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EFICACIA Y EFICIENCIA DEL SISTEMA PENAL ACUSATORIO EN COLOMBIA

Carlos Mario Poveda Mellado- 2116890.


María Alejandra García González - 2116265.
Diego Andrés Pinilla - 2116114.
Sebastián Andrés Castañeda Aponte - 211654.
Santiago Villarraga Álvarez - 2116424.

UNIVERSIDAD CATÓLICA DE COLOMBIA


FACULTAD DE DERECHO

DERECHO PROCESAL PENAL

25 DE NOVIEMBRE DE 2022

BOGOTÁ D.C.
RESUMEN.
Este trabajo hace un estudio de los sistemas penales precedentes en el ordenamie nto
jurídico colombiano y las características del actual sistema penal acusatorio, instituido desde
el primero de enero de 2005, con el ánimo de realizar un examen de la legislación penal
procesal actual frente a los problemas que han acompañado su implementación y que a la fecha,
sigue padeciendo, con el ánimo de contrastar la realidad teórica y fáctica y así, poder
diagnosticar las principales falencias del sistema y cuáles serían las soluciones más viables para
ajustarlo a las necesidades del país, y determinar si este es o no eficaz. En el desarrollo de este
trabajo, se implementó un método de investigación mixto. En este trabajo se puede evidenciar
cómo el actual sistema penal acusatorio presenta falencias y congestiones que le impiden
desarrollarse con el nivel de eficacia y eficiencia necesarios para aplicar y ejercer una justicia
adecuada dentro del territorio nacional.

PALABRAS CLAVE.
Sistema penal acusatorio, ordenamiento jurídico, legislación penal, falencias del
sistema penal, eficacia.

INTRODUCCIÓN.

En los tiempos modernos, dónde todo se ha globalizado y se consume de una manera


apresurada mediante diferentes herramientas basadas principalmente en las nuevas tecnologías
de la información, surge la necesidad de revisar cómo funciona y de qué manera se aplica el
derecho, siendo algo de tan vital importancia en la sociedad y en especial en su campo penal,
donde en Colombia, siendo el sistema acusatorio, se pueden evidenciar problemas tales como
la extensa duración de los procesos, la impunidad, hacinamiento carcelario y hasta condenación
de inocentes, abandonando el objeto principal de esta rama del derecho, por lo que se pretende
determinar ¿Cómo ha evolucionado el sistema penal acusatorio desde su implementación en
Colombia y cuáles son las falencias que se evidencian con más notoriedad en materia de su
aplicación eficiente y eficaz?

Referente a la eficacia del derecho penal, es posible tomar de referencia a Cesare


Beccaria, quien en su libro De los delitos y las penas, argumentaba que de los principa les
objetivos que debe tener el derecho penal en su aplicación para que sea eficaz, es no centrarse
en la represión y el castigo, sino en la prevención y en la identificación de las causas para una
erradicación teniendo en cuenta la multidisciplinariedad que existe en el origen de muchas
conductas delictivas, “la certidumbre del castigo, aunque moderado, hará siempre mayor
impresión que el temor de otro más terrible, unido con la esperanza de la impunidad” (Beccaria,
1764).

Teniendo en cuenta lo anteriormente mencionado, la eficacia y eficiencia del derecho


no puede ser entendida como la producción masiva de condenas privativas de la libertad, sino
por el contrario, como la aplicación y realización de la Constitución Política a casos en
concreto, en Colombia, está eficacia debe determinarse desde la armonización entre el princip io
de legalidad, una normatividad que respete el estado social de derecho, el respeto por la
dignidad humana y el respeto por el principio de ultima ratio, para lo cual en Colombia existen
diferentes herramientas que permiten esto, sin embargo aún existen muchas tareas pendientes.
(Bayona Aristizábal, Gómez Jaramillo, Mejía Gallego & Ospina Vargas, 2017).

Lo que pretende este trabajo de investigación es evidenciar, con qué propósitos se


implementó el sistema penal acusatorio en Colombia, analizando las falencias y características
que existían en los sistemas preexistentes al mismo. Identificar las principales fallas en cuestión
de ineficacia e ineficiencia que posee el sistema penal acusatorio, y posterior a esto revisar las
críticas que se le dan y las posibles soluciones o tareas pendientes que tiene este sistema en su
aplicación y la posibilidad o viabilidad de las mismas.

Como primera medida a través de una investigación tanto científica como socio
jurídica, se expondrá el origen y la evolución que ha presentado el sistema procesal penal en
Colombia hasta llegar a la implementación del sistema penal acusatorio, una vez este fue
implementado cuáles han sido sus mayores inconsistencias y errores a la hora de su eficaz y
eficiente ejercicio, y, por último, qué críticas ha aportado la doctrina al sistema colombiano y
qué mecanismos de reforma podrían establecerse.

¿Cómo ha evolucionado el sistema penal acusatorio desde su implementación en Colombia y


cuáles son las falencias que se evidencian con más notoriedad en materia de su aplicació n
eficiente?

CAPÍTULO I.
ANTECEDENTES DEL SISTEMA PENAL ACUSATORIO EN COLOMBIA.

Mediante este capítulo se pretende tener una perspectiva más amplia respecto del Sistema
Penal Acusatorio, decidimos acudir a los antecedentes procesales, sus principales reformas y
primeras instituciones del derecho Penal Colombiano desde su año de expedición en 1980.

Este código fue expedido entonces con el fin de reformar la ley sustancial como procesal
penal, pero se vio truncada su expedición luego de que la CSJ declarara la inconstitucionalidad
del decreto Ley 181/1981 el cual pretendía promulgar el nuevo código de procedimiento penal.
El código penal de 1980 tuvo que convivir con una normatividad positivista y con un eje central
que era la peligrosidad, este es el código penal de 1936, y con el código procesal del año 1971,
el cual tenía un pequeño problema y era su método “inquisitivo”, el cual no separaba las
funciones de juzgamiento y de investigación, pero sin embargo conservaba elementos del
sistema acusatorio toda vez que sí señalaba la figura de JUECES DE INSTRUCCIÓN, los
cuales tenían la función de adelantar la investigación en algunos delitos taxativamente, así
como de todos los casos de conocimiento de Jueces Superiores y de Circuito.

La estructura del Código de 1980 se basaba en el concepto de la CULPABILIDAD, lo


que fue presentado por los medios como “el antídoto contra la impunidad”, así
como hacinamiento carcelario, toda vez que este estipulaba los beneficios de la
ejecución condicional y que en comparación con su antecesor claramente
positivista, no generaba una evaluación de la dosificación de la pena en la
peligrosidad del individuo, sino que este se emitía a las posibilidades del
delincuente para reincidir en conductas desviadas.

El Congreso de la República expidió la ley 2ª del 84, la cual introdujo varias e


importantes reformas al Código Penal y Procesal vigentes en ese año. La finalidad de tales
reformas eran la descongestión judicial y procesal que en ese momento afectaba al
ordenamiento penal ordinario, mientras otras reformas introdujeron varias medidas especiales
para responder a las amenazas de orden públicos que empezaban a representar para la sociedad
colombiana y el Estado debido al narcotráfico y el conflicto que atravesaba el país. Tal reforma
se resume en dos grandes cambios que fueron introducidos por la Ley 2 del 84, la principal es
la asignación a las autoridades de policía para conocer de las lesiones personales de las cuales
cuya incapacidad no pasara los 3 días y así como de aquellos delitos contra el patrimonio cuya
cuantía fuera inferior a treinta mil pesos los cuales tendrían un procedimiento especial con una
duración más corta que los ordinarios.

Por otro lado, se crearon entonces los Jueces Especializados, seguidamente de la creación
de un procedimiento especial con el fin de investigar y juzgar a los responsables de los delitos
de extorsión, terrorismo, secuestro extorsivo y los delitos conexos con estos. (Maya, 2008)

Ahora, partiendo desde la perspectiva del conflicto que atravesaba el país en esa época, se
denota como los tipos penales se extendieron más tarde a conductas típicas asociadas al
fenómeno del NARCOTRÁFICO y la DELINCUENCIA COMÚN, por lo que este
procedimiento especial fomento la prohibición de otorgar la libertad provisional y condena de
ejecución condicional, así como la atribución de facultades más amplias a los funcionarios de
la policía judicial, esto quiere decir que el DAS y la Policía Nacional hicieran parte de la policía
judicial y tuvieran acceso a practicar diligencias de tal índole.

Tales jueces estuvieron inicialmente con una limitación temporal de seis años de vigenc ia,
pero pues con total posterioridad al vencimiento del plazo, estos fueron conservados mediante
la figura de jueces de orden público

El estatuto de 1984 trajo al país la figura de los beneficios judiciales, los cuales se
entregaban por colaborar de manera eficaz con la justicia, esto le permitía al procesado una
disminución en la pena si este allegaba elementos probatorios suficientes y eficaces para
atribuir responsabilidad a otros delincuentes. Un importante autor se refirió a este estatuto
dando así su opinión basada en una “legislación importada, pues, al igual que las expedidas
durante los anteriores ciento cincuenta años, ha sido tomada de modelos foráneos: si antes se
copiaban de proyectos o códigos españoles, franceses o italianos, ahora se pensó en el Código
Tipo, que reflejaba en buena medida los desarrollos legislativos y doctrinarios alemanes”
(1994, p.203)

Por consiguiente, podemos denotar como visiblemente en sistema sustancial y procesal


de la jurisdicción penal ordinaria en la década anterior a la promulgación de la constitución de
1991, estuvo está caracterizada por una mixtura entre el sistema inquisitorial tradicional y
elementos del sistema acusatorio los cuales estaban encaminados más a la necesidad de
combatir la impunidad y brindar herramientas jurídicas suficientes al Estado Colombiano para
luchar contra el narcotráfico el cual empezaba a hundir la estabilidad y viabilidad del
estamento, con esto también se evidencia un claro afán de reducir la congestión procesal y
carcelaria mediante una flexibilización del proceso al imputado y también a aquellos que su
delito al ser de menor cuantía podrían ser judicializados de manera más laxa.

En el año 1987 se promulgó el Decreto 050 del 1 de julio el cual genero normativizar e
institucionalizar a los jueces de Instrucción Criminal, a los cuales se les asignó la
responsabilidad de conducir la investigación en los procesos de competencia de los Jueces de
Circuito y Superiores; también este decreto aclaro todas las dudas correspondientes a los vacíos
procesales vigentes del régimen de 1971 al especificar los objetivos de la etapa de indagació n
preliminar.

Este mismo año también es de suma importancia para el proceso penal, toda vez que se
estableció la Defensoría Pública a cargo del Ministerio de Justicia y también a su vez como
parte de la política contra el crimen, se legalizó el pago de recompensas monetarias a quienes
delataran o brindaran información que condujera a la captura de delincuentes.

Esto es una gran demostración de la necesidad del Gobierno por atacar las oleadas de
criminalidad a través de regulaciones contra el proceder de las organizaciones dedicadas al
narcotráfico, de aquí un claro ejemplo es la promulgación de la Legislación del excepción de
1988, conocida como el Estatuto para la Defensa de la Democracia, la cual tuvo como finalidad
el aumento de penas, circunstancias de agravación punitiva y creación de tipos penales nuevos
e indeterminados con el fin de juzgar actos delictivos de organizaciones del narcotráfico, una
de las principales características de tal Estatuto es como se agilizo el procedimiento para la
investigación y juzgamiento de delitos que tuvieran que ver con el narcotráfico y se le otorgaron
más funciones a la policía criminal.

La importancia de los años ochenta para el derecho penal es ver como se regularon sus
primeras instituciones, y la influencia de la Constitución de 1991 al otorgar las audiencias
previas de conciliación, la ampliación de las circunstancias por las que era posible extinguir el
proceso penal a través de una indemnización integral de los perjuicios, la competencia en
totalidad del territorio nacional, y sobre todo los límites para que se pudiera conceder la libertad
provisional a los implicados en homicidio, rebelión, sedición, terrorismo y delitos conexos,
medidas que fueron adoptadas con posterioridad al código de 1987, las cuales siendo creadas
como medidas de excepción, pasarían a ser después ordinarias (Serrano y García, 2008)

CONSTITUCIÓN DE 1991.
La oleada de violencia que estaba atravesando Colombia desde la década anterior fue el
desencadenante para que la reforma a la justicia fuera un tema trascendente en los debates
desarrollados en la Asamblea Nacional Constituyente, todo esto debido a la congestión de las
cárceles y la impunidad de los delitos, razón por la cual la Constitución del 1991 introdujo un
sistema semi-acusatorio al país.

De aquí la creación de la Fiscalía General de la Nación como un organismo el cual


pertenecía a la Rama Judicial y que concentraría funciones investigativas y de captura de los
infractores de la ley penal. En un inicio se creó por la descongestión judicial y también para
quitarle la función investigativa a los jueces y volver el sistema penal colombiano al modelo
acusatorio.

Decreto 2700 de 1991, bajo este decreto se sistematizó la normativa dispersa existente y
aquella legislación que fue expedida a finales de los ochenta, este pasó a ser permanente debido
a la ardua lucha contra la violencia y el crimen organizado, por esto mismo a través de este
decreto se eliminó el procedimiento abreviado por la confesión y flagrancia, pero se desarrolló
más profundamente el mecanismo de la rebaja de pena por la COLABORACIÓN EFICAZ.

Se puede considerar a este estatuto como aquel con una orientación a agravar la situació n
de los inculpados, puesto que creó nuevos delitos, agravó las penas y de igual manera este
limitó las posibilidades para la aplicación de condenas por ejecución condicional y libertad
condicional.

Para esto, acudimos a las posturas del autor Jorge Restrepo;

A partir de 1991 en Colombia se empieza a construir un nuevo Derecho; puesto que la


nueva Constitución Política genera nuevos espacios para la creación jurídica, ante los que
no puede permanecer ausente el Derecho Penal. Ese nuevo Derecho supone un cambio
cualitativo, una nueva forma de interpretar el Derecho. El juzgador en materia penal no
puede olvidar que por encima del rígido legalismo que se escuda en el primer inciso del
artículo 230 (los jueces en sus providencias sólo están sometidos al imperio de la ley), se
encuentra el principio fundamental del artículo 2 que señala como uno de los fines
esenciales del Estado, el aseguramiento de la convivencia pacífica y la vigencia de un orden
justo” (208); por lo cual, su propósito es garantizar en forma efectiva los Derechos
Fundamentales. Enmarcado todo ello en un Estado Social de Derecho que fortalece los
poderes del juez estableciendo un equilibrio más adecuado entre las funciones del poder
público (Fontalbo, 2008, pág. 209).

JUSTICIA REGIONAL.

La llamada Justicia sin rostro es de especial atención en el desarrollo del reciente sistema
penal colombiano. Con esto, la Ley 2 de 1984 en virtud a las claras necesidades que tenía el
Estado para solucionar tales falencias de orden público y judicialización de los inculpados,
promulgaron la creación de los Juzgados Especializados, Juzgados que se encargaban
únicamente de delitos de terrorismo, extorsión y secuestro, creando un procedimiento especial
para este tipo de crímenes.

El Decreto 1631 de 1987 creó entonces los Jueces de Orden Público, quienes recibían
entonces una remuneración similar a la de los llamados Jueces Especializados (creados
mediante la ley 2 de 1984) y a quienes les correspondía conocer de delitos que recayeran sobre
la Seguridad Nacional.

Esto es un ejemplo de la creación de una Justicia Especial paralela a la Ordinaria, toda vez
que mediante el Decreto 474 de 1988 los Jueces de Orden Público fueron excluidos de la
justicia ordinaria y en su organización jerárquica, con esto, dejaron de ser subordinados de los
Tribunales Superiores de Distrito Judicial, para tener ahora como superior al Tribunal Superior
de Orden Público, de tal forma, el decreto 474 instituyó las propias normas y procedimie ntos
de esta “justicia paralela”.

La creación de la Subdirección Nacional del Orden Público se debe al Decreto 2790 de


1990, el cual tenía la finalidad de facilitar las labores y administración de la nueva jurisdicc ió n
especializada, por lo que, después de la promulgación de la constitución de 1991 el Estado
colombiano se encontraba con una justicia especializada de excepción, la cual estaba creada a
partir de Decretos y normas expedidas por el gobierno nacional en amparo del art. 121 de la
Carta Política derogada.

Mediante la Ley 81 de 1993 entonces se introdujeron reformas al código de


procedimiento penal, pero se conservaron algunas excepciones procesales de la justicia
especializada, como lo es la reserva de la identidad de los testigos y funcionarios, la consulta
de providencias de trascendencia durante el proceso y la suspensión de la audiencia pública en
etapa de Juzgamiento, también, medidas restrictivas en lo que concierne a la libertad de
medidas cautelares y la concesión de libertad provisional y condena anticipada.

Es así como a través de la Ley 270 de 1996 Estatutaria de administración de justicia en su Art.
205 dispuso:

Mientras subsistan, el Tribunal Nacional y los Juzgados Regionales forman


parte de la Rama Judicial. Los Fiscales delegados ante ellos forman parte de la
Fiscalía General de la Nación. En todo caso, la Justicia Regional dejará de
funcionar a más tardar el 30 de junio de 1999.

Es así como esta disposición entonces da origen a la Expedición de la Ley 504 de 1999,
por medio de la cual se establece el régimen de transición procesal y administrativo, el cual
seguiría una vez extinguida la justicia regional, que en la actualidad y bajo el principio de juez
natural actúa como la justicia especializada.

CAPÍTULO II.

2. FALENCIAS DEL SISTEMA PENAL ACUSATORIO.

Una de las falencias del actual modelo procesal vigente responde a las características y
premisas de un sistema acusatorio el cual desde un inicio estuvo en desacuerdo con el articulado
original de nuestra Constitución de 1991, razón por la cual antes de que fuera introducido en
nuestro ordenamiento jurídico a través de una ley, fue de suma importancia generar un acto
administrativo modificatorio de varios artículos constitucionales, todo esto con la finalidad de
que tal sistema ingresara al ordenamiento jurídico colombiano con total vigencia y sin
problemas.

El Acto Legislativo 03/2002 fue el encargado de modificar los artículos 116,250 y 251,
los dos últimos de suma importancia, toda vez que su contenido corresponde a las funcio nes
que poseía la Fiscalía General de la Nación, y razón por la cual durante la exposición de los
motivos del Acto Legislativo el fiscal lo sustentó que "con la expedición del acto legislativo 03
del 20 de diciembre de 2002, el constituyente borró las ataduras normativas que impedían el
diseño, construcción e implementación del sistema acusatorio en materia criminal” (Calderón,
2005, pág. 90)
Después de que este Acto Legislativo fue aprobado e incorporado, el congreso pudo
entonces dedicarse de fondo a organizar lo que sería la Ley 906 de 2004 encargada de
implementar en el ordenamiento jurídico colombiano un sistema plenamente acusatorio,
prevaleciendo del modelo mixto consagrado en la Ley 600 del año 2000.

Ahora, los principales cambios que fueron introducidos por el nuevo código de procedimie nto
penal serían los siguientes:

A). Principalmente se resalta la división de funciones y roles jurisdiccionales entre el


fiscal y los jueces: Encontramos entonces que el fiscal pierde toda función judicial en
el nuevo sistema acusatorio, esto hace referencia a que quien toma la decisión sobre la
situación jurídica de una persona es un JUEZ. De esta manera, se pretende
descongestionar los despachos tanto de fiscales como jueces, toda vez que los jueces
sólo se concentrarán en las dinámicas de JUICIO ORAL y los fiscales reducirán
sustancialmente la atención al público.

B). El principio de oportunidad: En oposición al principio de legalidad, el de


oportunidad supone que los fiscales tienen la potestad de desestimar la investigación y
procesamiento de un caso, todo esto de acuerdo con los trazos y señalamientos de la
política criminal, de forma que puedan empeñar todos sus esfuerzos en los casos más
complejos y en los que el bien jurídico sea el más trascendente.

C). Control de garantías: Como se sabe, al perder el fiscal las funciones jurisdiccionale s,
queda en manos de un juez de control de garantías (Juez Penal Municipal) la decisión
sobre la situación jurídica del procesado. Esta figura fue nueva en el ordenamiento
jurídico colombiano.

D). Proceso oral en la audiencia: Aunque ya había audiencias orales, en el nuevo sistema
la oralidad es el eje central de las etapas de juzgamiento y de control previo de garantías,
todo esto supone no solo la celeridad en el proceso, sino la cantidad de documentos y
papeles que integran el expediente.

E). Principio de concentración: Este principio supone que en diferencia a lo que ocurría
en los sistemas anteriores, el juez debe dar continuidad a la audiencia de juzgamiento y
solo en casos excepcionales, puede suspenderla, pero este deberá programar su
continuación en el menor tiempo posible, lo que no solo reducirá el tiempo en los
procesos, sino la congestión de trabajo del juez. (Pinzón, 2018).

Ahora, con la implementación del sistema penal acusatorio en el país, se pretende además la
integración efectiva de los siete subsistemas involucrados en el proceso:

1. El de la fiscalía general de la Nación

2. El de Defensa Pública, constituido por la Defensoría Penal Pública de la


Defensoría del Pueblo

3. El de juzgamiento, ejercido por los jueces.

4. El del Ministerio público, constituido por los delegados penales de la


Procuraduría General de la Nación y personeros municipales.

5. El de Medicina Legal, constituido por el Instituto Nacional de Medicina Legal


y Ciencias Forenses.

6. El de Policía Judicial no adscrito a la Rama Judicial, del que hacen parte


organismos como el DAS, la SIJIN y DIJIN de la Policía Nacional, la
Contraloría General de la República, entre otros.

7. El Penitenciario, del que hacen parte los establecimientos carcelarios del país y
el INPEC

2.1. Las audiencias en el sistema penal acusatorio.

2.2. Los aplazamientos.

Uno de los problemas con más incidencia es el aplazamiento de audiencias. Más que
ser un respeto por las garantías constitucionales y legales de las partes, esta figura ha sido usada
como estrategia dilatoria para prolongar el trámite de las audiencias (muchas veces con el fin
de llegar a un vencimiento de términos) por parte de los abogados defensores (Rincón Ortega,
2014). El aplazamiento de audiencias se usa como medio para proteger los derechos del
procesado y su incidencia se encuentra más que todo en las audiencias de juicio oral, donde se
ponen en evidencia los materiales probatorios que determinarán la culpabilidad o inocencia del
mismo. Sin embargo, y como se explicó en párrafos anteriores, ha significado también un
perjuicio para el principio de celeridad y el acceso al debido proceso. Así pues, si el procesado
se encuentra imposibilitado para comparecer a la audiencia, falta uno de los testigos llamados
a declarar o el abogado defensor renuncia; el juez, en uso de sus facultades, pospone el trámite
de la audiencia para nueva fecha en espera que esta se pueda realizar de manera concentrada y
cumpliendo con las condiciones establecidas por la ley. “El resultado de esto es el increme nto
en las solicitudes de aplazamiento, las cuales son concedidas por los jueces sin hacer antes un
análisis de la situación, garantizando un proceso justo a una de las partes, aun cuando se esté
perjudicando a la otra”. (Suárez,2016).

Otro elemento que ralentiza el trámite de las audiencias es la constante renuncia de los
abogados defensores como estrategia dilatoria en el proceso. La falta de preparación de los
nuevos defensores sobre el caso obliga a los jueces a posponer las audiencias hasta el momento
en que se puedan programar nuevamente. Así mismo, es común evidenciar la falta de
comparecencia en la audiencia de imputación, donde el fiscal debe al final pedir la contumac ia
para avanzar en el proceso.

2.3. El trámite interno.

Otra causal de lentitud dentro del sistema es la constante práctica de formalismos o


técnicas judiciales que alargan la duración interna de las audiencias. La lectura de los escritos
de la fiscalía, de los alegatos de las partes y de las pruebas documentales, más que ayudar al
desarrollo del proceso, lo que ha hecho es volver extenso y tedioso el trámite de las audiencias.

Por ejemplo, las audiencias de acusación y preparatoria, que en principio estaban


pensadas para tener una duración de 30 minutos, en la práctica están durando alrededor de 2
horas. En el caso del juicio oral, cuyo trámite debería ser de 4 horas aproximadamente (en casos
contra una o dos personas), pueden llegar a durar un día entero e incluso prolongarse por varios
días en diferentes sesiones (Rincón Ortega, 2014). La razón de esto es la lectura extensa de las
partes acerca de los documentos y acerca de cuestiones que no son objeto de debate.

2.4. La falta de personal e infraestructura.

Como se vio en párrafos anteriores, el sistema penal no está haciendo frente a la


cantidad de noticias criminales entrantes, recibidas en su mayoría por la FGN. El personal
designado para las distintas labores es insuficiente ante el número exorbitante de procesos
entrantes, sobre todo cuando no se disponen de medios tecnológicos adecuados que permitan
agilizar el trámite judicial: “el sistema penal acusatorio ha provocado una sobre utilización del
mismo, y la sobre formulación de denuncias y eso colapsa el sistema porque son muchos juicios
para atender con un insuficiente número de funcionarios como jueces y fiscales ”
(MINJUSTICIA, 2013).

Así mismo, un modelo donde se realizan numerosas audiencias impide cumplir a


tiempo con las labores de los funcionarios, quienes deben repartir parte de su tiempo entre la
comparecencia a audiencias y el trabajo de despacho. En este orden de ideas, el principal atasco
del proceso se halla dentro de la fiscalía.

Como se mencionó antes, el ente acusador debe lidiar con el número de procesos que
entran cada año. Su labor de investigación está relacionada con la recaudación de material 32
probatorio, comparecencia a audiencias y citaciones a testigos y partes. Por esta razón, al hablar
de congestión también es necesario enfatizar en el gran cuello de botella que se produce en esta
entidad, pues sin suficientes recursos para promover el desarrollo del proceso, la fiscalía ha
quedado corta en su labor encomendada por la Ley 906 de 2004. (Sarmiento, 2016).

2.5. La estructura del sistema penal acusatorio.

Una dificultad grande de la justicia penal colombiana es la forma en que está previsto
el sistema, específicamente, su componente procesal. En el caso de las audiencias, el tiempo
que dura una investigación hasta la imputación puede llegar a ser de dos (2) años, mientras que
de la imputación a la acusación se habla de apenas uno o dos meses. Durante este periodo, que
no está exento de aplazamientos, las diligencias y requisitos procesales no tienen un impacto
significativo si se aplican de manera unificada o se eliminan. La audiencia de imputación ha
supuesto el incremento de los tiempos procesales sin una justificación válida aparente. Así
mismo, la imposibilidad del imputado de conocer las posibles pruebas que se van a allegar en
su contra ha supuesto un debate sobre la igualdad de armas de parte de este, pues es hasta la
formulación de acusación donde puede preparar su respectiva defensa.

Siendo así, numerosos organismos y teóricos han manifestado su inconformidad con la


audiencia de imputación al punto de sugerir su eliminación o integración en la audiencia de
acusación. “La eliminación de la audiencia de imputación no implica una vulneración al
derecho de defensa del procesado. Se parte de la idea general que el prescindir de la audiencia
de imputación, aumenta las garantías del procesado toda vez que este, a través del
descubrimiento de pruebas que se realiza durante la audiencia de acusación, tendrá acceso a las
herramientas necesarias para estructurar su derecho de defensa”. (Granados, 2012)

La cantidad de audiencias que establece el C.P.P. es un problema que impide avanzar


con los casos. En este sentido, se considera que como alternativa debería haber una
concentración de las audiencias y de los trámites de estas como, por ejemplo, la unificación de
la audiencia de imputación y acusación o la de acusación y preparatoria. Lo anterior, en busca
de reducir la carga de los jueces de garantías, cuya labor se ve mermada por el número de
solicitudes y trámites que deben responder, que son demasiados.

2.6. El desaprovechamiento de las tecnologías.

La introducción de un nuevo sistema de justicia penal basado en la oralidad vino de la


mano con la incorporación de nuevas tecnologías tendientes a garantizar el acceso a la justicia
de una forma equitativa. No obstante, a pesar de contar con algunos medios y ventajas que lo
diferencian de otras jurisdicciones, el sistema penal acusatorio no ha podido responder
adecuadamente a la demanda de casos mediante el uso de la tecnología disponible.

El principal problema parece radicar en la falta de incorporación de nuevos


presupuestos pues, en lo que lleva de funcionamiento, no se ha hecho casi inversión en
tecnología, a pesar de la necesidad urgente de esta y de la forma cómo podría impactar en el
funcionamiento del sistema. Siendo así, para el año 2014 se reportaron un total 7.567 de
inconvenientes en cuanto a la disponibilidad y uso de las salas de audiencia, siendo los
principales inconvenientes el cruce de agendas entre jueces y la falta de previsibilidad sobre la
duración de las audiencias. La falta de un sistema de información que cobije un buen número
de salas de audiencias, las agendas de disponibilidad de estas y que registre los eventos
pertinentes, es evidente y urgente pues debido a la escasa organización, se reportan más
aplazamientos (CEJ, 2015).

Por otra parte, la utilización de audiencias virtuales no ha llamado la atención de los


despachos y del sistema en general, al considerar que se estaría violando el principio de
inmediación; por ende, su práctica está lejos de generar un impacto dentro del marco de la
congestión. A pesar de esto, durante los últimos años se ha evidenciado un incremento en la
realización de videoconferencias coordinadas entre los jueces y los centros de reclusión
gestionados por el INPEC, llegando a un total de 1.313 audiencias virtuales durante el año 2014
(CEJ, 2015). Se relaciona con lo anterior el hecho de que, nada más en las cárceles de Bogotá,
hay solo dos salas adecuadas para la realización de videoconferencias, dato que no se
corresponde con la cantidad de detenidos y que amerita una inversión en infraestructura para
facilitar la realización de audiencias y reducir costos en traslados.

2.7. Control formal y material de la formulación de imputación y de la formulación de la


acusación.

En esta problemática, quizá una de las más complejas que se presenta a diario y en
especial en la formulación de la imputación en el sistema penal acusatorio, ya que no tiene un
control material como tampoco lo tiene la formulación de la acusación, genera que las
imputaciones por parte de los jueces de garantías se conviertan en imputaciones sin control,
por sus sinnúmero de delitos o circunstancias de agravación como ejemplo, los cuales no
proceden, pues los fiscales son los titulares de la acción penal, convirtiéndose las decisiones de
los jueces sin control en la discrecionalidad en la legalización de las imputaciones.

De similar forma ocurre con el control material de la acusación, pues los jueces de
conocimiento no ejercen dicho control. La formulación de la imputación como una de las etapas
del proceso penal debe ser coherente con los principios y derechos constitucionales, ubicando
al juez para cumplir su deber acatando la Constitución Política colombiana de 1991.

De lo anterior surge el problema en cuanto a la práctica judicial colombiana en aplicar


el sistema penal acusatorio para lograr la efectividad del debido proceso y el derecho de defensa
a través de la formulación de la imputación. Pues no podemos desconocer la existencia de un
estado social de derecho que respeta los derechos fundamentales. El problema o debate sobre
la imputación radica en que carece de controles que garanticen el debido proceso y el derecho
de defensa, debido a una equivocada interpretación del artículo 286 del C. de P.P. o por la
equivocada decisión de los jueces al no verificar el aspecto fáctico de la imputación, ni la
exigencia de la inferencia razonable, de que el imputado es autor o partícipe de una conducta
punible. (Castañeda,2016)

CAPÍTULO III.

3. Críticas al sistema penal acusatorio.

A partir de enero de 2005 surgieron diversas críticas de toda índole contra el nuevo
sistema, basados en el argumento de que su implementación en una decisión política adoptada
desde Washington para América Latina, y en el caso Colombiano como una condición de ayuda
norteamericana para el país, una de las principales críticas la realiza Calle Calderón, quien
argumenta que el nuevo sistema acusatorio es una copia de un sistema de justicia que es
“selectiva, racista, desigual, esa que potencia escenarios tan bondadosos para la actuación
discrecional y unilateral de la fiscalía” (Calderón, 2005, Pág. 103).

Con el fin de obtener una investigación más objetiva y técnica respecto de la eficacia y
calidad en la implementación del nuevo sistema, acudimos al informe adelantado por la
Corporación Excelencia en la Justicia realizado cinco años después de la entrada en
funcionamiento del nuevo sistema y que se expondrá a continuación. Tal informe de la
Corporación entró a evaluar 5 objetivos del nuevo sistema de procedimiento penal:

1. Aumentar la eficiencia y eficacia del proceso penal

2. Luchar contra la criminalidad grave y organizada

3. Hacer más garantista el Sistema Penal

4. Garantizar la idónea atención a las víctimas

5. Implementar el programa de justicia restaurativa

6. Mejorar la confianza de la ciudadanía en el sistema penal

7. Mejorar la calidad de las decisiones judiciales

El sistema penal acusatorio soporta críticas provenientes de las altas cortes y en materia
de imputación ante la crisis que enfrenta esta figura, nos preguntamos si ¿la formulación de
imputación, en un verdadero sistema constitucional o debe suprimirse? Este planteamie nto
existe en un proyecto de ley para suprimir esta figura.

Las decisiones judiciales, según los principios de la ley y los principios y valores
constitucionales son una regla inaplazable en la aplicación del derecho. El incumplimiento de
estos, genera el núcleo del problema. La crítica conlleva a preguntarse ¿debe conservarse la
formulación de imputación o esto implica romper con la estructura del proceso penal
adversarial? O la formulación de imputación debe suprimirse o ubicarse esta audiencia en la
audiencia de formulación de acusación, con su respectivo descubrimiento probatorio, como
garante del derecho de defensa y del debido proceso. Pero no culminar esta audiencia, sin que
el juez decida nada, sino ejerciendo un control formal y material.

Frente a esta crítica podemos plantear que existe un distanciamiento por parte del juez
de los principios y valores constitucionales, ubicándose entonces el juez, al dictar sus
providencias, ante el sometimiento al imperio de la ley y observa tan sólo la norma, la cual los
jueces la entenderían como un problema de ley formal. En esta crítica y a modo de conclusió n,
han sido cambiantes las posturas de la Corte Suprema de Justicia, sala penal, tanto de la
imputación como de la acusación. (Castañeda,2016)

La medida de aseguramiento de detención preventiva carcelaria debe ser la excepción


y no la regla, como ha venido sucediendo. Para ello es preciso considerar que las medidas de
aseguramiento no privativas de la libertad como la caución o la prohibición de salir del país,
deben ser entendidas como medidas alternativas a la detención, pudiendo aplicarse para toda
clase de delitos.

En materia de acuerdos y negociaciones entre la Fiscalía y el imputado o acusado, la


participación de la víctima debe ser decisiva, de suerte que sólo podrá ser aprobado el acuerdo
o la negociación cuando la víctima exprese su conformidad con esa situación.

La incorporación de las pruebas en el juicio oral necesita una profunda revisión legal,
para evitar juicios extensos, interminables y dilatados en el tiempo, pues no se justifica, por
ejemplo, hacer lectura de un documento de 50 páginas o más tan sólo para acreditar la
existencia y el contenido de dicho documento.
CONCLUSIONES.

A través de la presente investigación se logró hacer una aproximación al estado del Sistema
Penal Acusatorio de la Ley 906 de 2004, el cual se encuentra altamente congestionado. Este
sistema, basado en los ideales del Estado de Derecho propuestos por la Constitución Política
de 1991, debe hacer frente a la enorme demanda que se presenta en el país por motivo de las
conductas punibles que día a día entran a los despachos de las Fiscalías y Juzgados a través de
las diversas modalidades que prevé la ley. No obstante, la realidad de la práctica muestra la
falta de celeridad del proceso penal colombiano, el cual carece actualmente de los medios para
garantizar una justicia equitativa y en los términos correspondientes. De esta manera, la
congestión es una problemática actual del Estado colombiano y que ha tenido consecuencias
en otros sectores como el hacinamiento carcelario y el incremento de la delincuencia ante la
poca confianza que se tiene en el sistema de justicia penal.

Puede considerarse que la política criminal del Estado colombiano, prácticamente desde las
últimas tres décadas, ha estado orientada a combatir las que considera, con las principa les
amenazas para la seguridad y el orden público, principalmente, contra aquellos delitos
asociados al narcotráfico, el secuestro, la extorsión, el terrorismo y más recientemente, a través
de las reformas hechas al Código Penal con la vigencia de las denominadas Ley de Seguridad
Ciudadana y Estatuto Anticorrupción, dejando de lado, o mejor sería decir, ajustando el
procedimiento penal para que tramite los que se consideran delitos menos gravosos, de forma
más expedita o, llegado el caso, se recurra al archivo como medida de solución y descongestión
de este tipo de crímenes, que en relación con los más graves, son cometidos de forma más
regular y afectan directamente al ciudadano y su percepción sobre el sistema.
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