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Modelos económicos de México 1970

Modelos económicos en México previos a 1970


El desempeño de la economía mexicana en los tres decenios previos a 1970 fue muy acelerado y transformó al país
y su sociedad. El crecimiento vino aparejado por el aumento de la población y de las ciudades, de la producción y
de muchos indicadores sociales, como la educación, la salud y la esperanza de vida.
En la gráfica se puede observar que, a partir de los años treinta, el valor del Producto Interno Bruto (PIB) mantenía
precios constantes, es decir, sin considerar la inflación, aumentó muy rápidamente, casi sin interrupción. En esa
misma gráfica se pueden observar las iniciales de los nombres de los presidentes en turno. Asimismo, es posible
observar que la curva es ascendente sin la menor interrupción hasta 1982, año en que estalló la crisis de la deuda
externa de México.

Por otra parte, es lógico que los niveles de pobreza hayan disminuido en ese mismo periodo de rápido crecimiento.
De acuerdo con la metodología de medición de la pobreza que se utilizaba hasta hace algunos años, se puede
observar en la gráfica que los diversos tipos de pobreza disminuyeron consistentemente desde que existe
información, hasta fines de los años setenta. Si bien la correlación entre crecimiento económico y disminución de
la pobreza es muy alta, no se puede implicar que una cause la otra, aunque en todos los estudios empíricos se ha
demostrado que, para la reducción de la pobreza, se requiere un crecimiento económico sostenido.

Concepción del Estado Benefactor


Durante los cuarenta, México inició una era de rápido crecimiento demográfico, urbanización e industrialización
que aceleró el deterioro del ambiente. Entre 1940 y 1970, la población de México creció explosivamente de veinte
millones a cuarenta y ocho millones. Durante ese mismo período, el número de mexicanos que vivían en áreas
urbanas, aumentó de cuatro a veinticuatro millones. Al mismo tiempo de estos cambios demográficos, la
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contribución del sector industrial al producto nacional creció de 25 a 34%. La concentración excesiva de gente y
fábricas en la Ciudad de México y otras áreas urbanas culminó en problemas masivos de contaminación.
Trágicamente, también la confluencia de un rápido crecimiento demográfico y la promoción gubernamental de la
industrialización dieron como resultado una despiadada explotación de los suelos, aguas, bosques y fauna de la
nación. Los funcionarios del gobierno no sólo canalizaron los recursos naturales hacía el sector industrial, sino
que también industrializaron el uso de los propios recursos naturales. Dando subsidios (principalmente a los
prósperos agricultores del noroeste de México) para usar maquinaria pesada, fertilizantes inorgánicos, pesticidas
y variedades de plantas de alto rendimiento, construyendo grandes presas hidroeléctricas y consolidando regiones
forestales para estimular su explotación racional y eficiente, el gobierno mexicano estaba, en efecto, sometiendo a
los recursos naturales al mismo proceso mecanizado de producción en gran escala que caracterizaba al sector
industrial.
A través de sus programas de desarrollo, el gobierno mexicano fue un agente principal en el deterioro ambiental
del país. En parte por apatía, y en parte por los tremendos obstáculos para hacer cumplir las leyes de conservación,
los funcionarios oficiales también dejaron de constatar el daño ambiental que hacían los particulares. Como
participantes y como espectadores, los políticos mexicanos contemplaron la destrucción de los recursos naturales
de su nación.
Para los años setenta, los funcionarios oficiales, de mala gana empezaron a reconocer que sus políticas habían
contribuido a la crisis ambiental de México. ¿Pero qué con el período entre 1940 y 1970, cuando el compromiso
de los funcionarios del gobierno hacia la industrialización era inconmovible? ¿Qué tipo de políticas de conservación
salieron de un período en el que una de las más altas prioridades del gobierno era proporcionar recursos naturales
para el desarrollo industrial?
No es de sorprender que la mayoría de los altos funcionarios pusieran poco énfasis en la conservación. Los
presidentes mexicanos aún hablaban de esta necesidad, pero sus acciones generalmente desmentían sus palabras.
Los programas de conservación no tenían suficientes fondos y las agencias en este sentido, carecían de personal.
Aunque el gobierno promulgó durante el periodo pos cardenista algunas enérgicas leyes sobre la materia, rara vez
se iniciaban programas de conservación vigorosos. En una época en la que el objetivo principal del Estado era la
rápida industrialización, la élite política no estaba dispuesta a hacer cumplir leyes que prohibían o restringían el
uso de los recursos naturales.
Los mismos conservacionistas gubernamentales tenían posturas concordantes con la estrategia general de
desarrollo industrial. Luis Macías Arellano, jefe de varias agencias de conservación en México entre 1946 y su
muerte en 1962, fue vocero de muchos de sus colegas cuando aseveró que la conservación y la industrialización
eran metas compatibles. Después de reconocer que la conservación era necesaria para el futuro desarrollo de
México, afirmaba que: "Incuestionablemente el establecimiento de nuevas industrias afectará a los recursos
naturales, sin embargo, están orientadas en tal forma que ayudarán y no obstaculizarán la conservación... creo
firmemente que México estará trabajando eficientemente en un futuro cercano y podrá solucionar sus problemas
de conservación sin detrimento de la expansión industrial, balanceando el suministro para llenar las necesidades".
Los funcionarios dedicados a la conservación creían que, mediante un uso sensato de los recursos, las industrias
tendrían perpetuamente asegurada una provisión adecuada de materias primas. Dentro de los círculos
gubernamentales, la utilidad económica se convirtió en la razón primaria para la conservación. Los funcionarios
que trabajan en la conservación, como Macías Arellano, etiquetaban peyorativamente como románticos a quienes
abogaban por la estricta protección de los bosques y la fauna por causas estéticas, éticas o biológicas. Aunque
todavía existían restricciones para la explotación de los recursos naturales, "uso" se convirtió en la palabra
operativa.
El equilibrio que Cárdenas había mantenido entre el desarrollo de los recursos a pequeña escala en el sector
tradicional, y el de agricultura e industria "modernas" fue abandonado, en gran parte, por el sucesor Manuel Ávila
Camacho (1940-1946). Quien promovió la expansión de negocios agrícolas a fin de crear la infraestructura para la
industrialización misma. Al producir cosechas con valor en efectivo, estas empresas generarían ingresos por
exportación que el gobierno podría usar para comprar equipo industrial en el extranjero. Advirtió, sin embargo,
que México no estaba en posición para competir como un país industrial en el mercado internacional. En su lugar,
México debería industrializarse para cubrir sus necesidades domesticas y así romper el círculo de dependencia en
que exportaba materias primas baratas e importaba bienes manufacturados caros. Ávila Camacho concluía,
entonces, que para prosperar en un sistema dominado por potencias económicas extranjeras "México debería
buscar no ser un país exclusivamente industrial. Debería procurar, por el contrario, ser un país preeminentemente
agrícola."
El pronunciamiento de Ávila Camacho era importante, porque si México iba a ser un país fundamentalmente
agrícola tendría que conservar sus suelos. De lo que había visto en los informes de gobierno y en sus propios
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viajes, había llegado a notar el grado de la erosión de los suelos en México. Reconoció que la erosión era un
problema grave ligado a la desforestación, pero no limitado a ella. La reforestación era necesaria, particularmente
a lo largo de las cuencas hidráulicas, pero era más crítico enseñar técnicas de conservación a los agricultores de la
nación. Al enfatizar la conservación forestal, Miguel Ángel de Quevedo había tocado sólo una parte del problema
de la erosión del suelo. Ávila Camacho trató de rectificar esta situación ampliando el campo de los esfuerzos de
conservación en México. Declaró que la erosión del suelo representaba "una causa de empobrecimiento nacional
que había sido subestimada, pero que era tiempo de un trabajo correctivo bien establecido y racionalmente
planeado."
Ávila Camacho dio el primer paso en esto cuando creó el Departamento de Conservación del Suelo, dentro de la
Comisión Nacional de Irrigación. Les pidió a los conservacionistas del suelo gubernamentales dar especial
atención a la prevención de la erosión de este recurso en las cuencas de los ríos y en los distritos de riego donde
los sedimentos estaban azolvando las represas y atascando los canales de riego. La misión del departamento, en
general, era divulgar el problema y capacitar a los agricultores mexicanos en los medios para el cuidado de la
tierra.
Los funcionarios mexicanos querían aprender más sobre las técnicas de conservación que se aplicaban en los
Estados Unidos. La Ley de Conservación del Suelo y el Agua estableció un fondo para becas con el que los
científicos y los estudiantes de agronomía dentro del Departamento de Conservación del Suelo pudiesen estudiar
en universidades de los Estados Unidos.10 Sin embargo, no todos los agrónomos mexicanos creían que su país
debería adoptar las prácticas de conservación norteamericanas. José Navarro Sámano, entre ellos, sostenía que los
campesinos habían rechazado las técnicas de conservación promovidas por el gobierno debido a su naturaleza poco
familiar. Advertía que "uno debe usar las experiencias obtenidas en trabajos similares en los Estados Unidos sólo
como una guía para nuestra labor, pero nunca pensar que si fueron buenas allá tendrán que ser buenas acá." El
balance adecuado entre las técnicas prestadas y las innovaciones locales era algo en lo que los agrónomos
mexicanos no se podían poner de acuerdo fácilmente.
Durante la presidencia de Gustavo Díaz Ordáz (1964-1970), los agrónomos lograron la aplicación de prácticas de
conservación de suelo en otras 240,000 hectáreas. Sin embargo, este logro fue ampliamente superado por la
cantidad de tierra cultivable perdida por la erosión, que totalizó casi un millón de hectáreas durante ese período
presidencial. Al comienzo de su administración, únicamente el 1.1% del presupuesto de la Secretaría de Agricultura
estaba destinado a conservación de suelo y agua. Al final de la presidencia de Díaz Ordáz, esta cifra apenas si se
había duplicado, llegando al 2.3%, un cambio en las estadísticas que no consolaba a los conservacionistas.26 La
retórica del gobierno sobre la necesidad de conservación del suelo pudo haber sido sincera, pero no había sido
respaldada por suficientes recursos económicos y humanos. Los funcionarios oficiales señalaban que la erosión del
suelo era una tragedia nacional, pero no estaban dispuestos a convertir la prevención de la erosión en una prioridad
nacional.
Como en el pasado, el gobierno era, en parte, responsable por la explotación de los recursos naturales por los
campesinos ya que los obligó a entrar en una economía de mercado para el beneficio de una élite económica. En
este momento, el Estado promovió los intereses de los industriales a costa del campesinado. Específicamente, el
gobierno instituyó controles de precios agrícolas para mantener bajos los costos industriales y la paz urbana y
elevó las tarifas arancelarias para proteger a las industrias domésticas de la competencia extranjera. Como
resultado de estas políticas, muchos campesinos* tuvieron que producir más alimentos para comercializar y
obtener los ingresos necesarios para comprar diversos bienes de consumo e insumos agrícolas (otros se integraron
a la fuerza laboral urbana, lo que abatió aún más los costos industriales). Junto con el crecimiento de la población
rural, y la inevitable parte de prestamistas e intermediarios, el programa de desarrollo del gobierno exacerbó los
problemas de desforestación y de erosión del suelo al obligar a los campesinos a abrir a la producción tierras
marginales. Como un repudio final a la economía de subsistencia, el gobierno destinó la mayor parte de su apoyo
a la agricultura para los ricos terratenientes más que para los campesinos.
La clave de la Revolución Verde fue el desarrollo de variedades enanas de granos que pudieran asimilar grandes
cantidades de fertilizantes químicos sin doblegarse. Los agricultores regaban intensamente sus campos para que
las plantas pudiesen absorber dosis aún mayores de los nutrientes artificiales. También aplicaban pesticidas para
controlar insectos, hongos y malas hierbas que proliferaban en el húmedo microambiente y para combatir las
plagas de plantas especificas que amenazaban los monocultivos de ésta Revolución (en algunos casos, los
genetistas de plantas desarrollaron granos resistentes a varias enfermedades, pero debido a mutaciones las plagas
pudieron atacar a las plantas después. Con el tiempo, los insectos y otras plagas desarrollaron también resistencia
a los pesticidas). Las nuevas tecnologías cumplieron su función en términos de aumentar el rendimiento, pero
produjeron consecuencias que se extendieron más allá del ámbito de la agricultura. La Revolución Verde tuvo
como resultados el envenenamiento por pesticidas, el escurrimiento de fertilizantes inorgánicos hacia arroyos y
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ríos, y la pérdida de la fertilidad y humedad del suelo (debido a la aplicación de fertilizantes inorgánicos), y por lo
tanto, dañó tanto a la población como al mundo natural.
México buscó la modernización de las técnicas agrícolas sin considerar el impacto de las mismas sobre el medio
ambiente. Más aún, la Secretaría de Agricultura consideraba la productividad como una tarea más importante que
la conservación, a pesar del hecho de que el rendimiento de las cosechas dependía, en última instancia, de una
adecuada capa superior de tierra fértil. La promesa de una producción cada vez mayor usando la ciencia moderna,
puede, de hecho, haber aligerado la preocupación del gobierno sobre el acelerado ritmo de erosión del suelo en
todo el país. En forma similar, muchos encargados de la planeación sentían que el dotar de agua barata a los
agricultores, por medio de proyectos de riego, mitigaba la necesidad de tomar medidas para la conservación del
suelo y el agua. Desde su punto de vista, se podría dotar de agua a tierras en que fuera escasa, y se podrían abrir
al cultivo nuevas tierras para sustituir aquellas pérdidas por la erosión
Sustitución de importaciones
El comercio exterior es un pilar de la economía global. Cada país depende, en gran medida, de este para el
crecimiento de su economía, así como para su posición dentro de las cadenas de valor globales. Sin embargo,
muchos países en desarrollo han adoptado un modelo conocido como industrialización por sustitución de
importaciones, el cual busca una mayor independencia de los países desarrollados, al fomentar el crecimiento de
producción local.
¿Qué es la Sustitución de Importaciones?
La industrialización por sustitución de importaciones (ISI, por sus siglas en inglés) es una teoría económica que
busca bloquear las importaciones de productos manufacturados con la intención de ayudar a una economía
nacional a aumentar los bienes producidos dentro de ese país.
Es decir, se enfoca en la protección de incubación de industrias nacionales en crecimiento para desarrollar el sector
y que sus mercancías puedan competir con las industrias de países desarrollados. Esta teoría suele ser atractiva
para países en desarrollo que dependen, en gran medida, de los productos manufacturados de países desarrollados
como Estados Unidos o China. Si pudiéramos resumir la idea en una pregunta sería: ¿por qué importar productos
de otros países si estos se podrían crear en nuestro país? Esta teoría comenzó a tomar auge en la década de 1960
y para las siguientes dos décadas, se estableció para luego comenzar a caer con la creación del “Consenso de
Washington”, un conjunto de diez recomendaciones en materia económica que buscaba orientar a los países en
desarrollo con crisis económicas para abrir sus economías a un mercado global.
¿Cuándo surge el modelo de Sustitución de Importaciones?
Este modelo, asociado al economista argentino Raúl Prebisch en la década de 1950, ha sido debatido debido a la
apertura que el mundo ha tenido en torno al comercio internacional desde entonces. No obstante, los argumentos
que defienden esta búsqueda de independencia han resurgido en los últimos años.
Características de la Sustitución de Importaciones
La industrialización por sustitución de importaciones es una teoría atractiva para los países en desarrollo que
buscan reducir su dependencia de las economías grandes. Su principal objetivo es la protección de industrias
nacionales recién formadas para que puedan crear bienes que puedan competir con las producciones extranjeras
multinacionales. Con el auge del comercio internacional, estos países comenzaron a rechazar esta teoría.
Desarrollo estabilizador.
El desarrollo estabilizador fue una política fiscal y de estabilización monetaria que se presentó de 1954 a 1970, se
considera un periodo de crecimiento económico siendo conocido como la época del milagro mexicano; no obstante,
después del maravilloso ascenso se presentó un brusco descenso en el desarrollo económico ante la dependencia
del capital extranjero y el aumento de la deuda. Algo que definió el modelo de desarrollo estabilizador que
instrumentó el entonces secretario de Hacienda Antonio Ortiz Mena fue el fortalecimiento de la moneda nacional,
lo que garantizó el valor del peso mexicano ante la devaluación. Asimismo, con la implementación de tal proyecto
se llevaron a cabo notables reformas al sistema fiscal para el manejo cauteloso de los recursos, quedando incluido
por primera vez las estimaciones de gastos e ingresos de los principales organismos descentralizados y empresas
del Estado.
Sobre las inversiones de aquellos años se puede mencionar que la inversión pública federal se concentró en el
fomento de la industria, seguido por el tema de las comunicaciones y transportes, dejando hasta el final el fomento
agropecuario. Con respecto al asunto de la inversión privada, México se mostró más complaciente al capital
extranjero buscando una relación económica más estrecha con los Estados Unidos, pues tal como mencionó Ortiz
Mena en sus memorias: durante el periodo de desarrollo estabilizador se buscó la inversión de la iniciativa privada
dando pie a una política de bienvenida de capital extranjero con algunos beneficios como la reducción de impuesto
a la importación, asegurando que el capital nacional gozaba de los mismos beneficios.
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Modelo de Desarrollo Compartido y Modelo de Desarrollo Acelerado:
El modelo de desarrollo compartido fue el plan implantado por el presidente de México, Luis Echeverría, desde
que asumió el poder en 1970. Consiste en la combinación de un alto crecimiento económico con el reparto
equitativo del ingreso.
Entre los objetivos que se establecieron para este modelo se encuentran:
 Reducir la tasa de crecimiento de la deuda pública
 Que el Estado tuviese una mayor participación en las actividades económicas para tener un control más
firme sobre los desbalances en los diversos sectores de producción
 Incorporar aún
 más al sector obrero en todos los niveles del proceso de producción
 Brindar una mejor calidad de vida al pueblo
 generar más empleos directos e indirectos
 Aumentar las ganancias del sector obrero mediante una distribución equitativa de los dividendos
generados por la industria
 Aprovechar al máximo los recursos naturales para aumentar el crecimiento de la economía
Política social del modelo de desarrollo compartido:
Este periodo se caracterizó por la creación y transformación de gran cantidad de instituciones y programas que
buscaban recuperar la legitimidad del Estado mexicano y seguir ejerciendo el control de diversos sectores sociales

Sostenibilidad económica
Esta vertiente del mencionado desarrollo compartido implica que toda su actividad se mueva hacia la
sostenibilidad social y económica. Todo ello si fuera rentable y financieramente posible.
Además, la sostenibilidad económica también persigue el impulso del crecimiento económico en pro de la
generación de una riqueza equitativa y que no dañe los recursos naturales. Con el fin de llegar a potenciar las otras
dos vertientes de este desarrollo compartido, para el logro de un desarrollo completo, se precisa de una inversión
y un reparto igualitario de los recursos económicos existentes.
Sostenibilidad social
La sostenibilidad social como uno de los pilares del desarrollo compartido persigue el desarrollo de las
comunidades, las culturas y todas las personas. De este modo se alcanzará globalmente una calidad de vida,
educación y sanidad adecuada y equitativa para todo el mundo.
En este sentido, la búsqueda y el fomento de la igualdad de género es otra de las bases que ayudan a configurar lo
que se entiende como sostenibilidad social. En este punto se fomentará la cohesión social en la búsqueda de
objetivos comunes.
La sostenibilidad social perteneciente al desarrollo compartido (económico, social y ambiental) implica la
mitigación de cualquier impacto social negativo causado por la actividad de las personas. De manera paralela se
fomentará y se potenciarán aquellos impactos considerados positivos.

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BLOQUE 3: Modelo Neoliberal y tendencias del cambio socioeconómico en
México.
El neoliberalismo en México intentó influir en el desarrollo económico, limitando el papel del estado, reservando en manos
de particulares el objetivo de inversión. El neoliberalismo es una filosofía económica que intento impulsar la perspectiva hacia
el estado de bienestar.
A continuación, te presentamos 4 antecedentes que marcaron el eje neoliberal en México:
El enfoque neoliberal dio pauta para que en diciembre de 1992 se firma el Tratado de Libre Comercio (TLCAN), al entrar
en vigencia a partir del 1 de enero de 1994. Este tratado permitió un acuerdo de naciones favorecidas, promoviendo
condiciones de comercio más aptas, facilitando la circulación de bienes y servicios hacia una competencia justa, representando
uno de los tratados comerciales más importantes.
 Las empresas estatales mantienen el objetivo de ejercer una influencia dominante en su participación financiera o las
normas y dirección que las rigen. Fue el neoliberalismo el que logró que en 1993 de las1115 empresas estatales se
redujeron a 203, implementando en ellas la inversión privada con el propósito de generar una mayor productividad.
Tal es el ejemplo de Teléfonos de México, que hasta el día de hoy ha mostrado como resultado una mayor
concentración económica y de desarrollo.
 La fase de modernización de la banca central, la autonomía del Banco de México (Banxico) en abril de 1994, garantizó
el control ininterrumpido sobre la oferta monetaria, con la finalidad de ser adecuado a la estabilidad del poder
adquisitivo de la moneda nacional. Las políticas de estabilidad, permitieron la disminución del índice de inflación,
recuperando la capacidad de crecimiento económico volviendo más versátil el enfoque atractivo en un largo plazo.
 La apertura del mercado externo permitió que los mexicanos gozarán de una mayor oferta económica. Con factores
determinados a través de la oferta incrementaron el comercio en el país, Reflejado en las distintas opciones de compra
de productos básicos, permitiendo así sostener las necesidades adecuadas a cada nivel económico.
 La aplicación del modelo neoliberal permitió el desarrollo del día a día de la economía, en los aspectos
socioeconómicos se tradujo en óptimas condiciones de vida para los mexicanos. La transición a otro modelo
económico será crucial para las expectativas de desarrollo para los próximos años.
• Causas de su surgimiento.
En el caso de México, el neoliberalismo inicia con la ruptura del modelo prevaleciente por más de tres décadas: el modelo de
crecimiento económico, sustitución de importaciones, desarrollo hacia adentro y economía mixta.
Desde la década de los cuarenta, la estrategia de desarrollo en México, se sustentó en la protección del mercado interno, a
través de barreras arancelarias y no arancelarias que mantuvieron al aparato productivo virtualmente aislado de la
competencia internacional. El Estado, desempeñó un importante papel, al asumir un alto grado de intervencionismo y
regulación de la actividad económica.
Prud´homme (1995), menciona que desde los setenta se puso en evidencia la fragilidad del modelo de sustitución de
importaciones como proceso central del crecimiento económico, y con ello desaparecieron las bases de estabilidad;
manifestadas en aspectos como: 1) el déficit público pasó a cumplir el papel de motor del crecimiento, y éste a su vez, condujo
a un fuerte deterioro de la balanza de pagos; 2) al mismo tiempo, que el déficit externo como proporción del PIB aumentaba,
sus fuentes tradicionales de financiamiento (la agricultura y los servicios) tendían a agotarse, lo cual obligó a recurrir en
forma creciente al adeudamiento externo; 3) el crecimiento se vio interrumpido, por políticas contraccionistas, la inflación y
la incertidumbre que estas propiciaban, abrieron la puerta a la especulación y la fuga de divisas; 4) el esfuerzo del estado por
recuperar el crecimiento conducían a agravar los desequilibrios macroeconómicos, en su intento por mantener el modelo en
funcionamiento realizó la exportación masiva de petróleo, más cuando se detuvieron, la situación se volvió insostenible y el
país entro de lleno en un período de crisis y ajuste estructural.
Al inicio de los 80 el fenómeno que se venía perfilando desde la década anterior cumple su cometido, es decir; el modelo de
desarrollo que anteriormente había asegurado el crecimiento económico y la estabilidad política en el México
posrevolucionario estaba en crisis (Nava, 2000).
Es en el período presidencial de Miguel de la Madrid (1982-1988), cuando tiene su aplicación la estrategia neoliberal; inicia
con la venta y privatización de las primeras empresas paraestatales 1; desmantelamiento, que abarca el régimen de Carlos
Salinas de Gortari (1988-1994) y el de Ernesto Zedillo (1994-2000).
Modelo Neoliberal. Características del Neoliberalismo en México
Privatizaciones y liberalización
Características del Neoliberalismo en MéxicoSe hace una reducción en la legislación proteccionista de todo sector
económico y la gran parte de las empresas públicas son vendidas al sector privado.
Restrictivas políticas fiscales
Se disminuye el gasto público en todo lo que se pueda abarcar, lo cual desarrolla problemas en los sectores menos
favorecidos. Al mismo tiempo se reducen los impuestos a la producción mientras que los que se relacionan al
consumo se elevan. Teóricamente esto debe atraer a la inversión y minimizar la deuda.
Modelo centralizado

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Aunque en México hay un carácter federal, la mayoría de los expertos entienden que no se ha prestado atención a
esta particularidad cuando se ejecutan políticas económicas. La toma de decisiones en el país ha sido
completamente centralizada.
Dependencia de países externos
La dependencia exterior es una característica muy específica en naciones que tienen problemas estructurales. En
el caso del país mexicano, una gran parte de su economía depende de las relaciones que mantiene con los Estados
Unidos.
Proyecto Neoliberal del Estado Mexicano.
Reformas estructurales.
1. La reforma laboral permite la subcontratación haciendo más nebulosas las relaciones de trabajo, disminuyendo
las obligaciones obrero-patronales para las grandes corporaciones dejando la responsabilidad de la seguridad
social en los empleados. Reconoce el pago por horas y, cuando hay un conflicto laboral, limita el pago de salarios
caídos a un año, yendo en contra de las conquistas del movimiento obrero como la jornada máxima de 8 horas y
un salario digno que la cubra, la estabilidad en el empleo y la justicia laboral.
Esto sólo favorece a las empresas que buscan generar altos rendimientos a bajos costos, sacrificando las
condiciones laborales de los empleados por acumular mayores ganancias. Cuestión que resalta cuando se sabe que
México es de los países con jornadas laborales más largas y peor pagadas.
2. La reforma educativa, lejos de tocar temas relacionados con los contenidos de los planes de estudio o de nuevas
metodologías pedagógicas, no es otra cosa que una medida de control laboral del gremio magisterial, pues este
representa uno de los sectores de mayor oposición al régimen en los últimos tiempos. La reforma crea al Instituto
Nacional para la Evaluación de la Educación para hacer que las y los docentes que se muestran críticos ante las
acciones del gobierno sean despedidos sin respeto a sus derechos laborales, propiciando así un debilitamiento del
sector magisterial como actor político, especialmente a la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la
Educación (CNTE).
No obstante, los cuerpos docentes han denunciado que dicha evaluación no corresponde con las condiciones de
formación del magisterio y las diferencias regionales a las que se enfrentan particularmente en las zonas rurales
de alta marginación y pobreza. También denuncian, que se invierte más en esta evaluación que en corregir y
subsanar los rezagos en infraestructura y equipamiento que padece el sistema público de educación. Consideran
que la reforma debe contar con una plena participación del magisterio pues es quien mejor conoce la situación del
sistema educativo y el contenido académico.
3. México y el mundo en general, experimentan una intensificación del modelo extractivista, donde se busca
explotar al máximo los recursos naturales como el agua, los minerales y los energéticos. En ese sentido, la reforma
energética debilita la protección estatal en el sector de extracción y explotación energética, abriendo este nicho de
mercado a los capitales privados principalmente los extranjeros.
La reforma adelgaza o incluso elimina las figuras de propiedad social de la tierra. Permite que corporaciones
privadas puedan explotar territorios sagrados, la propiedad comunal y ejidal, o bien territorios que están
destinados para reserva ecológica, anteponiendo el interés económico a los derechos de los pueblos y comunidades
o incluso al cuidado y preservación del medio ambiente.
Dentro de sus leyes secundarias, se encuentra la Ley Federal para Prevenir y Sancionar los Delitos en Materia de
Hidrocarburos, la cual pretendía criminalizar cualquier acto de defensa realizado frente a las violaciones a los
derechos humanos derivadas de la implementación de tal reforma, pero debido a una acción de inconstitucionalidad
se encuentra detenida por atentar contra el derecho de acceso a la información y a la libertad de expresión.
Derechos que también están en riesgo con la reforma en telecomunicaciones que al regular las señales de celular
y el internet, trata de dificultar la labor de quienes documentan violaciones a derechos, particularmente en
contextos de protesta social.
Estos son sólo algunos ejemplos de cómo el actual gobierno pretende “Mover a México” a través de las reformas
estructurales, las contrarían el llamado y el deber que tiene el Estado de proteger, promover, garantizar y respetar
los derechos humanos, los cuales deberían estar por encima de cualquier interés económico.
La revolución neoliberal: el neocapitalismo del consumo
La transmutación del capitalismo a partir de los años 70 tuvo profundas consecuencias psicosociales. Los años 80
y 90 asistimos al triunfo de la ideología neoliberal. Eso supone el fin del modo de producción fordista, pero también
de las políticas keynesianas que, desde los años 30, se habían consolidado en los llamados países “desarrollados” -
dejamos para otro día una reflexión sobre qué es eso del desarrollo- para neutralizar los efectos no deseados del
mercado capitalista.

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El triunfo del neoliberalismo es el triunfo del mercado totalitario, donde no rige la ley de la competencia
perfecta, sino la ley del más fuerte. Pez grande se come al chico.
Treinta años después, las “desregulaciones” de los gobiernos de orientación neoliberal dejaron como resultado
mercados oligopólicos en sectores tan estratégicos como la alimentación o la energía. En el Norte y en el Sur
global, los neoliberales imponen su recetario: privatización de empresas públicas, desregulación de los mercados
financieros y reducción del gasto público. La consecuencia no se hizo esperar en forma de un aumento obsceno de
la desigualdad social: en 2014, el 1% de la humanidad acumulaba el 48% de la riqueza global.
Progresivamente, el primitivo capitalismo de producción se transformó en un neocapitalismo de consumo en el
que lo simbólico gana cada vez más importancia. El diseño y el marketing aportan el valor agregado al producto,
y de ahí que el resto de la cadena de producción, la menos rentable, se vaya tercerizando, al tiempo que se
deslocaliza hacia países con costes de producción más baratos, se trate de las maquilas mexicanas o países del
Sudeste Asiático que compiten por el salario mínimo más barato; en paralelo, regiones enteras, como América
Latina, consolidan ese papel de proveedores de materias primas que adquirieron durante la etapa colonial. Casi
todo lo que consumimos se produce muy lejos: desde el textil hasta los alimentos, la inmensa mayoría de los
productos que adquirimos hoy son “kilométricos”, esto es, han recorrido miles de kilómetros, por mar o tierra,
desde la zona donde se extrajeron los materiales hasta la región donde fueron fabricados, y de ahí, al punto de
venta. Ese cambio sustancial en la economía global conlleva multiplicar el transporte, y el resultado nos llega en
forma de cambio climático; pero esos costos no se incluyen en el balance de las empresas: son “externalidades
negativas” que pagan otros, no las corporaciones multinacionales que se benefician de los procesos de
deslocalización, tercerización y subcontratación.Estas nuevas cadenas de producción globalizadas responden a una
estructura de dominación que algunos denominan de neocolonialista y que, desde luego, deja ganadores y
perdedores.
Los impactos sociales y ambientales del consumo tienen ahora una escala planetaria y esa cadena es cada vez más
difícil de trazar. Con la deslocalización, el fetichismo de la mercancía llega a su cénit: las relaciones humanas y con
la naturaleza que están por detrás de nuestros actos de consumo han sido invisibilizadas. En paralelo, las tasas de
ganancia vuelven a aumentar, y las desigualdades sociales, también, mientras el acceso al crédito se convierte en
el modo de sostener los niveles de consumo en un planeta donde los salarios tienden a menguar y el desempleo, a
aumentar.
Mientras tanto, la obsolescencia programada se consolida como una norma antes que una excepción, y surge
también la “obsolescencia percibida”, esto es, los consumidores tienden a pensar que un objeto queda obsoleto no
porque pierda su valor funcional, sino porque dejan de ser “atractivos”. El valor de lo nuevo se impone y así lo
fomenta la publicidad. Y la obsolescencia, cada vez más acelerada, junto al crecimiento poblacional y al crecimiento
exponencial del consumo, sigue acelerando la huella ecológica hasta un punto insostenible. Lo que en los años 70
era cosa de un puñado de ecologistas, o reivindicación de pueblos originarios considerados “atrasados”, a
comienzos del siglo XXI se ha convertido en una realidad incuestionable: el planeta Tierra está en riesgo y ello se
debe, fundamentalmente, a la acción humana.
Disminución del poder adquisitivo, pobreza y desigualdad.
El fiel seguimiento de las recetas económicas impuestas por los organismos financieros, ha sido llevado a cabo a
través de un proceso de transformación del rol del Estado. Su resultado ha sido el encarecimiento de los costos de
servicios, el debilitamiento de los sectores productivos agropecuarios e industriales, el deterioro de las condiciones
de vida, el aumento de la brecha de la desigualdad, y la escalada de la espiral de la deuda.
Durante los últimos cincuenta años, la economía ha seguido de cerca el ciclo económico mundial, considerando su
forma de inserción internacional en base al transporte, comercio y servicios en general. Pero fue a fines de los años
80 y principio de los 90 cuando comenzó a configurarse un proceso de profundos cambios donde el Estado pasó a
ser el principal protagonista. El comportamiento económico refleja los impulsos acentuados de los procesos de
globalización y apertura a nivel mundial y el contexto de políticas de ajuste que lo acompañan. Éstas persiguen
tres objetivos básicos: la privatización de las empresas y servicios públicos, la eliminación de barreras arancelarias
o apertura de mercado y la flexibilización laboral. Dichas políticas fueron definidas en su momento como la única
alternativa para la superación de la pobreza y del creciente desempleo que se manifestó en ese período.
Paradójicamente, el fiel seguimiento de esas recetas económicas, impuestas por los organismos financieros, han
conllevado el encarecimiento de los costos de servicios, el debilitamiento de los sectores productivos agropecuarios
e industriales, y el deterioro de las condiciones de vida, ampliando significativamente la brecha entre los que más
y menos tienen.
El papel del Estado en la transformación económica del país
En efecto, a los seis meses de producida la invasión norteamericana e instaurado el gobierno del ex-presidente
Guillermo Endara en 1989, se inició un proceso de transición desde el Estado empresario al de libre mercado.
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Contrario a las opiniones que anunciaban la eliminación o debilitamiento del Estado ante el avance de la
globalización, ésta lo ha hecho no menos, sino más importante y lo ha puesto al servicio de las grandes
transnacionales que lo necesitan para mantener las condiciones de acumulación y competitividad, para preservar
la disciplina laboral, y para aumentar la movilidad del capital mientras bloquea la movilidad del trabajo. El llamado
neoliberalismo no es sólo una retirada del Estado con relación a la previsión social, es decir, eliminar el gasto
público referido a programas de interés social y simultáneamente privatizar los servicios que tradicionalmente
asumía en lo social. Se trata de un conjunto de políticas activas, una nueva forma de intervención estatal destinada
a aumentar la rentabilidad del capital en un mercado global interno y garantizar el cumplimiento puntual de los
pagos a la deuda externa.
Bajo esta perspectiva, se implementó el plan del vicepresidente del gobierno de reconstrucción, Guillermo Ford,
con el objetivo de transformar la función del Estado y permitir el libre juego de la oferta y la demanda. La llamada
“Estrategia Nacional para el Desarrollo y la Modernización de la Economía: Políticas para la Recuperación, el
Crecimiento Sostenido y la Creación de Empleos” sostenía que el mayor problema de la economía radicaba en la
excesiva intervención del Estado en la economía. Y agregaba: “Los problemas económicos de Panamá fueron
producto de las políticas económicas seguidas que desarrollaron una filosofía de “Estado activista” en
contraposición a uno de libre mercado. Se desarrolló el Estado productor que demostró ineficiencia en proyectos
de inversión como operaciones de producción y se mantuvo una posición antagónica hacia la empresa privada,
ocupando su espacio natural. El gasto público se usó para diversos problemas de empleo, mejorar la distribución
de ingresos y promover el desarrollo mediante la inversión nacional a través del financiamiento externo y aumento
de impuestos para el sector productivo privado, y una política económica de crecimiento hacia adentro en
detrimento de las exportaciones.”
El documento formulaba los siguientes objetivos: “la política económica que aquí se propone tiene como objetivo
central la reactivación de la economía nacional y el comienzo de un período de crecimiento sostenido que mejore
significativamente el nivel de vida del pueblo panameño. Los objetivos generales son: 1) aumento de los niveles
de empleo y productividad; 2) crecimiento auto sostenido; 3) creación de un sistema que genere oportunidades
más equitativas.” Estos objetivos se lograrían mediante la aplicación de tres puntos fundamentales: privatizaciones
de empresas y servicios públicos; apertura de mercados y flexibilización laboral.
Movimientos sociales.
La elección de los principales movimientos sociales con características democratizantes, que reconceptualizan lo público y lo
común, y resisten a estrategias de despojo y mercantilización, tiene como sustento la noción de Estado y democracia del autor.
México no puede considerarse un país democrático y el contenido de los movimientos sociales es una ratificación de esto.
México se ubicaría como un país con un gobierno autoritario, cuya militarización de la sociedad y movilizaciones buscan
resistir y ganar espacios democráticos. Esta situación es contundente a partir de 2006 con el ascenso al poder de Felipe
Calderón Hinojosa, en medio de una tensa situación que incluye el señalamiento de un fraude electoral.
Aunque con matrices discursivas, tácticas de movilización diversas y orígenes heterogéneos, los movimientos sociales que el
autor emplaza como parte del núcleo de su análisis tienen una característica en común: enfrentarse con estructuras políticas
que han tendido no a la liberalización ni mucho menos a la democratización de la sociedad, sino al contrario, a la
profundización de un autoritarismo expresado de diversas formas desde 2006. La tensión que se juega es múltiple para el
análisis de los movimientos sociales. Por un lado, éstos aspiran a conquistar más derechos, pero plantean de manera ocasional
y en momentos de crisis programas mucho más amplios y ambiciosos. Por otro lado, se enfrentan a estructuras institucionales
que reciben las demandas por una vía de negociación muy limitada y responden con represión abierta, expresada justamente
en la persistencia de núcleos autoritarios poderosos. Para Adame Cerón, el centro de la variedad de movilizaciones es
justamente la disputa por grados de democratización de lo social, y cada vez más de lo político. Esto es, hemos asistido a la
emergencia de movimientos cuyo eje central y articulador es la demanda de una mayor democracia en términos de lo
institucional.
Mercado de trabajo para mujeres y hombres jóvenes en la economía actual.
La transformación laboral y productiva ocurrida en las últimas décadas en el marco de la liberalización de la economía en
México fue el resultado de la crisis del modelo de industrialización por sustitución de importaciones (ISI). El cambio se
fundamentó en la aplicación de medidas neoliberales de transformación y especialización productiva para el incremento de las
exportaciones, resultando en la flexibilización de las relaciones laborales y asignando al mercado mayor poder para regular
los salarios y resolver los desequilibrios del mercado laboral (Moreno-Brid y Ros, 2004).
El modelo de acumulación de la ISI estaba basado en la ampliación del mercado interno y su colapso generó una serie de
políticas de ajuste exterior y provocó un vuelco a la producción para la exportación como respuesta a la reducción del mercado
nacional. El primer intento de cambio a un modelo con perfil exportador fue el incremento de la venta de petróleo al
extranjero; el segundo se basó en incentivar el crecimiento de las exportaciones manufactureras. Desde entonces, el principal
impulsor de crecimiento económico en México ha sido la industria maquiladora de exportación (IME) (Guillen, 2013). En
esta investigación se analiza el mercado de trabajo de la IME partiendo del esquema de la economía feminista de mercado
laboral, donde se incluyen todas las fuentes de aprovisionamiento de las familias que definen el trabajo global de la economía.
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El objetivo es aclarar cómo la división del trabajo doméstico entre los géneros crea diferencias en la fuerza de trabajo y cómo
el capital aprovecha estas características para mejorar el nivel de beneficio del sector maquilador y, por ende, delinear las
nuevas condiciones laborales que genera el nuevo modelo de industrialización de corte neoliberal –tal como se lo describe en
el capítulo I- y su impacto en el bienestar de las familias.
En este fin de sexenio es conveniente hacer un balance sobre los efectos y significados que ha dejado en la sociedad mexicana
la aplicación de un modelo económico que nunca cambió. El punto de análisis será: la carencia de empleo, especialmente el
desempleo de los jóvenes.
La política gubernamental en las últimas cuatro décadas ha negado su responsabilidad en el crecimiento y consolidación del
mercado de trabajo. Desde su óptica, la creación de plazas sólo ocurre con el aumento de la inversión privada y esto es, al
menos parcialmente, falso. Su empecinamiento en una política económica errónea ha dejado un escenario laboral con alto
desempleo y bajos salarios, además de la pérdida de prestaciones.
Dentro de esta historia, que es más o menos conocida, aparecen relatos particulares de segmentos sociales que muestran
mayor debilidad para hacer frente a un mercado que les es particularmente adverso. Uno de esos segmentos desfavorecidos
es el de los jóvenes.
A falta de una mejor definición, los gobiernos han concluido que ser joven es una cuestión de edad, es tener entre 15 y 24
años (aunque este rango varia de país a país). La presencia de los jóvenes es numéricamente muy grande. Los jóvenes en todo
el mundo suman mil 200 millones, lo que representa la quinta parte de la humanidad (18%). La gran mayoría se concentra en
los países subdesarrollados (el 85%) y son pobres y marginados. Se estima que aproximadamente 515 millones de muchachos
en el mundo viven con menos de dos dólares por día, y de ellos, un poco más del 40% lo hace con menos de un dólar diario.
(CONAPO, 2010).
En México, la población joven para el 2010 ascendía a 36.2 millones de jóvenes entre 12 y 29 años1. Esta población representa
cerca de la tercera parte del total del país2. La Encuesta Nacional de la Juventud 2010 (ENJUVE, 2010) indica en cifras
redondas que el 40% sólo estudia. El 29% sólo trabaja, un 11% estudia y trabEncuesta Nacionalaja, mientras que el 20% no
estudia y no trabaja.
Los jóvenes en nuestro país forman parte de una totalidad compleja, heterogénea y caótica para los que no se cumplen las
expectativas prometidas por el discurso oficial. La educación y el trabajo, que eran para los jóvenes los caminos tradicionales
de integración social, se han vuelto intransitables para un gran número de ellos, pero además, se ha transformado el espacio
familiar: “las amas de casa” se vieron en la necesidad de dejar sus hogares para convertirse en obreras y/o trabajadoras
informales, su lugar fue ocupado por los hijos o hijas mayores. En el caso de que el salario fuese aún insuficiente, también
estos transitaron hacia un trabajo, generalmente informal. El espacio en casa fue ocupado por niños, adolescentes y ancianos.
Cambiaron radicalmente los roles familiares y la dinámica de este núcleo se vulneró con los bajos salarios, la inseguridad de
la informalidad y el peso de las labores domésticas. En el cambio de roles en la familia no todo el peso recayó en las “amas de
casa”, también participaron las hijas y los hijos que aún estaban imposibilitados de ir al mercado. “Así, el uso intensivo de la
fuerza de trabajo disponible, el multiempleo entre quienes ya trabajan o la entrada creciente de mujeres, jóvenes y niños a la
esfera del trabajo remunerado o de apoyo a emprendimientos familiares, ya no constituyen la excepción sino la norma
impuesta por la precariedad social y la pobreza que acarrean las transformaciones en la economía y el empleo” (Escobar y
Guaygua, 2008).
En el mercado laboral los jóvenes se ven obligados a aceptar las peores condiciones de trabajo: el 41.8% de la población
ocupada de 15 a 24 años trabaja sin obtener prestaciones de salud ni de otro tipo. El 25% trabaja sin recibir remuneraciones.
Entre los que tienen suerte de recibir ingresos, estos no pasan de tres salarios mínimos; además las principales ramas de
actividad en la que se concentran son los servicios y el comercio (CONAPO, 2010).
Es lamentable que las únicas opciones que tienen los jóvenes sean la informalidad, la migración y las actividades delictivas:
a) De acuerdo con datos del Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM, para agosto del 2011 seis millones 602 mil
jóvenes estaban empleados en el sector informal, además el análisis señala que la tasa de desempleo juvenil supera el 24%.
b) En el 2009, 12 mil 404 menores fueron internados en centros para menores infractores por conductas delictivas, de los
cuales, mil 681 ingresaron más de una vez en ese mismo año (INEGI,2010). Edgardo Buscaglia afirma que algunas encuestas
realizadas en los dos últimos años muestran que aproximadamente el 60% de los muchachos entre 12 y 17 años que viven en
13 de las entidades más violentas del país, consideran que los grupos criminales son una alternativa viable para ellos.
d) En relación con la migración en los últimos cinco años, 250 jóvenes de entre 15 y 24 años pasaron diariamente la frontera
norte del país (INEGI, 2010).
La educación es un lujo que no todos pueden darse. Según datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP) existen alrededor
de 10 millones de jóvenes en edad de asistir al nivel medio superior y superior y no lo hacen por falta de recursos económicos.
Truncan sus estudios para incorporarse al mercado laboral. Los 15 años es la “edad crucial”, a partir de la cual los muchachos
comienzan a dejar la escuela. Estadísticas de la SEP indican que sólo 5% de jóvenes del sector más pobre asisten a una
institución de educación superior, en tanto, 58% de los del sector más rico acude exitosamente al nivel profesional.
Los jóvenes se encuentran en situación de alta vulnerabilidad. En el 2008, el Coneval estimó que había 14.9 millones de
jóvenes en pobreza multidimensional (enfrentan más de dos tipos de carencias, de salud, vivienda, educativa, servicios básicos
en la vivienda, servicios de salud y alimentación). En el mismo año, 12.1 millones de jóvenes eran vulnerables ante al menos
una carencia social. Es imperativo que el gobierno, a través de políticas públicas adecuadas e integrales, atienda a este sector
de la población. Se debe reconocer que la tarea y responsabilidad no es sólo del gobierno, es también de la sociedad en su
conjunto. Nos debe preocupar el porvenir de estos jóvenes porque finalmente serán ellos quienes en un futuro constituyan la
mayoría de la fuerza laboral del país.
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