Está en la página 1de 18
LA SANTIDAD EN LA EDAD MODERNA: LIMITES, NORMATIVA Y MODELOS PARA LA SOCIEDAD Eliseo Serrano Martin En caso de deberse extirpar algiin abuso que sca dudoso 0 de dificil resolucién o absolutamente ocurra alguna grave dificultad sobre estas materias [santos, imagenes y reliquias}, aguarde el obis- po, antes de resolver le controversia, la sentencia del Metropolitano y de los obispos comprovincia- Jes en concilio provincial, de suerte no obstante que no se decrete ninguna cosa nueva o no usada en {a iglesia hasia el presente, sin eonsultar al Romano Pontifice.! EL Concilio de Trento dejaba muy claro cémo se debia proceder en un asunto que clara- mente diferenciaba al catolicismo de los protestantismos. Efectivamente, los dias 3 y 4 de diciembre de 1563, en la sesién XXV del Concilio se aprobé el decreto “De invocatione, veneratione et reliquiis sanctorum, et sacris imaginibus” , en el que se afirmaba la doctrina catdlica del culto a los santos frente a las acusaciones protestantes de idolatria. Era el Papa quien tenfa la Ultima palabra, pero los obispos podian y debfan iniciar y controlar los pro- cesos. Nada se decia sobre la canonizacién; quedaba como hasta ahora, con la Inquisicion y el Papado como garantes de los nuevos santos y este dltimo con plenitudo potestatis, al inenos desde Inocencio II] (1198-1216). Como es bien sabido, a lo largo de la historia, la santidad ha ido experimentando cambios muy sustanciales, sobre todo en las causas que promovieron la subida a los alta tes de las personas tenidas por santas o que merecfan el halo de la santidad.’En los prime- 10s tiempos del cristianismo se atendié a la veneracidn de tos mértires, de los que dieron la vida por Cristo y que, debido a Ja extensidn de su culto entre sus compafieros, las autorida- des eclesidsticas autorizaban, consentian o toleraban sin més. Las antiguas comunidades cristianas consecvaron el recuerdo de los mértires a través de las notas detalladas de los procesos verbales, algunas de ellas incorporadas a los archi- ~ Bate trabajo se enmarca en el proyecto HAR2014-52434-C5-2P, del que soy Investigador Principal. El autor 6s membro del Grupo de Investigacién Consolidado BLANCAS del Gobieino de Aragén,financixdo con Fonds FEDER. " XXV Sesign del Concilio de Trento, “De la invocacién, veneracin y reliquias de las suatos y de fas s&- agadas imagenes”, en El sacrosanio y ecunénico Concilio de Trent, traducido al idioma castellano por don Ig- hnacio Lopet de Ayaia. Agrégase e texto latino segin [a edicién auténtica de Roma, publicada en 1564, Cuatia ‘diciéx, Con privilegio, en It imprenta de Ramén Ruiz, Madrid, MDCCXCVIIL, pp. 355-360, ln nota en p, 387. 2 Peter Brown, The cult ofthe sains: its rise and function in Latin Christianity, Laniion, SCM, 1981. [Hay ‘wadveci6n castellana, Sigueme, Salamanca, 2017], Id, Authority and the sacred: aspects of the Cristiantsation of the Roman world, Cambridge Univecsity Press, Cambridge, 1995. Hippolite Delhaye, Les arigines ds culte ddes martyrs, Soviodad de Bolsndisies, Bruselas, 1933 (I" ed. 1912); Kenneth L. Woodward, La fabricacion de Jos santos, Pliciones B, Barcelona, 1991. Aunque el interés del autor Sean los santos coatempordneds y Ie poll tica vaticana, el caphalo “Los santos, su culto y su canonizacién, Bl cuto de ls santos", resume de Forma ine= sesante Ja euestin de le sentidad en los diseiocho primeros siglos del eristianismo, Historia Social, n° 91, 2018, pp. 149-166. 149 Vos de las iglesias 0 sacadas de las Acta proconsularia, De cualquier modo, se fueron neralizando unos relatos de los procesos mautiriales que acabaron, a pesar de la deste ciGn de muchos de ellos, formando las amadas Acta martyrum, fundamento de todos lo relatos de carfcter hagiogrifico que se construyeron. Estas fueron creciendlo con la adivig de otras vidas de santos més cercanas a los compiladores, Bien entrada Ja Edad Media, una las més conocidas fue Ia Leyenda dorada de Jacobo o Santiago de la Voriigino? cuya ver sin en romance fue pronto impresa. Con el trabajo consiguionte de los Padres de la Ie sia y esctitores de diferentes Ordenes se llegé a Jean Bolland (1595-1665) que, junto am notable grupo de jesuitas (denominados genéricamente bolandistas), recopilaron toda informacién disponible para crear la coleccién Acta Sanctorum y ofrecer un depurado ea {élogo de méttiros y de santos con Ios aspectos mis destacados de sus vidas, muchos del cllos desprovistos de la épica hagiogréfica que solfa acompafiar estas Vidas de santos ol los sanctorun. La utilizacién de reliquias de Tos martes y de los santos para consagray jos altares de las iglesias serd una préctica habitual y generalizada desde el siglo vi y st buisqueda permiti6 el robo, las negocios simonfacos y los fraudes, Muy habituales fueron {as intervenciones sobrenaturales que sefialaban el entorramiento de cuerpos santos, ets; Siempre en un suefio 0 en la vigilia; y casi siempre a obispos o eclesidsticos de importan- Cia en los limites de sus didcesis o en territorio bajo su jurisdicciGn, A san Ambrosio le fue revelado el paradero de san Gervasio y san Protasio en el 386,5 al obispo de Bolonia los Santos Vidal y Agricola de la misma ciudad y aparecieron en el siglo v san Esteban, Aba. buc, Miquess, Zacarfas, Bernabé, Eutropio, Benigno o Ferreol Ea el siglo vit se trasladas ran muchos santos de las catacumbas a Jas basilicas romanas intramuros, abandondndose los subterréneos hasta que a finales del siglo xvi vuelvan a redescubtirse e iniciarse vn nuevo tréfico y una nueva veneracién de los llamados “santos catacunabales”. Entre los si slos ux y x1 el trifico de reliquias se inerementé notablemente con el robo y comercio a gran escala siendo los monasterios transalpings, los reyes anglosajones y obispos y abades francos los mayores compradores, Y se hizo sin comprobacién alguna, en la mayorfa de los casos con cédulas de intendentes romanos de los cementerios o fiéndose de los comer, ciantes ainbulantes. EI resultado fue que existicron muchos cucrpos multiplicados, muchas cabezas del mismo santo, reliquias puetiles, bastantes clavos con los que sujetaron a Jestis | ztseblo de Cesirea, Historia eclesidstica, Texto, versi6a, intodvecién y notas por Atgimiro Velasco: Pelgado, OP; BAC, Madrid, 2010; Santiago de ia Vordgine, Leyenda durea, 2 vols. Alianza, Madrid 1990, Eig sett en latin hacia el ao 1264 por el dominio gonovés fray Jacopo della Vorigin, en 182 eapulos y ‘ive pronto unn enorme acogids. A To larg de los siglo le fueron afadienco capttlos. Fus impresa, Waducidy Por uan de Burgos, a finales de siglo xv segin Catalogue of books printed in the XVth century mown Be Bra at Museum. Part X. Spain Portugal, Londres, 1971, p, 65 w-bs Prancisea Vindel, El arte tpogrdfio en Espa, a vamte el siglo XV, Madrid, 1951, p. 267, Jo fecha en 1499. Debe consultarse, Cavin Abd! Asn y lose Sets Libliosrafx hasiogrdfica durea ¥ dieciockesca, Bibliotece viral Miguel de Cervantes, Alicante, 2015; hepswwss cervantesvirtual.com/obrabibliografa-hagiografica-ausea-y-dieciochescal, asf come Jose Ane les, Mfeadenciasy ealizaciones en el campo de la hagiografiaen Espatia (con algunos dts pare el estatio do [os lezendarios hispanicos)”, en Memoria Kcclesiae, 24 (2004) (Bjeniplar dedicade & Hagiografiay tschivos de {i whesi, pp. 441-560 e Id, “El sural castellano en los silos XU y xvm. Un itinerwio hupiogedice” nes {cots Botlandiana: Revue critique d'hagiographe, 118, 3-4 (2000), pp. 329-386 y Fernando Bafos, La vide co los santos en fa lireratura medieval espatiola, Laberinto, Madrid, 2003, < Hippolyte Deichaye, L'oeuvre des Bollandistes a ravers trois sidcles (1615-1915), Socisté des Bollane {ooo Ditslas, 1950; Analecia Bollandlana: revue critique d’hasiograplie, Société des Bollanistes, Brnscas, 1282 (rovistacienffien de la sociedad); Robert Godding, Bernard Youssar, Xavier Loquex, Frangois de Vent ‘Joseph van der Straten, Botlandistes, saints et légendes. Quatre sigcles de recherche hagiographigues Seoteg es Bollandistes, Bruselas, 2007. § San Agustin, Confesiones TX, 7, BAC, Madrid, 1963, pp, 349-351. “José Luis Bown Alvarez, Rligiosidad conirarreformistay cultura simbdlica dei Barvoco, CSIC, Mae tid, 1990, p. 26. en la cruz y muchas otras que servirén, en el siglo xv1, para que los humanistas ridiculicen la veneracién y conservacién en relicarios de estos vestigios de santos. Alfonso de Valdés en su Didlogo de las cosas ocurridas en Roma atremetié contra las reliquias conservadas en las iglesias de Roma escribiendo que “al honrar un supuesto cuerpo santo ponemos en peligro el alma, pues quizés es el de algtin ahorcado”.” También Calvino eriticé duramente en su Traité des reliques esta préetica de coleccionar, exhibit y venerar reliquias.* No solo era por devocién, en ellas habfa poder e influencia, Estos fragmentos de santidad serdn uti- lizados como marcadores de territorio segéin el conocido libro de Bozéky,’¢ incluso Ilega- rim a convertirse en miicleos sobre los que emergeran tertitorios poderosos, instituciones potentes y con gran poder, y junto a ello familias que lograrén una gran influencia. Tampo- co debemos olvidar que las reliquias tendrén un papel muy destacado en la sacralizacidn y {a legitimacién del poder real y de fas dinastias reales en occidente desde la Edad Media.’ La propiedad 0 custodia de reliquias sera un aspecto importante por el que las jerarquias eclesidsticas y civiles pugnarén, incluso de manera desleal; recuérdese el dedo de san Tde~ fonso,"! 0 el desmembramiento de no pocos santos, empezando por Teresa de Festis.”” La legittmidad conseguida con la veneracién de los cuerpos santos, la cohesién y aglutinaci6n en tomo a su memoria y cullo’ y el providencialismo que rodeaba toda actuacién social, hicieron de su posesién un bien preciado que habfa que proteger; habia que “privatizar” o “personalizar” el tangible apoyo sobrenatural on la presencia taumatirgica de las reliquias, ‘A finales del siglo x11 el proceso de canonizacién se fij6 en una encuesta de cariicter informativo en el lugar donde habia nacido, vivido y muerto el candidato y un proceso en Roma, en la curia, a peticin del obispo del lugar del propuesto para santo. Lo més significativo hasta el Concilio de Trento fue la sancién por parte del obispo, pero desde el punto de vista normativo no hay nada nuevo; insistié en la necesidad del cul- to a los santos, imagenes y reliquias, pero serén los obispos, el Papa y la Inquisicién los actores de este recorrido por la santidad. ALGO DE ORDEN: EL CONCILIO DE TRENTO Y LA CONGREGACION DE Riv0s El Concitio de Trento puso una salvaguardia y es que s6lo tras el parecer de los teélo- 208, los obispos podian sancionar los nuevos milagros, las nuevas reliquias y las imagenes de los nuevos santos: “establece el santo Concilio que a nadie sea Ifcito poner ni procurar se * Alfonso de Valdés, Didlogo de las cosas ocurridas en Roma, Espasa Calpe, Mactid, 1969, pp. 121-125, " Jean Calvin, Traité des reliques. Suivi de Vexcuse a messieurs tes nicomeédites, Bosserd, Paris, 1921. 8 Edina Bozsky, La politique des reliques de Constantin @ Saint Louis, Beauchesne, Paris, 2006; José Luis Bouze, Religiosidad contrarreformista.. © Nicole Hemann-Mascard, Les reliques des saints, Formation coutoumire d'un droit, Kiincksieck, Pa- is, 1975; Religuias politicas f. Cuerpos santos de Antiguo Régimen, Cologqaia en ta Casa de Veldaguez, 19-20 ‘de marzo de 2015 coorciinado por Jéréme Grévy y Albrecht Burkarit; Patrick J. Geary, Furta sacra. Thefts of Relics in the Central Middle Ages, Princenton University Press, 1978. 4" Marfa Teusiet, E? dedo robado, Reliquias imaginarias en la Espafta moderna, Abads, Medtrid, 2013. © fcén de la Made de Dios y O. Steggink, Tiempo y vida de santa Teresa, Biblioweca de Autores Cristia- 120s, Madrid, 1966; Joseph Pérez, Teresa de Avila y la Expatta de su ttempo, Alguba, Madrid, 2007. " Germin Remallo, “Reactivacién del culto a las reliquias en el barroco. La catedral de Oviedo y su Ci- ‘mara Santa en 1639”, Lif. 11, pp. 77-91; Domingo Luis Gonzilez Lopo, “Fl papel de las reliquias en las peée- ticas religiosns de los sighoe xvi y xvm", en Loon Carlos Alvarez Santel6 y Carmen Cremades Grifisn (eds.), ‘Mentalidad e ideologia en el Antiguo Régimen. Actas de tas If Reunién Cientifica de ta Asociacién Espatoia de ‘Historia Moderna, Universidad de Murcia, Murcia, 1993, Vol. I, pp. 247-260; Isabel Cofifio, “La devocisn a Jos santos y sus reliquias en la iglesia postridentina: el traslado de la reliquia de san Julién a Burgos”, Studia Histérica, 25 (2003), pp. 351-378; Benito Mediavilla y José Rocefguez Diez, OSA, Las retiguias del Real Mo- rasterio det Escorial. Documentacién haglogréfica, Péiciones Bscutialenses, EX Escorial, 2004, 151 152 ponga ninguna imagen desusada y nueva en lugar ninguno ni iglesia, aunque sea de cual- quier modo exento a no tener la aprobacién del obispo. Tampoco se han de admitir nuevos milagros, ni adoptar nuevas reliquias a no reconocerlas y aprobarlas el mismo obispo. Y este, luego que se certifique en algiin punto pertenecieate a ellas, consulte algunos tedlo- 08 y otras personas piadosas y haga Jo que juzgare convenir a la verdad y Ia picdad”."* Pronto habré que ocuparse de la cuestiGn procedimental y administrativa; en seguida los Papas crearéin los instrumentos normativos ¢ institucionales necesarios pata el control del acceso a la santidad y Ja verificacién de las reliquias. La radicalidad con que la Reforma trat6 estos temas y las tendencias iconoclastas promoviendo la destruccién de las imége- nes de santos y Virgenes habfa que pararlas. Y Trento aprobé que todo debe ponerse en re lacién con otros deeretos del mismo Concilio que contextualizaba lo allf recogido, sobre todo el culto a santos, a Cristo 0 a Marfa, También es bien sabido que los Papas posterio- res elaborarén un corpus doctrinal sobre estos mismos asuntos que cambiar notablemente la percepcién seguida hasta ahora y pondr imites a la santidad, Para normalizar la beatificacién y la canonizacién de los nuevos santos, de estos “hombres a quien Dios ha escogido para sf, principalmente la Santisima Virgen Marfa, los apéstoles, los martires, los confesores y virgenes [...] tenidos y admitidos en la Iglesia Ca- t6lica”, segtin definicién de Covatrubias,!° se creé en 1588 la Sagrada Congregacién de Ritos, y con la regulacién de su fundamento por Urbano VIII se establecicron las etapas de un proceso ordinario 0 informativo y de otro apostélico, buscando cierto garantismo ante las ctitieas. Por ella pasaban los informes y expedientes formados para los procesos que levaron a los altares, a Jo largo del siglo xvi, a una pléyade de santos nuevos, muchos de ellos espafioles. Y con ellos Iiegaron nuevos modelos, porque la vida del santo es un mo- delo a seguir, un camino de perfeccién, Efectivamente, el 22 de enero de 1588 el Papa Sixto V Peretti (1585-1590), con la constitucién apost6lica Inmensa aeterni Dei, dispuso la reorganizaciGn de las congregacio- nes para una mejor y ordenada direccién de la Iglesia, a cuya cabeza visible, el papado, le correspondia dicha direccién pero con la ayuda de la curia y de los cardenales, “Nos, [..] hemos resuelto repartir la carga del pontificado [... entre fos senadores del orbe de Ia tie 1a, nuestros hermanos los cardenales, de una manera provechosa y correspondiente a las necesidades de los tiempos, a la multitud y diversidad de los negocios y en atencién a la utilidad”.' Tenfa como objetivo reforzar el centralismo de la curia romana” y aumentar Ia eficiencia administrativa del gobiemo pontificio, aunque un viejo purpurado como Gabrie~ le Paleotti vio con la reforma sixtina el disefio de un gobierno absolutista tendente a distai- nuir el poder de decisiones del colegio cardenalicio. Instituyé 15 congregaciones del Sacro Colegio, asignando a cada una de ellas determinados negocios y otorgando a cada una las correspondientes facultades y autoridad. De ellas, seis se ocuparon de Ia administracién del estado de la Iglesia y todas las demas de asuntos eclesidsticos. Al frente de sus congre~ gaciones puso a la Inquisicién romana como la més importante de la defensa de Ia fe y no ¥ Bt sacrosanto y ecuménico Conciio de Trenton p.357. ° Sebastfn de Covarrabias, Tesoro de Ja Lengua castellana o espafola (Madi, 1611], edicién de I. Are- ano y R. Zaft, Toexoumericana-Verviert, Madrid, 2006. % Ludovico Pastor, Historia de fos Papas en la évoca de ta Reforma y Restauracisn caréca, Vol. XXI, Sixto V (1585-1590), Vol. XXIl, Final del Pepado de Sixto V; Urbano VII, Gregorio XIV e Inovencio IX (1385-1591), Gustavo Gili, Barcclong, 1941, fo relacionado con las Congregaciones en Vol. XI, pp. 223-236, 1a ci en p. 225; Miguel Gotor, “La reforma dei processi # canonizzazzione dalle cate del Sen Ufficio (1588 1642)", en L’Inquisiione e gli stoic: un cantlere apert, Tavola rotonda nellambito della conferenca annuale della ricerca (24-25 giugno 1999), Academia dei Linesi, Roms, 2000, pp. 279-288, | " Paolo Prodi, If sovrano Pontefice. Un corpo e due anime: la monarchia papale nella prima etd moder- | nq, 1! Mulino, Bolonia, 1982. | § 3 3 2: 154 modificé nada dle la fundacién de Paulo THI y de lo organizado por Pio IV y Pio V, presi- digndola é1 mismo y confitmando sus facultades, En esta congregacién se confirmaron a los cardenales pertenecientes hasta el momento y se convirtid en la apelaci6n altima de todo lo refetido a Ia fe, de la herejia al abuso de los sacramentos, del culto a los santos a cualquier préctica de la religién cxistiana, Importante serd también la Congregacién del in- dice, creada pot Pio V, para velar por la ortodoxia de los eseritos, con la creaci6n de los catdlogos de libros prohibidos, para lo cual podfan solicitar la ayuda de las universidades de Paris, Salamanca, Bolonia o Lovaina y otros centros acreditados. La CongregaciGn pata, a ejecucién e interpretacién de los decretos del concilio tridentino fue fundada por Pio TV y se le reserv6 la declaracién de todos los decretos dogmstticos del Concilio, pero concede a los obispos la facultad de interpretar asuntos sobre la reforma de las costumbres, disci- plina o tribunales eclesidsticos, para lo que debian convocarse concilios provinciales. La Congregacién para los negocios de los obispos fue fundada por Pio W y el nuevo Papa les, ofrecis e! examinar fos asuntos que afectaban a las distintas diécesis y negocios relacio- nadas con ellas, de relacién con dignatarios, Srdenes religiosas, cabildos, etc. También hhubo una Congregacién de Regulares. Con ta Bula fueron creadas cuatro nuevas: la Congregacién Consistorial, de la que dependfa la ereccién de nuevos obispados o variaeién de los existentes, la de la Signatura de la Gracia, la Congregacién para los Ritos y Ceremonias y la de 1a Imprenta Péblica Va- ticana cuyo cometido fue la de editar correctamente la Biblia, los Decretales y a los Padres de la Iglesia, utilizando los materiales manuscritos € impresos recogidos en san Juan de | Letrin, en !a Biblioteca Apostdlica y demnés depésitos vaticanos. La que més nos interesa para l asunto de Ja santidad es Ia Congregaci6n para los Ri-' tos y Ceremonias,"® que perdurard hasta el 8 de mayo de 1969 en que el Papa Pablo V1 | crearé la Congregaci6n para la Causa de los Santos, ocupéndose a partir de ese momento de los procesos de canonizacién. Se fundament6 en la necesidad de aumentar la piedad de | Tos hijos de Ta Iglesia con la conservacién y pricticas de las ceremonias, usos y ritos en oF J den a la ensefianza para cl pueblo cristiano y la profesi6n de la verdadera fe. Buscaba pro- | mover la piedad y clevar el culto divino.'® La misa, los oficios divinos, la administracién J de los sacramentos y el culto debian ser observados en razén de los viejos ritos sagtados, Los cardenales que integraron el dicasterio en esta primera época fueron Alfonso Gesual- do, Nicolas Sfondrato, Agustin Valiero, Vicente Lauree y Federico Borromeo. Debfa ocu- parse de la observancia de los usos eclesifsticos y ritos, pero también de la canonizacién de los santos y la celebracién de los dias festivos, asf como velar porque fueran recibidos honorfficamente segiin la costumbre los prineipes, reyes 0 sus embajadores en la Corte Pa- pal (compartidas con la Congregacisn del Ceremonial y después absorbidas por De propa- ganda fide). Muy pronto comenzaron a pedir informacién sobre los libros litdrgicos y le gue debia ser cotregido (Ios libros de Pontifical, Ritual y Ceremonial) y sobre las leccio- res compuestas a determinados santos (el oficio de santo patrén solo debfa ser concedide después ce consultada fa Santa Sede). La reforma propuesta por Sixto V, en opinidn de algunos autores, no trajo ninguna transformacién, s6lo determin6 con ms precisi6n los delitos que eran competencia del Santo 1 Para el funcionamiento do Ix Congregacién de Ritos, vid., Andtisis de la obra de muestro sanisino Par dre Benedicto XIV sobre las beatificaciones y canonizaciones. La escribis en francés Monsieur Nicolds Baudea.. Sy la traduxo al castellano don Gaspar de la Cruz... Peto Marin, Madrid, 1779, pp. 37-53. ° Miguel Gotor, Chiesa e samt nell'latia moderna, Laterza, Roma-Bati, 2004. pp. 34 y 85. Claudio Leonardi y Antonelia degl’ Innocenti (e¢s.), 1 Santé Patroni: modell a santita, cule patronatt in Oceidente, Centto Tebaldi, Milén, 1999; Marino Niola, I Sani Petroni, I! Mulino, Bolonia, 2007, R. Chise- hella, “L’evoluzione del culvo del santo petrono in etf modenta: il caso de Perugia”, Richerche di storia sociale ce religiosa, XXXIV (1988), pp. 101-115, Oficio. Para elaborar un nuevo Indice, encargé a la Congregacién del mismo nombre la tarea y se pidid, cn un Breve de 20 de junio de 1587, ayuda a las universidades de Paris, Salamanca, Alealé, Coimbra y Lovaina y aunque la Bula de 9 de marzo de 1590, puesta al comienzo de la edicién del Indice, pueda dar idea de acabado lo cierto es que inmediata- mente el Papa lo mandé retocar. Tampoco pudo ver finalizada una edicién de la Vulgata, como obligaba el Concilio de Trento; solo se disponfan de traducciones que eran las que se recomendaba se imprimiesen tan correctamente como fuera posible, La labor de los Papas posteriores a Trento ahormaron la imagen de la santidad y el modo de conseguirla, fundamentalmente el ya citado Sixto V (1585-1590), Urbano VIII (1623-1644) y Benedicto XIV (1740-1758) quienes organizaron los dicasterios, dictaron normas y firmaron dectetos para un mayor rigor provesal, lo que no quiere decir que, como ha escrito Gotor, fa fase clementina, por Clemente VIII (1592-1605) y la paulina, por Paulo V (1605-1621) no fuesen determinantes en cuanto a modelos de beatos.”? Por- que se trataba de ofrecer modelos de vida santa, de vida ejemplar y esa vida ejemplar se consigue a través de La humildad, la pobreza, la exhibicién de los dones ofrecidos por Dios y que se manifiestan en estos siervos venerables a través de las profecfas y los milagros, como se ha visto hasta en las vidas més humildes. Habia que descubrir en ellos, y poten ciar, la virtud heroica que caracteriza ql santo, Esa vida esforzada y austera, en diferentes lugares y con diferentes responsabilidades, es tambign una vida de mortificaci6n, de ex- piaci6n, de ahf que las penitencias, extremas en algunos casos, la prolongacién de ayunos ¥ ottos trastornos alimentarios, junto con los éxtasis, arrobos y otras manifestaciones de Carécter mistico fueran el objeto de pesquisas, investigaciones ¢ indagaciones de obispos ¢ inquisidores. Sern los Papas citados quienes, con los diferentes decretos, alertarin de abu- 808 y se insistiré en la autoridad papal para sancionar esas vidas santas y beatificar y cano- nizar a los merecedores de culto, Se puede observar que hubo todo tipo de personas con aura de santidad: fundadotes de Ordenes religiosas, dignidades eclesisticas (Papas, carde- nales y obispos), teligiosos humildes, monareas, laicos... Pero también hubo modelos: el jesuita militante y fundador (Ignacio de Loyola), el mértir, que nos recuerda a los primeros santos que dieron su vida par su fe (Jos jesuitas y franciscanos de Nagasaki) pero in- cluyendo nuevas reinterpretaciones, siendo también mértir el que sufe mortificaciones ex- tremas, enfermedades y operaciones o amor extremo,” mistica y fundadora (Teresa de Je~ stis), predicador y seguidor de una vida de oracién (Felipe Neri), eclesidsticos con autoridad (Tomas de Villanueva)... Limrres y campios: UrBano VIII Aunque la organizacién procedimental de los procesos para Ia santidad yenian de més lejos, seré Urbano VII quien establecié las etapas de un proceso ordinario o infor- mativo y de otro apostélico, buscando cierto garantismo ante las eriticas, sobre todo por el culto que daban a personas que no tenfan el titulo de santo, Ese es el sentido de! llamado 2 Ludovico Pastor, Historia de los Papas... ol. XX1, pp. 185 y 8. ® Miguel Gotor, | Beat! del Papa. Santita, Inquisizione e obbediensa in etd moderna, Leo S. Olsehki, Flo- rencia, 2002. Jacques Brown, “Mutations de la notion de martyre au XVIle siécle daprés les biographies spirituelles Feminines", en J. Mara (ed.), Sainte e¢ martyre dans tes religions du libre, Editions Université de Broxelles, Broselas, 1989, pp. 77-90, % Ludovico Pastor, Historia de dos papas. vol. XXVI-XXVIEXXIX (Urbano VII, 1623-1644); G, Palla ‘Tome, Santita e diritto. Sondaggi nella storia det divitto canonico, G. Gisppichelli, Turin, 1999, pp. 27-81; Mi- ‘uel Gotor, I beati det papa... pp. 285-320, 156 decreto super non cultu; Urbano VIII en sendos deeretos del 13 de marzo de 1625, 5 de ju. nio de 1631 y 5 de julio de 1634 prohibié el culto piblico a una persona antes de ser culta autorizado a través del decreto de canonizacién. El 13 de septiembre de 1642 redujo el més mero de dias de santos de precepto a treinta y cuatro ademés del domingo. Aunque debs interpretarse toda Ja normativa como centralista y absolutista, y sobte todo con influencia maxima del Santo Oficio, la reserva final sobre las canonizaciones por parte del papado no es de este momento porque fue Gregorio IX, en 1234, quien publicé unos Decretales donde afirmé Ja jurisdiccién absoluta del Pontifice sobre todas las causas de los santos, declarén- dolos obligatorios para la Iglesia universal. Urbano VIII, de parte de la Congregacién del Santo Oficio, promulgé el 13 de matzo de 1625 un decteto en el que se prohibfa el culto pablico y privado a los muertos con fama de santidad sin 1a antorizacién de 1a Santa Sede. La proiibicién inclufa la representaciéy con aura, resplandores y construir sepulcros en su honor, Se consideraban de este modo ilegitimos y perseguibles determinados actos devocionales. Si Trento mantuvo la compe- tencia de la autoridad diocesana, con este decreto la Congregacién del Santo Oficio sustra. jo al obispo tanto el reconocimiento de los cultos particulares como en definitiva la exalt. cidn de la santidad y Ia sancién de Jas imégenes. No faltaron criticas entre las diferentes autoridades sobre el alcance de esta nueva regla y fueron mayores en las regiones més ale. jadas de Roma, Parece que el contro} inquisitorial de Ja santidad durante el siglo xvu quiso certarlo el Papa Benedicto XTY, de labor canonizadora importante, cuando elevé a los alta- res el 29 de junio de 1746 a cinco santos, de algunos paralizado su proceso por efecto del Santo Oficio. Fueron los capuchinos Fidel de Sigmaringen (+1622) y Giuseppe da Leones. sa (+1612), ia monja dominica del convento fundado en Florencia por monjas devotas de Savonarola, Catalina de Ricci (1590), el franciscano espaftol patrén de Valladolid Pedro Regalado (1456) y el sacerdote fundador de la orden hospitalaria de los Camilos, Camilo de Lelis (#1614). Hubo un segundo decreto el 2 de octubre de 1625 en ef que atemperaba el decreto ce marzo con un Postmodum por el que se permitfa la recogida de donaciones, imagenes } votos de los fieles y podfa seguir usdndose el culto de forma no pitblica hasta que la Sant | Sede decidiese eventualmente la apertura del expediente de canonizaci6n, Este Posimo | dwn fue inspirado por el cardenal dominico Desiderio Sclagia (1569-1639) y el llamack | ‘grupo lombardo. El Breve pontificio Caelestis Hierusalem cives del 5 de julio de 1634 confirms lor dos decretos precedentes de la Congregacién del Santo Oficio y afiadié cuatro novedades que acentuarén el control de Ia Inquisicién ante los cardenales de la Congregaci6n de Ri| tos y de los obispos de las diécesis. En primer lugar, toda causa de canonizacién debta de estar acompafiada de un proceso denominado super non cultu y los obispos no podfan ini ciar © proseguit un proceso sin antes verificar los decretos inquisitoriales por los que nt debja tener culto piblico o privado, En segundo lugar, se precisaba que los procesos de | bfan ser enviados al Secretatio de la Congregacién de Ritos en Roma. En tercer lugar lo cultos antiguos excluidos, casus excepti, debfan tener un siglo de antigtiedad (al menos an | teriores a 1525). Y finalmente los transgresores podfan ser castigados por el brazo secula| y no solo por la autoridad eclesiéstica. El papado puso especial interés en la divulgacit de los decretos inquisitoriales y el breve pontificio. En un nuevo decreto del 3 de diciembre de 1642 Urbano VII, reuniendo a diverse’ personalidades de la Curia y a tres Cardenales de Ja CongregaciGn de Ritos y dos de 1! Congregacién del Santo Oficio, tomé tres nuevas decisiones. Se establecié que en los Ii bros de milagros, vidas de un aspirante a santo, recopilacién de hechos prodigiosos y simi Jares debfan llevar al comienzo una Protestatio, una protesta del autor en la que declaral | que cuando se refiriese a la persona en cuestién como santo o relatara milagros, debia en | i i tenderse que no la consideraba como tal hasta que la Santa Sede diese titulo de santo 0 certificase los mismos. Esta obligacién dio lugar a un paratexto muy significative que se ve incremontado segiin ef autor. En algunos casos se hace mencién expresa de dichos de cretos, Un ejemplo en el que se citan otras referencias similares es la Vida de Isabel de santo Domingo, fundadora de las carmelitas descalzas de Zaragoza escrita por Batista de ‘Lanza; “Protesta del autor, sin la qual ni escribe, ni pretende que se lea esta historia, En todo quanto se dixere en este libro, assf de favores y mercedes sobrenaturales, comunica- dos de Dios Nuestro Sefior a Ja bendita madre Isabel de Santo Domingo, principal sugeto de esta historia, y las demés personas de virtud insigne, de quien se haze mencién, como también de maravillas y beneficios divinos, que por su medio se entendiere que el mismo Seifor ha obrado y concedido, no pretendo se de a las tales cosas la fe y autoridad que su Jen y deven tener las que ya estén examinadas y aprobadas por la Santa Sede Apostdlica Romana sino tan solamente aquella que suele y puede darse a las Historias, compuestas y formadas de pareceres, testimonios y relaciones humanas y a las que tratan de cosas politi- cas, escritas con cuydado, por aver yo puesto en averiguar las que aqu{ escribo, todo lo que se dice en el prélogo y ha sido posible a mi caudal”. El Padre Arbiol dejé claro el porgué de esta protesta: “Conforme a los decretos apostélicos de auestro serenisimo Padre ‘Urbano Octavo y de la santa Inquisicién General de Roma, 13 martii 1625 y 5 junii 1631 y 5 julii 1634, protesto y dectaro que cuanto en este libro se dice de virtudes, milagros y re~ Yelaciones, 0 cosas de este género que obr6 y tuvo el venerable padre fray Ignacio Garefa y de cualquiera otra persona que no estuviera canonizada o beatificada, no tienen mas au- toridad que la de una historia falible y humana mientras que nuestra santa madre iglesia cat6lica romana que es la tinica maestra de la fe y columna firmfsima de Ja verdad no le de su especial aprobacién, Ast lo siento y de todo mi corazén lo confieso, en San Francisco de Zaragoza a 17 de septiembre de 1720”. La segunda decisién es que debfan transcurrir cincuenta afios y respetarse el super non cultu para iniciar cualquier proceso y que debia mantenerse (es la tercera) para los ca- sus except (los que recibjan culto antiguo o inmemorial) para demostrar la legitimidad de Ja devocidn existente y para disfrutar del perdén del Papa o el permiso de la Congrega- ci6n,”” También prohibis imprimir los procesos, pero Alejandro VII (1655-1667) lo permi- ti6, Se imprimfan 60 ejemplares hechos por el impresor de la Camara apostdlica y firma- dos por el Subpromotor. El manuscrito original debfa estar autotizado con las firmas del Promotor y Secretario y con el sello de Ia Congregacién.* En el siglo xvm qued6 fijado que antes de ser canonizado debfa existir un paso previo que era la beatificaci6n, En puridad la beatificacién era una dispensa, un indulto particular, ‘un permiso que se daba para dar culto piiblico en una ciudad o por una congregaciGn reli- giosa @ un siervo de Dios. Gotor dice que fue en 1585 cuando surge por primera vez, que ® Miguel Batista de Lanuza, Vida de la bendtta Madre Isabel de santo Domingo, compaftera de santa Te- esa de Jestis, coadjutora en ta nueva Reforma de la Orden de Nuestra Seftora del Monte Carmela, fundadora del monasterio de San losef de aragoca....Impresa en Madrid, en fa imprenta del Reino, 1638. En el indice en Protesta se citan varios autores: Zacarias Boberio en 1632, Anales de los padres capuchinos; la de Pranciseo de Sales en Lyon, 1624; sor Margarita de la Cruz, Madrid, 1637; dice que ha visto y tiene 26 sefialadas por el pa- ‘dre Agustin de Casto... Impresos todos ellos después del decreto, con graves aprobaciones y licencias de los ontinarios. °% Fray Antonio Atbiol, Zpfiome de ta virtwosa y evangélica vida det R. Venerable fray Ignacio Garetas.. Zavagoza, 1720, ® Miguel Gotor, 1 Beati del Papa, pp. 285-330; G. Papa, Le cause di canonizeacione nel primo periodo della Congregazione dei Ritt (1588-1634), Uroaniana University Press, Cit del Vaticano, 2001 % Andlisis de ta obra de nuestro sanittimo Padre Benedicto XIV sobre las beatificactones y canonizacio~ es, pp. 46-7 | el agustino Angelo Roca en su tratado sobre las canonizaciones de 1601 prefiere lamarlo “semicanonizacién” y con la fundacién de la Congregacione deé Beati (por Clemente Vill en 1602) se centralizé este estadio para los candidatos, controlado en su integridad por ef Papa y los cardonales de la curia y concluye: “funcioné como una suerte de cémara de compensa- cién que sirvié para regular la emergencia de los nuevos cultos de santidad, aprovechar Ja presiGn popular y aliviar la responsabilidad de la jerarquia de la iglesia en materia de canoni- zaci6n con la localizacin de un nivel jutidico intermedio y transitorio”.” En los formularios en los que se recogfan la informacién pata iniciar el proceso que- daban anotados tres aspectos primordiales, que andando el tiempo quedardn formulados como positio y recogidos en tres voltimenes. En primer lugar, la filiaeién del propuesto a Ja santidad con su lugar de origen, edad, Ingar de residencia, padres y antepasados, estado (civil 0 religioso y filiacién si era cl caso, con su profesién), confesores y, lo que resultaba ser muy importante conocer, fecha de su dltima confesién y comuni6n; en suma, una bio- grafia documentada, Después se anotaban las consideraciones que los testigos, cuya rela- ‘cin con los candidatos debfan constar, tenfan en orden a las virtudes teologales y cardina- les: fe, esperanza y caridad y prudencia, justicia, fortaleza y templanza, respectivamente. De todos los cristianos se espera que practiquen dichas virtudes, un santo es alguien que las practica en grado excepcional o heroico, Finalmente, en tercer lugar aquellos aspectos que, andando el tiempo y en las vidas de santos, més hineapié se va a hacer: las visiones, profecias, aspectos prodigiosos y milagros. SANTOS Y MODELOS DE SANTOS En a Edad Media la tendencia fue buscar modelos, presentando de forma narrativa la historia del propuesto como santo y mostréndole como un héroe espiritual y ala vez. tau- maturgo, adalid y cruzado contra los adversarios de Cristo. Vauchez, resalta que en el siglo XV Ios reyes poderosos y 1os obispos dotados de sensibilidad pastoral que habian monopo- lizado la atenci6n de los creyentes no ofrecian ya, a los ojos de los Papas y de los grandes clérigos de su entorno, los modelos idéneos que habéa que proponer a la iglesia universal. BI culto a estos santos estaba viciado por cuestiones y posiciones politicas y seoulares y también, aflade el historindor francés, estaban perdiendo el favor de Roma los mértires, de tal modo que entre 1254 y 1481 no se canoniz6 a ningtin siervo de Dios que hubiera sufri- do una muerte violenta."” En el siglo Xvil, con Urbano VIII parece que el santo taumaturgo fue perdiendo terreno frente al santo de ejemplaridad moral (y con Benedicto XIV en el si- glo siguiente més todavfa) y a ello también contribuyeron los cambios metodolégicos en la creacién del santo, Se pasard de Ia narracidn de las Vitae a los documentos judiciales y de as comparaciones a los andlisis. La virtud heroica exigfa una nueva relacién de hechos probados, cle ahi los limites impuestos en el siglo XVIl y de af ta afinacidn en las respues- tas médicas y cientificas. La Contrarreforma habfa impulsado un santo militante, heroico, con un conttol implacable de la Inquisicién y en el siglo siguiente se propondré algo dife- rente con santos cuya vida transcurrié con fandaciones de acogida y otros aspectos de ca- ridad cristiana. Héroe y sanador para el santo, heroicidad y sanacién para la santidad son las palabras que utiliza Po Chia-Hsia para explicar las dos visiones que segyin él han pre~ yalecido en el largo tiempo de Ja Contrarreforma o de Ja renovacién catdlica segén su pro- pia expresiGn, Ia primera favorecida por la jerarqufa eclesidstica y Ia segunda por los lai- ® Miguel Gotor, Chiesa e santa, p. 47, También Miguel Gotor, 1 Beat del papa, pp. 127-254, ® Andre Vauchez, La Sainteié en Occident aux dernidres sidcles du Moyen age d'aprés les proces de ca- nonisation et les documents hagiographiques, Ecole Frangaise de Rome, Roma, 1981, pp. 13 y ss. 159 cos; la primera modelo de la Contrarreforma militante, fa segunda propugnada en el si- lo xvi, “del santo glorioso militante de Jos jesuitas se pasa a un modelo més inspirado fon la espisitualidad franciscana, caracterizado por la simplicidad, el populismo y los pode- res curativos"." Y eran santos cercanos, que actuaban en un radio limitado, frente a los que viajaban lejos realizando actos heroicos, misioneros de lejanas tierras. Pero también bay que decir que ambas formas de entender la santidad convivieron en el seno de ta Lgle- sia, aunque ird dominando la segunda. Fn cl siglo xvi fueron abiertas 276 causas que acabaron cn ta beatificacién o en la canonizacidn, de las cuales 137 correspondieron a italianos, 60 a espafioles y solo 9 a fran- ‘ceses. Mas de la mitad de los santos de este siglo fueron espafioles.” Los intereses del Tri- bunal de la Inquisicidn, que en no pocas ocasiones anduyo enfrentado a Ta recién constitui- da Congregacién de Ritos, la preocupacién por el super non culta y In obligacién de fama sanetizatis, a normativa papal de la primera mitad del siglo xv1, los enfrentados intereses ‘de las Ordenes religiosas y otros aspectos més tangenciales hicieron que Ta actividad cano- nizadora tuviera muchos altibajos. Sin embargo, el completo funcionamiento de la Con- sgregacidn de Ritos provocd un progresivo aumento de las canonizaciones. Hubo 75 beati- ficuciones en el siglo xvi, 39 en el xvi y 65 en el x1x; canonizaciones hubo 25 en ch xvi 29 en el xvilly 80 en el XIX, mientras que confirmaciones de culto hubo 33.en el xvit, 894 en el xvill y 397 en el xix." Los santos ibéricos canonizados en los siglos Xvi y xvii ha- bian muerto, 4 en el siglo xIr Centre ellos Isidro Labrador), 8 en el siglo x1 (entre ellos el rey Fernando III, Ramén Nonato, Ramon de Pefiafort o Pedro Nolasco), 1 en el siglo xiv (sabel de Aragén, reina de Portugal), 2 en el xv (Pedro Regalado y Juan de Sahagtin), 12 en el X¥1 (entre ellos Ignacio de Loyola, Teresa de Jestis, Francisco Javier, Francisco de Borja, Luis Beltrén, Pedro de Aleéntara o Tomis de Villanueva, més los seis franciscanos mértires del Japén beatificados en 1627 pero canonizados en 1862) y 3 en el siglo xv (Francisco Solano, José de Calasanz, y Rosa de Lima). ‘Ya ha sido expresado en multiples ocasiones que los Papas tras Trento impulsarén tuna santidad militante, acorde ademas con la filiacién y simpatfa de cada uno de ellos. Fueron muchos franciscanos, dominicos y carmelitas (hombres y mujeres) y jesuitas los propuestos desde 1a constitucién de la Congregacion de Ritos. La labor misional y confe- sional de la Iglesia eatélica se Hlevaré a cabo con sentido martirial y por tanto de heroic dad en la virtud del santo. El empuje, determinacién y defensa de la fe en los limites exte- tiotes de la cristiandad tendré su recompensa, como se manifesté con la muerte violenta de misioneros jesuitas y franciscanos en Nagasaki (los jesuitas japoneses Pablo Miki, Diego Kisai y Juan Goto y un buen grupo de franciscanos, martirizados todos en 1597). Tam- 1 R. Po-Chia Hsia, Et mundo de la renovacién catélica, 1540-1770, Akal, Madrid, 2010, p. 173. 5 Jean Robert Armogathe, “La fabrique des saints, Causes espagnoles et procédures romaines d’ Usain ‘Villa Benott XIV (XVHe-XVIIle siécles)", en J. Croizat et Mare Vitse (coord), Les temps des saints. Melan- ‘ges de la Casa de Veldutez, 3-2 (2003), pp. 15-31, en p. 195 hay waducci6n castellana, Jean-Robert Armogathey ‘La fabrica de los santos. Causas espatialas y procesos romanos de Urbano VIII a Benedicto XIV (Siglos xvit~ sewn), on Mare Vitse (ee), Hortenaje a Henri Guerreiro. La hagiografa ene historia y teratra en la Espar de la dad Media y det Siglo de Oro, Tberoamericana Vervuert, Madtid, 2005, pp. 149-168. También presenta ffetos Peter Burke, “Istruzioni per diventare santo durante Ja Controriforma”, en Id., Seene di vita quotidiana hell” alia moderna, Laterza, Roma-Basi, 1988, pp. 68-81, ol apéndice con el listado de santos en pp. 79-81 Mis tables 9 ericos incerporados por déceds entre 1600 y 1770 en R. Po-Chia Hsia, Bt mundo de ta rerova- ‘clon catdlica, pp. 173-174, aunque no coinciden con las ofrecidas por otros autores citados. 5) Jean-Robert Armogathe, "La ibrica de los santos”, p. 154. Ibidem, pp. 164-166. 25 Rosa Alabris, “Las Ordenes religiosas ante los martrios en los siglos xvi y xvn",en R. Alsbrds (ed), La Vide cotidianay ta sociabilidad de los dominicas, Arpeaio, Baccelona, 2013, pp- 237-261; José Luis Betrén, 160 HE “A costa de la propia vida", pp. 283-296, biém hubo santos de culto inmemorial y antigua fama de santidad como se ha dicho. Pero franciscano Francisco Solano (Montilla 1549-Lima 1610), canonizado en 1726 0 el obispo de los Andes Toribio de Mogrovejo (Leén 1538-Perti 1606) beatificado por Inocencio Xt Canonizaclas 36 personas, pero s6to 12 fueton mujerss, La primera mujer santa del siglo Avil fue Francesca de Ponziani (+1440), noble romana canonizada por Paulo V (1608) y qopuss la carmelita Teresa de Jests (+1582) por Gregorio Xe (1622). Tres afios mas tar de Urbano VIII (1625) eleva a los altares a Teabel de Portugal, infanta de Aragén y reina de Portugal (+1336). Le seguirdn la noble floventina Y carmelita Magdalena de Pazzi (11604) canonizada por Clemente IX en 1669, la dominica peruana Rosa de Lima (1617), por Clemente X en 1671, la clarisa Caterina te Bologna (11463), por Clemen- fe XT en 1712, la dominica Inés de Segni (#1317) Por Benedicto XIII en 1726, la citada campesina Margarita de Cortona, Caterina de Génova (71510) canonizada por Clemen- te XII (1736), la servita Giulianna Falconeri (1340) Por Clemente XI en 1736, la domi- nica Caterina de Ricei (1390) por Benedicto XIV en tose y la noble francesa Juana Fran- cisca de Chantal (+1641) por Clemente XUl en 1767.77 A algunas les legé tarde su beatifi- CaciGn, por ejemplo, Mariana de Jestis (1618-1648) boatifents por Pfo IX y canonizada or Plo XTI en 1950 0 Catalina Tomés, muerta en 1574, beatificada en 1792 y canonizada on 1930. Bstas y muchas ms rivalizaron con sus eseritos cag los grandes misticos (hom- sey Marine Calfiero, “Modeli di comportamento & model di santite”, Quaderni Storie, vol. 26, 77 (2), geste 1991), pp. 665-610, e Id, Lafebrige d'un sain al pq tas Lumiéres, EHESS, Paris, 2006; 3.M. Sall. DStbad trsgt ace: Model di santt,pratiche devocionale ¢ comeran rellsiosi nel regno di Napoli dat 1540 al 1750, Argo, Lecce, 1956, 4 Deer Burke, Scene di vita quotidiana, pp, 79-81. wat icatdo Gateta Céteel y Rosa Alabrie, Perosa de Jess, La construccion de la santidad femenina, C&ie- ra, Madrid, 2015, p. 29, 161 bres), Henaron sus vidas de hechos milagrosos, cumplieron con los estindares, ampliados incluso, de la virtud heroica, y sin embargo vieron ralentizado su particular camino a los altares.” Otras, y otros, no llegaron, La opra DE BENEDICTO XIV Y LOS LIMITES A 10S MILAGKOS Para la Iglesia un asunto no menor fue la verificacién de los milagros, sobre todo aquellos basados en las curaciones repentinas o milagrosas de enfermedades tratadas como incurables.‘® Mucha de la credulidad y reputacién le iba en ello. Fue el Papa Benedicto XIV quien més interés puso en promover auténticas investigaciones para evitar certificar con la simple creencia de su verosimilitud el recobrar la salud de enfermedades incurables. Co- menz6 su obra antes de legar a? pontificado, siendo arzobispo de Bolonia, editando De servorum Dei beatificacione et beatorum canonizatione por primera yez entre 1734 y 1738, para la que se sirvi6 de su larga experiencia de més de treinta afios en la Congregi- cién de Ritos. En su obra propone una santidad heroica, virtuosa y equilibrada contrastada con Ta mistica y con una nueva revaluacién de la misma. En su obra dieta los criterios que deben usarse en el tema de las curaciones milagrosas, en los propios milagros. Las carac- terfsticas que debian presentar los milagros en la Edad Media eran: que se trataban de una obra divina, sobrenatural, merecida por el destinatario y que servian para confirmar la fe, dando por supuesto que cumplian los requisitos suficientes para considerarlos verdade- 198." Por ello se ha insistido mucho, sobre todo desde los momentos de mayor confronta- cién dialéctica en los siglos modernos, en que para que exista milagro es necesario que se realice con una finalidad religiosa, Los otros, recoge el papa Benedicto XLV, son incapaces de persuadimos enteramente y no tienen 1a menor apariencia de autenticidad; esa es la di- ferencia entre los milagros obrados a favor de la Religin (Los auténticos) y los prodigios. Para discomir los verdaderos milagros explica que deben tener cinco cualidades: eficacia, duraci6n (¢l prodigio es un instante), utilidad, medio (oracién, invocacién, Ia Virgen) y ob- {eto principal que es la gloria de Dios y la felicidad de los creyentes. Debia establecerse ua nuevo equilibrio entre el verdadero y falso milagro, apostanido por la autentificacisn y cer- tificacién y definiendo los modemos confines entre fe y supersticién, religién y medicina. > Rosa Alabris, “El éxito y el fracaso en los procesos hacia la santidad femenine”, pp. 169-178; Sara Ca- bibbo, “Una sana en familia, Modelos de santidad y experienci de vida, Italia, ss. xVItxIN", Studia Historica Historia Moderna, 19 (1998), pp. 37-48; L. Seataflia e G. Zari, Donne e fede, Sanita e vita reigiosa in Ilia, Laterza, Roma-Bari, 1994; J. M. Stinchez, Lora, Mujeres, conventos y formas de ta religiosidad barroca, FUB, Madrid, 1988; Isabelle Poutrin, Le voile et ta plume: autobiographie et sainieté feminine dans !’Espagne mo- derne, Casa de Veldzquex, Madrid, 1995; Ana Morte, Misticismo y conspiracidn: sor Marta de Agreda en el reinado de Felipe IV, IEC, Zaregora, 2010, ¢ Id, “Mujeres ejemplates ea los modelos de santiad femenina ba- ‘roc0s", et Eliseo Sertano (coor), De fa tierra al cielo: lineas recientes de investigacié en historia moderna. 1 Encuentro de J6venes Investigadores de Historia Moderna, IRC, Zaragoza, 2013, pp. 935-947. Como elemen- to de comparacién con un mando poco conocido, vid. Maris Chisra Ferro, Sanita e agiographie al femminile. Forme letterarie, tippologie e modell! net mondo slavo orientale (X-XVH sec.), Firenze University Press, Flo- rencia, 2010, “ Blisco Serrano, “Hagiogratie y milagro. Fabricar santos en la Edacl Modema”, en J, L. Betrén, B. Her- néndez y D. Moreno (eds,), Idensidades y fronteras catturales, Universitat Autonoma de Barcefona, Barcelona, 2016, pp. 193-216. * Benedicto XIV Pont. Opt. Max, Doctrinam de servorum Dei Beatficatione et heatorum Canonizatione redactan in synopsim Emmanuel de Acevedo auctori suo magistro, ac patrono. D.D.P., Romae MDCCLV, ‘Typis Generosi Salomoni Bibliopolae saperiore permis, ® Ramén Manuel Pérez, “Sobre el cardeterhistérico de los milagros en la predicacién del siglo xvm no- vohispano”, Memorabilia, 11 (2008), pp. 49-63, en p. 52, eitando similares propuestas de Richard Swiburne, The concept of miracle, Macmillan, Nueva York, 1970, p. 1. Urbano VII Hl Papa Benedicto XIV, para Miguel Gotor, esta “dotado de una refinada preparacié6n jurt- dica, espone la evolucién de Ia préctica normativa sobre la santidad desde el sigho XVI en fdelante on un latin clisico y no ignora los problemas plantedos por los bollandistas, los padres maurinos franceses y Jean Mabillon (1632-1707) y los temas conectados al desi jrollo de las tradiciones litirgicas, como la reforma del breviario romano”. ‘La afirmacién de milagro operado sobre una persona con enfermedad incurable debja basarse on Ia experiencia de los médicos. La relacién de Benedicto XIV con la mejor ex- petiencia médica y cultura cientffica de Ia época fue estrecha y promovi6 que se indagara Sobre el origen natural que podtan tener los fenémenos extraordinarios. Le preocuparon es- pecialmente las visiones y promovi6, como se la dicho, una santidad virtuosa y equilibrar Ga. Fin este campo las manifestaciones milagrosas y visionatias debfan estar por detrés de tuna santidad heroica y virtuosa, de una cierta devocisn regulada que se va imponiendo,* a Veoes en confrontacién con la afirmacién de los fenémenos visionarios en constante tensién con la nueva cultura racionalista e iluminada que fue ganando espacios intelectuales y de debate en Ia épaca. Pero la autoridad papal dejarfa claro que en asuntes de fe el garante era Ta méxima autoridad de la Iglesia y que Ia cultura de la época, tan proclive, de manera ra- cionalista, a evitar prodigios extraordinarios, no debfa inmiscuirse, aunque no se cerraban puestas al didlogo.* Establece que si en el proceso ordinario hay testimonios de visu y en el aposidlico de auditu videntibus seré suficiente el reconocimiento de dos milagros. Si en el ordinario hay testimonios de visu y de auditu auditus en el apostélico bastarin tres milagros; finalmente confirmé la necesidad de cuatro milagros en el caso de que los testimonios en los procesos fueran todos de audit. LIMITES DE SANTOS: LOS QUE QUEDARON EN EL CAMINO La historiografia tradicional ha incidido en el estudio de Ios santos “clésicos”, su in- fluencia o modelo a seguir y sin embargo, en el estudio de la santidad, en la construccién de la santidad, son tan importantes los que llegaron a Jos altaires como aquellos que se que- daron por el camino por muchos motivos: intereses contrapuestos, falta de recursos y de empuje congregacional, vida dudosa, interforencias inquisitoriales, atasco romano... Como han mosttado Gotor o Rubial.”* Es necesario recordar en este punto los casos del valencia- no Sim6* con la pujanza de veneraciGn entre sectores populares de la ciudad y la oposi- cién del arzobispo Aliaga, 0 los de reconocides obispos contrarreformistas como Pedro © Miguel Gotor, Chiesa ¢ santit, p. (21. “4 Marina Caffisro, La fabrique dun saint @ l'époque des Lumidres, a propésito de! peregrino y mencdigo feancés Benoit Joseph |abre, muerto en Roma en 1783 y beatificado por Pio X en 1860 y eanonizado por Legn Xl en 1881 "5 Anditsis de (a obra de nuesiro santtsimo Padre Benedicto XIV, Libro TV, pp. 275-327. Sobre las curt ciones milagrosas exhortaba a esta atentos ante las sospechas de falsedad generalizada y dicta los eiterios que oben usarge para declarar la curacién de enfermedades como milagrosa: que sea grave y naturalmente incurs: be, que no vaya ex dectinacién, que no se hayen hecho remedios y si se han hecho que no haysn tendo efecto, gue no haya precedide crisis natural, que sea Constante y duradera, sin recalda, °® Miguel Ootor, Sant estravagantl, Agiografia, ordinireligiasi e censura eccleslastica nella prima ett moderna, Aracne, Rota, 2012; A. Rubial, La sanded controvertida, PCE, México, 1999.

También podría gustarte