Está en la página 1de 1

¿NI CONTIGO, NI SIN TI?

¡CORRE LO MÁS LEJOS POSIBLE!


Ni contigo, ni sin ti,
tienen mis males remedio;
contigo porque me matas,
y sin ti porque me muero.
ANÓNIMO
La duda en el amor
acaba por hacer dudar de todo.
AMIEL
Conflicto insoportable, desgastante. Llevas
tiempo tratando de acomodarte a
una contradicción que te envuelve y te
revuelca, te sube y te baja: «Sí, pero no», «No,
pero sí». Un amor inconcluso, que no es capaz
de definirse a sí mismo, puede durar
siglos: cuando estás a mi lado me aburro, me canso, me estreso, pero cuando te
tengo
lejos, no puedo vivir sin ti, te echo de menos y te necesito. ¡Qué pesadilla! ¿Cómo
manejar
semejante cortocircuito y no electrocutarse? ¿Semejante contradicción,
sin asfixiarse?
Esta duda metódica sobre lo que se siente, que no siempre se expresa
claramente,
funciona como las arenas movedizas: cuanta más fuerza hagas por salir,
más te
hundes. Las personas víctimas de este amor fragmentado e indefinido,
bajo los efectos
de la desesperación, intentan resolver la indecisión del otro investigando
las causas,
dando razones, cambiando su manera de ser... en fin, haciendo y
deshaciendo los intríngulis
sin mucho resultado. La razón del fracaso es que los individuos que
sufren del
«ni contigo, ni sin ti» se inmovilizan y se quedan dando vueltas en el
mismo círculo, a
veces durante años. En la cercanía, la baja tolerancia a la frustración o la
exigencia irracional
les impide estar bien con la persona que supuestamente aman, y en la
lejanía,
los ataques de nostalgia minimizan lo que antes les parecía insoportable
y espantoso.
Un paciente tenía una novia que vivía en otra ciudad y se veía con ella
cada diez
o quince días. Consecuente con el síndrome, cada encuentro terminaba
en una guerra
campal y cada despedida en un adiós torturante, repleto de perdones y
buenas intenciones…

También podría gustarte