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ZERO NO TSUKAIMA

Escrita por Yamaguchi Noboru.

VOLUMEN 03 – EL LIBRO DEL FUNDADOR

Traducción al inglés: Baka-Tsuki.org / Traducción al español: Lanove & T-F/ Corrección y Edición: Qachiiz
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ÍNDICE

CAPÍTULO 01 - EL LINAJE DE ZERO………………………………………………………………….05

CAPÍTULO 02 - LA ENFERMEDAD DE AMOR DE LOUISE………………………………………..22

CAPÍTULO 03 - EL LIBRO DEL FUNDADOR…………………………………………………..…….39

CAPÍTULO 04 - TRIÁNGULO AMOROSO……………………………………………………….…….51

CAPÍTULO 05 - EL ARSENAL Y LA FAMILIA REAL……………………….……………………….68

CAPÍTULO 06 - EN BUSCA DE UN TESORO …………………………………………………..…….73

CAPÍTULO 07 - LA CORAZA DE DRAGÓN……………………………………..…………………….82

CAPÍTULO 08 - EL LABORATORIO DE COLBERT………………………………………………….89

CAPÍTULO 09 - DECLARACIÓN DE GUERRA………………………………………………...……101

CAPÍTULO 10 - EL VACÍO………………………………………………………………………...……109

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CAPÍTULO 01 - EL LINAJE DE ZERO

El Palacio Real de Tristain se encuentra al final de la calle Bourdonne. Frente a las puertas del
palacio, los miembros de la Guardia Mágica patrullan encima de sus caballos. Los rumores de que una
guerra era inevitable se había extendido por la ciudad desde dos o tres días atrás. Se decía que la facción
aristocrática rebelde “Reconquista” que había tomado Albión estaba por invadir Tristain.
Por lo tanto, el ánimo de los soldados que custodiaban el palacio se volvió tenso. Se había prohibido
que los barcos y animales mitológicos volaran sobre él.
Hasta los sastres, vendedores de dulces y comerciantes eran inspeccionados para evitar que fueran
magos disfrazados con alguna ilusión o una persona bajo la influencia de magia de hipnosis.
Justamente en esas circunstancias, fue cuando un dragón de viento apareció sobre los cielos del
Palacio Real, causando conmoción en la Guardia Mágica.
La Guardia Mágica estaba compuesta de tres escuadrones, cada uno custodiaba el Palacio Real por
turnos mientras los otros iban a descansar. Ese día le tocaba el turno al Escuadrón Mantícora. Cabalgando
sus mantícoras, los nobles volaron hacia donde estaba el dragón que se encontraba encima del Palacio. Se
podían ver cinco figuras sobre el dragón de viento además de un topo gigante que colgaba de su boca.
La Guardia Mágica hizo un aviso de que estaba prohibido el vuelo en esa zona, pero el dragón hizo
caso omiso y aterrizó en el patio del Palacio. Encima de la bestia se encontraban: una hermosa muchacha de
pelo color rosado tenue, una señorita alta con el cabello rojizo, un muchacho rubio, una pequeña niña con
gafas que leía un libro y un joven de pelo negro, el cual llevaba una espada larga atada a la espalda.
Los Guardias rápidamente rodearon al dragón sacaban sus varitas como si fuesen espadas mientras
preparaban hechizos. Un comandante con bigote gritó fuerte y abruptamente mientras daba una advertencia
a los sospechosos:
-¡Suelten sus varitas!
Al instante, la expresión de los intrusos cambió de manera hostil, pero la pequeña joven de cabello
azul sólo sacudió la cabeza diciendo:
-Palacio Real
El grupo asintió de mala gana y según lo ordenado, tiraron sus varitas.
-Los cielos del Palacio Real actualmente son una zona prohibida. ¿Qué no lo saben?”
La joven de cabello rosado bajó del dragón y se presentó con voz firme:
-Yo soy la tercera hija del Duque de la Vallière, Louise Françoise, no soy ninguna sospechosa.
Necesito una audiencia con Su Majestad la Princesa.
El comandante se torcía el bigote mientras miraba fijamente a la chica. Él conocía al Duque de la
Vallière. Después de todo, era un noble muy conocido.
El comandante bajó su varita.
-¿Tú eres la tercer hija del Duque de la Vallière?

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-Si, así es- Louise se incorporó y miró fijamente a los ojos del comandante.
-Es cierto… puedo ver que tienes los ojos de tu madre. Bueno, ¿cual es el propósito de venir aquí?
-Me temo que no puedo contárselo. Es un secreto.
-En ese caso tendré que rechazar su petición. Conceder una audiencia sin saber el motivo, ¡es algo
para perder la cabeza!- Respondió el comandante con ironía.
-¡Un secreto en sí es algo que no se puede decir!- gritó Saito mientras saltaba del dragón de viento.
El comandante miró a Saito por su intervención. Tenía el rostro joven y una vestimenta que jamás
había visto. Nariz corta, piel amarilla y una espada enorme en su espalda. Aunque no estaba claro de que
país venía, algo era seguro; no parecía un noble.
-Que plebeyo tan maleducado. Esa no es la manera de hablar con un noble. Permanece en silencio.
Saito entrecerró los ojos y se volteó para mirar a Louise. Esas palabras fueron demasiado para él. Era
cierto, ni siquiera era un sirviente, más bien un familiar, pero era el tono de desprecio que el comandante
había usado lo que hacía que se pusiera furioso.
Agarrando el mango de Derf sobre su hombro, fue hacia Louise y preguntó:
-Oye, Louise. ¿Puedo encargarme de este tipo?
-Deja de presumir. Sólo porque venciste a Wardes no significa que debas ser tan arrogante.
Al oír esta conversación, los ojos del comandante se abrieron totalmente. ¿Wardes? ¿Wardes, el
Vizconde Wardes, el comandante de los Caballeros Grifo? ¿Derrotado? ¿Qué significa todo esto?
Dejando la preocupación a un lado, volvió a levantar la varita.
-¿Quiénes demonios son ustedes? De todos modos, no puedo permitir que vean a Su Majestad.
El comandante hablaba en un tono severo. La situación parecía complicarse. Louise miró a Saito.
-¿Q-Qué?
-¡Es por tu culpa, por estar parloteando piensan que somos sospechosos!
-¡Eso fue por culpa del hombre con bigote y su actitud arrogante!
-¡Cállate, tú solo tienes que mantener la boca cerrada!
Viendo esta extraña escena frente a él, el comandante aprovechó la situación. Los miembros de la
Guardia Mágica rápidamente levantaron sus varitas.
-¡Arréstenlos!
Bajo la orden del comandante, los guardias estaban por lanzar sus hechizos, pero de repente…
Una persona vestida con un manto purpura apareció en las puestas del palacio. Al observar a Louise
rodeada de guardias, corrió rápidamente.
-¡Louise!
Al ver la cara de Henrietta corriendo hacia ella, la cara de Louise se iluminó.
-¡Princesa!
Bajo la mirada de los guardias, ambas se abrazaron.
-Oh. Has regresado sana y salva. Louise, Louise Françoise…

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-Princesa…
Los ojos de Louise empezaron a derramar lágrimas.
-La carta… está segura.
Metió su mano en el bolsillo, suavemente sacó de ahí una carta. Henrietta asintió firmemente,
mientras tomaba las manos de Louise.
-Realmente eres mi mejor amiga.
-Sus palabras son demasiado amables, Princesa.
Sin embargo, al notar la ausencia de Wales en el grupo, la expresión que puso Henrietta fue de
mucha tristeza.
-Cómo me lo imaginaba… el Príncipe Wales se sacrificó por su reino.
Louise cerró los ojos, afirmando en silencio.
-¿Pero… donde está el Vizconde Wardes? No lo veo, ¿tomó otro camino? Oh no, ¿él… tal vez…
cayó contra el enemigo? Pero, porqué el Vizconde, él no…
La cara de Louise parecía vacía, Saito se apresuró en contestar.
-Wardes era un traidor, Princesa.
-¿Un traidor?
Una sombra se deslizó por el rostro de Henrietta. Entonces, dándose cuenta de la mirada expectante
de los guardias, Henrietta exclamó:
-Señor comandante, ellos son mis invitados.
-Ya veo.
Al oír esto, el comandante bajó su varita de mala gana y ordenó al resto hacer lo mismo.
Henrietta se volvió a Louise nuevamente.
-¿Qué es lo que pasó exactamente en el viaje?…. De todos modos, retirémonos a mi habitación para
hablar. El resto de ustedes, descansarán un poco en otras habitaciones.
Dejando a Kirche, Tabitha y Guiche en la sala de espera, Henrietta llevó a Saito y a Louise a su
habitación. Henrietta se sentó en una pequeña y delicada silla, poniendo sus manos sobre la mesa.
Louise le explicó todo lo ocurrido a Henrietta.
De cómo Kirche y los otros se unieron al viaje.
De cuando tomaron un barco para ir a Albión, y su posterior ataque por piratas.
Qué el líder de los piratas era en realidad el Príncipe Wales.
La petición que le hizo al Príncipe Wales, la cual se negó a aceptar.
De cómo había dejado ir el barco por la boda con Wardes, el cual no tardó en mostrar sus verdaderas
intenciones, matando al Príncipe y sacándole la carta…. La cual fue rápidamente recuperada.
Las ambiciones que tenía ‘Reconquista’ de unificar Halkeginia y recuperar Tierra Santa de las manos
de los Elfos.

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Sin embargo…. Aunque la alianza entre Tristain y Germania estaba a salvo, Henrietta no pudo evitar
derramar algunas lágrimas.
-El Vizconde era un traidor… ¿Cómo pudo ser? Tener un traidor en el seno de la Guardia Mágica…
Mirando la carta que ella misma había escrito a Wales, una lágrima cayó por su mejilla.
-Princesa…- Louise silenciosamente sujetó la mano de Henrietta.
-Fui yo quien le quitó la vida del Príncipe Wales. No importa como haya sido, fui yo la que envío un
traidor como mensajero…
Saito sacudió la cabeza.
-El Príncipe ya había decidido quedarse en su reino. Usted no es la culpable Su Alteza.
-Dime Louise, por lo menos leyó mi carta ¿verdad?
Louise asintió.
-Si Princesa. Él leyó la carta que le escribió.
-Entonces, él no me amaba- Henrietta sacudía la cabeza por la tristeza.
-Pero… ¿usted le pidió en su carta al Príncipe que escapara?
Henrietta asintió, mientras miraba la carta con tristeza.
Louise recordó las palabras de Wales: “Henrietta no me escribió para que escapara”. Y como ella ya
se lo había imaginado, estaba mintiendo.
-Ahhhh, con su muerte ya no tengo ninguna esperanza. ¿Y ahora que hago con mi amor perdido?-
murmuró Henrietta suavemente en su asiento.- ¿Era su honor más importante que yo?
Pero Saito llegó a una conclusión diferente. Wales no sólo se quedó por que estaba protegiendo su
honor. Al contrario, Wales tenía en mente no dar problemas a Henrietta… y para mostrar a los traidores que
con las Familiar Reales de Halkeginia no se puede jugar.
-No es como usted cree Princesa. Se quedó porque no quería dar a Tristain ningún problema. Así es
como yo lo veo.
-¿Para no dar ningún problema?- Henrietta miró confusa a Saito.
-Según lo que el mismo Príncipe me dijo, su fuga sólo daría una excusa para que invadieran Tristain,
y sin ninguna excusa para invadir, se podría mantener la paz por más tiempo. A costa de su vida, se impidió
el comienzo de una guerra.
-…Hasta en esos momentos, él no quería causarme ningún problema…
Henrietta, suspirando profundamente, miró hacia la ventana.
-Para morir con valor, hay que luchar con valentía. Era lo que me pidió que le dijera.- Saito
lentamente repitió las palabras que había recordado.
Henrietta respondió con una triste sonrisa. Cuando una Princesa tan hermosa y delicada como ella
se ponía de esa manera, hasta el aire parecía pesado. Con simplemente verla, a Saito le dolía el corazón.
Henrietta apoyó los codos sobre la mesa que estaba junto a una hermosa estatua de mármol, replicó
con tristeza:

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-Para morir con valor, hay que luchar con valentía. Ese es un privilegio que tienen los hombres. Pero
¿qué hay de aquellos que dejas atrás? ¿Qué se supone que deben hacer?
Saito fue sorprendido en silencio. No sabía que decir. Mirando hacia abajo, dio un golpe al sofá con
el tacón de su calzado.
-Princesa… Si me hubiera esforzado más en convencer al Príncipe Wales…- continuó Louise
Henrietta se levantó y enlazó sus manos con las de Louise.
-Está bien, Louise. Cumpliste estupendamente tu misión que era recuperar la carta. No debes
preocuparte por nada. Yo no te dije que lo convencieras de escapar.- Henrietta rió con una pequeña mueca.-
Con el obstáculo que podría haber destruido el matrimonio, ahora seremos capaces de formar una alianza
con Germania. En esa situación, Albión no nos va a invadir tan fácilmente. La crisis ya pasó, Louise
Françoise.
Henrietta dijo esto de la manera más brillante como le era posible.
-Princesa. Tome, se lo devuelvo- Louise sacó de su bolsillo el Rubí del Agua que le había dado.
Henrietta se negó.
-Por favor, quédate con él. Es lo menos que puedo hacer luego de todo de lo que hiciste por mí.
-No puedo aceptar este tesoro.
-Por tu lealtad, es apropiado recompensarte con algo. Está bien, póntelo.
Louise asintió con la cabeza y se lo puso en el dedo. Al ver esto, Saito recordó el anillo que había
quitado de la mano del Príncipe Wales. Lo sacó del bolsillo trasero de sus pantalones y se lo dio a Henrietta.
-Princesa, este es un recuerdo del Príncipe Wales- dijo Saito.
Tomando el anillo, Henrietta puso una expresión de asombro.
-¿Este es el Rubí del Viento? ¿Dices que es del Príncipe Wales?
-Si, en sus últimos momentos me dio el anillo y me dijo que se lo diera.
En realidad el Príncipe Wales ya había muerto cuando le quitó el anillo… pero Saito dijo eso de
todos modos. Al decir esto podría haber aliviado un poco el corazón lastimado de la Princesa.
Henrietta puso el Rubí del Viento en su dedo. Como era de Wales, le quedaba muy grande pero
cuando Henrietta recitó un hechizo de disminución, el anillo se achicó hasta ajustarse al tamaño adecuado.
Henrietta acarició suavemente al anillo, con lo que Saito soltó una tímida sonrisa.
-Gracias, amable familiar- dijo Henrietta quien ahora tenía una sonrisa llena de dolor, pero a la vez
de gratitud hacia Saito. Tal era la nobleza de su sonrisa, que Saito quedó anonadado por ésta y sólo pudo
murmurar incoherentemente.
-Ese hombre… murió valientemente. ¿Verdad?
-Si. Así es- asintió Saito.
-Entonces… desde este momento, voy a vivir valientemente- murmuró Henrietta mientras miraba el
Rubí del Viento.

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※※※※※

Durante el vuelo de vuelta a la Academia de Magia de Tristain, Louise permaneció callada. No le


importaba lo mucho que le insistía Kirche a Saito y a Louise sobre el contenido de la carta, ellos tenían la
boca sellada para ese asunto.
-Oh, vamos ¿no me van a decir por lo menos de que se trataba la misión? Decir que el Vizconde
resultó ser un traidor es muy extraño- Kirche miró a Saito con una mirada ardiente.
-En ese caso, ¿lograron derrotarlo?
Saito, miró la cara de Louise y asintió:
-Si. Pero escapó…
-Sin duda ¡eso es todo un logro! Oye, ¿Sobre qué era exactamente la misión?
Saito bajó la mirada. Louise se mantenía en silencio, sin pronunciar ni una palabra.
Kirche, con las cejas arqueadas se acercó a Guiche.
-Oye, ¡Guiche!
-¿Qué?- respondió Guiche con su rosa artificial en la boca.
-¿De qué se trataba el contenido de la carta de la Princesa Henrietta?
-No sé su contenido. Sólo Louise lo sabe- le respondió Guiche cerrando los ojos.
-¡Louise “la Zero”! ¡¿Por qué no me lo dijiste antes?! Oye, ¡Tabitha! ¿Qué te parece? Bueno, ¡creo
que me están hacienda pasar por idiota!
Kirche sacudía a Tabitha que estaba leyendo un libro. Cómo estaba siendo sacudida, aprovechó el
movimiento de su cabeza para decir que no.
Debido a todo ese ajetreo que hacía Kirche, el dragón de viento perdió el equilibrio y frenó sin previo
aviso. Guiche, que estaba sentado en su espalda cayó hacia el suelo.
-¡Gyaaaaaa!- gritó mientras caía, Pero lo hacía, lanzó un hechizo de levitación y flotó suavemente,
evitando una muerte segura.
Louise también perdió el equilibrio, pero antes de que cayera, Saito la agarró suavemente de la
cintura, apoyándola en su cuerpo; al ver las manos de Saito sobre ella, Louise se ruborizó.
Esta mañana mientras salíamos de Albión, él me besó, y yo fingí estar dormida.
Pero ¿por qué? ¿Por qué fingí estar dormida?
Podría ser amor… Sin embargo, no me gusta admitir eso. Además Saito es mi familiar, no es un
noble.
Hablarle a una persona que no era noble, era inimaginable. Los nobles y plebeyos son personas
distintas… Louise había crecido con estas palabras, su inquietud empezó a transformase en confusión. De
todos modos, si esos sentimientos eran reales o no, lo descubriría más tarde.
Así que, después de sentir el calor de las manos de Saito en su cintura, ella gritó airadamente:
-¡Te… te crees tan audaz, eso me hace enojar!

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-Es que parecía que ibas a caer igual que Guiche- respondió Saito con su cara sonrojada.
-Está bien si Guiche cae, después de todo es sólo Guiche- después de decir esto, se sintió más
aturdida que antes.
-Si él se cae no hay problema, pero si usted cae sí, ya que no puede usar magia.
-Tú eres sólo un familiar, ¿cómo te atreves a insultar a tu ama?
Louise suspiró fuertemente y desvió la mirada. Sin embargo, no parecía enojada.
-Estás siendo demasiado atrevido. Humm…
Aunque Louise se quejaba y se quejaba, en ningún momento quitó las manos de Saito. Al contrario,
apretaba su cuerpo aún más contra él. Sin embargo seguía sin mirarlo a la cara. Saito dio un rápido vistazo a
la cara de Louise.
Sus blancas mejillas se tiñeron suavemente de rosa, mientras se mordía el labio inferior. Aunque
Henrietta es hermosa… Louise sigue siendo todo un encanto, pensó Saito.
Abrazándola aún más fuerte, mientras sentía que ella hacía lo mismo.
Mientras estaban de este modo, Kirche se dio la vuelta y comentó:
-¿Desde cuándo están así los dos, eh?
Louise, dándose cuenta de la situación, se puso furiosa, mandando a volar a Saito con un empujón.
-¡No pasó nada! ¡Idiota!
Saito gritó mientras caía, pero Tabitha que estaba leyendo un libro, recitó justo a tiempo un hechizo
para evitar que impactara contra el suelo.
Saito aterrizó suavemente en la llanura y vio a Guiche que había caído antes, caminando por una
vereda que atravesaba una extensa llanura de hierba verde. Tenía una cara muy amarga.
Luego Guiche se dirigió hacia Saito con su usual y presuntuosa forma de caminar.
-Tú caíste también ¿verdad?
-Me empujaron- respondió Saito con voz cansada.
-No van a volver ¿o sí?
Saito miró hacia el cielo azul mientras el dragón de viento desaparecía en el horizonte.
-…Eso parece.
-Bueno, vamos a caminar entonces, desde aquí llegaremos en medio día.
Con una mirada deprimida, Guiche empezó a caminar. Saito no estaba seguro del porqué, pero
parecía que estaba más deprimido que él.
-Por cierto… qué bien… hay algo que quiero preguntarte. Respóndeme, por favor.- murmuró Guiche
a Saito mientras jugaba con su rosa artificial.
-¿Eh? Está bien, pregunta.
-Su Alteza… Bueno… ¿Dijo algo sobre mí? ¿Es cierto que me premiará luego de la misión?
Por un momento, Saito sintió pena por Guiche. Henrietta ni siquiera había pronunciado la letra “G”
del nombre de Guiche en la conversación.

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-Vamos.- Saito fingió que no lo había escuchado y empezó a caminar rápidamente. Guiche corrió
tras él.
-Bueno ¿es cierto el rumor?
-Vamos, camina. Es bueno para la salud.
-No… Oye… Su Alteza… yo…
Bajo el calor del sol, los dos siguieron caminando hacia la Academia de Magia.

※※※※※

La fortaleza de Newcastle, alguna vez conocida como una gran defensa de la nación, ahora estaba
totalmente en ruinas. Aunque se resistió a la desaparición, igual seguía siendo una escena desastrosa.
Los muros del castillo, luego de haber sido atacados repentinamente con cañones y hechizos, se
tornaron en escombros; había cadáveres quemados, esparcidos por el campo de batalla.
Aunque la batalla fue breve, los rebeldes de “Reconquista” que ahora tenían el poder en Albión,
sufrieron daños difíciles de imaginar. Trescientos soldados de la Fuerza Real acabaron con dos mil rebeldes
y dejaron cuatro mil heridos. Al ver la cantidad de bajas era difícil de decir si realmente era una victoria.
Debido a que la fortaleza estaba construida al borde del una isla, solo había una dirección para atacar.
Antes de que los rebeldes llegasen, los soldados atacaron con cañones de fuego y hechizos, causando una
gran baja a los enemigos. Aunque al final los rebeldes ganaron por el tamaño de su ejército.
Una vez que los muros fueron debilitados, los magos que quedaban fueron a defender al rey, pero la
cantidad de magos era insignificante en comparación con la cantidad de rebeldes, y de esta manera fueron
cayendo poco a poco.
Aunque el daño infligido al enemigo fue grande… el precio fue la aniquilación total del ejército del
rey. Los realistas lucharon hasta el último soldado.
En pocas palabras, la batalla final de la Guerra Civil de Albión, el ataque a la Fortaleza de Newcastle
y la lucha en contra un enemigo 100 veces mayor… se convirtió en una leyenda.

※※※※※

Dos días después del término de la Guerra Civil, bajo el ardiente sol, entre los cadáveres y
escombros, un alto aristócrata inspeccionaba el campo de batalla. Su sombrero estaba inclinado y su forma
de vestir era rara para ser de Albión, era un uniforme de la Guardia Mágica de Tristain. Ése era Wardes.
Una mujer con una capucha que le tapaba los ojos estaba a su lado. Era Fouquet la Tierra
Desmoronadora. Había escapado a Albión en un barco de La Rochelle. Una noche antes, se había reunido en
la capital de Albión con Wardes, en el bar Londinium, y ahora estaban en el campo de batalla.

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Alrededor de ellos, los soldados de “Reconquista” buscaban riquezas. Habían encontrado vino en la
tesorería, así como monedas de oro.
Un mercenario con una pica en el hombro inspeccionaba los cadáveres amontonados en un lugar
lleno de basura de lo que quedó de la decoración del castillo, al encontrar una varita saltó de emoción.
Fouquet miraba lo escena con disgusto, mientras hacía un chasquido con la boca.
Al percatarse de la expresión de Fouquet, Wardes dio una fría sonrisa.
-¿Qué pasa? Fouquet la Tierra Desmoronadora, ¿no son esos tus colegas que buscan joyas? Roban a
los nobles su tesoro, ¿qué no era ese tu trabajo?
-No me compares con ellos. No tengo ningún interés en robar las joyas de los muertos.
-Un ladrón con ética- Wardes rió.
-Yo no estoy interesada en eso. Yo sólo robaba cosas de valor a los nobles para ver sus caras de
humillación. Pero estos tipos…
Fouquet miró el cadáver de un soldado realista con los ojos de enfado.
-Está bien, está bien, no te explotes, No habías dicho que la Familia Real de Albión era tu enemiga.
¿Acaso los nobles de Albión no habían deshonrado a tu familia en nombre del Rey?
Escuchando las exageradas palabras de Wardes, Fouquet cobró la compostura y habló fríamente.
-Oh bueno. Los accidentes pasan…
Wardes se dio la vuelta, la parte inferior de su brazo había sido cortado y el sobrante de su manga se
agitaba con el viento.
-Parece que fue una batalla igualmente dura para ti.
-Un brazo a cambio de la vida del Príncipe Wales, me parece un trato justo- respondió Wardes con
tono calmado.
-Eso ya es algo, ese “Gandalfr” tan rápido cortó el brazo de un mago de Viento Clase Cuadrado.
-Era solo un plebeyo, bajé mucho la guardia por eso.
-No digas eso, incluso destruyó mi golem. Sin embargo, nada en este castillo pudo haber
sobrevivido.
Cuando Fouquet dijo esto, Wardes rió fríamente.
-Él es Gandalfr después de todo. Los soldados que atacaron el castillo no informaron haber luchado
contra alguien así. Tal vez durante nuestra pelea gastó mucha energía y luego fue a esconderse como un
cobarde. O probablemente, algún soldado mató a Gandalfr y ni se dio cuento que era el Familiar Legendario.
Fouquet, no estaba tan convencida de eso. Una imagen de Saito, ese chico de aspecto extraño flotaba
en su mente. ¿Realmente pudo haber muerto tan fácilmente?
-¿Donde está la carta?
-En algún lugar.
Wardes miraba hacia el suelo. En ese lugar, hace dos días atrás, había una capilla. El lugar donde
Wardes y Louise intentaron celebrar su boda, el lugar donde el Príncipe Wales perdió la vida.

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Pero ahora, no era más que un montón de escombros.
-Hmm, la señorita Vallière… su ex-prometida, ¿Tenía la carta en su bolsillo?
-Correcto
-¿La dejó morir? ¿No la amaba?
-Querida, yo ya he olvidado esas cosas sentimentales- respondió Wardes en un tono indiferente.
Alzó su bastón y recitó un hechizo. Un pequeño tornado se formó y esparció los escombros.
Gradualmente, el piso de la capilla empezó a ser visible.
Entre un retrato del Fundador Brimir y una silla se encontraba el cuerpo de Wales;
sorprendentemente lucía ileso.
-Mira, ¿No es el querido príncipe Wales?- dijo Fouquet sobresaltada.
Fouquet, que había sido noble de Albión, recordaba la cara de su antiguo príncipe.
Wardes no había arrojado ni siquiera una sola mirada hacia el hombre que había asesinado con sus
propias manos; estaba buscando en el lugar los cadáveres de Louise y Saito.
Sin embargo… sus cuerpos no estaban por ningún lado.
-¿Estás seguro de que realmente murió aquí?
Escuchando esto, Wardes empezó a buscar en los alrededores.
-Hmm… mira, ¿no es una George de la Tur1 del Fundador Brimir?- Fouquet levantó la pintura del
suelo.- Parece que es solo una reproducción. Hmm, ahora que veo esto, el castillo tenía una hermosa y
adorable capilla… ¿Hmm?
Fouquet, al levantar la pintura del suelo, descubrió un gran agujero en el suelo, y llamó a Wardes.
-Oye Wardes. ¿Qué es este hoyo?
Wardes, con las cejas arqueadas, se agachó y miró el agujero que Fouquet le señalaba.
En ese momento se dio cuenta que ese agujero había sido hecho por aquel topo gigante, el familiar de
Guiche. Las mejillas de Wardes podían sentir la brisa fría que venía de aquel agujero.
-¿Podría ser que por este agujero escaparon Louise y Saito?- comentó Fouquet, lo cual era verdad. El
rostro de Wardes estaba rojo de ira.- ¿Deberíamos buscar adentro?
-Es inútil. Si hay viento quiere decir que el túnel está vacío- respondió Wardes exasperado. Al verlo
de este modo, Fouquet sonrió.
-Parece que en realidad tienes sentimientos. Y yo que pensaba que era un hombre vacío como una
gárgola… ¿Por qué haces esas expresiones con su cara?- Ella empezó a reír.
Al oír estos comentarios, Wardes se puso de pie.
Desde la distancia, una persona los observaba. Dijo en un tono alegre y limpio:
-¡Vizconde! ¡Wardes! ¿No ha encontrado la carta todavía?… La carta de amor que le envió Henrietta
a Wales, la que impedirá la alianza entre Tristain y Germania. ¿Ya ha aparecido?
Moviendo la cabeza, Wardes respondió al hombre que acababa de aparecer.
1
Se refiere a un famoso pintor de Halkeginia.

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El hombre parecía de unos treinta años. Llevaba un sombrero redondo y un manto verde. A primera
vista se podría decir que era un clérigo. Sin embargo también parecía un soldado, tenía la nariz aguileña y
unos ojos azules que daban la sensación de que era inteligente. Desde los bordes de su sombrero un cabello
rubio y rizado se asomaba.
-Su Excelencia, parece que la carta fue rescatada y los responsables escaparon por medio de este
agujero. Es mi error. Estoy profundamente arrepentido por eso. Por favor, deme cualquier castigo que
considere necesario- Wardes estaba de rodillas y con la cabeza agachada.
El hombre al cual había llamado “Excelencia”, se acercó con una sonrisa amable y tocó el hombro de
Wardes.
-¿Qué estás diciendo? ¡Vizconde! ¡Hizo un estupendo trabajo! ¡Usted solo derrotó al general del
enemigo! ¿No es el de allí nuestro querido Príncipe Wales? ¡Enorgullézcase! ¡Usted lo derrotó! Al parecer
me odiaba profundamente… pero al verlo así, siento algún parentesco con él. Ooh, eso es, una vez muertos,
todo el mundo se convierte en amigo.
Las mejillas de Wardes esbozaron una sonrisa, al percatarse de la ironía al final del discurso.
Prontamente recuperó su compostura y volvió a pedir disculpas a su oficial superior.
-Sin embargo, La misión de obtener la carta de la Princesa Henrietta falló su Excelencia. Lo siento,
no fui capaz de superar sus expectativas.
-No te atormentes a ti mismo. Comparado con la disolución de la alianza, matar al Príncipe Wales
era más importante. La manera de obtener un sueño no es de la forma rápida, sino paso a paso.
Al acabar de decir eso, el hombre de la túnica verde se percató de la presencia de Fouquet.
-Vizconde, por favor presénteme a la hermosa mujer que está aquí. Al ser sacerdote me es un
inconveniente hablar abiertamente con una mujer.
Fouquet miró a aquel hombre. Antes había visto que Wardes se había inclinado ante él. Sin embargo,
a ella no le gustaba. Tenía una extraña aura a su alrededor. Un sentimiento perverso irradiaba del fondo de
su ser.
Wardes se levantó y presentó a Fouquet.
-Su Excelencia, ella es Fouquet la Tierra Desmoronadora, la cual causó terror a los nobles de
Tristain”
-¡Oh! ¡He oído rumores! Tengo el honor de conocerla, Señorita Saxe-Gotha.
Al oír su antiguo nombre de noble, Fouquet sonrió.
-¿Wardes le dijo mi nombre?
-Eso es correcto. Él sabe todo acerca de los nobles de Albión. Genealogía, escudo de armas,
propiedades… es difícil para un viejo obispo acordarse de todo. Oh, estoy retrasando mi presentación.
Abriendo sus ojos ampliamente y colocando su mano sobre el pecho…
-Primer General de “Reconquista”, Oliver Cromwell a su servicio.
Luego de presentarse, continuó.

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-Como puede ver, originalmente yo era un simple obispo. Sin embargo, debido a los votos de los
nobles, fui elegido Primer General y tengo que dar mi mejor esfuerzo. Aunque soy un sacerdote que sirve al
Fundador Brimir, también debo ser un guía en tiempos oscuros, ¿verdad? Si es necesario hay que usar la fe
junto con el poder.
-Su Excelencia, usted ya no es el Primer General ahora que Albión cayó…
-Soy Emperador, Vizconde- Cromwell empezó a reír, pero sus ojos no cambiaban de expresión.-
Realmente, yo quería evitar la alianza entre Tristain y Germania, pero hay cosas más importantes. ¿Lo
entiende Vizconde?
-Los pensamientos de vuestra Excelencia son tan profundos, que un hombre común no lo podría
comprenderlos.- halagó Wardes.
Cromwell abrió ampliamente los ojos, levantando las manos empezó a hablar con gestos exagerados.
-¡Unidad! ¡Unidad de acero! Halkeginia somos nosotros, ¡la unión de nobles elegidos qué
recuperaremos Tierra Santa de los siniestros Elfos! ¡Es la misión que nos ha dado el Fundador Brimir!
‘Unidad’ es nuestro primer objetivo. Por lo tanto Vizconde, confío en usted, aunque haya fallado un poco.
Wardes hizo una profunda reverencia.
-Por esa misión, el Fundador Brimir nos ha dado el poder.
¿Poder? ¿De qué tipo de poder están hablando? Fouquet levantó la ceja.
-Su Excelencia, ¿Qué poder fue concedido del Fundador Brimir a usted? Si está bien, me gustaría
saber.- preguntó con curiosidad Fouquet.

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Cromwell continuó hablando con movimientos teatrales.
-¿Conoce los cuatro elementos de la magia, Señorita Saxe-Gotha?
Fouquet asintió. Hasta los niños saben de esas cosas. Fuego, Aire, Agua y la cuarta, Tierra.
-Además de los cuatro grandes elementos, hay otro elemento mágico. El elemento que usaba el
Fundador Brimir, el elemento “Zero”. Fue el primer elemento de todos.
-¿El elemento “Zero”… el Vacío?
Fouquet quedó pálida. El elemento perdido. La magia del vacío, como contaban algunas antiguas
leyendas había desaparecido. ¿Este hombre sabía algo acerca del elemento “Zero”?
-Ese es el poder que me encomendó el Fundador Brimir. Por eso, el consejo de nobles me cedió a mí
el futuro trono de emperador de Halkeginia.
Cromwell señaló el cadáver de Wales.
-Wardes. Yo quería hacer del Príncipe Wales mi amigo y aliado. En cambio se convirtió en mi mayor
enemigo, pero ahora que está muerto, es un gran aliado. ¿Ves algo de malo en eso?
Wardes sacudió la cabeza.
-No debió resistirse a sus decisiones, Excelencia.
Cromwell empezó a reír.
-Bueno, entonces señorita Saxe-Gotha. Le voy a mostrar el elemento del Vacío.
Fouquet vio que Cromwell hacía un movimiento, su respiración se cortó.
Cromwell sacó una varita que tenía en la cintura. En voz baja, empezó a recitar un conjuro. Eran
palabras que Fouquet jamás había escuchado antes.
Cuando completó el hechizo, Cromwell suavemente bajó la varita hacia el cadáver de Wales.
Entonces… de repente, Wales, cuyo cuerpo estaba frio y tieso, abrió los ojos. Un escalofrío recorrió
la columna de Fouquet.
Wales lentamente se sentó. Y el rostro del que había derramado su sangre, estaba una vez más entre
los vivos. Como una flor marchita que absorbe agua, el cuerpo de Wales volvió a la vida.
-Buenos días, Príncipe- murmuró Cromwell.
El revivido Wales retornó una sonrisa a Cromwell.
-Ha pasado un largo tiempo, Arzobispo
-Que rudo, soy emperador ahora, mi querido Príncipe
-¿Es cierto? Me disculpo por eso, su Excelencia.
Wales se inclinó tomando la postura de un súbdito.
-Creo que lo haré mi guardia personal, Wales.
-Será un honor para mí servirle.
-Entonces, vamos a ser amigos.
Cromwell comenzó a caminar. Wales, que ahora parecía no estar muerto, caminaba atrás de él.
Entonces Cromwell, como si recordara algo, se dio la vuelta y dijo:

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-Wardes, no te preocupes. Incluso si se forma una alianza no importa. En cualquier caso, Tristain está
indefenso. No hay ningún cambio de planes.
Wardes se inclinó.
-Hay dos formas de diplomacia; la de la varita y la del pan. Daremos pan caliente a Tristain y
Germania por el momento.
-Como desee.
-Tristain es un área necesaria. La Familia tiene el libro del Fundador, qué es imprescindible que
tenga en mis manos para recuperar Tierra Santa.
Después de decir esto, Cromwell se marchó.
Sólo después de que Cromwell y Wales desaparecieron de su vista, fue que Fouquet pudo abrir la
boca.
-¿Eso… fue el poder del Vacío…? Revive a los muertos. Eso es imposible.
-El elemento del Vacío manipula la vida… Parece que su Excelencia estaba en lo cierto, aún no lo
puedes creer, después de ver esto, no estoy equivocado.- respondió Wardes.
Fouquet preguntó a Wardes con voz temblorosa:
-Ya desde hace tiempo que estás actuando así, ¿no habrás sido afectado por la magia de Vacío?
-¿Yo? Yo soy diferente. Por la vida triste que llevé desde mi nacimiento.- después de decir eso
Wardes miró al cielo y continuó.- Sin embargo…Muchas vidas fueron perdidas por la Tierra Santa del
Fundador… ¿Podrán ser revividos todos por la magia del Vacío?
Asustada, Fouquet agarró su pecho para sentir los latidos de su corazón. Pues de repente vio la
necesidad de comprobar si todavía estaba viva.
-No me mire así, solo era un pensamiento. Incluso puede llamarlo una fantasía.
Fouquet suspiró con una sensación de alivio. Y luego miró a Wardes.
-Fue sorprendente todo eso.
La manga del brazo izquierdo de Wardes flotaba con el viento, mientras hablaba en voz baja.
-Sin embargo, yo también quiero averiguarlo. ¿Acaso es sólo una fantasía? ¿O una realidad? La
respuesta debe estar en Tierra Santa… así es como lo siento.

※※※※※

20
Tres días después de que Saito y compañía habían regresado a la Academia de Magia, el matrimonio
entre Henrietta, Princesa de Tristain, y Albert III, Emperador de Germania, se anunció oficialmente. La
ceremonia se haría el mes entrante, después de la alianza militar.
El tratado de Alianza se llevó a cabo en la capital de Germania, Vindobon. Dónde fue firmado por el
primer ministro de Tristain, el cardenal Mazarini.
Un día después de la firma del tratado, el gobierno de la Nueva Albión fue oficialmente establecido.
En ese instante, la tensión entre los dos países era fuerte, pero el Primer Emperador de Albión, Cromwell,
envió un mensajero especial a Tristain y Germania, con el fin de firmar un pacto de No agresión.
Como resultado, ambos países tuvieron una conferencia; aún con la alianza establecida, era difícil
oponerse contra la gran flota de Albión. Aunque el pacto era de No agresión, se sentía más como una daga
apuntando al cuello, los dos países no tenían mucho que elegir y este pacto era lo mejor que podían esperar.
Sin embargo… la paz establecida en Halkeginia era meramente superficial. Los políticos y nobles no
podían dormir, pero no sólo ellos, sino que también los plebeyos esperaban que la guerra comenzara en
cualquier momento.
Y la Academia de Magia de Tristain no era la excepción.

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CAPÍTULO 02 - LA ENFERMEDAD DE AMOR DE LOUISE

A la mañana siguiente de su retorno de Albión, la actitud de Louise comenzó a cambiar. Diciéndolo


de forma simple, ella empezó a volverse más amable. Después de despertarse, Saito preparaba el lavabo para
Louise como era usual. Él vertía agua en el lavabo y enjuagaba el rostro de Louise. Era fastidioso pero si
Saito se olvidaba de esta tarea, severas consecuencias le proseguirían.
Una ocasión que Saito olvidó preparar el baño, no le fue permitido comer. A la mañana siguiente,
estando hambriento, él capturó una rana de un estanque ubicado atrás de la Academia de Magia y lo colocó
en el lavabo. Louise, quien odia las ranas, lloró a la vista de este anfibio nadador. Ella explotó cuando el
animal apareció repentinamente frente a ella. Saito se disculpó profundamente pero Louise no le perdonó
haberla hecho llorar.
En esa ocasión, insatisfecha con simplemente dejar hambriento a Saito, Louise trató de golpearlo con
el látigo, lo que provocó que él escapara de la habitación y durmiera en el exterior.
Ellos se involucraban en tal clase de peleas como la del asunto del lavabo, pero después de ir a
Albión algo cambió. Cálidos sentimientos hacia Saito comenzaron a brotar en el interior de Louise y
viceversa. No obstante, ninguno de ellos se daba cuenta de los sentimientos del otro.
En la mañana, Saito preparó el baño sintiéndose levemente avergonzado, Louise estaba sentada en su
cama con una mirada somnolienta.
Con el lavabo colocado en el piso, Saito le acercó el agua con ambas manos pero Louise no se
movió. Su rosado y claro cabello colgaba en su rostro. Visiblemente cansada, ella frotó sus ojos. Con una
expresión claramente ausente, ella dijo:
-Déjalo ahí, lo haré yo misma.
Saito estaba sorprendido. Él no creía que las palabras ‘lo haré yo misma’ pudieran ser pronunciadas
por la boca de Louise.
-¿Louise?
Saito agitó su mano en frente de la cara de Louise. Ella realizó un puchero, volteando su cara. Ella
estaba sonrojada.
-Lo haré yo misma. Déjame sola.- dijo como si estuviera molesta.
Louise metió su mano en el lavabo, tomó un poco de agua, sacudió su cabeza y limpió su cara. El
líquido salpicó por todos lados.
-Así que eres del tipo de personas que les gusta mover su cara mientras se lavan ¿eh?
Louise fue sorprendida y confundida por el comentario de Saito. Su cara se sonrojó y se molestó.
-¿T-Tienes algún problema con eso?
-No, para nada…

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Entonces Saito trajo la ropa de Louise del armario y las colocó boca abajo sobre la cama mientras
Louise se ponía las pantaletas. Él, sosteniendo el uniforme de Louise, dio media vuelta cuando pensó que
ella había terminado. El siguiente paso era vestir a Louise.
Cuando Saito se volteó, Louise, quien usaba sólo pantaletas, entró en pánico y rápidamente cubrió su
cuerpo con las sabanas.
-Deja la ropa ahí.- dijo Louise, con la mitad de su rostro cubierto por las sabanas.
¿Qué pasa? Pensó Saito, ella normalmente diría algo como “vísteme, rápido…” con una cara medio
adormilada. Además, ella se está ocultando tras las sabanas. Normalmente no se preocuparía de que la
viera. ¿Por qué está avergonzada?
-¿La dejo ahí? Um, ¿estás segura?
Louise asomó la cabeza por sobre la tela,
-¡¿Dije que las dejaras ahí, no es así?!- Entonces Louise enterró la mitad de su cara en las sábanas y
miró directamente a Saito.
Bueno, esto es extraño, pensó mientras colocaba la ropa de Louise cerca, como ella había dicho.
-Voltéate.
-¿Eh?
-Dije que te voltees.
Era como si ella fuera el tipo de persona que no quiere ser visto mientras se cambia. Esta es una
reacción muy común para una adolescente, sin embargo Louise no había tenido problemas con eso en el
pasado, ya que consideraba a Saito sólo como un familiar.
Saito le dio la espalda a Louise pensando: ¿Qué demonios está pasando?
Bien, muchas cosas pasaron en Albión. Su prometido la traicionó y a Henrietta, su amiga de la
infancia quien también perdió a su amado. Fue una horrible experiencia para Louise. Tal vez esos eventos
la cambiaron.
¿Realmente había cambiado Louise?
Con un rostro inexpresivo, Saito recordó la sensación de los labios de Louise. Él había besado a una
Louise medio dormida suavemente en los labios mientras viajaban sobre el dragón. Besar a alguien mientras
duerme es una cobardía y algo que él no debió de haber hecho, pero no pudo controlarse. Él se había dejado
llevar por estarla cuidando.
¿Podría ser… pensó Saito, que Louise se diera cuenta del beso? Ella no reaccionó porque sintió que
yo era peligroso y pensó que iba a hacerle algo ¿verdad?
Saito detuvo sus pensamientos en ese punto y sacudió la cabeza. Si Louise hubiera estado consciente
en ese momento, no habría permanecido quieta. Se habría despertado, habría enfurecido y me habría
insultado. Cualquier sensación de armonía habría explotado en pequeñas partes. Casos como cuando me
escabullí en su cama fueron horribles ¿no es así? Un perro, ese soy yo. Un perro que es guiado por una
cadena y dice ‘woof’. Ah. Ya veo.

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Saito por fin se dio cuenta. Ella se siente incómoda porque me escabullí a su cama mientras estaba
durmiendo dos noches antes de que nos marcháramos a Albión. Esto no tiene que ver con ese beso. Ah, ese
es el porqué ella no quiere que la ayude a vestirse otra vez.
Saito se sintió de alguna forma triste. De hecho, estaba profundamente arrepentido. Si sólo no
hubiera hecho tal cosa.
Louise no quiere que intente algo con ella. Bueno, eso es natural, pero eso significa que ella no me
quiere. Eso también es natural, creo… Es muy natural pero… muy entristecedor
¿Un rayo de esperanza? Nop, ninguno. No le gusto a Louise. Soy sólo un familiar. Esa persona dijo
que además sólo he sido un peligroso familiar. Un mal familiar que se transforma en un lobo por la noche.
Una pared ya se ha construido entre nosotros…
Oscuros nubarrones comenzaron a congregarse. La esperanza dentro del corazón de Saito murmuró
desesperadamente: Pero en el camino de vuelta a casa sobre el dragón, ella me abrazó ¿cierto? La
desesperación dentro del corazón de Saito respondió fríamente: Esa es sólo mi imaginación. Ella me mandó
a volar cuando Kirche se lo hizo notar ¿no es así?
-…Ah, es cierto. No hay error en ello. Louise no piensa para nada en mí.
Dándose cuenta de sus propios sentimientos hacia Louise, la tristeza sobrecogió a Saito. Él tenía una
personalidad que cuando estaba emocionado, podía ser muy entusiasta, pero cundo estaba deprimido, se
ponía extremadamente triste.
-¿Qué estás murmurando?
Saito no se había percatado de que estaba diciendo entre dientes. Cuando se volteó, Louise, que ya
estaba cambiada, miró directamente a su rostro con duda. Después de apenas veinte segundos de
pensamientos, él había alcanzado una conclusión. Sintiéndose menos, Saito respondió con una voz sin
ánimo.
-Lo siento. No volveré a hablar conmigo mismo de nuevo.
-Si, es algo desagradable.
Louise, mirando con duda a Saito, caminó fuera del cuarto.
-Ven, vamos a desayunar.
-Claro.- respondió Saito y la siguió, deprimido.

Ya en el comedor Alviss algo sorprendente ocurrió.


Saito se sentó en el piso como de costumbre, pero su plato de sopa no estaba ahí. La impaciencia de
Saito creció. ¿Hice algo para enojar a Louise lo suficiente cómo para que no me alimente? No, no lo creo.
La noche pasada, después de que su grupo de cinco regresara a la Academia, ellos se reportaron con
Osman, quien ya había tenido noticias de ellos por Henrietta, les agradeció y premió por sus esfuerzos.
Después de eso, ellos regresaron a sus habitaciones… y rápidamente cayeron rendidos. Saito no había hecho
nada para molestar a Louise.

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Con una mirada de miseria en su rostro, Saito alzó la vista hacia Louise, quien estaba sentada en su
silla.
Louise comenzó a sonrojarse y mientras desviaba la mirada, ella dijo:
-Desde ahora en adelante, comerás en la mesa.
-¿Eh?- Saito miraba francamente a Louise. Ese hecho era muy inesperado en ella.
-Vamos, siéntate rápido.
Anonadado, él se sentó junto a Louise. Malicorne, quien tenía un resfriado y siempre se había
sentado ahí, comenzó a protestar.
-¡Oye Louise!, ese es mi lugar. ¿Qué significa que permitas que tu familiar se siente aquí?
Louise miró directa y ferozmente a Malicorne.
-Si no tienes un lugar, entonces simplemente ve y consigue una silla.
-¡No juegues conmigo! ¿Permitirás que un familiar plebeyo se siente mientras que yo tengo que
conseguir una silla? ¡Eso está mal! ¡Oye familiar quítate, ese es mi lugar! ¡Esta es la mesa de los nobles!
El regordete Malicorne intentó verse intimidante, pero estaba temblando ligeramente. Este era el
familiar legendario quien supuestamente derrotó a Guiche y capturó a Fouquet. Lo que es más, parecía que
ellos habían logrado una increíble proeza mientras estuvieron fuera de la Academia en los días pasados.
Malicorne estaba cubierto de sudor frio cuando le dijo a Saito que se moviera.
Saito, sintiéndose extremadamente triste debido a la creciente pared entre él y Louise, reaccionó a la
molesta voz. Se levantó y sujetó a Malicorne del cuello.
Él no usó mucha fuerza, pero murmuró con una voz amenazante.
-Oye gordito, ¿qué dijiste?
Aterrorizado, Malicorne abandonó su farsa y sacudió la cabeza repetidamente.
-A-ah, nada, ¡no quise decir eso!
-”No quise decir eso, señor”
-S-si, ¡No quise decir eso señor!
-Entonces ve a conseguir tu silla. Vamos felizmente a comer juntos.
Malicorne salió corriendo para conseguir su silla. Con una mirada despreocupada, Louise estaba
esperando el tiempo de oración antes de la comida. Me pregunto que pasó. ¿Qué habrá cambiado en su
corazón de esa forma? ¿Por qué está siendo tan amable? Seguramente hay una razón. Nop, él pensó. El
viaje a Albión cambió a Louise. Debe de ser…después de ver tanta gente herida y muerta que estos cálidos
sentimientos han comenzado a surgir dentro de ella. Esto le recordó a Saito la historia del General
Tokugawa Tsunayoshi del periodo Edo y sus órdenes de ser compasivos con los animales. El “Perro
Shogun” se compadeció de un perro perdido y castigó a aquellos que lo habían maltratado.
Así que es eso.
La orden de ser compasivos con los animales ha sido establecida en Tristain.
Quién estableció esa ley: Louise Françoise Le Blanc de La Vallière.

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El objetivo de la ley: Familiares así como perros, en otras palabras, yo mismo.
Saito detuvo a su imaginación y miró a Louise cálidamente.
Te has vuelto más amable ¿no lo crees Louise? Más cómo una chica. Estás deslumbrante así. Ser tan
amable con alguien como yo… Estás madurando como una chica.
Te cuidaré fielmente; no intentaré nada contigo de nuevo. Hasta que regrese a la Tierra, te
protegeré. Incluso aunque no te guste. Estoy feliz de que seas tan linda conmigo.
El resplandor de Louise se mezcló con la tristeza y desesperanza de Saito, quien sonrió cálidamente.
Louise notó que Saito la miraba atentamente y se sonrojó.
-¿P-Por qué estás mirándome de esa forma?
Notando la vil forma en que él la estaba mirando, Saito alejó sus ojos y apretó sus manos, poniendo
los puños sobre sus rodillas. Escucha atentamente Saito. Los nobles no son para perros como tú.
Comparado con Louise, quien es tan hermosa y pura, tú eres sólo un feo topo.
No hay forma de que un topo como tú, pueda mirar a una chica tan linda de una manera decente.
Esos pensamientos se repitieron en su mente. La tristeza de Saito lo estaba consumiendo
rápidamente, como un pantano sin fondo. Saito obedientemente murmuró:
-Perdóname por ser repulsivo.
Louise rápidamente se volteó en otra dirección. Ugh, ella debe pensar que soy raro. La ama piensa
que este topo es raro.
Saito miró la comida en su plato con una cara apagada. Era una excelente comida, pero los colores de
ella parecían desfallecer ante sus ojos.
La oración usual procedió y el desayuno comenzó. Saito comió calladamente sus alimentos. Estaba
delicioso, pero se sentía tan miserable que no pudo disfrutarlo.

※※※※※

Cuando Louise entró al salón de clases, ella rápidamente fue rodeada por sus compañeros. Había
rumores de que ella había estado en una peligrosa jornada y que había conseguido grandes hazañas durante
su ausencia.
La verdad era que un grupo de estudiantes estuvo observando cuando el líder del Escuadrón de
Defensa Mágico había partido. No fue una escena silenciosa y hubo impaciencia por saber lo que ocurría.
Ellos le habrían preguntado durante el desayuno si no hubiera sido por la presencia de los profesores.
Kirche y Tabitha ya estaba sentadas. Ellas también estaban rodeadas por un grupo de estudiantes.
-Oye, cuando tú y Louise desaparecieron de la clase, ¿adonde fueron?- preguntó Montmorency,
sujetando el brazo de Kirche.

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Mirándola directamente, Kirche comenzó elegantemente a retocar su maquillaje y Tabitha
silenciosamente leía su libro, ella no hablaba mucho. En tanto Kirche, quien usualmente estaba de humor
para ello, no diría nada a sus compañeros sobre su jornada secreta.
No importaba cuanto presionaran e insistieran sus compañeros, ellos no podían obtener nada de ese
par, así que cambiaron de objetivo hacia Guiche y Louise quienes acababan de aparecer.
Guiche, al que le gustaba estar rodeado y ser consentido por las personas, se dejó llevar como era de
esperarse.
-¿Quieren preguntarme, cierto? ¿Quieren conocer los secretos que sé? Ahaha, ¡Como con el pequeño
y apurado conejo!
Louise irrumpió a través de la multitud de personas y golpeó a Guiche en la cabeza.
-¡¿Qué crees que estás haciendo?! La princesa va a enojarse contigo si dices algo.
Con esa simple referencia de Henrietta, Guiche se quedó callado al instante. La suspicacia de sus
compañeros creció al ver esto. Ellos rodearon a Louise y comenzaron a acosarla.
-¡Louise! ¡Louise! ¿Qué es lo que pasó?
-Casi nada. Osman simplemente me envió al palacio por un recado, eso es todo.
-¿Cierto? Guiche, Kirche, Tabitha.
Kirche sonrió misteriosamente mientras soplaba sus refinadas uñas. Guiche asintió. Tabitha
simplemente leía su libro. Cómo nadie tenía la intención de hablar, sus compañeros regresaron a sus lugares.
Como un grupo de perdedores resentidos, comenzaron a hablar sobre Louise con enojo.
-Huh, no debe de ser importante de todas formas.
-Claro, es Louise ‘la Zero’ de quien estamos hablando. No puedo imaginar que gran hazaña sería
capaz de realizar cuando ella ni siquiera puede usar magia”
-Capturar a Fouquet fue sólo un golpe de suerte. Su familiar simplemente logró que funcionara
accidentalmente el Báculo de la Destrucción.- dijo Montmorency con irritación, sacudiendo su ondulado
cabello.
Louise mordió sus labios, mostrando una expresión de indiferencia sobre su rostro mientras guardaba
silencio. Saito estaba sorprendido. ¿Cómo se atreve esta chica con rizos a insultar a mi Louise? Bueno, creo
que no es ‘mi’ Louise. Un topo como yo jamás podrá tener a Louise. Oh pues… Incluso aunque era una
chica, Saito haría lo que tenía que hacer.
Justo cuando Montmorency se paseaba con una mirada de satisfacción en su cara, Saito estiró
“casualmente” el pie, ella no lo notó y tropezó con el.
-¡Aaah!
Montmorency, mostrando una nariz roja por haber caído de lleno de cara contra el piso, le gritó
furiosa a Saito:
-¿Qué estás haciendo? Soy una noble, ¡cómo se atreve un plebeyo como tú a hacerme tropezar!
-Fuiste tú la que no estaba poniendo atención.- Louise dijo esto justo a su lado.

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-¿¡Qué, ahora apoyas al plebeyo, Louise ‘la Zero’!?
-Saito puede ser un plebeyo, pero es mi familiar, Montmorency ‘la Inundación’. Insultarlo a él e
insultarme a mí es la misma cosa. ¿Tienes algo que decir de eso?
Montmorency se marchó, murmurando furiosamente para sí.
Para Saito, Louise, quien lo acababa de defender repentinamente estaba deslumbrando y se encontró
así mismo mirándola dulcemente. Louise sintió su mirada y giró la cara sonrojada a otro lado en reacción.
-¿Q-Qué es lo que estás mirando?
Saito, dándose cuenta una vez más de su repulsiva mirada, se disculpó con Louise. Este horrible topo
lo volvió a hacer.
-P-Perdona
Louise se percató de que Saito se había comportado extrañamente desde la mañana.
Estaba siendo más reservado de lo habitual. ¿Qué más quieres? Estoy siendo tan amable contigo.
Louise estaba a punto de decirle algo al respecto a Saito, pero el señor Colbert entró al salón, por lo
que ella regresó a su lugar.
La clase comenzó.
-Bien, todos….- El señor Colbert palmeó ligeramente su calva cabeza. Hasta ayer, él había estado
aterrado por cómo Fouquet la Tierra Desmoronada escapó de la prisión, sospechando que había un traidor en
el castillo. Él también pensaba que eso era un serio problema para Tristain.
Esta mañana sin embargo, Osman lo había llamado para decirle que “todo ya estaba bien” por lo que
pudo regresar a la normalidad. Además, los asuntos de política no le interesaban en lo absoluto.
En lo que él tenía interés era en el conocimiento, en la historia y… la investigación. Ese era el porqué
daba clases. Él podía reportar libremente los resultados de su investigación, por ello, con un alegre tono,
mostró a la clase algo extraño que se encontraba en su escritorio.
-Señor Colbert, ¿qué es eso?- preguntó uno de los estudiantes.
Realmente era una cosa con una apariencia extraña. Era un largo cilindro metálico con una tubería
que salía de él. Un fuelle estaba conectado a la tubería y una manija estaba pegada al final de la cabeza del
cilindro. La manija estaba conectada a una rueda a un lado del cilindro. Finalmente, habían unos engranes
conectados a la rueda y a la caja.
Mirando ese equipamiento, los estudiantes se estaban preguntando que clase de lección les daría.
Aclarando su garganta, él comenzó su clase.
-Primeramente, ¿quién puede decirme las características principales de la rama mágica del fuego?
La clase volteó hacia Kirche. Si hablabas de la magia elemental de fuego en Halkeginia, entonces te
estarías refiriendo a los nobles de Germania. Incluso entre ellos, los Zerbst eran una familia famosa.
Además, como su nombre rúnico indicaba, ‘Fuego Sutil’, ella era buena en la magia de fuego.
Incluso aunque la clase había iniciado, Kirche seguía limando sus uñas. Sin quitar sus ojos del filo de
ellas, ella respondió lánguidamente: -Pasión y destrucción.

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-¡Correcto!- dijo el señor Colbert, él mismo era un mago Triangular cuyo nombre rúnico era ‘La
Serpiente de Fuego’.- Sin embargo, dejando a un lado la pasión, sólo ser capaz de destruir es algo solitario,
creo. Eso depende de su uso, para cualquier cosa. Dependiendo de cómo lo uses, incluso puedes hacer
algunas cosas muy divertidas. No es sólo para la destrucción, señorita Zerbst. Una batalla no es el único
lugar donde puedes ver fuego.
-No hay sentido en tratar de explicarles a los nobles de Tristain sobre la magia de fuego.- dijo Kirche
llena de confianza. El señor Colbert no fue perturbado por su desacuerdo, en vez de ello le sonrió.
-Pero, ¿qué es esa extraño objeto que tiene ahí?- preguntó Kirche con una mirada en blanco,
apuntando al equipamiento sobre el escritorio.
-Hehe, Finalmente lo preguntaste. Esto es algo que inventé. Funciona usando aceite y magia de
fuego.- Los estudiantes quedaron boquiabiertos, mirando al mecanismo intensamente. El mecanismo
resultaba familiar para Saito, como si lo hubiera visto antes en algún otro lugar. Siendo una persona curiosa,
él también permaneció en silencio, mirando atentamente.
El señor Colbert continuó.
-Primero, vaporizamos el aceite en el fuelle.- Él pisó repetidamente el fuelle con su pie.-Y entonces,
el aceite vaporizado irá hacia el tubo cilíndrico.
Con una mirada cautelosa, Colbert metió su varita mágica en un pequeño agujero que había abierto y
recitó un encantamiento. El sonido de un fuego abrazador pudo ser escuchado repentinamente y, mientras el
fuego prendía el aceite vaporizado, el sonido cambió al de explosiones.
-¡Todos observen atentamente! Dentro del tubo metálico, ¡el poder de las explosiones está moviendo
el pistón de arriba a abajo!
La manija pegada al final del cilindro comenzó a moverse y la rueda junto con ella. La rueda que
giraba abrió la puerta de la caja. Los engranes comenzaron a moverse y la marioneta de una serpiente salió
del interior.
-¡El poder es transferido a la manija que hace girar a la rueda! ¡Miren! ¡La serpiente ha salido a
saludarnos! ¡Es tan interesante!
Los estudiantes miraban sin entusiasmo. El único interesado parecía ser Saito.
-¿Y entonces? ¿Qué tiene de especial esto?
El señor Colbert se entristeció por el hecho de que la invención de la que estaba tan orgulloso había
sido totalmente ignorada.
Aclarando su garganta, comenzó a explicar.
-En este ejemplo sólo apareció una serpiente, pero que dirían si este mecanismo fuera colocado en un
carruaje. Entonces, ¡el carruaje podría moverse incluso sin caballos! Esto también funcionaría al ponerlo en
un lado de un bote para mover una rueca en el agua. ¡Entonces no habría necesidad de remos!
-Podrías simplemente usar magia en esos casos. No hay necesidad de usar tal clase de mecanismo tan
raro.- Después de que un estudiante dijo esto, los demás comenzaron a asentir en concordancia.

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-Todos, ¡escuchen atentamente! Si esto es mejorado un poco más, ¡podría funcionar incluso sin
magia! Yo dependí de mi magia de fuego para arrancarla, pero digamos que usamos un pedernal y
encontramos una forma de prenderlo de vez en cuando…
Colbert obviamente se estaba emocionando, seguía hablando y hablando, mientras los estudiantes se
estaban preguntando qué tenía de especial. El único que parecía entender la grandeza de esa invención era
Saito
-Señor Colbert, ¡eso es grandioso! ¡Ese es un motor!- dijo Saito mientras se paraba de repente. La
clase entera giró para verlo.
-¿Motor?- El señor Colbert miró a Saito con una cara en blanco.
-Si, un motor. Es usado en mi mundo para cosas como las que acaba de decir.
-Puedo ver que eres una persona perceptiva. Eres el familiar de la señorita Vallière, ¿cierto?
El hecho de que él era el Legendario Familiar Gandalfr, quien tenía las runas en el dorso de su mano,
volvió de repente a la mente del señor Colbert. Él lo había olvidado desde que Osman le dijo que se
encargaría de ello… pero debido a su entusiasmo, comenzó a tener interés en Saito.
-¿Dónde naciste?- preguntó Colbert con entusiasmo.
Louise jaló fuertemente la manga de la chaqueta de Saito y lo miró ligeramente.
-No digas cosas innecesarias, estamos viéndonos sospechosos.
Concordando, Saito volvió a sentarse.
-¿Hmm? ¿En dónde naciste?- repitió Colbert y se aproximó a Saito con una brillante expresión.
Louise contestó por él:
-Señor Colbert, él es, uh… de Rub’ Al Khali, en el Este.
El señor Colbert fue tomado por sorpresa.
-¡¿Qué?! ¡¿Pasando las aterradoras tierras de los elfos?! Espera, él fue convocado, ¿no es así…? Así
que no tuvo que cruzar esas tierras…ya veo. He escuchado que las tierras que gobiernan los elfos en el Este
han avanzado tecnológicamente. Así que naciste ahí… ya veo…- Colbert asentía al haber comprendido eso.
Saito se volteó hacia Louise.
-¿Qué es eso de Rub-no se qué?
-Sólo sígueme la corriente.- dijo Louise, dándole un pisotón a Saito.
-A-ah… si. Yo soy de…Rub.
El señor Colbert asintió nuevamente y regresó a su mecanismo. Parado sobre la plataforma una vez
más, miró alrededor de la clase.
-Muy bien entonces, ¿quién quiere intentar operar el mecanismo? ¡Es muy simple! Simplemente
abren el hoyo en el cilindro, ponen su varita y entonces recitan el hechizo de ‘Ignición’ repetidamente. La
sincronía es un poco engañosa pero una vez que te acostumbras a ella, será tan fácil como esto.

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El señor Colbert pisó el fuelle con su pie y operó el mecanismo una vez más. Los sonidos de
explosiones resonaban por todo el salón de clases mientras la manija y los engranes se movían, seguidos por
la serpiente que mostraba su rostro.
-¡Y la alegre serpiente nos felicita!
Nadie levantó la mano. El señor Colbert trató de obtener el interés de los estudiantes en su
mecanismo diciendo ‘alegre serpiente’, pero no causó ningún efecto.
Decepcionado, Colbert bajó los hombros.
Montmorency repentinamente apuntó a Louise.
-Louise, ¡inténtalo tú!
La cara del señor Colbert se encendió.
-Señorita Vallière ¿acaso le interesa el mecanismo? Capturaste a Fouquet la Tierra Desmoronadora y
le diste una paliza donde estuvieron, seguramente no tienes ningún problema con algo como esto, ¿verdad?
Louise se dio cuenta de que Montmorency estaba tratando de avergonzarla, intentando que fallara en
esto.
Parecía que a Montmorency no le agradaba que Louise recibiera toda la atención por haber cumplido
grandes hazañas y ser el centro de los bailes. Su envidia era profunda y el hecho de que ella estuviera
mostrándolo repentinamente, fue descubierto por Louise.
Montmorency continuó provocando a Louise.
-¿Oye, lo harás? Louise. Louise ‘la Zero’
Algo en Louise reventó. Ella no podía quedarse quieta mientras Montmorency la llamaba ‘Zero’.
Louise silenciosamente se levantó y se aproximó a la plataforma.
Viendo a Louise en ese estado, Saito miró penetrantemente a Montmorency.
-Oye Monmon.
-¡Por todos los cielos, es Montmorency!
-¡No provoques a Louise! ¡Todo terminará en una explosión!- dijo Saito sin pensarlo.
Louise apartó la mirada ante el comentario de Saito. Los estudiantes de la fila de enfrente se
escondieron tras de sus sillas.
Escuchando el comentario, el señor Colbert recordó las habilidades de Louise y el origen de su
sobrenombre. Tratando desesperadamente de hacerla cambiar de parecer, comenzó a persuadirla de una
manera descompuesta.
-Ah, señorita Vallière. Emh, puede intentarlo en otra ocasión, ¿de acuerdo?
-Fui insultada por Montmorency ‘la Inundación’.- dijo Louise con una fría voz. Sus enrojecidas
pupilas cafés estaban llenas de furia.
-Yo reprenderé a Montmorency. Así que… emh, ¿podrías por favor guardar tu varita? No dudo de
tus habilidades, pero la magia no siempre sale bien. Quiero decir, “un dragón también puede morir por
fuego” después de todo.

31
Louise miró agudamente a Colbert.
-Por favor, déjeme hacerlo. No siempre fallo. A veces lo logro hacer bien. Hay momentos
cuando…ocasionalmente…lo logro.- dijo Louise y, aunque las palabras tenían significado para ella, su voz
temblaba.
Saito sabía que ahora no había forma de detenerla. Cuando Louise estaba extremadamente enojada,
su voz comenzaba a temblar.
El señor Colbert alzó la mirada hacia el techo y suspiró.
Louise imitó las acciones del señor Colbert y pisó el fuelle. El aceite vaporizado fue enviado al
cilindro. Ella tomó un profundó respiro y metió su varita dentro del cilindro.
-Señorita Vallière, uhhh…- murmuró el señor Colbert, como si estuviera rezando.
Con una voz tan clara como una campana, ella comenzó a recitar el hechizo.
La clase entera se congeló.
Como era de esperarse, el mecanismo explotó.
Louise y el señor Colbert fueron mandados a volar hacia el pizarrón negro mientras la clase gritaba.
La explosión esparció el aceite quemado por todo el salón. Los estudiantes corrían de forma caótica,
esquivando las flamas.
Como su silla y mesa estaban quemándose, Louise se puso de pie lentamente. Era una cruel escena.
Su ropa fue destrozada y su clara complexión fue cubierta de hollín.
Ignorando totalmente el caos que se desató en el salón de clases, ella sujetó el brazo del señor
Colbert y le susurró:
-Señor Colbert. Esa máquina se rompe muy fácilmente.
El señor Colbert no respondió, al sentir que se desfallecía.
Los estudiantes respondieron por él:
-¡Fuiste tú quien lo rompió! ¡Tú, Zero! ¡Louise “la Zero”!
-Eso no importa, ¡cuidado con el fuego! ¡Alguien apáguelo!
Montmorency se levantó y recitó un conjuro. Era el conjuro “Escudo de Agua”. La barrera de agua
extinguió el fuego y los demás estudiantes le aplaudieron.
Montmorency, como si hubiera triunfado, le dijo a Louise:
-Me pregunto si eso fue innecesario dado que eres una maga “tan habilidosa” y esas eran unas llamas
tan débiles, después de todo.
Furiosa, Louise mordió sus labios.

※※※※※

Esa noche… ya era tarde en el momento que el salón de clases por fin fue limpiado. Ordenar las
sillas y escritorios además de asear el piso fue una tarea enorme.
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Exhaustos, Louise y Saito regresaron a su habitación. Saito colapsó sobre su montón de paja. Louise
se sentó sobre la cama. Casi era hora de dormir.
Como era usual, Saito se dirigió al armario para traerle su ropa a Louise. Ella sin embargo,
repentinamente se levantó.
-¡Q-Qué estás haciendo?
Louise se sonrojó y se quedó sin respuesta. Tomó las sábanas y comenzó a colgarlas de las columnas
de la cama. Las sábanas actuaban como una especie de cortina y ocultaban su cama. Observando a Saito con
el rabillo de sus ojos, ella se dirigió al guardarropa, sacó su vestimenta y regresó a la cama. Saito podía oír el
sonido del roce de la ropa mientras ella se cambiaba detrás de esa cortina. Deprimido, Saito regresó a su
montón de paja.
Ella no quiere que alguien como yo la vea. Incluso aunque te mire, no haré nada extraño. Ya ni
siquiera te miraré más. No soy el lobo que crees que soy…soy un torpe topo. Bueno, tú fuiste besada por un
topo, pero eso fue porque me entusiasmé demasiado, cometí un error. No lo volveré a hacer
Louise. Te protegeré apropiadamente. Este horrible topo te protegerá desde este montón de paja.
Mientras Saito se torturaba infinitamente con estos pensamientos. La cortina fue echada abajo.
Usando una linda bata, Louise fue bañada por la luz de la luna, su cabello caía suavemente. La
brillante luz de la luna acentuaba su divina belleza. Después de peinar su cabello con las manos, ella se
acostó y apagó la lámpara del buró de su cama con un rápido movimiento de su varita. Era una lámpara
mágica que se podía controlar con la señal de su amo. No era exactamente especial, pero parecía ser algo
realmente caro. Con los rayos de la luna inundando la habitación, la atmosfera se sentía como de ensueño.
Justo cuando Saito estaba a punto de quedarse dormido, Louise se sentó en la cama y lo llamó:
-Oye, Saito.
-¿Si?
-Dormir en el piso siempre es algo extremoso…puedes… emmh, dormir en la cama si quieres.
El cuerpo de Saito se paralizó.
-¡¿Q-Qué?!
-¡No pienses cosas extrañas! Te golpearé si haces algo raro.
Saito estaba conmocionado. Ah, realmente eres amable Louise, ¿no es así? Has cambiado
completamente. Esa cruda experiencia realmente te cambió…Incluso estás siendo amable con un topo como
yo. Con cada paso que se acercaba a la cama, su pulso se elevaba al doble.
Louise miraba a la ventana, envuelta en la manta, casi sobre el filo de la cama.
-¿Está…bien? ¿Incluso si soy yo? ¿Un torpe topo?
-Si, está bien, no me hagas repetirlo de nuevo. ¿Y que quieres decir con “un topo”?
Saito se deslizó a la cama y se cubrió con la manta.
-Lo siento.

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Él tenía que disculparse por haberse emocionado y haber terminado besándola. Él sentía que debía
hacerlo. Saito murmuró:
-Discúlpame…por besarte de esa manera.
Louise no respondió.
Saito pensó que ya estaba durmiendo, pero no sonaba como si fuera así. Él continuó:
-Yo… decidí antes de eso que te protegería como se lo prometí al Príncipe Wales… No sólo de los
enemigos, sino también de mis propios deseos. No puedo decir que haya hecho un buen trabajo
protegiéndote hasta ahora, así que, perdóname.- dijo Saito, sacando lo que tenía en su mente.
-Todo está bien, no te preocupes por eso.- contestó Louise con una débil voz.
Saito jaló la manta y murmuró:
-No lo volveré a hacer.
-Por supuesto…- Louise comenzó a hablar, como si estuviera determinada a decirle algo a Saito.-
…pero, también tengo que disculparme. Perdóname, por haberte invocado.
-No hay problema, no fue del todo bueno, pero está bien.
-Encontraré la forma de regresarte a tu hogar. No sé cómo, pero lo haré. Nunca escuché antes de otro
mundo.
-Gracias.- Saito se sintió aliviado.
Sufriendo un poco, Louise le preguntó a Saito:
-En tu mundo… ¿no existen los magos, verdad?
-No.
-¿Existe solo una luna?
-Sólo una.
-Qué raro.
-No lo es, es este mundo el que es raro, con magos y esas cosas.
-¿Qué hacías en tu mundo?
-Yo era un estudiante de preparatoria.
-¿Estudiante de preparatoria?
-Pues supongo que no hay mucha diferencia de ser un estudiante aquí, creo. Estudiar es una especie
de trabajo
-¿Qué hace la gente cuando crece?
Louise comenzó a bombardear a Saito con preguntas. Mientras se preguntaba la razón, Saito le
respondió.
-Tal vez ser empleado de una compañía, eso es lo más común.
-¿Qué es un empleado de una compañía?
Él se estaba irritando un poco, pero respondió:
-Tú trabajas y ganas dinero.

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-Realmente no lo entiendo pero… ¿eso es en lo que te quieres convertir?
Saito quedó en silencio. No había pensado en lo que quería ser en el futuro. Él pasaba sus días
haciendo lo que le gustaba. Su futuro no era ni brillante ni tortuoso.
Pensar en esta situación podría durar para siempre pues simplemente asistía distraídamente a la
escuela, Saito tuvo problemas para responder.
-No sé, realmente no había pensado en eso.
-Wardes dijo que tú eras el Familiar Legendario. Aparentemente esas runas en el dorso de tu mano
son la marca de Gandalfr.
-No lo entiendo claramente pero parece que Gandalfr es capaz de usar a Derflinger, la espada
legendaria.
-Me pregunto si eso es cierto…
-Bueno, tiene que serlo, normalmente no podría usar una espada como esa.
-Entonces, ¿por qué no puedo usar magia? Tú eres el Legendario Familiar ‘Gandalfr’, y yo aún soy
Louise ‘la Zero’…
-No lo sé.
Louise permaneció callada por un momento. Entonces ella dijo en un tono serio:
-¿Sabes? Deseo convertirme en una gran maga. No quiero decir ser una maga muy poderosa. Sólo
quiero ser capaz de realizar hechizos apropiadamente. No quiero fallar en cada hechizo que lanzo y ni
siquiera saber en que elemento mágico soy buena.
Saito recordó la clase que habían tenido más temprano. Como era usual, Louise había fallado.
-Desde que era pequeña, siempre me han dicho que no tenía esperanza. Mi padre y madre no esperan
nada de mí. Siempre he sido tratada como un idiota, siempre llamada ‘Zero’… realmente no tengo ninguna
habilidad. No hay elemento mágico en el que sea buena. Incluso soy torpe recitando encantamientos. Yo lo
entiendo. Mis maestros, mi madre y mis hermanas me lo han dicho, cuando uno recita un encantamiento de
un hechizo de tu elemento mágico, algo dentro de tu cuerpo responde y circula dentro de ti. Cuando ese
ritmo está en el clímax, eso significa que el hechizo está completo. Pero… nunca antes he sentido eso…- La
voz de Louise se hacía cada vez más débil- …pero, al menos quiero ser capaz de hacer las cosas que todos
los demás pueden. De otra forma, tengo el presentimiento de que no seré capaz de ser feliz conmigo misma.
Louise permaneció en silencio una vez más. Saito no sabía que decir para reconfortarla. Un rato pasó
antes de que él dijera algo.
-Aunque no puedas usar magia…sigues siendo normal. No sólo normal…eres linda y genial. Y
recientemente también estás siendo tan amable. Tienes tus propias cualidades. Aunque no puedas usar
magia, eres una gran persona…
Terminando su incoherente respuesta, Saito se giró hacia Louise. Ella ya se había dormido. Esa
inocente cara le robó el aliento.

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Parecía que ella se había quedado dormida mientras Saito pensaba su respuesta. Su rosado y claro
cabello brillaba intensamente mezclado con la luz de la luna. Su pausada respiración podía ser escuchada de
sus pequeños y rosados labios.
Mirando esos labios, él quería volver a presionar los suyos contra los de ella una vez más y, sin darse
cuenta, comenzó a mover su rostro hacia ella. Pero se detuvo. Es una cobardía besar a una chica que ni
siquiera es mi novia mientras está durmiendo. No soy su amor… pero te protegeré. No te preocupes Louise.
Sonriendo dulcemente a Louise, Saito cerró los ojos. Con la respiración de Louise como una canción
de cuna. Saito cayó dormido.
Louise abrió los ojos una vez que Saito se había dormido.
-Estaba fingiendo que dormía.- murmuró mientras juntaba sus cejas. Louise abrazó su almohada y
mordió sus labios. Es tan diferente, pensó ella. Cuando él trató de acercarse a ella, él lo hizo de una forma
temeraria, como un idiota, pero ahora que era obediente, era completamente complaciente.
No lo entiendo. No entiendo que está pensando. Louise postró sus manos sobre su pecho.
Cuando Saito estaba cerca de ella, su pecho realmente latía con fuerza. ¿Así que en verdad son
auténticos estos sentimientos?
Ella quería regresarle el favor a Saito, quien había sido tan amable y la había salvado tantas
veces…pero eso no era lo único. Era la primera vez que ella tenía estos sentimientos por alguien del sexo
opuesto y no sabía que hacer.
Ella no le permitió a Saito ayudarla a cambiarse por esa razón. Una vez que se dio cuenta de esos
sentimientos, ella se avergonzaba ante el mero pensamiento de que él la viera así. Ella tampoco quería que
viera su rostro justo después de que había despertado.

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¿Cuándo comencé a sentir estos sentimientos por Saito? Probablemente desde aquella vez, pensó
Louise. Justo cuando estaba a punto de ser asesinada por el golem de Fouquet, fue salvada por Saito. Su
corazón latía fuertemente. Haciendo a un lado el hecho de que estaba al borde de la muerte, su corazón latía
ruidosamente.
También estuvo la ocasión en que Wardes estaba a punto de matarla. Saito se interpuso y la salvó.
Pero la ocasión en la que su corazón latió más rápido fue cuando estaban montando sobre el dragón y él la
besó. Después de eso, ella no pudo mirar a Saito a la cara.
¿Me pregunto que piensa Saito de mí? ¿Una chica desagradable? ¿Una ruda y egoísta ama? ¿O tal
vez le gusto? Bueno, él me besó, así que debo gustarle. ¿O podría ser que él es como Guiche y le gustan
todas las mujeres? Me pregunto ¿cuál?, quiero saberlo. De cualquier forma, ¿Por qué no hizo nada cuando
estoy durmiendo justo al lado de él?, pensó Louise.
Por supuesto, si él hace algo ahora, lo golpearé en la ingle. Pero…pero… Louise tocó suavemente
la almohada de Saito, pero él no despertó. Ella miró a su alrededor nerviosamente. Más que la luna, nadie la
observaba.
Ella se movió hacia la cara de Saito. Su pulso inició su aceleración. Ella presionó sus labios sobre los
de él suavemente, sólo por unos dos segundos. Fue el tipo de beso de una persona que no estaba segura sí
debía darse.
Saito se volteó.
Louise tuvo una fuerte sensación de pánico y se alejó de él, fundiéndose bajo su manta y abrazando
su almohada.
¿Qué estoy haciendo? Y a mi familiar también. Soy una idiota.
Ella miró el rostro de Saito. Él era estupendo: venía de otro mundo, era muy obediente en algunas
ocasiones y otras veces se exaltaba sin ninguna razón. El Legendario Familiar… ¿me pregunto si realmente
le gusto? ¿Esto es a lo que los demás llaman “sentirse atraída por alguien”?
Mientras ella repasaba sus pensamientos, ella tocó sus labios con sus dedos. La calidez era como
hierro contra sus labios. ¿Cómo puedo encontrar la respuesta a esta pregunta?
-No quiero que me abandones sin conocer la respuesta…- murmuró Louise mientras cerraba los ojos.

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CAPÍTULO 03 - EL LIBRO DEL FUNDADOR

Sir Osman miraba con su mente absorta el libro entregado por el Palacio Real, acariciando su barba.
La cubierta, forrada de cuero viejo, estaba tan descuidada que parecía que se rompería simplemente al
tocarla. El color de las hojas del libro tenía un matiz amarillento.
-Mmm… mientras balbuceaba, el señor Osman volteó una página, nada estaba escrito ahí. Había
cerca de trescientas páginas en el libro y todas ellas estaban en blanco.
-Esto ha sido heredado por generaciones en la Familia Real de Tristain, “El Libro de Plegarias del
Fundador”…
Seis mil años atrás, el Fundador Brimir ofreció una plegaria a Dios y escribió sus hechizos, usando
runas mágicas como letras.
-¿No será una falsificación?
Sir Osman miraba sospechosamente el libro. Falsificaciones…eso suele ocurrir con las cosas
“legendarias”. Aparentemente, sólo un “Libro de Plegarias del Fundador” existía en el mundo. Acaudalados
nobles, sacerdotes de templos, Familias Reales de cada país; cada uno de ellos clamaba tener el verdadero.
Fuera o no fuera el genuino, todos ellos estaban guardados en sus librerías como si fuera aquel valioso y
auténtico artículo.
-Pero si es un engaño, es una falsificación espantosa. Todos sus caracteres han desaparecido.
El señor Osman había visto muchas veces antes al nombrado “Libro de Plegarias del Fundador” en
diferentes sitios. Las runas siempre saltaban por ahí y se acomodaban en uno u otro orden, sin embargo,
nunca había encontrado un libro como éste. ¿Podría ser el real?
En ese momento escuchó el sonido de alguien tocando la puerta. Debería contratar a una secretaria,
pensó sir Osman mientras le decía a su invitado que entrara a su habitación.
-No está cerrado, por favor pase.
La puerta se abrió y una esbelta chica ingresó, tenía un cabello rosado claro y grandes ojos marrón
enrojecidos. Era Louise.
-Escuché que me buscaba, así que…- dijo Louise.
El señor Osman se levantó y extendió sus brazos, dándole la bienvenida a su pequeña visitante,
simpatizando con el sufrimiento de Louise de los días pasados:
-Oh, señorita Vallière. ¿Ya descansó después de su agotadora jornada? Su gran esfuerzo aseguró la
prosperidad de la alianza y previno una crisis en Tristain.- dijo sir Osman con una tenue voz; continuó.-…
Y, el próximo mes en Germania finalmente se celebrará la ceremonia de bodas entre la Princesa y el
Emperador de Germania. Todo gracias a ti. Debes estar orgullosa.
Después de oír eso, Louise entristeció por un momento. Henrietta, su amiga de la infancia, era
utilizara como un juguete político y se casaría con el Emperador de Germania sin amarlo. A pesar de que no

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había otra forma para establecer la alianza, cuando Louise recordó la triste sonrisa en los labios de Henrietta,
sintió una presión en su pecho.
Louise silenciosamente dio una reverencia. Sir Osman permaneció en silencio por un momento
observando a Louise, entonces recordó que sostenía el Libro de Plegarias del Fundador en sus manos, y se lo
mostró a Louise.
-¿Qué es esto?- Louise observaba el libro con una expresión de suspicacia.
-El Libro de Plegarias del Fundador.
-¿El Libro del Fundador? ¿Éste?
Fue entregado a la Familia Real. El libro legendario. Pero… ¿por qué lo tiene el señor Osman?
-En la tradición de la Familia Real de Tristain, durante una boda de la Familia Real, una noble es
escogida para tomar el rol de dama de honor. A la dama de honor elegida se le entrega tradicionalmente este
libro, siguiendo el mandato imperial.
-Uh…Huh.- Louise, quien no tenía presente la etiqueta que dictaba el Palacio en tales casos,
respondió eso con la mente perdida.
-Y la princesa ha escogido a la señorita Vallière para que sea su dama de honor.
-¿La Princesa…?
-Así es. La dama de honor debe llegar con su edicto escrito mientras sostiene el Libro de Plegarias
del Fundador”
-¡A…ah! ¿Debo de escribir ese edicto?
-Eso es un hecho. Por supuesto, aún hay cosas de la etiqueta del Palacio que necesitas practicar…Las
tradiciones pueden ser molestas, sin embargo señorita Vallière, la Princesa está confiando en ti. Este es un
gran honor. Por favor sigue las regulaciones del palacio y escriba el edicto, porque algo como esto ocurre
sólo una vez en la vida.
Henrietta, mi amiga de la infancia… me escogió para ser su dama de honor. Louise encontró
firmemente su respuesta.
-Entiendo. Aceptaré respetuosamente.
Louise recibió el Libro de Plegarias del Fundador de las manos de Sir Osman. El señor Osman sonrió
mirando a Louise.
-Estás destinada a resguardarlo. Bien, bien… la Princesa estará complacida.

※※※※※

Esa noche, Saito preparaba el baño. Ciertamente la Academia de Magia de Tristain tenía un lugar de
baños comunes. Era un baño de estilo romano, revestido de mármol, tenía una enorme piscina, llena de
perfume mezclado con agua caliente que se decía podía garantizar una sensación divina; por supuesto, Saito
no podía entrar ahí. Sólo a nobles se les permitía usarlo.
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El baño común para plebeyos, era bastante mezquino comparado con el de los nobles.
El pequeño baño parecía un cuchitril, ubicado sobre piedras, bajo las cuales ardía fuego, despedía un
fuerte olor a sudor y con la incómoda sensación de cuerpos apretujados, sólo provocaban transpirar más.
Un solo día en ese baño fue suficiente para enfadar a Saito. Él, crecido en Japón, contaba con un
baño el cual tenía un calentador lleno de agua caliente. Ese otro sauna le era insatisfactorio.
Perturbado, Saito le pidió al cocinero en jefe Marteau una enorme y vieja olla que estaba a punto de
ser desechada e hizo de ella una tina. Quién se bañaba en ella se sentaba sobre una tapa de madera flotante
que se colocaba por debajo y se mantenía ahí por su peso. Leños que ardían bajo la olla calentaban el agua.
Este era el baño de Saito, situado en un rincón del patio Vestri. Era un lugar conveniente, dado que la
gente no solía pasar por ahí.
El día estaba llegando a su final, las dos lunas estaban apareciendo, brillando tenuemente. Una vez
que el agua estaba lo suficientemente caliente, Saito se quitó rápidamente la ropa y hundió su pie dentro de
la enorme olla.
-Ahh, agradable… y caliente…agua…- Se colocó una toalla sobre la cabeza y comenzó a tararear
una melodía.
-¿Se siente bien?- gritó Derflinger, quien estaba apoyado en un costado de la olla, a Saito.
-¡Claro!
-Por cierto compañero, ¿por qué no aprovechaste la oportunidad con la joven noble hace un
momento?
Saito le lanzó una mirada poco calurosa.
-No me mires así. Se siente mal compañero.
-Oye, espada legendaria.
-En efecto soy una espada legendaria, ¿qué pasa?
-Durante estos seis mil años, ¿has encontrado a alguien lo suficientemente importante para proteger?
Derflinger se sacudió ligeramente.
-Yo no protejo. Quién me blande es quien protege a alguien.
-Pobrecillo…- dijo Saito desde el fondo de su corazón con una voz de compasión.
-¡¿Pobrecillo dices?! Al contrario, eso es bastante cómodo.
-¿Lo es? A propósito, ¿qué cosas recuerdas del otro Gandalfr? ¿Qué tan loable fue y que clase de
cosas hizo?- le preguntó a Derflinger, mostrando su curiosidad nata.
-Lo olvidé.
-Huh.
-Eso fue hace mucho tiempo. Dejando eso a un lado compañero, alguien viene.
Una sombra apareció sobre la luz de la luna.
-¿Quién es?

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La pregunta de Saito asustó a la sombra, que dejó caer algo que llevaba; permitiendo escapar un
sonido estruendoso. Bajo los rayos de la luna, se pudo escuchar el ruido de algo rompiéndose.
-Waaah, se rompió… Me van a regañar de nuevo… Snif, snif…
Saito fue capaz de reconocer a la persona que se manifestaba entre la oscuridad por aquella voz.
-¡¿Siesta?!
Iluminada por aquellos rayos de luz, la figura de la sirvienta que trabajaba en el Comedor Alviss
apareció: Siesta. Ella apenas había acabado de trabajar y, aunque seguía usando su uniforme de sirvienta, no
traía su diadema que cubría su cabeza. Su suelto cabello oscuro que le llegaba hasta los hombros brillaba
elegantemente.
Siesta se sentó en cuclillas para recoger las cosas que había tirado.
-¿Q-Qué estás haciendo aquí?
La voz de Saito hizo que Siesta se volteara.
-Uhmmm… ¡Hoy pude conseguir algunas muestras que en verdad saben muy bien y quería que las
probaras! Iba a dártelas en la cocina pero, ¡hoy no fuiste! ¡Waaah!- dijo Siesta casi en pánico. De hecho,
había una bandeja tirada junto a Siesta además de una tetera volteada y unas cuantas tazas. Parecía que había
tirado otra taza ante la repentina llamada de Saito.
-¿Era un obsequio?- preguntó Saito, aún sumergido en la bañera. Repentinamente Siesta se dio
cuenta de que Saito estaba completamente desnudo y por un momento, alejó la mirada avergonzada.
-Así es. Unos artículos inusuales llegaron hoy del pueblo del Este, Rub’ Al Khali. Un poco de té.
-¿Té?
-Sip, esta clase de cosas son extremadamente raras.- agregó Siesta mientras servía un poco de la
tetera en la taza que no estaba rota y se la ofreció a Saito.
-Gracias.
Saito la dirigió hacia sus labios. El dulce aroma del té cosquilleaba en su nariz.
Cuando estuvo en su boca, le supo como al té verde japonés. De repente se sintió abrumado por la
nostalgia. Ahh Japón, mi querido país natal. En esa enorme olla-baño, Saito humedeció las comisuras de sus
ojos espontáneamente.
-¿Q-qué pasa? ¿Estás bien?- Siesta se inclinó sobre la orilla de la olla.
-S-si, sólo me sentí un poco nostálgico por un momento. Estoy bien. En verdad.
Después de decir esto, Saito se llevó la taza a la boca una vez más. A pesar de que tomar un baño y
un té al mismo tiempo hacían una extraña combinación, ambas cosas empaparon a Saito con esa extraña
añoranza.
-¿Lo extrañas? Es cierto, Saito-san viene del Este.- dijo Siesta apenada y mostró una momentánea
sonrisa.
-Yo… probablemente me siento así. Sin embargo, ¿sabias que yo estaba en este lugar?
Las palabras de Saito hicieron que Siesta se sonrojara.

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-Eso es… es… porque te vi dirigirte hacia aquí con el agua caliente…
-¿Estabas espiándome?
La voz de Saito diciendo eso fue algo inexpresiva. Siesta sacudió la cabeza vigorosamente.
-N-No ¡Yo no quise decir eso!
Nerviosa, Siesta cayó sobre la orilla de la olla y con un ruidoso salpicón, se zambulló dentro de ella.
-¡Kyaaaaaaa!- gritó Siesta, pero su chillido fue suprimido por el agua caliente del interior de la olla
de hierro.
-¿Estás bien?- preguntó Saito con una clara sorpresa.
-Es-estoy bien… Waah, pero ahora estoy toda mojada…
Siesta sacó su cabello mojado del agua caliente. Toda la vestimenta de sirvienta de esa pobre chica
estaba empapada. Y cuando ella se dio cuenta de que Saito estaba desnudo, su sangre se esparció
rápidamente por toda su cara.
Saito entró en pánico.
-¡Lo-lo siento! Aunque el baño está sobre una hoguera, ¡aún así es posible caer dentro!
-N-no, ¡discúlpame!
Aunque ella se estaba disculpando, no trataba de salir del baño. Saito entonces decidió tomar una
actitud atrevida también. Él pretendía mostrarle de alguna forma masculina que no era problema que ella no
saliera de ahí. En esos momentos trataba de actuar de una forma relajada y tranquila. ¿De qué forma sería
mejor mostrar mi masculinidad? pensó Saito, lo que mostraba que era un tonto en eso.
-Ufufu
Siesta reía aún con toda su ropa empapada dentro de esa olla. A pesar de que no era una situación
para reírse, lo hacía.
-¿Pa-pasa algo?
¿Tal vez su tamaño era irrisorio? Aunque estaba oscuro y nadie podía ver debajo de la superficie del
agua, Saito repentinamente sintió esa inseguridad.
-Nada, pero, se siente bien. ¿Es la forma en que se bañan en el país de Saito-san?
Sintiéndose aliviado, Saito respondió:
-Claro. Aunque, es inusual meterse mientras usas ropa.
-¿Vaya? ¿De veras? Pues… si lo piensas un poco, debe de ser cierto. Muy bien, me la quitaré.
-¿Si?- Saito totalmente perplejo, le preguntó nuevamente a Siesta.- ¿Qué acabas de decir?
Siesta, que era usualmente tímida e indecisa, por alguna razón se volvió intrépida. Mordiéndose
ligeramente los labios, ella miró a Saito de una forma determinada.
-Dije… que me la quitaré.
-¡Pero Siesta…! Soy un hombre y…- dijo Saito confundido.
-Está bien. Sé que Saito-san no es el tipo de persona que me lastimaría.
Saito asintió, a pesar de que no había escuchado ni una sola palabra.

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-No, cielos… no hagas eso…
-Pero yo también quiero usar de forma apropiada tu baño. Es agradable.
Y.. ¿Ehh? Saito miraba mientras Siesta se levantaba del agua caliente y comenzaba a quitarse su ropa
mojada. Saito alejó la mirada, totalmente en pánico.
-¡De-detente Siesta! ¡Espera un momento! ¡Te lo ruego!
Sin embargo, la palabra ‘detente’ de Saito sonó débilmente, delatando sus verdaderos pensamientos.
-Pe-pero estoy empapada… El jefe enloquecerá si regreso así a la habitación. Creo que primero
debería secar la ropa en el fuego.
A pesar de que lucía obediente, Siesta podía ser muy audaz cuando se lo proponía.
Los botones de su blusa y el ganchillo de su falda fueron desabrochados en un parpadeo. Se sentía
bien quitarse esa ropa mojada.
Siesta se quitó su uniforme de sirvienta y su ropa interior y los dejó cerca de los leños para que se
secaran. Después de ello, se sumergió nuevamente en el agua caliente.
Saito observó como se sumergían las piernas de Siesta con el rabillo de los ojos. Nunca había visto
las piernas desnudas de Siesta, ya que siempre las tenía cubiertas con la falda, eran blancas y saludables. Si
él hubiera volteado la cara en esa dirección, habría sido capaz de venerar su cuerpo entero.
-¡Uwaa! ¡Se siente bien! Compartir el baño de esta forma y sumergirse en el agua caliente ¡realmente
se siente bien! Se siente como tomar el baño de un noble. Estoy tan celosa, pero ahora puedo hacerlo yo
misma, ¿cierto? Saito, en verdad eres muy listo.
-E-En realidad no.- respondió Saito, aún volteando la vista. Se sentía como si el agua de repente se
hubiera calentado todavía más. Junto a él había una chica desnuda. En esa clase de situación, Saito se sintió
aturdido y casi desfalleció. Siesta le dijo con una sonrisa penosa en sus labios:
-Por favor no seas tan tímido. No estoy apenada tampoco. Está bien si quieres voltear hacia acá.
Mira, mis pechos están ocultos por mis brazos.
Saito volteó, sintiéndose medio confundido y medio feliz.
Siesta estaba sentada justo frente a Saito, sumergida en el agua caliente. Debido a que estaba oscuro,
no se podía ver claramente su cuerpo a través de la superficie del agua. Él se sintió un poco aliviado.
A pesar de ello, Saito tomó un profundo respiro.
En la oscuridad, el cabello mojado y negro de Siesta resplandecía fascinantemente. Con una
inspección cercana uno podía darse cuenta de que Siesta era en realidad una chica adorable. Él no lo había
notado hasta ahora, pero ella era diferente de Louise o de Henrietta, tenía el encanto de una dulce flor que
florecía libremente en el campo.
Sus grandes y negros ojos, su carácter amable y pequeña nariz eran adorables y lindos.

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-Oye Saito, ¿qué clase de lugar es tu país?
-¿Mi país?
-Si, por favor cuéntame cómo es.
Siesta inocentemente se inclinó hacia adelante para escucharlo. Ah, cuando ella se inclina tanto
hacia adelante, se puede ver… ah, ahhh… Saito sintió que volvía a entrar en pánico.
-¡B-Bueno! Sólo hay una luna, no hay magos, esa es la razón por la que usamos interruptores para
apagar las luces, además volamos por los cielos con aviones…
Debido a que Saito estaba siendo tan incoherente, Siesta infló las mejillas.
-Detente. Una luna, no hay magos, ¿te estás burlando de mí? No me menosprecies sólo porque soy
una chica pueblerina.
-¡N-No estoy burlándome de ti!
Saito pensó que aunque le dijera la verdad, sólo la confundiría. Después de todo, los únicos que
sabían en ese momento que él era de otro mundo eran Louise, el señor Osman y Henrietta.
-Bien pues, dime la verdad.
Siesta levantó la mirada directo a los ojos de Saito. El cabello negro y los ojos oscuros de Siesta le
recordaban melancólicamente a los de una chica de Japón. Por supuesto, su cara era diferente de la de un
japonés. Sin embargo, un simple y nostálgico sentimiento cruzaba por Saito, haciéndolo agitarse
sentimentalmente.
-B-Bien…Tenemos diferentes costumbres al comer…
Así, Saito comenzó a hablar sobre el distante Japón. Con ojos cautivados, Siesta escuchaba
atentamente la historia.
A pesar de que figuraba ser una insípida platica, Siesta estaba escuchando ansiosamente cada palabra
y antes de darse cuenta, perdieron la noción del tiempo, mientras la historia del pueblo natal de Saito era
contada.
Después de que un rato pasara, Siesta se levantó cubriendo sus pechos. Saito volteó la mirada
rápidamente. Sin embargo, por un momento, él pudo verle sus pechos a través de un hueco de sus brazos,
sintiendo que su nariz comenzaba a sangrar. Sin una sola palabra, unas cuantas gotas cayeron. Sosteniendo
su nariz, Saito miró hacia otro lado, mientras Siesta se vestía e inclinaba la cabeza agradeciéndole.
-Gracias. Fue muy divertido. El baño fue grandioso y la historia de Saito-san fue sorprendente
también.
Además Siesta dijo con mucho entusiasmo:
-¿Puedes contarme un poco más en otra ocasión?
Saito asintió.
Después de eso, Siesta bajó la mirada sonrojada, y tímidamente jugueteó con sus dedos.
-¡Bueno, ammm! La charla y el baño fueron grandiosos, pero tú fuiste lo más sorprendente…
-¿Siesta?

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-Podrías…
-¡¿Qué?!
Pero Siesta huyó con pequeños pasos.
Tal clase de cosas pasándole con una chica de un mundo extraño, se sentían como una broma para
Saito, por lo que quedó aturdido, recostado en la gran olla de hierro.

※※※※※

Después del baño, Saito regresó a la habitación de Louise y la encontró haciendo algo en la cama.
Una vez que ella lo vio, ocultó el libro que observaba apresuradamente. Era un enorme y viejo libro.
Se preguntó porqué, pero no le preocupó demasiado ya que era Louise y probablemente no habría
entendido aunque se lo hubiera explicado. Por otro lado, la cabeza de Saito estaba repleta de las imágenes
del cuerpo de Siesta, lo que había visto a través del hueco de sus manos estaba impreso claramente en su
mente.
Saito se acercó a la cesta de ropa sucia, mientras se deshacía de esos pensamientos mundanos.
Planeaba lavar la ropa justo ahora, aprovechando el agua caliente que quedaba del baño, así sus dedos no se
entumirían.
Sin embargo, la cesta estaba vacía.
-Louise, ¿dónde está la ropa sucia?- preguntó Saito, cuando Louise sacudió la cabeza.
-Ya está lavada.
-¿Tú lavaste…?
Y entonces Saito miró a Louise.
-¡Huh!- Saito fue sorprendido.
Louise estaba usando su chaqueta de nylon que había dejado en la habitación antes de irse a bañar.
Cuando Saito iba al baño común, siempre se quitaba su chaqueta e iba usando solo su camiseta, ya que su
cuerpo se sentía muy acalorado después de haber acabado de bañarse.
Louise probablemente estaba usándola sobre su ropa interior. Debido a que las mangas eran muy
largas y la parte de la cintura estaba muy holgada, se veía como un atuendo algo extraño.
-Louise, ¡¿por qué estás usando mi única ropa?!
Al escuchar a Saito, Louise ocultó el rostro desde su boca con la chaqueta, por alguna razón sus
mejillas se habían sonrojado; ella dijo:
-Porque… después de lavar la ropa, me quedé sin prendas para usar.
-¡Qué tontería! ¡Está lleno!- Saito apuntó hacia el armario, que estaba lleno de los vestidos de Louise.
Dado que ella era una noble, tenía muchas vestimentas caras de las cuales podía elegir.
-Aún así, quise probar algo diferente. – dijo Louise con un tono malhumorado, sentada en su cama.
-¿No podías usar este vestido casual?- dijo Saito sujetando un vestido sencillo en las manos.
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-¡No quiero usar algo como eso!
-Pero esa es mi única ropa. Regrésamela.
No obstante, Louise no hizo el intento de quitársela. Por lo contrario, sujetó las sábanas con sus
dedos.
-Bueno, es ligero y se ajusta agradablemente. ¿De que está hecho?
En efecto, Saito coincidía que la chaqueta realmente le quedaba muy bien. Al final decidió a
regañadientes darse por vencido. La habitación no estaba fría, aunque sólo usara su camiseta.
-De nylon.
-¿Nailon?
-Es una tela de mi mundo. Se hace con un derivado del petróleo.
-¿Petrolio?
-El plancton se acumula en el fondo del océano por muchos años y después se convierte en petróleo.
-¿Pulancuton?
Louise lo miraba sin idea, parecía como una niña repitiendo las palabras. Su expresión era
indescifrable ya que la mitad de su rostro estaba tapado por la chaqueta de Saito. Por un momento, él pensó
que esta imagen de Louise era irresistiblemente linda.
Sus mejillas estaban enrojecidas, Saito se preocupó y decidió revisarla para asegurarse de que no
tuviera fiebre.
Louise se sobresaltó cuando Saito se aproximó a ella, comenzó a temblar y… volteó hacia otro lado.
Saito trató de no pensar en que ella odiaba eso. La sujetó de los hombros y colocó su frente cerca de
ella. El cuerpo de Louise se paralizó, pero no forcejeó y lentamente cerró sus ojos.
Justo como pensé, su cuerpo debe estar muy débil, pensó Saito.
-Parece que tienes fiebre.
Cuando Saito alejó su frente de la de ella, por alguna razón Louise apretó su puño firmemente.
-¿Qué pasa?- le preguntó él mientras Louise le daba la espalda después de moverse y hacer unos
ruidos ligeros bajo las sábanas.
-Oye…- insistió Saito y le dio un leve empujón.
-Duérmete.- respondió Louise y volvió a quedarse callada.
Wow, la fiebre ha de haber bajado, pensó Saito mientras se recostaba en su montón de paja.
Hubo un momento de tranquilidad antes de que una almohada volara hacia él.
-¡Qué demo…!- exclamó Saito.
-Tráeme de vuelta la almohada que te arrojé. ¿No te dije que desde ahora dormirías en la cama?
Idiota.- dijo Louise con una voz que se oyó un poco malhumorada voz.
Le era imposible entender el humor de Louise, si estaba siendo gentil o irreverente como de
costumbre. ¿Cuál es el problema? pensó Saito mientras se deslizaba a la cama de Louise.
Aunque ella se estaba moviendo continuamente en el colchón, pronto permaneció quieta.

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Él ahora podía pensar en cómo había pasado su día. De cualquier forma, su cabeza ahora estaba
invadida de Siesta. Esas palabras de despedida se repetían en su mente una y otra vez.
Fue un hecho que Siesta dijo ‘tú fuiste lo más sorprendente…’ ¿Fue una confesión? No, ¿Se estaba
burlando de mí? Tampoco lo creo. ¿Soy popular? Definitivamente él tampoco era popular. La única que
había mostrado ese interés es Kirche, pero eso es seguramente porque le soy conveniente. Ahh, pero, Siesta
es linda. Aunque Louise también es linda, Siesta tiene un encanto diferente… Inocente, sencilla pero
honesta. A diferencia de Kirche, Siesta se ve maravillosa mientras se quita la ropa. Ghaah. Es cierto, tan
linda… ¡Quuuué…demonios! Exhausto. Estoy exhausto.
Por alguna razón que no había considerado hasta ese momento, el impacto fue enorme.
Fascinado por esa chica, Saito comenzó a pensar en la forma de regresar a la Tierra. Él sin duda la
encontraría, aunque no tenía ni la más mínima idea de cómo.
Entonces, sintiéndose confundido, comenzó a pensar en Louise. Él amaba a Louise.
Pero… ya que Louise es una noble, ella jamás pensará en mí de esa forma. A pesar de que decidí
protegerla, de esta forma, jamás llegaré a ser nada más para ella.
Aún así, para llegar a ser novios uno necesita impresionar a una chica…No, incluso Siesta debe
estarse burlando. Ahh, me pregunto si así son las cosas.
Pensando en estas cosas, Saito cayó en la dulce sensación del mundo de los sueños.

※※※※※

En el exterior de la ventana de la habitación de Louise, Sylphid estaba flotando. Sobre él como era
usual, las figuras de Kirche y Tabitha estaban sentadas.
Tabitha leía un libro a la luz de la luna. Kirche estaba mirando la habitación de Louise desde la
abertura de la ventana.
-Después de todo, esto no se ve nada bien.- resopló Kirche.
Ella recordaba la cara sonrojada de Louise mientras era abrazada por Saito en la espalda del dragón
cuando regresaron de Albión. Louise no parecía ser la de siempre.
-Realmente, ¿no le gusto de verdad? Cada vez que me acerco a él, me rechaza, hace que me preocupe
aun en contra mi voluntad.
Hasta ahora, ningún hombre se había negado a cortejarla. Era el orgullo de Kirche.
Ciertamente ella se sentía olvidada, como algo no deseado. Kirche estaba furiosa.
Un poco antes, él incluso se bañó con la hija de un plebeyo. Ella fue insultada en dos frentes. El
orgullo de Kirche tambaleaba. Ella fue derrotada por Louise y también por una plebeya, esto hacía que su
nombre rúnico ‘Ardiente’ llorara. Ella tenía que robarle a Saito a Louise de cualquier manera posible.
Arrebatar a los amantes de los Vallière era una vieja tradición Zerbst.

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-Si, aunque planear no es mi especialidad, soy capaz de pensar alguna clase de estrategia. ¿Verdad
Tabitha?
Tabitha cerró su libro y apuntó a Kirche.
-Celos.
Kirche se sonrojó y después sacudió la cabeza ante la palabra de Tabitha.
-¡N-no digas eso! ¡No estoy celosa! ¡No puedo sentir celos! ¡Un juego! ¡Este simplemente es el
juego del amor!
No obstante, Tabitha no estaba convencida y repitió la misma palabra otra vez.
-Celos.

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CAPÍTULO 04 - TRIÁNGULO AMOROSO

Louise estaba sentada tejiendo frenéticamente en el patio de la Academia de Magia, comúnmente


conocido como ‘Austri’. El clima de primavera estaba cambiando ya que el verano estaba cerca pero Louise
aún vestía su ropa de primavera. Incluso el verano de ese mundo era muy húmedo.
Ya habían pasado diez días desde que regresaron de Albión; era ‘el Día de Nada’.
Louise terminó de comer y sin siquiera haber probado el postre, se dirigió a tejer. Mientras tejía,
descansaba sus manos de vez en cuando y le daba algunas ojeadas al Libro del Fundador.
A su alrededor, los estudiantes se divertían. Había algunos que jugaban con una pelota, lo hacían sin
usar las manos, el objetivo era encestar en una canasta utilizando magia. Mirando a este grupo de personas,
Louise lanzó un profundo suspiro, mirando lo que estaba tejiendo.
La escena parecía una hermosa pintura. Sentada en silencio, Louise era aún más bella mientras tejía.
Cuando era pequeña, su madre le había dicho que si no era buena con la magia, debía haber algo en que
fuera competente, así que su madre le enseñó a tejer.
Pero parecía que los cielos no le habían dado a Louise ningún don. Ella planeaba tejer un suéter. Sin
embargo, no importaba por donde lo mirara, eso más bien le parecía una bufanda distorsionada. En realidad
solamente parecían hilos de lana entrelazados. Louise miró con amargura su creación y, con un largo
suspiro, lo tiró.
La cara de la sirvienta de la cocina le vino a la mente. Louise sabía que ella cocinaba para Saito; él
pensaba que no, pero ella estaba al tanto.
Esa muchacha cocina delicioso…. Kirche luce bien… ¿Qué tengo yo? Estos eran los pensamientos
que albergaba la mente de Louise, por eso había decidido tejer, pero hasta ese punto parecía que no había
dado resultado.
Estaba un tanto deprimida. Mientras miraba lo que había tejido, alguien le dio un golpecito en la
espalda. Era Kirche.
Presa del pánico, Louise se apresuró a esconder lo que había tejido, mientras agarraba el Libro del
Fundador.
-¿Qué estás hacienda Louise?
Kirche dio su habitual sonrisa mirando hacia abajo, luego se sentó al lado de ella.
-¿Q-Qué no ves? Estoy leyendo
-Pero ese libro está en blanco, ¿no es así?
-Este libro es un tesoro nacional llamado “El Libro de Plegarias del Fundador”, ¿qué no lo sabes?-
respondió Louise.
-¿Por qué tienes un tesoro nacional?
Louise explicó a Kirche que iba a leer un edicto en la boda de la Princesa Henrietta, y que iba a usar
el Libro del Fundador.

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-Ya veo. ¿La ceremonia de bodas de la Princesa tiene algo que ver con el viaje a Albión?
Louise consideró responderle a Kirche con la verdad, después de todo ella había actuado como
señuelo para que escapara, así que Louise asintió con la cabeza.
-¿Nosotros arriesgamos nuestras vidas para que la boda de la Princesa se realizara sin problemas?
Aunque no es algo de gran prestigio… Así que, básicamente lo que pasó en Albión tiene que ver con la
alianza que se pactó el otro día.- Kirche sin dudas tenía un sentido muy agudo.
-No se lo digas a nadie.- dijo Louise con una expresión un poco agitada.
-Por supuesto que no. No soy Guiche. Nuestros dos países de origen se han convertido en aliados.
Debemos llevarnos mejor de ahora en adelante. ¿Verdad, Vallière?
Kirche apoyó su brazo sobre el hombre de Louise, casi a propósito.
-¿No escuchaste? El nuevo gobierno de Albión ha firmado un tratado de No agresión.
-¡Salud! Por la paz que hemos provocado.
Louise respondió medio entusiasmada. Por el bien de esa paz, Henrietta tendría que casarse con
alguien a quien no amaba. Se podría decir que no tenía otra opción, pero tampoco era algo para sentirse
feliz.
-Por cierto, ¿qué estabas tejiendo?- preguntó Kirche, tomando de sorpresa a Louise, quien se
ruborizó bruscamente.
-Yo… yo no estaba tejiendo nada.
-Pero eras tú, ¿cierto? Aquí está la evidencia.
Kirche agarró lo que estaba debajo del Libro del Fundador.
-Oye, ¡devuélvemelo!
Louise trataba de sujetarlo nuevamente, pero Kirche la retenía con facilidad.
-¿Qué es esto?- preguntó Kirche estupefacta mientras miraba aquel objeto.
-Es… es un suéter.
-¿Un suéter? Más bien parece una estrella de mar. Y al parecer, también de una nueva especie.
-¡Cómo si yo fuera a tejer algo así!

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Louise finalmente le arrebató el tejido de sus manos y miró hacia abajo, avergonzada.
-¿Por qué estás tejiendo un suéter?
-No es de tu incumbencia.
-Está bien. Ya lo sé de todos modos.
Kirche apoyó sus brazos sobre el hombro de Louise nuevamente y se acercó a su rostro.
-Estás tejiendo para tu familiar ¿no es así?
-¡N-No! ¡Nunca haría algo parecido!- exclamó Louise con su cara totalmente roja.
-Eres muy fácil de entender, ¿sabias? Te gusta ¿verdad? ¿Por qué?- preguntó Kirche a Louise
mientras miraba fijamente sus ojos.
-N-No me gusta. Es a ti a quien le gusta. Ese idiota no tiene ninguna cualidad.
-Cuando mientes, los lóbulos de tus orejas tiemblan ¿no lo sabías?
Louise rápidamente se tapó las orejas. Al darse cuenta de que no sabía mentir, puso las manos sobre
sus rodillas de una manera nerviosa.
-D-De todos modos, no te lo voy a dejar. Es mi familiar y de nadie más.
-Es bueno que lo quieras sólo para ti. Pero no es de mí de quien tienes que estar preocupada.- dijo
Kirche con una sonrisa.
-¿Por qué dices eso?
-Um… ¿Tal vez de la sirvienta de la cocina…?
Los ojos de Louise cambiaron repentinamente.
-Heh, ¿Así que tengo razón?
-N-No realmente…
-Si vas a tu habitación ahora, podrías ver algo interesante.
Louise se puso de pie rápidamente.
-Pensé que no te importaba.- dijo Kirche en tono de broma.
-¡Sólo se me olvidó algo!- dijo Louise mientras corría hacia su habitación.

※※※※※

Saito estaba limpiando la habitación. Tenía que barrer el piso y limpiar los muebles con un paño.
Como últimamente Louise aseaba su ropa y se encargaba de otras tareas relacionadas a su aspecto, el trabajo
de Saito se redujo al de limpiar la habitación.
La limpieza era rápida. La habitación de Louise no tenía muchas cosas después de todo, un pequeño
escritorio al lado de un armario, una mesa con un vaso lleno de hierbas, dos sillas, su cama y un estante.
Como Louise era una persona muy estudiosa, su estante estaba lleno de libros gruesos.

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Tomó uno de los libros y lo hojeó, había personajes que jamás había visto. Por supuesto, pensó Saito
y volvió a dejar el libro en el estante. Pero, ¿Cómo fui capaz de comunicarme con Louise? Su lenguaje es
totalmente diferente al mío y sin embargo, somos capaces de comunicarnos.
-¿Qué ocurre compañero?- preguntó Derflinger que estaba apoyado en la pared de la habitación.
-¡Derf! ¿Cómo es que entiendo lo que me estás diciendo?- preguntó a Derflinger apresuradamente.
-Bueno, si no me entendieras, estaríamos en algún tipo de problema.
-Vengo de un mundo diferente. Y aun así puedo entender su idioma. ¡Pero no sé por qué!
Saito recordó a la persona que el viejo Osman había salvado años atrás, él era de su mundo y aún así
pudo comunicarse con Osman y otras personas.
-¿Cómo llegaste a Halkeginia compañero?
-No estoy seguro… había una puerta con una extraña luz…
-Entonces, creo que la respuesta tiene algo que ver con esa puerta.- replicó Derflinger, como si fuera
algo de poca importancia.
-¿Qué era exactamente esa puerta?
-No lo sé.
Saito quedó un poco sorprendido.
-Eres una espada legendaria y no sabes nada al respecto. Deberías saber un poco más ya que eres
legendaria, también deberías saber cómo regresar a mi hogar…
Saito suspiró amargamente.
-Se me han olvidado muchas cosas y además no me interesa. No deberías confiar mucho en las
leyendas.
Alguien golpeó la puerta. ¿Quién podrá ser? Si fuese Louise, habría entrado sin llamar, ¿acaso será
Guiche o Kirche?
-No está cerrada.- exclamó Saito.
La puerta se abrió y para su asombro, era Siesta.
-S-Siesta.
-Umm…
Estaba con su uniforme de sirvienta como de costumbre, pero tenía algo diferente. Su cabello negro y
sedoso formaba un flequillo en su frente y las pecas en su cara le daban todavía más encanto. Tenía una
bandeja de plata llena de comida.
-Umm, últimamente no has ido a la cocina…
Saito asintió. Como Louise lo había dejado comer todo lo que quería, había ido a la cocina con
menos frecuencia.
-Estaba preocupada de que pudieras tener hambre…- dijo Siesta de manera nerviosa.
Al ver esos gestos tan adorables, el corazón de Saito danzaba alegremente.
-Gra-Gracias. Pero ahora Louise me deja comer en la mesa, así que no he tenido hambre.

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-¿En serio? Por ahora he estado sirviendo en la mesa de maestros y no me había dado cuenta, en ese
caso sólo soy una molestia…
Siesta bajó la cabeza ligeramente.
-N-No, ¡no eres una molestia, en lo absoluto! ¡Estoy muy feliz que me hayas traído comida!- dijo
Saito, aunque estaba satisfecho luego de haber comido en el comedor Alviss.
-¿En serio?
La cara de Siesta se iluminó.
-Bueno, voy a comer algo que has hecho de todo corazón.
La pequeña mesa se llenó de comida. Siesta se sentó sonriendo junto a él. Saito empezó a odiarse a sí
mismo por haber comido tanto antes, él no podía desperdiciar las buenas intenciones de Siesta, así que
empezó a comer.
-¿Está rico?- preguntó Siesta.
-Si, está realmente bueno
No estaba mintiendo, pero hubiese sido mejor si Saito hubiera tenido hambre.
-Ehehe, entonces come todo lo que quiera.
Siesta miró a Saito que comía como si estuviera hambriento.
-Oh perdón por mis modales en la mesa…
-N-No, ¡No es eso! Al contrario. ¡Estoy realmente contenta de que te guste tanto la comida! ¡Ver
cómo comes la comida que preparé me hace muy feliz!
Emocionado, Saito se secó los ojos con las manos, la expresión de Siesta era tan linda, pero ya no
podía seguir comiendo.
-Lo hice solo para ti.- dijo Siesta en voz baja.
-¿En serio?
-Si. Fue difícil cocinar todo esto en la cocina, pero al verte comer, estoy muy contenta de haberlo
hecho.
Saito sintió su corazón tensarse. Siesta estaba pensando en mí. Por encima de otras personas. Se
perdió en sus pensamientos, el ambiente parecía tenso, así que Siesta habló un poco nerviosa.
-¡S-Saito!
-¿Sí?
-Umm.- Siesta hizo una pausa, como si estuviera eligiendo las palabras adecuadas.- En la charla que
tuvimos antes, ¡fue algo muy divertido! ¡Especialmente eso! Um, ¿Cómo lo llamabas? Oh, ¡un avión!
Saito había hablado de su mundo y de Japón en el baño, Siesta que era de un pequeño pueblo,
escuchaba lo que Saito decía pensando que su mundo era simplemente otro país.
-Ah, el avión.
-¡Sí! ¡Ser capaz de volar sin magia es algo fabuloso! ¿Los plebeyos como nosotros también pueden
volar por los cielos como un pájaro?

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-Sin un avión, sólo quedaríamos inmóviles en el aire.
-Mi pueblo en realidad es un lugar muy agradable. Se llama Tarbes. Está a tres días a caballo, en
dirección a La Rochelle.
Saito escuchaba con atención mientras comía.
-Es un pueblo realmente remoto y no tiene nada en especial pero… pero tiene un hermoso y amplio
campo. Durante la primavera las flores retoñan y permanecen hasta el verano, es como un mar de flores que
se extiende hasta donde alcanzan los ojos, hasta el horizonte. Es una hermosa escena…- dijo Siesta cerrando
los ojos como si estuviera abriendo los cajones de su memoria.- Quisiera ver ese mar de flores aunque sea
solo una vez en un avión.
-Suena bien…
-Oh, ¿¡Por qué no se me ocurrió antes!?- exclamó Siesta agarrando las manos de Saito. Sorprendido,
Saito casi cae de espalda.
-¿Q-Qué?
-¿Saito, quieres visitar mi pueblo?
-¿Huh?
-La princesa está por celebrar su boda ¿verdad? Será un día libre para nosotros. Ha pasado mucho
tiempo desde la última vez que fui a mi pueblo… ¿Podrías ir?, por favor acompáñame. Quiero que conozcas
el hermoso campo de flores. En mi pueblo también hay una forma muy especial de preparar un delicioso
guiso. Se llama Yosenabe. Está hecho de vegetales que las demás personas no suelen usar. ¡Realmente
quiero que lo pruebes!
-¿Por…por qué quieres que te acompañe?
-…Tú me demostraste que hay posibilidades.- dijo Siesta mirando nerviosamente hacia abajo.
-¿Posibilidades?
-Si. La posibilidad de que los plebeyos podemos vencer a los nobles. Vivimos con miedo a ellos.
Saber que hay personas que no viven con ese miedo me hace feliz, como si su felicidad fuera mi felicidad.
Todos en la cocina piensan lo mismo, bueno… quiero mostrarle eso a las personas de mi pueblo…- dijo
Siesta.
-Ya…ya veo…
Saito se sentía avergonzado. Yo no soy alguien especial ni nada por el estilo, sólo de vez en cuando
soy un familiar legendario, pero eso es todo, no es nada digno de alabar.
-Por supuesto, no es solamente eso. También quiero mostrarte el pueblo pero… llevar a un hombre
de repente, mi familia se sorprendería. ¿Qué voy a hacer…?
De repente Siesta se sonrojó y susurró:
-Lo único que puedo decir es que eres mi marido.
-¿Q-Qué?

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-Si les digo que estamos casados, van a ser muy felices. Mi madre, mi padre, mis hermanos, todos se
alegrarían tanto.
-¿Siesta?
Cuando Siesta miró al estupefacto Saito, ladeó ligeramente la cabeza.
-¡Perdón! ¡Debo ser molesta! ¡Aún no sé si vas a ir! ¡Haha!
Apenado, Saito respondió:
-S-Siesta, en realidad eres muy audaz cuando te lo propones. Como aquella vez en el baño.
Siesta se ruborizó aún más.
-No estoy siendo atrevida ni nada parecido
-¿Eh?
-Cuando salí de mi hogar, mi madre me dijo que no mostrara mi cuerpo a nadie, excepto al hombre
que hubiera elegido.
Después de decir eso, Siesta tomó con fuerza la mano de Saito, su corazón latía fuertemente.
-Y te lo mostraría nuevamente si me lo pides.
-Es-Estás bromeando ¿verdad?- preguntó Saito, mientras temblaba como una gelatina.
-No estoy bromeando. Incluso ahora…
-¿Ahora q-qué?
Siesta miró la cara de Saito.
-¿No soy atractiva?
-No, no es eso, claro que no.
Era atractiva, demasiado atractiva.
-¿De verdad?
Siesta siguió mirando a Saito. ¡Para!, pensaba Saito, sentía como esos negros ojos lo atraían.
-Entonces ¿por qué no hiciste nada cuando nos estábamos bañando?
Siesta ocultó sus ojos con tristeza.
Ah, no voltees de esa manera, me sentiré como si hubiera hecho algo malo.
-…Ya veo, no soy atractiva. Tienes a una linda chica a tu lado… Además, La Vallière es un noble
también. Sólo soy una chica de pueblo después de todo.- dijo Siesta, lanzando un suspiro lastimero.
-No, ¡No es cómo lo piensas!
-Saito…
-Eres realmente atractiva, puedo asegurarlo. Y eres impactante sin ropa
Normalmente a esa clase de palabras le seguía una cachetada, pero Siesta se había puesto muy feliz.
Ella le preguntó si quería el postre o no, mientras tanto Saito divagaba, Siesta cerró los ojos y se
levantó. Con una respiración profunda, dejó caer su delantal al suelo.
-¡Siesta!- gritó Saito, conmocionado.

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Siesta lo miró con calma. Era de la clase de persona que cuando decidía algo, no pararía hasta
conseguirlo. Y así empezó a soltarse los botones de la blusa uno por uno.
-¡Siesta! ¡No creo que sea una buena idea!- exclamó Saito, mientras sacudía la cabeza.
-No te preocupes.
Su blusa ya estaba medio abierta. Su busto de buen tamaño capturó la mirada de Saito. Saito agarró a
Siesta, mientras movía la cabeza repetidas veces.
-¡Espera! ¡Espera un momento! ¡Tengo que pensarlo bien antes de hacer algo como esto!
-¡Kyaaa!
Siesta que había sido sorprendida por Saito, perdió el equilibrio y cayó en la cama de Louise, como
si Saito la hubiese empujado.
-Lo siento…
Justo debajo de Saito estaba Siesta con la blusa entreabierta. Ella puso las manos sobre su pecho y
cerró los ojos.
En ese mismo momento, Louise abrió la puerta.

En los siguientes diez segundo que transcurrieron, muchas cosas pasaron.


Segundo uno: Louise ve que Siesta es empujada por Saito hacia la cama.
Segundo dos: Louise nota que la blusa de Siesta está entreabierta.
Segundo tres: Saito y Siesta se sientan en la cama con nerviosismo.
Segundo seis: Siesta se abotona la blusa.
Segundo siete: Siesta sale corriendo de la habitación de Louise.
Segundo ocho: Saito grita: “¡Siesta, espera!”
Segundo nueve: Louise vuelve en sí.
Segundo Diez: Cuando Saito iba a explicar lo que había pasado, sintió un dolor intenso, producto de
una patada que Louise le había dado.
Y con eso, Saito estaba tendido en el suelo diez segundos después de que Louise abriera la puerta.

Louise pisó la cabeza de Saito. Tanto su voz como su cuerpo estaban temblando.
-¿Q-Qué era e-exactamente lo que e-estabas haciendo?
-Louise, no es lo que parece
-¿Qué estaban haciendo en mi cama?
-Es una larga historia, Siesta me había traído comida y…
-No te lo voy a perdonar, un familiar hacienda eso en la cama de su amo
-No es lo que piensas, yo no tenía la intención de hacer…
-Esa fue la última gota…
Las lágrimas empezaron a caer de los ojos de Louise, Saito se levantó y la agarró de los hombros.

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-Escúchame, ¡es un malentendido!
-¡Ya basta!- Louise miró a Saito.
-¿Qué?
Saito no entendía porqué Louise estaba tan enojada. Ni siquiera le gusto. Definitivamente no es algo
como para ponerse a llorar.
-Fuera
-Um, espera, no quería que esto pasara así…
-¡Fuera! ¡Estás despedido!
Saito también empezaba a enojarse. ¿Primero me convocas y ahora me despides? ¿Qué se supone
que haga?
-¿Estoy despedido?
-Sí, ¡estás despedido! ¡Ve a morir en un hoyo de cualquier lugar!
Esas eran palabras duras, no importa de quién viniese. Y todo eso porque él y Siesta estaban en la
cama. Ni siquiera hicimos nada. Y yo que pensé que Louise empezaba a ser más amable.
-Claro, está bien.
-¡No quiero volver a ver tu cara nunca más!
Después de decir esto, Saito tomó a Derflinger y abandonó la habitación sin decir una palabra.
Sola en la habitación, Louise se acostó en la cama y colocó una manta sobre su cabeza.
Eso significa que… pensó Louise. No solo hoy, sino también mientras tenía mis clases, él traía a esa
muchacha y hacían eso. Nunca se lo perdonaré.
Louise se tocó los labios, así que después de todo, sus sentimientos no eran más que mentiras.
Las lágrimas empezaron a caer por sus mejillas.
-Te odio…incluso me besaste…
Dijo estas palabras varias veces, como para no olvidarlo.
-…incluso me besaste…

※※※※※

Buscando a Verdandi, Guiche se topó con una tienda de campaña en el patio Vestri.
Por alguna razón, un gran caldero estaba junto a él. Guiche se preguntaba de quién sería la olla y la
tienda.
Era una tienda hecha con palos y un trapo sucio. Alrededor se encontraban esparcidos restos de
comida, huesos y cáscaras de frutas. Parecía como si alguien estuviese viviendo allí.
Su amado familiar salió de la tienda mientras inclinaba maravillado su cabeza.
-Verdandi, ¡aquí estabas!
Guiche se arrodilló y frotó sus mejillas contra el gran topo. El feliz topo torció su nariz.
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-Verdandi, dime ¿qué estabas hacienda allí?
Alguien salió de la tienda y llamó al topo.
-Ven aquí topo. Tú y yo somos amigos, ¿cierto?
Era Saito con el cabello despeinado y una botella de vino en la mano, era obvio que estaba borracho.
-¿Qué diablos estás haciendo?- preguntó Guiche sorprendido.
Saito tomó un trago de la botella y volvió a llamar al topo, haciendo caso omiso a la pregunta de
Guiche.
-Oye, ven aquí. Tú eres mi único y verdadero amigo.
El gran topo miraba confundido a Guiche y a Saito.
-No vayas Verdandi. De todos modos ¿por qué dices que Verdandi es tu único amigo?
Luego de esa pregunta, Saito se tendió en el suelo y le respondió con una voz muerta.
-Por que yo también soy un topo; un inútil, pobre y miserable topo.
-No sé lo que te ha pasado, pero no pienses que Verdandi es lo mismo que tú.
Guiche miró dentro de la carpa. Derflinger y por alguna razón, la salamandra de Kirche estaban allí.
-Kyuru kyuru.
-¿Qué es lo que quieres?- dijo a su modo cada uno de ellos.
Había un montón de paja en el suelo y una taza boca abajo. Eso es todo lo que había en la tienda.
Guiche se giró hacia Saito.
-¿Fuiste expulsado de la habitación de Louise?
Saito asintió desde el suelo.
-¿Y luego hiciste esta tienda?
Saito asintió de nuevo.
-¿Y estando solo, juntaste a los familiares de otras personas y te emborrachaste?
Saito asintió vigorosamente. Guiche cerró los ojos y movió la cabeza.
-Hmm, Así que eres un bueno para nada
-¿Qué más quieres que haga? No tengo a dónde ir. Ni siquiera tengo una idea de cómo llegar a casa.
Sólo me queda beber.
Saito volvió a tomar un trago de la botella, en ese momento alguien vino corriendo hacia ellos, era
Siesta.
-Oh, siento llegar tarde. Aquí está tu almuerzo.
Parecía que la sirvienta de la cocina estaba cuidando de Saito.
-¡¿Ya has bebido todo eso?! ¡Te dije que sólo una botella por día!- Siesta lo tomaba de la mano
mientras lo regañaba.
-Perdón…
Saito bajó la cabeza tristemente.
-¡Chicos! ¡Les dije que cuidaran de cuanto tomaba Saito!

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-Kyuru kyuru.- respondió la salamandra.
-Qué mal.- respondió Derflinger en voz baja.
Siesta rápidamente limpió el desorden alrededor de la tienda y puso a Saito de pie.
-¡Vendré de nuevo en la noche! ¡No bebas mucho!
Al ver que Siesta se marchaba, Guiche habló con su rosa artificial en la boca.
-Bueno, Louise se enojará si juegas a estar con dos a la vez.
-¡No estoy con dos a la vez! Ni siquiera estoy con nadie. ¡Ni Louise ni Siesta!
Él había besado a Louise mientras estaba dormida. Pero prefería olvidarse de eso.
-Bueno como sea, pero ¿planeas vivir aquí?
-¿Tienes algún problema con eso?
-Si, estás arruinando el hermoso paisaje de la Academia.
-Cierra la boca Guiche.
-Te lo digo porque si los maestros te ven aquí, te van a echar, ¿sabes?
Saito bebió de su botella sin pronunciar palabra alguna, retornado a su tienda mientras abrazaba al
topo gigante, el topo miraba desesperadamente a Guiche.
-Oye, ¡devuélveme a mi Verdandi!

※※※※※

Mientras tanto, Louise se había saltado las clases y se había quedado en cama preocupándose sin
cesar. Tres días habían pasado desde que había corrido a Saito. Estaba preocupada por ese familiar que había
lanzado.
Él incluso me besó, me besó, me besó, pensaba sin parar. Tener el orgullo herido sin duda era algo
terrible. Miró con tristeza la pila de paja que usaba Saito. Quería tirarla, pero no se atrevía a hacerlo.
Alguien tocó la puerta. Lo primero que pensó fue que era su familiar que había vuelto.
Su tristeza se volvió alegría y dentro de esa alegría sentía ira. ¿Por qué estoy contenta de que vuelva?
No debo dejarlo entrar por haberse tardado tanto en volver.
La puerta se abrió, Louise saltó y gritó enojada.
-¡Idiota! ¿Dónde has esta…eh?
Era Kirche la que había llegado. Ella le sonrió.
-Sólo soy yo, lo siento.
-¿Qué estás haciendo aquí?
Louise volvió a su cama. Kirche caminó rápidamente hacia ahí y se sentó. Ella retiró la manta,
descubriendo a una acurrucada Louise enfadada en su bata.
-No has ido a clases en los últimos tres días, así que vine a visitarte.

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Kirche suspiró profundamente. Tener una buena actitud tenía sus dificultades. Ella no pensaba que
Louise llegaría al punto de echar a Saito de su habitación. Pensó que sería buena una pequeña pelea para que
se separaran un rato y luego se reconciliaran, pero no le había pasado por la mente que Louise iría tan lejos.
-Entonces, ¿qué piensas hacer ahora que echaste a tu familiar?
-No es de tu incumbencia.
Kirche miró fríamente a Louise. En sus rosadas mejillas había vestigios de lágrimas, tal vez había
estado llorando hasta hace un momento.
-Sabía que eras tonta, arrogante y orgullosa, pero no sabía que tenías el corazón tan frío. Ellos sólo
estaban comiendo.
-No fue sólo eso, después de todo estaban en mi cama…- murmuró Louise.
-¿Estaban abrazados?
Louise asintió. Kirche se sorprendió. Hacer un movimiento con una chica que sólo le traía comida…
Saito es realmente bastante bueno con las mujeres.
-Bueno, ver al chico que te gusta con otra chica en tu cama, debe ser un golpe tremendo.
-¡Él no me gusta! Es sólo que estaban en mi cama…
-Esa es una simple excusa. Tú lo viste y lo corriste porque te gusta y te enojaste con él.
Las palabras de Kirche habían dado en el blanco, sin embargo Louise no estuvo de acuerdo,
mordiéndose los labios.
-No puedes decir que no lo viste venir. Es porque no le diste nada. Es obvio que vaya a coquetear con
otra chica.
Louise permaneció en silencio.
-Vallière, eres una chica extraña. Estás enojada y llorando por un hombre que ni siquiera te ha
besado. No puedes ganar nada así…- dijo Kirche con un tono aburrido mientras se ponía de pie.- Voy a
hacer algo con respecto a Saito. Tenía muchas ganas de alejarlo de ti… pero lo golpeaste, pateaste y lo
echaste de aquí, estoy muy preocupada por él, no es un juguete ¿sabes?
Louise se tocó los labios.
-Un familiar es el compañero del mago. Has fallado como maga dado que no puedes tratarlo
apropiadamente. Bueno… eres ‘la Zero’ después de todo.
Y con esto Kirche se retiró. Louise no respondió. Se metió de nuevo dentro de su cama llena de dolor
y angustia… lloraba como solía hacerlo cuando era pequeña.

※※※※※

Kirche había llegado a la tienda de campaña, ya era noche. La voz turbia de Saito se podía escuchar
saliendo de la tienda.”Kyuru kyuru” también se oía ahí, Seguramente la salamandra había salido para estar
junto a Saito.
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Abrió la tienda. La escena que observó era espantosa.
Guiche tenía su rostro enterrado en su topo, llorando. Saito abrazaba a la salamandra mientras se
quejaba con una botella de vino en las manos.
-¡Es como has dicho! ¡Eres un idiota!- gritó Saito, parecía que había bebido tanto que ni siquiera
podía hablar bien.
-Yo ni siquiera hice algo con esa Katie. Ella tomó mi mano, ¡y sólo había besado a Mortmerncy
ligeramente! ¡Aun así yo…!- Guiche estalló en lágrimas. Realmente estaba tan borracho que ni siquiera
pronunció correctamente el nombre de su amada y era del tipo que lloraba cuando bebía.
Kirche suspiró. ¿Por qué los hombres tienen que ser tan idiotas?
Derflinger notó su presencia y se lo informó a Saito.
-Caballeros, tenemos una invitada.
-¿Invitada?
Saito miró atontado a Kirche.
-¿Kirche?
-Parece que se están divirtiendo, ¿puedo entrar?- dijo Kirche con una gran sonrisa en su rostro. Saito,
que no podía estar más borracho, se disgustó por su repentina aparición. Y fue hacia ella.
-Esos grandes pechos, si me los enseñas podrás unírtenos.
Guiche aplaudió.
-¡Estoy de acuerdo! ¡En nombre de los nobles de Tristain! ¡Estoy de acuerdo!
En vez de responder, Kirche sacó su varita y recitó un conjuro.
-¿Menos borrachos ahora?
Saito y Guiche, se sentaron derechos y asistieron. Todo alrededor se quemó, la magia de fuego de
Kirche quemó el cabello de Saito y la blusa que usaba Guiche, haciéndolos parecer unos mendigos. Había
escuchado que el agua era una buena solución cuando alguien estaba tan borracho, pero no esperaba que
el fuego también diera tan buenos resultados.
.Pues bien, prepárense para salir.
-¿Prepararnos para salir?
Guiche y Saito se miraron.
-Si. Oye Saito.- Kirche lo llamó con cariño por su nombre.
-¿Qué?
-¿Planeas vivir en esta tienda por el resto de tu vida?
-No, pero… fui despedido y no encuentro la manera de volver a mi mundo…
¿Volver a mi mundo? Kirche y Guiche se miraron entre sí. Saito sacudió la cabeza de forma
repentina.
-No, quise decir que… ¡Rub’ está en el Este!
-Ah, ¿es de allí de dónde vienes?

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Kirche asintió al comprenderlo. Saito suspiró aliviado. Ella acarició la mejilla de Saito y le dijo
dulcemente
-¿No quieres convertirte en noble?
-¿Noble?
Guiche estaba sorprendido.
-Pero Kirche, él es un plebeyo, no puede ser noble si no es un mago.
-Eso es en Tristain. Por ley, a los plebeyos se les prohíbe comprar grandes cantidades de tierra para
no convertirse en nobles.
-Exacto.
-Pero en Germania es diferente. Si tienes dinero, incluso siendo un plebeyo, puedes comprar tierras y
convertirte en noble, o comprar un puesto y convertirte en recaudador de impuestos o comandante.
-Es por eso que son tan incivilizados en Germania.- dijo Guiche como si se sintiera enfermo.
-¿Incivilizados? Las personas que viven pegadas a las tradiciones como ‘si no eres mago, no puedes
ser noble’, dejan a un país débil, como el tuyo, así que no tienes mucho de qué hablar. Es la razón por la cual
Tristain debe aliarse a Germania para combatir contra Albión.
Saito que había escuchado en silencio, finalmente abrió la boca.
-Um, Kirche. ¿Lo que estás diciendo es que puedo convertirme en noble con dinero en tu país?
-Exactamente.
-Pero yo no tengo dinero. No tengo nada.
-Entonces debes ganar un poco.
Kirche dio un golpecito a la cara de Saito con un pergamino.
-¿Qué es eso?
Guiche y Saito miraron el pergamino. Parecía un mapa.
-Son mapas de tesoros.
-¡¿Tesoros?!- Guiche y Saito estaban sorprendidos.
-Si, vamos a cazar tesoros y venderemos lo que encontremos. Saito… entonces podrás hacer lo que
quieras.
Saito tragó salivo. Kirche abrazaba a Saito, empujando sus pechos contra él. Saito parecía estar
siendo sofocado.
-Cuando te conviertas en noble… ¿Puedes comprometerte conmigo? Me gustan los tipos como tú.
No me importa si eres un plebeyo o un noble. Las personas que pueden superar sus limitaciones mas allá de
lo que otros piensan… me gustan los que son así.- dijo Kirche que sonreía seductoramente.
Guiche, que estaba mirando el mapa, murmuró incrédulo.
-No importa como lo mires, estos mapas parecen tener algo sospechoso…
-Los conseguí de varios lugares como tiendas de magia, puestos de venta, almacenes…

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-Son definitivamente algo dudoso. Sé de personas que venden mapas ordinarios diciendo que son
mapas de tesoros. Hay nobles que incluso van a la quiebra por culpa de estos engaños.
-¡Esa actitud no ayuda en nada!- exclamó Kirche con los puños apretados.- La mayoría de ellos
pueden ser chatarra, pero también podemos encontrar alguno autentico entre ellos.
-Gaah…- Guiche gimió mientras recibía una bofetada.
-Vamos Saito. Vamos a buscar un tesoro y abandonar a Louise… y entonces podrás comprometerte
conmigo, ¿de acuerdo?
Abandonar a Louise… eso suena bien. Nobles… son personas orgullosas que se olvidan de los que
les ayudaron. Saito se decidió.
-Muy bien, ¡vámonos!
Kirche abrazó a Saito con fuerza. En ese momento alguien interrumpió.
-No-no-no-no, ¡No puedes hacer eso!
-¿Siesta?
Ante ellos, estaba Siesta con su traje de sirvienta.
-¡Saito, no puedes casarte!- le gritó Siesta a él.
-¿No quieres que el hombre que amas sea feliz?
Siesta fue sorprendida por las palabras de Kirche mientras miraba a Saito. Ella asintió con la cabeza.
-Sólo por que seas noble no significa que seas feliz. Puedes quedarte en mi pueblo, ¡y con ese dinero
comprarte un viñedo!
-¿Un viñedo?
-¡En mi pueblo hay una gran cantidad de excelentes viñedos! ¡Podremos hacerlo juntos! ¡La marca
podría llamarse ‘Saito-Siesta’!
Kirche y Siesta tiraban de las mangas de Saito. Era la primera vez en su vida en que era elegido por
dos chicas. Se ruborizó profundamente. Probablemente eso no volvería a pasar nunca más.
-¿Y qué si encontramos el tesoro?- habló Guiche con un tono aburrido.
-Guiche. Si encontramos el tesoro, podrás comprarle algo a la Princesa y ella te mirará con otros
ojos.- respondió Kirche para convencerlo.
Guiche se levantó.
-Damas y caballeros, ¡vámonos!
-¡Llévenme por favor!- gritó Siesta, Si no voy, es seguro que Kirche intentará seducir a Saito.
-No, no puedes. Los plebeyos sólo son una carga.
-¡No me trates como una idiota! Aunque tenga este aspecto, Estoy…
Siesta estaba temblando, apretaba sus manos fuertemente.
-¿Si? Claro…
-¡Yo puedo cocinar!
-Como si no lo supiera.

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-Pero, pero, ¿no son importantes las comidas? Mientras vamos en busca del tesoro, se detendrán a
acampar ¿cierto? No pueden confiar simplemente en las provisiones que lleven, podría hacer comida para
todos.
Bueno, tenía razón en ese punto. Guiche y Kirche eran nobles y no gustaban de la mala comida.
-¿Pero, no tienes que trabajar? ¿No puedes simplemente descansar y venir, o si?
-El cocinero me dejará salir, siempre y cuando sea para ayudar a Saito.
El cocinero en jefe en realidad estimaba mucho a Saito, no parecía que Siesta estuviese mintiendo.
-Bueno, haz lo que quieras, pero te aviso de antemano que las ruinas, los bosques y las cuevas donde
vamos a buscar los tesoros son muy peligrosos, Hay muchos monstruos allí.
-¡Está bien, Saito me protegerá!
Diciendo esto Siesta sujetó el brazo de Saito, haciendo que él fantaseara sobre los pechos de Siesta
que lo estaban presionando.
Kirche asintió y volteó hacia los demás.
-¡Nos marcharemos después de haber hecho todos los preparativos!

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CAPÍTULO 05 - EL ARSENAL Y LA FAMILIA REAL

El arsenal de las fuerzas aéreas de Albión estaba localizado en las afueras de Londinium, la capital,
en el pueblo de Rosyth. Antes de la Guerra de Revolución (lo que la llamada ‘Reconquista’ había nombrado
como una Guerra Civil, la cual había terminado recientemente), este lugar solía llamarse el Arsenal de la
Real Fuerza Aérea. Y de ese mismo modo, había toda clase de edificios.
Los numerosos edificios con grandes chimeneas solían ser usados para la producción de hierro. A su
lado se encontraban apilados montones de madera que eran usados para la construcción y reparación de
barcos.
Un gran edificio de ladrillo rojo era el centro de mando. La bandera tricolor de Reconquista se podía
ver ondeando con orgullo. Pero lo que más destacaba era el enorme barco de guerra que parecía alcanzar el
cielo.
El Lexington, buque insignia de la flota, estaba anclado y cubierto por una lona, de forma similar a
una tienda de campaña para protegerlo de la lluvia. El buque de guerra que rebasaba los doscientos metros,
fue puesto en la parte superior de un embarcadero para que fuera remodelado lo más pronto posible.
El Rey de Albión, Oliver Cromwell, estaba observando la construcción a lo lejos con algunos
asistentes.
-Qué enorme y confiable luce el buque. Con un barco como este ¿no tiene la sensación de que
podemos conquistar el mundo, Encargado en Jefe?
“Usted tiene un alto concepto de mí”
El Encargado en Jefe asignado para la flota liderada por el Lexington, Sir Henry Bowood, respondió
un poco efusivo. Estuvo del lado de Reconquista, comandando los cruceros durante la guerra de revolución.
Acreditándose la destrucción de dos naves enemigas, fue promovido a encargado en jefe del
Lexington. Asumiría el cargo de capitán una vez que la remodelación fuera terminada. Esta era la tradición
de la fuerza aérea de Albión.
-¡Mire que grandes cañones!
Cromwell señalaba hacia los cañones que estaban a un costado del buque.
-Estas armas nuevas serán el símbolo de la confianza que tengo en usted. Fueron hechas reuniendo a
los alquimistas de Albión. Tienen un cuerpo extendido que de acuerdo con los cálculos…
La mujer de cabello largo que estaba a un lado de Cromwell contestó:
-Tienen un rango de disparo de aproximadamente 1.5 veces más que los cañones usados por los
buques de guerra de Tristain y Germania.
-Gracias señorita Sheffield.
Bowood observó a Sheffield. Emitía una especie de fría aura Parecía que se encontraba en los
veintitantos y llevaba puesto una capucha negra, brillosa y limpia. Nunca había visto una apariencia tan
extraña. Ella no lleva una capa… ¿tal vez sea una maga?
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Cromwell asintió con la cabeza y le dio unas palmadas en la espalda a Bowood.
-Proviene de Rub' al Khali. Diseñó los cañones con la tecnología que aprendió de los Elfos. Su punto
de vista sobre la tecnología… no sigue nuestras artes mágicas. Posee un conocimiento sobre la tecnología
que es nuevo para nosotros. Ustedes deberían conocerse un poco mejor.
Bowood asintió algo aburrido. Era de la corriente Realista, pero creía firmemente que los soldados
no debían involucrarse en la política. En otras palabras, era una persona con una fuerte instrucción militar.
El comandante de la flota, su superior de rango, se había unido al ejército rebelde, no tuvo otra
opción que participar en la guerra de revolución como capitán de la flota de Reconquista. Para él, quien se
había esforzado al máximo por la defensa de las tradiciones de Albión; la obligación de la nobleza era un
deber, Albión debía de seguir siendo un reino. Cromwell era alguien despreciable que se apoderó del poder
y del trono.
-Es probable que no haya una flota en toda Halkeginia que iguale en poder a la Real Flota de Su
Majestad en este momento.- Bowood había llamado de manera intencional a la flota por su antiguo nombre.
Notando su cinismo, Cromwell sonrió.
-Sr. Bowood. La Real Flota de su Majestad ya no existe más en Albión.
-Es verdad. Como sea, si usted asiste a una ceremonia de boda con esos nuevos cañones, temo que
probablemente lo vean como una vulgar demostración de poder.
Cromwell, el primer Rey consagrado y Presidente del Concilio de Nobles y del Gabinete de
Ministros de la República de la Santa Albión (el nuevo nombre de Albión) estaba atento a la ceremonia de
bodas de la Princesa de Tristain y el Emperador de Germania. Ellos harían el viaje en la flota del Lexington.
Relucir nuevos modelos de armas en una visita de buena voluntad podría ser interpretado como la
diplomacia de un cañonero.
Cromwell añadió casualmente:
-¿Ah sí, no le he explicado la trama de esta 'visita de buena voluntad' a usted, no es así?'
-¿Trama?- ¿Otra conspiración?, Bowood sintió otro dolor de cabeza en camino.
-¿Qué? ¡No he escuchado de un acto tan desagradable en toda mi vida!
-Todo es parte de las operaciones militares.- dijo Cromwell sin enfadarse.
-¡¿No acabamos de firmar un tratado de No agresión con Tristain?! ¡En toda la historia de Albión, no
hemos roto ni un solo tratado!- gritó Bowood enfurecido.
-Sr. Bowood. No le perdonaré ninguna crítica de índole política. Esto es algo que el concilio ya ha
decidido y aprobado. ¿O es que planea ir contra el concilio? ¿Desde cuándo usted es un político?
Con eso, Bowood quedó sin habla. Para él, los soldados son como los escudos y espadas que no
tienen opinión. Son los fieles guardianes del país y son orgullosos de serlo. Esto era una decisión de alto
rango, así que sólo tenían que seguir las órdenes.
-Usted pondrá por los suelos el nombre de nuestro país en toda Halkeginia. Nuestro país será
conocido por romper los tratados de forma cobarde.- dijo Bowood alterado.

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-¿Poner el nombre del país por los suelos? Toda Halkeginia será regida bajo la bandera de
Reconquista. Cuando recuperemos la Tierra Santa de los Elfos, nadie se preocupará de esos asuntos triviales.
Bowood se acercó a Cromwell.
-¿Romper un tratado es algo trivial? ¡¿Está planeando traicionar incluso a su país?!
Un hombre que estaba cerca sacó su varita y amenazó a Bowood. Él pudo reconocer inmediatamente
la cara que se ocultaba bajo la capucha.
-¿S-Su Alteza?- murmuró Bowood en shock.
Era la cara del Príncipe Wales, quien había muerto en la batalla de Newcastle.
-Capitán, ¿me pregunto si se le permite decir esas palabras a su oficial superior?
Bowood cayó de rodillas. Wales extendió su mano y Bowood la besó. Estaba pálido. Aquellas manos
eran tan frías como el hielo.
Cromwell se alejó con sus asistentes, Wales siguió su ejemplo. El único que quedó fue Bowood,
parado en estado de conmoción.
Wales, quien había muerto, estaba vivo y moviéndose. Bowood era un mago tipo Agua de clase
Triangular. Incluso él, que era un experto en esa magia, la cual gobernaba la composición de los seres vivos,
no había oído hablar de un hechizo que devolviera la vida a un muerto.
¿Tal vez se trataba de un golem? No, aquel cuerpo está imbuido de vida. Como un usuario del
elemento agua, conocía perfectamente el flujo de ésta dentro de los seres vivos, incluso en ‘ese’ Wales.
Definitivamente era una forma desconocida de magia y Cromwell tenía el control. Recordó un rumor
convincente que había oído y comenzó a temblar.
“Que el Santo Rey Cromwell podía controlar el ‘Vacío’”. ¿Acaso era la magia de Vacío?… El
legendario elemento ‘Zero’ de la magia…
Con voz temblorosa Bowood murmuró:
-¿… Qué demonios está planeando para Halkeginia?
Cromwell hablaba con el noble que caminaba a su lado.
-Vizconde, se integrará a la flota del Lexington como comandante de los Jinetes Dragón.
Bajo el sombrero de plumas, los ojos de Wardes brillaron.
-¿Me está pidiendo que lo mantenga vigilado?
Sacudiendo su cabeza, Cromwell rechazó la presunción de Wardes.
-Este hombre no nos traicionará. Es demasiado obstinado y franco, por ello podemos confiar en él.
Sólo estoy prestándole tu poder ya que una vez estuviste como líder del Escuadrón Mágico de Defensa. ¿Has
montado un dragón antes?
-No. Pero no hay bestia en Halkeginia que no pueda domar.
Cromwell sonrió en agradecimiento. De pronto se volvió hacia Wardes.
-Vizconde, ¿por qué me obedece?
-¿Tiene alguna duda de mi lealtad?

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-En lo absoluto. Ha conseguido tan buenos resultados aun sin haber pedido algo a cambio.
Wardes sonrió ligeramente. Tocó la mano artificial que había adquirido recientemente.
-Sólo deseo observar lo que Su Excelencia me va a mostrar.
-¿Se refiere a la Tierra Santa?
Wardes asintió con la cabeza.
-Creo que lo que estoy buscando, se encuentra ahí.
-¿Usted ‘cree’? Realmente no tienes ningún deseo, ¿no es así?- dijo Cromwell.
Cromwell originalmente era un clérigo, pero no había algún rastro de fe en él. Wardes bajó sus ojos
hacia un viejo relicario de plata. Dentro estaba dibujado el retrato de una bella mujer. Su corazón, el cual
siempre se mostraba frío con la gente que estaba cerca de él, comenzó a calentarse.
Después de mirar el pequeño portarretratos, susurró:
-No, Su Majestad. Soy el hombre con más deseos en este mundo.

※※※※※

Mientras tanto en el cuarto de Henrietta, dentro del Palacio Real de Tristain, los sirvientes estaban
ocupados preparando el vestido de novia que la princesa llevaría puesto.
Marianne, la Reina, también se encontraba presente. Miraba con una pequeña sonrisa a su hija que se
vestiría con un vestido blanco puro. De cualquier forma, la expresión de Henrietta parecía de hielo.
Cuando los sirvientes le preguntaron si debían coser la parte de los hombros y la parte de la cintura,
simplemente asintió.
Mirando a su hija en ese estado, Marianne pidió a los sirvientes que salieran.
-Mi querida hija, ¿acaso no te sientes bien?
-Madre…
Henrietta puso la cara en las mejillas de su madre.
-Entiendo que no quieras esta boda.
-No, en lo absoluto. Soy una persona feliz. Estoy lista para casarme. ¿Acaso no dijiste que una mujer
es feliz si logra casarse?
En contraste con sus palabras, el bello rostro de Henrietta lucía miserable y rompió en llanto.
Marianne acarició con gentileza la cabeza de su hija.
-¿Tienes a alguien a quien amas?
-Tuve a alguien a quien amaba. Me siento como si estuviera fluyendo en un río salvaje. Todo lo que
me ha pasado; amor, palabras dulces… no queda nada de ello.
Marianne sacudió su cabeza.
-El amor es como el sarampión. Si te tranquilizas, te olvidas de él.
-Si tan sólo pudiera olvidar…
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-Eres una princesa. Tienes que olvidar lo que hay que olvidar. El pueblo se inquietaría si te viera en
este estado.- dijo Marianne en tono de reproche.
-¿Por qué tengo que casarme?- preguntó Henrietta con tristeza.
-Por el futuro.
-Por el futuro de… ¿el país y el pueblo?
Marianne asintió con la cabeza.
-Esto también es por tu futuro. Cromwell de ‘Reconquista’, quien tiene el control en Albión, es un
hombre ambicioso. Acorde con lo que hemos escuchado, también tiene control sobre el ‘Vacío’”
-¿No es ese el elemento legendario de la magia?
-Si. Si es cierto, entonces sería terrible Henrietta. Tener mucho poder corrompe a la gente. Incluso
después de tener un tratado de No agresión, un hombre como él no miraría obedientemente desde los cielos
a Halkeginia. Lo mejor para ti es estar en un país poderoso como Germania.
Henrietta abrazó a su madre.
-Perdóneme madre por ser tan egoísta.
-Está bien. El amor lo es todo a tu edad. No es como si no lo entendiera.
Y así se abrazaron con fuerza.

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CAPÍTULO 06 - EN BUSCA DE UN TESORO

Tabitha estaba oculta tras un árbol conteniendo la respiración. Frente a ella se encontraba un templo
que estaba reducido a ruinas. Pilares que alguna vez alardearon de magnificencia habían colapsado y sus
muros se habían derruido. Opacas ventanas de vidrio estaban hechas añicos. Además el jardín estaba lleno
de maleza.
Era el templo de una aldea de pioneros que había sido abandonada decenios atrás. Ni un alma
rondaba, estaba completamente desolado. Sin embargo, cuando los rayos del sol brillaban sobre aquel lugar,
le daba una especie de atmosfera pintoresca al sitio.
Aquel sitio probablemente sería el lugar donde los viajeros descansaban para merendar o algo
parecido.
Repentinamente, una ruidosa explosión rompió el tranquilo entorno. Kirche había incendiado el árbol
que servía como tranca de la puerta.
A la sombra de los arboles, Tabitha sujetó con fuerza su báculo. La razón por la cual la aldea de
pioneros había sido abandonada, salió corriendo gallardamente. Era un orco de dos metros de altura y pesaba
cerca de cinco veces más que un humano promedio.
Su gordo y feo cuerpo estaba cubierto por piel arrancada de otros animales. Parecía un puerco debido
a su gran nariz en la cara. En efecto, se podía decir que era un cerdo que se podía parar en dos patas.
Eran alrededor de diez de ellos. A los orcos les gustan los niños, por lo que ser atacados por un grupo
de criaturas con gustos culinarios tan problemáticos debió ocasionar que los aldeanos abandonaran la aldea y
huyeran de ahí. Los aldeanos acudieron al Señor de su feudo, pero éste no quiso enviar soldados y
adentrarlos al bosque, por lo que ignoró esa petición. Esta era una de las muchas villas en Halkeginia a la
que le había ocurrido lo mismo.
Los orcos conversaban entre si a través de sonidos similares a los de un cerdo, mientras apuntaban a
la tranca en llamas. Cada uno de ellos gritó enojado:
-¡Fugii! ¡Pigii! ¡Agii! ¡Nguiiii!
Agitando los huesos que sujetaban en sus manos, los orcos obviamente lucían enojados. Había fuego,
lo que significaba que los humanos rondaban cerca, ellos eran enemigos y el fuego era su anzuelo.
Observando esto, Tabitha consideró cual era el hechizo que debía usar, había más enemigos de los
que esperaba; ella no podía lanzar hechizos continuos de viento. Si no lograban que todo fuera sobre ruedas,
perderían drásticamente la ventaja de su ataque sorpresivo.

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Justo entonces, el aire alrededor de los orcos resplandeció y siete doncellas de bronce aparecieron
frente a ellos, eran los golems de Guiche. Tabitha sorprendida levantó las cejas ya que no era lo que habían
planeado, seguramente Guiche se había impacientado.
Las siete Valkirias de Guiche atacaron contra el líder de los orcos. Todas empujaron sus cortas lanzas
para ello. La punta de éstas se hundieron en el estomago del orco provocando que cayera al piso, sin
embargo el daño fue superficial. Su gruesa piel y su grasa actuaron como escudo, protegiendo sus órganos
internos del daño. El monstruo se puso rápidamente de pie y agitó su hueso ignorando completamente su
pequeña herida. Los otros orcos también arremetieron con huesos que utilizaban como mazos, haciéndolos
girar en contra de las doncellas de bronce, estos huesos eran del tamaño de un humano. Uno de ellos
impactó una de los delicados golems, mandándolo a volar y haciéndolo pedazos contra el piso.
Tabitha comenzó a recitar un encantamiento mientras agitaba su báculo. Agua-Viento-Viento. Un
punto de agua y dos de viento. Ambos elementos se entrelazaron cuando el hechizo estuvo completado. El
vapor en el aire se congeló formando fragmentos filosos de hielo, estos pedazos se ensartaron en el orco
herido por todas direcciones. Éste era uno de los ataques más poderosos de Tabitha ‘Estalactitas Heladas de
Viento’. El orco atacado cayó al instante.
Kirche observaba agitando su varita desde la copa de un árbol que estaba a una buena distancia del
punto secreto de ataque de Tabitha. Fuego-Fuego; dos puntos de fuego. El resultado fue una bola de fuego,
más grande de lo normal, que atacaba a los orcos.
Este era el hechizo de ‘Bola Flameante’. Los orcos, con movimientos ágiles que no parecían posibles
por su tamaño, trataron de esquivar la bola de fuego, sin embargo, como si estuviera atada a una cuerda, la
bola los perseguía. Al final impactó justo en el hocico de uno de los orcos, estallándole en llamas la cabeza.
Sin embargo, éste era el límite de tan efectivos hechizos, ellos no podían seguir usando
encantamientos tan poderosos.
Los orcos estaban asustados, pero descubrieron que eran atacados por unos cuantos magos. Después
de darse cuenta de ello, les vino a la memoria una ocasión cuando tuvieron una larga batalla contra
humanos. Si estuvieran perdidos, hubieran sido arrasados en un instante. Pero ahora, sólo dos de ellos habían
sido asesinados con magia. Eso significaba que…el ataque de los humanos había fallado.
La furia sobrepasó el miedo. Sus afiladas narices comenzaron a olfatear, moviéndolas
compulsivamente intentando encontrar a los humanos. Un delicioso aroma a humano joven se percibía cerca
del jardín del templo por lo que los orcos corrieron al instante.
Repentinamente una persona con una espada a su espalda apareció, junto a él estaba una salamandra
de fuego. Sin vacilar, los orcos continuaron a la carga, sabían que una salamandra podía ser un duro
oponente, pero con sólo dos de ellos no debía haber mucho problema. Tampoco el guerrero humano lo
supondría, ya que se decía que un orco podía pelear contra cinco humanos, contra 5 guerreros habilidosos al
mismo tiempo. Un chiquillo como ese debería ser despachado con un solo golpe de sus huesos.
Saito le susurró a la salamandra junto a él:

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-Los atacaré por la derecha. Tú detén a cualquier monstruo que pueda alcanzar a Kirche.
Fuego centelló de la punta de la boca del fiero lagarto, asintiendo con un “kyuru kyuru”. Tratando de
intimidarlos, los enormes puercos formaron grupos para atacar.
La mano de Saito estaba temblando. ¿Qué rayos es eso? Es atemorizante, discúlpenme por no estar
tan bien vestido como ustedes.
Los orcos usaban un collar, que con una buena inspección se podía ver que estaba hecho de un
simple lazo y cráneos de humanos. Las reglas de mi mundo en verdad no se aplican a éste. El horrible
aroma de las bestias ya podía percibirse.
Tomó a Derflinger con su temblorosa mano izquierda, las runas en el dorso comenzaron a brillar. La
furia y el vigor generados en su interior hicieron que su cuerpo se encendiera. Él comenzó a tocar
rítmicamente con su dedo índice sobre la empuñadura de la espada, serenándose un poco, también estaba
calculando el ritmo de su ataque.
Tap, tap, tap… Justo al ritmo de su pulso…
Saito abrió los ojos mirando maliciosamente a los orcos mientras ellos le gruñían.
Uno de ellos lanzó su hueso contra el joven. Fue un golpe directo… o debería haberlo sido, ya que
éste terminó golpeando el piso. El orco trató de alzar la cabeza para ver sus alrededores, pero su visión se
partió, su cuello no se movía. Sus manos buscaron desesperadamente su cabeza, sólo para encontrar que ya
no estaba en su lugar.
Saito había saltado más rápido que el golpe del orco y le había volado la cabeza. ¡Cómo estuvo eso!
El orco decapitado se retorcía en el piso. Saito blandió la espada contra otro cercano a él, cortando al
estupefacto orco en un instante. Con el filo de su espada había acabado con ellos. A su izquierda, el feroz
lagarto peleaba contra otro más, lanzando llamas por todas partes, el fuego era más poderoso que el orco. Al
final, lanzó una ráfaga infernal directo a la cabeza.
Habiendo perdido tres aliados, los restantes rodearon cautelosamente a Saito. Éste les dirigió una fría
mirada hacia ellos con su espada lista, era como si un dragón los estuviera mirando. El instinto de los orcos
les decía que era peligroso, que no podrían vencerlo. Ellos comenzaron a mirarse entre sí.
Pero… tan sólo es un humano. No podemos perder. Debe haber sido un error. Ignorando su instinto,
la experiencia y su sentido común, gruñeron y fueron todos en un ataque al mismo tiempo.
Y así… perdieron sus vidas. Con un poco de magia, además de Saito y Flame; los acabaron en dos
minutos.
El dragón de Tabitha por fin descendió. Si éste hubiera sido herido en la batalla, hubiera significado
tener que caminar de vuelta a casa, por lo que decidieron no permitirle entrar en ella.
Bajando del árbol donde estaban, Kirche le dio un empujón a Guiche.
-¡Auch! ¿Qué haces?
-¡Es tu culpa que nos metiéramos en este embrollo!

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El plan original era atraer a los orcos hacía una fosa que Verdandi había cavado y prender el aceite
que habían colocado en esa fosa. Todos los orcos sencillamente habrían ardido hasta su muerte.
-Como si todos fuesen a caer tan fácilmente en esa fosa. El que hace el primer movimiento gana,
simplemente puse eso en práctica.- refunfuñó Guiche.
-¿No fue tu topo quien la cavó? ¡Tenle un poco de fe!
-Bueno, todos estamos a salvo así que no hay problema.- dijo Saito.
Siesta, quien había estado ocultándose temblando de miedo, corrió hacia Saito abrazándolo,
sobrecogida por la emoción.
-¡Eso fue increíble! ¡Matar a esos violentos orcos en cuestión de segundos! ¡Saito, eres increíble!
Ella entonces miró tímidamente los cuerpos de los orcos.
-Con esas cosas rondando, creo que no puedes ir a recolectar hongos el bosque sin preocupaciones.
Saito limpiaba la sangre y grasa atascadas en Derflinger con una hoja. Sus manos todavía temblaban.
Creo que todavía no me acostumbro a las batallas. Aunque son monstruos, siguen siendo seres vivos. Se
dice fácil que es una batalla, pero en realidad son seres vivos matándose entre sí. Aunque ganes, no se
siente bien. Aunque tengo los poderes del legendario familiar Gandalfr, mi cuerpo sigue siendo de carne y
hueso. Si hubiera fallado y recibido algún golpe de esos huesos… sería yo el que estaría ahí tirado.
Notando que sus manos temblaban, Siesta las sujetó firmemente. Sus ojos parecían preguntar ‘¡¿estás
bien?!’. Saito se forzó a sonreírle y asintió.
-Estuviste increíble… pero creo que estas cosas tan peligrosas están mal…- susurró Siesta.
Mientras tanto, Kirche actuaba como si nada hubiera pasado a pesar de la pelea.
-Umm, dentro del templo hay un altar…y bajo éste hay un cofre oculto.- dijo, mirando el mapa.
-Y dentro del cofre…- dijo Guiche tragando saliva.
-Yace oro y plata, además del legendario tesoro ‘Brisingamen’ que aparentemente un monje ocultó
cuando abandonaba el templo.
Kirche triunfantemente acarició su cabello.
-¿Qué es un Brisingamen?- preguntó Guiche.
Kirche leyó las notas de su mapa.
-Umm, parece que es un collar hecho de oro. ¡Hecho de ‘oro flameante’! Wow, incluso su nombre
me excita. Cuando lo usas… estás protegido contra cualquier desastre y…

Esa noche…incendiaron los alrededores del jardín del templo con una hoguera. Todos tenían caras
de cansancio.
-¿Así que el tan renombrado tesoro es esto?- dijo Guiche amargamente.
Guiche apuntaba al accesorio de color opaco y a algunas cuantas monedas de cobre.
Bajo el altar había un cofre, sin embargo, estaba lleno de basura que ni siquiera consideraron llevar
de vuelta a casa.

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-Esto está hecho de latón. Los collares y aretes son unas baratijas, no son ese ‘Brisingamen’,
¿verdad?
Kirche no contestó. Sólo miraba sus uñas con unos ojos aburridos. Tabitha estaba leyendo un libro
como era usual. Saito estaba recostado, mirando la luna.
-Oye Kirche, ¡esta es la séptima vez! Hemos seguido esos mapas con tanto esfuerzo y ¡todo lo que
tenemos son unas cuantas monedas de cobre! ¡Los tesoros no han estado ni un poco cerca de lo que las notas
de los mapas dicen! ¡Esos mapas son una estafa!
-Cállate. Ya lo dije antes… PODRÍA haber algún mapa autentico entre el montón.
-¡Esto es demasiado! ¡Los monstruos y las bestias moran en ruinas y cuevas después de todo!
¡Obtener sólo eso en recompensa por vencer a esos monstruos está lejos de ser justo!
Guiche sostenía su rosa artificial en la boca mientras yacía recostado en una manta extendida.
-Claro que sí. Si pudieras encontrar tesoros por nada más que matar monstruos, entonces nadie sería
pobre.
Una atmósfera deprimente rondaba entre ellos. Pero la animada voz de Siesta la disipó:
-¡Chicos, la cena está lista!
Siesta comenzó a cortar la carne de la cazuela que estaba sobre la hoguera. En verdad olía muy bien.
-¡Está delicioso! Wow, en verdad está muy bueno. ¿Qué clase de carne cocinaste?- preguntó Guiche
mientras se llenaba la boca otra vez.
Todos los demás la probaron y comenzaron a decir lo delicioso que estaba. Siesta sonrió y dijo:
-Carne de orco.
Guiche de repente escupió la carne. Todos miraron a Siesta mientras masticaban lentamente.
-¡E-Era una broma! En realidad es de conejo salvaje. Lo capturé con una trampa.
Siesta les contó como había preparado algunas trampas para capturar conejos y perdices, además de
colectar hierbas y vegetales para el estofado mientras los demás estaban en la búsqueda del tesoro.
-No me asustes así. Aunque en verdad eres muy útil, eres capaz de hacer algo tan agradable con
cosas del bosque- dijo Kirche con un tono de alivio.
-Eso se aprende al vivir en una aldea.- dijo Siesta apenada.
-¿Cómo llamas a tu estofado? Las hierbas son un poco diferentes a las usuales. Nunca había visto
algunos de estos vegetales.- dijo Kirche mientras volteaba uno de los vegetales con su tenedor.
-Es un estofado tradicional de mi aldea, se llama Yosenabe.- explicó Siesta mientras batía la cazuela.
-Mi papá me enseñó a prepáralo con plantas silvestres comestibles, raíces y cosas de ese estilo… Mi
padre aprendió de mi abuelo. Se puede decir que es una especialidad de mi pueblo.
Gracias a la deliciosa comida se sentían más relajados. Diez días habían pasado desde que dejaron la
escuela. Mientras Saito observaba el cielo, se preguntaba que estaría haciendo Louise.
-¿Estuvo bueno, Saito?

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Junto a él, Siesta sonreía cálidamente. Rellenando completamente su boca de estofado, le sonrió de
vuelta. La sonrisa de Siesta, el sazón de su estofado, ambos le recordaban cierta cosa… no tenía idea de
cuanto tiempo había estado lejos, pero Saito recordaba su propio mundo.
Después de cenar, Kirche extendió una vez más el mapa.
-Démonos por vencidos y regresemos a la escuela.- exhortó Guiche, pero Kirche ni se inmutó.
-Sólo uno más, uno más…
Los ojos de Kirche destellaban sobre el mapa, parecía que estaba obsesionada. Escogió un mapa y lo
extendió en el piso.
-Bien, ¡será este! ¡Si este también es un engaño entonces regresaremos a la escuela!
-¿Cuál es el tesoro?
Con los brazos cruzados, Kirche respondió: “La Coraza de Dragón”
Siesta, quien estaba comiendo estofado justo después de que todos habían acabado, comenzó a
ahogarse con la comida.
-¿E-En serio?
-¿Qué hay con eso? ¿Sabes algo al respecto? Está cerca de una villa llamada Tarbes. Veamos, ¿donde
se encuentra Tarbes…?
Siesta respondió rápidamente.
-Está en dirección a La Rochelle. Hay un gran prado… es mi pueblo natal.

※※※※※

A la mañana siguiente mientras viajaban sobre el dragón de viento, Siesta explicaba los detalles,
aunque no había mucho que decir. Había un templo cercano a la villa y en ese lugar había una cosa llamada
la ‘Coraza de Dragón’.
-¿Por qué le llaman ‘Coraza de Dragón’?
-Aparentemente puedes volar cuando la usas.- dijo Siesta, casi en susurros.
-¿Volar? ¿Así que es un artefacto de tipo Viento?
-Realmente no es una cosa tan importante…- dijo Siesta algo preocupada.
-¿Por qué?
-Es mentira. Es uno de esos ‘tesoros’ que puedes encontrar donde sea. Sólo es el nombre. Aún así los
aldeanos están orgullosos… decoran el templo, lo veneran…
-¿De verdad?
Entonces Siesta procedió a decir nerviosamente esto:
-De hecho… su dueño era mi abuelo. Un día él apareció en la aldea y aparentemente le dijo a todos
que había llegado del Este en la Coraza de Dragón.
-Wow…
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-Pero nadie le creía. Todos decían que mi abuelo era raro.
-¿Por qué?
-Alguien le pidió que volara de nuevo, pero él respondió que no se podía. Dio un montón de excusas
pero nadie tenía alguna razón para creerle. Después de eso, dijo que eso ‘ya no podía volar’ y se estableció
en la aldea. En verdad trabajó muy duro, dándole su dinero a los nobles pidiéndoles que lanzaran un hechizo
de Conservación sobre la ‘Coraza de Dragón’. Él lo cuidaba con mucho cariño.
-Qué persona tan extraña. ¿No fue duro para tu familia?
-No, haciendo a un lado la ‘Coraza de Dragón’, él era una persona trabajadora y agradable. Todos lo
querían.
-Entonces es algo famoso en tu aldea ¿cierto? Como el Yosenabe… Entonces no podremos
llevárnoslo de vuelta.
-Pero… es como una reliquia de mi familia…Si Saito lo desea, podría pedirle a mi papá que se los
muestre.- dijo Siesta con una voz preocupada.
Justo cuando Saito pensaba De todos modos los tesoros falsos son inútiles, Kirche remarcó:
-Incluso si es una farsa, hay formas de venderlas. Hay mucha gente con gustos peculiares en el
mundo
-Eres una mujer horrible.- dijo Guiche impactado.
El dragón de viento agitaba las alas, dirigiéndose hacia Tarbes.

※※※※※

Mientras tanto en la escuela, Louise seguía saltándose las clases. No quería que nadie la viera en su
actual estado de ánimo. Solamente abandonaba su habitación para comer en el salón comedor y cuando
tomaba un baño.
Ella supo que Saito estaba viviendo en una tienda de campaña sobre el patio Vestri así que había
bajado hace algunos días para ver como estaba, pero no encontró a nadie ahí. Cuando le preguntó a
Montmorency, quien pasaba por ahí, se enteró que Saito, Guiche, Kirche y Tabitha se habían saltado las
clases para ir a buscar tesoros. Los maestros aparentemente estaban enfadados y planeaban hacerlos limpiar
el auditorio cuando volvieran.
Ella se sintió todavía más triste cuando pensó lo divertido que debía haber sido el viaje. Se sintió
como si hubiera sido la única excluida.
Louise lloró una vez más sobre su cama. Cada vez que veía la pila de paja vacía, las lágrimas
llenaban sus ojos.
Un golpe se escuchó en la puerta, ésta se abrió con un tronido justo después de que Louise dijera que
no estaba cerrada.

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El director de la escuela, el viejo Osman estaba ahí, lo cual sorprendió a Louise. Ella rápidamente
saltó de la cama y se puso un vestido.
-¿Cómo te has sentido?
-Disculpe por haberlo preocupado. En verdad no es nada, simplemente no me sentí muy bien…-
respondió Louise, un poco apenada.
Osman acercó una silla y se sentó.
-Has descansado por mucho tiempo. Estaba preocupado, pero parece que estás bien.
Louise asintió y se sentó en una silla y miró hacia la ventana con una cara agotada.
-¿Ya terminaste de escribir el edicto?
Louise dio un grito ahogado mientras se tomaba la cabeza. Con una expresión de arrepentimiento,
agitó la cabeza.
-Por lo que parece, no lo has terminado.
-Lo siento.
-Aún quedan dos semanas. Piénsalo bien, después de todo es la boda de una importante amiga tuya.
Asegúrate de escoger las palabras cuidadosamente.
Louise asintió. Estaba avergonzada de haberse olvidado del edicto al ser absorbida por sus propios
pensamientos. Soy de lo peor, ¿no es así? Ella me considera su amiga e incluso me dio el papel de madrina.
Osman se levantó.
-Por cierto, ¿dónde está ese familiar tuyo?
Ella evadió la mirada y permaneció en silencio.
Osman sonrió.
-¿Acaso se pelearon?… Cuando se es joven, uno se pelea por cosas triviales. Eso es porque las
personas jóvenes no saben como comprometerse. Algunas veces, estas grietas evolucionan y se vuelven en
cosas irreparables. Debes tener cuidado.
Osman abandonó la habitación riendo. Después de que la puerta se cerró tras de él, Louise suspiró.
-No es algo trivial…
Louise se dirigió a su escritorio, ignoró todo lo demás y abrió el Libro de Plegarias del Fundador.
Cerró los ojos, aclarando sus ideas. Se concentró tratando de pensar en aquel edicto.
Debo escribir un gran edicto para Henrietta.
Louise permanecía con los ojos cerrados. ¿Eh? Había una brillante luz y repentinamente pudo ver
letras en las páginas. La mirada de Louise se congeló.
Sin embargo, al siguiente instante las letras se desvanecieron como la niebla.
¿Qué fue eso? pensó mientras miraba las páginas. Ahora no veo nada, tal vez fue que mis ojos están
cansados.
-Todo es por culpa de Saito.

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CAPÍTULO 07 – LA CORAZA DE DRAGÓN

Los ojos de Saito le dieron un vistazo a la ‘Coraza de Dragón’. Se encontraban en el templo


construido cerca de Tarbes, el pueblo natal de Siesta. Ahí era donde estaba el artefacto. En realidad era más
correcto decir que el templo había sido construido para protegerlo. La forma en que el abuelo de Siesta lo
construyó hizo sentir nostalgia a Saito.
El templo estaba construido a la orilla de un campo. Las puertas estaban hechas por troncos unidos
entre sí, las paredes estaban hechas de tablones y argamasa en lugar de piedra. En la parte más alejada del
piso de madera pintado de verde oscuro estaba la ‘Coraza de Dragón’. Tal vez le habían puesto un hechizo
de Conservación… pues no tenía signos de deterioro. Era como si apenas lo hubieran construido.
Kirche y Guiche miraron el artilugio desilusionados. Como si hubiera sido golpeada por la
curiosidad, Tabitha miró con interés. Saito asombrado, observaba la ‘Coraza de Dragón’.
-Saito, ¿estás bien? Es como si te enseñara algo que te hizo sentir mal…- dijo Siesta con voz
preocupada.
Saito no respondió, siguió mirando la ‘Coraza de Dragón’ como si estuviera profundamente
conmovido.
-Desde luego que esta cosa no puede volar.- dijo Kirche.
Guiche asintió.
-Es una especie de canoa, ¿correcto? Y mirando las alas, ni siquiera pueden moverse.- Es como un
ave de juguete o algo así, por no mencionar que las alas de los dragones más pequeños son más grandes que
éstas. Los Dragones y Wyverns pueden volar simplemente porque baten las alas. Eso es mucho para esta
‘Coraza de Dragón’.
Guiche señaló la ‘Coraza de Dragón’ y asintió, convencido de que tenía razón.
-Saito… ¿realmente estás bien?
Saito tomó los hombros de Siesta, mientras ella lo miraba a la cara. Saito habló con furor.
-Siesta.
-¿S-Sí?
-¿Tu abuelo dejó alguna otra cosa?
-Umm… las únicas cosas interesantes serían su tumba y unas cuantas de sus pertenencias.
-Muéstramelas por favor.

La tumba del abuelo de Siesta estaba localizada en el cementerio de la aldea. Las lápidas estaban
hechas de grandes piedras blancas, a excepción de la tumba que buscaban ya que estaba hecha de piedra
negra, creando un claro contraste con las otras.
Unas palabras estaban escritas en la lápida.

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-Mi abuelo hizo esta tumba antes de morir. Está escrito en un lenguaje proveniente de un país
diferente, por lo que no ha habido alguien que pueda leerlo. Me pregunto que dice…- dijo Siesta.
Saito leyó en voz baja.
-Soldado de Marina, Sasaki Takeo, descansa en paz en otro mundo.
-¿Qué?
Los ojos de Siesta se posaron totalmente abiertos en Saito, quien había leído con fluidez.
Saito miró con entusiasmo a Siesta, ocasionando que se sonrojara.
-Detente… Si me sigues mirando así…
Cabello negro, pupilas negras… este sentimiento de nostalgia… Así que era por eso, pensó Saito,
dándose cuenta del porqué se sentía así.
-Siesta, ¿te dijeron que tienes los ojos y el cabello similares a los de tu abuelo, cierto?
Dijo Saito, para la sorpresa de Siesta.
-¡S-Sí! ¿Cómo supiste eso?

※※※※※

De regreso en el templo, Saito tocó la ‘Coraza de Dragón’. Cuando lo hizo, las runas en el dorso de
su mano izquierda empezaron a brillar. Ya veo, así que esto también es considerado como un ‘arma’, pensó
Saito cuando miró las ametralladoras que sobresalían de las alas. Al brillar las runas, la estructura y los
controles de la ‘Coraza de Dragón’ fueron muy claros para Saito. Puedo pilotearlo, pensó.
Saito encontró el tanque de gasolina y lo abrió. Como lo esperaba estaba vacío. No importa que tan
bien estuviera conservado. Sin gasolina, no podría volar. Me pregunto cómo llegó a Halkeginia con este
avión… Saito quería seguir la pista, sin importar a qué respuesta llegara.
Siesta regresó de la casa de sus padres.
-Todos estaban realmente sorprendidos porque vine dos semanas antes de lo que les había avisado.
Siesta extendió sus manos, animada, y puso un artículo en las manos de Saito. Eran unos viejos
goggles.
Probablemente eran los que su abuelo usaba cuando era soldado de marina. Él era como el dueño
del Báculo de la Destrucción con el que vencí al golem de Fouquet, alguien de otro mundo. Un extranjero,
justo como yo.
-El abuelo sólo dejó esto. No dejó algo como un diario u otra cosa como esa. Pero mi papá dijo que
dejó su última voluntad.
-¿Última voluntad?
-Si. ‘Si alguien aparece y puede leer la inscripción en la lápida, que le sea entregada la Coraza de
Dragón’. Es lo que dijo.
-¿Quieres decir que es mío ahora?
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-Si. Papá dijo que está bien dártelo. De todas maneras es una molestia para todos cuidarlo… Es
grande y algunas personas le rinden culto… pero sólo se está empolvando en esta villa.
-Bueno, entonces no dudaré en hacerlo.- dijo Saito.
-Papá también me dijo que te mencionara algo más.
-¿Qué te dijo?
-Él dijo que espera que le regreses la ‘Coraza de Dragón’ al Emperador… Quisiera saber de que
Emperador está hablando. Nosotros no sabemos de qué país era originario mi abuelo…
-Él provenía de mi país.- dijo Saito.
-¿De verdad? Por eso fuiste capaz de leer las palabras en su lápida. ¡Wow! Estoy un poco
emocionada. Mi abuelo era del mismo país que Saito. Es como si fuera el destino.- dijo Siesta de forma
distraída.
-Así que el abuelo realmente llegó a Tarbes usando la ‘Coraza de Dragón’
-Esto no se llama ‘Coraza de Dragón’.
-¿Cómo es conocido en el país de Saito?
Mirando a la ‘Coraza de Dragón’, Saito recordó un modelo a escala de plástico que armó cuando era
pequeño. ¿Por qué alguien lo llamaría ‘Coraza de Dragón’? Tal vez era más fácil entenderlo de esa forma.
De la misma manera que el ‘Báculo de la Destrucción’.
Miró el emblema nacional pintado en las alas y en una parte del cuerpo. Un círculo rojo parecía que
estaba coloreado alrededor de blanco, pero estaba cubierto con algo del verde oscuro usado para pintar el
resto del lugar. El símbolo para el signo zodiacal del dragón estaba escrito con negro en la cubierta. Era
probablemente el nombre de la unidad de la que formaba parte.
Saito sintió mucha nostalgia por el simple hecho de mirar algo tan viejo que provenía de su mundo.
Saito respondió:
-Es conocido como Caza Zero. Es un aeroplano de combate usado por mi país en el pasado.-
respondió Saito.
-¿Caza Zero? ¿Un aeroplano de combate?
-En otras palabras, un avión.
-¿Un avión? ¿No es lo que mencionaste antes?
Saito asintió.

Ese día, todos descansaron en la casa de Siesta. Hasta el jefe de la aldea vino a recibirlos, ya que eran
nobles los que se estaban alojando ahí. Siesta presentó a Saito a su familia, su padre, madre y sus hermanos.
Ella era la mayor entre sus hermanos.
Los padres de Siesta lo vieron con aspereza al inicio, pero rápidamente cambió su semblante cuando
ella les contó que él la protegía en la Academia. Al no haber estado por un largo tiempo en casa, Siesta se
veía feliz al estar rodeada por su familia. Saito tenía envidia de ello.

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Cuando pensó sobre el tema; todos tenían familia… Louise, Kirche, Tabitha y Guiche. Él también
tenía una, pero no podía reunirse con ellos como ahora. Incluso si deseara visitarlos, ni siquiera sabría como
hacerlo.
Al atardecer, Saito posó su mirada sobre el extenso campo. El sol empezaba a ocultarse entre las
montañas más allá del valle. Era un campo inmenso. Justo como Siesta había dicho, las flores estaban
floreciendo por todos lados. Así que este es el hermoso campo que Siesta deseaba mostrarme.
El piloto, quien había terminado en ese mundo con el Caza Zero, probablemente intentó encontrar
un camino a casa volando por esos cielos… pero se le acabó el combustible y terminó aterrizando en este
campo. El campo era amplio y plano, así que aterrizar era probablemente fácil. Ya no pudo volar cuando se
lo pidieron a causa de que se la había acabado el combustible.
Siesta se acercó a Saito, quien seguía mirando el campo, sumido en los recuerdos de su mundo. Ella
llevaba puesta una falda café, zapatos de madera y una blusa de algodón verde oscuro en lugar de su habitual
uniforme de sirvienta. Tal como el campo que tenía delante de él, la apariencia de Siesta era como el aroma
de la luz solar.
-¡Así que estabas aquí! La cena está lista. Papá insiste en que comamos juntos.- dijo Siesta
tímidamente.- Te pedí que vinieras conmigo, pero en realidad no esperaba que pasara todo esto.
Siesta extendió sus brazos hacia el amplio campo que tenían delante de ellos. La puesta de sol bañaba
el campo con una bella luz.
-¿No es este un hermoso campo? Esto es lo que esperaba mostrarte, Saito.
-Sí, lo es.
Siesta bajó la mirada, mientras jugaba con sus dedos.
-Mi padre dijo que conocer a alguien que provenía del mismo país que el abuelo debe ser cosa del
destino, él se pregunta si podrías quedarte en la villa. También dijo que si lo hacías, yo… podría dejar mi
trabajo en la academia y regresar aquí contigo.
Saito no respondió. Sólo se quedó mirando al cielo. Estaba pensando lo que Siesta significaba para
él. Si ella seguía diciéndole más cosas dulces, su corazón probablemente se derretiría. Se sintió solitario
cuando Siesta estaba sentada platicando felizmente con su familia. Después de ver el Caza Zero, su nostalgia
creció de forma más intensa.

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Siesta miró a Saito, quien seguía observando el cielo y sonrió.
-Pero, está bien. Sé que no funcionaría. Eres como un pájaro. Estás destinado a volar lejos de aquí
algún día.
Entonces Saito decidió contarle la verdad.
-¿Tu abuelo dijo que venía del Este, cierto?
-Um… sí.- dijo Siesta, un poco preocupada.
-Tu abuelo, como yo, no es originario de este mundo.
-Tú naciste en Rub’ al Khali en el Este, ¿verdad?
-No. Está mucho, mucho más lejos que eso.- dijo Saito en un tono serio.- Es un mundo diferente. Yo
no soy de este mundo.
-Sólo estás jugando conmigo, ¿no es así? Si no te gusto, sólo tienes que decirlo.- dijo Siesta
apretando sus labios.
-No, esto no tiene que ver con eso. No estoy jugando contigo.
-¿Es que tienes ahí a alguien esperando por ti?
-No. Pero mi familia me espera. Algún día tendré que abandonar este mundo para regresar al mío.
Saito giró hacia Siesta y dijo débilmente:
-Es por eso que no puedo hacer las cosas que mencionaste…
Saito se veía muy serio. Siesta sabía que no estaba bromeando.
-Puedo proteger a las personas con mi poder mientras esté aquí. Pero eso es todo. No tengo derecho a
vivir con alguien. No puedo.
-Pero mi abuelo lo hizo, ¿por qué tú no?
-Tu abuelo no tenía el poder de ‘Gandalfr’ como yo. Hasta ahora, hemos tenido muchos enemigos,
pero los he vencido con la ayuda de este poder. Siento que este poder me guiará.
-Entonces… ¿puedo esperarte? No tengo ninguna cualidad, pero puedo esperar. Si das tu mejor
esfuerzo para encontrar el camino a casa y aún así no lo encuentras, tal vez…
Siesta guardó silencio.
Si eso pasara, ¿qué haría?, pensó Saito. Su pulso se aceleró cuando vio a Siesta. Es linda, y es
maravillosa sin ropa. Es amable y sabe cocinar. Es una chica estupenda. Con mayor razón no podía
prometerle nada.
Recuperándose, Siesta sonrió.
-Un búho mensajero acaba de dejar esto. Parece que los maestros están en verdad enojados. La
señorita Zerbst y el señor Gramont se pusieron pálidos. También me mencionan. Dicen que me puedo tomar
unas vacaciones por las festividades. La boda de la Princesa está próxima. Así que hasta que las vacaciones
terminen, voy a quedarme aquí.
Saito asintió.
-Um… ¿así que puedes hacer que vuele la ‘Coraza de Dragón’?

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Con combustible, probablemente, pensó Saito.
-No estoy seguro. Tengo que hablar con alguien primero. Si lo hago volar, quiero ir a las tierras del
Este. Tu abuelo vino volando desde allí, ¿verdad? Tal vez encuentre una pista.- dijo Saito, mirando la puesta
de sol.
-¿De verdad? Si consigues que vuele, será maravilloso. La ‘Coraza de Dragón’ es llamado un Caza
Zero ¿cierto? Si logras hacerlo volar, por favor déjame montar en él al menos una vez.
Saito asintió.
-Permitiré que vueles tantas veces como lo desees. Después de todo es de tu familia.

※※※※※

A la mañana siguiente, usando un poco de la influencia del padre de Guiche, Saito obtuvo el servicio
de unos cuantos Jinetes Dragón y sus bestias. Ellos llevarían al Caza Zero sobre una larga red a la
Academia.
Guiche inicialmente se preguntaba el porqué se llevaban la inútil ‘Coraza de Dragón’, pero a causa
de la insistencia de Saito, al final accedió. Los costos de hacer una gran red y llamar a los jinetes eran
ridículamente altos.
Saito estaba preocupado porque obviamente no tenía los fondos para el costeo del transporte. Sin
embargo, una vez que el Caza Zero arribó en el patio de la Academia, alguien apareció en ese instante.
Era el señor Colbert.

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CAPÍTULO 08 - EL LABORATORIO DE COLBERT

El Señor Colbert tenía cuarenta y dos años de edad y había estado al servicio de la Academia por
veinte años. Era un mago con el sobrenombre de “Serpiente de Fuego”. Su pasatiempo… o mejor dicho, su
vida giraba en torno a la investigación e invención. Luego de ver un objeto transportado por dragones, salió
de su laboratorio y fue al patio. Tenía una curiosidad tremenda.
-¿Qué es eso? ¿Podrían explicármelo?
El rostro de Colbert brillaba mientras miraba a Saito, el cual observaba al Caza Zero que estaban
bajando.
-Ah, quería hablar con usted de eso.
-¿Conmigo?
Colbert estaba confundido. ¿Quién es exactamente este joven plebeyo? Lo único que sé de esa
persona era que al parecer era el Familiar Legendario ‘Gandalfr’, convocado por la señorita Vallière; que
había nacido en Rub' al Khali y era el único que había dicho que mis obras de eran ‘grandiosas’.
-Eso es un aeroplano, en mi país se les ve volando por todas partes.
-¿¡Eso vuela!? ¡Wow! ¡Maravilloso!
Colbert comenzó a mostrar un gran interés por el Caza Zero.
-Son éstas ¡unas alas! ¡Aunque no son iguales a las alas normales! ¿Qué hace este molino de viento?
-Esas son las hélices. Al darles vuelta, hacen que el avión avance.
Con sus ojos llenos de admiración, Colbert se acercó más a Saito.
-¡Ya veo! ¡Cuando se mueven usan el poder del viento! ¡Está muy bien hecho! ¿No es así? ¿Podrías
hacerlo volar para mí? ¡Mira, me tiemblan las manos de curiosidad!
Saito se rascó la cabeza un poco preocupado.
-Um… Además de las hélices, necesita gasolina.
-¿Gasolina? ¿Qué es eso?
-Es por esa razón que quería hablar con usted. ¿Recuerda la clase en la que nos mostró su invención?
-¿El de la serpiente feliz?
-¡Sí! Había que quemar petróleo para que funcionara, ¿cierto?
-¿Necesitas petróleo? ¡Ese es un problema que se resuelve fácilmente!
-No, no creo que funcione sólo con eso. Tiene que ser gasolina.
-¿Gasolina? Hmm… hay muchos tipos diferentes de derivados del petróleo…
Saito de repente se dio cuenta que los Jinetes Dragón le sonreían maliciosamente, Guiche se acercó y
dijo a su oído:
-Siento interrumpirte, pero si no pagamos la cuota de transporte…
-¿Acaso no son nobles también? No pueden ponerse a discutir por dinero.
-¡Oye! Los soldados son pobres.

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Saito sonrió al Señor Colbert.
-Señor Colbert, ¿no podría pagar la cuota por el trasporte? Sólo por ahora.

※※※※※

El laboratorio de Colbert se encontraba entre la Torre Central y la Torre de Fuego, y era muy similar
a una vieja cabaña.
-Al principio llevaba a cabo mis experimentos en mi propio cuarto, pero el ruido y mal olor
interferían con mi investigación ya que la gente que vivía al lado no tardó en quejarse.
Los estantes de madera estaban llenos de botellas de laboratorio, tubos de ensayo, frascos con
líquidos y cosas parecidas. Junto a esto estaba un muro de estantes llenos de libros. Había un globo celeste
formado por varios pergaminos y otros mapas diversos. Había lagartos, serpientes y pájaros en jaulas que
nunca antes había visto.
Un olor raro que no era ni polvo ni moho llenaba toda la habitación. Saito se tapó la nariz.
-Muy pronto te acostumbraras al olor, aunque una mujer no se acostumbraría. Es por esa razón que
aún sigo soltero.
Colbert se sentó mientras murmuraba respuestas de preguntas que se hacía. Había olido el aroma de
la gasolina que había quedado en el tanque de combustible del Caza Zero. El avión había sido envuelto por
un hechizo de Conservación, por lo que la gasolina no había sufrido ningún cambio en su composición
química.
-Hmm… este olor nunca lo había percibido antes. Este aroma es del tipo de sustancia que no debe ser
calentada mucho… debe ser muy fácil que arda en llamas. Si esto fuese usado en explosivos, tendría una
increíble fuerza.
Colbert tomó un trozo de pergamino que tenía cerca y empezó a tomar notas.
-Si pudiera reproducir este aceite, ¿el avión volaría?
-Probablemente… Si es que no tiene algún tipo de avería.
-¡Interesante! ¡Inventar una nueva sustancia es difícil, pero lo voy a intentar!
Murmurando, sacó un tipo de líquido y encendió una lámpara de alcohol.
-Te llaman Saito, ¿cierto?
Saito asintió.
-Tú dijiste que en tu país natal estas cosas se podían ver por todas partes, ¿no es así? La tecnología de
los Elfos del Este parece superar cualquier cosa inventada en Halkeginia.
Saito se sintió un poco mal por mentirle a Colbert que estaba más que dispuesto a ayudarlo a
producir gasolina y también había pagado los gastos de transporte, así que decidió decirle la verdad.
-Señor Colbert, en realidad, yo… no soy de este mundo. El avión y el ‘Báculo de la Destrucción’ que
destruyó al golem de Fouquet, no son de este mundo.
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Las manos de Colbert quedaron paralizadas.
-¿Q-Qué acabas de decir?
-Yo vengo de otro mundo.
Colbert miró fijamente a Saito, luego sacudió la cabeza, como si estuviera impactado.
-Ya veo.- susurró.
-¿No le sorprende?
-Bueno, por supuesto que sí. Pero definitivamente es cierto. Tu forma de vestir y de hablar es de un
lugar muy diferente. Hmm, esto se vuelve cada vez más interesante…
-Es una persona extraña, señor Colbert.
-Ya fui llamado extraño por muchas personas. Ni siquiera he encontrado a alguien dispuesta a
casarse conmigo. Pero tengo una creencia.
-¿Una creencia?
-Si. Los nobles de Halkeginia tratan a la magia como una simple herramienta… así como una escoba
que sirve para algo útil, pero yo no creo que la magia sea sólo eso. La magia debería ser usada para mucho
más. En lugar de apegarse simplemente a usos tradicionales, debemos experimentar y encontrar formas más
variadas para utilizarla.
Asintiendo con la cabeza, Colbert continuó:
-Después de verte a ti, mi intención se ha fortalecido. ¡Quién habría pensado que existe otro mundo!
¡Eso demuestra que las reglas de Halkeginia no se aplican allí! ¡Interesante! ¡Seguro hay muchas cosas por
descubrir! ¡Probablemente debo agregar una nueva página a mi investigación! Si tienes alguna pregunta, no
dudes en venir y hablar conmigo. Colbert ‘La Serpiente de Fuego’ siempre te dará una mano.

※※※※※

En el patio Austri, Saito estaba sentado en la cabina del Caza Zero, inspeccionando sus partes.
Cuando tomaba la palanca de control, o incluso si tocaba algún interruptor, las runas de su mano izquierda
brillaban. En ese momento un flujo de información iba a su cerebro y le decía sobre el estado de esa pieza.
Cuando movía la palanca de control, los alerones de las alas y de la cola se movían con un ruido metálico. El
timón de la cola saltó al pisar la palanca y un puntero en forma de cruz aparecía en el cristal cuando apretaba
un botón en el dispositivo de vista que estaba en el tablero. Los motores de cada lado del avión estaban en
buen estado. Las brillantes runas de ‘Gandalfr’ habían confirmado esta información. Una sonrisa apareció en
la cara de Saito.
-Compañero, ¿esto puede volar?- dijo Derflinger.
-Sí.
-Algo como esto puede volar… tu mundo es muy extraño.

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Numerosos estudiantes miraban a Saito que estaba en el Caza Zero, pero rápidamente perdieron el
interés y se marcharon. Hay muy pocos nobles que se interesarían por algo como esto, así como Colbert…
pensó Saito. De pronto apareció una muchacha, peinando su cabello rosado.
Louise miró a Saito como si estuviera enojada. Señaló con el dedo y preguntó.
-¿Qué es esto?
Saito levantó la cabeza de la cabina y simplemente respondió.
-Un avión.- dijo con displicencia. Todavía no estaban reconciliados.
-Entonces baja de ese avión.- ordenó Louise, con los labios apretados y las manos en sus caderas. Él
la ignoró y siguió con la inspección del Caza Zero. Louise tomó el extremo de un ala y comenzó a sacudir el
avión.
-Te dije que bajaras, ¿verdad?
-Muy bien.- susurró Saito mientras bajaba y se dirigía hacia Louise.
-¿A dónde fuiste?
-A buscar tesoros
-¿En qué estabas pensando al irte sin pedirle permiso a tu ama?
Louise se cruzó de brazos y miró a Saito. Saito no se dio cuenta que los ojos de ella estaban
hinchados.
-¿No me habías despedido?
Louise bajó la mirada y habló como si estuviera a punto de llorar.
-Supongo que mereces la oportunidad de explicarte. Si tienes algo que decir, entonces dilo ahora.
-¿Qué es lo que tengo que explicar? Yo no he hecho nada. ¿Es sobre lo de Siesta? Siesta estaba a
punto de caer así que traté de evitarlo. Luego ella cayó, haciendo parecer como si yo la hubiera empujado
hacia la cama.
La verdadera razón era que Siesta repentinamente empezó a quitarse la ropa, pero por el bien de
Siesta, no podía decir eso.
-Entonces, ¿en realidad no pasó nada?
-Nada. ¿Por qué estabas enojada? Era la primera vez que ella entraba a la habitación, y como si algo
de lo que pensaste pudiera pasar. Además ¿por qué tendrías que enojarte? Lo que haga con Siesta no es
asunto tuyo, ¿verdad?- dijo Saito.
Louise sólo piensa en mí como un familiar. La única razón por la que me trataba bien era por su
reciente compasión por los animales.
-No es asunto mío, pero de cierta forma lo es.
-¿Qué quieres decir?
Louise miró a Saito y gimió.

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Louise lo jaló de la manga. Ella decía en voz baja cosas como “Oye, perdóname” y “¿Por qué eres
tan frío si me estoy preocupando por ti?”, pero Saito no prestó atención a Louise. Estaba mirando el Caza
Zero como si fuese un sueño.
Louise había sacado sus propias conclusiones. Le daba vergüenza haber estado encerrada en su
habitación y puso una cara enojada. Entonces sacó la técnica mortal que tenía escondida. Era la técnica
secreta de toda chica, para barrer cualquier sospecha, enfado, contradicción, e incluso el hecho de que
Louise había echado a Saito.
Explotó en llanto.
Ríos de lágrimas caían por sus mejillas.
-¿¡Dónde has estado todo este tiempo!? ¡Idiota! ¡Te odio!
Gimoteando, Louise se secó las lágrimas con el dorso de su mano.
-O-Oye, no llores.
-¡Te odio! ¡Te odio!
Kirche se aproximó a ellos con un paño y un plumero en las manos. Debido a que se había ausentado
de las clases, su castigo era limpiar las ventanas de la Academia.
Como Saito no era noble ni sirviente de la Academia, no tenía porqué hacer algo.
Guiche miró a Saito, que estaba consolando a Louise y sonrió.
-No puedes hacer llorar así a tu ama.
-¿Ya se reconciliaron? Esto no es divertido…- dijo Kirche
Tabitha simplemente apuntó a los dos y dijo:
-Luego de la tormenta viene la calma.

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※※※※※

Esa noche…
Louise estaba en su cama sujetando con fuerza la almohada. Después de que Saito se quitó la
chaqueta, Louise se la puso sin pensarlo dos veces. Estaba fingiendo leer intensamente un libro. Saito miró a
su alrededor, había estado lejos una semana o más. Las cosas estaban desordenadas.
-¿Así que has estado faltando a clases?
Montmorency lo había mencionado cuando pasaban por el pasillo. Le dijo a Louise que había estado
ausente por demasiado tiempo, pero ella no hizo caso y se alejó.
Louise miró a Saito un poco sorprendida.
-¿Y qué?
-¿Te sientes bien?- preguntó Saito que parecía estar un poco preocupado.
Estuvo a punto de responderle ‘¿Por culpa de quién crees que he faltado a clases?’ pero su orgullo
pudo más que ella. Puso la manta sobre su cabeza y se acostó.
Saito se rascó la cabeza y miró su montón de paja. Así que no lo tiró, pensó mientras miraba
alegremente a Louise.

※※※※※

Pasaron tres días…


Colbert se despertó con el cacarear de las gallinas. Parecía que se había quedado dormido sin darse
cuenta, había faltado a sus clases y estado encerrado en su laboratorio por los últimos tres días.
Delante de él había un frasco sobre el mechero de alcohol. Un tubo de vidrio alargado permitía que
lo que se calentara se sublimara en un vaso conectado que estaba a la izquierda del mechero; este era el paso
final. Colbert olió la gasolina que le había sido entregado por Saito y comenzó a recitar un conjuro con
mucho cuidado, concentraba el hechizo de alquimia en el vaso para que tuviera la misma composición que la
gasolina.
Hubo una pequeña explosión con humo y la sustancia que estaba dentro del vaso cambió a un color
marrón amarillento. Lo olfateó, el fuerte olor a gasolina recorrió su nariz. Colbert abrió la puerta de un golpe
y salió corriendo.
-¡Saito! ¡Saito! ¡Lo hice! ¡Lo hice! ¡He terminado!
Sin aliento, Colbert se acercó a Saito que estaba inspeccionando al Caza Zero. En la botella que traía,
había un líquido color marrón amarillento. Saito abrió la tapa del tanque de combustible que estaba frente al
parabrisas. Había un bloqueo en ella así que pidió a Colbert que lo desbloqueara con un hechizo. Luego
vertió dos botellas de gasolina dentro.

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-Ya analicé la composición del aceite que me diste.- dijo Colbert orgullosamente.- Parece estar hecho
de microorganismos fósiles, así que busqué algo similar y usé fósiles de árboles… en otras palabras, carbón.
Lo empapé con un catalizador especial y extraje una composición similar. Después de pasar días haciendo
esto, lancé un hechizo de alquimia en él. Y se convirtió en…
-Gasolina, ¿cierto?
Colbert asintió a Saito.
-Rápido, enciende los molinos de viento por mí. Apenas pude dormir de la emoción.
Después de llenar el tanque, Saito retornó a la cabina. La información de cómo encender el Caza
Zero corrió hacia su cerebro. Para encender el motor, la hélice debía estar en movimiento. Saito asomó la
cabeza por el parabrisas.
-Señor Colbert, ¿podría hacer girar la hélice con magia?
-Pensé que sólo se usaba el poder de la combustión de la gasolina.
-Para arrancar el motor, la manivela debe ser rotada manualmente. Y no tengo la herramienta para
hacer girar la hélice, así que use su magia por favor.
Colbert estuvo de acuerdo. Saito empezó a prepararse.
Lo primero que debía hacer era controlar el flujo de combustible. Luego tenía que pulsar la palanca
de mando para destrabar la hélice para que funcionara óptimamente. Sus manos lo hicieron
automáticamente, con el poder de ‘Gandalfr’ podía hacer todos los pasos. Abrió la solapa que cubría el
motor y cerró la tapa del aceite refrigerante. Las hélices empezaron a retumbar a medida que Colbert usaba
su magia.
Con los ojos completamente abiertos, Saito presionó el interruptor de encendido que estaba a su
derecha, justo en el momento apropiado, y con su mano izquierda agarró la palanca del acelerador,
inclinándola ligeramente hacia adelante.
Un pequeño ruido se escuchó y el motor empezó a funcionar luego de la ignición de la bujía. A
medida que aceleraba, las hélices empezaron a girar; el avión completo vibraba. El freno no estaba puesto
así que el avión empezó a moverse hacia adelante.
Colbert observó como se movía, mientras una expresión de asombro invadía su rostro.
Después de comprobar que todo funcionaba debidamente, Saito apagó el motor.
Al saltar de la cabina, abrazó a Colbert.
-Señor Colbert, ¡El motor enciende!
-Si, ¡Lo hicimos! ¿Pero por qué no vuelas?
-No hay suficiente gasolina para volar, necesitamos al menos cinco barriles.
-¡Eso es mucho! Pero como hago siempre las cosas, ¡voy a terminarlo!
Colbert retornó a su laboratorio, Saito continuó con los ajustes. Él no tenía ningún tipo de
herramienta, pero por lo menos podía limpiar las piezas. Louise llamó a Saito que estaba haciendo eso en ese
momento.

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-Oye, ya es hora de cenar. ¿Qué estás haciendo? Ya es de noche
-¡Encendió el motor!- respondió feliz.
Pero Louise no contestó con el mismo entusiasmo.
-¿De veras? Qué bien por ti. ¿Y qué pasa luego que pones el motor en marcha?
-¡Vuela! ¡Vuela!
-¿Y que harás cuando puedas volar?- preguntó Louise con una voz apagada.
Saito no le había dicho a Louise lo que tenía pensado hacer.
-Voy a tratar de volar hacia el Este.
-¿Al Este? No lo puedo creer. ¿Me estás diciendo que iras a Rub' al Khali? ¡En realidad no puedo
creerte!
-¿Por qué? El propietario de este avión vino de allí. Quizás pueda encontrar algunas pistas para
volver a mi mundo.- dijo Saito fríamente.
Louise no parecía tener ningún interés, sin embargo… volvió a responder con una voz llena de
soledad.
-Tú eres mi familiar, no puedes hacer lo que quieras. Además, la boda de la Princesa es en cinco días.
Tengo que leer mi edicto, pero no he pensado en nada bueno que decir.
Atento en el Caza Zero, Saito asintió como si estuviera escuchando. Una vez que vio que podía volar,
se hipnotizó por ello.
Louise se jaló las orejas. Estaba molesta. Él no me ha prestado atención desde que regresó, lo único
que hace es ver ese estúpido avión.
-¡Escúchame!
-¡Estoy escuchándote!
-No lo estás haciendo. Estás soñando. ¡No hay ningún familiar que escuche a su amo mientras mira
hacia otra dirección!
Louise arrastró a Saito hacia su habitación.

※※※※※

Louise abrió el Libro de Plegarias del Fundador frente a Saito.


-Voy a leer lo que he pensado hasta ahora
Fingiendo una linda tos, Louise empezó a leer.
-Este es un día maravilloso. Yo, Louise Françoise Le Blanc de La Vallière, orando en presencia del
gran Fundador, leeré este edicto bendito…
Luego, Louise se detuvo.
-¿Y después?

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-A partir de aquí tengo que dar gracias a los cuatro elementos de la magia. Tiene que ser poético y en
rima…
-Entonces, haz que rime…
Louise movió sus labios como si estuviera enfadada.
-No puedo pensar en nada. La escritura poética es como un dolor de cabeza, además no soy nada
poética o algo parecido.
-Está bien, basta con leer lo que está escrito allí.
Con una mirada preocupada, leyó las palabras de su “poesía”.
-Umm. Ya que el fuego es caliente, hay que tener cuidado.
-No tiene nada de poético. Probablemente debes recordar eso.
-Cállate… La dicha a veces cae en las manos de la persona menos esperada.
-¿Por qué usas un proverbio?
Louise, que al parecer no tenía ningún talento poético, se arrojó a la cama de mal humor y murmuró:
-Voy a dormir.
Como ya era habitual, se cambió mientras se escondía detrás de sus sabanas. Luego de apagar la luz
llamó a Saito, el cual saltó de su pajar.
-Te dije que durmieras en la cama, ¿no es cierto?
El corazón de Saito empezó a latir.
-¡En serio? ¿Está bien?
Louise no respondió. Saito se metió rápidamente a la cama para evitar que se enojara si no hacía lo
que le pedía.
Louise aún estaba despierta. Abrió la boca para hablar con él.
-Así que, ¿en realidad piensas ir al Este?
-Sí.- respondió Saito.
-Es peligroso. Los elfos odian a los humanos…
-Pero los humanos viven más allá de las tierras de los elfos, ¿no es así? Así cómo en el lugar llamado
Rub’ Al.
-La naturaleza de esos humanos es totalmente diferente. Va a ser muy peligroso.- Parecía como si
Louise se estuviera preocupando por la partida de Saito.- ¿Todavía piensas ir?
Saito pensó brevemente y respondió:
-Bueno, si no voy, no podré encontrar alguna pista para volver a casa.
Louise se movió por debajo de las sábanas. Cuando Saito se estaba preguntado qué era lo que estaba
haciendo, ella apoyó la cabeza sobre su pecho.
-Ahhhh.
-¡Sólo te estoy usando como almohada!- dijo Louise con una voz malhumorada.

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Louise puso las manos sobre su pecho, sus ligeros dedos se sentían sobre él. Una corriente eléctrica
parecía correr por la espalda de Saito.
-No me malinterpretes. ¡Esto no significa que me gustes ni nada por el estilo!- dijo Louise con una
voz incómoda.
Luego volvió a hablar con la airada forma de siempre.
-¿Igual vas a ir aunque te diga que no?
Saito permaneció en silencio.
-Ya me lo imaginaba…- susurró ella.- Éste no es tu mundo…por supuesto que te gustaría volver…
El cabello de Louise tenía una hermosa fragancia. El sonido de su respiración era fuerte. Los dos
estaban callados, Saito pensaba en muchas cosas. Él no hablaba y Louise no sabía que decir, así que
simplemente abrazó con fuerza el pecho de Saito.
-No quiero que te vayas. Cuando estás a mi lado puedo dormir sin preocupaciones. Eso me hace
enojar…- dijo Louise con una voz tensa mientras abrazaba a Saito.
Parece que sus ojos estaban hinchados por que tenía sueño, pensó Saito. Louise pronto empezó a
respirar tranquilamente como una niña. Se había quedado profundamente dormida.
Louise estaba tan cerca de su corazón. Parece que se siente incómoda cuando no estoy, bueno, soy su
familiar después de todo.
Escuchando como respiraba, Saito reflexionó profundamente. Pensó en todas las personas que había
conocido en ese mundo. Había conocido a muchas personas de Halkeginia en pocos meses. Tanta gente
mala, como gente buena.
Estaba Marteau, el jefe de cocineros que siempre le daba comida.
Osman, que le había dicho que le brindaría su apoyo si necesitaba ayuda.
Colbert, que había inventado la gasolina con mucho gusto para él.
Era presuntuoso y muchas veces ofensivo, pero una buena persona y un amigo con grandes
cualidades, Guiche.
No era humano pero sí una espada, su compañero del cual dependía, Derflinger.
Henrietta, la hermosa Princesa.
Valiente… y que murió por ello, el Príncipe Wales.
Tabitha, una persona callada, pero que lo había salvado en incontables ocasiones.
La seductora Kirche, que le había dicho que le gustaba y que probablemente sólo estaba bromeando.
Siesta, la simpática sirvienta… y que probablemente tenía sentimientos por él.
Y por último, su ama que estaba junto a él, que hacía que su corazón se acelerara.
Arrogante y orgullosa, pero ocasionalmente mostraba una bondad que derretía su corazón, Louise.
Una niña con cabellos rosados y grandes y hermosos ojos.
Cuando llegue el momento de volver a casa, ¿voy a ser capaz de despedirme de estas personas con
una sonrisa en la cara?

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¿Seré capaz de despedirme de Louise con una sonrisa?
Eso no lo sé.
Pero… pensó. Esas personas que han sido tan amables conmigo… Quiero hacer lo mejor que pueda
por ellos.
Al menos, mientras esté en este mundo, me gustaría hacer algo por ellos….
Él no había experimentado antes estos sentimientos.
Por un momento, Saito acarició la cabeza de Louise suavemente.
Louise se quejó entre sueños.

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CAPÍTULO 09 – DECLARACIÓN DE GUERRA

El Emperador de Germania, Albert III, había arreglado que la ceremonia de boda de la Princesa
Henrietta tuviera lugar en la capital de Germania, Vindobon. La fecha de la ceremonia: el primer día del mes
de Nyuui.
Actualmente El Mercator, buque insignia de la Flota de Tristain le daba la bienvenida a los visitantes
del gobierno de la Nueva Albión para guiarlos a La Rochelle, donde permanecerían anclados antes de surcar
los cielos.
El Comandante en Jefe de la Flota, el Conde La Ramée, estaba sentado en el alcázar con su traje
formal. A su lado, el Capitán Fevisu se estaba agarrando el bigote. El tiempo acordado ya había pasado.
-Se han retrasado, Capitán.- dijo La Ramée con voz irritada.
-Esos perros de Albión, quienes mataron a su rey con sus propias manos, están probablemente
ocupados actuando justo como perros.
El marinero en lo alto del puente rápidamente le informó en voz alta que una flota se acercaba.
-¡Una Flota! A babor.
Con un gran buque liderando al frente, el cual era podría ser confundido fácilmente con una nube, la
flota de Albión comenzó a descender.
-Así que esta es la flota estándar, el ‘Real Soberano’ de Albión…- dijo el capitán, mirando el gran
buque con temor.
Esa era la nave que traía al embajador a bordo.
-Es algo que a nadie le gustaría encontrarse en el campo de batalla, eso dalo por hecho.
La Flota de Albión descendió al mismo nivel que la Flota de Tristain. La nave de Albión comenzó a
mandar mensajes desde el mástil.
-Les damos las gracias por la bienvenida de su flota. Este es el capitán del Lexington de Albión.
-¡Tenemos a un Almirante a bordo! Deberían usar al comandante en jefe como corresponde… nos
empiezan a tratar como tontos.- dijo resentido el capitán, mientras observaba la formación de las débiles
naves de Tristain.
-Probablemente piensan que ahora tienen el mundo a sus pies al tener esa nave. Respóndanles con
“Les damos la más calurosa bienvenida. Este es el Comandante en Jefe de la Flota de Tristain”.
Las órdenes de La Ramée pasaron al marinero que estaba en el mástil. La bandera de señales para el
mensaje fue izada en lo alto.
La flota de Albión disparó sus cañones en un saludo. Al no haber municiones dentro de los cañones,
sólo fue una mera explosión de pólvora.
Aún cuando la flota del Lexington simplemente daba un simple saludo, el aire en los alrededores se
estremeció. La Ramée retrocedió un poco. A pesar de que sabía que la munición real no tenía la posibilidad

101
de cruzar la distancia que los separaba, la fuerza de los cañones de la flota del Lexington, tenía la capacidad
de hacer que un almirante con experiencia retrocediera.
-Disparen con nuestros cañones como respuesta.
-¿Cuántas salvas se van a disparar? Para un noble de alto rango, once es el requisito.
El número de salvas que son disparadas dependen del rango y estatus social de la persona.
-Siete serán.- ordenó La Ramée, observando con una sonrisa en su rostro justo como un niño
testarudo.
-¡Preparen los cañones! ¡Siete tiros, uno por uno! ¡Fuego cuando estén listos!- Bowood estaba
mirando a la Flota de Tristain en la cubierta de popa del Lexington; el buque insignia de la Flota de Albión.
A su lado estaba Sir Johnston, el Comandante en Jefe, responsable de todo el escuadrón de invasión. Siendo
un miembro del concilio de nobles, Cromwell confiaba plenamente en él. De cualquier forma, no tenía
experiencia, después de todo era un político.
-Capitán…- dijo Johnston a Bowood con voz preocupada.
-¿Señor?
-¿Está bien que cerremos distancia? Tenemos los nuevos cañones de largo alcance equipados, ¿no es
así? Guarde algo de distancia entre nosotros. Su Excelencia me ha confiado importantes soldados.
-Marioneta de Cromwell, huh…- susurró fríamente Bowood para sí.
-Si, tenemos los nuevos modelos de cañones, pero si abrimos fuego desde su rango máximo, tal vez
no demos en el blanco.
-Pero le aseguré a su Alteza que guiaría a los soldados a desembarcar a salvo en Tristain. No
podemos dejar que los soldados se asusten. La moral podría bajar.
No creo que los soldados sean los que estén asustados…pensó Bowood.
Ignorando a Johnston, dio una nueva orden. Después de todo ninguna ley rige los cielos.
-Preparen los cañones de babor.
-¡Si Señor! ¡Preparen los cañones de babor!
Los soldados en la cubierta empezaron a cargar los cañones con pólvora y municiones.
Un rugido ensordecedor se escuchó en la flota de Tristain, cimbró los cielos. Tristain estaba
regresando el saludo con los cañones.
El plan de batalla había comenzado.
En aquel momento, Bowood se había convertido en un soldado. Los detalles políticos, sus
sentimientos personales, el juego sucio y cobardía de esta operación fueron olvidados. Cómo el Capitán de
la Flota del Lexington de la Santa República de Albión, procedió con una rápida sucesión de órdenes.
La tripulación del viejo Hobart, una nave que viajaba al final de la flota, había terminado con las
preparaciones y comenzaron a evacuar por medio de los botes, los cuales habían hecho levitar por medio del
hechizo ‘Vuelo’.

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Una escena increíble sucedió delante de los ojos de La Ramée. La nave que viajaba al final de la otra
flota… la más vieja y una de las más pequeñas empezó a arder en llamas.
-¿Qué? ¿Un incendio? ¿Fue un accidente?- murmuró Fevisu.
Al siguiente instante, otra cosa increíble sucedió. Aquella nave fue engullida por las llamas y explotó
en el aire. La nave de Albión fue reducida a cenizas y los restos se estrellaron en el suelo.
-¿Q-Qué es esto? ¿Es posible que el incendio alcanzara el depósito de municiones?
El ‘Mercator’ estaba en caos.
-¡Mantengan la calma! ¡Mantengan la calma!- gritó Fevisu a los marineros.
Una bandera de señalización se veía desde el Lexington. Un marinero comenzó a leer las señales con
un telescopio.
-”De parte del Capitán del Lexington: Expliquen el porqué del hundimiento del Hobart”.
-¿Hundimiento? ¿De qué rayos hablan? ¡Ha explotado por sí solo!
La Ramée entró en pánico.
-Manden como respuesta: “Los disparos de mi nave fueron como respuesta a su saludo. Las salvas no
contenían ningún tipo de munición activa”.
Una respuesta fue mandada inmediatamente por el Lexington.
-”Su nave atacó con munición activa. Responderemos a su acto de guerra”.
-¡Es una tontería!
Los lamentos de La Ramée fueron silenciados por el bombardeo proveniente del Lexington.
Impacto.
El mástil del ‘Mercator’ fue roto y varios agujeros habían sido hechos en cubierta.
-¡¿Cómo pueden tener tal alcance sus cañones?!- dijo sorprendido Fevisu, en la tambaleante cubierta.
-¡Manden un mensaje! “Cesen el fuego, no tenemos intenciones de pelear”
La respuesta del Lexington fue un bombardeo con balas de cañón.
Impacto.
La nave se sacudió y varios incendios empezaron aquí y allá.
Como un quejido, el mensaje del ‘Mercator’ se repetía una y otra vez.
-“¡Repetimos! ¡Cesen el fuego! ¡No tenemos intención de iniciar una guerra!”.
El ataque del Lexington no daba signos de detenerse.
Impacto.
El cuerpo de La Ramée salió volando, lejos de la vista de Fevisu.
La onda de impacto había tirado a Fevisu al piso. De pronto se dio cuenta de que todo el ataque había
sido planeado. Nunca tuvieron la intención de “una visita de buena voluntad” después de todo. Todo fue un
engaño de Albión.
La nave empezó a arder en llamas y los marineros heridos empezaron a gemir de dolor. Sacudiendo
su cabeza al tiempo que se ponía de pie, Fevisu gritó:

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-¡El Comandante en Jefe está muerto! ¡El Capitán del buque insignia tomará el control de la flota en
este momento! ¡Reporte de daños! ¡A toda velocidad hacia el frente! ¡Preparen los cañones de estribor!

-Así que finalmente se dieron cuenta.- dijo Wardes, quien estaba a un lado de Bowood, mirando
tranquilamente a la flota de Tristain. Wardes también creía que el Comandante en Jefe Johnston no merecía
el titulo y parecía incapaz de hacer algo.
Wardes en la práctica era el oficial al mando.
-Así parece Vizconde. De todos modos, parece ser que obtendremos la victoria en poco tiempo.
La Flota de Albión, que era superior en movilidad, tomó las medidas necesarias para detener el
avance de la Flota de Tristain.
La Flota de Albión mantuvo su distancia y continuó disparando sus cañones. Su flota era el doble en
número a la de Tristain y además contaban con el enorme Lexington, que tenía los nuevos modelos de
cañones. No podían competir en poder de ataque.
Cómo si estuvieran atormentando a la Flota de Tristain, la Flota de Albión continuó disparando. El
‘Mercator’ que estaba envuelto en llamas, empezó a hundirse. Y en ese mismo instante, el ‘Mercator’
explotó con un rugido ensordecedor. Ninguna de las otras naves de la flota de Tristain estaba intacta. La
flota entró en estado de caos por la pérdida del buque insignia.
Su destrucción sólo era cuestión de tiempo. Se podía ver a las naves que empezaban a volar con las
banderas blancas izadas.
En el Lexington, gritos de: “¡Larga vida a Albión! ¡Larga vida al Santo Rey Cromwell!” podían ser
escuchados. Bowood alzó las cejas. Durante sus días en la Real Fuerza Aérea, no era usual decir cosas como
‘Larga vida a esto y a aquello’ durante la batalla.
Incluso el comandante en jefe Johnston se les había unido.
-Capitán, una nueva página en la historia se ha escrito.- dijo Wardes.
Como si estuviera en duelo por sus enemigos, los cuales no tuvieron tiempo ni de gritar de dolor,
Bowood susurró:
-No, sólo una guerra ha comenzado.

※※※※※

Poco después de que llegaran las noticias de la destrucción de la Flota de Tristain en La Rochelle,
una declaración de guerra por parte de Albión había sido recibida.
En ella culpaban a Tristain de que había roto de manera deliberada el Tratado de No agresión
atacando a su flota sin motivo aparente, y subrayaba: “En un acto de autodefensa, la Santa República de
Albión le declara la guerra al Reino de Tristain”.

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El Palacio, que estaba muy ocupado por la salida de Henrietta hacia Germania, se sumió en un estado
de confusión por el giro en los acontecimientos.
Los generales, ministros del gabinete y otros oficiales inmediatamente sostuvieron una reunión. Sin
embargo la reunión no era más que divagaciones desordenadas. Había opiniones sobre preguntar a Albión
acerca de las circunstancias de los eventos, o si debían mandar mensajeros para solicitar ayuda por lo
ocurrido.
Sentada en el sitio de honor de la reunión estaba Henrietta en shock. Estaba usando su hermoso
vestido de novia que apenas había sido terminado. Originalmente había planeado ir a Germania en carruaje
una vez que el vestido estuviese listo.
Era como una flor floreciendo en la sala de reunión. Pero nadie lo había notado.
-¡Albión sostiene que nuestra flota los atacó primero! Pero nuestra flota sólo respondía al saludo de
los cañones.
-Los accidentes pueden causar malentendidos.
-¡Sostengamos una reunión con Albión para resolver este asunto! ¡Tal vez todavía tengamos
oportunidad para solucionar el malentendido!
Mientras los poderosos nobles daban sus opiniones, el cardenal Mazarini asentía con la cabeza.
-De acuerdo. Manden un agente especial a Albión. Tenemos que proceder con cautela, antes de que
esto se convierta en una guerra total solamente por un simple malentendido.
En ese momento un reporte urgente llegó.
El mensajero llevaba la carta que había traído un búho mensajero, precipitándose en la sala de
reuniones.
-¡Es un reporte urgente! ¡Después de aterrizar, la flota de Albión ha empezado invadir nuestras
tierras!
-¡¿Dónde desembarcaron?!
-¡En los alrededores de La Rochelle! ¡Parece ser que es en los campos de Tarbes!

※※※※※

En el jardín de la casa de sus padres, Siesta abrazaba a sus hermanos pequeños, mirando el cielo con
cara de inquietud. Una explosión se había escuchado no muy lejos en dirección a La Rochelle. Sorprendida,
salió al jardín y miró una escalofriante escena en el cielo. Numerosas naves estaban en llamas y empezaban
a hundirse, estrellándose en la superficie de la montaña o cayendo en medio del bosque.
La villa estaba en un estado de confusión. Un poco más tarde, una enorme nave descendió del cielo.
La nave, que era tan grande que fácilmente podía confundirse con una nube, lanzó su ancla en el campo de
la villa. Numerosos dragones salieron de él.
-Hermana, ¿qué está pasando?- preguntaron sus jóvenes hermanos.
105
-Regresemos a casa.- urgió Siesta, ocultando su cara asustada.
Dentro de la casa, sus padres estaban mirando hacia afuera de la ventana con cara de preocupación.
-¿No es esa la flota de Albión?- dijo su padre, mirando la nave que estaba anclada en el campo.
-¿Tal vez estamos…en guerra?
Su padre negó con la cabeza.
-Eso no es posible. Tenemos un tratado de No agresión con Albión. Acaba de ser proclamado
recientemente.
-¿Entonces por qué el cielo está lleno de naves hundiéndose?
Los dragones que volaban alrededor de la nave se acercaron a la villa. El padre de Siesta tomó a su
esposa y la alejó de la ventana. Con sonoros gritos, los dragones descendieron sobre la villa y enseguida
incendiaron las casas.
La madre de Siesta gritaba. La casa estaba en llamas y los vidrios volaron por todas partes. La aldea
estaba rodeada de ardientes llamas, rugidos de los dragones y los gritos de la gente. Cargando a su madre
inconsciente, el padre de Siesta se dirigió hacia ella, quien estaba temblando.
-¡Siesta! ¡Toma a tus hermanos y corre hacia el bosque!

※※※※※

Montando un gran dragón de viento, una sonrisa apareció en la cara de Wardes cuando contempló su
país natal. Los Jinetes Dragón que estaban bajo su mando montaban dragones de fuego. Un dragón de viento
no podía competir con uno de fuego en poder, pero lo superaba en velocidad. Había escogido al dragón de
viento por el simple hecho de estar al mando.
Para despejar el camino de las fuerzas principales, Wardes sin misericordia incendió la villa. Al
fondo, los soldados estaban descendiendo del Lexington uno a uno por medio de sogas. El campo
representaba una excelente posición estratégica para las tropas invasoras.
Desde la dirección del campo, decenas de tropas de los señores feudales aledaños marchaban hacia el
frente. Las tropas de Tristain podrían suponer una amenaza significativa para los soldados que estaban
desembarcando en el campo. Wardes ordenó a sus subordinados que arrasaran con la pequeña fuerza de
oposición. Una barrera de fuego mágico voló desde los dragones, pero aún así, los soldados de Tristain
cargaron hacia el frente con ferocidad.
La temeraria fuerza fue completamente devastada por el fuego de las bestias.

Pasaba el medio día. Reportes de los hechos estaban llenando la sala de conferencias.

-¡El señor de Tarbes ha muerto en combate!


-¡El explorador que se mandó para investigar a los Jinetes Dragón no ha regresado!

106
-¡No hemos recibido una respuesta de Albión con respecto a nuestras investigaciones!
Discusiones sin sentido se repetían por toda la sala de conferencias.
-¡Debemos pedir apoyo a Germania!
-Eso empeoraría la situación…
-¿Qué hay de atacar con toda nuestra fuerza de Dragones?
-¡Reúnan todas las naves restantes! ¡Todas ellas! ¡No importa si son pequeñas o viejas!
-¡Mandaremos a un agente especial! ¡El atacarlos sólo les dará una excusa para iniciar una guerra
total!
La reunión no pudo llegar a un acuerdo general. Mazarini tenía dificultades para llegar a una
conclusión por sí mismo. Todavía tenía la esperanza de resolver este asunto por la vía diplomática.
En medio de la acalorada discusión, Henrietta miraba el Rubí del Viento que estaba en su dedo
anular. Era un recuerdo de Wales. Recordaba la cara del hombre que se lo había confiado.
¿Acaso no lo había jurado sobre este anillo? Si mi querido Wales ha muerto con coraje… Entonces
viviré con coraje.
-¡Tarbes está en llamas!
Se sorprendió de su propia voz, pero rápidamente recobró la compostura. Dando una profunda
inhalación, se puso de pie. Todos la miraron. Henrietta habló con una voz temblorosa.
-¿No están avergonzados de ustedes mismos?
-¿Princesa?
-Nuestra tierra ha sido capturada por el enemigo. Tenemos cosas que hacer antes de pensar en
alianzas y agentes especiales, ¿no es así?
-Pero… Princesa… esto es sólo un poco de tensión causada por un malentendido.
-¿Malentendido? ¿Cómo le puedes llamar así? El hundimiento de una nave durante un saludo de
cañón es algo exagerado ¿no es así?
-Tenemos firmado un Tratado de No agresión. Sólo fue un accidente.
-Y este tratado es tan fácil de romper como una hoja de papel. Ellos no tenían intención de cumplir
ese tratado. Fue sólo una mentira para ganar tiempo. Las acciones de Albión claramente muestran que tienen
la intención de iniciar una guerra.
-Pero…
Henrietta golpeó la mesa y empezó a gritar.
-¡La sangre de nuestra gente se está derramando mientras estamos aquí! ¿No es el deber de los nobles
protegerlos? ¿Por qué razón tenemos títulos reales y nombres de nobles? ¿Qué no permiten que los
gobernemos para poder protegerlos en momentos como estos?
Todos se quedaron sin palabras. Henrietta continuó con voz fría.
-¿Están asustados, verdad? Albión es un gran país después de todo. Si contraatacamos nuestras
oportunidades de ganar son mínimas. ¿O es que piensan que tendrán la responsabilidad al ser uno de los que

107
lideren el contraataque y que después se pierda la batalla? ¿O son tan cobardes que planean quedarse aquí
para alargar sus vidas?
-Princesa.- intervino Mazarini.
-Como sea.- continuó Henrietta.- Me dirigiré hacia allá. Ustedes pueden seguir aquí en esta ridícula
reunión.
Henrietta salió bruscamente de la sala de conferencias. Mazarini y varios nobles trataron de
detenerla.
-¡Princesa! ¡Debe descansar antes de su boda!
-¡Ugh! ¡Es difícil correr con esto!- Henrietta rasgó su vestido de novia por encima de sus rodillas y
aventó a la cara de Mazarini la tela rasgada.- Tal vez ahora puedas casarte.
-¡Mi carruaje y mis guardias! ¡De prisa!- gritó cuando llegó al patio.
Su carruaje estaba tirado por animales sagrados, unicornios.
Lo que quedaba del Escuadrón de Defensa Mágico se reunió en el patio al llamado de Henrietta.
Ella desenganchó las asideras de uno de los unicornios y lo montó.
-¡Comandaré las tropas! ¡Regimientos, fórmense!
Consientes de la situación, cada soldado saludó al mismo tiempo.
Henrietta golpeó los costillares del unicornio. El unicornio alzó magnificentemente sus cascos y
comenzó a trotar bajo los rayos del sol.
-¡Sigan a la Princesa!- gritaron los soldados comenzando a seguir a Henrietta.- ¡Sigan! ¡Un retraso es
una deshonra para el nombre de la familia!
Los nobles en el patio salieron corriendo. Las palabras se esparcieron por los regimientos en toda la
ciudad. Observando distraídamente esto, Mazarini volteó a mirar el cielo.
-Sabía que algún día tendríamos que ir a la guerra en contra de Albión, a pesar de mis esfuerzos
pero… el país no está preparado.
No se preocupaba por su propia vida. Cargaba con la preocupación del país a su manera, y por el
bien de su gente, había tomado esta decisión. Aunque sólo significara un pequeño sacrificio, no se debían
involucrar en una batalla perdida.
Pero, es como había dicho la Princesa. Sus esfuerzos y devoción por la diplomacia habían fracasado.
¿De qué sirve aferrarse a eso? Hay algunas cosas que primero se deben de tomar con precaución.
Uno de los nobles de clase alta le susurró en la oreja a Mazarini.
-Cardenal, acerca del agente especial…
Mazarini golpeó la cara del noble con su gorro. Se amarró en la cabeza la pieza rota del vestido de
novia que Henrietta le había arrojado.
-¡Todos ustedes! ¡A sus caballos! ¡Si dejamos que la Princesa vaya sola, caeremos en la vergüenza
por siempre!

108
CAPÍTULO 10 – EL VACÍO

Noticias de la declaración de guerra habían llegado al día siguiente a la Academia de Magia de


Tristain. El contacto se había retrasado a causa del caos que se vivía en el Palacio.
Louise, junto con Saito, esperaban en la entrada de la Academia un carruaje del Palacio, el cual tenía
que llevarlos a Germania. Sin embargo, sólo un mensajero exhausto arribó a la escuela en esa brumosa
mañana.
El mensajero preguntó la ubicación de la habitación de Osman, marchándose a toda prisa después de
recibir la respuesta. Esa inusual escena causó que Louise y Saito se miraran el uno al otro. Sintiendo que
algo malo había pasado en el Palacio, ambos corrieron tras el mensajero.
Osman estaba atareado con los preparativos de la ceremonia de bodas, debía ausentarse de la
Academia por una semana, por lo que estaba organizando varios documentos y empacando sus cosas.
Un fuerte golpe se escuchó en la puerta.
-¿Quién es?
El mensajero del palacio irrumpió en la habitación antes de que Osman terminara de hablar.
-¡Un reporte de Palacio! ¡Albión le ha declarado la guerra a Tristain! ¡La boda de la Princesa ha sido
pospuesta hasta próximo aviso! ¡Ahora mismo, los soldados están avanzando por La Rochelle! ¡Por razones
de seguridad se ha proclamado la orden de que todos los estudiantes y el personal de la Academia
permanezcan confinados en el castillo!
El rostro de Osman palideció.
-¿Una declaración de guerra? ¿Va a haber un enfrentamiento?
-¡Si! Las fuerzas enemigas han establecido su campamento en los campos de Tarbes y están atacando
nuestras fuerzas cercanas a La Rochelle.
-Las fuerzas de Albión deben ser muy fuertes.
El mensajero respondió tristemente:
-Las fuerzas enemigas nos superan de 1 a 12 en número y son guiadas por un enorme buque llamado
Lexington. El número total de sus tropas se ha estimado que ronda los tres mil. Nuestra flota principal ya ha
sido destruida y contando todas nuestras fuerzas, sólo alcanzamos los dos mil efectivos. No estábamos
preparados para una guerra, así que es todo lo que pudimos conseguir. Sin embargo, lo peor es que ellos
tienen completo control y dominio aéreo. Nuestras tropas seguramente serán diezmadas por sus cañones.
-¿Cuál es la situación actual?
-Los Jinetes Dragón han incendiado la aldea de Tarbes…Hemos pedido ayuda de Germania, pero
han respondido que lo más pronto que pueden llegar será en tres semanas.
Osman suspiró y dijo:
-Están planeando abandonarnos. Durante ese tiempo, los pueblos de Tristain caerán completamente
en las manos del enemigo.

109
Louise y Saito se miraron, con sus oídos presionados contra la puerta de la habitación principal. La
cara de Louise se puso pálida ante la mención de guerra, y la de Saito ante la mención de Tarbes. ¿No es esa
la aldea de Siesta? Saito salió corriendo. Louise entró en pánico, siguiéndolo.
Saito llegó al patio y comenzó a subir al Caza Zero. Louise lo abrazó por la espalda.
-¡¿A dónde vas?!
-¡A Tarbes!
-¡¿Por qué?!
-¡¿Qué no es obvio?! ¡Voy a salvar a Siesta!
Louise lo sujetó del brazo, tratando de jalarlo y bajarlo, pero él estaba firmemente asido al avión.
-¡No puedes! ¡Es una guerra! Incluso aunque vayas, ¡no marcarás ninguna diferencia!
-Tengo este avión de guerra. El enemigo está atacando con esos barcos flotantes, ¿cierto? Esto
también puede volar. Algo se me ocurrirá.
-¡¿Qué puedes hacer con este juguete?!
-No es un juguete.
Saito tomó el ala del Caza Zero con su mano izquierda. Sus runas brillaron.
-Es un arma de mi mundo. Es una herramienta para matar gente, no es un juguete.
Louise sacudió la cabeza.
-A pesar de eso, aunque sea un arma de tu mundo o no, ¡no hay forma de que puedas vencer esos
enormes barcos de guerra! ¿Qué no entiendes? ¡No puedes hacer nada! ¡Sólo déjaselo a los soldados!- dijo
Louise mirándolo directamente a los ojos.
Este chico… este familiar imprudente no sabe nada sobre la guerra, pensó Louise. Esto era diferente
al viaje que habían tenido en Albión. El campo de batalla es un lugar repleto de muerte y destrucción. Si un
novato se aventuraba, únicamente resultaría en su perdición.
-El mensajero dijo que la flota de Tristain había sido aniquilada, ¿no es así?
Saito acarició lentamente la cabeza de Louise mientras decía en voz baja:
-Tal vez no cambie nada, ni siquiera puedo imaginar cómo derrotar a esos barcos, pero…
-¿Pero qué?
-No lo entiendo del todo, pero recibí estos legendarios poderes de familiar. Si fuera una simple y
común persona, jamás habría pensado en ir a salvarlos. Pero esto es diferente, tengo los poderes de
‘Gandalfr’, debo ser capaz de salvarlos, tal vez pueda salvar a Siesta… y a los demás aldeanos.
-La probabilidad prácticamente es casi nula.
-Lo sé, pero… no es cero. Así que… lo haré.
Sorprendida, Louise le respondió:
-¡¿Eres idiota?! Quieres regresar a tu propio mundo ¿cierto? ¡¿En qué va a ayudar al morir aquí?!
-Siesta ha sido tan gentil conmigo. Tú también, Louise.

110
La cara de Louise se tornó roja.
-No soy de aquí. No necesariamente tengo que preocuparme de lo que pasa en este mundo, pero por
lo menos quiero proteger a las personas que han sido buenas conmigo.
Louise se dio cuenta de que las manos de Saito temblaban. Alzando la vista, ella le dijo:
-¿Acaso no estás asustado? Idiota… ¡Deja de actuar como alguien especial si estás asustado!
-Tengo miedo. Incluso estoy vacilando en hacerlo. Pero el Príncipe Wales lo dijo, “la importancia de
proteger algo hará que olvides el miedo a la muerte”. Creo que tenía razón. En esa ocasión, cuando
cincuenta mil soldados de Albión venían contra nosotros… no estaba asustado. Estaba muy ocupado
pensando en cómo protegerte, no tenía miedo, no estoy mintiendo.
-¿Qué estás diciendo? Eres solo un plebeyo, no eres un valeroso príncipe ni nada de eso.
-Lo sé, pero esto no tiene nada que ver con que si soy un príncipe o un plebeyo, en que país nací, en
que periodo de tiempo…incluso en que mundo, eso es irrelevante. Si en verdad eres un hombre,
seguramente pensarás de la misma forma.
La cara de Louise comenzó a estremecerse, pues intentaba contener sus ansias de llorar.
-Si mueres ¿qué voy a hacer…? No…yo, si tú mueres…
-No moriré, voy a regresar. Si muero no seré capaz de protegerte, ¿cierto?
-Yo también iré.
-No, tú vas a esperar aquí.
-No, yo también voy.
-No puedes.
Saito se separó de Louise y se metió a la cabina desde el ala del avión, mientras sus últimas muestras
de coraje se escapaban de él. Repentinamente se dio cuenta de que no había cargado el combustible del
avión.
Saito dejó a Louise ahí y corrió hacia el laboratorio de Colbert.
Ella refunfuñó con sus puños fuertemente apretados. ¡¿Por qué es tan testarudo?! A pesar de que le
dije que sería peligroso… Louise mordió sus labios mientras contenía sus lágrimas. No voy a ganar nada
llorando. Louise volteó a ver al Caza Zero.
-¡¿Qué oportunidad tiene esta cosa de vencer las fuerzas de Albión?!

Saito despertó al señor Colbert.


-¿Huh? ¿Qué?
-¡Señor Colbert! ¿Ya está lista la gasolina?
-¿Ehm? Si, hice la cantidad que necesitabas, está por allí.
-¡Entonces ayúdeme a llevarla! ¡Rápido!
Colbert cargó la gasolina para Saito, aún estaba medio dormido y no se había enterado de la guerra.
Saito no se molestó en explicarle.

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-¿Vas a tratar de volar tan temprano en la mañana? Por lo menos deja que me asee.
-No tenemos tiempo para eso.
Louise había desaparecido. Saito estaba aliviado. Si ella le hubiera suplicado que no fuera una vez
más, su determinación hubiera colapsado. No había razón para que no tuviera miedo. El Príncipe había
dicho que la relevancia de proteger algo haría que el miedo a la muerte desapareciera, pero… no, aún estaba
asustado.
Incluso así, Saito se sentó en la cabina y realizó las operaciones necesarias para encender el motor.
Entonces Colbert usó su magia como antes lo había hecho y la máquina empezó a funcionar. El motor dio
ignición con un fuerte ruido, las hélices comenzaron a girar.
Revisó sus indicadores, las runas en su mano izquierda le dijeron que todo estaba bien. Revisó la
ametralladora que tenía al frente, las balas estaban cargadas, y las que tenía en las alas también estaban
cargadas.
El Caza Zero comenzó a moverse al liberarse los frenos. Miró y se dirigió hacia el mejor sitio de
despegue. El patio Austri no era pequeño, pero las runas de Gandalfr le decían que era un poco corto para el
impulso inicial. En ese momento, Derflinger, quien estaba recargado en la cabina, le dijo:
-Compañero, dile a ese noble que use viento desde la parte posterior para impulsarnos.
-¿Viento?
-Claro, así podrá despegar esta cosa, incluso en una distancia tan reducida.
-¿Cómo sabes eso? No creo que sepas nada sobre aeroplanos.
-Esta es un “arma”, ¿verdad? Estoy junto a ti todo el tiempo, sé de esas cosas en general. ¿O ya lo
olvidaste? Soy una espada ‘legendaria’.
Saito asomó la cabeza por la ventana de la cabina, tratando de llamar a Colbert. Su voz no se
escuchaba, trataba de comunicarse con gestos, señalándole que generara viento hacia la parte posterior del
avión. Colbert era alguien bastante listo, entendió los gestos de Saito y asintió.
Cuando terminó el encantamiento, una fuerte ráfaga de viento llego desde la retaguardia. Él se colocó
los goggles que Siesta le había dado. Poco a poco fue liberando la presión del freno, entonces abrió los
alerones y ajustó la palanca del aceite de las hélices. En aquel momento quitó completamente los frenos y
jaló hasta el fondo la palanca de aceleración.
Como un resorte, el Caza Zero aceleró con gran potencia. Entonces empujó ligeramente la palanca de
control hacia delante. La cola del avión se había alzado, el Caza Zero estaba planeando. Se estaban a
aproximando a los muros de la academia. Saito tragó saliva.
-¡Compañero! ¡Ahora!
Justo cuando estaban a punto de estrellarse, jaló la palanca de control. El Caza Zero se elevó en un
instante rozando las paredes. El aeroplano estaba volando. Saito guardó el tren de aterrizaje. El indicador,
que estaba en la parte inferior izquierda de los controles cambió de verde a rojo.
El Caza Zero continuó ascendiendo. Saito miró sus runas con una expresión de alivio.

112
-¡Wow! ¡Está volando! ¡Esto es fascinante!- dijo Derflinger, animado.
-Claro que sí. Está hecho para volar.
Bajo el brillante sol, el Caza Zero partía los vientos y surcaba el cielo de otro mundo.

※※※※※

Las llamas que consumían Tarbes se habían apaciguado pero el área se había convertido en un cruel
campo de batalla. Los batallones se habían conglomerado en el campo y aguardaban el momento en que se
enfrentarían a las tropas de Tristain en la ciudad-puerto de La Rochelle. Encima de ellos estaban los
dragones del Lexington protegiéndolos. Los dragones de Tristain atacaban esporádicamente, pero habían
sido forzados a replegarse.
Antes de la batalla, los mandos de Albión habían decidido que usarían los cañones de los barcos de
guerra para ocuparse de las tropas de Tristain, por lo que la flota tenía preparados sus cañones.
Un jinete Dragón que estaba haciendo guardia en Tarbes notó un dragón enemigo aproximándose
desde lo alto, a unos dos mil quinientos metros de distancia. El jinete hizo que su dragón diera un grito de
alerta, notificando a los otros que el enemigo se aproximaba.

Saito dio un vistazo desde la ventana de la cabina y vio a Tarbes bajo él. No había rastro de esa
sencilla y hermosa aldea que había visto antes. Las casas estaban quemadas y humo negro salía de ellas. Él
apretó los dientes recordando cómo hace poco, Siesta y él observaban ese campo. Las palabras de Siesta se
repetían una y otra vez en su cabeza. “¿Acaso no es hermoso este campo? Esto es lo que deseaba mostrarte,
Saito”.
Una unidad dragón lanzó fuego hacia el bosque localizado en las afueras de la aldea.
El bosque se prendió en llamas al instante.
Saito mordió sus labios. Pudo probar la sangre en su boca.
-Te mataré.- dijo en voz baja.
Saito empujó la palanca de control hacia abajo y a la izquierda mientras presionaba el acelerador
firmemente. El Caza Zero comenzó a descender en picada hacia Tarbes.

※※※※※

-¿Qué es lo que un solo dragón podría hacer?- murmuraban los jinetes Dragón que ascendían,
preparándose para atacar.

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Sin embargo, tenía una figura inusual. Tenía dos alas horizontales completamente extendidas, como
si estuvieran atadas, ya que no se agitaban. También hacía un ruido estruendoso que nunca habían
escuchado.
¿Tal clase de dragón existe en Halkeginia?
No obstante, no importaba qué clase de dragón fuera, sería aniquilado con un solo aliento de los
dragones de fuego de Albión, justo como los demás. Probablemente caería cuando sus alas fueran
incendiadas. Usando esa estrategia ya habían derribado a otros dos dragones de Tristain.
-Aquí viene el tercero.- dijo un caballero que esperaba el descenso del enemigo, con la parte final de
sus labios curvándose en una sonrisa.
Fue tomado por sorpresa. Era rápido, más rápido que cualquier otro dragón que hubiese visto.
En pánico, el jinete hizo que el dragón lanzara fuego. En ese momento, el ala del enemigo que
descendía destelló. Incontables números de partículas blancas y brillantes volaban hacia él. Grandes hoyos
aparecieron en las alas y el cuerpo de su dragón. Una ronda entró en el hocico de la bestia; un dragón de
fuego tiene paquetes de aceite en su garganta para reforzar la combustión. Los proyectiles de la
ametralladora alcanzaron uno de estos paquetes de aceite por lo que el dragón de fuego explotó.

Eludiendo el dragón que había explotado en el aire, Saito continuó descendiendo en el Caza Zero. El
rango de disparo de las armas de la máquina de combate eran decenas de veces mayor que las llamas de los
dragones. Dejando que su ira tomara control de sí, disparó los casquillos de 20 mm de las ametralladoras y
los de 7.7 mm de sus alas contra los dragones.

Cuatro dragones más revoloteaban sobre los cielos de la aldea. Los aldeanos habían visto el dragón
que había explotado por el ataque enemigo. Ese ataque no fue un flamazo, lo que significaba que
probablemente era un ataque basado en magia. Pero sin importar qué ataque fuera, un dragón solitario no
podía hacer nada. Tres jinetes ascendieron al ataque.

-Otros tres vienen desde abajo a la izquierda.- dijo Derflinger con su tono usual.
Los tres dragones se extendieron bajo él, ascendiendo.
-No dejes que te den con sus alientos de fuego. Serías convertido en cenizas en un instante.
Saito asintió. Dio una vuelta de 180° sobre los dragones. Trazando un camino similar a una espiral
que desciende desde un embudo sobre una botella, terminando detrás de los dragones. Las bestias no podían
igualarlo, la velocidad de los dragones de fuego quizás era de 150 km/h, pero la velocidad del Caza Zero
estaba cerca de los 400 km/h. Se sentía como atacar algo que no se movía.

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Para el instante en que los dragones asustados se dieron la vuelta, ya habían sido enfocados
claramente. Saito preparó la mira del panel de cristal del sistema de disparo y presionó el botón ‘Fuego’ en
la palanca del acelerador.
Con un monótono sonido seguido por la sacudida del avión, las ametralladoras de ambas alas
abrieron fuego. Las alas de los dragones fueron deshechas, cayendo en espiral. Al siguiente instante, Saito
pisó el pedal derecho haciendo planear al Caza Zero, apuntando al siguiente dragón. Saito disparó
nuevamente, logrando numerosos impactos en el torso del dragón que gruñó de dolor, cayendo al suelo.
Cuando el tercero había volado en picada en un intento de escapar, la ametralladora de 7.7 mm
perforó su cuerpo llenándolo de agujeros. La bestia murió en ese instante, cayendo como plomo.
Saito hizo que el aeroplano ascendiera rápidamente, controlando su curso con naturalidad. Cambió el
nivel de velocidad a alto. Contra los dragones, el Caza Zero; cuyo motor era alterno, tenía la mayor ventaja
en esas velocidades. Mientras el avión descendía, la velocidad también aumentaba. La primera cosa que
debía hacer era controlar el área sobre el enemigo. Con las brillantes runas de su mano izquierda,
maniobraba el Caza Zero como un veterano de guerra.
Derflinger, quien estaba vigilando por Saito, le informó su siguiente objetivo. Justo cuando estaba a
punto de dirigir el avión hacia ahí, escuchó una voz detrás de él
-¡E-E-Esto es increíble! ¡Esos dragones de Albión tienen la reputación de no tener rivales y aún así
han sido derribados como moscas!
Saito miró hacia atrás sobresaltado. La cabeza de Louise se asomaba del espacio entre el asiento y el
resto de la cabina. Originalmente ahí había una enorme y estorbosa radio, pero dado que en este mundo no
había nadie con quien contactarse por este medio, Saito la había quitado mientras preparaba el avión.
Después de sacar eso, sólo los cables que se conectaban al timón de la cola permanecían ahí. Louise se había
escabullido y ocultado en ese lugar.
-¿Has estado ahí todo este tiempo? ¡Fuera de aquí!
-¡No hay forma de que pueda salirme de aquí en este momento!
Las manos de Louise estaban sosteniendo el Libro de Plegarias del Fundador. Parecía que ella no se
había ido a ningún otro lugar como él había pensado, en vez de ello, se ocultó dentro del avión.
-¡Es peligroso! ¡Idiota!
Louise le apretó la nuca con fuerza.
-¡No lo olvides! ¡Tú eres… mi… fa-mi-li-ar,… a-sí que no puedes ha-cer lo que qui-e-ras! No te per-
do-na-ré ¡¿Entiendes?!
Como el motor ahogaba su voz, ella gritó en los oídos de Saito:
-¡Soy tu ama! Si el amo no da un buen ejemplo, ¡entonces el familiar no lo escuchará! ¡Y yo odiaría
que eso pasara!
Saito dejó caer sus hombros, suspirando pesadamente. Haber dicho cosas como “Es peligroso y no
vengas” no habían tenido algún efecto en Louise.

116
-¡¿Qué pasa si mueres?!
-¡Entonces me esforzaré más! Incluso si tú o yo morimos, ¡aún así encontraré la forma para
castigarte!- le gritó a Saito con lo ojos completamente abiertos.
Saito sintió un dolor de cabeza que se originaba por las absurdas cosas que salían de la boca de
Louise.
-Compañero, discúlpame por interrumpir, pero…
-¡¿Qué?!
-Diez más han arribado a la derecha.
Las llamas de los dragones se dirigían hacia ellos. En ese momento, Saito rápidamente empujó la
palanca de dirección hacia la izquierda. El avión giró y evadió las flamas de los dragones. Louise cayó
dentro de la cabina, con un pequeño quejido.
-¡Contrólalo con elegancia!
-¡No digas tonterías!- gritó Saito, mientras hacía descender al avión.
Los jinetes dragón no podían seguir sus movimientos. Tomando ventaja de la inercia del
movimiento, hizo ascender el avión y en el punto cúspide lo giró. Con el sol detrás de él, descendió
nuevamente, apuntando a los jinetes que antes lo estaban cazando, disparando con las ametralladoras y las
armas de largo calibre contra ellos.
Louise, quien nuevamente había caído dentro de la cabina, estaba a punto de llorar sintiendo terror.
Tal vez realmente no debí haber venido, le hacía pensar su miedo. Mordió sus labios y sujetó con fuerza el
Libro del Fundador. ¿No me escabullí porque no podía dejar que Saito muriera? Oye, no actúes como si
estuvieras peleando solo, ¡Yo también voy a luchar!
No obstante, ella no podía hacer nada. Siempre había sido así, pero esta vez se sentía arrepentida.
Sin embargo, perder frente a tus miedos no te hará lograr nada.
Ella buscó en sus bolsillos el anillo Rubí del Agua que la princesa Henrietta le había dado y se lo
colocó, acariciándolo cariñosamente.
-Princesa, por favor protégenos…- murmuró.
También acarició suavemente el Libro de Plegarias del Fundador que sostenía en su mano derecha.
Al final, no había terminado su edicto, incluso había maldecido su falta de talento poético. Tenía la
esperanza de pensar en el edicto cuando estuviera en el carruaje que la llevaría a Germania.
Es cierto, iba a ir a la ceremonia de bodas de Henrietta. Estaba esperando afuera de las puertas de
la Academia a que llegara el carruaje. Entonces me enteré de que la guerra había estallado. El destino es
muy cínico.
Ella abrió el libro de Plegarias del Fundador mientras murmuraba para sí. Estaba planeado en orar al
Fundador por su seguridad. Abrió el libro y escogió una página al azar. El Rubí del Agua y el Libro de
Plegarias comenzaron a brillar de repente, sorprendiendo a Louise.

117
※※※※※

-¿Han sido…. derrotados? ¿Todos ellos fueron aniquilados en sólo doce minutos?
El supremo comandante de las fuerzas invasoras, Sir Johnston, quien se encontraba en la cubierta de
popa del barco insignia, el Lexington, que supervisaba los preparativos del bombardeo con los cañones del
barco, palideció ante el reporte.
-¿Cuántas unidades enemigas hay ahí afuera? ¿Un centenar? ¿Todavía le quedan a Tristain tantos
jinetes y dragones?
-Señor, d-de acuerdo al reporte, fue uno solo
-¡¿Sólo un dragón?!
Johnston permaneció inmóvil con una expresión de incredulidad, arrojando su sombrero al piso.
-¡Ridículo! ¿Doce dragones derrotados por un enemigo? ¡Debes estar bromeando!
Asustado por la actitud del supremo comandante, el mensajero dio un paso atrás.
-De acuerdo con el reporte, el dragón enemigo tiene una increíble velocidad y agilidad, además tiene
poderosos ataques basados en magia y de largo alcance. Nuestras fuerzas fueron asesinadas una por una…
-¡¿Qué hay de Wardes?! Wardes, nuestro comandante de los Caballeros Dragón, ¡¿Qué fue de él?!
¡¿Qué le ocurrió a ese engreído hombre de Tristain?! ¡¿También fue asesinado?!
-El dragón de viento del Vizconde no estaba incluido en la lista de bajas. Pero… parece que no ha
aparecido aún…
-¡Así que nos traicionó! ¡Por mucho no puede ser más que un cobarde! Cualquiera sea su caso, no
podemos confiar en él…
Extendiéndole rápidamente las manos, Bowood le dijo:
-Comandante en jefe, reaccionar de esa forma enfrente de los soldados hará que su espíritu decaiga.
Enfurecido, Johnston descargó su ira en Bowood.
-¡¿Qué dijiste?! ¡Es culpa tuya que los dragones hayan sido aniquilados! ¡Tu incompetencia pedía a
gritos la destrucción de nuestros valiosos dragones! Reportaré esto a Su Excelencia, ¡lo reportaré!- gritaba
Johnston mientras se estiraba para agarrarlo.
Bowood sacó su varita y golpeó a Johnston en el estómago. La parte blanca de sus ojos era visible
ahora, desfalleciendo en el piso. Bowood ordenó a los soldados que se lo llevaran.
Debí haberlo mandado a dormido desde el inicio, pensó Bowood.
El ruido proveniente de las explosiones y los cañonazos sólo agitaban a las tropas. Una simple
decisión podía ser la diferencia entre la victoria o la derrota, especialmente durante batalla.
Bowood se volteó hacia el mensajero, quien lo estaba mirando con cara de preocupación. Él le habló
con una voz calmada y serena:
-Aunque los Caballeros Dragón hayan sido derrotados, el Lexington sigue intacto. Además, Wardes
probablemente ya habrá pensado un plan. No se preocupen por eso, solamente esfuércense en sus labores.

118
-¿Una simple unidad mató doce de ellas? Un héroe, eh…- murmuró Bowood.
…Pero aun siendo un héroe, sigue siendo un individuo, no importa que tanto poder tenga una
persona, habrá cosas que pueda cambiar y cosas que no puede.
-Y este barco es la prueba final- murmuró Bowood.
Él dio sus órdenes.
-Que avance la flota entera. Preparen los cañones de babor.

※※※※※

Después de un rato y lejos de ahí, en el otro extremo del campo de Tarbes, se divisaba la formación
de las tropas de batalla de Tristain, situados en la Rochelle, que era una fortaleza natural debido a las
montañas que la rodeaban.
-Toda la flota, que avance lentamente. Un barco a estribor.
La flota entera se giró para que las fuerzas de Tristain quedaran a la vista del lado de babor.
-Disparen los cañones de babor. Sigan disparando hasta nuevo aviso.
-Divisiones superiores e inferiores, preparen los cañones de estribor. Usen metralla.
Las fuerzas enemigas podían ser vistas a cinco mil metros de distancia por la ruidosa tropa de
Tristain en el interior de La Rochelle. Tenía la bandera tricolor de ‘Reconquista’, aproximándose
lentamente. Henrietta, que nunca había visto antes a un enemigo, estaba temblando montada sobre un
unicornio. Ella cerró sus ojos para ofrecer una oración para que los soldados a su alrededor no se dieran
cuenta de que temblaba de miedo.
Pero… su temor no se detendría con tanta facilidad.
Henrietta miró la gran flota enemiga y palideció. Era la flota de Albión. A un lado de ella hubo un
destello, era fuego enemigo. Las balas de cañón que aceleraban con la gravedad, estaban volando
directamente a las tropas de Tristain.
Impacto.
Cientos de balas de cañón cayeron sobre las tropas en La Rochelle. Rocas, caballos y personas fueron
derribadas, haciéndolas volar por el aire al mismo tiempo. Las tropas estaban tratando de escapar de la
sobrecogedora fuerza que se mostraba ante ellos. El lugar estaba inundado por el sonido de estruendos
ensordecedores.
-¡Tranquilícense! ¡Todos, permanezcan calmados!- les gritó Henrietta, impulsada por el miedo.
Mazarini murmuró al oído de la princesa:
-Primero necesita calmarse usted. Si el general está alterado, el caos se extiende en un parpadeo.
Mazarini llamó rápidamente a los generales que tenía cerca. A pesar de que Tristain era un país
pequeño, era uno con mucha historia. Esta historia incluía muchos nobles honorables. De entre todas las
naciones de Halkeginia, el ejército de Tristain tenía el más alto porcentaje de magos dentro de sus filas.
119
Bajo las órdenes de Mazarini, los nobles crearon barreras de aire dentro de las aberturas de la
montaña. Algunas balas chocaban en ellas y se destruían, pero algunas otras las superaban. Se oían los gritos
entre la lluvia de piedras y sangre.
-Tan pronto como las fuerzas enemigas detengan su bombardeo, seguramente preferirán preparar un
escenario para un asalto furtivo y total. No hay más opción que enfrentarlos.- murmuró Mazarini.
-¿Hay oportunidad de que ganemos?
Mazarini se dio cuenta de que los soldados habían comenzado a temblar ante el bombardeo enemigo.
Hasta ahora habían avanzado con gran valía pero… había límites para el coraje de las personas. No quería
decirle la verdad a la Princesa, quien le había hecho recordar algo que había olvidado.
-Estamos casi parejos.
Impacto.
La tierra bajo ellos se estremeció como un terremoto.
Tristemente Mazarini había comprendido la situación.
Tres mil unidades fuertes formaban las tropas enemigas, mientras que las suyas, mermadas por el
bombardeo, sólo contaban con dos mil.
No tenían oportunidad.

※※※※※

Louise miraba las letras que aparecieron del resplandor.


Estaban… escritas con runas ancestrales. Dado que Louise tomaba muy en serio sus clases, ella era
capaz de leer ese antiguo lenguaje.
Louise siguió las letras a través de aquel brillo.
[[ ]]
Prólogo.
De hoy en adelante, debo documentar la verdad que sé. Todos los materiales en el mundo están
compuestos de finos granos. Los cuatro elementos interactúan con estos finos granos y aplican su
influencia, lo cual los transforma en hechizos. Este es el cómo ‘Fuego’, ‘Agua’, ‘Viento’ y ‘Tierra’ se
crean.
[[ ]]
Louise estaba atrapada por la curiosidad. Con un sentimiento de impaciencia, volteó la página.

[[ ]]
Los Dioses me favorecieron con una enorme fuerza. Los finos granos, sobre los que los cuatro
elementos aplican su influencia, están compuestos de granos más finos. El poder conferido en mí por
los Dioses, no pertenece a ninguno de esos cuatro elementos. El elemento que yo domino interactúa
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con granos incluso más finos y aplican su influencia, transformándolos en hechizos. Un Cero que no
pertenece a ninguno de esos cuatro elementos. Ese denominado Cero es el ‘Vacío’. Yo he nombrado
al Cero que los Dioses me han conferido como ‘Vacío’.
[[ ]]
-El elemento del Vacío… ¿no es una leyenda? ¡¿No es ese el elemento legendario?!
Murmurando para sí, Louise volteó la página. Su pulso estaba acelerándose.
Saito, que ya había derrotado a toda la flota de dragones, miraba al cielo. Sobre los campos, él se
percató del gran buque entre los boquetes de las nubes que estaba en la lejanía. Bajo ese barco estaba la
ciudad-puerto de La Rochelle.
-Compañero, ese es el objetivo principal. No importa cuantos insectos derrotes, sí no derribas
ese…nada cambiará…
-Lo sé
-Es imposible.
Saito permaneció en silencio, abriendo la válvula reguladora del Caza Zero. Fue un impulso total, el
aeroplano ascendió hacía el gran buque.
-Es imposible compañero. No importa cuanto lo intentes, es imposible.- le dijo Derflinger con su
usual tono de voz quien ya había evaluado la diferencia de poder. Sin embargo, Saito no respondió.
-Comprendo… pero tu compañero es un idiota.
Saito llevó al Caza Zero aún más cerca.
El lado de estribor del barco brilló, apuntando al avión. Algo estaba volando hacía él.
Eran innumerables balas de plomo, las cuales perforaron el aeroplano y lo hicieron sacudirse,
rompiendo los cristales de la cabina, uno de los fragmentos rozó la mejilla de Saito. Un hilillo de sangre
corrió por su cara.
-¡No te acerques más! ¡Están usando metralla!- gritó Derflinger.
Saito hizo que el Caza Zero hiciera una repentina caída en picada, evadiendo la segunda ronda de
disparos.
-¡Maldición, ellos colocaron pequeñas balas en esos pesados cañones!
Saito mordió sus labios. No podía acercarse al barco y mucho menos hundirlo.
Atrás del asiento, Louise estaba abstraída leyendo el Libro de Plegarias del Fundador. Los
estruendosos ruidos no llegaban a sus oídos. Ella sólo podía escuchar su pulso se aceleraba más y más.

[[ ]]
Aquel que sea capaz de leer esto, heredará mis creencias, pensamientos y objetivos. Ellos se
convertirán en los portadores de este poder. Tengan presente los riesgos de dominar este poder. Para
mí y mi hermano mayor, quien ha muerto insatisfecho, debes de esforzarte para recuperar las ‘Tierras
Santas’ robadas por paganos. El ´Vacío´ es poderoso. Pero, los encantamientos son largos y

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consumen mucha energía. Hechicero, pon mucha atención. En ocasiones, tu vida será reducida,
dependiendo del poder. Por lo tanto, yo escojo al lector de este libro. Incluso cuando un no calificado
use el anillo, no puede liberar el libro. Solamente cuando el lector elegido usa algún anillo de ‘los
cuatro elementos’ puede abrir el libro.
Brimir Ru Rumiru Yuru Viri Vee Varutori

A continuación, pongo los registros de los hechizos del ‘Vacío’ que he usado. El primer paso es el
más básico. ‘Explosión’.
[[ ]]
Un encantamiento en un lenguaje ancestral proseguía después de eso. Louise murmuró perpleja:
-Fundador Brimir, ¿no estás omitiendo algo? Si no estuviera usando este anillo, no sería capaz de
leer este libro, ¿cierto? Entonces… las cosas acerca del lector elegido y eso de ‘pon mucha atención’ no
tienen sentido…
Después de eso se dio cuenta… lector elegido… eso significaba que…
¿Soy el lector elegido?
En verdad no lo entiendo pero… puedo leer estas palabras. Sí puedo hacerlo, probablemente pueda
realizar el hechizo escrito aquí. Louise recordó cómo cada vez que recitaba un encantamiento, siempre se
producía una explosión. Eso es… en otras palabras, ¿el ‘Vacío’ descrito aquí?
Cuando pensó bien sobre eso, nadie pudo darle una explicación de porqué ella hacía que las cosas
explotaran. Sus padres, hermanas y maestros… sus amigos también… sólo se reían de ella por ser un
‘fracaso’. Ellos no razonaban sobre las explosiones.
Tal vez… en verdad soy la elegida.
Realmente no puedo creerlo, pero tal vez sí soy la elegida.
Vale la pena probar, además…no hay nada más a lo que podamos recurrir ahora.
Ella estaba serena y relajada. Las runas que acababa de mirar estaban grabadas y listas en su lengua,
cómo si las conociera desde mucho tiempo atrás.
La melodía del hechizo era bastante familiar, cómo las canciones de cuna que había escuchado en el
pasado. Lo voy a intentar.
Louise se puso de pie. Comenzó a abrirse paso hacia el frente desde ese hueco, detrás del asiento.
-¡¿Qué estás haciendo?! ¡Sólo quédate quieta! ¡Argh! ¡Oye! ¡No puedo ver nada!
Como una serpiente, se deslizó desde ese hueco detrás del asiento hacia el frente, donde Saito estaba
sentado. Ella posó su pequeño trasero en el hueco entre las piernas extendidas de Saito.
-No puedo creerlo pero… no puedo asegurarlo pero… posiblemente fui elegida. También puede ser
alguna clase de error…- murmuró Louise.
-¿Ehh?

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-Sólo escúchame. Vuela cerca del buque. Tal vez esto sea un engaño pero… es mejor intentarlo que
no hacer nada. Además, no hay otra forma de hundir ese barco…La única forma es que yo lo haga.
Entiendo, lo intentaré.
Saito estaba asombrado por las divagaciones de Louise.
-¿Estás bien? o ¿finalmente te volviste loca por el miedo?
Louise le gritó a Saito:
-¡¿Te dije que te acercaras, no es así?! ¡Soy tu ama! ¡Los familiares obedecen las órdenes de sus
amos sin poner excusas!
Era inútil oponérsele a ella cuando usaba esa actitud amenazadora. Saito se aproximó al enorme
buque a regañadientes.
La metralla volaba contra ellos. Ir al lado izquierdo del barco hubiera tenido probablemente los
mismos resultados, el barco también tenía cañones salientes desde su parte inferior. El Lexington era como
un puercoespín con cañones en vez de púas.
-¡¿Qué haces?!
-¡Es imposible! ¡No puedo acercarme más!
Derflinger abrió la boca, parecía que algo se le había ocurrido.
-Compañero, vuela directamente sobre el barco.
-¿Eh?
-Ahí hay un punto ciego, donde los cañones no logran disparar.
Saito se elevó sobre el Lexington como le habían dicho. Louise se subió y sentó sobre los hombros de
Saito y abrió la cubierta de la cabina. Una fuerte corriente de viento sopló contra su cara.
-¡Oye! ¡¿Qué estás haciendo?! ¡Ciérralo!
-Sigue dando vueltas por aquí hasta que te dé la señal- Louise respiró profundamente y cerró los
ojos.
Entonces, como si se hubiera encendido en llamas, abrió los ojos y comenzó a leer las runas escritas
en el Libro de Plegarias del Fundador. Leía el hechizo a través del ruido de motor. Saito daba vueltas con el
Caza Zero sobre el Lexington, como le había pedido.
Justo en ese momento…
-¡Compañero, detrás de ti!
Dándose rápidamente la vuelta, pudo ver un jinete y su dragón que volaban hacia ellos como un
huracán.
Era Wardes.

Montado sobre el lomo de su dragón de viento, Wardes sonrió ampliamente. Él había estado oculto
entre las nubes que estaban sobre el Lexington, aguardando la oportunidad de atacar.

123
Así que éste es el misterioso dragón que derribó a todos los dragones de fuego. Wardes no tenía
muchas oportunidades de ganar si lo enfrentaba directamente, ese era el porqué se había ocultado para
encontrar su punto débil.
Su plan estaba conectado al buque. El objetivo del enemigo sin duda sería ese barco.
Así que si era un enemigo habilidoso, debía encontrar su punto ciego, por lo que esconderse en las
cercanías y esperar era la mejor opción. La predicción de Wardes fue correcta.
Su objetivo comenzó a caer en picada. Ya veo… evadió a los dragones de fuego de esa forma.
Pero… la velocidad de mi dragón de viento es mucho mayor que la de los de fuego.
Wardes reducía de forma constante la distancia que los separaba. Observaba al Caza Zero con un
profundo interés.
Alcanzó a ver un rostro familiar, con un cabello rosado claro dentro de la cabina. La larga sonrisa de
Wardes se amplió aún más.
Así que aún estás viva… Entonces, el que controla el disque dragón debe ser…
El brazo izquierdo que una vez había perdido comenzó a agitarse.
Las llamas de su dragón no eran útiles, pero en vez de ello tenía hechizos poderosos.
Sujetando las riendas con su mano izquierda artificial, Wardes preparó un hechizo, ‘Lanza de aire’.
El aire se solidificó formando una lanza que los atravesaría.

Saito no conseguía perder al dragón que los seguía. Con Louise montada sobre sus hombros, Saito
comenzó a sentirse frustrado. Pero… si muero aquí, no podré proteger ni a Louise ni a Siesta. Las runas de
su mano comenzaron a brillar intensamente.
Cerró la válvula del combustible al mínimo y abrió todos los alerones. El Caza Zero desaceleró,
como si algo lo hubiera agarrado en el aire.
Entonces empujó la palanca de dirección hacia abajo y a la derecha, al mismo tiempo, pisó el pedal.
La llamativa vista de la tierra y el cielo rotaron frente a ellos.
El aeroplano había desaparecido de la vista de Wardes, quien había terminado de recitar su hechizo.
Miraba a los alrededores sin parar, pero no estaban por ninguna parte.
Sin embargo, percibiendo un tinte de intento asesino desde su espalda, se volteó. El Caza Zero estaba
girando en espiral, colocándose rápidamente detrás del dragón de viento de Wardes. Después de una luz
brillante, las balas de la ametralladora laceraron al dragón, el cual tenía escamas más delgadas que las de los
dragones de fuego. Wardes fue herido en el hombro y la espalda, contorsionándose del dolor. El dragón de
viento dio un alarido. Como si estuviera planeando lentamente, el dragón de Wardes cayó, estrellándose
contra el piso.
Saito elevó el Caza Zero una vez más. Incluso aunque había hecho todas esas maniobras, Louise
había permanecido firmemente montada sobre los hombros de Saito, parecía que era muy habilidosa

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montando caballos. Ella continuaba con su encantamiento en voz baja. ¿Qué diablos está haciendo? pensó
Saito.

“Eoruu Suunu Firi Yaransakusa”


El ritmo había comenzado a pulsar dentro de Louise, ella sentía como si conociese ese ritmo de algún
otro lugar. Con cada palabra del encantamiento, el ritmo aumentaba más. Esto agudizaba sus sentidos, a
pesar de que ningún sonido llegaba a sus oídos.
Era como si algo estuviera despertando dentro de ella y estuviera buscando su destino… Louise
recordó lo que le habían dicho una vez, que cuando uno recitaba un encantamiento del tipo de su elemento,
un sentimiento similar a lo que estaba viviendo debía ocurrir. ¿En verdad es lo que estoy sintiendo? Yo,
quien siempre he sido despreciada por ser ‘la Zero’. Yo, a quien me han dicho que no tengo talento mágico
por parte de maestros, parientes, hermanas y compañeros de clases, ¿este es mi verdadero ser?
“Osu Suunu Uryu Ru Rado”
Ella podía sentir una ola naciendo en su interior, expandiéndose lentamente.
“Beoozusu Yuru Suvyueru Kano Oshera”
La ola dentro de ella, buscaba a donde debía dirigirse, estaba enloqueciendo. Louise le dio a Saito la
señal con su pierna. Saito asintió y empujó la palanca de direcciones hasta el fondo. El Caza Zero comenzó a
caer sobre el Lexington que estaba bajo ellos. Abriendo los ojos, Louise sincronizó su hechizo.
“Vacío”…
El legendario elemento mágico…
¿Me pregunto que tan poderoso será?…
Nadie lo sabe. Por supuesto, no hay razón para que yo lo sepa…
Esto se supone que va más allá de lo legendario…
“Jera Isa Unjyuu Hagaru Beookun Iru…”
Después de ese largo encantamiento, el hechizo fue completado. En ese momento, Louise
comprendió el poder de su hechizo. Engulliría a todos. Cada persona en su campo de visión sería tragada por
el hechizo. Había dos opciones, matar o no matar.
¿Qué es lo que quería destruir? Con el viento soplando contra su rostro, miró hacia abajo.
Un enorme buque apareció frente a ella, el Lexington. Siguiendo sus impulsos, apuntó a un punto fijo
y agitó su varita hacia abajo.

※※※※※

Una increíble escena se suscitó frente a los ojos de Henrietta. El buque que había estado
bombardeándolos…

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Una bola de luz había aparecido expandiéndose en el cielo, como una versión más pequeña del sol.
Y… lo engulló todo. Había engullido el buque en el cielo. La luz continuó creciendo hasta el punto que era
todo lo que Henrietta podía ver. Fue completamente silencioso. De repente Henrietta cerró los ojos, la luz
de la esfera era tan intensa que todos creían que sus ojos se dañarían si seguían mirándola.
Entonces… después de que la luz se apagó, la flota entera estaba en llamas. Todas sus velas y
cubiertas estaban ardiendo. Como si fuera una mentira, el buque principal de la flota, el cual había estado
atormentando las tropas de Tristain, se precipitó al piso.
Se sintió un estremecimiento de la tierra. La flota entera había colapsado. Henrietta estaba
anonadada. Un completo silencio los rodeó. Todos miraban la increíble escena.
El primero en recobrar sus sentidos fue el Cardenal Mazarini. Él observaba aquellas brillantes y
plateadas alas bajo los rayos del sol. Era el Caza Zero de Saito.
Mazarini exclamó:
-¡Muchachos! ¡Miren! ¡La flota enemiga fue destruida por el legendario Fénix!
-¿El Fénix? ¿El ave inmortal?
Una conmoción se esparció entre las tropas.
-¡Miren el ave que vuela en el cielo! ¡Es el ave legendaria que aparece cuando Tristain necesita
ayuda! ¡El fénix! ¡El Fundador nos ha bendecido!
Gritos de júbilo podían ser escuchados por todas partes.
-¡Larga vida a Tristain! ¡Larga vida al Fénix!
Henrietta le preguntó rápidamente a Mazarini:
-Cardenal, sobre el Fénix… ¿es verdad? No había escuchado nada de un Fénix legendario…
Mazarini sonrió pícaramente.
-Es una gran mentira. Pero, el razonamiento de todos se ha perdido por el momento, no pueden creer
la escena que vieron, al igual que yo. Sin embargo, la verdad es que hay un ave extraña sobrevolando el
cielo justo después de que la flota enemiga ha caído. No había otra opción que hacer algo así.
-Hah…
-¿Qué? A nadie le importa si lo que dije es cierto o falso. Lo que ahora les importa es si ganaron o
perdieron. En otras palabras, si sobrevivieron o murieron.
Mazarini escudriñó en los ojos de Henrietta.
-Debes usar todo lo que esté a tu alcance. Es una de las bases de la política de la guerra. Recuérdalo
muy bien Princesa, ya que de hoy en adelante, serás la soberana de Tristain.
Henrietta asintió. Era justo como el Cardenal había dicho. El razonamiento… puede venir después.
-La moral del enemigo debe estar baja y no deben de estar dudando en huir. La flota que los apoyaba
ha desaparecido. No hay mejor oportunidad para atacarlos.
-Claro.
-Princesa. ¿Debemos ir directo a la victoria?- preguntó Mazarini.

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Henrietta asintió con fuerza una vez más. Ella sujetó su brillante bastón de cristal.
-Todas las ropas, ¡a la carga! Tropas Reales, ¡síganme!

※※※※※

Cansada, Louise se acurrucó en Saito.


-Oye, Louise…
-¿Hm?- respondió Louise con la mente distraída.
Una sensación de fatiga la inundó, pero era un agradable sentimiento de cansancio. Era la fatiga que
está acompañada de la satisfacción de haber hecho bien algo.
-¿Te puedo preguntar algo?
-Sí.
-¿Qué fue lo de hace poco?
-Una leyenda.
-¿Una leyenda?
-Te explicaré luego, estoy cansada.
Saito asintió y sonrió. Él acarició gentilmente la cabeza de Louise.
Bajo ellos, las tropas de Tristain cargaban contra las fuerzas de Albión. El vigor de las fuerzas de
Tristain era obvio incluso para los novatos. Era la clase de vigor que triunfaba sobre enemigos que los
sobrepasaban en número.
-Claro, luego está bien.
Mirando la villa quemada y ennegrecida, Saito se preguntó si Siesta estaba a salvo.

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※※※※※

Esa noche…
Siesta salió tímidamente del bosque, junto a sus hermanitos. Las noticias de que las tropas de Albión
habían sido derrotadas llegaron a los aldeanos que se habían refugiado en el bosque.
Las tropas de Albión habían sido aplastadas por el ataque de Tristain, muchos de ellos se habían
rendido. Para la tarde, no quedaba ningún soldado pretencioso de Albión en la villa. Los gritos furiosos, el
chirrido de las armas y explosiones habían cesado.
Humo negro se alzaba del campo, pero la batalla ya había terminado.
Un ruido estruendoso se escuchaba sobre el cielo. Después de buscar un poco, vieron un objeto
familiar volando. Era la ‘Coraza de Dragón’. La cara de Siesta se iluminó.
Cuando el Caza Zero aterrizó en el campo, Saito abrió la cabina. Alguien venía del bosque que se
encontraba al sur de la aldea; corría hacia él, era Siesta. Saito salió del Caza Zero y corrió hacia ella.
Louise miró como Saito corría y suspiró.
-Bueno, creo que es un alivio que esa chica esté aún con vida, pero… ¿no pudo Saito pasar más
tiempo reconfortándome? El hechizo de ‘Explosión’… del elemento del Vacío, parece como si no hubiera
pasado. Tal vez no se siente como algo real porque es magia del Vacío. ¿Realmente soy ‘el usuario de la
magia de Vacío’? ¿Hay algún malentendido en eso? Pero eso explica cómo fui capaz de darle a Saito los
poderes de Gandalfr, el legendario familiar. Parece que hay un montón de leyendas, ¿o no están ahí?-
murmuró Louise.- De cualquier forma, eso me mantendrá ocupada de ahora en adelante. Realmente siento
como si no hubiera pasado nada… y no puedo creer que soy la que menciona la leyenda…
Louise suspiró. Si esto fuera un sueño, me sentiría aliviada. Pero he decidido no pensar mucho en
esto. Debo de aprender eso de ese idiota familiar mío. Aunque es un familiar legendario, no se ve como si
fuera tal, pero tal vez eso es lo mejor. De todos modos, esas cosas de ‘leyenda’ son mucho para mí.
-Oye, maga legendaria.
-¿Qué pasa, espada legendaria?
Derflinger había llamado a Louise con un tono burlón.
-Está bien ser testaruda… pero si no vas tras él, esa chica te lo quitará.
Las mejillas de Louise enrojecieron.
-No me importa.
-¿De verdad?- susurró Derflinger.
Dando un quejido de frustración, Louise salió de la cabina de un salto, corriendo tras Saito.
Derflinger miraba como la figura de Louise corría y dijo con voz grave:
-Aunque comprende que ella es la mencionada en la leyenda… Tal vez su amor es más importante
para ella. Los humanos de esta época son incorregibles.

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Mientas corría, una hilera de pensamientos pasaron por su mente. Cuando miraba la espalda de Saito,
su pulso se aceleraba. Su mente quedó confundida, era raro. Ese idiota. Incluso me besó. ¿Acaso es tan
buena esa chica? Tal vez es linda. También sabe cocinar muy bien. Sé que a los chicos les gustan chicas
como ella. Pero… yo…yo…
El Libro de Plegarias de Fundador, el elemento mágico del Vacío…todo eso había dejado de
importarle a Louise en ese momento.
Si no voy tras ese familiar mío, él se irá a otro lado…
Si no abro los ojos completamente y corro, me quedaré atrás…
Pero, si las cosas van a ser así…Simplemente seguiré persiguiéndolo…
Lo seguiré adonde quiera que vaya… y cuando se dé la vuelta, le daré un buen golpe.

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