Capítulo 63

Nadie volverá a separarnos

Abril se sintió sumamente aliviada cuando

Alessandro le dijo que podían irse, que ya todo se
había acabado, que su aflicción por fin había
llegado a su fin, o por lo menos una parte de ella,
ya que aun seguía muy preocupada por lo que
haría su hermana Cira, pero eso era algo que en ese
momento no deseaba pensar.

Ella apoyó su frente en el pecho de Alessandro y

dio un largo suspiro, sentía que volvía respirar
tranquila, como si le hubieran quitado un gran
peso de su pecho.
“Me alegra que todo haya terminado.”

Alessandro puso sus manos en los hombros de

Abril y le dijo.
“Yo también me siento aliviado, pensé que sería
más difícil dejar este lugar”

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 Lissana empezó a llorar y creó una ráfaga de
viento, Abril usó su magia para anular la de ella y
dijo.
“Creo que Lissana tiene hambre, suele crear
ráfagas de viento cuando tiene hambre.”

“Supongo que tendremos que buscar algo de

comida para Lissana antes de irnos.”

“Si, hay que darnos prisa, de lo contrario las cosas

podrían ponerse un poco feas, no quieres saber
como se pone cuando no le das su comida.”

Ambos se dirigieron a la puerta. Antes de abrirla,

Abril dudó un momento, aunque Alessandro le
había dicho que la reina les dejaría en paz, seguía
sin poder creerlo por completo.

Él colocó su mano sobre la de ella y le dijo.

“Todo estará bien Aby, no tengas miedo, no estás
sola.”

Abril se sintió reconfortada, era agradable sentir

que alguien la apoyaba.
“Si.”

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 Al abrir la puerta, vieron que habían varios
guardias junto a la puerta, ellos hicieron una
reverencia ante ellos y les dijeron.
“La reina nos ha ordenado que los guiáramos a la
habitación que usarán durante su estadia en
Arkala.”

“¡¿Qué?!, ¡Creí que podiamos irnos!”

“No lo sé, la reina solo nos ordenó que esperamos

a que salieran y los lleváramos a la habitación
donde se hospedarán mientras estén aquí, si
desean marcharse deberán esperar a que la reina
lo autorice.

Lissana seguía llorando, ya que tenía hambre,

aunque querían replicar, no podian seguir
ignorando el llanto de su bebé.
“Está bien, guíanos a nuestra habitación y dile a
una de las sirvientas que necesito un poco de leche
para mi hija.”

“No se preocupe, en la habitación que se les ha

asignado tendrán todo lo que necesiten.”

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 Ambos siguieron a los guardias, en un principio
pensaron que serían llevados a algún tipo de celda,
sin embargo no fue así, fueron llevados a una
amplia habitación, con grandes ventanales,
decorada hermosamente con tapetes bordados con
hilos de oro.

En la habitación había una mesa repleta de

comida, uno de los guardias dijo antes de retirarse.
“Estaremos fuera, si necesitan mas algo no duden
en pedirlo.”

Cuando los guardias salieron y la puerta se cerró,

Abril dijo.
“Al parecer no somos libres de irnos cuando
queramos, aunque esto no sea una celda, somos
prisioneros.”

“Pero por lo menos nos han dado una hermosa

celda, ¿No crees?”

“Si, supongo que no está tan mal.”

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 Alessandro al ver que Abril tenía el ceño fruncido
le dijo.
“Mañana hablaremos con la reina y volveremos a
casa, así que cambia esa cara, lo único que importa
ahora es que estamos juntos.”

“Tienes razón.”

Como Lissana seguía llorando, Abril se apresuró a

llegar a la mesa con la comida, ahí había un
biberón con leche tibia, ella lo tomó y se lo dio a
Lissana, ella lo agarró con un hambre voraz.

Alessandro le dijo.
“Aun no has comido, yo le daré el biberón
mientras comes algo.”

Abril negó con la cabeza y le dijo.

“Deja que lo haga yo , no quiero soltarla todavía.”

“Lo entiendo.”

Alessandro se sirvió un poco de comida y se acabo

todo antes de que Lissana se terminara el biberón,
después de que Abril se la pusiera en el hombro y

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le diera unas suaves palmaditas en la espalda y le
sacara el aire, él tomó a Lissana para que Abril
comiera, aunque tuvo que quedarse muy cerca de
ella, ya que Abril no quería separarse de su
pequeña, era como si temiera que alguien fuera a
quitarse si la soltaba, ya que estuvo sosteniendo su
mano todo el tiempo.

Después de cenar se acostaron en la gran cama

que había en la habitación ya que Lissana se había
quedado dormida, ellos la dejaron en medio de
ellos dos, aun cuando había una cuna junto a la
cama.

Abril se quedó acariciando la cabeza de su

pequeña, quien dormía profundamente, mientras
lo hacía le dijo a Alessandro.
“Lo siento.”

“¿Por qué te estás disculpando?”

“Por no haberte dicho que el poder de Lissana

había despertado, me comporte como una gran
tonta al esconderlo.”

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 Alessandro acarició la mejilla de Abril y apartó
uno de los mechones rubios, colocándolo detrás de
su oreja, aunque se veía hermosa de rubio, él
prefería su cabellera rojo brillante.
“No negaré que eso me molesto mucho, pero no
quiero que peleemos por eso, estuve apunto de
perderte Aby, en estos momentos ya no me
importa lo que hiciste antes, ya te he perdonado y
lo he olvidado por completo, en estos momentos
solo quiero disfrutar de este momento en el que
volvemos a estar juntos como familia.”
Alessandro le dio un suave beso en los labios y le
dijo.
“Y ahora descansa, aun te estas recuperando.”

Abril estaba cansada, muy cansada en realidad,

pero no quería apartar su mirada de su hija, quería
seguir mirándola para asegurarse de que nadie se
la llevara, para asegurarse de que nadie le quitará a
su hija nuevamente.

Alessandro se percató de su preocupación y le

dijo.
“Duerme, yo me quedaré despierto, velaré por
ustedes dos.”

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 “Solo dormiré un rato, después despiertame para
hacer guardia y para que tu también puedas
dormir un poco, tú también debes estar cansado.”

“Me parece bien, ahora cierra los ojos y duerme,

cuando despiertes seguiré estando aquí, Lissana
seguirá estando aqui, así que no te preocupes, no
iremos a ningún lado.”

Abril cerró sus ojos e inmediatamente se quedó

dormida, todo el cansancio llegó de golpe
dejándola noqueada. Alessandro se quedó mirando
a Lissana y a Abril, ellas eran lo más importante
que él tenía y deseaba protegerlas, que nunca más
volvieran a pasar por una situación parecida a la
que habían pasado. Él protegerá a su familia, no
permitiría que nadie volviera a separarlos, aun
cuando la vida se le fuera en ello.

Él las rodeó con sus brazos y dio en lo que fue

apenas un susurro, para evitar despertarlas.
“No dejaré que nada, ni nadie les haga daño, nadie
volverá a separarlas de mí.”

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