a WP Congrese
Desnudos fotografic:
ae Hicheria Be la The graft Cras)
Bs. As.
‘os y desnudos pintados
Acerca de la creacién y circulacién de imagenes erédticas
en Buenos Aires a mediados del Siglo XIX «
Laura Malosetti Costa
Universidad de Buenos Aires
El 10-le setiembre de 1865, un periodista
del semanario El Correo del Domingo que firma
con tres asteriscos (***) (3) escribia un largo
articulo titulado “El arte arjentino en la semana
que corre® describiendo la actividad de varios
artistas de la ciudad: “En pocas horas y en el
espacio de algunas cuadras de nuestra ciudad
hemos podido adquirir la conviccién de que ya
no somos extrafios al arte (...)
" Luego de hablar brevemente del Album
de Palliére, del escultor Duteil y del “joven
Rawson", el cronista dedica largos parrafos a
Prilidiano Pueyeredén, cuyo taller ha ido a visitar.
All{ se encuentran, como para ratificar sus
apreciaciones, "diez personas intelijentes' que
observan al pintor mientras trabaja en wna tela, €1
autor del articulo se dispone a comentar algunas
obras que ha podida ver en el taller del artista,
“ese inmenso album cuyas hojas se desarrollan
en grandes telas por el suelo, por las paredes,
sobre los muebles, de ese salén donde todo es luz
y color"
describir algo que encuentra indescriptible: "Hay
algunas de esas paginas de que no se puede
hablar, pero que encanta al mirarlas. Las dejamos
porque nuestra palabra no es bastante brillante
para poder vestir desnudeces con las cuales, ef
pintor, da muestras de que es capaz, con solo el
auxilio de un pincel, de un grano de tierra molido
y un dedal de aceite, de robar a tas formas
humanas la elocuencia que Dios les ha dado para
Jos y a los afectos. El juicio
final de Miguel Anjel, la obra maestra entre los
maravillosos frescos de la Roma moderna, no
habria dado inmortalidad a su autor sise hubiera
asociado a sastres y modistas para adornar con
merinos y tules a sus personajes. Los sudarios de
los que resucitan los ha devorado la tierra, y en
Y sorpresivamente comienza por
hablar a los sent
mks contralade' pot meras fatasts perionakes Th vaeu8 re
Cualquion otro tipo de iinaginenta en arte,
“Exprecicomente nel siglo NIX <én uo momento en que los
vigjos protean f metivos ieeron nanstorados por fier
y jones cuando fa base social del mio sorta)
ihnaginers erduce Ye log atias ingadleese ers Pesene!
Linda Nochlin (2)
el cielo y en el infierng a donde son destinados,
ni se permiten disfraces.ni el clima exije jénero
alguno de resguardo contra las intemperies."
Esta cita nada menos que del Juicio Final
de Miguel Angel para apoyar un elogio del
desnudo como forma consagrada del arte, apare-
ce vinculada a un intento por dignificar y, en
cierto modo, "vestir desnudeces* que hay en el
taller de Pueysredén con el discurso, presentin-
dolas asi, hasta donde era posible, en sociedad.
Sin embargo, los parrafos que siguen nos
dan una idea de por qué no podian presentarse en
pablico tales telas: "Quien desee hacerse idea de
cémo eran las Vénus. vivas que sirvieron de
modelo a las que se admiran en Florencia 0 en el
Vaticano pontificio, puede mirar ese cuadro que
representa el interior del taller de un pintor: alli
esta de pie una mujer, al lado de una estufa,
apoyada sobre una mesa, en toda la integridad
de su hermosura, sin que ni siquiera el cabello
vele aquella Eva que salta del lienzo como nuestra
primera madre sobre el fondo verde del Paraiso.
Esuna criatura que respira: es la Fornarina de las
Madonas rafaelescas". El elogio habitual a la
capacidad de Pueyrredon de lograr el parecido
con la realidad, aqui aparece como una diferen-
cia fundamental con los grandes maestros del
desnudo: esos cuadros no son Venus ni Evas, no
estin idealizados ni hay un motivo que redima la
presencia de esas desnudeces: son las modelos
de came y hueso. Ahora bien, sise presta atencion,
el finico cuadro de desnudo que describe el cro-
nista presenta un tema ya consagrado en el arte
europeo del XIX: el de una modelo posando para
el artista en su taller. La mencién de Rafael y ta
Fornarina parece una referencia al ejemplo de
Ingreso.
No conocemas ese cuadco de Pueyrredén
yp 34-45“Desnudo"
Daguerrotipo ex-coleceién Julio F. Riobé
(4). Nos han legado, en cambio, otros dos: EL
bafio (MNBA) y Ia Siesta (col. part.) (5), que segi
ramente resultarian ain mas indescriptibles para
el cronista de 1865. De hecho, ninguno de estos
dos cuadtos fue expuesto en el siglo XIX. Hay sin
‘embargo, otra obra de Pueyrredén donde apare-
cen dos desnudos, aunque pequefos y disimula-
dos: es el retrato de Santiago Calzadilla,
ambientado en el taller del artista, donde el mo-
delo posa elegante y simpaticamente informal,
vistiendo una chaqueta amarilla junto a una mesa
con pinceles. En la pared del fondo pueden verse
algunos (pocos) cvadros. Uno de ellos, en ef
Angulo superior derecho presenta dos figuras fe
meninas desnudas, una reclinada y otra erguida
detras. El retrato de Calzadilla fue expuesto en
abril 1659 en la casa Fusoni (6) y muy
elogiosamente criticado en La Tribuna, sin men-
Cionar este detalle, La naturalidad de la pose y el
realismo de su tratamiento entusiasman al cronis-
ta de La Tribuna que escribe: "Aquel retrato
puede decirse que es un daguerrotipo al éleo’.
Este comentario nos resulta significativo:
Por entonces el reciente invento de [a fotograffa
despertaba admiraci6n e influy6 de diversas ma-
neras sobre el oficio de los pintores (7). Gracias
40
al procedimiento mecénico, el daguerrotipo ase-
guraba una fidelidad mimética que por entonces
aparecia como dinica condici6n de valor y princi-
pal objetivo del arte de pintar. Uno de los puntos
que sostengo en este trabajo es la vinculacién de
los desnudos de Pueyrredén con el daguerrotipo
erdtico francés cle mediados de siglo.
Vicente Gesualdo, en su Historia de la
Fotograffa en América (8), transcribe un
enigmético articulo aparecido en E| Nacional el
23 de noviembre de 1865 (apenas dos meses
rior al del Correo, donde son *presentados*
los desnudos de Pueyrredén) titulado
"Desnudeces‘, que anunciaba una exposicidn de
fotogratias de desnudo organizada "por un amigo
de las artes plasticas*: “Todos los fotégrafos de
Buenos Aires estén convidados para mandar algo
a esta exposicidn. Los retratos de los cronistas y
Jas desnudeces sern expuestos en un salén apar-
te, cuya entrada sera prohibida a las sefioras y
Seforitas menores de sesenta aitos." El articulo
tiene cierto tono de burla o de maledicencia
encubierta, y de hecho no hay evidencia de que
tal exposici6n haya tenido lugar, Gesualde no
duda en identificar a ese ‘amigo de las artes
plasticas" con Pueyrredén y ubica en ese afio el
punto de partida de un escandalo, del cual se
hace eco.
El hecho es que entonces o en algin
momento (que con toda probabilidad hay que
ubicar antes de su muerte) (9) se tejié una leyenda
n tomo a la figura de Pueyrredén que persiste
tradicion oral y que signo
excesivamente su fortuna critica. Segin ésta,
Pueyrredén se habria entregado a la pintura de
cuadros de asuntos "obsenos" y "lascivos", debido
a las extravagancias y libertades que le permita
su vida de "seftorito" rico y a la influencia de
algunos amigos “libertinos", entre los cuales se
contarfan Santiago Calzadilla y Nicanor
Albarellos. Que era un hombre de costumbres
“raras", que se ocultaba en largos encierros en el
altillo de su quinta, que la modelo de esos cuadiros
era su ama de llaves, *La Mulata" (10), que la
mayor parte de esas pinturas habria sido destruida
porsus familiares para preservarsu buen nombre,
que los dos desnudos suyos que se conocen: El
bafto y La Siesta, forman forman parte de esa
adn comoproduccién secreta; pero habria cosas’ mucho
*peorest. El hecho de que Prilidiano Pueyrredén
fuera descendiente de una de las més importan-
tes y prestigiosas familias de Buenos Aires, hijo
Gnico det Director Supremo (11), fue un ingre
diente que seguramente afiadié al escandalo un
aura de misterio y cierto sabor irresistible
Todo indica que Pueyrredén pints estos
desnudos después de su segundo viaje a Europa
(12), en un momento en que las artes plasticas en
nuestro medio recién comenzaban a desarrollar-,
se, y se gestaba una incipiente cultura visual.
Estas pinturas nunca fueron expuestas hasta bien
entrado este siglo. Parece innegable que dichos
cuadros no fueron hechos para la exhibicién
piblica, y en este sentido se inscribirian en "la
larga historia del uso de cuadros para fines erdti-
6s privados* que menciona David Freedberg
(13) diciendo que poco aportarta intentar expli-
carlos. Sin embargo, el articulo del Correo del
Domingo citado aparece como un primer intento
por logar cierta aceptacién piblica de la pro-
duccién de desnudos de Pueyrredén, entre los
cuales se enconirasian éstos. De hecho, si bien
no se vieron, se hicieron famosos, se hablé mucho
de ellos, se rodeé a esta produccién ya de un
cariz jovial y libertino, ya de una aureola de
satanismo y perversién, cada vez que fue men-
cionada, ain cuando se quiso reivindicar los
ejemplos sobrevivientes
Al parecer, al menos uno de estos
desnudos fue rematado junto al resto de os
muebles y cuadros que se hallaban en la quinta
“Cinco Esquinas"; un “cuadro al éleo de bafiante"
fue adquirido en 700 pesos por Calzadilla (14),
Otravez encontramos a este personaje en relacion
con los misteriosos desnudos. Al parecer, la figura
de Calzadilla encaja con el "amigo procaz* que,
segtin Schiaffino inspird
ultralibertinos" de Pueyrredén (15). Es interesan-
te que Schiaffino, en su primer articulo sobre
Pueyrredén, publicado en El Diario el 25/9/1883,
critica esos cuadros en los que *cediendo a bajas
inspiraciones, (Pueyrredén llega) a desnudar lo
desnudo para hablar a los sentidos' (el énfasis es
del autor), pero no menciona a ese amigo
inspirador. Quizés tenga alguna relacién con
esto el hecho de que en 1891 Santiago Calzadilla
los “cuadros
publicara Las beldades de mi tiempo (16),.donde
hace una pintura galante y poco comprometida
de fa "antigua sociabilidad portena' y se presenta
a si mismo como un galan.empedernido, aunque
respetiioso e ingeniosamente caballeresco. A lo
largo del libro, Pueyrredén no es nombrado ni
una sola vez. (17)
Algunos dias antes de su muerte, en
noviembre de 1896, El Diario publicé una
“Confesién de Calzadilla a don Manuel Lainez"
(18): un reportaje picaresco, donde el viejo coro-
nel alardea de sus aventuras amorosas algo mas
desembozadamente. Ante la pregunta: "yCudles
son sus pintores y compositores favoritos?’
Calzadilla rehuye nombrar a pintor alguno: "Mi
pintores favoritos son muchas de las seftoritas de
Buenos Aires, que... a la graisse, con polvos de
arroz y ladrille molido pintan unos rostros que
envidiaria el pincel de Guido Renni para sus
creaciones. Entre los hombres el colorido de
Ladislao M... por el negro de humo con que da
vida a sus patillas en forma de broche hembra. Y
entre los artistas a Dalmiro y Uriondo, mis com-
positores favoritos". La intencién de evitar toda
mencin a Pueyrredén parece evidente. Sobre
todo si se tiene en cuenta que no slo el pintor le
habfa declicado uno de sus retratos mas logrados,
sino que Calzadilla compré varias obras suyas en
el remate de sus bienes, después de la muerte de!
artista, entre las cuales aparentemente se halla la
que hoy conocemos como El Bafio. Podemos
pensar que el escdndalo en torno a estas obras fue
creciendo con los afios en vez de apagarse:
Mi hipétesis es que estas obras han resul-
tado tan problematicas por la tensién que plan-
tearon no s6lo entre lo ptiblico y lo privado, sino
también entre lo “alto" y lo "bajo". Pueyrredén era
un miembro conspicuo de la clase alta portena,
hombre piblico por excelencia, pero en privado
se entregaba a la realizacion de desnudos feme-
ninos eréticos y realistas, en los cuales se hallaba
retratada su criada, y a los cuales les faltaba un
motivo "serio" que les otorgara la distancia nece-
saria para no transgredir los "umbrales de ver-
gulenza* de su tiempo, en palabras de Freedberg
“los limites de io que era privada y socialmente
aceptable a la hora de representar lo sexual y lo
sensual" (op.cit.pag. 367-368).La franqueza de la expresiéri de la mujer
de la baifera es quizas to mas desconcertante de
este cuadro. Ella no languidece en su serrallo, no
da la espalda ni duerme inofensiva mientras el
espectador cémodamente la observa, No cleva
los ojos en una actitud extética, ni mira desafiante
como una heroina biblica 0 mitologica. Es sim-
plemente una mujer gozosa, que plicidamente
exhibe sus encantos (19). Este cuadro presenta
una actitud francamente positiva hacia el placer
sexual, La mujer dirige su sonriente mirada hacia
un punto lateral y ligeramente més alto que ella,
sugiriendo [a presencia de un tercer personaje,
que no es ni el pintor ni el espectador poseedor
del cuadro, quizés como invitacion a compartir
el placer: el espectador estarfa espiando un
didlogo fntimo, Es la actitud inversa a la que
plantea fa Nang de Manet (1877), quien burlando
a su ocasional cliente, parece establecer un
vinculo de complicidad con cada hombre que se
para frente al cuadro (20), No olvidemos que toda
la imagineria erética en él siglo XIX esté hecha
ory para la mirada masculina (21). Otra cuestion
plantea el tratamiento mismo del desnudo: se
trata de un retrato, es una mujer claramente
identificable, cuyo rostro aparece nuevamente
en la Mujer cosiendo un pavo(22) y parece ser la
misma que duerme en el primer plano de La
Siesta
Las representaciones de una mujer des-
nuda bafndose tenfan una larguisima tradicin
en el arte europeo, tanto en a iconografia clasica
(Dianas y toilettes de Venus, por ej.) como en la
ctistiana (Susana, Betsabé), También fue una
iconografia frecuente en las imagenes de cortesa-
nas del siglo XVI, destinadas a una circulacién
restringida.|En él siglo XIX se plant
mente el problema de los ambitos de circulaci6y
en relacién con la exigencia de distancia y dignjt
dad det tema representado/Cuando Courbet (qui-
“zas rindiendo“homeénaje a la Betsabé de
Rembrandt, tal vez inspirado eq una fotografia de
Villeneuve) exhibe sus Banista§ a orillas del Sena
enel Salén def853,)provocé disgusto y desagra-
do por la “falta de decoro" del motivo: habia
puesto un desnudo vulgar en situacién mitolégica
(23).
Diez aos més tarde, |aOlimpia de Manet
a
caus6 un escandato de proporciones. T.J. Clark
(24) plantea que fa acusacién de pornografia se
debid no s6lo al revolucionario tratamiento for-
mal del desnudo sino también, y fundamental-
mente, a la pretension-de elevar ala categoria de
arte un desnudo que era et retrato de una prosti-
tuta de clase baja, En El bafio aparece una repre-
sentaci6n francamente positiva del placer sexual,
cercana a la experiencia cotidiana, que no es
nada frecuente en la pintura de la época, ni aqut
ni en Paris. Si lo era en la litografia erética
popular, y env el daguerrotipo erético, al cual
“aquélla abri6 el camino. 4
La Siesta plantea otro tema erdtico tradi-
cional, que es la multiplicacién de cuerpos feme-
itinos entrelazados, sugiriendo connotaciones
lésbicas, muy habitual en la iconografia erética
europea del XIX. Pensemos en las esclavas,
odaliscas 0 romanas decadentes de Ingres,
Gérome, Couture 0 Chasseriau, para citar sélo
algunos. La Siesta, sin embargo, no se emparenta
con esos modelos sino que remite inmediatamen-
te a una tipologia de los daguerrotipos erdticos en
los que una modelo acostada con un espejo de-
tras aparece con su imagen duplicada, aunque en
este caso, sea evidente la presencia del modelo
vivo (25). La diferencia en la pose y distinta
coloraci6n de las cames dan a entender que son
dos las mujeres, pero por su gran parecido podria
pensarse en una sola modelo (26) Una pudorosa
restauraci6n de principios de este siglo eliminé la
sombra del vello pabico en la figura del primer
plano y atenus ciertas redondeces en la mujer de
espaldas, entre otros "retoques". Hoy podemos
verla como fue originalmente gracias a la restau-
racién realizada por el Sr. Piero Bernini en 1982
7),
Gustave Courbet pinté una escena similar
en El Suefio (1866), pero Pueyrredén jamas pudo
haberlo visto, porque fue hecho para el embaja-
dor de Turquia, Khalil Bey, para el secreto de su
alcoba, y s6lo fue expuesta en una vidriera, con
gran escandalo, en 1872 (28), La obra de Courbet,
ademés, es mucho mas explicitamente lésbica y
se inscribe en un realismo radicalmente diferente
al de Pueyrred6n. Un realismo militante, moder-
no, despiadado. No ya la mimesis, la busqueda
de una ilusién de realidad que desde las uvas deParrasio, se percibié como la meta del arte. El
incomprensible realismo de los desnudos de
Pueyrredén en 1865 en el Rio de la Plata puede
explicarse a partir lel daguerrotipo erdtico: nd es
el de Courbet, que luego serd el de Eduardo
Sivori, cuando exponga Le Lever de la Bonne en
Buenos Aires en 1887: es un realismo fotografico.
Tiene un ideal de belfeza pero muy cercano ala
experiencia cotidiana
carnalidad que excite a los sentidos. fs la blis-
queda de una reaccién primaria, elemental, fren-
te al estimulo visual. Aaron Scharf (op.cit.1968)
plantea que desde un comienzo se le reproché a
la fotograffa un exceso de realismo, demasiada
cercania con él nailiral. Eso hizo que desde tem-
‘prano se [8 Viera el costado erdtico. Creo que es
posible ver en estos cuadros de Pueyrredén una
influencia o al menos un caracter semejante a los
daguerrotipos eréticos que circularon en Paris en
la década de 1850 y que Pueyrredén pudo haber
conocido, ya sea por haberlos visto en Europa
durante su segunda estadfa, ya por haberlos trai-
do a Buenos Aires alguno de sus amigos. De
hecho, existen en colecciones privadas de Bue-
nos Aires al menos cinco de estas "flores raras" y
exquisitas (29) de los primeros tiempos de la
fotografia (30), y hay motivos para pensar que
esos daguerreotipos erdticos no llegaron mucho
después de 1860 (31).
Pueyrredén no pretendié subvertir nada
ni que sus desnudos fueran aceptados como pro-
totipos, probablemente ni siquiera como obras de
arte. No estaba embanderado con ninguna es.
cuela europea. Los hizo quizas para el circulo de
amigos "libertinos". Seguramente pretendié que
se mantuvieran ocultos, Entonces Por qué él
articulo del Correo del Domingo? :Quizds
bravuconadas de "seforitos ricos"? Hay en los
diarios de 1865 eriticas a las "modas francesas*
que introducen sofisticaciones extrafias en las
costumbres. Quizds los desnudos de Pueyrredén
puedan interpretarse como parte de ese
*afrancesamiento”
if Mi propuesta es no considerar mas esas
pinturas como el “capricho" de un pintor excén-
trico" sino una primera entrada de la tradicién
europea del desnudo erdtico, por la via de Ta
fotografia, Un indicio acerca de las imagenes
Busea una ilusién de
43
|
ul
|
|
“Desnudo®
‘olecetin Julio F. Riobs
Daguerrotipo ex
erdticas que circularon entre un circulo de fa
clase alta portefia, que habia estado exiliado en
Europa-y traia una nueva liberalidad en sus cos-
tumbres privadas. Trajeron daguerrotipos eré
cos y, al menos Pueyrredén, hizo pinturas de ese
tenor. Ellos no pretendieron hacer pablicas esas
"modas francesas" sino que Jas guardaron en la
intimidad de su circulo de hombres. Alli habrian
quedado si no fuera por la trascendencia-de la
figura pablica de Pueyrredén. EL articulo del
semanario de Juan Marfa Gutierrez aparece como
un intento de instalar fa tradicién del desnudo en
el ambito pablico, pero no parece haber tenido
ningtin éxito, Esto tiene légica en tanto los desnu:
dos de Pueyrredén (al menos los que conocemos)
fueron, sin lugar a dudas, hechos para la exhibi-
cién privada
La pintura erética ha sido patrimonio de
las clases altas, de quienes tuvieron el dinero y el
poder como para la sofisticacién del placer
sensual y para mantenerlo aculto, a resguardo de
las miradas "vulgares". El desarreglo la producen
quienes, como Courbet o Manet en Francia, ponen
en entredicho aquellas tradiciones, alterando los
6rdenes y mezclando Io *alto" y lo *bajo". En
ivori quien pretende *desnudar*
Buenos Aires estales contradicciones. El gesto de Sivori fue
moderno, incomprensible, pero se le perdond
como "pecado de juventud',
El hombre que comienza a trabajar para
la aceptacién del desnudo pictérico en buenos
Aires es Eduardo Schiaffino, que tanto criticara a
Pueyrredén. Se lanza en una verdadera cruzada
a favor del desnudo en ocasién de la exposicién
del Palacio Hume en 1893, pero no son desnudos
como los de Pueyrredon o Sivori los que defiende:
Schiaffino, sino los aceptados por el "buen gusto"
europeo, Tanto Pueyrredén como Sivori le parecen
"excesivos", gExcesivamente qué? Podriamos can-
lestar que excesivamente realistas, cercanos a la
experiencia cotidiana del espectador: en
definitiva, eréticos.
Notas
(1) Este trabajo forma parte de una investigacién que vengo
desarrollando acerca de la creacién y ambitos de civculacion
de una iconografta erética en el Rio de la Plata en el siglo
XIX. (Cir. "Rapto de cautivas blancas. Un aspecto erética de
fa barbarie en el siglo XIX B3.As. F.F. y L. 1994, Serie
Hipotesis y Discusiones 4. Agratlezco a la Prof. Ana Marla,
Telesca, a Olga Sanchez de !a Vega, @ Marta Nanni, 2 Luis,
Priamo y a Miguel Angel Cuarterolo su generosa y desinte
tesada colaboracién con mi abajo,
(2) Nochlin, Linda: “Eroticism and female imagery in
Nineteenth « Century Art 1972, Em: Woman, Art and Power
and other essays. New York, Harper & Row, 1988. ta
teaduccidn al castellano es mia.
(3) No. 89, p. 587. Prosumiblemente Juan Maria Gutiérrez
director de 1a publicacion, aunque lambién Andrés Lamas
us6 tal seuddnimo. (Cir. Vicente O. Cutole: “Diccionario de
Aifonimos y seudénimos de la Argenting* (1800-1930).
Bs.As., Elehe, 1962.
Es probable que se trate de un cuadro vendido en el
remate de los muebles ee P.Pueyrredén luego de su muerte,
elddia 11 de octubre de 1871 (Testamenaria No. 7487 (5.425,
2 429 v.) que figura como tun euadro at dleo estudio",
adguiride por Lamas en 900 pesos. La palabra “estudio®
podifareferirse a una obra sin termina, pero éstas aparecen
fen el listado como "bocetos"
(5) Ambos tiuulos son arbitrarios y recientes: José Ledn
Pagano se atribuye el haberle puesto ese nombre a a Siesta,
‘en su monografia sobre Pueysredén para la Academia Na
ional de Bellas Artes, en 1945 (p.26) En ese trabajo presen.
la este cuadro como su gran descubrimiento, que vendia &
‘comprobar que los desnudos de Pueyrredén no eran “lasci-
\vos" sino ‘pura pintura®. En cuanto alnombee de El Baio, en
muchos vegisivos aparece con diferentes nombres. Una
anotacién manuscrita de Eduardo Schiaffino, que debemos
44
ubicar entre 1906 y 1910, lo menciona sugestivamente
como La mulata en ef bafo, que acababa de ser donada al
Museo Nacional de Gellas Aries por Josué Moreno (hermano,
del Perito Franeiseo Morena y primo del mismo Schielfino),
(6) Chr, Ribera, AL: Historia general del Arte en ta
Agentina™ Tomo Hl p. 322. Buenos Aires, Academia Nacio
ral de Belias Artes, 1984, La critica de La Tribuna aparecté
ob 15 de abril de 1859,
(7) hr, Scharf, Aaron: “Artand Photography’ 1968. Ver~
sin castellana; Madd, Alianza, 1962
(8) Buenos Aires, Sui Generis, 1990. p.p. 48449,
(9) Enel momento de su muerte no hay en la prensa avisos,
ddestacsdos'que lamenten su desaparicién ni articulos
necroligicos, salvo el de Nicolis Granada -que {vere su
amigo y discipulo - en La Tribuna del 6/11/1870, en el que
lamenta que “hayamos dejado morir ignorado a une de los
hhombres mas inteligentes(...)relegsindole con indilerentisma
ente, (..!. El Nacional publiea una escucta noticia el 4)
11/1870 (p.2c.4) bajo ef titulo de Fallecimiento: *D.
Prifidiano Pueyrredéa, notable pintor argentine, autor del
retrato del General Rivadavia que se halla en el despacho
dlel Presidente, ha fallecido ayer después de una penosa
enfermedacl. Al dia siguiente, en la seccién "Inhumaciones
del Covreo del Dia, figura entre la lista de personas enterra-
das, como muesto de "albuminorea®
(10)Lozano Moujén *Apuntes pare le historia de nuestra
pintura y escultura’, Buenos Aires, Garcia Santos, 1922)
menciona a Carmen Saenz Valente "que era ala ver sitvien.
a y una de sus tantas queridas” quien le aleanzeba la
comida en una canasta al altilo de otra quinta, Ia ce San
Isidro llamada *Las Gaviolas* o "Bosque Alegre", dato més
(que dudoso si se tiene en cuenta que Pueyrredén la vendi,
mucho antes de morir. Se wataria quizds de Romualda
Lisboa dle Cané, a quien Pueyrredén en su testamento lega
sv quinta "Cinco Esquinas* donde residia con ella, eo la
intersecci6n de las celles Libertad y juncal. Cir. Testamen.
laria P. Pueyrredén foligs 1 2 6 AGN No. 7487. 1870.
(11)La mencidn el hecho de que Prilidiano era hijo del
Director Supremo aparece como dato de fundsmental im:
portancia en pricticamente toda ta bibliogralfa sobre el
artista. Su figura aparece inseparablemeate unida a! presti-
gio de su familia (Cir. Schiaffino, 1883, 1910 y 1933:
Chiappori, 1912; Lozana Moujén, 1922; Pagano, 1932.
1937 y 1945; Rinaldini, 1941; D'Onofrio, 1944)
(12)Realizado por el arista entre 1950 y 1854, luego dle la
muerte de su padre. A partit de la correspondencia con
Alejandra de Heredia, utilizada judicialmente después de ta
imuerte de! anista para comprobar la iliacisn de Urbana, su,
hija natural, se afirma que en este segundo viaje permanecis
fen Cadiz, pero no. parece improbable que haya estedo
también en Paris, conde habia estudiado y residido varios,
‘anos con anterioridack entre 1835 y 1841 y desde 1844 a
1849, con tres ahos do estatlia en Rio de Janeiro entre ambas
estancias europeas (Cit. Testamentaria P.P. Exp. 7488. £1 9/
3/1874 Urbana se presenta ceclarandose hija ilegitima de
P.Pueyrredén. En 1878 se le reconoce ese caracter y se Ia
declara heredera de un quinto de todos los bienes de ia
herencia}
(13) Freedberg, David: &1 poder de las imagenes, Madd,
Catedra, 1989. p.160.
(14) Chr. "Cuentas de venta y liquide producto del remate
realizado por Adolfo Bullrich en la casa quinta de la calleJuncal, perteneciente a Ia Testamentaria de Prilidiang
Pueyrred6n, el 11 de octubre de 1871. AGN Exp.No, 7487
{425 a 429 v, Algunos de los cuadros cemalacos no
presentan ninguna identificacién. Otros si: acuarelas de
paisaje, retratos, "El Naranjero*, "La Geometria", at,
(15)Che. “a evolucién de! gusto artstico en Buenos Aires"
Largo anticulo de Eduardo Schiaffino publicado en ef
Supiemenco especial de La Nacién el 28 de mayo de 1910.
La breve referencia a Pueyrredon comienza: “Este pintor(..)
no fue mejor alentado, pero, dueno de alguna fortuna, que
le permitia hacer desu capa un sayo, perseverd en la
empresa; mis como naclie ocupaba sus aptitudes, y habia
entre sus amigos uno que se hizo eélebre, por su sensualidad
y la procacicad de sus bromas -el que debid tener sabre su
Yoluntad, marcado ascendiente-, sucedio que Pueycredén
pints por complacerle varios desnudos vltralibertines. (Cle
recopilacian de Godofiedo Canale. Bs.As. Colombo, 1892).
(16)Algunas partes de este libro fueron publicadas por
Bartolomé Mitre y Vedia en forma de folletin en la seccién
"A pesca de noticias" del diario La Nacién, que fiemaba con
el Seudlénimo “Argas", La primera edicién en forma de libro
105 de 1881. La version consullada es la de Ia editorial
Estrada, 1944, con un estudio preliminar de Carlos Albeco
Leumarn
(I7)Es probable que Calzadilla publicara exe libro para
“limpiae™ su imagen, Ast lo sugieren también fos limos
capitulos del libre, donde cuenta todos los hoveoves de tigor
con respecta al periade rosista, os cuales resultan bastante
Incongruentes con los primeros, en los que narra una vida
galante y divertida en esa misma época. Por otra parte su
Betitud es buslona y crea expectativas acerca de tremendas
revelaciones (seguramente aterrorizé a mas de una lectora
con sus amenazas) que después resultan de Lo mas inofensi-
vas y recatadas,
(1a)Reproducida en ta edicién de “Las Beldades dle mi
tempat de Ed, Estrada, Buenos Aires, 194, pp. 245-218
(19) °€/ Baflosigue siendo un cuadea inquictante. Nunca se
lo restaur6 ni se hicieron: radiografias para saber qué hay
dobajo de un evidonte repinte que rodea la figura. La Lic.
Marta Fernandez, restauradara del MNBA, opinta que todos
los repintes son originales, arrepentimientas del mismo
Pueyrtedén, y que seguramente se deben a un cambio en la
posicién de la banera, (Entrevista personal, mayo 1995),
@20)CKr. Hoffmann, Werner:
arid, Alianza, 1991
"Nand, Mito y realidad Ma.
Q21)Cir. por ¢}. Berger, Johns ‘Modos de ver’ Barcelona,
G.Gili, 1974, 9 Hess, Thomas B. y Nochlia, Linda, Eds.
‘Woman as sex object”. *Eroticisim and female imagery in
nineteenth contury art”, Art News Annual XXXVIIl, New
York, 1972,
45
(22) Rep. en Pagano, J-L. op. cit. 1945, No. 143 del catélo.
go, En ese momento este cuadro (oleo/tela, 30x22,5 em.)
tstaba en poder de Wietoria Lynch de Pueyiredén, al igual
{que una Chinita en la cocina ino. 144 del cat.) de iguales
dimensiones, que evidentemente forma un canjunto de
tenigmatico significado, con el anterior. Considero probable
ver en esios dos: Sleos una ironia *moralizante" de indole
sexual
(23)Clr, Faunce, Sarah y Nochlin, Linda:
‘reconsidered. The Brocdlin Museum, 1988.
“Courbet
(24)Clark, Timothy J. "The painting of modern life, Paris in
the art of Manet and his followers®, Princeton University
Press, 1984. pp 79-146
(25) Es muy dificil para un pintor, por otea parte, copiar un
laguerratipa. En primer lugar por su pequentez, pero ademas
por su cardcter reflejante: hay que ponerlo en detecminada
fngulo y hacerlo reftejar una superficie negra 0 muy oscura
para que Ia imagen aparezca en positive. (Entrevista personal
20a Miguel Angel Cuatterolo, mayo de 1995)
(26) Ast ta vio también Adolfo L. Rivera y Gesualdo afirma
fotundamente que son una sola y son lo foross ama de
(27) Ageadezco a Ia Sra. Marta Nani el haberme facilitado el
accese al informe del restaurador, asi como las fotogratias
tomadas antes de le restauracién
(20)Cf. Faunce, Sarah y Noehlin, Linda: *Courber
reconsidered”. The Brooklin Museum, 1988. No, 6§ del
catsloge.
(25) Romer, Grant: “Erotic Daguerrorype" Ponencia presen-
lada en el 3" Congreso de Historia de la Fotografia en la
Argentina. V. Lépez, 1994. Gentilezs de Miguel Angel
Cuarteroio, Romer abserva que gran parte del encanto de
estos daguerratipos se pierde al exhibirse en condiciones,
diferentes a aquellas para las que fueron pensados:
mmiraban de a pares, en unos aparatos lamados “esteredgrafo:
que creaban fa ilusion de tridimensionatidad. Esos dagve-
Fotipos se mantuvieron acultos, fuera de miradas indiseretas,
hasta fechas muy recientes
(30) Tees de ellos parecen ser una serie de las que se vendlian
fen estuches: dos se hallan en la colecci6n de Aldo Sessa y
tune en la de Miguel Angel Cuarierolo, 8 quien agradezco
festa valiosa informacion, asi como el haberme facilitado
luna repraduccién de su ejemplar y cle los dos que
pertenecieron a la coleceién de Julia F. Riobs.
(3) Ya en Ia década de 1860 el daguessotipo,habia sido
ineeversiblemente sustituido por 1d fotografia, que ofrecia
mejor visibilidsd, menor costo y Ais-reproductividad. €1
aguerrotipo era tnico, ya que no se products un negativo
sino que era un positive directo sobre la placa. Porla tanto,
tampoco admitia la posibilidad de ampliaciones.