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Obra distribuida bajo licencia Reconocimiento-No comercial-Compartir bajo la misma

licencia 2.5 Argentina de Creative Commons. (2010 – Eduardo Luis Gorosito)

ADAM SMITH (1723-1790)

El contexto histórico del surgimiento de la ciencia económica fue la Primera


Revolución Industrial (1750-1850), originada en Inglaterra y sur de Escocia.
La Revolución Industrial fue fundamentalmente una revolución productiva, es
decir, un salto cualitativo en la capacidad de producción y acumulación de bienes.
Su significado trasciende la actividad fabril para convertirse en un
acontecimiento mucho más amplio: fue una revolución social, que afectó la estructura
institucional, cultural, política y social.
Los antecedentes de la Revolución Industrial fueron:
 Las transformaciones agrícolas (de propiedad, técnicas, etc.)
 Los recursos acumulados en la época mercantilista colonial.
 Las migraciones del campo a las ciudades (explosión urbana)
En lo económico se expresó fundamentalmente en:
 La creación y utilización de nuevos tipos de bienes de capital.
 La aplicación de nuevas fuentes de energía inanimada.
 El desarrollo y aplicación de nuevas técnicas y principios científicos en
la producción.
Todo lo anterior conjugado, generó un gran aumento de la productividad, por lo
tanto, más excedente, y un proceso acelerado de acumulación.
Los cambios de la Revolución Industrial se pueden resumir en:
 Uso de máquinas (por ejemplo el telar mecánico, etc.)
 Uso intensivo de metales.
 Invención de la máquina de vapor.
 Confluencia de lo anterior con la creación del ferrocarril y del barco a
vapor, incrementándose enormemente el comercio internacional.
 Surgimiento de nuevas clases sociales: la burguesía y el proletariado.
 División del mundo en centro y periferia.
En este contexto histórico surgen las dos figuras más célebres de la economía:
 Adam Smith (1723-1790), que anticipó las realizaciones de la
Revolución Industrial y fue autor de sus reglas orientadoras.
 Carlos Marx (1818-1883), crítico del poder que la Revolución
Industrial otorgó a los dueños de los medios de producción, y crítico de
la pobreza y opresión que la industrialización significó para los
trabajadores.

Adam Smith no llegó a ver gran cosa del proceso que se llamaría luego
Revolución Industrial, y su obra principal, “La riqueza de las naciones”, se publicó en
1776, es decir, antes que ocurriera la mayor parte del proceso de la Revolución
Industrial.
Adam Smith fue fundamentalmente un enemigo del viejo orden mercantilista.
Quedó fascinado con la división del trabajo, que vio en una fábrica de alfileres,
en la que cada trabajador era un experto en una minúscula parte del proceso. De esta
especialización provino la mayor productividad y la necesidad del intercambio.
“La riqueza de las naciones” se caracteriza por su extensión, desorden, buena
prosa y relatos curiosos. En ella se destacan tres temas fundamentales:
1. La naturaleza del sistema económico.
2. El valor y la distribución.
3. Las políticas del Estado.

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Para Adam Smith el incentivo fundamental de la actividad económica es el


interés individual. La acción de conseguir el interés individual, en forma privada y
competitiva, es la fuente del máximo bien público. Esto representa un cambio con
respecto a la visión que se tenía desde la antigüedad hacia quienes se dedicaban a
enriquecerse.
Para Adam Smith, el “egoísmo económico” es inherente a la naturaleza misma
del “hombre económico”. Pero como cada “hombre económico” se encuentra en la
sociedad, en la que su “egoísmo económico” choca con el de los demás, la existencia de
la sociedad sólo resulta posible como una “comunidad comercial” de trabajo y cambio
entre las personas.
Adam Smith no admite la posibilidad de que la sociedad exista sin el
intercambio de mercancías, sin el egoísmo de los sujetos económicos, sin la
competencia y el deseo de lucro.

El valor y la distribución, es decir, los precios y la adjudicación del producto,


fueron precisados por Adam Smith como los temas centrales para entender la economía,
pero sus explicaciones presentan ambigüedades.
Comparó el agua y el diamante, la importancia que tienen para la vida y la
diferencia de sus precios. De aquí proviene la diferencia entre:
 Valor de Uso (utilidad)
 Valor de Cambio (capacidad para el intercambio)
El agua tiene un alto valor de uso pero un bajo valor de cambio, a la inversa del
diamante.
Adam Smith dejó de lado el valor de uso y analizó el valor de cambio, según el
cual el valor de cualquier mercancía se mide por la cantidad de trabajo por la que puede
ser cambiada. “El trabajo es la medida real del valor de cambio de todos los bienes”.
Pero en otro párrafo dice que el valor de cambio “depende de todos los costes de
producción de los bienes”, con lo cual crea una ambigüedad que no resolvió.
Adam Smith y otros economistas clásicos insistieron una y otra vez que Precio y
Valor no podían identificarse. El valor lo consideraba independiente de los caprichos
del mercado. Los precios nominales (o de mercado) podían fluctuar, pero el valor
permanecía constante e invariable.
Dado que los precios de mercado son demasiado volátiles, no resultan útiles para
medir los cambios en la producción entre los distintos períodos, por lo que era necesario
encontrar una medida estable e invariable. Y afirmó que el trabajo es “la medida del
valor”.
El precio natural o real de los bienes, es decir, el valor, está compuesto por tres
elementos: los salarios, las rentas (el ingreso de los propietarios de la tierra), y los
beneficios (el ingreso de los propietarios del capital. Por lo tanto, el precio real es el
precio resultante de la división del trabajo, y está determinado por el trabajo.
El precio de mercado o nominal, puede no corresponderse con estas
especificaciones. Si esto fuese así, era de esperar que las fuerzas de la competencia
empujaran el precio de mercado hacia el precio natural, mediante la acción de lo que
denominó “la mano invisible” del mercado.
El precio de mercado es el precio de los productos en dinero, y puede
diferenciarse del precio natural o real ya sea por interferencia del gobierno, con
impuestos o concesiones de privilegios, o por los intereses privados, con precios
impuestos por los monopolios. Estas interferencias que tienden a constreñir el
comportamiento del mercado, eran para Adam Smith socialmente reprensibles.

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Con respecto a la participación en los ingresos procedentes de la venta del


producto (la distribución), que debe hacerse entre trabajadores, terratenientes y
capitalistas, Adam Smith volvió a ser ambiguo.
El salario era en general, el costo de atraer al trabajador a su trabajo y
mantenerlo para que siguiera desempeñándolo. Sobre esta base, David Ricardo
formularía la ley según la cual el obrero percibe el salario mínimo indispensable para su
supervivencia.
Si el precio real está determinado por el trabajo, es el trabajador a quien
corresponde el provecho obtenido de la venta del producto. En este caso ¿de dónde sale
el beneficio o remuneración que obtiene el capitalista?
Para Adam Smith sale de una exacción (cobro ilegal y violento) por parte del
capitalista sobre la legítima porción perteneciente al trabajador, y que se manifiesta en
la diferencia entre el valor creado por el trabajador y su salario.
Esta noción fue elaborada y refinada por David Ricardo y principalmente por
Carlos Marx con su teoría de la plusvalía, que tanto incidiría en la historia posterior.
Con respecto a la renta de la tierra, luego de decir que es un componente del
precio (el precio como suma del salario del trabajador, el beneficio del capitalista y la
renta del terrateniente), la convierte en un sobrante de los ingresos por ventas, luego de
ser deducidos los salarios y los beneficios.

Sobre la política pública referente a los factores que estimulan el crecimiento


económico, es partidario fervoroso de la libertad de comercio, tanto interior como
internacional.
Sólo con libre comercio puede avanzarse hacia la especialización, y establecer el
intercambio necesario para satisfacer las necesidades del consumidor.
Para Adam Smith, cuanto mayor sea el área de libre comercio, mayor será la
especialización y mayor la productividad.
Con libertad de comercio, mayor intercambio, más especialización, mayor
productividad y mayor satisfacción de necesidades.
El intercambio creciente impulsa la división del trabajo, que se verá limitada por
el tamaño del mercado. Por ende, cuanto más grande sea el mercado, mayor división del
trabajo.
El criterio de Adam Smith sobre la división del trabajo fue llevado luego por
otros economistas al plano internacional.
El libre comercio fue un duro ataque de Adam Smith contra el mercantilismo
proteccionista, que consideraba a la restricción del intercambio como forma de
acumular oro y plata.
Por el contrario, él consideraba que los metales preciosos vendrían del extranjero
a comprar los productos del país, que encierran el trabajo como fuente original de la
riqueza.
Sólo verá la necesidad de aranceles en los casos de industrias para la defensa
nacional o como parte de las represalias económicas a otros países.
Adam Smith fue enemigo de las asociaciones entre capitalistas o trabajadores,
porque consideraba que perjudican al consumidor.
El Estado se debería limitar a:
 La defensa común.
 La administración de la justicia.
 La construcción de algunas obras públicas que el interés privado no
realice.

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Y para el mantenimiento del Estado proponía un impuesto proporcional sobre la


renta.

Nota: Esta síntesis ha sido elaborado por el profesor Eduardo L. Gorosito.

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