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Capitulo 2 éPARTIDOS NEGADOS, OBVIADOS O REDUNDANTES? UNA CRITICA! Hans Daalder Todos hablamos de la crisis de los partidos. Pero ésabemos a ciencia cierta cudles son sus implicaciones? A priori, las posiciones normativas enso: brecen tanto sus diagnésticos como sus prognosis. En torno a la cuestion de la crisis partidista se entremezclan, en mi opinién al menos, cinco corrientes epistemoldgicas que deberian distinguirse con claridad. Serian iguientes: is PE nticleo que niega el papel legitimo del partido y que entiende a los partidos ; 2.2 como una amenaza para la buena sociedad. Estas corrientes de pensamiento han florecido en el seno de dos posiciones: las ideologias autoritarias mas rezagadas, por una parte, y las creencias democraticas més ingenuas, por otra. He denominado a estas perspectivas como la negacion selectiva del partido. 3.* Las visiones de los te6ricos que utilizan la dicotomia bueno-malo para calificar a los partidos. Sus escritos serdn tratados bajo el titulo del rechazo selectivo del partido. 4.* Los argumentos referidos a la bondad de algunos sistemas de par- tidos y la maldad de otros ser4n analizados en la seccién sobre la negacion selectiva de los sistemas de partidos. 5.* Las afirmaciones de quienes contemplan a los partidos como un fenémeno transitorio, fruto de un periodo de movilizacién de masas ya obsoleto. De acuerdo con estos argumentos, los partidos se estan convir- tiendo en entidades irrelevantes en la politica democratica a medida que otros actores ¢ instituciones han ido usurpando sus principales funciones. De cuerpo de literatura sera examinado bajo la riibrica de la redundancia partido, es ihe capitulo es una revisién ampliada de mi trabajo «A Crisis of Party?», publicado cctures nian Political Studies, 15 (4): 269-288, y que a su vez procedia de la «Stein Rokkan “e* que pronuncié en 1991 en la Universidad noruega de Bergen, 49 HANS DAALDER LA NEGACION DEL PARTIDO en primer lugar, y hablando en términ 7 e «og legitimos y Organizados 01 Debem: Jos politicos legi ” SON un co Par,. artidos PI . ejemi SUN fe, Patay vos, que 10s Poe ente. David Hume, pe i plo, Podra aby SOmet* relativamente incipios como cel fendmeno més expe, tod, va aparecido en las relaeiones hum, min Mig inconmensur “fe sa €p0ca, las en y los “partidos, ni - Eng claramente diferenciados las ae le los Otros. » © “Ney,” — 5 facciones de interes» Y las «facciones de afecton eran n que las #faccione fendmenos del todo comprensibles, no Jo Pata g temp’ principio’, Pero la situaci6n tomé un rumbo dist ‘an tany ty vq, cuando Hume escribfa sobre estas cuestiones, | vines? siglo XVII, “6 el primer argumento a favor de la oposicig ede lingbroke ofrecié © ke (1861 [17 i6n fg Boling| bi olitico, y Edmund Burke (1861 [1770]: 372) def Oral como un bien Pe una sociedad de hombres unidos en la Promo, NIG Jog partidos ees el interés nacional, sobre algiin principio Pat de ae clos coincidan» (cf., ademés, Sartori 1976), Lo. . at en el que tocos i ‘0 actores legiti Ttido, fueron concibiéndose en lo sucesivo com: Sitimos, y |, y ticién institucionaliza da de los partidos como una caracteristicg mee i ierta. . va de uma oe abies que estas reflexiones aparecieran en la = alo xvill. Las dos condiciones esenciales que Pro tafia del siglo XVIII ‘id fi i ascenso del partido eran ya compre! ‘hi iS Ide ‘as f Por los britanicgs, primera, la aceptacién de la irreversibiliaa 4 as Tuerzas pluralistas a cualquier sociedad; segunda, la importancia de la representacién Politica No obstante, para que los partidos Iegaran a ser las modernas institucig. nes que hoy conocemos fue preciso sortear dos obstaculos Primordiales, El primero de ellos era aceptar el argumento de Burke de que las personas podian diferir honradamente en su concepto del bien comin ¥; Sobre egy base, organizarse legitimamente para obtener cargos representativos, Ey segundo lugar, la propia forma de representacién debia modificarse para que, en lugar del principio de enviar «delegados» en nombre de Ordenes, regiones o ciudades particulares, los representantes dependieran de los votantes individuales. A medida que estos tiltimos aumentaran, el partido moderno llegarfa a ser no slo legitimo, sino necesario. Primero en el nivel local, y més tarde en el nivel nacional, las organizaciones de partido tenfan ante si el reto de constituirse para cubrir el vacfo que separaba alos representantes individuales y al cada vez mayor ntimero de votantes. La emergencia de los partidos produjo el primer andlisis articulado de su papel en la sociedad moderna. En 1902, el émigré ruso Moisei Ostto- gorski publicé los dos volimenes de su obra La démocratie et les partis politiques, un detallado y critico estudio comparativo de la fundacién OS reconacel, Gran Bre Piciaron, dl 2. Extractos de su célebre ensayo Of Parties in General, reimpreso en Hendel (1953:8!- 50 ;PARTIDOS NEGADOS, OBVIADOS O REDUNDANTES? UNA CRITICA s caucuses en los centros urbanos més avanzados de Gran Bretafia ados Unidos’. A Ostrogorski no le gusté lo que vio. Concluyé su on un potente alegato a favor de la sustitucién de los partidos de masas (que desde su punto de vista negaban a los individuos su derecho soberano a decidir) por asociaciones ad hoc centradas en un tinico tema (que permitirian el respeto pleno a la voluntad individual). Y Ostrogorski influyd en Robert Michels, otro gran precursor tedrico de los partidos. obra de este tiltimo, Zur Soziologie des Parteinenwesens in der moder- nen Demokratie: Untersuchungen iiber die oligarchischen Tendenzen des Gruppenlebens, publicada en 191 1, estaba basada en un andlisis mordaz de los procesos de toma de decisién dentro del partido social-demécrata alemdn de su tiempo. A partir del postulado de que la influencia politica de los miembros en el interior de estas organizaciones deberfa ser directa e igual, Michels demuestra la inevitable presencia de las elites politicas. Los partidos fueron asi concebidos por Ostrogorski y Michels como un conjunto de individuos subordinados a sus instituciones, encontrandose éstas inevitablemente dominadas por los lideres del partido. De ahi la paradoja de Michels sobre unas masas capacitadas para hacer estallar revoluciones pero no para autogobernarse, habida cuenta de que todo lo que podrian lograr era la sustitucién de las viejas elites por las nuevas y de que la oligarquia es tan irremediable como para conformar una «ley de hierro». $i Ostrogorski conclufa con una preferencia por las asociaciones ad hoc sobre los partidos estables, Michels transformé su diagnéstico sobre el inevitable elitismo en una defensa romAntica del fascismo. Si se analiza mds detenidamente, la fuente del rechazo a la idea de artido se encuentra en dos corrientes de pensamiento diferenciadas. Por un lado, en los adalides del orden politico tradicional, que vefan en el ascenso de los partidos una invasién indeseada de la esfera estatal, que, como guardian de los intereses trascendentales a largo plazo, amenazaba con derrumbarse victima de los intereses privados a corto plazo. Por otro lado, en quienes celebraban la creencia en el individualismo libre y «sobe- rano» y en consecuencia opuesto a la tiranfa del partido, que suprimiria el libre albedrio a favor de organizaciones colectivistas regidas por elites irresponsables. El primero de estos argumentos, l6gicamente, abrié el camino a las afirmaciones sobre la peligrosidad del Parteienstaat. Para los defensores de esta expresion, los partidos (que en un anilisis de mayor calado no eran mds que instrumentos de las elites politicas que encubrian intereses privados bajo el manto de la ideologfa) usurpaban los motivos inspirado- de lo: Est fibro ct ___ 3. Publicado en Calman-Lévy en Paris. Hay una introduccién critica a una traducci6n inglesa en Lipset (1964). 4. Publicado en Leizpigen Dr. Werner Klinkhardt, Philosophish-soziologische Bitcherei, 21: 1. Véase a excelente introduccién critica escrita por Linz (1966) ala traducci6n italiana. La traduccién inglesa fue publicada por Free Press, en Nueva York, en 1962, como Political Parties: A Sociological Study of Oligarchical Tendencies of Modern Democracy. 31 HANS DAALDER i res de las tomas de decision estatales, que deberian a semejantes intentos de «colonizacién», En la se partidos eran entendidos no como los instrumento nda Berge inn, sentacién, sino como barreras entre los individuos y wpe Ringy e Mtg cualquier caso, se Hegé a un deseo deliberado de pocy Mere de by Jos partidos. Se creyé asf necesario inmunizar ciertos 5 Tingir ef en del dominio completo de los partidos (de forma notated Canc poder judicial, aunque er en la burocracia y hasta ee ene Robe te propio ejecutivo supremo). Al mismo tiempo, Tesultaba ‘etto Pun, & vinculos directos entre el pueblo y sus lideres, para Bis Crucial meen dominio de los partidos en dicha relacién. Esto se logean*t ed cant asegurando la elecci6n directa de los Presidentes o de eo Por ge nistros y manteniendo 0 introduciendo otros instrumentos Pring Pl, incluidos los referendos, que podrian utilizarse por los OL ebisci® Bi : : tay necesario, contra un Parlamento monopolizado por Partidog Moy, i bastardos. CON intes ce Si estos razonamientos tuvieron sus origenes en las tradic: Ati 4s antiguas, las nuevas ideas sobre la de: TAdicione, craticas mas an' gua y Fs d ‘Mocracia dir $ haber tomado el mismo rumbo. éAcaso la noci6n rousseauyni ecta tad general no rechazaba el posible Papel preponderante rs levaly” parciales», de que cualquier factor interpuesto entre los in divide voluntad popular estaba condenado a infringir el interés p¢, duos y los ciudadanos deberian ser libres y aut6nomos por sf mmisinoe Yo permitir que su derecho a elegir recayera en unos «partidos, s, pojarian de su derecho a decidir por sf mismos? Ambos argumentos (el autoritario més antiguo y el que fay i6n directa de la voluntad individual) podrian pa Orece lp expresion v : parecer, apr vista, polos opuestos. Sin embargo, analizados en profundidad Fe eta varios aspectos comunes. Ambos comparten la premisa de una an preexistente que no deberia verse amenazada por las batallas divisivas los partidos en competicién. En las dos posiciones se percibe un dg malestar hacia las formas de organizacién moderna, as{ como un rechan frontal a la idea del mandato de los representantes electos, destinado 4 arruinar la formacién de la voluntad genuina y el interés objetivo, tanto si residen en el Estado como en las personas. Este tiltimo argumento puede formalizarse. Para que los partidos exis tan y adquieran legitimidad, debe producirse una aceptacién clara de que los seres humanos pueden diferir honradamente en sus intereses; de que todos ellos se pueden organizar, parafraseando a Burke, «sobre algin principio particular» para promover «el interés nacional»; de que todo mundo puede votar en condiciones de igualdad; y de que el gobierno debe apoyarse en lo que Schumpeter (1942) denominarfa «la lucha competi por el voto de la gente». Los partidos modernos, en otras palabras, prest ponen las condiciones de la democracia representativa. Por lo general é partidos son rechazados por quienes no aceptan estos principios subyacet Tey > Mas WE les dey 52 jPARTIDOS NEGADOS, OBVIADOS O REDUNDANTES? UNA CRITICA tes, bien porque creen que el Estado incorpora reivindicaciones alejadas de la expresiOn electoral y de la tepresentacién democratica, o porque yen a los partidos como esas «asociaciones parciales» por excelencia tan denostadas por Rousseau en cuanto destructoras de la formacién de una (mitica) yvoluntad general. EL RECHAZO SELECTIVO DE LOS PARTIDOS A diferencia de quienes dudaban por completo de la legitimidad de los partidos organizados, hay quienes rechazan Ciertos tipos de partidos, pero no todos. En las tipologfas de partidos tan conocidas como las de Maurice Duverger 0 Sigmund Neumann, podemos observar cémo se asume una inevitable transicin, a veces también lamentada, desde lo que Duverger (1954) denominéd partis-comité o partidos de caucus a los partidos de masas, y Neumann (1956) desde los «partidos de representacién» a los «partidos de integracién», con el peligro implicito de un deslizamiento hacia los «partidos de integracién total», caracteristicos de los regimenes totalitarios. Esto refleja la marcada ambigiiedad que preside la valora- cidn de los partidos de masas. Por un lado, se reconoce ampliamente su poder emancipatorio y democratico. En la medida en que estructuran el voto y presentan actores razonablemente unificados, los partidos politi- cos pueden entenderse ademds como garantes de la estabilidad politica y promotores tanto del ejercicio del liderazgo como de la del gobierno responsable. Es posible detectar la fuerza de tales argumentos entre los criticos de la «politica fluida», ejemplificada por Estados Unidos, por mu- chos de los pafses del Tercer Mundo y ahora por Europa central y del Este. Uno de los primeros trabajos normativos sobre la necesidad de partidos de masas coherentes fue el informe elaborado hace mas de cincuenta afios por el Comittee on Political Parties de la American Political Science Association, con el titulo Hacia un sistema bipartidista mds responsable [Towards a more responsible two-party system] (APSA 1950). Es posible también encontrar la misma linea de razonamiento en la extensa literatura sobre democracia y desarrollo politico, asf como entre quienes defienden la necesidad de sistemas de partidos mds estructurados como condicién previa de una democracia viable. Existe atin otro cuerpo de pensamiento que denota un distanciamien- to muy marcado de la nocién de partido de masas. Estos son acusados de ser «mAquinas de combate» fuertemente ideologizadas, que tratan de someter tanto a los votantes como al Estado a una combinacién de dog- mas e intereses elitistas. Su disciplina partidista se mantiene con el fin de destruir el debate libre que caracteriza al sistema parlamentario. Se piensa que los partidos de masas, en particular, «penetran» més alla de las esferas legitimas de la competicién electoral hasta la santidad del Estado, o que someten el orden social a una colonizacién no deseada. Dichas repre- sentaciones, debo insistir, son fomentadas con vehemencia por quienes 53 HANS DAALDER coneside alizadas de maneras alternativas de Teg sostiene” yersl ‘icionalismo romantico, las creencias en yy Bul arta : tra ‘if -ada de «la cra dorada del patlame, do atk olitico: “ay sant! ‘ q nocidn Sar etamente independientes debating tating, » litico, os CO ia : la que diputad ae jaillit la vérité, una incauta esperanza ey | Sta aut di into’ ntos de vista que, analizados a a etn ; 4, Ny tearia: Pu! noe omunitaria: P ; 4 Ofun at cia direct comegacio de los partidos mas que una acepy, cig ct en Es el rechazo de otros. lait le al vs jurctos SELECTIVOS SOPKE SISTEMAS DE PARTIDOS ESpEcieio ~ s literatura sobre sistemas de partido se encuentra igualmente ao ciones normativas que encumbran a unos y castigan a otrog pd afirma Jos politdlogos, los historiadores y los cn eden tity 5 del tipo «mi pais es el mejor». Puede Yt, sicion contraria: los criticos de un sistema i Ming cién en su comparacion con el sistema 4 id A continuaci6n, revisaré estos arguments is ey. detectarse la posicion especifico buscan inspira ais que creen «mejor. quatro pasos sucesivOs - El que fuera modelo dominante britdnico Hasta hace poco, el modelo dominante para muchos de los Critic reformadores de distintos pafses era, sin lugar a dudas, el sistema ri tidos britanico (subrayo el articulo para indicar que se referfan a una version jdealizada del sistema de Gran Bretafia como ala reali eng la politica britanica en un momento especifico de su historia), Aunque & entraré a definir este conocidisimo modelo, puede advertirse su ext sti influencia a través de algunos de los siguientes planteamientos; . 1, Existe una conviccion generalizada de que puede crearse un siste bipartidista mediante la introduccién del sistema electoral mayorinty con distritos uninominales*. 2. Se ha idealizado el gobierno de un solo partido y su opuesto légico, la indeseabilidad de los gobiernos de coalicién. one 3, La idea de una constitucién de front benchers’ entrafia una lectun normativa especifica de la relacién entre las elites y sus seguidores. Ese 5. Parauna version mis dena, puede verse Dalder (1987) ___ 6 Por supuesto, me estoy refiriendo a la vieja discusién de si los sistemas electorales creat eee oF {a inversa, silos sistemas de partido tienen probabilidades de crear sist ms lector lamedia, Stein Rokkan (1968) lo abordédefitvamente en fame artaib Abierta, 110/111 pied ee verse al respecto el ntimero monogréfico dedicado pot Zant Lago. + 2005, a los «Sistemas electorales», coordinado por José R. Montero ¢ Iguc# a. ani Este es el afortunado término que emplea Wheare (1954). 54 {PARTIDOS NEGADOS, OBVIADOS O REDUNDANTES? UNA CRITICA planteamiento proporciona un veredicto claro a favor del liderazgo ob- tenido en la batalla constante entre rivales que tratan de sobrevivir en el resbaladizo mundo de la politica. Estas afirmaciones subrayan ademas el mérito de los amateurs que se trasladan de un cargo ministerial a otro y ejercen asi un «control politico» genuino sobre los ministerios y sobre los purécratas. Y denotan una posicién favorable alanecesidad de controlar a Jos lideres parlamentarios sobre los politicos con cargos en el partido y sin escafios parlamentarios, como refleja el estudio pionero British Political Parties de Robert McKenzie (1955). 4, El concepto de mandato politico: a pesar de que los votantes britd- nicos no eligen en puridad a un gobierno, sino al miembro del Parlamento que representa al distrito en el que viven, la fuerza del sistema bipartidista convierte la accién de votar en la eleccién directa de primeros ministros alternativos. Esto lleva aparejadas tanto la idea del gobierno de mayoria absoluta como la asuncién de un gobierno transparente y responsable. El tipo ideal del modelo britanico ha influido no sélo a gran parte de Jas corrientes normativas que abordan el funcionamiento de los sistemas de partidos, sino también a las tipologias y a los modelos que han pre- valecido en la politica comparada durante mucho tiempo. Esta fue una de las razones por la que los criticos alemanes de Weimar (por ejemplo Hermens [1941]; y Friedrich [1941]) ensalzaron el sistema britanico como la mejor salvaguardia del gobierno democratico estable. El bipartidismo fascind, por ejemplo, a Duverger (1954), cuyos planteamientos sobre la «naturalidad» de las fuerzas duales se encontraban tan arraigados que le Hevaron incluso a deducir sistemas multipartidistas desde la superposition des dualismes. Hasta en los escritos més sofisticados del ferviente critico de Duverger, Giovanni Sartori, puede adivinarse facilmente el impacto del modelo britanico. Esta tendencia no aparece reflejada con tanta claridad en su anilisis de los sistemas bipartidistas, que en la practica conside- ra poco frecuentes, como en su examen de los sistemas de pluralismo moderado, donde las coaliciones de partidos rivales bailan un minueto britanico en torno al centro (Sartori 1976; para una critica tanto de Du- verger como de Sartori, cf. Daalder 1984). En la tipologia alternativa de Gabriel Almond (1956), el sistema britdnico es de nuevo el prototipo del «sistema anglosaj6n», que, al contrario del «sistema continental europeo», esta caracterizado por una cultura politica homogénea y una estructura de roles muy diferenciada que posibilitan el funcionamiento del proceso politico con la moderacién y el estilo de negociacién pragmatica, desi- deologizada y eficaz que le son propios. Incluso cuando se volvieron las tornas y las nuevas generaciones de investigadores comenzaron a oponerse a lo que consideraban un vision demasiado superficial de «Europa» (por ejemplo los autores de la escuela de democracia consociacional, entre los que se encuentra Lijphart [1968a]), el modelo britanico se ha mantenido al menos como un tipo polar. El modelo britanico se encuentra igualmente en la base de la cons- 5S ue han jugado un papel fundame odelos forma sistema de partidos como en nt tayy ra sobre par” seneral. Joseph Schumpeter, pop cjeti. ci eonfeccionar su steorfa alternatiyg iP, ter publicara su Capitalism, 5° ! i os sobre democracia se han fy Pain de au Si escrit Partiere and Democracy © 34 icin electoral entre elites rivales = re ica, pueden establecerse mas diferencia, la Pre ‘Aleunos creyeron posible mantene, ¢“* semejanzas entt? ans peranla del electorado (por ejemplo, Medians confiada creencia ¢n to del «mandato» como dispensador de Pleno, la reificacion del ee mayoritario durante el periodo limitado de 7 poderes sobre el parti ndo los peligros de esta nocion al suponer que las Parlamento, Y desconta los gobiernos no son las elecciones anteriores que controlan ae optaron por seguir la teoria de Schumpeter sino las ee de quel yoluntad electoral era més un efecto que saya proceso politico. En cualquier caso, ambos planteamien. toe coineidfan en el reconocimiento de que la politica cs algo mas que tn contflicto dialéctico entre grupos rivales, uno de los cuales ostenta el poder y el otro est4 constituido por fuerzas de la oposici6n que tratan de tar al primero. . TE ablemente, Schumpeter influyé mucho en la elaboracién y for- malizacién posterior de los modelos de la politica partidista a cargo de Anthony Downs (1957). En su obra An Economic Theory of Democracy, el modelo «normal» de politica es aquel que integra a dos actores forzados a competir por los mismos votantes en el centro del sistema politico, y que son empujados necesariamente hacia una posicién moderada (y, como es logico, idéntica) de centro. A la inversa, Downs describié los sistemas multipartidistas como carentes por definicién de esa «racionalidad», dado wie Eee none ahora de la opcién de no competir al margen gicas y donde pueden labrarse, por el contrario, una posicién ideoldgica sobre la que «parti i 1 ‘particularizar i grupos especificos de votantes, ” sus llamamientos a El rechazo de los sistemas multipartidistas Un corolario légi * gico del fuerte val . briténi valor normati i neers diffel ee el rechazo absoluto a los sistemas eae Sistema bipartidista son el tratamiens ; aki negacin. Los tres ejem, partidistas. No resulta la Alemania de We sabitual de la Tercera y Cuare eee Tepresentativos El rechazo Eb alae ue Italia posterior a 1945. publicas francesas, tarde, la Cuarta) Repiblic la inestabilidad politica’ de | anceses y briténicos, ae condicioné el tono erie la Tercera (y, més Voluntad popular, represenrc yr or entonces que |, los observadores > Tepresentada en el] Parlamento. if Tagmentaci6n de la rancé: Ices —entendida 56 aa rea el Ea se goes nctnom pubic debe Sere Race sane hago nt rrabtawe des Camarades (oes cate el Sep eres Not aciones sobre a debiignd a stel ist, Se Pecos sal en cl papel exceava dein i Scant shat de tos mtmbroe det ‘sisinderdt a dioran ian demancaa de sree ance gsc, PS ge acts sate nano en esnpintran ache ee so ones dei ‘Spun Meron, somos de los debates de prncipios ears pa a snc rion do sate eh Sexpereneta del regimen autoniact desea Tees? Rl ew vie, dando faga ya'en la Cuan henee te (ie eon cnt ee ein Senses tt game tes eeceromlce ta cnn Pare te epi Pia foals paints con spies a tepecal del primer mintetro que’ Gescansars seen Se 7 “Fives la manipulacion del sisters closet cyt, Vale rook ral Orne sla, ameter cor inandato electoral independionie cara oes Sees Ps Tejecutiver i aan loner pra ch ere gre econ tg oy Toe ed aa Ec aer esac ein eng Coprton sda en als ca ace mee il Farm cable Sete icons wa gendaria Frente ng igty ey appa Sea enn iste eee, Te Gites Repsicnivengron a sedacidn ae por dl cee cms Sees rae See er at areaes heel cone fee Sar ees en Fret, lel socom etn sig 7 Police es eee ee api ane Compoien sbi cea te Coby i anaes emacs eres ene 37 HANS DAALDER jicicos, mas que a reconocimiento del valor de u sistemas PO operative y sedan cortos en comparacién co, 7 Los escritos tT adatsch de Weimar. ja pepo de Wei ty gain mayor 2 “ como la personificac eo d Pol aa democrat te g fue ensalza edia mas tarde fue considerada impotente ig 191 década y Mer jana. Ya con anterioridad a 1933 se fey? b bre el adecuado papel de los Patt ta efialado antes el rechazo habitual d sy nes al Parteienstaat. Uno de oy mayores Probj® n época de Weimar fue la incapact Fl he los parti de mas del gobierno ¢ es duraderas y prevenit el ne i Auevo paride para formar coalicio ‘de habria de conquistar el poder. De nuevo, com) totalitario que ms el periodo de entreguertas y después, a te. 6 en Francia durante amiento del sistema politico se atribuyg ; ilidad del mal functor los. Este argumento podria haberse ponsabil istema de partid a del sistema vr contra su tendencia a enquistarse en rtidos y F 7 ee ba ue deberfa permanecer libre de su influencia, ‘e vuelto contra algunos partidos especificos, bien férrea, como sostenfan autores no o en los comunistas, bien contra in Site, sol ado debate alors dos. He s dirigido contra t0% una gestion gt me bién podria Cl 0! paren fe de organizacion ares ee ee rac ee argumentaban quienes crefan que i oe odes democriticos de Weimar se mostraban demasiado timidos y aebiles para hacerse con el poder real y See a barat (incluyendo la burocracia, el Ejército o los tribunales) a 4 autér i ‘on- trol democritico®. En este clima, Hermens (1941) formulé su influyente acusacién, que convertia la representacion proporcional en una de las del fracaso de Weimar: fue precisamente este factor el principales causas ¢ actor que, segiin los seguidores de Hermens, engendré la nefasta ideologizacién y fragmentacién de la politica alemana. Si se observa detenidamente, hay un ntimero considerable de pequefios paises europeos que han sido capaces de desarrollar modelos democraticos eficaces pese a contar con paces i : algun tipo de representaci6n proporcional. Aunque este argumento resul- ta razonable, su verosimilitud quedaria facilmente falsada con la riposte de que los Estados de mayor envergadura han de cumplir con una carga de responsabilidades en el orden internacional que les resultan ajenas a la mayor parte de los Estados pequefios. Trasladadas a Estados Unidos y a Gran Bretafia por varios autores influyentes, incluyendo al io He mens, estas afirmacion hi i ; eee ey anne nens, les no hicieron sino reforzar la conviccién d I sistema bipartidista «anglosajén» era supetior y de que lennon tinentales» de gobierno sufrian un defecto ea Seem congénito por su incapacidad 8. berado de partidos en la Rep piblica Federal Alem: 4a enorme ayuda fianciera proporcionada por e ee & 194, 20 menos importante que 58 | | jPARTIDOS NEGADOS, OBVIADOS © REOUNDANTES! UNA CRITICA ara combina las realidades de la politica partidistas con la necesidad de MM gobierno ejecutivo inconfundible, ‘Los alegatos contra el excesivo multipartidismo han sido también una constante en la critica de la politica italiana después de 1945. Incluso antes de los drasticos cambios de comienzos de los afios noventa, el espectro de ‘Weimar acechaba el debate politico sobre las posibilidades de la demo- Gracia en Italia, Habia indudables similitudes entre el modelo de Sartori (1976) de los sistemas de partidos pluralistas extremos 0 polarizados, de una parte, y la interpretacion de la caida de la Reptiblica de Weimar segan Hermens’, de otra, De ahi que la nocién de Sartori de «la elasti- cidad ideolégica» se asemeje mucho al niicleo argumental de Hermens, Como también lo hace su perspectiva de que las fuerzas «centrifugas» posibilitan «oposiciones irresponsables» que, a través de una «politica de pujas» y de «estrategia de hostigamiento», amenazan el corazén de la politica democratica responsable. Y, a pesar de sus discrepancias con Duverger, el escepticismo de Sartori hacia los partidos de centro —que inducen fuerzas centrifugas en el sistema mediante la ocupacién del centro ideolégico— no es tan diferente del rechazo basico que hace Duverger del centro. Una de las contribuciones més relevantes de la tipologfa de sistemas de partidos de Sartori es su deliberada distincién entre pluralismo «extremo» y «moderado»: los sistemas pluralistas «moderados» diferirfan de los sistemas multipartidistas «extremos» en que los primeros poseen mecanismos de «bloques» de partidos con dos polos que no se encuentran muy alejados de la dimensién ideol6gica. No es necesario negar los méri- tos de este modelo para percatarse de que este sistema pluralista «mode- rado» reviste algunas de las virtudes «britanicas», bien que sus relaciones con Westminster fueran més bien escasas. El fracaso de Ia alternancia fue también un tema recurrente en los textos de otros politdlogos italianos. El impacto de sus reflexiones fue tan intenso que el malestar creciente con el sistema de partidos existente podria conducir a una transformacién completa del sistema electoral con la intencidn no s6lo de suprimir la corrupcién sino también de asegurar las bendiciones de la-alternancia de gobiernos. La decepcién suscitada por la terrible polarizacién del sistema italiano motivaria pronto que muchos de estos ocasionales reformistas emprendieran desesperadamen- te la bisqueda de alternativas que fortaleciesen las fuerzas moderadas de centro. 9. Cabe observar que en sus afios de juventud Giovanni Sartori fue ayudante de Giuseppe ‘Maranini, profesor de Ciencia Politica en Florencia. Maranini compartia la opinién de Hermens de que la representacién proporcional causé la quiebra de la Replica de Weimar, preparando ast el camino inexorable hacia el fascismo. Véase su intervencién en el debate sobre comportamiento electoral en Heckscher (1957). 59 la is ipartidistas Iuacién de los sistemas multip. reevalua - a literatura te comparte por lo general una visig — ei pee adoe enfrenta, de una forma i % je partidos: de los sistemas Pel mundo anglosajén con los mucho menos et es or partidista del mundo ang] i ito on bipartite caracterfsticos del continente CUTOPEO, Rey 8 : tiparti sistemas mul ‘a se ha ido difuminando progresivamente a Consecyeat lista dicotomia se ha 50 mero, el descubrimiento de que 0 te a Beal menos dos cambios: P e asemejan al de Weimar, al de Ja Tercet® tos sistemas mulkpartiistas se al de la Italia posterior a 1945, Sep y Cuarta Reptiblicas ee sobre el arquetipo del sistema bipartiige do, un creciente esceptics Por supuesto, algunas de estas voces hat ‘a practicado en Se s parecen politicamente estables a Pesar conocido que ciertos Estado a sus divisiones partidistas. A Suiza = ni sus pintorescas Se eee tin ei especial, asf como (aunque en me ha concedido por ages andinavos, De todas formas, hay un elemeny, a mate a peateales descubrimientos que, a partir de la década felecoaany respaldan la idea de que no Bae ee Fo 605 continentales siguen el patron francés (por ejemplo ite dy de que resulta factible la expresiOn «sistemas multipartidistas Operativos, (Rustow 1956). Ya he mencionado antes el argumento que parece justificar los casos de muchas democracias Pequefias, que aparentemente pueden permitirse el lujo de un sistema dividido (por no hablar de fragmenta- do) porque, al contrario que los grandes Estados, los menores no sue- len protagonizar el mundo de la politica internacional. A Pesar de todo, una reevaluacién de gran trascendencia estaba teniendo asimismo lugar. I este cambio fue la paulatina tendencia de alguna ; ‘acionales (de manera especial, arativas una gran variedad de di Para evaluar los tendimientos Politicos de distintos Paises. Estas tablas diffcilmente sugerian al; r “ae MPO, incluso con Ttalia. rendinicete ae feenario curopeo Propiciaba atin el debate sobre si el d £conémicos era attibuible a los toducia al mar, i s ca ‘8€n (e incluso Y Politicas, a] menos quedg cla : habf. 4 analizarse, eee Onsistié en Ja pre iva j ; Ogresiva j i i ina ‘08. Gracias Sobre todo al pod cron nal Norteamericana los Politélo, ae 5 Os mé; 80 impacto ve CUr TIGA enfogues histricos¢ institucionaes que habfan dominado tad ional iene en lest deus propos pases, cinerea ome de forma mis 0 menos intensa contra las teorfas y tipologfas, consideradas amenudo ingenuas, cuando. No parroquiales, que se haban acuhado desde Ia perspectiva de Estados Unidos o, paracl caso, de Gr rincipio implicaba poco mAs que una insistencia en q Nealgin modo diferente al resto y no se ajustaba plenamente al lugar que Ie habian asignado en el mapa general de la politica comparada, prodvjo después un aumento considerable de las monografias cientificas que sir- vieron de asiento a investigaciones comparadas ulteriores. Y condujo tam- ign, en casos particulares, al desarrollo deliberado de contra-modelos, En tercer lugar, la sofisticacién creciente de los métodoe de woo tigacidn trajo consigo el interés de los autores comparativos por la ob- servacién de un mayor niimero de casos con los que poder confirmar o falsar hipdtesis particulares. Se desarrollé asf una creciente literatura que buscaba contrastar las conjeturas sobre toda una gama de fenémenos oliticos, incluyendo el efecto de los sistemas electorales, la importancia de determinados cleavages en los sistemas de Partidos, el grado de frag- mentaci6n, la duracién de los gabinetes y la v: : ; alidez de las teorfas sobre coaliciones. En estos enfoques, un pats podria ser tan ebueno» como one desde el punto de vista empirico, En cierto modo, la complejidad de los sistemas multipartidistas resultaba més dtl para la realizacion de ansliss sofisticados que los excesivamente simples y también raros casos de paises bipartidistas. El desplazamiento de la hegemonja normativa de los si distas britdnicos se vio reforzado con las criticas vertidas contra el propio modelo en Gran Bretafia, Esto pudo percibirse en el también ereciente rechazo del «gobierno de adversarios» (como fue conocido por la enorme influencia de los escritos de Samuel Finer [1975 y 1980), las frecuentes protestas contra la soberania total del Parlamento por facilitar el poder absoluto a gobiernos formados por un tinico partido y carentes de repre- sentatividad o el renovado temor hacia el poder de las organizaciones extraparlamentarias de los partidos. sistemas biparti- El modelo multipartidista de consenso Las tornas terminaron por volverse en los trabajos de mi compatriota, ahora ciudadano americano, y siempre admirado colega, Arendt Lijphart, que fue el primero en desarrollar el llamado «modelo consociacional de democracia», y mAs tarde el «modelo de politica de consenso», como un contra-modelo intencionadamente opuesto a la «politica de Westminster» 0 al «gobierno mayoritario»™. Lijphart (1968a, 1968b, 1969) comenz6 10. Para una revisiGn de los autores que llegaron a conclusiones similares, a menudo inde- endientemente de Lijphart, véase Daalder (1974). 61 HANS DAALDER aberrantes Y desviados, y utilizando a Holang criticar los supuestos de Gabriel Almon, dm negativa entre las sociedades Plurale.” Otto, litica fragmentada y la estabilidag denatee. su modelo de democracia Consociag we ue las elites escogen Conscientemenc™l izando los ae ecial para cr un caso espec it sobre la inevitable relaci6n | terizadas por una cultura e tica, Mas adelante extrapolari it i s en los q oger (es de ge oe al ara contrarrestar las divisiones de log Pete ih cooperacién entre ellas p 5 afses europeos (especialmente a ek diferentes subcultures a eee agul se adentrarfa en la distinciont ea, Austria y Suiza). A P itarios», «basados légicamente en el pring sistemas politicos «mayor! fuera posible en manos de Pio to poder como fuera Pp a mayoria, de concentrar (at les, es decir, los sistemas «basados en el Princip;. y sus opuestos aii ty limitar el poder a través de distintos areca de compartir, dispersar y law (ge (en realidad 22, al tratar ale Geee™ i En un anilisis de 21 pafses (en realidad 22, ar a la Cuarta miouints Repiblicas como casos separados), Lijphart (1984) hall6 que eae las dimensiones més importantes de esa distincién Consistia en las diferencias entre sistemas de partidos. Los sistemas «mayoritarios, diferfan de los «consensuales» en cada una de las cinco caracteristicas siguientes: (1) concentraci6n del poder ejecutivo frente a poder ejecutivo compartido; (2) dominio del ejecutivo frente al equilibrio de poder entre el ejecutivo y el legislativo; (3) bipartidismo frente a multipartidismo; (4) sistemas de partidos unidimensionales frente a los multidimensionales; y (5) sistema electoral mayoritario frente al de representacién propor- cional. A continuacién Lijphart confeccioné una tabla de nueve celdas compuesta por tres categorias de esta dimensién y tres de una segunda dimensién formada a su vez por otras tres variables (gobierno unitario y centralizado frente a gobierno federal y centralizado; unicameralismo frente a bicameralismo y Constituciones no escritas frente a las escritas y rigidas). Lijphart demostré que sélo un pais europeo (Gran Bretafia) era jaramente mayoritario en ambas dimensiones. Pero casi todos los paises €uropeos se situaban al final de la escala consensual en la dimension par- tidista, mientras que s6lo unos pocos ocupaban los lugares intermedios y Unicamente Irlanda, Austria y Alemania se acercaban al tipo ideal de caso «mayoritario»™!, Para los paises como asf ha ocurrido tumiento esta notable que evidenciaban divisiones sociales b muy marcadas, en muchos paises europeos. Si se ex: 1 ‘amina con dete; 11, En su libro més reciente sobre democracias, Liph 280s a 36 pafsese incluido més variables y caracteristicas, (°°) ®4 a™pliado la muestra de {PARTIDOS NEGADOS, OBVIADOS © REDUNDANTES? UNA CRITICA evolucion de un modelo bipartidista aun modelo empirico de «consen- so» se el caso de Lijphart, sin duda también normativo—, no cabe sino creer que Nos encontramos ante una de las muchas ¢ importantes erspectivas apriorfsticas sobre el funcionamiento de tipos particulares de sistemas de partidos y, por lo tanto, ante una literatura que necesita un profundo replanteamiento. LA REDUNDANCIA DE LOS PARTIDOS Finalmente, florecié otra corriente de pensamiento que ponfa en duda la funcién misma de los partidos y de los propios sistemas de partidos. Estos enfoques se han defendido desde distintas perspectivas. Una de ellas establecia que los partidos han desempefiado un papel histérico muy con- creto de movilizacin de nuevos grupos de ciudadanos y de integracién de éstos en la esfera politica; pero que, una vez llevada a cabo esta tarea historicamente unica, los partidos han demostrado ser sélo un fendmeno transitorio. Otra vision —quizds menos determinista— mantiene que los partidos que antafio representaban a las distintas politicas y grupos han decaido progresivamente por el funcionamiento de las fuerzas de merca- do; en este proceso, los partidos se han ido pareciendo como gotas de agua y perdiendo sus virtudes especificas. Un tercer argumento subrayaba no tanto el papel de los partidos en si como el incremento de poder experi- mentado por otros actores politicos que, bien en solitario o en conjunto, redujeron la funcién y el poder de los partidos y lograron asi que éstos dejaran en realidad de importar. Una breve revision de cada una de estas posiciones ser suficiente para indicar su impacto. Los partidos como agentes transitorios de la movilizacién de masas Esta escuela de pensamiento atribuyé a los partidos un papel especifico en a historia de los procesos de democratizaci6n. Como queda demostrado enel trabajo pionero de Stein Rokkan (1970), muchos partidos europeos cristalizaron en torno a la expansién del sufragio universal y desempeiia- ron la tarea histérica de incorporar a nuevos grupos dentro del cuerpo politico (cf. también Rokkan y Svasand 1978). A partir de este supuesto, algunos observadores proyectaron una serie de conclusiones més bien arriesgadas (que el propio Rokkan no llegé a formular, es obligado de- cirlo). Una de ellas era que los partidos han cumplido ciertamente una tarea histérica importante al incorporar a nuevos grupos de ciudadanos a la esfera politica. Pero, después de ese logro, los partidos ya no satisfacen necesidad real alguna, dado que otros actores les han despojado de su funcién articuladora y movilizadora. Dicha vision podria verse reforzada por quienes han conferido una in- terpretacion particular a la famosa hipotesis de la congelacién (0 freezing) 63 ae a HANS DAALDER « sas de Lipset y Rokkan (1967, de los aineamientos paride pre el papel crucial de [ogo a, Mair 2001) Egat ede entenderse COMO Prope tos poise aepresentaron ts peeberdn i rai aM ya Ja gy los partidos que aor ide modo que del ie zi perdiendo Prog tn politica» de nes impo! rtancia en el mundo contemporéneo, ¢ i i inevitablemente $1 Mempitica. De cara a este argumento es sufic, ha ‘ono, es una cuestion jn podria ser construida en base a}, Megt ion . . cables ae dich nd Wisin, de los alineamientos purge sobre el freeing, ia do Los partidos como, fuerzas de mercat oximan mucho 2 una segunda perspec, A aman aandonado Su ancin Hsia sostene que loan transformado en meras fuerzas de mercado, pity Aetre,y aue Shar Tg hasta certo punto en la teora deme te encontrarse (1942), si bien es mas evidente en Downs (1957 a de Schumperes (Ta de otto Kirchheimer (1966), quien acu eg, particular em oF re por sabidos SUS ATgUIMENS Y subrayar de partido catch os, los partidos Ya NO Son vistos como aq‘ que, de acuerdo "Fico, sino més bien como maximizadores de de un pine eotogias propias, en un momento hist6rico en e| ge" sin aun egando a su final de todas formas yun nuevo reais ideo redo dela politica. Conviene avertc que de mie iia sh eta espe deenamciadonormativo (a psar deg saci imer no le guste su propia creaciOn) mas que ante una form lai empiricamente probada. Estas afirmacio El ocaso de los partidos Un elemento de juicio més decisivo en la vision de que los partidos on eidad redundantes es el de quienes han cuestionado radicalmeng su papel en la sociedad moderna. Esta idea se ha expresado de divers, maneras: en estudios sobre «si los partidos realmente importan»; en teg, Tras sobre ef neocorporatismo; en la perspectiva neopluralista que ve, Jos egrupos de accién» reemplazando a los partidos como agentes pri. cipales de a representacin politica; y en un renovado llamamiento a ttlizacién de nuevos instrumentos de democracia directa o a la utilizacién creciente de los instrumentos ya existentes. as dudas sobre la medida en la que los partidos importan realmente tuvieron su origen en la ciencia politica. Los estudiosos de politica com parada llegaron a cuestionarse silos resultados de las politicas piblicasen diferentes Estados americanos podrian atribuirse a las peculiaridades de sus sistemas de partidos (por ejemplo, si dominaba el Partido Demécrat el Republicano, o silos Estados eran en realidad competitivos entre sf, 64 pan ri005 NEGADOS: OBVIADOS © REDUNDANTES! UNA cnitica f vn aque las condiciones sociales 9 si se dept Gus propios problemas independientemente late osndicionar er, Este tipo deandlsis fue realizado por eauadge ee Seupata Pes comparadas ulizando datos europeos Una de Lain oe fics ote ortante consistié en la expansion del Eade de oon ® a5 Pens it oes le bienestar anilisl mr iticas especificas. Estos andlisisestaban estrechamente vines, 4 00509 Pecos previos de «economia politicasy de «inane; kins Jados 9 thos desde Wagner (1892), han sostenido que el aumento dc hg oral mene tos del Estado no eran unafuncin dela idelogin os. finciones Sejalesy econdmicos objetivs que acompafaron se ogee Jos am... ¥ una variante especifica de este tipo de analisis se centré en el erializacior ue los socialistas podrian tener un impacto diferencial ex eg grado Per, descritas por algunos como de «economia mixta» y por otros socie ‘esencialmente «capitalistas». Si algunos hallaron que la Participa- come, casts ene gobierno importabs, otros encontraron st lo cion de los Sr segunda linea de investigacién concordaba con loc, treomarxistas que vieron en el Stamokap (una yuxtaposteon smarxistss “ge capital monopolista) una nueva fase en el desareolo del Esto, en la que la explicacién de por qué el capitalism no habia aim via en criss tenia como ee fundamental el vnculoente el enttado fmointereses econdmicos. sade 7 1" slacin de teorfas neocorporatistas més dtalladastuvo lugar La forgecuencia de un sustrato similar de destruccién de esperanzas como consente a dura realidad de los progresos socio-eucturales, inquest e6ricos del neocorporatismo abandonaron el dcbate so: wel papel de tos partidos ° tendieron, alo sumo, a tratarlos como un fenomeno superficial’. sean dae importancia de lo que Rokkan feta cel canal lectoralpatdstay evi sobrepasdo po ls hechos lam ralismo corporativo>", Los autores neocorporatistas denuncaton del spa yreciproca expansiGn de la agencasextatalesy dels grupos 1a igs especializados que fijaban las potas entre ellos en un toma ine firecto sin interferencia de los partidos. Como es légico, los roles doen (eoria desempefiaban los partidos, y que posiblemente asumieron en algin momento, para determinar 1a politica gubernamental fueron

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