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Los señores de las aguas y de las sabanas.


Historias en permanente construcción

En lo cotidiano no es difícil descubrir la falta de información que parece


existir en nuestra historia local cuando se trata de irnos hacia los orígenes de
nuestros centros habitados, como es el caso de San Félix. Distintas
manifestaciones culturales, colectivas o de algunas comunidades o familias,
presentes en el municipio traen aparejada la pregunta ¿Cómo se formó esto? ¿De
dónde venimos?, las respuestas son múltiples tanto como lo son las
manifestaciones como la festividad de la Virgen del Valle considerada patrona del
oriente venezolano, los Carnavales de Ciudad Guayana o El Callao, un poco más
al sur y el galerón por referirnos a las más “visibles” por así decirlo. Estas
manifestaciones dan la sensación histórica de movimiento, de migraciones pero
que no alcanza a retroceder tanto en el tiempo como para aventurarnos a hablar
de los orígenes de San Félix.

¿Qué es lo que sabemos, en general, sobre los orígenes de lo que hoy es


San Félix, ciudad que, junto a otra, cuyo nombre me reservo, componen lo que se
conoce como Ciudad Guayana, ubicada en la intersección de los ríos Caroní y
Orinoco en el estado Bolívar Venezuela? El nombre reservado tiene un alto
significado en lo que se refiere al ocultamiento de los pobladores originales de
Guayana.

La búsqueda de información comienza por lo más cercano, así las primeras


fuentes a consultar fueron amigos y compañeros de trabajo. La coincidencia
informativa llega hasta lo que conocemos como la Misión Capuchina de la
Purísima, ruinas que se encuentran en la margen derecha del Caroní, un poco
más arriba de sus raudales y relativamente cercana a la Represa de Macagua,
hoy fuente hídrica que produce energía eléctrica para el país junto a otras tres
represas como son Caruachi, Tocoma y Guri, todas ubicadas en lo que llamamos
el Bajo Caroní. Después de las misiones no parecía haber nada más respecto a lo
histórico, salvo los Castillos de Guayana ubicados en el actual estado del Delta
Amacuro. Poco se conoce respecto a investigaciones históricas y arqueológicas
que se han realizado en el estado dado que ellas o no han sido lo suficientemente
difundidas por centros e investigadores del tema o porque no forman parte de las
preocupaciones de los medios ni de la educación formal inicial o media y, por
extensión de la universitaria, esto es un supuesto. Morequito? Esa palabra no
existe, aún, en el lenguaje cotidiano nuestro guayanés.

Algunas investigaciones de historias locales de los estudiantes de la Misión


Cultura, de Consejos Comunales, Mesas de Agua y otras a nivel universitario, han
introducido las ideas de otros tiempos y otras situaciones de ocupación espacial
relacionadas con el origen de los barrios de San Félix, también referidas a los
procesos de migración desde los estados vecinos al estado Bolívar como lo son
Anzoátegui, Monagas, Delta Amacuro, Sucre, la Isla de Margarita y algunas islas
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ubicadas frente a la desembocadura del río Orinoco al océano Atlántico. Otras


informaciones, que podríamos llamar dispersas, tienen que ver con la presencia
de materiales arqueológicos encontrados en algunos sectores de Ciudad Guayana
como el poblado de Palo Grande en la Parroquia Yocoima, o el sector de
Cambalache, ambos considerados por las comunidades cercanas como
Patrimonio Cultural del Municipio Caroní en el año 2007 y refrendados por el
Instituto del Patrimonio Cultural de la nación. Dejamos claramente establecido que
dichos yacimientos fueron identificados por las personas residentes en esas
comunidades.

Tenemos, entonces, un conocimiento fragmentado de nuestra historia local.


Otro de los grandes eventos que marcan nuestra historia es la Batalla de San Félix
ocurrida el 11 de Abril de 1817 en el Cerro El Gallo y lugares aledaños como
Chiríca, Loma Colorada y Unata, donde el Libertador de Guayana, Manuel Carlos
Piar concretó la liberación de Guayana que terminó siendo uno de los eslabones
irrefutables de la independencia de otras cinco naciones en la América del Sur.

La construcción del relato histórico


Ya existe un nuevo relato o historia general local, poco conocida, que
permite remontarnos en el tiempo hasta más o menos nueve mil años atrás, no
estamos hablando de una linealidad temporal y grupal en la ocupación humana de
este territorio, sino que queremos poner el énfasis en el constante movimiento
espacial de distintos grupos humanos con distintas culturas que usaron ríos y
sabanas, bosques y montañas para trascender sus tiempos en la constante y
múltiple construcción de la sociedad humana en la margen derecha del Bajo
Orinoco y del Bajo Caroní, siendo este último el límite o frontera geográfica de
esta conversación. La trascendencia dependerá de la recuperación y puesta en
conocimiento de “la gente” de esos trozos de historias aparecidos en crónicas de
viajeros, exploradores y explotadores, conquistadores y evangelizadores, cada
uno con sus visiones, aciertos y miedos ante lo desconocido que les desfiguraban
los que sus ojos veían.

De todas las historias queremos poner el acento en el río Caroní,


especialmente en el Bajo Caroní en su confluencia con el río Orinoco, Bajo
Orinoco, porque es en estas tierras y aguas que nacerá lo que nos ocupa: San
Félix.

No nos interesa hacer la historia única e indiscutible de una ciudad que vio
nacer la liberación de Venezuela y, por extensión de naciones tales como
Colombia, Perú, Bolivia y Ecuador. Recién estamos comenzando a buscar y
comenzando a sembrar la inquietud sobre esta historia que en algún momento
desapareció de la palabra, del escrito, del cuento y de la memoria. Pero quienes la
ocultaron hoy sirven para ponerla en el imaginario colectivo con fechas, nombres y
espacios
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¿Generación espontánea de los poblados?


Parece existir una idea de la generación espontánea de ciudades y,
casualmente, siempre de la mano del colonizador. De este modo es que comienza
la invisibilización de pueblos que fueron y siguen siendo el sustento de éstos y de
las ciudades que dejaron repartidas por Venezuela y que son reflejo de lo que
ellos consideraban como desarrollo en sus tiempos. Así se han ignorado las vidas
de millones de seres humanos en la América Latina, para sólo recordar los
nombres de una soldadesca mercenaria y mercantil que llegaron
equivocadamente a estas tierras en la búsqueda de riquezas y honores que sus
sociedades de origen les negaban. Quedaron nombres y apellidos, anecdotarios,
batallas y dolores que sirvieron para acallar, tapar, ignorar a esos diezmados, y
otros desaparecidos pueblos. No es raro encontrar poblados, ciudades, barrios,
calles, puentes, plazas con los nombres de esos conquistadores que a sangre y
fuego casi nos desaparecen física e históricamente. Pero, no nos han vencido,
como dice alguna canción sureña.

El énfasis de este trabajo estará en presentar alguna información que


puede servir para dar cuenta del constante movimiento humano anterior a la
existencia de lo que hoy conocemos como San Félix. Con la expresa idea de que
estos datos, por ahora, puedan servir para la construcción de otros relatos sobre
San Félix y, también, originar nuevas búsquedas de fuentes que permitan
recuperar lo que el tiempo y el olvido provocado han intentado negar.

Cómo lo hicimos
El objetivo final de estas letras o ideas no es pensando en una reunión de
expertos de la historia, muchas veces estos encuentros terminan o pueden
terminar en una exhibición de conocimientos, técnicas y teorías que quedan en
algunos libros que sólo son accesibles a los que saben que existen y por ahí
terminan metidos en cajas en bodegas que tienen otras cajas con libros productos
de otros encuentros similares, Bueno, a los que pueden llegar a esos espacios,
hay un principio que dice que “el bueno siempre es limitado”. Lo nuevo debería ser
abrir nuevos espacios y dar continuidad a eventos en los que se abre el espectro
de participantes y se favorece el traspaso de informaciones, datos, apuntes, libros
y “wasápes”, pero todavía nos falta y lo estamos construyendo.

A la fecha de este escrito ya son varias las experiencias de historias locales


que adquieren forma en algunos colectivos de San Félix y del Municipio Piar,
específicamente la ciudad de Upata. Efectivamente existe escasez de libros sobre
el tema, son difíciles de encontrar y, si se encuentran, no se asegura la posibilidad
de consultarlos, esto termina siendo una significativa condicionante. En este caso
hemos trabajado con libros personales, fotocopias de pasillos, esas que se
intercambian mientras tomamos un café en los recesos, etc. En nuestra ciudad, al
día de hoy las bibliotecas se encuentran en una situación de grave deterioro desde
cualquier punto de vista, obviamente con sus excepciones lo que significa
encontrarse con un camino cerrado en la búsqueda de informaciones.
Condicionantes económicas internas y externas se han conjugado para llevarnos
a esta situación que hoy aprovechamos de denunciar.
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La búsqueda nos planteó algunos pasos metodológicos, sobre los cuales ya


hay un cierto consenso, para fundamentar nuestro trabajo, estos pasos, no
necesariamente, se dan en el orden que se presentan, a saber: Definir una
pregunta a la que queremos responder. ¿Cómo nace San Félix?. Consultas a
amigos, compañeros, colegas respecto al tema que nos interesa. Consultas a las
diversas fuentes bibliográficas que pudiesen existir: documentos hechos por
religiosos, viajeros, exploradores, explotadores, científicos o curiosos que puedan
estar referidos a la época que hemos definido por la referencia al territorio o
espacio que actualmente alberga a San Félix. Consultas a trabajos hechos por
estudiosos del tema. También resulta interesante considerar los trabajos de
estudiantes universitarios. Cartografías de la región, muchas de ellas imprecisas
vistas desde nuestros tiempos pero que tienen una información, toponímica,
importante para nosotros. Incluyen mapas, gráficos, dibujos, croquis.

El trabajo documental.
Definida la aparente y sencilla pregunta de ubicar antecedentes históricos que
refieran a los orígenes de la Ciudad de San Félix decidimos buscar en la
bibliografía, a la que teníamos acceso, cualquier referencia a la constitución de
poblados, villas o ciudades que pudiesen encontrarse en éstas y extraer las citas
en las que se hace mención indicando la fecha en lo más aproximado que se
pudiese. Así nos topamos con citas que hablaban directamente del tema como
otras que hacían referencias a otros libros y autores.

Una primera referencia temporal al territorio y su población en la bibliografía


que utilizamos, es la que nos comparten Sanoja y Vargas, quienes nos
manifiestan que, para el siglo X d.C: “Al igual que la gente de El Bañador, la
población de las aldeas Cachamay de la cuenca del Caroní pertenecían también al
grupo caribe. Es muy probable, por la ubicación y características de sus aldeas,
que la gente Cachamay corresponda a la etnia conocida en las crónicas como
guayanos, los cuales a su vez estarían identificados con el grupo tribal del cacique
Morequito. (Ojer, 1966:511; Whitehead 1988: 15,81).” Los autores utilizan tanto la
información arqueológica como bibliográfica para documentar lo expuesto. Así
comentan en su libro que: “Los sitios de habitación de la gente Cachamay en el río
Caroní refieren a grandes aldeas o centros nucleares simples, conformadas por
conjuntos de viviendas organizadas –en algunos casos- en torno a una plaza o
espacio central y, en otros, integradas por varios conjuntos de 3 a 4 bohíos, con o
sin plaza central, alineados a lo largo del río, formando aldeas lineales de unos
200 metros de largo…”, cuestión que posteriormente coincide con algunos relatos
de estos viajeros y escribidores.

Whitehead Neil, citando a Pedro Simón agrega: “Another contemporary


chronicler, Pedro Simón, describing the Orinoco in the 1530s, says that the village
of Carapana consisted of more than 400 houses…” y “the settlement of the
cacique Morequito had 4,000 persons living there, that the village of the cacique
Mori comprised 1,000 and the most Orinoco villages, that he had seen, numbered
between 500 and 1,000 persons”. Hechos que marcan irrefutablemente que a la
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llegada de los europeos a Guayana, en los 1530, ya existían poblados indígenas


de tamaño considerable y población numerosa, claro que con otros conceptos
culturales de lo que era un asentamiento humano. La arqueología local puede
entregar valiosa información al respecto situando fechas de presencia humana a
alrededor de los 9.000 años a.C.

La aparición, en las descripciones, de los caciques Morequito y Carapana,


jefes de los territorios principalmente enmarcados entre la confluencia del río
Caroní y el río Orinoco hasta llegar a la desembocadura del río Padre Orinoco al
Océano Atlántico, abrieron una brecha a una nueva inquietud para este trabajo,
entonces ¿en estos territorios, antes que llegasen los europeos había gente? ¿los
territorios que serían ocupados tenían dueños?, y ¿por qué nadie nos lo había
dicho?

Las referencias a estos jefes, Morequito y Carapana, agregando la figura de


Pattacon, señor del Caroní, serán determinantes en el levantamiento de mapas de
la época. El seguimiento de la toponimia a que dieron origen estos caciques
terminará, según la revisión de la cartografía específica de Guayana, alrededor de
los años 1777. En la carta “A MAP OF THE WEST INDIA ISLANANDS WITH PART OF THE
CONTINENT”, editado en Londres en esa fecha aparecido en la Cartografía Antigua
de Guayana se observa la última mención a los caciques Morequito y Carapana y
en lo que se refiere a lo bibliográfico, de acuerdo al material que se tiene, la última
referencia a Morequito es para el año 1637 según Whitehead. A partir de esas
fechas, en el material que tuvimos acceso, desaparecen Morequito y Carapana
misteriosa e históricamente. Puede haber otra información que cambie lo
expresado.

Nos interesa, ahora, hacer referencia a este actor histórico que es


Morequito dado que es en su territorio donde, siglos después, se concretará la
ciudad de San Félix, en la margen derecha tanto de los ríos Caroní como Orinoco.
El uso del nombre Morequito, con el tiempo, tendrá algunas acepciones: servirá
para nombrarlo específicamente a él como persona y cacique, será el nombre
para un pueblo o grupo originario, para definir un territorio diferenciado del de
Carapana ubicado más al oriente, hacia la desembocadura del Orinoco en el
Atlántico y su nombre servirá también para llamar particularmente a un puerto
específico de la época, denominación que posteriormente será olvidado pero que
quedó reflejado en los mapas de la época. Ambos caciques fueron
contemporáneos. No fue suficiente robo del territorio y los recursos que en ella
existían, también era necesario borrar el recuerdo.

Esta parte de la historia del territorio donde se asentará San Félix comienza
con el despojo territorial, “jurídico” e histórico, cuando el 23 de Abril de 1593,
Rodrigo Carranza, registrador del ejército español, recibe la orden de levantar un
acta cuyo texto, según lo que describe la historiadora Hidelisa Cabello, 2013, dice:
“Tomo esta posesión en nombre del Rey Don Felipe nuestro amo, y de su
gobernante Antho. De Berrío; y porque algunos ponen en duda esta posesión, les
respondo que en estas nuestras acciones estuvo presente el Cacique o Principal
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Don Antho., por otro nombre Morequito, cuya era la tierra que consistió en ceder
para esta posesión, de la cual se alegró y prestó obediencia a nuestro Señor Rey
y en su nombre al dicho Gobernador Antho. De Berrío”.

La invisibilización y aniquilamiento de los pueblos originarios se consolidará,


años después, con el establecimiento de las misiones capuchinas catalanas en el
Caroní y Orinoco, veremos como los nombres propios de algunos lugares
específicos y del territorio serán cambiados y otros “adecuados” a la realidad que
comienza a imponerse. Nombres de santos, vírgenes y otros personajes llegados
con la canalla europea comenzarán a ganar espacios territoriales e ideológicos en
la población indígena, mestiza y afrodescendientes que acompañaron el despojo,
dando origen a nuevos procesos de sincretismos que hasta hoy persisten.
Finalmente, perdurará el nombre del conquistador ordaz por sobre el nombre de
los originarios, a tal punto que una de las más importantes ciudades del suroriente
venezolano, ubicada en las márgenes de los ríos Caroní y Orinoco llevará el
nombre de uno de estos advenedizos conquistadores. Para febrero del año 1952,
la colonia no había terminado.

San Félix, algunos aspectos que rodean su historia. Que no son todos los que
están ni están todos los que son.

Inicialmente dijimos, cuando nos propusimos escribir estas notas, que no


nos interesaba caer en las redes de las definiciones finales ni en la adjudicaciones
temporales definitivas para la fundación de la ciudad de San Félix ubicada en la
confluencia de los ríos Caroní y Orinoco; más abajo de los raudales del Caroní y
frente a la Isla Fajardo. Así también hemos de destacar que otro propósito al
escribir estas líneas es compartir un modo de acercarnos a la historia, una manera
de hacer estas investigaciones en las que somos también investigados, porque no
debemos perder la perspectiva de que somos la continuidad de la historia y
resaltaremos lo que nos interesa, somos subjetivos y lo asumimos.

Cuando iniciamos el trabajo buscamos en bibliografías y mapas las


menciones, referencias o denominaciones al territorio de Guayana y que nos
llevase a lo que hoy es reconocido como San Félix. Una analogía de lo que es la
prospección en el trabajo arqueológico. Destacable es observar los distintos
criterios que tienen respecto a los espacios ocupados o territorios de una u otra
cultura. Los grupos originarios utilizando conceptos como territorios y espacios
específicos de acuerdo a sus usos y costumbres, y la utilización de recursos
naturales de acuerdo a sus necesidades tangibles e intangibles, históricamente
determinadas, con la existencia de contradicciones propias la formación social a
la que pertenecían y con conflictos propios con otros grupos que en determinados
momento pudiesen haber sido antagónicos hasta la resolución del conflicto por la
vía del diálogo, por la imposición cultural, por la guerra, por alianzas
matrimoniales. Por otro lado, la cultura ajena., extraña, invasora, estableciendo
puntos de control, de avanzadas militares, fuertes, toda la infraestructura
necesaria para la colonización y apropiación y exterminio del otro, tal como
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aprendieron en su experiencia histórica anterior a la llegada a América y, en


particular, a Guayana.

Seguimos ocupando las dos fuentes inicialmente indicadas, por un lado la


revisión de la Cartografía Antigua de Guayana, publicada en el año 2000, de los
investigadores Santos Cortés y Vicente Arévalo, donde nos muestran una primera
referencia a una población española en un mapa del año 1630, en la carta titulada:
“GVAIANA SIVE PROVINCIAE INTRA RIO DE LAS AMAZONAS ATQUE RIO DE YVIAPARÍ
SIVE ORINOQUE” de Jean de Laet Leyden” en ésta se menciona al río Orinoco y St.
Thomas. Por otro, en la bibliografía consultada encontramos una referencia al año
1579, hecha por Humboldt, en la que menciona a la villa de Santo Tomé de la
Guyana ubicada frente a la Isla Fajardo, en la conjunción de los ríos Caroní y
Orinoco y que habría sido destruida por los Holandeses bajo el mando del capitán
Adriano Jauson en el año 1629, Héctor Bencomo (2001). Este emplazamiento
también fue conocido como un puesto militar dado que de acuerdo a las normas
jurídicas española, de esos tiempos, todavía no cumplía con los requisitos para
ser reconocido(a) como una ciudad o villa. Del mismo modo hay referencias a que
Antonio de Berrío “fundó en 1592 la ciudad de Santo Thomé de Guayana,
cuarenta leguas del mar Orinoco arriba, cerca de la boca del Caroní”, Julio Salas
(1997). En el año 1638 “Santo Tomás del Santísimo Sacramento es reubicada a la
margen izquierda del Caroní, tres leguas más arriba de la boca”, Américo
Fernández,(2003) que se correspondería con lo que hoy se conoce como
Matanzas, según el autor.

Se reitera que no intentamos encontrar referencia temporales definitivas o


tratar de dilucidar cuál fecha es la correcta o cuál es más antigua o temprana, se
trata de demostrar que los procesos de presencia de grupos originarios y
ocupación de los europeos son un hecho concreto de más de 400 años, que son
poco o nada conocidos, salvo para académicos y similares, y que no existe
referencia histórica en el imaginario colectivo para dichos eventos.

La mención de este Santo Tomé de Guayana es importante porque estaría


ubicado en el espacio de lo que hoy reconocemos como San Félix y éste será el
inicio de la madeja de datos que, en algún momento, nos debería llevar a alguna
respuesta a la pregunta que enunciábamos inicialmente, porque en historia no hay
verdades únicas.

En 1591 se construye un fuerte, que se correspondería con el pueblo de


Morequito a dos leguas aguas abajo del Caroní. Otra mención a Santo Tomé está
referida a una fundación que habría tomado forma un 21 de diciembre de 1595. De
ésta se dice que estaba ubicada a diez kilómetros más abajo de la confluencia del
río Caroní con el Orinoco y a ochenta leguas de la boca del Orinoco al Atlántico.

El río Caroní es uno de los límites geográficos más importantes que


definen territorialmente lo que conocemos como San Félix. De las referencias que
hemos conocido podemos señalar una referida a diego de ordaz, que es la popular
y repetida en muchos libros, principalmente textos escolares en que se dice que
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éste colonizador sería uno de los primeros en visitar el río Caroní por allá en 1531,
lo que no se dice es que en este territorio ya había gente desde hace miles de
años antes, investigaciones arqueológicas realizadas hacia el año 2012, podemos
remontar esa fecha hasta aproximadamente 9.000 años antes del presente.

Otra referencia, al río Caroní, es la aportada por Sanoja y Vargas, 2005,


cuando describen arqueológicamente los sitios de habitación encontrados en el
Parque Cachamay, Ciudad Guayana, ubicados temporalmente alrededor de
mediados del Siglo XVI y que se corresponderían con el territorio del cacique
Morequito. También el “MAPA DE LOS RÍOS AMAZONAS, ESEQUIVO Ó DULCE Y
ORINOCO Y DE LAS COMARCAS ADYACENTES”, de autor anónimo y fechado en 1556
muestra claramente la presencia del Caroní.

En los años 1724 se funda la Misión de la Purísima Concepción de Suay y en


1725 la Misión de San Antonio de Caroní. En 1735 según algunos o en 1737,
según otros, se funda San Miguel de Unata, 1754 se funda la Misión de Morecure
y en 1765 ocurre la “agregación de la Misión de la Purísima Concepción de Suay a
la de Caroní. El pueblo así formado tomó el nombre de Inmaculada Concepción”,
información que nos provee Héctor Bencomo, (2001). Estas informaciones la
hemos considerado de importancia dado que es en estos espacios donde la
movilidad humana dará como resultado la existencia de San Félix tal como hoy lo
conocemos o desconocemos.

Para 1732, la carta “DESCRIPCION GEOGRÁFICA DE UNA PARTE DE LA PROVINCIA DE


GUAIANA SITUADA A LOS 8 GRADOS DE LATITUD Y 31 DE LONGITUD” , levantada por
Pablo Díaz Fajardo menciona por primera vez a la Isla de Fajardo y el río Caroní,
dos espacios territoriales y referenciales que serán parte del relato del origen de
San Félix. La observación tiene que ver, recordamos, con el material o fuentes con
las que contábamos al momento de hacer este trabajo. Si el conocimiento es
resultado de la acumulación de experiencias de otras y otros, la historia también lo
será. Esta isla adquiere relevancia dado que se pensó que allí era necesario
instalar una batería de cañones para el control del tráfico del Orinoco, río arriba y
asegurar el ingreso al río Caroní cuyas nacientes las ubicaban en El Dorado. El
proyecto militar fue desechado por inviable.

Las Misiones del Caroní, ya establecidas en territorio de Morequito, no sólo


tienen una función de catequesis o conversión de los pueblos originarios.
Inicialmente la dominación y reducción de estos grupos ocurre tanto por la fuerza
de los invasores como por determinados acuerdos entre europeos e indígenas que
están referidos a conflictos entre naciones europeas que son arrastrados hasta
estas tierras. Con el tiempo, el establecimiento de estas misiones abren otra forma
de apropiación del territorio que tiene que ver con la catequización de estos, la
sustracción de gentes de sus territorios para ser reducidos a espacios concebidos
por los europeos como el deber ser y, además, estas misiones se conforman en
enclaves económicos y cabezas de playa de la conquista territorial de Guayana. El
comercio formal y el contrabando que ocurre en aquellos tiempos, que se refleja
en las excavaciones realizadas en el Pueblo Viejo de El Baratillo, correspondiente
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al emplazamiento de Santo Tomé entre los años 1742 a 1764, son algunas de las
determinantes del gran movimiento espacial y poblacional que ocurrirá en las
tierras que circundan la desembocadura del Caroní en el río Orinoco.

Cada una de las misiones va desarrollando sus pueblos asumiendo prácticas


de ganadería y agricultura y artesanías afines con estos nuevos procesos
económicos y que son enseñadas a los indígenas que fueron capturados en sus
“entradas” a territorios de estos grupos originarios. Un breve análisis de estas
misiones revelará los distintos componentes étnicos que se encontraban en cada
una de ellas como fuerza de trabajo, tal como éstos lo informaron en su tiempo.
Esta práctica económica-evangelizadora también resultará favorable a los
procesos de desintegración cultural de dichos pueblos.

Hacia el año 1800 ya las misiones están bien establecidas, sus territorios y
sistemas productivos en funcionamiento y las redes de comercio e intercambio
bien definidas. Ya existe un sistema de explotación económica que funcionaba
produciendo buenos dividendos en los rubros de manejo de ganado, cueros,
tabaco, cerámicas constructivas, hierro y oro como lo indica el registro
arqueológico del Bajo Caroní, que incluye el Sitio La Forja Catalana ubicado en las
cercanías de la Misión de la Inmaculada Concepción, excavado por Mario Sanoja.
Es en estos años en que los pueblos de Misión tales como San Félix, San Miguel
de Unata y San Joaquín comienzan a adquirir notoriedad no sólo en las
descripciones de viajeros como Humboldt, como uno de los principales referentes,
sino que además, estas poblaciones comienzan a ser reflejadas en la cartografía,
un poco anterior a esa época, como es el caso del Mapa: “SKETCH MAP OF THE
CAPUCHIN MISSIONS IN THE PROVINCE OF GUAYANA ABOUT 1789. Anónimo” o el
mapa: “PART OF A MAP OF COLOMBIA, de J. Arrowsmith” dado a conocer en Londres
en el año 1832.

Otro actor importante en esta historia es Puerto de Tablas o Puerto Tablas,


cuya primera referencia, según la bibliografía que pudimos conocer, es la que
hace Buchholz Janet. quien refiere que para fines de Septiembre a los primeros
días de Octubre de 1817, este puerto habría servido para embarcar los indígenas
enviados, por el ejército patriota, a Angostura para evitar deserciones. La
importancia de estos espacios construidos y en plena ebullición libertaria, como lo
fueron San Miguel de Unata, San Joaquín, San Félix y Puerto de Tablas es
destacado por Alcides Pereira,(1984), quien, haciendo mención a un escrito de
Manuel Alfredo Rodríguez, sobre San Miguel de Unata y San Félix, dice que: “A
partir del 06 de Junio de 1817, Simón Bolívar ubica su cuartel General en esta
ciudad aproximadamente hasta el día 26 de Junio, ya que a partir del día 27 lo
había establecido en San Miguel de Unata, pueblo que existió donde hoy es más o
menos Río Claro, lo que significó que desde el 6 al 26 de Junio de 1817, es de
hecho, San Félix la capital de Venezuela Independiente ”.

Los roles de estos pueblos, originalmente pueblos de misión, fueron


cambiando y definiéndose dadas las circunstancias que su tiempo les iban
adscribiendo, la constante era ser puntos geográficos estratégicos vinculados a los
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ríos Caroní y Orinoco. En un principio referido a un tema de apropiación del


espacio con fines de establecer enclaves que posibilitaban la conquista de
territorios aledaños, centros de domesticación cultural y religiosa, lugares de
producción, acopio y distribución de productos de las misiones, centros definidos
por estrategias militares realistas y republicanas y, posteriormente, como veremos,
espacios que sirvieron de plataformas portuarias que permitieron el desarrollo de
la explotación aurífera y de productos agropecuarios y similares de la zona sur del
estado. Mientras Angostura del Orinoco asumía un rol meramente administrativo y
de dependencia respecto a los centros de producción que pudiesen haber existido
en la época, San Félix, Puerto Tablas, San Joaquín, San Miguel de Unata seguían
en plena actividad económica, social y cultural. El proceso de migración hacia el
sur del actual estado Bolívar impulsado por la explotación de la sarrapia, el
caucho y el oro originalmente, al que hay que sumarle el hierro y la bauxita, que
caracterizaron al sur del estado Bolívar en el siglo XIX y XX, hoy se mantiene,
vinculado a la explotación formal e informal del oro, proceso difícil de cuantificar
geográfica y humanamente.

Era tal la importancia de estos poblados o puertos del Caroní, que en algún
momento fueron conocidos como Puerto Morequito. A ese respecto, en 1902 el
Dr. Lucien Morisse (1985), decía: “Creo poder predecir que será así, sea en
Piacoa o más al este cuando el Orinoco se haya abierto al comercio y a la
industria, sobre todo después que se haya construido el ferrocarril para las minas,
que no puede dejar de ser realizado en un futuro más o menos próximo… Las
Tablas entonces verá crecer su importancia en detrimento de Ciudad Bolívar…”.
En la misma publicación, pág., 71 un mapa muestra la existencia San Félix de Las
Tablas, con una ubicación relativa a lo que fue, originalmente el primer
asentamiento español en el río Caroní.

Un salto temporal, es necesario para terminar este trabajo, nos permite ubicar un
San Félix ya establecido y consolidado, así lo hace saber la historiadora Hidelisa
Cabello, 2014, en su libro referido al Municipio Caroní cuando citando al Dr.
Alcides Pereira “refiere que San Félix en 1841, pierde su nombre original, cuando
es elevada a Parroquia Civil con el nombre de : Puerto de Tablas, cuyo nombre
conservó entre 1841 y 1888; menciona que en 1888 “bajo la advocación de la
Inmaculada Concepción de María como Patrona de San Félix, el clero (…),
restableció el histórico nombre de San Félix”. Podemos asegurar, entonces que
para el año 1888 ya San Félix estaba consolidado y que la colonia seguía
presente.

A modo de resumen, de un tema que comenzó hace años y que es necesario


profundizar es que los pueblos no parecen tener una carta de nacimiento precisa,
salvo que el poder así lo manifieste. San Félix es producto de una serie de
eventos históricos, sociales, económicos y culturales que tuvieron que darse para
constituirse en lo que ahora es o parece ser, en expansión, diverso culturalmente y
que históricamente lucha por la reivindicación de Carlos Manuel Piar para que sea
llevado al Panteón Nacional como justo reconocimiento de este patriota y, a la vez,
como reconocimiento del rol de Guayana en las luchas libertarias contra la
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dominación española. Al mismo tiempo y esta vez como una idea que debería ser
difundidas que es la reivindicación del pueblo y el nombre del Cacique Morequito
que reemplace al nombre del usurpador diego de ordaz, de una de las ciudades
que compone, junto a San Félix lo que hoy conocemos como Ciudad Guayana.
Obviamente, a esta historia no sólo le falta más información de otras fuentes, sino
que será necesario escuchar, recopilar y difundir aquellas historias orales que
subsisten en colectivo que no se han manifestado por cualquier razón pero que
nos pueden llevar al San Félix profundo.

Bibliografía.
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Jtam
05/04/2022
Puerto Morequito.

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