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ARTE PARA DESPUES DE UNA GUERRA ARTE PARA DESPUES DE UNA GUERRA ‘SALA DE PLAZA DE ESPANA Dictembre 1998 Enero 1994 Communicate BH mia CCONSEJERIA DE EDUCAGION Y CULTURA (SRECEN GOEL OE PRTRBSONO CTIA. EL AMBIENTE CULTURAL, POLITICO Y ARTISTICO EN EL MADRID DE POSGUERRA Jiver Tse El propésito del presente ensayo debe considerarse como estrictamente compiementaro de los que le siguen. En ellos se abordardn, como el leolor podré comorobat, aspectos parciales de la vida artstca en Madrid en la posguera tralados con la profundidad que es posible en los estudios monogréfioos. En estas paginas iniclales el ‘autor ha procuredo, a un tiempo, esbozar una panorémica de carécter general, audi a cvestiones que no son abor- ‘dadas por otros autores y completar en algin punto el rmoseico complejo de! arte de aquellos afios en la capital ie Esperia. intento se hace desde la éptca del histoia- dor genaral y no slo del historador del arte, Eso obliga a ‘comenzar por una reflexién que nos remite al papel de nuestra querra para caracterizar la pecularidad de rues {to proceso histérco en la contemporaneidad, En el momento actual parece cada vez més evidente {que las interpretaciones de nuestra época contempord- nea como e! resultado do un enfentamianto inevitable en- ‘re dos Espaftas resuten insostenbles, No hubo cos Es- pales sino muchas y a trancas y barrancas convivieron hasta 1936. La pecularidad espafola no fue, por tanto, sa, nl siquiera que la democracia pereciera en los afios, treinla sino que lo hiciera tras una crventa guerra cil, Esto uitimo no se prodyjo en ningtin otro caso de tal ma nera que cualquier aproximacién a lo que fue la culture espefiola en esa parcela conoreta do las artes plésticas ha de pair de una consideracisn de las nuevas coorde~ nadas polices en las qua se organiz6 la vida nacional De ellas extraeremos al menos una respuesta parcial al primer interrogante que piantea el arte espafil de los cuarenta, el del grado de su continuidad o ruptura respec- to del pertodo precedente, Politica y artes plésticas en la alta posguerra La primera consecuencia obvi del inal de la guerra ck vil fue esa ruptura dréstica con-el pasado inmediato que _supuso ol exo". Resuita, por sypuesto, una grave simpli ficacién pensar que éste supuso la desaparicion de Espa- fia de cualquier capacidad creativa en artes plasticas. ‘Come veremas hubo muches mas elementos de contini- ‘dad de los que habitualmente se suelen admit. En gene- ral parece valida la afimacion de José Carlos Mainer de ‘zcuerdo con la cual el corte con el pasado fue més trau- ético que profundo. Ante todo y sobre todo la_querra ci- vilcivil supuso un mayor grado de invblidad de las posi- des que los afios vein y teint habian alumbrado y " Acerca dol vies eteto de Joeé Nara Balestier on co Luis ABELLAN, «El eilo eppafl de 1802, Nadie, Taurus, 1978, tomo V, asi ‘coin sl xo espaol en Majo, Expesiién caleba en Madi on 189-1984, No ha nabido una buena expescon del are espe en el lio teuropen sin dada de mayor interés gue on majean, ‘que, con ttubecs y duds, parecian alumbrar signos pro- rmetedores. E508 afios habfan sido para la capital de Es- baila afios muy prometedores por lo que no puede extra- far que la evocactén de ellos siga siendo muy sugerente en el momento actual, Ha de tenerse en cuenta, sin em- bargo, que en el momento presente, como en el pasado, las inctaciones més dignas de recuerdo proceden no tan +0 de la politica ofcial como de los propios medios atist- ‘008. La Reptblca hizo una poltica de Bellas Artes un tan- to convencional pero sobre todo los afos treinta alumbra- ron posbiidades quela quer contin a sega aunque “resi, sin dude, por completo injusicable hablar de un pramo cultural en la Espafiaposblca, Muchos do fs aristas que se exon, de fs que ahora resulta ime pertinente hacer una ndmina, se habfan ausentado ya de Espaita en otros tiempos como emigrads temporales, A {gunos siguieron la senda tradicional de la emigracién ar- tistica espafiola, hacia Paris y conectaron alli con la lla- mada Escuela espafila all’ existente; otros eligieron la senda ametcara, que vena a se ago as como ura re cuperacién de las raices propias, y hubo, en fin, un grupo que combiné ambos ambites geogréficos. De cualquier modo un intento de historiar la cultura espanola del perio- do puede y debe hacerse consideréndola como un proce- so de recuperacién cue se inicié en fecha muy temprana, Ala hora de tater del ambiente de la Espafa de la posguerra resulta imprescindible, de entrada, empezar or determinar las relaciones que se establecieron entre «1 nuevo orden poltico y las ates plésticas. Suoede, sin embargo, que la Nueva Espaiia de los vencedores en la quer civil en realidad tenia dos vertintes de significa. én distinta aunque no contrepuesta, En plena querra ci- vil, en otofo de 1937, reanudé sus actividades la Acade- ones, un mondrquico lineral que poco sintonizara luego ccon los rumbos fascistas que el régimen adopté en el pri- ‘mer tramo de su Historia. A su lado figuraban algunos ar- tistas académicos que habrian de alcanzar una especial relevancia en la Espafia de los cuarenta, como Sotoma- yor y Chicharo, Pero ésa era tan s6lo una de las vertion- tes del régimen. La otra la proporclonaba la organizacién ‘del partido Unico que tuvo en su entomo a una larga lista de llustradores dedicads a las tareas de propaganda buena parte de los cuales hablan partijpado en la van- quarcia artistica de los afios veinte y treinia, fuera mac lefia.o no. Uno de los intelectuales espaficles mejor infor- rmados acerca de la evoluoién de las artes plasticas de Comienzos de siglo, Eugenio Ors, fue el responsable de la accion estatal en materia de artes plasticas durante la guerra civil, Resulla muy significative que al mismo tiem- po se le encargara la mas prosaica labor de responsable 2 Sobre la pltca de Belles Artes dks aos repubicancswéase mi atu en «Revista de Ovidentos, 17, 5187, ® Sobral rte espaol do jos ovarente en esenca a esis doctoral de Angel LLORENTE,wAreeideologjiaen le Espafia dela posguera (1869- 1951), Universidad Compenee de Mac, quien eclabora en el presente cago, Ln brave adelario do Su corer ha si pubicado cone {uo «Altes plsticas y ranquismo (1989-1964) en sLa bls dela Medusn,n.?24, 1882, 2042. 4 de la , Barco, Guslavo Gi, 1977 y Grabiel URERA.sArquocturay ubanistea cil y malta anol peoco dla aerquia (1995-1945, ‘Mato, gir, 1979, Pata las painecas dela constunccn bt Vale dens Cates, Dare! SUEIRO, «EI Vale clos Caos. Los sees dala ctp= te feniustan, Baesiona, Argos Vergara, 1883. Enel Archivo de Presidenca de Gobiemo hay tstmonios dala minuciosa bisquede de Un lugar paral ocalzacin del manumeréa, indo con parerémicas cer ices. Se hao también un més con un proyet de cruz muy leer cet realzaso que la conven en ura especie de asters, spustlung, Spanischer Kunst der Gegenwart, Btn, 142 Conviene comparar este tipo de tomas de posiciin y sobre todo estas realidades con fo que, por ejemplo, suce- «6 en la Francia de Vichy, un régimen, como el espariol presidido por un milter, préximo al Eje pero mucho més ccorwencional y continuista en lo politico respecto del perfo~ do anterior. Lo que aoerca de él sabemos"” es que, aun- ‘que el arte de pretensién clasicista de los nazis despertara _acimiracién en los medios files, no hubo una copia ser- vil del mismo aunque sf una exaltacion-de formulas de ietta semejanza, como el escultor Mail. Lo racialmente repusiado no fue la vanguard sino el surrealism y el pi- mitivismo, sobre todo cuando el desgarremiento de estas ‘dos formulas daba la sensacién de tener un componente poli: es0 no obsta para que hubiera criicos de extrema, derecha empecinados en ver muestras de «arte degenera- do» y sudaico» a a menor oportunidad. No hubo una pro vimridad estrecha entre los medios artisicas mas conven cionales y el régimen politico vigente. Si hubo una férmula estética con un certo rango ofa fue una cierta via inter- media entre la tradiién y la Vanguardia de comienzos de siglo, on la asuncién del cubismo y el fauvismo, asi como una vuelta a la artesania y a larepeticién en el ate popu lar de la imagineria relacionada con el mariscal y con su cconcepoién tracScional de Francia, A fin de cuentas un Via~ rminek 0 un Derain estuvieron entre los atistas invtados or los nazis a vista Alomania. Todo allo nos descubre un panorama muy clstinto del spatial. Se explca, en parte, porque a fin de cuentas @ estas alturas la venguerclaartisica ya estaba identficada Con el ate francés pero también porque el ambiente espa- fio era tendencialmente més toaltario en el periodo 1839+ 4942 que el del vecino pais. Lo que sucede es que des 1pués de esta titima fecha las cosas cambiaton en Espatia. Los affos centrales de la década de los cuarenta presen ciaron, al margen de cualquier arte ofcial, el surgir de un ‘pasionado interés por el pasaje nacional mientras que se rmantenia la influencia de las formas mas convencionales de expresién artistica, A part del momento en que el réah ‘men se consolidé desde un punto de vista politico, en +1947 6 1948, hubo tambien un cietto parad6jico esponja- rmiento alas influencias exterores y entonces resut6 posi- ble que la vanguardia anterior, que no habia deseparecido sino que se habia sumergido, reapareciera en Espatia Hechs estas precisiones fundamentales respecto de la relacin entre poltica y artes plésticas es ya el momen- to de referitse a estas thimas de manera exclusiva, Para hacerlo, como testimonio del mantenimiento de una ciata ccontinuidad entre pasado y presente, bueno serd recurrr «al procedimiento generacional faciltado por el hecho de ‘que asi como en tomo a 1945 deseperecieron algunos de los més conocido y reputados artistas en ese mismo afio surgié una nueva generaci6n de infuencia perdurable, Una vieja generacién de artistas En el momento de la conclusiéin de la guerra civil algue nos de los artistas més renombrados del arte espa‘iol Véanse dos mportaries bos recientes: Laurence BERTRAND DORLEAC, oat del dle, 1940-1984», Paris, Sel, 1098 y Nicole ©. CONE, Ass under Vi. A case prejudice a persecut,Poncton rivers Pass, 1992 23 hasta el momento conciulan su trayectoria biografica y teativa. Se debe hacer mencién de ella sobre todo de cara a establecer la posible influencia de estos antstas sobre las nuevas generaciones. Dos de estos artistas, ue eran fos pintores més conocidos de la Espaia de su tiempo, tanto en ella como en el exterior con fa Unica ex ccepcién de Picasso, llevaron a cabo una obra muy pecu liar, que tvo escasa descendencia sobre los jovenes pin- tores que expusieron por vez primera én aquellos aos. De ellos, sin embargo, resulta preciso tratar porque resul- taron un obvio punto de referencia. Ignacio Zuloaga era a estas atturas una gloria nacional. Nacio en 1870 fue considerado por la generacion de 1914, en especial por Ortega y Pérez de Ayala, como el pintor de la generacicn anterior, la del 98, y por tanto aquel atista que mejor habla retatado la resistencia de Espatia, a la moderizacién y la europeizacién. En un articulo del primero de os dos escritores ctados se habia propuesto la celebracion en Espafia de una exposiciin del pintor con un cardcter pedagigico que no pudo levarse a cabo sino muy tardiamente, en 1926, cuando el prestgiointeracio- nal de Zuloaga estaba ya consolidado. En los afios de la Repiiblica la consagracién como gloria nacional habia sido defritva el dodicdrsete una sala en o! Museo ce Arte Mo- demo, El estado dela quera lvl le levé a un pido a neamianto con la Espafia de Franco a la que represents en el Pabelion de la Bienal de Venecia de 1938, ecibiendo los méximos honores por ello. Autor, ademas, de uno de los mejores retratos del ganeral, a pesar de su escenogra~ A, sin embargo, nunca tuvo Un cardcter da pintor oficial u ofiioso. Tenia, e80 si, un re- ‘conocimionto @ influencia indudables a pesar de que en ‘ocasiones en la critica fuera perceptible una ciertareticen- a respecto de quien se penseba que exageraba la espe- lficidad de lo espaol. A &, por ejemplo, acudié Solana ‘cuando tvo que exhibir el aval de una persona conocida después de haber pasado la guerra en Madrid, Valencia y Paris, es decir en zonas no conttoladas por los subleva- dos"®, Zuloaga, por ejemplo, podia intervenir cerca del pro- pio Director General de Beles Artes para logrer que el en- torno urbanistico dat Museo de San Telmo en San Sebas- tién fuera resguardado. A su muerte , en 1945, se proyecté la formacién de una especie de asociacin deno- mminada «Grupo de amigos de Ignacio Zuloaga> que sta- ban dspuestos a animar personajes relevantes de la vida nacional cuya sigicacién merece tener en cuenta. Habia ‘enie os promotores de la idea dos intelectual de la ge- neracién de 1914 (Marafién y Ortega, cuyo hijo Miguel ‘cumplia el papel de secretaro), dos artistas (Benedito y Cristobal), cuatro aristécratas (uno de ellos el Duque de ‘Aba) y dos toreros quo él relrat. Era una buena imagen dela Espafia liberal del renado de Affonso Xi ® signacio Zuloags Epistar y jos, Cala de Arotes municipal de San Sebastén, 1082, 64. Solana aseque que nil isu hermano Ma ‘an ecupado aurea un cago alli, b que 8 Gero, pro parece evders también que pemanéceronalnaacos con ls perdasess no deca ‘secon el vencedo hasta que fue pterte su tito. "La conespenntercia dl Zinagay ese proyecto en Archivo del Maus de Lozay, que fbe uno de sprites ye rico cargo plico quo oabord ane props, Eso mismo, sin embargo, establecia una distancia en- tre el pintor y las nuevas generaciones. La verdad es, sin embargo, que la anéodota que narra su biégrafo con un comentario desagradable acerca de una obra suya no {uvo como protagorsta a ningin joven pintor sino, por el contrario, @ una persona de su propia generacién. La anécdota erica el brio satinado de los bodegones que Luloaga habia presen- tado a una exposicién en el Museo de Arte Modemo. Lo cierto es que en el Zuloaga de este momento hubo tuna clerta mayor con- formidad con los patro- nes académicos sin permit que en alguna do sus pinturas se re- velara la pincelada Pero, por supuesto, permanecié también presente en él 10 que Lafuente deseritié como su veta brava». La pe netracién psicolégica de sus reralos y el tratamiento gra- ve y tragico del paisaje nacional en esta época cuentan ‘nite sus herencias mas destacadas al acervo de a cult ra pléstica espafiola, Ese tratamiento del paisaje, aun ‘Toledo de | 2loag. 90 Bienal de Veni manteniendo cierta condicién escenogréica,carece del caréctr de cortinaj de fondo que tenia en oro tempos. Hay en 6! una autentcidad que conecta con el mundo de la nueva generacién, aun cuando éstale reste cramats- ‘mo @ Insista en lo més prosaico y codiano del peiseje na- onal, Zuloaga, en fin, estuvo presente con frecuencia ena vide cultural espefila através de exposiciones ¢in- cluso en 1944 celebrd dos a un tiempo en Madrid, en el Museo de Arte Moderno y en los salones dela revs: ta «Escorial. De la generacién mayor, destinada a de- saparecer a mediados 4e los aos cuarenta, quien puede ser detn- do con justicia como més cosmopolta y también aquel que deba la sensacién a los més jévenes de estar ya més superado hasta el punto de pertenecer a otro mundo era José Maria Ser Nacido en 1874, a Set le to06 prolongar su va hasta un momento en que, coms ha esoto lan Gallego, se er pezé a considerar lo decorative «como una lepra de la ° Enrique LAFUENTE FEARAR, «La via ye arte de Ignace Zulosgn, Barcelona, Panola, 1000, 143 ss, rivlego do muy pooss, Zloage ‘ue obec do wr ro sobce su via cba en bs meses finales de quel: Bomardro de PANTORBA, slgraco Zuloaga: ensayo Bogen yer co», Made Aor Carmona, 1944, Sobre Sat Aberio de! CASTL no Maria Sert Su ica y 8 obras, Barston, Argos, 1948; conde de SER, wl mundo de José Max sin Sent, Barcelona, Asayama, 1967; José Mala Sen, 1874-1225, Caalogo do a expos celebs en al Pazco de Velazquez del Reto, 1987 con tetas dedi Galoge, Rael Argla, Mara Livsa Boras y ts y José Maia Set. Coleocn dD. Anon Puigets,Expsiin co lcbrada on 1088 cn a Ceja do Barco. pintura» por lo que para los més jévenes venia a ser algo asi como un ser «de olra época, casi de otro planeta Para él mismo, sin embatgo, como esoritié en la revista espafolattulada «Reconstrucsién» en 1942, la decora- cin venla a ser lo mismo que la imposicion de una dficul- tad adicional para el pintor, algo asi como obligar @ un es- itor ls imposiciones formales del soneto y no la lbertad de la prosa, De su cosmopolitismo nos habla la decora- cién de la Sociedad de Naciones en Ginebra en el mo mento inmediatamente anterior a la querra civil pero tam bin, a comienzos de los cuarenta, la continuactéin de sus pinturas murales en el Rockefeller Center neoyorquino. Aparatosa y retrica, Iteraria y carente de la magia del color, su pintura venia a ser una herencia final del mader- nismo interpretado desde una optica quizé algo grandito- ‘cuente pero sabia, no sélo por su asuncién de la herencia del barroco ilaliano sino también por su magistral capaci- ad compostiva, De ls pintores esparioles més conocidos més allé de huestras fronteras asi como Picasso opt6 por la belige- rancia a favor de la Repiiiica, Set lo hizo por la Espa {6e Franco. Si el primero testimonié su adhesion con el «Guemica» para el Pabelén espafiol dela Feria de 1937, construe por un sobrino del segundo, éste pnté una ale- goria de la parsecucisn relgiosa en la Espaiia del Frente Popular para el editficio que representaba al Vaticano. Un bidgrafo familar afirma que en la adhesi6n de Sert a Franco jugé un papel decisivo su deseo de volver a pintar la catedial de Vich destruida a comienzos de la guerra pero que, en el momento de presentarse en Burgos, fue detenido y s6lo consiguiélibrarce da una eventual perse- cucién gracias a Serrano Sure. Sin embargo, por proce dencia social ¢ incluso poltca (atin al catalanismo con- servador de Cambé) el alineamento de Sert durante la guerra no oftece particular dfcutad para ser interpretado, al manes como lo que él debia considerar como un mal menor, Incluso desde un punto de vista estético es posi- ble comprender una cierta sintonla entre la barroca pintu- ra de exaltaoén de las tareas colectvas de Serty el clasi- cismo heroico que protagonizé alguns de los intentos es- téticos de la primera posquerra, La que considers como su gran obra durante los aos de la posguerra fue, por su- puesto, la catedral de Vich cuya inauguracién revisis los ccarécter @5 de auléntico acontecimiento nacional con la presencia de importantes autolades, pero también do- cor6 residenclas de los March y consiguié, ademas, im- Portantes encargos de entidades oficiales para edificios ‘con un propésito conmemerativo que no llegaron a Hevar- ‘89 a cabo. Hay pruebas escrtas de que Sert despaché ‘con fos propios ministros algunos de fos proyectos que quiso ver realizados™. Los bocetos de esos proyectos t- duran enlre lo més interesante de su obra que, teniendo la vitud de una orlginalidad ratical, no twvo continuacion ri herencia inmedieta, Ademés es evidente que contrasta- Sent comunies al Marqués de Lozoyae 29 dojo do 1948 qus el mins (Ibex Matin habla aeptal eu id poe la eazacén de un ‘mural de Aula Grande de a Cuad Univers. El proyecto, carr as aco, se rsd come cansoouscla dala ert, unos mesas después, del rior pero es siicaivo que és acopara esa condcdn de pintado gloria naconsles, Vase, pra esi carta, zchio dl Merquss de Lezoja ban de manera evidente con e! rio clascismo que preten- 46 imponerse durante algin tiempo como copia de los patrones alemanes o itallanos. Sert murié poco después de conclida a guerra muni Otto pintor también desaparecido en 1245 fue José Gutigrrez Solana al que sin duda es preciso emparentar, ain con lo diffe que es hacerlo, con la pintura de Zuloa- 9, por lo menos en una cierta intencion originaria. A fin de cuentas como el pintor vasco el madiilefio también mantuvo la voluntad de descubrirla reaided nacional has- {al limo momento de su vida", Sin embargo no cabe la menor duda, al mismo tiempo, que el tratamiento que hace de muchos temas similares es muy distnto: nada hay en él, a diferencia de Zuloaga, de pretension regene- racionista de transformer el entomo social heredado sino ‘que sus cuadtos describen, con refoctamiento, premed- taol6n y alevosfa, una realidad de la que se advina que ccarece de remedio, El Solana de la ép0ca seguia siendo, ‘como lo fue hasta el final, un pintor situado por completo ‘al margen de cualquier parentesco estético demasiado evident. No en vano en una de las declaraciones que tizo con ocasién de su cima exposioén individual en la {galeria «Estilo» stué como primer recuisto de lo que para debla ser la pntura «que tenga rateza, emocién y gre- Vease sobre el partulr la nero de ‘pombe qu todavia sali adescubi Espataw aves y Leta, 18, 151983. Manel dl Avo on «Artes y Lokase, 24, 150-1948, cla», nsistiendo sobre todo en la primera, Cuando expu- so en Barcelona, Unica ciudad en la que habia un verde- dro mercado del arte la crtca sefal el fuerte contraste existente entre las tradicionales adquisisiones de tos co- leccionistas de la capital catalana y lo que esa exposicion tos otecia®, Solana logré en estos momentos un reconocimiento que, sin embargo, no leg6 a ser ftal y completo. Hebia, respecio de él, la admisiin de su peculiaridad radical pero ‘ee juicio podia también concuir en atribuile tan sélo la ‘ruculencia®. E ertco més inuyente de la 6poca, Euge- rio ¢ 0s, e otorgé una importancia singular pero no le i cduyd en sus salones sino después de si! falecimiento; ademas apreciaba en él o que tenia de reacclén contre el impresionismo pero se quejaba de lo que consideraba como su falta de educacién y su sustrate «anarquista» 0, lo que es fo mismo, no apreciaba en esa condicion nor- mativa y ordenadora de los artistas que, desde los afios del noucentismo, habjan sito sus favoritos”. Solana rec bi6 en 1942 la medella de oro de la exposicin de arte es pafol en Belin, alguno de sus cuadros fue comprado por iano, cuando fue vistante de Espafa, y fue objeto de un Iso on vida, el de Gémez de la Sema, de cuyo conte rnido no parece haber estado por completo satisiecho y de lenul Sénchez Camargo on Atay Hogar, n? 15,1945, en donde aparece descito como wl Dela que enlla egrecna la andzccta raed por la marqese de Campo lang en su contibuclén a nimero desc por epapeles de ‘Son Armadenor l,m Xn! Xl bis, 23, Djp Solana que ibaa pita una cosa muy eegarten que esut ser sue camera ena al.; hay un corde ccna boca aia y choreando sangre. TORS, «Mis salonesy, 99-100 ‘ro, de Sanchez Camargo, en el momento inmediata- mente posterior a su desapaticién, pero tan sdlo seria premiad a su muerte con la Medalla de Oro de las expo- sisiones nacionales a las que siempre habia acudldo. Hay, por tanto, limites ben obvios a ese reconocimiento de que fue objeto, Desde una éptica actual, sin embargo, es diffi encon- {rar un pintor que resulte més representative de los as- actos més s6rdidos de la posquerra espatiola. No es ex- trafio que el disourso de ingreso en la Real Academia de |a Lengua de Camilo José Cel, ef autor de La Colme- na», haya versado sobre su obra Iteraia. Lo que sus bié- grafos nos cuentan acerca de la vita del Solana ds sus alos finales nos remite también al mundo de la posgue- ra, con sus secuetas de hambre y miseria, fisicas y mora- les, Solana vvia en el madtlefo Paseo de Marfa Cristina, no lejos de un cuartel a donde aoudian los pobres a reba- flar los restos del rancho y las prostttas a oftecer sus servicios, Su temdtioa de estos afcs (maniquies, alguna naturaleza muerla, procesiones religiosas..) no contiene innoveciones importantes respecto de otras elapas ante- Tiores de su trayectoria como no sea el autoretrato con ef ‘que acudlé a la exposicién montada en et Museo Nacio- nal de Arte Moderna, Pero esa misma temétia remitia a la realidad espariola del momento, por ejemplo en el caso de las procesiones, y, si éstas son interpretables desde tun punto de vista personal como una trégica oractén por la existencia, también tienen mucho de expresién de un momento colectvo. En términos piéstics el Solana final, ‘como ha escrito Calvo Sera, «mmultiplio6 la cimensién {oti de la mirada, el intento de presentar la realidad vis- ta como sia tocara con las manos®, Result, sin embar- 90, muy dificil ver en su pintura una herencia destinada a ser recreada por terberos 0 a infur de una forma decisiva en ellos. Solo ecos lejanos de ella son perceptbles en parte de la obra de pintores como Francisco San José 0, sianaso, Eduardo de Vicente ‘Si el mundo de Solana debe ser considerado como esencialmente marginal y por allo mismo originalisimo respecto del resto del arte espafiol que se hacia en este tiempo, en cambio del longevo escuitor Mariano Benliure preciso decir algo muy distnto, Prolfico y faci, el es- cultor valenciano habla obtenido sus éxitos internaciona- les nada menos que medio siglo ants ce conclu a gue- ra cil y su atte, naturalist, Ievemente tefido de alguna muestra de modernism, se habia conwerto en ineita- ble en todo tipo de monumentos conmemorativos desde hacia ya mucho tiempo, nada menos que la Regencia, ‘mientras que su teméticataurina o infant de pequesiofor- mato le conseguia convertr en la personifcacién misma dl escuttor. No tiene nada de extrafo, en consecuencia, que su fallecimiento constituyera todo un acto de dusio de Sobre ol Solna inal véace pincipsimerte José Lus BARRIO.GARAY, «José Gutsnez Seana. Pintings and wings, Associated Urversy Presse, 1978, 149-144 y 147; exo de Francisco CALVO SEPRALLER an «José Gutérrez Solara (1865-1045), Expos organiza por la Fundacién Maat Vid, mayo-inio de 190245 y Leopoldo RODRIGUEZ ALCALDE, J, Solanae, Madi, Edisones Gre, 1874 65 y 68, Por su puosto 2 peso car también do forma sngu ‘ete e Meruel SANCHEZ CAMARGO, «Selane, Viday intra, aparecié, como que cho on 1946, oe relevancia nacional Asi como Zuloaga era para muchos cl atsta que daba una version acerea de la realidad na- ional, la del 98, Benlure era el asta empeiado en e- presentar, con mayor sencillaz y espontaneidad, Espafa tal como era. Tampoco puede extrefiar, en consecuendia, que Ben- lure acabara modelando a Franco, Lo hizo después de una visita del propio general tiunfante a su estudio cuan- do aun era su residen- cia el Castillo de Vi- fiuelas. De él hizo, aparte de un busto, na estatuita ecuestre con el brazo en ato y un pedestal que repre sentaba la Victoria, \ una de cuyas copias | estuvo en el Palacio | que s0 conserva ora on el Museo del Ejrcito™. Fue ésta "fa tnica o una de las escasishnas ecasiones en que Fran- co posé para un artista y el hecho es, por supuesto, muy ‘expresivo de sus gustos muy convencionales en lo que respecta a su gusto estétioo. Acuarelsta y pintr al deo, cl general, no muy dotado para los pinceles, eligé siem- pre temas caracterizados por su convencionalismo™ argu de Lozoya, Genii yctos persons en la expsiin de Clara I a Galera Blosca, Novembre ce 1940. | del Pardo mientras Como es bien sabido Franco fue relratado por fs repre sentantes de la tradicién académica més caracierizada (Sotomayor, Agustin Segura, Enrique Segura) en cuadros ‘que se conservan en el Museo del Ejéroito y tamibien en versiones que resisten mejor el paso del tiempo por Zu- loaga y Aguiar. En realdad estos artistas tlenen sobre tedo en comén ‘el hecho de que su obra era a mediados de los afios cua- renta, cuando todos ellos desaparecieron, la expresién de un en- foque estétioo muy pe- cular y cf perdu racién en sequidores y ciscipulos. Bien fuera porque estaban ya muy alojados de las formas de hacer acuales 0 por su insobornable pecu lavidad (a del mucho mds joven Solana) el hecho es que sélo ecos remotos es postle peribir en las nuevas gene- raciones de su obra. Al ado de ellos habia, sin embargo, cro mundo del que es preciso hacer mencién como grupo aston distnto respecto'dal que los artistas que hicieron acto de presencia a mediados de los afios cuarenta Fevae ton a cabo tna clara y manifesta ruptura © aL Espa de BenBurs en eLa Vanguard Espafioan,14-X-1947, °® Yéase Carmen QUEVEDO PESSANHA, «Vida atsica de Mariano Benue, Madi, Espasa Calpe, 147, 702-704 y Par CABEZON, «Ne- ‘iano Banlue ene Museo de Eco, Maa, Revista de Cutura itr, n°2, 1033, Madr Eto Unvereides\Complitenso, 199 enue Garcia Viol, qos habia de realizar una imprint labor cia oni posguera y que la até cin el proto bebo ecuarda a ‘unos dé os bodganes en quelle dl Esta prooure acme en os bros de os obeos de cobre de sus boegones El mundo artistico oficial 1893, de antepasados nobles por sus dos ramas familla~ Por supuesto los artistas de los que se ha hecho men- res que eran, ademas, de idéntica procedencia: caballe- cin en el epigrate anterior formaban parte del mundo ‘os ciudadanos que tenfan sus casas solariegas en anti- cial del arte espaitol de la época. La mejor | prucba de ello guas ciudades castellanas y fecibieron en el siglo XVII ti- ‘8S que cuando fue preciso montar exposiciones en el ex- _tulos de Casilla. La condicién nobiliaria no indicaba, en ‘efor para que la acién cultural sivira de acompare- su ces, posperidad ecco, que en su ne se do mito ala rupiura do reo lomo ods elos esti po tin vez en el siglo XV yy hacfa, po tanto, tiempo Viton presente en ets eiposones paqLe end: que se bla cesvanei. Lo ao, en cambio propor ta, incluso en el caso de un Solana cuyo Feconocimiento cir) su entomo familiar fueron tempranas aficiones lite- fue tardio ¢ incompleto, eran considerados ‘Signs emble- _rarias. Su padrino fue el Conde de Cheste, Director de la ‘méticos de la velia del arte espafiol de este ‘tiempo. Pero, Academia y en afios juveniles escribié siete libros de poe- al lado de este arte, haba otro respecto del cual es habi- mas, dos novelas y una obra de teat. Después de estu- tual la utilizacién del término «académico» sin mayores — diar Derecho en Salamanca y Filosofia en Madrid se doc- Drecisones, que equ por tanto, vamos. tralar de hacer, to en esta Universidad rica on la que en esa época Era el arte que triunfaba en las exposiciones nacionales, —_podia hacerse, teniendo como maestros a ‘algunos de los de las que se hace mencién en otra colaboracién a este mejores toriadores del arte espafoles de la época calélogo, Para empezar a refetise a él resulta imprescin- cemo Gémez Moreno, Tormo y Sénchez Canton y su vida ble, sin embargo, empezar por aludia los responsable _siguié desde un principio el rumbo de fa decencia univer- de fa accién pibica en las Bellas Artes. sitaria, congruente con su condicién de noble sin medios val, de fortuna, En 1923 obtuvo la cétedra de Historia de Es- Juan de Contreras y Lépez de Ayala, Marqués de Lozoya, afta en la Universidad de Valoncia pero sus estudios e Villanueva del Castilo y Barén de Hermoro, fue Direc- muy pronto se cferon, en reaidad, ala Historia del Arte; Es obligado empezar por el propio Director Gi {or General de Belles Artes durante toda esta década de el primer tomo de su clésea Historia del Arte Hispénico los cuarenta a 6l se debe arb, por tant, un papel de aparecié en 1934 y en 1946 se conven catedatco de primera importancia en fa confguracién de a polica of Historia del Arto Hispanoamaricano dela Univesiiad de Gil del Estado respecto de las ales pésticas™,Nacé en Madi, Sin duda de no sor por la proclamacion de la Se- Sobre ai Marqués da Lozoya viase Manuel GONZALEZ HERREROS, «Cinco cists para un puss, Segovia, Edtconos Cactelanas, {966 su pons sMeraras (1890-823), Segovia, Adeertade, 1992, unque sl so een primo pae de sd, hgradeneo& lara, en espe a su hp Angina, ol haemo pamitdo el acoso as fords do su archivo particular dla eapa en qua desempen ia Dito. {iin Genz on a tas a el hogar amir en Segovia. La rsunteoreraié de bs misros no parm, Sn embargo, conser ue ‘aya agoado esta fuerte cocumental ue, sn duda, merece una uiizacén ms ample que aquola ue acu se have, Cuando seta ete cehne enol reserte texto e hace com as Sle ANAL (Arvo dl Marqués a Lozoye) 30 cqunda Reptibica su presencia en la vide piblica hubiara resultado inimaginablo. Como en tantes otros casos de personas provelentes del medio catblico fue la directa gestion de Angel Herrera quien fe condo @ la vida pabi- ca para la que nunca habia pensado tener vocacion ni ao litudes, pese a formar parte de Asociacién Catélioa Naco- nal de Propagandistas. Se presents como cancldato del partido catdico CEDA por su Segovia natal en 1933 y por ‘lla fue olegido también en 1936; en esta fecha tenia ya lo suficentemente asontado peso politico en la provincia como para lograr que un candidato que tenia di encale como era Manuel Giménez Femandez, diigente del ala izquierda de su partido, igure a su lado como candida to, Lozoya fu sin dua un ciputedo prestigioso que en su dlstito gozaba de un muy sido prestgo incluso ene cuienes estaben muy lejos de sus posicionespoltias, lo «que exlca que en plena Repiblic (1885) fuera nombra- do cronsta de la ciudad. Luego, en momento del stali- do de la quar civil, Lozoya desempeié desde 1928 a B00 a erg de Subarisari Gone del Serco do Defensa del Patrimonio Artisti Naclonl. Dio puesto, “que ocupé tas la formacién del primer gobiemo de Fran- co, venia a ser una especie de segundo de a bordo de Eugenio drs, La prosperidad palica de és, sin mbar 90, esiaba destnada a durer muy poco porque los milta- res y los gobemantes de la derechatraicional que ejer- cian el pod con ellos dficimente podian sintonizar con una persona de sus caracterisicas; para alls debla re- sult ineufiblemente pedante y no menos inintelgbe. ‘Cuando se formé el segundo gobierno, poco antes del es- {allido de la guerra muncial, D'Or fue sustitide por Lozo- ya. Las relaciones entre ambos fueron buenas pero los perfles ideolégicos eran disintos y los intereses inteloo- tuales no resultaban en absoluto coincidentes. DOrs era ‘es0 que podriamos denominar como un «fascisizado» mientras que Lozoya era un homie del catolicsrno poti- co tradicional asi se aprecia en la corespondencla cruza~ dda por ambos. El primero mantuvo un interés indudable por la modernidad plistca y edemés loge, durante algu nos aos, a través del Patronato del Museo de Arte Mo- «domo una intervenciin deciica en la poltica oficial sobre ‘estas materias. Lozoya, por su parte, no tenia empacho en doclaarse «un viejo orsiano» y su ecisofpuo (del es- itor catalan) tantas veces» por lo que los posibles ma lentendidos provocados por el ese suoesivo de DOrs en {ods sus-cargos no rompieron el afacto. De todas las maneras aunque hubiera buena relacién no pareve haber cxistido intimidad entre ambos. D’'Ors se sumaba a los homengjes en honor de Lozoya con sentidas cartas de ‘alabanza pero no participaba en ells. A servicio de sus responsabilidades como Director General, Lozoya puso su sabiduria como historiacor del arte, su capacidad de trabajo, su sansbldad y una bon- dad natural que nadie de los que le conacieren pudo dis- cut. En julio de 1940 se ordend la creacién de un inven tario de artistas espafioles, especie de catélogo depura- Vora cara de Lazo, 81K1948 ya c D'Os, V-1946, AML. 31 Boke cas Cre baa tae be ate well ne tod fej da leo bk wnt yl encanta de, fey ct itd Mede opate mnie Fe gay Rake Le edie ee Lad Wisc h, detbeia, ab inesimca, Te etmlane 9 Bent fe tone da wantin nt phn aed oe pr tepete ne BO ema a foipey pon, ake ele hangar ay Ces nee a ae em a Meade uaa ya “ialy aang ete ede a pate eee tenagar tee nc kana ee sais tr Daly Po ean de whe See ed teed wanes eye, bebe ys fe Be fn ee Se acarceel each te poe [gual to coutpar kevin Cn in es di op lenwues she Ee pines Sey ee he ad Ba pate he fe fate BEES Gia ade tars Be ne Re wank fe deep benpe af feet hep x Ment he te Ma ay oak et atime ee ek nudes pte Loe ek See tin el denne nee fae tae Fe tan Hew spelt, gue erp te ba A ahicde tore Bae OE peer) MEE a ala ney al fete ce be pa K geita, aL wield at p Roar Dilan evecare treme EE ee ut ube ks ce aac ME oe we enetas Leas ee ena ten sabes Bed ugel dee nepse 4 ital tink eh ony ahem Db a pe el ae pT re deel toes Sua OO el, SR SEL yd a Spe at pa hha ba baer PP ayn ieee, ee tedicse, ay Bee pee tinea tty ad pe a at ha pa Pn ee ele Gi a, ook Wer ne wbane Si Kou mtate pre oe Ten) eh agit analy») cooly £ aengye ) fers he Chel Towed wie pe! os ye denen Br nh Bee kL) fDi Safin Und A eck. ee bd ee INO tue fe ake g Fabs lp coe he deabauraie aubaoast or ee See Ey Oa pea OE Be pate ee Pee ak ee ee ee gl bibee lala he be Fo Og on athe) Pee fee tee BO pe ee pn ee Portes vate abbey Cote ap Type tobe feet, fe EB HE A we Oe het eet Me Twefas FETE ph a we phe te te pe dnp te of Co tarlece A B npetonck ray tants 8 Flas arate do Behe bes dor de responsebilidades polticas entre ellos que se ima- giné como posible instrumento de control sobre un sector dol que sabemos que no habia suftido de manera espe- Calla represién del regimen. Sin duda la presencia del Marqués de Lozoya en Bellas Artes contbuye @ explcar que esa medida no tuviora aploacién préctica alguna. Ni rastro hay en su archivo privado de que siquiera se haya intentado esa férmula persecutoria, Esta hubiera sido im- pensable en persona de su talante de la que ya hemos Comprobado en algin caso concreto que contribuyé a ayudar a quienes habian sido contraros otenian posturas poco concordes con el orden poltico vigente. Quizé uno de los mejores retralos que de su persona se hicieron en estos afios procede de una persona que era ya un répro- bo en la Espafia de Franco, Dionisio Ridrusjo, que, cont- rnado en San Cugat del Valés, s2 cartes con él, algo que ya resuta bien indicative de la personalidad del Director General. «Tu recuerdo —escribi el antiguo dirigente fa- langista— lo tengo siempre al dia y no tengo que decite lo vivo cordial que es y cuanto me alegra todo lo bueno que te sucede. Y también cuanto me preccupa a veces, al par que me admira, esa vida tuya tan solictada, tan lena de quehaceres, que no siempre son los de tu esticta vo- ‘acién. Para mi, perezoso y débil en e! trabajo, es un mi- lagro tu fuerza y tu actividad. Porque sea 0 no lo que td uisieras hf estén tu obra y tu magisterio dando frutos cespléndidos. Creo que cuando pasen muchos afos y se ala a tu memoria, con su nimbo de santidad que yo ya veo y siempre he visto ent, no se diré nl confesor ni mér- tir, sino “hacedor” o "activo". zNo seria muy del sigo XVIII sa forma de santidad alegre, vital, resignada?»®, ‘Siya ese somero perfil blogrtico nos permite conside- rar al Marques de Lozoya como un hombre dela derecha ‘lésica, sin ninguna procivided hacia cualquier tentacién tolalitaria, sus propios gustos estos en lo que respecta al arte contemporéneo pateoen més préximos a lo que ‘entonces se entendia como convencional y académico ‘que a cualquier tipo de vanguarca o innovacién. Su obra ‘como historador del arte se habla dedicado en el pasado tistérico esparioly se cent, sobre todo, en monografias acerca del arte segoviano, La maxima aproximacin al ate contemporéneo que encontramas en el elenco de us publcaciones a la contemporaneidad pstica fue su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes acerca de las teorias artsticas del XIX. Los cuadros mo- demos que adornan la que fue su casa nos remiten @ un gusto de fos aos veinte en que consigulé su cétedra. Se trata, por ejemplo, de una escena callejera segoviana y ‘un paisaje rural presidido por dos tigos humans caracte: ritioos, también de la provincia, fimados por Valentin de Zubiaure. Este, desaparecigo, como su hermano Ramon, ya entrados los afios sesenta puede considerarse como Uno de 80s pintores regenerecionstas que, partiondo de Zloaga, insisteron en un paislismo nacional y en la ex- presién de la peculardad étnica espariola, En el momen- to de ser nombrado como Director general, Lozoya, a re- Fito, 23.%-198, AML, cibir su feletacion, le aseguré que contaria «de modo preferente> con su asesoramiento aunque no parece que fuera exactamente asi. Lo que importa es lo reveledor que resita esta relacién de su particular gusto estétco. No es extrafo, en definitive, a partir de estas premi- a8, que escribiora, aunque no en ese momento sino en ‘to postetior, acerca de quien en la época fue considera- do como la méxima expresién del academicismo de aquel ‘momento, Sotomayor, quien retraté a sus hijas™, Herede- ro de una tracicién impresionsta con derivaciones regio- nalistas Sotomayor, que habia nacido en El Ferro! en 41875, habia obtenio la primera medalla en la Exposicién Nacional de 1906 y era considerado ya como un prestigio ‘an sido en el arte espariol como para desempetarla d= reccién del Museo del Prado en la década anterior ala proclamacién de la Replica y recuperarla en la posgue~ ra hasta el momento de su muerte (1960) sumando a ella, ademés, desde 1959 la dreccién de la Academia do Bellas Artes. Quienes tenfan unos gustos més cercanos a agin tipo de vanguardia en el seno del régimen atrbuye- ron su influencia a haber nacido en la misma ciudad que Franco y a ser su consejero en las aficiones pictércas ‘convencionales de ést6™. Lo cierto es que Sotomayor era no so un pintor que sumabe a su dedleacién a la pintura l desempefiar importants cargos de gestion en el mun- do cultural sino que tenia una importante signiieacin po- \itica, Por lo menos en dos ocasiones, a comienzos de 41947 y de 1949, Sotomayor traté de presentar la dmisién ¥ la cuestin fue tratada, al menos en el segundo de fos, casos, en Consejo de Ministos, no acepténdosela, Cuan do, en 1945, celebr6 una exposiciéin de Sotomayor en ol Museo de Arta Moderno, Lozoya, quien en sus cartas le trataba no como un subordinado sino que se autodescri- bia como un «admirador», no tuvo el menor empacho en esctbir que aquélla era «el mayor acontecimiiento de la Vida artistica espafiola, tan fecunda en fastos memora- bles». «Ante una exhibicién de tal categoria —aftadié— no queda sino renditse a la acmiracin ante una obra en cantidady calidad enorme y dar gracias a Dios que nunca neg a Espefa el ambiente en que se prosiucen los gran- das pintores»™, ‘Sotomayor, en la prdctca, fue el principal responsable Y gestor de la exposicién de arte espatio! contempordneo celebrada en ta capital argentina en 1947 a la que cabe atibuir una importancia considerable y un valor emblem tico para la defensa exterior de la Espafia de Franco en el nico pais que realmente le prestaba una ayuda decisiva para su supervivencia en un momento en que la necesita- ba de manera acuciante. Hubo, en su origen, lo que el Di- rector del Museo del Prado deseribié como «pequeias di- ficutades> que no debieron ser tan minimas pues requi- vieron la creacion de una comisiin destinada a deterinar las personas de los presentes en la exposicion y el nime- rode obras seleccionadlas. En esencia puede decirse que *Narque de LOZOYA,«Sctomayors, Madd, Esiciones de CuluraHispnic, 1975. "Needs FORWICA, «Escucio el slencion, Barcelona, Planta, 184, 148, Todas elas nol procen del Archivo del Mauss de Lazo. 34 Sisiatiiaaal do esta manera mieniras que Sotomayor contaba en ella con la colaboracién de Sanchez Cantén una tendencia sin rmientres que contaba con el apoyo de Perén que debio ‘quoter mejorar la imagen publica de Espaiia mediante el recurso a esta exposiclén. Su mujer, Eva, segin cuenta ten sus memorias Aroiza completé ese propdsito con el Inds modesto, pero tambien mas lucratvo, de hacerse re- galar algunos cuadros. De cualquier modo esa intencién politica de la exposicién contibuye a explicar que Soto- ‘mayor reclamara la presencia en ela de pintores de los ‘que debia tener una opinion bastante menos que buena ‘como Serty, sobre todo, Dall de quien se rostraron dos cobras bastante convencionales (una de elas el retrato de embajador Cardenas)®. El catélogo do la exposicién se inicizba con un texto del propio Lozoya en que se ofrecia su contenido como «el més alto testimonio de amor fraternal al gran pueblo argentino» y se constataba la diversidad de formulas ar- {isticas presentes en la muestra, desde «tres gloriosos muertos» (Solana, Sert, Zuloaga) hasta los artistas més JOvenes, lo que dab at corjunto un aspecto «un poco tu- ‘muituoso. La Ista de ls artistas presentes en la exposi- ion permite establecer para esa fecha de 1947 lo que se- guia siendo el atte ofial y hasta qué punto se habia ablerto a las nuevas generaciones 0 @ aquellos cuy Obra rmantenfa un cietto eco de la modemiad de principios de sigo", Mientras que habia desaparecido cualquier, inclu- 5" Jost Mara de AREILZA, «A largo dl igo, 1906-199, Barcelona, Planeta, 1082. ° Sotorayoy, 18Mlly 18-D6-1947, AML “ sexsi de ate espa Cortamgorénoo. inure yEsouturan, Buenos Aires, 1947 35 THE MUSEUM OF MODERN ART NEW YORK 19 ewer saw steer coteber 22, 2840 so the toaoratte "poe uarasie de Losers Bivestor Soasrel of Pie Acta 1] Satria, Spun. Sonorette Sirs nave learnad thet Me Joma wird is planning to vislt the fellog Senten use winlor, The Mareut of Acorn Are vill be krsutly honored by the visit of Uhle mosh acnired artiste T five weston him t formsl Iottor of tavitetton aad auything you far do oefioually so expecite bie risse Moth hg Wie tad exch Gar mdi Be greasy appreointeds ‘te tnseom of Kogern Art tn Kaw Tork, aa yoy aro undoubtedly fire, held’ seeroapootive omaibieion of dgen HiPSta work 1a Sots! Np understand tint the artiee sould hize to bring wilt 1 ‘Rin tovarel paintings cutploted sinoe that date, ze wuld be Dircent peiviiege for iird'e suorcer aanirere a aCe ouctey infocTaale to ceo « gouerous reprocontation of hs regent work. Yovdir'be very pratefol for soy asetrtance you cia afford his fomard bringing aush Wore with hie Perait ino to thin you in AGranoe and assure you that Spanish ‘ srt could nave m9 moro wolccne eaenury tothe United Sexton Saw Jen Mies Ermase, beer | Pesase Cnemley J Pian dome 34 She. 1746 pw Ae wade few Ser any dwgo nen panty Jo bne Sur Aer MEW, 00 Hh AVE, gy Ke unten fork, ame he ernmrag, Mo Abka, Ca, fox Aare, pre ore f Uppers wot othin (IG dy freee Br aut 2 Caled — bbe dos endo 4. ido LM aftr; oto , pro Ghorn ners, <€ Ae ancy Yer? LAALe Jong : 4g oe Bow prs ete <2 40,7 ortersneeotionn, nm beg oO verwd « wily derte 7 - Cr Prakrtof, PON Lino Posed. Nee wr fo SPU ATIAMNHIGA anna see 7 0 tibia, muestra de atte clésico el predominio caro era de la generacién ya consagrada por la pertenencia a las atas insttuciones académicas 0 heredera de unos modos attisticos que habfan tenido su major expresion en el co- rmienzo do siglo. La cota de partipacion de ese tipo de arte al que se puede denominar de entrada, si asi se quie- re, académico, aunque més adelante precisemos el adeti- vo, se situaba por encima de las dez piozas. Sotomeyor, Benedto, Chicharo, Zuloaga y el escultor Pérez Comen- ddador superaban esta cia y ol primero y el tercero logra~ ban fambién que sus hijos estuvieran en la muestra‘. La tirica excepein fue Solana presente con una veintena de ‘uados, beneficiado del respeto que provocaba la con- ciencia de su excepcionalidad en el arte espatiol de la época. Quienes representaban ef contacto con ef mundo patisino postetior ala guerra mundial o habian particpedo nla vanguardia de los altos veinte yteinta (Cossio, Vaz- ‘quez Diaz, Pelencia) rondaban la decena de cuadros, La mitad de esta cia les corespondia a ls jovenes pintores dolla lamada «Escuela de Madiide ya los herederos dela tradicion clésica remozada por lainfluencia italiane del tipo de Morales, Bueno, Pruna y Perceval. Incluso aparecian algunos descubrimientos recientes de D'Ors , como Zaba- leta 0 Vicente, 0 aquelos pintores que en esta misma dé- cada habian inicied 0 nicterfan la senda dela abstraction ‘como Palazuelo y Ferrant, No habia, en cambio, ninguna cexpresion propiamente dicha de la vanguard, En defntiva la exposicion de Buenos Aires nos propor- ciona un testimonio de la permeatiidad del mundo oficial respecto de algunas muestras innovadoras. Cabe decir ‘que por parte de Lozoya, como Director General, no hubo 1 menor sesgo en favor de una tendencia ode otra y que presié fa ayuda edministrativa que pudo a quienes se la solcitaban. Cuando, en 1948, en un momento en que la situacién politica espatiola parecia poder tambalearse ante la presién extetor, ol Director del Museo de Arie Mo domo de Nueva York y el propio Miré soltaron ayuda e| Director General para el traslado de les cuadros del pintory la consecuctén de los pasaportes les fue prestada ‘con la declaracién de que aquel tenia sel mejor concepto de la meritisima labor de este artista y me complace el sa- ber que en ese pais cuenta con tantos admitadoreso", Es muy improbabla, sin embargo, que Lozoya hiciera otra cosa distinta de mostrar su amabiided y da la sensacion de que por supuesto ignoraba el impacto que habia teni- do la exposicién mironiana de 1941 en ol MOMMA, pero la néodota sine para probar que no existia en realidad un alejamionto entre uno de los grandes de la vanguardia es- pafila y las Insttuciones oficiales como prueba el texto {que reproducimos en facsimil. El limite méximo de las preferencias estéticas de Lozoya puede haber sido un ‘Gregorio Preto que Ie fue presentado por Xavier de Salas ¥ del quo escrbié dos breves calélogos para exposicio- nes colebradas en la capital espaol, Preto, como ya © piez Comendado:setivo, on compa do su jer, trie escutora en El Caro a comienzos de 1346 en una msn ala que e mismo albu tabi un caro polio, Véase au corespondencia en AD, © Lezoya, 26.1948, AUL. ° Salas, 22-4947, AML ‘8@ ha dicho, habia sido uno de los artistas presentes en el Pabellén de la Reptiblica en la exposicién parisina de 1997. De todos modos, los corresponsales mas hebituales de Lozoya no eran és0s, ni an siquiera Palencia o Véz- quez Diaz, los dos artistas mas infuyentes de la nueva goneracion de pintores, de los que no existe ni tan s6lo ‘una carta en su archivo personal, sino los representantes de una pintura académica que es preciso defini ya en sus contomos més precisos. En Sotomayor, Santamaria, Hernoso, Benedito, Chicharro o Benllure, que habian ob- tenido sus érites més resonantes a comienzos de siglo éencontramos un arte que en su momento fue novedoso y dd una calidad técrica indudable pero también una meni- fiesta disonancia respecto no séio de lo que estaba ha- ciéndose en otras latitudes sino de lo que era imaginable ‘que pudiera haber existido en la Espafa de la posguerra, Un protagonismo absorbente en la vida artstica oficial y tuna carencia de interés radical por la innovacién. Ni, por supvesto, su arte tenia identidad comtin ni tampoco co rrespondia a unos patrones derivados en exclusiva de una docencia estereotipada. La pintura regionalista de Hermoso y Sotorayor, destinada al descubrimiento de la intrahstoia gallaga 0 extremefia, los ecos del impresio- nismo luminista de Benedito, el realismo tendo de algtin ‘200 modemista de Beni, le pintura, antafo histrica, ‘de Marcallano Santa Marta, ahora decicada al palsaje ur- bano madtilefo, 0 el reaismo nultido de contradictorias experiencias de Eduardo Chicharro tenian en comin que quienes lo practicaban tenian un pasado artstico ya lar- 90, representaban férmulas que no estaban en boga en ‘otros paises, mostraban capacidad técnica indudable y seguian ocupando posiciones claves en la vida oficial Quiza lo mas significativo de un répido examen de su arte es la sensacién de perduracién y de inmovilismo, Lema la atencién, por ejemplo, que a mediados de los cuarenta btuviera la Media de Honor de la Exposicién Nacionel Herrnoso y que todavia a comienzos de los aos cincuen- ta presidiera el jurado de admisién Marceliano Santa Mae ria en ellos, Result ISgico que las jovenes vocaciones ar- tisticas sinieran que una especie de losa les carraba el paso, No debe pensarse, en cambio, que este mundo ar- tistico académico tuviera una muy precisa sigaticacion politica. Es Kigico que habiendo pasado por la experien- cia de una guerra civil y un intento revolucionario durante lla mostratan una actu radicalmente opuesta a la Re- poblica, a pesar de que Cicharro fue Director General durante esta época, Su mundo, sin embargo, era mucho més el de una mentalidad antirevolucionaria que e! de tuna revolucién nacional «pendlente». Un Benllure, por ejemplo, que a estas alturas venia a ser algo asi como la personficacin dol escuitor,incluia en sus cartas la inevie table mencién al «afio de la victorian, el «saludo @ Fran- co» y ol «Ariba Espatia» caracterisios del momento asi como alusiones al «funesto» Frente Popular. Quien sin ‘dud hacia unas declaraciones mas explitamente pol- Bente, 181-1998, AM, cas, entremezclindolas con las artisticas, era Eugenio Hetmaso quien no tenia empacto en hacer decaraciones como la de que la critica actual es absolutamente bol- chevique» y contraponer una «vanguardia ascendente y nacionalista> a la «descendents y extranjera», En sus carlas resuitaba todavia més dréstioo: cuando anuncié a Lozoya que iba a presentarse, «en plan de lucha», @ la exposicién nacional de 1841 lo hizo «en el supuesto de que aquello del sutagio haya pasado a mejor vidaw por- que «el sutragio entiendo debe ser para los difuntose*. De todos los modios se debe tener en cuenta que este tipo de manifestaciones nactan mucho més de la crispa- cién contra la critica, bien peroeptble no sélo en sus me- ‘morias sino también en su propia obra. Este era el mundo con el que Lozoya tenfa un tato més frecuente. Merece la pena recordar que aparte de los casos mencionados esoriié también prélogos para catslo- os de exposiciones de personas como Chicharro 0, cuan doo hizo para una exposicién de un pintor de géner, ti- co de la Barcelona de entonces, Ramon Rogent, fue por- ‘que también trabajaba en los sercios dependientes de la Direooién General. Advitamos también que el etico de ate José Francés que embistié en contra de alguna de las, primeras exposiciones dela lamada «Escuela de Madrid cra secretaio perpetuo de la real Academia de Bellas Ar- tos de San Femando y, como tal la persona que tuvo que recbir y censurar el discurso de ingreso en la entided del cAriosy Levase,n°8, 15-V}1943; Hemase 411-1981, AML, propio Lozoya. En estas circunstancias resulta Kigico que {eran o bien miembros de las generaciones consagradas yaen el itimo periodo de su biogratia o estos académioos los principales protagonistas de la vida del Museo de Arte Modemo en la mayor parte de la década®. Sin querer ‘adelantar el contenido de otra contrbucién a este catélogo basta un breve recorido para comprobatlo. Chicharro ex- puso dos veces y Io hicieron una Zuloaga, Sotomayor y Hermoso. Lo cierto es, sin embargo, que a partir de 1947- +1948 y hasta comienzos de los cincuenta las exposiciones del Museo demostraron un grado muy superior de apertu- ra, el suficiente como para acoger alos jovenes de la «Es- ‘uela de Madrid, a Canela, Cossio, los indallanos y la Academia Breve de Critica de Arte, Se puede pensar ue 50 no fue mucho pero la comparacién correcta a realizar es la que tiene en cuenta los antecedentes a los que ya se ha hecho y no el are que se hiclea en otas latitudes 0 en alguna de las gaerias de carécter privado que ya enistian ene Madd de entonces. La mejor prueba del cambio que, en efecto, se produjo fen el seno del mundo oficial la tenemos en otra exposi- cin que, como la de Buenos Aires, sivié principalmente ‘a un propésit de poltica exterior, pero quo resulta rovela- dora del cambio producido en la mentalidad oficial respec- to de las Bellas Artes, La exposicidn de Ei Caito fue pre- parada por la Direccién General de Relaciones Cullurales dal Ministerio de Asuntos Exteiores pero en ella colabo- “Hara Dolores JIMENEZ-BLANCO, «Ate y Estado an a Esta del sigo XX, Mac, lanza, 1989, 45-9. Enalgin momento dol sense cién qu ors inporera funcen de este Musen cnsistia en mastarloragraa de Franco y Serano Sufi ys fama, como podo ponsarse do ‘a eosin el esa tala De Merch en 1941 raron personalidades muy relacionadas con el mundo of ial de las artes piéscas, Ei Corrisario fue Pérez Comen- dador, que habia residido ya algtn tiempo en la capital eipcia y que mantenia correspondencia desde olla con Lo- Zoya. De todos los modos oon seguridad quien més dabio init en e pei defintivo de la exposicién fue Lafuente Fe- rat de quien de seguro fuse! texto prologal del catélogo”. Trataba de cubrir desde Goya hasta el momento actual del arte espaol y se ™. En realidad se tra taba de lo que Iuego los historiadores del arte han descrito como «el arte del estraperio» cuyas calidades, como es légico, no fueron grandes, Sin embargo era algo habitual que exposicio- | nes enteras se vendieran y 30 no go favoreca a os artistas mas dudosos en cuanto a su valla sino tam- _| Wen a tos merecedores de una atencién desde la optica del presente, En Madrid, en cambio, puede decitse que fa situactén fue muy distinta porque la venta siempre fue may limitada de tal modo que todas las galeria tuvieron una funcién primorcialmente cultural sin que pueda atribuirsele un pa~ pel predominante a la de carécter comercial™. La primera " Jpsé |BANVEZ MARTIN, «Las Beles Artes en Espa, Discurso en a inauguradén dl Mucoo do Balas Atos de Srila en mayo de 1946.1 Archive del Marquis do Lozaya prueba que eso txt haba io redacted en su esncia pore Decor Genera. Joan A MARAGALL,sHisto‘a dea Sala Parés, Barcelona, Selecta, 1975, 26. Sone la gales maces de fa poeguera vaso furore FERNANDEZ POLANCO, Las galeria deat en el Madrid ela posguera, Su lebor ena tenslomcién del panorama ariaton nacional, on «Vil de Nadi, XVI n# 97-96, lI, 198, Sobre la principal y mas duradera ‘exposicién celebrada en Biosca por un artista ya tan con- sagradlo como Claré concluyé con tan s6lo la venta de tuna obra por parte de un ganedor de la loteria y si tra Posterior fue compradla en su totalidad la razén estrba en ‘que quien la adits fue el hemmano del galerista. Lo cir {o es que en Macfid, aunque hublera alguna stlenda de atten, decioada a la venia de cuadtos, no esta fo que habitualmente se entiende por galeria, es decir un esta blecimiento que tuviera una funcién cultural, aparte de la ‘comercial y que estuviera destinado a senvir de «pedes- tal» a artistas desconocidos, aparte de servir de lugar de reuniones y encuentro de interés cukural. Las exposicio- nes madhilefias hasta entonces habian sido promovidas or sociedades come los «Amigos del Arte» pero no exis- tia un circuto comercial propiamente dicho entre otros motives porque la propia pintura que se habia hecho en Madrid hasta entonces tenia, de manera preferente, un cardcter oficial. SI por un lado en estos atios 0 produjo tuna introduccién del gusto artistioo catalén en Madrid al mismo tiempo tuvo lugar la aperciin de este instrumento de ditusion de la misma procedencia geogrtica cue era la galeria de ett, Por uilzar la exoresién de Enrique Az ‘ecaga cabe decir que las dos reaidades deben vincularse ‘Un propdsito comin, ef de «medtterraneizar Madtid» Pero para ello las galerias debieronrecurtir alas anda ‘eras de un negocio paralolo que tuvera soldez sufcien- te, Todas las que se inauguraron en Madkid durante los aos cuarentatuvieton, en realidad, ese inevitable apoyo. Biosca, que iniié su vida en 1940 en un local destinado a la importacién de automéviles cuyo garaje se habilité ‘como galeria, logré perdurar gracias a que la ausencia de ventas de obras de arte era compensada por la dedioa- para quien el ingreso en el Par do Comunista no era otra cosa que un medio para prosperar en la dustin de su obra Ecos de la modernidad: Vazquez Diaz y Cossio Fue en el ambiente de esas sgalerias, y oon la ayuda y pro- teoclén de algunos de los ort- ‘60s que apuntaban como nove dad en las paginas de las revis- tas citadas, donde aparecié una nueva generacién de pintores que poco tenia que ver ni con los viejos maestros doseparecides a la mitad de la década de los cuarenta ni ‘con los modos académioos ya deserts, Inspradores fun- ‘damentales de las nuevas generaciones artistic fueron sin la menor duda dos pintores que habian desemperiado tun papel decsivo en la vanguard espafiola, aunque con Fic poiial do Pablo Peasso. significacién contrapuesta, a que va del surrealismo al ‘cubism, y en momentos y grados dlstintos: Daniel Véz- (quez Diaz y Benjamin Palencia. Nacido en 1882, Vazquez Diez, tras una etapa en la que hebia experimentedo la infuencia de Zutoaga, vo a ‘oportunidad de ponerse en contacto con la vanguardia ar- tistiea parisina durante un perl= ‘odo largo de tiempo (1906- 1918), pero, a diferencia de muchos ots artistas espatior les, anteriores y porteriores, no permanecié ali durante el resto de sus dias, sino que volvié a Madrid adonde traslad6 el im pacto que le habfa causado el ‘cubismo, mas en lo que res pecta a la solidez gravida de sus voldmenes querer ta tes ‘composicién de la figura. Lo que trajo de Paris fue, en efec- to, mucho mas a Modigliani ‘que a Juan Gris, pero e50, ue no tenia tanto que ver con las uitimas tendencias de la vanguardia le convirié, en ‘cambio, en Mactid en el mas destacadlo representante de ella de acuerdo con la visin de los erticos; como luego escriira Pia, «levaba en su reloj la hora de Europa». Esta, sin embargo, no fue aceptada tan fécmente y bue~ ra prueba de ello fo tenemas en el hecho de que durante * Véaso, aan sto tu d oom, sncicns, 217, 1948 yo ated de Guin en sina n.? 94, 15.1948 * Qéar Gonzlaz Fuano en wArioa, 182-1948, 5 los aifos veinte Vézquez Diaz experiment6 no poces in- ccomprensiones y fe costé mucho abrtse camino en unos medios que estaban dominads por el academicismo tra dicional: ccordemos que, aparte de Sorola, el pintor de mayor éxilo ene! Madd de comienzos de los veinte se- guia siendo Pradila, Sélo en los aos treinta empez6 \Vézquez Diaz @ obtener reconecimientos en las expos ciones nacionales. Al mismo tiempo consiguié también abritse camino en la docencia, un campo que para él se- ria paricularmente gratficante como también para quie- res se beneficiaron de el Fue en plena guerra cil cuando se pudo reafirmar de manera definitva ol impacto de sus ensefianzas por una serie de circunstancias derivadas del propio confit \Vazquez Diaz permanecié en acid, en teora para cu dar de su propia coleccién, pero en la préctica lo mas trascendente que hizo fue mantener sus ensefianzas en Jallamada Escuela Superior de Pintura y Escutura insta- lada en los altos de la Biblioteca Nacional; esa insttucton docente venia a ser algo asi como una continuacién y un sustituto de la Escuela de Bellas Artes con la ventaja de que no se necestiaba ningén requisito para ingresar en lla y que las ensefianzas eran més flexibles y ablertas. A través de esas ensefianzes tomaron contacto por vez primera con el arte muchos de los jovenes pintores que luego fommaton parte de fa Hamada «Escuela de Madd La docencia del maestro onulvense se prolongé a cont- huacion tras a quer, facitada por su cardoter . En los afios cuarenta él sigui6 siendo, en el Madtid aislado de contactos exteriotes, el paradigma de la modemided 0, como se dia en el conocido libro de Ramén Faraldo, la «cabeza visible» del espectéculo de la modem pintura espatiola, Pateral, amable y simpatico, Vazquez Diaz no escatimaba nunca un consejo 0 una palabra de alion- to a Jos jovenes. Su magisterio fue importante por ello més que por la voluntad de imarimir en sus discipulos unos modos expresivos partculares 0 colectives. Cuando hablaba de sus discipulos, Vazquez Diaz recaleaba siempre la abundancia de los mismas y la elbertad gran- do» que siempre habian tenido, En sus articulos de pren- sa testimoniaba una Informacién acerca de la vanguardia ue tan sélo se podia comparar con la de D'Ors en el Madrid de la época, con la particularidad, como en el caso de éste, de no tener opiniones muy corradas, sino una manifista apertura inctuso hacia opciones estética- mente muy diferentes: alahaba a Solana, tan fejano de su forma de sentra pinta, y no mosté una postura c2- rrada respecto de la abstraccién. Cuando se celebré un homenje a su persona, o suscrbieron pintores de signi- ficaciones muy contrapuestas: desde Dall y Palencia hasta Oteyza, Canogar, Rivera y Povedano, pasando por todos los artistas de la Yamada «Escuela de Machids y cetioos de signiicac Galvan escrbieron palabras de ensalzamiento, Para todos tan dispar como D'Ors 0 Moreno angel BENITO, «\zquez Dez. Vid y pinta, Madi, Mrislero de Educariny Ciencia, 1971 y Engue LAFUENTE FERRAR, «Recuerdo e Daniel Vézquer Diaz en su certensioe, en «Bobs dei Rea Academia de Balas Aes de San Fernando, n° 67,1689 ‘alos el pntor de Huelva era un modelo de profesionalidad, siempre merecedor de respeto™ tra cosa es que el pintor fuera seguido en més o me- nos aspectos de su obra. Quien fue, quizé, su discipulo més fie, unido a él por un entrafable vinculo afectivo, José Caballero, nada tuvo que ver con su pintura, al ha- ber elagido la senda del surea- lismo. Se puede considerar que aquellos se vieron més infuidos ‘no tanto por su persona como Por su obra; se sintieron atra- os, por ejemplo, por su dibujo riguroso y esouelo y por su ad- rmirable tEcnioa de composicién. La elecsién de temas de género (la figura, el retrato, el bode- n..} ate césico con un re- cuerdo evidente del cubism, cromatismo suave, la sensacién de pureza, la impresion de leve- dad y de desmateriaizacién que a veoes en algin seguidor se converte en exceso de re- blandecimiento, fueron ottos tantos rasgos de Vazquez Diaz que reaparecieron en sus seguidores més drectos y estrechos. De una forma més genética puede decirse que cuando la nueva genaracién pint inerores o bodegones, en ellos aleteaba la infuencie de Vézquez Diaz, mientras que la mistica del paisaje parecié srmpre proceder mu- cho mas de Benjamin Palencia”. Por supuest, el Vazquez Diaz de estos momertos no merece la pena ser recordadlo tan s6lo por su madistri Sino también por su obra. Fue uno de los grandes retratis- tas de la posguerra, género en 1 que impuso un estilo propio, aunque fuera objeto de criticas por alguno de sus cuadros”, (Quizé sin embargo, o que haya perdurado més de su obra para un gusto estético actual sean Jos paisajes de la sierra madrile- fia, de colores lavadios y jugo~ 508, que patecen introducir un elemento sfauve» en una pintu- ra de esencal cimensién cubis- ta. En cambio, lo que quizd re- siuta menos perdurable de! pin- tor es esa obra de signfcaci6n poltica a la que se vio obligado para obtener un recanock rmiznto que se le regateaba. Su retrato de José Antonio, tiulado «Amanecer, es el Unico ejemplo de lo que en él 'e podtia haber convertido en una préctica habitual. Hay {que tener en cuenta que no fe fllaronincitaciones para Frncisoo GAREIAS, «Vida y obre de Vazquez Diez, Madi, eco Eunos de Edones, 1972, 218219; ®®, Autor de un retrato de Franco nel que se porcibe la hueka de De Chiico, Aguiar pinto ‘el mival do la Secretaria General del Movimiento. Su bel- erancia en conta'de-a vanguardia a partt'de este mo Toms Bods en «ABC», 15X11042. rmento (a pasar de que en cierto modo habia pertenecido a ella en los vente) se hizo exasperada en piiblooy toda Via parece que lo fue més en la intimidad de su diario. Tuvo también una vertentepolfca que le hizo proponer en el Congreso de Bellas Artes, oryenizado a comienzos de los cuarenta por el patio, le creacién de una Corpo- racién Nacional de Artisticas Pidsticos"'. Sin embargo, ni siguora en esta ocasién misma fue el artista por anfono- rmasia del régimen, pues a su lado estaba el académico Eduardo Chicharro. En pintotes de estirpe regeneracio- rista, como Gustavo de Maeztu, también hubo en estos ios una propensién rarcada a los volimenes rotundos y al dlasicismo para expresar de manera grandlocuente {as escenogralias de la guerra civil No sélo esa versién més moderna de un arte oficial angeles ABAD «José Aquat, Vesconcoia de Cultura y Departs del Gblemo de Canaries, 1991 "= Derleraongs en ABC», 16-1943 Las cnclsones on AML. © En marzo do 195, por eempo,Maezt lo emié a Lozoya fot 69. un ‘de unto zdoaguesco un grup de hecliacs carts se ela presi 54 cua con el que pensaba concur ala exposicén nacional En mario por un ero que obviamontereeserabe al pablo espaol. En AML, sobre todo a elegit como temdtica para su obra un cierto ensimismamiento 0 el espectéculo de la intimidad. Un te- rnovador del retro como Pedto Bueno, formado en Ma hid en el entorna de la Residencia de Estuciantes en los aos treinta y muy vinculado luego oon la «Escuela de Madtid» y la Academia Breve, si por algo se caracteriza es por la absoluta y radical vo- luntad de evita la grancilocuen- cia y por la sensacién de que los personajes de sus cuadros guardan un poso de intimidad inviolable para el espectador®. Algo parecido cabe decir de Pancho Cossio™, nacido a fines. de siglo € incorporado a la van- guardia parisina en los afios Vointe, Su afliacién a la Falan- ge antes de la guerra civ, lle- vada hasta el extremo de ha- cerle abandonar la pintura, hur biera podido hacerle pensar en medrar desde el punto de vista poltico en la posguerrae incluso es posible que lo intentara, Pero, situado en las antipodas del oportunis- mo, acabé en la década de Ios afies cuarenta por dedi- carse en exclusiva a a pintura. En ella no logté tampoco 1 éxito en vida, permaneciendo como pintor minortaro y aislado, aunque eces de su obra sea posible encontrar= los en pintores como Arias 0 Gregorio del Oimo. Sélo en 1944 hizo una exposiciin individual en «Estilo» y, aun- ue la repitié Iuego al fin de la década en el Museo de ‘Atte Modemo y estuvo conectado con la Academia Bre- ve, no consiguié que en el momento de esa gran victoria, de la misma, en la primera Bienal Hispanomaericana de 1961, se le reconodlera un pues- to sirgular en la pintura espatio- la, Lo meretia, sin embargo, porque esa formacién parisina habia desembocado en una pin- ‘ura muy singular, hacha de pe- netracién psicoligia y dramét- ca en sus retraos, de fastuos- dades irisadas, fosforescentes y ‘de una transparente levedad en sus bodeganes y de ecos de Tumer en sus casi abstractas marinas. En todo ello de nuevo no hay en absoluto grandilo- cuenea, sino ensimismamiento, sensibildad e intimismo, El descubrimiento del paisaje nacional Hay un rasgo muy orginal: la pintura qué se hace en les afios cuarenta.en os pintores centrados en Macro que podria definirse como el desclibrimiénto del paisaje nacional.“Con toda tazéhn ha ‘podido amar quien luego °° iguel Catos CLEMENTSON, «Peco Buena», Cala Provincia do Ahotos do Croba, 1883 uan Antonio GAYA NUNO, Vita y bra do Pancho Cossow, Madr, bio Europea do Esones, 197; Fencsco CALVO SEARALLER en ‘=Panco Cossos, Expos organizada por el Banco de ba ye Ayuntaniota co Mac, 1086.

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