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Rumbo al mar

El descenso nos llama…


William Carlos Williams

Para Sara Esther y Blanca Doris

En el descenso a Puerto Valdivia


rumbo al mar
el bus se vara en un tugurio
siguiendo rigurosamente
las leyes de Murphy

Dos o tres días esperando el repuesto


de un bus para 50 bañistas

Un bus varado aquí


es un muy potente
instrumento de conocimiento
al tiempo que su chofer se convierte
en todo un gurú que nos guía por las leyes
de la inercia y de la impermanencia
cuando la espera y la impaciencia son todo
lo que sucede en el mundo

De modo que la gente desciende


a regañadientes
vociferando sus maldiciones
con el decálogo de todos sus madrazos

Adoptan otro punto de vista


miran desde los resquicios
de la casa de palo
a través del musgo que delata su vejez
la niebla
pero no el abismo
justo por estar en el fondo

Los anfitriones desde luego los asisten


les sirven sancocho de gallina
y muchas tazas de un café aguado
mientras conversan con el muchacho parapléjico
experto en mirar los carros que vienen y van
sin tomar todavía alguna decisión

No es para nada leve


el tiempo de dos días
signados por el frío y por la niebla
mientras el mundo de ida y vuelta
pasa con displicencia
devorándose el asfalto

Una que otra pareja


intercambia besos y escarceos
a solas en el bus
o a la orilla del torrente
que les tiende la cañada
que muy de seguro tiene en su agenda
llegar al mar serpenteando la llanura

El mar a los futuros bañistas


se les sigue antojando desde aquí
como la única cosa que existe
anhelada en infinita
mientras la larga espera no pierde
su estatus de accidente

Algunos saben que sólo están de paso


desde hace mucho
acaso también los desplazados
que les siguen asistiendo
en lo que les puedan servir

Algo en la carretera y en sus sueños


les sigue diciendo a éstos
que el regreso es aún posible
mientras al chico que observa
con sus piernas inmóviles
un sueño de salir de allí
por uno y otro rumbo
lo visita
si no es que tiene ya la vocación definitiva
de ver pasar el mundo
desde el vano de la puerta

Vitelio Román

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