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Resumen
Solferino es un ejido selvático situado en el norte de Quintana Roo que ha
transitado de una economía agroforestal a otra diversificada en la cual la
migración, el asistencialismo y el sector construcción juegan un papel central. En
un contexto de promoción de la conservación del medio ambiente y de integración
al espacio turístico regional, las visiones del territorio heredadas de actividades
como la chiclería o las miradas de corte agrarista parecen tener menor injerencia
en el territorio; mientras que las ideologías de la conservación ambiental y los
nuevos imaginarios generados por el turismo como industria global influyen
decididamente en la configuración y transformación del espacio social.
1. -Contextualización
Algunos analistas que abordan la articulación global-local nos han hecho entender
que las transformaciones sociales y culturales se dan en espacios
interconectados, que se insertan en estructuras socio-espaciales que asignan a
cada lugar, distintos roles, capacidades de acción y acceso al poder dentro de un
orden social determinado (Harvey, 1998). De esta manera, el proceso globalizador
no sólo se define por la transnacionalización de los procesos productivos, la
reconfiguración del estado, la influencia creciente de los medios de comunicación
y la difusión masiva de modos de vida y hábitos de consumo sino también se
define como un factor crucial en los procesos de reestructuración del espacio
social (Salas, 2002).
1
Estudiante, Licenciado en antropología. Escuela Nacional de Antropología e Historia
En el caso del México rural, se da en un contexto de cambio en el cual apenas se
empiezan a manifestar con contundencia las medidas que ha emprendido el
Estado mexicano desde los ochenta para reestructurar económicamente y
socialmente al campo: Las reformas constitucionales al artículo 27, la
liberalización de los precios de sus productos; los acuerdos comerciales
precipitados; los cambios en los tipos de programas de desarrollo local que
privilegian el desarrollo social sobre lo productivo, etc.
Espacios como el ejido Solferino y gran parte del campo mexicano son vividos y
valorados por una gama amplia de agentes, ya sean los mismos agricultores,
funcionarios, planificadores, extensionistas, turistas, de manera que se ha tornado
difícil delimitar los usos de cualquier territorio y mucho más especular sobre sus
vocaciones. Pero, ¿Cómo se han transformado las representaciones y las
valoraciones de los diferentes agentes sociales sobre el territorio de Solferino, a
partir de las políticas neoliberales de los años noventa del siglo XX y las dinámicas
de la globalización que rigen la etapa actual?
2
Relación de una entrevista con Melchor Morales (04/IX/2009).
hacía guardia un amigo cercano. Una noche después de esta operación
partió hacia la cantina y venció a todos sus contrincantes en la baraja. Al
aproximarse a la salida y un tal don Franco lo agarró por detrás mientras
otro le daba 12 puñaladas. Tras robar su fortuna, el segundo salió para
siempre del pueblo mientras don Franco se quedó pero a su vez tendría
su merecido3.
La imagen que encontramos en el testimonio indica que Solferino era un lugar
violento, una especie de “tierra de nadie”, donde los hombres solían estar
armados. Pero frente a la carencia de un sistema de justicia intervenían otro tipo
de fuerzas:
Don Franco estaba monteando [trabajando en el monte] cuando sus
perros vieron a un jaleb [tepescuincle] a los lejos. Al acercarse sólo logró
encuevarlo [capturarla en una cueva] y decidió ir al día siguiente en parte
porque era jueves santo y ya era tarde para trabajar. Cuando regresó el
día siguiente y liberó al animal, la tuza corrió y tras ella los perros y él
mismo… Como en aquella época había mucho monte alto, se podía correr
sin que nada te detuviera. Pero justo donde cruzaron los perros había un
montón de [serpientes] cuatro narices que se despertaron con los perros y
cuando don Franco pasó por ahí y las vio ya era demasiado tarde y se
llevó 12 mordidas. El mismo número de puñaladas que Don Tacho había
recibido4.
Este relato es típico de las representaciones a las que nos referimos. Es
después de un homicidio motivado por una ambición vil que irrumpe “el monte”
como una fuerza rectificadora. Aquí el medio natural es concebido como “monte”
es decir un espacio lleno de peligros y habitado por seres sobrenaturales. En este
modelo “el monte” no pertenece a individuos y/o grupos, hay una idea débil de
propiedad; más bien, los “dueños” del monte son los seres sobrenaturales que lo
habitan.
Son representativos de esta concepción, los relatos del monte que evocan la
figura de “Juan de Monte”, el dueño del bosque y de los animales5. Generalmente,
este personaje surge en las narraciones como una fuerza que corrige los abusos
del hombre sobre el medio. A este personaje se le adjudica la capacidad de
3
Relación de una entrevista con Melchor Morales (04/IX/2009).
4
Relación de una entrevista con Melchor Morales (04/IX/2009).
5
Este personaje ha sido registrado en numerosas etnografías en regiones mayas del
sureste mexicano. Por mencionar dos realizadas en Quintana Roo tenemos a Villa Rojas
(1978[1945]) y Ruz (2002).
asumir la forma de animales o personas; de esa manera, engaña a los hombres
para perderlos en el monte como castigo, o para “dar una lección”, a aquellos que
abusaron de los animales y árboles sin “pedir permiso” o sin realizar las ofrendas
de agradecimiento que exigen los dueños del monte.
Otros modelos son los propios de visiones agraristas que ven “la tierra” como una
forma de vida y de identidad. Estas visiones se constituyeron en relación con el
proyecto agrarista del estado mexicano posrevolucionario pero asumen
características específicas en un contexto de frontera selvática. En este modelo el
medio natural es concebido más como un recurso con una inclinación más
productivista que puramente extractiva.
En general estas visiones sostienen que Solferino es una localidad campesina con
vocación agrícola. En ese sentido Ramón Baas Ramírez sugiere que fueron
mejores los tiempos en los que el pueblo producía sus propios alimentos:
6
Entrevista con Ramón Baas Ramírez (16/VI/2010).
puede ganar como maestro, ejecutivo o incluso como político. Pero para esto,
la gente debe tomar interés porque no todos podemos ser albañiles. 7
La visión de Lucas Vicencio conceptualiza al campesino como productor y no
como milpero o agricultor de subsistencia. Sus preocupaciones aluden a la
capitalización y productividad de agricultores profesionales o farmers y no a la
agricultura tradicional de tumba, roza y quema que considera obsoleta.
Pero, ¿son “la tierra” y el “monte” concepciones similares del medio natural?
Diferenciar ambas nociones presenta dificultades, una de ellas es que en el
lenguaje cotidiano ambos términos pueden ser usados genéricamente. Si bien,
ambos constituyen anclajes de identidades, en tanto referentes de arraigo y de
experiencias de vida, mientras que el monte se concibe como un espacio silvestre
y un patrimonio comunal, “la tierra” y su derivado “la parcela” son espacios
domesticados y familiares. Aluden a diferentes formas de apropiación material y
simbólica del territorio.
A partir de las reformas de 1992 se vuelve posible la adquisición del dominio pleno
pero lo más determinantes es que, al dar por terminado el reparto agrario trabajar
7
Entrevista con Lucas Vicencio Hernández (20/XI/2007).
la tierra y vivir en la localidad, ya no son obligaciones para poseer derechos
ejidales. La nueva ley del ejido aunada al abandono relativo de las actividades
agropecuarias parece conducir a una mayoría a abandonar “la tierra” y el trabajo
agrícola como un posible proyecto de vida para el futuro.
8. Aquí nos referimos a GAIA A.C, una organización ligada a la universidad La Salle con
fin de que los estudiantes de esa y otras universidades realicen su servicio social. GAIA
sirve de enlace con otras organizaciones que desarrollan proyectos enfocados al
desarrollo sustentable.
de lo que nuestros anfitriones llamaban “permacultura”9 con las creencias y
prácticas de la población local. Más tarde en la investigación, conforme fui
conociendo a más profesionistas y extranjeros que viven en la localidad, siguieron
manifestándose.
Liliana Bernardis una hotelera que vive en Holbox desde hace 20 años es de las
pocas personas que han comprado derechos ejidales y tienen casa en la
localidad. Ella afirma que desde chica tuvo el sueño de tener una casa de campo
donde pudiera tener árboles frutales y plantas, cosa imposible de realizar en
Holbox por los suelos arenosos. Compara a Solferino con Cuernavaca, una ciudad
periférica al Distrito Federal conocida por albergar casas de campo perteneciente
a capitalinos e infinidad de turistas residenciales de distinto origen.
En término generales los fuereños mantienen relaciones cordiales con casi todos
los habitantes de Solferino, pero cuando se trata de transacciones económicas
sale a relucir el carácter desigual de la relación con los de afuera. Por ejemplo,
esto lo observé en la construcción del primer hotel en Solferino donde hubo
intensas discusiones entre el patrón y los asalariados en torno al precio de las
obras y al tiempo de construcción. En mi última estancia en campo pude observar
que el hotel ya estaba avanzado pero los trabajadores habían sido reemplazados
por gente de Yucatán que cobra salarios más bajos. Este tipo de arreglos nos
llevan a cuestionar si es posible llegar a establecer mecanismos que permitan a
los pobladores locales beneficiarse de la derrama económica del turismo.
Pero los grupos locales también promueven imágenes que muestran a Solferino
como un lugar “auténtico” con condiciones naturales y culturales privilegiadas. Los
asesores de organizaciones como Yum Balam ANP y Kanche AC 10 así como los
miembros de los grupos “Pepeenchac”, “El Árbol Sagrado de los Mayas” y “Laak
Desde finales de los ochenta, han venido tomando importancia las visiones del
territorio asociadas a las ideologías de la conservación ambiental. Su impacto en
las políticas públicas ha sido decisivo tanto en la formación de nuevas prácticas de
estado como en la reestructuración espacial de los territorios del norte de
Quintana Roo. En especial, en lo que concierne al importante papel que juegan los
funcionarios de la CONAMP en las localidades del municipio y en referencia al
establecimiento de nuevas formas de apropiación territorial, particularmente
respecto a la consolidación de la APFF Yum Balam y la proliferación de las UMAs
dentro de los territorios ejidales (López Santillán, 2010).
Aunque en sus versiones más románticas las visiones ecologistas valorizan las
formas de tenencia de la tierra que implican colectividades, en Solferino, las
gestiones de los “brokers verdes” no han escapado al proceso más amplio de
privatización de los recursos y los espacios. Al contrario, la determinación de
UMAs o reservas parecen incidir en la fragmentación territorial y en la disminución
de las tierras de uso común. Incluso, en las últimas asambleas algunos ejidatarios
han apelado sistemáticamente a la conservación del medio ambiente como un
argumento para justificar la parcelación. En ese sentido, la conservación ambiental
tiende a convertirse, más que en una convicción, en un recurso para negociar
beneficios personales o familiares. Como lo veremos en el siguiente apartado.
En este momento los ejidatarios discuten la parcelación de las tierras, que hasta
los años noventa del siglo XX, habían sido mancomunadas. En los últimos cinco
años, diferentes grupos de ejidatarios debaten continuamente el papel de las
autoridades y la organización ejidal en dos direcciones contrarias: La de la
continuidad, es decir, el ejido como institución de manejo de los recursos comunes
o la de la ruptura, el ejido como órgano gestor del mercado de la tierra y de las
parcelas individuales.12 El problema es que ambas direcciones son contradictorias
en la medida de la ya avanzada parcelización que ha ocasionado la reducción
irreversible de los recursos y espacios comunes.
12
Nótese que ninguna de las posturas aboga por la disolución del ejido, por lo que los que
presagiaron con la reforma de 1992 el fin de esta institución se equivocaron. El ejido
permanece como una opción estratégica que suma más ventajas (inalienables e
inembargables) que inconvenientes (el precio de la tierra se devalúa si no se tienen el
dominio pleno).
13
Relación, plasmada en el diario de campo, de una entrevista con Melchor Morales Baas
(04/IX/2009).
Esta idea de incorruptibilidad y sacrificio se contrasta con al egoísmo y las
envidias que rigen las actitudes actuales.
Y es que el ejido solía ser comunal y la parcelización empezó en el pueblo
para extenderse a las parcelas. Antes podías atravesar cualquier predio y
tomar lo que estaba al alcance de la mano, hoy te sorprenden bajando un
mango o cualquier otra cosa y te vienen a reclamar14.
Por otro lado, los que defienden la parcelación tienden a considerar que la venta
de tierras y derechos ejidales se encuentra tan avanzada que se vuelve
insostenible la permanencia del régimen mancomunado:
“El ejido está cambiando en modo que el domino lo tiene cada ejidatario. Por
ejemplo, aplicando la ley: tanto tienes, tanto vales. Nadie saca de ejidatario a
nadie, solos se van saliendo. Entonces cada ejidatario pierde su calidad de
ejidatario conforme se va deshaciendo de una parte del total de sus tierras.
Entonces yo me paro y les digo en las asambleas, hay gente que nomás tiene
medio derecho ya vendieron la mitad de sus parcelas, entonces ¿son medios
ejidatarios? Poco a poco se está dando porque mucha gente está vendiendo y
mucha gente no quiere, la gente está vendiendo sus derechos y no hay nadie
que le diga no pueden estar cortando.”15
El argumento que sostienen es que hasta que no se parcele todo el ejido una
minoría, sobre todo ejidatarios que ya vendieron parte importante de las tierras
que le corresponden, seguirá explotando para su propio beneficio los recursos
comunes.
14
Relación, plasmada en el diario de campo, de una entrevista con Melchor Morales Baas
(04/IX/2009).
15
Entrevista con Artemio Chalé May (13/XI/2009).
16
Entrevista con Artemio Chalé May (13/XI/2009).
Ante esta confrontación es necesario preguntarse, ¿la postura de la continuidad es
la expresión de una defensa de los valores comunitarios? ¿La parcelación es una
iniciativa guiada por un interés genuino por “conservar”? En los hechos los que
defienden la mancomunidad son líderes ejidales y miembros de la generación de
“hijos de fundadores del ejido” que participaron en las sociedades ganaderas. Sin
descartar a algunos que asumen esta postura por una mezcla de convicción y
nostalgia, un grupo de alrededor de noventa personas (aproximadamente treinta
ejidatarios) tienen intereses económicos. Sobre todo cortadores de madera que
ven oportunidades de negocios en la permanencia de la normatividad actual que
es sumamente flexible.
Los que defienden la parcelación son un sector mayoritario al que se adhieren los
ejidatarios que realizan trabajos no-agroforestales y/o se desempeñan en espacios
de actividades exteriores a la localidad. En términos generales este grupo ve la
parcelación como un proceso irreversible aunque varían las opiniones sobre la
urgencia de regularizar las parcelas ejidales.
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