8 SAN JOSÉ
SAN JOSÉ DE
DE CÚCUTA,
CÚCUTA, SÁBADO
DENOVIEMBRE
DE
SÁBADO 21
FEBRERO DEDE2021
2020
6 L eye n da n o rte s a n ta n d e r e a n a
El caso de Sarita
Este es un hecho que llamó mucho la
atención en especial a los incrédulos. A los cré-
dulos les fascinó y a los incrédulos como que les
entró duda sobre el asunto.
Una familia compuesta por un santo va-
rón, como era Polito Tibamoza y su esposa. Él
dedicado a su trabajo, ella al hogar, pero como
todo en la familia, hay una oveja negra: Sarita
Tibamoza, cuando niña muy rebelde, por eso la
madre la castigaba mucho.
Se crio con falta de cariño por parte del
padre y de la madre. No tuvo novios, pero en
cambio muchos tipos que la seguían y empezó a
ejercer la prostitución. La mamá al darse cuen-
ta quiso castigarla físicamente, pero ella le dijo:
»A mí no me pega. Ahora no me dejaré tocar.
Podrá ser mi mamá pero no me va a pegar. No
lo intente».
Cuando vio que la mamá venía con un
palo, ella tomó otro también. La mamá al ver la
rebeldía, no intentó castigarla, sino que se puso
a llorar y dijo: «Si en vida no te dejas castigar y
si sigues con esa vida desordenada, cuando yo
me muera, que va a ser pronto, las va a ver con-
migo».
Sarita continúo su vida licenciosa. Todas
las noches se iba y llegaba tarde, borracha. La
pena de los padres fue grande: el papá murió de
Leyenda de Pamplona
«pena moral», los hermanos la abandonaron y
por último murió la mamá. Hubo el entierro, se
inició el novenario y una noche, Sara llegó bo-
rrachísima. Al entrar a la casa, alguien la tomó
y la golpeó durísimo.
Las hermanas salieron, pero a nadie vie-
ron; creyeron que gritaba por la borrachera.
Duró varios días enferma. La noche antes de
terminar el novenario volvió a salir y cuando
llegó borracha de nuevo la golpeaban sin que se
viera a nadie hacerlo. La muchacha formó el es-
cándalo, las hermanas ni siquiera salieron. Per-
maneció cuatro días encerrada.
Cuando se mejoró, volvió a sus andan-
zas y de regreso a su casa convidó al tipo con
quien estaba y a una compañera; les dijo que la
acompañaran y en efecto al entrar, la volvieron
a golpear. Los acompañantes al escuchar los gri-
tos empujaron la puerta y vieron cómo del pelo
la tomaban y la estrellaban contra las paredes,
mas no veían a nadie. Esto llamó la atención a
los tipos y se fueron escandalizados. Ella quedó
privada y la recogieron al otro día.
Contó de nuevo lo sucedido y llamaron
al padre Peinado quien se dio cuenta que era
un espíritu. Él trabajaba con un Hermano
Cristiano. Fueron, hicieron varias sesiones de
espiritismo, llamaron al espíritu de la mamá y
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les dijo que ella había prometido castigarla si
continuaba con la prostitución y que seguiría
haciéndolo.
Como Sarita quería publicidad, llamaron
a varios periodistas y ellos presenciaron igual-
mente el fenómeno. Tomaron notas y fotos del
hecho, pero las fotos no revelaron nada. Sólo
aparecía el cuerpo de Sarita, maltratado, gol-
peado. La prensa de Cúcuta publicó el hecho,
como suceso trascendental.
En un sueño que ella tuvo más tarde se le
presentó el espíritu de la mamá y le dijo: -Sarita:
«estoy contenta, pues ya has tomado un rumbo
diferente»- (Ella, Sarita, le había pedido perdón
en la tumba y se había arrepentido).
Le dijo también- - «Dedíquese a leer las
cartas, que usted sabe hacerlo. Eche la buena-
ventura que yo le ayudo»-. Efectivamente el es-
píritu de la mamá le ayudaba y lo que Sarita les
decía a sus clientes les salía con exactitud.
Se empezó entonces a divulgar el hecho
y eran procesiones de todas partes (Venezuela
incluso), a leerse las cartas con esta mujer. Aún,
hoy, Sarita echa la buenaventura, aunque sin la
misma clientela, pues no hay la propaganda de
antes. Dejó la prostitución y se dedicó a este ofi-
cio. Dicen que no hay brujas, pero que las hay,
las hay. Es un hecho totalmente verídico.