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LA VIDA DEL HOMBRE EN LOS
TRES MUNDOS (4a. PARTE)
Por: Annie Beant
Algunos creeh que la muerte les arrebata 4 sus pa-
Fientes y amigos: pero no es asf, pues estin con nos0-
tros y conscientes de nosotros aunque nosotros no
seamos conscientes de ellos. Verdad es que unos ¥
otros poseemos cuerpo astral; pero ellos son conscien-
tes en él y nosotros no. Ellos han perdido el cuerpo
fisico por cuyo medio se comunicaban antes ‘con
nosotros, y por lo tanto no pueden afectarse, Nosotros
decimos que los hemos perdido, pero ellos no nos han
Perdido a nosotros. Ellos estin conscientes de otro
mundo en el cuerpo astral, y unos y otros vivimos en
el mismo mundo astral aunque nosotros no podamos
transmitir el comocimiento de él a nuestro cerebro
fisico. Durante el suefio estamos con ellos, porque
entonces también nosotros habremos desechado inte
inamente el tupido velo de carne y actuamos unos y
otros en el respectivo cuerpo astral 3
Mientras estamos despiertos no prestamos mucha
atencién al mundo astral porque nuestras energias
fluyen hacia el exterior; pero también entonces estén
Junto a nosotros los muertos queridos y son conscien+
tes de nosotros, por lo que si retiramos nuestra con-
siencia del mundo fisico, nos pondremos en contacto
con ellos, aun en estado de vigil,
No obstante, esta relacion es muy dificil cuando
ellos pasan al mundo celeste, a causa de la sutilidad de
las vibraciones de una tan'tenue materia: pero aun
entonees, si practicamos lo que la religién de cada cual
aconseja empleando ms tiempo en Ia oracién y en la
meditacién, también nos pondremos en contacto con
el mundo celeste. Entonces la muerte perderé para
nosotros toda idea de temor y dolor, porque lz vida
Se continuard sin interrupcién en los tres mundos sin
que la muerte los separe
Después de la muerte: sigue siendo el hombre el
mismo que antes, con idénticos pensamientos, emo-
ciones, descos, esperanzas.y temores. No hay mis
diferencia entre cl hombre antes y después de la
muerte, que la del mismo hombre antes y después
de haberse cambiado de traje, El hombre al que lla-
mamos “'muerto" se ha quitado el traje externo y de
aqui que no pueda afectarle el mundo exterior. A
veces la identificacién con su conciencia es tal que no
sree haber muetto, y sdlo se percata de ello cuando
poco a poco echa de ver que no lees posible afectar a
Jos objetos fisicos nia las personas carnales, que no le
Tesponden si les habla ni sienten cuando les toca,
Puede ver la materia astral de un objeto: pero el obje~
to no se moverd si lo empuja, como se habria movido
antes. Repetidas veces nos hemos encontrado con in-
dividuos que no se crefan “muertos” y se admiraban
de que sus parientes y amigos no les hicieran ef menor
caso.
(at penas de ulrtumbe no 198 teres: duran hasta le por fate
de murician se desinegr la materieprosre del curpo stra, Es
{once el hombre exis le lecciiny queda Hore.
Tiempo vendrd en que todos desecharemosel cuerpo
fisi¢o y nos encontraremos en el mundo astral con
entera conciencia, saludados por nuestros. amigos,
{Cudl seré entonces muestra condicién? Depende
enteramente de nuestra. conducts actual. Por medio
de los sentimientos, deseos y emociones de nuestra
vida cotidiana vitalizamos l cuerpo astral, Si nos
entregamos a los placeres sexuales quedari vitalizada
Ja materia mds grosera del cuerpo astral; pero si prefe-
rimos las emociones nobles, el amor de la familia, el
afecto hacia tos amigos, el cultivo de las facultades:
¥-el interés por las casas espirituales, queds-
izada la porcién mds sutil del cuerpo astral
Ast todo depende de las condiciones que durante lt
vida terrena establezcamos. Si todos nuestros placeres
se concretan a la comida, bebida y concupiscencia
camales, serd entonces Ja muerte violento y doloroso)
choque, pues el deseo por todos estos placres cont
‘uaré en el mundo astral sin posibilidad de gozatlos,
bs =
Ya que nos faltard el medio dé relacion con el mundo
fisico. En este hecho se fundamentan todas las ideas
de inflernos expuestas por las religiones, porque las
fansias imposibles de satisfacer constituyen tormen-
tos positivos y terribles para el hombre y hacen para
41 del mundo astral un verdadero infierno. Razén
tienen las religiones al decir que si tinicamente aten-
demos a las cosas de este bajo mundo, sufriremos
mucho después de In muerte. Asi ocurrird sin que sirva
de disculpa la ignorancia del hecho ni de alivio la
isericordia de Dios”, pues la miscricordia de Dios
no nos salvar de quemarnos si ponemios las manos en
fuego. Nadie nos librard de los sufrimientos después
de la muerte si establecemos duirante la vida terrena
las condiciones de sufrimiento. Dios construy6 los
mundos de acuerdo con las leyes, y en el cumplimien-
to de estas leyes consiste al fin y al cabo la verdadera
misericordia. Pero el sufrimiento no sera eterno como
algunas religiones afirman con horrible error por
haber perdido el conocimiento de la reencarnaéién
Las penas slo duran hasta que por falta de nutricién
WH, Myers,
Se desintegra Ia materia. grosera del cuerpo astral
Entonces el hombre asimila la leecion y queda libre.
Ha comprendido por experiencia la verdad ensefiada
en el Bhagavad Gita de que los contactos de los sen-
tidos son “matrices de dolor”. Esta grande y saluda-
ble lecci6n queda impresa en el ego, que vuelve a la
tierra con mayor conocimiento y experiencia que
cuando de ella se marché.
Supongamos ahora que durante la vida terrena
hemos vencido la concupiscencia y que ya no son ca-
paces los placeres sexuales de halagarnos y atraernos.
Supongamios que ponemos nuestras complacencias en
Ja miisica, escultura y poesia, en todo cuanto despierta
nobles emociones. En tal ctso seguitemos inclinados
después de la muerte a estos delicados placeres, porque
habremos vitalizado la sutil porcién del cuerpo astral
que nos capacita para disfrutar de la dicha y felicidad
de las nobles emociones durante nuestra permanencia
en el mundo astral y pasaremos enseguida al mundo
celeste.
Lo mismo ocumre respecto a las investigaciones
ntificas. Quien vitaliza la parte del cuerpo astral
que sirve de puente entre los cuerpos mental y fisico
y se aficiona a experimentos cientificos que no daflan
@ nadie, limiténdose 3 los procedimientes puramente
fisicos de observacin y experiencia, se levard consi
go valioso materia al otro mundo, Gifford, Huxley y
Otros cient{ficos desu mismo temperamento prosiguen
esforzindose en auxifiar a los cientificos del mundo
fisico sugiriéndose invenciones y procedimientos fruc-
‘feros de investigacién, mediante la fuerza mental
que ellos comunican a Jos cuerpos mentales de los
cientficos vivientes en la tierra.
Especialmente este es el aso cuando el hombre ha
preferido durante la vida terrena la actuaci6n mental
¥ no ereyé en Ja vida de ultratumba, Permanece en-
tonces en contacto con el mundo fisico 0, mejor
dicho, con sus aspectos astral y mental, ayudando a
Jos hombres en el cumplimiento de labores prove-
chosas.
También hacen lo mismo los politicos, no enten-
diendo por tales los que s6lo buscan su medro perso-
nal, sino los que desinteresadamente aman a su pais
Estos hombres suclen permanecer mucho tiempo en
e] mundo astral, auxiliando a quienes con cuya labor
simpatizan. Por’ ejemplo, mi difunto amigo Charles
Bradlaugh irabaja grandemente en este sentido, y sin
embargo no crefa en otra vida, pues como acérrimo
materialista se figuraba que al morir todo acabarfa
para él, sin otro sentimiento que el de no poder ter-
minar Su labor en este mundo, Pero Bradlaugh era
hombre de cardcter noble, de ideales elevados, de
abnegacién profunda, y reeibi6 su recompensa en el
mundo astral sin perder nada de su interés por las
cosas tiles, de suerte que continda auxiliando a
las personas que amé en la tierra ¢ inspira a los esta-
distas y oradores idealesaltos y modalidades de trabajo
provechosas. Asf prosigue en el mundo astral la labor
prematuramente interrumpida en el mundo f
(Continuard).