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El Profeta
E D I T O R I A L HERMES
MÉXICO BUENOS AIRES
TÍTULO DEL ORIGINAL
EN INGLÉS:
" T H E PROPHET"
J
<
Traducción de
LEÓN MIRLAS
1 A
MELVILLE MINTON
como agradecido recuerdo
»,
PRIMERA PARTE
El Palacio de los Jardines Colgantes que Nabucodo-
nosor se construyera en Babilonia formaba parte de una
cadena de edificios que se extendía desde el final de la
Avenida de las Procesiones hasta E-Sagila, el santuario
y ciudadela del dios Bel Merodach. Nabucodonosor le
había dado a su palacio la apariencia de una cordillera
para recordarle a su esposa el horizonte de Media, su
montuoso país natal. Las murallas, macizas e imponen-
tes, se sucedían en amenazante círculo. En aquel edificio
estaban, tallados y cubiertos con taraceas de esmalte vi-
driado, leopardos, leones y otras fieras. La enorme mole
tendía sus líneas hacia los altos cielos. Las imágenes de
piedra, los toros salvajes, los leones, los monstruos de
rostros humanos adornados con características barbas
asirias, custodiaban el palacio con aire ceñudo y tacitur-
no y proyectaban sus sombras sobre la ancha escalera de
piedra, semejante a la de una fortaleza, que llevaba allí.
Todos los detalles del edificio estaban ideados delibera-
damente para crear una atmósfera de intimidación y de
terror, para abrumar al espíritu bajo el peso del avasa-
llador poder y la terrible majestad de Nabucodonosor y
Babilonia.
Pero poco después, cuando los ojos seguían la cavilosa
fachada de las murallas, éstas parecían flotar en los aires
y la desolación de las densas sombras que asomaban so-
bre las anchas escaleras, desaparecía, como cuando avanza
trabajosamente un viajero, exhausto y llagado, por ca-
minos pedregosos y quemantes y le alivia de pronto los
pies atormentados e hinchados el verde césped que crece
junto a frescos arroyos, mientras el gorgoteo del agua
12 Sholem Asch El profeta 13
detrás del juncal y la densa sombra del ramaje le encanta que exudaba la viscosa tierra arcillosa calcinada por el
los oídos con su deleitante murmullo. Porque detrás de sol y las palmeras y cañas de los bosquecillos que se ex-
las murallas se extendían los jardines colgantes, sobre tendían sobre sus ciénagas. La madera era muy escasa
los ásperos planos del palacio de Nabucodonosor. En y por eso en Babilonia se la apreciaba mucho. Todo lo
los vastos parques, salpicados de charcos de sombra pro- que se usaba en la construcción de esos enormes edifi-
yectados por los árboles, se pavoneaban avestruces y pa- cios se traía desde lejos. Todos los bloques de piedra
vos reales. Las palomas se posaban allí y saciaban su sed colocados en las murallas habían sido arrastrados hasta
en los cristalinos estanques, ocultos a medias entre los allí por esclavos uncidos a ellos como bestias de carga.
arbustos que retoñaban en un tumulto de colores. Como Los habían transportado a través de las más salvajes so-
venas que cruzan un cuerpo, atravesaba aquella ciudad ledades, desde las rocosas colinas donde estaban las can-
de jardines un sistema de angostos canales, cuyos lechos teras, en los lejanos países que cayeran en manos del
estaban revestidos de losas verdes. Porque, en realidad, conquistador Nabucodonosor. Todas las vigas de cedro
era una ciudad lo que coronaba el palacio de Nabuco- de los grandes cielo rasos de los salones de Babilonia
donosor y se extendía a lo lejos: una perspectiva de habían sido acarreadas desde los bosques del Líbano
bosquecillos en imponente masa, una profusión de ma- hasta la capital sobre los hombros de los prisioneros de
lezas e hileras de flores desde donde llegaba el dulce guerra llegados a través de los páramos de Damasco al
rumor del agua cuando bajaba cantarína a los arroyue- Eufrates, donde dejaban las vigas a merced de la veloz
los. Todo —los jardines, los estanques— parecía colgado corriente que las llevaba a Babilonia, al propio palacio
en los aires, suspendido sobre la nada, como si las coli- de Nabucodonosor, que el río ceñía con sus anchos
nas estuviesen muy lejos y se divisaran, abajo, en gran brazos.
número, los remotos edificios de la ciudad, dispersos en
todas direcciones y encerrados por la gruesa muralla que Las gigantescas imágenes de los dioses, los toros salva-
rodeaba a toda Babilonia. jes y los monstruosos leones, los enormes bloques de
piedra, las columnas de mármol, las masas de pórfido,
Muchísimas casas de tres o cuatro pisos construidas las barras de oro y plata, toda la tan apreciada belleza
con barro y ramitas estaban agrupadas al amparo de las que el Asia cobrara como botín en sus crueles guerras
murallas, y en el centro, las torres de los templos se con los pueblos del mundo, había sido traída para ador-
remontaban con arrogancia hacia el cielo. En las aveni- no y embellecimiento de Babilonia. Los grandes perso-
das que separaban las casas se bifurcaban las arterias de najes de Nínive, quienes se enorgullecían antaño de sus
la vida babilónica: los innumerables canales y sus afluen- largas barbas trenzadas, las arrastraban ahora por el pol-
tes, que alimentaban la ciudad con las aguas del Eufrates. vo de los desiertos al doblegarse bajo la carga de aquel
Desde los jardines, la ciudad parecía muy lejana, como tesoro y al transportarlo de los puertos del Tigris, a
si se extendiera sobre un valle, en una remota planicie. través de las arenas, al Eufrates y de allí a la capital. A
Babilonia no tenía materias primas propias, de mane- los nobles de Tiro y Sidón los uncían con los ceñidores
ra que, para construir los majestuosos edificios que de color que señalaban su jerarquía a los troncos de
adornaban su capital, Nabucodonosor había tenido que cedro desarraigados de los bosques del Líbano y barrían
importar la madera, la piedra y otros materiales nece- las arenas del desierto con sus barbas al encorvarse y
sarios de países distantes. El suyo poseía el alquitrán gemir bajo el peso de los maderos que darían su above-
14 Sholem Asch is/ profeta 15
dado esplendor a los tejados de los palacios de Nabuco- ñas de la tierra hasta el punto más alto de los jardines
donosor. Caravana tras caravana de chipriotas, unidos que se cernían en el espacio, miles de esclavos a quienes
en interminables cuadrillas que parecían eslabones, car- vaciaran los ojos estaban uncidos a gigantescas ruedas
gaban sobre sus hombros bolsas de ganga de cobre con que hacían funcionar bombas diseñadas e instaladas por
que se fundirían las ménsulas y barras de las verjas para ingenieros asirios y que, día y noche, traían agua del
los edificios levantados por Nabucodonosor. Así como río a los canales, para abastecer los depósitos y cisternas,
los judíos habían tenido que transportar a Babilonia haciéndola subir de piso en piso hasta que llegaba a
la vajilla sagrada del templo destruido por Nabucodo- las cañerías y canales de los jardines colgantes. Los aca-
nosor, así también se obligaba a los jefes de los demás rreadores de agua, a quienes habían vaciado también
pueblos vencidos a llevar a la capital del conquistador los ojos para que no supieran donde estaban, iban si-
los tesoros de oro y plata de sus santuarios y los ídolos lenciosamente día tras día y noche tras noche de aquí
de pedernal de sus dioses, como servil tributo al gober- para allá, en incesante procesión, como muertos en vida
nante victorioso y como signo de la humillación de sus y en una tiniebla propia del averno, moviendo las po-
deidades, que perdieran su jerarquía frente a los dioses derosas ruedas; y sus miembros se desintegraban como
babilonios. la mosca en la red de la araña, hasta que sus huesos se
El imperio de Nabucodonosor se extendía desde el desprendían del cuerpo y caían y eran reducidos a polvo
Mar Caspio hasta más allá de las montañas del Ararat, por las ruedas giratorias. Apenas caídos, los reemplaza-
llegando a las propias islas helénicas. Todo lo que vivía ban otros y los vastos piñones comenzaban a triturar un
a la sombra de la espada del gobernante de Babilonia nuevo conjunto de cuerpos vivos para reducirlo a la
era indiscutiblemente suyo: los hombres, las mujeres y eterna negrura del polvo de la muerte.
los niños y todos sus bienes. Toda aquella gente vivía En la cañería maestra, esta labor exigía la interven-
por gracia de Nabucodonosor, por su cetro eran amo- ción de viejos esclavos agotados ya por un severo esfuer-
nestados y por la vara de su ira, condenados a muerte. zo. El trabajo junto a las bombas de agua era la última
Como una gran araña que atrapa en su red a centenares etapa en el itinerario de una penosa faena que duraba
de seres y les sorbe el tuétano hasta que sus cuerpos se toda la vida y que todos los esclavos debían recorrer. A
secan y desintegran, el palacio de Nabucodonosor en- los jóvenes y vigorosos los usaban para cavar los canales
gullía a miríadas de esclavos de todos los pueblos y trazados por Nabucodonosor sobre toda la faz de Babi-
países. Los placenteros arroyos, las piscinas, las plantas lonia y sus suburbios. Cuando el esclavo quedaba exhaus-
de los jardines que pendían sobre las altas murallas del to con esta tarea o acumulando barro y acarreando al-
palacio eran nutridos por las aguas del Eufrates, que quitrán y ladrillos a los solares donde se construía, lo
lamían los cimientos de la ciudadela. Abajo, en las trasladaban a los alojamientos del palacio. Sólo a los
entrañas del palacio, estaban los aposentos de la servi- torpes que no podían ser usados para ninguna artesanía
dumbre, los talleres, las picotas y mazmorras, todo en- o comercio los reclutaban para las bombas de agua. Por-
cerrado dentro de enormes recintos unidos por angostas que en las entrañas del palacio de Nabucodonosor había
escaleras y escalerillas que se extendían a lo largo y a también talleres donde se ejecutaban trabajos delicados
lo alto del edificio. y artísticos. Allí usaban a todos los esclavos que tenían
Desde las más bajas mazmorras ocultas en las entrá- alguna habilidad y guardaban como cautivos a una mu-
16 Sholem Asch El profeta 17
chedumbre de pisadores de olivas, boticarios que combi- gión de los vastos jardines colgantes. Los balcones y los
naban especias y perfumistas. Esa muchedumbre les compartimentos de tres o cuatro lados, sin ventanas y
proporcionaba a los peluqueros y barberos asirios los con arcadas, se entretejían, ora ascendiendo un piso, ora
aceites que necesitaban para trenzar y untar las barbas bajándolo, para sugerir una cadena de colinas. A veces,
y cuidar del cabello de los nobles babilonios que tenían un gigantesco león tallado en la roca, con las mandíbu-
el privilegio de estar en pie en presencia del rey. Había las abiertas y las garras tendidas, interrumpía repenti-
quienes hacían ásperas telas, tejedores y trenzadores ar- namente con su amenaza el fluir de la línea o lindaba
tísticos que se consagraban a la producción de las hermo- con una esquina del edificio. En los flancos de las
sas lanas multicolores que habían difundido la fama de anchas escaleras de metal forjado había monstruosas ta-
las prendas de vestir babilónicas en todas las cortes reales. llas de los dioses, que custodiaban las macizas puertas
Había herreros y forjadores que inventaban toda cla- situadas más arriba y abiertas de par en par. Esos pórti-
se de vasijas batidas, copas y platos fundidos, cuencos cos eran de cedro y los revestían placas de cobre que
de oro, plata y cobre. Y tallistas que trabajaban el mar- representaban escenas de cacerías. Más allá de la puerta,
fil, fabricantes de piedras de color, orfebres especializa- podían verse las paredes enyesadas, que coronaba un
dos en oro y plata, cordeleros, joyeros que inventaban techo sostenido por vigas de cedro y columnas ilumi-
adornos para las concubinas del gran harén de Nabuco- nadas con lámparas de aceite instaladas sobre frontones
donosor. Y picapedreros de Asiría y albañiles de Grecia de pórfido. Las paredes no estaban desnudas ni mucho
que trabajaban las losas donde se exhibían las victorias menos. Las adornaban muchas losas, bajo relieves de
de Nabucodonosor y sus memorables hazañas cuando piedra exquisitamente tallados que exhibían las victo-
salía a cazar. Había bordadores de ágil inventiva y dibu- rias de Nabucodonosor en las cacerías y en los campos
jantes que urdían los cuadros de arcilla y las sorpren- de batalla. Una de las losas mostraba a sus ejércitos en
dentes losas esmaltadas, los mosaicos con horribles mons- minucioso orden de batalla. Los hombres, en sus arma-
truos en movimiento y los frisos con escenas de cacerías. duras, tendían sus arcos contra una ciudad asediada. Los
Había curtidores y talabarteros para fabricar arneses y guerreros embestían contra las murallas de la fortaleza,
sillas de montar, zapateros que hacían sandalias, artífices la atacaban con arietes de hierro, trepaban por escale-
que trabajaban el cobre y moldeadores de espadas, toda rillas, desnucaban a los enemigos agolpados junto a las
una variedad infinita y desconcertante. defensas para tentar una salida contra los arietes dirigi-
Además, estaba la muchedumbre de cocineros, tahone- dos hacia las puertas.
ros, mayordomos, camareros y otros sirvientes que tra- Esos salones, cuyos muros cantaban las alabanzas del
bajaban en las partes altas, cerca de los alojamientos y gran Nabucodonosor, estaban atestados ahora de nobles
salones de recreo del palacio. Y palafreneros y domado- babilonios y príncipes extranjeros, gobernantes de las
res que almohazaban a los caballos uncidos a los carros provincias sojuzgadas, quienes, con sus familias, se ha-
de guerra y de caza y cuidaban de los animales salvajes bían convertido en vasallos y rehenes del rey.
que se multiplicaban en los amplios establos próximos
a los campamentos de la guardia especial y personal del El gran festín organizado por Baltasar, el príncipe
rey. regente, estaba en su tercer día. En representación de su
El palacio, propiamente dicho, comenzaba en la re- padre el rey Nabonidus, lo daba en honor de Gimil, la
18 Sholem Asch El profeta 19
principal de las adeptas a la prostitución, mujeres que guedejas caían en graciosos rizos sobre sus hombros, es-
consagraban la pasión de sus cuerpos al culto de la diosa taba también de pie, desnudo hasta la cintura. A ratos,
Ishtar. A ninguno de los participantes en la orgía se le escanciaba una generosa cantidad de vino de un cántaro
permitía abandonar el salón por su propia voluntad. de oro. También él era de sangre real y vasallo del rey
Los grandes de Babilonia y los jefes de las provincias de Babilonia.
conquistadas estaban reunidos allí de acuerdo con su Dos filas de oficiales asirios montaban guardia a am-
rango y jerarquía en el imperio. En las antecámaras que bos lados del dosel, erectos e inmóviles como estatuas de
llevaban al salón del trono estaba la segunda jerarquía piedra, con los músculos rígidos y sin pestañear. Pare-
de la corte: los superintendentes, los inspectores, los lu- cían haber echado raíces allí, con las espadas contra los
gartenientes que gobernaban las provincias, los auxilia- muslos, las manos asiendo cortas lanzas con empuñadu-
res de los comandantes del ejército, todos aquellos de ras en forma de cuenco, el cabello y la barba ondeados
condición inferior a la nobleza que podían jactarse de y trenzados a la manera asiría; se diría que estaban ta-
que por sus venas fluía sangre regia. Estaban allí los llados en piedra y formaban parte de las losas que ador-
majestuosos señores de los reinos conquistados por Ba- naban la pared detrás del dosel regio.
bilonia. Nabucodonosor los había perdonado en sus Los concurrentes estaban ya extenuados de tanto be-
tiempos, manteniendo sus sucesores la amnistía, pero ber, operación que se desarrollaba de acuerdo con las
seguían siendo vasallos del gran rey y los retenían como reglas de un rígido ceremonial desde hacía tres días, sin
rehenes en su palacio. Las concubinas del harén que tregua. Todos los nervios de sus cuerpos se habían alis-
gozaban transitoriamente del favor real figuraban tam- tado en la lucha contra la abrumadora fatiga que los
bién entre la concurrencia, que incluía a los altos sacer- vencía. Se golpeaban con los dedos las palmas de las
dotes de Bel Merodach, a los sacerdotes castrados del manos a compás con la dulce y vibrante melodía que
Templo de Ishtar, a los generales que reflejaban el los músicos del rey tocaban lo mejor posible. Ponían
prestigio del rey, en una palabra, a todos los privilegia- en tensión todos sus sentidos para mentenerse despiertos
dos que podían lucir un anillo de sello cuya fórmula y repeler con las pocas fuerzas que les quedaban la tela-
expresaba: "Amigo del Gran Rey". Todos ellos disfruta- raña del sueño que se anudaba pesadamente sobre sus
ban del festín en el propio salón del trono. ojos. Sólo el terror que les inspiraba la idea de perder
Baltasar se hallaba entre sentado y recostado sobre el el favor del rey ahuyentaba el sueño de sus párpados
lecho real, debajo de un dosel dorado. A su derecha e y los obligaba a rivalizar en demostraciones artificiales
izquierda estaban parados dos esclavos desnudos, negros de entusiasmo ante los espectáculos, tanto sagrados co-
como el ébano. Uno de ellos sujetaba a un león enca- mo profanos, que les presentaban. Tenían que escuchar
denado, el otro a un leopardo. Detrás del lecho, dos de recitados, himnos que exaltaban las magníficas hazañas
los nobles de mayor jerarquía del país, de pie, agitaban de los heroicos dioses, las bélicas proezas de Bel Mero-
grandes abanicos sobre la real cabeza. Eran los envidia- dach contra su monstruosa madre Tiamat, la aventura
dos detentores de esa alta dignidad. Al pie de Baltasar de Gilgamesh, que le construyera un barco en la época
estaba reclinada su esposa, con una copa de oro en la en que la gran inundación cubriera la tierra. Las pre-
mano, pronta y alerta para saciar la sed regia. El copero, sentaciones se sucedían sin pausa, robándoles a los días
un muchacho de rostro fresco y barbilampiño cuyas el descanso y a las noches el sueño.
El profeta 21
20 Sholem Asch manos por sobre sus cabezas y parecieron lanzarse a los
Repentinamente, los heraldos tocaron una fanfarria y aires cuando vieron la figura central que descendía de lo
anunciaron que, por orden del rey, aparecería ante la alto. Las plañideras bajaron peldaño a peldaño, lamen-
concurrencia Gimil-Ishtar, la ramera adepta principal tándose y llorando al pisar solemnemente la escalera
del Templo de Ishtar, para interpretar el papel de la al compás del gimiente treno que surgía de sus labios.
diosa que baja al averno, la morada de la tiniebla eter- Esclavos que tocaban el laúd acompañaron a la esca-
na, a fin de presentarle batalla al dios infernal y obli- lera a las mujeres y muchachas que sollozaban y cuando
garle a devolver de entre los muertos a Tammuz, su el llanto de las plañideras se extinguió, se oyó la voz
hermano y señor, para que con su resurrección del linde de Ishtar, la voz de Gimil:
del que nadie vuelve regresara la primavera, trayéndole
nueva vida a la tierra. "Gimiendo lloraré a los héroes que abandonaron a
El vibrar de la fanfarria despertó a los invitados de [sus esposas;
su sopor y disipó su letargo. Escalofríos de aprensión gimiendo lloraré a las vírgenes que perdieron a sus
circularon de lecho en lecho. Los sacerdotes de Bel Me- [amantes;
rodach se sintieron turbados y deprimidos, mientras que con luto plañiré amargamente al hijo único
los castrados sacerdotes de Ishtar se mostraban estupe- cuyo día no había amanecido aún
factos. El rey estaba profanando el culto de Ishtar al cuando lo arrebataron y dejó de existir."
ordenar una representación de aquel ritual en su pala-
cio y no en el templo de la diosa. Reinó un profundo Así se lamentaron Gimil y las mujeres, repetidas ve-
silencio, mientras un terror mortal petrificaba a la ces, deplorando el amor que el hombre ha perdido,
concurrencia. Varios esclavos desnudos se acercaron re- llorando a la vida, a la naturaleza, hasta que Ishtar
pentinamente al trono, blandiendo largos cuchillos. Los llegó a una puerta cerrada con llave que separaba la
escoltaban soldados provistos de armaduras y lanzas. Los catacumba.
dos esclavos negros como el ébano que sujetaban al león Extendió su cuerpo sensual en el más absoluto aban-
y al leopardo encadenados, dieron un paso atrás, pero j d o n o y se dejó caer contra el pórtico, golpeándolo con
permanecieron alerta junto al trono, prontos a ejecutar los brazos abiertos. . y
la menor de las órdenes de Baltasar. Los sacerdotes ini-
ciaron el ritual superior del culto de la diosa Ishtar. rv^j "Oh, portero, ábreme tus puertas, ábreme tus puertas,
Una gran cortina se descorrió, descubriendo un tramo o las separaré, rompiéndolas.
de majestuosos peldaños que bajaban a una catacumba. Armaré a los muertos;
Los invitados distinguieron las formas de Ishtar, quien los muertos devorarán a los vivos;
se deslizaba sinuosamente hacia las profundidades. Un porque los muertos son más poderosos que los vivos."
negro velo la cubría de la cabeza a los pies y una tras-
parente gasa pendía de su frente. Muchachas y mujeres El guardián de la puerta del silencio apareció bajo la
de diversas edades, con el cabello suelto y los cuerpos apariencia de un ángel destructor, tocado con un casco
cubiertos de finísimos velos oscuros, rodearon a la diosa cónico de cobre y le gritó a Ishtar:
y se abandonaron a amargos lamentos. Se golpeaban —Con suavidad, con suavidad; no rompas la puerta.
los desnudos senos con los puños y luego alzaron las
22 Sholem Asch El profeta 23
Mira, voy a anunciarle tu llegada a la reina de las re- De modo que Ishtar franqueó puerta tras puerta y
giones oscuras. ante cada pórtico le arrancaron uno de los velos hasta
Se fué y al cabo de un instante volvió a Ishtar, quien que, finalmente, salvo un angosto ceñidor que le rodea-
esperaba. ba los ijares, se paró completamente desnuda ante la
—¿Por qué debiste venir a las puertas del silencio? puerta final.
Le contestó el coro de plañideras parado en la es- Allí, tuvo que quitar la última barrera que la sepa-
calera: raba de la desnudez. Reveló su cuerpo, con su abundan-
te cabellera ensortijada como única protección, mien-
"¡Ay, ay de los hombres obligados a abandonar a sus tras el guardián le abría la última puerta y desapareció.
[esposas! Un asombrado silencio se enseñoreó del concurso cuan-
¡Ay, ay de las mujeres arrancadas a los brazos de sus do dejó de verse la diosa. Las muchachas y mujeres que
[maridos! se habían rezagado en lo alto de la escalera prorrum-
|Ay, ay del niño intempestivamente arrebatado!" pieron en amargos lamentos. Volvió a vibrar el treno
y volvieron a oírse las voces, que entonaron lentamente,
Llegó una voz desde las profundidades de la cata- susurrando, murmurando, un cántico:
cumba:
—¡Abridle la puerta! "Ishtar ha desaparecido, ha desaparecido;
Hablaba la reina del averno. el toro no se encabrita ya sobre su compañera,
—Abridle la puerta y hacedle lo que disponen las el asno no cubre ya su hembra,
antiguas leyes infernales. el hombre no se acuesta ya sobre su esposa.
El portero abrió de par en par las puertas ante Ishtar. Solo en su lecho dormita el hombre;
—¡Ven, oh, poderosa reina! Bendita sea tu venida a solitaria, solitaria está la mujer en su cama."
la morada de las sombras.
Y al decir estas palabras, la atrajo y le arrancó el Y repentinamente, entre los gemidos y lamentos, sur-
velo que pendía sobre la frente. gió de las profundidades de la catacumba la voz de
—¿Por qué, oh, guardián, me arrancas el velo de la Ishtar: era una voz gozosa, ascendente y que se exaltaba
cabeza? en un grito de triunfo:
—Es la ley del reino infernal que está ahí abajo. La
ley del averno es tu ley si deseas franquear las puertas "He impregnado mis ojos en kohl;
de las sombras de la muerte. el perfume de los cedros brota de mis hombros;
El portero le hizo cruzar el umbral y ante Ishtar apa- el brillo de la luna de Sin, mi padre,
reció otro pórtico. Nuevamente, el portero se le acercó ha vestido mi cuerpo con la pureza del alabastro.
y le arrancó el grueso velo negro que fajaba su cuerpo. He tejido una guirnalda sobre mi frente,
—¿Por qué, oh, guardián, quitas lo que oculta mis el sabor de mis carnes es el dulce sabor del cedro;
carnes? ¡Regocíjate con eso y alégrate,
—Es la ley del dominio real del averno. La ley del Tammuz, hijo mío,
averno es tu ley. Tammuz, hermano mío,
24 Sholem Asch El profeta 25
Tammuz, amado mío! T u brillo resplandece en la ciudadela de Sin y
¡El que despierta cuando toda planta despierta, [Shamash.
desde las entrañas de la noche, desde las entrañas de T u rayo ilumina el corazón de los cielos.
pa muerte, ¡Ishtar, te llaman la diosa del cielo!
y vuelve a mí desde el más allá, Deja que el pueblo te reverencie y santifique,
desde más allá del río!" deja que se bañe en tu luz divina,
para que tu esplendor se derrame sobre él."
Las plañideras se desembarazaron de sus negros velos
de duelo y se pararon sobre la escalera. Los sacerdotes concluyeron su súplica y los grandes y
Los sacerdotes castrados, compelidos a pesar de su poderosos príncipes de Babilonia se levantaron y pasa-
ira a intervenir en la ceremonia, se dividieron en dos ron en tropel ante el regio estrado de Gimil-Ishtar.
filas y le formaron un camino a Ishtar-Gimil cuando El primero en bajar de su trono con majestuosa dig-
salió de la catacumba. Una corona de oro en que cen- nidad fué Baltasar, con la capa real sobre los hombros
telleaban brillantes coronaba su cabeza y su carne fulgía y la corona cincelada sobre la cabeza. Se inclinó ante
entre las ondulantes trenzas que brillaban sobre su cuer- Gimil, tomó entre sus dedos un puñado de especias y
po como una hermosa capa de oro. Sus senos estaban lo arrojó en el incensario. Lo siguieron los grandes dig-
aprisionados en cuencos de oro; el angosto ceñidor, bor- natarios de Babilonia, los portaabanicos, los legados de
dado con hebra de oro e incrustaciones de piedras pre- las provincias, los comandantes de sus ejércitos, los prín-
ciosas, cubría su desnudez. Sus ojos estaban subrayados cipes por cuyas venas fluía sangre real, los reyes que
con pintura verdosa y pesados adornos pendían de los traían su tributo a Babilonia; todos los que tenían de-
lóbulos de sus orejas. Anchos brazaletes centelleaban recho a peinarse las barbas formando tres puntas. Todos
sobre sus brazos y las ajorcas de sus pies tintineaban ellos se acercaron en respetuosa genuflexión, hincándose
cuando subió lentamente. sobre una rodilla ante Ishtar, desnuda en el trono de
Los sacerdotes castrados del templo de Ishtar se ali- su divinidad; ante Ishtar, cuyas carnes revelaban su ra-
nearon detrás de ella, en una procesión que concluyó diante color blanquirrosa bajo la abundancia de su ca-
por entronizarla sobre una silla de oro puro. Desnudos bello rojo, como si las formaran rayos de luna y de sol.
del ombligo para arriba, ocultos apenas los genitales Sus anchos y flexibles i jares parecían tallados en ala-
por triangulares mandiles blancos, los ojos subrayados bastro, como el cuerpo de un ídolo, mientras el rosado
con verde, empezaron luego a quemar incienso como esplendor de su piel, que descubrían las dispares trenzas
ofrenda sobre un brasero colocado junto al trono. Se rojizas, irradiaba un hechizo y encendía una quemante
postraron ante Ishtar, alzaron sus manos en gesto de fiebre en las venas y en el ser de todo varón.
plegaria y sus labios se movieron en un salmo:
"Idos de Babilonia,
huid de los caldeos,
con voz de canto
os digo esto.
Lo digo hasta los confines de la tierra;
esto os digo;
Jehová ha rescatado a su siervo Jacob.
Y ellos no padecieron sed cuando los guió por los
[desiertos;
Él hizo fluir el agua de la roca para ellos;
Él hendió también la roca y las aguas brotaron a
[chorros."
"Y él compartió la tumba con los malvados; El profeta despertó de su visión. Sabía que aquello
y con los ricos en su muerte; lo debía a la gracia de Dios. P e r o . . . ¿qué significaba?
porque no había cometido violencia alguna, Sabía que Dios le había mostrado a Israel en su aflic-
ni había engaño en su boca." ción, perseguido hasta la muerte como un jovencito
torturado por unos hombres crueles y despiadados, se-
La voz que sonaba desde las alturas le respondió a gún lo anunciara Dios:
la mujer: "Por eso dijo Jehová, el Redentor de Israel y Su
Santo, a aquel a quien el hombre desprecia, a aquel a
"Pero le plugo a Jehová quebrantarlo quien la nación detesta, que fuera un siervo de reyes.
. y lo hizo sufrir. Los reyes verán y se levantarán, los príncipes también
Cuando hubieres puesto a su vida en expiación por adorarán, a causa de Jehová que es fiel, y el Santo de
[el pecado, Israel, y él te elegirá."
él verá su simiente, P e r o . . . ¿qué lección había recibido Israel de Dios?
vivirá por largos días ¿El Israel de ayer, que había pecado y obligado al
y el placer de Jehová prosperará en su mano." castigo total del Señor? Pero, acaso, el cielo no lo quie-
ra, aquel fuese el Israel de mañana, el Israel liberado,
La voz de la mujer: cuyos pecados perdonara Dios a quien Él había devuel-
338 Sholem Asch El profeta 339
to al país de donde lo exilaran. No era posible que "No te incumbe saber o comprender Mi camino. No
aquel hombre afligido a quien él viera fuese el símbolo te incumbe a ti ni a ningún nacido de mujer conocer
del pecador Israel. Sus oídos habían oído claramente Mi misterio. Yo abrí tus ojos para que vieras y tus
las voces que proclamaban y daban testimonio de que oídos para que oyeras. Lo que viste y oíste, eso debes
lo abrumaban por iniquidades que no cometiera. Aun- llevarlo a tu pueblo, a quien te he enviado."
que sus manos estaban limpias de violencia y su boca Abrumado como un esclavo ante su amo, el profeta
de engaño, Dios había creído conveniente abrumarlo llamó a Neraías a su aposento y le ordenó que anotara
con la enfermedad, para ver si su alma era digna de lo que había visto y las palabras que oyera. Como su
servir para un sacrificio. Dios lo había santificado para sentido no le resultaba claro, cantó la visión del su-
una ofrenda a fin de que pudiera cargar con las malda- friente siervo de Dios exactamente tal como lo había
des de los demás, para que el deseo de Dios pudiera oído y visto.
prosperar por su intermedio. Les comunicó a Zerubabel, a Jeshu y a los ancianos
¿Cómo debía interpretarse la visión? Dios devolvía que anunciaran el regreso a Sión que había contempla-
a Israel a su país para que fuera una víctima amarrada do aquella visión por la gracia de Dios.
al altar, como ocurriera repetidas veces en la visión En todos los corazones alentaba por cierto un gran-
del profeta y eso no por sus propias iniquidades. La de y apasionado deseo de abrevar el consuelo de Dios,
devolvía a Sión para que fuese un sacrificio expiatorio tal como lo prometiera el profeta y las palabras de
por las maldades ajenas, con que cargaba. P e r o . . . ¿des- confortación que él les daba eran vitalmente necesarias.
de cuándo creía conveniente Dios castigar a un hombre Apelando al resto de sus fuerzas, el profeta se irguió
por los pecados de otro? ¿No había proclamado acaso, ante la importante concurrencia. Con débil voz, les leyó
por boca de Su profeta, que "el alma que peca morirá, la visión, empezando con estas palabras:
el hijo no cargará con la iniquidad del padre ni el —¿Quién puede creer en lo que contamos y a quien
padre con la del hijo, ya que la justicia del justo recaerá se le revela el brazo del Señor?
sobre éste y el pecado del malvado sobre éste"? ¿Debía Un profundo silencio reinó entre la concurrencia
deducirse de ello que Israel sufriría eternamente por cuando Isaías hubo concluido de hablar del sufriente
los pecados de los demás? ¿Era ésa la razón de los dolo- siervo de Jehová. Todos estaban agobiados por el dolor.
res que recaían sobre Israel y de que el justo sufriera? Asintieron en silencio y se miraron, como diciendo:
El profeta alzó los ojos hacia el cielo y gritó, con —¿Podemos darles crédito a nuestros oídos?
llanto en la voz: Finalmente, uno de ellos se levantó y le preguntó al
—¡Oh, Dios mío, Dios mío, no me hagas sucumbir profeta:
por falta de conocimiento, que yo no perezca por mi —¿Qué insinúas con tus palabras? ¿Quieres sugerirnos
defecto de visión interior! Ábreme los ojos y muéstrame que Israel vuelve a su país para que lo sacrifiquen por
el camino que le has señalado a Israel. Ábreme el co- los pecados ajenos? ¿Quieres dar a entender que Dios
razón para comprender el sentido de los signos que me nos devuelve a Sión y a Judá para sufrir y morir allí
das. Déjame llevarle T u palabra de consuelo y promesa y ser sepultados con los malvados? Si es eso lo que afir-
a T u pueblo, desorientado como una oveja descarriada. mas, tienen razón quienes dicen que debes quedarte en
En su corazón oyó una voz que le decía: Babilonia.
340 Sholem Asch El profeta 311
— ¡Ay! Él no nos ha traído palabras de consuelo, sino mente inmóvil, como un cordero, bajo la lluvia de
de lamentación y de duelo. ¡Lamentación por Israeli denuestos y blasfemias.
—dijeron otros. Zerubabel ocultó su rostro con su manto para disi-
Uno de los sacerdotes, experto en la Ley, le preguntó mular las lágrimas que pugnaban por asomarle a los
al profeta: ojos.
—Nuestro legislador, Moisés, nos dijo que debíamos —Ayer dijiste de Israel: "Su rostro estaba más estro-
escuchar la voz de Dios y cumplir Sus mandamientos, peado que el de cualquier otro hombre y su figura más
para que nuestros días y los días de nuestros hijos se que la de los hijos del hombre. Así rociará a muchas
prolongaran sobre la tierra que Él nos ha dado. Y si naciones, los reyes cerrarán sus bocas ante él." Hoy
no escuchamos la voz de Dios y no obedecemos Sus dices: "Está separado del país de los vivientes e hizo
mandamientos, todas las plagas con que hirió a los su tumba con los malvados." ¿Será esto el fin de Israel,
egipcios nos fulminarán. Y tú predicas exactamente el Israel que debía despertar a muchas naciones y para
todo lo contrario. Dios fulminará al justo por pecados quien los reyes cerrarían la boca cuando vieran lo que
que no ha cometido, a fin de que expíe pecados ajenos. no se les había dicho? ¡Nos hablas como uno de los
¿Desde cuándo castiga Dios a un alma por el pecado enemigos de Israel!
de otra? ¿Acaso no dijo el profeta que te precedió, en —¡Nuestros oídos están cansados de esa palabrería!
nombre de Dios, que un padre no debía cargar con la —gritó uno.
iniquidad del hijo ni el hijo con la iniquidad del —Tienes razón. ¿Qué oído podría soportar semejantes
padre? palabras? —gritaron otras voces.
Los sacerdotes y los ancianos se levantaron uno tras Muchos estaban irritados y muchos otros desespe-
otro y le preguntaron al profeta, con asombro: rados.
—¿No sufrió ese hombre de los dolores, fulminado Un momento más y al profeta lo habría pisoteado
por la mano de Dios, por pecados que él mismo come- la airada multitud, pero una tonante voz gritó:
tió? ¿Desde cuándo hiere Dios a un alma por los peca- —Dejadlo. ¿No veis que está loco?
dos de otra? —Es verdad. Es evidente que ha perdido el juicio.
—Para nosotros es evidente que Dios sólo castiga a los
pecadores. Protege al justo y hace recaer bendiciones
sobre él.
—¡No hay duda de que un espíritu maligno lo posee!
—La palabra de Dios lo ha abandonado.
—No nos trae la salvación ni el consuelo sino maldi-
ciones y dolor.
—Estamos hartos de él. Dejadlo que se vaya. Dios lo
ha repudiado. No lo escuchéis.
El profeta no intentó responder a los cargos y quejas
que los allá reunidos acumulaban sobre él. Sus labios
estaban sellados. Bajó la cabeza y permaneció paciente-
El projeta
El profeta escuchaba con los ojos cerrados y no decía
una sola palabra.
—Así está. No come pan; no bebe agua; no dice una
sola palabra —profirió desde su rincón la escandalizada
voz de Neraías.
—¿No oyen tus oídos el canto de redención que re-
CAPÍTULO VIII
suena a tu alrededor? ¡Levántate, oh, profeta! Despiér-
tate y tráele al pueblo tu palabra de consuelo y estímulo.
Neraías tomó de la mano al profeta y lo llevó a la
choza situada sobre el brazo del canal. Lo depositó en El profeta callaba.
su lecho y se sentó a su lado para cuidarlo en su debi- —Sin duda, oye el canto del rescate. Cada uno de sus
lidad. La fina y tierna piel de Isaías estaba trasparente miembros, cada poro de su piel, escucha el canto. El
y de una palidez lechosa y su rostro flaccido y relaja- grito llega desde lejos y desde cerca. Oye el eco de las
do. El dolor obsesionaba sus ojos, hundidos en las ór- multitudes que pasan estruendosamente con el alegre
bitas. Parecía, casi, que había abandonado este mundo redoblar del tambor y los címbalos y los cantos a voz
y que, al cabo de unos pocos instantes, su alma abando- en cuello, el sonido de la alegría y la felicidad: "Cuan-
naría al consumido y contraído cuerpo y volaría a la do Dios liberó del cautiverio a Sión, nos pareció que
región donde estaba ya su espíritu. soñábamos."
Una vez más todos lo habían abandonado. Los jefes Dios le había cerrado firmemente la puerta en la
de los exilados que volvían ya no preguntaban por él: cara. Había ocultado a sus ojos los mundos que estaban
nadie acudía a oír sus profecías. Todos lo habían aban- más allá del horizonte, las regiones donde nacían las
donado; todos, menos Zerubabel. visiones que solía contemplar. La oscuridad de la an-
Éste vino y se sentó junto a su jergón de hojas de gosta tumba lo envolvía. Alrededor de las paredes del
palma. Tomó la mano del profeta en la suya y trató sepulcro, desde fuera, oía el gozoso canto de la reden-
de alentarlo. ción. Escuchaba ávidamente el exaltado grito de los que
iban a Sión, pero no podía unirse a ellos. En el comien-
—El Dios de nuestros antepasados le ha insuflado un
zo del camino que llevaba a las soledades encontró al
nuevo espíritu a Su pueblo. No cabe otra explicación.
hombre de los dolores y comprendió demasiado bien
No prestes atención a los escarnecedores babilonios. Ca-
que el camino del rescate debía pasar por las ligaduras
da día trae a nuevos grupos de exilados que quieren
y el sacrificio de Isaac, como se lo mostraran tan a me-
volver a Judá. Vienen de todas partes, de los rincones
nudo sus visiones. Las ansias de Israel ardían y llamea-
más lejanos, con sus esposas, sus hijos, sus rebaños y
ban en su corazón con la misma fuerza que su celo por
majadas. Vienen con alegría y cantos. Son tus pala-
Dios. Ambas pasiones lo quemaban y consumían. ¿Por
bras, profeta, las que han echado profundas raíces en
qué debía ser Israel la ofrenda sacrificada por la reden-
sus corazones, que aún dan frutos. Todas tus prediccio-
ción de todos los pueblos del mundo? ¿Por qué, como
nes se están cumpliendo. Alza los ojos, oh, profeta y
la cabra enviada a Azazel, debía cargar con los pecados
mira que todos ellos se están reuniendo y vienen, vienen
de las naciones? Dios había abierto ante sus ojos una
a ti, hermosamente engalanados, como una novia que
pequeña grieta por la cual él, el profeta, podía ver que
entra a la cámara nupcial.
344 Sholem Asch El profeta 345
a Israel lo conducían por el camino del rescate como El profeta se durmió profundamente y se vio parado
a un cordero que llevan al matarife. ¿Cómo podía ento- en el patio del templo. Reinaba allí la desolación, los
nar el canto de la confortación y la confianza que Dios salones estaban derruidos y las piedras formaban pilas
pusiera en su boca? dispersas por todas partes. Del templo en ruinas, subían
El profeta reprimía las expresiones de júbilo y con- hacia el cielo unas tenues hebras de humo. El profeta
suelo que Jehová hiciera nacer en su corazón. ¿Se había conocía el origen de aquel humo. Los gentiles, que pro-
convertido realmente en un porfiado asno a quien Dios fanaran el templo, habían erigido altares en aquel solar
repudiaba? ¿Le habría retirado Dios su espíritu, con- y les sacrificaban allí a sus ídolos.
cediéndoselo a otros? Seguiría cargando en secreto con Isaías cerró los ojos. En sueños, no quería ver ni oír.
el dolor de Israel y no se cansaría hasta que Dios se Su corazón lloraba. "Los gentiles han entrado en pose-
apiadara de él y le abriera una hendidura por la que sión de tu h e r e d a d . . . " Corrió hacia un rincón olvidado
pudiera contemplar la luz guardada para Israel en el del patio, un rincón oculto por los escombros. [Qué
final del camino. Entonces podría cantar, con mayor extraño le pareció aquel escondrijo! Allí no había altar
paciencia y ardor, las alabanzas de Israel, expresar la ni hombre alguno. Era la primera vez que contemplaba
recompensa que heredaría éste al término de sus días. aquel lugar. Ignoraba que, dentro del recinto del tem-
Israel llevaba sobre sí la esperanza del mundo y si su plo, existía un solo metro cuadrado libre de profana-
castigo tenía una finalidad, toda la creación la tendría ción, de aquellos sucios fetiches que mancillaban el
también. sagrado recinto. A pesar de que todos los edificios que
Con el rostro oculto entre las manos le oró a Dios: existieran allí estaban reducidos ahora a mohosas rui-
—¡Oh, Tú, que me mostraste los dolores y castigos nas, reinaba un espíritu de serena santidad y bienaven-
sufridos por Israel porque lo elegiste para ser T u sier- turada piedad, como si Dios lo hubiese limpiado y
vo, abre mis ojos para ver la recompensa que le espera cuidado especialmente de que estuviese sin mácula. Dios
en el término de los días! No por mí, oh, Dios mío, sino había ocultado para Sí un último lugar de Su santo
por T i debes hacer eso, para que yo pueda llevar la templo: quizá para algún grande y soberano propósi-
esperanza de salvación a todas Tus criaturas, para que la to, que se cumpliría allí. Isaías sintió un temblor de
esperanza pueda desbordar de mi corazón. santidad y pensó: "¡Qué sitio prodigioso!"
Repentinamente pareció que Dios había oído sus sú- Permanecía aún extático y en un estado de ánimo
plicas. Una voz dijo en su alma: santificado por el silencio y la pureza cuando advirtió
—Tú, a quien han enviado para llevarle a Israel la la presencia de un anciano, canoso y sentado a solas
buena nueva, vuélvete hacia tu padre y pregúntale có- sobre una piedra, entre las ruinas, quien se llevó un
mo la interpreta, porque su espíritu se agita en ti. dedo a los labios para indicarle que no se perdiera el
Con la esperanza del hombre que se ahoga y se afe- más leve sonido. El profeta lo miró y se le estremeció
rra de cualquier cosa, el profeta gritó: el corazón. Conocía a aquel anciano. Lo había visto
—Oh, ojos de Israel, bajad vuestra diestra; salvadme más de una vez en sus visiones. Era flaco y alto y de
de la ciénaga de temblores y confusión en que estoy imponente estatura hasta cuando estaba sentado. El
hundido hasta el cuello. Las aguas han penetrado has- cabello blanco y rizado le caía sobre el cuello y le cu-
ta mi alma. bría los hombros. Su nivea barba rozaba el manto azul
346 Sholem Asch El profeta 347
plateado que envolvía toda su figura y estaba descalzo. sentado así y espera. Todas las plegarias por el rescate
De su semblante macizo y pálido brotaba un halo de se reúnen aquí. Todas las ardientes lágrimas que se
santidad, como cuando el profeta lo veía en sueños. derraman dolorosamente pensando en el rescate se jun-
Isaías esperó a que hablara, pero los labios del ancia- tan en este lugar, todos los castigos que sufren por esa
no, a los cuales asomaba una sonrisa, seguían cerrados. causa los hijos de los hombres se guardan aquí. Todo
El profeta no pudo contenerse por más tiempo y pre- eso está contado y registrado. Levántate y siéntate a
guntó con voz suave: mi lado, pero lo que ves y oyes debe estarles vedado
- S é amable y dime qué lugar es este que piso. a los seres vivientes y oculto en tu corazón, hasta que
—Quítate los zapatos porque el suelo que estás ho- "llegue el día".
llando es sacro. Tus pies están sobre la elevación del Mientras hablaba así, el viejo profeta estiró la ma-
templo, la colina que Dios, al fin de los tiempos, exal- no, levantó en vilo al joven y lo sentó a su lado.
tará por sobre las montañas y los valles y adonde aflui- En el primer momento el joven Isaías sólo oyó respi-
rán las naciones. rar el silencio, que parecía acechar como un león em-
—¿Y quién eres? boscado en las nubes. Repentinamente, sobre la monta-
—Soy el hombre a quien Dios reveló el fin de los ña y el valle, retumbó un trueno despertando ecos y
días, cuando todas las naciones acudirían a esta mon- sonoridades cuya fuerza creció hasta culminar.
taña de Jehová. —Porque eres un pueblo santo para el Señor T u
El profeta cayó a los pies del anciano y exclamó Dios. Dios te ha escogido para ser Su pueblo, entre todos
sollozando: los que habitan la faz de la tierra.
—¡Ay, padre mío! Me llaman por tu nombre y Jehová —El trueno era la voz de Moisés —dijo el viejo pro-
ha puesto tu palabra en mi boca. Dios te envió a se- feta—. Se alza a diario sobre todos los países que están
ñalarme mi ruta. Pon comprensión en mi corazón para bajo el cielo, para recordarles a los hijos de Israel el
distinguir Su camino. ¡Enséñame, te lo ruego! Que mis yugo y el deber que pesa sobre ellos.
ojos sepan el sentido de los signos que veo y la inter- Nuevamente reinó el silencio: un silencio crepuscu-
pretación de mis visiones, que me está vedada. lar, el de un dominio que no era la noche ni el día.
—Levántate, hijo y siéntate a mi lado. Tus profecías Un halo luminoso, dorado, fulguraba sobre rayos de
y las mías son una sola. tornasol crepuscular, como una corona de rayos que
—Enséñame, oh, padre mío, a adivinar cuándo se brillan con la luz escondida al nacer la creación. Las
cumplirán las palabras que has dicho en nombre de vagas formas de una mujer que pasaba como flotando,
Dios. ¿Cuándo llegará el fin de los días que has pre- con un batir de alas, apareció más allá del halo. Una
visto? cortina parecía reposar en el aire y ocultar su contorno
—No está a mi alcance decírtelo. Eso está oculto en como un velo. Y así como un pájaro cae a plomo cuan-
el pensamiento de Dios. Yo estoy sentado aquí y espero do lo atraviesa una flecha en vuelo, asi cayó sobre la
de un momento a otro que brote la raíz de la reden- tierra la sombra de la mujer. La cortina se entreabrió.
ción, que aparezca el príncipe de la paz, que una nación El luminoso halo parecía iluminado por la irradiación
no levante ya la espada contra otra y que llene la tierra de la Divina presencia. En las alturas se oyó una voz:
el conocimiento de Dios. No soy yo solo quien está parecía el gemido de una paloma.
348 Sholem Asch El profeta 349
—|Ay, Dios de Misericordia! A T i voy, a Ti, cuyas las venas de Esaú, así como por las de Jacob. Así como
mercedes se han extendido sobre todas las cosas crea- Jacob es mi carne, también lo es Esaú. Sufro con sus
das, a T i voy, que has puesto en el corazón de cada sufrimientos; y cuando ellos sufren, también yo siento
madre T u gracia de misericordia que la hace apiadarse dolor. Soy, al mismo tiempo, el sacrificio y el sacrifi-
de sus hijos. A T i voy, a buscar compasión para mis cador. Mi compasión por Esaú es tan grande como mi
hijos. Otros pueblos son también la obra de Tus Ma- amor por Jacob y entre ambos mi corazón se desgarra
nos y T ú los provees de una vida de abundancia y tran- en dos. ¡Oh, Dios mío! ¡Te lo ruego! ¿Me causará eter-
quilidad en las tierras que les has dado. Sólo a mis hijos na desdicha la espada? ¿Quién curará mi desgarrado
los has desamparado. ¿Hasta cuándo será tu pueblo corazón? ¿Quién cicatrizará esa herida? T e lo ruego,
blanco de los dardos de los gentiles? ¿Cuándo les darás Padre de todos los seres, te lo ruego a T i que me ele-
descanso a sus fatigados pies? Ten misericordia y pie- giste para ser la madre de ambos, apiádate de mi hijo
dad de los hijos de Abrahán, que T e amaron y cumple Esaú. Abre sus ojos para que pueda ver T u luz. Pon
la promesa que le hiciste en el pacto. Son Tus herede- comprensión en su corazón para que te conozca y vea
ros. Invocan T u nombre. Las puertas de la misericor- T u camino. Te lo suplico, cobíjalo bajo la sombra de
dia están cerradas ante ellos. Si no hay misericordia, T u compasión. Recíbelo en T u pacto, como recibiste
que se haga justicia. a su hermano Jacob, porque ambos nacieron de la
La conmovedora súplica tembló a través del espacio, misma simiente, la de Abrahán que te amaba. Te lo
como un trueno ahogado. Desde el centro del nimbo ruego, oh, Dios, haz de modo que ambos puedan vivir
de fuego que rodeaba la cabeza de la mujer, se oyó: como hermanos en espíritu, como lo son en la carne.
—Absten tu voz del sollozo y tus ojos de las lágrimas, —Esa es Rebeca, quien ofrece su plegaria al Señor de
porque tu obra tendrá su recompensa, dice Jehová y todos. Cada día se levanta de la tumba y viene aquí, a
vuelve del país del enemigo. las puertas de la misericordia, para rezar por su hijo
La voz calló; la sombra de Raquel se desvaneció y Esaú, como reza Raquel por su hijo, el pueblo de Israel
desde otra esquina del horizonte, se acercó otra sombra —murmuró el viejo profeta al oído del joven.
femenina. También vestía de negro y tenía la cabeza —No oigo voz alguna que responda a su plegaria,
baja. Se aproximó lentamente, como flotando, solitaria. como respondieron a la de Raquel.
Como Raquel, cayó postrada en tierra, alzó la mano —Cuando la promesa hecha a Raquel sea cumplida,
hacia el círculo de luz que proyectaba su luminosidad se responderá a la plegaria de Rebeca. Porque ambas
desde arriba y clamó con voz amarga de llanto: plegarias son una sola, la súplica de una madre en
—[Ay, Padre de todas las cosas creadas! Hubo dos Israel al Santo de Israel. Dios formuló una condición:
hijos que lucharon dentro de mí y dos naciones fueron que la una no se rescate sin la otra. Ninguno de ambos
separadas de mis carnes. Se amamantaron de un mismo puede obtener el rescate completo por sí mismo. Llegará
seno y a pesar de eso, sembraste eterna enemistad entre al fin de los días cuando la palabra de Dios, que vino
ellos. También yo cargué con mi parte de su guerra. a mí, será cumplida: "Ellos no herirán ni destruirán
Amaba a Jacob y por él engañé a su hermano el pri- en toda mi santa montaña y la tierra se llenará del co-
mogénito. Esaú es también mi hijo y si lo echaste de nocimiento del Señor, como cubren el mar las aguas."
T u presencia, me echaste con él. Mi sangre fluye por —Dios abrió también mis oídos: "Puse mi espíritu
350 Sholem Asch El "profeta-"^ 351
sobre él. Él juzgará a los gentiles... No se acobardará —Ilumina mis ojos para conocer la razón de los cas-
ni desalentará hasta que haya establecido el juicio sobre tigos con que ha de comprarse el rescate. ¿Y por qué
la tierra; y las islas esperarán Su l e y . . . Yo, el Señor, te ha de cargar sólo Israel con las iniquidades de las na-
he invocado en tu justicia y te tendré de la mano y te ciones y expiarlas con su sangre? ¿Por qué ha de ser
conservaré y te daré como pacto a los pueblos... como Israel la víctima propiciatoria enviada a Azazel por los
luz a los gentiles... para abrir los ojos ciegos, para pecados de los gentiles? ¿Y por qué me mandó Dios esta
hacer salir a los cautivos de la prisión." visión bajo la forma del hombre de los dolores, quien
—Tu profecía y la mía son una y la misma. espera junto a las puertas de Jerusalén la redención
—Pero, d i m e . . . , ¿hasta el fin de los tiempos, hasta que tarda en llegar? ¿Qué significan las voces que oí
el último d í a . . . qué sucederá? en este sitio donde estamos hablando? Vi con mis pro-
—De vez en cuando habrá pequeñas salvaciones. Ilu- pios ojos la visión y oí las voces con mis propios oídos,
minarán la faz de la tierra durante un momento como pero la interpretación de esto le está vedada a mi com-
un relámpago y se desvanecerán. Luego las fuerzas del prensión. Sólo con tus fuerzas, oh, profeta y padre
espíritu se reunirán y tratarán de obtener una nueva mío, puede mi corazón hallar alivio y liberarse mi es-
victoria. Habrá pequeñas salvaciones, pero cada una de píritu de su angustia.
ellas será un peldaño en la escalera del gran rescate. —Hasta para nosotros los profetas no todas las virtu-
Cada victoria exigirá su precio y todas serán compradas des escogidas están dadas ni todas las puertas abiertas.
con dolor y castigo. El peculiar don de comprender las razones de los actos
—Él ha colocado postes indicadores en el largo cami- de Dios sólo les es dado por Él a aquellos sobre quienes
no a la redención y junto a cada uno ha levantado un descansa Su espíritu, al que trae justicia para toda la
altar de ligaduras. Son las ligaduras para el sacrificio eternidad. A nosotros sólo se nos da el ojo para ver y
que mis ojos vieron cuando precedían a los hijos de el oído para escuchar y le llevamos lo que recibimos
Israel en la marcha a Sión. ¿Para qué están? ¡Dime, oh, a aquellos a quienes Dios nos ha enviado. Somos los
padre mío, te lo ruegol ¡Porque tú eres los ojos de siervos del Omnipotente Creador. Se nos encarga que
Israel! Tus ojos penetraron los secretos ocultos hasta ejecutemos nuestra misión con los ojos cerrados. Con
llegar al fin de los días que nos esperan cuando nos todo, parte del asunto se me ha revelado, y lo que yo
apartamos del camino de nuestros primeros castigos. sé también tú lo sabrás. Porque tú eres mi espíritu y el
La gran victoria, el rescate total. Dime, te lo ruego, que trasmite mi palabra. Por eso contestaré a todas tus
ilumina mis ojos para que yo pueda saber qué signifi- preguntas en orden, hasta donde me es permitido com-
can los signos y las visiones que atormentan mi espíritu prender y contestar.
y empañan mis ojos. Sólo con tu poder puedo descubrir —Hijo mío y joven profeta, has de saber que el casti-
el sentido. Dios ha cerrado todos los demás caminos go del flagelo es dulce; y grata la estocada de la espada
ante mi. en la misión de Jehová y en bien de Su gloria. Así como
Así le suplicaba el joven profeta al anciano, con las el oro es fundido por el fuego, así se reduce y hace
manos levantadas hacia él. obediente el corazón en el horno de la purificación.
—¿Qué quieres saber, hijo mío? ¿Qué atormenta tu Todo sufrimiento y dolor soportados en bien de Dios
espíritu? sólo son un paso hacia Él. Él te envolverá en el manto de
352 Sholem Asch El profeta 353
Su gracia y te curará con el bálsamo de Su amor. Sólo la pared, donde había un portal cenado que se elevaba
los elegidos sienten los quemantes dolores del castigo, hasta el cielo. A ambos les pareció que habían llegado
la luz que irradia Él. Esa misma luz curará tu dolor, al fin del mundo.
así como el tierno amor de una madre alivia la herida —Hijo mío, tus pies están ante la puerta que les cie-
del hijo que se refugia en su seno. Has probado ya la rra el futuro a los ojos del hombre. Gracias a la viden-
miel del amor de Dios que acompañaba la amargura del cia profética que te ha sido otorgada verás a través de
castigo. Te mesaron la barba y te chamuscaron las la puerta. Haz un agujero en ella, mira al través y
mejillas, tu rostro fué cubierto por los escupitajos de verás lo que verás.
hombres inmundos. ¿Qué gusto sentiste, entonces?
Los ojos del profeta franquearon la puerta y su sem-
—Cada gota del escupitajo que me tocó me purificó blante se ensombreció.
como si me hubiese bañado en las aguas del paraíso y —¿Qué ves, hijo mío?
cada cardenal del castigo vistió mi carne con una pren-
da de honor y coronó mi cabello con la diadema de la —Veo un abismo. Está lleno de humo y remolinos de
elección de Dios —respondió el joven profeta. niebla. Un lado de las profundidades está oscurecido
por la sombra de la muerte y otro iluminado por el
—Así serán todos los que son heridos para mayor resplandor que se vierte desde la cerrada esquina del
gloria del Creador de todas las cosas. Se ponen la ves- cielo. La luz irrumpe al través para hender la oscuridad
timenta de la gloria y son coronados con la diadema de y dominarla. Pero desde el flanco de la noche las nie-
la elección. También yo probé en mi carne el dulci- blas suben arremolinándose en columnas como las ma-
amargo dolor de la tortura que quemó mi cuerpo. Du- nos y los dedos de los ángeles de la destrucción y hacen
rante tres años, como siervo de Dios, caminé descalzo retroceder la luz hasta el rincón ciego del cielo. Ahora,
y desnudo sobre las piedras de Jerusalén. En verano veo a los hijos de los hombres... quienes están embuti-
me consumía el calor y en invierno el frío. Cuando me dos, tragados por la garganta de la mortal tiniebla y
llegó la hora de irme al otro mundo, Manases, en su los remolinos de humo y se esfuerzan en liberarse, en
ira, me tajeó la carne al talar el roble en el bosque zafarse de las ligaduras de la noche que los a t a n . . .
donde yo estaba oculto. Lo irritaba el que yo lo hu- Ahora, los contornos de los hombres surgen de las vo-
biese censurado por la imagen que él trajera al templo. lutas del h u m o . . . veo sus piernas, distingo sus cabezas
Dios me tejió una vestimenta con las nieblas de las que se asoman afuera del abismo de las tinieblas... el
nubes; con los castigos que sufrí, quedé purificado y humo les presta diversas formas... las cabezas parecen
curado. Dios mandará cada vez más emisarios por nos- de fieras, de monstruos que el mundo nunca ha visto...
otros a los hijos del hombre y cada uno de ellos correrá los monstruos se están engullendo las figuras humanas
nuestra misma suerte. Así librará el hombre una gran y vuelven a arrastrarlas al abismo de las tinieblas...
guerra en bien de Dios; por el triunfo del bien sobre parece, parece que se libra la gran batalla entre la luz
el mal; por la victoria del orden sobre el caos. Ven y las tinieblas..., se diría que es la guerra entre el bien
conmigo y mira con tus propios ojos la gran lucha que y el mal.
librará la humanidad por su Hacedor hasta el fin de los
días. Cuando el joven Isaías se repuso de su honda emo-
ción, repitió:
El profeta asió la mano del joven y lo condujo hacia
—Eso es lo que he visto en las puertas del futuro.
354 Sholem Asch El profeta 355
—Has visto bien, hijo mío —dijo el viejo profeta—. que el Creador de todas las cosas ha descargado sobre
Debes saber que has mirado en el buche de Rahab, el mundo? ¿Por qué ha de pagar sólo Jacob toda la
quien tiene cautivo al futuro. Dios hendió a Rahab y pena por las maldades de su hermano Esaú?
separó las aguas de arriba de las de abajo y entre am- —Has hecho una pregunta importante. Has de saber
bas hizo morar a sus criaturas. El futuro está aún entre que Israel, entre las naciones, es como el hombre justo
las mandíbulas de Rahab y vive en nosotros. Las nubes entre los pueblos. Jacob aceptó por su propia voluntad
de humo se arremolinan alrededor de nuestros corazo- el derecho de primogenitura que le cedió Esaú por un
nes y empañan nuestros ojos. Pero el mundo sólo duró plato de lentejas. Desde que asumió la primogenitura,
un día y la vida del hombre apenas es un abrir y ce- Jacob obtuvo también los privilegios que les fueron
rrar de ojos. El hombre está sumido aún en el abismo dados a los patriarcas. Esaú quedó al margen y por
de las mandíbulas de Rahab. Se halla hundido en la haber perdido sus privilegios no tuvo siquiera partici-
confusión y en un caos de humo y alboroto. Apela a pación en el pacto que hizo Dios con Abrahán. Como
todas sus fuerzas para ser libre. Quiere librarse de las todas las responsabilidades y la carga de los preceptos
columnas de la confusión. El Señor ha establecido apos- y juicios pesaban sobre Jacob, su rescate sólo podía so-
taderos para ello y ha dejado postes indicadores en el brevenir cuando Esaú participara en el pacto hecho con
largo camino del hombre hacia la perfección. Jacob y no antes. Jacob sería castigado por las iniqui-
"Dios amaba al hombre con abundante amor, como dades de Esaú hasta que llegara la redención. Podían
se mostró sobre todo cuando lo elevó por sobre todas despreciarlo, humillarlo y confundirlo con todos los
sus criaturas, dándole el poder de elegir entre el bien pueblos del mundo; pero si esos pueblos creían que
y el mal, a fin de que fuese Su colaborador para im- Jacob estaría siempre en las tinieblas y no vería jamás
poner el orden en el caos. El Creador de todas las la l u z . . .
cosas le concedió al hombre el mérito de liberar el cielo El profeta alzó repentinamente la voz y proclamó:
y la tierra con su poder de las mandíbulas de Rahab, —... La gente que caminaba en las tinieblas ha visto
así como Él Mismo liberó este mundo y formó Su crea- una gran luz: sobre los que caminan a la sombra de
ción sobre él. Tal es la razón de los procesos que sopor- la muerte, una luz ha brillado.
tan los justos. El justo lucha contra Rahab, no por su —¿Cómo podrá soportar Israel sus sufrimientos? ¡Sólo
propio bien sino por el del prójimo, su hermano. Paga son seres de carne y hueso!
con sangre y sudor y temblores por cada pulgada de —Todos y cada uno, en Israel, sólo son de carne y
orden que libera de las mandíbulas y garras de Rahab, hueso, pero el conjunto de Israel es un espíritu del
el símbolo del caos y lo informe. Cada codo de orden espíritu de Dios. Jacob morirá de un centenar de extra-
ganado es un codo que se adelanta en el camino a la ñas muertes, pero resucitará de cada una de ellas y
perfección, un peldaño más en la escalera que lleva al volverá a vivir. El pueblo de Israel no puede dejar de
gran rescate. existir y desaparecer del mundo. Cuando las naciones
—Oh, padre y maestro, me has abierto los ojos de creen haber talado el árbol por completo, de las últi-
tal modo que comprendo los sacrificios de los justos. mas ramitas surge un noble árbol que echa hondas
Ahora, prefiero preguntar: ¿por qué se ha condenado raíces en el divino suelo. Sus ramas se extienden y mul-
a Israel a soportar nueve medidas de dolor y de castigo tiplican y muchas naciones se reúnen a su sombra y
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356 Sholem Asch '<r- -""" El profeta 357
gozan de sus frutos. Jehová ha alzado Su brazo derecho en este mundo por la justicia y la redención, se encuen-
y jurado que no borrarán a Israel de la faz del mundo. tran en este hombre de los dolores y todo su sufrimien-
"Castigaré a Israel en juicio, pero no lo exterminaré." to y pena se concentran en él. Porque has de saber
Porque el pueblo de Israel es la raíz de la redención bien esto: no sólo Israel pagará el rescate con la aflic-
que Dios ha hecho brotar para que el mundo entero ción. Hay muchos otros pueblos que esperan ansiosa-
tenga esperanzas. mente el rescate y deben pagar su precio. Toda la
-¡Sé alabado y exaltado, oh, maestro mío, por tus tristeza y dolor de los que así esperan circulan por las
palabras de consuelo! Me han dado ánimos y han miti- venas y el corazón de ese hombre y sufrirán en su carne.
gado mis dolores. ¿Puedo rogarte que me digas, ade- Ven, ve y oye el llanto con que el mundo compra el
más, qué significa el hombre de los dolores, a quien rescate.
encontré al salir a las soledades, ante las puertas de El viejo profeta tomó de la mano al joven y lo con-
Sión? Su figura no era la de un hombre; parecía una dujo a un apacible río. Las aguas fluían silenciosamen-
rama arrojada sobre el estercolero y despreciada por te entre avenidas de sauces llorones y las engullía a
todos los seres. lo lejos un llameante bosque que se destacaba sobre
—¡Ay, hijo m í o l . . . Dios te ha abierto los ojos y te un horizonte bañado en llamas doradas. El fulgor car-
ha mostrado la ramita que brotará de la raíz. Has visto mesí de las llamas era reflejado por las aguas del río
que parecían un espejo.
la ramita del tronco de Isaí.
—¿El hombre de los dolores, quien ha dejado casi —Escucha con atención el silencioso sollozar de las
de ser un hombre, de quien todos los seres apartan aguas y dime qué perciben tus oídos.
los ojos? —Oigo un gemir que rompe las cámaras de mi cora-
—Es el corazón sufriente de Israel y la esperanza del zón. Es como el gemido de los ancianos, quienes suspi-
mundo entero. Es quien los precede cuando vuelven ran sentados en las orillas del río. Oigo un amargo
a Sión. lamento, semejante al de las madres asustadas, y un
—¿El hombre de los dolores? leve gimoteo, como el de los niños afligidos.
—Es el hombre de la redención. El precio del rescate. —Has oído bien, hijo mío. Tus pies están parados
La esponja que absorbe todos los sufrimientos de Israel en las orillas del río donde se vierten las lágrimas de
y del mundo. todos los que lloran a Sión, de todos los que están afli-
—¿Quién es? gidos y lloran por el rescate. Esas lágrimas son de Israel
—Es el hombre que tú y yo le hemos traído como y también de las demás naciones del mundo. Todas las
consuelo y recompensa a Israel y como salvación al lágrimas de los cansados y agobiados por el dolor se
mundo. juntan en esa corriente como perlas. Todos los gemidos
—¿Cuál es el motivo de su aflicción? fluyen hacia ella. El río cruza el llameante bosque y
—Él es el corazón del justo, porque es el corazón de viborea en torno de los pies del Trono de la Gloria,
la justicia. Es el alma de todos los que esperan pacien- donde las lágrimas que derrama Jehová sobre los sufri-
temente el rescate, porque es el alma del rescate. Así mientos de Sus santos se agregan a su volumen. Sus
como todas las venas del cuerpo humano llegan al co- lágrimas se mezclan con las suyas y los suspiros de los
razón y obtienen de él vitalidad, así todos los que sufren afligidos. Debes saber, hijo mío, que no sólo los hom-
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bres sufren y pagan el precio del rescate: porque Dios que se retuercen sobre las estacas, cuyas venas hace
sufre con ellos. Acompaña a todos los justos en sus estallar su sufrimiento y cuyos gemidos ahogan las
tribulaciones. Prueba la amarga gota del dolor y com- carcajadas. Veo cuerpos amarrados a estacas de ma-
parte los sufrimientos con que se compra la salvación dera entre llamaradas que se elevan, mientras la voz
del hombre. de una multitud febril se regocija sobre el telón de
"A mí, Dios me ha revelado también el sufrimiento fondo del crucificado, vociferando de placer cuando las
de Israel. Estas son las palabras que me dijo: 'Cuando llamas envuelven las barbas y los mantos de las vícti-
cruces las aguas, estaré contigo; y a través de las aguas, mas del fuego. Oigo las plegarias de los quemados vivos,
no te ahogarán; y cuando cruces el fuego, no te quema- asfixiados y reducidos al silencio por las piadosas sal-
rás; ni saltará la llama sobre ti. T u profecía y Mi modias y los hipócritas salmos de sus mentirosos fisca-
profecía son una y la misma'. les. Veo gigantescos hornos y a miles y miles de hombres
"Ahora, sondea con tus ojos las profundidades del río que franquean sus puertas y son reducidos a cenizas.
y dime qué ves." Miríadas de personas sucumben y sufren mil muertes,
El joven profeta escudriñó las aguas. Inmediatamen- mientras ríen y vociferan los totalmente indiferentes.
te apartó los ojos y ocultó el rostro en su manto. Esto es un río de lágrimas. Es un río ardiente de sangre
—Padre mío, padre mío, mis ojos no pueden soportar en que se vierten un millón de heridas. La sangre se
eso —gimió, sin mirarlo, arremolina y llena el río y las aguas se salen de madre
—Mira, míralo hasta el propio lecho del río. Esfuerza a causa de su abundancia.
tu mirada para penetrar hasta el fondo mismo del to- —Ese es el río de sangre y lágrimas que se derraman
rrente de lágrimas, a fin de que conozcas a fondo el por el rescate. Cada gota de sangre y hasta la más pe-
grave sentido de las palabras que Dios puso en tu queña de las lágrimas es recogida por Dios. A pesar
boca. Haz eso si quieres ser profeta en Israel. de ser inmensa la maldad, también puede serlo la re-
Nuevamente los ojos del joven Isaías escudriñaron dención. Con ser grande el pecado, también lo es el
hasta el fondo las aguas del río. Un frío sudor goteaba sacrificio. Todas las venas de los justos atraviesan
de su semblante y todo su cuerpo temblaba y se estre- el corazón de Israel, el sufriente siervo de Dios a quien
mecía con las cosas tremendas que veía. Esta vez no viste. Cada pena y cada dolor se sienten en su cuerpo.
apartó los ojos con terror de las profundidades del río. Cada culpa provoca en él un absceso. Cada maldad
—¿Qué ves ahí, hijo mío? causa en su piel una magulladura. Porque él es el co-
—Veo un río de sangre, rojo e hirviente. Veo sangre razón de la redención, en que se concentran todos los
que brota de decenas de miles de cadáveres y se vierte sufrimientos y torturas. Muere cada día a manos de
en él río. Sangre que brota a borbotones de los cuellos los malvados y cada día resucita y vive, porque es puesto
de los infantes y de los ancianos atormentados. Sangre como Isaac sobre el altar, pronto para la muerte. Pero
de las madres y de sus lactantes; sangre que se derrama Dios no desea matarlo. Fué este mismo Israel a quien
en la sangre y se mezcla con ella. Veo innúmeras mul- Jehová mostró a Moisés en la zarza ardiente y que no
titudes sin cuerpo. Se retuercen y palpitan con las fué consumido por las llamas. Él es la eternidad de
crueldades y tormentos del dolor cuando se les casti- Israel. Dios lo creó y veló por él y lo cuidó hasta la
ga con mil muertes crueles. Veo cuerpos empalados redención eterna.
360 Sholem Asch El profeta 361
—¡Ay, profeta! ¿Cuándo, oh, cuándo tendrán término llevados por sobre las cumbres de las montañas. Al-
tus tribulaciones? ¿Cuándo dejará de quemar la zarza canzaron una pelada cumbre. Ahora él estaba de pie
el fuego? en lo más alto del mundo: desde aquella altura, veía
—Cuando el mal y la perversidad desaparezcan de las verdes praderas que se extendían en el llano y las
la tierra y sólo reine Jehová en el mundo entero y todos miríadas de personas que estaban sobre las laderas de
los hombres sean hermanos. Entonces los sufrimientos la montaña. Cubrían el frente de los valles y trepaban
de Israel cesarán y serán aliviados, como lo serán los a las cumbres. Él las estaba contemplando aún, cuando
de todos los justos. Como me dijo Jehová: "¡Él destruirá repentinamente, sus ojos vieron los cielos sobre la mon-
la muerte para siempre y Jehová ahuyentará las lágri- taña y al Santo Templo levantado sobre columnas de
mas de todos los rostros y hará desaparecer el reproche fuego. El Templo estaba abierto. No tenía cúpula. Los
a Su pueblo de toda la tierra, porque Jehová lo ha cielos que ardían con una blanca luz tornasolada, eran
dicho!" su techo. La tierra toda estaba suspendida abajo, en el
—Padre mío, te lo ruego. Me has mostrado el camino espacio vacío.
sangriento del rescate, muéstrame un brillante fulgor, El profeta vio todas las montañas y planicies cubier-
un relámpago de la luz que allí brilla. tas de gente. Cantando, venían del horizonte, desde to-
—Sigue el curso del río. Vuelve tus ojos hacia su das partes, al resplandeciente santuario, salmodiando:
cauce y vete adonde lleva.
El profeta echó a andar a lo largo del río y vio el "Venid, subamos a la montaña de Jehová,
horizonte en llamas en el sitio donde el río hendía a la Casa del Dios de Jacob,
el ígneo bosque y se perdió en él. Su mirada penetró y él nos enseñará sus caminos
más allá del bosque, hasta donde el curso principal y recorreremos sus senderos.
del río se bifurcaba entre verdes praderas. Vio que las Porque de Sión saldrá la ley
aguas se tornaban gradualmente claras y frescas, hasta y la palabra del Jehová de Jerusalén."
cobrar una pura trasparencia. Los animales de las lla-
nuras se acercaban a las orillas del río y bebían en las Las visiones cesaron en un relámpago. Las cortinas que
aguas y se reflejaban en su paz, el uno junto al otro. se habían entreabierto ante él volvieron a cerrarse. De
Entonces, de improviso, reconoció el río. Era el mismo nuevo el anciano Isaías y su joven discípulo estaban
que partía en dos las soledades, el que Dios le mostrara parados junto a la puerta que separaba al mundo del
muchas veces en sus visiones de regreso a Sión. A lo futuro.
largo de las riberas vio trabajar a muchos hombres. —Padre mío, es tu visión lo que he visto —gritó el
Estaban los exilados que volvían de Babilonia, pero joven profeta.
también veíase entre ellos a los provenientes de otros —También es la tuya; porque las tuyas y la mía son
exilios. Eran harto numerosos para contarlos. Multitud una y la misma. Es la visión de todos los que guardan
tras multitud, grey tras grey, acudían flanqueando am- luto por Sión y esperan en su dolor el rescate y con-
bas márgenes del río. Las aguas se elevaban y fluían fían pacientemente en ser salvados. En cada genera-
hacia las nubes celestiales. En un instante, el río y los ción se verá esa visión. Cada generación se la legará
que caminaban a lo largo de él se vieron exaltados y a otra hasta que, finalmente, se cumpla la promesa
Sholem Asch
que le hizo Jehová a Su pueblo, Israel, y la esperanza
aparezca en el mundo. Entonces todos los hombres
forjarán de sus espadas arados y harán de sus lanzas
podaderas; ninguna nación levantará la espada contra
otra ni volverán a aprender las artes de la guerra. No
destruirán ni herirán en toda Mi santa montaña, por- CAPITULO IX
que el conocimiento de Dios llenará la tierra como
cubren el mar las aguas.
A pesar de todo, como si una poderosa mano los
hubiese aferrado de las guedejas y arrancado a sus
tranquilos hogares, los judíos vinieron en avalancha
a Babilonia de todos los lugares adonde fueran dis-
persados. Llegaban con sus esposas e hijos, sus criados,
sus rebaños y majadas, al palacio de la Casa de David
en la metrópoli. Se disponían a partir de allí a Jeru-
salén, con el Príncipe de Judá, Sheshbazzar, a la cabe-
za. No los inquietaba el que Ciro hubiese proclamado
que era Bel Merodach y no Jehová el dios que lo había
llamado a Babilonia para proclamar la libertad de to-
dos los pueblos. Los que acudían ahora a Babilonia
de paso para Sión ignoraban el decreto de Ciro sobre
la divinidad de Bel Merodach. Creían implícitamente
en las palabras del profeta de que era Jehová quien
había traído a Ciro a Babilonia para libertar a su
pueblo, Jehová y no otro. Tal era la verdad y lo que
importaba.
Las palabras del profeta, que penetraban en sus
corazones como una simiente de consuelo, habían re-
toñado y el capullo se había trocado en una flor de fe
y confianza en el Dios de Israel. Firme en su pacto con
su Dios, quien les abría un camino hacia un amplio
y próspero futuro, los exilados iban a Babilonia can-
tando y jubilosamente. Los babilonios se asombraban
de las numerosas caravanas que entraban a diario a
la ciudad, por todos los caminos posibles. Los exilados
que volvían a su patria acudían en naves, barcas y
barcazas que recorrían los canales. Los ciudadanos los
veían pasar con los enseres que les quedaran, sus vaji-
304 Sholem Asch El profeta 365
lias, sus cestos y cántaros cargados sobre los lomos de ante la perspectiva que los esperaba. Veían temblar
los asnos, mulos, camellos y aún sobre sus propios hom- de júbilo a los judíos cuando ellos investigaban cui-
bros. Algunas familias usaban a sus criados de ambos dadosamente sus orígenes y genealogías. Porque no a
sexos como acémilas. Cada una de esas caravanas esta- todos los que venían a Babilonia y trataban de unirse
ba formada más que nada por judíos tomados de una a los que regresaban les permitían hacerlo. Los some-
ciudad de Judea, que se radicaran juntos en Babilonia. tían a un rígido examen. A los ancianos, sacerdotes
Ahora franqueaban las puertas de la ciudad en su ves- y jefes de familia les incumbía investigar en cada fa-
timenta ceremonial, con canto de coros y música de milia y cada comunidad para establecer de qué tribu
caramillos. Esta invasión en masa de judíos que encla- provenían y si pertenecían realmente al pueblo de
vaban sus tiendas en los patios del palacio de la Casa Jacob. Sólo a los que salían airosos de la prueba se les
de David, en la Avenida de las Procesiones, que des- permitía unirse al convoy.
bordaban de a millares en las callejuelas, plazas y so- ¿Qué fuerza impulsora los acorazaba para toda clase
lares vacíos en las cercanías del palacio, suscitaba gran de sacrificios, les hacía olvidar todos los obstáculos que
curiosidad entre los babilonios. los acecharían a lo largo del camino? ¿Qué poder les
Éstos habían oído decir que los exilados que volvían hacía considerar barato el precio que se verían obliga-
a Sión dejaban en Babilonia valiosas propiedades, ri- dos a pagar para figurar entre quienes tenían el pri-
cos campos y huertos florecientes. Muchos de ellos ha- vilegio de volver a Sión? Esto sólo podía deberse a que
bían prosperado en aquel país; esto se advertía en los el profeta les había insuflado sus palabras, un nuevo
muchos esclavos que los acompañaban, en sus pesadas espíritu que los predisponía a convertirse en los sier-
cargas de mercancías, en sus balas de tejidos multico- vos de Jehová, a estar prontos a soportar el yugo de
lores, en sus fardos de paño, sus bultos de lana, sus Sus mandamientos, sea que fueran aceptables en sí
cestos atestados de enseres domésticos y sus numerosos mismos o una penosa necesidad.
asnos que cargaban toneles de buen aceite. Dejaban El deseo de figurar entre los participantes en el di-
atrás aldehuelas y pueblecitos y ricas poblaciones de vino propósito surgía de la pasión del rescate, que
fértiles tierras y, confiando solamente en la misericor- trocaría a su paso las soledades en un verdadero paraí-
dia y favor de su Dios, se internaban en un camino so y los páramos en la montaña de Jehová.
desértico.
Este tema era comentado acaloradamente en las bo- Pero el profeta, quien atesorara secretamente la vi-
degas, en los mercados y en todos los sitios donde se sión del rescate y se la comunicara al pueblo en tan
reunía la gente. Sabían que, en Judea, los esperaba bellas frases, se mantenía al margen de toda esta ac-
una salvaje lucha con los que habían invadido sus tividad. Cuando despertaba de su sueño, sentía que
fronteras, apoderándose de sus tierras, esas parcelas él mismo era aquel hombre de los dolores a quien
escabrosas que daban rocas y cantos rodados, pero no contemplara en su visión y que luego hallara remedio.
agua. Con todo, preferían sus propias cizañas y abro- Como lo hiciera para su padre Isaías, Dios le había
jos a las tierras fértiles y bien irrigadas de Babilonia. tejido una vestimenta resplandeciente con las flotan-
Los babilonios los veían asombrosamente alegres a tes nubes, envolviendo en ella su sufriente cuerpo. Pe-
pesar de todas estas desventajas, notaban su exaltación ro dentro de la vestimenta su cuerpo estaba desgarrado
366 Sholem Asch El profeta 367
en dos, aserrado por la mitad. El destino de Israel y sus labios, lo poseyó la inspiración de la profecía. Y
su misión, el camino deseable que se le abriera, no le exclamó, en un arranque de alegría:
habían dado tregua aún. No podía reconciliarse toda- 1/jrO
vía con la idea de que Israel regresaba a su tierra natal "|Veo! [Por fin, te veo! j / - ^
para ser ofrendado como un sacrificio. Jehová te precede
En ese momento, Zerubabel, cuyo corazón estaba y el Dios de Israel es tu recompensa."
siempre con el profeta, vino a él y le dijo:
—Ven conmigo y deleita tus ojos con las glorias que El espíritu se agitaba en el profeta. Sus ojos volvie-
ha prodigado Dios sobre T u pueblo. Tus palabras se ron a abrirse. Podía ver nuevamente.
están cumpliendo. Es como si ángeles de luz hubiesen De nuevo sus pies estaban ante las puertas de Jeru-
bajado de los cielos y los llevaran sobre sus alas y los salén, que se abrían sobre las soledades, sobre la des-
reunieran para restituirlos al país de sus antepasados. nuda colina donde brotara la ramita de que retoñara
El profeta se levantó de su jergón y, temblando de el hombre de los dolores. Pero esta vez la colina no
debilidad, se aferró de los brazos de Zerubabel y Ne- estaba cubierta de hisopo, de espinos y de parcelas
raías. Juntos fueron lentamente al patio adyacente al peladas, como un cráneo rapado. Una abundante llu-
palacio de la Casa de David, donde había acampado via mojaba la faz de la tierra con frescura de rocío
la gente. El profeta buscó con los ojos el signo que y lavaba la superficie de las rocas, las escabrosas coli-
viera tan a menudo precediéndolos, el altar de las li- nas y todas las cercanías. Alfombras de tierna hierba
gaduras de Isaac. Ya no lo veía y tampoco veía los cubrían las montañas y todos los rocosos páramos de
demás signos premonitorios de los dolores que los es- los alrededores. Las colinas de Moab, que parecían
peraban en el camino. En la esquina oeste, adonde lle- estar en la esquina del mundo, ardían aún con el ful-
vaba el itinerario de Judá, sólo distinguió las llamara- gor del oro y la plata como si fueran las puertas del
das del sol que se ponía. Un brillante resplandor cielo, pero el suelo en la base de las rocosas colinas
ámbar cubría el cielo y en el ígneo mar flotaba el estaba vestido de un verdor que parecía una indumen-
Templo. Su cúpula ardía con una centelleante alea- taria de gracia y amor. Al mundo le habían anunciado
ción de oro y plata. Tal era el espectáculo que el la libertad y la liberación había surgido de la maldi-
anciano Isaías le reveló. El arco iris de siete colores, ción que lo agobiaba como la carga de una pesada ini-
símbolo de las aguas del diluvio en tiempos de Noé, quidad. En el aire vibraba el consuelo, como si Dios
se extendía sobre el santuario, como prenda de perdón. hubiese borrado las lágrimas de todos los rostros. El
Gozosas voces cantaban en el centro del mar ambarino, mundo parecía una criatura inquieta que hubiese ha-
que inundaba el occidente con su resplandor: era el llado la paz y el placer en el contacto de la mano
canto que brotaba de las gargantas de los judíos y materna, como un recién nacido cubierto aún por el
crecía como un bramido de poderosas aguas. Isaías rocío del cielo. A su alrededor, todo respiraba quie-
logró distinguir todas sus palabras con perfecta cla- tud, paz y una profunda tranquilidad.
ridad. La montaña, de un verde puro, estaba pronta a
Como si descendiera una gran mano, retirando la acoger a los corderos y a las fieras que se tenderían
carga y la opresión que pesaban sobre su espíritu y allí para apacentarse juntos. Había cambiado de ca-
368 Sholem Asch El profeta 369
No seas parca,
rácter, trocándose en una montaña santa donde nada
alarga tus cuerdas
hacía el mal ni destruía, porque el conocimiento de
y fortalece tus estacas."
Dios, había llenado la tierra, como las aguas cubren
el mar. Precisamente, el profeta lo había previsto así
en su visión. Estaba parado sobre la montaña y espe- Como el hombre repuesto de una enfermedad mor-
raba la ramita que debía retoñar del tronco de Isaí, tal, como el hombre torturado y perseguido hasta el
la rama que surgiría de sus raíces. La montaña bajó de linde de la muerte que halla consuelo y rescate, como
los cielos y se acurrucó ante las puertas de Jerusalén. quien conoce el bálsamo reparador de la tierna mano
que se abría sobre las soledades, pronta a darles la de una madre y se siente purificado, bueno, especial-
bienvenida a los que venían a Sión. Ahora, los veía mente elegido, así sintió el profeta la gracia de la
llegar. Acudían de todos los rincones del mundo, co- confortación, que no sólo lo curaba y purificaba a él,
mo ríos vivientes. Subían de las profundidades, pobla- sino también a todas las cosas creadas. Vio que todo
ción tras población, como las olas del mar. Los que el mundo era un hogar puro e inmaculado para el
venían no eran solamente los exilados de Babilonia que hombre renacido. Todo odio había desaparecido, toda
regresaban. Con ellos llegaban todas las generaciones iniquidad quedaba borrada, toda arrogancia se fundía
por nacer y todas las que se les agregarían en el futu- en el corazón del hombre. Israel había vuelto a nacer.
ro. Todas las de los últimos días, toda la gente del Era nuevamente pura, como una virgen inocente, apta
mundo, los acompañaban. Un gran canto brotaba de para ser santificada por Dios, como desposa a una mu-
sus bocas y, al subir al esplendor del cielo, hacía reso- chacha su prometido.
nar la buena nueva por toda la tierra. Dios había Israel caminaba entre las naciones del mundo. Era
borrado las lágrimas de todos los rostros, había conso- una novia que ostentaba las cizañas de su viudez, pero
lado a Su pueblo. debajo de esos oscuros atavíos podía verse brillar la
indumentaria de su eterna virginidad, nunca manci-
Los cielos eran un solo arco iris llameante, que llada. Israel había pasado por todas las llamas: se ha-
flameaba como una bandera sobre las cabezas de los bía ahogado en todos los mares. Dios le mostraba al
que venían. profeta los senderos del castigo que Israel se vería
El corazón del profeta se había colmado de un canto obligada a hollar. Las fieras la acechaban por todas
de redención, como se llena de zumo una granada. partes. Se arrastraban y sallan de cuevas y cubiles, mi-
Entonó con regocijo una profecía de consuelo: rándola furiosamente con sus siniestros ojos verdes y
le clavaban las zarpas en la viviente carne. Todo su
"Alégrate, oh, estéril, que no parías; cuerpo estaba herido, marcado y desgarrado, dolorido
canta y grita, tú que nunca tuviste los afanes del y sufriente. Pero de todas esas duras pruebas, de todas
[parto; las cámaras de tortura, de todos los hornos, Israel emer-
porque son más los hijos de la dejada gía nueva, pura y sin mácula, como una prometida
que los hijos de la casada, que, a pesar de haber caído en manos de opresores
dijo Jehová.
que la ultrajan cruelmente, ha conservado su virginal
Agranda el sitio de tu cabana castidad.
y estira la cortina de tus habitaciones.
370 Sholem Asch El profeta 371
El profeta volvió a ver una vez más el eterno símbo- rapiña y que ellos te hieran con sus instrumentos
lo de Israel, la zarza ardiente de Moisés en las soleda- de destrucción y claven sus zarpas en tu carne y te
des y lo encontró ahora ante las puertas de Jerusalén. muerdan con sus mandíbulas. Consuélate, porque esa
La zarza estaba en llamas y no se consumía, porque el es Mi palabra en ti, dijo Jehová. No hay más poder
mal no podía tener poder sobre ella. que el Mío ni más dominio que el Mío."
Al Be Knishta, ante los jefes de la Casa de David,
los sacerdotes y los ancianos de Judá e Israel, el pro- "Mira, he creado al herrero que sopla las ascuas
feta trajo su canto de victoria. Dijo su salmo del res- . [del fuego
cate, la visión de la eterna renovación de Israel, la £ y t r a e u n m s t r u m e n t o P a r a su trabajo
revelación de su eternidad.
\y Y n e creado al devastador para destruir.
Sus fuerzas estaban totalmente agotadas cuando Ne- ^ H Ningún arma que se forme contra ti prosperará,
raías lo trajo al Be Knishta. Parecía una planta que
ya ha dado todas sus flores. Lo habían consumido sus V-K" v y a toda lengua que se alce contra ti en juicio la
[condenarás,
visiones y el fuego que ardía en él. Así se llegó hasta esa es la heredad de los siervos de Jehová
ellos, tambaleándose. y su justicia es la Mía,
Su pálido rostro juvenil estaba erguido y cuando dijo Jehová."
compareció ante ellos, parecía una víctima ofrendada
en sacrificio. Pronunció sus palabras con claridad, con
tanta frescura como si se filtraran a través de aguas
vivas cuando brotaban de su garganta y penetraban en
su boca:
"¡Eh, todos los que tenéis sed, "Inclinad vuestro oído y venid a mí,
venid a las aguasl oíd y vuestra alma vivirá;
¡Y el que no tiene dinero, y haré con vosotros un pacto duradero,
que venga, compre y coma!" hasta las firmes misericordias de David.
—Venid todos los que tenéis hambre y comed el pan "Tampoco hago este eterno pacto contigo solamen-
de Dios, porque este es el día del perdón. La mesa te por intermedio de Mi gracia y las firmes misericor-
de Jehová está accesible y pronta para todos. dias de David:
Repentinamente el profeta vio una corona de fuego
que se cernía sobre el Monte Morías. La llevaban so- "He aquí que lo he dado por testigo al pueblo,
bre unas alas a las alturas. La corona, como una luna como caudillo y comandante al pueblo.
rodeada de estrellas, se remontaba cada vez más arri- He aquí que llamarás a una nación a quien no
ba, al empíreo, hasta alcanzar el mar celestial, de bri- [conoces
376 Sholem Asch El profeta 377
y naciones que no te conocen correrán hacia ti, Cuando, con sus últimas fuerzas, el profeta hubo
a causa de Jehová, el Dios, terminado de dictarle a Neraías las palabras de su con-
y el Santo de Israel porque te ha glorificado." suelo final a los que volvían a Sión, le ordenó que le
trajera al desván a Zerubabel. Éste debía venir antes
Era esta ansiedad del Mesías la que quería infun- de partir a Sión con los exilados que volvían, porque
dirle a Israel el profeta. Tal sería el objetivo de Israel, el profeta quería hacerle saber la palabra de Jehová
su finalidad y su misión y por eso volvería a su país. que a él se refería.
Dios estaba cerca de cada hombre y quienquiera lo Neraías encontró a Zerubabel cerca del campamen-
buscaba lo encontraría. Hasta el malvado, con tal de to de Judá, nombre que le daban ahora al sitio donde
que olvidara su mala intención. Bastaría con que el pe- se habían congregado los que se disponían a partir. Él
cador se liberase de sus arrogantes ideas y volviera y Jeshu, el sacerdote, se ocupaban afanosamente de los
a Dios para que Él le dispensara seguramente su mise- vastos trabajos de preparación final antes de que se
ricordia, porque era una eterna e inagotable fuente pusiera en marcha la expedición. Pero cuando Neraías
de gracia y perdón. le dijo que el profeta había maridado--por él, lo dejó
todo y fué inmediatamente.
"Porque mis pensamientos no son vuestros pensa- Zerubabel se inclinó sobre el desfalleciente profeta.
[mientos, Le miró en los ojos y le dijo:
ni vuestros caminos mis caminos, —Oh, ojos de Israel, levántate y ven con nosotros.
dijo Jehová. Mira, oh, profeta, y verás que el Campamento de Judá
Porque así como caen del cielo la lluvia y la nieve está pronto para partir de Babilonia. Dentro de un
y no vuelven allí, par de días nos pondremos en marcha. T u profecía se
sino que riegan la tierra cumple. No nos abandones ahora. Ven con nosotros y
y la hacen retoñar, sé nuestro guía en el camino a Sión como fuiste nuestro
para que pueda darle simiente al sembrador guía en el exilio.
y pan al que quiere comer, El profeta meneó la cabeza débilmente.
así será la palabra que sale de mi boca. —Ya no seré vuestro guía por más tiempo, puesto
No volverá vacía a mí. que el Señor de toda la tierra ha desviado mi camino.
Sino que cumplirá lo que me place Ha puesto un límite a mi alrededor y ahora sólo puedo
y será prosperada en aquello para lo que la envié. ir hacia Él. Otros vendrán en mi lugar y serán los guías
Porque saldréis con alegría de Israel.
y con paz seréis vueltos. —Dime... ¿Quiénes serán?
Las montañas y collados cantarán ante vosotros —¡Tú mismo! —gritó el profeta, y apeló a todas sus
y todos los árboles del campo batirán palmas. fuerzas para mirar en los ojos a Zerubabel.
En vez de la zarza surgirá el abeto, —¿Yo? Sabes perfectamente que un extraño es el
en vez de la ortiga brotará el mirto, Príncipe de Judá.
y será a Jehová por nombre, —No. Un extranjero no será el Príncipe de Judá. El
Por señal eterna que nunca será raída." príncipe serás tú y Jeshu el sacerdote estará parado a
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tu diestra y Haggai el profeta a tu izquierda y ellos te de traer la guerra al mundo. El espíritu de Dios cubrió
ayudarán cuando construyas la Casa de Dios. el rostro del caos y lo informe antes de insuflar el or-
Zerubabel palideció. El profeta cerró los ojos. Ja- den en ellos. Por Él vuelves a Judá. Por Él construirás
deaba penosamente mientras se esforzaba en respirar. el Santo Templo a fin de que puedas preparar al mun-
Con los ojos cerrados buscó a tientas la mano de Zeru- do para ser puro y de que Israel pueda purificarse y
babel. Cuando la hubo hallado, la asió firmemente y ser un signo para las naciones.
dijo: —Ay, padre mío, faro de Israel, ábreme sólo una hen-
—Bendita sea esta mano que construirá la Casa de didura en los ocultos mundos futuros que se te revelan.
Jehová, pero que a esta misma mano el reino de David Déjame vislumbrarlos. Déjame contemplar al que ven-
le sea negado. drá luciendo la corona de David.
—Sólo a mi mano —exclamó nuestro Zerubabel con —No está en mi poder hacerlo. Pero tendrás en al-
profunda emoción. gún instante un momento de divina gracia y amor.
—A tu mano y a la de todos los que vengan después Algún día el espíritu descansará sobre ti y sabrás y
de ti —declaró el profeta, recalcando cuidadosamente comprenderás por qué Jehová liberó a Su pueblo del
cada palabra—. A la mano de todas las generaciones horno de Babilonia y lo devolvió a Su sagrada monta-
hasta q u e . . . ña. Cuando sepas eso, también lo verás a él. Y cuando
—¿Será entonces total y definitivamente separada de lo contemples, comprenderás por qué Israel sufrió cas-
la tierra la Casa de David? —preguntó Zerubabel, y en tigo y grandes penas por ser el pueblo elegido.
su semblante y su voz se percibía una temerosa con- —Te ruego que te apiades de mí y me digas... ¿Cuán-
fusión. do vendrá el que pondrá término a nuestros sufri-
—¡Dios no lo quiera! Jehová ha hecho un pacto eter- mientos? ¿Cuándo vendrá el que liberará al hombre y
no con la Casa de David debido al amor y a las mise- al mundo de las cadenas del mal y la arrogancia y traerá
ricordias de David. Al propio tiempo ese Dios me la paz eterna entre hombre y hombre, entre animal y
mostró tus puras manos, que volvían a edificar la Casa animal, tal como lo vaticinaste y como lo previo antes
de Su templo. También me mostró la corona de David que tú Isaías, el hijo de Amos, como ambos lo pintas-
llevada por unas alas hasta muy por encima de la tie- teis en vuestras visiones?
rra, hasta el cielo. .. y me dijo que el reino de David —Tampoco eso puedo revelártelo. Es un misterio
desaparecería de la tierra y sería cuidado por Él en el oculto a los nacidos de mujer. Sólo nos han sido dados
cielo por Su propio bien, para esperar al que vendría el ansia y la esperanza de la redención. También nos
al cabo de los días. Por eso Él me dijo con respecto a han dado la fe y eso es lo que nos liga a Jehová. Esa
éste: "Mira, lo he dado por testigo al pueblo, y por fe es la escalera con que subimos hasta el Señor del
caudillo y comandante al pueblo." Universo, en el cielo. Que quiten esa escalera de la fe
—¿Quién es? y caeremos inmediatamente en el averno. Ve, oh, Zeru-
—Su nombre estuvo con Dios en el cielo antes de que babel, y conduce los restos de Israel a Judá. Llévate
Él creara el mundo. Dios hizo la redención aún antes contigo la fe en el Señor del Universo y la pasión del
de decretar la servidumbre. Preparó el perdón ante las rescate. Ellos te sostendrán. Ellos convertirán las sole-
asechanzas del pecado y la iniquidad. Creó la paz antes dades en un paraíso ante ti y apartarán todo obstáculo
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que haya en tu camino hacia la redención. Atiéndeme cada y agostada por el viento del este y el sol de las
y escucha bien: Dios ha confiado el resto de su rebaño soledades y yace sobre la arena caliente. Pero el aspecto
a tu mano. Atiéndeme y escucha bien: te he elegido pa- de esa rama era el de un hombre. Y aquella fisonomía
ra que guardes mi postrer mensaje en tu corazón. Estas era la de un niño a pesar de la enredada barba y las
son las últimas palabras que me ha dicho Dios para los enmarañadas patillas, a tal punto rebosaba inocencia,
exilados que abandonan ahora Babilonia para mar- tan saturado estaba de infantil inconsciencia de todo
charse a Sión: pecado y pasión. La leve sombra de las tupidas y grue-
sas cejas se proyectaba sobre los ojos, muy hundidos en
"Porque saldréis con alegría las órbitas. Una sonrisa de alegría revoloteaba sobre los
y seréis llevados con paz; apretados labios. A Neraías le pareció que reflejaban
las montañas y colinas cantarán ante vosotros una visión, que aquellos ojos cerrados veían mundos
y todos los árboles del campo batirán palmas." ocultos, por donde vagabundeaba ya el alma del profe-
ta. El semblante de Isaías era un poderoso salmo de
El profeta calló y permaneció inmóvil durante largo consuelo, un canto de honda tranquilidad.
tiempo. En la habitación reinaba un caviloso silencio. Neraías inclinó su oído hasta la boca del profeta y
Luego, finalmente, Isaías habló en un murmullo: oyó las últimas palabras que se le escaparon cuando su
—No sólo por ti has de volver a Judá. Volverás a Judá alma abandonaba el cuerpo:
para la salvación de todas las naciones. —También te daré por luz a las naciones para que
Con estas palabras, se despidió de Zerubabel y de los mi salvación pueda llegar a los confines de la tierra.
exilados.