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Viví en 5 países. Somos 5 hermanos. Me separé hace 5 años.

A los 4 años tuve una bmx que me habló de la libertad.

Los profesores me decían que no le buscara la quinta pata al gato.

Dejé de comer carne a los 20 años en el país del asado.

Tuve el pelo corto más de diez años en el país del azul y el rosado.

Me tiré en paracaídas en Honolulu. Vi ballenas en Alaska. Crucé el canal de Panamá.

Caminé por los campos de café en Costa Rica. Estuve en un mundial. Viví en un crucero.

Jugué al softball en el equipo de mi secundaria Colbert High School, Oklahoma

Crucé Nueva Zelanda en camioneta. Vi el atardecer desde un barco en Ibiza y el amanecer


desde un volcán.

Recorrí en moto Tailandia e Indonesia.

Estuve en Gibraltar. Caminé por Las Malvinas. Conocí el Louvre.

Viajé a Petra en la noche en un auto manejado por un desconocido sin saber a dónde íbamos.

Di charlas sobre Jacqueline Kennedy y sus joyas en un crucero.

Estuve en las pirámides de Egipto. Recé en el muro de los lamentos.

Caminé por los túneles de guerra en Vietnam.

Fui voluntaria de Un Techo para mi País. Me recibí de Licenciada.

Estudié diseño gráfico, fotografía y asistente de dirección en la Escuela de Cine.

Almorcé en un asentamiento y cené en Monte Carlo. Tomé mate en Estonia y sol en Aruba.

Estuve debajo de la bandera de Peñarol con la barra brava.

Conviví con vascos y andaluces, filipinos, rusos, indios, chilenos, ingleses, brasileros, irlandeses,
suizos, alemanes, mejicanos, argentinos, kiwis, australianos, americanos, portugueses,
ucranianos, serbios…

Jugué al tenis y fui junta pelotas. Tomé clases de piano y de ajedrez.

Pasé año nuevo en un barco y “tiré el paño” en el Polonio.

Hice comida para vender, tuve una marca de accesorios. Estuve en el carnaval de Río.

Estudié francés, inglés, portugués, alemán, hotelería, hice un curso de reiki.

Un mono me robó un par de lentes.

Hice surf en Uruguay, Hawái e Indonesia. Fui deportada de 2 países.


Trabajé en el Hotel María Cristina de San Sebastián. Rechacé un anillo de compromiso.

Vi a AC/DC y a Roger Waters. Me tatué Carpe Diem en Hawai y la flor de lotto en Bali.

Pasé por varias cirugías. Nunca me rompí un hueso. No me gusta la coca cola.

Tomé un crucero por el Nilo. Estuve viviendo de ilegal en otro país. Acampé en un camping
francés.

Saludé con un beso a Eric Clapton, estuve a 2 metros de Arnold Schwartzeneger, hablé por
teléfono con Glenn Close.

Tengo el autógrafo de Bono y firmé la pared de su casa en Irlanda.

Estuve en la casa de Bob Marley en Jamaica.

Estudié idioma árabe dos años. Cursé un semestre en una Universidad de Alemania.

Me comuniqué con mi familia y amigos por cabina telefónica, icq, llamada internacional a
cobrar, carta por correo con fotos impresas y dibujos de sobrinos, skype, Messenger, email
(yahoo, Hotmail, y gmail), whatsapp, hang out, tarjeta telefónica desde la cabina de un barco…

Estuve en los fiordos noruegos. Caminé por San Petersburgo. Vi pingüinos en Punta Arenas.

Anduve en bicicleta en Amsterdam. Me subí a las montañas rusas de Orlando.

Observé los pequeños taxis amarillos desde el último piso del Empire State en New York.

Comí helado en Venecia, pizza en Roma y Pad Thai en Bangkok.

Corrí maratones, hice entrenamiento funcional, hice yoga, pilates, anduve en rollers y en skate,
jugué al fútbol 5, al volley, al paddel, al truco, a la conga, al pool, al ping pong y al juego de la
copa. Fui golera en handball, anduve en kayak, caminé por El Cairo.

Hice barcos con papel de diario para jugar carreras después de la lluvia, jugué al ring raje en
Alemania.

Amé y me amaron, dejé y me dejaron, amé sin que me amaran y me amaron sin que yo amara.

Despedí muchos amigos que dejaron el plano terrenal. Demasiados.

Hablé con orgullo de mi país, hablé con bronca de mi país, hablé con desilusión de mi país…
dejé de sentirlo “mi” país.

Frené.
Muchos años, muchos viajes, muchas experiencias que hicieron que la sensación de “tiene que
haber algo más” se convirtiera en una convicción.

A medida que se atraviesa el umbral de los miedos y uno decide abandonar la zona de confort
y lanzarse al “vacío” se empieza a vivir la vida por fuera del condicionamiento social, uno se
siente invadido por la sensación de libertad y felicidad.

Durante mucho tiempo la mente intenta hacerte cambiar de opinión generándote


inseguridades, a veces no es sólo la mente sino la familia, los amigos…en esos momentos hay
que mantenerse fuerte, respirar y decirse a uno mismo “todo está bien, me mantengo en el
momento presente, confío en mi intuición”.

El viajar solo te conecta directamente con tu intuición, es algo natural, como un mecanismo de
supervivencia que se activa cuando el avión despega, que te guía siempre. Y lo más hermoso es
que lo vas comprobando, empezás a “jugar” con la energía y a reír solo con esos “milagros”,
con esos guías que el universo te manda cuando más lo necesitas.

Armar y desarmar bolsos se convirtió en mi normalidad, instalarme en un nuevo hogar,


decorar una habitación con recuerdos, preguntar cómo funciona el lavarropas, sonreír a un
desconocido, desayunar a las 8pm en algún aeropuerto, abrir y cerrar cuentas de bancos, pedir
trabajo en varios idiomas, tomar mate con la yerba que se encuentra, calcular la diferencia
horaria, mandar audios de cumpleaños, ver crecer a mis sobrinos por videos, explicarle a un
extranjero qué es el mate, explicar dónde está Uruguay, aprender sobre otras costumbres,
aprender nuevas expresiones, aprender que un abrazo vale más que un millón de euros.

Ver otras formas de vivir me confirmó que hay otra forma de ver y de vivir la vida, que es
posible vivir de la manera que tantos años soñé.

13 de Marzo de 2020. De repente el universo me obliga a frenar. No más vuelos, no más


maletas, no más despedidas.

Un mundo recorrido y sin embargo aún presente la sensación de no haberme encontrado.

Sentí la necesidad de encerrarme en mí y empezar de cero, de comenzar por la pregunta que


todo ser humano debería hacerse en algún momento de su vida.

¿Quién soy?

Empecé a mirar videos de filosofía, a leer sobre Sócrates, Buda, Jesús, física cuántica, el origen
del Universo, el Tai Chi.

Conocí a un maestro y empecé a meditar.

Me terminé de desconectar del mundo exterior, no más redes sociales, apagar el ruido.

Lloré. Sané.

Me encontré con la existencia misma. El estado de pura conciencia, el estado original.


Pasé varias semanas caminando por la calle riendo sola, sintiéndome tan afortunada de haber
encontrado ese tesoro.

Ahí estaba lo que estaba buscando, lo que tanto tiempo supe existía. Ahí, lejos de las redes, de
los medios, de la televisión, de las expectativas de los demás, del status quo.

Nos condicionan desde que nacemos, nos van llenando cual contenedor con un montón de
creencias, de ideas sobre cómo hay que vivir la vida, bien detallado por etapas. Nacer, ir a la
escuela, al colegio, universidad, trabajar duro, casarte, tener hijos, morir.

En el medio cuantos más bienes materiales adquieras mejor, cuánta más comida chatarra
consumas mejor, cuántos más medicamentos tomes mejor, cuántas más deudas tengas mejor.

Cuánto más dormido estés mejor.


El universo está todo el tiempo intentando enviarnos mensajes, o mejor dicho, enviando
mensajes para nuestro despertar pero sólo despertamos cuando nuestra alma está preparada
para elevar el grado de conciencia.

Sin darme cuenta comencé la búsqueda cuando tenía 8 años aproximadamente, en ese
momento empecé a cuestionarme el comer animales, comencé a desarrollar una sensibilidad
hacia el resto de los seres vivos, hacia el planeta en sí mismo.

Durante toda mi niñez sentí determinadas cosas que me daban la sensación de tener una
percepción de la realidad diferente a la del resto de las personas, incluyendo mi propia familia

Recuerdo estar siempre descalza, lo que más me gustaba era (y es) el contacto con la
naturaleza, sentía algo dentro de mí que me conectaba de manera diferente con todo lo que
me rodeaba, como si pudiera presentir algunas cosas, había una especie de complicidad con la
naturaleza, con el viento, la lluvia, el sol.

Algunos sucesos de mi niñez hicieron que pasara mucho tiempo sola, que desarrollara una vida
interior desde muy temprana edad, donde mi refugio era adentro mío. Luego aprendí que esto
que fue mi refugio de niña, de grande se convirtió en un muro donde nadie podía pasar, ya que
mi niña interior no se sentía segura con la cercanía de ninguna persona.

Puedo recordar la sensación de estar por fuera del mundo tal cual es. A los 20 años decidí
tomar el camino del vegetarianismo, del cual no dudé ni por un segundo jamás, algo dentro de
mí estaba totalmente seguro de eso, como si fuera parte del plan, y lo es.

Una de las cosas que sucede al elevar la conciencia es desarrollar la compasión y el amor por
todo lo que nos rodea.

EL siguiente paso es cuestionarte lo “establecido”, el status quo. De esto tengo recuerdo claro
cuando tenía 14 años aproximadamente, tenía un amigo con el cual teníamos este tipo de
conversaciones, no puedo explicar porqué me venían estos sentimientos pero eran claros. Me
repetía a mi misma que la vida no podía tratarse de crecer, ir al colegio, ir al liceo, ir a la
universidad, “ser profesional”; tener un trabajo, casarte, tener hijos y morir…tenía que haber
algo más.

Siendo la quinta hija luego de cuatro varones la presión familiar era bastante fuerte y eso hizo
que fuera muy duro para mí ya que del otro lado me decían todo lo contrario “tenés que ir a la
universidad, casarte de blanco (en lo posible virgen) y tener hijos”, eso es una vida exitosa.

El condicionamiento social es tan fuerte, todos están tan identificados con la persona y
alejados de su ser interior que repiten una grabación cual ley de vida y el que quiere una vida
diferente es catalogado de rebelde o loco.

A lo largo del camino, mirando atrás, ahora me doy cuenta que algo que nunca dejé de hacer
fue escuchar la voz interior…confiar en mi esencia, confiar en la intuición. Cuando dejamos de
lado la mente y nos guiamos por lo que nos dice nuestra voz interior estamos en el camino
indicado…parece simple pero no lo es, la mente siempre está ahí diciéndote “estás loca?”
“cómo vas a dejar ese trabajo para irte a viajar por ahí?”…”otra vez vas a dejar a ese novio que
tanto te quiere?”…”cómo puede ser que disfrutes tanto estar sola?”…todo puede ser si tu
corazón te dice que es por ahí.

No es un camino fácil, es muy duro romper con lo establecido, con las expectativas de los
demás, con sentirte siempre por fuera y realmente se va a haciendo cada vez más difícil
porque cuanto “más grande” sos “más como adulto tienes que comportarte”.

Comencé a viajar cada vez que podía, los viajes ampliaron mi nivel de conciencia, las
sensaciones de conexión con el todo aumentaron, los mensajes aumentaron, cuanto más vivía
de acuerdo a esa voz interior más plena y conectada me sentía.

Pero de tanto en tanto la sociedad me volvía a absorber, hoy sé que no era la sociedad sino mi
mente, el ego y la identificación con la persona. Es un reflejo, un hábito de la mente llevarnos a
ese lugar nuevamente y quitarnos del nivel de conciencia donde sólo SOMOS, donde todo es
perfecto, donde no hay problemas, donde el tiempo no existe, donde la persona no existe, el
estado inicial, nuestra esencia que precede y trasciende todo.

En el año 2010 decidí dejar la ciudad en un impulso por “salir de la locura”, simplemente dejé
todo y me fui a Punta del Este con el único objetivo de ver, escuchar y sentir el mar todos los
días de mi vida. Hoy me doy cuenta que ese fue el momento en el que me desconecté de la
Matrix. Igual que cuando me hice vegetariana fue algo que no dudé un segundo, algo que sentí
dentro de mí.

A la semana de haberme mudado recuerdo pensar que no había estado de felicidad mayor,
algo que no podía expresar…estaba despertando, disfrutando del mero hecho de estar viva y
no necesitar nada más que el momento presente. Salía a andar en bici y respiraba el aire de
mar, sentía el sol en la cara, era la persona más feliz del universo. Intenté decirle a los demás
que todo era más simple, que se vive mucho mejor con poco dinero, siendo simplemente vos.

Otra vez la etiqueta de rebelde, hippie, etc.

En el año 2011 comencé a trabajar en cruceros, había decidido que quería comprarme un
terreno cerca del mar y hacerme una casa de barro. Aún no había aprendido sobre el aquí y
ahora y no terminaba de darme cuenta que hay que confiar en los planes del Universo, del
poder superior, porque son perfectos cuando solo te concentras en SER y depositas tu
confianza en él.

En el año 2012 conocí a una persona con la que tuve una relación que me hizo enfrentarme
con el ego, con el trabajo interior, me volvió a enfocar en el camino interior. Me separé y volví
rápidamente a vivir cerca del mar, a encontrar ese estado del Ser donde nada afecta la
felicidad.

Seguí viajando, Ibiza, San Sebastián, Marbella, Nueva Zelanda…en cada uno de estos viajes y de
manera muy clara recibí señales…recién ahora aprendí que eran mis guías espirituales siempre
hablándome, mostrándome el camino a seguir.

Me confundí varias veces, dejé de seguir el instinto y tomé decisiones siguiendo la mente…en
todas esas veces me di de frente contra la pared.
Nos condicionan desde pequeños con un nombre, una etiqueta que cargamos desde que
nacemos, luego somos hija, sobrina, hermana, nos ponen conceptos en nuestra mente que
asumimos como nuestros, como correctos, gustos, preferencias, etc etc, todo para
identificarnos con una persona y no con el ser.

Entonces cuando sentía estas señales la tendencia de la mente es decirte “estás loca”, qué
haces mirando las nubes así? Te van a internar, qué hacés mirando los números esos
convencida que son un mensaje?, qué haces mirando a ese animal a los ojos?, lloras con la
luna llena encima?...

Los años pasaron, yo fui “creciendo”, no me casaba ni tenía hijos, las expectativas y juicios de
los demás crecían y también mi sentimiento de querer ser libre, de que debía haber algo más.

Cada vez que volvía a Uruguay me iba sintiendo más por fuera que antes, las conversaciones
de los demás no me interesaban, había algo dentro de mí que había hecho un click y no sabía
qué sucedía. Este es un claro signo de que estás despertando, cuando te empezas a alejar de
mucha gente que si bien conoces hace mucho sentís que hay una desconexión, es porque
realmente la hay, es energía pura. Somos energía convertida en materia y vibramos en
determinada frecuencia, cuando nuestros pensamientos y sentimientos cambian, nuestras
vibraciones cambian, eso hace que nos alejemos de algunas personas que vibran en otra
frecuencia y nos acerquemos a aquellas que vibran en la nuestra.

Cuando viajas sola las situaciones difíciles o tensas las procesas contigo misma, con tu voz
interior, con esa que te ha venido guiando siempre, sabiendo que más allá de lo que pueda
suceder afuera, estás en el camino correcto, que todo es aprendizaje y crecimiento.

También hizo que la conexión con las personas (niveles de conciencia) que me cruzaba fuera
más intensa y recibiera de ellos mensajes más claros, la mayoría destacaban mi “luz”, la gran
mayoría de los seres que me he cruzado a lo largo de mi vida me han dicho esto, que soy un
ser que da mucha luz, también que “parece que estás en otro planeta”…esto es otra gran señal
que estás despertando o desconectado de la matrix. Y aquí no estoy diciendo que yo sea
especial, todos tenemos esta luz dentro pero no la podemos sacar fuera si estamos presos del
ego.

El estar en las nubes es algo que me dicen desde pequeña y hasta el día de hoy, a un punto
que llegué a pensar que había algo en mí que no estaba bien, llegué a pensar que debo tener
alguna especie de retraso…la sociedad se encarga de hacerte creer que hay algo mal en ti.

La magia de las personas que se me cruzaban en el camino era algo a lo que me fui haciendo
adicta, salir a la aventura a ver qué tenía el gran espíritu esperándome, jugar un poco con ese
“Poder” que uno empieza a descubrir, que es energía pura. Estar sola en el medio de la calle
sin tener a donde ir y que aparezca alguien, esos momentos son tan hermosos, el universo
demostrándote que lo que sentís está bien, que no estás sola, que no estamos solos.

No es un camino fácil pero es un camino que vale cada paso. Sólo hay que cerrar los ojos, dejar
la mente en blanco y confiar en que tu alma sabe lo que hace.
Parte del camino es dejar de consumir todo lo que venga de los medios de “comunicación”, es
también parte de la desconexión de la matrix pero esta desconexión no es para siempre,
nuestras almas se han reencarnado en esta sociedad y debemos interactuar y parte de esa
interacción es tener un “trabajo” o realizar una tarea que nos permita sobrevivir.

Esto es algo clave. Cambiar el foco, luego nos volvemos a conectar pero con otra conciencia y
nos vamos a rodear de gente con nuestro mismo nivel de conciencia y la magia llega ahí.

Cuando uno despierta siente plenitud, paz, felicidad, nada puede afectar nuestra felicidad
porque no estamos identificados con la persona, la actividad que realizamos para poder comer
o hacer todo aquello que requiera dinero es nuestro propósito en la vida, es algo que hacemos
porque amamos hacerlo, porque a través de eso estamos aportando a los demás.

No hacemos planes, vivimos siguiendo la voz interior, confiando en el poder superior, cada día
está lleno de sorpresas y sabemos que todo lo que sucede es perfecto, es lo que tiene que
suceder para nuestra evolución.

Realmente es una etapa difícil porque te alejas de todo tu entorno, sólo queres estar solo,
sentís que no tenés nada para decir, que estás en blanco, como si te hubieran reseteado. La
persona que antes respondía a este cuerpo ya no sabes quién era. Es como despertar de un
gran sueño pero sin embargo todo tiene sentido.

Es una sensación de alivio al mismo tiempo, tu vida empieza ahora realmente , el alivio de
poder ser vos sin máscaras, solo SER, el alivio de no tener que cumplir con ninguna
expectativa, llegar a este estado y darte cuenta que estaba bien lo que sentías, que había algo
más y que es increíblemente hermoso e imposible de describir.

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