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Isaiah Berlin ae Filosofia Alianza Editorial a 1 tn, RYAN, A. (ed) The Idea of Freedom, Bssays in lin, Oxford, Oxford University Press, 1979, Faia ae, ensayos centrados especificamente en Cuatro eens % bertod, de Belin, a cargo de flisofos anglosajonen eae la, fla, Dos conceptos de libertad 3 tres no discreparan nunca sobre los fines de la Sl eis aantepasados se hubieran quedado plicida- mente en el jardin del Edén, raro habria sido que se hubieran siquiera las cuestiones a las que esté dedicada la cijedra Chichele de teorfa social y politica’, Estas disciplinas surgen con la discordia y se nutren de ella. Quizas haya quien ponga en duda esta afirmacién y replique que hasta en una Sociedad de anarquistas buenisimos, en la que no hubiera de- sacuerdo sobre el fin ultimo, también habria conflictos politi- cos, Por ejemplo, sobre cuestiones constitucionales o legisla- tivas, Pero esta objecién se funda en un error, Cuando hay| acuerdo sobre los fines, los tinicos problemas que restan son Jos referidos a los medios, y estos problemas no son politicos sino técnicos. Es decir, pueden ser resueltos por expertos 0 por méquinas, como en las discusiones entre ingenieros 0 en- tre médicos. Es por esto que aquellos que depositan su fe en algun gran fendmeno transformador del mundo, como el triunfo final de la raz6n o la revolucién ia, se ven im- pelidos a pensar que mediante tal fenémeno todos los proble- 1, Este ensayo se basa en una leccién inaugural impartida en 1958. “a earane HAL. “ icow se convertiran en problemas tecnold- ena Pte de la famona frase de Bgl tom Fire santo a Saint Simon) acerca de la atransformacign sbierno politico sobre los hombres en una administracién Ae a cosaso! y de las profectas marxistas sobre la desapari- cidn del Estado y el comienzo de la verdadera historia de la hmanidad. Los que consideran que especular sobre una per- fecta condicién de armon(a social ¢s malsana fantasia calif can de utopica esta concepcidn. Sin embargo, si hoy dia vinie- faa cualquier universidad briténica ~0 americana un visi tante procedente de Marte, disculpariamos que sacase la inypresidn de que sus miembros parecen vivir en una realidad muy parecida @ ese estado inocente ¢ idilico, y ello a pesar de Ja seria atencidn que prestan los fildsofos profesionales alos problemas fundamentales de la politica. Pero esto no deja de resultar sorprendente y peligroso, Sor- prendente porque quizd nunca en 4a historia moderna tantos seres humanos, de oriente y de occidente, han asistido alaal- teracién profunda de sus creencias y, claro, de sus vidas, des- truidas a veces hasta de forma violenta, por doctrinas sociales y politicas defendidas con fanatismo, Pelgroso, porque cuan- --Dahring (1877-1878). Engels; el Anti-Daahring (1877-1878), 8 a 2 ah Engels, Werke, Bertin, 1956-1983 OL TET,” al MAE OS es CONCHA DA CAMMY a poder de las ideas; los conceptos filosdficos engendrados en el sosiego del despacho de un profesor pueden destruit una civilizacién, Se referia a la Critica de la razén pura, de Kant, como la espada con que habia sido decapitado el deismo ale. man y describia las obras de Rousseau como el arma ensan- grentada que, en manos de Robespierre, habia destruido el ‘Antiguo Régimen. Profetiz6 que la fe romantica de Fichte y Schelling algun dia se volveria, con terribles consecuencias y por medio de sus fandticos seguidores alemanes, contra la cultura liberal de occidente. Los hechos no han desmentido esta prediccién, Por tanto, si son los profesores los que osten- tan en verdad este poder fatal, jno se sigue de esto que sdlo ‘otros profesores 0, como minimo, otros pensadores, serdn los tinicos capaces de desarmarlos (y no los gobiernos o las co- misiones parlamentarias)? Nuestros fildsofos, de forma grotesca, parecen no perca- tarse de los efectos devastadores de sus actividades. Pudiera ser que los mejores, embriagados por logros excelsos en ém- bitos més abstractos, contemplen con desdén un campo en el que los descubrimientos fundamentales son poco frecuentes yen el que se reconoce menos el talento para el anlisis meti- culoso. Sin embargo, el estudio de la politica permanece indi- solublemente ligado a las otras formas de investigacién filo- sofia y ello a pesar de la multitud de intentos, guiados por luna ciega pedanterfa escoléstica, por separarlas, “ , fuerzas sociales las ideas nazcan que sin al empthe eno hay dda es de ques 0 Se revis { es idowe "esas fuerzas, quedardn cegadas y faltas de direc- : ‘es una rama de la filosofia moral que tie- ae score Pot descubeimient, ‘© aplicacién, de ideas mo- jes en la esfera de las relaciones politicas. No quiero decir, Como creo que han pensado algunos fildsofos idealistas, que fodos los movimientos 0 conflictos hist6ricos entre seres hu- manos sean reducibles a movimientos o conflictos de ideas o de fuerzas espirituales, ni siquiera que sean consecuencia (9 aspectos) de ellas. Lo que quiero decir es que entender tales movimientos o conilictos es, ante todo, entender las ideas o actitudes hacia la vida que evan implicitos, pues esto es lo tinico que hace que tales movimientos sean parte de la his- toria humana y no meros sucesos naturales. Los Jas ideas y las acciones politicas s6lo son inteligibles dentro del contexto de enfrentamiento en el que los hombres los utilizan. Por consiguiente, es probable que nuestras propias actitudes y actividades nos resulten opacas a menos que en- tendamos los temas dominantes de nuestro propio mundo, El tema mas importante es la guerra abierta que libran dos sistemas de ideas. Estos dan respuesta diferente y antagéni- caalo que ha sido durante mucho tiempo el problema cen- tral de la politica -1a cuesti6n de la obediencia y de la coac- cién-. «jPor qué debo (yo 0 cualquiera) obedecer a otra persona?» «jPor qué no puedo vivir como quiera’> «jTengo que obedecer?» «Si no obedezco, ,puedo ser coaccionadot» «Por quién, hasta qué punto, en nombre de qué y con mo- ivo de qué?» " Tas respuestas que se dan hoy dia en el mundo acerca del \Gmite admisible de coaccién reflejan dos puntos se a opuestos, y ambos presumen del apoyo de gran niimeso hombres. Por tanto, me parecen dignos de examen aspectos de esta cuestién. a ‘Coaccionar a un hombre es privarle de libertad: libertad, ide qué? Casi todos los moralistas que ha habido en la historia de Ia humanidad han ensalzado la libertad. Igual que la felicidad y la bondad, que la naturaleza y la realidad, se trata de un tér- mino con un significado tan poroso que parece que no hay interpretacién que to resista. No me propongo discutir la his- toria de esta palabra proteica ni los ms de doscientos signifi- cados de la misma documentados por los historiadores de las ideas. Propongo examinar nada mds que dos de los sentidos que tiene esta palabra, sentidos que son, sin embargo, funda- mentales; que tienen a sus espaldas gran cantidad de historia humana y, me atreveria a decir, la van a seguir teniendo. El primero de estos sentidos politicos de la libertad y que si- guiendo multitud de precedentes llamaré sentido «negativo», es el que aparece en la respuesta que contesta a la pregunta: «gCémo es el espacio en el que al sujeto -una persona o un ipo de personas- se le deja o se le ha de dejar que haga 0 Jo que esté en su mano hacer o ser, sin la interferencia de tras personas?». El segundo sentido, que denominaré «posi- vo», es el que aparece en la respuesta que contesta a la pre- gunta: «Qué o quin es la causa de control o interferencia que puede determinar que alguien haga o sea una cosa u otra’». Las dos preguntas son claramente distintas, aunque las respuestas puedan solaparse. Elconcepto de libertad negativa Normalmente se dice que soy libre en la medida i se en que nin- tin hombre ni ningtin grupo de hombres interfiereh en mi actividad. En este aspecto, la libertad poltica es, simplemen- 's elespacio en el que un hombre puede actuar sin ser obsta- ‘ulizado por otros, Si otros me impiden hacer algo que antes Wearant MaMa “ medida menos libre; pera sh peda hacer nee ar tox omiores rs all de Wo ad- use, ‘entonces puede decirse que extoy slendo coacciona- doo hasta esclavizado, Sin embargo, el término coaccién no Ss de aplicacidn para todas las formas de impedimento. Sino puedo saltar mds de diez metros, o no puedo leer porque es- toy ciegos 0 no puedo entender las paginas més oscuras de Hegel, serfa una excentricidad que dijera que, en tales senti- dos, estoy oprimido 0 coaccionado, La coaccién implica la in- terferencia deliberada de otros seres humanos dentro de un espacio en el que si ésta no se diera yo actuarfa. Sélo se carece de libertad politica cuando son seres humanos los que me impiden alcanzar un fin’, La impotencia para alcanzar un fin no indica falta de libertad politica’. Esto queda de relieve en el uso de expresiones modernas tales como «libertad econémi- ca» y su contrapartida «esclavitud econémica». Se argumen- ta, de forma convincente, que si un hombre es tan pobre que no puede permitirse algo que no esté prohibido legalmente “una barra de pan, un viaje alrededor del mundo o un recur- so ante los tribunales- entonces tiene la misma libertad que si la ley se lo prohibiera. Sim pobreza fuer un tipo de ener .d que me impidiese comprar pan, © pagarme un v eee del mundo o recurrir a los tribunales, dela misma manera que la cojera me impide correr, tener ae quen an se diria que esta incapacidad es falta: de lib yuo ome nos falta de libertad politica. ‘Me considero victima ape cidn o esclavitud tinicamente cuando creo que mi i verdad lo contraro. 3. Por supuesto, no quiero implicar con et ibe el hombre qe 2° 44 Helvettus lo explicé con claridad: «El hombre Wt ima, est i cargado de cadena nl et) Ser io ‘el esclavo, por el terror a los ies mubes com ¢ con norlibertad nuestra impotenci de a eter pees la, de vivir bajo las aguas como, ba espiitu Made capitulo 4. (ed. cast C. Ay D’Helveti cional, 1984, p. 114) Pom CONCEEIOS 116 LINEHAN ” dad para conseguir una determinada cosa se debe a le circunstancia de que determinados seres humanos me han hecho algo a mi que, a diferencia de otros, me impide tener dinero bastante para pagarla, En otras palabras, este uso del término depende de una teorla social y econémica particular acerca de las causas de mi pobreza o debilidad. Si mi falta de medios materiales se debe a mi discapacidad mental fisica, sélo diré que he sido privado de libertad (y ya no hablaré slo de pobreza) si acepto la teorfa’, demas, hablaré de esclavi- tud u opresin econdmica si creo que me encuentro en estado de necesidad por culpa de una organizacion particular que considero injusta. Rousseau dijo que la naturaleza de las cosas no nos enoja; lo que nos enoja es la mala voluntad?. El criterio de opresion refiere al papel que creo juegan otros humanos, directa o indirectamente, intencionadamente o sin querer, ala hora de frustrar mis deseos. Entiendo por ser libre, en este sentido, no ser importunado por otros. Cuanto mayor sea el espacio de no interferencia mayor seré mi libertad. Esto es lo que querian decir los fil6sofos politicos ingleses clésicos cuando usaban esta palabra’, Disentian, sin embar- 0, sobre cudn amplio puede o debe ser ese espacio. Suponian que, tal como estaban las cosas, no podia ser ilimitado porque 5. La concepcién marxista de las leyes sociales es, Ta ver- Sitemeter eee epee importante en algunas doctrins citanas, utilitaristas y en todas las so- cialstas. 6. Emile, libro segundo, p. 320, en Ouvres completes, ed. Bernard Gagne- bin y otros (Paris, 1959-), vol. 4. (ed. cast.: Emilio o la educacién, Madrid, Alianza Editorial, 2001, p. 122). 7. «Un HOMBRE: Liske ~decla Hobbes- es aquel que (..) nose ve impedi- do en la realizacién de lo que tiene voluntad de llevar a cabo. Leviathan, ed. Richard Tuck, Cambridge, 1991, capitulo 21, p. 146 (ed. cast.: Levia~ ‘én, Madrid, Alianza Editorial, 1999, p. 187). Las leyes siempre encade- nan también cuando protegen de grilletes més pesados, com las normas © costumbres represivas, el despotismo arbitrario o el caos. Bentham dijo algo parecido, ) so 7 comportaria una situacién en la que los hom- oo eee taulizartan sin limite entre sf. Tal clase de libertad cnaturab» conducirfa a un caos social en el que las necesida- des minimas de los hombres no podrian ser satisfechas y, ‘ademés, las libertades de los débiles serian suprimidas por los, fuertes. Como vefan que los fines y las actividades de los hombres no armonizan autométicamente, y como (al margen de las doctrinas que se les atribuyen) valoraban mucho otros fines como la justicia, la felicidad, la cultura, la seguridad o distintas formas de igualdad, estaban dispuestos a recortar la libertad en aras de otros valores y, por supuesto, en aras de la libertad misma. Pues sin tomar tales medidas no seria posi- ble crear el tipo de asociacién que deseaban. Por consiguien- te, estos pensadores asumian que el ambito de las acciones li- bres de los hombres debe estar limitado por la ley. Pero asu- mian igualmente, especialmente liberales tales como Locke y Mill, en Inglaterra, y Constant y Tocqueville, en Francia, que debja existir un cierto ambito minimo de libertad personal que no podia ser violado bajo ningiin concepto, pues si tal Ambito se traspasaba, el individuo se encontraria encajona- do en un espacio insuficiente incluso para el desarrollo m{- nimo de sus facultades, lo tinico que permite perseguir y al- canzar los distintos fines que los hombres juzgan buenos, justos o sagrados. De aqut se sigue que bay que trazar una frontera entre el Ambito de la vida privada y el de la autori- dad publica, Donde tenga que trazarse esa frontera es cues- tidn a discutir y, desde luego, a negociar. Los hombres son muy interdependientes y ninguna actividad humana tiene un cardcter tan privado como para no obstaculizar en ne sentido la vida de los demés. «La bert del pez grandes a muerte del pez chico»®, La libertad de unos o ke contencién de otros. Hay quien ha aftadido q Londres, 1938, capftlo 5, seec68 8. RH. Tawney, Equality, 1931,3-* ed 2, «Equality and Liberty», p. 208. 31 para un profesor de Oxford es muy diferente de lo que es para tun campesino egipcio. Esta proposicién tiene fuerza porque apunta a algo impor- tante y verdadero, pero la frase misma no deja de ser un brin- dis al sol politico. Es verdad que ofrecer derechos politicos y protecciones frente a la intervencién del Estado a hombres medio desnudos, analfabetos, desnutridos y enfermos es ridi- culizar su condicién; necesitan atencién médica 0 educacién antes de que puedan entender o hacer uso de un aumento de libertad. ;Qué es la libertad para aquellos que no pueden uti- lizarla? Sin condiciones adecuadas para disfrutar la libertad, jcudl es su valor? Lo primero eslo primero: hay situaciones en Jas que por usar un dicho atribuido irdnicamente por Dos- toievski alos nihilistas~ unas botas son mejores que Pushkin; la libertad individual no es la primera necesidad de todo el mundo. Pero la libertad no es simplemente ausencia de todo impedimento; esto hincharia tanto su significado que diria demasiado y demasiado poco a la vez. El campesino egipcio necesita ropa y medicinas antes y en mayor medida que liber- tad personal. Pero el minimo de libertad que necesita hoy y la mayor libertad que pueda necesitar mafiana no son de un tipo suyo particular sino que es idéntica a la de los profesores, los artistas y los millonarios, Creo que lo que atormenta hoy la conciencia de los libera- les occidentales no es que la libertad que buscan los hombres difiera en relacién con sus condiciones sociales 0 econémi- cas, sino que la minora que la posee la haya conseguido ex- pltando oy al menos, dando la espa ala gran mayo gue no la disfruta. Creen, con fundamento, que sila libertad indi- vidual ¢s un fin tltimo del ser humano, nadie puede privar a nadie de ella, y mucho menos disfrutarla a expensas de otros. Tgualdad de libertad; no tratar a los demas como yo no que- ‘ria que me trataran a mi; reconocer la deuda que tengo con los que han hecho posible mi libertad, mi prosperidad y mi cultura; justicia en su sentido més simple y universal ~éstos SALAH ORIN s2 intos de la ética liberal-. La libertad no es el ico fis we. Podemos decir, con el eritico ruso Be- ee Si oa han de estar privados de ella -si mis her- manos han de seguir en la pobreza, en la miseria y la esclavi- fud., entonces no la quiero, la rechazo con mis dos manos y prefiero infinitamente compartir su destino, Pero no se gana Pda confundiendo los términos. Estoy dispuesto a sacrificar parte de mi libertad, o toda ella, para evitar la desigualdad rampante o la extension de la miseria, Lo hago de buena gana y libremente, pero téngase en cuenta que al hacerlo me des- prendo de libertad en aras de justicia, de igualdad o de amor por mis semejantes. Debo sentirme culpable, y con razén, si en determinadas circunstancias no estoy dispuesto a realizar este sactificio, Pero un sacrificio no entrafia un aumento delo ue se sacrifica (es decir, la libertad) por muy grande que sea su necesidad moral o lo que la compense. Cada cosa es lo que es; la libertad es libertad, y no igualdad, equidad, justicia, cul- tura, felicidad humana o una conciencia tranquila. Si mi li- pertad, o la de mi clase o nacién, depende de la miseria de un gran nimero de seres humanos, el sistema que promueve esto es injusto ¢ inmoral. Pero sireduzco o pierdo mi libertad al objeto de atenuar mi vergiienza ante tal desigualdad, y con ello no aumento sustantivamente la libertad individual de otros, se produce de manera absoluta een eee one, tad. Puede que ésta se compense con una felicidad o paz, pero esa pérdida queda. Se confunden veers! valores cuando se dice que si tiro por la borda mi libe te — liberal», aumenta otro tipo de libertad soci 0 saat micay~, Sin embargo, sigue siendo verdad qu: § shy ae recortar la libertad de unos para asegurar’ aoe aa {Sobre qué principiost Sila ibertad es un i oe tocable, no puede haber tal princiPy® val dos principios o reglas en conflicto nee es enla prictica. ¥ no siempre por razones erm de car con claridad y mucho menos generalizar \~ los fundame! DO Sovcanios eka SS ¢glas o méximas universales. En cualquier caso, hay que alcan- zar un compromiso préctico. Los fildsofos optimistas respecto a la naturaleza humana y a la posibilidad de armonizar los intereses humanos, como Locke 0 Adam Smith y, en algunos aspectos, Mill, creen que la armonfa social y el progreso son compatibles con el esta- blecimiento de un amplio territorio reservado a la vida priva- da al que tendrfa vedado el acceso el Estado o cualquier otra autoridad. Hobbes, y aquellos que concuerdan con él, espe- ‘cialmente los pensadores conservadores y reaccionarios, ar- gumentan que para evitar que los hombres se destruyan y conviertan la vida social en una jungla o una selva, hay (que instituir salvaguardas mayores para mantenerlos a raya. Quieren, por tanto, aumentar el territorio sujeto a control centralizado y reducir el propio del individuo. Pero los dos bandos estén de acuerdo en que una parte indeterminada de la vida humana ha de permanecer independiente de la esfera de control social. Invadir este vedado, por poco que fuera, se- ria despotismo. Benjamin Constant, el mas vigoroso de los defensores de la libertad y la privacidad, no habia olvidado la dictadura jacobina y declaré que como minimo la libertad re- ligiosa, de opinién, de expresién y la propiedad debian estar protegidas frente a cualquier invasiGn arbitraria. Jefferson, Burke, Paine y Mill compilaron catdlogos distintos de liberta- des individuales, pero la raz6n por la que ha de tenerse bajo control a la autoridad es siempre sustancialmente la misma. fenemos que preservar un Ambito minimo de libertad perso- al para no «degradar y desmentir su naturaleza»?. No pode- mos ser absolutamente libres y tenemos que ceder algo de nuestra libertad para preservar el resto. Pero rendirla toda es &. 8B. Constant, Principles de politique, capitulo }, p. 275, en Benjamin Constant, Del ber che ls madence ders polgucs Maced Geach (ct) Paris, 1980 (ed. cast: Princpios de politica apicablesa todos tos go- tenet RseMatvos, Madrid, Biba Beondmica Flomiica, 1950, ALAR BERLE “ A dessa nwte ies onder nent io hel am om 0 a Saal es el patron de referencia? fiste ha sido, y quizd serd ee supa de interminable debate. Pero sea cual sea el sano con el que determinar el alcance de la no interferen- Principio cor ea ley natural, el delos derechos naturales, el principio de utilidad, los pronunciamientos del imperativo Eategorico, la santidad del contrato social, © cualquier otro Concepto usado por los hombres para aclarar y justificar sus convicciones, libertad en este sentido significa estar libre de: Susencia de interferencia més alla de una frontera, variable, pero siempre reconocible: «La tinica libertad que merece este hombre ¢s la de buscar nuestro propio bien, por nuestro ca- mino propio», dijo el més celebrado de sus campeones" Si esto es asf, spuede justificarse la coaccién? Mill no tuvo duda alguna de que sf se podia, Puesto que la justicia exige que ‘cada individuo disfrute de un minimo de libertad, necesaria- mente ha de contenerse al resto de los individuos, sies nece- sario por la fuerza, para que nadie quede privado de ella, De hhecho, la funcién del derecho se reduce ala prevencién de ta- les conflictos: el Estado queda reducido alo que Lassalle des- cribid con desdén como funciones propias de un sereno o de rdia de trafico. , ; ve Por qué era tan sagrada para Mill la proteccién de la liber- tad individual? En su famoso ensayo nos dice aves cee ue se deje que cada individuo viva como quiera en ea pete {de su conducta] que le concierne meramente a nee zacién no avanzaré; la verdad mo verd la hs por 7 intercambio de ideas; no habré ‘ocasién para la espontane! Works of Jo 10. J.S. Mil, «On ber en J. M. Robson (ed), Called Note gg: Stuart Mill, Toronto/Londzes, 1981, vol. 18» capitulo aa libertad, Madrid, Alianza Editorial 2001, P 11. IbGd,, p. 224. (ed. cast. p. 68) ee 55 dad, la originalidad, el genio, la energfa espiritual y el coraje moral. La sociedad quedaré abrumada por el peso de la «me- diocridad colectiva»'®. Todo lo que sea valioso y distinto sera aplastado por la carga de la costumbre, por la tendencia cons- tante de los hombres hacia la conformidad, que alienta tinica- mente seres humanos de tipo «estrecho», «inflexible y mez- quinoy, «torturados y reducidos al tamaho de enanos». «La afirmacién de sf mismo de los paganos» tiene tanto valor como la «propia negacién de los cristianos»"’. «Todos los errores que pueda cometer aun contra ese consejo y adverten- cias “un hombre”, estén compensados con creces por el mal de permitir que los demas le impongan lo que ellos conside- ran beneficioso para él»'*. La defensa de la libertad ti ‘como fundamento el fin «negativo» de evitar la interferenci Amenazar a un hombre con la persecucién a menos que se someta a una vida en la que no pueda ejercitar eleccidn algu- nna de sus fines; cerrarle todas las puertas menos una, al mar- gen de la noble perspectiva que se le abra o de los motivos bondadosos de quienes lo organizan, es pecar contra la ver- dad de que es un hombre, un ser con una vida propia que vi- vir. Esta es la libertad tal como ha sido concebida por los libe- rales en el mundo moderno desde Erasmo (algunos dirian que desde Occam) hasta hoy. Toda defensa de las libertades civiles y de los derechos individuales, y toda protesta contra la explotacién y la humillacién, contra los abusos de la autori- dad publica, contra la hipnosis de masas de las costumbres 0 contra la propaganda organizada, tiene su origen en esta muy discutida concepcién individualista del hombre. Hay que seftalar tres hechos referidos a esta posicién. En Primer lugar, Mill confunde dos ideas distintas. Una es que 12, Ibid. capitulo 3 268, . 13. Ibid. pp. 265 (ed. cast: p. 140) » (ed. cast: pp. 135 y 136, Frase de Sterling citada M4, Wid. capitulo 4, p. 277. (ed. cast: p. 155) ISAIAH BEALON 56 tanto que frustra deseos humanos, es mala de cote cue puede que tenga que set aplicada para rae eros males mayoress mientras que la no interferencia, Preven o opuesto dela coaccion, es buena en cuanto tal, aunque oe se evi que es bueno. Esta es la concepcién «negativay cela libertad en su forma clésica. La otra idea es que los hom- bres deben intentar descubrir la verdad y desarrollar un cierto tipo de carécter que Mill aprobaba ~critico, original, imagina- tivo, independiente, inconformista hasta el extremo de la ex- centricidad, etc. que la verdad puede descubrirse y que este tipo de cardcter s6lo puede engendrarse en condiciones de li- bertad. Ambos son puntos de vista liberales, pero no son idén- ticos, y la conexién que existe entre ellos es, en el mejor de los casos, empfrica, Nadie defenderia que la verdad ola libertad de expresién pueden florecer alli donde el dogma aplasta todo pensamiento, Pero las pruebas que arroja la historia apuntan {como sostuvo James Stephen en el formidable ataque que lan- 26 contra Mill en su libro Libertad, igualdad, fraternidad)* a «quella integridad, el amor alla verdad, y el individualismo apa- sionado, prosperan, al menos con igual frecuencia, tanto en co- nunidades regidas por una disciplina severa como, por eem- plo, os calvinistas puritanos de Escocia o Nueva Inglaterra, 0 entre aquellos que estén bajo disciplina mila como ex soe dades més toleranteso indiferentes; siesto es ashe argumen. to de Mill en favor de la libertad como con eer paral dsarolo de gi hes il se enc cus dos meta resltasen incompalhs fi a e a un cruel dilema, y est 7 devanadidas producto de ainconssteniae yelutilitarismo en sentido estricto, ip pia versién humanizada del mismo". ued Equality, Fraternity (1879 jenen lama Stephen, Liberts 5 (N. del T) 1993. ( ‘dele todas * James Fitzjames Press, Indiandpolis, 1993. 15, Esteno essino otro ejemplo yor parte de los pensadores a creer ae cia natural que ts jas cosas que ¥ Bas CEbICRIOs be cha ‘BOS CONCEPTOS ba LIRIAD 7 En segundo lugar, la doctrina de Mill es relativamente mo- derna. Parece que en el mundo antiguo no hay ninguna dis- cusién sobre la libertad en tanto ideal politico consciente (opuesto a la realidad existente). Ya observé Condorcet que la idea de derechos individuales estaba ausente de las concep- ciones juridicas de griegos y romanos y esto parece igual- mente valido para judios, chinos y demas civilizaciones anti- que se han ido conociendo'*. La dominacién de este ideal ha sido mas bien la excepcién que la regla, inchiso en la historia reciente de Occidente. Ni tampoco la libertad consi- derada en este sentido ha sido el grito de combate de las gran- des masas de la humanidad. El deseo de que no se metan con uno, que le dejen en paz, ha sido el distintivo de una refinada

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