois ue} ouozut owsspe|uojoo ap soseDoid ua ‘sewiByso sopesed eB. 4 upisnpxo uals sep SomSsanU wIseY ‘sy “Salen +, oo Uoreze}2e1e> anb se] @ ‘senyjeu seinyr> se| 2 soUes|UO> Sepod “hue sns ua ous “sopmate seiso 9p souoraipes sei ap sopelar o195 ou peru =rapout ap sojepour uoreidope “XIX oj6is jap seaygndar sangap A seuaael se uolafinnsuoo anb soyol> so} ‘sosez0sd S059 ap obzei9p [9 woreUse2U9 and soquaBe Soj c1aq “Seunjueo Sop [se> 29eY, UOTEZUaLOD UHEZUO|ODs—P ap sosanoid 50] oue2tauue o}xaqU09 fa U2 anb eyLend a opta|uay opo) 21g0e “ugioeuiwop A eioueissax ap afduus upizence wun uoo asiepueTuD uopend Cu f soladiuos sosenoud tog ‘sapepnuapt 2 sean ap sauojpeuuojsueN A sepiptad sawioue too sopuinosuen so sopoy “soysupl sos9 ua uezembpe as anb expue;suo ap seUlO} f ugIDez|UOjO>Sap “UD}DeRIUOIOD ap sosa2dud $0] 3p ouaui9j fe 2anpuoD so1LDUIBI0 s0}gand SO] 2p UOKDENY Pp aiqiyxe eyuuied eunuabiy ude] anb oysand ‘eqo} So} a1q0s OPI UgIseD ap ego e| Opap Je OWOD auala fend exed “sepi2ouCD sapepEdo] A seUOZ UO 50259} Soyanut upsei}u0DUa 52i0}29} so} oiad ‘ope(euas ap opebreoue ay aj ‘1ed 2389 2p sauo|Bar sexjo uo> unuoD ue oysnuL ‘ounuabie upioeu -opeysq jap ayted euti0j opeyen ose2 [2 OwiOD “sapepigap A sezajeyi03 sns ap Uugfoduosap wun s2 exgo ejsq ‘sopeuo:uaUL so} ap Bj ap o}adsai souNUabie sojsoujBuo sojgand soj ap elouajiadxe e| ua serauarayip seueny sasei]uon A 52} -2jqeiso op oye euNUABrY e| ue mbeyDjes eUOIsIY | ap Ozogso UN 9p O61] A ‘upponponuy| ‘owio A ug}zonpoud ap olpaus owoo 2p oB:e] oj e uoieuaByed anb seypn| A seusi0} ne aUeyodus sp oiag “sooiuye sapod ap seuiaysis so} ua opeanbo} ueiqey as f yeuLI0} o>nod eu ‘ "eU-op eis] [a “SoDIUND “sojeAn -199 ‘{soFoqayd) sousoyeqns s9pe;205 £030}995 so} sopo} e enisnjpul eysendoud P| zadure ered owsswerey sowid fe yedioDe anb pou;uzs0/0UNKD OfS010 tuas9 uptadaouo> e| 4ezadns uoresB0] owigo f sapod ap soizedso so] opuen, -2uad uorany ow9o sapuoyue 2juesa19}u Sq “eUuiKy SepeiOVy Ong UO> euap -Soid o| zezueoye easel exozuejop w| uoseUio} eIeLAKe oj apuop , peptunoD eultoy, 2] ayvoueuarge sjumnse sendsop ered ‘oje2ypuss ja A seulsadues seul 0} 92] e209 eiawud e| ua opuern “emjoR ua gg ap euesBy eWLO;oY e| 6 26 [ep uoromjonay | apsap opuetio; git 8 nb (.ereqard, sendod euabinsuy e} ezfeue aed epunBes ef ug “se ydezaid sapep 21208 se} & etUojO> uoHsano e Ueyes, Solfa ap Soler ‘sopI20U0D & sopeBjruIp siuauieseose sueWy ap sojuauiNs9p A sopxa} ap sisaBaxe euN ezIfeaL wIOUL cid ej ug ‘soued sop ap auodwioo 26 seiaury eIore0 ap e190 eiIprua & ‘ojf@ 21q0s ayed ua e121) ego sq "Bi9esD0WEP ap SepenoUas SeUIJOJ UD “Sonant SOx}0 ap o ‘se sojjanbe ap ‘uoreuopeysg je uoD sauot2eja1 se anb oduiay owstut je ‘se sluiuojne sear}2pad se; ap 29K |e 1900u0%01 ered Boyojuo oajzou0201 ojgend So} 2p s042012p so} sopeynisod oo peptusepoure| & owseroqi fp sorwoureptry so, © ned “ousyeany 2A pepisionp ee 2] ueyuarsns an so2yosopy soxdioutid soy ap sou so 4 sou s2puoqa vied onqueisns suede un exeas cial fy volipion UoIse oun uabie oSojedonue pp ef (g002) seH9UrT eiaiep Oleay “enIog =p otuop -saidaon ep ef ‘oo 2p “(Z002) oauejog-ze J01994) obojpdorue jp | -sosionp sosozoju 9 seooore‘se00) opsop sepronpoid “upisons ey ep ospuciony st Parte | Los rincones de la politica hag eweweysed ap ovenp sa, ua A seajquiese ap aes eun ua epepiore any “,upioedinsn, sandsap uoteurey sejsunt sounsje anb oj v eysandsaz eun any 20) sep ap oyvafoxd un sod peprunuod e| exed opiruasuos| ap spurape ‘eqedieo opeiquieye [3 “saynbeysje> soiquin> se] 10d epeaiaa aysa10u a eisey aiuaureiuo| edast enb aroiueid eysen eUN ap ofpiut fo ue seo ‘Zeg fetoumnord ems e a1qos eysteury ap eA ef ap eprTes bj e ‘ewewreysed esaidua ns ap oysaise [e 2yu—d} uePand soLueaLey 505g "zug tod epewieza1 seaseiz04 conyeno ap pepaidoud eysancins | uoreiquiejesap A so'sod uoseiganb ‘sopo} ‘aque asopugjualy "eprpuscue v9) eun ajiecue; OBan| eied ‘eujose6 ap o4>e) tun uorefoure 9] ‘sefered soso eied pryynus eso euinbeus e| uoD eqezaqeoua anb ‘pepiunwos e| ap eystio}eN ‘soue gz ap INbeyrje> uN ‘ousMUES Y 3e9199 eqEIUD}U! ,‘2sIeUIe} BISNB owOD “oonsim ouesoidua & ouesoye un ‘zn anb eypremy ap pepluntucs e ap epenua 2] e oduieo un ap saiquieye so] uorepedone ‘019eH Un ap Oar -eyedwore je 4 SOuUB sns Jod sopeuowojenug “olesap as an euresp ja od cosuadsns ua opanb ‘saynbeypye> saiopeiqod ap seuejuea un ap oar [0 A s210j0u Sofaia ap 12U0H [2 40d opidumusaqut ‘osodas 13 “0002 aP olun{ ap (OL [2 eystjen eysais eun ap osinosuen fo WO eyeU Ue Opeved any OYDNIUES BULay] B] ap soyeqaute SOT] “| soyoey A seinjsog To1nwavd a Alejandro isa encuentros casuales de vecinos de fa comunidad. Estos habian recibido las uejas de una familia de comuneros que vivia dentro del predio, a los que el empresario les exigia ef abandono del lugar. Isabel Martinez y su esposo, de apellido Sosa, habian denunciado pormenorizadamente las intimidaciones sufridas a los miembros de la comision directiva de la comunidad y a su cacique” Miguel Pastrana. Las amenazas ne fueron sélo verbales, se efec tivizaron primero con el corte de la energia eléctrica y luego con el suminis- tro de agua En i transcurso de esas reuniones se discutieron varias alternativas hasta alcanzar fa resolucién de destruir € terco, ya que las denuncias interpuestas frente a las autoridades locales no tenian efecto alguno. Ein la tmica comisa- ria, situada en el centro de la villa de Amaicha, antes de proceder a la drés- tica resolucién, las autoridades de la comunidad radicaron la querella corres- pondiente. Sin embargo, los funcionarios policiales no realizaron “diligencia alguna” previa al hecho de sangre; eueston que més tarde sari end en al juicio. La policia local demostré sospechosas dilaciones para detener la misma tarde de aquel diaiano sébada a los incendiarios. Debié llegar de la capital al dia siguiente de los hechos la orden de arresto de ta fiscalia para proce- der y asf detener a Marcos y Franco Cruz, hijos del empresario, y a uno de sus empleados, Daniel Nino Natiez, cuando ya Santucho estaba internado en San Miguel de Tucunén con un pronéstico gravisimo. Los hechos habian trascendido los valles, ¢ incluso la provincia, Las denuncias pronto arribaron Buenos Aires y a varias organizaciones indigenas y de derechos hurranos, que las amplifcaron a las de toda América Latina? Por supuesta cue las discusiones y resoluciones de las diferentes y nume- rosas reuniones se diserninaron por todo el territorio de la comunidad. Cruz no es amaichefio ni casado con una nativa, Sin embargo, es un active miem- bro de una de las facciones locales. Juntamente con familiares y allegados, sabia de los aprestos para las acciones que se avecinaban, y se preparé para resistir por considerario un ateque a su “propiedad privada Cruz sostenia en los dias previos a los hechos, y luego lo mantuvo en el julcio, que era duefio de aquellos terrenos al ser poseedor de “algunos pape- 'es” que, segiin sus dichos, lo acreditaban como propietario. Estos “pape- les", segiin releria, habian sido entregados por el “cacique” Raimundo 2 En ol Insitute Nacional de Asuntos Indigenas (INAI) se organiz6 una conferencia de prensa para denunciar la quem de un indigena. El hecho que fue Ignorado por los dla- Flos racionales, xe publi6, sin ersbargo, en el New York Times Posturas y hechos 2% Silva, quien en ese acto le cedié exes hectéreas de la comunidad mediante Su venta, usando sus prerrogativas de autoridad tradicional reconocide. Cruz alegé que habia “pagado segiin lo convenido”, como repartis entre sus ailegados en distintas oportunidades a lo largo de afios. ; Santucho, con parte de 1 cuerpo quemado y con lesiones gravisimas, fue internado en terapia intensiva luego de que ese mismo sébado otros comuneros [o levaran a la capital de Tucurén. Los dos hijos de Cruz y alg fos de sus empleados, que participaron de aquellos hechos, fueron acusa- os de “tentativa de homicidio". Otro miembro del grupo que rompié el cerco sufrid una quebradura del brazo ai recibir un garrotazo. Los estaban tesperando. En Amaicha, como en cualquier localidad pequena, et secrelo es El aio anterior aaquel hecho, Santiago Santos, comunero y miembro de la comisign divectva de a vecina comunidad de Quilmes, fue interceptado mientras viajaba en su moto, detenido y brutalmente garroteade ala vera del tamino. La acusacién cay6 sobre los mismos aulores que quemaron 2 ‘Santucho. En esta oportunidad también “se dirimio un reclamo de tierras", adujeron los testigos y la victima, L2 formal denuncia que se realiz6, de igual forma, cayé en saco Toto. ‘Pero la instrumentacién de las denuncias de los sucesos de junto, sus fun- darnentas. ciertas complicidades, y la retorica juridica, destacaban especifi- camente y de manera exclusiva los hechos relacionados con las lesiones infi- Gidas a Santucho. Esto tenia al menos dos implicancias directas: en primer lugar eran los hijos de Cruz, més un secuaz, los tinicos inculpados frente @ ta dusticia, No se abrié la investigacién para saber si habia instigadores, ni personas gue prepateron y concibieron la alevosia. Sobre esto también se Contraron las diferentes organizaciones indigenas nacionales e internaciona Jes, que por medio de internet recorrieron el mundo con las fotos del cuerpo quemado de Santucho. En segundo lugar, quedaba entre sombras el verda- Gero motivo de conic, que al fin y al cabo eran las tierras de comunidad, Por lo tanto quedaba impune la responsabilidad intelectual de la ejecu- cién del delito de “usurpacién”. El empresario Héctor Cruz habia quedado Gxento de acusacion en el informe de la fiscalia, y por lo tanto no se lo con- Sderaba “instigador” de las lesiones gravisimas segin la denuncia de los Gamnificados, apoyados por une porcién de comuneros. En este caso, como ten otros, por esas cuatro hectéreas perdidas de las 52.812 que escrituré la 2 Bjrel6 su caccaago desde 1975 haste 1983, durante cas ods la ima dictadura ril- tar [P ayuauyenpy “Jemyn> ojowwted jap sped opuadnnsep ‘ uape 6 Buosiad Jod epesiua eun eqesgoa uamb “zn © ep 0 Bj UDHBDUOD EAD g 4 0002 2 214 wahdos 2p £1 “ ‘sayeuo}2eu souojony 2p auted uos sacan v seindsip ap odures 4 sazaqu sovina ‘sau je uosey and sojerbe "(pepuniton e| =p Ouoiuay [PP 22%) 245 spn np ses ona geo pepo oo ne fina otouamed [op upasefd e © spy spore uopeuse Ae 6 ea 2p eau oe sopevoressojanbe steve age) sreuoNd Fo: sped soso se Aston eer oped COE sopouid iod sno “soso 2p so} soyen voreteasp ton Ne © 8 ot “Gapooe oyerad oes wand as nb se 5) & ose SO lqo 2p O18 Oe opten pio ab eu) RE “Tuo ua |p ound fp Oop f UEDEFe ab o¥zo.p op soc sm aj so| @ UeZURDTe sejauETWODUED sero ‘eyDIeUTy ap ,e2IpUN{ eoUOSIed,, e| 2p oyxluso> crquies [2 ofene {661 we anb ‘jeuTuo> eajquiese eun ap Pepin dB] ap esTLOD UD se}on e opyaLOIdWOD eqeY ‘2p euofews €] “zTuD & BpsIpe UO!D22} e| ap aed nl Ff g ZRUD opesaidusa je opeBIO}O ‘oBje od eopsuny uo!zowoud ap jp &@ ,opipad, [ap Onfow! 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La “tierra” es mucho mas ~para ellos- que un medio de produccién. Es la fuente de la vida, por lo tanto de su sociedad. De all que celebran la Pachamama con los respetos debidos, en medio de ritos y creen- clas catélicas. Reconociendo “sus caprichos" deben encortendarie culvos ganados, sabiendo que a veces la Pacha se los arrebata sin raz6n conocida Por ello se requieren ingentes y constantes esfuerzos, que implican todos los Planas y las facetas de la vida cotidiana: desde las celebraciones y promesas religiosas hasta las contiendas y précticas polticas més sutlles y laberinticas dentro del Estado, con el objeto de cuidar su patrimonio, La tierra, asi, es claro niicleo de litigios entre las facciones, que en muchas oportunidades de la historia de Amaicha hace resurgir la identidad comunera. Al adquirir fuerza de colectividad o comunidad, la tierra se con- vierte en territario. Las reyertas pueden adauirir ribetes violentos y drama- Yicos, como en este caso, involucrando cuerpos y vidas, Al mismo tiempo las controversias se dirimen en otros planos de la cultura, como en el campo de los significados, por el sentido de términos como “comunidad”, “tierra comunal”, “posesion”, “dominio”, “propiedad”, “tradicion”, entre otras, Litigios y controversias cuyos actores apelan a resortes de poder local, pro- Vincial y nacional, que salen {recuentemente de los marcos geograficos de la comunidad, alcanzando a veces ¢! estatus de pleitos juridicos. La poltica, asi, es el oficio de lideres y facciones, aun sin reconocerla como tal IL. Las ilusiones de la tradicion Cuando inicié este estudio a mediados de los 80 en los Valles Calchaquies, quardaba la esperanza de descubrir en el noroeste argentino formas culturales que tuvieran fuertes similitudes con las tradiciones andinas del Titicaca aymara, con las que estaba familiarizado. De alli que me sedujo el estudio focalizado en Amaicha del Valle, que es la nica comunidad en este pais que tiene y conserva titulo de merced real sobre sus tierras, olor gado a principios del siglo XVIII por el rey de Espaita. Ademés; los "comu- eros" que alli habitan guardan una viva y orgullosa memoria sobre ese documento, y lo convierten en un emblema politico para el reclamo de sus tierras. Estos reclamos, en varias coyunturas hist6ricas, desataron verdade- tas luchas, y fueron exacerbados en el periodo republicano, diversificando sus instrumentos. Pasaron, asi, por todas las instancias posibles: politcas, Juridicas, rebeliones, ocupaciones simbolicas de tierras, Io que los volvid duchos en litgar, Posturas y hechos 29 Pero pronto descubri que la comunidad no es s6lo una forma sociol6- gica de pensar la organizacion de la gente rural en los Valles, sino que cons: tituye para los actores una identidad cultural ya veces étnica de referenciarse al si mismo: “ser comiunera” es una fuerte marca que delimita el adentro y el afuera. Ser parte o ser foréneo es un elemento constitutivo de la identi dad en aquellos parajes donde se us6 el término comunidad para una serie de reclamos de dominio, documentados por lo menos desde el siglo XVIlL ‘Ademés, el concepto de “comunero” en los Valles tiene una automética traduccién como “calchaqui” para sus nativos. Por lo que esa nocién alude no sélo a formas organizativas polticas, juridicas y sociales, sino que tiene para Jos actores reminiscencias de aquellos indigenas que poblaron esos, valles hasta las rebeliones del siglo XVII. Durante ellas fueron derrotados y gran parte de ellos desterrados, como los Quilmes, a la ciudad homénima de la provincia de Buenos Aires. Hace mas de tres siglos que el kakano “la lengua de los pobladores de los Valles- se perdi, y s6lo dejé rastros efime ros en la toponimia. Sin embargo, muchos de sus habitantes se reclaman hasta hoy “indigenas” y Amaicha, en su actual denominacitn legal, es “Comunidad Indigena de Amaicha del Valle”, haciendo gala de sus raices. Por un lado, entonces, el estado provincial y el nacional asi la reconocen e inscriben en documentos piiblicos. Pero, por otro, es coincidentemente “Comuna de Amaicha del Valle”, constituyendo una de las 92 comunas rurales que la provincia de Tucuman tiene registradas y reconocidas por sus leyes y su Constitucion En esta perspectiva jurdico-poltica no tiene ninguna relacién con iden- tidades “indigenas” 0 “aborigenes". La mayoria de los pobladores de las otras comunas rurales con seguridad se ofenderian si se los lamara “indige nas” o “aborigenes”, por mas ancestros que sus rasgos fisicos pudieran inst nuar. Estos se sentirian muy c6modos bajo los apelativos de “campesinos” © de “pequeiios productores”, también usados en Amaicha. Pero lo que Quiero destacar aqui es la complejidad de las nociones y formas organizat- vas que presenta la imbricacién de comunidad indigena y comuna rural Una forma organizativa colonial actualizada y el Estado Nacional ‘Algunos antropélogos especialistas en grupos indigenas se fastidian cuando observan que en algunas ceremonias muy relacionadas con la cree: cién del Estado nacional muchos de los que se denominan “calchaquies” se visten de gauchos, luciendo también con orgullo impecables trajes tipicos, con ponchos colorados ribeteados en blanco, redondos sombreros negros de alas anchas, bombachas y guardamontes en sus caballos con arneses de plata. Los mismos se nuclean dentro de Amaicha en asociaciones gauchas que compiten por la “tradicién”; pero ésta, segtin los casos, puede ser refe: _ysuatiput coipgued ‘inboys/00 1g 9p uopoTpoXe caps wb a fe ate sagt Spa So ES soupay 4 seanysod upi2d 2p apoz}uoBio pepjunisco &7 oxgy jo Ubu ab $610 (9961 ua gj a8 and) euebu ap einperyp ap e20d9 ep ,owsjeuniHo> fo, owala 0d y ‘Se| ap enlimsuos aed ‘,jeunuio> oyPaiap |p, [8s apugp op soauotua asic} -unBaud eaqap oun) XIX ‘Aquag omoD ses uD $9] uo UuSqL OFS “XX sojdjouud e 4 XIX O/BIS [2p souy e SopesveseuL ‘opoqtD} ns UD seUaB esuaISxe ©] ap OUNUEBIe OpeISg PP OAL 1p1e un any anb sapuayus ouang $2 o19q "eUL10} enone enBinue wse ofeg Soyperap sns opuay6 ape so feunuico exueU! op ‘sSeuian Se] ap UpIaKoIpuos, e| a1gos areqap ja aluasaid [2 eIsepy feunuos, opeorubis [ap ysod x9 woipuin{ eiouarayes us ‘uomeN e| ap ewsRPL Aa] e| ua OyG—DU09 [> egg} -8isul 95 Jsy “euabipur esne> e| exed ‘popiunuwos oupusial ja opue2ytubisat ‘uppedosdear eun opeayeas ueigeH “Gz oya;ue Jo ue epeusseid opanb 4 "be [9P uoHonysUED e| ap eULOJa1 e| AOMpOId Tied wIesesBaId AyD ap seisunt & sopeGoge ap odnuB un wos uoseiDose as 03s “soqUaouIAUCD A soqeos easey ‘seundso souoroejuassidos £ sauaBo ap ‘sed jap seuabiput ‘seisin2e $0] SopC} 08 Og Sj ap soldiouud e ajuaurenanu sopenBe uosory oxPOPIUNWCD OUNEID} fe sePEIDOSe seIBO|OapI @ SOpeOYIUEIS SojdiyfL SO] “eyoud e891 ap seonstiayseTe9 sey sepO} UOD ‘USIDIpeA],e| ap BI] [OP WOIDEIa -2799 &| @ eqEHAU anb & gg SO] ap soperpaw & Sayer So WO esedar as anb Disiuabiput oyayo} un ap Opiuaruod Jo OYy>Ip of ap oydutala owo> en “Toyo so] nb spas afer, Uo "enpeay eal WALD 9P Fea sl ota a etree cnet isa paeat csa ope 4od gsesey pepinysey &] “OTST ap efsuepuadapuy epiocuonar vB wpe A opirouosas oLoyLi19} s8UlLid Ja anb ‘ugzes BYOID uls Juaqsos anb eA ‘ euuaBry eaullig ey, UOLeWIEl & SOI “eysreUY ue eUNweBLe UQHEY 2 ap UaBUO [9p OJUoFUHDOUODa! ap eTUOUIE:D UeAB un Jadey uozasndosd mbey2je> peptiuapy 2} ap 4 ‘jeay eNpaD BI 2p ',uODIP -24), | 2P salosuajap sopeiquinou seur so] ap odruB un G6GT Ud ‘soaUBIOS 4 souayprewe exed ayeqap ap ojafgo se eusajqord jap pepilajduios esq “eunuabiy v| ap soniye s2ue6}0 $0} 2p oun e ojuR) of 4od 4 ‘oo of @ 1199p se ‘o\pNeB o] e qUaULEyoAKdx~e epi 2 orpuctony ve 32 Alejandro sla identidades de activistas indigenas e indigenistas argentinos. Y la simple res- puesta es que el tinico derecho y fuente eserita del mismo es el derecho colo- nial espaol. El “derecho comunal” esta desarrollado en las Leyes de Indias, en sus diferentes compilaciones, Este a su vez se fundamenta en el derecho ‘medieval europeo: la comunidad rural, con sus manejos territoriales y fueros propios, con su administracion y orden consuetudinario, practicado durante siglos, inspira dando tinta a lo que serfa el “derecho de Indias” ‘Asi, en los Valles Calchaquies, como en otros lugares de los Andes cen- trales, no sabemos cémo se denominaban originariamente las formas orga- nizativo-politicas de los asentamientos poblacionales. En el noroeste argen- tino sélo quedé en algunos documentos el nombre de aylu, que fue util zado en la expansin incaica, como también huego por los evangelizadares vy escribas colonials. En estos Valles se torna més grave, pues el kakano se desvanecié en los, primeros siglos de la invasién europea. Esto constituye un motivo de preo- cupacién para los dirigentes de esa zona que se reconocen en la identidad indigena, Uno de ellos, de la elite lugarefia, reflexionaba: “Conservamos el cuerpo, pero perdimos el alma’ La tradicién pura es claramente una fantasia, con mucho efecto sobre la realidad, que sostienen variados fundamentalismos. Lo que para la subjetiv- dad de un grupo de actores puede ser “tradici6n”, para otros del mismo lugar puede ser un “préstamo” reciente o, en palabras amaichefias, “ford neo". Pero sequramente no encontraremos un registro homogéneo en las opiniones de los valistos sobre lo que es “propio”. Algunos pondrén el acento en lo “indio”, otros en lo “gaucho”, otros se reconocerén en lo “espafiol-cristiano”. Encontraremos quienes no distinguen diferencia entre ellas, mezcléndolas a su manera, Todos se dirén “argentinos”, aunque antes “tucumanos”, pero antes atin se reconocerén en la localidad, entonces “amaicherios", y al mismo tiempo se posicionarén en alguna de aquellas tra: diciones. ¥ ademés ofrecerén una interpretacién matizada, heterogénea y hasta contradictoria de, por ejemplo, lo “indio” o lo “gaucho”. Los posicionamientos identitarios de los actores, que para un observa- dor externo podrian ser la mezcla de varias tradiciones, con sus especiales matices y énfasis, para muchos nativos puede simplemente resultar la elec- cién de una de elas, sosteniendo con vehemencia que la respeta en forma pura, Sin embargo, el posicionamiento no es un hecho completamente for tuito, 0 ligado a la oferta existente de identidades en las géndolas del pre- sente local. Depende de la historia regional y familiar, del imaginario social, de las relaciones sociales que cifien y nutren al individuo, pero especial- mente de la interlocuci6n. O sea de la situacién y del carécter de interlocu- Posturas y hechos 33 tor especifico, ante quien “uno” se posiciona. De lo averiguado no hay un pérrafo que ilustre de manera tan convincente para mi el juego especular de identidades que en los comienzos de “Funes el memorioso”: *...Mi deplorable condicién de argentino me impedira de incurrir en el ditirambo -género obligatorio en el Uniguay-, cuando el tema es un uruguayo Literato, cajetlla, porterio; Funes no dijo esas injuriosas palabras, pero de tun modo suficiente me consta que yo representaba para él esas desventu- ras...” (Borges, 1997: 124) La identidad, asf, es un juego ilusorio, pero no por ello menos real que cualquier ot70, miréndolo con los ojos y las convicciones de quienes intervie- nen. Seguramente muchos amaichefios pensaron cosas parecidas a las que ppens6 Funes de Borges durante los frecuentes y matizados encuentros que tuvimos. En una sociedad compleja como la que tratamos, las identidades son vatiadas (no infinitas) y constituyen un bricolage colorido, que continua- ‘mente se transforma mezcléndose en las practicas, conscientes 0 no, de los actores. Cuando nos encontramos con situaciones de subordinacién, la posi- bilidad de mezcla se acrecienta Ya Antonio Gramsci habla pensado esto al definir al sincretismo como _concepcién del mundo no sélo no elaborada y asistemdtica, ya que el pueblo (esto es, el conjunto de las clases subalternas e instrumentales, de toda forma de sociedad hasta ahora existida), por definiciOn, no puede tener concepciones elatoradas, sistematicas y politicamente organizadas de los rmismos, tanto por su desarrollo contradictorio, sino que hasta multiple; no solo en el sentido de diverso, y yuxtapuesto, sino también en el sentido de tuna estratficacion de lo més a lo menos rudimentario, hasta de todas las concepciones de! mundo y de la vida que se han sucedido a lo largo de la historia; la mayor parte de las cuales, mas bien, se encuentran s6lo en el fol- dlore como documentos sobrevivientes mutilados y contaminados”® (Gramsci, 1971b: 268; mi énfasis Estas mezclas, contaminaciones y mutilaciones que producen los actores enriquecen la cultura popular, en el sentido de que generan un repertorio de respuestas Variadas y cambiantes frente a la subordinaci6n. Nadie, por ejem- plo, puede negar que estamos situados en una zona rural, com la excepcién de la vecina ciudad de Santa Maria,'? con un paisaje colosal que invita a ima ' Mercla de un género Itrario con otro diferente; de manera que aque! pierde su pure za y se aleja de su forma original La segunda de Cotamarca, desputs dela capt 2129 20 6 (6461 est-pbt *be60) ud @p WPDOU ET ¥, M2 S1URIEPR UF cliayur apond 6 ou 30322 yap pepinialqns eT “euryjno e| A ‘s0puno9j opusin24jo ‘sepezs2 jodeou0 se] ap seBodlsp ugpou &| ap UppeLogeP F] ,, OpeIDUEIE}Ip axcuay eanjorujso 2] uo OVISIUL [ap Ugiossod e| 6 10320 [9p PEP! caaqun un oUUoD SOND ‘ojorausod fp $0 eiduro's eunt “joe sojuarayip seonopid sns us eUIGWOS apUOD 2 ug "epluane eunbje & sezeyd ‘soyes ap soyesip uod ‘sosejromied sepuatnin ‘sapere souorarist ‘so;sI9s UezyeNUaD anb ‘soseg S07] A ,,etpIewY 2 mia et sotuoturedrsbe sop fey (seuosied 000"S se} eaUeoFe UoIZeuUADuOD unBupy sejeuna SOperapIsUOD 12s Uaqap eYDTeLY ap pepluntso Bap s03te) Iqeu So] sopo4 UaIg 1g “2quaUsft20s oaupBOWOY $e O% O28 o¥pedse 259 ‘ueyqey sre arb seyurey e905 pepiutiogun el ap [2 ssooIppodse saueySn so] UO A sopebo) fol ue ajuasoud ‘ousyiedso 49919) un 2wselWlsap ojsy “SOI9UNUIOD SO] 0c pivouresuayKe sepuedwon “oUlSaduse> O>yoInq OpuNW un ap sesouebue Seuabeu se, 2p oleqop 40d ‘Ses0!099) Seton] se] Ua “s0x0}9e Soy ap EHDPIA 1 va ‘pepijeao|&| 2p seuoi>NINSU se] ue “2IuepuNuOD erOuRW ap ‘TeLOeL fepuinosd eulu0} ns ua opeisy jap eIsuasasd ej o1qnosap os ‘sa2uOTUy yea! oqwoqurevouny ns e euptoud Anus 1908 e032) e| e euela| 2359 ap WepA Cun WO? “opersg Ie Ue ZeLauIEd jp Ua f 'sauo!o0e; se] asjue eind wesB jaiede oueuads9 un siniysuioa yuoo sopeuea & saneiB ue! ‘ap sofe7 “ouustfadsa o10 anb spur so ‘anb opilay ap ayers eun ua ‘ezuetfe op 0 aiSues op oasaysozed 2 en 4 ua OWOD "Bsato2ued Odsal] OWISIUE Ty sreyquey se] opueipnysa ‘exepuod otresazau so 205 soured soy orayeusag, (2 4 uBio ns exed sou anb $2502, 009 507514 OS ‘50: -oopjod ojerede owio> ‘owioo ‘pepaye2o] e| us elsuasaid U0d 5 Bs so1pay A seinisod -s0219nd soB1e9 souen of jeuroajdurs eiapepian, eun owI0 uot ‘8 9p o1quiatut UA “eyLuey eped op epeiBayaud Bau euN s0 ‘sajeiD0s seuresto: eUB ugysuad eun oWiod ‘oUNSIW jap O12yaLAQ UDBIE O lun s9UaIgO “euOeu! | ap Uo}sestdse B aAnyysuoD anb oO} sopeojdure soquietur uaueN seiuie} sey 2p aued euang eun ‘oBrequia UIs ‘seigejed sej opuebsepe ‘ousue> oyave uN 4 saxetUo|CD Solusipous ap OUa|C ‘oared oueyjayse un uesp) ‘oluisaxena jap “IeueyD ap B0INp [ap ‘zantA eYeD 2p [atu uod ojlisanb jap ua20U0D “o1ase? ojfiquiaws ap aamnp jp ‘odwreo ord, -o1d ns ap zjet [a od ‘0190] j2 “orajed OUNN ja “epeYD UP eyMY ej LOD Ue} A2fpp 96 Soysygon S07] “oussifodso Jowd UN an spur s9 ou ‘ejuesane euNBje 2p soxojsouaut So] ua 0 ejaaied ef ue optyanur seypuTE} ofeqes) yep pla eUN auocins anb ‘ajfen jep eysiewy ue oujsadwins opunut asa ‘oB1eqUua LIS qey owsiw: jp anbune + 2261 (pG6r) Yee Pumps BLUM BeiyOUs jo22U96 Alan o 5} 43med UDB oF {sim snej2su09un 10 snoj2s09 © yoys auunss0 0} ajQuifisr [Pup fuossanau 7 savapjsu03 | nq “Pua sof spiomo} poj2aup éjsnonBjquioun so ano, fo ‘amody 2809 owiog A voyoeadl owwoD opelsy [J aeIndod eoneys2 e| ap soyue> so] & sayfeq So] ‘sex0j09 $0] UoD od uss [@ 2189 opueaize: ‘opunun [ep seliastu Se] ap olpaut UB aninaiqos ‘ered ‘ueD0Bey as saiquimsoo seq “saioynaefe sus ap sepered [2 6 ouoUIOUL [2 un6as asopuzapuqly ‘safeuoizeu ej uoo uatodepns 25 & sejeunuso> Se] @ BUN 26 sofoy> sesIO A sopeuRB so] ap pepliay ef eed ,epejeuas 2], OWOD saxey wie} sauoIDeiqe[29 Se] ‘salquIND seije se] US ueyqey and sr@uids® 60] 10d uptonap e| & -epeayluBisar s}uaureyajdwo>- eueWeYred, 2| & o1!ND [2 CULOd ‘sajenuaD sapuY So| ap seNO LoD SeperrRaUs ‘Feyfrg A ‘Aey(er S2[220| sasoiP So] o> sepeuorrejas se] OWtOD ‘saynbey>qeo saucIspeN, senBique ap sayuajuanoid sesuaai9 A saiojen UaustUeUL 9s SOlfeA S050 UF “seye|UoUl ap seuaper seye 4od feuorseu pepeircs =} ap apiBayoid ‘oussadures ugsjog un seUIb 99] o;puclory Sa Alejandro Isla visién de los actores, si ésta no incluye intenciones y acciones més o menos conscientes. Las précticas corporizan los diferentes campos en los que el actor interviene e interpreta, sin embargo sus conductas discursives pueden no coincidir ni explicar sus prdcticas De las mismas se privilegia el andlisis de su costado politico, en las rela- clones cotidianas en el mundo local, asf como sus articulaciones, compromi- 308, tratos, transacciones con el mundo de la sociedad nacional. Por practi cas politicas no se entienden sélo las vinculadas a los partidos y sus inter- nas en el mundo rural, que de por si son importantes, sino también aquellas racticas encaminadas a la acumulacion de poder, relacionadas con dispu- tas por espacios mas amplios de influencia y control de los mismos. Pueden sera lucha con un vecino para obtener més riego, las reyertas por los mejo- es campos de pastoreo, por los mejores precios para sus productos. Influencia y control de cosas y personas, para la obtencién de recursos que suman y multiplican el patrimonio familiar, como “empleos” o puestos de trabajo. O sea, pueden ser practicas susceptibles de una lectura econémica (Conde el interés econémico es explicito), pero que para su consecucién es necesaria una serie de juegos © ardides que requieren de enfrentamientos y de alianzas. Y, ademés, cuyo logro redunda en una diferente posicion de poder en el espacio social que ocupan. Practicas poltcas o la “dimensién politica en las précticas”,"® como a madiados de los 80. comenzaron a llamarlas De Certeau y Taussig. Ellos estaban rescatando lo que en el campo de la antropologia interpretative Clifford Geertz lamé la “politica del significado” (1973)."° E] andlisis, siguiendo este propésito, se focaliza en un nilcleo de précti- cas hogarefias en el interior del Estado, o vinculadas al mismo en sus expre- siones locales, provinciales o nacionales. El campo estatal, en el espacio local, con su oferta de recursos, es un campo donde los actores (facciones y familias) luchan y cooperan, Esta oferta de recursos es producto en gran parte de las précticas politicas de los actores locales encaminadas a ampliar y diversificar ese campo 0 estatalidad. * Segin Michel de Certeau: "which the weak use of the strong, thus lend a political dimension (XVLXVIN” to every day practices”. Casi simulténeamente Taussig reslté el papel de las téctcas y las astuclas discursivas de los subaternos y entonces la “political dimension in the practices” (Taussg, 1987a, 160; mi énfasis) La teoria feminista le confine estatus tedrico, al develarrelaclones politicas en el seno del hoger, en la construcclén de género, en las imégenes de masculino/femenino, en la consiruccién simbica de los cuerpos mediante su representacion (por ejemplo, Weedon, 1988; Butler, 1993), Posturas y hechos 37 Es recurrente una concepci6n anacrénica en la mayoria de los estudios rurales en América Latina y en nuestro pats sobre el Estado, que lo situa casi como une instancia fisica externa, separada y lejana de la localidad. Han prevelecido los enfoques tedricos que se han centrado en cuestiones econd- Frieas y productives, pero la mayoria de ellos han relegado el costado polt tico de estas relaciones al desvan de buenas intenciones, prometiendo otros studios. Sin embargo, hay muy buenos trabajos sobre politicas agrarias: las tlaberaciones de instituciones estatales pare cultivos industriales de alto ren- into econémico, Muy pocos trabajos analizan esas politicas para secto- dimier ¥y casi ninguno se refiere a las res periféricos, como el que aqui tomamos, practicas de los actores de estas regiones, al disefio de esos programas ni a las transformaciones de los mismos cuando se ejecutan. . En realidad, esos enfoques tedricos han dejado “en suspenso” las r .s, ocupandose de la estructura social o de la aplicacion ios. La utiliza- elacio- nes sociales concretas de categorias abstractas, como la construccion de tipos agrarios. | cién de “estructuras” y de categorias 0 tipologias no es s6lo legitima, sino también indispensable ~y aqui serdn usadas-, pero el andlisis fructfica cuando ademas incorpora la dimensién de las telaciones sociales concretas, expresadas en las précticas de los actores. Edmund Leach, discutiendo con los estruetural-funcios hab distinguido a mediados de los 50 la nocién de “modelo” de aquella de “rela- Ciones sociales”. Decia que las estructuras o sistemas de parentesco, a las Gue son tan devotos los antropéloges, tienen mas de una dimensién."” Por Gl contrario, si nos alejamos del mundo discursivo del “deber ser” cultural y nalizamos las practicas, encontraremos variaciones, heterogeneidades, v len en parte, Jo que muchas veces queda a resguardo ‘ores, especialmente nalistas, ya habia que las reglas se cum en los discursos uniformes y normativos de los act jando explican su cultura a un fordneo, co eeasenoroponen nociones simlares ala abstracta de modelo, cuando se refiere a la estructura social, como conjunto diferenciado de “posiciones sociales"; ya la “posicin” que ocupa un actor en aquélla, como la capacided de combinacién en sus précticas de verios capitales, sintetize- dos en la nocién de capital doméstico. ‘Entonces las précticas politics constitutivas de las relaciones sociales son parte decisiva de la capacidad del actor de combinar distintos tipos de capi ativo, 0 de reglas cutuales(prohibiciones, pres I han servido de base para la construccién de ido" 0 “generalzado” de Ciaude Ofrecen en cada cas0 un marco norm: cripeiones, preferencias\, que en general frodelos, como por ejemplo el de “intercambio resting List Strauss. uoioeutpiogns ap uotpemyis Eun uO 2 "6 ugioequasaidaa ind 6 sopeaud ‘yeo0] ewoureBay ej 10d sey: ap pepluni6a e| 10d $2 sejaniu Souen uo Sosinca! ap UOIDU ‘sojeuolsajoid saytreasaidas sns ayueypous ‘= Sot ap eyueUsaBoy 2p Seu} SE 0104 oe ne dolongyonbe ap asa/os worejubjanb szerionred 2p (8 6 EE aaa pci ee apd [e tua seB9yens0 f seysondse1 Se}UREP Uo pep eee ere putes} and Ou eaugGOoy eUALE|20S BYDR| PUM AN ON "ceuajap ns efed "soUsysrese OW0D ,S010 soy siouaS aqnuiad arb epipau &| U2 Pepruop 9p eh ‘ante sod POR E'PAD ap “BHOUL! 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Hegemonias y sentido comtin La hegemonia es parte constitutiva ¢ integrante de las précticas, de los ‘cuerpos que las ejecutan, como de las relaciones sociales. La hegemonia y las respuestas a ella se hacen presentes en los valores que nutren la vida coti- diana, las normas que impregna el “deber ser” en uina cultura determinada, contaminada por la sociedad nacional que ia incluye. Se postula que las nociones gramscianas alrededor del concepto de hegemonfa pueden y deben tener una lectura en las prdcticas mismas de los actores. Al mismo tiempo se considera que ta hegemonia no puede ser teorizada como un con- junto homogéneo de valores y nociones que nutren una ideologia, asignada per se a los sectores de clase dominante, sino que se entiende una plurali- dad de fuerzas y procesos hegemnénicos, muchos en cantradiccién. Algunos simbolos o valores, resultados de esos procesos, son rémoras del pasado que han sobrevivido en el sentido comiin de los habitantes de un determinado lugar y que entran en conflicto con los cambios que introducen los nuevos tiempos en las instituciones, en las ideas, en las leyes. Esa pluralidad de rela ciones de jerarquia simbélica y social explica también la pluralidad de sent dos que los diversos actores le atribuyen a un hecho. Como sabemos, Gramsci nunca definié taxativamente el concepto de hegemonia {entre otros importantes en los que abundé) y muchos lo atribu- yen al contexto carcelario en el que se propuso construirlo. El temor a la Tepreston fascista, a la actuacién de oficio de sus carceleros en las habitua- les requisas, y a la censura y la represién de sus propios compafieros de causa, de los que se fue apartando por sus diferencias radicales con el tota: 4tarismo y el economicismo, son argumentos suficientes para que protegiera sus “cuadernos” con un estilo a veces criptico y siempre enrarecido por dis- continuidades y saltos de un cuaderno a otro de los treinta y dos que escri bid simulténeamente Pero esto no agota la cuestion, pues Gramsci utiliz el concepto de hege monta en contextos bien diferentes y reiterados a lo largo de las recopila- fones de sus cuadernos, que permiten y justfican una interpretacion desde las practicas® y no sélo desde la ideologia, lugar comtin de la mayoria de los seguidores y los adverserios para su anélisis. Por ejemplo en su Letteratura e vita nazionale afirma que la “hegemonia es intelectual y moral” (197 1b: 138), al explicar que las clases cultas italianas de su época lefan mas a los literatos franceses que a sus escritores nacionales. Lo “inte- Las que sempre son Informadas por valores consciontes y no conscientes Posturas y hechos a lectual” en Gramsci siempre fue asumido como una opcién voluntaria, y por lo tanto consciente y asi ligada al mundo de la ideologia. Pero la “moral” fue entendida como parte del sentido comtin (entonces, no consciente ¢ incorporada a la “costumbre y a la tradicion’, en sus palabras") de los dife- rentes sectores de la sociedad, con excepcion de juristas y “filésofos profe sionales’, que la iluminaban como campo de sus preocupaciones. Para Gramsci la ideologia alcanzaba en un proceso su significado mas alto como concepcién del mundo “que se manifiesta implicitamente en el arte, el derecho, la actividad econémica, y en todas las manifestaciones de la vida individual y colectiva” (197a: 8). Pero a su vez distinguia en el “hombre comin” una “conciencia contradictoria”: una implicita que lo sitia entre los hombres de su época como una “consciencia histérica”, compar- tiendo una cultura; la otra, una consciencia “superficialmente explicit, ver- bal". La “compresién critica del si mismo” (y de las circunstancias) se da entonces “a través de una lucha de “hegemontas politicas, de direcciones contrastantes, primero en el campo de la ética, luego de la politica para arribar a una elaboracién superior de la propia concepcién de la realidad” Se deben correr varios velos, y en primer lugar los valores que impregnan al “deber ser” de una cultura, y que conforman la moralidad del “hombre comin’. Este no es un hecho mecdnico, sino producto de un proceso his- t6rico, por el cual la ideologia que predomina se transforma en el desarro- llo politico de la hegemonsa en sentido comin (fbidem, 23) De esta manera los textos de Gramsci permiten distinguir a ideologia que como concepcién del mundo en su fase inicial de predominio lucha con otras en términos discursivos y en las précticas para imponerse y alcan- zar su predominio- del sentido comin, que en el otto polo, repleto de valores, concepciones estéticas, normas de vida, es impregnado y temode- lado por la idectogia. Triunfante este “aparato hegeménico”, crea un nuevo terreno ideolégico como reforma de la conciencia-, que implica una nueva concepcién del mundo y un nuevo “sentido comin” (ibidem, 46) Sin embargo, hay una lucha permanente por ampliar o reducir la hegemo- nia en el “sentido comin"; es una disputa por la aproplacién del “sentide comtin” y por tanto es una lucha por el “sentido” y el “significado” de la historia, del presente y del porvenir. Diré que es una lucha cultural, donde el triunfo, o la hegemonia, nunca serén completos. Donde siempre habré resistencias, 2 ena de los vallstos, cuando explican instituciones y précticasrutinarias refirlendose "la fuerza de la costumbre” (eqaurepuny as inbe anb jaswresd ap uoise.aidiayut ej ua “uNWIOD OpHtUas) eI -owaBay- eanyno 2] ap souraipxa sojod soquie ‘oBiequia u'G “oYpip ou : en ua]: 061p99 : 1UaIOsU0D OU: OpluayUCD : ejuoWeBaY ojod ONO je UZ “OUPIP eigejed : afesuaun : eus}su0o : euHIo} : eBojo=pl aujUe ‘ojod uN ua ‘opqUES 2p seisuafeninba A seiGojeue ap atas eun UuaD2/9R%59 $0) ‘opnuas je owlo> ‘oyuatupuayue lwoUlg je uesed iosap exed ‘reBn| opunBas Uy ‘eunpeBsaaUa eIUsIP ap SO4>U0D Uuaonpoid ajuaweuelpyoo anb A sazeyue) se2nopid se] ua opualuodut op: Luey 2s anb ‘ouoy1119) [ap uorDeldoucdle ap sody saquasa;p So] UNWoD opluss ns ap auted uewoy ‘oBsequia UIg “oypoy[dxa o}UayuL}IOUCDa4 Ns 10K so: jod opiredwo> f ayua2 -suoo Anus otuouimjed saouojUa 6 ‘eyayp!eute o}Gojoap! el ap aued sy ‘ueIOUBr 95 SHO ‘ueNsuasOD 95 seHO ‘UOIEUIpIOGNS B| B UDIsISe1 O LEIS} too as sayzed seun apuiop ‘opeuruia} vounu obje s8 ojuowaBay ej 's2ouc}uy ‘eouR}sIsa1 NS ap CULOD ‘sopNUas & seatIIPId ap uoHoIsodust ap Osa0aid ap ‘seyon ap ‘eo|uipUIp spw UO;SeNyS euN eZed OUNtHI9) aIS@ Opuentasal ‘eUCU -a8ay ap zen u2 UNUIOD opliuas ap seiqey aIquajaid 9 ‘sebn] sud Wy {yoxewog So] ap vjuowaBay ap upejaiciajul e] ap somo sopadse san eLejeyas 1S Ua SeYoN| Se| LOD asaNbUUD 25 and osas0ud “SOUAPY, JeULLOUOD f UPDALDsU ap osadaud ja Pies OJUOWIABaY “!>sUIEID) 2p soyxa} oj ap suodoid as anb uotreiaidioqut e ua ‘oBieqUIS UIg Seoul 2 Ssuo}seULO;sUEH UeI2UA6 s!onposdas ap spMIape anb ‘01> -u21s1801 6 u9}90}88}U09 ap sosea0ud sajuaueUied so} opueBaibe “yosewoy oj uoreloge|2 anb uofsusip e| ennanposd Anu $3 “(yz “Pk ‘guoW2EaY e ap oAUap souOIsU sejs2 ua "oBsequia Us bpojsajuoo aquaureses se upzes ejs9 Jod A ~-opeutlojuco oNgeY uN sa -ow.a6ay e|, anb opueyioidxe enyeyauinBie woul ns ua eNUITuOD so} “eoryjod eanyno ej ua sopeazeuiia nu S09 .yopad ‘unuoa opizuas pieutuiouep as be anb oj so opiujap jse ‘oBrequia uls “(22 “PIq)) .""'sepezewore Uos anb ‘seysIp ups ou and sesoo ue 109 2483 “OUI Jap SaqUENQeY SO] ap 6 opUNUs fap ‘epeztreimeU A epep ep soxpey A seimisog uaBew! eun ouiod opiqasuce se anb ~ajuawesugisiy opens jean odues lun ua soydosut- sosoqes 4 sauaBeu “souojounsip & souormejar ‘seoyseid f souis ap uapio ase e asopuauijey, :euowabay suyep e upresed ‘O1s9 ousig ",[esaniun, 6 ,eauoIsIy pepian, v ‘ajueUIOp UDIdedUCD e| OUTS + ,opunus jap ugiodaouoo, eun oj9s so ou -opeytiasaid ay ef anb A 12sureI) sod epep osautid jap ut Bj anb upuiq ‘nuowabay ap A vi5oj0ap) 2p soldasuco so} uoIDeTaK ua upipuodo yoreuiog wyop & ueap @z 2suqu@RuoD Ise A ,opunU [9p sauoisdoouos,, sel ap eyes ej ap oxLiap sopifa} 125 uapend, 's2ou0}Ua 'epefinwoid pepuiojne e| 10d uoipeidoucie ap sajqndansns spur Uos saqueay -[UBjs soujo sequal *, ajuawiaiqy OpuDjo|f, odulay uN 10d souaUL Je 4200 -euuiad A sofy-ou asianjon uapand sono ‘sajeuo|aueyut-ou owod soysandut Luos soysnyy “osaooud epeo ua aiduzays sojduosut upse esnyjno eun ap seo loquuis souojsaucxe se] ap seyueoytuBis so sopo} ou anb opueie|ze ‘ejuoUL -aBay ap euerssureiB uoirou ef ‘ejopuyjaidiaqujas ‘uexewo} anb je 2q . ., 03d20U09 jap uo|oeailaydusoo e] exanyuuiad oduoy ‘ouisjus je anb & ooyjoquits opunut ja Uo> (S9U0} sajerpos seusio} ap oojesous opezjeas A jyns un UOWIDIY 2 uoraIpnd seu -eipiioo seajiopad Se]! eto0s eumyonujsa,, 2] ap ea1ueDeW Uo|DeB|nuIOId euN o Ins Ua e}22}9p as $2000, seysandsai se} ap u9Ia 195 OU sapuajua ex ap pepreuaBoiajay gjouafe ns & sapod ap sauorpejai se {doo ug}pou eun ap euanbax YeUIMIOP ap sosas0ud so] ua uegeiado anb safeunyna sauo1seuuojsuien Se] 4, [eyUapI90 ‘oUEIg auquioy, [2 UoD soyDejUOD sosoUHLd So] apSEp "XIX OIBIS [9p SoIdiouud apsop ‘Bueisy So] ap ose> [2 Ue Opueztpunyoud ‘eousyepNs Ua jeour-osoxByjax odlureD [ap saan & UpppeZTUOJOosep/upIDezIUO|OD ap soseodid so] Japuayus e1ed 661) sJoxwoD UYop & ueap 40d 4 ‘esauopU ua o/>U2;81531 8} ap (S86T) Jag Sewep ap Up|snaSIP e sod sepefeIsUID! 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En ambos también hay “cosas dichas” y Aunque se coincide con aquellos autores en que la hegemonia "perfecta” es la que logra que todos los contenidos normativos y orientativos de la cultura sean “no dichos", “no contestados”, ni siquiera en el pensamiento intimo de los individuos. Pero esta utopia de robotizacién no se logra ni en jas cult. ras conocidas con “mayor homogeneidad”, ni en los periodos totalitarios.*# Por lo dicho, es importante en este estudio el concepto de cultura poli- tica, entendiendo por ello tanto al terreno de las précticas y discursos ver- bales como los campos de simbolizacién e identificacién, relacionados con cexpresiones de poder (y por ende con formas de autoridad y jerarqula) cons- lentes y/o no conscientes de los actores. Teéricamente se resalta la importancia de comprender los “espacios simbélicos” de la cultura politica, en el seno de las “relaciones sociales”; no para establecer conexiones cat: sales, sino con fa idea de mutua interdependencia. También la “cultura’, para los Comaraif, no puede ser observada como un campo de signficaciones y sentidos neutros. Encontrarén el conjunto de la cultura “occidental” con la “tswana” subordinada: unos y otros involucra- dos en al proceso dominacién-colonizacién, contestacién, y se transforma- én ambas, reconociéndose en los ojos del “otro”. Estas presencias/ausen- cas, actividades/pasividades, de los contenidos culturales en los procesos de colonizaci6n/descolonizacién que revela la etnogratia historica de aquéllos tendrén su escenificacién en las periferias subordinadas, como en Amaicha ¥y Quilmes, como en algunas wilas populares de las grandes ciudades, o en los tobas de la regién chaquefta (Gordilo, 2006). En aquellos lugares donde actores subalternos asumen una identidad “salvaje” (0 rasgos de ella) a los ojos de la dominante. 1 Gramsci dita que por medio de las relaciones de hegemonta “una concepeién éel mundo que se wielve norma de vga (vda préctica) (19718 24), requiere de "una lucha cultural para transformar la mentaliéad popular” (big., 29), impregnada de sentido ‘comin, Entonces "cada relacin de hegemonia' es una reiacion pedagdalca..” bid, 20) onde la deotogta ocupa su lugar "como alismacien de valor gnoseclégico no puramen- te pstcolegica-morat™ (itd, 46), ® Mis trabajos sobre el "bussismo” en Tucumén revelan valores nociones que relacionan igénero, autoridad, democracia y dletadura, en el interior del hogar y en la vida polltiea {sla, 2000), Posturas y hechos 45 V. Precisiones Se pondré, resumiendo, especial atencién en tres cuestiones centrover- siales en las ciencias sociales contemporéneas, que considero intimamente relacionadas. En primer lugar, c6mo unidades domésticas de sectores peri- fericos y subalternos rurales resisten y se acomodan a transformaciones del mercado de trabajo, vitales para su reproducci6n, O, planteado de manera ‘més amplia, cémo se reacomodan los hogares de aquellos sectores frente a cambios en su articulaci6n con la sociedad nacional En segundo lugar, qué rol juega la identidad de los grupos subalternos frente a los modelos hegeménicos de identidad nacional en ese reacomoda: miento. Qué papel, entonces, desempetia la identidad en el nivel del hogar yen el espacio local (a comunidad, e! pueblo) como herramienta en la vida cotidiana frente a las constricciones, alternativas y Propuestas que se vehicu- lizan a través de los aparatos ¢ insttuciones estatales de la sociedad nacional Por iltimo, cémo afecta la reacomodacién de los hogares ~en su articu- lacién con la sociedad nacional y local-la diferenciacién social interna en el espacio local, No s6lo en términos de sectores sociales que aumentan su distancia social, empobreciéndose los més y enriqueciéndose unos pocos, sino diferenciandose en términos de diversidad: de variedad de respuesta (O sea, de la heterogeneidad y complejdad de las mismas, fundamento de la vvariedad cultural, abordando el interjuego entre identidad y trabajo. Al contrario de lo que postulan las macroteorias, las précticas de los actores se heterogeinizan siguienda dos planos: uno tendencialmente hori zontal, conformado por una multiplicidad de respuestas frente a la sociedad nacional, que se denominaré diversificacién; y otro tendencialmente verti- cal, que distancia grupos y hogares entre si en el espacio local, que ha sito denominado frecuentemente diferenciaci6n.®* La mayor complejidad, variedad y diversidad en las practicas habituales®® de los actores produce mayor distancia social entre los mismos, como resul- + “Diferenciacion” fue usado ya por Lenin (1899) 1981:179) para caracteraar procesos {Se “descampesinizacion” por la penetracion del captalsmo en el campo ruso a tines de} siglo XIX; ese proceso implicaba “proletarizcién” on fa gran mayorta de los casos, con ef abandano de la tera, y f@ aparcion en la otra punta de [a escala social de una "bur ‘guesia agraria” cada vez mas concentrada. Redefinimos el concepio en términos de ‘aumento dela “distancia socal” entre grupos, estrates, hogares, de acuerdo con su “capi al doméstico". Ese proceso de distanclamiento no necesariamente produce "proletarios © “burgueses’ * preliero hablar de préctica rutinizadas © habitos, en vez del hobltus de Bourdlev, que rigilza la variedad de respuestas en aras de la “reproduccin”, Habito fue usado temipra og “Cun epes ap et008 Uptsanpoidas ap sapeprepout sel ouodx@ “auodoud ‘5 jnbe oWLOD ‘1eB0y epe> ap o21;SAUIOP rDr}Ko9 je UAGmASUIOD arb ;DUOII02 “npa & o2tuiguo3a ‘j0/20s sodure> 50} ap oyworureansDenue ofaydio> (a ‘seuywopard exed ueyan| anb sou s@{ 9p A pepruntoo e] ap ooiitod oanyny ja ‘uauunse anb sepepaLept ue} 2p UgHaL e| ‘eoAsaUIOP UO}ZaNPoudas BI A ofegeA [9 21905 S21 “aeBe $0] 2p seaqaead A sauossin serdoud sey woo opueysequcd ‘sauos>es0ua6 Sewnxgud se] ap stuaniod [a aigos o1qure [2 © pepinuyuod e| exec odrub jap Uotoisodsip e| opueysaylueU pyse ~optyedwoo aquauueauaBowoy $128 eounL: ‘anb- oasep aise ap uopeDUuNUa e7 “yWwntod jp 2190s ssuOISOdSIP op ‘odue> un emsoj4ea “sonn329[09 soasap ap uoisaidx9 ‘[eID0s oyreUIBeU 2ISF “epeulusiayep ugib2euip eun Feze4>21 O sefode eyed ‘oBtwHOAdWOD Ns 24908 ‘owioa ‘fetojzesou96 oirany [2 & atuasasd je aigos Peptunuio> e| ap UoroIsod sip 0] 0 S0asap so} est <2 ‘zon nis y ‘OD1s@WOP {04109 [2 soupyueu o pid 3e230}24 wapand fond ‘feauad s9 “pepsrnsefo9 6 sonpinipul ap [euoge|siuanod je 24905 Jeapt [Pos oveuiBetu [9 ue Sepesea ‘seuoroojuasaudau sn wp venuarUBUO2U 2 sepuans6u0d $9] o1a¢ “BUIS|UE ej ap auaR anb ups 20}Uasaidad e| UOD OyUOBE lun ap eanyanayse e| ud Up!2IS0d e| 2poulo> ayuaureuesadeU OU 'SPwePY jo12eu pepaisos ej ap sasepp ap EmMIannse el ap aued wos sere srs OS SeaRLE} [290] EANYIND 2} A [eIDos BAN}INUISD ef aod epelap exowp: | 10d- 3e> (seidoud se anb —,peplunuios ap soipnisa,, sopet “yeoar ouang sa ‘o1ngo e2zered anbuny Sesauclun seseu se] 9zenaIj o1sedsa 295 ‘0qUe} 10¢ "TE20} | 2P youuse ss stonpoides @ apu tp aued s0 eatiajuad pepte>d Bun ap fers0s eanjonunse e| ‘eyed e210 40d ‘eoug}stl Up!DeWiO} Je]MDad eun @ eDUaUOUE Ns ep SLOAN suo $e} sod ‘5921205 soqun{uoo sapues6 ua upIrezreuabowoy| e @ eiunde 2yuatuleisuepuay ejsy “eulsIu: e UeZIuIoBOr0}0y “WeUsOIseN “UEDYIpoUr an jou 0 s9wuaiasuion) sooropid uezyeas anb uss “ouniondasa e| ap UO}orIsuOD { & a1t1au} sonjsed UOs soxojze So] Wa ‘sauatoisod se] uesnéyexd 26 ON Fi seBarenise “sepeaww tyra sooiz2pud ua popisionip & or2uaiafip opua!anpoxd ‘soseBOY $0] @P 0917 “spusop [pyjloa [2 u02 euOIZeIEs a5 ~OPE i A ~ sajeioqe| Sojsend sod. yon & “TRUO} 101925 fe Uadavanad anb se} ‘owe o| od fquag, 0d soquoueUsod) ayuOUexOgey SaIgEIS® SUE SEI A feo 1oKe ap se| Zeuln|Be ucliagap as ‘spwape ‘hy "euOUIeWE aye EL ap s2re8oy 50} ua esluanouo os sopeyese ofeqed ap soysand ap up}2estu8? too 1oSeus e7] “estu O1pauu ja ue SEPEIEIsU! 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Se observaré que éste es la especie de capital mas importante del capital doméstico ya ‘que posibilta: a) mejorar las expectativas laborales para ingresar en el sec tor piibico, y b) ampliar la gama de alternatives ocupacionales en el exterior via migracién. También es un fuerte determinante del ingreso. La escuela es el primer encuentro con la sociedad nacional, donde se ensayarén no s6lo Ja disciplina, sino la astucia y la insubordinacion, Las précticas de los hogares combinan en desigual manera los activos rovenientes de esos tres carnpos (social, econémico y educativo), medios de vida que aparecen en la literatura ocupando extremos opuestos freconcilia. bles: el salario y las formas de produccién doméstica (productos artesana les y agropecuarios, para autoconsumo y venta). Estas han sido ligadas a for- ‘mas precapitalistas en extincién; en cambio al salario se lo ha caracterizado ‘como capitalsta, moderno e iricompatible con otras formas pretéritas Los resultados alcanzados demuestran lo contratio: la combinacién es lo Gu Prima, y @s una estrategio con predcamento. También veremos que existen formas no asalariadas, que liamaré serviles y reciprocas,"” que ci viven con las asalariadas, OD VI. La familia, el hogar y la unidad doméstica Como es ampliamente reconocido, el hogar’? es el sitio de la reprodue- cién social de la familia y de la fuerza de trabajo (Beneria, 1979; Sehmink, 1984), Sin embargo, la relacién conceptual entre “hogar” y “familia” en el escenario local es comple. Se entionde en principio a la “femilia” como un constructo ideclégico, emergente de la cultura local. La simple pregunta zqué es una familia? se debe responder desde las practicas y las voces de los actores. V entonces, ‘como decfa un vallisto, “una familia empieza por el padre, pasa por la madre ® Restos de relaciones sociales no captalistas y aprovechables por un determinado estra- to tocil, siempre subordinadas e inscriptas en légicascapitalsas, ° Se considera hogar ala persona o grupo de personas, parientes 0 no, que habian bajo lun mismo techo y se asocian para proveer sus necesidades aimentilas Posturas y hechos ed ¥ylos hijos y termina en las hijas", marcando un orden jerérquico en relacion on el género y la generaci6n. Agregaba: “Son familia mis padres, mis her- manos (comprendiendo hermanas también) con sus mujeres e hijos y los compadres y comadres”. Entonces, la nocién de “familia” rebasaba la de hogar, vinculando varios de éstos con preferencia por los lazos de consan guinidad de la Kinea masculina sobre los de alianza, y respetando el paren- tesco ritual. A veces se verén estas familias que se basan en varios hogares, la mayoria de ellos muy complejos, funcionande como equipo, densificands relaciones de intercambio y reciprocidad entre los hogares con una localiza: cién vecina Los hogates no se conceptualizan como una forma organizativa homo génea y estable en el tiempo, sino como un campo de fuerzas y luchas de intereses en el que por lo menos interactian tres componentes: los intere- ses y deseos individuals, los intereses y prescripciones de la sociedad nacio- ral (las presiones del mercado laboral, las politicas estatales) y los intereses del hogar mismo (Selby, 1990). No son un campo meramente normativo, donde los individuos cumplen roles preestablecidos, sino la arena donde se dirimen intereses sociales, personales, valores culturales, afectos, ideologtas. De esta forma, el hogar es concebido como un espacio de contestacién vy negociacién continua entre parientes, sexos y generaciones sobre cuestio- nes de identidad, ingresos y consumo, conceptos y valoraciones de género y posiciones ideolégicas, como de précticas domésticas. Sin embargo, esta construccién te6rica del hogar no nos debe hacer olvidar que los hogares estén insertos en una trama de relaciones sociales que desbordan las fami- liares. El Estado como actor social, en el seno de la vida hogarefa (desde el ‘matrimonio), presentiza una manifestacion de la hegemonia, tendiendo a que los hogares reproduzcan la fuerza laboral subvencionando ese proceso ccon sus propios esfuerzos, para preparar a sus miembros como fuerza de trabajo. E] hogar no esté solo frente a las presiones que sulre, sino que se tejen diferentes grados y niveles de agregacién social y simbélica. En el nivel del parentesco es lo que hemos llamado familia en racimo, coma agregado de hogares emparentados. Mas allé del parentesco, “la comunidad”, se verd, constituye uno Ios pilares de la confianza y la identidad. Pero también las facciones implican relaciones sociales, politicas y representaciones cultura: les de organizacién, de contestacién, como de adecuacion a intereses, valo res y leyes de la sociedad nacional. El hogar también puede tener interés en retener a sus miembros en la colectividad hogare’a, profundizando arreglos de cooperacién en bienes, en. ingresos y gastos, como en la produccién, para asi aumentar el bienestar (92 “wp ,(6} & 2p opajes ‘aye un ap ued 59 ‘ass sx Bun 2p asaynbas anb 1u09 efBojeue esou eu o 1. ue soya ‘soupay seprdmuew agap 'u03 au 95 anb 0% -,oran fe, Sepainyde> 498 uagap onb ‘sapeplunuodo 2p epantsng UB eu B| UoD aud ‘e162yes180 ap oydao -Uo> [2 Buedns ou109 ‘ozejd OB.e}-OURIpoUr [2 Ua soxjauIPIEd $0159 ZIOs]UOD ou sexejndlod saxoi208 s0| ap sazeBoy so] ap euovieur e| ‘oB1eqUIE UIs “u9I>e| -nuinoe evanbed eun se2tre3ye opuaipnd ‘saseiiure sosaiB9-sosaiBu! ap ‘ord uiafa sod ‘ouasiay jo Ua ‘sonjelqo-sorpaul UpISeIa: e| ap ajUaI2sUOD UopeD juejd eun uefeuew sauo;ouysucD sapure -edso un ua anb as “sejBojesis9 ap euls0} uo ‘,seprunse squoureoysoadsa sepepiayoe ueuig.ioa, sazejncod sazoy39s so} ap Socnu sounsie anb opuart: -odoid ‘soydaoue0 soqure soquasnjaxa uos ou anb gier2pisucD as Mby ‘orpedse je aiqos odwian yep eworoia eun a2igos o1pedse Jap auoqota eun neaH90) coud, O71 (KIX “P86T) odsip un se eonoe} b] aquauresianuy “od Ip apand as ou eioueU eISo ap ‘{jeuoronysUt r ose 0}, auqos suns apand ‘ou anb oaygo un™,, 009 otuyap se] SPORE, $e] y-,- “OUST Je aqUALA,IP Jolla}x2 Un od sauoIDe[ar sezaUAB vied aseq oULo> anits se f O}doud oWOD un auinse eiGayei3s9 wuP) °aiuaquie, U9 un ‘pepnio eun ‘esoudwia joad un) apod & peyunjan uoo oy{ns un opuena aiqisod anjara 210n} Bp SOUOIDRIAL ap oIMoIpO fe 9 DIGaIDUISe™, iBayense,, 2:1U2 2InBuysIp [e “ele SPU Osn>UI any NeaLED aq, ,Olustayalgns,, [9 Ua 1989 UIs ajuaBe [2 serodioaujar ap OWaUt ns ua * uo!sINpoxdax ap seIBareNNSO, Se] ap OUDLLOT 1s soupay A seamysog ‘wonsans us odrub jap off ein, [2 bg epee Sou sod p papas e Spue Sejuaturnsoy ap osn 9 exed naypnog ap sauore>iish $2 a (Pro © as!epowo>e exed upfoeidepe ap pepired S01 9p ene et, ow “a covydure spur ja ua sojeuowisyeu seiBorense, se] “Ig9 “E861 ‘naypinog) «02sa1U2xed jap sejai ap anb seu cos ap o sejeuounnew sei 2p sejgey ouysud x etoueul 2p , Bax 2 pepai20s epe> ap sojains so} anb eqejmysod 97 4od eiBojodomue «| ue ajuausepesaBexa epereisut, e604, DsIp eied ajessse, ap cidaou09 je gan naipinog e3suejunjon eayadsiad, wun preuwousp 26 anbe onb ‘ojsyatrag-oj809 ap e} ajqerecinb eai59i eun pepoioos e] ap oyun 2 Ie opuaengue soweyse ,,'072Id OB: 0 oUeIpaul ja Ua s2tlj © SoIpeu! ‘sivoure2iBoy zeuorrejas ue:Boj anb ‘udap ajen *,seiBoense,, uasinuysuoD $9] -¥1005 s@10}298 So| Sop} ap s240138 so] anb arinjouco 251s “OBIEqUI LIG "BsIMe:}Ua e] ap 0 UeUONseNd Jap UoLoeDHce e| ap ajuasaid je ua *,uanneigos, anb ap eajbojoine) ugmoeu 9 UeUIIe JEPOS Joy9—6 Ja ‘WewtepUNy ag *,erouanjaladns, ap 184 88 seu UIs Optien> “eapo4 of and mnjoa ap eyed euang ap ojseBundha eiBo} 251s pi9j 39s ey.aqap oxdoo suo aysq “eiBayensa, eun ua asiejnone uapend opueno equasaid 8 anb 2p ugpou .2iBaqensa,, ef 2190$ “11, ;poidas & uo!sonpoud ap sos -2001d so] ua Ire}, uso sopejuareduia [ei2u95 Uo ‘sareBoy sayuexayip axjue uo!se10qej0> Zun eistxa anb 40s apand © ‘votrspwop poplun e| oD opuaiproujo> ‘fe120s Bzsony e| ap uoionpoidas uotonpoud ap peplun ef aivauieloiisa 12s apand sefioy fo ‘seu0IUy “StonSPULOP SepepINre ap odwie> ja JeOYIsrOMp A JeIKKue ered ‘ouRINY leyddes o1apepren un owo> eyaysieute anje B| ap saieBoy so| ue sopiu dos ‘sajuaued ap soda soujo owo> ‘se/soliy so ‘ojdwiala tog -Jes0UaB 21] omuciany a Alejandto lala Se obser a lo largo de distintos trabajos de campo qu de velacln “entevitadorenteitado” te tendons vee sce tos ue en el hogar e estén moviiando para "subsist" en las peores con diciones * Sin embargo, uno debe syponer que en condones de extrema neces -a, esa de vencar una raion oresutad fale legradacién del hogar, 0 su extincion definitiva, Otra cuestion pendiente es si las “estrategias” de los sectores subalternos son pronias 0 estan rerociendo las potas trzadas po os sectors jominantes. Cabe preguntar entonces hasta qué punto la cultura popular contesta 2 ls procesos de hegemonia y en cudnto la reproduce." ae sa Euerming “estateaatagupresupone dos cvsions: en primer Maat Ja exstencia de un “espacio de decsin” (Selby et al., 1990). Ese “espacio de decision” implica la prevercia de alternatives lmitadas, enre las ue el agente escoge ylogra combina sus metas en el medlano plago, En segundo lugar, es importante encontrar, describir y ponderar una variedad de estra- tegias en los diferentes campos de actividad de los actores, De esta manera, la diversification de actividades reproductivas en el seno de le unided domes consti ua dela estratgis rs porns ata s basa entrarente ene slo, Peo obvarente no todos los hogres leren El hogar es el locus de la produccién y la reproduccién social, pero insert em patents, reds, Instaones eae, facies clases reduce e incide sobre las mismas y al mism @s producto de e Sere ue Scio cic ae > Los tos que hansen os invesigna i en aie aps an si tomeson coun 9 mata coe serinan Ja vida de los entrevistados. i‘ ace * Estas preguntas nose pueden responder “reisionda”™ > Ens ait no endear “vn denen. ese supenivencinpnsrarGu odoroseoves soils de sr" "Ge abo Seoen enti, concen que needs tha en Ped tel dei teed eon cor os ese’ de pec de gps enero ls pbs cones no radon os ion y oto, ora, no x ins goose de ero tlh fn? Anderson, 1991 60) Pr enon metres, me pagar cen screen con ai ipa onan recuon cnr cn e ees eh a Bbnkccin mess dev! opr oar, on eset po Posturas y hechos 53 VII. La comunidad: una ficci6n promulgada La comunidad es comprendida como la intersecci6n de varias fuerzas que coenisten de manera compleja y conflictiva, va que se requieren mutuay rente para sa teproduccion: Ia sociedad nacional, el Estado, los hogares, a través de las facciones y la comunidad misma. Pero estas fuerzas no son slo prdctiens, formas organizacioneles e instituciones, sino que también Speran como ficciones 0 imaginarios que se refuerzan como tale, y que al fuismo tiempo fortalecen las précticas. El Estado, la familla y la comunidad onstituyen referentes ideogréficos con sentidos particulares dentro de la cultura politica vallista, ‘Le soviedad nacional se caracterizo en su presencia regional desde st capacidad de generacién de empleo, ingresos y ot¥os recursos para los hrogares.® como un complejo ideol6glco institucional {éiscursos y formas eganizatives) compuesto por el sector pblico y el privado. Es importante gale pablica el papel de “la comuna”,” que ilstra la presencia contundente del Extado dentro de Amaicha. La sociedad nacional es el escenario marco donde, pot ejemplo, se desata la crisis de los ingenios ezucareros, la hipe- ‘inflation 4e! B9, etc, que inciden en los Valles, como parte del pals. La comunidad, por lin, come arganizacién e identidad cultural andino~ colonial es penetrada e hibridizada por la sociedad nacionel. La complela section de la identidad social y cultural la podemos tomar desde dos pers pectivas: ls diferencias que establecen aquellos que se identfcan como ceomunerce” frente a “los otros"; y las diferencias de identidad que se estar blecen dentro del grupo “comunero”, ligadas a distinciones sociales. La ventidad social cultural constituye uno de los elementos bésicos de la sub- jetividad, expresada en las précticas cotidianas. “Amaicha como localidad de los Valles Calchaquies presenta dos caras institustonales: una de comunidad indigena y la otra de comuna rural de ‘Tucuman (y una de las tres del departamento de Taf del Valle), reguladas 5% Por ejemplo medhante'n deranda de fuerza de rabajo regional en las plantaciones az canoe’ O el efecto dele insalacion de una ONG que imoulsé un proyecto de desarrollo Siren ocho anos, El comportamiento de los diferentes sectores sodas facciones 6m cararge com ese proyeeto (Ecia, 19872 y b) es paradigmatico de las lucas de los secto- saoccrcloes por espacos y dtrbucion de recursos. Los objetivos expos de la ro- Moesa de desrrclo” fueron transigurados por las dindmicas sociales locales. La comuna rural genera empleo pico y representa al Estado provincial de Tucumsn. > Las otras son El Molar y Colalao del Valle, biamnbjer> auied eppuariatadns & ep 2p 9 and oxgor onde & tua une and ap ( opueBiaiBe "peprumuo>, ap 1x2 fe Byuay Se [2 ue eidoud \uoD up anb sopitiedwo> 4 sosauds 19 ‘OUpIp of ap ojdurale tang un so ‘nyée jap e1epaiay yopenaa & nivg ‘eialiog ap sapuy’ soy ua poprunwon v| ap sisiipue I] ev RUDICUY 9p JONayUr [9 U2 PepruNUOS 6 jeuoreu peparsos axe souoise|ai sbi sapuaidusos ayuused anb oj so sajeapl sodn sose uapnye anb se © ‘sepayufap se12iu01} uoD sesuas anb Spun ‘sosroaiduy) s9/0)208 sauoropjau ap UgIDOU eISy * ,popeto0s R| ap axed ua 6 poplunwos e ap ayed uo wed 905 SAUOIDe|AY ap eYOseUL sual ey, agen a OHIDe [2 4 las [p oquauintad s9 sauo1zepps ap sot P24 s292IN\ XEN jos uegemd ‘oIqures we .tig}oeu, &) Ug “eve9 @ ext9 Somauta $0} f JeuoTDIpeN O| Bud apuOP Seuo1eja1 ap oqun{u0> fe OUIdd ws9 e eqezLay>UIe? SALUD PLeUIpLe. nfo se{ anb so} ap ‘soutpue sasjed so] ua pepaUD B52 a1Gos SauOHKaYaL Se] “oper umn 40g “SeliojIpenjuo> ayuoureuesaray ou ‘se: aipnge apand 2s Poplunuad | e OU104 UD SeISI0A\ asieuuse uapand aquawije}ouaiod anb sajeisos sauoyzeyas ejgqunde DiountuoD - soypay & seimsog Popiuniuoo e ap sazopapaiye Seyesboos uds® ap opuaTUsrOUDDAL Je A sé 7 sounéje "01 ‘aueutwop {un aidusais 6 song “opeatusoyeqns aise ea Peatusayeqns 23 HOUIBDUN) UN U2 eURNIBe 2s oB:e i) ; 25 of:equia srs feat Si? “Souy>tewe so] 9p oUN epe> ua seludsoyp soqLatumy Souobqun ‘soapy e ayes oxaunwio>, ajueo|fUBts [fo anb seul 30,4 "spel nui ap sopeaius sean bey>qe>, OwWOD asopuplouarajas 5 o> pepopte, weve 10 fe oo ea;e->ppqute Deon ap un 51 2p uotonquisp &ossooe ap sated cuiiesce te cease Pept IP ap osnptiaiqWa.coHoquts sa}>pIe9 un ‘aisnppUt spur ‘ouayorousn je20} pep) vesaidxo 2§ anb U0D S2ouO}Ue apa 20 ROU ehpND He Aaa MAK wp soRous © sane oe aa Sibi po uo oe ESOL ERET ‘SopeMOGpUELC] ‘ESET ‘gEEt ‘SeILOW) LAX Pp wo sepeiseide uotary sa;nbeyspe> souoiyeqas se "eUpp aluauieehac u26 spur etn uo anb jetuojoo eiuoucuyy eur Goo sou ever ovPtEute $91 ap owun{uos js exed “popiunuo> op wap ‘ajied ee fog S2217}204 00'OS ap set Op ou in w Sopp sonar & suse sapeptan sep socrseet nsuoi2eze9 eis3 “jeumaid oaynoalz [e soc ope (9? 2PLKOP ou ‘opeiua1 Bre Yeunuioo Opeberep [J “SSEUIROAd Safa, tod 25] ompuelany ts 56 Alejandro Isla Pero quinientos aos de subordinacién y resistencia al Estado colonial y ala nacién republicana tienen como correlato que la sociedad global no sea sélo exterior sino que esté presente en los interstcios de las comunidades andinas. Incluso en las més conservadoras de su tradicién, como las aymara del sur del departamento de La Paz. Alli, el mercado de productos esta ins talado desde hace varias centurias, con su légica mercantil y sus concomi: tancias en el terreno de las ideologias y de la diferenciacién social. Sin embargo, no se puede pensar el Estado-nacién en Bolivia o las organizacio- res estatales de la sierra peruana sin inclu la influencia hist6rica que han ejercido las comunidades y las diferentes etnias en la modelacion de sus ins tituciones. IX. Para finalizar Dicho enfaticamente, la interseccién de las précticas de los actores en los tres niveles definidos -el hogar con sus formas de reproduccién, la comunidad con su mundo simbslico, facciones y organizacién politica, y el Estado y la sociedad nacional con’ sus constricciones y oportunidedes- explica los procesos de diferenciaci6n y diversificactén de tal modo que resulta un sistema estratificado y diversificado en respuestas, estrategias y técticas En cada momento el proceso de diferenciaciénidiversificacién puede ‘entenderse por la interacci6n e interseccién de practicas de hogares, luchas facciosas en la comunidad ¢ infiujo de \a sociedad nacional. Por lo que son procesos coproducidos. Entre los hogares comuneros, asf como en los no-comuneros, de los Valles, los procesos de diferenciacién/diversificacién se sustentan en préc Casas dedicé el nimero 7 (1986) completo al tema “el porvenir de la comunidad ani ra", El mismo Centro publicd en 1991 y 1992, complladas nor Henrique Urbano, os volimenes donde un conjunto de especialisis debaten el dlema “tradicién y moderni- ded, donde la “comunidad” es analzada dasde esa oposicién. El trabajo de Abercromble (1986) observa desde la relacén con formaciones mayores, Como reines, eforos etn: 0s, las transformaciones y Ticiaciones que sufi histicemente. Para el debate “comu: ridad"-sindiato campesino vs. ayllu véarse los trabajos de Sikia Rivera (1983, 1987}, El Irpo Chico de Carer-Mamani (1982) sique considerdndose un ctsico dela etnografla de las comunidades aymara del lago Titicaca. Para la comunidad en relacion con el tems Aiferenciacion social y formas de explotacion véanse los clsicos Albert-Mayer (1974), Grondin (1978), y la casficacion de las relaciones sociales de comunidad ente las varie- dades de “campesinats" que hace Murmis (1980). Para una comparacién de la “Torta comunidad” en los Andes centraes y la puna jujeRa, Ia, 1992. Posturas y hechos od ticas que se apelaron politicas, con efectos sobre los distintos capitales. Sin embargo, las diferencias sociales tienden a equilibrarse © suprimirse en el ‘orden simbdlico-ideoldaico, mediante ta idea maitica de la igualdad entre los “comuneros”. En el campo de las representaciones se tenderfa a abolir las asimetrias propias de la légica de la estructura social. Hacia los otros: la comunidad como construccién de los “comuneros" evoca un conjunto de imagenes 2 identidades que remite a tradiciones diferentes, pero que los dis tingue, permitiendo acceder a recursos propios de manera equitativa. Por fin, la insercién del espacio nacional dominante sobre el local subalterno no arroja como resultado un espacio cultural, social y econémicamente homo- géneo. Las précticas, los procesos histéricos, Ja memoria siempre recons: Tniida, son en gran parte responsables de la variacion. Todo ello confluye en tun cimulo de précticas patticulares de ura cultura politica; otro conjunto ‘més numeroso, como se vera, caracteriza a la cultura argentina Dy.oweu eg ,souanp sownJBa}, sms 4 e1101| €| UOD sopeuoIze|a1 SoIpOS -tda ap orounuuls un euoweu! ns Ue Uepren6 ‘suiepy “Uosesod Ua UegeL! 8001 KX [8S [ap seu eIseY aNd ,seaIPIZ=4 000"06 AP O1LOILHDS ye OWN] oypaiap,, owo> uauaysos anb 'jeay B/p2D &| 2p Optuauo> [ep soxauNWOD 50] 21]U9 opipuayxa 4 opeztiousutiod O}UaKLIDOUOD un ase “OUISIUNISYY ‘opuajdse ap aod Bun uwotainin ‘sapeBque so] ap opuaies weHsI So| Koy eysey and 50] opueno ‘sonBijue sodu un oulos sanbeysjea so} sajnboyp|02 souanb 0 souol|aqe1 pues ‘ofodsap owos uejsunuap so} Ope [2p exo uD oUOIID} Ns 40d eY>n| B BP EDLOTAL e] BUOPUD|UD 28 ooodurey, soue souly[p So] Ua seju9sa seLuepundes saquan} ap UoIsinaL fun sezeas ws e110n e} 21q0s sejounuioa soyzeiep s0| 21908 sosinasip sou -e1pyjoo Soj sapuaiduios uapancl as ON “eaUDISIY UOIaUOD Ns UD LAP 29 squoureaiun anb s210j2e £0] ap s2uosia A 500) -uourBeu; s21)tBa1 ajuepurquo eseuew ap aB)x9 “eyprewy ap poplunuo> yexBouya e anb outs “2uasasd je anb 821192) upjisod eun 40d oj9s equaurepuny 2s ou saiien SO} ap Opesed ja 1E\UOUIaL ap LOE: eT geacioine & eoueg ejayue 6 eujBeux as anb “feuoroeu pepersos ej ap 2queuusop e| 2js9qu09 arb pepuaye ep ug}anwjsuo> eun auaqUeW 25 6 ee} “Sut 25 ‘spurape ‘oulo9? gseuosiad ap couaBo1ajay oyun(uod un exed 2yU—9 -uinuiod f epipuayxe ue} ‘poprunusoa ap eziany-vapt e|eIeISU! 2s CWO? sopepauap 2 sonur ag “eyesBouje 4 euOIstH -] SODHOJSIY SO}XATUOD “PHOWAU P| ap ROMO Z omnav 60 Alejandro isla social, construida y recreada como todas las memorias, muchas veces inven tada, enfatiza hechos aislados del pasado cronolégico, otorgéndoles et cardcter de blasones historicos, en las practicas del presente amaichero (penséndolo con un espesor de siglo). © sea, por un lado son invocados como una forma politica de identidad ya que le da raices a un “nosotros” que fue masacrado y en gran parte desterrado durante el siglo XVI. Pero Por otro, el contenido mitico de los relatos alude al origen en ese territorio, dando fuerza y sustancia a las practicas que se encauzaron a lo largo de los siglos, ala recuperacion de ese territorio, hecho que se aceleré en 1983 con el advenimiento de la democracia Es interesante pensar una regién inscripta en la historia de los Andes centrales, en clave de lo que Silvia Rivera llamé la articulacién permanente entre pasado y presente,! como “un proceso dificil y contradictorio” entre “memoria larga” (que rescata las “iuchas anticoloniales y el orden ético pre- hispénico”) y "memoria corta”, vinculada a los acontecimientos que se deri’ varon de la Revolucién del 52 en Bolivia (1983: 166). En el pasado calcha- qui, como en el del Tawantinsuyu, 0 el de Tiwanaku, “el orden ético pre- hispanico", recreado en la historizacién que producen los nativos, es celebrado como un paraiso perdido, ultrajado por los Invasores. No es otra cosa que una invocacién a fo primordial, un mito de origen como el de cual- quier nacién moderna, que tiene en si mismo un gran poder simbélico de persuasion. Por ello es necesario articular los conceptos de mito e historia con memoria Nociones tales como *...memoria ¢ historia, estan lejos de ser singnimos...”. La memoria "... permanece en una continua evolucion abierta a la dialéctica del recuerdo y del olvido, inconsciente a sus sucesi vas deformacianes, vulnerable a la manipulacién y apropiaci6n, suscept ble de permanecer largos periodos dormida y periédicamente ser revi vida... Es un fendmeno perpetuamente actwalizado, un lazo que nos liga al eterno presente; historia es una representaci6n del pasado. La memoria, en tanto y en cuanto es afectiva y magica, solamente acomoda aquellos hechos que le convienen a su medida..." (Nora, 1989: 8). Pero si la memoria, segin la concepcion del autor, "se encuentra vinculada a sitios mientras la historia se encuentra vinculada a acontecimientos...” (ibid., 22) ciertas narrativas micas relacionan sitlos con eventos, y esas represent 2 Espectalmente entre los aymara urbanes, que constityeron el movimento “katars te Pottica de la memoria. Contextoshistoricos a clones se encuentran encarnadas en la vida cotidiana de la gente (ila 1998) _ Se sostiene en aquel articulo, que trataba con otras narraciones miticas de Tucumén, que desde la perspectiva de los actores es imposible separar ‘acontecimiento de “lugar” 0 “sitio". La memoria produce un transitar impredecible entre “sitios” que se tornan “acontecimientos”, y éstos, @ su vez, en “lugares”. O, como aclaraba Rousso, también en relacion con la concepcion de Nora, “los lugares inteligibles, donde se forman las represen taciones colectivas del pasado |... surgen a través de un prisma de aconte cimientos singulares y remarcables, vividos como tales por los contemporé- ‘neos {.... que son los puntos del recuerdo, los hitos fundadores de la repre- sentacion, la reapropiacién, la reconstruccién permanente del pasado por Jos actores sociales” (1991: 249}. Es alli, donde la experiencia individual se rnutre de una memoria colectiva transmitida, pot las relaciones sociales con- cretas que dan a esa experiencia sustento. ‘Asi, la memoria como el relato de la historia vallista conciernen a un territorio. Sus reclamos no apuntan sélo a una demanda de tierra para la produeci6n agropecuaria, sino a un sitio, parafraseando a Nora, que ellos entienden y sienten como sagrado, ya que alli esté su origen como grupo social y etnia, El que ademas esté poblado de los vestigios de “sus"* ances: tros, Para ellos, lo que lamariamos sin mB “ruinas arqueol6gicas”, no son ‘otra cosa que signos vivientes, a veces amenazantes de "su" pasado, Pero a ese teritorio, y a su reivindicacién étnica, coadyuva la memoria reconstruida de las guerras calchaquies, como de otros eventos historicos. Algunos mitos que parecen dormidos en el flujo de la historia, de repente relumbran con fuerza en la conciencia de los pobladores. O, como diria Benjamin (1989); “Articular historicamente lo pasado no signi- fica conocerlo “tal y como verdaderamente ha sido”. Significa adueriarse de un recuerdo tal y como relumbra en el instante de un peligro...”. Y ese peligro, para los vallistos, tanto amaichefios como quilmefios, ha sido la permanente amenaza sobre st tierra/territorio, y entonces, sobre su tradi cién y su identidad. 2 se sbraya “su, puso que aungue se demostaraichaientemente que e305 Vals, Sse a Titieresy os dasteros en as pstmertas cel sig XU, fueron repo- RSP cree gros ands dante los slguetes sos 1s que al egpron ere Slade PUsonssvleds por ne sere de documentos resos de arguteturas doves Fee ea cloe"Be ancstos, uence espns deambuadores, sre lo que Seeildnnnureras naracones los corpotzan

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