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El son calentano, el son del sur de Jalisco y el jarabe ranchero Arturo Chamorro Escalante El Colegio de Jalisco Maria Guadalupe Rivera Acosta Parceiro Danza y Percusion Etniea S.C. Introduccion Sin duda que referirse a la tradicion del son mexicano nos conduce hacia una historia compartida por regio- nes a la que se han dedicado acuciosos estudios dentro de la etnomusicologia mexicana, Los excelentes traba- jos que se han dedicado a Jalisco y Michoacan nos han hecho pensar en lo dificil que resulta tomar como mar- co de referencia las fronteras politicas de los estados para ubicar a la cultura regional, Se habla, por ejemplo, del son del sur de Jalisco para delimitar, dentro de los escenarios geograficos, el fendmeno de la tradicion y asi los etnomusicdlogos y estudiosos de los bailes mestizos se han planteado ia v1- sin de lo regional dentro de tales espacios para catego- rizar, por un lado, las variedades de ensambles de maria- chien Los Altos, el norte, el centro y el sur de Jalisco, y por el otro, los sones de la costa, los sones de Teca- litlan, el jarabe ranchero, los sones serranos de Tapalpa y Mazamitla, los sones abajetios de Tuxpan, Tamazula 0 Zapotiltic, o los sones alteftos de Acatic entre algunos otros géneros manejados insistentemente como cate- gorias regionales. Los mtisicos de Acatic refieren, por ejemplo, que las cadencias o finales de los sones alte- fos son muy diferentes a los de Ios del sur de Jalisco. es por ello que encontramos una version distinta de “Las alazanas” en Acatic. Otros estudios, quiza un poco menos involucrados con las categorias regionales, plantean criterios geo- graficos mas amplios, como la distincién entre la sierra y la costa, solo para diferenciar entre sones serranos y sones abajeiios. Y otros, con un sentido mas cercano al fendmeno de la tradicién, son los que se refieren a los sones antiguos o “‘sones de los anteriores” y los sones mo- dernos, como los clasifican los viejos mariacheros de Jalisco. Asi también los que distinguen los géneros por su estructura musical y denominacién: valonas, mala- gueiias, jarabes, minuettes, schottische, vals, sones en tentpo lento, sones en tempo rapido, gustos, con su vas- tisimo campo de titulos segtin fa regién. Por ejemplo, del sur de Jalisco son ampliamentemente conocidos “Los arrieros”, “El astillero”, “El cihualteco”, “La cha- chalaca”, “Las indias”, “El funcionero”, el “Son del pe- tro encadenado con jarabe”. Entre los sones altefos figuran el “Son de la tacachota”(pan de maiz), “La re- wanca” y varios tipos de jarabes. Irene Vazquez Valle! registro en el sur de Jalisco mas de cien sones corres- pondientes al mariachi sin trompeta. Sin duda que todos los esfuerzos de clasificacion del son mexicano y en particular del occidente de México, han servido como punto de partida para entender lo im- portante que es la musica, la copla, la décima y el baile en las identidades regionales. Algunos autores nos hacen ver de manera insistente que no existen muchas diferen- cias, cuando menos entre el sur de Jalisco y la tierra ca- liente michoacana; pero los miisicos mariacheros establecen la distincién entre los sones altefios y los so- nes del sur, asi también como los distintos jarabes. Tomando como marco de referencia el plantea- miento de que frente a Ja tradicion del son nos encon- tramos una region comin, la cual podria abordarse desde el punto de vista de los aspectos que denotan el hilo conductor en dicha tradicién, es evidente que las categorias de son mestizo y jarabe tienden a ubicarnos en ese hilo conductor. Pero resulta también muy impor- E:sTubios JALIScIBNSES 37, 460810 06 1999 1 Irene Varquez Valle. Ef son del sur ue Jalisco, Guadalajara. Gobierno Gel Estado de Jaliseo, 1976 EL. SOS CALENTANO, BL SON DEL SUR DE JALISCO VEL JARABE RANCHERO cit tante seffalar la presencia espafiola en Los Altos y la afromestiza en la tradicién del son del sur y que nos He- va a entender la sensibilidad tan particular de los miisi cos de las tierras calientes. Asi, en el presente trabajo vamos a referimos a la corporalidad y al sentido del ritmo que se reconocen tanto en el baile como en la ejecucién instrumental, partiendo de los estudios clasicos de la eomusicolo- gia y poniendo sobre la mesa de discusién lo que adver- timos visual y audiblemente en la tradicion del son y el jarabe en Jalisco. Corporalidad, cultura y sociedad En relacion con el baile, se ha referido insistentemente alos antecedentes histéricos de una corporalidad casti- gada en Ja expresién del mexicano que se remonta al pan de jarabe “son deshonesto y provocativo”, al chu- chumbé como el “son jacarandoso” y las seguidillas de! México virreinal. Segtin los documentos del tan visita- do Ramo de Inquisicidn. el primer signo de la presencia africana en la forma de bailar fue el movimiento circu- lar de caderas y hombros, lo cual fue severamente cas- tigado por atentar contra las buenas costumbres, pues fueron considerados movimientos lascivos cosa que nos hace pensar en una corporalidad no tan sdlo prohi- bida sino mal entendida. Maria Agueda Méndez y Georges Baudot refieren que en la informacion recibida por e] Santo Oficio de Veracruz, fechada el 7 de octubre de 1766, se expresan con precision las caracteristicas gestuales del baile. una aproximacién coreografica y la identidad étnica de sus participantes. Los autores hacen una interpretacion del documento que dice lo siguiente: .. me dicen que las coplas que remiti se cantan mientras los otros bailan, o ya sea entre hombres y mujeres, o sea bailando cuatro mujeres con cuatro hombres, y que el baite es con ade- manes, meneos, zarandeos, contrarios todos at la honestidad y mal ejemplo de los que lo ven como asistentes. por mezclarse en él manoseos, de iramo en tramo abrazos, y dar barriga con ESI tos datiseesses 37, 1399 barriga. Que tambign me informan que esto se baila en casas ordinarias de mulatos y gente de color quebrado. no en gente seria ni entre hombres cireunspeetas, y si soldados, marineros 2. Maria Agnes Mende” y Geonges y drOza...7 2. Maria Agueda Mander y Geo Baudot, “EI chuclembé. un son ja earandosy del Mésico. Virreyais? Caravelle: Cahiers die Movie dts paingue’ et Laeso-Hevsities.. Touloue se. Centre National de ia Recherche atiyue. Lingversité de Polow secndm. 48, 1987, pp. 163-171 Aunque no en Ja misma forma de chuchumbé, pero con una descripcion sobre la corporalidad castigada se describen también el pan de jarabe y las seguidillas que aparecen también prohibidos por la Inquisicién. Un do- cumento particularmente interesante es el de Pachuca del afio 1784, sobre la consulta que hizo ante e] Tribu- nal de Inquisicién, el predicador fray Gabriel de la Ma- dre de Dios Pérez de Leén: Las diligencias gue he practicado en 17 aios. que por nmi di- cha, flevo de emplearme en el Ministerio Ap.co con el fin de | buscar almas para Dios Nuestro Sefior. Y haviendo considle- yado, ef que muchas se perderian por el inviolable abuso de Jas bayles deshonestos y provocativos, me he esforzado todo io posible a fin de desterrarlos de los pucblos cristimos; y viendo por la experiencia, que no valian mis atribuciones ni autoridades de los Santos Padres, unas Doctrinas he predica- do, consulté a ese Santo Tribunal, viviendo el Sn. Lie.do D.n Nicokis Galante, sobre el son deshonesto. y provocativo, que aman pan de jarave y sobre otros sones que enaquel tiempo, se usaban... i Despues de todo hallo en el dia ue muchas personas, atta de caracter. sostienen especulativa y practicam.e su licitud, mandando tocar, y baylan el expresado Pan de Jarave, las se- guidillas, y otros Sones, en los q.c es claro, y patente a los que asisten las culpas q.e se cometen contra la Magestad Santi mu de Nwo, Dios: asegurandome varios sujetos. por donde he | wansitado que siendo tan malo el bayle del Pan de Jarave es mucho peor el de las seguidillas, por el mucho manoseo de i 3. GN. Inquisicion, Vol! 297, Lexp. hombres y majeres [3 SGX, gin, L297 op Enrique Cirdenas Pefiat refiere que los sones y ja | 4 |e Com Pos lo Cr rabes actuales, que son acompafiados de arpas y jar | Jon geceuums Mtl nas. se caracterizan por las ondulaciones de ctierpos, | Syentos tlumano + Obees Publ percusiones intencionadas a la pareja femenina quien | «as 1980.p 322 esquiva en giros y actitudes picaras los acercamientos del varén, todo esto nutrido del abundante taconeo, como se reconoce en Ja técnica de zapatear los jarabes. Cardenas Pefia describe una corporalidad estructurada con base en “circulos en tomo de algo que parece huiry | PESOS CALENTANO. BE SON DEL SCI DF JALISCO ¥ EL JARABE RANCHERO John Blacking, How Musical és Man Seattle: University of Washington Press. 1979, + tind. p. 32 Josefina | avalle. Eljarabe... jarabe rauchero 0 jarube de Jalisco. Méxi- co: Centro Naeional de Investiga- ion, Decumentacion ¢ Informacion de la Danza “José Limon", INBA, L988, pp. 119-128. cuforia entre los acordes de la musica que chilla, grita, jadea, aprieta el movimiento”. Aqui la misica mantie~ ne compases mas vigorosos y en el baile se advierte el rendimiento del hombre ante la mujer. La manera antigua de los bailes, especialmente de los fandangos del sur de Jalisco era con un énfasis par- ticular en la percusi6n ajuzgar por el empleo de tarimas que sc hacian descansar sobre fosos a os que se ponian cantaros boca arriba para aumentar el sonido percusivo del zapateado. La musica se caracterizaba por el chillar de los violines, los rasgueos de jaranas, bajeos de arpas y voces agudas. Elafricanista John Blacking,* reconoce que Ja dan- zay lapercusién en culturas del sur de Africa, se carac- terizan por una corporalidad que se expresa en términos de una dicotomia tensién/relajamiento, en donde los tambores dirigen tal dicotomia, mediante “golpes de llamada”, Desde la emomusicologia y etnocoreologia de Blacking,* un movimiento musical parece producir en el cuerpo humano todo tipo de respuestas, pero éstas no pueden explicarse sin la referencia a las experien- cias de la cultura en la cual los sonidos y los ritmos son simbolos, y si un evento musical mueve a la audiencia, es probable que esto no se deba a la forma externa de la musica, sino a lo que significa para fa audiencia en tér- minos de la experiencia humana. La experiencia de tensidn y relajamiento en un 4m- bito muy percusivo parecen definir algo que podemos advertir en el caso del baile calentano y especialmen- te del jarabe ranchero. Josefina Lavalle’ describe le corporalidad expresada en el jarabe ranchero a través de esta misma dicotomia que integra en algunos mo- mentos el baile mediante el “taconeo volado * que es como un integracién de rabia y convulsi6n por el repi- queteo de los talones que se contrasta con algo mas sua- ve llamado “paseo”; es decir, pasos lentos y movimientos agrandados, para volver al enérgico zapateado en donde la musica apoya de manera muy percusiva y se contrasta igualmente por un “paseo”. Blacking refiere que en los protocolos de las danzas tradicionales afticanas son frecuentes los rituales fe- meninos y masculinos de iniciaci6n, en los que la musi- ca y la danza mantienen elementos expresivos que pueden combinarse para representar simbélicamente los temas esenciales de la cultura nativa. Aqui la misi- ca y la danza describen aspectos de la vida adulta y su representacién basica es el matrimonio. Asi, la danza prepara a la mujer para este proceso en el ciclo de vida, Junto con los derechos y obligaciones que sefiala la pro- pia tradicion. Segtin Blacking cada ejecucion de danza nativa puede representar 0 simbolizar el cortejo. Frente a esta vision etnocoreolégica de Blacking, no es dificil pensar en que la descripcion de] chuchumbé vi- rreinal en cuanto a bailar barriga con barriga y zarandeos definen Ja africania del baile. En cuanto a los bailes del sur de Jalisco, se resalta este ultimo atributo en favor de bailes de corporalidad hacia el cortejo, con una marcada tendencia hacia el reforzamiento de la imagen del hom- bre. Josefina Lavalle* define los movimientos del jarabe ranchero como una alegoria de los céconos, que incluye persecucion y cortejo que concluye en un abrazo simbo- lizando ta cubierta del ala de macho, cstos movimientos corporales se expresan al ritmo de los bajeos anticipados del arpa y las cuerdas percutidas. Enrique Cardenas Pefia’ anota importantes observaciones sobre los movi- mientos de huida y cortejo mediante giros y ondulacio- nes en los sones y jarabes zapateados, que nos dicen algo de una sensibilidad afromestiza, partiendo de los antece- dentes de la abundante poblacién de negros y mulatos desde la Colonia, tanto en Ja tierra caliente de Michoa- can, como en Guadalajara y en las tierras bajas de Nueva Galicia segiin lo asientan los estudios etnohistéricos de Gonzalo Aguirre Beltran'® y Peter Gerhard.'' Especial- mente importantes son las referencias sobre las planta- ciones azucareras novehispanas que demandaron una importante poblacion de esclavos negros. Otro aspecto etnomusicoldgico es el de Ia ritmica africana en ja estructura de la musica. John Blacking"’ destaca Ia estrecha relacién entre las ritmicas combina- Esruntos JaLscienses 37, aGost9 8. Mid pol | | 9. Ciirdenas, op.ett 10, Gonzalo Aguine Belin. Le pobla~ clén negra en México, Méxicw FCE, 1972, 11, Peter Gerhard. 4 Guide to the Histo | rical Geography of New Spoin.Cam= briadge: Cambridge Umversivy Press, 1972. 12, Blacking, op. cit. t LLsUS LAneNTANO FLLSOS DEL SUR OE JALISCO VFL JARABE RANCAERO 3 Holunde Notoiio Petes, Ler nuisica afromesiiza mexicana, Xalapa: Uni versa! Veraeruzana, 1991), 172, D4. Mark Stephen Foguelquist. Ririfint sand Fava on thw Contemporary Son datixetesise. Les Angeles Univers sity) of California, 1975. Tesis de das y los desplazamientos coreograticos. Especialmente en el acompajfiamiento a la danza con base en tambores. en los rituales africanos se advierte un fendmeno en particular que es el de la ritmica hocker 0 traslape de pulsos ritmicos cfectuados por la percusion. Rolando Antonio Pérez'* Hama a este traslape de pulsos como la combinacién de acentos sobre una rit- mica mas bien ternaria, que se reconoce en Ja melodia de los sones jaliscienses, ritmica originalmente africa- na y comun en el “Son del perro encadenado con jara- be” de San Gabriel, el “Son el que se vende” de Zapotiltic, o en el “Son del huerfanito” de Tomatlan, que se anotan en compas de 6/8 con la presencia de un patron ritmico basico. Mark Stephen Foguelquist't concluye con base en Ja transcripcion de treinta y cinco sones jaliscienses, una insistencia del compas de 6/8 pero alternando con figuras que se reconocen como en 3/4, como es el caso de “El carretero”. “E] triste”, “El peine de oro”, “La ne- gra” y “Las alazanas.” La presencia del compas de 6.8 en este repertorio jalisciense se describe no tanto por la melodia con patrones ternarios, sino por la ritmica combinada de fos instrumentos de cuerda, cn donde el golpe de ia vihuela hecho con base en manicos ascen- dentes y descendentes, incluye ciertos redobles y acen- tos que contrastan con los contrapunteos del guitarrén, lo que produce el efecto de un ritmo complejo. En las culturas afticanas, la ritmica traslapada se une al ritual del agua, el fuego y las cenizas. Aqui la corporalidad representada en bailar en circulo, bailar con las manos puestas sobre la cabeza y mojarse el cuerpo, guardan un significado asociado con la mater- nidad. Por ejemplo, el tamboreo expresado sobre un tambor grave, representa la cabeza del nifio comenzan- do a nacer; bailar en circulo con un tambor frente al fuego, simboliza el movimiento del seno materno; dan- zar con las manos en la cabeza, representa los dolores del parto; baharse después de la danza, significa la gra- duacién de Ja iniciada. La descripcion del chuchumbé y cl “pan de jarabe”” coincide con el bailar en circulo, aunque seguramente ja Inquisicién se guardé los testimonios del fuego, el agua y las cenizas, cuando fucron bailados por negros y mulatos, pero si describe el empleo de coplas que tam- bién fueran prohibidas. Curiosamente, algunos de los aspectos de Ia corporalidad del chuchumbé y el pan de jarabe coinciden con los baites calentanos descritos por (Cardenas Peiia, y no tan alejados con los del jarabe ran- chero, en el sentido de los abrazos y zarandeos. En cuanto a bailar en circulo, bailar con las manos puestas en la cabeza y el traslape de pulsos ritmicos a la hocker parece muy cercana a la descripcién de Cardenas Pefiao las de Josefina Lavalle sobre cl jarabe y los sones, quienes se refieren a los aspectos de hacer giros y evolu- ciones en sentido opuesto al de Ja pareja, asi como a las persecuciones intencionadas de la pareja, fundamentadas por un sentido eminentemente percusivo de zapateado sobre la tarima, que contrastan a las combinaciones ritmi- cas de violines, manicos de jaranas y bajeos anticipados de arpas, elementos que, a nuestro juicio, son la represen- tacién de los ensambles de tambores africanos. Especial- micnte del jarabe ranchero, Rolando Antonio Pérez’? advierte la presencia de variantes ritmicas enlazadas y un patron ritmico ternario que surge desde la melodia del ja- rabe, cuyo esquema métrico es similar al de la percusién Abakua en Cuba, tipicamente afticano y muy comtn cn los sones calentanos como “El maracumbé”.'" Otra perspectiva es la del africanista Charles Keil,!” quien se afilia a la etnocorcologia refiriendo que en al- gunas danzas del Africa occidental la corporalidad se expresa mediante circulos y angulos. Circulos en los movumientos de las caderas, hombros, brazos y piernas acompafiados de abundantes percusiones con ritmos cruzados. Angulos en las posturas de codos y gestos con brazos, asi como en el desplazamiento coreografi- co, pero especialmente esta vision de los circulos y an- gulos define una cosmovisién africana que rige no tan soloa la danza y la percusion, sino a la organizacion so- cial nativa. ESIUpIOs JALIs IS. Peter, apt, pp. ISZ-1Ss 16, Pérez deft sloscendiente de pana” *maracumbé™ conte ;paracunibé atvhis Wid... 196. 17. Charles Keil. Tir Song. the Socio Jogy of Artin Classless Soews-Chi- 1979, Universi of Chicago Press, FG SON¢ MENTANO. EL SOS DEL SUR DE JALISCO ¥ LI INRABE RANCHERO IS did. p. 19% 19 Thomas Stanford. “Lirica popelar cic la costa miichoacana”. Anates det fnspante Nacional de Anirepotogia ¢ Historia, México, INAH, T. XVI, 1963. pp, 231-282. 2 Lavalles op. eit 2! Gabne! Saldivar £1 forabe: baile popiaiarmesicano, Mexwo. Talleres Griticas de la Naciém, 1937, Para Keil,!* la corporalidad africana se expresa en términos de la ctnoestética que se explica como una se- riede circulos concéntricos y angulos. Aqui, ef estéma- go y el trax son los centros de! poder corporal, la cabez es el clemento de comprensisn y direccion. En los cir- culos concéntricos y angulos hay algunas estructuras sincrénicas que nos hacen advertir la dualidad exten- sidn/intencidn. La extension en la corporalidad africa- na es entendida como una propiedad de las extremidades que se proyectan deniro de un espacio, la intencién es lo opuesto, y cn ambos casos la presencia entre exten- sion e intencidn se da el fenémeno de friccién. En esta descripcién sobre Ja corporalidad africana. seguramente nos preguntariamos de qué manera lo ad- vertimos en la tradicién de sones del sur de Jalisco 0 en el jarabe ranchero. Circulos y angulos evidentemente se reconocen tanto en coreografias y en los movimien- tos individuales a base de medias vueltas o vueltas com- pletas de las parejas. Los angulos de la postura de danza africana en la mujer se forman recargando la mano 0 el pufio sobre las caderas, de manera similar lo hace la mujer en el jarabe, o también en el recurso del “faldeo antigito” en donde la mujer Jevanta su falda, para aso- mar ligeramente el tobillo y dejar a la vista la técnica del zapateado con mayor claridad, Esto puede recono- cerse en el material fotografico que ofrece Thomas Stanford" sobre bailadores de sones y jarabes calenta- nos de fos aiios cincuenta del presente siglo, o bien en los murales del Museo de la Morefia en La Barca, los murales de la Presidencia municipal de Brisefas y en muchas de las iconografias sobre fandangos de] Méxi- co de fines del siglo xix que han sido reconsideradas en Jos trabajos sobre el jarabe ranchero de Josefina Laval- le?" y en los facsimiles sobre el traje de china poblana y el jarabe tapatio, que documenta Gabriel Saldivar." El faldeo antiguo se reconoce también en los sones serranos del sur de Jalisco, como “El fincionero”, cuya actuacion es como la de un fandango. Sin coreografia previa, los cuerpos de las parejas no se acercan sino que se mantienen mas bien alejados, aunque ofrecen abun- dantes giros y el zapateado mantiene el acento ses- quialtero dentro de la ritmica de la misica. Como habiamos comentado, instrumentos de ras- gueo como las guitarras de golpe son los substitutos de los tambores y evidentemente el mas claro exponente de lo afromestizo es el tamboreo 0 cacheteo sobre la caja del arpa. En cuanto a los fenémenos de extensidn/in- tencion, Keil reconoce ademas un cierto performance de resistencia al dolor, como experiencia de danza. Las parejas en los fandangos deben mantener un cierto gra- do de resistencia al dolor al experimentar un zapateado agresivo tanto en el hombre como en la mujer; en el hombre, desde luego, denota su virilidad, pero en am- bos es una demostracién de aguante al cansancio y el dolor manteniendo siempre una postura erguida y de fortaleza. En muchos casos la mujer muestra una son- risa al espectador como si en realidad fuera algo que no requiriera de ningun tipo de esfuerzo El contraste entre el zapateado y los paseos del jara- be ranchero nos plantea una gran similitud con la des- cripcién de Keil entre el esfuerzo de ingresar en la dimen- sion del dolor y el retorno a la normalidad. Curiosamente en ¢l ingreso en la dimension del dolor y del zapateado intenso, los musicos desarrollan lo mejor de sus habili- dades tanto en la percusin, como en las improvisacio- nes de violines y arpas con bajeos anticipados. Queda mucho por decir y analizar en cuanto a la corporalidad de una sensibilidad mestiza con profun- das raices africanas en los sones y jarabes de Jalisco, pero se han sefialado aqui tan sdlo algunos aspectos ge- nerales de la etnomusicologia y la etnocoreologia que seguramente se podran revisar y ampliar en detalle con los propios musicos y los maestros bailadores de sones y jarabes, portadores de una antigua tradicion en Jalis- Co que se est despidiendo. Es justo que las nuevas ge- neraciones acepten tomar la estafeta de la tradicién del fandango, fuera de todo concepto de baller“ folklérico” 0 espectaculo y mas orientado hacia la preservacion y reactivacion de la misica y la danza tradicionales. Estub1os JALISCIENSES 37, AGOSTO DE 19%

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