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-Introducción-
Restricción Externa:
➔ La expresión de un límite para el crecimiento económico originado, en buena parte,
en las características de la estructura productiva nacional. De ahí la idea de
RESTRICCIÓN: límite u obstáculo para el crecimiento expresado como de escasez
estructural de divisas
➔ Incapacidad para generar o procurarse de modo permanente y sostenido las divisas
necesarias para financiar el acceso a las importaciones de bienes intermedios y de
capital requeridos para el proceso productivo”.
➔ Se trata de un enfoque “estructuralista” para explicar los problemas de economías
como las latinoamericanas de desarrollo intermedio, en el sentido de que derivan de
su estructura productiva heterogénea o desequilibrada o “insuficientemente
diversificada”, constituyendo la insuficiencia de divisas un límite o barrera para
satisfacer con producción la demanda que surgiría de mejorar la distribución de los
ingresos de la población (empleo, salarios) y aumentar el nivel de actividad
económica interna (desarrollo del mercado interno).
➔ Remite a problemas determinados por una estructura económica
subdesarrollada, que es parte de un contexto económico y político mundial
jerarquizado y que, en su funcionamiento normal, se asocia a situaciones de déficit o
predominio de salida de divisas por varios rubros integrantes de la balanza de pago,
no sólo de la cuenta corriente sino, crecientemente, también por movimientos de
flujos de capitales que se registran en la cuenta capital y financiera. En la actualidad,
los flujos de capitales (sean estos financieros, préstamos o con destinos productivos
vía IED) resultan tan o más relevantes que los componentes históricos de balanza
comercial y ciertos rubros de la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos.
➔ Se trata de un problema histórico a partir de las insuficiencias del entramado de
actividades, sectores y ramas que caracterizan la estructura productiva nacional
(relaciones intersectoriales). Una estructura caracterizada por la escasez de eslabones
productivos críticos, con déficits de integración y diversificación para, al menos,
sustentar en el largo plazo el crecimiento económico.
➔ (In)capacidad para emitir divisas aceptadas internacionalmente, es decir, en este
último caso, debido a las jerarquías de las distintas monedas en el mundo y los
correspondientes casos de monedas dominantes y periféricas.
Son los que se industrializaron durante el siglo XIX; tienen elevada productividad laboral e
ingresos per cápita, lideran el proceso de cambio tecnológico y por lo tanto acaparan la mayor
parte del comercio internacional de productos industriales complejos. Constituyen el núcleo
de la acumulación de capital a escala global y son por lo tanto la principal fuente
(actualmente, también el principal destino) de inversión y crédito internacional. Esta
supremacía económica les confiere también capacidad de dominación política y militar (y
viceversa).
Son aquellos que experimentaron una industrialización parcial, distorsionada y tardía y en los
que la acumulación depende de la tecnología, el capital y los mercados de los países
desarrollados. La dominación social de la burguesía en las sociedades periféricas refleja el
carácter dependiente que allí adquiere el capitalismo; el empresariado local comparte la
apropiación del producto del trabajo local con el capital extranjero.
Todo impulso activador de estos componentes de la demanda genera efectos positivos sobre
el nivel de actividad económica que terminan chocando en algún momento con este límite de
oferta de divisas (no de capacidad productiva de bienes), es decir, limitaciones en la
disponibilidad de moneda aceptada para transacciones internacionales (dólar, euro) o
“restricción externa”.
Se da claramente una situación de déficit comercial en las industrias con mayor contenido
tecnológico (importaciones de electrónica, bienes de capital, bienes de consumo durable,
partes para automotores), que generalmente se asocia a procesos de mejor distribución de
ingresos y, por ello, acceso de más sectores de la población al consumo. Actualmente juegan
también las necesidades de importación del sector energético, en especial, en períodos de
mayor nivel de actividad económica.
En principio, el caso más tratado por toda una tradición en la literatura especializada es el de
tendencia al déficit en la balanza comercial (en los 60s y 70s: Braun y Joy, Diamand,
Sourrouille, Canitrot, Villanueva, Díaz Alejandro) propio del período de Industrialización
por Sustitución de Importaciones (ISI): cuando la economía crece, demanda cantidades
crecientes de importaciones (bienes de capital, insumos), las cuales aumentan más rápido que
la capacidad nacional para obtener las divisas en que se pagan aquellas, es decir, vía las
exportaciones del país.
Hacia mediados de los años setenta del siglo pasado M. Diamand planteó su idea de
Estructura Productiva Desequilibrada para representar la economía argentina luego de un
proceso expansivo de las actividades industriales (ISI), ocupando centralidad este problema
estructural en la explicación de los ciclos y la inestabilidad característica de la economía
argentina.
El patrón de especialización comercial típicamente “periférico” del país que explica el grueso
de nuestras exportaciones está básicamente asentado en las ventajas comparativas
tradicionales (estáticas) de recursos naturales (tierras y minerales) (se puede relacionar
con lo de teóricos e la división el trabajo como origen de las riquezas de las naciones, la
especialización) que ocupan los segmentos menos dinámicos del comercio internacional: se
vinculan vulnerablemente a los ciclos económicos y las políticas e intereses geopolíticos de
los países centrales, en especial, de las economías hegemónicas, aunque más recientemente a
otros países periféricos industriales grandes como China, India y Brasil.
Argentina: la solución de largo plazo pasa por el desarrollo mismo, entendido como cambio
en la estructura productiva con sus correlatos de aumento de la productividad media de la
economía y, en particular, logros en materia de sustitución de importaciones y de aumento de
exportaciones de modo que alivien la Restricción Externa a través del ahorro o la obtención
de más divisas.
Podemos hablar entonces de un concepto “extendido” de restricción externa respecto al más tratado
tradicionalmente que es el componente de balanza comercial (impo y expo de bienes), y ahora
vinculado con otros tipos de relaciones comerciales y financieras externas.
Las IED tienen como motivaciones típicas, en el caso de países como Argentina las de abastecer
mercados internos (industria automotriz, grandes cadenas de supermercados, telefónicas) o
destinarse a explotación de recursos naturales para la provisión de materias primas (comercio
mundial, por ejemplo: petróleo, metales, alimentación).
En cuanto al endeudamiento externo en divisas, desde ya que puede servir hipotéticamente para
paliar una situación coyuntural de escasez de las mismas (no deseable como forma permanente,
visto la experiencia histórica). Incluso puede ser un instrumento o “puente” para incluir en una
estrategia nacional de desarrollo siempre que se cuiden los balances intertemporales en materia de
demanda y oferta de divisas (generar capacidad de repago).
El dólar en Argentina se constituyó en una moneda que se demanda también como reserva de valor,
es decir, que cumple esa función del dinero para ciertos sectores sociales, especialmente de altos
ingresos y medio altos, que hacen colocaciones en divisas en el exterior. La referencia en el dólar es
clave para pensar la rentabilidad de este importante sector transnacionalizado, que es más “una
parte del sistema mundial en el país” que una parte de la economía nacional. De ahí que resulte
relevante entender los determinantes (internos y externos) de los flujos de capitales desde y hacia
las economías con estructuras productivas desequilibradas como las nuestras.
Se entiende así el lugar tan relevante pero excesivo que tiene la situación relacionada con la política y
el mercado cambiarios en la historia económica argentina (y en la actualidad).
Como sostienen Médici (2017) y Nagy (2017), la inversión extranjera directa (IED), las inversiones en
carteras (financieras) y el endeudamiento externo, si bien pueden traer un alivio de corto plazo,
terminan siempre constituyendo una costosa carga en el mediano y largo plazo cuando no son
destinados a expandir capacidades productivas.
A los solos fines de ordenamiento conceptual, para enumerar muy brevemente las respuestas
que se fueron dando y que pueden darse frente a la irrupción de la restricción externa:
- La respuesta de política que más se dio en Argentina fue la que termina en una
devaluación de la moneda nacional. Cada vez menos eficaz, lo es transitoriamente y
con altísimos costos sociales y económicos gracias a la inflación con baja de salarios
y recesión que puede facilitar cierta caída de la demanda de importaciones. Es decir,
cierto alivio temporal con un alto costo social. Por cierto, la brutal crisis económica y
social de los años 2001 y 2002 nos da un ejemplo de contrapartida de depresión con
superávit en la balanza comercial a partir de la disparada en la cotización del dólar.
Así como los últimos meses de 2018.
- Hay casos muy puntuales de países que, por razones de geopolítica, se beneficiaron
con financiamiento externo u otras facilidades (acceso al mercado de EEUU). El caso
de Corea del Sur, por su carácter de frontera con el comunismo durante la Guerra Fría,
o Australia (integrante del Comonwealth británico, aliada de EEUU luego).
- Ser potencia hegemónica o imperialista, situación de poder económico, militar,
científico-técnico e ideológico que agregan el poder de emitir la moneda aceptada
para la inmensa mayoría de las transacciones internacionales (divisa clave como el
dólar)
- Estrategias de desarrollo como diversificación de la estructura productiva,
básicamente expandir actividades o sectores productivos “ahorradores” o
“generadores” de divisas. Históricamente, industrialización: un proceso rico que es
mucho más que un mero incremento en la fabricación de productos manufactureros
para integrar: fuerte inversión en infraestructuras, construcción de un sistema
científico y tecnológico, eslabonamientos y redes de proveedores, despliegue espacial,
formación de recursos humanos, etc. Es decir, que posibiliten amentar la
productividad global y así poder sustituir importaciones o aumentar exportaciones
industriales. Con la actual competencia de los países asiáticos es más difícil lo
segundo. Se pueden incluir estrategias de endeudamiento externo controlado para
financiar exclusivamente este tipo de proyectos productivos.
Por supuesto, es clave y determinante el contexto mundial para pensar políticas de desarrollo
con cierta autonomía para fijar objetivos: impacto de finanzas especulativas y límites a
políticas económicas, rol de China como “fábrica mundial de manufacturas” a bajos precios,
oposición de medios de comunicación hegemónicos que están imbricados con intereses
transnacionales, fortaleza de poderosos actores capitalistas con presencia en el país que no
demandan desarrollo nacional y son socios articulados en sus intereses al sistema mundial
hegemónico (proveedores de materias primas, socios en administración de fondos
financieros, etc.), debilidad del sistema científico y tecnológico nacional para aprovechar
oportunidades tecnológicas, debilidad de sujetos de desarrollo nacional, predominio de
valores individualistas y hedonistas de despreocupación por otros aspectos macro sociales
(pobreza, restricción de divisas, etc.).
Tiene sentido detenernos y analizar más algunas cuestiones vinculadas al tipo de cambio o precio de
las divisas (el precio en pesos de los dólares). Nos parece interesante reflexionar y contar con algunos
elementos para comprender esta temática, al menos con carácter introductorio. Aquí pensamos que
de ninguna manera se resuelven los problemas estructurales y de subdesarrollo por la vía de un solo
instrumento como es la política cambiaria, más allá de la indudable relevancia que la ponen en el
centro de la escena.
Como se detalla en Médici, F. (2017), Introducción, un especial debate se da en torno al manejo del
tipo de cambio y su posible vinculación con las mejores condiciones para el crecimiento y el
desarrollo.
LOS EFECTOS DE UNA DEVALUACIÓN (ahonda sobre los ciclos stop and
go)
Es decir, tal como demuestran las experiencias recientes de 2014 y de fines de 2015 y
principios de 2016, las devaluaciones suelen tener efectos muy transitorios de “corrección”,
es decir, si aporta soluciones son muy transitorias y cada vez menos duraderas en relación a
ciertos efectos aparentemente buscados de mejorar su precio en términos de otros, aunque sí
se pueden reconocer como seguros correlatos: posibilitar ganancias de capital a los tenedores
de divisas, bajar salarios y mejorar saldos de la balanza comercial por la vía de la recesión
interna y así la reducción de exportaciones.
Finalmente, vale la pena esaltar que, en la historia nacional, las devaluaciones suelen ser las
principales causas de los empujes o shocks iniciales que disparan procesos inflacionarios
(inflación cambiaria, de costos o estructural). Es decir, inflación cuyas causas están en los
movimientos de “costos”, básicamente, disparada por movimientos en las relaciones entre
salarios, tipo de cambio y tarifas.
Pero también, y más que nada, retomar la discusión sobre desarrollo en sentido más amplio y
con vocación integral, “políticas desarrollistas”: políticas industriales y de ciencia y
tecnológicas, política de desarrollo de infraestructura (transporte, comunicaciones, provisión
de energía, servicios sociales baratos, etc.), políticas comerciales y de subsidios, así como la
situación geopolítica y de contexto histórico del capitalismo, formación “política” de bloques
sociales interesados en el desarrollo nacional ( hoy inexistente), un rol estatal activo (compras
del estado y créditos baratos para sectores definidos como estratégicos, empresas estatales
para desarrollo en ciencia y tecnología, etc.) y, lo que suele olvidarse, una macroeconomía
acorde, con un giro respecto de las conocidas como políticas contractivas y de austeridad
hacia las imperiosas políticas de sostenimiento de la demanda agregada como condición.
ANEXO
PRECIOS RELATIVOS
Los principales precios o “precios centrales” de una economía nacional son tres:
➔ tipo de cambio (precio de la moneda extranjera)
➔ salarios
➔ tarifas de servicios públicos
Son los principales precios que intervienen en la formación de los costos de producción de
todos los precios de una economía nacional. Expresan relaciones sociales: detrás de ellos
están las pujas de sectores, en especial el conflicto estructural entre las fuerzas del capital y el
trabajo por el reparto del excedente de la sociedad (salario y ganancias, que dependen de
relaciones de fuerza y conflictos en nuestra visión). En la tradición de los economistas
clásicos y la crítica de Max, la distribución del ingreso y del excedente guarda relación con
las pujas, con los conflictos sociales y luchas de clase.
Desde esta línea de razonamiento, también podemos hablar de tasa real de interés (en relación
con la inflación del período) o variaciones de tarifas públicas en términos reales, si se los
compara en simultáneo con la evolución de otros precios que resulten de interés. En
particular, resulta un tema relevante entender que es muy difícil lograr una devaluación en
términos reales más allá de su utilidad o inutilidad.
Una fórmula muy difundida acerca de cómo se forma el precio de los bienes transables en el
mercado doméstico es:
El precio de los bienes transables en pesos (en el mercado interno) es igual al producto del
tipo de cambio (nominal) por su precio internacional (en dólares), mas: los aranceles e
impuestos (en el caso de importados), o menos las retenciones (en el caso de exportables).
Por ejemplo, el valor de una tonelada de soja en dólares, multiplicado por el tipo de cambio
menos el impuesto al comercio exterior.
Destacamos que este tipo de tributos no sólo sirven para recaudar impuestos sino como
instrumentos que, complementándose con otras políticas, también proveen a otros objetivos: