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DICCIONARIO DE RELACIONES INTERCULTURALES. DIVERSIDAD Y GLOBALIZACION ASCENSION BARANANO, JOsE L. Garcia, Maria CATEDRA y Marie J. DEVILLARD (eds.) Integracién, GOMIS, L. L. (1989): Teoria dels géneres periodis- tics, Barcelona: Centre d’Investigacié de la Co- municaci6-Generalitat de Catalunya. NUNBERG, G. (1998): “Adis la era de la infor macién”,en G. Nunberg (comp), El futuro del libro. gEsto mataré eso? Barcelona: Paidés, 107-142. SHANNON, C. E,; WEAVER, W. (1981 (1948): Teoria matematica de la comunicaci6n. Madtid Forja. TUCHMAN, G. (1983): La produccidn de la noti cia, Estudio sobre la construccién de la realidad. ustavo Gili JA, J. G.(1994): “Imagen barroca y cultura popular”, en B. Echevarria (comp.), Modernidad, mestizaje cultural, ethos barroco. ‘México: UNAM, 245275. Gonzalo Abril Curto Véanse ademas ALTERIDAD, CIUDADA- NIA, COLONIALISMO Y ANTICOLO- NIALISMO, COMUNICACION, CON- SUMO CULTURAL, DESARROLLO, DI- FERENCIA Y DESIGUALDAD, Este medistica, Espacio de los flujos, Espacio red, ESPACIO-TIEMPQ, Espa locales, 1 EGRACION, Interculturalidad, Migracio~ nes. Redes sociales, MINORIAS, Modernidad, MOVILIDAD, Nomadismo y turismo, Plu- ralismo sincrénico, Revolucién técnico-comu- nicativa, SABER Y SABERES, Sociedad de informacién y del conocimiento, Transcultu raci6n, Viajes sistemas de movilidad. Integraci6n Integracién es una nocién clave a la que se recurre para expresar la relacién entre las partes y un todo, en nuestro contexto la rela- Ci6n entrelas *minorias y la mayoria que con- forman un determinado conjunto societal. En las ciencias sociales, en general, y en la an- tropologia, en particular, el concepto de “inte- graci6n’” se ha venido definiendocn oposicién al concepto de “asimilacién” 0 incluso de “taculturacién”. Mientras bajo estos diltimos se entiende convencionalmente que un grupo minoritario se “diluye” como tal formando parte del grupo al que se asimila y/o integra y perdiendo con ello sus rasgos culturales ca~ racteristicos y su *identidad *étnica *diferen- cial, la nocién de “integraci6n”, en cambio, se aplica cuando en el proceso de integracion ambas partes implicadas, tanto la minorfa co- mo la mayoria, interactiian, negocian y gene- 192 ran —de forma bidireccional, no unidireccio. nal, como en el caso de la asimilacién— espa- cios de participacién y de identificacién mu- tua que transforman a todos los actores parti- cipes, no inicamente al grupo minoritario (Valverde, Begley y Piedra Garcia, 2005). Esta acepci6n del término, sin embargo, expresa mds bien un anhelo normativo, pres- criptivo e ideolégico de como deberia trans- currir un proceso de integracién. La practica de los procesos contemporineos de integra- cién social, residencial, *laboral, *educativa y/o *religiosa de las minorfas en la sociedad mayoritaria, pese a las connotaciones del tér- mino “integraci6n’”, lo acercan bastante a la antigua nocién asimiladora y unidireccional. Ello se debe a que, sobre todo en las sociedades occidentales, los procesos de integracién de minorfas estén altamente institucionalizados por el *Fistado-nacién “receptor” de dichas minorfas: se convierten en “filosofias piiblicas dela integracién” (Farell, 2000). Ya histérica- mente, los Estados-naciones de cufio europeo reproducen un “*nacionalismo nacionalizan- te” (Brubaker) que sigue recurriendo al pro- yecto homogenizador para implementar cada vez nuevas estrategias institucionales a fin de lograr su anhelo original: homogencizat, “monoculturalizar” e integrar a los grupos minoritarios, sean éstos autéctonos 0 alécto- 1nos, inmigrados. Como en todo tipo de nacio- nalismo, esta anhelada monoculturalizacién se basa en una ideologia del “homogenismo” mediante la cual “la homogencidad es vista no s6lo como algo deseable, sino incluso como la norma, la mas normal manifestacion de cualquier sociedad humana” (Blommaert y Verschueren, 1998: 117). Consecuentemente, aquellos actores insti- tucionales-y académicos-, que desde las esfe- ras pablicas del Estado-nacién se dedican a desarrollar politicas de “integracién de mi- norfas”, despliegan en su quehacer institu-— ional précticas de visibilizaci6n, de problema~ tizacién y a menudo de *estigmatizacién precisamente de aquellos que se pretende “ visibilizar”, o sea, integrar. Seguin ha demos-_ trado la anthropology of policy (Shore y ‘Wright, 1997) las politicasypréctcas de inte gracién estan estrechamente relacionadas con. cutas percepeiones y problematizaciones del “*otro”, generadas desde el Estado-nacién: Por ello, conforme demuestran los anilisis de las politicas de integracion desplegadas tanto. frente a poblaciones inmigrantes (Gil, 2006) como ante comunidades gitanas (San Roman 1996), estas politicas revelan mas sobre sus stores que sobre los gestionados por ellas arell, 2000). Estas politicas y sus correspondientes “t jpsofias de integracién” constituyen, por tan- to, para la antropologia del policy making wna fuente etnografica de primera mano, no para tudiar a “las minorfas”, sino para analizar eémo a través de priicticas y cliscursos de “mi- horitizacién” el Estado-naci6n “se piensa a st mismo” a través del objeto de sus politicas pa- blicas, « través de las cuales se materializa u ipensée d’ Etat (Sayad, 2004). Las ciencias soc Jes apenas estan descubriendo esta perspecti- " ya del andlisis institucional, que trasciende la " convencional percepcién de las medidas de integracién desde sus “victimas” para girar la mirada hacia sus “perpetradores” (Farell, 1998). Segrin detallan Wimmer y Glick Schi- lier (2003), el persistente nacionalismo na- cionalizante no s6lo impregna las practicas habitualizadas del Estado-nacidn, sino que también gufa tacitamente las rutinas investi gadoras de aquellos que piensan y conciben el objeto dela integracion desde y con el Estado. Se trata de un persistente “nacionalismo me~ todolégica” que sigue antolimitando sus ana lisis de los procesos y procedimientos de inte- gracion de minorfas al propio “contenedor nacional”, invisibilizAndolo con ello. 3Cuilles son las consecuencias de dicha practica de “integracionismo nacionalizante"? Desde hace ya décadas, en los diferentes siste~ mas “welfaristas” occidentales se esta dando una discusién —potencialmente *xen6foba— sobre la “integrabilidad” de determinadas “minorfas”, scan éstas étnicas, *culturales, teligiosas, etc. En la percepcién de muchos ac- tores institucionales tanto como no-guber- namentales y académicos, el “fracaso de la integracidn” de estas mino*ias, supuestamente evidenciado por el surgimicnto de “sociedades paralelas”, “*guetos identitarios” y demas re- ductos no completamente nacionalizados por el Estado-nacién integrador, se tiende a equi- parar con la pertenencia a un determinado * grupo étnico” oa una cierta confesi6n religio- sa. Destaca en este tipo de discursos el uso in- discriminado de explicaciones monocausales que sélo recurren a simplistas variables demo- grdficas como “minorfa”, “indigena” o “inmi- grante” que no se contrastan ni interrelacionan con otro tipo de influencias,como la clase social de origen, el contexto laboral y residencial y la actitud de rechazo dela sociedad de “acogida”. rudios empiricos realizados en diferentes paises curopeos han demostrado el caracter simplificante y reduccionista de este tipo dear- Integracién gumentaci6n (Vermeulen y Perlmann, 2000; Schiffauer e¢ af, 2004). Para poder identificar y distinguir “pro blemas de integracién”, se recurre a una pos- tulada “cultura nacional” codificada y ca- nonizada, de forma abierta, en regimenes y sociedades explicitamente nacionalistas y, de forma encubierta, en las llamadas sociedades “posnacionales” (Habermas). En ambos ca~ 30s, sin embargo, esta “cultura nacional” se presupone una Leitkultur, una “cultura ma- triz” que constituye un inventario continua- mente nacionalizado y re-nacionalizado de “teadiciones” y “rasgos” supuestamente com- partidos por todos los miembros de la so- ciedad mayoritaria, Dicha nacionalizacién cultural, siempre precaria, sélo se logra cuan- do entre el *ciudadano in spe y “su” nacion se establece una “intimidad cultural”, aquella peculiar sensacién de pertenencia y confianza cuasifamiliar basada en “el reconocimiento de aquellos aspectos de la identidad cultural que, aunque desde fuera sean considerados como fuente de desconcierto, proveen a los enterados con la promesa de una sociabilidad compartida” (Herzfeld, 1997: 3). La “integracién lingiistica” constituye una rama preferencial ya clasica de las polit cas de integracién de minorias. La invencién y posterior estandarizacién de las denomina- das “lenguas nacionales” ha resultado ser uno de los mecanismos més eficaces para crear “intimidad cultural”. Por consiguiente, cl proceso de monolingtiizacién es un fiel indi- cadot del avance del nacionalismo nacionali- zante. El éxito obtenido a largo plazo por esta “doctrina nacional” se evidencia en los pro- pios proyectos contrahegemSnicos, promovi- dos por nuevos actores sociales que a su vez etnifican y/o nacionalizan su disidencia poli- tica, En sus reivindicaciones de un “derecho a la diferencia”, tanto las Hamadas “naciones sin Estado” o “naciones contra el Estado”, en Europa, como gran parte de los movimientos indigenas latinoamericanos de forma tardia pero fehaciente, confirman la centralicad es- tratégica del factor lingistico. El Nacionalis- mo nacionalizante y el etnonacionalismo disidente tienden a pereibir el plurilingiiismo como un problema, por lo cual la “normaliza- ci6n lingitistica” a menudo acaba equiparan- dose con una fase transitoria cuyo objetivo implicito sigue consistiendo en monolingiii- zar al conjunto de la naciente sociedad “na cional”. Es aqui donde mas visiblemente conflu yen los objetivos especificos de la “filosofia de e——___ Integracién integracién’”, oficializada a nivel nacional, con las macropoliticas del nacionalismo na Clonalizante. Fl encargo del sistema educati- vo piiblico, por ejemplo, de no sélo integrar, Sino a la vez distinguir mediame la asig- wn *diferencial y segmentada de capital Cultural (Bourdieu), responde a su impacto normativoen la “ciudadanizacion” del stibdi to. La peculiar “cara de Jano” del coneepto hacion (Habermas) se materializa en su ca~ racteristica combinacién de derechos que in- Cluyen y distinciones que excluyen. A pesar de los diferentes principios de ciudadanta co- dificados en cada Estado-naci6n —que suelen girar en torno al cardcter “Finnaro” versus EYdquirido” de los derechos ciudadanos, por tun lado, y al efecto inclusivo versus exelusivo {que tienen las “obligaciones” culturales aso- Gadas a dichos derechos, por otro, en todos ‘dios hasta la fecha la politica de ciudadania y de integracién son parte integral del proyecto Ge “identidad nacional”, sea éste de orienta- cién predominantemente “civica” 0 “étnica”. La correspondiente tendencia hacia una etnificacién de los no-nacionalizados, de los “problemas de integraci6n” que acaban esen~ chalizando y estigmatizando a estos grupos no nacionalizados, parad6jicamente ha sido aprovechada por el *multiculturalismo para decoder al debate acerca de la necesaria plura~ lizacién de la sociedad mayoritaria y de sus instituciones educativas y de provisién de servicios sociales. A consecuencia de cllo, se sigue identificando en gran parte de la lite- ratura la “integracién de minorias” en wna determinada sociedad con un “desaffo” que requiere de adaptaciones compensatorias del Estado de bienestar vigente. Mientras que, a partir del *indigenismo, en los paises latino- Americanos -y en menor medida, norteame~ teanos~ son las poblaciones aborigenes las que se convierten en “problema”, en el eon- texto curopeo lo son las poblaciones migran- tes y sus descendientes. Estas diferencias nacionales € in continentales demuestran que existe una di- mension “sintéctica” (Dietz, 2003) de la inte- gracion de minorias, que en cada sistema de Fistado-nacién de forma subyacente estructu- ra -ampliando 0 restringiendo- tanto los sen tidos discursivamente expresados por los propios actores de las politicas de integracién Lomo la praxis *intercultural de estos actores. Por ello se requiere de un enfoque etnogra co-institucional explicitamente centrado ch los poderes piiblicos y en su capacidad de generar “problemas de integracién”, Una uso 194 definicién no sustancial sino relacional del poder permite estudiar empfricamente las Mistituciones politicas y/o educativas de inte- gracidn no como “objetos” individualizados, sino como conjuntos de redes hegeménica- Tnente interrelacionadas quearticulan la “tec nologia politica” de la gubernamentalidad (Shore y Wright, 1997). Para analizar y comparar las especfficas medidas de integracién del “otro” desarrolla- das por las respectivas instituciones naciona~ les, el punto de partida, por consiguicnte, no seré la “objetiva” composicién étnico-cultural Ge las sociedades en cuestiGn, sino los imagi- narios colectivos dela “otredad”, tal como son politicamente institucionalizados ¢ insteu- prentalizados. El estudio comparativo de las politicas de integracidn ilustra antes que nada prcardcter construido, relativo y contextual de los discursos identitarios nacionalizantes y subyacentes. Del sinfin de posibles crite tios de “*discriminacién” institucional para categorizar y con ello “problematizar” a los “otros” ~como son, por ejemplo, la *edad, el género, cl origen geopréfico, la residencia ac~ tual, [a lengua materna, la religién practica da, a “cultura”, la identificacion “éinica”, la Gludadania y/o nacionalidad, las pautas de comportamicnto, etc. las instituciones pe~ neran una combinacién espectfica de criterios afin de detectar o negar la existencia de *di- Yersidad, generando con esto su particular y Caracteristica “gramética de la diversidad”, ‘Asi, por ejemplo, desde el discurso instituci nal espafiol la problematizacién del “otro! recurte a explicaciones muy heterogéncas (Dietz, 2003): «EE punto de partida de la “detecci6n’ institucional de los problemas, por ejemplo. educativos, a menudo lo constituye cl eriteri ingliistico. En vez, de enfocar la diversidad lingiistica realmente existente entre la pobl cién destinataria de la intervenci6n intege dora, la institucién ~producto y producto! de un “habitus monolingiic” imperante (G2 golin)— sucle basarse anicamente en el et io de la lengua materna, de la identifica de educandos cuya primera lengua no 4 hegemOnica a nivel nacional y/o regional. monolingiiismo institucionalizado, gehen! tuna vision altamente *estereotipada de la Fe lidad muhtilingiie. — En este tipo de problematiz titucionales, el argumento lingitistico se mezclar y/o confundir con otros Factores heterogéncos. Por una parte, existe una dencia generalizada hacia la equiparaci jones como tales con supues- tos problemas de integracién. Mezclando sonstantemente variables dependientes ¢ “jndependientes, en las correspondientes " Sevaluaciones” acerca del desafio de la diver- sidad cultural la condici6n migratoria en si se | convierte en un problema para la institucién | educativa y/o social. _ “"~ La problematizacién del fenémeno mi- gratoriocomo tal a menudo se dramatizacon el opos de Huntington acerca de la inevitabilidad del “choque” civilizacional entre las culturas. Engran parte del discurso de las pedagogias de Ia “otredad’”, la diversidad cultural se visualiza deforma bipolar y mecanicista. = Por otra parte, con frecuencia también sla “euestion religiosa”, y preferencialmente Ja mera existencia de diversidad religiosa, la que cs utilizada para identificar un presunto problema escolar o de convivencia vecinal. Este problema no se formula rafz.de un and- lisis empirico de la coexistencia y confluencia de diferentes practicas religiosas y/o confesio- nales en el Ambito escolar, sino que parte de la simple presencia de educandos con credos no- minalmente divergentes. Por consiguiente, esta “cucstién religiosa” en el discurso institu- cional acaba mezelindose con factores apenas relacionados con la diversidad religiosa. — Por tiltimo, Ia originaria funcién disci- plinaria que cumplen las politicas pablicas de integracion se revela en la frecuente asocia- cidn de la diversidad cultural con desafios de tipo “policial”. Segiin esta argumentacién, el “desarraigo” cultural del migrante, sobre to- doadolescente, de forma cuasiautomatica ge- hera comportamientos “antisociales” que requieren de una decidida intervencién peda- gégica o social, ‘La combinacién de estos criterios de pro- blematizacién y su aplicacién a sistemas de integracién en diferentes contextos naciona. les, altamente heterogéneos, ha desencadena- douna exorbitante proliferaci6n de enfoques, modelos y programas pedagégicos para “tra~ tar” y “gestionar la diversidad”. La aparente pluralidad de enfoques resulta ficticia si con- trastamos empiricamente las propuestas de integracién, los discursos institucionales nor~ ivos y las priicticas de su aplicacion con- . Las diferentes propuestas nominales de ilacién, *segregacion, integracién, ral- ticulturalizacion o interculturalizacién se materializan en funcién de las diferentes po- sibilidades de definir, delimitar y combinar las esferas de “lo pablico” y “lo privado”. La tipologfa resultante de estas posibles combi- Integracién, naciones entre lo piblico y lo privado no es subsumible bajo los convencionales y ya clasi- cos conceptos de asimilacionismo versus se~ gregacionismo, sino que en la mayoria de los sistemas institucionales los contextos nacio- rales y regionales permiten un amplio abani co de soluciones intermedias. Bibliografia BLOMMAERT, Jan; VERSCHUEREN, Jef (1998): Debating Diversity: analysing the dis- course of tolerance. London, New York: Rou- ledge. BRUBAKER, Rogers (1996): Nationalism Refra- ‘med: nationhood and the national question in the ‘New Europe. Cambridge: Cambridge Univer- sity Press, DIETZ, Gunther (2003): Multiculturalism, inter- culturalidad y educacién: una aproximacién an- tropoldgica. Granada, México: EUG-CIESAS. PAVELL, Adrian (1998): Philosophies of Integra tion: immigration and the idea of citizenship in France and Britain. London: MacMillan GIL ARAUJO, Sandra (2006): Las argucias de la integracién. 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Hablamos de “capacidad moral” basin: Jonos en [a nocién filoséfica de “imperative Mtegorieo"s3i bien sélo hasta el panto de re- conver que, en muchos de los casos, [as cate: gorfag dentro de una sociedad cumplen 94 Fer aga imperativa sobre sus miembros, cn el partido de que existe una obligacion moral de wetonocerlas y seguir sus dictados inchusivos y recrmevas sobre derechos y deberes, lealtades J obligaciones, dominaciones y subordin3- cree Si hablamos de “procesos de catego~ sroncyan” es debido a las continuas luchas Fea abilizadoras que se han producide tan- teen Ia prehistoria como en la historia en Moen derechos y deberes, lealtades y obliga” arn a ercicios de dominio y rechazos de Subordinacién. Casi podrfamos afirmar quc fos “procesos de categorizacién” son de hecho IP. eenien central dentro de la historia de la Paedad. El tema que vamos a desarrollar, sumtin de estereotipos y la esencializacion caer fendmeno asociado a ella, tiene con Se fguridad un papel crucial en dicha dings Se podria argumentar que siesta dinin) ca oy fundamental se debe al extraordinario Quito logrado, en comparacién con otros rite bras del mundo animal y derivado di- micrnente de nuestra capacidad de distri- au responsabilidades, recursos y, con ello, Sidentidades en torno a categorias, Tanto a ssrincada distribucién del “trabajo em categorias como cl complicado repart de ca ey las identidades laboriosamente oD- seeps de cata forma, han sido, por ejemplo, poderosas invenciones culturales humanas, Pot teales en fa consecuci6n y afian: Estereotipos y esencializacién. de los extraordinarios avances logrados en a satro bicnestar a nivel mundial. Del misino aa tas injusticias cometidas en dicha dis- aeieiOny a Tas cuales ha ayudaddo la creacién repetercotipos, se consideran una turbacion {que acosa a las relaciones sociales, und 10) dee ag mestigmatizante y una tilcera en cl cuerpo politico. Tee Promalia a la que nos enfrentamos constivuye quiz4 una de Jas ironias mas pro” cae ye Ln condicion humana, ¥ €8 que la Nm que estamos tratando, lacreacién de este- veotibos, parece ser una tendeneia netamente oarrna dentro de nuestra naturaleza cult pufntimamente lignda a los “procesos de ¢- tegorizacion”. Contribuye ast al sentido de we faridad social, al orden y a la justicia so- 2eil, mientras que al mismo tiempo es fen dle injusticia e iniquidad en el ordes. social {Como puede resolverse esta contradiccion? Desarrollo del interés hacia In creacién de estereotipos y fenémenos asociados “Al menos en América, existe cierta unan'= aided. la hora de reconocer al columnists de prensa y brillante politico Walter Lippman £1922) como acusiador del ésmino “cstereoti- po”, entendido éste como aquellas imagenes, Peneralinente desafortanadas, internas, rigi- fies y_ persistentes, que se tienen acerca de siurog grupos sociales y que m0 se correspon” srescon fa realidad. La palabra surgi® Pot primera ver en Europa, a principios ‘del si- Ug xv, centro del comerciode impresione para designar al proceso por el cual se realiza- Panina reproduceidn idéntica de ilustraciones por moldes. En el sigho XIX la palabra Por Ingd a usarse dentro del ambito de la peiquiatria para deseribir compartarnicniee Piralogicos de tenacidad y rigidez. IV" S oD cuando Lippman difundié en su libro Public Opinion wna vision negativa deTos este eotipos como generalizaciones irracionales Y ceréneas sobre los otros ¥ que comporEAn rr videa de injusticia que ha continuado ¢2- und drizando ls distintas perspectivas sobre Tasestereotipos hasta nuestros dias. Esta posl- (Gon quedaria reforzada por el hecho de ave ee loria de los estereotipos construidos So- eax otros tienden a ser desfavorables y ne pativos. Continuamente cncontraiios ©oirs ans veatigadores el reconocimicnto coma in justo e inaceptable dela préctica de oglu sMfos otros; su bélsquieda cle los motivos Por los Qjue dicha prdetica persiste ha guiado gran Estereotipos y esencializacién parte de las investigaciones de las ciencias s0- Ciales al respecto. En la produccién literaria, llevada a cabo desde la antropologia y la historia sobre la Peninsula Ibérica, ha sido fundamentalmente Julio Caro Baroja quien mas ha advertido y criticado tanto lo superfluo como lo pernicio- So de antiguos y extendidos estereotipos, tpi- cos como se les conoce en espanol, acerca de supuestos caracteres regionales: la vagancia y superficialidad de los andaluces, la obstinada incomprensién de los vascos, la avaricia cata~ Tana, la hosquedad y desconfianza de los ga- legos (para una recopilacién mayor de estos rGpicos, recogidos por Caro Baroja en su tra~ bajo, véase ‘Temprano, 1988). Debe de haber seguramente algo jocosamente hostil cn estos estercotipos, Hamados benévolos dicterios, {que quizd haga necesaria su comparacion con prejuiicios mucho més profundos que han hcompariado a los estereotipos desarrollados en la Peninsula Ibérica hacia los gitanos, j dios y moros. [La tradici6n investigadora angloameri- cana en el campo de los estereotipos se ha extendido fundamentalmente desde la socio- Jogia y la psicologia social. Pese a ello, los an- tropélogos no han sido del todo ajenos a este interés, ya que sus investigaciones se han cen~ trado en averiguar cémo el orden social se Sistematiza, enturbia o traiciona, tanto den- tro del parentesco como en las divisiones en clanes, mitades, organizaciones tribales, etc., entendidas como categorias para la sistemati- zacién de las pertenencias sociales. De hecho, cl temprano interés desarrollado por la antro- pologia hacia el *totemismo, aunque primase Ph sus inicios un enfoque mas desde lo reli- ¢gioso como es el caso del trabajo del antro- pélogo J. G. Frazer~, con el tiempo se ha ido Eonvirtiendo en una preocupacién por las praeticas totémicas asumidas como un siste- tha crucial de categorfas para la organizacién social (Lévi-Strauss, 1962). ‘Desde sus inicios, dada la propia naturale~ zade los estudios. antropolégicos sobre socie- dades simples, Hevados a cabo en medios Glaramente ajenos, éstos tuvieron que enfren- tarse a multitud de estereotipos propagados sobre los otros en dichas sociedades y, ala vez, con los difundidos en sus propias socicdades euroamericanas acerca de Jos “primitivos” 0 “salvajes”. Boas y sus discipulos emprendie~ ron una larga lucha contra estos estereotipos en torno allo primitivo y al pensamiento sobre éllo, especialmente a través de la publicacién, revisadla y reeditada en numerosas ocasiones, 120 en 1916 de la obra The Mind or Primitive Man, Mucho antes de este momento finales del s. XIX y principios del xx— la antropologia habja realizado un trabajo de descripeién et- nografica ejemplar que buscaba superar los estereotipos europeos desarrollados sobre la sociedad y la *eultura azteca: la obra de fray Bernardino de Sabagiin conocida con el nom~ bre de Cédice Florentino y publicada en 1590 cs, excepto por la habitual visién estereotipa- da si bien profusamente documentada~ de. fa idolatria azteca, un magistral ejemplo de la obligacién de la antropologia de enfrentarse a Jos simples estereotipos creados en torno a la idea de gentes salvajes. ; El trabajo de campo permitié también a los antropélogos ser conscientes del proceso. de crcacion de estereotipos y del *etnocentris mo que conlleva la idea de “tribalismo”, entendida como cl predominio de mirada negativas y juicios globalizantes de los miem. bros de otras familias, clanes 0 grupos tribales eneste tipo de sociedades. Asi, por ejemplo, partir de los estudios sobre los fang de la Gui nea Espaiiola y Gabén, éstos fueron conside= rados en la literatura europea y casi desde I primeros contactos “grandes canibales",: bien ellos facilmente atribuirfan este esterer tipo a los pucblos africanos adyacentes y nul caast mismos. Y cuando lo hicieron no fit mas que como reflejo de intereses y estereti pos europeos preexistentes. De hecho, la pr tica cristiana de la Eucaristia convencié fang de que el canibalismo era una préctiGa frecuente entre los europeos. Estereotipos y cognicién The Nature of Prejudice, obra publicad 1954 por Allport, se convirtié en el siglo pi doen la fuente clisica dentro de las cies sociales para todos aquellos estudios int dos en la complejidad de actitudes y pre {que entrafian los procesos de creacion reotipos, estigmatizacion, prejuicio y *¢ mninacién, procesos todos ellos de gran ial para dichas ciencias. Tanto en la obra port como en muchos de los trabajos Heya fh cabo dentro de las ciencias sociales mento y posteriores, el interés prine fij6, segiin sugiere su propio titulo, prejuicio y la discriminacién; de form las investigaciones persegufan el objet liativo de corregir las consecuentes inte ¢ inequidades producidas en el orden Enel periodo que siguié a la Segunda Mundial, éste fue un interés bastante ado en una América caracterizada por la Hexistencia de méltiples *minorfas culturales y Sprupos étnicos y por la préctica regular de prejuicios y discriminaciones contra ambos. Fiste tipo de actitudes y practicas quedaron [econocidas como una turbacién y malestar an el cuerpo politico, por lo que légicamente se convirticron en obligado interés para unas “iencias sociales deseosas de un cambio social gc terminase con la injusticia y la *desigual- dad preventiva. Sin embargo, la atencién se fij6 cada vex \is en los procesos cognitivos que intervie~ “nen en el prejuicio y la discriminacién, es de- ir, en la creacién de estereotipos, entendida ‘como tuna acci6n cognitiva logica, cuando no normal, que opera en la prictica social pro- porcionando determinados beneficios al gru- po que la genera en prejuicio de los otros. En el campo de la psicologfa social, los experi- mentos y trabajos de Henri Tajfel (1969) demostraron que el propio acto de categori- zaci6n arbitraria de grupos sociales lleva a la creacién de estereotipos, comporta- mientos discriminatorios y prejuicios, dentro yentre los miembros de los grupos, produci- dos a raiz de aquella arbitrariedad. Dicho comportamiento discriminatorio parece estar ligado tanto al ascenso de un grupo como a su autoestima y resulta vital en el mantenimien- to de la integridad del grupo y del sujeto una vez que ha sido reconocido como miembro de| mismo. Tajfel y sus discipulos demostra ron, en lo que a la creacién de categorias s0- ales se refiere, el poder que tienen estas definiciones de la situacién social para mode- Jar la experiencia de uno mismo y del otro; conforme habia sefialado afios antes el soci6- logo W. I. Thomas en el que se conoce como ‘Teorema de Thomas: “Si los hombres defi- nen determinadas situaciones como reales, se convierten en reales en sus consecuencias.” Este teorema, tan claro en su enunciacién, puede aplicarse a las consecuencias sociales reales de los estereotipos. El asunto, que estaba realmente en juego en estos trabajos sobre la cognicién social, era un cambio de una perspectiva, en la que los procesos de creacién de estereotipos y prejui- cios se consideraban anormales,a una vision de los mismos como acciones normales, aun- que quizé compaficras poco deseables en los penetrantes procesos de categorizaci6n social Otro tipo de trabajos, desarrollados funda- mentalmente por psicdlogos, dejaron un poco al margen estas cuestiones relacionadas con la autoestima del sujeto y del grupo para cen- Estereotipos y esencializacién trarse en la creacién de estereotipos, vista como una consecuencia de la “avaricia cogni- tiva” ode “atajos cognitivos”, que deseansaria sobre una mezquindad natural propia de la formacién de conceptos y categorias en las interacciones sociales. De esta forma, lo reco- nocido fue la normalidad, con la cual las per- sonas sortean la ineficiencia cognitiva y la laboriosidad que supone la produccién de ‘enuinciaciones perfectamente matizadas acer- ca de toda la complejidad y diversidad, esco- giendo en su lugar procesos taquigraficos, eneralizaciones “testadas y comprobadas”, si Bien lusorias, que conllevan la creacién dees- tercotipos. El desalentador mensaje propues- to por los estudios cognitivos acerea de “la naturalidad”, caracteristica de los procesos de creacién de estereotipos y de la esencializa- cién, fue consecuencia de fos estudios llevados a cabo entre *nifios. En ellos se demostr6 que, aparentemente sin una instruccién previa por sus mayorcs, los nifios crefan que la mayoria de las categorias sociales constitufan en reali- dad “clases naturales”, con una existencia av ténoma en el universo de la naturaleza, ajenas a cualquier tipo de invencién o construccién por el pensamiento humano y que, ademas, estas “clases naturales” estaban dotadas de principios propios, simples y esenciales, es de- ir, que no eran modos de entendimiento cul- turalmente elegidos. Paralelamente, se produjo en la antropo- logia de los afios sesenta y setenta un giro hacia preocupaciones de tipo lingiiistico-se- miintico respecto al léxico nativo y su compo- sicién, ¢s decir, hacia el modo en que los rasgos distintivos 0 componentes de significa- do de este léxico categorizan el mundo a tra- vés de “prototipos cognitivos” propios de cada cultura, Este tipo de trabajos fueron princi- palmente aplicados al universo de lacultura material, dejando bastante de lado la esfera social del “uno mismo” y del “otro”. E] andlisis componencial fue sobre todo una orientacién propia de la antropologia americana y de la lingiifstica antropolégica. Quizd fue el trabajo de Mary Douglas, sinteti- zado en una importante coleccién de articulos publicada en 1992, una de las labores més sig- nificativas acerca de la eategorizacién en la es- fera social de las creencias y acciones humanas. En el proceso de ereacion de estereotipos, cl interés prestado por la ciencia cogni Jos antropélogos cognitivos a la idea dle “cog nicién laminada” (Andrade, 1995) propor- cioné una mayor profundidad en dicho conocimiento. Esta “cognicién laminada” ha- 122 srercotipos y esencializacion ce referencia alos procesostlevadosa cabo PIT eretemoria a corto plazo part Process la 1 syd ce a informacion entranne 9 coe dest fragmentaci6n en porciones familia- vésdirate procedimicnto de la memere fe Teuiy semejante al que opera en la ccreaci6n de ay stipes, que puede ser vista comaTT ENG eee gnicion kaminada” por medio de la do ae reducen. a segmentos Preexistonesy cual {a complejidad de comportamictrn f roe cas del nosotros mismos ode otros °F creme merece la pena Fecuperar 30+ Com Eeptos desarrollados cn los trabajos dela psi- cejogia social de los afios cineuenta A dan coo ay mas explicitamente de los Provege Cognitivos sobre los que descansy Ta tcoria de Ge gnieion laminada”: reuccifn de atribu~ tos y eodificacion configuracional: El primero 10S foe alude ala propension a reduc't dint | eo de eriterios distintivos en fancion de los | les un objeto 0 grupo de objetos pucde ser furgado, EI segundo concepto 5° refiere al Mroceso de agrpar varios rasBo® distingui- Pfscen uno solo. Resulta evidente que ambos procesos, que se explican Por Jas limitaciones Propins dela memoria a corto plas ‘eliminan propiersidad en el otro y actuan en La ccreacion Ge cstereatipos y la esencializacisn, donde la df rsidad de caracteristicas del ovr queda ov cida o eliminada en pro de caracteriza~ red elativamente simples —ieuando 20 hha- plamos directamente de ‘caricaturizaciones! Fstereotipos, esencializacién y orden social Estos dos concepts ¥ reacion man acerca de lac 0 de p su opinidn, este ti Completa igualdad, lo «Pr Cimpuible, de los dad”, por lo ve comP pros de un grupo estercotipader We oa Pi mio dichas cultaras logran 2/2 aa la que se ha aludido elas Samet Seden social para afrontar esta diversid TEs posible identificar al menos dose décadas bajo Stearrollado en la década de prest6 granatenciéna ial desperto See Hess maxitnos representantes 208 ae ar a yen st argumentacion de 108 "aD afectan a ctl rafica. je rodo ‘una interpretacion de cualquier mprendidos ros y medias verdades” que fuer intento de interpretacion ee ques (Mitford (1988) resulta imposiP intento de llevar a cabo Sipura” eintachable de Ta esencia chitura. Los intentos previos € Ia idea de “cogni- cin laminada” nos devuclven | mirada a la soe ein que originalmente planted Lipp- de estereotipos. En rocesos enfatiza la Tea de “esencializacién” det see EL movimiento, “etnografia textual”, os ochenta, ‘este enfoque, ¥ e€sPe- un singular interés en el trabajo por distintos antropélogos con cl objetivo de Pettar la verdad y ser capaces de generalizar hala Motos rasgos distineivos de as cuwaras que estudiaron pueden ser Tontemplades co: ae Centativas al borde del estercouiPo. En mo tenjemna linea de pensamicnto s¢ Sitia esta en el trabajo de Renato Rosaldo, qe tae que todos los reclamos de verdad soa var los antropélogos olvidan La Par: pecpjad y la “opeién por, una perspectiva cia gata inevitables en too trabajo le carn. po (Resaldo, 1989). Hosa eseudios antropalogicess Previor a tos ochenta, habian seialado ya» por un lado, tos ont diversidad dentro de cualquier cult como fatielvea través de distintos procesae de fase om de estereotipos que aseguran ec crnso social (Reendinde?, 1965) ¥s Por otro lado, sere esa que Ta variedad de estilos de vida coac en las distintas culturas sometidas critge procesas de Hcolonizacién fe, pos c= eos Piministrativas, pracuicamente simi Aancla en entidades estereotipadas (Bernard facade oy fruto de las ensefianzas de Cohit puede observarse en el trabaf® de Richard Prandler (1988) que identificé lo due pueden Hiand)etjderadas las tres “dimensiones” 4&4 ser oucion de cualquier objeto o suis di recs, del tipo de una cultura o nai6 anteniplaci6n estercoripadament “deli cote, “hromogenea” y “continua” @ travésd 1 mayor argumento en contra d uma ctncarafia quecaiga en el Peligro Cech uaereotipos es el aviso que Anthony Walla Fence resto de antropélogos para dye Tere cideren su propension a “Te fo sider jes" en el estudio, de una cores emonozean que cl verdadero Feta hall veprender que una cultura es SctMPe Coli partes una “organizacion de la divers ‘el desafio no es otro que Quiz to que influyeron et tas trimmentos antiescreialistas e030" ta En primer Lugar se balla teoria evolil By en particular, las orienticn Tapio del evolucionista darwin J. Could, quien insistié en queloquels cién ense Como en toda existencia “la cone ry ta esencia no resulta mae ig weeny Aceptar el hecho dé te diversid aa en la vida como,en cl obiete cult tanto mute la creacidn de-estereouP las de pensamien qvitar. Una segunda escuela con tna influen- fa bastante mayor fue el pensamiento cgconstruccionista, antifundamentalista y an tiesencialista cel posmodernismo en literatu- fay filosofia. Bajo el influjo de las ideas de Nietzsche, los escritores posmodernos tales como Derrida, Lyotard, Baudrillard y Fou- © cault, intentaron desde la década de los sesen- ta huir de cémodos universales sobre la sencia de la naturaleza humana, por ejem- plo, de aquellos acerca del parentesco a los {ue nos hemos referido al principio, que bus- can manejar las volitiles complejidades de existencia humana, reduciéndolas a condicio- nes ficilmente definibles y permanentes 0 @ onjunto de observaciones axiomiaticas. bien este corpus tedrico deconstrucio: nista fue extremadamente critico con el pen- samiento esencialista, se convirtié a la vez. en tuna especie de defensa del mismo o al menos en una “estrategia esencialista”. Tal fue el ca~ so sobre todo de los movimientos feministas: que, en su defensa de aquellas *mujeres y noria que habfan so per judicadas 0 estig- matizadas por la creacién de estereot usaron el mismo arma para lograr una auto- organizacién més efectiva, ganar més control sobre sus propias clasificaciones y asi poder reclamar un lugar més favorable y justo en el orden social (Spivak, 1989). Estamos presentes aquf ante un ejemplo de los “*procesos de categorizacién” en los que la creacién de estereotipos y la esencializacién producen como respuesta nuevos estereotipos y esencializaciones opuestas; simplemente en lugar de permitir este frecuente “proceso de categorizacién”, éste deberia ser obligatorio ten los estudios de los antropélogos: compren- der “el reduccionismo mutuo y sus implic: ciones” como una estrategia de grupo, tanto en el escenario *local como regional, nacional c internacional, para construir representacio- nes de nosotros mismos y de los otros con los ue interactuamos en Jas relaciones que con- forman los procesos identitarios (Herzfeld, 1998). En conclusidn, la antropologia, entendida como una familia de disciplinas, esté especi lizada en el conocimiento de la diversidad de Jas distintas culturas humanas, tanto en el tiempo prehistérico ¢ histérico como en la ac- tualidad y probablemente en el futuro. La *interculturalidad”, término guia de este Diccionario, es un buen concepto para refe rirse tanto al conocimiento que los antropélo- gs han alcanzado sobre la diversidad de Eulturas en el mundo como a los principales Estercotipos y esenciali acontecimientos que han caracterizado sus interrelaciones de *aculturacién, ya que es posible afirmar que dichas culturas han esta- do, en mayor 0 menor medida, siempre en contacto las unas con las otras. Sucede, y asi lo han reconocido los antropologos desde hace bastante tiempo, que los procesos de creacién de estereotipos respecto a otras culturas han sido una delas principales caracteristicas dela interculturalidad. Menos reconocida ha sido hasta fechas muy recientes la definicién esen- cialista, no del todo estereotipada, empleada en sus propios trabajos etnogrificos sobre otras culturas. ‘La presencia, si no de estercotipos, si al menos de reificaciones y esencializaciones en el estudio y la interpretacién del otro ha quiz una carga en la discusién y el debate acerca de los procesos de pensamiento, que operan en la creacién de estereotipos, que ha perdurado durante décadas, sobre todo en la medida en que afecta a los propios antropélo- gos. Sélo en décadas recientes se ha desa- Frollado un movimiento alejado de lo que Wallace denominé “duplicacién de unifor~ midades”, un desco de entender cémo se or- ganiza la diversidad dentro de una cultura para alcanzar un minimo de orden social. Si la creacién de estereotipos y la esencia- lizacién han sido generalmente rechazadas en las ciencias sociales es debido al hecho de que se hallan frecucntemente acompaiiadas de prejuicios, discriminaciones y estigmatiza- ciones del otro —véase la vor de J. Prat en esta misma obra, Este tipo de pricticas, sin duda repugnantes ¢ injustas, constituyen una clara violacién del espiritu de una época identifica- da con el influyente trabajo de Rawls, A The ory of Justice, en el cual la justicia se concibe, de una manera muy sencilla pero a la par fruto de una conceptualizacién muy detalla~ da, como la imparcialidad en las rel humanas (Rawls, 2001), a lo que deberiamos aadir imparcialidad en unas relaciones que son a la vez. interculturales. Deberfamos concluir este andlisis sobre la creacién de estereotipos y la esencializacion con esta idea de virtud moral, ya que gran parte de la literatura, entre la que se encuen- tra sin duda la antropolégica, esta motivada por la brisqqueda de esa “imparcialidad” en las relaciones humanas. Pero al misino tiempo debemos recordar en nuestro examen que I ereacién de estereotipos, en la medida en que se trata de una gencralizacién de uno mismo y del otro que no reconoce las complejidad y variaciones que contienen, sc aseineja mu Estigma cho.a los procesos de formacién de categorfas y conceptos propios del pensamiento huma- ho. En dichos procesos de pensamiento es po~ ible observar, dada la debilidad propia de la memoria humana a corto plazo, las tenden- ‘as definidas hace ya bastante tiempo hacia la reduccién de atributos y la codificaci6n co {guracional,asf como hacia la “cognieci6n lami. hada”, es decir, orientadas a la reduccién del otro en categorfas atributivas simplificadas. La ironia presente en esta biisqueda de justi- cia en medio de un proceso cognitive que Leva ala simplificacién, cuando no a la injus- ticia, debe ser afrontada de una manera refle~ xiva y sin certezas absolutas. Es decir, se encuentra determinada, y asi debe enfrentar- se, por un sentido irénico y apaciguador de dicha contradiccién presente en la condicién humana. ;Fs posible que no sirva para miti- gar lo injusto de una creaci6n de estereotipos, {freflexiva y autojustificativa, y de los no ra- zonados ¢ irracionales imperatives de lo “ca- fegérico” que se producen en las relaciones humanas? {Determinada literatura acerca de creacign de estercotipos y la esencializacién podria llevarnos a pensar que asf es! Pero no nos dejemos llevar por ello. Bibliografia ALLPORT, Gordon W. (1954): The Nature of Pre- “judice, Reading: Addison-Wesley Publishing. ANDRADE, Roy d’ (1995): The Development of Cognitive Anthropology. 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LISMO, CULTURA, DIFERENCIA ¥ DESIGUALDAD, Diferencias naturales y diler ncias sociales, DISCRIMINACION Y SION SOCIAL, ESTADO-NA§ PGMA, Etnocentrismo y relatiz vismo cultural, Extranjero, Fronteras politi cas y religiosus, Global y local, HIBRIDAS CION, IDENTIDAD, INTEGRACIONS Integracién rcligiosy, Interculturalidad, MINQS RIAS, PATRIMONIO, Racismo y neorracisag mo, Sujeto intercultural, TERRITORIOSS TRABAJO. f CION, F Estigma Eximol6gicamente, el concepto griegost ‘ma significaba la marca 0 sefial indeleble, nO malmente hecha con un hierro candes como pena infamante y signo de *esclavi El estigma y la accién de estigmatizar, tant@ en griego como en latin que recoge sin mo car el original griego, eran siempre un mouy ddedeshonra y una forma clara de infamar guien. El fendmeno de la estigmatizacion© tiana conserva la connotacion fisica primera designa las huellas que en forma dellagas recen en los cuerpos de algunos santos om cos como prueba de su participacién 4 pasién de Cristo. El Poverello de Asis, Catal de Siena, Gema Galgani, sor Patrocinto padre Pio de Pieltracina son algunos de lo 508 més ilustrativos de esta segunda act dela que aqui no vamos a ocuparnos, Erving Goffman es el autor de undi titulado Estigma. La identidad detertomm (1986) enel que, después de revomar la defini- {Gon ctimoldgica y sefialar que los signos del stigma “consistian en cortes o quemaduras gnel cuerpo, y advertian que el portador era nesclavo, un criminal o un traidor, una per- gona corrupta, ritualmente deshonrada, a quien debia evitarse, especialmente en luga~ es publicos” (1986: 11), pasa a referirse al uso jctual del concepto original y establece tres _grandes tipos o Ambitos de estigma: I) las abo- ininaciones del cuerpo -en el sentido de pe: sonas con deformidades fisicas-; 2) los defectos de cardcter del individuo ~perturbaciones mentales, adicciones a drogas, alcoholismo, intentos de suicidio, ete.— y que podriamos calificar de abominaciones del espiritus y, nalmente, 3) los estigmas tribales, es decir, aquellas abominaciones derivadas del ius san- guinis, del ius solis y también de la religién y que son transmitidas por herencia. En cual quier caso, tanto la discapacidad fisica como Ja tara psiquica,espiritual o moral o los orfge- nes socialmente dudosos, se rodean de aquel halo de contaminaci6n y tabd, en la termino- logfa de Mary Douglas, que convierte al indi- viduo ol grupo afectado por el estigma en el “otro” por excelencia. Es ahi cuando el con- cepto de estigma ~que, dicho sea de paso, ja~ mas figura en las grandes Enciclopedias 0 Diccionarios de Ciencias Sociales se enlaza, confunde 0 imbrica con otros grandes con- ceptos que sf aparecen, como son el de *alteri- dad, desviacién, *discriminacién y exelusién social, etiquetaje, *gueto, marginacién y otras similares. Coral Cuadrada (2003), una historiadora medieval, ofrece una buena tipologia de la.es- tigmatizacién y la marginacién en la Edad Media, basada en criterios variados. Mencio- na el estigma econémico, en primer lugar, ¢s decir, la pobreza del vagabundo, del mendigo, de los pobres de solemnidad que deambula- ban por pueblos y ciudades; el estigma *étni- co, que en el caso espaiiol afectaba a los judios, 1 los moriscos y gitanos, que vivian rodcados del menosprecio explicito de los cristianos viejos; cl estigma fisico de los discapacitados, disminuidos, mutilados y también de locos 6 afectados por enfermedades contagi siendo la lepra la enfermedad estigmatizante por excelencia; la estigmatizacion juridis forzosa, referida a esclavos, siervos, campesi nos de remensa y todos aquellos cuya propi persona no les pertenece, y, en quinto lugar, el ¢stigma por raz6n de edad y *3exo, que in- clufa en primer lugar aquellas criaturas aban donadas en hospicios, orfanatos y casas de Estigma expésitos y también, en el otro extremo de la vida, los viejos desamparados y asilados, Cua~ drada sefiala que, en un contexto claramente patriarcal, el dominio de género podia ser una losa para el sexo femenino con ribetes fre~ cuentes de estigma y *violencia doméstica y social. La estigmatizacién moral, por dima, afectaba a aquellos pobres que, ademas de serlo, eran asimilados a jugadores, borrachos y blasfemos. Otras categorfas de estigmatiza~ Gin no tratadas explicitamente en la tipolo- gia de Coral Cuadrada pero que se dejan entrever en su texto son: el estigma sexual ~prostitutas, homosexuales...—, los desviados rligiosos—herejes, sectarios, milenaristas, in- fieles, paganos, conversos— y, finalmente, los acusados de brujeria, victimas predilectas del santo tribunal de la Inquisici6n. Si sintetizamos lo dicho podemos obser- var que los mismos eriterios que nos sirven para clasificar ¢ identificar socialmente ~gé- nero, edad, lugar de origen, familia, etnia, clase, profesi6n, adscripcién religiosa, ete.— son también los elementos clave para marcar el cardeter polucionante de ciertos individuos ogrupos que, desviados de la norma hegemé- nica; caen de lleno en las diversas categorias del estigma. Teresa San Romén (1991) en uno de sus textos clisicos sobre marginacién se pregunta: qué es aquello que define la marginaci6n y la Exclusi6n social? Y su contestacién es contun- dente: el acceso directo a los recursos disponi bles o, mejor atin, las restricciones impuestas a determinados grupos para que puedan acce~ der libremente a los recursos citados. En una direcci6n similar también nosotros podemos preguntarnos: gcudles son los sintomas o las marcas que denotan la estigmatizacién del marginado o del excluido, precisamente en su condicién de estigmatizado? Para contestar al interrogante hemos re- currido, en primer lugar, a la bibliograf antropolégica y sociol6gica sobre método bio grifico referida a colectivos de estigma- tizados. Y, en efecto, desde la Escuela de Chicago hasta la actualidad, los ejemplos son abundantisimos: delincuentes, jack-rollers, la drones, asesinos condenados a cadena perpe- tua oa muerte; hobos, homeless, sin techo, sin hoga abundos, némadas urbanos, clo- chards, nitios/as de la calle, pequetios harragas, miembros de gangs, gamberros, loubards, bar jots, pachuchos, malandros, punketas, chavos banda, latin kings, sicarios, okupas..; taxi- girls, prostitutas, de la calle y de barrio chino 0 ‘de alto standing, cabareteras, homosexuales, PEE Fstigma 126 sana igualmente én miuchos sin techo qe dear. cma Bian por los barrios de nuestras ciudades es due setrata de cuerpos mal nutridos, faltos de Mhigiene usual, que desprenden suciedad, entendidos y lesbianas, chaperos, un he frodita famoso —Flerculine Barbin— Glamente analizado por M. Foucault Hterchos y alcoldlicos, andnimos © na, dra tradictos de grifa, marihuana, heros, E255 ta ce mal olor corporal y quest descutdo ge Baer. ; handicapés, discapacitados fisicos 0 sw elizado, desde la perspectiva de los pard 0 erat sits, parapléjicos, ttrapléjicos, aque- mere onvencionales, los convierte en una yados de esclerosis maltiple, ciegos, eniermes primera barrera que separa y contarhinas Haepicos de cdncer y de sida, enfermos menta- Tage marcas fisicas, en segundo lugar, Ys Por Kevesquizofténicos, paranoicos, delirantes, °° vas on la indumentaria nos evan directa tes oedos por cl sindrome de Down... Ese ene cl zentido etimolégico ya referide del jgundo lugar, prologué un libro de i jo, eatigmia como marca indeleble encl enero de Pio por Daniel Pifil (2003) y alguien ave permite visualizar su condicion iMelfamiliari- degradante, pero tambien, en un sentido mas positivo, nos indican la pertenencia aun de powninado grupo, Las marcas con hierro can ‘Wine de los esclavos ilustrarfan la primera cetvante mientras que la circuncision entre Ios judios ola ablaciéa del clitoris en grupos res, coordina’ Citulado Historia dels altres, que vvcon diversas formas de estigmatizacion en | elambito de la historia local, \\ ‘A partir de esta doble aproximacién se fue | dibujando un mapa conceptual que, en nes | tra oj os grandes ejes del ima~ | ginario colectivo sobre Clestigma. Paradesa-_africanos ¢ jslamicos lo serfan de la segunda, | Sintlarlo vamos a tener en cuenta los pun- tras sefales corporales visibles ~quemadu- i tos siguientes: el cuerpo, las marcas ‘eicas ras, cicatrices, escarificaciones”, consce™cii | corporales y la indumemtaria, el bajo nivel de los. titos de paso ¢ iniciacion en Las socieda- | de instruceion reglada, el oficio 8 cocupacién, des tribales, quiz tengan su correlato en los te instagos ingresos obrenidos yun nivel de SRA ‘de los presos, en los brazos agujerea~ saeite los yonqis 0 en el caca vez. mas exten deg arte del tatuaje o del piercing, De todas formas, posiblemente sea el color de la piel y soos magos de} esquema gestual o corporal Sfguello que més claramente define y «ie | | pobreza habitual, el habitat familiar, también if Pop vioo eerritorio en el que se vive ys final: iB | mente, una desconfianza mis o menos gene- fi mead hacia el estigmatizado. Veimoslo. | } Tixaminemos en primer lugar el cuerpo 0 ta percepcion del cuerpo. En una primera me aaa a unos grupos de otros. El caso de los i ja Fe panordmica parece como sicl cverpo de Bre itocalificados como “calés” —que fos exigmatizados estuviera devaluado, en © Beifica “negro”, en el idioma cal6 bel | tos tido de que o bien no les pertenece porde jemplo en esta direccion entre otros ‘muchos. | se propiedad de otros o bien poraue se 51468 oe Pestido convencional es una caracteristi prep erpo de segunda en su condicion de® de *integracién en el sistema, el mante : de tio, mal euidado o despreciado. Elleaso never, Pre Shligacion o por gusto, fuera del | paradigmatico es el de los esclavos, ae s° ae diene unas claras repercusiones ind “| 4 compran y venden, 0 el de las prostitutas, cu -mentarias. Pensemos, por ejemplo, cn lasso sos servicios sexuales vehiculados a trayes ‘lel pas viejas, gastadas, rotas y stclas de mucho Mirerpo son objeto de transacei6n econdmca. peter, signo eviciente de su desarraigo, Oe: ! cae so enee ls alusionesa castigos fisicos la re amentasia bien estudiada de detente y torturas corporales ~prineipalmente Teta, nadas tribus urbanas los antiguos loubardsy Yrelacion piiblica— contra ciertos grupos Mle skins, gaticos, okupas, heavyss ete Ne ateaey Estigmatizados —judios, moriscos, gitanos, vés de su atuendo envian mensal stra prisioneros, galcotes, vagabundos, | ANOMNEEY ‘dn respecto al sist esclavos, Pantinuas y parecen haber sido una carmen algunos grupos ¢ préctica casi rutinaria, ‘También To eran 9 i principalmente jucdios y mort epectro del horror vain crescendo, os cuesPee gados a proclamar su condict rimeros, 0 azules 108 Geepedazados, descoyuntacos o quemados ‘de sambenitos 10}0s los p 7 bigas, brujos, milenaristas, c&taros, here} gaundos. El ya citado Ervin Goffman y Lewi pero ademés de socomitas y riptojucios, ee scter, expertos on insticuciones #98) Pere Moos ellos de los tribunaleslaicos ros forme Tespectivamente, han sefialado ¢ Hela Inquisicién. Otra caracteristica de os portante papel del uniforme en interna manicomios, Pay guerpos estigmatizados ~aquit pensames de hospitales, leproserias, Ce Poe capresdiarios, condenados a trabajos ices reeeles, cuarteles y tambien €9 Jigiosas y monasterion & nicomios, pero Us, rdenes Fel forzados, inquilinos de los n 3 deben vestt de de pertencnic > ie bro smo siz jon, el sl Ss dominantes 5 op, vieariament To cierto 6s qu exite 0 incon pure viguezt powles & Silo de forma primar Ges prostitata de calle a jeidepger?s & debajo de un pucn Haberlos, pero sera la aa la regla, ¥ Com _ prostitucion y ¢ jayel 1 qué direme ciosy ocupaciones del Jos antiguos mas modernos— dades econdmicas Fel ctravantes, esquilador artesanales del hi Yenta ambulante. Mu hhasta el siglo XV vive ros, tejedore: por su relacion CoP fhanzas hubieran pod Jos grandes 1 fueron precisame por decreto accede Bien a las ordene: cargo de! "Todos 0 casi tO pos estigmatiz Goupaciones de ese que puedan ser do tanto para Soficio mas vie} Jadrones 0tf08 P ilicitas 0 delictivas tipo asocia Ta inca para integra Gional con aq rasitos”, mneapace de la mujer ¢ sudor de st cidn, ligada oficios mas omen iones poco cual je form: Hpesde la perspec hi Ata sido un privilegio 4 ¢ hemos ¢ ea de Willian Blake © de ‘oa un clocha Je se entusiasm ebay Ulysses de Joyce? Sem ‘erro y del mmadas. De los musul Ebro catalin, conocernos pecuarias y también ae v0 tintOrerOs+ nel comer Jido acces Tas profesiones Hberales 2. ‘édicos de las ¢ te judliosy ala univ das 0.4 cua ‘eclesidstica. ros de gru- agra ia jurisdicciom Jos los miemb' juello de: J, para instr a: gal excep tinuiaremos 5 J vagabundaje con la ig Tanalfabetismo mis patentes junto cuarto~ matizado: de 10s yefan activi- on el ganado Jos trabajos mimbre y con 1a nas familias eran nO- manes ¥ MOriscosy ven los margenes del sus actividades agrO~ ‘muchos €F@ Jos estig gitanos ~como tam sabemos que ee Jacionadas €0 res 0. CON aso prest lucrativas- las mujeres de Gel mundo” como P: pacica se en el mundo 1s “son vagos, del esfucrz0 ie bien para gan! frente. Es esta 4 la supervivencia pecificos To que conduce 2 St nos 1nes| ficadas, a uniformada a instruc uc 10s © jan reservado para st gussacerdo- stablecido de ste una conexiOn Para de- guien imagina Narnante de fa pros {a filosofia de 1d alcohélico que na con Rilke: ‘mente debe sion que confit- ‘ociando la noran- istérica, I succiOn. delos ofi- De dad deplorables. an alfare- 'A Hos judios, qe cio y las altas fi- ‘der al undo de thas épocas ortes CUFOPE: se les probibi jersidiad y tam lquier otro gio social ~ jo dicho es vali- Ja vida con su vd del estigmatizade oral conven flojos y P2~ <| hombre © rata de instrtie- na través de ‘ode ocupa- ruacionesde povre7s@ de miseria, nuevo F2 jo compartido por un BUSH praimero de estig~ Bo comnttos y que realza aan mus 8 nivel de Tatigmatizacion. De neve haflamos el ester sripa de que un negro pobre parece mas ne- Fo, una prostituta ¥ici8 miserable mas puta en fin, wa moro rico Ge) ile serlo para con yo an Melen un arabe digno 4¢ r05PS0 adula- vi por sus ique7ss posicion 1 al. 1[y pabreza, en general, ‘conlleva Uhos pacios vitales, privades pablicos, marcados Mor la subalteridad. O869 Tewis,al referirse a Foes Vista, la vecindad del IDF mexicano aeete vivian Los higos de Sanches (1971), des- Cribe unas habitaciones. > s Cae stones muy Feducidas 6” Tas que 10s ‘miembros de tas fasnil mn in Las ini condiciones hhigiénicas ta de agua corricntes iD entilacion y @ Tamudoen un estado de abandorey de sucie- geagan Lewis, eta amnfere Favreia ta promiscuidads | Violencia fisiea y Trragresion verbal y ptquict: rasgos de st ta aBovertida Cutsura de 1a ‘Pobreza (1969). cole que refiere a Tos esPacios ipiblicos, © Nels Anderson, en 30 clas ‘monografia The Meo (1923), quien nos describe eo precision Hobo submando de calle}¥elss, ‘parraconesy et Magarantes baratos, PensiQnes Y prostibulos staifa proliverado en el cent del nudo J yiario de Chicago donde coe nomads fosretcon oe babien jatalade 0 provi- sionalidad caracteristica. ‘Los suburbios, ba- sions, Didonvilles'y villas miss con sus ‘utocons- rrapolas, favelas y cuartuchos de Craceion no parecen haber cambiado desde tractranpos de Anderson y de Lewis y, des~ os tieridmente, caracterizan los “extrannuros Beare grandes crudades de los eA, continen- fea, desde el Primer al Tercet Mundo. Tniciabamos la present de} estigma hablando del gy camo un mcieo duro a barreras, fronteras ¥ om el estigma yl ecen eel cuerpo lo que contami es yeqe esta totaicad ea persone stigmati- aoa que es repudiada Y despreciada. Goffman, como se recordara, ‘subtitula su bi reno “la #identidad de ‘pro sobre el estigma pre prada”, Y efectivarmente es 68k identidad verreviorada, como algo que nO completo i puro, la que nos encami hacia Otras a80- nr Ryones simbolicas. CAre™ fernand (2001), por evemplo, en UN hermoso arviculo ‘el porque jos *hibridos, 2 Jos bastardos Oras conversos, que poset UNE Tias pobres se amont? que jos que no. Pero no ara los analt Jos mestizo8 meee inas ——————_ Etnicidad doble identidad, tradicionalmente han sido Vistos como seres desleales por naturaleza, precisamente a causa de ese doble origen, El Ribrido cs, pues, monstruoso, ya que su iden tidad es conflictiva y se aleja de aquello que es 4uténtico y completo. Y, como ya sefalé Mary Douglas en su famoso libro Pureza y peligro Un andlisis de los conceptos de contaminacion y jab (2000), en muchos sistemas simbélicos, Solo lo que es completo es puro y santo. El es figma, ya sea fisico, moral o tribal, es siempre tna marca de imperfecci6n y de falta de com- plitud, lo que confiere a su portador, el estig- poatizado, su cardcter triplemente impuro, contaminante y peligroso. Bibliografia ALLUE, Marta (2003); Discapacitadas. La reivindi- cacién de la igualdad en la diferencia. Barcelona Edicions Bellatera. BARBIN, Herculine (1978): te Alexina B. Presenté par Paris: Gallimard. BERNAND, Carmen (2001):“Laimposiblelealtad, ‘oel conllicto entre la naturaleza y la filiacion”, ‘en Dascal, Gutiérrez y De Salas (eds.), La pliera- Tidaely sus atributos. Usosy manerasen laconsirie~ cid de la persona, Madrid: Fundacion Duques ‘de Soria, Biblioteca Nueva, 191-209. CUADRADA, Coral (2003): “Pobresa, margi- acid i sexe a l'edat mitjana”, en D. 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Segregacin, TERRITORIOS, VIOLEI CIA POLITICA, Xenofobia y xenofilia, tnicidad 1 modo de constatar el surgimicnto de Jas ebyias en los procesos de *modernizacién olio lo constituyen las definiciones que han dado a partir del s. XIX. Los a ‘ tropdlogokde este siglo XIX y otros estudio describen Idx origenes colectivos y el desarroll {unanos hasta nuestros dias como Sse tratara de ipa manera primitiva y atadaaly suelo y ala sanghy. Frente a este procedimien to de constituir lod grupos étnicos se enconts Ha el *moderno y/o eivilizado: las etnias seria tuna forma especifica Ne juntarse que tien Mauividuos pertenecienes a una determi tolectividad, Esta forma\le agrupar deraba no solamente diferente, i Ge trata del nticleo duro ey que descansa mayor parte de las definieiones de la el préeticamente hasta la actual\lad: neste sentido es mas quy ilustrati jon de etnia que propoxciona: Tepk Loh caractene defi nard a finales del siglo XIX étnicos comprenden todos los hed sultan de la asociacién de hombreSentte sea etal fnere el movil que los guia, 1 dad de vivir en sociedad, el caprich pasiones bélicas. La unidad nacional y 1 picion de las provincias autonomas oF formas mis elevadas de esa ilustrada #58 ion, Las pequefias tribus de los todas, miembros estin unidos por los lazos 236 nos isalto quese pacio 5, que ypor bies y 237 subsaharianos~ que se expulsan/con rapidez y facilidad, ¢No se estard creando también un orden racial tripartito? liografia tensysin America”, en A. W. Doane y E. Boni- Ia Silva (eds.), White Out. The Continuing Signifitance of Racisnf. New York: Routledge, CURTIS, LP. (1971);Apes and Angels: The Irish- ictorian) Caricature. Washington: George Washington University. MARTINEZ VIIGA, U. (2004): El Bjido. Discri- minacién, Exchgién Social y Racismo, Madcid La Catarata, ROEDIGER, T. Ip. (1991): The Wages of White~ ness: Race in fhe Mking of the American Wor- = (2002): Colofed White\Transcending the Racial Past. Berkeley: University of California Press. — (2005): Wrking Toward Whitencss. How Ame- rica’s Impuigrants became White. New York: ion", en G. Nash y R. 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A este respee- to ¢s significativo que el reconocimiento de los derechos de las minorfas surja a partir del s. XIX de las tensiones nacionalistas y étnicas gus darn orgen ala Pmers Guerra Mun- ial. Posteriormente diversos organismos internacionales ~Sociedad de Naciones, UNESCO... van dando forma a la defensa de minorias nacionales hasta 1992, cuando la ONU aprueba la Declaracién sobre los Dere~ chos de las Personas Pertenecientes a'Minorias ~seguida de otros manifiestos de la Unién Europea através del Consejo de Europa a la que los Estados deben adherirse propugnan- do medidas *positivas y no s6lo negativas co- ‘mo la no-discriminacién. ‘Aunque en el pasado la mayor parte de las comunidades politicas organizadas fueron multiétnicas por conquista, comercio o *mi- graci6n, normalmente se utiliza un modelo idealizado de comunidad “pura” en que se comparte, y se tiene en comtin, ancestros, len- guaje y cultura, Para alcanzar este ideal, se intenta eliminar a las minorias a través de ex- pulsiones 0 *genocidio, se las asimila forzosa~ mente, adoptando el lenguaje, la religién y las costumbres de la mayorfa 0 se trata a sus miembros como *extranjeros sin derechos, Sc ha pensado frecuentemente que las mi- norias son un producto del aislamiento que las mantiene separadas de la mayorfa, pero esto no es asf, sino justamente al revés: las minorfas son medios de estructuracién del contacto, La base racial, religiosa o étnica que suponelaasignacion ala categoria deminoria proviene de las relaciones de poder con que un grupo trata de justificar su posicién res- pecto a los demas. La adscripcién al grupo se produce através de *diferencias fisicas y *cul- turales reales o imaginarias, mitos y formas de sanci6n religiosa, “En suma, las minorfas étnicas son grupos sociales que se distingnen de la mayorfa de la sociedad, ala que pertenecen, por determina dos rasgos como la lengua, el origen nacional, la religidn, los caracteres fisicos, el orden de valores o las costumbres. Objeto de diserimi- nacién o represién, las minorias responden 0 bien atenuando las diferencias 0, por el con trario, acentuandolas. Charles Wagley y Mar- vin Harris (1958) han identificado cierto niimero de caracteristicas de las minorias: son segmentos subordinados de sociedades com- plejas; sus rasgos especiales, fisicos o cultura Tes se tiencn cn baja estima, y constituyen Minorfas unidades muy conscientes de sf mismas y con- solidadas por esos rasgos especiales. En oca- siones puede ser ventajoso mantener sv posicidn aparte o les esta prohibido ascender. Suele haber endogamia. El rango esasignado, pero los individuos pueden rechazar o asumir tal categorfa, Esta temprana incursion en el estudio de minorfas ~indios, negros y emi: grantes curopeos— mostré cémo la situacién empirica es muy diversa y compleja ‘Asi pues, el estudio de las minorias cultu- rales tiene que ver fundamentalmente con el tango asignado, la presentacién de uno mis- mo, el simbolismo y la *identidad. Los miem- bros de una minorfa comparten ciertas ca- racteristicas subjetivas —conciencia de si mismos, sentimientos de pertenencia, sistema de creencias~ u objetivas —nombre, lengua, apariencia fisica, indumentaria— que les dis- tinguen de la mayorfa nacional. En 1985 la ONU lo ha definido incorporando estas caracteristicas: grupo de *ciudadanos del Fstado, en minoria numérica y posicién no dominante en él, dotados de caracterfsticas Etnicas, religiosas o lingiiisticas diferentes de la mayorfa dela poblacién, solidarios entre si yanimados de una voluntad colectiva de su~ pervivencia y con aspiracién de igualdad, de hecho y derecho, con la mayorfa (Grin, 2004). Esta lista de criterios presenta ciertos pro- blemas. Por ejemplo, la inferioridad numé- rica no siempre presupone inferioridad politica, como muestra el caso de los afrika- ners en Sudéfrica o los criollos en Sierra Leo- na (Cohen, 1981), y viceversa, una mayorfa comola de las mujeres puede ser minoria po- litica, Ain mAs, un mismo actor puede ser mayorfa ~catalin en Catalufia~ y minor =musulman-. Por otra parte, las caracteri ticas que remiten a la etnia, la cultura, la religion, la lengua ola presencia antigua y du- radera en el *territorio, sobre el que se extien- de la *jurisdiccién del Estado, incluirian a ciertos grupos étnicos, por ejemplo, indigenas o sefardies, pero podeian excluir a otros como Jos cmigrantes olos actores sin papeles que as~ piran a conseguir la *ciudadania del Estado fen cuestién; una categoria con mayor peso que el estatus de minoria, La paradoja es que, en cierto modo, no hay un pueblo que no sea emigrante los indios americanos proceden de Asia... y la cuestién es en qué momento se erige la *ontera temporal que le convier- te a uno en “autdctono”, o qué grado de an- tigitedad legitima a una minorfa. Similar indefinicién plantea la “voluntad” de preser- 238 var las caracteristicas que marcan la iden tidad colectiva del grupo. Puesto que las identidades cada vez mas se aprecian como vyoluntarias, cambiantes y miiltiples, es dificil hablar en nombre de “una” minoria de origen marroqui o asiética, Muchos de los miembros de estas minorias son ambivalentes respectoa su identidad diferencial; por ejemplo, algunos jévenes que adoptan un estilo de vida 0 valo- res incompatibles con las tradiciones de su grupo de pertenencia o, por el contrario, los que se aferran a una imagen *fundamentalis~ ta, ideal y sin cambios del mismo. También la identidad en muchos casos es situacional, es decir, surge 0 se crea en ciertos contextos co- ‘mo respuesta a adaptaciones concretas. Pero ademas, desde Ia publicacién del texto de Barth (1969) se ha rechazado la idea de que los grupos étnicos son definibles en razén de su inventario de rasgos culturales comparti- dos, Los “limites de un grupo étnico se cons- truyen por autoadscripcién, en que las gentes eligen unos pocos atributos culturales —vest do, lenguaje...— como signo de su singulai dad. Se supone que tienen una descendenci compartida a través de la nartacién, con me- morias de migracién, sufrimiento, ete. Prec samente la urdimbre de la biografia personal y la narrativa colectiva genera un podero- so sentimiento de identificacién con el grupo etnico. Resulta indudable que se evoca una dife- rencia respecto a la mayorfa, pero cabe tam- bién preguntarse: qué es una mayorfa?, des algo estable? Una mayorfa no es algo monol ticoy depende del contexto. Al igual que oct- rre con la minorfa, se puede ser a la vez mayoria y minoria. Hace ya tiempo, Clifford Geertz, (1973) se refirié al carécter problema- tico de las naciones y culturas nacionales, ana- lizando la tensién entre los sentimientos primordiales enraizados en las diferencias premodernas de lenguaje, religién y herencia cultural y los sentimientos civiles instalados enlaciudadania. Las naciones se construyena través de imaginerfas nacionales que impli- can jerarquias en la ciudadanfa del Estado. Quedan relegados a la condicién de minoria €inica o racial quienes tienen una identidad cultural marginal respecto a la cultura nacio- nal, Sin embargo, si la base del poder del Estado se hace problematica, las minorias pueden tratar de hacer realidad sus propias aspiraciones nacionales, En muchas ocasiones el imaginario nacional se cuestiona por los que se encuentran atrapados entre Estados y naciones, 239 rios p politi elcar ocult “ester princi Ios Ife mécri sector D mino: el dise tales. radigy el me valore étnica que c nnacior tiales quien: medic y.difu tidad afiem: signifi etnoct pacita cles. nascar blica actual injusti ticular lairru enlac rian pr las mit laclab blicass casde de los La por si de ma gesti6i encias srencia alados uyena impli- seta ninoria ntidad. unacio- der del sinorfas propias sasiones, por los stados y 239 La movilizacién de los grupos minorita~ rios plantea muchos problemas de naturaleza politica y étnica. En primer lugar, ¢] acentuar El caricter distintivo de una identidad étnica o cultural lleva el riesgo de reforzar ciertos *estereotipos. Pero, ademis, la aplicacién del principio de ‘representacion es muy delicada: fos lideres comunitarios no son siempre de- mécratas y provienen muchas veces de los sectores mas conservadores. Desde la década de los ochenta el término minorfa se ha convertido en algo cotidiano en dl discurso piiblico de muchos paises occiden- tales. Ello se explica por estar asociado al pa~ radigma del *multiculturalismo que rechaza cl modelo de *integracin por asimilacién y valora el pluralismo identitario, Las minorias Ainicas —formadas por sumas de emigrantes que convergen sobre un mismo espacio—y las nacionales comunidades hist6ricas 0 territo- rales preexistentes al Estado-nacién— ad- Guiercn en este contexto nuevos derechos y medios especificos para preservar, impulsar y difandir su *patrimonio cultural, La iden- Tidad diferencial deberfa ser una identidad ‘firmada y positiva frente a la que se atribuye como negativa. Pero, por otro lado, el uso del término su- brayalesresgos de ragmentacién inherentes a las sociedades posindustriales. Puesto que todo grupo se puede afirmar como una mino- tia un conjunto de individuos. desfavo- recidos por la sociedad por una diferencia significativa que no es necesariamente de tipo etnocultural como los homosexuales, disca~ pacitados, maltratadas, jubilados, sin pa- cles... los que se presentan como tales wusean obtener del Estado o dela opinién pti- blica un reconocimiento de su sufrimiento actual 0 pasado y una retribucién de las injusticias. Esta profusibn de identidades par ticulares en concurrencia hace que se hable de [a irrupeién de una sociedad “balcanizada”, en la que los principios universalistas no se- rian preferentes (Armony, 2004). Los temas de las minorfasabren un nuevo campo de accién: Jaclaboracién y evaluacion de las politicas p blicas donde se encuadran las cuestiones clisi- cas de eficacia e igualdad en la administracién de los recursos del Estado. Las cuestiones de las minorias no existen por si mismas; constituyen también asuntos fe mayorias 0, més fundamentalmente, de gestidn de la diversidad. La diversidad étnica, Tingtifstica y cultural esté construida sobre el conilicto y la amenaza. Se organiza sobre ‘el conflicto por la confrontacién de *alteridad Minorfas que exige y por el poder material y simb6li- chqnesupone. Y se construye sobre la amena- ‘za porque las fuerzas econémicas, politicas y Sociales tienen como efecto erosionar la diver- sidad objetiva. Frente a ésta, la diversidad subjetiva, de la que nos percibimos cotidiana- mente, tiende a aumentar en razén de los flu- jos migratorios la intensidad del comercio Internacional y la reafirmacion de identida- des étnicas tradicionales. Derechos de las minorfas La proteccién y promocién de las mino- fas ocupan un lugar importante en la accién de las ofganizaciones internacionales y estan asociadas a un andlisis moderno de los proble- mas que plantea la diversidad. La idea de la diversidad no s6lo contribuye a la vitalidad del cuerpo social, sino que es indisociable de un funcionamiento democratico, segdin han puesto de manifiesto Wieviorka y Ohana G001). Sin embargo, los derechos de las mi- norias son objeto de debate en las ciencias ociales y politicas. {Qué es el derecho ala diferencia? gEs una donacién, un deseo in- tangible o una diferencia identitaria o contin- gente? ;Hablamos de derechos colectivos © individuales? Bésicamente hay dos teorias al respecto: as aspiraciones de las minorfas 0 se entienden como una remisién comunitarista del individualismo, en que reposa el liberalis- mo politico ~propio del mundo anglosajén-, ‘0 se consideran tin ataque contra los valores republicanos —Prancia. “Tanto en la tradici6n liberal como nla re- publicana se parte del principio de que los particularismos de los individuos atafen ala Esfera privada, y de que el Bstado debe tratar a todos los citidadanos de manera igualitaria Sin intervenir ni privilegiar su especificidad. Si acaso, frente ala diversidad racial ya fin de articular una politica eficaz de no diserimi- nacién, el Estado puede ofrecer formas de discriminaci6n positiva para garantizar la igualdad de los ciudadanos. En este modelo el punto débil estén la lengua, que obviamente ho se puede “privatizar™. El vasco o el hopi son la expresién de una cultura y de una iden- tidad y la asimilaci6n forzosa contraviene los principios de justicia. S| debate se plantea sobre dos ejes que, en gran medida, se superponen: desde las ciencias sociales se opone individualismo a *comunitarismo, y desde el Derecho se con- traponen los derechos individuales a los co- lectivos. Segiin Tylor, desde las filas “comuni- Minorfas taristas” y, por tanto, desde el reconocimiento de derechos de las minorfas como derechos colectivos (1993), la “politica del reconoci- miento” es una exigencia de los grupos mino- ritarios o subalternos debido a los nexos entre reconocimiento ¢ identidad. La identidad se moldea en parte por el reconocimiento 0 por la falta de éste ~una forma de opresi6n—. En un primer momento la politica del reconoci- miento igualitario ocupa un lugar crucial en la sociedad a nivel individual y en la esfera piblica. Es una vision universalista que su- braya la dignidad igual para todos los ciuda- danos. Un segundo giroes el de la “politica de la diferencia’, el reconocimiento de la identi- dad nica de un individuo 0 grupo por ser distinto a los demés, lo que impide una asimi- lacién a la identidad dominante 0 mayorita- ria, La politica de la dignidad universal es cic~ ga alas diferencias, es decir, las homogeniza; {a politica de la diferencia redefine la no dis- criminacién exigiendo que se trate de un mo- do diferente la diferencia, Pero no es una me- dida transitoria, como se pensé al principio “mientras se nivelaban las diferencias—, sino algo permanente, ya que implica la propia ideatidad y uno no debe perderla. Son dos modos de politica que comparten el concepto bisico de igualdad de respeto: uno se centra enlo que es igual para todos, otro en lo que es diferente o particular. Una sociedad democrética deberfa recono- cer el derecho a la diferencia, Esta légica plan- tea un conflicto con la del liberalismo, fundada sobrela primacfa de la persona y la igualdad de los individuos o la defensa dela diversidad cul- tural como derechos individuales (Habermas, 1999), Otta idea del liberalismo ciepo ala dife- fendi 6s la qUE soqtiane que lx polite pasda ofrecer un terreno neutral en que podrén unis sey coexistir personas de todas las culturas, siempre que se hagan ciertas distinciones: pi- blico-privado, politica-religién. Pero los prin= cipios ciegos a la diferencia -el propio li- heralismo— no son neutrales: constituyen también el reflejo de una cultura hegeménica —hablar en cristiano—, un credo combatiente. El pensamiento liberal sobre los derechos de las minorfas contiene sus dosis de "etnocentris- mo y de generalizaciones. E] debate actual intenta la posibilidad de reconciliar los dos enfoques, procurando justificar los derechos desde ef pensamiento liberal y tratando de en- contrat respuestas moralmente defendibles politicamente viables en las democracias (Kymlicka, 1995). Para Kymlicka, la exigencia liberal de igualdad entre todos los miembros 240 de la sociedad supone que, en el acceso al mis- mo conjunto de posibilidades es decir, en cl contexto de eleccién-,ningtin individuo deb. ria tener desventaja por el azar de su ni miento en una 1 otra comunidad lingiistica 0 cultural. Los derechos especiales para las mi- norias no son privilegios, sino disposiciones para restablecer la igualdad. A esto se respon- de que la identidad es evolutiva y la composi- cién del grupo no constituye algo objetivo y permanente, los individuos se asimilan o pue~ den tener distintas y cambiantes identidades, por lo que las minorias se diluyen. Pero no hay que olvidar que los ataques y cuestionamien- tos a la minorfa favorecen a la mayorfa. Sila minorfa debe ser tratada como secundaria y contingente, ello también afecta a la mayorta. Tras estos planteamientos, hay presunci nes del trato uniforme en las sociedades ac- tuales, que se fundamentan en valores: en definitiva, se trata de los juicios y creencias de Jo que es una buena vida. Las minorias no siempre comparten la definicién pablica delo bueno, un juicio en el que ocupa un lugar im- portante la propa integrided y vitalidad de as culturas, La lucha para el reconocimiento por el Es- tado o los organismos internacionales ha sido uuna constante en muchos grupos minorita- rios, Puesto que las minor‘as son, por defini- ci6n, mds vulnerables a las actitudes *racistas ‘0 *xendfobas, la mayoria de las sociedades de- mocréticas han adoptado medidas para pro- tegerlas:pottcas de ayuda, programas de educaci6n y campafias de sensibilizacién para combati ls prejuiciosy la intolerancia. 2 proteccién de sus derechos se ha convertido en una cuestién importante para los Estados en el cuadro de las organizaciones internacio- nales. El reconocimiento de derechos parte, pues, del propio Estado-naci6n, aunque hay muchas situaciones donde las fronteras nacio- nales no tienen sentido. Esta politica ha toma- do diferentes formas y objetivos. Hay paises que han introducido diversas medidas basa- das en la discriminacién positiva oaccién afir- ‘mativa para contrarrestar los mecanismos de discriminacién sistemética y las prdcticas ra- cistas -o sexistas de las instituciones. Estas ‘medidas de tratamiento preferencial precisan de a definicién del grupo, generalmente una minoria poco representada —con respecto a la poblacién total-en la funcién pablica, el mer- cado de *trabajo o las universidades, que es objeto de diferenciacién para corregir las des- igualdades de ciertas poblaciones y promover tuna igualdad efectiva. m1 I tarie dele disti racic jetiv pues grup acto) cana lade liber que gue: por alric fame delo ciede y me cuest prese reivi migr sin racic c tase sido (19 fund raiz« afios cultu truce defer indig Laot justic argu desu nativ. deres do, y. orgar derec saniti cién que é Aune ena” ylos} etnies que | htm ue s. cult 240 I mis- cnel debe- ita © spon- aposi- tivo y » pues fades, wohay mien- . Sila aia y yoria ias de ‘as no delo arim- ad de el Es asido orita- lefini- acistas esde- a pro- vas de apara ia. La teuna toala Imer- que es Isdes- 241 La afirmacién de las identidades minori- tarias esta en correlacién con la emergencia de los “nuevos movimientos sociales”, que se distinguen de formas precedentes de movili- zacibn colectiva por la importancia de la sub- jetividad, la valorizacién de la autonomia y la puesta en causa del control social. Como otros grupos de interés, estas minorfas se erigen en actores y se visibilizan a través de diferentes canales. Sus reivindicaciones pueden ir desde la demanda de derechos especiales ~como la libertad de culto~a la revisién de la historia que se ensefia en las-escuelas a fin de que lo que se transmita refleje mejor su propia vision. =por ejemplo, la de los americanos de origen africano-. Las asociaciones de defensa mas famosas son los interlocutores privilegiados de los gobiernos que buscan el apoyo de la so- ciedad civi] para sus proyectos. Asi, minorias y mayorias se enfrentan cada vez mas por ‘cuestiones de lengua, autonoméa regional, re- presentacién politica, curriculum educativo, reivindicaciones territoriales, politica de in- migracién y *naturalizacién o utilizacién de simbolos nacionales ~banderas o festividades nacionales... Desde ia antropologia, una de las respues- tas en defensa de las minorfas culturales ha sido la creacién de Cultural Survival, Inc (1993), una organizacién sin dnimo de lucro fundada en 1972 por David Maybury-Lewis,a rafz de su trabajo de campo en Brasil en los afios sesenta, tras comprobar que las gentes y culturas de la zona estaban en riesgo de des- truccién. El 4nimo de la organizacién es la defensa de los *derechos humanos de los indfgenas y el mantenimiento de sus culturas. La organizacién publica noticias sobre las in- justicias que sufren los indfgenas y combate los argumentos usados para justificar la violacién de sus derechos. Proporciona soluciones alter~ nativasa los problemas de *desarrollo, manejo de recursos, etnicidad y relaciones con el Esta- do, y aporta asistencia financiera y técnica a las organizaciones ind{genas para defender sus derechos sobre la tierra, proyectos educativos y sanitarios. Mantiene un medio de *informa- cién y comunicaci6n de minorias indigenas que concierne al 5% de la poblaci6n mundial. Aunque resulta dificil definir qué es ser “indi- xgena’ en un mundo cambiante y *globalizado y los Estados temen el impulso dela identidad Einica que podria ponerlos en peligro, puesto que los indigenas cambian y se adaptan a la *modernizaci6n, la supervivencia cultural que se promueve no es la mera preservacién, cultural, sino la continuidad de las culturas. Minorfas Bibliografia ARMONY, Victor (2004): “Minorité”, en Gilles Fertéol y Guy Jucquois (eds.) Dictionnaire de Valtéritéet des relations intercultureles, Paris: ‘Armand Colin, 209-210. BARTH, F (ed.) (1976 (1969): Los grupos étmicos y sus fronteras, México: PCE. COHEN, Abner (1981): The politic of Elite Cultu- re, Berkeley: University of California Press. CULTURAL SURVIVAL, Inc. (1993) State ofthe Peoples: A Global Human Rights Report on So- cieties in Danger. Boston: Beacon Press. GEERTZ, Clifford (1995 [1933]): “La revolucién integradora: sentimientos primordiales politi caccivil en los nuevos Estados”, en La interpreta- ion de las culturas. Barcelona: Gedisa, 219-261 GRIN, Frangois (2004): “Droits des minorités”, en Gilles Ferréol y Guy Jucquois (eds.), Diction- naire de Valtérité et des relations intercultrells, Paris: Armand Colin, 210-217. HABERMAS, J. (1999): La inclusién de otro Estu- dios de teori politica. 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ALTERIDAD, CIUDADANIA, Cin dadano, COLONIALISMO Y ANTICOLO- NIALISMO, COMUNICACION, Comu- nitarismo, Contracultura, Criollizaci6n, CULTURA, DERECHOS HUMANOS, DESARROLLO, DIFERENCIA Y DI IGUALDAD, Diferencias naturales y diferen- cias sociales, Diferencias sociales y diferencias culturales, Diseriminaci6n positiva, DISCRI- MINACION Y EXCLUSION SOCIAL, Discriminacién positiva, Elites cosmopolitas, STADO-NACION, ESTEREO’ Ios ¥ SENCIALIZACION, Etnicidad, Etnocen- trismo y relativismo cultural, Extranjero, ont as y_religiosas, Fronteras simbélicas, GENOCIDIO, GLOBALIZA- CION, HIBRIDACION, Homofobia y heterofobia, IDENTIDAD, [nformacién, IN

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