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LA CALABAZA Y EL CABALLO

Érase una vez un rey muy bueno al que quería todo -pensó
el pueblo. Era un rey bondadoso que siempre quería el conde- seguro que me da un arcón lleno de oro
ayudar a los habitantes de su reino, pero que odiaba
a las personas mentirosas y codiciosas. presentó en el palacio llevando el más hermoso
caballo que tenía.
Un día, mientras hablaba con su mujer, un
campesino solicitó verlo. El rey aceptó que pasara -¡Buenos días! -dijo el conde con fingida
a palacio y el campesino entró con una gran amabilidad-. Soy amigo del campesino que le
calabaza en su cabeza. ofreció la calabaza y al que le ofreciste un caballo.
He pensado en traerles este fantástico caballo para
- ¡Buenos días! -Saludó respetuosamente el agradecerle su bondad.
campesino.
-Qué conde tan generoso -dijo el rey a su mujer en
- ¡Buenos días, amigo mío! -respondió el rey- ¿A cuanto salió el conde- ¿Cómo podría
dónde vas con esa calabaza sobre la cabeza? recompensarle?
- ¡Es para usted, mi querido rey! -respondió el -Querido esposo, es mejor que hagas lo mismo que
campesino- Pídale a su cocinero que le prepare una antes, preguntarle qué desea a cambio para
sopa y, verá ¡Será una delicia! Mis calabazas son comprobar si su generosidad es real- comentó la
las mejores de todo el reino. reina con sensatez- Y si este no es el caso, ofrécele
- Eres muy amable, muchas gracias -dijo el rey- ve un cofre lleno de monedas de oro.
a llevarla a la cocina. El rey mandó llamar al conde.
- Este hombre me gusta -le comentó el soberano a - ¿Qué desearías a cambio de tu caballo? -le
la reina cuando el campesino se había marchado- preguntó
¿Cómo podré recompensarle?
- ¿Que qué quiero? -respondió el conde con avidez-
La reina, con cautela, le dijo al rey: espera primero un cofre lleno de monedas de oro.
a saber si no te ha ofrecido esto esperando obtener
algún beneficio. Prueba su generosidad y, si - ¡Tendrás algo mucho mejor! -exclamó el rey.
realmente es un buen hombre, ofrécele un caballo.
Llamó a su cocinero y le dijo: - ¿has separado las
El rey mandó llamar al campesino. semillas de la calabaza? Pues bien, divídelas en dos
montones. El primero será para el campesino, para
- ¿Qué deseas como recompensa? -dijo el rey. que pueda cultivar otras bonitas calabazas. ¡Y el
- ¿Que qué quiero? -titubeó el campesino- pues segundo para el señor conde, que hará con ellas lo
nada; sólo quería que usted probara mis sabrosas que le plazca!
calabazas. Bueno, ahora que lo pienso, le estaría Y de ese modo el avaro fue castigado por su codicia
muy agradecido si me diera las semillas de la y perdió su bello y preciado caballo.
calabaza. Así podré cultivas más.

El rey, convencido ya de la generosidad de su


súbdito, le regaló un caballo magnífico, y el
campesino volvió a su casa loco de alegría.

Por el camino de vuelta a casa, el campesino se


encontró con su patrón, un conde muy avaro y
codicioso.

-¿Cómo has conseguido este caballo? -le preguntó


al campesino.

-No se lo va a creer, patrón ¡El rey me lo ha


regalado a cambio de una calabaza! -dijo el
campesino con una sonrisa de oreja a oreja.

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